CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
BOB DYLAN
1) She's No Good; 2) Talkin' New York; 3) In My Time Of Dyin';
4) Man Of Constant Sorrow; 5) Fixin' To Die Blues; 6) Pretty Peggy-O;
7) Highway 51 Blues; 8) Gospel Plow; 9) Baby, Let Me Follow You Down;
10) House Of The Risin' Sun; 11) Freight Train Blues; 12) Song To Woody;
13) See That My Grave Is Kept Clean.
BOB DYLAN
Puntuación:
Año de publicación: 1962
El inicio del gran Dylan y uno de los pocos discos pre-Beatles que he escuchado, no deja de ser un mero disco de versiones folk y blues con algunas canciones originales, pero que resulta igualmente interesante de escuchar (pocos álbumes del genio de Minnesota no resultarán cuando menos interesantes). La portada del LP ya nos anuncia lo que vamos a escuchar: un chico y su guitarra –bueno, y también su armónica–, con un atuendo que huele a folk por donde se mire. Y es que este álbum es únicamente eso, un disco folk de uno de los nombres que se hicieron importantes en el Greenwich Village de Nueva York; en el gran documental No Direction Home (2005) de Scorsese se comenta cómo era esta época y cómo fueron los inicios de Bob, vampirizando aquí en parte el repertorio de versiones de otros cantantes folk que eran entonces más famosos pero ahora totalmente desconocidos.
Para comenzar, hay que destacar algunas sorpresas que encontramos en este LP, como por ejemplo ‘In My Time Of Dyin'’, la cual sería versionada también por Led Zeppelin con resultado irregular y que aquí vemos en su fuerza desnuda original, con un estilo de Bob que recuerda directamente a los grandes bluesmen. Otra sorpresa todavía más agradable es encontrar ‘House Of The Risin' Sun’, que aún tardaría un par de años en convertirse en la canción estrella de The Animals, pero que aquí podemos comprobar cómo tenía ya una grandiosa melodía definida, además de poder escucharla en su crudeza e intensidad minimalista iniciales. Esta canción será uno de los famosos robos de repertorio ajeno por parte de Dylan.
En este disco también encontramos aspectos que se repetirán o desarrollarán en los próximos años. ‘Man Of Constant Sorrow’ nos adelanta al Dylan introspectivo que encontraremos en canciones de The Freewheelin' como ‘North Country Girl’. En ‘Highway 51’ encontramos una melodía inicial de guitarra que Bob utilizará posteriormente en ‘It's Alright Ma (I'm Only Bleeding)’ del Bringing It All Back Home, además de inspiración para el título de otra canción. ‘Baby, Let Me Follow You Down’ recibiría un tratamiento eléctrico en actuaciones posteriores que la harían irreconocible pero que, de todas formas, con los abucheos que recibió en 1965-66 por electrificarse, algunos ni la notarían. Y también se puede intuir en este disco lo buen cantante que es, quitando que esa voz rasposa pueda resultar más o menos molesta a alguien, lo cierto es que en Dylan vemos a un cantante con muchos registros y modulaciones, y por ejemplo en ‘Freight Train Blues’ nos lo demuestra alargando la nota al cantar lo de “Bluuuuuuuuues” durante un buen rato, algo seguramente al alcance de pocos.
Solo hay dos canciones originales: ‘Talkin' New York’, un tipo de blues cantado que sería uno de los puntos fuertes del estilo inicial de Bob, aunque para una persona no angloparlante un estilo de cantar recitado y a esa velocidad resulta bastante complejo de apreciar y de seguir; la otra composición original es ‘Song To Woody’, dedicada al gran Woody Guthrie, que no deja de ser otra canción mediocre en el sentido de que podríamos encontrar cientos de canciones similares en esa época. Escuchándolas, creo que a nadie se le hubiera ocurrido que en el siguiente disco iba a haber semejante salto de calidad compositiva.
En resumen, como ya escribí, estamos ante un ejemplo de disco folk de la época, que nos sirve para comprobar los orígenes del estilo Bob Dylan, algo esencial para comprender la grandeza de su evolución posterior.
1) Blowin' In The Wind; 2) Girl From The North Country; 3) Masters Of War;
4) Down The Highway; 5) Bob Dylan's Blues; 6) A Hard Rain's A-Gonna Fall;
7) Don't Think Twice, It's Alright; 8) Bob Dylan's Dream; 9) Oxford Town;
10) Talking World War III Blues; 11) Corrina, Corrina;
12) Honey, Just Allow Me One More Chance; 13) I Shall Be Free.
THE FREEWHEELIN'
Año de publicación: 1963
Puntuación:
Aquí estamos con el verdadero inicio de la leyenda de Bob Dylan. Y también podemos decir que ya ha realizado la primera de las muchas transformaciones que experimentaría a lo largo de su carrera, en este caso de canción folk a canción protesta (y no es que no exista una simple delgada línea que lo delimite). Una de las características más definitorias de este álbum es que todas las canciones, a excepción de ‘Corrina, Corrina’, están compuestas por Dylan. Toda una demostración de gallardía para los tiempos que corrían. Aunque no menos valiente es vilipendiar a los poderes fácticos que dominan el mundo y que no se inmutan ante matanzas incontroladas mientras que actúan inmediatamente si hay negocio durante o después de una guerra. Tal cual es lo que hace nuestro héroe en ‘Masters Of War’.
Encontramos canciones inolvidables como ‘Blowin' In The Wind’, sobre los vientos de cambio que sobrevolaban el ambiente (Kennedy sería asesinado unos meses después de la publicación del disco) y Bob preguntándose cuántos errores más habrían de repetirse para darnos cuenta de dónde vivimos, algo que por desgracia no cesamos de ver en el siglo XXI, la era de la información, donde todavía vuelven a suceder cosas que ya habían ocurrido anteriormente en otras épocas, como si la memoria colectiva fuera igual de efímera que la individual. Otra canción inolvidable es ‘A Hard Rain's A-Gonna Fall’, con ese sabor entre bíblico y profético, en esencia enlazada con ‘Blowin' In The Wind’ en su aviso de que algo va a ocurrir, aunque esta vez de forma más pesimista, sin la esperanza de una respuesta. La tercera canción inolvidable de este disco es ‘Masters Of War’, un magnífico y crudo ataque a los señores de la guerra (deseándoles su propia muerte), aquéllos que deciden el conflicto bélico que se va a desatar y que provocarán una muerte segura a mucha gente, sin que ello les suponga un dilema. Y en este caso, paradójicamente, creo que Dylan nos da esperanza, la esperanza que da escuchar unas palabras con tanta energía, tanta verdad y tan bien escritas y expresadas. Se le perdona, pues, que tomara la melodía prestada de la tradicional ‘Nottamun Town’, conocida por la versión que grabaría Fairport Convention.
Pero no solo encontramos aquí canciones que nos exigen una tensión intelectual durante la escucha, tenemos momentos dulces más relajados como ‘Girl From The North Country’, con una melodía vocal probablemente tomada de alguna canción tradicional, algo delatado por la línea “Remember me to one who lives there / She once was a true love of mine”, que también cantarían Simon & Garfunkel en la memorable ‘Scarborough Fair’. Otra canción maravillosa y tranquila es ‘Don't Think Twice, It's Alright’, otro mágico ejemplo de alternancia entre voz y harmónica, además de la guitarra acústica. O cómo no nombrar también ‘Bob Dylan's Dream’, que sin tener la grandeza de las anteriores, también tiene el sentimiento de un Dylan introspectivo.
Hay varios ejemplos de blues cantados, algo muy típico de Bob y de los cantantes folk de la época. Es un estilo complicado de apreciar por una persona no angloparlante, pues se trata de narraciones más o menos coherentes y con los consiguientes juegos de palabras y jerga de la época, además de gran velocidad de recitación. ‘Down The Highway’ es uno de los ejemplos que mejor entran, por esa melodía blues de guitarra que se va repitiendo. Después tenemos más ejemplos como ‘Bob Dylan's Blues’, ‘Talking World War III Blues’ (donde nos habla de cómo fue al médico a contarle su sueño sobre la III Guerra Mundial, una letra muy divertida) y la mejor de todas sin duda, ‘I Shall Be Free’, con una melodía adictiva de guitarra y otra gran letra con gran humor, con grandes momentos como cuando le llama el presidente Kennedy para preguntarle qué se necesita para que la nación crezca y Bob contesta “My friend, John / Briggite Bardot, Anita Ekberg, Sofia Loren”, o al final, cuando después de decir que está borracho todo el tiempo, pasa a decir que hace el amor con Elizabeth Taylor. Un humor desenfrenado como ven.
Se pueden nombrar todas las canciones por una razón u otra, es lo que tiene ser un crack en la música y/o en la letra. En ‘Oxford Town’ saca a relucir la segregación racial, tema éste que tratará con más fuerza en algunas canciones del siguiente disco. En la tradicional ‘Corrina, Corrina’ hace una incursión tímida en el jazz pero en este caso con un resultado decepcionante. Y en ‘Honey, Just Allow Me One More Chance’ vemos un enlace con el estilo del primer disco pero mejorado.
En resumen, estamos probablemente ante el mejor disco de 1963 (una suposición bastante arriesgada por mi parte), pero que marca el verdadero inicio de la gran epopeya musical de un genio de la música. En la famosa portada aparece con su novia de entonces, Suze Rotolo, en una imagen y con una vida que llevaban que serviría de clara inspiración para los hermanos Coen en su película A propósito de Llewyn Davis (Inside Llewyn Davis, 2013), donde por cierto se hace un guiño explícito a esos inciertos inicios de Dylan como cantautor.
THE TIMES THEY ARE A-CHANGIN'
Año de publicación: 1964
Puntuación:
1) The Times They Are A-Changin'; 2) Ballad Of Hollis Brown; 3) With God On Our Side; 4) One Too Many Mornings; 5) North Country Blues; 6) Only A Pawn In Their Game;
7) Boots Of Spanish Leather; 8) When The Ship Comes In;
9) The Lonesome Death Of Hattie Carroll; 10) Restless Farewell.
Si la visión que tienes de Bob Dylan es la de cantante-protesta, éste es precisamente el único disco donde adopta básicamente ese rol; pero al mismo tiempo, y por suerte, ésta será la última ocasión, puesto que lo que tenemos aquí es un conjunto de canciones en general poco inspiradas, aún menos elaboradas y donde casi lo único interesante son las letras, cosa para la cual no hace falta ni escuchar las canciones. Las lees y punto. Pero es cierto que vale la pena leerlas, pues son una poesía cruda y dura sobre diferentes problemas sociales que existían (y en algunos casos todavía existen) en los Estados Unidos. La campaña presidencial de 2016 del candidato republicano Donald Trump es un tristísimo indicativo de que el país no ha avanzado tanto como parecía tras haber tenido el primer presidente negro de la historia, el demócrata Barack Obama.
La canción que da título al disco es sin duda uno de sus momentos inolvidables, con ese aviso a todo el mundo de que hay una ruptura generacional, de que hay que abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor, porque los tiempos están cambiando, himno universal y que podría servirnos también para la situación actual que vivimos. Por desgracia, tenemos más adelante dos cuasi-repeticiones menores de esta canción, una es la horrible ‘One Too Many Mornings’ y la otra ‘Only A Pawn In Their Game’, canción simplona y musicalmente pesada, con al menos una letra interesante y dura sobre cómo una persona blanca es criada en el sur con las ideas de superioridad racial sobre los negros, aunque esta persona blanca sea pobre.
‘With God On Our Side’ no cambia el panorama, pues resulta aburridísima hasta la médula, con el mismo esquema musical repetido y vuelto a repetir hasta la saciedad, una de las peores canciones de su primera época. En cambio, ‘North Country Blues’ es más interesante, con una interpretación más agria, al estilo de ‘Masters Of War’ de The Freewheelin', donde denuncia las deplorables condiciones de la vida de un minero. De canciones inspiradas en temas del anterior disco tenemos un par de ejemplos más; uno es ‘Ballad Of Hollis Brown’, que parece una versión algo menor de ‘Down The Highway’, y la otra canción es ‘Boots Of Spanish Leather’, una mala reescritura de ‘Girl From The North Country’ y sin duda otro de los malos momentos de este disco.
Por otro lado, ‘When The Ship Comes In’ es uno de los pocos momentos agradables, además de tener una letra optimista y positiva. Es una canción folk del mejor estilo, que al menos nos dejará una buena impresión. También con la llegada de la canción sobre Hattie Carroll tenemos un buen respiro, al poseer una estructura y estribillo más elaborados, aunque a mí me pasó algo desapercibida hasta que escuché la gran versión electrificada en directo que hizo Dylan en su gira del 75 de la Rolling Thunder Revue. Terrible también la historia que cuenta, donde el asesinato injustificado de una negra a manos de un blanco de familia poderosa acaba en una sentencia judicial irrisoria. Lástima que el buen sabor de boca que nos deja esta canción se tuerza un poco con la olvidable pieza final, ‘Restless Farewell’, sin apenas melodía aunque al menos la letra, como no, es interesante, un canto a la superación de las adversidades.
Al menos, parece que el propio Dylan se dio cuenta que este no era el camino a seguir, pues se trata de un estilo musicalmente muy limitado, pero al menos aportó su grano de arena en la denuncia social. El siguiente disco ampliaría su paleta acústica a niveles insospechados. Y para la reflexión queda lo que leí una vez en una biografía de Simon & Garfunkel, donde se decía que tras el asesinato del presidente Kennedy hubo una psicosis entre los músicos más implicados en los movimientos sociales, donde algunos temían que también les pudiera pasar algo, en concreto el propio Dylan a ser eliminado. ¿Influyó eso también en el camino a seguir?
ANOTHER SIDE OF BOB DYLAN
Año de publicación: 1964
Puntuación:
1) All I Really Want To Do; 2) Black Crow Blues; 3) Spanish Harlem Incident;
4) Chimes Of Freedom; 5) I Shall Be Free No. 10; 6) To Ramona;
7) Motorpsycho Nitemare; 8) My Back Pages; 9) I Don't Believe You;
10) Ballad In Plain D; 11) It Ain't Me Babe.
Con este álbum se inicia la evolución desde la canción protesta a una poesía que ondula entre lo mundano y lo surrealista. En cuanto a sonido, en principio no parece que haya cambios, pues sigue siendo el cantante con su guitarra y su armónica, pero además de que encontramos grandes melodías, también en las letras realiza un gran paso adelante. Ya no se dedica a denunciar simplemente, sino que emplea un lenguaje más lleno de metáforas y vocabulario poético. Es más una evolución lógica del Freewheelin' que del anterior LP. El disco además tiene ese aire de improvisación e inmediatez, con unas interpretaciones que parecen sacadas de la primera toma, como si el propio Dylan tuviera la canción en la cabeza y fuera inmediatamente a grabarla para pasar a otra cosa.
Todo esto que se ha comentado puede comprobarse enseguida en ‘All I Really Want To Do’, la cual tiene un humor negro gracias al contraste entre la intención de amistad que se declara y la promesa de no hacer todos los actos negativos posibles que le vienen a la mente. El mismo Dylan no puede evitar algo de risa durante la canción, pero así está hecha la toma y así se queda, lo cual la dota de frescura. ‘Black Crow Blues’ es un blues, como dice su título, con una letra entretenida y que incluso parece autobiográfica. Aunque como blues, más entretenida aún es ‘Motorpsycho Nitemare’, donde nos cuenta la divertida historia de cómo conoció en la América profunda a Rita y a su furibundo anticomunista padre, cosa que advierte el protagonista para encontrar la manera de que lo expulse de su granja. Por otro lado, uno de los géneros predilectos del movimento de folk-singers de los Estados Unidos, el blues hablado, tampoco podía escaparse y en este disco lo encontramos en ‘I Shall Be Free No. 10’, con otra letra humorística y surreal.
Una joya oculta del catálogo de Dylan es, a mi juicio, ‘Spanish Harlem Incident’. Tiene una gran melodía, una gran letra poética y un gran final de estrofa con el “Let me know babe…”. Una gran canción de amor. Menos poética y más directa como canción amorosa es ‘To Ramona’, aunque a mí personalmente se me hace muy pesada por no tener ninguno de los elementos destacados del disco: buena melodía, humor, poesía, buena guitarra o armónica. Y para amor no correspondido, tenemos la dura y realista letra de ‘I Don't Believe You’, agria argumentación quién sabe si contra alguna de las relaciones que tuvo Bob.
‘Chimes Of Freedom’ es otra gran canción de visiones apocalípticas, al mejor estilo de ‘A Hard Rain's A-Gonna Fall’ o de ‘The Times They Are A-Changin'’, en este caso con un mensaje de esperanza por las campanadas de la libertad que suenan por los oprimidos y las injusticias, como aviso de que nadie está abandonado, de que todas las causas resuenan. Un gran himno de Bob, igual que ‘My Back Pages’, velada afirmación de que su evolución musical es producto de sentirse más joven, más emprendedor en la búsqueda de nuevas formas de expresión artística.
Otro buen ejemplo de canción amorosa y tranquila, con una gran letra que nos engancha (como casi todas las de este disco), es ‘Ballad In Plain D’. El único problema que presenta es que quizá se haga demasiado larga, pues dura más de ocho minutos. Ella da paso a la final y conocida ‘It Ain't Me Babe’, grandísima canción donde el protagonista intenta convencer insistentemente a alguien de que no es la persona que está buscando. Es el arquetipo de anti-canción de amor.
