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YANN TIERSEN

1) Mouvement introductif; 2) La valse des monstres; 3) Frida; 4) Quimper 94;

5) Ballendaï; 6) Comptine d'été n° 17; 7) Cléo au trapèze; 8) La valse des monstres;

9) Le banquet; 10) Comptine d'été n° 17; 11) Mouvement introductif; 12) La rue;

13) Iwakichi; 14) Hanako; 15) La plaisanterie; 16) Le compteur;

17) Mouvement introductif.

LA VALSE DES MONSTRES

Año de publicación: 1995

Puntuación:

Aunque esta web trate de Clásicos del Rock, que se olvide de la palabra rock quien no conozca nada de Yann Tiersen, porque en sus inicios nada tiene que ver. Puede que exista gente a la que el mero hecho de escuchar un acordeón le cree aversión por traerle recuerdos de Mª Jesús y el baile de los pajaritos, o de Chanquete en Verano Azul. Otra gente puede menospreciar cualquier música que provenga de un piano de juguete. Pero para ellos se lanza la siguiente reflexión: ¿si Mozart hubiera compuesto una pieza para acordeón o piano de juguete, ya no hubiera sido genial? Obviamente, para valorar una melodía o una composición, el medio de ejecución empleado no es tan importante. Tampoco puede compararse Yann Tiersen a Mozart, pero la genialidad del francés es evidente a la hora de componer. Toca todos los instrumentos excepto la percusión de un par de temas, como si fuera un Mike Oldfield francés pero con menos diversidad instrumental y dedicado a ejecutar piezas breves pero altamente expresivas y repletas de melodías cautivadoras.

 

Este disco se compone en realidad de dos encargos para sendas obras teatrales. Las once primeras canciones fueron para una obra teatral que adaptaba una singular película antigua que desvelaremos al final para que no distorsione la visión general de tantos grandes temas que contiene. Las seis últimas pertenecían a la adaptación teatral de un drama japonés (de ahí los nombres japoneses de algunos títulos) del cual no tengo referencias. En cualquier caso, es poco relevante la causalidad de estas composiciones.

 

El comienzo del álbum, mediante el primero de los ‘Mouvement introductif’, es sosegado al ensamblar las melodías de un piano y un violín durante su desarrollo. Más variado todavía suena el segundo ‘Mouvement introductif’, en el que se mezclan clavecín, melódica, violín y hasta piano al final, aunque su minimalista introducción no lo hace presagiar. El acordeón toma el relevo en ‘La valse des monstres’, con ese sonido que nos transporta al pasado pero que al mismo tiempo es atemporal (un oxímoron en sí mismo). Una modernización del pasodoble que embelesa sin remisión y que vuelve a excitar nuestros sentidos de nuevo en el movido ‘Le banquet’.

 

En ‘Frida’ el liderazgo lo toma el piano de juguete, quizá una conexión con la infancia de Tiersen, donde demuestra la efectividad de un instrumento denostado por su carácter poco serio pero mediante el que pueden transmitirse también sentimientos. En ‘Ballendaï’ incluso se aplica una velocidad muy rápida al tocarlo. Pero el piano de juguete no puede competir con el acordeón, tal como podemos comprobar al trasladar ‘La valse des monstres’ de instrumento, ni tampoco con el clavecín de ‘Comptine d'été n° 17’, aunque es innegable el toque exótico que le confiere. No acaba aquí la variedad instrumental, puesto que el adorado clavecín vuelve a asomar en el primer ‘Comptine d'été n° 17’ con denodada maestría para la aparente sencillez de sus notas. Ese hipnotismo que supieron crear Bach o Telemann con ese instrumento, salvando las obvias distancias, es lo que consigue también Tiersen en ‘Le compteur’ rellenando el espacio sonoro de mágicas notas para que sobre él se deslice un aparentemente improvisado violín.

 

Las piezas pertenecientes a la adaptación de la obra japonesa (recordemos, las seis últimas) en su mayoría tienen efectivamente aires orientales –no podía ser de otra manera– y por ello en conjunto puede sonar algo menos genuino, ya que lo que denotan las mejores composiciones de la primera etapa de Tiersen es su conocimiento de la música popular francesa y de la música clásica, especialmente del añorado Barroco. Por tanto, acercarse a la música oriental resulta más complicado porque es esencial no sonar como un europeo intentando crear música oriental. Puede decirse que Tiersen sale victorioso porque consigue fusionarlo con sus influencias europeas para crear un sonido equidistante entre ambos mundos musicales.

 

Un análisis en el que se han citado a Mozart, Bach y Telemann no son palabras menores. Bueno, también se citaron a Mª Jesús y Chanquete, pero solo fue de forma auxiliar. Pero el caso es que, aunque no tuviera la repercusión que hubiera merecido en su momento, en 1995 se daba a conocer un fenomenal músico y compositor de finales de siglo. Ah, sí, ya se me olvidaba… la película antigua a la que nos referíamos anteriormente es la perturbadora La parada de los monstruos (Freaks, 1932) de Tod Browning, una obra maestra de poderoso mensaje contra la discriminación que no deja indiferente a nadie porque no hay efectos especiales.

RUE DES CASCADES

Año de publicación: 1996 

Puntuación:

1) J'y suis jamais allé; 2) Rue des cascades; 3) Pas si simple; 4) Comptine d'été n° 2; 5) Comptine d'été n° 3; 6) Déjà loin; 7) La chambre; 8) Mouvement introductif;

9) La muette; 10) Naomi; 11) Soir de fête; 12) Le vieux en veut encore;

13) Toujours là; 14) C'était ici; 15) Prière n° 2; 16) Comptine d'été n° 1;

17) La fenêtre; 18) Prière n° 3; 19) La pièce vide; 20) La vie quotidienne.

Segundo disco de Tiersen donde se demuestra que la experiencia es un grado y que, ya fuera de encargos y con libertad total para crear lo que se le antoje, consigue otra obra maestra que casi puede decirse que supera a La valse des monstres. Yann vuelve a hacerlo casi todo, en este caso contando solamente con la ayuda de un violoncelista y de la cantante francesa Claire Pichet para la voz en un par de canciones.

 

El inicio del álbum es memorable, casi épico, mediante ‘J'y suis jamais allé’ y su mezcla de violín, acordeón y piano de juguete a través de irresistibles melodías. Justo a continuación, el hipnótico clavecín barroco de ‘Rue des cascades’ junto a la voz aguda de Claire Pichet es una de esas conjunciones astrales que hacen honor a la música como arte. Si se hubiera de destacar uno de esos elementos principales sobre el otro, sería como decidir si se quiere más a papá o a mamá, porque son de una genialidad absoluta. Después entrarán el violín y el acordeón para completar una composición eterna que además formó parte de la banda sonora de la gran película La vida soñada de los ángeles (La vie rêvée des anges, 1998) de Érick Zonca, donde las actrices que encarnaban a las dos inolvidables amigas de espíritu totalmente opuesto, ganaron ex aequo la Palma de Oro del Festival de Cannes a la mejor actriz. Es una película que, entre otras cosas, muestra cómo una persona que nada tiene irradia al mismo tiempo felicidad y sabe tener una actitud positiva ante la vida, mientras que quien tiene una posición estable vive en una tristeza absoluta. Pichet vuelve a cantar en la más calmada y etérea ‘Naomi’, que es la traslación al lenguaje musical de un poema de Allen Ginsberg que compuso a la muerte de su madre, de nombre Naomi. Resulta curioso que ambas canciones estén cantadas en inglés.

 

La introducción con el sonido de una máquina de escribir (de las antiguas) en ‘Pas si simple’ es otro toque de genialidad que se queda corto ante la emotiva melodía de melódica que comienza a sonar después, complementada con más instrumentos para dejarnos asombrados de cómo el genio musical se extrae muchas veces de los elementos más sencillos. El instrumento que introduce ‘Déjà Loin’ se queda entre un banjo y una mandolina, no sabría decir cuál de los dos. En ‘Soir de fête’, de carácter similar, sí que queda claro que se trata de la mandolina.

 

Encontramos varias composiciones ejecutadas al piano como único instrumento (‘Comptine d'été n° 2’, ‘Le vieux en veut encore’, ‘La pièce vide’) pero todas con algún pasaje melódico digno de mención que demuestra la creatividad que imbuía a Tiersen. La mejor de las piezas de piano es ‘Comptine d'été n° 3’, muy dinámica y, cómo no, con una gran melodía de la que se van generando distintas variaciones cada cual más brillante que la anterior. ‘Comptine d'été n° 1’ no se queda atrás y deslumbra por la genialidad de su sencillez.

