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COCKNEY REBEL / STEVE HARLEY

2024

THE HUMAN MENAGERIE

Año de publicación: 1973

Puntuación:

1) Hideaway; 2) What Ruthy Said; 3) Loretta's Tale; 4) Crazy Raver; 5) Sebastian; 6) Mirror Freak; 7) My Only Vice; 8) Muriel The Actor; 9) Chameleon; 10) Death Trip; [BONUS TRACKS:] 11) Judy Teen; 12) Rock & Roll Paradise.

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2024

Steve Harley era un músico errante que en unos años pasó de tocar en la calle a tocar en clubs y luego disponer de una banda, lo cual le brindó la oportunidad de grabar su primer álbum y completar así un camino inicial que es el sueño de cualquier músico novel. Ahí no se acabó su suerte, pues también pudo contar con la mejor producción posible y se añadieron arreglos orquestales para enriquecer el sonido. Mejor no le pudo ir y supo aprovechar esta primera oportunidad para grabar el mejor álbum de su carrera, fruto de la experiencia acumulada en los dos años previos y de una producción impecable. Puede tomarse al primer Steve Harley como un intérprete ubicado entre Alice Cooper (o sea, Vincent Furnier) y Syd Barrett, pero con toques de dandy británico. Esto contrasta mucho con el Harley más maduro que, siguiendo con las (odiosas) comparaciones, se acercará más a la corrección de Al Stewart. El nombre de Cockney Rebel para el grupo es algo circunstancial porque tampoco fue una banda cohesionada y Harley escribía todo el material.

 

Respecto a la música, la ausencia de guitarra eléctrica es siempre un hándicap en el mundo del rock, pero el ritmo acústico no es un problema para desplegar energía y entusiasmo en la música. En cualquier caso, una falsa sensación de artista folk o incluso rural puede transmitirnos el violín de entrada de ‘Hideaway’, pero la energía empieza a emerger y a ascender progresivamente, sobre todo gracias a la interpretación vocal de Steve, hasta que la entrada de la percusión nos introduce por completo en esta demostración de vigor y exquisita instrumentación que incluye un delicado solo de teclado que contrasta con la fortaleza del resto del tema. La que sí podría catalogarse como blues rural es ‘Crazy River’, pero tampoco puede señalarse como un tema que defina el sonido del grupo. De hecho, no hay nada aquí que nos pueda indicar cuál podría ser el futuro inmediato de la banda, hay mucha variedad estilística.

 

Demasiado a vodevil suena ‘What Ruthy Said’ para el acentuado ritmo que le imprimen, aparte de que el estribillo es casi inexistente. En ese estilo, pero mezclado con calipso, es como suena con mejor resultado ‘Muriel The Actor’. La que es un calipso total es ‘Judy Teen’, pero perfectamente sostenida en un glorioso estribillo, así que se ha de reconocer lo difícil que resulta grabar un calipso y que no suene ridículo, más todavía cuando transmite seriedad y exquisitez. El aura de misterio de ‘Mirror Freak’ está lograda a la perfección y si a eso le añadimos unas melodías vocales con gancho, la excelencia está lograda. La que podría haber durado algo más es ‘Chameleon’, pues suena interesante y deja como a medias con su duración inferior a un minuto.

 

La influencia de Bob Dylan es habitual en cualquier músico que se haya hecho a sí mismo y se haya tenido que buscar la vida, como es el caso de Steve. Así, ‘My Only Vice’ recuerda inmediatamente a ‘4th Time Around’ de Dylan (perteneciente a Blonde On Blonde), pero con el toque más lunático de Harley, mientras que ‘Loretta's Tale’ también suena al Dylan de la misma época (esto es, de su apertura sonora del citado álbum) por su instrumentación y peculiar ritmo, pero el estribillo tiene ese punto esquizoide propio de Steve Harley y su carisma consigue que se alcance al mismo tiempo un gran lirismo. Como su título indica, ‘Rock & Roll Paradise’ está desarrollada principalmente en ese estilo, pero nuevamente el toque demente de Harley y algunos cambios de ritmo están ahí para elevar la canción por encima de cualquier convencionalismo, destacando nuevamente el estribillo.

