top of page

TALKING HEADS

TALKING HEADS: 77

Año de publicación: 1977

Puntuación:

1) Uh-Oh Love Comes To Town; 2) New Feeling; 3) Tentative Decisions; 4) Happy Day; 5) Who Is It?; 6) No Compassion; 7) The Book I Read;

8) Don't Worry About The Government; 9) First Week/Last Week... Carefree;

10) Psycho Killer; 11) Pulled Up.

th3.jpg

Disco de debut de uno de los grupos intelectuales por excelencia, que estuvo formado desde este momento por los mismos cuatro componentes y más adelante con la adición de grandes músicos adicionales participando según la época, como por ejemplo Brian Eno en la producción o Adrian Belew a la guitarra. Y curiosamente en el libreto de este CD se nombra a la bajista Tina con el que será su nombre completo, Martina. Así que en este álbum lo que encontramos es el sonido puro de dos guitarras (o guitarra y teclado, según el tema), un bajo y una batería. Eso sí, un sonido nuevo, diferente, vanguardista para las limitaciones que podían tener a priori, y con ese estilo de cantar tan característico de David Byrne, a veces calmado, a veces frenético o histérico, pero siempre acorde a la letra o el mensaje que se quiere transmitir.

 

La canción más conocida del disco es ‘Psycho Killer’, la cual se puede tomar también como el arquetipo que ejemplifica el sonido del grupo gracias a unas líneas de bajo prominentes e introductorias, la interacción de dos guitarras, que aquí no se encaminan al lucimiento como en la coda instrumental final que tocaban en su interpretación en directo, y por supuesto la parte vocal de Byrne, que nos hace sentir la mezcla de nerviosismo y locura del protagonista.

 

Sin embargo, el inicio del álbum es sumamente tranquilo mediante ‘Uh-Oh Love Comes To Town’, donde quizá en su letra se halle el secreto para entender el mundo de Byrne cuando dice “If you are really smart, you'll know what to do, when I say…” (“Si eres realmente inteligente, sabrás qué hacer cuando digo que…”; ahí se podría colocar cualquiera de sus letras). En algunos casos, da la impresión de que las canciones parecen instrumentales a los que se les ha añadido una letra circunstancial, como es el caso de ‘New Feeling’ o ‘Who Is It?’, siendo ambas por otro lado buenas demostraciones de la citada interacción de las guitarras.

 

La verdad es que la mayoría de temas tienen algo que destacar. Quizá el más convencional sea ‘Tentative decisions’, aunque tiene un largo estribillo que lo salva del convencionalismo. ‘Happy Day’ también estaría entre lo más discreto, pero justo el momento que se acelera el ritmo antes del “Such a happy day for me” es digno de mención. El inicio de ‘No Compassion’ tiene un sonido precursor de lo que será la posterior grandeza de algunos temas de The Smiths, ya que posee una interpretación solemne y una letra donde el protagonista estalla por tener que soportar los problemas de los demás (“Other people's problems, they overwhelm my mind / Compassion is a virtue, but I don't have the time” --> “Los problemas de los demás, abruman mi mente / La compasión es una virtud, pero no tengo tiempo”), de ahí su consiguiente aceleración del ritmo y su parte vocal frenética.

 

Aunque ritmos más movidos en sí también los encontramos desde el inicio en ‘The Book I Read’ y ‘First Week’. El primero es uno de los momentos más rockeros mientras Byrne nos cuenta cómo ese libro que estaba escribiendo lo encontró ya escrito en los ojos de la persona a la que va dirigida la canción. En ‘First Week’ encontramos un ritmo rápido y bailable, con sabor latino por la percusión utilizada, además de una loca interpretación de Byrne e incluso unas desconcertantes trompetas (que supongo que ni serán trompetas, sino el teclado de Jerry Harrison) que aparecen mientras Byrne sigue jugando con su forma de gritar.

 

Para el final nos dejan ‘Pulled Up’, otro tema de desenfreno vocal de Byrne, quizá el más exagerado de todos, con más gritos histéricos pero aquí dentro de un contexto amigable. Así se pone punto y final a un gran disco de debut compuesto por diferentes viñetas de la vida contemporánea acompañadas por una instrumentación básica pero rica en texturas y sonidos.

1) Thank You For Sending Me An Angel; 2) With Our Love; 3) The Good Thing;

4) Warning Sign; 5) The Girls Want To Be With The Girls; 6) Found A Job;

7) Artists Only; 8) I'm Not In Love; 9) Stay Hungry; 10) Take Me To The River;

11) The Big Country.

MORE SONGS ABOUT BUILDINGS AND FOOD

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

th4.jpg

Para el segundo disco tuvieron el acierto de unir fuerzas con Brian Eno como productor, lo que les serviría para mejorar su sonido y ampliarlo posteriormente en futuros álbumes. Pero aquí todavía no se amplia demasiado, pues en general el estilo es muy similar para casi todos los temas, ¡pero vaya estilo! Viene caracterizado principalmente por los sonidos de guitarra que aparecen, enfatizados por un acertado empleo de los teclados y sintetizadores cuando son necesarios, además de una sección rítmica perfectamente acoplada que ejecuta una larga serie de ritmos ágiles y a veces complejos que dotan de gran dinamismo al conjunto del disco.

 

El inicio del álbum es fenomenal, gracias a la ágil batería de ‘Thank You For Sending Me An Angel’ dirigiendo una extraña canción que, cómo no, cuenta ya de entrada con el canto desquiciado de Byrne. El ritmo es rapidísimo y muy pegadizo y con unas imaginativas partes instrumentales entre versos. Siguiendo ese tipo de ritmos bailables que tanto abundan, llega casi seguidamente ‘With Our Love’, distinguible por una gran guitarra rítmica que consigue un delicioso sonido en la parte que cantan “Had they forgotten…”.

