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THE ALLMAN BROTHERS BAND

2020

THE ALLMAN BROTHERS BAND

Año de publicación: 1969 

Puntuación:

1) Don't Want You No More; 2) It's Not My Cross To Bear; 3) Black Hearted Woman;

4) Trouble No More; 5) Every Hungry Woman; 6) Dreams; 7) Whipping Post.

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2020

Dentro de ese auge del rock sureño que surgió a partir de la aparición de The Band y la enésima transformación musical de Bob Dylan, uno de los pilares para la confirmación de ese movimiento fueron The Allman Brothers Band. Ellos aportaron un poderío sonoro impensable para cualquier concepto que se tenga sobre música de base tradicional, sustentado en una sección rítmica con dos baterías junto al teclado y la potente voz de Gregg Allman, así como la unión de guitarras de Dickey Betts y el excepcional y malogrado Duane Allman. Aunque ya desde el principio componían su propio material, todavía suenan aquí a la música de la cual toman sus influencias (también se incluyen un par de versiones), aportando ellos esa energía adicional que transformará la placidez del tradicionalismo en un torrente sonoro moderno y deslumbrante. Aparte, no se limitan a beber únicamente del blues y del country, sino que recogen otro tipo de influencias que enriquecen el sonido de este debut.

 

Comienzan aquí con una explosiva versión del tema ‘Don't Want You No More’ de The Spencer David Group (de cuando Steve Winwood ya se había ido para formar Traffic), que por momentos suena a fusión latina tipo Santana. Para que no haya ningún tipo de confusión sobre sus orígenes musicales, nos dejan su homenaje al gran Muddy Waters mediante una afilada versión de ‘Trouble No More’. La buena impresión inicial que deja la guitarra colocada en primer plano durante la introducción de ‘It's Not My Cross To Bear’ queda luego diluida al desarrollarse como un vulgar blues, ideado quizá para mostrar la capacidad como vocalista de Gregg Allman. Los subidones eléctricos que asoman en algunos momentos evitan que caiga en el aburrimiento, pero es lo más flojo de este álbum. En ese sentido, algo tosca y forzada resulta ‘Every Hungry Woman’, pero solo con la energía que transmiten ya consiguen obviar la falta de una originalidad que únicamente se deja traslucir en la singular introducción de guitarra.

 

En ‘Black Hearted Woman’ demuestran que saben llevar el blues a su máxima expresión de energía, con una cierta similitud a los Creedence Clearwater Revival en mejor forma y más enfilados hacia este género. En cualquier caso, lo mejor que podemos escuchar a lo largo de este álbum de manera un tanto difuminada lo encontramos de forma concentrada justo al final con la conocida ‘Whipping Post’, una pieza de perfecta construcción a la cual no se le puede encontrar objeción alguna, pues además contiene una de las mejores interpretaciones vocales de Gregg Allman. A Frank Zappa le gustó tanto la composición que la solía interpretar en directo. Los solos de la guitarra solista son espectaculares y la manera en la que se ensambla con la segunda guitarra es ejemplar. En cuanto a ‘Dreams’, podría pasar por una versión psicodélica y más contemplativa de ‘Whipping Post’, aunque emplear el adjetivo psicodélico pueda sonar surrealista para los Allman Brothers Band.

 

Se trata por tanto del recomendable debut de un grupo que desde el principio demostraba estar por encima de la media dentro del rock sureño. De momento, su fuerza radicaba más en la interpretación que en la composición, pero la genialidad de ‘Whipping Post’ auguraba un futuro prometedor si existía la progresión necesaria. Y afortunadamente la habrá.

IDLEWILD SOUTH

Año de publicación: 1970 

Puntuación:

1) Revival; 2) Don't Keep Me Wonderin'; 3) Midnight Rider;

4) In Memory Of Elizabeth Reed; 5) Hoochie Coochie Man; 6) Please Call Home;

7) Leave My Blues At Home.

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Cuando ya se le empezaba a coger el punto a Duane Allman y descubrir su deslumbrante técnica es casi cuando nos dejó, porque en Eat A Peach solo le dará tiempo a participar en unos pocos temas. En este segundo álbum, el grupo se deja de experimentos y se centra más en perfeccionar su energización de la música norteamericana de raíces, sin que por ello dejen de sonar más o menos diversos (rock, blues, góspel, country), consiguiendo en todo caso focalizar su atención en la vertiente artística por la cual han acabado pasando a la historia. Los músicos siguen siendo los mismos y por ello la experiencia ayudaba a que pudieran evolucionar positivamente, si bien todavía no consiguen el salto cualitativo necesario para que puedan mejorar ostensiblemente lo demostrado en su debut.

 

El tema más conocido de este álbum y que toma el testigo de ‘Whipping Post’ pero en un tono completamente opuesto es ‘In Memory Of Elizabeth Reed’. En primera instancia, este instrumental puede parecer un tema de Santana por su percusión algo evocadora de ritmos latinos, pero la atmósfera envolvente y algo sombría la diferencia notablemente de la música de fusión latino. Así mismo, el cambio de ritmo que llega a los dos minutos lo lleva directamente a territorio de los Allman Brothers, en el cual nos deleitan con el dueto de guitarras de Duane Allman y Dickey Betts, este último además el compositor. Afortunadamente, aquí podemos encontrar otra canción de excelente nivel pero esta vez con apartado vocal. Uno de los motivos por los que los Allman Brothers han trascendido más allá de la música de raíces es la pegadiza pieza de pop-rock ‘Midnight Rider’, de soberbias melodías vocales sazonadas con un acompañamiento instrumental impecable repleto de irresistibles toques melódicos.

 

La versión de ‘Hoochie Coochie Man’ parece que la hayan querido transfundir con ‘Whipping Post’ para dotarla de una fiereza extra que sale reforzada con la poderosa sección rítmica de este grupo; solo por eso ya vale la pena escucharla. Como curiosidad, en ella canta el bajista Oakley, que no lo hace mal aunque no llegue al elevado nivel de Gregg Allman. Bueno, elevado cuando está en forma, porque la voz de Gregg en ‘Leave My Blues At Home’ deja mucho que desear, aparte de que la canción en sí suena bastante convencional y el único riff de guitarra reconocible que puede escucharse no es muy inspirado. La única alegría es que, cuando parece que van a meternos un solo de batería, vuelve a entrar el resto de instrumentos.

 

Respecto al tema que abre el disco, la recta final en clave de góspel de ‘Revival’ quizá se alargue demasiado, pero el resto del tema, por cierto escrito por Betts, es muy entretenido por el cambio de ritmo que acontece tras la introducción y luego también por la jovial primera parte cantada. A continuación, ‘Don't Keep Me Wonderin'’ principalmente se salva de ser un blues-rock de relleno por su excelente parte instrumental que brilla sobre todo en los cambios de acordes tras los finales de estrofa. Por otro lado, ‘Please Call Home’ es una balada-rock al estilo sureño que se acopla a los ingredientes canónicos de lo que podemos esperar en un tema así. Estos momentos más mediocres son los que impiden proclamar abiertamente a Idlewild South como un adelanto respecto al debut, pero era evidente la mejora conseguida y cabía albergar esperanzas de que fuera mejorando la habilidad compositiva para elevarse todavía más por encima de los convencionalismos del género.

AT FILLMORE EAST

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

CD I: 1) Statesboro Blues; 2) Trouble No More; 3) Don't Keep Me Wonderin';

4) In Memory Of Elizabeth Reed; 5) One Way Out; 6) Done Somebody Wrong;

7) Stormy Monday; 8) You Don't Love Me.

CD II: 1) Hot 'Lanta; 2) Whipping Post; 3) Mountain Jam; 4) Drunken Hearted Boy.

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La consagración de los Allman Brothers como la gran banda de rock sureño que ha pasado a la historia se confirmó mediante este doble álbum en directo que años después ampliará su contenido en la era digital. El doble LP original contenía en total siete temas interpretados, aquí ampliados a doce, lo cual avisa de la extensa duración de la mayoría de ellos. La edición que pasamos a comentar es la de 1992, titulada entonces como The Fillmore Concerts y que incluía las piezas que aparecerían en Eat A Peach junto a unas pocas novedades más. Tomado en conjunto, puede decepcionar un poco que más de la mitad del repertorio incluido sean versiones, pero tampoco podríamos esperar mucha mejora en ese aspecto por tratarse de una banda en sus inicios y porque no esconden las fuentes de inspiración de las que se nutren. Lo importante es que los Allman Brothers demuestran su poderío en directo y hacen honor a la leyenda de sus actuaciones en directo.

 

Así pues, para un grupo cuyas interpretaciones en directo ya eran legendarias, resulta emocionante constatar cómo consiguen engrandecer algunos temas que en el estudio quedaban algo más profesionales, como es el caso de ‘Trouble No More’ de Muddy Waters. No menos importante es que consigan llegar a la excelencia de nuevo con ‘In Memory Of Elizabeth Reed’, que sigue siendo igual de evocadora y atrayente. Entre las novedades no encontraremos apenas composiciones originales y los dos únicos temas escritos por ellos son más bien improvisaciones de las que salen bien airosos por su espléndida técnica y compenetración. El comienzo del instrumental ‘Hot 'Lanta’ nos hace pensar en una reescritura de ‘Whipping Post’, pero su notable desarrollo posterior descarta cualquier similitud más allá de la introducción, pues nos regala otro espectacular duelo de guitarras. El súmmum de las improvisaciones llega con la monstruosa ‘Mountain Jam’ que sobrepasa la media hora de duración y por ello es inevitable encontrar un solo de batería, que se alarga por unos nueve minutos. Para quien logre soportarlo, conseguirá como regalo la conmovedora parte que comienza sobre los 22 minutos y llega casi hasta el final, cortesía de la espectacular guitarra de Duane, quien extrae emoción de donde ya no parecía posible sacar nada destacable. Esta parte por sí sola ya justifica la inclusión de ‘Mountain Jam’, pues de otra manera hubiera sido una mera improvisación de relleno, de las que disfrutan los músicos pero no necesariamente el público. Como curiosidad, está inspirada en una canción de Donovan titulada ‘There Is A Mountain’, un single de 1967.