 

Por el contrario, ‘Sebastian’ es uno de esos temas complicados de digerir porque comienza de manera muy lenta, casi inaudible, sin que sepamos bien de qué va este tipo. Transcurrido el primer minuto aparece el memorable estribillo que ya nos vaticina la grandeza de la composición, embellecida por los arreglos orquestales. Quizá una voz más potente que la de Harley podría haber alcanzado altas cotas emocionales, pero su autenticidad como cantante y su carisma son también suficientes. Con la entrada de la percusión y los coros sí que se alcanza el cénit de la canción y a partir de ahí sólo cabe dejarse llevar. Todavía más complicada resulta ‘Death Trip’ porque su melodía inicial tiene gancho y dinamismo, pero se repite continuamente y eso puede hacer desistir al oyente de llegar a sus casi diez minutos, porque acaba cansando un poco. Eso sí, a partir de los cinco minutos llega lo verdaderamente importante y lo que convierte a este tema en uno de los puntos obligados del álbum. Diferentes instrumentos irán sucediéndose para ejecutar una épica melodía hasta que la entrada de los coros eleva esta música a una grandeza sinfónica espectacular.

 

De esta manera finaliza un deslumbrante álbum de debut que nos mostraba a un artista/grupo diferente al resto, con una música diversa, teatralizada y repleta de vibrantes melodías. Bueno, lo de deslumbrante puede que tarde en detectarse, puesto que resulta desconcertante en la primera escucha y se le va cogiendo el punto si se le dan oportunidades. Como vemos, son la personalidad y el carisma de Steve Harley los que permiten identificar esta música, por lo que las tensiones dentro de la formación se dispararán muy pronto. Pero claro, esta era su obra y Cockney Rebel era él, como quedará claro a lo largo de los años.

THE PSYCHOMODO

Año de publicación: 1974

Puntuación:

1) Sweet Dreams; 2) Psychomodo; 3) Mr. Soft; 4) Singular Band; 5) Ritz; 6) Cavaliers; 7) Bed In The Corner; 8) Sling It!; 9) Tumbling Down;

[BONUS TRACKS:] 10) Big Big Deal; 11) Such A Dream.

La continuación del debut de Cockney Rebel hizo estallar las tensiones en la formación. En la portada siguen mostrándose como una banda, pero su aspecto sombrío parece indicar el destino inmediato de sus miembros. Estaba claro que Steve Harley era el líder, pero resulta que quería ser también el compositor exclusivo de Cockney Rebel y rechazó cualquier intento del resto de incluir su propio material. Así pues, tras la grabación de Psychomodo volverá a rehacer la banda, porque la banda era él. La discográfica EMI seguía apoyando al grupo y así en la producción pudieron contar con los servicios del gran Alan Parsons, por entonces muy activo en esas labores y con un llamativo currículum en su haber, pero este no desvirtúa el sonido de la banda y en lo musical se aprecia la continuación que significa este álbum respecto a su debut.

 

En las letras ya es otro cantar, puesto que se lanza a una especie de surrealismo más bien humorístico que encaja bien con el tono general del álbum. En ‘Sweet Dreams’ retoma su lado más desenfadado y menos interesante, pero al menos realiza algunos cambios de ritmo llamativos, si bien esta canción puede tomarse como presentación de ‘Psychomodo’, un tema que parece deslizarse por el boogie hasta que llega su deslumbrante y catártico estribillo, que no se acaba en los dos primeros versos sino que continúa ampliando la emoción desde otra perspectiva. Entre la balada y el pop alegre del grupo se desarrolla ‘Bed In The Corner’, con muchas sutilezas instrumentales que afloran en consiguientes escuchas y que acaba súbitamente para la entrada del descomunal riff de guitarra de ‘Sling It!’, algo poco habitual en las composiciones de Harley. Es una dosis de adrenalina que aviva el espíritu rockero, incluido el vibrante e imprevisto cambio de ritmo de sus últimos veinte segundos. La que sí es una bonita balada es la canción que cerraba el LP original, ‘Tumbling Down’, con algunos dejes vocales que preludian el futuro ‘Make Me Smile (Come Up and See Me)’ y unos precisos arreglos orquestales.

