SPARKS
2020
SPARKS
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Wonder Girl; 2) Fa La Fa Lee; 3) Roger; 4) High C; 5) Fletcher Honorama;
6) Simple Ballet; 7) Slowboat; 8) Biology 2; 9) Saccharin And The War;
10) Big Bands; 11) (No More) Mr. Nice Guys.
Los hermanos estadounidenses Rusell y Ron Mael (cantante y teclista, respectivamente) habían comenzado con sus primeras grabaciones musicales en 1967 pero sin lograr notoriedad alguna, todavía limitándose a emular el anglicismo de los grupos de rock británicos más relevantes del momento. Pronto formarían el grupo Halfnelson junto a los también hermanos Earle y Jim Mankey (guitarrista y bajista, respectivamente), y todos ellos junto a un baterista consolidarían la formación de quinteto que les llevó a publicar en 1971 un álbum homónimo de debut. Sin éxito alguno, el grupo fue rebautizado como Sparks y un año después volvió a publicarse el mismo álbum pero con otra portada y bajo el nuevo nombre y título… dándose cuenta que el problema de no vender discos no era por el nombre ni por la portada. En este debut podemos observar que la influencia de la tradición británica del vodevil es evidente y podrían pasar por un grupo de rock del Reino Unido, de ahí que en su país natal vendieran siempre muy poco, normalmente reacios a lo marcadamente británico (quién sabe si por rechazo genético que les viene de la Guerra de Independencia). El productor fue el talentoso Todd Rundgren, todo un acierto para un grupo de estas características.
El comienzo del álbum deja una sensación bastante mejorable, ya que tanto ‘Wonder Girl’ como ‘Fa La Fa Lee’ suenan como parodias infantiles, es decir, poca seriedad y demasiado cachondeo. La segunda comienza con el verso “She ain't heavy she's a brother to me”, que probablemente sea una broma respecto al tema popularizado por los Hollies ‘He Ain't Heavy He's My Brother’. No parece que vaya a cambiar el tono con el tercero de los temas, ‘Roger’, pero al menos su descacharrante riff de teclado es bastante más elaborado de lo que parece en primera instancia. No es hasta que llegamos a ‘High C’ que por fin encontramos algo realmente memorable. Las diferencias son evidentes desde su elaborado comienzo, donde juegan con la tensión antes de pasar a una especie de inquietante vodevil, hasta llegar al sensacional estribillo: “High High C up and High C down down down”. Pero para comienzos emocionantes está sin duda el de ‘(No More) Mr. Nice Guys’, introducido por un pegadizo riff de guitarra rítmica a la que pronto acompañará el piano y la sección rítmica. Luego se desarrolla como una perfecta fusión de vodevil y rock, aportando variadas melodías que enganchan de forma instantánea, además de un potente intermedio instrumental donde brilla una inquietante guitarra distorsionada. Un prodigio de tema para cerrar el álbum.
También saben crear grandiosas piezas de pop como ‘Slowboat’, de estupenda progresión y memorable estribillo (“Oooh, sail me far away / Slowboat, bring me back another day”), finiquitado todo en una sensacional coda instrumental donde brilla la guitarra eléctrica. Se les perdona el intermedio instrumental algo infantil, que era quizá el toque de humor de los hermanos. El dominio de la progresión melódica, que incluye la modulación ejemplar de los falsetes, tiene un destacado ejemplo en ‘Simple Ballet’. El vodevil se muestra de nuevo en ‘Big Bands’, donde sorprende el cambio de ritmo en el último minuto, aunque en realidad nada debería sorprender en un grupo tan imprevisible. Por otro lado, el ritmo de reloj de ‘Fletcher Honorama’ empleado para crear una atmósfera de inquietud lo entremezclan luego con una sección instrumental de honky-tonk, conformando una extraña amalgama difícil de clasificar.
La letra de ‘Biology 2’ les hará gracia a los biólogos al emplear terminología específica de ese campo, pero musicalmente es muy simple y discreta, además de procesar las voces de tal manera que parece que estemos escuchando a unos gnomos. Es la única composición no escrita por ninguno de los hermanos Russell, sino por el guitarrista Earle Mankey. Por el contrario, la letra surrealista de ‘Saccharin And The War’ es lo de menos cuando de entrada engancha con una ultrapegadiza melodía de guitarra. Aparte, las melodías vocales son también irresistibles y los finales de estrofa son geniales (“Reaction, elation, joy”). Bueno, quizá no sean finales de estrofa sino estribillos, porque lo que se podría entonces contar como un estribillo podría ser un puente al no volver a repetirse (“Through the street girls sang”). Con esto ya nos queda claro que, desde un principio, los Sparks gustaban de jugar con la estructura de las canciones.
Tras escuchar este debut, que quizá no llama especialmente la atención debido a su discreto inicio, queda bien claro que eran un grupo a tener un cuenta. La diversidad de estilos, la perfección instrumental y en los arreglos, la gran cantidad de melodías pegadizas y el toque de humor, son elementos definitorios de un gran debut que no recibió la atención merecida. No sería tan solo el factor sorpresa de su original propuesta, que en realidad ya había sido implementada por grupos de menor talento que ellos, sino que todavía habrían de superar cualitativamente este sensacional debut e iniciar una larga carrera que continúa, sin apenas interrupciones, incluso en el siglo XXI.
2020
A WOOFER IN TWEETER'S CLOTHING
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) Girl From Germany; 2) Beaver O'Lindy; 3) Nothing Is Sacred; 4) Here Comes Bob;
5) Moon Over Kentucky; 6) Do Re Mi; 7) Angus Desire; 8) Underground;
9) The Louvre; 10) Batteries Not Included; 11) Whippings And Apologies.
La continuación del estupendo debut de Sparks no pudo mantenerse al mismo nivel en cuanto a grandes canciones, aunque en general puede decirse que su nivel sigue siendo notable. Aquí ya no pudieron contar con Todd Rundgren como productor, pero el grupo seguía siendo el mismo, aparte de poder contar puntualmente con ventajas de producción como un cuarteto de cuerda. Puede tomarse este disco como una prolongación del debut, donde se mantienen los parámetros y características que habían determinado ese estilo particular de rock y vodevil, si bien estas nuevas composiciones no poseen ese inminente gancho que clamaba la atención desde la primera vez.
