DEEP PURPLE (2)
WHOOSH!
Año de publicación: 2020
Puntuación:
1) Throw My Bones; 2) Drop The Weapon; 3) We're All The Same In The Dark;
4) Nothing At All; 5) No Need To Shout; 6) Step By Step; 7) What The What;
8) The Long Way Round; 9) The Power Of The Moon; 10) Remission Possible;
11) Man Alive; 12) And The Address; [BONUS TRACK:] 13) Dancing In My Sleep.
Pues sí, Deep Purple volvieron a meterse en el estudio de grabación con nuevas composiciones originales y sin complejo alguno para ser una banda de rock duro de septuagenarios, si bien el término ‘rock duro’ ya ha quedado desnaturalizado por completo porque eso ya no les puede salir, como es obvio, con la naturalidad de cincuenta años antes. Estos señores ya se pueden dedicar sin problema a disfrutar de su oficio porque no van a inventar nada nuevo ni están para eso. Puede decirse que se aprecia libertad para que cada miembro se desenvuelva por libre con su estilo propio mientras no desvirtúe el conjunto de cada composición, de tal manera que en muchos momentos parece que Don Airey haya estado escuchando música del Clasicismo mozartiano y se haya limitado a tocar lo que se ha aprendido en ese terreno para sus solos de teclado. Lo curioso es que aparezca ya una canción como bonus track cuando justo se acaba de publicar el álbum, ‘Dancing In My Sleep’. ¿Quién ha decidido que era una canción adicional y en concepto de qué se añade? Tampoco hay que darle más vueltas porque será un truco de marketing y, aparte, es de lo peor del álbum.
Así pues, no es de extrañar que nos coloquen una canción comercial y pegadiza nada más comenzar, ‘Throw My Bones’, cuyo solo de guitarra al estilo de Brian May y los sintetizadores podrían hacerla pasar por una versión de algún tema de Queen de los ochenta. En este álbum las canciones se suceden con profesionalidad pero sin gancho y sin apenas nada que pueda permitirnos diferenciar unas de otras. Eso sí, de lo más atípico para lo que es el sonido asociado con Deep Purple es ‘Nothing At All’, tanto en la ambientación como sobre todo en el teclado y la guitarra de sonido tan barroco. A ello se le ha de sumar un potente y poderoso estribillo, así como un notable solo de guitarra, conformando así por sorpresa una de las pocas canciones de este disco que vale la pena escuchar repetidamente. Porque en muchos momentos las canciones parecen meras excusas para alardear de técnica instrumental, pero sin aportar melodías interesantes, o ni siquiera alguna melodía (‘Drop The Weapon’).
El apartado vocal de ‘Step By Step’ se acaba volviendo monótono y tan solo los breves incisos instrumentales le aportan vitalidad, que no los solos de teclado de Airey porque adquiere un protagonismo innecesario. De hecho, en la canción más larga del disco, ‘The Long Way Round’, se convierte en el líder del grupo pero el teclado es lo más flojo del conjunto. En casos así es cuando uno se acuerda todavía más de Jon Lord, porque es evidente que era un músico irreemplazable de todas maneras. Algo más incisiva resulta ‘No Need To Shout’, aunque introducen un piano de estilo boogie para atemperarla, como también se lanzan a un solvente boogie-rock en ‘What The What’. Como sorpresa final vuelven a tocar el instrumental que abría su álbum de debut, ‘And The Address’, y curiosamente es de lo que suena más fresco y mejor de todo el contenido de Whoosh!. También deja buena impresión el instrumental ‘Remission Possible’, que es como si le estuvieran diciendo a Gillan que quien sobra en la banda es él. Enlaza de manera reposada con la aparente balada ‘Man Alive’, una canción que se transforma en otro convencional rock una vez transcurrido su primer minuto.
No se ha de perder mucho tiempo con un disco que simplemente refleja el buen estado de ánimo de unos músicos longevos, de los que parece que quieren morir encima del escenario. Pero que estén animados no significa que puedan aportar algo atrayente y el único interés proviene de su experiencia y su poderío como músicos ejecutantes, tal como corresponde a un grupo de tanta solera. Quizá ellos mismos se dieron cuenta de ese potencial y por eso su siguiente lanzamiento, tan cercano cronológicamente, será un álbum íntegro de versiones.
