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STEVE HACKETT

2019

1) Ace Of Wands; 2) Hands Of The Priestess (Part 1); 3) A Tower Struck Down;

4) Hands Of The Priestess (Part 2); 5) The Hermit; 6) Star Of Sirius; 7) The Lovers; 8) Shadow Of The Hierophant;

[BONUS TRACKS:] 9) Ace Of Wands (live); 10) Shadow Of The Hierophant (live).

VOYAGE OF THE ACOLYTE

Año de publicación: 1975

Puntuación:

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2019

Situémonos por un momento en el año 1975. Peter Gabriel ha abandonado Genesis y el grupo queda algo desorientado a falta de encontrar algún cantante que pueda reemplazar a alguien tan carismático y singular como Peter. En medio de esa incertidumbre y sintiéndose poco valorado en el grupo, Steve Hackett decidió grabar su propio álbum, contando con algunos temas e ideas desechados por sus compañeros, con quienes cuenta en parte para la grabación. La percusión es cortesía de Phil Collins y Mike Rutherford participa también tocando el bajo, así que queda bien claro cuál es el miembro de Genesis con el que no se acababa de llevar bien. El propio Hackett participa en las tareas de producción, dejando bien claro su potencial musical, que iba más allá de ser un mero guitarrista, y demostrando al mismo tiempo que no era lo suficientemente valorado en consonancia con sus capacidades. Los títulos de los temas están referidos a cartas del tarot, aunque nadie podría esperar que esta música fuera empleada en anuncios de televidencia por ello.

 

En el vertiginoso instrumental que abre al álbum, ‘Ace Of Wands’, podríamos imaginarnos a Peter Gabriel liberando su verborrea narrativa en algunas de sus cambiantes secciones. Así pues, sin Gabriel para añadir nada, es mejor dejarlo como una fenomenal suite donde diversas secciones se van sucediendo, cada una de ellas con algo de ofrecer y aportando una variedad de ritmos y melodías que en conjunto convierten este tema en una inmejorable carta de presentación. De una gran emoción resulta también escuchar desde el principio la extensa ‘Shadow Of The Hierophant’ mediante esa solemne melodía que se volverá a repetir en su primera mitad y que recuerda la majestuosidad de ‘Firth Of Fifth’. En ella canta Sally Oldfield (la hermana de Mike) y su voz delicada y aguda encaja a la perfección con la grandeza de la parte instrumental, con la cual se va complementando para ir desarrollando su estructura repetida con algunas variaciones (incluso puede escucharse una de las melodías de ‘Ace Of Wands’) en esta primera mitad. Sobrepasados los primeros cinco minutos, llegamos a una segunda sección diferente que mantiene la misma atmósfera solemne, quizá acercándola a un sentimiento de réquiem en la parte que se inicia hacia los siete minutos y hasta el final. Es todo un logro conseguir expresar unos sentimientos tan elevados para alguien que era relegado a un puesto secundario en su banda, aunque se trata de una composición junto a Rutherford.

 

Un mayor lirismo aparece en la relajada ‘Hands Of The Priestess Part I’, cuyo protagonismo corresponde en primer lugar a John Hackett, hermano de Steve, con la flauta. Luego, este último añade algo de etérea guitarra eléctrica sonando como una pedal steel, si bien se trata en esencia de un tema acústico. Casi podría tomarse como otra suite la unión de sus dos partes junto al tema que hay por medio, ‘A Tower Struck Down’, la cual como pieza en solitario queda algo tosca, repetitiva e incluso forzada, siendo lo más discreto de este álbum. La melodía es más reconocible en ‘Hands Of The Priestess Part II’, cuya brevedad permite que nos deje con mejor sensación todavía. Esos aires pastoriles prosiguen con la primera canción con parte vocal, ‘The Hermit’, cantada por el propio Steve, algo que no es habitual y tampoco es que pueda extraerse demasiadas conclusiones en ese sentido porque el tono es bastante comedido todo el tiempo.