 

Sin embargo, ‘The Good Thing’ es algo más floja, debido a un estribillo poco inspirado cantado al unísono por Byrne y la bajista Tina Weymouth. Solo coge algo de fuerza cuando ya es algo tarde, en la parte de “I have adopted this and made it my own”, que deriva en otro frenético final marca de la casa. Algo similar le ocurre a ‘Found A Job’, que no entusiasma para nada hasta que llega a la coda final que al menos ofrece una delirante guitarra rítmica. Aunque habría que destacar su letra, sobre una pareja que decide grabarse en situaciones cotidianas para que los demás puedan verlo por la tele, idea de una época en que no existían todavía los reality-shows que abundan hoy en día.

 

Por otro lado, ‘Warning Sign’ tiene un gran inicio marcado por un buen ritmo llevado entre la batería y el bajo, para que vaya entrando Byrne haciendo varios efectos con la guitarra. Después se va desarrollando un variado tema con diferentes melodías que se van alternando mediante súbitos cambios.

 

Lo que más abunda en este disco son los ritmos rápidos y enérgicos, de los que tenemos un buen número de ejemplos además de los ya comentados. Uno de los momentos más movidos, incluso bailables, del disco es ‘The Girls Want To Be With The Girls’, que aunque tenga una de las peores letras de su carrera, se puede entender que ésta es solo una excusa para que podamos fijarnos únicamente en su maravillosa instrumentación, con ese gran sonido de guitarra pionero de la New Wave y una impresionante batería de Frantz. Sobre estos ritmos rápidos, la verdad que ‘Artists Only’ tampoco queda muy lejos en su parte central, donde se acelera todavía más el ritmo ágil que ya posee desde el inicio, aparte de un buen riff que podemos escuchar nada más empezar. Y ‘I'm Not In Love’ es una buena oportunidad para deleitarse con una jam hipnótica de lo que podría ser el estilo de Can pasado por un tamiz de New Wave.

 

‘Stay Hungry’, compuesta por Byrne y Frantz, es ligeramente más tranquila que las anteriores, aunque sigue teniendo esa brillante estructura rítmica que tanto se repite aquí, marcada por la perfecta interacción entre la batería, el bajo, una guitarra (o dos, según el tema) aportando sonidos variados, y en esta caso un teclado que adorna perfectamente el sonido y le aporta mayor solemnidad en determinados momentos.

 

Una de las pocas versiones que realizaron los Talking Heads durante su carrera la encontramos aquí en ‘Take Me To The River’ de Al Green, que fue uno de los temas de este álbum más famosos en su momento pero que a mí no me impresiona especialmente, además de volverse demasiado repetitivo. Aquí destaca, igual que el último tema del disco, por ser de un estilo totalmente diferente al resto de canciones, sobre todo por lo pausado, pues lo que hemos escuchado hasta llegar a la recta final del álbum es de un estilo dinámico muy particular, como si hubieran sido sacadas de un mismo patrón pero sin presentar semejanzas en su contenido. Y precisamente la final ‘The Big Country’ tiene un sonido majestuoso conseguido por esa guitarra que emula el sonido slide y que da paso a una calmada interpretación de Byrne, en un tono resignado acorde al sentido de la letra de no sentirse encajado en un entorno diferente de donde uno se ha criado. También tiene una buena parte final con un sonido de guitarra particular.

 

Gran disco de este grupo, que seguiría manteniendo una trayectoria brillante y estable hasta su batacazo final. Pero mientras tanto solo queda disfrutar de este período talentoso y fructífero gracias también a su alianza con Brian Eno. Ah, y que no se me olvide mencionar su creativa portada, formada por un mosaico del grupo a base de fotos tomadas con una máquina Polaroid.

1) I Zimbra; 2) Mind; 3) Paper; 4) Cities; 5) Life During Wartime;

6) Memories Can't Wait; 7) Air; 8) Heaven; 9) Animals; 10) Electric Guitar; 11) Drugs.

Puntuación:

Año de publicación: 1979

FEAR OF MUSIC

th5.jpg

Segunda experiencia con Brian Eno a los mandos de la producción y no puede ser más satisfactoria. Musicalmente se amplia enormemente la paleta de sonidos, añadiendo elementos de la música de éxito del momento así como de música de otras partes del mundo, concretamente la africana. En las letras, Byrne se muestra todavía más universal en algunos momentos y se puede entender el disco en general como una exposición del miedo a la vida moderna.

 

‘I Zimbra’ es la primera aproximación directa del grupo a la música africana, o al menos a eso suena su ritmo de guitarra, su percusión y su canto coral casi tribal. Y no hay que olvidar también sus grandes líneas de bajo, donde Weymouth también experimenta con su instrumento, recordando por momentos al gran John Entwistle. En conjunto, es un sonido único hasta ese momento y que serviría de inspiración para mucha música que llegaría después, incluido el gran retorno de King Crimson con el álbum Discipline.

 

Un tema para escuchar con detenimiento es ‘Mind’, no solo por su letra que trata sobre la desesperación que tiene el protagonista para intentar cambiar la opinión de alguien en concreto, sino también por toda una retahíla de efectos de guitarra que van apareciendo a lo largo del tema. Por otro lado, ‘Paper’ tiene un memorable inicio con sus apergios de guitarra, además de una gran parte vocal, sobre todo en esas pequeñas paradas bruscas donde canta “some rays pass right through”. Es un tema enérgico, pero si echábamos de menos los ritmos frenéticos del disco anterior, a continuación llegarán un par de ejemplos para despertar el movimiento. El primero es la magnífica ‘Cities’, que empieza con un fade-in que nos provoca una inmersión inmediata en el rápido y pegadizo ritmo de este tema. La parte vocal es paranoica, igual que el solo de guitarra que aparece cerca de los dos minutos, además de poseer una letra que por momentos es hilarante: "Did I forget to mention Memphis? / Home of Elvis and the ancient Greeks". La siguiente, ‘Life During Wartime’, aun siendo uno de los principales singles extraídos de este álbum, no acaba de convencerme, y menos después de haberla escuchado en el directo de Stop Making Sense. El ritmo de teclado destaca demasiado aquí y se pierde algo de la fuerza que tiene en directo.