En definitiva, lo que tenemos aquí es la acción de Bob de desprenderse de su imagen de cantautor de protesta, expandiendo su imaginería poética por todo tipo de caminos, por lo que después de abrir su mente en las letras solo quedaría hacer lo mismo en la parte musical…
BRINGING IT ALL BACK HOME
Año de publicación: 1965
Puntuación:
1) Subterranean Homesick Blues; 2) She Belongs To Me; 3) Maggie's Farm;
4) Love Minus Zero/No Limit; 5) Outlaw Blues; 6) On The Road Again;
7) Bob Dylan's 115th Dream; 8) Mr. Tambourine Man; 9) Gates Of Eden;
10) It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding); 11) It's All Over Now, Baby Blue.
He aquí el LP de la discordia. Discordia únicamente porque Dylan electrificó su sonido y dejó de ser un cantautor folk, aunque en estos momentos no de manera completa, por lo que tenemos la primera mitad del disco eléctrica y la segunda acústica. Es decir, otra nueva transición. Los músicos afortunados que intervinieron en esta electrificación no son conocidos salvo para los muy eruditos, que nadie piense con buena voluntad que era el grupo The Hawks (que evolucionarían a The Band años después), puesto que comenzarían su aventura con Dylan justo en la primera gira eléctrica de éste, una vez editado también el Highway 61 Revisited.
El comienzo del álbum mediante 'Subterranean Homesick Blues' es apabullante, como si hubiera mezclado un rock directo con una forma de cantar similar al blues hablado. Hay que ser bilingüe para poder seguir lo que nos va cantando Bob a esa velocidad, aunque viendo el documental español Las huellas de Dylan (2006) me quedé asombrado de ver a una chica española de unos 13-14 años recitando todo el texto. Destacar también el inolvidable vídeo musical que realizó D. A. Pennebaker, donde se ve a Dylan pasando carteles con algunas de las palabras que se recitan en la canción, además de la insólita aparición discreta del poeta icono de la generación beat, Allen Ginsberg. El estilo de esta canción se puede decir que servirá de marco para varias más en el disco, primero en ‘Maggie's Farm’, que aunque pierde el factor sorpresa completamente, al menos nos narra una divertida y cruenta historia sobre las costumbres cotidianas de la truculenta familia de Maggie. Y otra vez encontraremos otro ritmo similar, aunque con un sonido más duro, en ‘Outlaw Blues’; una nueva inyección de adrenalina.
‘She Belongs To Me’ es más relajada, e igual que la mayoría de canciones carece de estribillo, salvo que cuentes como tal la instrumentación que suena entre estrofa y estrofa. En cualquier caso, es también una buena canción con una letra de admiración positiva, nada que ver con el título que parece demasiado posesivo. Siguiendo esa estela de tranquilidad tenemos ‘Love Minus Zero’, que es una de sus más bellas baladas, con una gran percusión adornada por una preciosa guitarra acústica rítmica, y otra de sus grandes letras poéticas y evocadoras. Como nadie me va a leer, me atreveré a llamarlo bucolismo urbano.
Tenemos también en el disco algo de blues con ‘On The Road Again’ (nada que ver con la famosa canción que grabarían los Canned Heat), donde también despliega su armónica con fuerza. Y para finalizar la parte eléctrica tenemos un amago inicial de talkin’ blues acústico, ‘Bob Dylan's 115th Dream’, donde pronto se corta la canción por las risas que suenan de los presentes, pero después empieza otro ritmo eléctrico movidito como el de ‘Subterranean Homesick Blues’, aprovechando Dylan para contarnos una de sus historias surrealistas humorísticas.
La gran segunda parte acústica se inaugura con la inolvidable ‘Mr. Tambourine Man’, uno de sus mayores logros poéticos, con una letra evocadora sobre la magia de la música y la vida errante y solitaria que lleva ese hombre de la pandereta, pero libre y hermosa al mismo tiempo. Esa magia que contiene la letra también sirvió para el triunfo del folk-rock de The Byrds en su debut, ya que solo podía mantenerse fusionándola con una melodía inspirada en Bach. ‘Gates Of Eden’ es otra de sus grandes canciones de imaginería profética, condenando de forma poética y nada directa la vanidad de las cosas mundanas, que no significan nada tras atravesar las Puertas del Edén.
Por otro lado, aun perteneciendo a esta parte acústica del álbum, ‘It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding)’ todavía ganaría más puntos si cabe en su versión electrificada en directo, con ese riff asesino que suena tras cada estrofa y que con guitarra eléctrica magnifica su efecto. Finalmente, este gran disco acaba con una nota vengativa en ‘It's All Over Now, Baby Blue’, con una agria letra cantada en un tono poco amistoso que cuentan los rumores iba dirigida a Joan Baez, pero quién sabe…
Si resumimos este disco como una batalla entre el lado acústico y el eléctrico de Dylan, aquí sale vencedor el primero. Pero eso no quiere decir que el segundo no signifique el camino a seguir, puesto que si ya en su primer intento ha conseguido buenos resultados, esto ya nos puede dar una perspectiva de todo lo bueno que todavía quedaba por llegar. Dentro de la fiebre de Dylan que se desató en el Reino Unido, este álbum fue número uno allí (a diferencia de los Estados Unidos, donde solo llegó al sexto puesto), ¡sucediendo nada menos que a The Freewheelin' en el primer puesto!.
HIGHWAY 61 REVISITED
Año de publicación: 1965
Puntuación:
1) Like A Rolling Stone; 2) Tombstone Blues;
3) It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry; 4) From A Buick 6;
5) Ballad Of A Thin Man; 6) Queen Jane Approximately; 7) Highway 61 Revisited;
8) Just Like Tom Thumb's Blues; 9) Desolation Row.
En este disco Dylan llega a su madurez artística (si es que la palabra madurez se puede aplicar a alguien que la ha demostrado desde el principio), con una música más consistente y una poesía lírica que ya domina a la perfección, si cabe decir algo así. Al electrificarse completamente, también observamos que se deja llevar en mayor grado por una tendencia blues, aunque no lo ejecutará de una manera canónica en la mayoría de las ocasiones. La transición del folk al rock ya se ha materializado al completo y las vías musicales que se abren son prometedoras, aunque antes de experimentar más abiertamente con las posibilidades del rock, se refuerza aquí ese estilo adoptado entre el blues, el R&B y el propio rock.
Nada más empezar el disco tenemos una de las canciones universales de Dylan, ‘Like A Rolling Stone’, con ese inolvidable órgano tocado casualmente por Al Kooper (al cual vi en directo en el Gran Teatre de Elx en 2008), que a partir de entonces le cogería gusto a este instrumento y lo volvería a tocar con otros, como por ejemplo The Who. También es inolvidable la letra sobre esa persona que una vez tuvo una posición acomodada y que ahora vive como un vagabundo, sin dinero ni hogar. Pero Bob no canta con lástima sobre esa mala situación, sino que le da una vuelta de tuerca y lo convierte en un insólito ataque vengativo hacia alguien indeterminado que los estudiosos de Dylan quizá puedan haber identificado. Pero ahí no queda la venganza, pues más adelante ‘Ballad Of A Thin Man’ le sirve para canalizar su rabia contenida hacia la prensa que tan mal le trataba, o más bien hacia algún periodista en particular, tal como se expresaba en la película pseudo-biográfica I'm Not There (2007). Una gran letra agria y rabiosa acompañada de una música solemne a la par que inquietante. Cada vez que Bob dice “Something is happening but you don't know what it is / Do you, Mr. Jones?” suena a estacazo en toda la frente.
Por otro lado, ‘Tombstone Blues’ tiene un título engañoso, porque aunque tenga una estructura melódica de blues, realmente es una canción rock con ese ritmo rápido marca de la casa. Impresionante de nuevo la instrumentación, con unos golpes de batería muy rápidos y unas líneas de guitarra desquiciada que van apareciendo. Además de que mola escuchar nombres conocidos como Beethoven a lo largo de su letra surrealista. La siguiente canción, ‘It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry’, si que es directamente un blues acompañado de piano, que tras la alta velocidad rítmica anterior le da una sensación de tedio que realmente no merece, ya que es una buena melodía. Y esa lentitud comentada queda más acrecentada con la siguiente pieza, ‘From A Buick 6’, otra pieza movidita con una grandísima melodía que hasta la hace bailable. Impresionantes la armónica y nuevamente el órgano. También volvemos a los momentos más divertidos con la canción que da título al disco. Un ritmo rápido y una letra entretenida aunque difícil de descifrar para una canción que más bien parece un momento de distensión y diversión para los músicos.
Mediante ‘Queen Jane Approximately’ se consigue una atmósfera más cordial, pues se trata de una agradable canción de estilo pop con una gran armónica final, pero si pensamos que hemos encontrado un respiro ante tanto extremo emocional, si nos fijamos en la letra vemos que se trata de otro ataque en toda regla como ‘Like A Rolling Stone’, solo que en esta ocasión se ofrece esperanza en los finales de estrofa: “Won't you come see me, Queen Jane?”, que se puede entender como un ofrecimiento de ayuda. Otro momento similar en cuanto a tono musical lo encontramos en ‘Just Like Tom Thumb's Blues’, una historia sobre situaciones en México que acaba con la preferencia del protagonista por volver a Nueva York. Para el final tenemos ‘Desolation Row’, canción acústica de larga duración donde nos vuelve a deleitar con la imaginería entre intrigante, surrealista y, en este caso, con ese punto de tristeza que ya nos anuncia el título de la “Calle de la Desolación”. Y es que Dylan ya ha demostrado considerablemente que es un maestro de la evocación lírica.
En resumen, otra obra maestra del genio de Minnesota (aunque personalmente yo prefiero el disco anterior, quizá echo de menos la magia acústica que había alcanzado), que con este disco ha demostrado su dominio de toda la música que ha estado haciendo hasta este momento y su maestría en el empleo poético y surrealista de las palabras, a las que hay que sumar la especial emotividad intrínseca que transmite escucharlas por voz de su autor. A partir de ahora, para superarse, solo le quedará la opción de probar nuevos sonidos y bucear en las posibilidades que ello le ofrece.
BLONDE ON BLONDE
Año de publicación: 1966
Puntuación:
1) Rainy Day Women #12 & #35; 2) Pledging My Time; 3) Visions Of Johanna;
4) One Of Us Must Know (Sooner Or Later); 5) I Want You;
6) Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again; 7) Leopard-Skin Pill-Box Hat; 8) Just Like A Woman; 9) Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine;
10) Temporarily Like Achilles; 11) Absolutely Sweet Marie; 12) 4th Time Around;
13) Obviously Five Believers; 14) Sad Eyed Lady Of The Lowlands.
Estamos ante la mejor obra de Dylan en muchos aspectos, pues es la culminación del sonido innovador que estaba aportando a la música rock y de sus grandes letras, además de presentar una amplia paleta sonora respecto a discos anteriores, un despliegue musical sin precedentes que tampoco tendrá una continuación, probablemente truncada por el grave accidente de motocicleta que sufriría unos meses después de la publicación de este álbum y que le mantendría durante un año en convalecencia, apartado de la música. Es también uno de los primeros discos dobles de la historia, aunque en CD cabe todo en un único volumen. La temática lírica abarca temas habituales como el amor y las relaciones entre personas, aunque en esta ocasión Dylan el músico hace olvidar por momentos a Dylan el poeta, puesto que su faceta lírica ya estaba asumida en su grandeza, pero pocos podían sospechar la superación estilística que proponía este Blonde On Blonde.
Se trata de un álbum al que de entrada cuesta tomarle aprecio, pues el inicio del disco es precisamente lo más flojo en su conjunto. Personalmente, ‘Rainy Day Women’ nunca me ha acabado de gustar, es una canción de música festiva con una letra irónica sobre al “apedreamiento” que se puede sufrir por cualquier motivo, sea justificado o no. Y después viene ‘Pledging My Time’, que es un típico blues sin más, tirando a aburrido, y que será casi repetido nuevamente en ‘Leopard-Skin Pill-Box Hat’, en éste al menos con una letra más interesante. Menos mal que al tercer intento llega la gran ‘Visions Of Johanna’, con esa forma única de cantar de Bob y un acompañamiento instrumental preciso y adornado en todo momento, para degustar cada nota del órgano de fondo, cada golpe de platillo, cada breve fraseo de guitarra y el gran toque de armónica.
Por otro lado, ‘One Of Us Must Know’ tiene un buen comienzo que recuerda vagamente a ‘Like A Rolling Stone’, aunque en este caso con menor solemnidad y con un estribillo menos brillante que en el resto del disco, pero es una buena canción también con una letra en teoría bastante personal sobre una relación de pareja conclusa. A continuación, nos encontramos con dos canciones que tienen un ritmo más animado, muy positivo para la cadencia que sigue el disco. La primera es ‘I Want You’, una de sus canciones de estilo más pop, con un estribillo muy pegadizo y una melodía musical también muy enganchadora y agradable, además de la letra positiva (al menos desde el punto de vista del narrador), algo no demasiado habitual en Dylan. La otra canción de ritmo animado es la memorable ‘Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again’ (de la cual Kiko Veneno hizo una peculiar versión), que aunque parezca repetirse demasiado en primera instancia, si nos volvemos a fijar bien vemos como los instrumentos van entrando y saliendo de forma diferente en cada momento, igual que en ‘Visions Of Johanna’. Es decir, que cada vez que la escuchemos podremos encontrar elementos nuevos que nos hagan disfrutarla como la primera vez.
Cada vez que escucho ‘Just Like A Woman’ en su versión de estudio, la forma de cantar las estrofas antes del estribillo me recuerdan a los dos tipos que salían cantando de vez en cuando en la película de Algo Pasa Con Mary (There's something about Mary, 1998) de los hermanos Farrelly, supongo que se inspirarían en la forma de recitar que tiene Bob aquí. Pero bromas aparte, es una buena balada pop acústica. ‘Temporary Like Achilles’ suena como ‘Just Like A Woman’ tocada en clave blues, que escuchada después de la anterior es como si al mismo personaje de la letra se le hubiera bajado la soberbia y se hubiera puesto de rodillas para implorar el amor perdido. Musicalmente tiene un sonido tranquilo y otro buen trabajo a la guitarra.
La canción de largo título ‘Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine’ es una fuerte dosis de adrenalina, ya que tiene un ritmo rápido que en este caso viene aderezado con lo que parece una trompeta, como en la inicial ‘Rainy Day Women’ (que además tiene más instrumentos), pero en este caso con un efecto totalmente diferente, amplificando la fuerza de la canción. Además, tiene una de esas letras vengativas que son como dardos certeros hacia alguien (“I just can’t do what I done before / I just can’t beg you anymore / I’m gonna let you pass” u otro ejemplo: “You say my kisses are not like his / But this time I’m not gonna tell you why that is”). Algo de ritmo vuelve otra vez con ‘Absolute Sweet Marie’, con algo menos de gancho que en los otros momentos similares comentados, pero con ese gran sonido instrumental que sube de nivel cualquier canción, así como una desquiciada armónica en la parte final. En el concierto en homenaje a los treinta años de carrera de Dylan, George Harrison la interpretó en directo.
Para la recta final del álbum, tenemos tres grandísimas canciones. La primera es en mi opinión una de sus más bellas baladas, (‘4th Time Around’), con una gran letra amorosa –amorosa en el sentido de Dylan– además de una memorable melodía marcada por una gran percusión y bajo, una deliciosa guitarra rítmica y la emotiva interpretación de Bob. Cada cambio de ritmo en el golpeo de la batería le confiere una agilidad atípica para una canción así, y por supuesto está esa gran armónica final que transmite los mismos sentimientos que una voz humana. A continuación tenemos un último ramalazo rockero con ‘Obviously Five Believers’, con un estilo derivado del blues y ese intrigante teclado (¿es un sonido de teclado?) que aparece tras acabar cada estrofa, acompañado de una magnífica guitarra, y que permite enlazar con la siguiente.
Para el final de Blonde On Blonde tenemos la que quizá sea la canción más épica del repertorio de Dylan. ‘Sad-Eyed Lady Of The Lowlands’ es una canción hipnótica y evocadora, y donde su duración de más de diez minutos se pasa volando mientras nos sumergimos en la imaginería dylaniana. Cada vez que canta el estribillo, varía ligeramente la entonación que le da, confiriéndole todavía mayor poder al asociar su voz al estado de ánimo derivado de la letra. Y es que para quienes piensen que Dylan no sabe cantar, éste es un gran ejemplo para cambiar de opinión. Sí, su voz es ronca, nasal y a veces hasta desagradable, cierto es, pero modular la voz para transmitir diferentes sentimientos incluso dentro de la misma canción, eso está al alcance de pocos.
Qué más añadir ante uno de los mejores discos de la historia… aquí tenemos la cúspide musical de Bob, madurez lírica, musical e interpretativa, todo acrecentado por un buen puñado de grandísimas composiciones, bajo ese icónica imagen desenfocada de la portada que nos muestra a todo un Rimbaud del siglo XX. Tras este disco es cuando Dylan tuvo el grave accidente de moto que lo mantuvo más de un año sin dar señales de vida, lo cual quizá truncó la dirección más vanguardista –vanguardista en el sentido de Dylan– que estaba llevando y le dirigió hacia un retorno a las raíces musicales americanas. Aunque también le sirvió para componer y tocar en el sótano de una casa rural con unos músicos que le acompañaban en sus giras, los cuales pronto se convertirían en The Band, aunque eso ya es otra historia…
JOHN WESLEY HARDING
Año de publicación: 1968
Puntuación:
1) John Wesley Harding; 2) As I Went Out One Morning;
3) I Dreamed I Saw St. Augustine; 4) All Along The Watchtower;
5) The Ballad Of Frankie Lee And Judas Priest; 6) Drifter's Escape; 7) Dear Landlord;
8) I Am A Lonesome Hobo; 9) I Pity The Poor Immigrant; 10) The Wicked Messenger; 11) Down Along The Cove; 12) I'll Be Your Baby Tonight.