 

El familiar título de ‘Mouvement introductif’ esconde en esta ocasión una pieza de violín solo, instrumento que también protagoniza en solitario la primera mitad de ‘La vie quotidienne’, tema que después se transforma en una extraña composición ambiental que señala las inquietudes experimentales de Yann. El piano de juguete como instrumento solista vuelve a tener cabida en ‘Prière n° 2’ y ‘Prière n° 3’, donde sorprende por acercarse a lo que debería ser un clavecín.

 

Es tan magnífico este disco que asusta. La única composición que pasa por ser más discreta es ‘La muette’, puesto que es más minimalista de lo habitual y puede resultar bastante lenta. Pero por lo demás, pueden seguir multiplicándose los epítetos positivos hacia los temas que conforman este inadvertida joya de finales del siglo XX, una delicia para todos los sentidos porque la música no solo se oye, sino que también se siente en lo más hondo de un@ mism@. Grande Yann Tiersen.

LE PHARE

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) Le quartier; 2) La rupture; 3) Monochrome; 4) La dispute; 5) L'arrivée sur l'île;

6) La noyée; 7) Le fromveur; 8) L'homme aux bras ballants; 9) Sur le fil;

10) Les jours heureux; 11) La crise; 12) Les bras de mer; 13) La chute;

14) L'effondrement.

Algunos avances pueden apreciarse en este tercer disco de Yann Tiersen, donde poco a poco va incluyendo elementos y estructuras más propias del pop o el rock. Aun así, se sigue manteniendo la esencia de los primeros álbumes en cuanto al empleo de instrumentos tradicionales más la adición de otros nada relacionados con la música. Las composiciones siguen teniendo una estructura de variados segmentos que auguran muchos momentos de gozo para los melómanos. Para demostrar la incipiente apertura musical que estaba abrazando, observamos nada más comenzar el disco que la prominente percusión de ‘Le quartier’ la dota de un carácter más poderoso e incluso amenazante que piezas similares anteriores.

 

Aires de música española de principios del siglo XX aparecen en el inicio de ‘La crise’, gracias al ominoso violín, si bien después aparece una melodía más gentil que cambia completamente el carácter. Este tema sería regrabado en el siguiente álbum con sección rítmica, dotándola de mayor personalidad y mejorando aún más el resultado. Otro tema que volvería a regrabarse es ‘La rupture’, donde Claire Pichet vuelve a repetir como cantante en el mismo tono intimista. Aunque el mejor tema cantado no es el suyo en esta ocasión, sino que la distinción se la lleva el cantautor francés Dominique A con su emotiva interpretación en la delicada ‘Monochrome’. No es su única participación, ya que, además de cantarla, ‘Les bras de mer’ es también una composición suya, una colaboración que servirá de experiencia positiva para futuros trabajos de Tiersen. Es todavía más calmada que ‘Monochrome’ y los pasajes instrumentales son lo mejor que tiene.

 

Como su nombre indica, la controversia de ‘La dispute’ está en elegir si la pieza está mejor interpretada con el acordeón (la primera mitad) o el piano (la segunda mitad), aunque sale ganador claramente el segundo de los instrumentos. Aun así, el acordeón sigue siendo el instrumento estrella de Yann y con el que más consigue penetrar nuestro interior hasta lo más recóndito de nuestras emociones. Por ejemplo, ‘La noyée’ es otra de sus memorables piezas de acordeón repleta de inolvidables melodías, seguida por otra no menos memorable pero más rápida, hasta bailable (‘Le fromveur’), a la cual se le añaden unos sonidos externos para crear en global una especie de breve crescendo. En ‘L'homme aux bras ballants’ hemos de tener paciencia con una introducción lenta de casi dos minutos hasta que arranca por fin con brío y con la adición de más instrumentos.

 

El violín solista lo emplea para la primera mitad de la pieza más larga de todo el álbum, ‘Sur le file’, ideal para los amantes de este instrumento, ya que transita entre la calma y el frenesí, donde llega a alcanzar una velocidad tremenda. Después llega la segunda parte de piano, que si pierde en virtuosismo respecto a la primera, le gana en carácter melódico. La destreza tanto para la composición como para la ejecución con el piano queda patente en ‘La chute’, de casi seis minutos de duración pero que gustará con seguridad a quienes tengan aprecio por las sonatas de piano de Beethoven.

 

Para quienes echaban de menos al piano de juguete, llega ‘Les jours heureux’ para colmar sus deseos, poseedora de una gran vivacidad aderezada por el acordeón y los violines, de tal manera que recuerda a la música de las películas costumbristas de Emir Kusturica. A elementos nada musicales que se habían escuchado anteriormente como la máquina de escribir, se le puede sumar la cadena de bici en ‘L'effondrement’. Estos detalles no hacen sino confirmar a Yann Tiersen como un gran compositor contemporáneo que sabe extraer de la sencillez cotidiana mucho más de lo que aparentemente se puede pensar. Mención aparte y expresa tiene su habilidad como excelso melodista.

TOUT EST CALME

Año de publicación: 1999

Puntuación:

1) Plus au sud; 2) Les grandes marées; 3) La crise; 4) Tout est calme; 5) La rupture;

6) La relève; 7) La pharmacie; 8) La terrasse; 9) L'étal; 10) La découverte.

Para este cuarto álbum, Yann se juntó con otros músicos de rock (algunos de ellos del grupo francés The Married Monk) y se dedicó a experimentar con nuevas texturas pero con mesura, ya que este miniálbum no dura ni media hora. Que esté todo en calma, como nos dice su título, aunque Yann se lanza incluso a cantar (si es que se le puede llamar así a lo que hace) y deja claro que eso no es lo suyo.

 

La primera conclusión que extraemos es precisamente ésa, que Tiersen no sabe cantar, solo recitar, por lo que temas como ‘Tout est calme’ suenan aceptables pero con un buen cantante probablemente hubieran mejorado y elevado el resultado. En el caso de ‘La terrasse’, hubiera quedado muy bien como instrumental, pues la parte vocal resulta ser un lastre muy pesado. No sería el caso de ‘La relève’, ya que suena como una insulsa demo. Claire Pichet debería haber intervenido más, pero solo lo hace para regrabar ‘La rupture’, la cual aparece interpretada con unos arreglos más sencillos (un prominente piano la mayor parte del tiempo), a diferencia de lo que parece la idea principal de este disco.

 

Temas como ‘Plus au sud’ o ‘La pharmacie’ demuestran que la creación/adaptación de las composiciones a unos arreglos de rock hace que salgan reforzadas, aportando un sonido novedoso principalmente porque con los instrumentos de rock se consigue un mayor tenebrismo que amplía la paleta sonora de Tiersen. ‘La crise’ ya la conocíamos del álbum anterior y aquí aparece mejorada gracias a unos arreglos más rockeros (aunque el violín siga siendo el instrumento principal) que le aportan mayor fuerza.

 

En conjunto, esta obra es un tanto irregular y quizá haya que tomarla como un simple experimento musical, ya que no parece que Tiersen se haya esforzado todo lo que debiera en la composición, no solo porque se vuelvan a grabar algunas. Por ejemplo, ‘Les grandes marées’ se dirige hacia un minimalismo demasiado ordinario porque parece simplemente un soporte para que el propio Yann recite la letra. Si nos fijamos únicamente en la parte instrumental, cuando entra el resto de instrumentos que acompañan al piano, tampoco está tan mal, pero en conjunto produce todo bastante indiferencia. No es hasta que llegamos a los dos últimos temas (‘L'étal’ y ‘La découverte’) que volvemos a reencontrarnos con el Yann Tiersen que habíamos conocido hasta ahora. Es decir, no son brillantes composiciones pero se trata de Yann a solas (o casi, porque en ‘La découverte’ le acompaña otro músico con el banjo), tocando los instrumentos ya conocidos, incluido el piano de juguete en esta última. Pero tampoco nos emociona como había demostrado que sabía hacerlo.

 

Así pues, un paso atrás que le serviría de experiencia para dar después dos pasos hacia delante, no sin antes estrenarse por medio con un álbum en directo en el que seguiría mejorando todo el tema de arreglos para asimilar el lenguaje rock que le permitía llegar a mucha más gente. Todavía le quedaba mucho por ofrecernos.

BLACK SESSION

Año de publicación: 1999

Puntuación:

1) Sur le fil; 2) Geronimo; 3) Life On Mars; 4) La rupture; 5) Monochrome;

6) Les bras de mer; 7) Roma amor; 8) Tout est calme; 9) À ton étoile; 10) La crise;

11) Les forges; 12) La noyée; 13) Ginette; 14) La terrasse; 15) Bon voyage;

16) Le Quartier.