 

Para ‘Star Of Sirius’ echa mano como cantante de su amigo y futuro excompañero Phil Collins, alternando una sección acústica y tranquila con otra más dinámica (pero también creando una ambientación acogedora) y con predominio del sintetizador, otra manera de decirle a Banks que su protagonismo en Genesis no era imprescindible. Aunque al final acaba brillando la guitarra de Hackett, como no podía ser de otra manera. Como una especie de coda de guitarra acústica queda la delicada ‘The Lovers’, otro tema relajante y bastante breve.

 

En los bonus tracks encontramos una interpretación en directo de ‘Ace Of Wands’, en la que Hackett demuestra que podía hacer sombra a sus colegas de Genesis, y una versión extendida (¡hasta los diecisiete minutos!) de ‘Shadow Of The Hierophant’, ambas muy recomendables por otro lado. Estupendo inicio en solitario que tuvo unas ventas relativamente buenas pero no sirvió para mejorar la posición de Steve dentro de Genesis, de tal manera que hubo de tomar la drástica decisión de abandonar el grupo y dedicarse en cuerpo y alma a desarrollar su propia carrera, una decisión que se tornaría acertada con el tiempo.

PLEASE DON'T TOUCH!

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

1) Narnia; 2) Carry On Up The Vicarage; 3) Racing In A; 4) Kim; 5) How Can I?;

6) Hoping Love Will Last; 7) Land Of A Thousand Autumns;

8) Please Don't Touch; 9) The Voice Of Necam; 10) Icarus Ascending.

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El mismo año que se publicó el primer disco de Genesis sin Steve Hackett, el mediocre And Then There Were Three, reanudó este último su carrera en solitario con una continuación estilística de lo que había sido su debut. La mayor diferencia, muy importante por cierto, es que Hackett parece olvidarse un poco de su guitarra y se centra más en el teclado y los sintetizadores. Esta decisión se muestra como poco acertada, aunque su buen hacer como compositor y productor permite que el disco pueda salvarse levemente de la proscripción. Solo hay que fijarse en ‘Land Of A Thousand Autumns’, donde parece que haya grabado dos minutos de afinación del sintetizador y luego haya completado el tiempo con unos apergios de guitarra. En el disco, Steve vuelve a acompañarse de variados músicos, pero ya no encontraremos a ninguno de sus excompañeros de Genesis, que ahora parecían haberse convertido en rivales. Eso sí, para la batería cuenta con Chester Thompson, quien relevaría a Phil Collins de sus tareas como batería en los conciertos de Genesis.

 

En ese sentido comentado de dejar la guitarra un poco de lado, más desconcertante es el tema que da título al álbum, donde la guitarra suena como un sintetizador y el sintetizador como una guitarra, pero al menos posee mucha fuerza y un ritmo potente, lo cual sirve para mantener el interés. La introducción acústica de ‘Narnia’ nos hace pensar en otra emocionante pieza de rock progresivo, puesto que su parte principal se desarrolla como si fuera un R&B con un cantante que casi podría haber salido de la Motown, pero que no es otro que el del grupo Kansas, Steve Walsh. Lo mejor que contiene son los puentes donde se escucha un sintetizador Moog y a Walsh cantando: “We know you're a daughter of Eve and a friend of mine”. El mismo cantante repite en ‘Racing In A’, un tema muy discreto para la energía que pretende transmitir. Lo único interesante llega en la parte final, pues cambia de manera abrupta y se transforma en una pieza de guitarra clásica que preludia lo que será en el futuro una vertiente importante en su carrera. Para quienes estén buscándolo, el verdadero rock progresivo no llega hasta el final del álbum, mediante un título tan mitológico como ‘Icarus Ascending’, una composición multiparte que no llega a entusiasmar pero que tampoco decepciona, cantada por Richie Havens.