 

No podían faltar las consabidas versiones de blues además de las ya conocidas por los álbumes previos. Entre las nuevas encontramos una extensa interpretación de diez minutos de ‘Stormy Monday’, canción original del mítico T-Bone Walker que los Allman Brothers acabaron haciendo suya gracias a los relevos que se van dando sus diferentes miembros para saciar sus ansias de acaparar solos instrumentales. Por si esto no fuera poco, casi veinte minutos dedican a la versión de ‘You Don't Love Me’, el único tema conocido del bluesman Willie Cobbs, donde vuelven a demostrar que sabían aunar a la perfección la tradición con el espíritu más salvaje del rock. A destacar cómo Duane se queda absolutamente solo sobre los catorce minutos (a los siete minutos debe ser Betts) para dejar una impecable demostración técnica. No debemos olvidar la primera de las canciones, una versión de ‘Statesboro Blues’, pues este agradable tema será recurrente en las actuaciones del grupo a lo largo de su dilatada carrera.

 

A pesar de todo lo que he escrito hasta ahora, hay una manera rápida de hacerse una idea de lo que significan los Allman Brothers en directo. Para baremar la aceptación que cualquier persona que se acerque por primera vez a este álbum puede tener, quizá sea buena idea escuchar ‘Whipping Post’. En ella se puede comprobar cómo el desarrollo instrumental que lleva a sobrepasar los veinte minutos de duración nos obliga a tolerar pasajes difusos que no conducen a ningún lugar. No obstante, nos regala a cambio momentos de deslumbrante belleza musical como el solo de guitarra lírico que podemos disfrutar sobre los 13:30 minutos y que antecede al retorno del fiero ritmo principal. Así, pues, se convierte en un asunto deliberadamente personal valorar si son las improvisaciones vacuas las que no permiten considerar este álbum como una obra maestra o, por el contrario, son sus grandes momentos musicales los que obligan a perdonar/olvidar aquellos más aburridos. Yo soy de la primera opinión y por tanto le sobrarían pasajes varios (que se corresponden a muchos minutos) para que las interpretaciones pudieran brillar de verdad. Esto no es como una pieza de música clásica extensa, donde pasajes más tediosos tienen un propósito que suele proporcionar sentido a su estructura, sino que aquí asistimos a improvisaciones que dependen directamente de la inspiración del músico. Y eso ya no es para todos los públicos.

EAT A PEACH

Año de publicación: 1972 

Puntuación:

CD I: 1) Ain't Wasting Time No More; 2) Les Brers In A Minor; 3) Melissa;

4) Mountain Jam; 5) One Way Out; 6) Trouble No More; 7) Stand Back;

8) Blue Sky; 9) Little Martha.

CD II: 1) Statesboro Blues; 2) Don't Keep Me Wonderin'; 3) Done Somebody Wrong; 4) One Way Out; 5) In Memory Of Elizabeth Reed; 6) Midnight Rider; 7) Hot 'Lanta;

8) Whipping Post; 9) You Don't Love Me.

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Tristemente llegamos aquí a la primera tragedia que golpeó a esta banda: la muerte en accidente de motocicleta de Duane Allman, el verdadero valedor de la idiosincrasia musical de estos chicos. Sin su guitarra nada podía volver a ser lo mismo y el futuro parecía quedar en el aire, pero aquí los restantes Allman Brothers (donde lo de “Brothers” cambiaba por completo su sentido) demostrarían que tenían un camino artístico bien definido que podían seguir recorriendo aunque les faltara un miembro tan esencial. En cualquier caso, el Eat A Peach original (aquí ampliado con un segundo disco en directo) recogía tan solo seis composiciones nuevas de estudio junto a tres temas recogidos de los conciertos en el Fillmore East, dos de ellos (los sombreados en gris) actualmente disponibles en la reedición de At Fillmore East.

 

Como si fuera una declaración de intenciones, los temas sin Duane son los tres primeros que encontramos, de tal manera que puede contraponerse fácilmente el sonido del grupo en función de su presencia en los siguientes. Sin embargo, la madurez en el sonido de ‘Ain't Wasting Time No More’ es la mejor carta de presentación para este álbum y la confirmación de que el grupo podía continuar, pues aparte posee una parte vocal con gancho donde Gregg Allman demuestra lo buen cantante en que se estaba convirtiendo con el transcurso de los años. Si tenemos paciencia con la extensísima introducción de ‘Les Brers In A Minor’, que raya en las disonancias, nos asombrará luego en un terreno que recuerda a Santana. No es hasta casi los cuatro minutos que comienza lo verdaderamente bueno gracias a una sensacional guitarra que coloca en primer plano una muy elaborada melodía, de las que elevan este instrumento a los altares, por lo cual Dickey Betts puede decirse que se consagra, puesto que también es su compositor. Para tomar un poco de aire, la sección rítmica suena relajada en la balada ‘Melissa’ de Gregg, que está embellecida por completo con los punteos de guitarra de Betts.

 

Los tres temas de estudio restantes son los que cuentan con la guitarra de Duane Allman aparte de la de Betts. ‘Stand Back’ es una pieza que emula el blues-rock clásico en el estilo más típico de la banda, con el buen gusto que suelen atesorar. Aunque su comienzo no permite albergar muchas más esperanzas de ser algo más que un agradable tema de country-rock, lo cierto es que ‘Blue Sky’ consigue captar el mayor interés a partir de su extenso solo de guitarra que ocupa más de la mitad de la duración total. Es la precursora del futuro éxito ‘Ramblin' Man’. Después de tanto frenesí eléctrico que recorre el álbum, es una sabia decisión dejar para el final una alegre y delicada pieza instrumental acústica como ‘Little Martha’, donde Duane demuestra que también sabe dotar de gran expresividad a la guitarra en este formato.

 

De un concierto en el Fillmore East pero de diferente fecha a lo incluido en el álbum precedente, volvemos a encontrar aquí una afilada versión del tema de blues ‘One Way Out’, convertida en directo en todo un festival de guitarra de blues-rock, más próximo incluso al rock. El segundo disco de esta reedición en CD recoge grabaciones de un concierto de junio, también en el Fillmore East, pero su contenido es prácticamente equivalente a lo ya conocido en el álbum previo. Tan solo encontraremos ‘Midnight Rider’ como novedad, pero esta suena mejor en su equivalente de estudio. De todas maneras, podemos volver a deleitarnos con una soberbia interpretación de ‘In Memory Of Elizabeth Reed’, lo cual ya es un buen motivo para escucharla.

 

La emoción y la nostalgia por Duane Allman quizá motiven que se ensalce este álbum excesivamente si nos atenemos a que las composiciones de estudio todavía no han sufrido el salto cualitativo necesario para elevar a los Allman Brothers de nivel. Aparte, la existencia de álbumes que recogen los conciertos en el Fillmore East, vuelven superfluos los temas en directo aquí contenidos, de tal manera que es poco material nuevo el que estamos valorando y de un nivel bueno pero tampoco de excelencia, salvo en el caso de ‘Les Brers In A Minor’, este último toda una reivindicación artística. Así pues, la gran obra de The Allman Brothers Band será el siguiente álbum, paradójicamente ya despojados de toda participación del malogrado Duane.

BROTHERS AND SISTERS

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

1) Wasted Words; 2) Ramblin' Man; 3) Come And Go Blues; 4) Jelly Jelly; 5) Southbound; 6) Jessica; 7) Pony Boy.

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Las desgracias supremas no se acababan para el grupo y en medio de la grabación murió el bajista Berry Oakley, también por un accidente de motocicleta como Duane Allman un año antes. Llegó a tocar en las dos primeras canciones del álbum y afortunadamente fue sucedido por otro gran bajista como demuestra ser Lamar Williams. Sobrepuestos a la ausencia de Duane, Dickey Betts se erige como nuevo líder y no solamente porque la guitarra se consolida como instrumento principal y esencial del grupo, dejando al órgano en un segundo plano, sino sobre todo porque se destapa como autor de cuatro de los siete temas del álbum, superando a quien había sido el compositor mayoritario hasta ese momento, Gregg Allman, quien escribe los tres restantes. El ocaso de Gregg es mayor si cabe con la incorporación del pianista Chuck Leavell, el mismo que se convertiría en miembro no oficial de los Rolling Stones a partir de los ochenta y que aquí se convierte en miembro destacado desde el principio. En cualquier caso, no parecía haber ningún tipo de rivalidad en todo ello o al menos eso es lo que transmite la foto conjunta que puede verse en la contraportada, con todos los músicos y sus familiares más cercanos.

 

Nuevamente un tema instrumental con nombre de mujer vuelve a ser uno de los mejores del álbum y de la carrera del grupo. Tomando el testigo de anteriores piezas instrumentales memorables, aquí nos regalan ‘Jessica’, toda una experiencia sonora para disfrutar gracias a una estructura musical que reparte diversas secciones perfectamente enlazadas con su característica melodía como leitmotiv. Un verdadero paraíso musical del que se van descubriendo nuevos detalles con el tiempo. No se queda atrás ‘Ramblin' Man’, pues puede que sea la canción más pegadiza de toda la discografía de esta banda. Su parte vocal transmite alegría total y si a eso le sumamos los brillantes solos de guitarra que nos deja Betts (quien también actúa de vocalista principal), además de contar con un segundo guitarrista para la ocasión, nos queda una sensacional canción de rock sureño de las que traspasan fronteras musicales. Es precisamente Betts el compositor de ambos temas, como también del último (‘Pony Boy’), demostrando su instinto melódico y su habilidad para crear melodías con gancho. ‘Pony Boy’ es la canción que suena más tradicional de todas por el particular sonido del dobro, pero aparte de lo pegadiza que resulta, tiene ese encanto especial que transmite la autenticidad y es lo que probablemente habían intentado conseguir los Led Zeppelin con su ‘Bron-Y-Aur Stomp’ unos años antes.

