SUGARCUBES
LIFE'S TOO GOOD
Año de publicación: 1988
Puntuación:
1) Traitor; 2) Motorcrash; 3) Birthday; 4) Delicious Demon; 5) Mama; 6) Coldsweat; 7) Blue Eyed Pop; 8) Deus; 9) Sick For Toys; 10) F***ing In Rhythm & Sorrow;
11) Take Some Petrol Darling;
[BONUS TRACKS:] 12) Cowboy; 13) I Want...; 14) Dragon (Icelandic); 15) Cat (Icelandic); 16) Coldsweat (remix); 17) Deus (remix).
The Sugarcubes fue una banda islandesa que hoy se recuerda principalmente por ser la primera aparición de Björk en la escena musical mundial (que no doméstica, puesto que de pequeña publicó un disco en su país). El protagonismo no era solamente de ella, aunque fuera en la práctica la estrella del grupo, puesto que el otro cantante y eventual trompetista, Einar, asumía un liderazgo todavía mayor. En su momento, fue toda una sorpresa que un país tan pequeño como Islandia pudiera aportar algo exitoso en el panorama del rock mundial, pero ciertamente fue merecido todo lo que consiguieron con un sonido tan ecléctico y de tanta frescura. Es tal la variedad estilística de este álbum que al mismo tiempo se les podría catalogar como los B-52's islandeses, los Cure islandeses o incluso los Smiths islandeses si nos atenemos al indie-pop de ‘Motorcrash’. Talking Heads también son una clara inspiración. Lo de B-52's islandeses es quizá lo más evidente, tanto por lo colorido –o incluso abigarrado– del sonido, como por la forma de cantar de Einar muy similar al estilo robótico de Fred Schneider y su interacción con la voz femenina y personal de Björk.
Unos meses antes de publicarse el álbum ya había salido a la luz como single ‘Birthday’, que fue su primer éxito mundial y curiosamente preludia lo que sería la carrera en solitario de Björk, pues el estribillo se basa en su manera de emitir sonidos guturales y trazar con ellos notas musicales variadas. Canciones como ‘Traitor’ deslumbran cuando entra un estribillo que contrasta con la parte principal y donde Björk brilla con luz propia transmitiendo emociones con su voz como si fuera un instrumento más. Pero no todo es la voz, puesto que los ritmos empleados son en muchos casos monumentales, algunos de ellos adictivos como el de ‘Coldsweat’ y sobre todo el de ‘Blue Eyed Pop’, el cual resulta amenazante e inquietante al mismo tiempo gracias a la gran parte de bajo. Aunque posea una introducción a cappella, ‘Sick For Toys’ es otro grandísimo tema de similares ingredientes.
Como ya se decía antes, ‘Motorcrash’ es lo más parecido a una canción de indie-pop, donde Björk toma el protagonismo y se apropia el tema para deleite de los oyentes. Y es que se nota cuando ella toma el mando, pues su voz es muy expresiva y Einar parece más bien un robot. Como no escatiman en variedad sonora, también les da por el rockabilly en ‘F***ing In Rhythm & Sorrow’, pero por supuesto un rockabilly especial al estilo islandés, que aquí queda más bien como una deconstrucción. Quienes sean religiosos será mejor que no presten atención a la letra de ‘Deus’, canción que por otro lado es de lo más tranquilo que encontraremos en el álbum y que engancha por su ritmo llevado por la guitarra, donde sus mejores momentos son aquéllos en los que se alternan los dos cantantes.
Prácticamente todas las canciones del LP original son de gran nivel y tienen suficientes elementos y detalles para disfrutarlas todavía más con cada nueva escucha. Como excepción quedarían la discreta ‘Mama’ y la disonante ‘Take Some Petrol Darling’, donde hay que soportar algunos berreos de Einar como si estuviera haciendo de Belcebú. Los bonus tracks incluidos en la reedición en CD no añaden realmente mucho más. Aparte de los dos remixes, ‘I Want…’ no es más que ‘Traitor’ con diferente letra. Entre lo novedoso, ‘Cowboy’ es un desenfrenado tema en el que parodian esa figura tan masculinamente norteamericana y los dos temas cantados en islandés son más discretos en comparación con la inmejorable calidad del material del álbum original.
El propósito de expansión internacional de este disco era evidente por estar cantado en inglés, pero probablemente nadie del grupo se esperaría el éxito (relativo) que tuvieron. Seguramente el mejor disco de 1988 junto a Tender Prey de Nick Cave (con permiso de los Past Masters de The Beatles), si atendemos a la ponderación de originalidad, diversidad y melodía. Se convertían así en una referencia musical que desgraciadamente ya no tendría continuidad.
HERE TODAY, TOMORROW, NEXT WEEK!
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Tidal Wave; 2) Regina; 3) Speed Is The Key; 4) Dream TV; 5) Nail; 6) Pump;
7) Eat The Menu; 8) The Bee; 9) Dear Plastic; 10) Shoot Him; 11) Water;
12) A Day Called Zero; 13) Planet; 14) Hey; 15) Dark Disco 1; 16) Hot Meat.
Tras el inesperado éxito que habían tenido, pronto los Sugarcubes se pusieron manos a la obra para grabar la esperada continuación. Pero algo falla por el camino, la magia se queda en algún lado. O bueno, podemos ser más racionales e intentar adivinar lo que lleva este segundo álbum a la indiferencia más absoluta. Por un lado, da la sensación de que hubieran pensado “sabemos lo que quiere la gente, vamos a ofrecerle otra ración de lo mismo”; pero no tomándose las cosas en serio, simplemente como si hubiera ido un grupo de amigos a pasarlo bien en el estudio de grabación y hacer de paso una música divertida sin pretensiones. Ésa es probablemente la clave al comparar la grandeza del disco de debut y la mediocridad de éste: Seriedad vs. Distensión.