Primer disco en directo de Tiersen que sirve al mismo tiempo de prolongación del anterior Tout Est Calme así como de panorámica de lo que había sido su trayectoria hasta ese momento, aunque la mitad del repertorio no son composiciones suyas, así que no son temas inéditos los títulos que desconocemos. Se trata de una actuación que tuvo lugar en el famoso festival francés Rencontres Trans Musicales, en el que se hizo acompañar de varios músicos para la ocasión, así como una larga lista de artistas invitados que van desfilando a lo largo del concierto.

 

Tras un comienzo mediante el virtuosismo de Yann y su violín en ‘Sur le fil’, la voz grave del invitado Neil Hannon (The Divine Comedy) aparece en la solemne ‘Geronimo’, que además es una composición suya, así como en la especial versión de ‘Life On Mars’ de David Bowie, donde el piano original de Rick Wakeman es sustituido por el piano de juguete de Tiersen. Todos los invitados que pasan por el escenario, excepto Claire Pichet porque no será compositora, interpretan sus propias canciones con el acompañamiento del resto de músicos. Para quienes no conozcan la obra de estos invitados, es imposible saber hasta qué punto el toque de Yann Tiersen redunda en diferencias respecto a las versiones originales, pero en cualquier caso estos temas ajenos encajan bastante bien con el estilo de éste. Dominique A, el cantante de la bella ‘Monochrome’ y compositor de ‘Les bras de mer’, ambas incluidas aquí, tiene premio y aporta una tercera composición mediante la relajada ‘Les forges’.

 

Detrás del sencillo palíndromo de ‘Roma amor’ se esconde una canción del grupo The Married Monk, que son los que participaron en la grabación del álbum anterior. Pero es de lo más flojo porque se trata de una pieza recitada en buena parte y con pasajes instrumentales muy al estilo del Tiersen clásico aunque con un resultado más discreto. Peor sensación deja ‘Bon Voyage’ del invitado Mathieu Boogaerts, puesto que resulta demasiado minimalista y quizá la letra en francés tenga su gracia, pero se la encontrarán quienes entiendan su idioma, porque melodías no hay ninguna.

 

De las composiciones ajenas, ‘Ginette’ es de las mejores por tener una estructura en la que se alternan partes cantadas más calmadas con secciones instrumentales de tono festivo. Es además una de las más aplaudidas por el público. Está interpretada junto al grupo francés de música popular Têtes Raides, quienes también participan en ‘La noyée’ y puede que la fastidien un poco en su parte final por emplear tonos demasiado graves. Es una lástima que las intervenciones de Claire Pichet no sean para cantar ‘Rue des cascades’, aunque interviene en la originalmente instrumental ‘La crise’ para mejorarla todavía más añadiendo su voz en forma coral, más o menos como ocurría en las primeras intervenciones de Maggie Reilly en la música de Mike Oldfield.

 

En definitiva, estamos ante un álbum en directo que no aporta mucho a la discografía de Tiersen porque no hay diferencias notables con lo ya conocido y la mitad del repertorio no son composiciones suyas, pero es lo suficientemente entretenido y agradable como para poder recomendarlo.

LE FABULEUX DESTIN D'AMÉLIE POULAIN

Año de publicación: 2001

Puntuación:

1) J'y suis jamais allé; 2) Les jours tristes (Instrumental); 3) La valse d'Amélie;

4) Comptine d'un autre été: L'après-midi; 5) La noyée; 6) L'autre valse d'Amélie;

7) Guilty; 8) À quai; 9) Le moulin; 10) Pas si simple;

11) La valse d'Amélie (Version orchestrale); 12) La valse des vieux os;

13) La dispute; 14) Si tu n'étais pas là; 15) Soir de fête; 16) La redécouverte;

17) Sur le fil; 18) Le banquet; 19) La valse d'Amélie (Version piano);

20) La valse des monstres.

Llegó un momento crucial en la vida de Yann Tiersen: el director francés Jean-Pierre Jeunet descubrió su música y se enamoró de tal manera que quiso emplearla en la que iba a ser su siguiente película. Jeunet tenía ya su prestigio por haber dirigido junto a Marc Caro dos joyas del cine surrealista/fantástico: La ciudad de los niños perdidos (La cité des enfants perdus, 1995) y la más humorística Delicatessen (1991). Ya como director en solitario, quitando su devaneo hollywoodiense de la saga Alien, su primer trabajo personal era Amélie, por lo que la elección de Tiersen para la banda sonora era algo más que un capricho o una decisión rápida. Esta película sigue esa vertiente personal del director, donde imágenes rápidas, coloridas y vistosas se suceden con la intervención de personajes singulares o extravagantes que representan diferentes vertientes del sentimiento humano. Inolvidable para la mayoría de quienes la hayan visto.

 

La banda sonora no está formada únicamente por composiciones nuevas, sino que se recogen hasta ocho de sus composiciones anteriores, las marcadas en gris. Por tanto, para quien no conocía hasta ese momento nada de Tiersen, este disco es la mejor introducción a su carrera y, para quien disfrutara de la música en la película, seguro que guardaría desde entonces un lugar especial en su colección. Es importante señalar que, al mismo tiempo que se realizó este encargo cinematográfico, Yann estaba trabajando también en el que iba a ser su siguiente álbum: L'absente. Por tanto, también hay un par de temas que se encuentran en ambos discos y que se tratarán mejor en el posterior análisis. Uno es ‘À quai’ y el otro ‘Les jours tristes’, esta última compuesta junto a Neil Hannon (The Divine Comedy) y que aquí aparece en versión instrumental. También hay dos temas que no son suyos, pues se trata de antiquísimas canciones de los años treinta incluidas en la película: ‘Guilty’ y ‘Si tu n'étais pas là’.

 

Para ser una banda sonora, no encontramos apenas nada que podamos catalogar como discreto o que solo sirva para rellenar espacio sonoro de la película. Si acaso, ‘La valse des vieux os’ no llama la atención, pero sigue teniendo su encanto por emplear el acordeón. No hay miedo de tocar de nuevo el piano de juguete y en ‘La redécouverte’ tenemos otra breve pero destacada tonada con este instrumento.

 

La tonada central de la película es ‘La valse d'Amélie’, música realmente evocadora y nostálgica que podemos disfrutar por partida triple, ya que encontraremos una versión orquestal y otra de piano, todas ellas diferentes e iguales al mismo tiempo, pero toda una delicia para los oídos. ‘L'autre valse d'Amélie’ es algo más alegre pero también más sencilla. La que es realmente un portento de composición es ‘Comptine d'un autre été: L'après-midi’, una de las más bellas piezas de piano que haya escuchado nunca, pues en poco más de dos minutos transita por diferentes tempos y melodías, todas soberbias y embelesando de principio a fin. ‘Le moulin’ es otro de esos temas en los que una misma melodía viene interpretada en momentos separados por dos instrumentos diferentes, aunque en este caso el piano se lleva la mayor parte del tiempo para ejecutar otra triste y emotiva melodía.

 

Gran acierto de Jean-Pierre Jeunet al elegir a Tiersen como compositor, pues ambos salieron altamente beneficiados de esta asociación. En realidad no son tantas las composiciones nuevas que podemos escuchar aquí, pero la mayoría de las que hay son tan buenas que no cabe sino otorgarle una alta valoración a otro trabajo impecable de un compositor todavía en alza.

1) À quai; 2) La parade; 3) Bagatelle; 4) L'absente; 5) Le jour d'avant;

6) Les jours tristes; 7) L'échec; 8) La lettre d'explication; 9) Qu'en reste-t-il?;

10) Le méridien; 11) Le concert; 12) Le retour.

Puntuación:

Año de publicación: 2001

L'ABSENTE

Al tiempo que le llegó el encargo de la banda sonora de Amélie, Yann Tiersen ya estaba trabajando en el que iba a ser su siguiente álbum de estudio. Es por ello que dos de los temas aquí incluidos, ‘À quai’ y ’Les jours tristes’, formaron parte también de la citada banda sonora, aunque aquí les encontramos algunas diferencias. Como es lo habitual, Yann toca casi todos los instrumentos que escuchamos, con la participación eventual de otros músicos y cantantes para enriquecer las composiciones. La aproximación musical puede parecer formularia a estas alturas, pero cuando seguimos encontrando melodías tan conmovedoras e inolvidables como unas cuantas de las aquí presentes, no se puede hablar precisamente de fórmula.