 

El comienzo del álbum no está nada mal tampoco, pues ‘Wasted Words’ capta la atención enseguida con su dinámico ritmo, aunque la parte vocal no es tan brillante como en otras ocasiones. Los acordes de guitarra que suenan cuando cantan “Your wasted words already been heard” seguro que gustaron mucho a David Byrne porque los Talking Heads hicieron cosas similares. No porque esos acordes sean un descubrimiento, sino porque en ese momento resultan imprevisibles si seguimos la canción pensando en la estructura canónica del blues-rock, siendo la imprevisibilidad otra de las fortalezas de los futuros Talking Heads. Esa es la grandeza de The Allman Brothers Band, que su música era tan fabulosa que trascendía estilos y proporcionaba ideas a toda clase de músicos. Esos acordes más o menos los repiten cuando llega el notable estribillo de ‘Come And Go Blues’ (el compositor de ambos temas es Gregg), cuyo ritmo como atascado del comienzo tiene su gracia, pero lo mejor es su estupendo intermedio instrumental, pues los músicos brillan como la gran banda que son.

 

No podía faltar un tema de blues más puro y aquí tenemos ‘Jelly Jelly’, que al principio parece que va a ser un tostón, pero si tenemos paciencia podremos degustar unos impecables solos de guitarra al mejor nivel que podía ofrecer, por ejemplo, Eric Clapton. Por otro lado, el apartado vocal en ‘Southbound’ es menos vistoso, pero instrumentalmente es una verdadera delicia gracias a su fabuloso estribillo instrumental. El solo de piano que llega en la segunda mitad nos deja con ganas de algo más, pero con los dos extraordinarios solos de guitarra que encontramos a cambio en esta canción, ya nos podemos quedar bien conformes.

 

Cuando llegamos al final de este álbum tenemos esa sensación mágica que nos transmiten las mejores obras de The Band, esto es, que hemos asistido a una sesión de música de raíces tradicionales pero mucho más avanzada de lo que cualquier otro grupo o artista podía llegar a conseguir. Es quizá el mejor homenaje que podían hacerle a los “hermanos” ausentes, pues si unimos la inspiración a la hora de componer, las habilidades técnicas de los músicos, el entusiasmo que tenían por seguir demostrando que eran los mejores y la camaradería existente, el resultado no podía ser otro que obtener una obra maestra del rock sureño.

WIN, LOSE OR DRAW

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

1) Can't Lose What You Never Had; 2) Just Another Love Song; 3) Nevertheless;

4) Win, Lose Or Draw; 5) Louisia­na Lou And Three Card Monty John; 6) High Falls;

7) Sweet Mama.

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Tras grabar su mejor álbum y haber sufrido la pérdida traumática de dos compañeros, podría pensarse que la unión dentro del grupo era máxima. Pero no, todo lo contrario, lo que había llegado a un nivel máximo era la tensión personal entre los miembros. Esto llevó tanto a Gregg Allman como a Dickey Betts a debutar en 1974 con sus respectivas carreras en solitario, preludio de la ruptura que vendría después. Puede leerse mucha información sobre las caóticas sesiones de grabación, donde los músicos incluso llegaban a grabar por separado, todo un sacrilegio tratándose de los Allman Brothers Band. La portada con unas sillas vacías no podía ser más descriptiva de lo que se vivía en el seno de la banda.

 

Todo esto puede llevar a pensar que el nuevo álbum será un mero cumplimiento de contrato abocado al fracaso, reflejando esa mala relación entre los músicos. Sin embargo, nada de eso puede colegirse del contenido. El comienzo no puede ser mejor con una electrizante versión de un tema de Muddy Waters titulado ‘Can't Lose What You Never Had’, donde el grupo hace suyo el tema. La voz de Gregg suena poderosa y expresiva con en sus mejores momentos, la amenazante guitarra de Dickey coprotagoniza el tema con otra demostración de emoción con las seis cuerdas y la sección rítmica crea un acompañamiento sólido y diverso, conformando lo que es el mejor tema de todo el disco. Volvemos a encontrar una extensa pieza instrumental, ‘High Falls’, que domina el álbum con sus casi quince minutos de duración. Tras unos preliminares ambientales, cerca de los dos minutos un marcado ritmo complejo del bajo nos anuncia la entrada de una reconocible melodía de guitarra, que puede tomarse como heredera de ‘Jessica’. Luego podemos disfrutar de un elaborado desarrollo donde brillan igualmente el teclado y la guitarra, como si todo fuera igual de bien que siempre.

 

En general se aprecia una dedicación que no es acorde a lo que cabría esperar de los compositores principales en esta situación, pues perfectamente podrían guardarse sus mejores composiciones para sus respectivas carreras en solitario. Sin embargo, ‘Just Another Love Song’ es una agradable balada sureña cantada con la cálida voz de Betts, bien adornada con su impecable trabajo de guitarra. Gregg le hace la competencia con la canción que le da título al álbum, una balada más lacrimógena cuyo resultado viene realzado precisamente por el acompañamiento instrumental y la guitarra de Betts, aunque también está bien logrado el desarrollo donde se llega al clímax en la recta final. También hay lugar para la variedad y por ello se introducen en el funk en ‘Nevertheless’, pero desde una perspectiva sureña que no desvirtúa el sonido del grupo. Lo único que encontraremos más discreto en este álbum, sin que sea flojo, son los dos temas que no hemos citado todavía. Por un lado, ‘Louisia­na Lou And Three Card Monty John’ es más distendida y convencional, mientras que para el final dejan el blues de ‘Sweet Mama’, una versión para cumplir el trámite.

 

Tras la grabación de este denostado álbum inevitablemente se disolvió el grupo. Si no tocaban juntos en el estudio, resultaba imposible que salieran siquiera de gira para presentarlo. Los miembros del grupo incluso le han dado mala publicidad desde entonces, pero escuchando con detenimiento el álbum no se aprecia que sea la calamidad con la que se retrata habitualmente. La versión de Muddy Waters es espectacular y el resto del contenido mantiene en general un buen nivel, acorde a lo que habían demostrado en los años previos, aunque dependerá de la tolerancia de cada un@ a ‘High Falls’ lo que determinará el aprecio hacia este disco. En Brothers And Sisters habían brillado mucho más, pero esta despedida (provisional) es bien digna y recomendable.

WIPE THE WINDOWS, CHECK THE OIL, DOLLAR GAS

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

1) Introduction; 2) Wasted Words; 3) Southbound; 4) Ramblin' Man;

5) In Memory Of Elizabeth Reed; 6) Ain't Wastin' Time No More;

7) Come And Go Blues; 8) Can't Lose What You Never Had;

9) Don't Want You No More; 10) It's Not My Cross To Bear; 11) Jessica.

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Cuando ya los Allman Brothers no existían como grupo salió publicado este álbum en directo (doble LP en su momento, que estos chicos lo hacían todo a lo grande) que recoge actuaciones diversas de los años post-Duane, es decir, de 1972 a 1975. El repertorio elegido abarca todos los álbumes publicados hasta la fecha, dejando una panorámica de lo que había cambiado el sonido del grupo con la pérdida de su guitarrista estrella. Los cinco primeros cortes están grabados en el Winterland de San Francisco, de ahí que podemos escuchar la introducción a cargo del mítico promotor Bill Graham. Este concierto es de septiembre de 1973 y por ello las fechas de los siguientes son similares, pero los cuatro últimos temas ya pertenecen a actuaciones de octubre de 1975 y así podemos encontrar uno perteneciente al reciente Win, Lose Or Draw.

 

Resulta inevitable no comparar este álbum con lo que habían publicado previamente en directo, con Duane Allman todavía en el grupo. Tampoco puede achacarse todo a esta falta, pero es evidente que una sola guitarra, por mucho que Betts sea un inmenso músico, no puede suplir las dos que había en los primeros años y mucho menos cuando una de ellas era la de Duane. Ni siquiera cuenta cuando Gregg Allman se deja el teclado y se coloca de segunda guitarra, pues a él su habilidad solo le llega para cumplir el trámite. En cualquier caso, la única objeción que se le puede poner a este álbum, que es un problema importante también, es la falta de pasión que demuestran en las interpretaciones. En At Fillmore East se palpaba toda la emoción que desprendían las interpretaciones, una emoción aquí ausente. Por ejemplo, si nos fijamos en una de las canciones estrella de Brothers And Sisters, observamos que ‘Ramblin' Man’ suena más descafeinada en directo, tanto por el apartado vocal como por el solo de Betts, que suena más profesional que emotivo.

 

De manera análoga, se aprecia como una cierta relajación en algunos momentos de ‘In Memory Of Elizabeth Reed’, como si el entusiasmo se hubiera apagado. Afortunadamente, son tan buenos músicos que nunca llegan a aburrir en las piezas de extensa ejecución, así que puede seguir escuchándose también con agrado ‘Jessica’, la cual en realidad no se extiende mucho en comparación con la versión de estudio. Hasta Gregg suena algo perezoso cantando ‘Ain't Wasting Time No More’ en comparación con el equivalente de estudio. O también si lo comparamos con ‘Come And Go Blues’, donde en el estribillo sí deja traslucir la emoción de la voz al cantar, como también la guitarra de Betts se muestra más humana de lo que refleja en general este álbum. Aunque el mejor momento de lucimiento de este último es en ‘Can't Lose What You Never Had’ de Muddy Waters, la mejor canción de su álbum de estudio más reciente y puede que también la mejor de este en directo.