Antes de este disco Dylan grabó un buen montón de canciones con The Band en un sótano, pero como no fueron publicadas hasta 1975 (con el nombre de The Basement Tapes) y aquí los discos se van comentando según el orden cronológico de publicación, seguiremos pues con este magnífico John Wesley Harding. Así que lo que tenemos aquí es a una eminencia musical que, tras su grave accidente de moto y su larga convalecencia de más de un año, vuelve con un disco de música inspirada en las primeras décadas del siglo XX, sobre todo por las letras, porque quizá la producción actual hace que el sonido parezca más contemporáneo. Pero aun así, no es éste sino una huida hacia las raíces de la música popular americana.
Ya en la primera canción, la que da título al álbum, tenemos los ingredientes generales a lo que encontraremos básicamente en el resto de temas: el bajo y la batería que tienen la nota predominante marcando destacados ritmos, sobre todo el primero; una guitarra acústica rítmica, sin solos; un canto y una armónica muy expresivos (esto último ya lo podíamos presuponer). Y únicamente con esos ingredientes consigue darle una fluidez inusitada a ‘John Wesley Harding’ mientras nos relata la historia de su protagonista. La siguiente canción, ‘As I Went Out One Morning’, es todavía más pegadiza gracias a una gran melodía iniciada por la armónica y continuada por otra gran melodía al bajo. Además, la memorable interpretación de Bob hace que percibamos los sentimientos del personaje ante la aprensión que le produce el comportamiento de la mujer de Tom Payne.
Hay muchos temas de ritmo fluido y relativamente rápido, como ‘Drifter's Escape’, ‘I Am A Lonesome Hobo’ (con otra gran melodía al bajo y una armónica perfecta), la llena de energía ‘The Wicked Messenger’ y la más blues ‘Down Along The Cove’, que recuerda algo a ‘Obviously Five Believers’ de Blonde On Blonde. La canción más famosa del disco es sin duda ‘All Along The Watchtower’, sobre todo por la magnífica versión que grabó Jimi Hendrix, un profundo admirador de Dylan. Y es que tiene un comienzo abrumador con la armónica y la guitarra que poco a poco va formando la melodía. Es un tema que contiene una gran carga épica por su gran ritmo soslayado por los acordes potentes de la guitarra acústica.
También tenemos momentos más lentos con ‘I Dreamed I Saw St. Augustine’ y la muy emotiva ‘I Pity The Poor Immigrant’. Aunque la mejor de todas las de ritmo más pausado es ‘Dear Landlord’, una desgarradora canción sobre el sentimiento servil hacia el propietario, con la valentía de la reclamación en otra interpretación memorable que nos hace emocionarnos igual que si asistiéramos en verdad a ese momento. Esta canción fue luego versionada por Janis Joplin y también por Joe Cocker, para que nos hagamos una idea de su potencial. Por desgracia tenemos también un momento tedioso con la larguísima ‘The Ballad Of Frankie Lee And Judas Priest’ (corta si la comparamos con ‘Sad-Eyed Lady Of The Lowlands’), una historia sin ningún interés y musicalmente monótona hasta la saciedad.
Para el final tenemos otro gran momento agradable con la gentil ‘I'll Be Your Baby Tonight’, que tiene una gran guitarra slide como instrumento adicional y ello convierte la canción en una delicia. De ahí que la desaparición de este instrumento en la versión que hizo UB40 en los 90 la convirtiera en un horror total. Por otro lado, el sonido country que se consigue en esta última canción será indicativo del siguiente paso que daría Dylan en su próximo disco. Su interés en los estilos propiamente estadounidenses no ha hecho sino comenzar.
NASHVILLE SKYLINE
Año de publicación: 1969
Puntuación:
11) Girl From The North Country; 2) Nashville Skyline Rag; 3) To Be Alone With You;
4) I Threw It All Away; 5) Peggy Day; 6) Lay Lady Lay; 7) One More Night;
8) Tell Me That It Isn't True; 9) Country Pie; 10) Tonight I'll Be Staying Here With You.
Nuevo disco y nuevo sonido de Dylan, en este caso se trata de música country y además sorprendentemente con una voz diferente, donde Dylan soltó el bulo de que había estado un año sin fumar para conseguir una voz más clara. Y es que su voz aquí pasa de ser nasal y hasta ronca a tener una cadencia cálida y amable, muy acorde al tono general del álbum.
La canción más conocida es ‘Lay Lady Lay’, una gloriosa balada country, con una magnífica guitarra slide y una melodía y estribillos inolvidables para una bonita canción de amor. Originalmente fue escrita con el propósito de incluirla como tema principal de la oscarizada película Cowboy de Medianoche (Midnight Cowboy, 1969), que finalmente no sería empleada en favor de otra que se haría todavía más famosa, ‘Everybody's Talkin'’ en la interpretación de Nilsson. Otro de los grandes momentos del disco es ‘Tell Me That Isn't True’, que tiene una de las melodías más pegadizas, unidas a un gran órgano y una bonita melodía de guitarra que va apareciendo tras cada estrofa.
De The Freewheelin' rescata ‘Girl From The North Country’ para cantarla a dúo nada más y nada menos que con uno de los dioses de la música country, su amigo Johnny Cash. Sigue siendo una buena canción aunque aquí a momentos suena algo empalagosa, pero está claro que la voz de Cash es de las que mejoran cualquier canción por la autenticidad que imprime a sus interpretaciones. Mucho mejor como balada es ‘I Threw It All Away’, con una muy buena melodía y un órgano adornando el brillante sonido acústico.
Hay momentos más movidos como ‘One More Night’, con una agradable y gentil melodía, o la instrumental ‘Nashville Skyline Rag’. También está la algo más rockera ‘Country Pie’, con unos buenos solos de guitarra y que acaba abruptamente, cuando con la duración total del LP (menos de media hora) podría haberle dado algo más de cuerda. También hay momentos agradables pero más discretos como ‘To Be Alone With You’ y ‘Peggy Day’, esta última con una mezcla de sonido de cuello de botella y slide. Para el final tenemos un buen country-rock que podría haber sido tocada por The Band, ‘Tonight I'll Be Staying Here With You’, que tiene una gran melodía y que sería interpretada en un estilo aún más rock en su Rolling Thunder Revue de mediados de los 70. El solo de guitarra que se marca la guitarra slide es de antología.
La única pega que le puedo poner al disco es que dura muy poco y que se trata de un estilo demasiado elemental, el country, para colocarlo a la altura de otras obras maestras suyas, aunque en general se trata de uno de sus discos más agradables de escuchar. Y bueno, a partir de ahora ya solo nos queda pensar que con Bob Dylan la sorpresa sería que no nos siguiera sorprendiendo con otro cambio de dirección, por lo que el siguiente disco será otro paso desconcertante para los que se esperan a alguien que no pase de un estilo o modelo concretos.
SELF PORTRAIT
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) All The Tired Horses; 2) Alberta # 1; 3) I Forgot More Than You'll Ever Know;
4) Days Of '49; 5) Early Mornin' Rain; 6) In Search Of Little Sadie; 7) Let It Be Me;
8) Little Sadie; 9) Woogie Boogie; 10) Belle Isle; 11) Living The Blues;
12) Like A Rolling Stone; 13) Copper Kettle; 14) Gotta Travel On; 15) Blue Moon;
16) The Boxer; 17) The Mighty Quinn (Quinn The Eskimo);
18) Take Me As I Am (Or Let Me Go); 19) Take A Message To Mary; 20) It Hurts Me Too; 21) Minstrel Boy; 22) She Belongs To Me; 23) Wigwam; 24) Alberta # 2.
Quizá sea el disco más conflictivo de su carrera, puesto que la crítica lo masacró y los fans huyeron despavoridos. Dicen los rumores que fue un premeditado “fuck you” de Dylan a sus seguidores, pero escuchando el disco la verdad que lo único que se observa es un conjunto de canciones grabadas en diferentes años, con muchas versiones de otros artistas y algo en directo, pero nada ofensivo la verdad. Y si a alguien le resultaba ofensivo su contenido, cabe señalar que originalmente se trataba además de un doble LP, esto es, un doble ‘fuck you’ de Dylan, ¡juá!.
Y es que el inicio del álbum con 'All The Tired Horses' es realmente para espantar a algunos, no porque sea malo, sino porque se trata de un coro femenino (bueno, quizá solo sean dos chicas o una doblando su voz) repitiendo una misma frase sin ningún instrumento acompañando, hasta que poco a poco empieza a escucharse una guitarra acústica y luego instrumentos de orquesta. La verdad que suena bien, aunque es obvio que no se trata de lo que muchos esperaban oír. Y la siguiente canción, ‘Alberta #1’, es una especie de blues algo convencional (se trata de una canción tradicional), pero que engaña pues tiene una buena parte instrumental y la siempre efectiva armónica de Dylan. Al final del álbum encontramos ‘Alberta #2’, en un arreglo rock todavía mejor, con una gran sección rítmica y la armónica brillando nuevamente.
Las voces femeninas de ‘All The Tired Horses’ volverán inicialmente en ‘Take A Message To Mary’, aunque pronto entra la voz de Bob y un ritmo más rock, en un estilo intermedio entre el John Wesley Harding (por sus líneas de bajo prominentes y su ritmo movido) y el Nashville Skyline (por su forma de cantar y la guitarra slide).
Por la voz que tiene Bob en ‘I Forgot More Than You'll Ever Know’, delata su origen del Nashville Skyline, además de por su ritmo country, aunque en este caso se trate de una balada algo melosa de más. De la misma tanda pero algo mejor son ‘Let It Be Me’ y ‘Living The Blues’, la cual empieza como eso, un blues, aunque pronto tras las estrofas se trasforma en un buen ritmo rock, y es la única composición original del lote. ‘Take Me As I Am’ es algo más floja pues le sobran los coros femeninos aunque la salva una buena guitarra slide. Aunque el mejor tema country para mí es la tradicional ‘Little Sadie’, con un ritmo rápido y una pegadiza melodía que la hace muy entretenida.
Pero el disco también tiene grandes momentos enérgicos, como ‘Days Of '49’, una perfecta canción rock de estilo directo con una gran guitarra, piano y un potente ritmo, del estilo de lo que podía hacer Lennon en esa época, aunque no he escuchado la canción original. La tradicional ‘In Search Of Little Sadie’ empieza muy bien aunque después parece que va un poco a trompicones. ‘Gotta Travel On’, de su amigo cantante folk Paul Clayton, también tiene un gran ritmo de bajo para otra demostración de buen rock, adornado con algo de slide.
Al ser un álbum tan largo, obviamente también tiene sus momentos más flojos. ‘Woogie Boogie’ es un olvidable instrumental de igual ritmo al citado en el título. ‘Copper Kettle’ es una mala elección de versión, una balada para abuelas, igual que la versión de ‘Blue Moon’, que aunque sea cantada en su voz cálida del disco anterior, no pasa de la vulgaridad, aderezada por un mediocre y molesto violín. ‘It Hurts Me Too’ suena a canción desechada del Nashville Skyline, pues su melodía recuerda a otras mejores de ese disco.
También hay momentos agradables y más reposados como ‘Early Mornin' Rain’ de Gordon Lightfoot, o ‘Belle Isle’, cuya melodía recuerda bastante a ‘My Back Pages’, siendo curiosamente una canción tradicional. Es curiosa la versión que hace de ‘The Boxer’ de Simon & Garfunkel, a dos voces ambas de Dylan, es decir, un dueto de Dylan con él mismo, sonando cada voz por un altavoz diferente. Y también curioso es escuchar a Dylan en lo que parece una canción de mariachi –‘Wigwam’– con unas trompetas en primer término y un tarareo continuo que probablemente pueda irritar a más de uno, aunque a mí me resulta entretenida.
Las cuatro canciones que tenemos en directo son del Festival de la Isla de Wight del 69, donde estuvo acompañado por The Band. Una es ‘Like A Rolling Stone’, que no está mal, pero se echa en falta el órgano de Al Kooper, que es lo que le daba el toque magistral a la canción. ‘The Mighty Quinn’ es una gran canción rock de tono festivo que fue un éxito en la versión que hizo Manfred Mann. En ‘Minstrel Boy’ empieza cantando a cappella con The Band, su grupo de acompañamiento, con un sonido muy similar a lo que podemos encontrar en el magnífico disco homónimo de estos últimos (el inicio de ‘Jawbone’, sin ir más lejos). ‘She Belongs To Me’ no mejora la versión de estudio y tampoco aporta mucho aparte de la curiosidad de escucharla y, eso sí, un buen solo de guitarra y también buen acompañamiento instrumental.
No está este disco entre los mejores de su carrera, pero indudablemente no está entre los más flojos; si entras en él con una mentalidad abierta y sin prejuicios respecto a lo que debe ser la música de Bob Dylan, resultarás agraciado con muchos momentos agradables que se guardan aquí.
NEW MORNING
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) If Not For You; 2) Day Of The Locusts; 3) Time Passes Slowly;
4) Went To See The Gypsy; 5) Winterlude; 6) If Dogs Run Free; 7) New Morning;
8) Sign On The Window; 9) One More Weekend; 10) The Man In Me; 11) Three Angels; 12) Father Of Night.
Álbum nuevo y cambio de sonido, aquí con una predominancia del piano como instrumento principal en la mayoría de canciones, además de un par de intentos fallidos de diversificar el sonido, aunque en la variedad estilística reside uno de sus puntos fuertes.
De lo que adolece el disco es de algo más de gancho, pues hay varias canciones que no es que estén mal, pero que con algún gancho adicional, alguna buena melodía más, podrían haber convertido este disco en uno de sus destacados. Esto que acabo de comentar lo encontramos en ‘Day Of The Locusts’ o en ‘The Man In Me’, que son unas agradables canciones rock sin mayores pretensiones, aunque los hermanos Coen no pensaron lo mismo al incluir la segunda en el inicio de su película El Gran Lebowski. ‘Three Angels’, por el contrario, está en la línea que divide el tedio (por su ritmo cansino) de lo convencional (por la solemnidad en la que entona Bob).
Por desgracia, también tenemos un par de temas bastante malos. Uno es ‘If Dogs Run Free’, una incursión desastrosa en el jazz, una especie de free-jazz sin melodía y con una voz femenina soltando notas aleatorias (scat) sin demasiado sentido. El otro momento horrendo lo encontramos en el vals ‘Winterlude’. Lamentable. Tampoco puede destacar un blues tan convencional como ‘One More Weekend’, cuando ya hemos escuchado lo mismo o mejor en discos anteriores. A la canción que da título al disco se puede tardar en cogerle el gusto, quizá por repetirse demasiado su esquema, pero al final se trata de un agradable tema alegre y optimista, algo que se agradece también en Dylan.
Pero el resto del disco es soberbio, al mejor nivel de su autor en este nuevo estilo que nos presenta. ‘If Not For You’ ya la había escuchado antes en la versión de George Harrison en su disco All Things Must Pass, que es muy diferente a la de Bob, pues éste último le imprime un ritmo algo más rápido, y una guitarra y un sonido de órgano que la acercan más a un estilo country. Pero ambas versiones son igual de magníficas, cada una en su estilo, aunque hay que liberarse de ataduras cuando se escuchan ambas, para que las virtudes de una no eclipsen las que tiene la otra, totalmente diferentes. ‘Time Passes Slowly’ tiene un ritmo como de vals, pero acompañado de una gran melodía vocal, unas deliciosas líneas de guitarra y un increíble piano que va liderando el tema. En ‘Went To See The Gypsy’ nos encontramos con una buena interpretación vocal, igual que la instrumentación, que transmiten una particular épica, desde las primeras notas de piano hasta el gran sonido de órgano que impregna el tema. ‘Sign On The Window’ es una bella y evocadora canción, aunque breve, un canto optimista a la vida, con otro memorable trabajo en el piano. Y la final ‘Father Of Night’ es un canto religioso pero envuelto en una pegadiza melodía que se repite pero que al menos a mí no me cansa, esos coros femeninos le aportan mucho de la solemnidad que requiere un tema de este tipo.
En definitiva, éste es un gran disco pero con algunos momentos demasiado flojos que no permiten ponerle una puntuación mayor.
PAT GARRETT & BILLY THE KID
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Main Title Theme (Billy); 2) Cantina Theme (Working For The Law); 3) Billy 1;
4) Bunkhouse Theme; 5) River Theme; 6) Turkey Chase; 7) Knockin' On Heaven's Door; 8) Final Theme; 9) Billy 4; 10) Billy 7.
Banda sonora de una película del oeste de Sam Peckinpah plagada de instrumentales pero que demuestran igualmente el talento de Bob Dylan como genio musical del siglo XX. Y es también su primera aparición como actor en una película (le podríamos llamar pues: “Actor Secundario Bob”). Su personaje no tiene ninguna influencia en la trama y probablemente fue añadido con posterioridad para aprovechar su participación.
Ya desde el inicio, con ‘Main Title Theme (Billy)’ se consigue una fenomenal evocación del espíritu country-western que requiere esta banda sonora. Un instrumental acústico muy agradable que quizá se alargue un poco de más, pero que no obstante está interpretado con gusto y profesionalidad. ‘Cantina Theme’ es como una recreación menor del tema anterior, por lo que el peligro de empezar a sentir algo de tedio es evidente. Al menos en la siguiente, ‘Billy 1’, la armónica nos despierta nuevamente para seguir disfrutando de estas sencillas y agradables melodías evocadoras del viejo oeste, en este caso con Bob cantando por primera vez. Al final nos encontraremos de nuevo a ‘Billy 4’ (menos vistosa y algo más aburrida) y ‘Billy 7’, siendo esta última mejor por tener una buena guitarra y un buen acompañamiento instrumental que además entretiene por sus inesperadas pausas rítmicas en su parte final.
‘Bunkhouse Theme’ es más convencional en cuanto a su melodía, recuerda a esas viejas tonadas tradicionales de principios del siglo pasado, y ‘River Theme’ recuerda a algunos temas del Self Portrait, por ser una pieza acústica acompañada de unos discretos pero agradables coros.