 

Como ya se ha dicho, ‘À quai’ no es exactamente igual a la incluida en la banda sonora, pues contiene aquí una introducción nueva donde básicamente se adelanta la melodía de inicio. En ‘Les jours tristes’ la diferencia es bien notable porque su coautor Neil Hannon también la canta, dándole una perspectiva diferente, aunque la versión instrumental de la banda sonora deja mejor impresión en comparación, sin que eso signifique minusvalorar la aquí contenida. La lista de cantantes invitados continúa con la cantautora estadounidense Lisa Germano para poner la voz en la balada ‘La parade’, poseedora de unos interesantes arreglos de cuerda, y en la ecléctica ‘La méridien’. El francés Dominique A vuelve a repetir experiencia e interviene como coautor y cantante de ‘Bagatelle’, canción que en esta ocasión no se eleva por encima de la típica balada de lo que se vendría a llamar canción francesa.

 

Las memorables piezas evocadoras de acordeón que nos transportan al mismo tiempo a cualquier tiempo pasado vuelven aquí en la excepcional ‘Le jour d'avant’, donde Yann vuelve a contar con la inestimable participación del conjunto de música popular Têtes Raides, dotando a la composición de una autenticidad que eleva el resultado a la excelencia absoluta. Uno de sus momentos estelares es ese falso final hacia el ecuador del tema, donde luego se irá acelerando gradualmente el ritmo hasta conformar otro pasaje inolvidable repleto de animadas melodías. ‘Le retour’ es un breve y vivaz tema liderado también por el acordeón que no hubiera desentonado para nada en Amélie. Una vez se acaba, si somos pacientes, más de dos minutos después aparece un tema oculto titulado ‘L'Autre Lettre’ que es bastante pavoroso y parece extraído de una película de terror.

 

Por otro lado, la pieza que da título al álbum es una delicada composición para piano solo que comienza de manera calmada y minimalista hasta arrancar hacia diferentes melodías y tempos que vuelven a convertir lo aparentemente sencillo en toda una experiencia para los sentidos. Y el título de ‘La lettre d'explication’ no podía ser más indicado para una composición en la que vuelve a utilizar la máquina de escribir como instrumento.

 

En ‘Le concert’ y ‘L'échec’ la voz la ponen los –¿recién?– casados Tiersen y Natacha Régnier, una de las dos actrices (concretamente la rubia, la morena era Élodie Bouchez y se casaría con uno del dúo Daft Punk) protagonistas de la película La vida soñada de los ángeles (La vie rêvée des anges, 1998), aquella en la que aparecía la canción ‘Rue des cascades’. Ambos temas son lo más flojo del álbum, como si hubieran sido improvisadas muestras de amor de Yann hacia su esposa en vez de composiciones meditadas y elaboradas como casi todo lo demás. Que estos dos temas no marchiten lo que es otra gran obra de este gran músico francés que seguía sorprendiendo y comenzaba con muy buen pie el siglo XXI.

2018

CD I: 1) Intro; 2) La valse d'Amélie; 3) C'était ici; 4) Rue des cascades; 5) La rupture;

6) La terrasse; 7) Déjà loin; 8) Sur le fil; 9) Le jour d'avant; 10) Le banquet;

11) Les jours tristes; 12) La noyée; 13) Le moulin; 14) Le fromveur;

15) L'homme aux bras ballants; 16) L'Autre valse d'Amélie.

 

CD II: 1) Bagatelle; 2) Le méridien; 3) L'absente; 4) La parade; 5) La noyée II;

6) Monochrome; 7) Plus au sud; 8) Les bras de mer; 9) Comptine d'un autre été: L'après-midi; 10) Le quartier; 11) La crise; 12) Février; 13) Le valse des monstres.

Puntuación:

Año de publicación: 2002

C'ÉTAIT ICI

2018

A partir del material grabado durante tres conciertos en París en febrero de 2002, se editó este doble álbum en directo que recoge mejor la esencia propia de Yann Tiersen, ya que el anterior Black Session era más bien una colaboración especial entre diferentes artistas con Tiersen como nexo de unión. No es que aquí falten los artistas invitados, que en su mayor parte son los ya habituales de sus obras, sino que todo el repertorio recoge temas de su carrera más alguna novedad, y ninguno de los artistas aprovecha para tocar algo suyo. En definitiva, es el show de nuestro héroe.

 

Se puede tomar perfectamente como una recopilación de grandes éxitos en directo, sobre todo cuando en algunos casos la interpretación en directo no difiere apenas de lo ya conocido. Por ejemplo, ‘Comptine d'un autre été: L'après-midi’ está ejecutada nota por nota igual a la versión de estudio, lo cual está muy bien, pero ¿para qué la necesitamos entonces si ya podemos escuchar lo mismo pero sin aplausos? ‘La valse d'Amélie’ es ejecutada en su versión orquestal y también de manera equivalente, pero el sonido orquestal es más completo que un piano solo y por ello se puede rememorar la misma magia que transmitía en la banda sonora. Por suerte, en la mayoría de casos pueden apreciarse algunas diferencias que permiten disfrutar como si fueran casi nuevas muchas de las joyas del catálogo de Tiersen. La interpretación de ‘Le Jour D'Avant’ con los Têtes Raides es y será siempre todo un acontecimiento digno de escuchar y seguro que también de ver.

 

La adición de batería en ‘Le banquet’ paradójicamente le resta puntos en el resultado que se obtiene, ya que la percusión prominente no parece casar demasiado bien con los pasodobles. No le ocurre como con ‘La crise’, que desde que le añadió batería en Tout est calme así se ha quedado, ya que en este caso refuerza la carga emotiva del tema. También podemos disfrutar de la versión más pianística y con batería de ‘Monochrome’, toda una maravilla.

 

Novedades no hay apenas y los únicos dos temas nuevas que encontramos son de lo más flojo del álbum. Aunque ‘La noyée’ aparezca dividida en los dos discos, la compuesta por Yann es la segunda, puesto que la primera es en realidad una canción de Serge Gainsbourg cantada aquí por el propio Yann. Ilusión que le haría, porque su voz desmerece lo que debería ser un delicado tema. Lo que sobra es esa improvisación atonal titulada ‘Février’, que significa febrero en francés y por tanto ya nos indica que fue una invención durante el concierto. La pregunta es: ¿por qué trece minutos de semejante agonía para la/el oyente?

 

En piezas como ‘L'absente’ o ‘Sur le fil’ queda más que demostrado el virtuosismo de Tiersen con el piano y el violín, respectivamente, que en sí mismas ya justifican como mínimo la curiosidad de querer escucharlas. En cualquier caso, aunque se haya dicho de este álbum que es como una recopilación de grandes éxitos en directo, lo cierto es que se disfruta mucho más cuando ya se conocen las piezas de estudio, ya que cuando hay variaciones, que es en la mayoría de casos, estas le aportan una perspectiva tan novedosa a los temas que se disfrutan muchísimo más. Y tratándose de un autor como Yann Tiersen, no es poca la recompensa que se obtiene.

1) Summer 78 (instrumental); 2) Coma; 3) Childhood (1); 4) From Prison To Hospital; 5) Mother; 6) Watching Lara; 7) Dishes; 8) First Rendez-Vous; 9) The Decant Session; 10) Lara's Castle; 11) The Deutsch Mark Is Coming; 12) I Saw Daddy Today;

13) Birthday Preparations; 14) Good Bye Lenin; 15) Childhood (2); 16) Letters;

17) Mother's Journey; 18) Preparations For The Last TV Fake; 19) Mother Will Die;

20) Father Is Late; 21) Father And Mother; 22) Finding The Money; 23) Summer 78.

Puntuación:

Año de publicación: 2003

GOOD BYE LENIN!

El reconocimiento que había adquirido Tiersen como notable compositor le sirvió para volver a ponerse en manos de un nuevo director de cine y grabar una banda sonora. En este caso, el afortunado fue el alemán Wolfgang Becker y su film Good bye Lenin!, una de las primeras películas que trataba la unificación de las dos Alemanias vista desde el lado oriental a través de la historia de un chico que no quiere que su madre, comunista pro-rusa recalcitrante e impedida en la cama, se entere de que el mundo imaginario que había tejido la propaganda comunista se ha desmoronado por completo.

 

Yann se lo toma muy en serio y quizá por ello se deje en casa el acordeón y el piano de juguete. Se trata de transmitir con la música esa sensación de que todo está cambiando alrededor del protagonista pero no puede permitir que su madre se entere, por lo que los temas se alternan principalmente entre sencillas piezas pianísticas más íntimas (para transmitir los sentimientos más internos) y otras más orquestales y rápidas, aptas para los momentos en que se narran acontecimientos o se necesitan hacer preparativos para mantener el engaño de la madre. Desafortunadamente, esto ya no es Amélie, por lo que la música no es tan memorable como en aquella y suena más a lo que podemos esperar de una banda sonora, es decir, no encontraremos nada que nos sorprenda.