 

En cualquier caso, siguen siendo los Allman Brothers y este disco se deja escuchar con atención y agrado, alejado también de los excesos en que caían cuando tenían ganas de improvisar. Eso sí, podrían haberse ahorrado el blues lento de ‘It's Not My Cross To Bear’, teniendo otras opciones para elegir. Con la gran cantidad de conciertos que pueden encontrarse de los Allman Brothers (aunque no era así en 1976), no es necesario detenerse en este álbum porque no es precisamente imprescindible. No defraudará a nadie pero tampoco representa el potencial de una banda que justamente se volvió legendaria por sus actuaciones en directo. En su momento poseía la carga emocional de ser el último álbum de The Allman Brothers Band debido a su disolución, pero el tiempo le acabará desposeyendo de esa cualidad.

ENLIGHTENED ROGUES

Año de publicación: 1979 

Puntuación:

1) Crazy Love; 2) Can't Take It With You; 3) Pegasus; 4) Need Your Love So Bad;

5) Blind Love; 6) Try It One More Time; 7) Just Ain't Easy; 8) Sail Away.

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Puesto que la disolución de The Allman Brothers Band unos años antes fue debida a disputas personales, se descarta totalmente que esta nueva reunión estuviera motivada por la nostalgia, si bien la sucesión de tres álbumes consecutivos que grabarán denota que se tomaron el retorno con seriedad y convicción. Las carreras por separado de los dos líderes (Gregg Allman y Dickey Betts) habían sido sendos fracasos comerciales, de tal manera que se convertía en una necesidad volver a grabar como grupo para obtener notoriedad. Destaca la adición de un segundo guitarrista para acompañar a Betts, quien no quedaría muy satisfecho con el apaño que supuso en su momento colocar a Gregg como guitarra rítmica. Esto significa también que el teclista Leavell no volvió, pues Gregg volvió a quedarse sentadito delante de sus teclados. Respecto al contenido musical de este nuevo álbum, ¿qué se podía esperar? Obviamente para experimentos no estaban y lo que probablemente pensaron como mejor opción era volver la vista a Brothers And Sisters, tanto por su calidad como por la camaradería que todavía existía entre los miembros del grupo.

 

En cualquier caso, nadie podría esperar encontrar aquí una obra maestra. En todo caso, existe un aliciente con la existencia de dos guitarristas propiamente dichos, pero tampoco encontraremos muchos momentos de lucimiento. Comienza el disco con una canción animada pero para nada relevante, pues ‘Crazy Love’ es una convencional mezcla de blues y góspel que queda vistosa por los coros femeninos de Bonnie Bramlett, pero no es lo que esperamos escuchar en un retorno de los Allman Brothers. En cambio, el comienzo de ‘Can't Take It With You’ parece más bien de una canción de John Lee Hooker, pero es uno de los mejores temas del álbum porque transmite algo de la garra de la banda en su mejor época y la guitarra de Betts, su autor, suena con la apabullante energía de siempre. O sea, entendiendo que es Betts quien toca las partes más destacadas. Observamos también que ‘Pegasus’ pretende ser la nueva ‘Jessica’ y lo único que le faltaría para lograrlo serían algunas melodías más memorables, pues por lo demás sigue siendo un impecable instrumental con notables pasajes que muestran la expresividad de Betts con la guitarra.

 

Como nunca puede faltar el blues en un álbum de The Allman Brothers Band, aquí encontramos dos canciones en ese estilo que además son sendas versiones: ‘Need Your Love So Bad’ y ‘Blind Love’ (esta última con unos poco convincentes aullidos de Gregg, que lo suyo no es hacer de Robert Plant. La recta final del álbum es igualmente lo más típico que podemos esperar de una música de este tipo. El tipo de rock sureño accesible y exquisito que se asocia con este grupo lo encontramos también en ‘Try It One More Time’, donde no falta un destacado solo de guitarra, de los mejores de este disco. ‘Sail Away’ es una balada que puede resultar soporífera y, aun teniendo una ejecución impecable desde un punto de vista técnico, ‘Just Ain't Easy’ no deja de sonar a la típica balada de rock sureño, por lo que ya es suficientemente loable que no llegue a aburrir durante sus seis minutos de duración.

 

En resumen, este álbum puede tomarse como la continuación estilística de Brothers And Sisters, pero sin la frescura ni brillantez que aquel poseía. Como si hubieran reunido descartes o simplemente que ya no estaban en el estado de creatividad que les pudiera permitir crear algo a la altura del prestigio adquirido por la banda en sus mejores años. Los dos próximos álbumes antes de la nueva disolución del grupo probarán que este proyecto ya estaba muerto de antemano y les colocaba en el mismo nivel que cualquier grupo de rock sureño con buenos músicos, que son la gran mayoría. El abrumador sonido que conseguían hace años y que les elevó al olimpo musical junto a algunas excelentes composiciones, aquí tan solo hacen un acto de presencia puntual y esos momentos son también los que salvan este álbum de caer en la mediocridad, lo cual no podrán evitar en los siguientes años.

2021

REACH FOR THE SKY

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

1) Hell And High Water; 2) Mystery Woman; 3) From The Madness Of The West;

4) I Got A Right To Be Wrong; 5) Angeline; 6) Famous Last Words;

7) Keep On Keepin' On; 8) So Long.

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2021

Tan solo un año después de su retorno volvían con un nuevo álbum y esa rapidez se entiende muy rápido cuando lo escuchamos con detenimiento (o incluso sin él). La frescura y el ímpetu iniciales ya se han desvanecido y aquí escuchamos a unos músicos sin rumbo, desorientados de tal manera que su improvisada brújula resulta ser la consabida mirada atrás que todo artista sin recursos necesita hacer para poder proseguir con su vida artística.

 

Así pues, el sonido de ‘Hell And High Water’ nos transporta directamente a la época de Brothers And Sisters (cómo no), si bien suena a reescritura menor de ‘Ramblin' Man’, lo cual le resta muchos puntos. De manera análoga, la pieza instrumental ‘From The Madness Of The West’ es la nueva ‘Jessica’, así que no presenta interés alguno salvo en el último tercio, cuando la guitarra de Betts consigue emocionar con honestidad y sin necesidad de mirar atrás. En cualquier caso, son solo momentos puntuales que no consiguen que ningún tema vaya más allá de lo pasable o, como ‘Angeline’ o ‘Famous Last Words’, que se limiten a incidir en el estilo ya desarrollado por el grupo. Así que de poco sirve volver a emplear un nombre femenino como título porque eso también está muy visto en este grupo.

 

Si no fuera por la potente sección rítmica, casi que el aburrido blues de ‘Mystery Woman’ podría quedar directamente en el olvido, igual que el relleno vulgar de ‘I Got A Right To Be Wrong’. Donde ya parecen una parodia de sí mismos, sin ganas y sin convicción es en ‘Keep On Keepin' On’, cuyo estribillo forzado e incluso cacofónico es una mancha en la carrera del grupo. La final ‘So Long’, escrita por Gregg Allman junto al nuevo segundo guitarrista del grupo, deja al menos una buena sensación al variar su convencional comienzo de blues y cambiarlo por un desarrollo más rítmico y de mayor originalidad, o cuando menos con más personalidad, si es que no confundimos esta con el hecho de repetirse a sí mismos, que es la mayor objeción que se le puede hacer a este álbum.

 

Como suele decirse, bien vale la pena una retirada a tiempo, pero los Allman Brothers mostrarán esa terquedad que se asocia siempre a la mentalidad sureña (esto es, conservadora y tradicionalista) que les llevará a grabar un tercer álbum más antes de la obligada nueva separación que ya se veía venir. En directo siempre tendrán su público, pero era evidente que en el estudio estaban bien muertos.

BROTHERS OF THE ROAD

Año de publicación: 1981 

Puntuación:

1) Brothers Of The Road; 2) Leavin'; 3) Straight From The Heart; 4) The Heat Is On;

5) Maybe We Can Go Back To Yesterday; 6) The Judgement; 7) Two Rights;

8) Never Knew How Much (I Needed You); 9) Things You Used To Do; 10) I Beg Of You.

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La luctuosa travesía de tres años tras el innecesario retorno acaecido no mucho antes llega aquí a su predecible final. En Reach For The Sky ya habían dejado claro que artísticamente no tenían nada que ofrecer, tan solo seguir satisfaciendo las necesidades de los fans acérrimos. Quizá las pretensiones fueran mucho mayores en ese momento, puesto que aquí aumenta el número de músicos participantes, aunque instrumentos como el violín o el saxofón no parecen encajar con el perfil de rock sureño que desarrollaban estos tipos. En cualquier caso, si pretendían obtener algo novedoso, el resultado es todo lo contrario.

 

Afortunadamente podemos disfrutar de una pequeña joya dentro de este fallido regreso de los Allman Brothers, que es además una composición conjunta de los dos guitarristas que había en ese momento. Se trata de ‘Maybe We Can Go Back To Yesterday’, en la cual conjugan un ritmo pegadizo (y liderado por el teclado) con un elaborado estribillo, donde la guitarra de Betts deja también sus destellos de grandeza. La fortaleza de ‘Leavin'’ reside en recuperar esa fiereza que sabía conjugar la banda en sus mejores tiempos, con una guitarra bien afilada que se marca un destacado solo en la recta final. Eso es lo que encontramos también en ‘The Judgement’, donde su cuidado estribillo transmite ese poderío que tienen las grandes bandas de rock, aparte de volver a lucirse Betts con un impresionante solo de guitarra. Una lástima que estas canciones sean en realidad la excepción de lo que encontraremos en este álbum.