 

En ‘Memories Can't Wait’ no se acaba el derroche de energía demostrado en los últimos temas, aunque el ritmo no es tan rápido. Pero está compensado por el sentimiento oscuro y aprensivo que transmite con su inquietante sonido, además de su claustrofóbica letra. En cambio, en ‘Air’ cambian de registro y además nos vuelven a sorprender con un gran inicio donde Tina haciendo los coros canta precisamente “Air”, lo que da paso a una gran interpretación vocal de Byrne que transmite a la perfección la angustia del protagonista, sobre todo en la parte de “Some people say not to worry about the air”, en una letra que llega al paroxismo de tener miedo hasta del efecto que nos pueda causar el aire. Más adelante encontramos un gran solo de guitarra a los 2:30 –que seguro que encantó a Robert Fripp y Adrian Belew– en su magnífica coda instrumental final, aderezada nuevamente con los coros de Tina. 

 

Uno de los momentos más relajados y celestiales –nunca mejor dicho– de su carrera lo encontramos en ‘Heaven’, una bella balada comenzada con una gran melodía de guitarra y otra de bajo. Las voces en el estribillo tienen un efecto como si vinieran cantadas realmente desde el cielo, transmitiéndonos un curioso contraste entre la tranquilidad que debería tener la vida allí con una especie de hastío existencial que se podría entrever en la frase: “Heaven is a place where nothing ever happens”.

 

Cuando llega ‘Animals’ nos asombramos de ver un tema que parece sonar algo atascado, con un Byrne además totalmente desquiciado. Hasta que llega el estribillo y parece que se empareja todo un poco, con una guitarra que suena bastante a estilo africano. En ‘Electric Guitar’ ya no se arregla mucho lo escuchado, ciertamente su estribillo es el menos inspirado del disco, pero el resto de la canción tiene ese sonido intrigante e inquietante de otros temas, lo cual la salva de la mediocridad.

 

Para el final, ‘Drugs’ recuerda más al estilo de música ambiental de Brian Eno (de hecho es coautor del tema junto a Byrne), con una prominencia de capas de teclado y sintetizador que complementan el ritmo pausado y misterioso llevado por Tina y Chris Frantz.

 

Esta es quizá la obra maestra en estudio del grupo, que no tiene la máxima puntuación porque –oh, sorpresa– Talking Heads es uno de esos grupos que en directo superan con creces el ya de por sí genial sonido en el estudio. Pero la temática del disco, la amplia variedad musical ofrecida y su impresionante ejecución, hacen de éste uno de los mejores álbumes de finales de los 70.

1) Born Under Punches (The Heat Goes On); 2) Crosseyed And Painless;

3) The Great Curve; 4) Once In A Lifetime; 5) Houses In Motion; 6) Seen And Not Seen; 7) Listening Wind; 8) The Overload.

Puntuación:

Año de publicación: 1980

REMAIN IN LIGHT

th6.jpg

El último disco que grabaron con Brian Eno en la producción volvió a ser un gran éxito. Esta vez la ayuda significativa la tendrían por partida doble, pues en el trabajo de guitarra participa activamente Adrian Belew (prestigioso músico que trabajó con Frank Zappa, David Bowie o King Crimson), quien les acompañará también en la consiguiente gira mundial. El resultado es todavía más profesional, compacto, y vanguardista que en el disco anterior, y podría tomarse como una de las cumbres de Eno como productor. Una de las claves es la sección rítmica, donde el bajo de Weymouth crea un sonido pulsante que mantiene en vilo al oyente mientras se sucede un tema tras otro.

 

Mediante ‘Born Under Punches’ se inicia el disco de manera análoga a como hiciera ‘I Zimbra’ en Fear Of Music el año anterior, con un sonido devoto de la música africana (incluidos los coros cuasi-tribales) pero con una vocación todavía más experimental que la anterior. Justo a continuación, ‘Crosseyed And Painless’ también incide de forma más experimental en el estilo más movido y bailable del grupo, solo hay que fijarse en el extraordinario sonido de guitarra, que probablemente sirvió de inspiración para el remozado retorno de los King Crimson. Y ‘The Great Curve’ se podría tomar como la combinación lineal o conjunción musical de las dos primeras, pues los sonidos africanos se aceleran hasta conseguir un ritmo ágil y pegadizo. Es increíble cómo consiguen crear una atmósfera hipnótica y envolvente que engancha desde el inicio, y también sorprende escuchar a partir de los 5:30 la aparición de un solo de guitarra que antecede el sonido industrial de años posteriores. Precisamente ese sonido industrial, pero más pausado, es el que define la final ‘The Overload’, donde logran equipararse musicalmente a los Joy Division en su territorio, si bien las letras extremas de Ian Curtis nada tienen que ver con las de David Byrne.

 

La canción más conocida del disco (debido entonces a su original vídeo musical) es ‘Once In A Lifetime’, canto brutal de desesperación y de estrés ante la vida moderna con una creativa manera de emplear el loop electrónico que recorre todo el tema. La coda final mientras Byrne repite “same as it ever was” es el culmen de la originalidad que desprende este disco en general.

 

Por otro lado, en ‘Houses In Motion’ y ‘Seen And Not Seen’ se acercan más a los grupos electrónicos alemanes tipo Kraftwerk, de ahí que se pierda algo de fuerza al repetirse demasiado los mismos esquemas pero con menor brillantez. Aunque también repetitiva, el resultado en ‘Listening Wind’ es mucho mejor, sobre todo por el tono de la parte vocal y por ese sonido de guitarra que a veces parece imitar a una gaviota y que Adrian Belew empleará nuevamente en la grabación del Discipline de King Crimson.