 

En las piezas de piano es donde más desvirtuado se nos presenta Yann, pues aunque tienen su melodía y todo, no está la chispa de genio que convertía composiciones sencillas en demostraciones de soberbia genialidad, si bien en general son agradables temas al mejor nivel de cualquier banda sonora. No obstante, en ‘Mother's Journey’ demuestra una gran inspiración para aunar dos bellas melodías de piano, un destello de brillantez a la altura de sus mejores logros. En las piezas más orquestales es donde puede conseguir resultados más elaborados, aunque la titulada como ‘Good Bye Lenin’ se hace demasiado larga por extenderse demasiado en su crescendo. Tampoco ayuda mucho que ‘Dishes’, ‘The Decant Session’ y ‘The Deutsch Mark Is Coming’ sean la misma composición con ligeras variaciones, aunque tengan un ritmo frenético y entretenido, así como ocurre con ‘Birthday Preparations’ y ‘Finding The Money’ (si no me he dejado ninguna más en el tintero). Todo ello supone una carencia de diversidad que se echa en falta para ser una obra de Yann Tiersen.

 

Claire Pichet aparece al final para poner voz a ‘Summer 78’ en el que es el único tema cantado del disco, fundiendo su voz con los instrumentos como si fuera uno más y adornando algo más el buen resultado final. Deja al menos buena sensación para lo que es un álbum demasiado convencional en su propuesta, que no es precisamente una mala obra pero que no es nada esencial dentro de la discografía de este músico francés.

1) No Mercy For She; 2) Dragon Fly; 3) Sound The Bells; 4) Something To Live For;

5) Dried Sea; 6) While You Sleep; 7) Ode To A Friend; 8) Ways To Make You See;

9) Callous Sun; 10) Pale White.

Puntuación:

Año de publicación: 2004

YANN TIERSEN & SHANNON WRIGHT

En su nuevo acercamiento hacia el rock, Yann se juntó con la artista musical indie Shannon Wright y entre los dos urdieron, escribieron, grabaron y produjeron este álbum de catalogación complicada. La variedad de instrumentos que toca Tiersen es mayor que la de su compañera y a cambio Wright escribe todas las letras, que ya sabemos que en inglés a Yann le salían versos demasiado sencillos. Así pues, la complementación entre ambos parecía ideal, porque Yann tampoco sabe cantar. Como veremos, el único problema está en que la genialidad compositiva del francés no puede compararse con el intimismo particular de su compañera, dotada también de talento. Pero la genialidad y el talento se diferencian en que la primera suele estar presente y el segundo ausente salvo que se esté inspirado, requiriendo más esfuerzo el talento para conseguir algo positivo. Hay temas como ‘Dried Sea’ en el que da la impresión de que nos están mostrando la misma génesis compositiva, puesto que es como si Shannon estuviera haciendo pruebas con la letra mientras que Yann a su vez prueba a crear algunos sonidos, hasta que cerca de los dos minutos ya parece que ambos han encontrado lo que buscaban y va subiendo todo en intensidad.

 

La colaboración entre ambos es en general positiva, si bien en algunos momentos ocurre lo contrario y resulta contraproducente. Lo que en manos únicamente de Yann hubiera sido una pieza de piano emotiva y más o menos trascendente como lo que parece adelantar ‘Something To Live For’, luego se queda en una promesa porque la parte vocal no aporta una sola melodía y el piano no avanza mucho más. Tampoco acaba de encajar del todo el tono desesperado al cantar en ‘Ways To Make You See’. La parte de piano de ‘Callous Sun’ es extraordinaria, pero queda sumergida en unos arreglos adicionales demasiado ordinarios que desaprovechan así una demostración de genialidad evidente.

 

El acordeón de ‘Dragon Fly’ nos retrotrae también a las composiciones más populares de Yann, aunque la parte vocal es demasiado sombría y no toma algo de vitalidad hasta que llega al verso “Keep your eyes open wide”, motivo por el que no llega a estar entre lo realmente mejor del disco. Análogamente, ‘Ode To A Friend’ no hubiera desentonado en álbumes anteriores de Yann y lleva claramente su impronta. Por otro lado, el título de ‘Sound The Bells’ nos hace un spoiler para revelarnos que la mejor parte es ese brillante estribillo instrumental en el que se escuchan algunos sonidos como de campanas.

 

La mayor descarga de energía la encontramos en ‘While You Sleep’, de potente ritmo donde se escuchan al principio unas notas alargadas como de violín que hacen recordar también el descomunal inicio de ‘Save Yourself’ de los Soft Machine. Aquí no se quedan a la zaga y este tema lo podemos tomar como un ejemplo del Tiersen más punk (gracias también al perturbador canto de Wright), es decir, de lo máximo a lo que puede llegar por ese camino sin perder su nivel cualitativo. En el polo opuesto, lo peor del álbum está justo al principio, puesto que ‘No Mercy For She’ es una pieza minimalista donde Shannon parece estar gimiendo de tristeza más que cantando y el acompañamiento instrumental es más que discreto, creando un ritmo que se vuelve tedioso conforme avanza.

 

Al final, este disco nos deja una sensación de que podría haberse conseguido un resultado mejor en algunas de las composiciones. Como ya no habría continuación a esta colaboración, no sabemos si hubiera evolucionado a algo mejor de haber seguido juntos, pero en cualquier caso es un álbum interesante y con suficientes momentos brillantes como para destacarlo dentro de la discografía del francés. Y seguro que de Shannon Wright también.

1) Western; 2) Kala; 3) Loin des villes; 4) La veillée; 5) Plus d'hiver;

6) A ceux qui sont malades par mer calme; 7) A Secret Place; 8) Le matin;

9) Les enfants; 10) Le jour de l'ouverture; 11) La boulange; 12) La plage; 13) Mary;

14) 7:PM; 15) Les retrouvailles; 16) La jetée.

Puntuación:

Año de publicación: 2005

LES RETROUVAILLES

Con mayor experiencia a su espalda, volvía Yann Tiersen a facturar un álbum por su cuenta que reflejaba todas esas influencias y estímulos que seguían forjando su estilo, si bien volviendo más a sus raíces. Para ello volvía a rodearse de otros artistas invitados, incluidos algunos nombres de reconocido prestigio.

 

Una de las sorpresas de este álbum es encontrar la participación de Elizabeth Fraser (Cocteau Twins) en dos canciones. La primera de ellas es ‘Kala’, compuesta también por ella junto a Yann, que acaba pareciendo más un tema de los Cocteau Twins que del francés, tal es la personalidad que aporta Fraser. En cualquier caso, combina muy bien las melodías instrumentales con la cálida y etérea voz de la cantante escocesa. Su segunda participación es mucho más floja, puesto que ‘Mary’ es una convencional balada orquestal sin interés alguno. No es la invitada más ilustre, puesto que ese título hay que otorgárselo a la mítica Jane Birkin, cuyo canto susurrado en ‘Plus d'hiver’ desaprovecha un bello entramado instrumental de vientos clásicos acompañados de un piano al estilo de Erik Satie. Peor resultado deja la participación de dos cantantes (uno de ellos el ya conocido Dominique A) en ‘Le Jour de l'ouverture’.

 

La energía especial que había aportado a Yann el lenguaje rock no se pierde para nada. El inquietante ritmo de guitarras acústicas que introduce ‘Western’, así como la entrada del bajo poco después, aportan una perspectiva muy interesante a lo que había sido el sonido más clásico de Tiersen, que es precisamente lo que invoca en esencia esta primera pieza u otras como ‘Les enfants’. Más claramente encontramos el resultado positivo de tal sinergia en la emocionante ‘La Boulange’, pues hasta incluye acordes de guitarra eléctrica. También repite el experimento previo junto a Shannon Wright para una canción más, pero esta vez con otro músico de rock, el inglés Stuart Staples de la banda Tindersticks. El resultado es la interesante ‘A Secret Place’, nueva simbiosis de dos ideas musicales separadas y diferentes.

 

También hay lugar para la exploración hacia otras músicas que puedan aportar algo que encaje en la concepción de Tiersen. Por ejemplo, ‘A ceux qui sont malades par mer calme’ es como si hubiera querido acercarse a los ritmos de trip-hop. Mucho mejor queda esa introducción minimalista de New Age adelantada por ‘Loin des villes’, que posteriormente se transforma en algo más reconocible en el estilo de música popular de Tiersen.