 

Como compositor, Gregg Allman vuelve a hacer aguas. ‘Leavin'’ representa su momento de lucidez, pero tanto el penoso pub-rock de ‘Things You Used To Do’ como la comercial y hortera ‘Never Knew How Much (I Needed You)’, donde incluso meten un vulgar saxofón por medio, confirman la irrelevancia absoluta a la que había llegado este grupo. El aburrimiento vuelve a hacer acto de presencia mediante ‘Straight From The Heart’ (sorprendentemente publicada como single) o ‘Two Rights’, mientras que el comienzo de ‘The Heat Is On’ es bastante descorazonador porque parece que quieren hacer un mejunje reggae, aunque luego se trata de un convencional tema de country-rock, lo cual tampoco es mucho consuelo. Por otra parte, ‘Brothers Of The Road’ simplemente incide en el estilo ya conocido del grupo, aunque al menos lo hace de manera que suene agradable.

 

Acabar el álbum con la convencional ‘I Beg Of You’ no es la mejor manera de hacerlo, pues los equipara a cualquier grupúsculo del montón cuando tenían capacidad de conseguir mucho más, aunque esta capacidad estuviera bastante mermada. Ellos mismos se dieron por fin cuenta de que estaban en un callejón sin salida y se disolverán nuevamente. No será hasta que aparezca la excusa de su veinte aniversario desde la fundación que volverán a juntarse de nuevo, ya escarmentados.

LIVE AT LUDLOW GARAGE, 1970

Año de publicación: 1990 

Puntuación:

CD I: 1) Dreams; 2) Statesboro Blues; 3) Trouble No More; 4) Dimples;

5) Every Hungry Woman; 6) I'm Gonna Move To The Outskirts Of Town;

7) Hoochie Coochie Man.

CD II: 1) Mountain Jam.

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Quizá para evaluar con anterioridad el recuerdo que quedaba en la mente colectiva de los Allman Brothers antes de su nuevo retorno, salió publicado este concierto de 1970 en un recinto de Cincinnati que nos retrotrae a la época de Duane Allman, la de mayor prestigio del grupo. Un prestigio que además se cimentó precisamente en las actuaciones en directo, lo cual quedó documentado para la historia en los conciertos del Fillmore East. No vamos a descubrir aquí nada nuevo, pero este álbum sirve de complemento de At Fillmore East porque recoge varios temas que hasta ese momento no se habían publicado en su versión en directo, incluso alguna versión nueva inédita en el cancionero interpretado por estos chicos.

 

Por ejemplo, del álbum homónimo de debut, ‘Dreams’ y ‘Every Hungry Woman’ no las habíamos escuchado en directo todavía y, por supuesto, no decepcionan, aunque ‘Dreams’ puede resultar demasiado repetitiva en su recta final. Como verdaderas novedades encontramos en primer lugar la versión de una canción de John Lee Hooker titulada ‘Dimples’ que es un entretenido blues rítmico de los que caracterizaban a su autor y que en manos de los Allman Brothers adquiere una mayor ferocidad. Otra versión que todavía no habíamos escuchado es la de ‘I'm Gonna Move To The Outskirts Of Town’, un potente blues-rock de los que demostraban por qué eran el equivalente de Led Zeppelin en el rock sureño. Pero donde demuestran de verdad que eran los mejores en su terreno es en la espectacular versión de ‘Trouble No More’, que en los conciertos del Fillmore ya había sido también uno de los platos fuertes.

 

Es curioso que del que era su álbum más reciente, Idlewild South, encontremos solamente la versión de ‘Hoochie Coochie Man’, donde tampoco defraudan, ni en ella ni en el resto de temas previamente conocidos, como el sensacional ‘Trouble No More’. También conocíamos ya esa desmesurada improvisación titulada ‘Mountain Jam’, aquí extendida hasta llegar casi a los tres cuartos de hora de duración, no demasiado justificada. Nos tocará tragarnos como unos siete minutos de solo de batería, al que luego se añade el bajo para completar más de diez minutos de improvisación sonora que puede agotar la paciencia de más de un@. Tampoco es que resulten muy emocionantes el resto de pasajes, pues tan solo en fragmentos concretos adivinamos una intención melódica en el grupo y siempre gracias a la inspiración de Duane.

 

Pero bueno, en general estamos ante un interesante concierto que muestra el poderío que alcanzaron The Allman Brothers Band en directo, algo insólito para tratarse de un grupo enfundado en el rock sureño y la tradición musical de esas tierras engarzada con el rock, pues no es nada normal que un grupo de este género pueda competir y superar en energía a grupos que, por ejemplo, se dedican directamente al rock duro. La magia de Duane Allman está ahí y el resto de músicos lo da todo para acompañar el empuje de su líder.

SEVEN TURNS

Año de publicación: 1990 

Puntuación:

1) Good Clean Fun; 2) Let Me Ride; 3) Low Down Dirty Mean; 4) Shine It On;

5) Loaded Dice; 6) Seven Turns; 7) Gambler's Roll; 8) True Gravity; 9) It Ain't Over Yet.

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Una década después volvía a juntarse este legendario grupo, con Gregg Allman y Dickey Betts al frente, junto a quienes volvían a juntarse el par de bateristas que habían fundado el grupo: Butch Trucks y Jaimoe, este último alejado de la banda desde el flojo Enlightened Rogues. Entre las nuevas incorporaciones, cabe destacar al guitarrista Warren Haynes, quien les acompañará en esta etapa tardía y colaborará también en la composición de manera relevante. Como curiosidad, el nuevo bajista se llama Allen Woody, que es como decir que el bajo es el instrumento inverso al clarinete (o el inverso de dirigir películas). Cuando unos músicos que han estado juntos, se han separado un tiempo largo y luego vuelven a juntarse, lo más probable es que sea por la nostalgia y/o por motivación económica. Sin descartar por completo lo segundo, en The Allman Brothers Band es muy probable que esta reunión fuera por las ganas de volver a grabar con los compañeros y que el resultado tuviera algo de notoriedad, pues el nombre del grupo seguirá teniendo el prestigio ganado en su época dorada y la carrera en solitario de Allman o Betts había transcurrido sin ninguna relevancia. De esta manera, grabarán otra tanda de álbumes bastante seguidos para volver a disolverse durante otra década más. Pero vayamos por partes.

 

Como si no hubieran pasado los años, en ‘Good Clean Fun’ nos colocan de entrada un fiero y reconocible riff de sustrato blues-rock y luego entra la poderosa voz de Gregg Allman para dejarnos con la sensación de que en realidad echábamos de menos escuchar de nuevo algo así en los noventa. Para que no nos pensemos que han vuelto a lo grande, a continuación llega el convencional boogie-rock de ‘Let Me Ride’, pues la originalidad no era tampoco el juego donde se había movido la banda. Demasiado canónicos suenan también durante la mayor parte de ‘Low Down Dirty Mean’, pero en cambio suplen esa previsibilidad con diversos cambios de ritmo que la vuelven bastante entretenida.

 

La heredera de ‘Jessica’ es el instrumental ‘True Gravity’, lo cual significa que colocan un visible riff en primer término, y en su primera mitad convence por completo pero no así tanto en la segunda, donde se van turnando los músicos para lanzar sus respectivos solos, pues el piano no suena nada atractivo y le toca entrar a Betts para salvar la situación. Como curiosidad, en este tema participa con la guitarra el hijo de Dickey. Uno de los riffs más potentes es el de ‘Shine It On’, si bien es como una copia del de ‘Voodoo Chile (Slight return)’ de Jimi Hendrix y aparte se acaba difuminando bajo un desarrollo más convencional. Les falta también esa pizca de convicción que sí demuestran en ‘Loaded Dice’, donde incluso la parte vocal nos muestra a un Gregg con más ganas de mostrar su valía.

 

‘Seven Turns’ es una vulgar balada que comienza en modo acústico y sencillo para que luego entre de forma previsible el resto de instrumentos y aparte nos lancen un estribillo pretendidamente emotivo pero nada original y falto de carácter. Hay que darle a la tecla de adelantar canción para llegar a continuación a lo que es una notable balada en clave de blues-rock, ‘Gambler's Roll’, donde brilla la guitarra de Betts mejor que en cualquier otra parte del álbum. Eso sí, la peor manera de finalizar este disco de retorno es mediante un tema tan comercial y carente de inspiración como ‘It Ain't Over Yet’, dejando una sensacional final deficiente para lo que había llegado a ser la banda. No hay que ponerle muchas pegas a lo que es un álbum sin pretensiones que tan solo nos muestra a unos músicos que quieren hacer las cosas con gusto y profesionalidad, no limitarse a grabar algo rápido como excusa para hacer la consiguiente gira y tocar los éxitos de siempre. Podemos darnos por satisfech@s.

SHADES OF TWO WORLDS

Año de publicación: 1991 

Puntuación:

1) End Of The Line; 2) Bad Rain; 3) Nobody Knows; 4) Desert Blues;

5) Get On With Your Life; 6) Midnight Man; 7) Kind Of Bird; 8) Come On In My Kitchen.

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Muy pronto reanudaron el ritmo de grabación tras su retorno del año anterior para ofrecernos otra entrega de rock sureño profesional e impecable. Los músicos son prácticamente los mismos y el contenido es una continuación de lo que habíamos escuchado en Seven Turns. Esto último es obvio tanto por la proximidad cronológica como por la visión artística actual de un grupo que ya no aspiraba a nada más que a mantener la reputación alcanzada en los setenta y en tocar la misma música de siempre, donde se sentían realmente cómodos. Lo que aquí nos pueda parecer más experimental u original, es en realidad un reflejo de las mejores composiciones de su carrera.