 

Hay momentos que se excede con los sintetizadores y los efectos, como si quisiera darle un zasca a Tony Banks y enseñarle que no es tan difícil llenarlo todo de sonido de teclados. ‘Carry On Up The Vicarage’ es un buen ejemplo, puesto que además podría pasar por un descarte de la etapa de Genesis con Peter Gabriel debido a su aspecto teatralizado, donde Hackett se dedica a grabar su voz distorsionada con efectos para que parezcan diferentes personajes. Si no fuera por la instrumentación, siempre perfecta, este tema sería una metida de pata. En ‘The Voice Of Necam’ parece que también se va a exceder con todo ello, pero en su segunda mitad llega otra sugerente sección de guitarra clásica.

 

Steve sabe encontrar momentos de relajación para ejecutar piezas tranquilas, suaves, de una sencillez envolvente. En el caso de ‘Kim’ el protagonismo va hacia la flauta de su hermano John, aunque Kim es el nombre de la que será su futura esposa y dibujante de las portadas de sus álbumes, por lo que este tema delata que ya se conocían entonces. Más discreta resulta ‘Hoping Love Will Last’, donde cuenta con la participación de la cantante Randy Crawford, quien dota la interpretación de unos aires soul novedosos pero pudiendo resultar monótono. El intermedio instrumental a base de sintetizadores suena todavía más convencional, así que el experimento no acaba de ser satisfactorio. Por otro lado, la acústica ‘How Can I?’, cantada nuevamente por Richie Havens, recuerda por momentos a ‘Across The Universe’ de los Beatles, motivo por el cual se pierde rápido el interés.

 

Así pues, volvía a ganar Steve Hackett a sus excompañeros con este álbum, pero esta vez por muy poco porque le había faltado un grado mayor de inspiración. Se echa en falta la guitarra, el instrumento que marca de modo indefectible la diferencia cualitativa en la obra de Hackett. No obstante, demuestra aquí unas buenas dotes para componer y para lograr un sonido compacto y consistente, así que sería cuestión de tiempo que pudiera sorprendernos con algo a la altura de su debut. Y en su siguiente entrega, superaría todas las previsiones posibles.

SPECTRAL MORNINGS

Año de publicación: 1979 

Puntuación:

1) Every Day; 2) The Virgin And The Gypsy;

3) The Red Flower Of Tachai Blooms Everywhere;

4) Clocks – The Angel Of Mons; 5) The Ballad Of The Decomposing Man;

6) Lost Time In Cordoba; 7) Tigermoth; 8) Spectral Mornings.

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Llegamos aquí a la cúspide de Steve Hackett en solitario. Mucho más ninguneado en Genesis que George Harrison cuando estaba en los Beatles, aquí sobrepasa con creces a todo lo que estaban haciendo sus excompañeros (sin contar a Peter Gabriel, por supuesto) en la misma época. Mantuvo a los músicos que le habían acompañado en la gira de presentación de Please Don't Touch (diferentes a los que habían participado en el estudio) y eso fue toda una ventaja a la hora de grabar este nuevo álbum en unos estudios neerlandeses. En él podemos degustar de una variedad en el sonido acompañada de una inspiración especial a la hora de componer, que unido a la técnica de guitarra de Hackett, quien volvía a darle prioridad total a su instrumento, asegura un resultado espectacular como así sucede.

 

Si nos atenemos al comienzo del álbum, no parece que vaya a haber diferencias respecto a lo que ya conocíamos. Dividida en dos segmentos diferentes, ‘Every Day’ mantiene la estela de los mejores Genesis y ofrece en primer lugar una sección melódica y cantada, que tiene su gancho pero no es nada en comparación con la segunda sección. Y es que llegando a los tres minutos se transforma en un esplendoroso instrumental donde la guitarra de Hackett brilla como nunca (o como siempre). Steve desgrana varias gloriosas melodías de guitarra donde en algunos momentos parece recordar lo mejor de Mike Oldfield con este instrumento, aunque Hackett recoge mejor el espíritu progresivo y consigue otro de sus grandes logros. Lo que sí embelesa de principio a fin es el instrumental ‘Spectral Mornings’, una de sus inolvidables composiciones, de perfecta estructura, técnica impecable y repleta de exquisitas melodías; verdadero maná para los oídos.