 

No podían faltar tampoco piezas más características de su obra. El añorado clavecín vuelve en los dos últimos y breves temas, el que da título al álbum y, sobre todo, la excepcional pieza de inspiración barroca titulada ‘La jetée’. Igualmente, quedaría huérfano el álbum si no contuviera delicadas piezas de piano como ‘Le matin’ y ‘La plage’. En cambio, si esta mirada hacia atrás no viene acompañada de inspiración o creatividad, el resultado puede ser contraproducente. Por ejemplo, si ‘La veillée’ hubiera sido una de las primeras composiciones de Yann, entonces hubiera sonado original y con encanto, pero a estas alturas lo único que parece es una variación menor de ‘La valse d'Amélie’, que al menos pasado el primer minuto incluye una sección con una melodía más original. Tampoco sorprende nada encontrar una pieza clásica como ‘7:PM’, donde vuelve a tomar el protagonismo el violín.

 

Al final, lo que tenemos entre manos es un recomendable álbum que, sin llegar a las cotas de excelencia de los primeros álbumes, sí que consigue emocionar como aquellos en algunos momentos, dejando destellos del genio de su autor. Eso sí, no engancha tan rápidamente y requiere de algunas escuchas más de lo habitual para que vayan emergiendo esos detalles diferenciadores. Por último, señalar que en el interior de la caja del CD hay una foto de una oveja mirando fijamente al objetivo, que bien podría tomarse como un homenaje a la vaca de Atom Heart Mother de Pink Floyd.

ON TOUR

Año de publicación: 2006

Puntuación:

1) La terrasse; 2) La rade; 3) Ma France à moi; 4) Les bras de mer;

5) 1er réveil par temps de guerre; 6) Mary; 7) La perceuse; 8) State Of Shock;

9) Le train; 10) Esther; 11) La rade (studio version).

En este nuevo álbum en directo, Yann decide que quiere ser un músico de rock hecho y derecho. Si echamos una ojeada a las fotos que vienen en el libreto, observamos la puesta en escena de una típica banda de rock, con los guitarristas (incluido Yann) en primer plano. El problema llega cuando se confirma que el sonido que consigue en ese formato es el de cualquier banda del montón al mismo tiempo que las canciones no ayudan a mejorar, ya que la mayor parte del repertorio son composiciones nuevas o ajenas pero no grabadas por él. El repertorio incluido es bastante exiguo para tratarse de un disco de estas características: tan solo diez canciones, puesto que la undécima es la versión de estudio de ‘La rade’, también incluida en directo y que suena muy vulgar y repetitiva, siendo lo peor de todo el repertorio ejecutado. En la versión de estudio denota su carácter de rock vulgar, puesto que sigue los cánones del género e incluye las progresiones de acordes más típicas que nos podamos imaginar.

 

En realidad, que se interpreten algunos temas inéditos es el único aliciente que presenta este álbum, si bien, como ya se ha dicho, no están tampoco a la altura de sus mejores logros. Más si cabe cuando toma decisiones peligrosas como en ‘Ma France à moi’, que parece su intento de hacer algo inspirado en Rage Against The Machine sin lograr destacar. Y ya que disponía de la participación de Elizabeth Fraser, podía haber aprovechado su presencia para interpretar ‘Kala’ en vez de la aburrida ‘Mary’, donde tampoco hay lugar para el lucimiento.

 

Indiferencia y algo de aburrimiento es lo que sobrevuela este álbum. Solo ‘Les bras de mer’ y los tres últimos temas en directo ofrecen algo de interés, entre los que se encuentra la interesante versión de un oscuro grupo holandés de culto llamado The Ex (‘State Of Shock’), el frenético instrumental ‘Le train’ para lucimiento de Yann con su violín y la relajada ‘Esther’, iniciada con el piano de juguete tan curioso y que tanto agrada a Tiersen, aunque luego se vuelve demasiado lenta y pierde por ello parte del encanto inicial.

 

Quién sabe, puede que la escasa cantidad de temas incluidos esté relacionada con el nivel vulgar de las interpretaciones que se hicieron. En cualquier caso, existe un DVD con más temas que serviría para hacernos una mejor idea. Lo que se evidencia en el CD es, una vez más, el hecho de que las composiciones de Tiersen no acaban de encajar en el lenguaje del rock salvo que consiga juntarse con las personas adecuadas, otros músicos que aporten una actitud abierta e inquieta que provoque un estímulo creativo en ambos sentidos. Y aquí el resultado es bastante decepcionante.

TABARLY

Año de publicación: 2008

Puntuación:

1) Tabarly; 2) Naval; 3) II; 4) Au-dessous du volcan; 5) IV; 6) La longue route;

7) 1976; 8) Yellow; 9) Point zéro; 10) La corde; 11) 8 mm; 12) Point mort;

13) Dernière; 14) Atlantique nord; 15) Eire.

Volvía Yann al conocido mundo de las bandas sonoras para componer la música de un documental sobre el marino francés Tabarly, una celebridad en su país. En España es totalmente desconocido salvo para los conocedores de ese mundo, ya que los medios, cuando hablan de noticias sobre temas marineros, es para glorificar los dudosos logros de excentricidades subvencionadas como las de Álvaro de Marichalar. En cuanto a la música, Tiersen decide elegir el piano como instrumento principal, que en muchas de las composiciones es además el único, de igual manera que el propio Yann es el único músico que participa en la ejecución de la mayoría del contenido.

 

Ese predominio del piano es más que evidente nada más comenzar con la que en principio debe ser la pieza principal al llevar el título de la película, ‘Tabarly’, que empieza de manera sencilla hasta que se acelera y llega su vistosa y emotiva melodía, que rivalizaría en expresividad con cualquiera de las que nutren la genial ‘Atlantique Nord’. Y la verdad es que la mayoría de temas de piano tienen alguna melodía destacable que las elevan por encima de la simple música de acompañamiento para las imágenes del film. Estamos hablando de ‘Naval’, ‘La longue route’, la algo tediosa ‘Point Zero’ o ‘Point Mort’. Lo que es una lástima es que la más dinámica de todas, ‘La Corde’, sea tan breve, porque podría haberse conseguido mucho más con un desarrollo adecuado. Y bueno, ‘8mm’ es una reescritura descarada y sin gracia de ‘Comptine d'un autre été: L'après-midi’, que en este caso sí que sirve de relleno, al igual que la breve pieza clásica de prominentes acordes de violines, de las que parecen hechas para finiquitar una película, tal cual sirve aquí para finalizar el álbum (‘Eire’).

 

Por suerte, no falta en este álbum el Tiersen ecléctico que sabe ensamblar instrumentos o estilos diferentes. El ejemplo más brillante lo tenemos en ‘Au-dessous du volcan’, una magistral mezcla de géneros donde se marca un ritmo de rock para que la guitarra acústica más pop y otros instrumentos de idiosincrasia clásica vayan desgranando diversas melodías con gancho. Una amplia gama de instrumentos de todo tipo conforman también en ‘Yellow’ una alegre composición al más puro estilo integrador de Tiersen. Mediante números romanos se nombran dos breves piezas de las cuales las más destacada es ‘II’, una curiosa conjunción de piano y clavecín, mientras que en ‘IV’ Yann se enfunda la guitarra acústica. Y esa capacidad de los genios musicales de conseguir memorables melodías desde la sencillez la encontramos aquí en la brevísima ‘1976’.

 

En resumen, no por ser una banda sonora se trata de una obra menor dentro del catálogo de Tiersen. Su genialidad todavía sobresale en diversos momentos para engrandecer el resultado final, por lo que sería interesante visionar la película documental, ya que el poder expresivo de la música seguro que aumenta acompañado de las imágenes adecuadas.

DUST LANE

Año de publicación: 2010

Puntuación:

1) Amy; 2) Dust Lane; 3) Dark Stuff; 4) Palestine; 5) Chapter Nineteen; 6) Ashes;

7) Till The End; 8) Fuck Me.

Resulta paradójico que, en una web como esta de Clásicos del Rock, haya un artista que ofrezca sus peores trabajos cuando más se acerca al rock. Parece que del rock asimile su idea de estructuras más básicas en vez de su carácter abierto e integrador. En cuanto al álbum en sí, a pesar de lo dicho al principio no hay un estilo definido, musicalmente parece más banda sonora que las bandas sonoras reales que Yann ha compuesto, ya que en general suena todo muy insulso, como si estuviera pensado para acompañar imágenes y no hiciera falta captar la atención del oyente con melodías atractivas. Por otra parte, si echamos un vistazo al contenido, ver un título como ‘Fuck Me’ y saber que la letra de ‘Chapter Nineteen’ está extraída de una novela de Henry Miller, nos hace pensar si no estamos ante una exploración musical del mundo sexual. Pero no estamos ante un disco conceptual ni ese hecho hubiera variado la sensación final que deja esta obra.