 

Para unos Allman Brothers tardíos como eran estos, podemos quedarnos más que conformes si lo que nos ofrecen son piezas compactas y con algunos cambios de ritmo como en ‘Bad Rain’. Un potente riff introduce ‘End Of The Line’ mientras una segunda guitarra lo ornamenta con deliciosos punteos. Podrían haber dejado este tema como instrumental porque la parte vocal vulgariza bastante el consistente armazón instrumental que le acompaña, donde se incluye un notable solo de guitarra. Pero no olvidemos que estos tipos ya dejaron atrás hace mucho tiempo su etapa gloriosa y por ello no podían faltar, como tampoco faltaban en aquellos tiempos, temas más convencionales como ‘Desert Blues’ o el blues contemplativo de ‘Get On With Your Life’, aunque en este último la guitarra suena bien afilada. Tampoco es que se pueda salvar ‘Midnight Man’ de la misma denominación, pero los potentes acordes de guitarra que le acompañan, como que dejan una sensación más confortable y el solo de guitarra que llega más adelante la acrecienta.

 

El fulgurante inicio de ‘Nobody Knows’ nos remite directamente a ‘Whipping Post’, pues parece una reescritura. Pero saben mantener tan bien la carga épica y dejarnos unos esplendorosos pasajes instrumentales que todo eso queda en un segundo plano. La pieza instrumental ‘Kind Of Bird’ nos remite también a la mejor versión posible de la banda, desgranando algunas melodías mientras se insertan solos e improvisaciones de innegable calidad, donde vuelve a destacar un sensacional solo de guitarra. Sobre los cinco minutos llegamos a una sección más difusa donde se recrean demasiado con las improvisaciones sin aportar nada realmente interesante. Para el final dejan una versión de una canción de Robert Johnson, ‘Come On In My Kitchen’, interpretada a la manera en como lo hacía ese bluesman maldito que ha pasado a la historia como aquel que vendió su alma al diablo para ser el mejor músico de su época y que luego falleció de forma misteriosa. Bueno, misteriosa porque en Estados Unidos no iban a dedicar recursos para investigar la muerte de una persona negra en Mississippi, que Abraham Lincoln venció en la guerra civil pero no convenció a la oligarquía retrógrada y esclavista de los estados sureños. Pero esta versión de los Allman Brothers hace honor a su autor original, cuyas legendarias grabaciones de los años treinta no podían disponer de una buena calidad de sonido.

 

Igual que ocurría con Seven Turns, el grupo deja una buena sensación porque muestran suficiente energía para no sonar como una antigualla del pasado, aparte de cuidar las composiciones y ejecuciones para ofrecer detalles de interés. Recomendable para quienes disfruten escuchando a unos buenos músicos tocando con la convicción necesaria y transmitiendo el entusiasmo resultante.

AN EVENING WITH THE ALLMAN BROTHERS BAND: FIRST SET

Año de publicación: 1992 

Puntuación:

1) End Of The Line; 2) Blue Sky; 3) Get On With Your Life; 4) Southbound;

5) Midnight Blues; 6) Melissa; 7) No­body Knows; 8) Dreams; 9) Revival.

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Con la entrada del guitarrista Warren Haynes en los noventa parece que al grupo le entró ganas de mostrarse nuevamente en directo, pues precisamente los conciertos eran en realidad lo que había forjado su leyenda. Este álbum no recoge un concierto íntegro, sino una selección entre varias actuaciones, por lo que en primer lugar lo primero que llama la atención es la ausencia de los temas más clásicos de la banda. Podría parecer un suicidio comercial, pero The Allman Brothers Band conservaban su reputación y aquí demuestran que no necesitan aferrarse a los temas estrella de su repertorio para conseguir un álbum consistente y de ejecución impecable.

 

En cualquier caso, comenzar mediante ‘End Of The Line’ queda bastante discreto para lo que era esta reunión del grupo en directo, pero seguramente quisieron enfatizar la importancia que tenía para ellos su álbum más reciente, que es donde pertenece este tema. Tampoco parece una elección acertada de sus álbumes de retorno tocar el blues canónico de ‘Get On With Your Life’, mientras que canciones como ‘Blue Sky’ solo sirven para dejar contento al público con temas de fácil digestión, aunque los músicos aprovechan para insertar algún que otro pasaje de indudable técnica que incluso transmite algo de emoción. Lo que más sorpresa causa sin duda es la elección de temas, que no puede ser más inesperada, pues de Idlewild South rescatan ‘Revival’, una canción enfocada al góspel pero donde nos regalan sensacionales pasajes instrumentales.

 

En ‘Southbound’ es donde podemos pensar con temor que este grupo ha perdido la magia en directo, al menos en esta ocasión. Cómo conseguir que una canción originalmente trepidante se convierta en otra que parece relleno, parece una broma de mal gusto tratándose de esta banda, pero aquí la transforman en una especia de funk vulgar donde los solos de guitarra parece que vayan por otro camino. Como novedad respecto al cancionero que ya conocíamos de esta banda, tocan ‘Midnight Blues’ de Blind Willie McTell, que parece que es la excusa para pasarse a tocar la guitarra acústica y la armónica, pero no deja de ser otra pieza dedicada a agradar a la audiencia. Donde sí demuestran buen gusto con los punteos de guitarra eléctrica bajo un entramado de guitarra acústica es en la delicada balada ‘Melissa’, que todavía no se había escuchado en directo.

 

Como ‘Whipping Post’ no está en el repertorio, era esperable que eligieran como sustituto ‘Nobody Knows’ de Shades Of Two Worlds al poseer un estilo similar y ser más reciente. Y tampoco decepcionan, aunque en la parte central la improvisación de guitarra pierde fuelle por momentos hasta que sobre los nueve minutos llega un fragmento muy emocionante de gran lirismo donde la guitarra emociona como hacía años que no lo habíamos escuchado en este grupo, sin saber si se trata de Haynes o Betts. No se queda muy atrás la otra pieza que sobrepasa los diez minutos de interpretación, que es la composición recuperada de su debut, ‘Dreams’. No consiguen pasajes tan brillantes como en la pieza que le precede, pero realizan un trabajo impecable igualmente.

 

En conjunto, este álbum en directo produce indiferencia la primera vez que se escucha, pues la clave está en los pasajes instrumentales que pueden pasar inadvertidos y que captan más el interés cuando uno ya ha desviado la atención de los fragmentos más parecidos a las interpretaciones equivalentes de estudio. Pero escuchamos a un grupo en plena forma, con dos guitarristas que se complementan a la perfección y que consiguen que el resultado global se acerque con honor al nivel glorioso que alcanzaron en la primera mitad de los años setenta.

WHERE IT ALL BEGINS

Año de publicación: 1994 

Puntuación:

1) All Night Train; 2) Sailin' 'Cross The Devil's Sea; 3) Back Where It All Begins;

4) Soulshine; 5) No One To Run With; 6) Change My Way Of Living;

7) Mean Woman Blues; 8) Everybody's Got A Mountain To Climb;

9) What's Done Is Done; 10) Temptation Is A Gun.

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El último álbum de estudio de los Allman Brothers en los noventa y el último en casi una década no muestra síntomas de cansancio ni a un grupo sin ideas. Bueno, ideas originales no es que hayan tenido muchas a lo largo de su carrera, pero sí han sabido casi siempre distanciarse prudentemente de los convencionalismos y eliminar el contenido de relleno lo máximo posible. Y aquí no es una excepción, pues continúan en la misma línea de los dos álbumes previos de estudio, desplegando su poderío instrumental y apoyándose en la inspiración de los músicos, sobre todo de los dos notables guitarristas que poseía el grupo en esta época: Dickey Betts y Warren Haynes. El resto de miembros son los mismos de Shades Of Two Worlds y por ello el sonido sigue siendo colosal y consistente.

 

El potente e ilusionante riff de ‘All Night Train’ da luego paso a un rock más convencional que nuevamente vuelve a cobrar interés cuando llega el intermedio instrumental con lustroso solo de guitarra. De manera más interesante se desarrolla ‘Sailin' 'Cross The Devil's Sea’ gracias a un estupendo entramado rítmico devoto de los primeros Dire Straits pero con la mayor consistencia que tienen los Allman Brothers, como también podemos acordarnos del mejor Mark Knopfler (durante sus primeros minutos) en el primer y largo solo de guitarra que empieza sobre el minuto y medio y nos deleita a lo largo del extenso ‘Back Where It All Begins’, el cual supera los nueve minutos de duración. Su parte vocal es algo sosa, pero es lo de menos cuando escuchamos una magistral interpretación de guitarra como esta.

 

Resulta curioso escuchar en ‘No One To Run With’ un rimo tipo Bo Diddley pero ralentizado, puesto que no suele ser lo habitual en este tipo de ritmos destinados a ejecutar algo movidito e incluso bailable. Y es mucho mejor escuchar algo así que canciones basadas en clichés del rock sureño (‘What's Done Is Done’), alguna balada soul más convencional (‘Soulshine’) o temas como ‘Everybody's Got A Mountain To Climb’, sin nada especial que destacar aunque siempre contando con la impecable ejecución de estos avezados músicos, que es siempre una garantía. Como suele ocurrir, cuando se lanzan a un blues más canónico como el de ‘Change My Way Of Living’ es cuando más aburridos acaban resultando, salvo que se esté enamorado/a de este estilo musical. Sobre todo porque alargan esta canción hasta los seis minutos para lo poco que ofrece en realidad. Deberían tomar nota de sus propias iniciativas y modificar un blues lo suficiente para que se convierta en una pieza jovial y emocionante como ‘Mean Woman Blues’ o un amenazante blues de vibrantes acordes y solos de guitarra como el de ‘Temptation Is A Gun’.

 

Tras la publicación de este álbum, los Allman Brothers seguirán tocando en directo durante un par de años más, hasta que la tensión estallará nuevamente entre Allman y Betts, provocando la salida del grupo del segundo (Gregg podía estar tranquilo, que su apellido era su salvavidas aunque su presencia fuera cada vez más simbólica que esencial). No será hasta finales de la década que seguirán tocando en directo, pero ya con nuevos músicos, hasta convertirse en una reliquia del pasado a pesar de su retorno con un álbum nuevo ya en el siglo XXI. Pero aquí podían estar orgullosos porque habían entrado en los noventa con la cabeza bien alta y sin desmerecer su pasado glorioso.