El carácter humorístico de ‘Girl From Germany’ se aprecia enseguida por el tipo de música y luego la letra despeja cualquier duda al hablar desde el punto de vista de un inglés que vive en un ambiente retrógrado, temeroso de que su entorno no acepte a esa chica que proviene de un país, Alemania, que ya no es tan peligroso como antes: “Well, it's the same old country / But the people have changed”. Lo más destacado de ‘Beaver O'Lindy’ es su marcado contraste entre las dos secciones que se alternan, una de minimalismo total con otra de prominente ritmo y unos coros demasiado cortantes que repiten las iniciales del nombre del título, como si fueran rockeros y cheerleaders al mismo tiempo. Los falsetes y el vodevil no podían faltar y asoman en ‘Nothing Is Sacred’, algo indicado solamente para quienes profesen devoción por esa combinación de elementos. Pero quienes tengan paciencia podrán disfrutar también a los cuatro minutos de un breve inciso con garra, donde cambian por momentos el tono general de la canción. Unos violines que parecen sacados del Clasicismo, dentro de unos arreglos de cuerda, es lo que caracteriza y diferencia a ‘Here Comes Bob’.
Por el tono tétrico de ‘Moon Over Kentucky’ (¿Qué puede haber más tétrico que una letra sobre deshacerse del maternalismo posesivo para tener una cita decepcionante con una persona desconocida?), casi podríamos hacer una comparación con Alice Cooper, pero en 1972 los Alice Cooper no habían entrado todavía de lleno en este estilo teatralizado y, en todo caso, lo hacían todavía en los parámetros del rock. El último minuto y medio de esta canción es magistral, con la voz de Russell modulándose para obtener todas y cada una de las notas que conforman este fragmento final. Vuelve a repetir la idea de estribillo tarareado pero complejo en ‘Angus Desire’, con otro notable resultado, y el dominio de los arreglos vocales que poseía el dúo tiene otro gran ejemplo en ‘Angus Desire’. Por otro lado, la versión de ‘Do Re Mi’, perteneciente a un musical de Rodgers y Hammerstein, la adaptan perfectamente a su estilo.
La composición del guitarrista Mankey, ‘Underground’, pasa también como si fuera una de los hermanos Mael. El ameno ritmo (que incluye alguna castañuela perdida) y el gancho melódico de la parte vocal ya son suficiente mérito para que le prestemos atención a este tema. Durante la primera mitad de ‘The Louvre’, Russell se atreve a cantar en francés para que la ambientación parisina sea más propicia. Lo más destacado lo encontramos además en esa primera mitad, cuando extrae toda la solemnidad posible de los versos “Essayer donc de m'enlever / Je voudrais voir si vous oser” mientras los músicos tocan en modo épico durante ese breve momento. Para lo breve que es ‘Batteries Not Included’, resulta ser una divertida canción con el piano como único acompañamiento, como si fuera un momento de intimidad fraternal de los Mael. En cuanto a ‘Whippings And Apologies’, parece un simple divertimento final, una invitación para que nos unamos a la jovialidad de estos chicos, aunque musicalmente es poco atractiva.
En resumen, puede decirse que este álbum solo se recomienda si, al menos, el anterior y el precedente han sido de tu agrado, porque adolece de falta de ese gancho inmediato que contienen sus mejores composiciones. Es por ello que incluso puede resultar decepcionante. Ya que hemos nombrado a Alice Cooper, aquí puede realizarse una cierta comparación en cuanto a la visión artística de Sparks, pues hasta el momento era una visión también compartida con los hermanos Mankey, pero los líderes eran los otros. Así, los hermanos Mael tomarían nota para el siguiente álbum, cambiando por completo el resto del grupo como soplo de aire fresco necesario, aparte de tomar el control por completo y evolucionar positivamente en la dirección que desearan. Había que recuperar de nuevo esa frescura e inspiración necesarias para sonar originales y atractivos al mismo tiempo.
KIMONO MY HOUSE
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) This Town Ain't Big Enough For Both Of Us; 2) Amateur Hour;
3) Falling In Love With Myself Again; 4) Here In Heaven;
5) Thank God It's Not Christmas; 6) Hasta Mañana, Monsieur; 7) Talent Is An Asset;
8) Complaints; 9) In My Family; 10) Equator;
[BONUS TRACKS:] 11) Barbecutie; 12) Lost And Found; 13) Amateur Hour (live).
Llega aquí la obra maestra de Sparks y también de lo que podríamos denominar como vodevil-rock. Lo que The Kinks o Queen incluían en medidas dosis en sus álbumes, aquí se desarrolla a lo largo de un LP completo y con un estilo ya bien definido. Para ello, pasaron a mejor vida los hermanos Mankey y el baterista que tenían, sustituyéndolos por otros tres músicos, todos ellos británicos, quizá pretendiendo llegar de manera más profunda al sonido británico y europeo que sazonaba la música de los hermanos Mael. Igual que Jimi Hendrix en su momento, se rodearon de músicos británicos y se instalaron en el Reino Unido, ya que en su país de origen seguían siendo desconocidos e incomprendidos. Así pues, estos últimos se quedan como líderes absolutos del grupo, sobre todo Ron, quien se destapa ahora como compositor casi exclusivo (su hermano aparece como coautor en tan solo dos de los temas), mientras que Russell se afianza como intérprete prácticamente actoral de una música que ya no deja lugar a dudas de su propósito teatral y de su carácter humorístico.