 

En el futuro, Steve Hackett se prodigará en la composición de piezas de guitarra clásica y aquí tenemos un sensacional preludio titulado ‘Lost Time In Cordoba’ que, como no tiene letra, no sabemos cómo se puede llamar tiempo perdido a una estancia en esa emblemática ciudad. En su etapa en Genesis ya había ofrecido algún esplendoroso ejemplo como ‘Horizons’, aunque aquí se apoya en más instrumentos de acompañamiento para conseguir una pieza muy evocadora. En cuanto a lo que podríamos llamar música psicológica, que crea estados de ánimo y se olvida de melodías al estilo de las bandas sonoras, ofrece en la primera mitad de ‘Tigermoth’ un inmejorable ejemplo de cómo conseguir captar y mantener el interés del oyente en todo momento, gracias al inteligente empleo de los instrumentos y a una estructura cambiante pero sin brusquedades. Hacia la mitad se rebaja el tono para la entrada de una sección cantada y decae así el interés, aunque como premio tenemos al final una emotiva parte de guitarra acústica.

 

Los sonidos de reloj de ‘Clocks - The Angel Of Mons’ retoman la idea de ‘Time’ de Pink Floyd como una forma de lograr una introducción intrigante. Luego aparecen la guitarra y el sintetizador al unísono para realizar una variación de la famosa melodía de la inmortal ‘O Fortuna’, perteneciente al Carmina Burana de Carl Orff. También aprovecha aquí para introducir el obligado solo de batería, que para 1979 tampoco era ya lo habitual. Pero estaba claro que Steve, de momento, pasaba olímpicamente de las modas. Si no, solo hay que fijarse en ‘The Ballad Of The Decomposing Man’, una floja broma inspirada en el music-hall, aunque hacia la mitad se transforma sorprendentemente en un calipso demasiado informal. Es algo muy británico pero normalmente poco atractivo fuera de las islas, si bien las melodías vocales no están mal si las extraemos del contexto desenfadado, además de poseer una letra irónica sobre la clase trabajadora más propia de Ray Davies. En clave folk se desenvuelve ‘The Virgin And The Gypsy’, empleando con gusto las voces y añadiendo la flauta del hermano John, esta vez con un sonido exótico de aires orientales. Aunque para oriental está el siguiente tema, ‘The Red Flower Of Tachai Blooms Everywhere’, donde Steve se transforma en un músico japonés para tocar un instrumento tradicional de cuerda de ese país, el koto. Lo impresionante de este tema, más allá de la perfecta emulación de esa música étnica tradicional, está en las sensacionales melodías que subyacen bajo el subyugante sonido del koto.

 

Cualquier persona amante del rock progresivo no debe perderse estos primeros años de Hackett, pero cualquier persona en general debería escuchar este álbum alguna vez, verdadera demostración de genialidad tanto en la composición como en la guitarra. Queda bien claro quién debería haber liderado Genesis en la segunda mitad de los setenta, pero con álbumes como este no puede haber lamentos respecto a lo ocurrido. Solo cabe inclinarse ante la evidencia de una obra maestra.

2020

DEFECTOR

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

1) The Steppes; 2) Time To Get Out; 3) Slogans; 4) Leaving; 5) Two Vamps As Guests; 6) Jacuzzi; 7) Hammer In The Sand; 8) The Toast; 9) The Show;

10) Sentimental Institution;

[BONUS TRACKS:] 11) Hercules Unchained; 12) Sentimental Institution (live);

13) The Steppes (live); 14) Slogans (live); 15) Clocks – The Angel Of Mons (live).

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2020

Llegaba el año 1980 y Steve Hackett se mantenía fiel a su visión artística en la cual iba añadiendo elementos y nuevas músicas al lenguaje siempre maleable del rock progresivo, si bien aquí precisamente comienza a despojarse de esa definición general para sus composiciones. Consigue mantener a su bloque de músicos acompañantes, de tal manera que la cohesión es la misma que la de cualquier banda y eso le dio confianza para ampliar horizontes y probar cosas nuevas.