 

El tono gracioso de Steve suele aparecer mucho y eso puede resultar algo empalagoso, pero bien es cierto que normalmente sale airoso. Eso sí, se pasa de circense en ‘Mr. Soft’ (le sobra por completo el intermedio instrumental), pero nuevamente el apartado vocal posee suficiente carisma para que la canción sea una de las destacadas. En cambio, en ‘Singular Band’ acaba resultando algo repetitivo y tan sólo la consistente arquitectura instrumental consigue  mantener el interés. Aunque para canción repetitiva está ‘Ritz’, cuyo comienzo nos hace pensar en una continuación de ‘Space Oddity’ de David Bowie, como si el Major Tom de la canción de Bowie se hubiera tomado alguna sustancia psicotrópica en el espacio y hubiera empezado a recordar personajes de sus lecturas y su vida. Pero durante seis minutos se hace eterna y no parece acabarse nunca. A continuación llegan otros siete minutos más de estructura cíclica en ‘Cavaliers’, pero al menos su melodía principal es memorable y se añade un notable estribillo, por lo que resulta más placentera de escuchar a pesar de las repeticiones.

 

En los bonus tracks se incluyen dos interesantes temas, el primero de ellos de un single que publicó Steve Harley bajo su propio nombre ese mismo año, como dando a entender su autosuficiencia respecto al conjunto de Cockney Rebel que estaba a punto de disolverse. El ritmo inquietante de ‘Big Big Deal’ puede resultar algo cansino con el tiempo, pero tiene su gracia tal como está conformada, con esos aires cabareteros que tan bien sabían conseguir. Todo lo escuchado hasta este momento contrasta con el tono decadente de ‘Such A Dream’ y sus gritos paranormales, como si estuvieran mostrándonos una pesadilla en forma de música. Como decíamos, tras este recomendable y particular álbum Harley refundará el grupo para proseguir con su peculiar visión artística.

THE BEST YEARS OF OUR LIVES

Año de publicación: 1975

Puntuación:

1) Introducing "The Best Years"; 2) The Mad, Mad Moonlight; 3) Mr. Raffles;

4) It Wasn't Me; 5) Panorama; 6) Make Me Smile (Come Up And See Me);

7) Back To The Farm; 8) 49th Parallel; 9) The Best Years Of Our Lives;

[BONUS TRACK:] 10) Another Journey; 11) Sebastian (live at Hammersmith Odeon).

Como podemos observar en la portada, el nombre de Steve Harley se coloca por primera vez en un lugar principal, ya por encima de la denominación Cockney Rebel. Disuelta la formación original, tampoco tenía sentido práctico la utilización de ese nombre para unos músicos que simplemente acompañaban e implementaban las ideas de Harley. En la producción volvió a contar con el trabajo de Alan Parsons, quien no tardaría ya mucho en grabar su debut con The Alan Parsons Project, aquella memorable colección de composiciones inspiradas en relatos de Edgar Allan Poe. En lo musical seguía existiendo esa imprevisibilidad que impregnaba las canciones de Steve, pero paulatinamente se iba domesticando el sonido respecto al eclecticismo a veces caótico de su debut.