 

Estamos pues ante un disco imprescindible en la historia de la música por la cantidad de ideas contenidas y por servir de inspiración inmediata para el movimiento musical de los siguientes años. Y no tiene la máxima puntuación porque la mayor sorpresa será constatar cómo los Talking Heads en directo sobrepasan todo lo que pudiéramos imaginar de ellos en el trasvase de su música del estudio a un escenario.

THE NAME OF THIS BAND IS TALKING HEADS

Año de publicación: 1982

Puntuación:

CD I: 1) New Feeling; 2) A Clean Break (Let's Work);

3) Don't Worry About The Government; 4) Pulled Up; 5) Psycho Killer; 6) Who Is It?;

7) The Book I Read; 8) The Big Country; 9) I'm Not In Love;

10) The Girls Want To Be With The Girls; 11) Electricity (Drugs); 12) Found A Job;

13) Mind; 14) Artists Only; 15) Stay Hungry; 16) Air; 17) Love - Building On Fire;

18) Memories (Can't Wait); 19) Heaven.

 

CD II: 1) Psycho Killer; 2) Warning Sign; 3) Stay Hungry; 4) Cities; 5) I Zimbra;

6) Drugs (Electricity); 7) Once In A Lifetime; 8) Animals; 9) Houses In Motion;

10) Born Under Punches (The Heat Goes On); 11) Crosseyed And Painless;

12) Life During Wartime; 13) Take Me To The River; 14) The Great Curve.

th7.jpg

Para cualquiera que no sea un buen conocedor de la carrera del grupo, de ninguna manera podría imaginar que los Talking Heads en directo superan en fuerza y determinación a lo que hacían en el estudio. Quizá en un estilo a lo que pasaba con The Who, cada uno en su campo, en el estudio se descubrían como sesudos creativos y detallistas para después realizar la transición en vivo hacia un sonido igual de creativo pero más potente y directo, sin perder ningún detalle sino más bien aportando otros nuevos.

 

El primer CD abarca desde el año 1977 a 1979, mientras que el segundo se corresponde con el período 1980-81, en el que se amplió la cantidad de músicos en el escenario. En las canciones de la primera época encontramos al grupo en todo su esplendor, cuatro músicos con ganas de demostrar su potencial, su cohesión y su creatividad a la hora de producir un sonido completamente nuevo a partir de una base instrumental tradicional en el mundo del rock. La música suena todavía más viva en directo, se puede palpar cada línea de guitarra, de bajo, cada golpeo de batería... toda una experiencia. Además, el repertorio se compone más o menos equitativamente de todos los discos que habían publicado hasta ese momento, por lo que todos los fans pueden sentirse complacidos.

 

También es agradable comprobar esa humildad y timidez de sus inicios, pues “The name of this band is...” es el nombre del disco y “The name of this song is...” es la sencilla presentación de la primera canción que encontramos. No hace falta añadir más, ni prólogos ni explicaciones.

 

Las canciones inéditas las encontramos en sus primeros años. ‘A Clean Break (Let's Work)’ podría haber formado parte perfectamente del disco de debut, pues presenta ese minimalismo llevado al máximo (por denominarlo de alguna manera) donde se suceden cambios de ritmo, potentes estribillos y el histrionismo de David Byrne. ‘Electricity (Drugs)’, que nada tiene que ver con la canción que cerraba Fear Of Music y que sí aparece en el segundo volumen con más ritmo (titulada ‘Drugs (Electricity)’), es un intrigante tema dominado por una pegadiza línea de guitarra rítmica. En cambio, ‘Love – Building On Fire’ es más discreta pero presenta igualmente un gran intermedio instrumental.

 

El grupo no se limita a ejecutar en vivo lo mismo que aparece en los discos de estudio, sino que añaden desarrollos instrumentales en muchos casos brillantes. En ‘Psycho Killer’ (donde repiten la jugada por duplicado) y ‘I'm Not In Love’ se explayan en geniales codas instrumentales. Los intermedios instrumentales de ‘Artists Only’ también denotan la maestría y cohesión que habían adquirido, dominando la tensión y el tempo musical para crear pasajes memorables entre estrofas. Y la simbiosis de las dos guitarras (cuando Harrison se deja el teclado) alcanza momentos de suprema brillantez como en la coda final de ‘Found A Job’ o en ‘Stay Hungry’. Las canciones pertenecientes a Remain In Light son las que obviamente presentan menos variaciones por el poco tiempo discurrido entre la grabación del disco y la gira, pero aún así tienen ese poderío adicional del directo, subrayado por la presencia de hasta siete músicos adicionales, incluyendo al gran guitarrista Adrian Belew.

 

Apenas hay nada objetable en toda esta música, si acaso el ritmo algo más lento de ‘The Girls Want To Be With The Girls’ o que la parte vocal de ‘Born Under Punches’ pueda resultar un tanto empalagosa, o que ‘Take Me To The River’ se haga demasiado extensa y repetitiva (aunque tenga unos arreglos diferentes y más dinámicos).

 

El sonido impecable, el repertorio, la técnica y el entusiasmo aquí contenidos convierten este disco en directo en uno de los mejores de la historia. Imprescindible como experiencia sonora y como documento histórico donde se aprecia en todo su esplendor la evolución continuada que tuvo la banda en un exiguo período de cuatro años, que es lo que tardan hoy en día muchos grupos en sacar un nuevo disco del mismo estilo que el precedente.

1) Burning Down The House; 2) Making Flippy Floppy; 3) Girlfriend Is Better;

4) Slippery People; 5) I Get Wild/Wild Gravity; 6) Swamp; 7) Moon Rocks;

8) Pull Up The Roots; 9) This Must Be The Place (Naive Melody).