Uno de los mejores ejemplos de vodevil-rock lo encontramos nada más comenzar con ‘This Town Ain't Big Enough For Both Of Us’, que fue además todo un éxito para Sparks como single, llegando al número dos de ventas en el Reino Unido. Su comienzo cabaretero hasta que se fusiona con un fiero rock, mientras la voz en falsete de Russell va desgranando una compleja parte vocal casi imposible de imitar, es uno de los grandes momentos de la música rock. Cabe destacar igualmente el espectacular intermedio instrumental que llega sobre el minuto y medio, antes de que una descarga eléctrica de guitarra sirva de enlace para retomar las estrofas principales. En el libreto del CD vemos las portadas de singles publicados en diferentes países, incluyendo sorprendentemente a España (inconfundible porque los títulos se traducían entonces al castellano). En un país en el que todavía estaba prohibida la exhibición de El gran dictador de Chaplin, parece que nuestros eximios censores no vieron nada reprobable en un músico que llevaba el bigote como Hitler. Y bueno, no faltaban muchos años para que aparecieran en España los infames Glutamato Ye-Yé, cuya única gracia era ver a su cantante disfrazado de este criminal dictador (valga la redundancia) y haciendo monerías en el escenario, aunque eso tenía también su valor social en los primeros ochenta.
Como ya se ha dicho, el humor es ya una parte intrínseca de la música de Sparks, pero un humor inteligente al estilo de 10cc. La parodia de las canciones de amor (qué mayor parodia puede representar el narcisismo) llega con un espectacular comienzo épico en ‘Falling In Love With Myself Again’, que luego se desarrolla en forma de music-hall con fragmentos de vals. Más arrebatador no puede ser el lamento hilarante de ‘Here In Heaven’, donde una persona fallecida deplora que su amada tenga tanta salud como para tardar muchos años en reunirse con él, sobre todo cuando no cumplió el pacto de suicidarse al mismo tiempo. Aparte de su imponente ritmo, contiene un sensacional solo de guitarra. El humor sobre la familia llega mediante ‘In My Family’, donde destaca el vistoso estribillo, aunque esto es casi una constante en el álbum. Cuando se pasan con la teatralización les sale algo como ‘Amateur Hour’, cuyo estribillo puede resultar irritante. A cambio contiene un destacado puente y un gran momento cerca de los dos minutos, cuando escuchamos unos etéreos “oohhh, oohhh”. Una lástima que, para una canción en directo que hay en los bonus tracks, sea justo de esta, aunque en directo suena mejor. Su inclusión quizá sea un indicador de que se trata de un tema apreciado por los seguidores del grupo.
El inicio más vistoso es el de ‘Talent Is An Asset’, que suena a ritmo acelerado de canción soul de Motown. Su letra es una broma sobre las consecuencias existenciales de haber nacido con talento, centrándose en la figura de un tal Albert y dejándonos la libertad de descubrir de qué Albert se trata a través de variadas pistas en clave de humor, con grandes puntazos como el brillante juego de palabras empleando los diversos significados de “relative”. Estilísticamente es bastante parecida a la canción que llega a continuación, ‘Complaints’, cuyo impacto es mucho menor cuando ya se ha escuchado música parecida a lo largo del disco. La que no llama mucho la atención en su comienzo es ‘Thank God It's Not Christmas’, pero la sinuosa parte vocal se va haciendo hueco con sutilezas melódicas hasta llegar a un memorable primer estribillo (“There I'll spend the night / Meeting fancy things / At bistros and old haunts / Trying very hard to sin”) que es en realidad un preliminar del verdadero estribillo, algo menos brillante pero igualmente ostentoso. Este tema recuerda el estilo rock de los primeros Queen, incluido el trabajo de guitarra que podría pasar por ser de Brian May.
Una de las canciones con un carácter teatralizado más marcado es ‘Equator’, cuya grandeza asoma desde el principio, tanto en el marcado acento rítmico como en otra sutil y genial parte vocal. Eso sí, el tramo final es un alarde de juegos vocales que quizá podrían haber acortado un poco. De manera análoga, genialidad es la palabra que le viene a uno a la mente cuando escucha todos los brillantes giros melódicos de ‘Hasta Mañana, Monsieur’. Los bonus tracks son también una bendición, siendo los dos primeros las caras B de los singles publicados, que confirman el estado de gracia en que se encontraban los hermanos Mael (sobre todo Ron) a la hora de componer y ejecutar. Como cara B de ‘This Town Ain't Big Enough For Both Of Us’ se publicó ‘Barbecutie’, la cual emplea como introducción el conocido ritmo de ‘Somethin' Else’ de Eddie Cochran, aunque luego se desarrolla como un pegadizo pop característico de Sparks. Todavía mejor es la cara B de ‘Amateur Hour’, toda una joya titulada ‘Lost And Found’, de memorable parte vocal (“Lost and found / A wallet from a man / Careless man, careless man”) y grandiosa instrumentación que debería haber sido la cara A sin ninguna duda.
En resumen estamos ante uno de esos álbumes que enamoran y enganchan a este grupo para siempre, o por el contrario le cierra las puertas (aunque esto último sea poco probable). Todo lo que habían ofrecido y les quedaba por ofrecer nos aparece aquí en el apogeo de la inspiración, la creatividad y la originalidad. Una curiosidad final es que intentaron hacerse con los servicios de Roy Wood para la producción pero no pudo ser, así que podemos imaginar una obra todavía más seductora que esta de haber cuajado esa confluencia artística. En cualquier caso, estamos ante uno de los grandes discos de culto de los setenta, un formidable descubrimiento para quien logra llegar a ellos en algún momento de su vida.
2021
PROPAGANDA
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Propaganda; 2) At Home, At Work, At Play; 3) Reinforcements; 4) B.C.;
5) Thanks But No Thanks; 6) Don't Leave Me Alone With Her;
7) Never Turn Your Back On Mother Earth; 8) Something For The Girl With Everything; 9) Achoo; 10) Who Don't Like Kids; 11) Bon Voyage;
[BONUS TRACKS:] 12) Alabamy Right; 13) Marry Me;
14) Interview - Saturday Scene 8/11/74.