 

El sintetizador prominente de ‘Amy’, casi como si fuera un Moog, nos hace pensar en los excesos de Keith Emerson en los setenta, pero aún peor es su empalagosa parte vocal de escasa inspiración. Precisamente las voces parecen la asignatura pendiente de este álbum, ya que ‘Dust Lane’ reproduce casi los mismos ingredientes que la anterior, aunque al menos posee melodías reconocibles. Pero esas voces corales resultan un tanto cargantes. Es un error tan recurrente que hasta a una canción que parece más dulce y relajada (no por su letra) como la final ‘Fuck Me’, se le acaba rompiendo todo el encanto en cuanto empiezan las tediosas voces corales y el caos sonoro de fondo. Siguiendo el orden del tercer tema, el acordeón que introduce ‘Dark Stuff’ nos hace albergar esperanzas de que todavía queda algo del gran Tiersen que hemos conocido. Sin embargo, su desarrollo se pierde por atmósferas que tienen una intención positiva pero acaba sonando todo muy convencional, lo que esperaríamos de cualquier grupillo de rock que quisiera hacer algo similar. Ni siquiera los recursos más típicos surten efecto, ya que ‘Till The End’ se desarrolla en forma de crescendo pero recargando demasiado el sonido, de tal manera que se vuelve interminable por momentos. Únicamente puede salvarse su último minuto y medio de envolventes violines, más propio de una película.

 

Como ya se ha dicho, la letra de ‘Chapter Nineteen’ es de Henry Miller, concretamente de Sexus, primera novela de la trilogía La crucifixión rosa, de prosa y temática autobiográfica muy recurrentes en él, pero lastrada por un exceso de narrar sueños algo surrealistas que solo pueden interesar a los verdaderamente fanáticos del escritor, no a los simples admiradores. Pero bueno, las tres novelas presentan grandes momentos de humor y lucidez existencialista, que es lo que al fin y al cabo uno busca en este gran escritor del siglo XX. En cuanto a la canción, que ya nos desviábamos de la música, es una recitación acompañada de instrumentos orquestales y algo de percusión, que no consigue llamar mucho la atención, ni siquiera la sección final de clavecín donde la melodía es bastante discreta. Sigue por tanto ese patrón de banda sonora del que se ha hecho hincapié en el primer párrafo, que tiene otro exponente aún más claro en ‘Ashes’, la cual no arranca de verdad hasta que ha transcurrido más de la mitad. Eso sí, una vez llega la parte buena de la composición, la melodía principal es mucho más interesante, pero hay que tragarse primero un par de minutos anodinos y en la recta final los cargantes coros nuevamente.

 

El único tema que logra arquear las cejas al oyente desde el principio es ‘Palestine’ gracias a su incisivo ritmo, aunque esa idea de acompañar una percusión prominente con el violín ya había sido explorada previamente, obteniendo buenos resultados en la colaboración con Shannon Wright. En cualquier caso, es poco bagaje para un álbum que en principio aspiraba a más y que se queda a medio camino, enfrascado en una mediocridad desesperante. Esa manera de grabarlo durante mucho tiempo y en diferentes estudios de Europa y Estados Unidos no parece la apropiada para un compositor que necesita tranquilidad e introspección para conseguir alcanzar lo mejor de él. De igual manera, que todos los títulos y las letras sean en inglés es un indicador claro del carácter comercial que desdibuja la esencia de Tiersen y deja como resultado su peor álbum hasta la fecha. Por desgracia, todavía habrá de llegar el momento de caer más bajo.

SKYLINE

Año de publicación: 2011

Puntuación:

1) Another Shore; 2) I'm Gonna Live Anyhow; 3) Monuments; 4) The Gutter;

5) Exit 25 Block 20; 6) Hesitation Wound; 7) Forgive Me; 8) The Trial;

9) Vanishing Point.

Manteniendo más o menos a los mismos músicos, tan solo un año tardó en publicar un nuevo álbum que, en cierta manera, puede tomarse como la segunda parte de Dust Lane. Sin avances significativos y manteniendo la obstinación de mantenerse en la vía rockera, poco margen tenía Tiersen para ofrecer algo novedoso. No se puede decir que no lo haya intentado, pero su creatividad no estaba en el mejor de los momentos.

 

Escuchar en primer lugar ‘Another Shore’ puede transmitir la falsa impresión de que por fin Yann ha sabido asimilar el lenguaje del rock para conseguir ejecutar uno de sus característicos desarrollos melódicos, pero es simplemente que en esta ocasión concreta ha acertado. En la recta final se excede con los efectos de sonido, como si quisiera emular aquella absurda jarra eléctrica que sonaba en las canciones de los 13th Floor Elevators. Son también los efectos sonoros los que lastran casi la mitad de ‘Exit 25 Block 20’, como si Tiersen quisiera impactar e intimidar con un vendaval de sonido, pero esa no es (o no había sido) la guerra de este artista francés. Y es que en general el sonido aparece muy recargado, de tal manera que las melodías (las pocas) que encontramos en el álbum, quedan difuminadas en pro del impacto acústico que pretende conseguir. Eso no quita que también encontremos piezas más minimalistas como ‘The Trial’ o ‘Hesitation Wound’, pero en ellas no demuestra nada especial y se olvidan rápidamente.

 

En principio es loable comprobar que no ha perdido su afán experimental, pero si el experimento es fallido como en ‘I'm Gonna Live Anyhow’ o en ‘Hesitation Wound’ (lo peor del álbum), básicamente en ambas jugando con las voces y los efectos, entonces el esfuerzo no ha merecido la pena. Lo que más llama la atención en ‘The Gutter’ es que contiene fragmentos del histórico discurso que Ernesto ''Che'' Guevara realizó en la ONU en 1964. Por lo demás, es un mero ejercicio de percusión con voces etéreas que ya está demasiado visto. Otras piezas como ‘Monuments’ presentan buenas ideas, ¿pero dónde están las melodías en las cuales apoyarlas y aprovecharlas? Para un artista que había destacado por ser muy prolífico en la composición de melodías, sorprende la escasez y poca originalidad de las contenidas en este disco. En la final ‘Vanishing Point’ vuelve a centrarse en primer lugar en una ambientación sonora al estilo de Brian Eno, donde nuevamente se recarga el sonido más adelante con todo tipo de detalles, esta vez de manera más interesante aunque el resultado dista de la magnificencia de los mejores logros de Yann.

 

El toque de humor final de hacer que suene como si poco a poco se estuviera acabando la energía de las baterías no aumenta necesariamente el humor de quien haya aguantado a escuchar este disco desde el principio. Sin una salida evidente al estancamiento musical al que se veía abocado, la mejor manera de intentar salir del bache era detener momentáneamente su carrera y replantearse la dirección a seguir. Aunque, como veremos, ahí no iba a llegar la solución.

INFINITY

Año de publicación: 2014

Puntuación:

1) ∞; 2) Slippery Stones; 3) A Midsummer Evening; 4) Ar Maen Bihan; 5) Lights;

6) Grønjørð; 7) Steinn; 8) In Our Minds; 9) The Crossing; 10) Meteorites.

Era un paso que Yann todavía no había dado, pero en Infinity se lanza a las músicas del mundo con un propósito claramente ambiental. Lo que no oculta esta decisión artística es que se trata del camino más sencillo que se puede tomar cuando la musa de la inspiración melódica ha desaparecido de repente. Por tanto, la incipiente vulgarización de su música que se había iniciado en los dos álbumes anteriores, aquí se agudiza hasta extremos insólitos, ya que anteriormente eran casos aislados aquellos en los que podía llegar a ofendernos alguna composición, mientras que aquí parece que esté concentrando lo peor que podía ofrecer. El truco de incluir la participación de músicos de diferentes partes del mundo y cantantes de variados idiomas no arregla nada porque las composiciones son en general muy flojas, sin margen de mejora.

 

El inicio mediante ‘Infinity’ evoca una especie de génesis sonora que es una idea ya bastante socorrida y que aquí puede aceptarse como introducción a la obra en general. Pero los problemas que pueden asociarse a la música ambiental hacen acto de presencia muy pronto, como si Tiersen fuera un músico novel y se hubiera olvidado del apreciable bagaje previo. Hacer una pieza basada en instrumentos de percusión y carente de melodía, pero que suene alegre también en la parte vocal para titularla como ‘Lights’, es lo menos original que se le podía haber pasado por la cabeza. No menos vulgar resulta incluir una pieza recitada, como es el caso aquí por partida doble en ‘Meteorites’ y ‘Steinn’, esta última solo salvada del fracaso más absoluto por su amena estructura. El título de ‘Grønjørð’ tampoco es casual porque la música pretende evocar o al menos recoger aires escandinavos.