 

En el libreto del CD leemos que ‘The Steppes’ es el tema que define el álbum y, en teoría, uno de los idiosincráticos de la carrera de Steve, pero ciertamente no es de lo mejor que haya hecho en su vida. Mucha solemnidad palpamos desde el principio, pero en sus seis minutos apenas avanza mucho más y únicamente el solo de guitarra que aparece una vez transcurridos más de cuatro minutos parece aportar algo diferente. No deja de ser un tema destacado, pero mucho mejor resulta otro instrumental titulado ‘Jacuzzi’, cuya memorable melodía de entrada solo nos deja lugar para caer rendid@s antes una nueva muestra de gloria musical, muy en la vena de los mejores aciertos de Camel. Por otro lado, ‘Hammer In The Sand’ iba a ser una balada cantada, pero finalmente se dejó como un instrumental que bien podría servir para una banda sonora. Es el momento en que mejor sensación deja el teclista Nick Magnus, quien lidera este tema al desarrollar una cálida y melódica parte de piano.

 

En la estela de ‘Clocks – The Angel Of Mons’ del álbum anterior tenemos aquí ‘Slogans’, con la diferencia de que aquí se añaden elementos tribales para diferenciarlo un poco de su predecesor. Por tanto, resulta graciosa la idea de incluir versiones en directo de ambos temas en los bonus tracks y además uno a continuación del otro. Lo más original de ‘Time To Get Out’ llega sobre los dos minutos en el pasaje instrumental, que no obstante acaba repitiéndose un poco, ya que el resto del tiempo es de un estilo pop quizá demasiado lineal. También resulta interesante su parte final por el particular sonido de la guitarra. El bajo que introduce ‘The Show’ recuerda al de ‘Psycho Killer’ de los Talking Heads, aunque luego se convierte en una especie de pop sinfónico que recuerda mucho a lo que estaban haciendo sus excompañeros de Genesis en esa época.

 

La discreta ‘Leaving’ es una contemplativa balada que luego da paso a una pieza de guitarra clásica de extraño título (‘Two Vamps As Guests’), una demostración de su valía como guitarrista, ya que son los grandes músicos quienes saben transmitir emociones con un instrumento. Eso sí, cuando llega ‘The Toast’ ya nos parece una broma porque parece la repetición de ‘Leaving’. Lo único que la salva de la defenestración absoluta es el pasaje instrumental que comienza al minuto y medio, perfectamente ejecutado aunque está (o parece) copiado de alguna obra de música clásica de la que no puedo recordar el nombre. Pero si hablamos de bromas, nos hemos de referir indiscutiblemente a la pieza final, ‘Sentimental Institution’, arreglada para que suene como una pieza de jazz de los años cuarenta, incluido el cantante, quien hace una interpretación ideal entonando tal como podemos recordar de esa época. La lástima es que la guitarra de Steve brilla por su ausencia, ya que se busca un sonido de banda antigua de jazz. Quizá fuera una concesión al cantante que le acompañó esos años (Peter Hicks), ya que es el coautor de la canción junto a Hackett. Incluso encontraremos una innecesaria interpretación en directo en los bonus tracks.

 

Y es que los bonus tracks se componen casi en exclusiva de interpretaciones en directo de temas ya conocidos. Aparte de ellos, encontramos una canción inédita que es toda una sorpresa, ya que ‘Hercules Unchained’ presenta un sonido de rock duro que Hackett parecía querer evitar en su carrera pero que nos muestra a un cantante (¿Hicks de nuevo?) versátil, que sabe chillar como si fuese un Bon Scott. Sirve como guinda de lo que es el álbum más diversificado de Steve hasta ese momento, que además tuvo unas ventas bastante buenas en el Reino Unido. Lo mejor que podía hacer era centrarse en la guitarra, como queda evidenciado en estos primeros álbumes. El problema es que llegaba la década de los ochenta y sus modas, que trajeron consigo la tentación de emplear sintetizadores buenos, bonitos y baratos, que sirvieron normalmente para conseguir música bonita y barata pero no necesariamente buena.