TURNING TO CRIME
Año de publicación: 2021
Puntuación:
1) 7 And 7 Is; 2) Rockin' Pneumonia And The Boogie Woogie Flu; 3) Oh Well;
4) Jenny Take A Ride!; 5) Watching The River Flow; 6) Let The Good Times Roll;
7) Dixie Chicken; 8) Shapes Of Things; 9) The Battle Of New Orleans; 10) Lucifer;
11) White Room; 12) Caught In The Act (Going Down / Green Onions / Hot 'Lanta / Dazed And Confused / Gimme Some Lovin').
El título de este nuevo álbum de versiones parece una manera de pedir disculpas por si no estuvieran haciendo honor a esas versiones interpretadas. Incluso en la portada podemos ver la foto ya preparada para entrar en la cárcel por tan tremenda osadía. Y es que el humor y la camaradería parecen los impulsores de la gestación de este álbum, donde cabe mucha diversidad estilística sin que en muchos casos no haya más conexión con la banda que la predilección de algún miembro concreto por elegir una canción determinada. Todo ello explica la rapidez con la que publicaron este álbum tras el anterior Whoosh!. Es como si vieran que la oportunidad de grabar un disco así puede desvanecerse, por motivos lógicos de edad, y no tardaron nada en ponerse a ello, conservando a Bob Ezrin en la producción.
Debió haber tanta libertad para seleccionar títulos candidatos para versionar que hasta nos meten el tema de estilo big-band ‘Let The Good Times Roll’, liderado por los instrumentos de viento y alejado por completo de nada relacionado con el nombre de Deep Purple. Quienes hubieran pensado en su momento que ‘Anyone's Daughter’ no encajaba con la imagen del grupo, ni se preocuparían por eso tras escuchar algo como ‘Let The Good Times Roll’. En cualquier caso, queda claro que el grupo quiere pasarlo bien en el estudio y canciones como ‘Dixie Chicken’ o el folk de ‘The Battle Of New Orleans’ les vienen ideales. ‘Jenny Take A Ride!’ suena igual de antigua que la original, de la primera mitad de los sesenta y les sirve para sumergirse en un entretenido boogie-rock (aunque puede pasar fácilmente de entretenido a monótono) como el que a veces les daba por tocar en sus discos de los setenta, del cual tenemos otro ejemplo como ‘Rockin' Pneumonia And The Boogie Woogie Flu’. ‘Lucifer’ también parece que va a ser algo similar, pero conforme avanza va cobrando una mayor fuerza y no desentona con la última fase rockera de Deep Purple, incluyendo un solo de teclado muy típico de la banda y que hace recordar a Jon Lord.
Pero lo mejor llega cuando se ponen un poco más en serio con su trabajo. Pueden reproducir sin problema toda la carga de energía de ‘7 And 7 Is’ de Love, aunque el canto de Gillan decepciona porque se esperaría una mayor rudeza para que la canción no pierda la fuerza que sabía imprimir Arthur Lee. Pero claro, nadie puede compararse a una personalidad tan peculiar y perfilada como la de Lee. Como sí consiguen mejorar la composición original es añadiendo un estupendo solo de guitarra y otro de teclado que sirven para subrayar todo el poderío de este inolvidable tema. Es en los temas más potentes donde se espera con ansia una interpretación acorde a las altas capacidades de Deep Purple. En ‘Oh Well’ de Fleetwood Mac no fallan sus potentes acordes y luego los frenéticos solos de guitarra, añadiendo una emoción extra a los mágicos guitarrazos originales de Peter Green. Y bueno, una interpretación de ‘White Room’ siempre es bienvenida, aunque Gillan vuelve a decepcionar porque su voz suena mucho más floja que la de Jack Bruce cuando debería ser al contrario. Pero el apartado instrumental no defrauda y los músicos de Deep Purple hacen honor al trío de Cream.
Consiguen que ‘Shapes Of Things’ suene más psicodélica que la original de los Yardbirds, quienes se quedaron más en su vertiente pop-rock, mientras que la elección de una versión de Bob Dylan no podía haber sido más extraña porque eligen un oscuro single titulado ‘Watching The River Flow’, un blues que quedaba entre lo más discreto que grabara Dylan a principios de los setenta y que aquí no consigue mejorar esa definición. Gillan parece que intenta imitar un poco su manera de cantar, pero en conjunto es un tema de relleno que no se entiende por qué eligieron. Para el final del disco dejan un medley de varios temas bajo el título genérico de ‘Caught In The Act’, entre ellos una de las piezas que llevó a la celebridad a sus rivales en los orígenes del rock duro, Led Zeppelin. Nos referimos a ‘Dazed And Confused’. Es como un guiño tanto respetuoso como humorístico de unos músicos que se toman con alegría su trabajo y su reputación, algo que se deja traslucir en estas interpretaciones y que les sirve, en principio, para cerrar un círculo con su larga carrera.