2021
Tan solo medio año tardaron en continuar desarrollando su música y, por tanto, Propaganda puede tomarse como la segunda parte de Kimono My House, aparte de que los Sparks habían encontrado un estilo propio y sabían desenvolverse muy bien en él. ¿Para qué cambiar tan pronto de todas manera? Quizá por ello al principio cuesta tomarle la medida al álbum, pues nos da la impresión de ser una continuación menos fresca de su obra maestra. El grupo se mantiene igual salvo por la entrada de un nuevo bajista y la participación de otro guitarrista en algunos temas, si bien el núcleo central serán siempre los incombustibles hermanos Mael.
La canción que da título al álbum no es más que un breve inicio bromista y a cappella, que muy pronto le pasa el testigo a ‘At Home, At Work, At Play’, el cual es otra soberbia conjunción de diferentes secciones melódicas que nos vuelve a demostrar la grandeza de Sparks. Ese frenesí particular del grupo aparece en su mejor acepción en la intrépida ‘Something For The Girl With Everything’, donde cabe señalar ese sutil giro melódico en el estribillo que es genialidad en estado puro (por ejemplo, cuando pasan al verso “Bearing gifts to aid amnesia”). Más relajada y discreta resulta ‘Never Turn Your Back On Mother Earth’, que sorprendentemente fue elegida como single de presentación. Su cara B la encontramos en los bonus tracks (‘Alabamy Right’), otro tema de elaborado estribillo en falsete, marca de la casa. Todavía mejor resulta ‘Marry Me’, otra cara B, sobre todo por sus arreglos más potentes, así como otro elaborado estribillo de los que parecen no acabar nunca.
El comienzo barroco de ‘Thanks But No Thanks’ ya nos avisa que estamos ante otro destacado tema que quizá falle un poco en el estribillo, aunque está bastante elaborado. No obstante, lo mejor en este caso son las estrofas, de memorables melodías vocales e instrumentales, aparte del estupendo intermedio instrumental que nos regalan. También cabe destacar el falso final que nos lleva a una vibrante coda donde brilla la desquiciada guitarra. Donde aciertan por fin con un poderoso e inspirado estribillo es en ‘Don't Leave Me Alone With Her’, que además van engrandeciendo cada vez que lo retoman. La melodía de entrada suena a alguna canción española de pop de la época, tipo Fórmula V, aunque no puedo recordarla con precisión. Hablando de estribillos, el de ‘Achoo’ (cuyo título puede significar algo para un murciano si se lee tal cual, pero en inglés sabemos que se trata de la onomatopeya del estornudo) no es precisamente un ejemplo de inspiración, aparte de parecer un pastiche de otros temas suyos. Esto último es la sensación que deja también ‘Who Don't Like Kids’, es decir, más de lo mismo pero con una nueva letra menos inspirada.
En cuanto a la melodía de inicio de ‘Reinforcements’, no es precisamente lo más inspirado que cabría esperar de ellos y luego transcurre en forma de music-hall más bien convencional. Más entretenida resulta ‘B.C.’ por su briosa melodía acompañada de cambios de ritmo. Lo mejor es esa juguetona melodía de teclado que suena en los incisos instrumentales. Como final de lo que era el LP original, ‘Bon Voyage’ fue la elección ideal, sobre todo por el sencillo pero pegadizo estribillo que sirve de comienzo. Después vuelven a deleitarnos con variadas secciones de estilo vodevil y una potente coda instrumental en la que colocan la guitarra en primer plano. L@s fans de Sparks no querrán perderse la hilarante entrevista de la época a los hermanos Mael que se añade al final de la reedición en CD, pues recoge el humor particular del dúo, todavía en su apogeo artístico como muestra este sensacional álbum.
INDISCREET
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Hospitality On Parade; 2) Happy Hunting Ground; 3) Without Using Hands;
4) Get In The Swing; 5) Under The Table With Her; 6) How Are You Getting Home?;
7) Pineapple; 8) Tits; 9) It Ain't 1918; 10) The Lady Is Lingering; 11) In The Future;
12) Looks, Looks, Looks; 13) Miss The Start, Miss The End;
[BONUS TRACKS:] 14) Profile; 15) The Wedding Of Jacqueline Kennedy To Russell Mael; 16) Looks, Looks, Looks (live).
Comenzaba a decaer la música de Sparks porque el estilo del grupo empieza a parecerse a una fórmula preestablecida donde también comienzan a alejarse demasiado del rock en algunos temas. Podemos comprobar cómo la participación de Russell en la composición sigue disminuyendo y aquí únicamente aparece como coautor de ‘Pineapple’, aparte de esa innecesaria broma titulada ‘The Wedding Of Jacqueline Kennedy To Russell Mael’ que se incluye en los bonus tracks, una proporción que se maximizará en el siguiente álbum. Más destacable es la participación como productor de Tony Visconti, por entonces ya muy aclamado por haber trabajado junto a David Bowie, T. Rex, Gentle Giant o The Strawbs, pero con poco margen de poder engrandecer unas composiciones que rebajaban considerablemente su originalidad respecto a lo que Sparks había realizado en los años previos. La portada parece clarificadora en ese sentido, pues es como si la barca de Propaganda se hubiera estrellado aquí, como ocurre de manera análoga con la música, en un sentido metafórico.
Que la banda se estaba acercando demasiado a un sonido de music-hall estandarizado lo apreciamos ya desde el primer tema, ‘Hospitality On Parade’, que podría pertenecer más bien a una obra lírico-musical, sobre todo por el estribillo, así que quizá hubiera sido una buena idea que se hubieran dirigido por ese camino para no quedarse a medias, que es la impresión general que nos deja este disco. Quién diría que acabarían haciendo un music-hall tan soso como el de ‘Without Using Hands’, donde pretenden seguir sonando divertidos pero en realidad están vulgarizándose de manera subconsciente. ‘Looks, Looks, Looks’ es directamente un jazz de cabaret estilo años treinta del siglo XX, del cual encontramos una interpretación en directo para que podamos escucharla con unos arreglos adaptados a la formación de rock que configuraba Sparks. Y ciertamente queda algo mejor en directo. Por otra parte, emplear como melodía principal algo tan simplón como lo que encontramos en ‘The Lady Is Lingering’ era una muestra clara de que la inspiración se había rebajado, aunque afortunadamente tampoco había desaparecido.