Y es que realmente la mayoría de temas suena bien, pero se les nota que algo les falta, ese gancho que poseían ha desaparecido por completo. Incluso canciones como ‘A Day Called Zero’ o la más floja ‘Hey’ parecen una parodia de sí mismos. Aunque quien parece autoparodiarse es Einar, pues si en el debut su voz robótica podía tolerarse y encajaba bien en la mayoría de temas, aquí pierde el desenfado y llega a resultar hasta molesto, como por ejemplo en la final ‘Hot Meat’, de ritmo country-western donde Einar comienza a emitir unas voces como de personaje de animación que le hace perder cualquier mérito que hubiera podido acumular.
Escucharlos tocar música de aires caribeños para empezar el disco, en ‘Tidal Wave’, ya nos deja una mala impresión de entrada que no se esforzarán estos chicos en cambiar. Peor es que cometan el imperdonable error de repetirse en su segundo álbum, tal como ocurren en esos chillidos de Björk en ‘Speed Is The Key’, igual a como lo hacía en la parte final de ‘Deus’.
Solo podrían destacarse dos temas que al menos hacen honor a lo que había sido el impresionante debut del año anterior: por un lado, ‘Regina’ vuelve a cobijarse en la expresividad vocal de Björk para elevar el tema por encima de la media; después tenemos ‘Pump’, que aunque presenta un ritmo hoy día vulgarizado hasta la saciedad por el reggaetón, el bajo vuelve a brillar junto a una gran interpretación vocal e incluso posee un breve pero envolvente solo de guitarra. Si acaso, podría añadirse un tercer tema a salvar si nos atenemos al memorable estribillo de ‘Dream TV’, donde el ritmo se acelera y Björk nos deja unos expresivos alaridos marca de la casa.
Por suerte, no hay ningún tema que llegue hasta niveles ínfimos que sean ofensivos para el oyente, aunque algunos como ‘Dear Plastic’ se acerquen peligrosamente (son matadores esos sonidos de órgano Casio). El disco vendió relativamente bien, dando por buena esa especie de inercia que hace que la gente compre un disco de un artista, aunque sea de calidad dudosa, cuando el anterior ha sido un éxito (a veces también de calidad dudosa, para qué vamos a engañarnos). En cualquier caso, The Sugarcubes se mostraban aquí como una banda más del montón, sin propuesta seria y corroborando la supersticiosa maldición del “segundo disco”.
STICK AROUND FOR JOY
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) Gold; 2) Hit; 3) Leash Called Love; 4) Lucky Night; 5) Happy Nurse; 6) I'm Hungry;
7) Walkabout; 8) Hetero Sum; 9) Vitamin; 10) Chihuahua.
Este tercer y último álbum de The Sugarcubes parece ser que fue una obligación contractual porque para 1992 los miembros ya tenían clara la disolución de la banda y Björk ya tenía en mente su visión artística propia que comenzaría solo un año después, conformando una singular y genuina carrera. Tras la mediocridad del álbum anterior, les entró algo de bravura e intentaron hacer un canto de cisne más digno, aunque tampoco se acercaron al nivel de excelencia de su debut. Eso sí, parecieron tomar inspiración de él y por ejemplo ‘Gold’ tiene un tono similar para abrir este disco a como lo tenía ‘Traitor’ en Life's Too Good.
En general, se lanzan a por unos ritmos ágiles y dinámicos, como si quisieran hacernos bailar como despedida. Así, canciones como ‘Leash Called Love’, ‘Walkabout’ o ‘Hetero Scum’ dejan una buena impresión. Hasta pequeñas bromas de buen gusto podemos encontrar, como ocurre en la animada ‘Vitamin’ cuando podemos escuchar en varias ocasiones la famosa batería de ‘Do You Remember Rock'n'Roll Radio?’ de los Ramones, que unido a los aullidos de Björk y la entonación de Einar, denotan que aquí sabían pasárselo bien y agradar al oyente al mismo tiempo, a diferencia de lo que había ocurrido en el disco anterior. El ritmo funky de ‘Hit’ es ultrapegadizo y en el estribillo toman una decisión sabia: que Björk se complemente consigo misma, nada de berridos de Einar. Es una de las mejores canciones de los Sugarcubes, sin lugar a dudas. Cada vez que retoman la parte principal con el verso “This wasn't supposed to happen”, vuelve a revitalizarse el tema entero.
Se nota que han intentado cuidar las melodías un poco más, pues canciones en principio más convencionales como ‘Happy Nurse’ ganan puntos con la precisa variación en la entonación de Björk, sobre todo en lo que parece el estribillo, que antecede la entrada de un Einar cada vez más irrelevante. Son curiosos también los aires orientales en algunos momentos. Por supuesto, hay canciones más discretas y que parecen rellenar espacio, como es el caso de ‘Lucky Night’ y ‘I'm Hungry’, aunque lo único que puede catalogarse como flojo es la final ‘Chihuahua’, que hubiera encajado bien en el álbum anterior al no tener melodías y servir de cachondeo para los miembros de la banda.
Y aquí acabó la carrera de la primera formación musical islandesa que tuvo relevancia a nivel mundial. El legado que nos dejan es el de un inicio trepidante que se desinfló con la misma rapidez con la que fascinaron de entrada. De las cenizas de The Sugarcubes saldría una de las sensaciones artísticas de finales del siglo XX, la experimental Björk en solitario y con una propuesta musical radicalmente diferente. Pero ésa ya es otra historia que merece ser contada en otra ocasión.