Los ritmos rápidos no llegarán hasta ‘Turkey Chase’, donde un violín comandará una pieza que no se puede decir que sea de jolgorio y baile, sino más bien perfecta para acompañar ese momento del film en que hacen una caza de pavos.
Uno de los temas más conocidos de Dylan aparece aquí, ‘Knockin' On Heaven's Door’, que tiene un inicio majestuoso que parece inspirado en el de ‘Lay Lady Lay’ del Nashville Skyline. Pero aquí los coros consiguen ese efecto celestial adecuado para la temática de esta canción, con ese magistral y conocido estribillo, y unas líneas de bajo sencillas pero impactantes. Un clásico de todos los tiempos y muy breve para hacer bueno el dicho de Quevedo, y como curiosidad destacar la participación de McGuinn de los Byrds. En la película, ya podrían haberla aprovechado para alguna secuencia más catártica. La siguiente, ‘Final Theme’, parece que va continuar como una recreación instrumental de la anterior, pero lo que nos aparece es un bellísimo solo de flauta que, conforme avanza, le aporta un carácter totalmente diferente y una gran fuerza con la entrada de la batería. Aquí los coros también embellecen el resultado final, al aparecer en los momentos oportunos y mantenerse en un segundo plano.
En resumen, éste es un disco que ocupa un lugar más discreto dentro de la discografía de Dylan, pues se trata de una banda sonora, es decir, música de encargo para un propósito concreto, pero que aun así, como solía pasar con los grandes escritores que escribían folletines, imprime de grandeza algunas de sus partes más inspiradas, lo que convierte al disco en otra recomendable adquisición.
1) Lily Of The West; 2) Can't Help Falling in Love; 3) Sarah Jane;
4) The Ballad Of Ira Hayes; 5) Mr. Bojangles; 6) Mary Ann; 7) Big Yellow Taxi;
8) A Fool Such As I; 9) Spanish Is the Loving Tongue.
Puntuación:
Año de publicación: 1973
DYLAN
No me voy a entretener mucho comentando un disco que fue editado por la discográfica sin permiso de Dylan porque éste se había cambiado de compañía (a Asylum) y que además solo contiene versiones, no hay ninguna composición original suya, incluso tres de los temas son tradicionales. Las siete primeras canciones corresponden a descartes de la grabación de New Morning, y las dos restantes son descartes de Self Portrait.
El inicio del LP con ‘Lily Of The West’ tampoco hace presagiar ninguna debacle de forma expresa, pues se trata de un movido tema tradicional en un estilo situado entre el country y el rockabilly, más propio de su amigo Johnny Cash. Tampoco es que sea gran cosa este tema, pero al menos es agradable de escuchar. No obstante, a partir de aquí el nivel decae hasta niveles extremos de mal gusto. Al menos no cae en el ridículo cantando ‘Can't Help Falling in Love’, pero los arreglos son de lo más vulgares y la sección central instrumental deja una mala sensación. Otros momentos flojos pero que al menos no resultan ofensivos son la tradicional ‘Sarah Jane’, de la cual quizá podría haberse obtenido un mejor resultado de haberla podido trabajar mejor, por ejemplo con los coros femeninos demasiado mediocres, algo que podría decirse igualmente de ‘A Fool Such As I’.
Pero lo que queda es ya de lamentable para abajo. ‘The Ballad Of Ira Hayes’ tiene esa forma de cantar recitada ya escuchada anteriormente en la horrenda ‘If Dogs Run Free’ de New Morning. ‘Mr. Bojangles’ empieza de forma agradable, pero cuando se observa la continua repetición de todo lo que ya se ha escuchado durante el primer minuto durante el resto de la canción, lo único que transmite es tedio, lo mismo que se puede comentar del tema folk tradicional ‘Mary Ann’, con unos coros genéricos que vulgarizan todavía más el resultado final. Cuando vemos que se incluye una versión de ‘Big Yellow Taxi’ de Joni Mitchell, lo primero que hacemos es respirar con alivio, pero en cuanto empieza a sonar comprobamos que está interpretada sin gracia y sin originalidad, parece un mero entretenimiento fallido. Y la final ‘Spanish Is the Loving Tongue’ es el colmo del mal gusto, aquí cantada con su voz más fina pero que resulta empalagosa. Y cuando a mitad del tema entran los coros femeninos es ya el súmmum de lo hortera. Verlo para creerlo, o mejor dicho, escucharlo para creerlo.
Resumiendo, ésta es simplemente una jugada comercial de la discográfica, que tuvo unas ventas muy altas para lo que proporcionaba, pero que nos ofrece la peor versión de un artista que, como se comprobó muchos años después, había dejado suficiente material de calidad grabado para poder haber publicado un disco mucho mejor.
PLANET WAVES
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) On A Night Like This; 2) Going Going Gone; 3) Tough Mama; 4) Hazel;
5) Something There Is About You; 6) Forever Young (version 1);
7) Forever Young (version 2); 8) Dirge; 9) You Angel You; 10) Never Say Goodbye;
11) Wedding Song.
¡Bob Dylan grabando un disco junto a The Band! Este anuncio puede y debe crear unas grandes expectativas ante lo que podemos escuchar, pero por desgracia éstas no se ven colmadas, al menos no del todo. Todas las canciones están firmadas por Dylan, pero la impresión que da es de no haber aprovechado lo suficiente las amplias posibilidades que le brindaba estar acompañado por un conjunto de soberbios músicos. Esto ya queda ejemplificado nada más empezar en ‘On A Night Like This’, que es un movido comienzo con un ágil ritmo y una buena armónica, pero que por muy agradable que sea no es lo que esperamos de ninguno de ellos, ni una composición al gran nivel de Dylan, ni un acompañamiento tan virtuoso como el que debería aportar The Band.
En ‘Going Going Gone’ vuelven las mejores texturas rockeras en un buen ejemplo de la magia que puede surgir entre tanto talento unido, con una emocionante guitarra de Robbie Robertson que va entrando y saliendo con sonidos poco habituales, y una amarga letra de Bob transmitiendo una sensación de fracaso personal. Estos grandes momentos de rock también los volvemos a encontrar seguidamente en ‘Tough Mama’, con una gran percusión y una perfecta interacción de órgano y guitarra que consiguen un memorable efecto en los ligeros cambios de ritmo que van surgiendo. Y grandísimo también el solo de órgano que se marca Hudson hacia el final del tema. Con menor brillantez pero también en una buena ejecución tenemos ‘Never Say Goodbye’, con esos punteos mágicos de Robertson.
‘Dirge’ comienza con lo que parece un ritmo de tango, pero que pronto queda de lado por el agrio y demoledor ataque que lanza hacia alguna mujer concreta (“I hate myself for lovin' you and the weakness that it showed”), acompañado de un sobrio piano y una punzante guitarra acústica, y con unos finales de estrofa que recuerdan a la entonación de ‘Dear Landlord’, del John Wesley Harding. Este tema contrasta al máximo con el tema final ‘Wedding Song’, que es un desesperado canto de amor acompañado únicamente de su guitarra y su armónica, como en los viejos tiempos, en un estilo country-western que recuerda al del disco anterior.
El problema que presenta este disco es por tanto que le falta tener más gancho, más elementos diferenciadores y, obviamente, más énfasis creativo para sonar innovador, que es lo que esperaríamos de semejante conjunción de estrellas musicales. Así, ‘Something There Is About You’ es un rock más convencional, salvado por el eventual órgano de Garth Hudson y las buenas líneas de guitarra de Robertson, además de la siempre efectiva armónica de Dylan cuando aparece. Y es que, cuando aparece el órgano, siempre engrandece el tema, como le ocurre a la también normalita ‘Hazel’, que no deja de ser otro sentido lamento de tantos que aparecen en este álbum. Y yo mismo sería incapaz de recordar ‘You Angel You’ aunque la escuchara diez veces seguidas, aun sin ser una mala canción.
Del tema más conocido aquí, ‘Forever Young’, tenemos dos versiones. La conocida, que es la primera y la más memorable, empieza como una demasiado lenta canción, pero donde la interpretación de Dylan va subiendo de tono e imprimiendo de emotividad a este sentido canto sobre la sensación de ir haciéndose mayor, todo ello ayudado por la precisa ejecución instrumental que sube de tono cuando es necesario y lo disminuye a la par que el canto de Dylan es más calmado, como si hiciera referencia a los cambios de estado de ánimo que se suceden repentinamente en algunos momentos de la vida. La segunda versión es más movidita, pero tras haber oído la majestuosa versión anterior, lo cierto es que no transmite una buena sensación por la seriedad del tema tratado, aunque es agradable de escuchar.
Tras oír este disco, saber que es el último de estudio de Dylan con The Band la verdad que deja a cualquiera indiferente, porque estos últimos no muestran demasiados ejemplos de su gran nivel, pero en cualquier caso es éste un buen disco, recomendable para todo aquél que tenga preferencia por el sonido rock ejecutado con gusto y tranquilidad.
BEFORE THE FLOOD
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine; 2) Lay Lady Lay;
3) Rainy Day Women #12 & #35; 4) Knockin' On Heaven's Door; 5) It Ain't Me Babe;
6) Ballad Of A Thin Man; 7) Up On Cripple Creek; 8) I Shall Be Released;
9) Endless Highway; 10) The Night They Drove Old Dixie Down; 11) Stage Fright;
12) Don't Think Twice It's Alright; 13) Just Like A Woman;
14) It's Alright Ma (I'm Only Bleeding); 15) The Shape I'm In; 16) When You Awake;
17) The Weight; 18) All Along The Watchtower; 19) Highway 61 Revisited;
20) Like A Rolling Stone; 21) Blowin' In The Wind.
El primer disco oficial de Bob Dylan en directo es este doble LP recopilado de la gira que realizó junto a The Band, quienes precisamente antes de formar su grupo tocaron como banda de acompañamiento de Dylan en algunas de sus giras de los sesenta. En este caso, al ser ya un grupo con un gran repertorio reconocido, en este álbum abundan los temas propios de ellos (de ahí su acreditación en el disco como Bob Dylan/The Band), los cuales ocupan más o menos una tercera parte del total.
Lo que se observa en primer término es que la voz de Dylan no suena muy bien, como si tuviera que forzarla o como si estuviera cantando con enfado, algo que lastra un mejor resultado en canciones como ‘Don't Think Twice It's Alright’ (que aquí ya suena todavía mejor al acelerar su ritmo acústico) o ‘Ballad Of A Thin Man’. Los temas donde se limita a interpretar lo mismo que en la versión de estudio es donde más se nota, puesto que hay menos novedades que eviten fijarse en la parte vocal. Tal es el caso, por ejemplo, de ‘It's Alright Ma (I'm Only Bleeding)’, que es por otro lado otra de las obvias interpretaciones acústicas que por supuesto íbamos a encontrar, es decir, Dylan con su guitarra y su armónica. ‘Just Like A Woman’ es interpretada también de forma acústica, pero en este caso destrozada nuevamente por su parte vocal, donde Bob empieza a gritar y a desentonar por momentos, causando un pobre impresión.
En general también se observa una mayor energía e incluso velocidad en la interpretación de los temas, cortesía probablemente de The Band, puesto que sobre todo la guitarra de Robertson va dejando líneas frenéticas a lo largo de muchas canciones, como sería el caso de ‘Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine’.
Pero lo mejor de Bob Dylan en directo es sin duda cuando reinterpreta sus temas con nuevos arreglos o variaciones, dejándolos a veces irreconocibles, como es el caso de ‘It Ain't Me Babe’, que hasta que no ha empezado a cantarla cuesta reconocerla, aquí en una versión más enérgica que se aúpa al mismo nivel que la versión acústica original. De forma análoga, ‘Highway 61 Revisited’ cambia completamente su ritmo y algunos detalles, volviéndose un blues-rock de gran viveza por su abrumadora percusión y la omnipresente guitarra que le añade más fuerza. En ‘Lay Lady Lay’ se realiza una transformación hacia el rock, olvidando sus raíces country pero sin perder por ello fuerza. Para ‘All Along The Watchtower’ era obvia la opción de electrificarla después del gran éxito que cosechara con ella Jimi Hendrix, aunque la mayor curiosidad es que en algunos momentos el liderazgo lo asume el órgano y no la guitarra, que precisamente en su parte final se marca un magnífico solo. Sin embargo, en la reinterpretación de ‘Blowin' In The Wind’ se consigue el efecto contrario respecto a lo citado anteriormente, pues la electrificación nunca ha pegado bien con ella, además de que está cantada de una manera que suena a panda de borrachos en un karaoke.
Por lo que respecta a The Band, se puede decir que nos ofrece parte de lo mejor de su repertorio, y de la misma manera se puede afirmar que sus canciones están perfectamente interpretadas aunque no aportan nada nuevo salvo la emoción de escucharlas en directo, mezclado con este estilo peculiar que queda entre el caos y la energía sónica, tal como se puede escuchar por ejemplo en ‘Endless Highway’ o de forma algo más calmada en ‘Stage Fright’. La magistral fusión de voces de sus discos queda perfectamente reflejada en grandes temas como ‘The Weight’ y ‘The Night They Drove Old Dixie Down’. ‘The Shape I'm In’ sería la pieza gentil del grupo, aderezada con un maníaco teclado de Hudson que le aporta ese toque artístico particular de The Band, precisamente lo que les separaba del sonido sureño tradicional. Por otro ladi, cuando intentan emular a Dylan en cuanto a realizar reinterpretaciones de su material es cuando bajan el nivel, pues esto mismo es lo que ocurre con ‘When You Awake’, cantada totalmente fuera de tono y dejando una mala impresión para quien no conozca la magnífica versión de estudio. Así que cuando se limitan a ejecutar tal cual la versión de estudio como en ‘Up On Cripple Creek’ es cuando salen ganadores. Tampoco podía faltar la canción de Dylan ‘I Shall Be Released’ que ellos incluyeron en su disco de debut, que a mí no me entusiasma ni aporta nada nuevo, además de que el falsete hasta me resulta molesto.
También hay cabida para los obvios divertimentos de Dylan como ‘Rainy Day Women #12 & #35’, donde hay unos grandes solos de Robertson que alteran algo su tono festivo. Y no podían faltar las inevitables interpretaciones de grandes clásicos como ‘Like A Rolling Stone’, donde hubiéramos esperado una oportunidad para el lucimiento de Hudson con el órgano, pero por desgracia acaba decepcionando porque se limita a acompañar sin demasiadas florituras. Y tampoco podía faltar ‘Knockin' On Heaven's Door’, que nunca falla cuando detrás hay unos grandes músicos como es el presente caso.
En definitiva, no se puede considerar como un mal disco, pero tiene algunos momentos demasiado flojos, otros demasiado calcados a lo que sería la versión de estudio, pero sobre todo unas interpretaciones algo fallidas en algunos casos que, al no tratarse de un concierto íntegro sino de una selección de lo que se supone fue lo mejor de varias actuaciones, no se entiende que ello no hubiera servido para descartar esos momentos flojos por otros supuestamente mejores. Al menos podemos encontrar también esa brillantez que se supone en esta conjunción de estrellas musicales, aunque no sean demasiadas. Y bueno, un directo de Dylan siempre tiene su interés. O no.
BLOOD ON THE TRACKS
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Tangled Up In Blue; 2) Simple Twist Of Fate; 3) You're A Big Girl Now; 4) Idiot Wind; 5) You're Gonna Make Me Lonesome When You Go; 6) Meet Me In The Morning;
7) Lily, Rosemary And The Jack Of Hearts; 8) If You See Her, Say Hello;
9) Shelter From The Storm; 10) Buckets Of Rain.
Uno de los discos más famosos de Bob Dylan (aunque en la portada nos recuerda más a Andrés Calamaro) y considerado el mejor de su carrera por mucha gente, lugar en el que no me encuentro pero que tampoco merece que le reste ninguno de sus numerosos méritos, puesto que si se tratara de profundidad lírica este disco probablemente sea el mejor transmitiendo sentimientos íntimos, ya que fue escrito y grabado en una época en que la relación de Bob con su mujer hacía aguas por todos lados. Y canalizar todos esos sentimientos amargos en canciones que en algunos casos duran más de cinco minutos, apoyándolas en grandes melodías y arreglos instrumentales, solo está al alcance de los más grandes. Y Dylan lo es.
El comienzo de ‘Tangled Up In Blue’ me recuerda vagamente al comienzo de ‘Suspicious Minds’, la canción que popularizó Elvis Presley. Pero aquí también tenemos a un gran artista en toda su gloria, narrando una historia de amor no correspondido con todos sus giros y reencuentros, y ofreciendo al final la teoría de todos esos sentimientos latentes: “We always did feel the same / We just saw it from a different point of view”. Además de su magnífico inicio, tiene un memorable ritmo acústico y un gran solo de armónica al final. Otro gran inicio y gran final de armónica lo volvemos a encontrar justo a continuación en ‘You're A Big Girl Now’, que en este caso ya presenta una letra agria y acusadora (“Oh, I know where I can find you, oh, oh / In somebody’s room / It’s a price I have to pay / You’re a big girl all the way”). Pero para letra vengativa (y con una duración de casi ocho minutos) habría que resaltar sin duda ‘Idiot Wind’, con uno de los ritmos más enérgicos del disco (lo cual tampoco es decir que sea rockera) y con una forma de cantar bastante amarga, acompañado de un sonido de órgano a la altura de cualquiera de sus grandes canciones.