Puntuación:

Año de publicación: 1983

SPEAKING IN TONGUES

th8.jpg

Sin Brian Eno ni Adrian Belew (dos bajas importantes), pero con la lección bien aprendida, la banda siguió echando mano de otros buenos músicos para seguir en la misma senda de absorción de influencias y creación de ritmos densos e hipnóticos en los que acoplar las letras mundanas de David Byrne. Precisamente algo que ha demostrado Byrne durante su carrera ha sido el saber aprovechar el potencial de los músicos que ha habido a su alrededor y utilizar sus habilidades especiales para mejorar su propia música, así como aprender de todo ello. Así, encontramos aquí una continuación de Remain In Light pero con un resultado más accesible y directo, sin perder la esencia del sonido del grupo y manteniendo sus características más propias, como las interpretaciones vocales de Byrne, cada vez más teatral y seguro de sus posibilidades expresivas, tal como se podría comprobar después en la imprescindible película que realizara Jonathan Demme sobre algunas actuaciones de la gira de este Speaking In Tongues (Stop Making Sense, 1984).

 

Los sonidos de sintetizador que inician ‘Burning Down The House’ parecen indicar que Talking Heads se han transformado en un conjunto techno, pero cuando entra la potente parte vocal es cuando comprobamos que estamos ante el mismo genial e imprevisible grupo que conocíamos. Ciertamente, la estructura de la canción es bastante extraña, lo que unido a la enorme cantidad de elementos que pueblan el tema, aseguran toda una experiencia sonora. Solo hay que fijarse en esa hipnótica parte final con percusiones caribeñas y unos sonidos de sintetizadores inquietantes y envolventes. Una de las joyas del álbum es ‘This Must Be The Place (Naive Melody)’, una de esas canciones que transmiten a la perfección esa sensación placentera de encontrarse en casa y sentirse uno mismo tranquilo y con orden emocional junto a su pareja. Es una gran composición que incluso fue versionada años después por los Arcade Fire para un single, además de interpretarla en directo durante su primera época. De ahí que Arcade Fire grabaran también un tema titulado 'Speaking In Tongues' con la participación de David Byrne. Es de bien nacido ser agradecido.

 

El estilo más bailable que habían desarrollado en su anterior álbum de estudio, aquí sigue ofreciéndonos otros grandes ejemplos como ‘Making Flippy Floppy’, con un gran estribillo donde brillan el bajo y esas notas de teclado que suenan tras cada frase, además de un delirante solo de guitarra. Incluso canciones que suenan más convencionales (en apariencia) como ‘Slippery People’ y la funky ‘Girlfriend Is Better’ se aprovechan de los potentes ritmos creados y el sonido compacto. Aunque ese similitud en sonido hace que cuando lleguemos hacia el final del álbum y escuchemos ‘Pull Up The Roots’ y ‘Moon Rocks’ ya nos parezca más de lo mismo, pues la segunda precisamente parece una reescritura de ‘Girlfriend Is Better’, aunque sin un estribillo tan definido como en ésta.

 

También las canciones más pausadas crean sensaciones diferentes, desde la solemne ‘Get Wild/Wild Gravity’ a la intimidante ‘Swamp’, donde la voz de Byrne provoca pavor desde el principio y nos obliga a prestar atención tan pronto nos dice con ese acento chungo: “Now let me tell you a story”. En definitiva, otra gran obra del grupo, que parecía bien situado en un estilo abierto a múltiples evoluciones pero que también crearía las típicas tensiones entre los miembros originales, pues cuando hay varios caminos donde elegir las opiniones de diferentes personas también divergen. Lo que sí es cierto es que de momento seguirán un camino más comercial y seguro, que primero hay que asegurarse el pan para poder lanzarse a aventuras más arriesgadas. Como curiosidad, en su momento hubo una edición limitada en LP cuyo diseño corrió a cargo de Rauschenberg, un cotizado artista conceptual estadounidense. En los Diarios de Andy Warhol, este decía que Rauschenberg había cobrado muy poco por su trabajo, así que parece que el instinto empresarial de David Byrne ya estaba bien desarrollado.

1) And She Was; 2) Give Me Back My Name; 3) Creatures Of Love;

4) The Lady Don't Mind; 5) Perfect World; 6) Stay Up Late; 7) Walk It Down; 8) Television Man; 9) Road To Nowhere;

[BONUS TRACKS:] 10) The Lady Don't Mind (Extended Mix).

Puntuación:

Año de publicación: 1985

LITTLE CREATURES

th9.jpg

Los Talkings Heads enfilaron mediante este álbum una veta comercial que visto el año en el que nos situamos (1985, año fatídico donde grandes glorias como Bob Dylan, Zappa, Eric Clapton, Neil Young, The Clash, Joni Mitchell o Elton John, entre muchos otros, publicaron lamentables discos), puede producir suspicacias lógicas de entrada. Afortunadamente, nuestros amigos neoyorquinos estaban en un gran momento de forma, algo que había quedado bien documentado en la imprescindible película Stop Making Sense del año anterior. La cantidad de músicos empleados en esta ocasión vuelve a reducirse salvo en temas concretos como la singular ‘Road To Nowhere’. Pero en general la banda abraza un sonido mucho más comercial, sin dejar de lado su gusto por la experimentación y la incorporación de elementos de otras músicas del mundo.

 

Ya desde el inicio comprobamos que el sonido se ha vuelto ultrapegadizo y ultracomercial para los parámetros en que se movía la banda, pero sin perder por ello el gusto por los arreglos elaborados y por la introducción de elementos sonoros imprevisibles. Así, ‘And She Was’ supone la transformación de Talking Heads en una máquina de generar singles exitosos para las emisoras de radio. No obstante, su ritmo más pausado de lo que supondríamos y el puente histriónico de Byrne le dan el toque especial y necesario para diferenciarse de cualquier otro grupo comercial del momento. Algo similar podríamos decir de ‘Stay Up Late’, donde Byrne entona por momentos como si fuera el bebé de la canción, aunque su estribillo no es tan pegadizo como el de ‘And She Was’.