Pero dejemos ya tanto negativismo en este álbum porque también contiene sus momentos de redención. La inmediatez bien entendida de Kimono My House reaparece en ‘Happy Hunting Ground’, aunque las melodías ya no sean tan impactantes. Pero mientras conserven esa potencia rock que engarzan tan bien con el vodevil, el buen resultado está (casi) asegurado. Aparte, le añaden esa sección de corte épico donde repiten “It's fair, fair game inside”, que la dota de una diversidad de la que carece buena parte de este álbum. Así mismo, los impredecibles cambios de ritmo vuelven en ‘How Are You Getting Home?’, apareciendo nuevamente ese punto de locura controlada que caracteriza las mejores creaciones de los hermanos Mael. El frenesí vuelve de nuevo mediante ‘In The Future’ y sus alocadas variaciones. Cabe destacar la coda donde se van alternando el falsete de Russell y unos aguerridos fraseos de guitarra.
Aunque sea una canción irrelevante, resulta gracioso constatar cómo dos estadounidenses pueden sonar tan ingleses como en la festiva ‘Get In The Swing’, que curiosamente fue publicada como single de presentación del álbum, probablemente porque ya pensaban directamente en el mercado británico. La cara B de dicho single, titulada ‘Profile’, es mucho mejor porque sí recoge las mejores virtudes de Sparks, lo cual incluye una memorable melodía de teclado y un irresistible ritmo que luego complementan con otra impredecible parte vocal, aderezada con esos coros cantando “Profile, profile, profile...”. El comienzo mediante violines mozartianos de ‘Under The Table With Her’ no esconde su irrelevancia porque en realidad son unos arreglos convencionales, por mucho que se vistan de clasicismo. Algo más original es el apartado vocal, pero es un tema olvidable.
Como sugiere su título, ‘Pineapple’ es otra broma más en la que unos fabricantes nos cantan las bondades de la piña en lata que producen, aunque para título sugerente está el de la siguiente canción, ‘Tits’, una broma que va todavía más lejos al ser el lamento de un borracho porque esos atributos femeninos de su mujer están ahora destinados a alimentar al pequeño Joe, aunque se deja entrever que el motivo principal para no poder disfrutarlos no es precisamente ese. Nada menos. Esto es ya humor chocarrero al estilo de Frank Zappa. Pero posee una original estructura musical donde destaca esa imitación de clavicordio, aparte de un poderoso estribillo. Demasiado caótica (aunque no tanto como si fuera un tema de Zappa) resulta ‘It Ain't 1918’ en su estructura, muy de estilo Broadway, aunque presenta momentos interesantes como los finales de estrofa y tras consiguientes escuchas se le acaba cogiendo mejor el punto. El heroico teclado como comienzo de ‘Miss The Start, Miss The End’ nos anuncia un final épico para lo que era el LP original, aunque luego no lo es tanto y quizá podrían haberle sacado un mayor partido a la composición.
Acaba así un álbum muy irregular que quizá respondía a la lógica de que en algún momento debía decaer el gran nivel mostrado hasta ese momento. Como curiosidad final, podemos recordar lo que aparece en ese libro que recopila entrevistas a Freddie Mercury (Freddie Mercury: su vida contada por él mismo, publicado en 2006), libro bastante deficiente por cierto al ser una mera transcripción de varias entrevistas, sin fijarse en que la repetición de ideas que aparece en sus páginas se torna desesperante. Según nos cuenta Freddie, en 1975 (o sea, la época de Indiscreet) los Sparks contactaron con Brian May para que se les uniera como guitarrista, algo que este obviamente rechazó porque precisamente 1975 es el año de la explosión definitiva de Queen como uno de las grandes bandas de los setenta. Y bueno, para quien no lo haya leído nunca, la opinión de Mercury sobre Sparks es de menosprecio, algo difícil de entender desde un punto de vista exclusivamente artístico si nos atenemos a que le gustaba desarrollar también el género del vodevil en Queen. Algo personal habría en el comentario, o quizá era simplemente que Mercury, durante la entrevista, estaba metido en el personaje de divo que se creó como artista.
BIG BEAT
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Big Boy; 2) I Want To Be Like Everybody Else; 3) Nothing To Do;
4) I Bought The Mississippi River; 5) Fill-Er-Up; 6) Everybody's Stupid;
7) Throw Her Away (And Get A New One); 8) Confusion; 9) Screwed Up;
10) White Women; 11) I Like Girls;
[BONUS TRACKS:] 12) I Want To Hold Your Hand; 13) England;
14) Gone With The Wind; 15) Intrusion/Confusion; 16) Looks Aren't Everything;
17) Tearing The Place Apart.
Se acabó el periplo británico de Sparks y los hermanos Mael se volvieron a su país de origen, lo que significó al mismo tiempo rodearse de nuevos músicos y empezar una nueva etapa. Esa coyuntura favorable de cambio y novedad estructural la aprovecharon también para renovar su sonido, que ya no está impregnado de esa anglofilia que tan bien se adaptaba a su gusto por el vodevil. Aquí se dirigen a un sonido más moderno, acorde a los tiempos, y con mayor prominencia de la guitarra eléctrica en detrimento del teclado de Ron, que adopta un rol más secundario en muchos casos. Pero el espíritu de los hermanos sigue ahí con otra tanda de letras humorísticas e inteligentes, si acaso menos que en anteriores ocasiones, aunque esto ya es cuestión de gustos.