 

‘A Midsummer Evening’ fue el adelanto del nuevo disco, seguramente tomado porque es como si hubieran puesto juntas a ‘Infinity’ y luego ‘Slippery Stones’, igualando la primera pero quedando algo inferior a la segunda. Y es que la grandiosidad coral de ‘Slippery Stones’ bajo una instrumentación donde vuelve a emplearse el piano de juguete (o eso parece), el clavicordio o la celesta, sí que recupera por fin una parte de la esencia musical de Yann. Pero es un oasis en este desierto de la vacuidad. Otro ejemplo es ‘Ar Maen Bihan’, donde crea un buen ritmo pero los detalles añadidos no sustentan los siete minutos de duración que se antojan excesivos.

 

La recta final del álbum es muy lamentable y no merece la pena siquiera comentar esos tres últimos temas, una penosa manera de enterrar el prestigio adquirido y el colofón de la dirección descendente en la que había caído en los últimos años. Si en los tres años transcurridos no había conseguido mejorar nada, sino todo lo contrario, era un síntoma más que evidente de que el problema de la inspiración era muy grave. Como sucede en las batallas bélicas, saber retirarse a tiempo es siempre un acierto.

EUSA

Año de publicación: 2016

Puntuación:

1) Hent I; 2) Pern; 3) Hent II; 4) Porz Goret; 5) Lok Gweltz; 6) Hent III; 7) Penn Ar Roc'h; 8) Hent IV; 9) Kereon; 10) Hent V; 11) Yuzin; 12) Roc'h Ar Vugale; 13) Hent VI;

14) Penn Ar Lann; 15) Hent VII; 16) Enez Nein; 17) Kadoran; 18) Hent VIII.

Le llegó el momento a Yann de intentar hacer honor a sus raíces bretonas, pero como la fusión de la música tradicional bretona con la música rock era un camino ya suficientemente bien explorado por Alan Stivell, Yann se limitó a coger su piano y a dejar que el paisaje bretón le inspirara la música resultante. Aunque al final lo único bretón que encontraremos son los títulos de los temas. El predominio del piano clásico de Tabarly y la música ambiental (ya explorada de forma intrascendente en Infinity) son los ingredientes casi exclusivos de los que se nutre este álbum, por lo que realmente podría haber elegido los títulos que hubiera querido, ya que habrían encajado igualmente. Es decir, no es que vaya a negar que una persona que conozca las zonas a las que se refieren los temas no lo encuentre acertado y evocador, pero como la música se parece a lo que venía haciendo Tiersen en los últimos años de capa caída, la insignificancia de este disco es más que evidente.

 

Intercaladas a lo largo del contenido del álbum, encontramos hasta ocho piezas, la mayoría breves, tituladas como ‘Hent’, que básicamente son piezas de piano minimalista a las que se añaden en algunas de ellas sonidos naturales. Pero el truco de añadir también una cálida voz femenina acompañada de notas de piano más o menos atonales está más que visto (en ‘Hent VIII’, superando los seis minutos), así que suponen un lastre para la continuidad sonora del álbum. El piano de corte clásico es el modo elegido para darle forma al resto de composiciones y consigue resultados interesantes en bastantes de las piezas (‘Pern’, ‘Porz Goret’, ‘Lok Gweltz’, ‘Penn Ar Roc'h’, ‘Penn Ar Lann’). De todas maneras, en escuchar la primera de ellas que encontramos, ‘Pern’, vemos que su estructura es equivalente a la más antigua ‘Tabarly’, en el sentido de que se va creando un entramado pianístico sin aparente propósito hasta que, en algún momento determinado, se introduce alguna melodía para darle vitalidad a la composición. Es decir, ya es una idea vista y más que probada. Aparte, hay otras piezas como ‘Yuzin’ que dejan más bien indiferente aunque tampoco están mal, ya que Tiersen no deja de ser un avezado pianista.

 

La emoción que expresaba con la música en sus inicios aquí solo se recupera brevemente en la ágil ‘Kadoran’, pero es como una gota de emoción dentro del océano de letargo pianístico en el que se sitúa el disco. Así pues, sin elementos bretones que destacar (o quizá los haya y no sean perceptibles fácilmente), lo único que puede decirse de este álbum es que Michael Nyman ya había hecho estas cosas treinta años antes y en muchos casos con mejor resultado. Tiersen ya parece estancado en el aspecto creativo y mucho habrá de mejorar para conseguir volver a sorprendernos como en su época dorada.

ALL

Año de publicación: 2019

Puntuación:

1) Tempelhof; 2) Koad; 3) Erc'h; 4) Usal Road; 5) Pell; 6) Bloavezhioù; 7) Heol;

8) Gwennilied; 9) Aon; 10) Prad; 11) Beure Kentañ.

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Tres años de paréntesis no han significado un cambio de rumbo en la dirección artística  a seguir. Decididamente, el objetivo de Tiersen parece ser el de convertirse en el nuevo Michael Nyman pero en plan étnico, si bien aquí se amplia la instrumentación más allá del piano. Todo bajo unos títulos indescifrables en primer término, igual que ocurría en Eusa.

 

El sonido ambiental vuelve a ser un recurso bastante empleado a lo largo del disco. De gaviotas en ‘Tempelhof’, para tratar de crear una ambientación especial aunque por suerte el piano desarrolla reconocibles melodías que la convierten en un buen inicio de álbum. En todo caso, las piezas de piano minimalista como ‘Prad’ ya están muy vistas. Peor es el hecho de que haya canciones que parecen demos de Enya o, peor aún, canciones de la Enya del siglo XXI, la que parece una vulgar imitación de sus primeros años donde ya dijo todo lo que tenía que decir. En el caso de ‘Bloavezhioù’, su repetitividad es exasperante. A cualquier matemático, el nombre de ‘Pell’ solo le puede hacer pensar en ecuaciones diofánticas, pero en realidad se trata de una composición escrita por Yann y su mujer Émilie, dedicada al hijo de ambos. La excepción es ‘Koad’, donde un@ puede introducirse en la ambientación especial donde se amalgaman el piano, los vientos y la dulce voz coral de mezzosoprano de la sueca Anna von Hausswolff, logrando un interesante efecto envolvente.

 

Ecos del mejor Tiersen de la primera época aparecen en ‘Aon’, precisamente el tema más corto del álbum, poseedora de una melodía principal que recuerda a aquellas tan bellas de Last Exit To Brooklyn, la banda sonora de Mark Knopfler. ‘Heol’ también levanta expectativas, pero a los dos minutos hay una súbita parada mientras escuchamos una voz femenina hablando, entrando en una parte central bastante aburrida que no se relanza hasta los dos minutos finales. En ‘Usal Road’ vuelve a colocarse el violín al hombro pero de manera más calmada y poco vistosa respecto a lo que había demostrado en sus mejores años, aunque hacia la mitad parece que va a despegar melódicamente sin llegar a desarrollarse luego mucho más.

 

La pieza más extensa del álbum es ‘Erc'h’, nueve minutos que se desarrollan bajo un sonido minimalista y canto étnico que puede agotar la paciencia de más de un@ antes de los últimos minutos corales y mucho más llevaderos, aunque retorne luego brevemente el mismo canto étnico. Para quien se quede con ganas de más, puede dirigirse a ‘Gwennilied’, que al menos dura la mitad. Dedicar los últimos 2-3 minutos de ‘Beure Kentañ’ (título que sugiere empinar el codo para los catalanoparlantes, pero que nada tiene que ver) a escuchar sonidos naturales de pájaros no parece una buena idea salvo para quien emplee esta música como acompañamiento en sus ejercicios de meditación. El resto de la composición es más de lo mismo: minimalismo instrumental y voces susurrantes que, tras cincuenta minutos de esta música, pueden producir somnolencia.

 

Poco cabe añadir a lo que ya se ha dicho con anterioridad, visto el camino que ha tomado Tiersen con su música. Quizá el enfoque adecuado sea olvidarnos de todo lo que ha hecho previamente y así, sin nada con lo cual comparar, valorar mejor este álbum. Pero todo artista debe ser confrontado con su obra y de ahí extraer conclusiones, aparte de que Tiersen nunca hubiera conseguido notoriedad de haberse dedicado a esta clase de música ambiental.

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