 

Lo primero que escuchamos es desconcertante, pero ‘Introducing "The Best Years"’ debe tomarse como una broma, aunque no tenga nada de gracia estar medio minuto sin escuchar nada y luego sonidos y como una presentación improvisada en el piano. Esto sirve de entrada a la primera canción propiamente dicha, ‘The Mad, Mad Moonlight’, que es como si Steve hubiera reescrito ‘What Ruthy Said’ del primer álbum para añadirle más detalles instrumentales de interés (aunque sean los sencillos pero potentes acordes de guitarra) y unos vistosos coros cantando “And she said”. Bajo una especie de glam-boogie se desarrolla ‘Panorama’ para que destaque más su vistoso estribillo. También sirve de presentación para la siguiente canción, pues también se basa en un pegadizo estribillo pero, esta vez sí, engancha desde sus primeras notas. De esta manera, ‘Make Me Smile (Come Up And See Me)’ ha quedado como la canción más famosa de Harley y no es para menos. Igual como los grandes directores de cine saben jugar con la elipsis y consiguen que aquello que no se ve tenga tanta importancia como la misma historia contada, una de las claves de la canción son sus diferentes paradas. Aparte, las melodías vocales son imbatibles y los coros son empleados con inteligencia y exquisitez.

 

La influencia del rock progresivo es evidente en ‘It Wasn't Me’ y ‘Back To The Farm’, quizá por influencia también de Alan Parsons como productor. Mientras la primera durante seis minutos nos ambienta de una manera especial como si los músicos nos estuvieran tocando desde el fondo del océano, en ‘Back To The Farm’ nos introduce en un ambiente intrigante completamente diferente y nos regala unos notables incisos instrumentales donde la guitarra brilla sobre el conjunto, mucho mejor que cuando el teclista toma el liderazgo más adelante. Como contrapartida a tanta energía rockera, así como al funk atascado de ‘49th Parallel’, se muestran convincentes en canciones más tranquilas como la que da título al álbum o ‘Mr. Raffles’, donde en esta última tampoco pierden tiempo e incluyen detalles de teclado y algunos elementos imprevisibles (como castañuelas), para llegar a un final de estribillo inesperado por lo sombrío que resulta: “Man, it was mean, it was mean / Man, it was mean”.

 

En la reedición en CD encontramos dos bonus tracks, uno de ellos la interpretación en directo de ‘Sebastian’ que está dirigida a quienes adoren a Steve más que a la propia canción, pues dura diez minutos y acaba siendo su show personal. Escuchamos algunos acordes copiados de ‘Awaiting On You All’ de George Harrison en ‘Another Journey’, que son lo que le dan su toque especial aunque el estribillo también tiene su gancho y eso la salva. Pero bueno, en global The Best Years Of Our Lives es un gran álbum que se sostiene en las mejores características que ofrecía Steve Harley, por entonces en sus mejores años como reza el título. El artista se iba normalizando pero todavía era capaz de asombrar.

TIMELESS FLIGHT

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) Red Is A Mean, Mean Colour; 2) White, White Dove; 3) Understand;

4) All Men Are Hungry; 5) Black Or White; 6) Everything Changes; 7) Nothing Is Sacred; 8) Don't Go, Don't Cry;

[BONUS TRACK:] 9) Throw Your Soul Down Here; 10) The Mad, Mad Moonlight (live).

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Antes de nada, avisados quedamos sobre la trayectoria de Steve Harley & Cockney Rebel porque nunca más encontraremos ningún álbum a la altura del primero y del tercero (mucho menos cuando sean de Steve en solitario). Las ideas se iban acabando y este hombre pretendía mantener un ritmo anual de publicar LP, lo cual se antojaba demasiado para un lobo solitario como él. Parece ser que Steve Harley realizó declaraciones en la época de publicación de Timeless Flight en las que se congratulaba de que por fin sentía que Cockney Rebel era una banda y que él formaba parte de ella, pero paradójicamente este álbum no suena a banda sino a cómo nos imaginaríamos a Steve en solitario. Es decir, la realidad es que Cockney Rebel siempre fue Steve Harley, pero ya apenas quedan trazas de lo que había demostrado en sus tres primeros álbumes, el sonido cada vez es más personal a la vez que convencional. De hecho, hay declaraciones cuatro décadas después donde comenta que este es su álbum favorito, lo cual delata que Timeless Flight se trata de una manifestación más personal que artística. Y por desgracia, esto se nota, aunque son los músicos que le acompañan quienes consiguen que este álbum no sea un colosal tropiezo.