Aunque la introducción de ‘Big Boy’ está muy cuidada, se le acaba cogiendo el gusto a la sencillez de tanto “Big boy!”, aparte de que contiene un energizante solo de guitarra hacia la mitad que revitaliza la canción. El humor desenfadado de los hermanos aparece como siempre en buena parte del álbum, pero cuando lo conjuntan con un entramado instrumental espectacular como en ‘Throw Her Away (And Get A New One)’, sale reforzado. A destacar el trabajo del bajista, quien se convierte en involuntaria estrella de la canción con su notable velocidad. ‘I Want To Be Like Everybody Else’ es un agradable y dinámico pop donde sorprendentemente insertan hacia la mitad unos acordes de rock duro, una muestra de que estos Sparks reamericanizados habían evolucionado de alguna manera. En cambio, en ‘I Bought The Mississippi River’ se introducen de nuevo en ese estilo de musical de Broadway pero con una grandeza a la altura de lo mejor de ese subgénero, demostrando que la experiencia es un grado. Las melodías vocales son memorables y la instrumentación espectacular, con unos solos de guitarra deslumbrantes y enérgicos.
Canciones como ‘Confusion’ anteceden la incipiente New Wave o cuando menos el estilo de muchas bandas fugaces de principios de los ochenta, incluyendo varias de la llamada Movida madrileña. La canción, aun siendo ingenua, suena divertida y la guitarra con eco tiene su punto, pero el solo de sintetizador es bien horroroso. En los bonus tracks encontramos una primera versión titulada ‘Intrusion/Confusion’, pues ‘Intrusion’ era su título original. El cambio del sustantivo vino motivado porque Confusion iba a ser una película de Jacques Tati donde iban a participar los hermanos Mael, pero desgraciadamente quedó todo en un proyecto inacabado por el pobre estado de salud del genial director francés. Al final, el grupo al completo acabaría apareciendo en la película Montaña rusa (Rollercoaster, 1977), es decir, todo lo opuesto a lo que puede representar el cine de Tati.
En su comienzo, ‘I Like Girls’ parece rememorar a ‘This Town Ain't Big Enough For Both Of Us’ debido a la prominente y rítmica percusión. Y esto es lo que más llama la atención, pues los cambios de ritmo proporcionan el toque diferencial respecto a un tema de pop más convencional. De manera análoga, ‘Nothing To Do’ bebe de ideas recicladas y la excesiva repetición del título como estribillo juega en su contra. Por otra parte, ‘White Women’ recuerda mucho el estilo de vodevil que tenía Queen, incluso la voz de Russell parece desarrollarse bajo los mismos parámetros que el estilo de Freddie Mercury. El estribillo en clave de boogie de ‘Everybody's Stupid’ decepciona un poco en comparación con el poderío que transmite en su comienzo, mientras que ‘Fill-Er-Up’ queda como una actualización del rockabilly bailable de dos décadas antes, sin mayor repercusión, aunque en 1976 era una novedad hacer algo así. Y mucha queja escuchamos en ‘Screwed Up’, pero musicalmente no es más que relleno agradable. Los que sabían quejarse de verdad ya no iban a tardar mucho en aparecer en la escena musical.
En la reedición en CD encontramos una gran cantidad de material adicional. En primer lugar, la transformación de ‘I Want To Hold Your Hand’ en una balada adulta con arreglos orquestales que les hace aproximarse a los Hollies más sosos. Sorprendentemente fue publicada como cara A de single, cuando su cara B es un verdadero prodigio. Se trata de la imprevisible ‘England’, un portento de estructura musical y producción, donde juegan con las voces, los arreglos, los timbres de los instrumentos... Toda una obra de arte que al mismo tiempo queda como un homenaje a la nación que tan bien les acogió. Tiene mucho encanto también el costumbrismo cinematográfico que nos ofrecen en ‘Gone With The Wind’ (recordemos que es el título original de Lo que el viento se llevó), finiquitado en un pegadizo estribillo suficientemente elaborado y que invita a cantar. En ‘Looks Aren't Everything’ parece que Russell esté cantando con acento francés, quizá lo que pensaron que podía darle un toque diferente, mientras que ‘Tearing The Place Apart’ es un discreto vodevil que acaba resultando algo aburrido.
INTRODUCING SPARKS
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) A Big Surprise; 2) Occupation; 3) Ladies; 4) I'm Not; 5) Forever Young;
6) Goofing Off; 7) Girls On The Brain; 8) Over The Summer; 9) Those Mysteries.
Tras haber perdido ese aprecio especial en su país adoptivo (Reino Unido) y permaneciendo en Estados Unidos, los hermanos Mael seguían sin rumbo y ofuscados en la repetición de ideas, aunque ya ni siquiera el humor de las letras les salía de forma tan brillante como antes. Tampoco habían podido mantener a los músicos empleados en Big Beat, que es como decir que no había grupo, y aquí desfilan una buena cantidad de músicos de sesión, incluidos algunos que de los que pronto iban a formar el exitoso grupo Toto. Pero lo peor de todo era constatar que la musa de la inspiración se había desvanecido a la hora de componer.
Algo de la chispa de su mejor versión como banda recuperan en ‘Occupation’, conjuntando alocadas estrofas con un desenfrenado estribillo. Se exceden un poco en la coda, pero quizá quisieron exprimir al máximo ese momento de inspiración. La prominente percusión y los cambios de ritmo de ‘I'm Not’ nos mantienen igualmente en los parámetros más clásicos de Sparks, que es donde se sitúan también a pesar del violín lacrimógeno que inicia ‘Goofing Off’, pues luego deja paso a una entretenida canción que se ubica entre el estilo Broadway y la canción popular rusa, retomando esa virtud del grupo de conjugar estilos variados con una vertiente normalmente influenciada por el vodevil.
En cualquier caso, parece que estén cansados en canciones como ‘A Big Surprise’, como si estuvieran interpretando por compromiso. En las manos de los hermanos Mael, el tópico de mantenerse siempre joven debería haber dado más de sí, pero ‘Forever Young’ se queda en un pop convencional con una letra demasiado sencilla. No podía faltar alguna canción que hablara sobre mujeres y aquí nos ofrecen directamente dos. Una de ellas es ‘Ladies’, que no pasa de ser un jovial pop con una destacada progresión en las estrofas que tampoco sirve para obtener nada más reseñable, ni siquiera el humor peculiar de su letra. La otra es ‘Girls On The Brain’, esta vez en clave de blues-rock, un recurso fácil que denotaba la escasez de ideas por la que atravesaba el dúo.