 

La meticulosidad instrumental que demuestran en ‘The Lady Don't Mind’ es un indicativo de que no se limitaron a volverse comerciales sin más, sino simplemente a hacer más accesible su sonido. Además de una introducción magistral, la parte vocal es quizá la mejor del álbum, pues cuando pensamos que ya ha llegado el estribillo con  “Well, it's no trouble at all / No, no, no trouble at all”, llega entonces el genial giro melódico de “Come on, come on / I go up and down” y ya solo queda caer rendido a estos singulares músicos. Otra de las canciones destacadas es ‘Television Man’, que con su estruendoso inicio ya engancha nada más comenzar, pues la escandalosa percusión se acompaña de una pegadiza melodía de sintetizador. Aunque el mejor momento llega más adelante, en un pasaje instrumental que aparece pasados los 3:30 y que introduce una sencilla pero inquietante melodía que se va complementando con la adición de notas de teclado y otros instrumentos.

 

Hay canciones más convencionales pero que en general suelen poseer también algún detalle o elemento que nos recuerda la genialidad de esta banda. Las líneas de guitarra que inician ‘Give Me Back My Name’ crean desde el principio una atmósfera de inquietud que se acrecienta con la letra de Byrne: “There's a word for it / And words don't mean a thing”. Más adelante, ‘Walk It Down’ intenta repetir el mismo estilo de ‘Give Me Back My Name’ pero ya se ha perdido la frescura por el camino y queda como un simple tema pop de convencional estribillo. La canción más conocida de este álbum y de las pocas de Talking Heads que pueden escucharse todavía por las radios españolas es la incalificable ‘Road To Nowhere’. Presenta un inicio en forma de gospel que luego se transforma en una especie de marcha militar con un destacado acordeón, sirviendo todo ello de base rítmica para la letra existencial con melodías pegadizas de Byrne. Es muy pegadiza y por ello todavía se mantiene por las emisoras, aunque se sale de lo que es el sonido más habitual de la banda.

 

Gran disco de Talking Heads, en el que demostraban que se mantenían en primera línea musical. El problema en estos casos siempre es saber qué camino tomarán: ¿seguirán dirigiéndose hacia la comercialidad o volverán a la experimentación? Por último, cabe destacar la vistosa portada repleta de detalles, de las que vale la pena observar en vinilo.

1) Love For Sale; 2) Puzzlin' Evidence; 3) Hey Now; 4) Papa Legba; 5) Wild Wild Life;

6) Radio Head; 7) Dream Operator; 8) People Like Us; 9) City Of Dreams.

Puntuación:

Año de publicación: 1986

TRUE STORIES

El siguiente paso de David Byrne fue meterse a director de cine y dirigir la película que da título al presente álbum, True Stories. Esta película en sí no suscita mayor interés que escuchar la música correspondiente, que en ella es interpretada en buena parte por diferentes artistas incluido el propio Byrne. En cualquier caso, se volverían a juntar todos los miembros de Talking Heads para darle vida a estas nuevas canciones y marcar una transición paulatina hacia los sonidos marcadamente étnicos que poblarán todavía más el siguiente disco.

 

En cualquier caso, arrancan con el comercialismo más puro en ‘Love For Sale’, que suena bastante artificial pero es innegable el gancho de la guitarra procesada que aparece en primer término. Quizá esa artificialidad es parte del mensaje concienciador que pretenden transmitir frente al consumismo en que nos hayamos inmersos, en el que parece que absolutamente todo se puede comprar y vender si hay dinero por medio (“I got love for sale”), al contrario de lo que nos decían los Fab Four en los sesenta. El problema es que esa descarada orientación comercial que parecía tomar por momentos la música de Talking Heads llega a un nivel demasiado bajo en ‘Hey Now’, en un estilo de pachanga caribeña poco apropiado para el grupo y menos de una manera tan simplona y complaciente. El único atisbo de talento llega en la buena melodía del puente: “Hooooo... Would the light come hit you in the eye / Heyyyy... Gonna stop, gonna getcha by surprise!”. Más pachanga nos llega con ‘Radio Head’, donde lo único que puede destacarse es que dio nombre a cierta banda inglesa que afortunadamente siguió por otros derroteros musicales.

 

‘Wild Wild Life’ se puede entender como una nueva recreación de ‘And She Was’, buscando nuevamente un estribillo cantable y pegadizo. En este caso el ritmo es mucho más rápido y el estribillo es de una grandiosidad pop a mayor gloria de la banda. Además, el divertido vídeo musical donde diferentes personas van turnándose para ir cantando ante el público de una tranquila cafetería, enfatizan todavía más el carácter amigable del tema. Por otro lado, las canciones dinámicas y ágiles como ‘Puzzlin' Evidence’ ya no tienen la exquisitez de antaño y ésta queda como un mero entretenimiento que se vuelve demasiado repetitivo, por lo que su duración de seis minutos repercute negativamente.

 

El siguiente paso hacia la música más inequívocamente étnica que derivará en Naked aquí tiene un claro preludio con ‘Papa Legba’, pues su introducción, el tratamiento vocal y su ritmo de aires africanos marcan un cambio bastante pronunciado respecto a lo que habíamos visto hasta ese momento. Esto tenía el efecto producente de que se notaba demasiado que no era el estilo en que más a gusto pudieran sentirse los miembros de Talking Heads salvo Byrne.

 

La recta final del disco es de una sensibilidad emocional enorme, como nunca habíamos visto de manera tan seguida en los Talking Heads. En primer lugar, ‘Dream Operator’ es una bonita balada en forma de vals, lo cual le otorga una solemnidad que junto a la parte de piano que recuerda el estilo de Beethoven (‘Para Elisa’ [actualmente parece que ‘Para Teresa’] y cosas así), convierten este tema en uno de los momentos destacados del álbum. Pero el momento más emotivo de todos es sin duda ‘People Like Us’, una oda a la gente sensible que valora los sentimientos y que busca por ello gente igual. Tanto el gran estribillo como los arreglos con violines y la acertada guitarra slide le aportan además un toque country y más cercano. Para finalizar, nos dejan otro tema tranquilo en forma de himno (‘City Of Dreams’) gracias al solemne estribillo, en una nueva ocasión de recalcar el ánimo con que hay que afrontar la vida, con positivismo y disfrutando de cada momento, puesto que todo es fútil y volátil y las siguientes generaciones decidirán el destino colectivo de su sociedad.