 

En el aspecto compositivo, Steve se nos muestra flojo, como si la musa del gancho melódico se estuviera desvaneciendo. Para empezar el disco, la única novedad de ‘Red Is A Mean, Mean Colour’ es tener un significado político, pero tampoco es que eso quede claro en la letra y, respecto a la música, mantiene la estela de las baladas de medio tempo de Steve y tan solo el estribillo con coros aporta la calidez y melodía necesaria para que la canción acabe quedándose en la mente. Una de las mejores canciones del álbum es ‘All Men Are Hungry’ porque nos devuelve al Harley más emotivo bajo pegadizas melodías que captan la atención desde el principio, a lo cual se le han de añadir detalles como el clavecín que suena en algún momento y un destacado solo de guitarra. En cambio, ‘Understand’ es una balada pasable cuyo mayor interés es el impensable solo de teclado que aparece en el intermedio instrumental, tan extravagante pero sorprendentemente melódico como un sintetizador Moog bien empleado. Y es que al teclista se le ha de nombrar y reconocer su labor, pues en ‘Black Or White’ vuelve a ser el músico esencial en el sonido del grupo y se marca otro deslumbrante solo de sintetizadores que recuerda a los mejores momentos de la banda italiana Premiata Forneria Marconi. El teclista en cuestión es Duncan Mackay, quien hasta había iniciado su carrera en solitario previamente a la entrada en Cockney Rebel y posteriormente trabajará con Kate Bush o Camel.

 

Como ya había probado el funk en el álbum anterior y le había cogido el gusto, aquí encontramos una nueva entrega mediante ‘White, White Dove’, de vistoso estribillo con un teclado imitando trompetas (o esa impresión transmite). Pero al grupo la técnica no le da para que haya un último minuto instrumental, aunque se puede decir que salen airosos. ‘Everything changes’ también comienza como un funk pero luego se desarrolla como un vodevil al estilo de David Bowie, sin que el solo de clavecín consiga elevar nada por encima de lo ameno. Y hablando de Bowie, ‘Don't Go, Don't Cry’ es como si Steve hubiera pretendido realizar algo al estilo de ‘Star’ del primero, pero le sale una abominación donde los coros acaban sonando tan irritantes como el propio ritmo. Por otra parte, la acústica ‘Nothing Is Sacred’ es una de esas canciones destinadas exclusivamente a fans enamorados del carisma de Harley. Que aun así, seguro que alguna/o se preguntará: “¿Qué está haciendo ese hombre? ¿Olvidó el significado de melodía?”.

 

Dentro de los bonus tracks encontraremos una interesante interpretación en directo de ‘The Mad, Mad Moonlight’, canción perteneciente a The Best Years Of Our Lives, que por lo visto era mejor opción echar mano del cancionero previo. Sólo hay que fijarse en cómo imita la manera de cantar de Bob Dylan en ‘Throw Your Soul Down Here’, no se sabe muy bien por qué, puesto que su propio estilo hubiera quedado mejor dentro del tono inquietante que sabe mantener durante la canción. Así que es una composición en cierta manera desaprovechada. Tampoco se sabe si hubiera podido conseguir algo mejor desde otra perspectiva, pero, en todo caso y si hablamos del álbum en general, concluimos que Steve Harley no estaba en su mejor momento.