RECOPILATORIOS
Año de publicación: 1980
DEEPEST PURPLE
Este recopilatorio fue originalmente editado en 1980, donde se recogía la etapa del grupo desde In Rock hasta Stormbringer. Para la reedición del 30º aniversario en 2010, se añadieron algunas canciones más, incluida ‘Hush’ de la primera época y ‘You Keep On Moving’ del Come Taste The Band, que en 1980 representaba el infame último álbum de estudio publicado con el nombre de Deep Purple. En general, esta recopilación está muy bien para los neófitos en la música de la banda, pues recoge extensamente su etapa dorada e incluye las únicas joyas que hubo posteriormente: ‘Burn’ y ‘Stormbringer’.
En la nueva reedición se incluye además un DVD con bastantes actuaciones en playback, que son básicamente todas hasta el Machine Head, momento a partir del cual comenzamos a escuchar en directo las canciones. Eso sí, los pocos vídeos musicales que hay son lamentables, como el de ‘Strange Kind Of Woman’. Una de las mayores curiosidades que encontré fue comprobar cómo en ‘Burn’ en realidad se alternaban cantando Coverdale y el bajista Hugues. Entre canción y canción aparecen extractos de una entrevista a Jon Lord hablando de cada una ellas, contando anécdotas y curiosidades, entre las que puede destacarse lo que sucedió cuando enviaron ‘Never Before’ a Estados Unidos como single pero allí les dijeron que el single iba a ser ‘Smoke On The Water’, para sorpresa de la banda entonces.
Año de publicación: 1998
PURPLEXED
Esta extraña recopilación recoge una selección de temas de los álbumes de estudio de los años noventa, desde Slaves And Masters hasta Purpendicular, más cuatro temas en directo de Come Hell Or High Water. Aunque recoge parte de lo más decente que puede encontrarse en esos álbumes de estudio (pero se deja por el camino ‘The Purpendicular Waltz’), el hecho de que se recojan también las versiones en directo de sus éxitos, pero de un disco en directo tan mediocre como el citado, hacen de este recopilatorio algo totalmente prescindible. Tan prescindible como la producción de Deep Purple de los noventa.
VÍDEOS
PERFECT STRANGERS LIVE
Año de publicación: 2013
Tal como reza el título, se trata de un concierto de la gira de presentación de Perfect Strangers, en 1984, concretamente en Australia. Recordemos que ese álbum había significado la reunión de la formación que llevó a Deep Purple a los más alto a principios de los setenta y en directo muestran un entusiasmo que, unido a la impecable técnica de los músicos, nos deja un concierto bien recomendable, mucho mejor de lo que cabría esperar ante un retorno en los ochenta. El repertorio, como cabe esperar, se basa en algunas canciones de su álbum más reciente y, sobre todo, en las canciones del período que estuvo junta esta formación.
La esencia es la misma que en el Made In Japan, es decir, que los temas se extienden libremente y todos los músicos tienen su momento de gloria, en especial Lord y Blackmore porque son los más técnicos y capacitados para tocar solos improvisados. Como era costumbre en él, Blackmore inserta varias tonadas conocidas en algunas canciones, incluida una proveniente de Jesucristo Superstar, cuya primera grabación original en LP contó con Gillan haciendo de Jesucristo. Gillan le sigue la broma cantando mientras Who do we think we are, una canción de Deep Purple que tampoco venía a cuento pero que demuestra la buena sintonía que había en el escenario. A Gillan también le vemos soltando alguna broma más, como cuando canta en ‘Black Night’ “I'm passed” en vez del consabido “I'm free”.
Da gusto ver tocar a Blackmore un melódico y relajado solo como introducción al Himno a la alegría de Beethoven. Todo lo contrario que ver tocar los bongós a Gillan durante el intermedio instrumental de ‘Child In Time’, cuando ni se aprecian estos bajo la apisonadora musical que montan sus compañeros. Pero bueno, algo lo tocaba hacer para no aburrirse. En cualquier caso, se trata de un estupendo concierto que sorprende porque no se podía esperar que el grupo sonara tan potente y convincente como en sus mejores años.