 

En definitiva, tenemos una mezcla heterogénea de grandes canciones, otras entretenidas y unas cuantas más bien flojas, lo que se traduce en un disco aceptable pero con muchos puntos de mejora. El problema es que Byrne no se daría por enterado y seguiría con su particular visión musical que el resto acabaría por no compartir. Pero eso ya es otra historia diferente y verdadera también, como el título de este álbum.

1) Blind; 2) Mr. Jones; 3) Totally Nude; 4) Ruby Dear; 5) (Nothing But) Flowers;

6) The Democratic Circus; 7) The Facts of Life; 8) Mommy Daddy You and I;

9) Big Daddy; 10) Bill; 11) Cool Water.

Puntuación:

Año de publicación: 1988

NAKED

El último disco de Talking Heads no pudo ser más decepcionante. Debería haber llevado más bien el nombre de David Byrne en la portada, en vez del de la banda, puesto que sigue los instintos musicales de su líder en detrimento de todo lo que les había hecho muy grandes en la última década. Hasta París se fueron para imbuirse del máximo de influencias posible para desarrollar las maquetas que previamente habían grabado, un método de trabajo ya empleado con anterioridad. La lista de músicos externos que participan es extensa, lo cual deja en un segundo plano a los propios miembros de la banda aunque a cambio promueve un sonido muy diferente a lo que conocíamos de ellos. Eso presenta la desventaja de que, superponiendo el trabajo de unos músicos de sesión sin ganas especiales de brillar, la música que escuchamos se rebaja también y en muchos momentos suenan igual que cualquier combo latino.

 

Nada de esto se prevé durante los primeros segundos tras introducir el disco y darle a play. No obstante, el vistoso inicio de ‘Blind’ no satisface las expectativas que crea, pues luego se desenvuelve por caminos ya explorados respecto a ritmos étnicos mezclados con restos de New Wave, incluyendo como novedad la profusión de instrumentos de viento. Además, el estribillo con Byrne repitiendo el título de manera histriónica no acaba de cuajar. Lo mejor es el pasaje instrumental de la parte final, donde por momentos parece resurgir la magia de antaño. Si pensamos que ‘Blind’ es un ejemplo aislado del gusto por la música étnica de Byrne, estamos equivocados porque la totalidad del álbum tiene el mismo estilo. Así, a continuación llegan los aires latinos de ‘Mr. Jones’, en el que las trompetas se marcan algunas melodías que suenan totalmente recicladas de la música popular latinoamericana.

 

No es hasta que llegamos a ‘Rubby Dear’ que podemos escuchar un sonido envolvente y de tintes atmosféricos, aunque sea con ese regusto étnico que aporta la percusión. Pero es precisamente esta versión de Talking Heads lo que cualquiera estaría esperando recibir. Dentro de cualquier otro disco de la banda, esta canción no destacaría, pero aquí sí lo hace, ayudados también por la guitarra de Johnny Marr, por aquel entonces liberado de su responsabilidad en los disueltos Smiths. Precisamente a éste podemos verle en el vídeo musical de ‘(Nothing But) Flowers’ junto a otros músicos invitados, incluida la malograda cantante Kirsty MacColl. Resulta cuando menos curioso ver a estos dos en una canción de aires latinos. La letra es una reivindicación de la vida saludable y alejada del consumismo de las grandes urbes.

 

Como decíamos no es sino en los temas de propósito ambiental que al menos consiguen pasar con un resultado aceptable respecto a lo que esperamos de esta banda (‘The Democratic Circus’, ‘Big Daddy’, ‘Bill’), aunque en algunos momentos también acaban metiendo la pata como en ‘The Facts Of Life’, donde sobre la parte de falsete de Byrne, o en lo errático de ‘Mommy Daddy You and I’. La única canción que podría destacarse es justo la final ‘Cool Water’, no porque represente el final de este flojísimo disco, ni porque vuelva a tocar en ella Johnny Marr, sino porque además de recrear un sonido envolvente efectivo, posee unas melodías que están más o menos a la altura de la banda, sobre todo la parte vocal. Además de que suena como una especie de réquiem, anticipando el final de la banda. Y es que una canción no hace un disco y la disolución de Talking Heads era ya cuestión de tiempo porque no tenía sentido seguir si no se tomaba como base el sonido que eran capaces de reproducir los cuatro miembros originales. Y menos todavía si la calidad compositiva dejaba que desear. Por suerte, no hay ninguna composición que pueda denominarse como ofensiva, pero el nivel general es tan flojo que queda como un inadecuado final para una trayectoria tan brillante.

CD I: 1) Sugar On My Tongue; 2) I Want To Live; 3) Love → Building On Fire;

4) I Wish You Wouldn't Say That; …

 

CD II: … 12) Sax And Violins; 13) Gangster Of Love; 14) Lifetime Piling Up; 15) Popsicle.

Puntuación:

Año de publicación: 1992

SAND IN THE VASELINE

Disuelta ya la banda, se publicó este doble disco recopilatorio que repasaba toda su carrera. El motivo de analizarlo aquí de manera más exhaustiva es debido a que se recogen hasta ocho composiciones nuevas inéditas (o casi, porque por ejemplo ‘Love → Building on Fire’ ya la conocíamos del directo The Name Of This Band Is Talking Heads), cantidad de temas suficientes que podrían formar un completo EP. Como puede comprobarse en el listado, las novedades abren y cierran esta recopilación, así que pasamos sin más dilación a comentarlas.