Los momentos más lentos y que también transmiten el mismo intimismo están bien representados en ‘Simple Twist Of Fate’, otra gran melodía que sin embargo suena algo más repetitiva que otras de las que podemos encontrar aquí. Aunque todavía mejor es ‘If You See Her, Say Hello’, donde toda la rabia descargada en otras canciones aquí se transforma en nostalgia y en necesidad de arreglar como mínimo la última escena de despedida antes de la ruptura amorosa. La voz de Dylan transmite desesperación y arrepentimiento, y la parte final instrumental con la guitarra acústica es genial. Precisamente a continuación de esta última canción viene ‘Shelter From The Storm’, donde por su letra parece que todo ha ido bien y la pareja se promete mutuamente los mejores deseos para ese nuevo futuro conjunto (“I’ll always do my best for her, on that I give my word”).
En ‘You're Gonna Make Me Lonesome When You Go’ parece emular el estilo de Johnny Cash pero en plan acústico con el único acompañamiento de la guitarra y el bajo. Y en la letra refleja la resignación de pensar que va a quedarse solo por su propia culpa. Aunque el estilo Cash aparecería más claramente en la pesada y repetitiva ‘Lily, Rosemary And The Jack Of Hearts’, quizá la única con una letra que no interesa para nada y que deja indiferente, y que además tiene una duración de nueve minutos, la más larga y por consiguiente lo peor con diferencia que encontraremos aquí.
Por otro lado, el blues aparece de forma velada en ‘Meet Me In The Morning’, que presenta unas grandes líneas de guitarra (incluida la steel guitar) y un ritmo de bajo que recuerda por momentos al de ‘Come Together’ de los Beatles. Y ya únicamente queda comentar la final ‘Buckets Of Rain’, que enfundada en una gentil melodía nos vuelve a ofrecer una agridulce visión de la vida en pareja, como un breve resumen de los altibajos emocionales (más bajos que altos) que sobrevuelan este disco.
En definitiva, es sin duda el disco más personal de Dylan, pero no en el sentido comercial que se da cuando un artista consagrado presenta un nuevo disco que es una pura bazofia, que es cuando lo presenta como su “disco más personal” para intentar que el público lo vea como una expresión artística propia en vez de un intento desesperado de sacar pasta de cualquier manera. No, nada de eso. Como decía, respecto a su posición como disco más íntimo y personal de Dylan se podría enmarcar en el número uno de su carrera, y por ello a mucha gente le llega tan dentro como para endiosarlo de manera a veces un tanto desproporcionada. No obstante, musicalmente no es demasiado impactante si repasamos la carrera de Bob y hacemos comparaciones, y también hay un relleno demasiado grande con la fallida ‘Lily, Rosemary And The Jack Of Hearts’; pero en cualquier caso no se le puede negar su catalogación de obra maestra y de disco imprescindible dentro de la música rock de cantautor.
THE BASEMENT TAPES
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Odds And Ends; 2) Orange Juice Blues (Blues For Breakfast); 3) Million Dollar Bash; 4) Yazoo Street Scandal; 5) Goin' To Acapulco; 6) Katie's Been Gone; 7) Lo And Behold; 8) Bessie Smith; 9) Clothes Line Saga; 10) Apple Suckling Tree; 11) Please, Mrs. Henry; 12) Tears Of Rage; 13) Too Much Of Nothing; 14) Yea! Heavy And A Bottle Of Bread; 15) Ain't No More Cane; 16) Crash On The Levee (Down In The Flood);
17) Ruben Remus; 18) Tiny Montgomery; 19) You Ain't Goin' Nowhere;
20) Don't Ya Tell Henry; 21) Nothing Was Delivered; 22) Open The Door, Homer;
23) Long Distance Operator; 24) This Wheel's On Fire.
Este disco histórico recoge las grabaciones registradas en el año 1967 por Bob Dylan junto a The Band, en el sótano de la casa rural Big Pink, en loable camaradería justo después de recuperarse del grave accidente de moto que sufrió y que lo mantuvo alejado de la vida social propia de una estrella del rock. La mayoría del material aquí recogido suena como si fueran demos, y probablemente esa fuera la razón por la que quedara inédito hasta el año 1975, cuando después de comprobar como durante años circulaban discos pirata que recogían parte de estas grabaciones, la discográfica decidió publicarlo como LP, aunque incomprensiblemente dejando fuera un buen número de canciones. Pero muchas de ellas circularían legalmente por casas discográficas hasta llegar a las manos de gente como The Byrds o Fairport Convention, quienes entre otros realizarían algunas grandes versiones a partir de ellas.
Obviamente, también algunas de estas canciones serían objeto de una elaboración posterior para formar parte del disco de debut de The Band, que vería la luz un año después de estas grabaciones caseras. Así, realizando una comparativa con la versión definitiva que aparecería después, podemos comprobar en primer lugar que ‘Tears Of Rage’ no suena tan lentísima como en Music From Big Pink, siendo aquí igualmente una sentida balada pero con contrapuntos vocales y una emotiva parte vocal, en la que los coros a dos voces enfatizan la carga emocional de la canción. Así que mejora bastante en la primera impresión que proporciona. En la parte opuesta, ‘This Wheel's On Fire’ sufre de la desviación contraria, pues se decelera el ritmo lo suficiente para que pierda buena parte de la épica que poseía la versión final, pero aún así posee una poderosa parte vocal que no hay que perderse. Por otro lado, ‘Orange Juice Blues (Blues For Breakfast)’ (escrita y cantada por Richard Manuel, empleando su habitual falsete, y con la aparición de un solo de saxofón, algo menos habitual), ‘Yazoo Street Scandal’ (sin apenas variaciones), ‘Katie's Been Gone’ y ‘Long Distance Operator’ las podíamos encontrar en diferentes versiones en los bonus tracks del disco de debut de The Band. Aquí, ‘Long Distance Operator’ presenta una versión algo más dura por sus incisivas líneas de guitarra. Si nos centramos en el estilo más asociado a lo que sería el disco de debut del grupo, ‘Ain't No More Cane’ aunaría ese estilo tradicional pero a la vez contemporáneo, que junto a las letras algo trágicas características del sur de Estados Unidos conformaría algunos de los rasgos más destacados de la banda. También parece que tenían inicialmente algo de fijación por la descripción de determinados personajes, como es el caso de ‘Bessie Smith’, escrita por Danko y Robertson, donde denotan todavía la falta de madurez de su incipiente carrera como grandes compositores, aunque se puede destacar un alegre solo de teclado de Hudson. Y en ‘Ruben Remus’, de Robertson y Manuel, en la cual mejoran bastante por aunar un gran ritmo con soberbios detalles también de Hudson y de la guitarra de Robertson.
Si planteáramos ahora lo que podría ser el arquetipo de canción que podríamos imaginar de la unión de Dylan y The Band, algo situado en un punto equidistante entre el blues y el rock con toques estilísticos de cada uno, encontraríamos algunos ejemplos: ‘Odds And Ends’, con un gran acompañamiento musical que ayuda en los coros y proporciona las suficientes raciones de guitarra y teclado para situarlo en un lugar destacado; ‘Don't Ya Tell Henry’, cantada por Levon Helm y con una incisiva guitarra que destaca sobremanera; o ‘Too Much Of Nothing’, gran canción que de haber dispuesto de un mejor estribillo hubiera estado entre lo más destacado del disco. Por otro lado, ‘Tiny Montgomery’ parece una de esas improvisaciones que sirven de soporte para una retahíla de rimas de Dylan sin ningún sentido aparente, aunque al menos presenta un ritmo entretenido, con armónica incluida.
Las canciones más festivas conforman un subapartado importante de estas grabaciones, como demostración de que también fue una época de distensión y para disfrutar por parte de unos amigos que se entretenían componiendo y tocando en una casa rural, y tenemos varios ejemplos: ‘Yea! Heavy And A Bottle Of Bread’ tiene un gran ritmo que quizá podría haberse aprovechado para metas más altas; ‘Open The Door, Homer’ es más humorística por su letra que por su instrumentación más calmada, aunque tiene ese sabor rural que la hace interesante, algo que podría decirse también de ‘Please, Mrs. Henry’; ‘Apple Suckling Tree’ parece la versión desenfadada de ‘Subterranean Homesick Blues’, con menos guitarra y más órgano; en ‘Lo And Behold’ lo que se hace algo pesado es la repetición del título en el estribillo para una canción por otra parte totalmente inofensiva; y la mejor de todas es sin duda ‘Million Dolar Bash’, con un gran estribillo cantado en conjunto, muy pegadizo también, de los que animan a unirse al canto. La versión que realizó Fairport Convention de ella también vale la pena escucharla.
Ante tantas grabaciones, obviamente también debemos padecer algunos momentos demasiado flojos o vulgares, pues no se puede ser brillante todo el tiempo, tal como comentaba David Gilmour de Pink Floyd en una entrevista de los años noventa. Así pues, tenemos que tragarnos el rollazo de ‘Goin' To Acapulco’, que ni siquiera puede ser salvado por el gran órgano de Hudson; ‘Clothesline Saga’, que suena como un lento y tedioso blues, nada que ver con los mejores aciertos de Dylan en este estilo en sus álbumes en solitario. Al menos ‘Crash On The Levee (Down In The Flood)’ es un blues que suena algo mejor, con el órgano rondando a lo largo del tema.
Las dos canciones que fueron versionadas magistralmente por The Byrds en su Sweetheart Of The Rodeo presentan aquí unos arreglos y dirección diferentes, sobre todo en ‘Nothing Was Delivered’, interpretada en un tempo más lento, sobre todo en el estribillo, lo que le hace perder puntos respecto a la versión de The Byrds. Pero aún así, las grandes melodías ahí están. Mucho mejor es ‘You Ain't Going Nowhere’, aunque suena algo diferente en el estribillo al pasar de la felicidad que irradiaba la versión de los Byrds a una entonación más sombría pero igualmente memorable.
En definitiva, disco oportunamente publicado puesto que ya había finalizado la época en la cual Dylan y The Band grabaron Planet Waves y salieron de gira, un documento con más importancia histórica que la que aporta musicalmente su contenido, pero que resulta entretenido de escuchar aun estando en definitiva destinado a los fans de Dylan y/o de The Band.
DESIRE
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Hurricane; 2) Isis; 3) Mozambique; 4) One More Cup Of Coffee; 5) Oh, Sister; 6) Joey; 7) Romance In Durango; 8) Black Diamond Bay; 9) Sara.
El sonido del nuevo disco de Bob vino marcado por la incorporación de la violinista Scarlet Rivera, quien fue encontrada casualmente por Dylan paseando por la calle cargada con su violín y que fue inmediatamente invitada a participar en la grabación del álbum. Todo un acierto, además de que el violín mantiene un papel relevante en casi la totalidad de canciones, adornando e incluso liderando algunas de las memorables melodías que encontramos aquí. Para la composición, Dylan se juntó con Jacques Levy, quien anteriormente había colaborado, entre otros, con Roger McGuinn de The Byrds, y juntos crearon la totalidad del álbum a excepción de ‘One More Cup Of Coffee’ y la personalísima ‘Sara’, ambas compuestas por Dylan en solitario. Para la grabación, al efectuarse justo entre el período de sus dos tours del Rolling Thunder Revue, se rodeó de algunos músicos que le acompañaron en la gira, algo que probablemente sirvió para proporcionar el sonido compacto y cohesionado que podemos disfrutar a lo largo del álbum.
El inicio del disco es demoledor gracias a ‘Hurricane’, que devuelve a Dylan su espíritu comprometido con las causas injustas, en este caso por la detención y enjuiciamiento injusto del boxeador “Hurricane” Carter que le reportó casi veinte años en prisión, de los cuales llevaba ya una decena cumplidos cuando Bob Dylan se interesó por su caso, aunque en ese momento no sirvió de mucho salvo para exponer su caso ante la opinión pública. Son ocho minutos y medio de gran ritmo en los que Dylan desgrana con bastante meticulosidad y nombres propios todo lo que ocurrió en la fatídica noche y meses siguientes hasta la falsa acusación de Carter, con unos solos de violín que transmiten toda esa carga rabiosa que producen las injusticias, más si cabe cuando hay prejuicios racistas por medio. Aunque más larga todavía es ‘Joey’, basada en la figura del gángster Joey Gallo, que quizá repita excesivamente su estructura para contarnos su vida en once minutos, incluido su trágico final tiroteado cuando estaba con la familia comiendo en un bar.
‘Isis’ es la demostración más clara del nuevo sonido de Dylan, con el violín de Scarlet Rivera participando en una poderosa sección rítmica de imponente percusión y prominente bajo. Mediante esa gran base sonora, Dylan se permite narrarnos una misteriosa historia de amor y emplear con gusto la armónica entre estrofas. En cambio, ‘Mozambique’ tiene un ritmo más movido y una parte vocal con menos gancho, pero aun así es otro buen tema.
Una de las mejores canciones es ‘One More Cup Of Coffee’, genial desde el primer momento al presentar un magistral inicio que no desentona tampoco con el resto del tema, donde se puede degustar cada uno de los instrumentos mientras se escucha su emotiva parte vocal y su memorable estribillo cantado a dúo con la gran Emmylou Harris, con quien precisamente vuelve a compartir dueto pero desde el inicio en la más calmada ‘Oh, Sister’, para luego realizar otro dueto instrumental con su armónica y el violín de Rivera. Otra gran introducción es la que posee ‘Black Diamond Bay’, que recuerda un tanto al estilo de The Band debido a sus variados cambios de ritmo y su alternancia de voz solista y acompañada. Como si este disco fuera un viaje por el mundo, aquí introduce alguna frase en francés y aparecen personajes griegos, sombreros de Panamá y demás lindezas del estilo. Aunque peor destino tienen las frases en castellano que introduce en su canción mexicana ‘Romance In Durango’. Quizá para contentar a su club de fans mayores de cincuenta años (sí, estoy ironizando) Dylan la compusiera, pero que en cualquier caso resulta bastante irritante cuando llega su estribillo medio en castellano: “No llores mi querida, Dios nos vigila”, que junto al acordeón suena de lo más cursi que podría entregarnos a estas alturas.
Puede que la canción más personal y la más directa sin metáforas ni simbolismos de toda su carrera sea la final ‘Sara’, donde se destapa la presente aflicción que sufría Dylan por un matrimonio con su mujer Sara que hacía aguas. Es todo un desesperado canto para pedir que no le abandone, y de paso también nos enteramos que su gran canción ‘Sad-Eyed Lady Of The Lowlands’ estaba inspirada en ella.
En definitiva, probablemente el último gran disco de estudio de Bob Dylan, que incluso nos ofrece en el libreto un texto de su amigo Allen Ginsberg, el gran poeta beatnik, comentando el álbum y algunas de sus canciones. Todo un privilegio. Además de que pertenecientes a esa época son las fotos de Ginsberg y Dylan visitando la tumba de otro gran escritor del movimiento beatnik, Jack Kerouac. Mejor conjunción literario-musical no puede pedirse.
HARD RAIN
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Maggie's Farm; 2) One Too Many Mornings;
3) Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again; 4) Oh Sister; 5) Lay Lady Lay; 6) Shelter From The Storm; 7) You're A Big Girl Now; 8) I Threw It All Away;
9) Idiot Wind.
Álbum en directo grabado durante la segunda gira del Rolling Thunder Revue, donde el nivel y el entusiasmo demostrado en la primera gira habían desaparecido, según las crónicas de la época. Pero en cualquier caso, siempre es interesante cualquier actuación de Bob Dylan en directo, pues solo por tener la posibilidad de escuchar sus canciones con nuevos arreglos, nuevos detalles o simplemente con colocar en primer plano ciertas melodías o acordes que en la versión original eran poco identificables, ya vale la pena dedicarle tiempo.
Tenemos un nuevo ejemplo de creatividad e inventiva con los nuevos arreglos que se aplican a las canciones, lo cual es precisamente uno de los sellos característicos de Dylan en directo. Así, una de las mayores sorpresas es la reinvención de ‘One Too Many Mornings’, originalmente todo un horror en el The Times They Are A-Changin', en toda una epopeya rockera con buen acompañamiento de guitarras eléctricas y batería. Donde imprime una alta velocidad es en la ya de por sí ágil ‘Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again’, en la que se introducen unos grandes fragmentos instrumentales entre estrofas.
En unas cuantas ocasiones los nuevos arreglos causarán el efecto contrario: ‘Maggie's Farm’ pierde bastante de su frescura original al sonar más convencional y al no cuajar mucho la nueva entonación de su parte vocal; ‘Lay Lady Lay’ es más adecuada para interpretarla en un tono intimista, no en plan big band como suena aquí; y ‘I Threw It All Away’ (también perteneciente a su disco country Nashville Skyline) se transforma en un rock épico donde lo único que falla es el último verso de cada estrofa, donde se repite el título de la canción, que cambia a peor y, por si fuera poco, encima viene reforzado por varias voces a coro.
Para haber sido publicado justo tras el Desire, solo encontramos una canción de él, que tampoco es de las más destacadas: ‘Oh, Sister’, donde lo mejor es su gran primer solo de guitarra. En cambio, una tercera parte de este disco proviene del Blood On The Tracks, con una buena selección que en directo no produce el mismo efecto que en el estudio. En ‘Shelter From The Storm’ canta de la misma manera chillona que en el directo de Before The Flood, curiosamente con el mismo caos sonoro que desplegaba The Band en aquel disco. Al perder el intimismo que envolvía muchas de aquellas canciones, ‘You're A Big Girl Now’ suena más convencional, aunque los instrumentos de viento la dotan de cierta solemnidad que salva el resultado final. Y para finalizar el disco, los casi diez minutos de ‘Idiot Wind’ son un acierto, pues la prominencia de la guitarra eléctrica con algo más de fuerza que en el original, junto al sonido global más seco y directo, le aporta mucha más fuerza también al mensaje combativo de la canción.