CURED

Año de publicación: 1981 

Puntuación:

1) Hope I Don't Wake; 2) Picture Postcard; 3) Can't Let Go;

4) The Air-Conditioned Nightmare; 5) Funny Feeling; 6) A Cradle Of Swans;

7) Overnight Sleeper; 8) Turn Back Time.

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Parece que llegó un momento en el cual alguien le dijo a Hackett que, si quería hacerse rico con la música, debía dedicarse a componer canciones de pop destinadas a las ondas de radio comerciales. De hecho, Phil Collins también debutó en solitario este mismo año con el flojísimo pero exitoso Face Value. Habíamos entrado en la etapa de la MTV y el negocio musical iba a centrarse sobre todo en el marketing, arrastrando la voluntad de algunos músicos como si fuera un círculo vicioso del que era imposible resistirse a entrar. Cuando se ha escuchado este álbum, su título parece sugerir que el rock progresivo era una enfermedad de la que se había curado, ya que Steve quiere sonar lo más accesible posible y llegar a más público. Como ya no pudo mantener a los músicos que le habían estado acompañando, Hackett solo pudo quedarse con el teclista Magnus y entre los dos urdieron la instrumentación de todo el álbum, haciéndose cargo el primero de la parte vocal y el bajo (además de, obviamente, la guitarra) y Magnus de la percusión programada, aparte de su teclado. El hermano de Hackett también participa puntualmente en un par de temas, así como un saxofonista en ‘Picture Postcard’, pero los detalles que aventuran una obra más floja de lo habitual son dos de los ya señalados: que Hackett canta y que la percusión es programada. Sin embargo, en la voz puede decirse que sale airoso para no ser un cantante, pero nunca podrá engrandecer una composición discreta o mediocre, que es justo lo que consigue un gran cantante cuando está inspirado.

 

La inspiración también brilla por su ausencia en las composiciones de este disco. Lo único interesante que presenta ‘Hope I Don't Wake’ es la bonita melodía que suena justo tras la introducción a cappella, pues todo lo demás es pop comercial que, afortunadamente, al menos está ejecutado con gusto. Pero resulta imposible recordar algo de canciones como ‘Picture Postcard’ una vez han acabado, pues contiene todos los clichés posibles del pop comercial. Al menos se mueve en unos estándares mínimos de calidad, salvo en la lamentable ‘Funny Feeling’, escrita junto a Magnus y que representa lo más bajo que se puede caer cuando se quiere escribir música comercial. Tampoco se entiende muy bien la introducción de casi un minuto de ‘Can't Let Go’, pues si intentaba recrear una ambientación lo que consigue es acabar aburriendo antes de que empiece la canción en sí, que vuelve a ser otra decepción como las anteriores, aunque puede escucharse con cierto interés. Por otro lado, finalizar el disco con una aburrida balada de corte coral como ‘Turn Back Time’ le coloca como acólito de The Alan Parsons Project, pero ese no es el camino que debía seguir Steve.

 

La técnica de guitarra se deja ver mucho menos de lo deseable y eso condiciona mucho la valía de una obra de Hackett. En el instrumental ‘The Air-Conditioned Nightmare’ podemos observar esa técnica con la guitarra eléctrica, pero melódicamente es poco atractiva y tan solo puede destacarse que el título es muy acertado porque sí consigue crear una ambientación como de pesadilla. Y pesadilla en el buen sentido, no porque el teclado de Magnus resulte especialmente irritante. Si nos fijamos en ‘A Cradle Of Swans’, antecede lo que será una nueva vertiente en la carrera de Hackett, esto es, la guitarra clásica. Los apergios con la misma guitarra en el comienzo de ‘Overnight Sleeper’ engañan porque no se trata de otra pieza de registro clásico, sino que pronto entra un frenético sintetizador para recordarnos que todavía queda un rastro de rock progresivo aunque diste mucho de sonar original, si bien luego retorna al mismo pop convencional que recorre todo el álbum.