 

En primer lugar, ‘Sugar On My Tongue’ data nada menos que de 1975 y hubiera encajado a la perfección en el debut de la banda dos años después, puesto que posee un ultrapegadizo ritmo y una parte vocal mejor que algunas de las canciones que se pondrían en su lugar. ‘I Want To Live’ es mucho más discreta aunque impacta su inicial ritmo ágil. Igualmente, ‘Love → Building on Fire’ quizá se vuelve algo repetitiva y suena algo básica respecto a lo que esperamos de Talking Heads, al menos para 1977. La mejor parte de la canción llega en el pasaje instrumental a partir de los 1:15, que aquí no alcanza cotas demasiado destacadas pero que al menos en el DVD Chronology sí que alcanzaban un momento de gloria musical. En cambio, ‘I Wish You Wouldn't Say That’ fue la cara B del lanzamiento en single de ‘Psycho Killer’ y suena bastante floja. Lo único destacable que tiene son la extraña percusión y los adornos de teclado, que parecen preludiar la apertura sónica de los futuros años.

 

‘Sax And Violins’ fue grabada para la banda sonora de la película de Wim Wenders Hasta el fin del mundo (Until the end of the world), estrenada en 1991 aunque esta canción realmente pertenece a la época de la grabación de Naked, de ahí su sonido étnico que la hubiera hecho encajar en este disco. De hecho, hubiera sido el mejor tema gracias a esa especie de doble estribillo que al menos le hace superar la mediocridad que sobrevolaba tanta fusión sonora sin aprendizaje previo suficiente, tal como se puede comprobar en Naked. Otros descartes son la discreta ‘Ganster Of Love’ y la pegadiza ‘Lifetime Piling Up’, que podría haberse publicado como single al poseer un reconocible estribillo de los que se incrustan en el cerebro. Muy al estilo de los ochenta, por otro lado. Lo que sí queda claro es por qué quedó descartado ‘Popsicle’ de las sesiones de Speaking In Tongues, pues en su parte vocal recuerda mucho a ‘Swamp’ y el acompañamiento instrumental deja bastante indiferente al haber mucha floritura de sintetizador pero demasiado artificial.

VÍDEOS

STOP MAKING SENSE

Año de publicación: 1984

Probablemente la mejor película que se haya hecho nunca relativa a un concierto musical. Es decir, se trata aparentemente de la filmación de un concierto, pero es evidente el arduo trabajo realizado de montaje y post-producción, que lo elevan a la categoría de arte. El director fue nada menos que el futuro oscarizado Jonathan Demme, que aquí sabe recoger a la perfección el espectáculo que resultaba de la conjunción de la espectacular música y el show particular de David Byrne. Cada canción es un mundo, visualmente hablando, pues se juega con la escenografía y la iluminación de una manera muy creativa. En primer lugar, veremos cómo para cada nueva canción va entrando un miembro más de la banda, que con los músicos adicionales se completará hasta un total de nueve personas. Luego vendrán las prendas de Byrne. Pero resulta genial e inolvidable esa secuencia inicial en que Byrne llega solo al escenario, pone en marcha un radiocasete que le marca un ritmo cíclico y se lanza con guitarra acústica a interpretar una excepcional versión de ‘Psycho Killer’. De ahí hasta el final encontraremos muchas más sorpresas y a unos músicos disfrutando de lo que más les gusta. Imprescindible.

TRUE STORIES

Año de publicación: 1986

Debut como director de David Byrne (en España la titularon como Historias verdaderas, aunque eso solo consigue dificultar la conexión con el álbum homónimo) donde el propio Byrne aparece como narrador y habitante de un pueblecito de Texas aparentemente normal que celebra un festival –tipo Talent Show– de conmemoración del sesquicentenario de su fundación. Por medio, lo que tenemos es una comedia costumbrista que satiriza sutilmente el capitalismo estadounidense y sus efectos en la vida de las personas. Como película es algo floja porque Byrne no posee el dominio narrativo necesario, pero mantiene su impronta y gustará a quienes disfruten de las letras de sus canciones, puesto que el film es una plasmación de ese imaginario social. Aparecen las canciones del álbum de mismo título aunque en su mayor parte cantadas por los personajes de la película, con John Goodman de protagonista junto a Byrne. Estas regrabaciones obviamente son inferiores a las originales, por lo que en ‘Wild Wild Life’ no se la juega y aparece la versión original de los Talking Heads.

CHRONOLOGY

Año de publicación: 2011

Este imprescindible DVD recoge actuaciones en directo de la banda desde sus inicios como trío en 1975 (con un Byrne tímido y retraído) hasta la breve reunión que tuvieron en 2002 para su entrada en el Rock & Roll Hall of Fame, donde interpretaron ‘Life During Wartime’. Es curioso comprobar cómo tres de las canciones pre-Harrison que podemos ver formarían parte de More Songs About Buildings And Food, por lo que desde el principio queda claro que tenían un amplio repertorio propio. Las imágenes de ‘Crosseyed And Painless’ son en blanco y negro y de una calidad bastante mala, pero vale la pena no solo por el tema en sí, sino por poder ver la creatividad de Adrian Belew con la guitarra. En cualquier caso, todas las actuaciones son soberbias, demostrando que en directo eran toda una maravilla.

 

Aunque se hace corto porque no hay muchos temas, los extras incluidos compensan sobradamente. En primer lugar, nos permite programar el vídeo para escuchar los comentarios simultáneos de los miembros de la banda, que bien vale la pena porque están repletos de anécdotas, la mayoría para reírse bastante. Con ellos también podemos entender los gestos raros y por qué se gira tanto Jerry Harrison cuando tocan ‘Artists Only’ en el Saturday Night Live, puesto que el motivo era que no podía escuchar por su amplificador lo que estaba tocando, es decir, tocó a ciegas. También hay una especie de documental de 1979 con su música, entrevistas a los miembros y algunas canciones en directo, donde puede destacarse la interpretación de ‘Air’ en lo que parece ser la casa de David Byrne, que incluía espacio para que pudieran tocar y grabar.

bottom of page