Como si fueran los Beach Boys, en ‘Over The Summer’ hacen una especie de reescritura de ‘Help Me Rhonda’ que ha de tomarse como una parodia del estilo de los primeros años de los californianos. De manera similar, la primera impresión que transmite ‘Those Mysteries’ es que están imitando a Queen, aunque en su segunda mitad acaba cobrando una mayor personalidad y se muestra como una placentera pieza de medio tempo en la que nos regalan un solo de guitarra de timbre distorsionado. Todo este cúmulo de préstamos y de ideas que parecen recicladas es lo que lastra un álbum que, de haber sido el primero grabado por Sparks, pues hasta podría haber dejado una buena sensación. Pero no cuando se asemejan a un reflejo pálido de su mejor versión como grupo.
2022
Nº 1 IN HEAVEN
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) Tryouts For The Human Race; 2) Academy Award Performance; 3) La Dolce Vita;
4) Beat The Clock; 5) My Other Voice; 6) The Number One Song In Heaven.
2022
La solución que buscaron los hermanos Mael a sus problemas comerciales fue buscar a Giorgio Moroder como productor y colaborador en las composiciones. Este italiano ha pasado a la historia como compositor y productor de algunas de las canciones más famosas de la música disco, aparte de bandas sonoras y colaboraciones con grandes artistas y grupos como David Bowie, Blondie o Freddie Mercury. Así pues, Sparks sucumbieron a las modas y cayeron en un mercantilismo vergonzoso, aparte de que las ideas debían escasear cuando tan solo encontramos seis temas y de duraciones bastante largas, si bien el álbum dura poco más de media hora. Aunque la música comercial solía tener una duración de unos tres minutos, el éxito masivo de Donna Summer con ‘I Feel Love’ en 1977, un tema precisamente coescrito y coproducido por Moroder, había sentado el precedente de que era más importante prolongar esta clase de música debido a su finalidad de baile.
Tan solo con escuchar el primer tema ya nos podemos hacer una idea bien clara de la mutación sufrida, pues ‘Tryouts For The Human Race’ suena a los Sparks de escasa inspiración que intentan suplir esa carencia con la adición de un ritmo disco y un exceso de sintetizadores. Un empacho total que aparte nos alargan hasta casi los seis minutos, como si pensaran que eso es la norma para este tipo de música. Lo que sí parece una norma no escrita en este álbum son los lamentables juegos de organillo Casio que encontramos en muchos momentos como en ‘La Dolce Vita’, cuyo título representa ese truco comercial tan manido de emplear una expresión universal en otro idioma para que el beodo de turno de la pista de baile pueda tararear “la-ra-la-ra-la-ra-la-ra-la… ¡la dolce vita!”. Y bueno, ‘Dolce Vita’ sería precisamente el título de otra canción comercial en inglés de mediados de los ochenta con un gran éxito de ventas que ha provocado que nos toque escucharla de vez en cuando aun estando bien entrado el siglo XXI. El estribillo de ‘Academy Award Performance’ incluso podría salvarse en un buen día, pero todo el entramado de sintetizadores es tan bochornoso que provoca vergüenza ajena. Curiosamente, es la única canción donde no participa Moroder como compositor junto a la decepcionante ‘Beat The Clock’.
Cuando llega ‘My Other Voice’ parece que vaya a ser un tema instrumental porque hasta la mitad no empezamos a escuchar voces y además procesadas para que suenen robóticas. Luego sigue cantando Russell pero lo más interesante de este tema ya lo hemos escuchado previamente y es casi lo único pasable del álbum al estar entroncado con lo que habían hecho grupos electrónicos como Kraftwerk. Podríamos salvar esta canción junto a la final ‘The Number One Song In Heaven’, que puede que sea la única que recoja algo del espíritu de Sparks al emplear el humor ya en la entrada instrumental tan celestial y luego en las voces entre etéreas y angelicales. Cerca de la mitad se aceleran los sintetizadores y se acelera también el humor de la letra (“If you should die before you wake / If you should die while crossing the Street / The song that you'll hear, I guarantee”), pero en conjunto sigue siendo un tema menor aunque tenga la vistosidad propia de la música de sintetizadores.
Nada puede lograr salvar un álbum tan vulgar y poco inspirado, que aparte queda totalmente anticuado por limitarse a aplicar las tecnologías de grabación del momento y no aportar nada de interés salvo en el apartado técnico, pues el sonido era muy moderno para la época. Pero claro, es necesario poder sustentar todo eso en melodías inspiradas y aquí no es el caso. Todavía repetirán con Giorgio Moroder en el siguiente álbum, aunque el protagonismo de este decaerá notablemente para mayor fortuna de los hermanos Mael.
TERMINAL JIVE
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) When I'm With You; 2) Just Because You Love Me;
3) Rock 'N' Roll People In A Disco World; 4) When I'm With You (instrumental);
5) Young Girls; 6) Noisy Boys; 7) Stereo; 8) The Greatest Show On Earth.
Como si estuvieran satisfechos con lo realizado en el álbum anterior, que en realidad era lo más enrollado del momento, prosiguieron aquí básicamente en ese estilo disco, aunque ya se atisba la futura transformación en New Wave que llegará muy pronto, pues aquí al menos puede escucharse alguna guitarra de vez en cuando. Afortunadamente se enriquece el sonido un poco más con la adición de un guitarrista y un bajista entre los músicos de sesión que participan. En esta ocasión la producción se repartió entre Giorgio Moroder y Harold Faltermeyer, este último todavía un desconocido aunque en unos años comenzará a triunfar con algunos temas para películas taquilleras de los ochenta. Aunque solo hay ocho canciones, las duraciones se han recortado ligeramente respecto al álbum anterior y eso significa un alivio.