 

¿Significó este disco un pequeño traspiés dentro de la discografía de Hackett? Pues desgraciadamente la respuesta es que no. A partir de ahora y durante muchos años su carrera se dividirá en insulsas obras de pop-rock comercial junto a estupendas obras de guitarra clásica, más indicadas para quienes profesen estima por este tipo de música. Pero son estas últimas las únicas realmente recomendables entre lo que continuará publicando. Avisad@ está quien desee proseguir con el descubrimiento de la carrera de Hackett. Por otra parte, resulta curioso razonar sobre esta decisión artística, puesto que lo único que podía conseguir con ello es decepcionar a sus seguidores hasta ese momento, del mundo del rock progresivo, sin alcanzar a cambio nuevos fans o al menos fans estables.

HIGHLY STRUNG

Año de publicación: 1983 

Puntuación:

1) Camino Royale; 2) Cell 151; 3) Always Somewhere Else; 4) Walking Through Walls; 5) Give It Away; 6) Weightless; 7) Group Therapy; 8) India Rubber Man;

9) Hackett To Pieces.

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Con la discográfica presionando para que grabara música más comercial, no se podía esperar que Steve Hackett consiguiera mejorar mucho más respecto a lo que había hecho en Cured. Aquí sigue sonando igual de artificial y la única diferencia es que acierta unas pocas veces más, pero no las suficientes como para conseguir un álbum cuando menos aceptable. La mediocridad que asolaba a los músicos criados en el rock progresivo le pasaba la misma factura a él.

 

Aun así, el comienzo mediante ‘Camino Royale’ es esperanzador en el sentido de que parece retomar la vertiente progresiva que tanta gloria le había dado y además con la guitarra eléctrica en primer plano. Luego entra la parte vocal y nos acordamos que Steve no es un compositor destinado al pop-rock comercial. La horrible percusión programada de ‘Cell 151’ ya deja una mala impresión de entrada y su desarrollo en forma de synth-pop tampoco ayuda mucho, a pesar de que intente arreglarlo un poco con los solos de guitarra y la adición de pomposas partes de sintetizador en el último tramo. Y es que la percusión resulta ser un penoso lastre, aunque hay un baterista acreditado en las sesiones. De todas maneras no se le puede echar toda la culpa de que canciones como ‘Walking Through Walls’ o ‘Weightless’ suenen como cualquier vulgar canción de las radiofórmulas del momento. Pero de las más vulgares. En cambio, ‘Give It Away’ podría haber sido un instrumental evocador de glorias pasadas, pero le introducen una penosa parte vocal y por ello su emocionante melodía instrumental cae irremediablemente en el saco del olvido. Pasados los dos minutos tiene un intermedio instrumental donde brilla la guitarra acústica y es una lástima que hay sido tan desaprovechado.

 

Lo mejor llega precisamente cuando vemos que en ‘India Rubber Man’ Steve se olvida por un momento de las modas ochenteras y se dedica a cantar una tranquila canción donde ni siquiera toca la guitarra (a cambio toca la armónica) ni hay batería. El acompañamiento de piano y sintetizadores de tono orquestal le aportan una solemnidad impensable en el resto del álbum. La pieza instrumental ‘Always Somewhere Else’ es de los escasos momentos de este álbum donde asoman trazas de la grandeza demostrada por Hackett en sus primeros años. Comienza de forma relajada para sorprendernos luego con una parte de rápido ritmo donde la guitarra de Steve suena convincente e incluso podemos reconocer notables melodías y una elaborada estructura. Solo hay que compararla con ‘Group Therapy’, otra de las piezas instrumentales aquí contenidas y que finaliza sin que podamos recordar nada, aunque al menos aparenta una dedicación previa para su ejecución. Por su título la final ‘Hackett To Pieces’ parece que va a ser algo especial, pero no deja de ser una muestra estéril de guitarra con una prominente percusión que entra hacia la mitad para llamar la atención y con un exceso de sintetizadores como si quisieran darnos el atracón final. En realidad eso es lo que consiguen, empacharnos con un sobreexceso de producción y una nueva falta de inspiración en la composición.