LOVE'S A PRIMA DONNA

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) Seeking A Love; 2) GI Valentine; 3) Finally A Card Game; 4) Too Much Tenderness; 5) (Love) Compared With You; 6) (I Believe) Love's A Prima Donna; 7) Sidetrack II;

8) Seeking A Love (Part 2); 9) (If This Is Love) Give Me More; 10) Carry Me Again;

11) Here Comes The Sun; 12) Innocence And Guilt; 13) Is It True What They Say?

Dentro del proceso gradual de normalización/mundanidad que iba experimentando Steve Harley durante su carrera, llegamos aquí al último estertor de lo que quedaba de singularidad respecto a su visión artística original. No en vano, este será el último álbum en el cual se emplee el término Cockney Rebel para designar a sus acompañantes, aunque en realidad nunca fueran un grupo como tal, sino los músicos circunstanciales de ese momento. El líder único y absoluto era Harley. Echando un vistazo rápido a los títulos de las canciones es obvio que el tema central del álbum es el amor, aunque no se puede decir que se trate de una obra conceptual.

 

Los tres primeros temas forman inesperadamente una suite al estar enlazados unos con otros, pero eso no parece tener razón alguna en la práctica. Como si empezáramos el disco y la canción in media res, ‘Seeking A Love’ parece directamente un estribillo épico que, sin mucho sentido, enlaza con la desquiciada ‘GI Valentine’, cuya extravagancia se verá incluso superada por ‘Finally A Card Game’, cuyo inicio de guitarra rockera y animado piano honky crea unas buenas expectativas. Sin embargo, de repente entran unos coros distorsionados en estilo retro de los años cincuenta y ya nos damos cuenta de que seguiremos desvariando. El último tema clásico de Harley probablemente sea ‘(I Believe) Love's A Prima Donna’, en el cual emplea todos los ingredientes clásicos del estilo que le había hecho famoso (o sea, fijándose en ‘Make Me Smile’) y vuelve a ofrecernos otra muestra de cambios de ritmo, base rítmica de guitarra acústica y piano, más el empleo mesurado y acertado de coros. Como single de presentación del álbum se escogió una versión de ‘Here Comes The Sun’ de los Beatles, pero lo único novedoso que hacen con ella es añadirle un innecesario teclado que cobra demasiado protagonismo y luego una extraña coda coral.

 

Sorprende encontrar a estas alturas una composición de rock progresivo (‘Innocence And Guilt’) bien ejecutada e imprevisible, como también nos sorprende con una pieza orquestal y coral como ‘Sidetrack II’, en forma de crescendo además, pero no se entiende bien que le pongan un título que sugiere que hay una primera parte. De hecho, la segunda parte de ‘Seeking A Love’ debería ser realmente la primera porque empieza a cappella y tan sólo escucharemos un piano y los coros acompañando a Steve, mientras que en la primera parte entraba la batería desde el principio. Pero bueno, esto es lo poco que iba quedando de excentricidad en este artista, por desgracia. ‘(Love) Compared With You’ es una bonita balada-rock que parece inspirada en las de The Kinks, como también se aprecia la influencia de estos últimos en el estilo de rock teatrero de ‘(If This Is Love) Give Me More’, sin que el aspecto teatral interfiera en los arreglos rockeros que ensalzan esta especie de balada retro actualizada.

 

De influencia reggae, ‘Too Much Tenderness’ pasa sin pena ni gloria y se le puede perdonar porque en este álbum aparecen sus primeras incursiones en el género. El otro ejemplo es ‘Carry Me Again’, mejor conseguido aunque en el estribillo se olvidan por un rato del reggae. Por otra parte, la discreta balada retro ‘Is It True What They Say?’ pasa sin pena ni gloria. Así pues, este álbum queda como el intento de Steve Harley de crear algo personal pero, a diferencia de lo mostrado a lo largo de su trayectoria hasta ese momento, mucho más inteligible y concreto, quedando el componente musical en un lugar más secundario. Esto precisamente marcará la carrera de Harley en solitario, es decir, sin el nombre de Cockney Rebel a la vista.

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