Parecen centrarse algo más en la melodía que en el baile en ‘When I'm With You’, pero no deja de quedar demasiado anticuado el sonido de sintetizadores, así que maldita la falta que hacía añadir una versión instrumental de este mismo tema aunque no sea exactamente lo mismo. También podrían haber creado una autoparodia en ‘Rock 'N' Roll People In A Disco World’, pero en su exigua letra tan solo se hace una pequeña referencia a los Beatles (sin que tampoco venga a cuenta) para luego repetir una y otra vez el título de la canción. Todo bajo un ritmo de baile de lo más vulgar, al estilo de lo que ya había hecho, por ejemplo, ABBA un año antes, donde al menos se agradece que esté interpretado con instrumentos de verdad salvo los inevitables sintetizadores.
La sensacional introducción de ‘Young Girls’ nos evoca, por fin, la grandeza de estos hermanos, si bien esa sensación se desvanece en un desarrollo más convencional. Esto es justo lo contrario de lo que transmite ‘Noisy Boys’, cuyo armazón instrumental parece más de lo mismo pero posee un memorable estribillo de los que parecía que no volveríamos a escuchar jamás en esta banda/dúo. En ‘Stereo’ se muestran consistentes y preparados para el salto a la New Wave, aunque la canción más consistente y completa en virtudes, dadas las circunstancias y el álbum en el que se encuentra, es la final ‘The Greatest Show On Earth’, aunque no llama la atención en primer término y es cuando nos hemos despojado de la aversión a los sintetizadores que nos podemos dar cuenta de su cuidada construcción.
Nos queda así otro flojo álbum dentro de la crisis de inspiración por la que estaban pasando los hermanos Mael. Tampoco se les puede recriminar nada por haber caído en los cantos de sirena de la música disco, que es lo mismo que hicieron muchos otros grupos y artistas del rock por esa época. No todos tienen la genialidad de los Rolling Stones para hacer un ‘Miss You’, la de Roxy Music para crear ‘Love Is The Drug’ o incluso el talento (que alguna vez pareció tenerlo) de Rod Stewart para que le salgo algo como ‘Da' Ya' Think I'm Sexy’.
WHOMP THAT SUCKER
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Tips For Teens; 2) Funny Face; 3) Where's My Girl; 4) Upstairs;
5) I Married A Martian; 6) The Willys; 7) Don't Shoot Me; 8) Suzie Safety;
9) That's Not Nastassia; 10) Wacky Women.
Buenas noticias parecían asomar en el negro nubarrón que se cernía sobre Sparks tras la mutación discófila que habían experimentado en sus últimos álbumes, pues esto es lo que transmite la nueva imagen de portada. Como vemos, vuelve el humor socarrón a la portada del disco y también algunas de las letras de las canciones recuperan el humor inteligente de antaño, aunque no en todos los casos. Todavía dependían de Giorgio Moroder, pero esta vez tuvieron mayor libertad para crear algo más cercano a lo que había sido su sonido genuino. De esta manera, se hicieron con los servicios de varios músicos de estudio y la inspiración volvió a asomar a la puerta del dúo/grupo.
Para abrir y cerrar el álbum colocan dos temas que nos muestran el lado más marcadamente humorístico de los hermanos. Al principio observamos cómo vuelven los Sparks desenfadados y cachondos en ‘Tips For Teens’, aunque el empleo de sintetizadores es excesivo. Todavía más exagerado resulta el cierre del disco mediante ‘Wacky Women’, con los coros, los músicos y el bueno de Russell llevando la broma hasta el histrionismo. Donde sí vuelve de verdad la grandeza de los hermanos es en la operística ‘Where's My Girl’, de comienzo dubitativo por la manera de cantar de Russell pero pronto llega el frenético y adictivo final de estrofa y luego los registros altos como sorprendente estribillo, aparte de contener un deslumbrante intermedio instrumental. El humor no puede ser más socarrón, pues la canción nos muestra la ansiedad del narrador por su chica tras haber sido abandonado, pero todo acaba cuando de repente la ve y nos dice “Espera, espera, ¡pero si está ahí!”.
Consiguen aunar con acierto, como en los viejos tiempos, el humor agridulce y las melodías pegadizas en ‘Funny Face’, aparte de que hacía ya mucho tiempo que no habíamos escuchado un solo de guitarra tan apreciable como el de esta canción de graciosa letra narcisista. La lucha contra las fobias que obligan a alguien a quedarse en casa es la temática que tratan en la vertiginosa ‘Upstairs’. Por otro lado, si no se acaba harto de escuchar el nombre de Nastassia, se podrá hasta disfrutar cuando llega el elaborado y soberbio estribillo de ‘That's Not Nastassia’, una extraña composición enfocada como una pieza de musical y donde al final buscan un caos sonoro para que la sorpresa sea de principio a fin.
Los sintetizadores vuelven a fastidiar lo que es otra vistosa pieza tipo musical de Broadway, ‘The Willys’, cuya estructura cambiante hace muy entretenida la canción y el estribillo es de los que invitan a cantar (“They call it the Willys / You shiver and shake / You're doin' Swan Lake / All over the place”). Por el contrario, envuelven con demasiados convencionalismos del techno a ‘I Married A Martian’, de tal manera que sus cinco minutos (la duración más larga de todo el disco) juegan completamente en su contra porque ofrece muy poco bagaje musical. También suena a la música comercial del momento ‘Don't Shoot Me’, aunque en este caso posee algunos interesantes acordes rockeros para hacerla más amena. En cambio, ‘Suzie Safety’ no es más que una agradable canción con algo de gancho pero que no representa nada relevante respecto a lo que ya conocemos de esta banda.
Volvían Sparks al buen camino tras varias decepciones seguidas, si bien los altibajos ya formarán parte de su trayectoria y Whomp That Sucker por desgracia representa un respiro momentáneo de lucidez en esta etapa de bajón. Pero para quienes profesen devoción por los primeros años del grupo, este álbum significaba el verdadero retorno de los hermanos Mael. Lo anterior fue el desliz habitual que aboca a los músicos y artistas a prostituirse musicalmente para adoptar modas alejadas de lo que en realidad representan. El dinero es muy tentador, pero seguir el camino fácil normalmente no es la mejor elección.