En definitiva, no es un disco imprescindible, puesto que además en el año 2002 se publicaría un disco doble en directo recogiendo actuaciones de la primera gira del Rolling Thunder Revue, que es la que nadie se puede perder. Pero como ya se dijo al principio de este análisis, cualquier directo de Dylan vale la pena por la posibilidad de descubrir algo nuevo gracias a sus reinterpretaciones.
STREET LEGAL
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) Changing Of The Guards; 2) New Pony; 3) No Time To Think; 4) Baby, Stop Crying;
5) Is Your Love In Vain; 6) Señor (Tales Of Yankee Power);
7) True Love Tends To Forget; 8) We Better Talk This Over;
9) Where Are You Tonight? (Journey Through Dark Heat).
El nuevo disco de Dylan también nos ofrece un nuevo sonido, con prominencia de coros femeninos y saxofones en un estilo más cercano al sonido de grandes bandas pero con el eclecticismo y la sorpresa propios de un genio como Bob, quien no obstante no está demasiado afinado en lo tocante a las composiciones. Las canciones en general son largas, no hay ninguna que baje de los cuatro minutos, lo cual en muchos casos no está justificado.
El inicio del álbum es fulgurante, pues ‘Changing Of The Guards’ es una de esas canciones que podrían durar el doble de minutos y no cansar por su gran melodía vocal acompañada a la perfección por los coros y por esa grandiosa melodía de saxofón que suena entre estrofas. Justo a continuación, ‘New Pony’ sería la actualización del blues que realiza Dylan empleando los parámetros indicados anteriormente, lo cual no resulta una idea muy acertada en lo concerniente a los coros femeninos, pero al menos la instrumentación es impecable.
No obstante, mediante ‘No Time To Think’ se inicia la cuesta abajo del disco, pues es una de esas canciones que nadie podría entender por qué dura ocho minutos cuando en los dos primeros ya lo ha dicho todo, además tocada en un estilo folk gracias a una melodía bucólica que lo único que hace es repetirse una y otra vez. No está mal dicha melodía, pero sobreexpuesta de esa manera lo único que acaba provocando es tedio. A continuación, no mejora nada el asunto pues ‘Baby, Stop Crying’ está muy por debajo del gran nivel que se espera de su autor, y es que si a una composición nada buena se le añaden unos coros y un saxofón de lo más mediocre, lo único que se hace es estropearla aún más. Y seguidamente ‘Is Your Love In Vain’ sigue sin arreglar nada, puesto que es una convencional canción amorosa que demuestra que sin su toque especial Dylan no puede competir con el resto de mortales, aunque también nos queda claro que una composición normal suya supera a la media del panorama musical existente. Y es que parece que el tema amoroso le ciega para conseguir superar la media de su propio nivel, pues en ‘True Love Tends To Forget’ vuelve a quedarse en esa tierra de nadie que no permite recordar mucho de lo que se ha escuchado.
Al menos en ‘Señor (Tales Of Yankee Power)’ volvemos a reencontrarnos con un Dylan memorable y épico, donde esta vez sí el monumental ritmo junto a la conjunción de las grandes líneas de piano y guitarra (e incluso saxofón) y la magnífica interpretación vocal conforman uno de los mejores temas del disco y de su discografía. Y al menos la parte final del disco mejora algo con sus dos últimas canciones, pues ‘We Better Talk This Over’ suena algo mejor aunque sin asombrar tampoco, y al menos tiene una buena guitarra que realmente no destaca hasta la parte final. Y ‘Where Are You Tonight? (Journey Through Dark Heat)’ transmite suficiente fuerza con su parte vocal para dejar buen sabor de boca después de tanta indiferencia que suscita buena parte del álbum.
En definitiva, un disco pasable pero que palidece en comparación con la discografía de Dylan. También cabe decir que, aunque todavía no ha empezado la etapa del Dylan convertido al cristianismo más fanático, en las letras de algunas de las canciones ya asoman atisbos de lo que sería su nueva fase personal, si bien a lo largo de su amplia trayectoria la Biblia ha sido una referencia.
AT BUDOKAN
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) Mr. Tambourine Man; 2) Shelter From The Storm; 3) Love Minus Zero/No Limit;
4) Ballad Of A Thin Man; 5) Don't Think Twice, It's Alright; 6) Maggie's Farm;
7) One More Cup Of Coffee; 8) Like A Rolling Stone; 9) I Shall Be Released;
10) Is Your Love In Vain; 11) Going, Going, Gone; 12) Blowin' In The Wind;
13) Just Like A Woman; 14) Oh, Sister; 15) Simple Twist Of Fate;
16) All Along The Watchtower; 17) I Want You; 18) All I Really Want To Do;
19) Knockin' On Heaven's Door; 20) It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding);
21) Forever Young; 22) The Times They Are A-Changin'.
Correspondiente a una selección del repertorio que Dylan ejecutó en dos actuaciones diferentes de varios conciertos durante su gira por Japón, en este disco doble la característica más importante y también más interesante tiene que ver con los arreglos diferentes y variados mediante los que se interpretan la mayoría de canciones, algo en parte posible por la decena de músicos que le acompañan, por lo que la variedad sonora es también notable. Hay momentos en que destaca la guitarra, otros la flauta, otros el teclado, otros el violín... Nadie que escuche este disco podrá decir que se ha aburrido. Como los conciertos fueron realizados en 1978, justo antes de la grabación del Street Legal, de éste solo puede encontrarse una canción, desgraciadamente una de las mediocres, ‘Is Your Love In Vain’.
Estos arreglos nuevos en las interpretaciones que ya hemos destacado aparecen en su vertiente más obvia con la electrificación de temas originalmente acústicos, lo cual tiene su gracia cuando podemos escuchar ‘Mr. Tambourine Man’ con un ritmo más rápido que el que le aplicaran The Byrds en su momento, pero en cambio cuando escuchamos ‘Blowin' In The Wind’ no encontramos ninguna diferencia respecto a lo que hubiera hecho cualquier conjunto musical con la mitad de potencial creativo de haberla interpretado. Todo lo contrario sería ‘It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding)’, donde la gran melodía de guitarra acústica que poseía originalmente aquí se potencia al máximo con la guitarra eléctrica, dotándola de una descomunal fuerza.
Por otro lado, ‘Shelter From The Storm’ no llama mucho la atención hasta que llegan sus emotivos pasajes instrumentales acompañados de los coros, grata novedad respecto al original. También del Blood On The Tracks aparece una interesante versión de ‘Simple Twist Of Fate’, donde se puede escuchar primero una gran guitarra entre estrofas, para luego ser reemplazada por otro brillante órgano. En cambio, la aceleración del ritmo en ‘Love Minus Zero/No Limit’, unido a la destacada flauta y también del violín, le aportan un cariz diferente pero igualmente emotivo y memorable que en la versión de estudio.
En un estilo claramente de big-band podemos escuchar con agrado la potente interpretación de ‘Ballad Of A Thin Man’. Aunque las que quizá mejor se acoplen a ese formato son las que pertenecían al Planet Waves, grabado con The Band, como son ‘Going, Going, Gone’ y ‘Forever Young’, que puede decirse que suenan en todo su esplendor, al menos lo mejor posible conociendo que no son The Band los que están detrás. Aunque uno de los arreglos más sorprendentes es el de ‘Don't Think Twice, It's Alright’, que aquí suena en clave reggae donde por momentos recuerda bastante a ‘No Woman No Cry’ de otro gran Bob, Bob Marley. O incluso podría decirse que emplea la misma base instrumental para ‘Knockin' On Heaven's Door’, también ejecutada en el mismo estilo.
Hay otros momentos en que esos nuevos arreglos consiguen el efecto contrario, pues hay casos como ‘One More Cup Of Coffee’, donde se pierde toda la épica original con su cambio de ritmo atascado; el sonido demasiado recargado de ‘Maggie's Farm’; el desacierto total de ‘Oh Sister’; o quizá lo peor de todo, pretender que ‘I Want You’ se convierta en un canto solemne con el único acompañamiento del teclado.
Y hasta aquí, qué más puede decirse. Como resumen de este álbum en directo podría afirmarse que, si bien en algunos casos se busca un sonido comercial y placentero con el que encajar sin problemas los temas antiguos, en general vale la pena escuchar los nuevos arreglos mediante los cuales disfraza con mayor o menor fortuna un repertorio de gran nivel. Recomendable, sin lugar a dudas.
SLOW TRAIN COMING
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) Gotta Serve Somebody; 2) Precious Angel; 3) I Believe In You; 4) Slow Train;
5) Gonna Change My Way Of Thinking; 6) Do Right To Me Baby (Do Unto Others);
7) When You Gonna Wake Up; 8) Man Gave Names To All The Animals;
9) When He Returns.
Bob Dylan se convirtió al cristianismo de forma activa y en este disco tenemos el primer reflejo en disco de dicha conversión. Afortunadamente, supo rodearse de buenos músicos para tan singular ocasión, destacando entre todos ellos la figura del magistral guitarrista Mark Knopfler, por aquel entonces con un prestigio merecidamente ganado gracias a los dos primeros discos de Dire Straits. De hecho, incluso el batería de estos últimos participó en la grabación de varias de las canciones, quizá por ello se pueden discernir detalles que recuerdan a los temas más serios del grupo, tipo ‘Six Blade Knife’, por poner un ejemplo.
En cualquier caso, ya el mismo inicio del disco con ‘Gotta Serve Somebody’ marca de alguna manera el estilo que vamos a encontrar: sonido maduro, serio, con sección rítmica sobria pero prominente, líneas de guitarra de buen gusto e incluso coros femeninos pero solo en los momentos adecuados. También ese cristianismo incipiente se refleja de forma irónica cuando en el estribillo se dice que hay que servir a alguien, sea el Señor o el demonio. Sin ninguna broma ni otros ambages en la siguiente ‘Precious Angel’ ya realiza una prédica cristiana más propiamente dicha, envuelta en un medio tempo rockero donde destaca el órgano y Knopfler al final con unas cuantos punteos de guitarra de los que sabe hacer con gusto. Y si llegamos al tercer tema ya nos damos cuenta por el título (‘I Believe In You’) que en religiosidad supera con creces a todo lo que expresara George Harrison en su All Things Must Pass, aunque con menor impacto musical. En este caso siguiendo un poco la estela de ‘Precious Angel’. Precisamente los momentos en que podemos decir que se transforma en un predicador religioso son los más flojos, como es el caso también de ‘Do Right To Me Baby (Do Unto Others)’ (donde solo se anima un poco la cosa en el estribillo, que ya es algo), o en la final ‘When He Returns’, donde únicamente se acompaña de un piano para hablarnos del retorno de Jesucristo.
Si hubiera que elegir una canción como la mejor, el galardón iría a parar a ‘Slow Train’, que para describirla podríamos decir, aunque hubiera de compararse en sentido inverso dada la magnitud de lo que se está hablando, que sería como una versión actualizada, mejorada y más elaborada de ‘In The Gallery’, perteneciente al disco de debut de Dire Straits. Y es que a toda la fuerza que transmite Dylan se le añade un fenomenal trabajo a la guitarra de Knopfler, además de poseer unos finales de estrofa que aportan un carácter solemne potenciado con los coros al cantar lo de “There's a slow, slow train comin' up around the bend”, recuperando ese poderoso carácter apocalíptico que siempre ha poseído Bob. Aunque la canción más conocida del disco y que todavía puede escucharse en emisoras de radio de rock clásico es el reggae de ‘Man Gave Names To All The Animals’, que dentro de su sencillez no deja de ser pegadiza y de tener un marcado ritmo.
Por otro lado, en ‘Gonna Change My Way Of Thinking’ se recupera el sonido de big-band, sobre todo ayudado por las prominentes trompetas que marcan el ritmo casi todo el tiempo para este blues-rock. Mejor ejemplo de este sonido lo encontraríamos en ‘When You Gonna Wake Up’, que presenta un sutil toque en ese cambio de ritmo del estribillo, lo cual junto a diferentes detalles instrumentales que aparecen (sobre todo del órgano), convierten esta canción en uno de los puntos destacados del álbum.
En definitiva, para ser un disco religioso se puede decir que Dylan sale triunfal, incluso tanto que será su último disco recomendable hasta casi la década de los noventa. Su activismo fanáticamente religioso afectará a su nivel compositivo así como al número de espectadores que iban a sus conciertos.
SAVED
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) A Satisfied Mind; 2) Saved; 3) Covenant Woman; 4) What Can I Do For You?;
5) Solid Rock; 6) Pressing On; 7) In The Garden; 8) Saving Grace; 9) Are You Ready.
Cuando se habla de la etapa cristiana de Dylan no es tan solo porque se convirtiera a esta religión siendo de origen judío, sino también porque lo hizo de manera radical y fundamentalista, llegando a predicar en los conciertos de manera un tanto agresiva para que la gente siguiera su ejemplo y salvara sus vidas convirtiéndose a la religión única y verdadera que pasaría factura a la humanidad en el día del Juicio Final. Respecto al contenido de este nuevo disco, la sensación que da es la de probar por caminos musicales ya recorridos, de tal manera que aprovechar ideas anteriores le allane la concentración hacia las letras exaltadoras del cristianismo. Ya no hay por aquí un Mark Knopfler que pueda enmascarar un poco el desastre.
La primera mitad del disco ya es bastante floja, por no decir mala, pero realmente la única canción que tira hacia atrás es la inicial ‘Satisfied Mind’ (ya conocida por la fallida versión de The Byrds), que es el intento descarado de Dylan de sonar como los bluesmen de la primera mitad del siglo veinte, intentando parecer trascendente al mismo tiempo. En ‘Covenant Woman’ prueba por el camino de la épica y casi consigue salir airoso, pues el ritmo no está mal y el solo de órgano la eleva muy por encima de prácticamente todo lo demás que encontramos aquí, compensando en parte la cansada parte vocal. Tres cuartos de lo mismo podríamos decir de ‘What Can I Do For You?’, donde lo único que destaca sobre la mediocridad del tema es el acertado uso de la armónica, que se marca un apreciado solo con un adecuado acompañamiento de la sección rítmica e incluso de los coros. Incluso siendo positivos también podríamos atrevernos a calificar ‘Saved’ como un intento de country-gospel que hace aguas, aunque al menos posea un ritmo entretenido que permite que no se hunda hasta lo más bajo.
Sin embargo, la segunda parte del disco es un despropósito total, lo que nunca podríamos haber esperado de un genio como Zimmerman: sonidos genéricos, estribillos forzados, coros femeninos por doquier y apenas nada que recuerde a sus recientes épocas (ya ni hablemos de las mejores). Ni me molestaré en reescribir los títulos, puesto que estas canciones merecen ser olvidadas por el resto de los tiempos, ya que ni siquiera llegan al nivel de mediocres, sino que directamente son un borrón en la carrera de Bob. Por suerte, para su siguiente disco volverá a centrarse un poco más en las tareas compositivas para volver a situarse algo mejor dentro de su posición artística. Que nadie pierda el tiempo con este álbum salvo que sea un completista de la obra de Dylan.
SHOT OF LOVE
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Shot Of Love; 2) Heart Of Mine; 3) Property Of Jesus; 4) Lenny Bruce;
5) Watered-Down Love; 6) The Groom's Still Waiting At The Altar;
7) Dead Man, Dead Man; 8) In The Summertime; 9) Trouble; 10) Every Grain Of Sand.
Último disco de la trilogía cristiana de Dylan y ligera recuperación respecto al batacazo anterior. Después de la enajenación mental (creativamente hablando) demostrada en Saved, Bob se recupera un tanto de su autoasignado papel de nuevo profeta del cristianismo más obsesivo para centrarse en lo que mejor se le da, la música y la poesía. Pero no nos engañemos, puesto que la recuperación creativa no podía ser tan rápida y de hecho le costará casi la década entera volver a ofrecer un trabajo interesante respecto a composiciones nuevas. Las mejores adquisiciones en la parte musical las encontramos en la guitarra (un competente Steve Ripley, aunque no toca en todo el álbum) y en la batería (el gran Jim Keltner).
La canción inicial que da título al LP, ‘Shot Of Love’, ya demuestra que ha vuelto el gusto por las composiciones rock sólidas y consistentes (con algo de gospel por el camino), por lo que al menos podemos disfrutar de un gran sonido de guitarra que va soltando destellos durante toda la canción. Esta mejora marca una buena parte de los temas del disco, pues de igual manera pueden disfrutarse ‘Property Of Jesus’, ‘Watered-Down Love’ y de forma algo más floja en ‘In The Summertime’ (aunque al menos compensa un poco escucharle tocar la armónica, pues Dylan quizá sea uno de los mejores músicos que ha habido tocando ese instrumento). Todavía con más fuerza demostrará su poderío rockero en ‘The Groom's Still Waiting At The Altar’, que en sus versos principales recuerda algo a ‘Highway 61 Revisited’ aunque con una guitarra más furiosa, y sobre todo en la poderosa ‘Trouble’, donde la afilada guitarra y el aguerrido ritmo la convierten en la mayor descarga de adrenalina del disco y en la mejor canción.
El inicio de ‘Heart Of Mine’ nos hace retroceder hasta lo más flojo del disco Desire, pues tiene unos ciertos ecos a ‘Romance In Durango’, aunque aquí al menos mejore bastante con el desarrollo instrumental que sigue a cada parte cantada, con la curiosidad añadida de encontrar a Ringo Starr con el tom-tom, que no es que se note precisamente, y a Ronnie Wood (Rolling Stones) en la guitarra. En ‘Dead Man, Dead Man’ nos hace retroceder un poco menos (hasta el Slow Train Coming) para retomar el reggae inspirándose en la anterior ‘Man Gave Names To All The Animals’.