AN EVENING WITH THE ALLMAN BROTHERS BAND: 2nd SET

Año de publicación: 1995 

Puntuación:

1) Sailin' 'Cross The Devil's Sea; 2) You Don't Love Me; 3) Soulshine;

4) Back Where It All Begins; 5) In Memory Of Elizabeth Reed;

6) The Same Thing; 7) No One To Run With; 8) Jessica.

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La misma idea que les llevó a publicar el primer set tres años antes es lo que les movió a publicar esta segunda tanda de actuaciones seleccionada de dos conciertos de 1994 y, en el caso de ‘In Memory Of Elizabeth Reed’, de un concierto de 1992 diferente a los que conformaron el primer set. Aquí sí que se incluyen algunos temas clásicos del grupo, aunque con alguna sorpresa en la ejecución. Pero exactamente la mitad del repertorio pertenece a su álbum más reciente, Where It All Begins, una demostración de la confianza que tenían en sí mismos. Tan solo la primera canción no llega a los cinco minutos y esto no es ninguna sorpresa, pues lo que esperamos de cualquier concierto de la banda es que extiendan las interpretaciones con incisos o improvisaciones instrumentales. La formación sigue siendo la misma, así que estamos ante una excelente versión de la banda con Betts y Haynes compitiendo por ver quién es mejor guitarrista, lo cual es una gozada para la/el oyente.

 

Igual que ocurriera con el primer set, aquí comienzan también con un tema de su álbum más reciente, en este caso ‘Sailin' 'Cross The Devil's Sea’, si bien no parece la mejor manera de iniciar un concierto por el poco impacto que tiene. Así, hemos de esperar hasta la entrada del pegadizo ritmo de ‘You Don't Love Me’ para que entremos de verdad en calor. Demasiado complacientes se nos muestran al elegir la balada ‘Soulshine’, pero nos sirve para disfrutar de la guitarra de su autor, Haynes, aunque no está claro quién le toma el relevo a quién en el solo (eso lo podrán distinguir los verdaderos fans del grupo), pues es el guitarrista que llega en segundo lugar quien de verdad consigue brillar. En cambio, la extensa ‘Back Where It All Begins’ le sirve sobre todo a Betts para lucirse, al tratarse de una composición suya.

 

Encontramos un tema inédito, la versión de ‘The Same Thing’ de Willie Dixon donde los guitarristas vuelven a ofrecernos una clase magistral. Pero la mayor sorpresa de este álbum es la interpretación totalmente acústica de ‘In Memory Of Elizabeth Reed’ y tan solo con guitarras. Toda una demostración de habilidad y técnica que va de menos a más durante sus diez intensos minutos, aunque es la electricidad y la sección rítmica lo que de verdad engrandece la composición. También hay lugar para un solo de bajo en la recta final, aunque tampoco es relevante porque las verdaderas estrellas de la velada son los dos guitarristas del grupo, sin desmerecer por ello a la compenetrada sección rítmica que consigue un sonido consistente y compacto, claves también para que este álbum en directo sea una opción bien recomendable.

PEAKIN' AT THE BEACON

Año de publicación: 2000 

Puntuación:

1) Don't Want You No More; 2) It's Not My Cross To Bear;

3) Ain't Wastin' Time No More; 4) Every Hungry Wo­man; 5) Please Call Home;

6) Stand Back; 7) Black Hearted Woman; 8) Leave My Blues At Home;

9) Seven Turns; 10) High Falls.

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Tras esos dos volúmenes de An Evening With The Allman Brothers, un tercer álbum en directo parecía ya una redundancia, pero en el presente concierto ya se cuidaron de no repetirse respecto al repertorio de los anteriores. Para quien no conozca estos directos previos, le sorprendería descubrir que dentro de una trayectoria tan larga se incluyan aquí hasta cuatro temas de su álbum homónimo de debut, una sorpresa que se acrecienta cuando comprobamos que entre ellos no está el que cualquiera esperaría encontrar (‘Whipping Post’, claro está). Del segundo álbum, Idlewild South, encontramos dos canciones más y eso ya abarca más de la mitad del repertorio. Pero que nadie busque sus temas más señeros ni nada de Brothers And Sisters, porque se llevará una decepción. Ya podrían haber interpretado ‘Ramblin' Man’, que queda así completamente extirpada del repertorio de la banda. En cuanto a la formación, destaca la salida del guitarrista Warren Haynes que es sustituido por el sobrino del baterista Butch Trucks, Derek Trucks. También entra un bajista nuevo proveniente del mundo del jazz, Oteil Burbridge, quien tiene ocasión de demostrar su impecable técnica.

 

Es significativo que comiencen el concierto justamente con la interpretación de los dos primeros temas de su álbum de debut, ‘Don't Want You No More’ e ‘It's Not My Cross To Bear’, donde el primero hace honor a ese entusiasmo y energía que desprendían en sus comienzos, mientras que de ‘It's Not My Cross To Bear’ no se pueden extraer demasiadas conclusiones al ser de un blues lento que, aun así, presenta un impecable trabajo de guitarra con afilados solos. Por desgracia, esa lentitud se les acaba quedando inmanente y ‘Ain't Wastin' Time No More’ pierde muchos puntos al sonar ligeramente ralentizada respecto a la original, pues incluso los solos de guitarra transmiten una inesperada desgana. Afortunadamente todo vuelve a su sitio conforme vuelven de nuevo hacia atrás en el tiempo, pues en ‘Every Hungry Woman’ se vuelve a apreciar esa fiereza especial que solo ellos alcanzaban dentro del rock sureño.

 

La única composición de los noventa que interpretan resulta ser ‘Seven Turns’, que es de lo más aburrido que podrían haber elegido. Quizá fue porque pensaron que su inofensiva parte vocal sería del agrado del público, aunque tan solo el notable intermedio instrumental (el primero, que no el que meten después) la salva de ser una pérdida de tiempo. Como no podía faltar una pieza larga y parece que querían evitar sus clásicos, aparte de que algo como ‘Mountain Jam’ resultaría excesivo para el gran público, pocas opciones quedaban y se lanzan con ‘High Falls’, perteneciente a Win, Lose Or Draw. El problema viene de que no se olvidan de incluir un solo de batería, que en esta ocasión dura diez minutos, incluso más si contamos cuando se une el bajista o cuando a continuación es el propio bajista quien se lanza a un solo de jazz (con algo de tarareo scat incluido) que resulta monótono de escuchar a pesar de la ligereza con la que se desenvuelve, demostrando no obstante una excepcional técnica. Así que son los solos de guitarra lo más interesante, más bien el primero de ellos porque el del tramo final no es ni la tercera parte de inspirado.

 

Puede tomarse desde una perspectiva positiva y pensar que este álbum representa la oportunidad de escuchar temas poco habituales en el repertorio del grupo en directo. Pero claro, salvo los fans acérrimos, nadie va a un concierto a escuchar el material de menor interés de un grupo. Así que este álbum queda como un apéndice superfluo, innecesario y, por qué no decirlo, aburrido, a la citada pareja de álbumes contemporáneos en directo que publicaron en los noventa.

2022

AMERICAN UNIVERSITY, WASHINGTON, D.C. 12/13/70

Año de publicación: 2002

Puntuación:

1) Statesboro Blues; 2) Trouble No More; 3) Don't Keep Me Wonderin';

4) Leave My Blues At Home; 5) Stormy Monday; 6) You Don't Love Me;

7) Whippin' Post.

2022

Tal como podemos leer en el título, la fecha de esta grabación es el trece de diciembre de 1970, lo cual significa que la banda llevaba publicados sus dos primeros álbumes y que el repertorio será casi idéntico al de los conciertos del Fillmore que publicaron en su momento. En cualquier caso, no se trata de un único concierto porque resulta que hicieron dos en el mismo día, combinando así grabaciones de ambos shows.

 

Cualquier nueva grabación recuperada de los Allman Brothers, sobre todo si es de la etapa inicial con Duane, ya es motivo de alegría para cualquier aficionado a la banda. Más discutible es la necesidad de algo así para el resto de la humanidad, cuando ya no hay nada que no conozcamos. En cualquier caso, la fama del grupo ha estado siempre en sus extensas improvisaciones que contienen momentos brillantes cuando están inspirados. Y eso es lo que podremos encontrar aquí de vez en cuando, aunque no en las cantidades que desearíamos. Así pues, no descubrimos nada si decimos que nadie debe perderse el apabullante solo de guitarra que aparece en ‘Statesboro Blues’, o que ‘Don't Keep Me Wonderin'’ se va creciendo conforme avanza. Como tampoco es ninguna sorpresa lo más discretas que quedan ‘Leave My Blues At Home’ y el blues lento de ‘Stormy Monday’.

 

Los dos últimos temas son el centro de atención debido a su extensa duración, pues es ahí donde podemos discernir el estado de inspiración de estos chicos en ese día. ‘You Don't Love Me’ deja buena sensación hasta que llega el solo de guitarra (pero completamente sola) donde acaban juntándose Duane y Dickey en una curiosa alternancia que la primera vez resulta curiosa pero en consiguientes escuchas nos damos cuenta de que no aportan nada especial, una demostración fútil de técnica. Al menos cuando entra la percusión en el tramo final ya deja una mejor sensación. La candidata a tener una larguísima duración es obviamente ‘Whipping Post’ (aquí retitulada como ‘Whippin' Post’), cuya segunda mitad acaba resultando demasiado caótica, como si estuviéramos escuchando a The Mothers Of Invention en vez de a los Allman Brothers. Eso sí, llegando a los trece minutos nos adentramos en una brillante sección de gran poderío, de las que justifican la reputación de la banda.

 

El resumen de este álbum no tiene muchos secretos, pues posee sus momentos interesantes y de esplendor junto a otros menos llamativos donde se limitan a tocar porque algo hay que hacer cuando se está en el escenario. Su utilidad es escasa, pues no encontramos nada realmente novedoso y se trata tan solo de un ejemplo más del poderío que presentaban en directo y que cimentó la reputación de The Allman Brothers Band desde el albor de su carrera.

HITTIN' THE NOTE

Año de publicación: 2003

Puntuación:

1) Firing Line; 2) High Cost Of Low Living; 3) Desdemona;

4) Woman Across The River; 5) Old Before My Time; 6) Who To Believe; 7) Maydell;

8) Rockin' Horse; 9) Heart Of Stone; 10) Instrumental Illness; 11) Old Friend.

El último álbum de estudio de The Allman Brothers Band nos vuelve a mostrar una rotación de guitarristas que es para marearse ya. El gran Dickey Betts quedaba por primera vez en la historia fuera del grupo, pero volvía Warren Haynes y se mantenía Derek Trucks, una pareja que demuestra a lo largo del álbum una compenetración y solvencia equivalente a la que tendrían dos guitarristas compañeros durante largos años. Y no se juntaron para grabar ningún trámite que les sirviera de excusa para salir de gira, porque eso está claro que no lo necesitaban, sino que volvieron con muchas composiciones nuevas bajo el brazo y algunas de suficiente calidad para ser mostradas con orgullo. Eso sí, son un grupo decididamente superlativo y por ello aquí alargan las extensiones de los temas hasta lo máximo posible que permite el soporte digital del CD, de tal manera que la duración total del disco es de setenta y cinco minutos con tan solo once temas. Pero bueno, lo que en otra clase de bandas sería un problema, para una máquina sonora bien engrasada como la de los Allman Brothers Band es una oportunidad de demostrar nuevamente su grandeza.

 

El sabor auténtico de los riffs sureños es lo que escuchamos nada más comenzar el álbum mediante ‘Firing Line’, devolviéndonos el sonido consistente de siempre pero con aires renovados. Es por ello que escuchar un blues de aires épicos solo está al alcance de grandes grupos como los Allman Brothers y ellos no pierden la ocasión en ‘Desdemona’. Eso sí, el solo de guitarra no está todo lo inspirado que se desearía durante el extensísimo desarrollo instrumental, salvo en el principio y el tramo final del solo, que ahí sí deslumbra. El grupo demuestra estar tan en forma que consigue que canciones de blues más convencionales como ‘Woman Across The River’ acaben resultando entretenidas por el animado ritmo que imprimen y sus variaciones. Esto no quita que encontremos blues más normales y típicos como ‘Maydell’ o alguna balada comercial pero solvente como ‘Old Before My Time’. En cualquier caso, con mostrarse tan consistentes y potentes como en ‘Who To Believe’ ya es garantía de que escucharemos algo situado por encima de cualquier grupo de blues-rock al uso.

 

Una pequeña sorpresa en este disco es encontrar una versión de ‘Heart Of Stone’ de los Rolling Stones, una de las primeras grandes composiciones originales de su carrera que aquí crece conforme avanza y por ello la segunda mitad es asombrosa, con los dos guitarristas tomándose el testigo continuamente y permitiendo aflorar toda la intensidad emocional de la canción. Esto sí es una delicia y el equivalente rock a que en la música clásica un gran intérprete ejecute una pieza de un gran compositor. Porque los Allman Brothers siempre han destacado más como intérpretes que como compositores. No obstante, también puede ocurrir justo lo contrario y por ello es una lástima que los últimos minutos instrumentales de ‘High Cost Of Low Living’ se vuelvan bastante aburridos, porque en el apartado vocal retoman la grandeza melódica y la honda emoción de sus mejores canciones de antaño, así como también resulta emocionantísimo el primer solo de guitarra.

 

Como una especie de broma en su título, ‘Instrumental Illness’ es una especie de improvisación que acaba siendo la pieza más larga al ser la única que sobrepasa los diez minutos, aunque afortunadamente contiene varios fragmentos interesantes. Pero también es en una pieza acústica (aunque asomará la guitarra eléctrica hacia la mitad) y sin percusión como ‘Old Friend’ donde vuelven a demostrar que la grandeza de los Allman Brothers permanecía a pesar de los años. Como curiosidad, en la discreta ‘Rockin' Horse’ observamos que aparece acreditado como coautor Allen Woody, bajista en el grupo desde su retorno en 1990 y que había fallecido en el año 2000. Parece un pequeño gesto de homenaje de parte de unos músicos que ya no podían ofrecer nada novedoso pero sí deleitar con su experiencia y dedicación. Ya nunca más volverán al estudio de grabación, así que este álbum queda como el canto de cisne perfecto para finalizar con dignidad y la cabeza bien alta una trayectoria bien notable. A partir de ahora continuarán con la publicación masiva de grabaciones de conciertos.

2024

LIVE AT THE ATLANTA INTERNATIONAL POP FESTIVAL

Año de publicación: 2003

Puntuación:

CD I: 1) Introduction; 2) Statesboro Blues; 3) Trouble No More;

4) Don't Keep Me Wonderin'; 5) Dreams; 6) Every Hungry Woman;

7) Hoochie Coochie Man; 8) In Memory Of Elizabeth Reed; 9) Whipping Post;

10) Mountain Jam Part I; 11) Rain Delay; 12) Mountain Jam Part II.

CD II: 1) Introduction; 2) Don't Keep Me Wonderin'; 3) Statesboro Blues;

4) In Memory Of Elizabeth Reed; 5) Stormy Monday; 6) Whipping Post;

7) Mountain Jam.

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2024

Entramos de lleno en las ediciones para fans porque unos conciertos de 1970 de los Allman Brothers en principio ya no aportan nada nuevo a quien ya conoce la trayectoria del grupo y en particular el aclamado At Fillmore East de 1971. Es la formación del grupo en todo su esplendor, con Duane Allman como dios de la guitarra del rock sureño. En realidad, poco podemos decir ya de ellos que no hayamos dicho con anterioridad; no hay revelaciones ni experimentos en este doble álbum. Así pues, para que al menos este texto sí ofrezca algo diferente (no necesariamente mejor) nos tomaremos la misma licencia que James Joyce en uno de los capítulos de Ulises, pues si cada capítulo de esa obra estaba escrito en un estilo literario diferente, en uno de ellos (el 17, para la gente curiosa) adoptó la forma de pregunta/respuesta. Si lo hace uno de los más grandes escritores del siglo XX, pues aquí tomaremos prestada su idea para simplificar los comentarios:

 

  • ¿Qué contiene este álbum?

Dos conciertos de julio de 1970. El primer disco contiene el concierto del día 3 y el segundo disco el del día 5.

 

  • ¿Es necesario escuchar este álbum?

Para nada, disponemos de precedentes suficientes para escuchar a esta misma formación de los Allman Brothers.

 

  • ¿Es recomendable escuchar este álbum?

Si alguien pregunta eso es que no sabe quiénes son/fueron The Allman Brothers Band. En los temas resaltados arriba, el grupo lo borda y desborda al oyente.

 

  • ¿Hay alguna novedad a resaltar?

Pues como no sea el retraso por lluvia que parte en dos la primera interpretación de ‘Mountain Jam’, no sabríamos qué decir. Ojalá la novedad fuera que en esa mastodóntica pieza no metieran un solo de batería. Ah, y precisamente en la interpretación de ‘Mountain Jam’ del 5 de julio participa Johnny Winter, aunque esto no hace cambiar sustancialmente lo que ya conocemos.

 

Sin más preguntas que realizar, se levanta la sesión.

S.U.N.Y. AT STONYBROOK: STONYBROOK, NY 9/19/71

Año de publicación: 2003

Puntuación:

CD I: 1) Statesboro Blues; 2) Trouble No More; 3) Don't Keep Me Wonderin';

4) Done Somebody Wrong; 5) One Way Out; 6) Blue Sky; 7) Stormy Monday;

8) You Don't Love Me.

CD II: 1) Dreams; 2) In Memory Of Elizabeth Reed.

Ese diseño de portada que ya nos suena nos avisa de que se trata de otro álbum para coleccionistas y ya destinado a los más fanáticos de entre los fans de los Allman Brothers. Si vemos la fecha y el repertorio interpretado, queda clarísimo que no vamos a descubrir nada nuevo. A eso se le ha de añadir que la calidad de sonido es algo pobre, todo un problema para disfrutar del sonido genuino de estos chicos.

 

Así pues, poco cabe añadir a lo que ya se ha dicho repetidamente de este grupo en directo, así que seguiremos con el modelo de pregunta/respuesta que tanta facilidad permite para dejar una reseña sencilla:

 

  • ¿Qué contiene este álbum?

Una selección de dos conciertos de septiembre de 1971 con el repertorio más o menos habitual en esa época, suficientemente conocido ya.

 

  • ¿Es necesario escuchar este álbum?

Si has llegado hasta aquí en esta web es porque puedes pensar que sí. Pero no, es un álbum totalmente superfluo, si bien los Allman Brothers nunca decepcionan en el escenario.

 

  • ¿Es recomendable escuchar este álbum?

Tiene momentos de deslumbrantes solos de guitarra como por ejemplo en ‘Blue Sky’, ‘One Way Out’ y, por supuesto, en ‘In Memory Of Elizabeth Reed’, pero también hay que aguantar momentos más aburridos como algunos pasajes de los veinticinco minutos de ‘You Don't Love Me’, otros pasajes de los veinte minutos de ‘Dreams’ o la poco vistosa ‘Stormy Monday’.

 

  • ¿Hay alguna novedad a resaltar?

Sí, que es la primera vez que encontramos una interpretación en directo de ‘Blue Sky’ con Duane Allman al mando. Y para los más morbosos, que un mes después moriría este excelso guitarrista.

 

Sin más preguntas que realizar, se levanta (por última vez) la sesión.

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