El homenaje al malogrado y controvertido cómico de lenguaje desenfadado Lenny Bruce (otro signo de que su cristianismo radical estaba cambiando) es una buena idea no trasvasada adecuadamente al medio musical, puesto que no pasa de ser una balada de piano vulgar. La mejor balada es la que cierra el disco, llamada ‘Every Grain Of Sand’, que presenta alguna que otra buena melodía y que quizá pueda resultar algo lenta, pero que es un buen punto final a este disco agridulce que nos devuelve a un Dylan más interesante pero que se apoya demasiado en su legado para mejorar estilísticamente.
En definitiva, estamos ante un disco que no va a sorprender a nadie pero que al menos sirve para pasar un rato agradable, algo que se agradece después del padecimiento de Saved. Quién sabe si el disco anterior tenía ese mismo propósito, hacernos empatizar con el sufrimiento de Jesucristo mediante una serie de interpretaciones bochornosas, para premiarnos a continuación con un LP más equilibrado. Pero bueno, al menos puede ponerse punto y final a esa etapa ultrarreligiosa, lo cual conducirá a una no mejor etapa enrollada en la que intentará amoldarse a los nuevos tiempos y morirá en el intento.
INFIDELS
Año de publicación: 1983
Puntuación:
1) Jokerman; 2) Sweetheart Like You; 3) Neighbourhood Bully; 4) License To Kill;
5) Man Of Peace; 6) Union Sundown; 7) I And I; 8) Don't Fall Apart On Me Tonight.
Como un nuevo giro en su vida y su carrera, Bob Dylan olvida su cristianismo radical para centrarse en su carrera musical e incluso en la cinematográfica, pues pocos años después protagonizaría un fallido film. Por otro lado, tras la acertada inclusión de Mark Knopfler en Slow Train Coming, para este nuevo álbum Dylan volvió a reclutarlo no solo como guitarrista sino también para ayudarle en la producción. Knopfler se trajo consigo al teclista de sus Dire Straits (Alan Clark), además de poder contar con una gran ayuda en la guitarra gracias a la participación de Mick Taylor.
Todos estos nombres no deben engañar a nadie, pues si los músicos empleados no disponen de temas de nivel donde demostrar su categoría, poco se puede hacer. En el comienzo del disco, ‘Jokerman’ parece retornar al estilo intimista de Blood On The Tracks pero con un sonido algo más artificial, pues la batería suena a percusión programada. No está mal tampoco el efecto global del sonido con los punteos sueltos de guitarra que van sonando y el sobrio estribillo, aunque no puede considerarse uno de los grandes temas de Dylan por mucha fama que haya adquirido. Precisamente si a ‘Jokerman’ la despojáramos de todo lo positivo que tiene, nos quedaría la siguiente canción, ‘Sweetheart Like You’, una declamación continuada y errática de Bob con frases bastante desafortunadas como “You know, a woman like you should be at home / That's where you belong”. Aunque para letra desafortunada tenemos ‘Neighbourhood Bully’, pues si se entiende ese vecino matón como el país de Israel, el sionismo radical que transmite contrasta sobremanera con su reciente extremismo cristiano. Musicalmente es más bien floja, al repetir continuamente el mismo ritmo, que al menos es rápido pero que tampoco consigue salvar el panorama. Y si ‘Jokerman’ tenía su equivalente menor, para ‘Neighbourhood’ en cambio tenemos un equivalente ligeramente superior (lo cual no es mucho en este caso) con el rock dinámico de ‘Man Of Peace’, que presenta unos solos de guitarra tan genéricos que nadie se apresurará a escucharla dos veces, aunque como curiosidad canta “The band is playing dixie”, justo unas palabras que aparecen en la inolvidable ‘Sultans Of Swing’ de Dire Straits. La guitarra mejora bastante en ‘Union Sundown’ pero es para repetir el mismo riff de blues una y otra vez, además de estar más o menos copiado del famoso tema ‘Rollin' And Tumblin’.
Todo lo dicho hasta ahora casi nos deja con lo mejor y lo peor del disco. Lo mejor es sin duda la épica ‘I And I’, donde la reconocible guitarra de Knopfler brilla en todo su esplendor, lo que unido a un poderoso estribillo potenciado por la instrumentación, enfatiza su mensaje de que la sabiduría se nos escapa y solo podemos optar a entender un número limitado de cosas con gran esfuerzo a lo largo de nuestra vida, pues estamos también expuestos a desviarnos de ese camino sin ser conscientes en algunos momentos. Sin embargo, el peor Dylan de los ochenta asoma en la balada ‘License To Kill’, empalagosa donde las haya y con una molesta percusión que la convierte en un producto desfasado.
Para el final, la canción tranquila ‘Don't Fall Apart On Me Tonight’ deja más bien indiferente al oyente, pues es una canción que no está mal, incluso con algunos grandes punteos de guitarra pero con la sensación de no haberse aprovechado mejor, ya que pueden discernirse algunas buenas melodías que deberían haberse elaborado y potenciado más.
En resumen, estamos ante un mediocre álbum que no es ni mucho menos lo peor que publicará Bob en esta década nefasta para la música. Los buenos momentos, aun siendo escasos, impiden que el disco caiga en un pozo sin fondo. En su defensa cabe argumentar que hubo de acabar la grabación del disco antes de lo previsto y que Knopfler tuvo que abandonar la producción por una gira con los Dire Straits sin poder retomarla después, así que quizá eso justifique que un mayor tiempo hubiera servido para mejorar algunos de los temas. Pero obviando las hipótesis, lo que nos queda es flojo para los estándares de Dylan.
REAL LIVE
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) Highway 61 Revisited; 2) Maggie's Farm; 3) I And I; 4) License To Kill; 5) It Ain't Me Babe; 6) Tangled Up In Blue; 7) Masters Of War; 8) Ballad Of A Thin Man; 9) Girl From The North Country; 10) Tombstone Blues.
De la gira europea que realizara Dylan en 1984 se recogen aquí diferentes canciones, principalmente de actuaciones en el Reino Unido. Los nombres más destacados de los músicos que le acompañan son el gran Mick Taylor en la guitarra y Ian McLagan (de los Small Faces) en los teclados, lo cual es al menos una garantía de profesionalidad. Precisamente la guitarra de Taylor será la que salve este disco del olvido más inmediato al que debería haberse abocado.
La voz de Dylan se vuelve demasiado nasal como para poder resultar pasable, algo que con los años irá todavía a peor. Con eso voz algo repulsiva (siendo un poco malos con las palabras), queda bastante manifiesto que lo más flojo del disco son las canciones acústicas, en las que Bob y su guitarra únicamente pueden animar al público a cantar con él para desviar la atención de su voz, algo que consigue en las que tienen una estructura bien clara (‘It Ain't Me Babe’, ‘Girl From The North Country’) pero que resulta difícil en las historias más complejas (Tangled Up In Blue). Aunque en esta última canta con algo más de rabia, lo cual esconde un poco su tono nasal irritante, pero no obstante la armónica suena mucho peor que en la original de estudio. Peor incluso es la armónica en ‘Girl From The North Country’, donde parece que se atasque por momentos.
Las dos canciones escogidas del disco anterior (que ya son suficientes para el bajo nivel demostrado en él) son curiosamente lo mejor y lo peor de aquél. Aquí ambas se ofrecen incluso mejoradas, pues la fiereza con que la guitarra ataca en ‘I And I’ es toda una demostración de poderío de Mick Taylor, quien no puede ofrecer la sutileza de los punteos de Knopfler pero en cambio le gana en solos memorables, ayudado por el gran teclado de McLagan. ‘License To Kill’ suena también mucho mejor y además Taylor vuelve a darle renovada vida al imprimirle una nueva perspectiva con su destacada aportación. No es que la convierta en una gran canción, obviamente, pero al menos la vuelve agradable.
Lo que cualquiera echa en falta en cualquier disco en directo de Dylan después de los sesenta es su creatividad a la hora de idear nuevos arreglos a canciones conocidas. Aquí no se consigue satisfacer esa necesidad hasta que llegamos a ‘Masters Of War’, transformada en una incisiva pieza rockera con grandes solos de guitarra y un fenomenal trabajo de percusión. En el resto de canciones lo que escuchamos son versiones académicas de un Dylan que en esas fechas no se encontraba precisamente en buen estado de forma, musicalmente hablando. La aparición estelar de Carlos Santana en ‘Tombstone Blues’ tampoco resulta ser nada excepcional, pues los solos de guitarra están bien pero no asombran por mucha velocidad que se les imprima. Nadie que no escuche este álbum en directo se va a perder nada de interés, pero vale la pena por lo menos disfrutar de la estelar aportación de Taylor y McLagan en ‘I and I’.
EMPIRE BURLESQUE
Año de publicación: 1985
Puntuación:
1) Tight Connection To My Heart (Has Anybody Seen My Love);
2) Seeing The Real You At Last; 3) I'll Remember You; 4) Clean Cut Kid;
5) Never Gonna Be The Same Again; 6) Trust Yourself; 7) Emotionally Yours;
8) When The Night Comes Falling From The Sky; 9) Something's Burning, Baby; 10) Dark Eyes.
Solo con ver la portada de este disco, esa pose tipo estrella musical de los ochenta, le queda claro a cualquiera la orientación artística que siguió Bob durante esta nefasta década. Concretamente este disco representa el punto más bajo y más lamentable en que podía caer al intentar parecer moderno, perdiendo por el camino toda la esencia de su música y renegando de sus raíces. En la mayoría de canciones se hace acompañar de los músicos de Tom Petty & The Heartbreakers, aunque la instrumentación pasa totalmente desapercibida.
Los coros femeninos que adornan el inicio de ‘Tight Connection To My Heart (Has Anybody Seen My Love)’ ya son un indicativo de la inmersión de Dylan en la producción más mediocre que se puede imaginar. Otro detalle que demuestra la deriva musical del disco es que Mick Taylor solo participa en esta canción y ni siquiera se aprovecha su valiosa presencia.
Lo que abunda por el álbum son baladas insustanciales (‘I'll Remember You’, ‘Emotionally Yours’ o la horrible ‘Something's Burning, Baby’), un tema de rock'n'roll clásico con la participación de Ronnie Wood pero de gusto insulso (‘Clean Cut Kid’) e incluso una penosa incursión en el reggae (‘Never Gonna Be The Same Again’). La palma del mal gusto probablemente se la lleve ese engendro que intenta transformar a Dylan en un tipo enrollado y puesto a la moda llamado ‘When The Night Comes Falling From The Sky’, donde su artificial ritmo bailable y su horrorosa parte vocal convierten sus más de siete minutos en un infierno y un castigo para los oídos.
Cuando encontramos una canción pasable, como es el caso de ‘Seeing The Real You At Last’, no podemos evitar que nos recuerde de forma inmisericorde a ‘When You Gonna Wake Up’ del Slow Train Coming en sus cambios de ritmo desde las estrofas principales al estribillo. Y ‘Trust Yourself’ comienza con un inquietante ritmo sombrío que podría recordar el estilo de Richard Thompson pero que luego se va desvaneciendo y pierde todo el interés.
Precisamente el único momento en que sale ganador es al final con la acústica ‘Dark Eyes’, la cual hubiera conseguido un mejor resultado con mayor elaboración pero que, visto el camino seguido por la producción musical, más vale que se haya quedado tal como la podemos escuchar, en mayor gloria de su simplicidad. En futuras recopilaciones de canciones descartadas de su carrera podremos comprobar cómo Dylan había compuesto algunas buenas canciones pero que fueron desechadas en favor de temas más enfocados al mercado comercial. Lo que queda claro es que este disco no es digno de uno de los músicos más importantes del siglo XX.
BIOGRAPH
Año de publicación: 1985
Puntuación:
CD I: 1) Lay Lady Lay; 2) Baby Let Me Follow You Down; 3) If Not For You; 4) I'll Be Your Baby Tonight; 5) I'll Keep It With Mine; 6) The Times They Are A-Changin'; 7) Blowin' In The Wind; 8) Masters Of War; 9) Lonesome Death Of Hattie Carroll; 10) Percy's Song; 11) Mixed-Up Confusion; 12) Tombstone Blues; 13) Groom's Still Waiting At The Altar; 14) Most Likely You Go Your Way And I'll Go Mine; 15) Like A Rolling Stone;
16) Lay Down Your Weary Tune; 17) Subterranean Homesick Blues;
18) I Don't Believe You (She Acts Like We Never Have Met) (live).
CD II: 1) Visions Of Johanna (live); 2) Every Grain Of Sand;
3) Quinn The Eskimo (The Mighty Quinn); 4) Mr Tambourine Man; 5) Dear Landlord; 6) It Ain't Me Babe; 7) You Angel You; 8) Million Dollar Bash; 9) To Ramona; 10) You're A Big Girl Now; 11) Abandoned Love; 12) Tangled Up In Blue; 13) It's All Over Now Baby Blue (live); 14) Can You Please Crawl Out Your Window?; 15) Positively 4th Street;
16) Isis (live); 17) Jet Pilot.
CD III: 1) Caribbean Wind; 2) Up To Me; 3) Baby I'm In The Mood For You;
4) I Wanna Be Your Lover; 5) I Want You; 6) Heart Of Mine (live); 7) On A Night Like This; 8) Just Like A Woman; 9) Romance In Durango (live); 10) Señor (Tales Of Yankee Power); 11) Gotta Serve Somebody; 12) I Believe In You; 13) Time Passes Slowly;
14) I Shall Be Released; 15) Knockin' On Heaven's Door; 16) All Along The Watchtower; 17) Solid Rock; 18) Forever Young (demo).
Este gran recopilatorio (originalmente dividido en cinco LP’s) que recogía de manera extensa una retrospectiva bastante completa de todas las fases de la carrera de Dylan hasta ese momento, tuvo el acierto de incluir singles, rarezas y canciones descartadas en cantidad suficiente como para poder comentarlo de forma autónoma. Es sorprendente comprobar cómo recorre una gran variedad de estilos desde el folk al rock, pasando por el blues y la música estadounidense de principios del siglo XX, absorbiendo todo tipo de influencias y trasvasándolas a sus composiciones.
Las dos primeras canciones inéditas que encontramos fueron grabadas oficialmente por los Fairport Convention en su época dorada. Tanto ‘I'll Keep It With Mine’, que aquí suena muy convencional, como la extensa y repetitiva ‘Percy's Song’ no logran salir aquí de su condición de demos sin más pretensiones. Mucho mejor es la gran ‘Lay Down Your Weary Tune’, conocida por la versión de The Byrds en su segundo disco, donde sus memorables melodías se sobreponen a la simplicidad acústica de la guitarra como único acompañamiento. Aunque las canciones más antiguas recogidas en este recopilatorio datan de 1962, que son por un lado la distendida ‘Baby, I'm In the Mood For You’, donde parece divertirse más él que cualquier oyente, y la no menos alegre ‘Mixed-Up Confusion’, que parece un intento de emular el estilo de Johnny Cash. De la época del Basement Tapes se recupera una versión más calmada de ‘Quinn The Eskimo (The Mighty Quinn)’, que por su carácter de bosquejo únicamente deja entrever su potencial melódico.
Las canciones en directo incluidas son bastante variadas, pues como resulta obvio se alternan las actuaciones acústicas con las más electrificadas. En ‘I Don't Believe You (She Acts Like We Never Have Met)’ parece que quiera dejarnos sordos con la agudísima armónica. ‘Isis’ es presentada como “a song about marriage” y está interpretada de forma un tanto histérica, pues la voz de Dylan suena bastante chillona. No obstante, la valentía de Bob queda patente en la interpretación completamente acústica (él, su guitarra y su armónica) de la extensa ‘Visions Of Johanna’, aunque otras en formato acústico sorprenden menos, como es el caso de ‘It's All Over Now Baby Blue’
Podemos encontrar dos afamados singles de 1965: ‘Can You Please Crawl Out Your Window?’, que suena a la típica canción electrificada de Dylan, y la mucho mejor ‘Positively 4th Street’, donde vuelven sus memorables melodías que adornan una letra muy vengativa donde se lanzan muchos dardos venenosos supuestamente a aquéllos que criticaron ferozmente la electrificación de su música. También de esa época y con un fuerte parecido a ‘Maggie's Farm’ podemos escuchar la brevísima ‘Jet Pilot’, así como una equivalencia bastante importante entre ‘I Wanna Be Your Lover’ y ‘Tombstone Blues’, esta última del Highway 61 Revisited e incluida en el presente recopilatorio.
De la época previa a la grabación de Blood On The Tracks aparece una olvidable demo de ‘You're A Big Girl Now’ y una olvidable canción descartada titulada ‘Up To Me’ que recuerda mucho a ‘Shelter From The Storm’, quizá por ello fuera reelaborada o rechazada por su similitud. Y descartada de Desire (hecho denotado no solo por la fecha de grabación, sino también por el violín de Rivera) quedó la agridulce ‘Abandoned Love’, de melodía agradable pero letra triste y resignada. De ahí se pasa a su época cristiana de principios de los ochenta, donde se recupera una buena canción descartada llamada ‘Caribbean Wind’, que comparada con cualquier tema del disco Saved suena celestial, por lo que siendo esta canción grabada un año después, en 1981, puede considerarse definitivamente el siguiente álbum Shot Of Love como una vuelta a la normalidad, pues en este ‘Caribbean Wind’ están los ingredientes básicos de un buen tema de rock: ritmo potente, buena guitarra y al menos una buena melodía. En directo, ‘Heart Of Mine’ mejora lo suficiente para convertirla en un momento destacado, sobre todo por tener un destacado trabajo de guitarra. Aunque mayor reto supone conseguir que ‘Romance In Durango’ se transforme en una aguerrida canción rockera sin perder el violín por el camino, incluso se le perdona el estribillo algo cutre donde se mezclan el inglés y el español.
Por otro lado, yo personalmente no he sido nunca un admirador de la afamada ‘I Shall Be Released’, ni siquiera de la grabación conocida de The Band, aunque aquí suena en versión acústica con guitarra y armónica, lo cual tiene su gracia y poco más. Este recopilatorio se cierra con la agradable demo de uno de los mejores temas del Planet Waves, ‘Forever Young’, que con su tono intimista transmite muy bien toda la carga emotiva de su letra.
Hubiera sido deseable que las canciones estuvieran en orden cronológico para disfrutar del añadido de comprobar su evolución musical, pero en cualquier caso hay suficientes momentos buenos en los temas inéditos como para darle una puntuación de seis estrellas, lo cual hablando de Dylan significa que es un álbum recomendable y un acierto incluso para quien quisiera escuchar su música por primera vez. Para quienes ya conozcan su obra, ciertamente hubieran preferido que todos los temas inéditos se hubieran concentrado en uno de los volúmenes, contando que no se sigue un orden cronológico.
1) You Wanna Ramble; 2) They Killed Him; 3) Driftin' Too Far from Shore;
4) Precious Memories; 5) Maybe Someday; 6) Brownsville Girl;
7) Got My Mind Made Up; 8) Under Your Spell.
Puntuación:
Año de publicación: 1986
KNOCKED OUT LOADED
Este horrible disco está compuesto por descartes de discos anteriores, lo cual ya puede dar una idea a cualquiera del material ante el que nos encontramos, aunque en Biograph pudimos comprobar que los parámetros de calidad aplicados a las composiciones de Dylan, a veces no son todo lo acertados que debieran. Se hace acompañar básicamente de los músicos pertenecientes a los Heartbreakers de Tom Petty, lo cual es un sinónimo de profesionalidad (aunque el batería lo podrían haber sustituido por un mono con un palo y no se hubiera notado la diferencia en la mayoría del disco), pero la profesionalidad no significa brillantez, y apenas hay ningún detalle instrumental que haga recordar el buen gusto que tiene en general Dylan para elegir a sus acompañantes. La inspiración para componer parece que también se quedó de lado, y únicamente hay dos canciones escritas por Dylan en solitario; el resto son versiones y composiciones junto a otra persona.
Que Dylan eche mano de una canción de Kris Kristofferson, por muy amigo suyo que sea, no parece que sea buena señal y de hecho ‘They Killed Him’ es lo peor del disco, que ya es decir en este caso. Pero es que el uso de coros infantiles acaba de rematar lo que es un descomunal despropósito desde la simplona y repetitiva melodía de saxofón que se escucha nada más comenzar y las voces femeninas que predominan. La siguiente ‘Driftin' Too Far from Shore’ no mejora mucho más, porque la monótona percusión resulta bastante molesta y los coros femeninos no salvan el pésimo estribillo. Y es que tanto coro no suele producir buenos resultados al sonar demasiado convencional, puesto que hay más momentos que podrían haberse beneficiado de una menor ornamentación, como sería el caso de la final ‘Under Your Spell’, de la cual solo se salva el sonido de guitarra que en la mayor parte del tema queda enterrada bajo una capa de vulgaridad sonora. También hay algo de variedad mediante el aburrido reggae de ‘Precious Memories’, aunque al menos en ‘Got My Mind Made Up’, compuesta junto a Tom Petty, podemos escuchar un agradable blues-rock con un buen trabajo de guitarra, aunque tampoco sea gran cosa.
Precisamente en esos terrenos ya conocidos y explotados por Bob es donde podemos encontrar algunos momentos pasables. Las canciones rock típicas de Dylan al estilo de ‘When You Gonna Wake Up’ del Slow Train Coming, aquí lo encontramos en ‘Maybe Someday’. Y en ‘Brownsville Girl’ recupera el tipo de composición épica y alargada que solía componer con brillantez pero que aquí se va desarrollando sin pena ni gloria, pues las melodías y el estribillo son totalmente olvidables, además de incidir en la percusión robótica y el saxofón que lo único que aporta es vulgarizar el sonido.
Lo mejor del disco es la versión de ‘You Wanna Ramble’ de Little Junior Parker, que recuerda un poco a ‘Obviously Five Believers’ del Blonde On Blonde. Al menos tiene un ritmo ágil y buena interacción entre los instrumentos. Pero en general este disco se puede agrupar entre los peores de la carrera de Dylan, frase que sirve para evidenciar la carencia de ideas reflejada en sus canciones.
DOWN IN THE GROOVE
Año de publicación: 1988
Puntuación:
1) Let's Stick Together; 2) When Did You Leave Heaven?; 3) Sally Sue Brown;
4) Death Is Not The End; 5) Had A Dream About You, Baby; 6) Ugliest Girl In The World; 7) Silvio; 8) Ninety Miles An Hour (Down A Dead End Street); 9) Shenandoah;
10) Rank Strangers To Me.
En este nuevo LP queda ya clarificado el bajón compositivo de Dylan y la etapa poco creativa que estaba padeciendo. Seguimos con pocas composiciones originales y únicamente dos escritas por Bob en solitario, lo que acrecienta la sospecha de que estaba pensando más en su carrera cinematográfica (el año antes se había estrenado como actor principal en la penosa Corazones de fuego) que en aquello que realmente se le daba bien o donde al menos podía aportar algo interesante, que es en la música. La cantidad de músicos que participaron en la grabación es tan extensa que hace pensar en que fue grabado de forma intermitente durante diferentes períodos. Incluso se nombra a Eric Clapton, pero a saber en qué canciones participaría.
Entre los estilos más característicos del último Dylan hay una predominancia (en el siglo XXI casi exclusiva) del blues-rock. Es un estilo que conoce muy bien pero que tampoco permite sorprender al oyente, y aquí lo encontramos en diferentes momentos aunque de forma discreta. ‘Sally Sue Brown’, la animada ‘Had A Dream About You, Baby’, la versión dinámica de ‘Let's Stick Together’ que suena a una reescritura menos pomposa de ‘Don't Bring Me Down’ de la Electric Light Orchestra (que en cualquier caso no deja de sonar como un blues-rock, además de que la versión original de ‘Let's Stick Together’ data de 1962), con el único detalle destacado de la siempre acertada armónica de Bob.
El apartado de baladas es previsiblemente flojo, dada la etapa poco creativa que estaba sufriendo. ‘When Did You Leave Heaven’ es lenta hasta la extenuación y con unas horribles melodías corales impropias de él. Por otro lado, ‘Ninety Miles An Hour (Down A Dead End Street)’ es un vulgar gospel que parece copiar melodías típicas de ese estilo, además de que la voz de Dylan no es la más adecuada para liderar un canto espiritual de este tipo. En ‘Death Is Not The End’ lo único que puede destacarse es el sonido de la guitarra, que en su primer minuto proporciona ya una melodía de guitarra que recuerda a la de ‘Sun King’ de The Beatles. La inevitable canción acústica con armónica nos llega al final por partida doble, primero en ‘Shenandoah’, bastante floja y nuevamente con demasiados coros femeninos que lastran la percepción de lo que sería una aceptable canción. Peor todavía es la final ‘Rank Strangers To Me’, que irrita por su excesiva repetitividad y simpleza.
Hay dos canciones compuestas por Bob junto a uno de los letristas de los Grateful Dead, Robert Hunter, lo que quizá sirva de antesala para la unión de con este grupo para el siguiente álbum. Una de ellas es otro blues-rock convencional llamado ‘Ugliest Girl In The World’, donde los coros femeninos resultan un tanto molestos. La otra es la animada ‘Silvio’, de lo poco aceptable y de lo mejor del álbum, aunque en cualquier disco destacado de Dylan hubiera pasado desapercibida.
Nada que añadir sobre este mal disco de Bob que tuvo unas ventas muy bajas, lo que quizá ayudó a que abriera los ojos y volviera a encauzar un poco su carrera, algo que comenzaría por rodearse de un grupo sólido y competente para reinterpretar en directo algunos de sus temas. Pero eso lo veremos a continuación.
DYLAN & THE DEAD
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Slow Train; 2) I Want You; 3) Gotta Serve Somebody; 4) Queen Jane Approximately; 5) Joey; 6) All Along The Watchtower; 7) Knockin' On Heaven's Door.
La unión de Bob Dylan y los Grateful Dead en una gira supuso la publicación de este disco en directo. Durante la gira, el grupo tocaba su repertorio para después actuar como banda de acompañamiento de Dylan, algo que en principio puede crear unas grandes expectativas pero nadie debe olvidar que el trabajo de la década de los ochenta no se encontraba entre lo mejor de ninguno de ellos. Lo que asegura este acompañamiento de Dylan es que instrumentalmente no habrán fisuras, algo que por otro lado era habitual en Bob: saber acompañarse de buenos músicos en escena. El repertorio de este álbum es una selección de canciones correspondientes a diferentes conciertos, por lo que uno también podría haber esperado una mejor elección.
Donde más brillan los Grateful Dead es en aquellos temas donde la música de acompañamiento ha de demostrar sobriedad y profesionalidad, además de añadir detalles instrumentales de los que elevan la categoría de una interpretación. Tal es el caso de ‘Slow Train’ o ‘Gotta Serve Somebody’ (curiosamente ambos del Slow Train Coming de 1979), donde los punteos originales de Mark Knopfler son ejecutados de una manera más rockera por Jerry Garcia, además de regalarnos algunos grandes solos marca de la casa, todo lo cual justifica este álbum.
Pero malgastar las aptitudes de Grateful Dead en canciones tan ligeras como ‘I Want You’ no parece la mejor manera de aprovechar la técnica de Jerry Garcia, quien en este caso se limita a ejecutar la melodía principal de la canción con su guitarra. Tampoco es muy apropiado incluir una pieza tan larga y repetitiva como ‘Joey’, que pasa sin más pena que gloria y donde lo mejor es su riff de entrada. Peor todavía es cuando el propio Dylan cambia el tempo musical y la entonación vocal de ‘Queen Jane Approximately’ para convertirlo en un ejercicio de tedio y canto desacompasado.
Para el final tenemos dos canciones de las que suelen llamarse crowd pleasers en inglés. Primero, en ‘All Along The Watchtower’ se basan claramente en la mítica versión electrificada de Jimi Hendrix, lo cual era obvio en este caso. La única pega que puede ponerse es que falte algo más de emoción en la interpretación, puesto que la sección rítmica parece limitarse a cumplir su papel y dejar que Garcia aporte los destellos de calidad, que tampoco son muchos porque rellena espacios pero no transmite mucha emoción. Por último, ‘Knockin' On Heaven's Door’ no deja de ser un momento de calma y distensión (tanto para los músicos como para la audiencia), donde los coros son un buen complemento y Garcia se marca un gran solo de guitarra pasados los tres minutos, que es lo más destacado.
En su momento, este disco en directo fue vapuleado por los críticos, quién sabe qué esperaban de esta unión musical cuando el propósito era interpretar música de Bob Dylan. Además de que ya teníamos el precedente de los discos en directo con The Band, que tampoco comportaban precisamente un incremento del valor artístico de la música. Pero en cualquier caso, quien escuche este álbum tiene asegurado un tiempo placentero aunque no podrá esperar sorpresas en los arreglos, tal como nos tenía Dylan acostumbrados.
OH MERCY
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Political World; 2) Where Teardrops Fall; 3) Everything Is Broken; 4) Ring Them Bells; 5) Man In The Long Black Coat; 6) Most Of The Time; 7) What Good Am I;
8) Disease Of Conceit; 9) What Was It You Wanted; 10) Shooting Star.
Bob necesitaba un golpe de timón tras los continuos batacazos comerciales y artísticos que se había estado llevando, por lo que se hizo con los servicios del afamado productor Daniel Lanois, que por aquella época ya había triunfado produciendo dos discos súperventas de artistas reconocidos como Peter Gabriel (So) y U2 (The Joshua Tree). Otro problema más difícil de resolver es el de la inspiración para componer, que también se consigue mejorar sorprendentemente, como si la visión de un nuevo sonido gracias a Lanois hubiera espoleado también la creatividad de Dylan. Otra vez volvemos a encontrar canciones con gancho y detalles instrumentales suficientes para que apetezca volver a escucharlas.
Esa presencia de un productor como Lanois en la producción se deja traslucir muy claramente en uno de los mejores temas del disco, ‘Man In The Long Black Coat’, donde una elaborado y cristalina introducción antecede la armónica y la voz rasposa de Dylan, quien cantó en una sola toma y eso dota de autenticidad a la vez que algo de tosquedad a esta magnífica composición de la que incluso los Emerson, Lake & Palmer más acabados realizaron una buena versión. Una de las claves de esta canción es su ritmo inquietante lleno de grandes punteos de guitarra. Resultado similar encontramos en el otro gran tema del disco, ‘What Was It You Wanted’, donde además de poder disfrutar de más brillantes punteos de guitarra, se añaden unas grandes partes de armónica que recuerdan la épica del John Wesley Harding.
También se inicia el disco de forma poderosa con la rítmica ‘Political World’, de letra generalista y mensaje sencillo pero acusador (We live in a political world / Where peace is not welcome at all), algo que siempre se agradece. Aunque hay pocas canciones movidas, pues aparte de las citadas anteriormente solo encontramos el blues-rock ‘Everything Is Broken’, que es entretenido y poco más. ‘Where Teardrops Fall’ tiene un buen sonido de guitarra slide y un cierto parecido con ‘No Time To Think’ del Street Legal, pero pierde fuelle al no tener apenas melodías. Cuando menos, nos ofrece temas inocuos pero agradables como ‘Most Of The Time’, que tiene una buena parte de guitarra.
Hacia el final del álbum parece querer bajar un poco la energía y adoptar un tono más intimista y próximo al oyente con las baladas ‘What Good Am I’ y ‘Disease Of Conceit’ (acompañado únicamente del piano). Por otro lado, en ‘Ring Them Bells’ vuelve a tomar el piano como instrumento principal, devolviendo el espíritu del New Morning y el gusto por las bellas melodías de piano.
La final ‘Shooting Star’ podría haber sido otra canción floja en los discos anteriores de haber tenido una mala producción, pero aquí se potencian las melodías instrumentales de guitarra que pueden escucharse perfectamente tras la voz de Bob. Así que al menos se acaba el disco con un buen sabor de boca, que vista la producción de la década de los ochenta, deja buenas perspectivas para la siguiente, aunque todavía tardaremos unos años en encontrar el verdadero gran retorno de Dylan por la puerta grande.
UNDER THE RED SKY
Año de publicación: 1990
Puntuación:
1) Wiggle Wiggle; 2) Under The Red Sky; 3) Unbelievable; 4) Born In Time;
5) T.V. Talkin' Song; 6) 10,000 Men; 7) 2 X 2; 8) God Knows; 9) Handy Dandy;
10) Cat's In The Well.
Al descubrir que una producción aceptable y un sonido más auténtico ayudaban a mejorar el resultado final de las composiciones, aquí se prescinde del productor Daniel Lanois para entregarnos el tipo de disco que cualquiera podría esperar de un músico que entonces ya rondaba los cincuenta años. El único problema es ya recurrente: la falta de originalidad creativa a la hora de componer, pues si bien consigue componer temas agradables, lo cierto es que una parte de este álbum se resiente de una mayor inspiración para romper la barrera de lo previsible. Así, la presencia de muchos músicos conocidos como George Harrison, Elton John, Al Kooper, Stevie Ray Vaughan o David Crosby no queda aprovechada ni justificada.
La mejor canción es la que da título al disco, en la cual contamos con la estelar participación de George Harrison en la guitarra (recordemos que en 1990 se publicaba también el segundo álbum de los Traveling Wilburys, donde ambos coincidieron), muy reconocible sobre todo en el inicio. Las melodías tienen ese aire de grandeza propias del mejor Dylan y la parte instrumental suena bien compacta y cohesionada.
El disco se inicia con una de las canciones más odiadas de Bob (‘Wiggle Wiggle’) que simplemente es lo que podríamos esperar de un cincuentón que quiere sonar entretenido y agradable. Lo que no sabemos es qué pinta Slash ahí ni qué cometido tiene su guitarra, pues pasa totalmente desapercibido. Pero lo obvio es esperar algo de blues-rock por parte de alguien como Dylan, al ser un estilo muy socorrido cuando uno está falto de ideas. Así pues, ‘10,000 Men’ y ‘God Knows’ se olvidan completamente una vez han acabado. Al menos el inicio guitarrero del blues-rock ‘Unbelievable’ despierta un poco esa parte aguerrida latente que siempre se mantiene en Bob, y en la final ‘Cat's In The Well’ hay una gran parte instrumental con hasta tres guitarras que van brillando alternativamente, sobre todo la acústica.
Por otro lado, ‘T.V. Talkin' Song’ parece una reescritura de ‘Highway 61 Revisited’ para aprovechar una letra de crítica sociológica. Aunque lo peor es ‘Handy Dandy’, donde vuelve a traerse a Al Kooper para que toque el órgano pero –oh, sorpresa– de la misma exacta manera a como lo hiciera en ‘Like A Rolling Stone’. Semejante tomadura de pelo ya elimina cualquier posibilidad de apreciar esta canción.
En cambio, cuando intenta conmover como en ‘Born In Time’, no consigue sino quedarse a medias, aunque al menos el acompañamiento instrumental suena interesante. Quizá por ello fuera versionada años después por Eric Clapton para su disco Pilgrim, aunque podía haber tomado otra canción como ‘2x2’ y quedarse exactamente igual que con la otra elección, es decir, sin nada que decir, aunque hay que reconocer que el piano de Elton John en esta última hace que valga la pena escucharla.
En resumen, el sabor que deja este álbum una vez escuchado es el de tristeza por comprobar cómo nuestro héroe ya no puede remontar el vuelo a estas alturas y a lo mejor que puede llegar es a facturar un disco pasable pero poco excitante. Quizá la clave sea fijarnos en que está dedicado a su nieta, pero envolverse de grandes músicos para grabar un disco infantil tampoco tendría mucho sentido, ¿verdad?.