 

Al final, pocas cosas pueden salvarse de este álbum, de nuevo muy alejado a lo que había elevado el prestigio de Hackett como artista en solitario. En la discográfica se cansaron de él porque eran los tiempos de la MTV y la imagen, exactamente lo opuesto a lo que representaba este guitarrista tímido y retraído que vestía como una persona de la calle. Aparte, su próximo disco pretendía ser de guitarra clásica y eso ya acabó de decidir a los ejecutivos de que los números no iban a salir. ¿Para qué elegir el arte si se puede ganar más dinero publicando música de consumo? Bueno, tampoco es que Hackett obviara esto último, pero al menos supo compensarlo con álbumes más artísticos y sin pretensiones.

BAY OF KINGS

Año de publicación: 1983 

Puntuación:

1) Bay Of Kings; 2) The Journey; 3) Kim; 4) Marigold; 5) St Elmo's Fire; 6) Petropolis;

7) Second Chance; 8) Cast Adrift; 9) Horizons; 10) Black Light; 11) The Barren Land; 12) Calmaria; [BONUS TRACKS:] 13) Time Lapse At Milton Keanes;

14) Tales Of The Riverbank; 15) Skye Boat Song.

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Llegamos aquí al primer álbum de guitarra clásica de Steve Hackett, toda una sorpresa porque siempre cabía esperar composiciones de este estilo en sus álbumes, pero nunca uno al completo. Esto venía a demostrar su valía como compositor, pues como intérprete no eran necesarios más ejemplos. No pensó lo mismo su casa discográfica, pues rehusó publicarlo y el pobre Steve hubo de buscar una compañía menor, que fue nada menos que un experimento de Lamborghini (el fabricante de coches de lujo) para introducirse en el mundo de la música, quizá siguiendo el ejemplo de diversificación de Virgin. El caso es que Hackett consigue un álbum que suena bastante diverso para tratarse exclusivamente de guitarra clásica, aunque en varios temas podemos escuchar algún sintetizador de fondo o incluso la flauta de su hermano John.

 

No todo el repertorio son composiciones nuevas, pero sí todas escritas por Steve. Vuelve a grabar aquí ‘Kim’, originalmente en Please Don't Touch, así como la mítica ‘Horizons’ de su etapa en Genesis. En esta última el timbre de la guitarra suena como con eco, así que es preferible la original en comparación, sin que ello signifique desmerecer cualquier interpretación que podamos encontrar de tan elegante pieza. Con agradable sorpresa descubriremos que todos los temas tienen algo de interés, lo cual denota el cuidado y esmero con que Hackett afrontó este disco. Incluso la que era la pieza final del álbum original, ‘Calmaria’, parece que va a ser una forma de acabar un tanto descafeinada, pero hay que tener paciencia porque hacia la mitad llega un fragmento de gran emoción que redime todo lo anterior.

 

Al tratarse en realidad de una obra de música clásica, su análisis debería ser más técnico y eso excede las posibilidades de quien suscribe. Pero pueden señalarse varias pinceladas que transmitan una idea adecuada de la idoneidad de este álbum. Por ejemplo, el tema que le da título recoge un ritmo de habanera, pero quien no se sienta atraído por ella siempre tiene el recurso de los aires medievales que asoman en ‘Petropolis’ o disfrutar las deliciosas paradas de ‘The Barren Land’ y las animadas melodías de ‘Marigold’. Por otro lado, los continuos arpegios de ‘The Journey’ suenan hasta solemnes con las capas de sintetizador de fondo, pero si hubiera que destacar una pieza sobre el resto, esta sería ‘Second Chance’, dos minutos de deleite engrandecidos por una bella melodía de flauta.

 

En la reedición en CD encontramos tres temas adicionales de resultado dispar. ‘Time Lapse At Milton Keanes’ no va más allá de la corrección y la tradicional ‘Skye Boat Song’ resulta un tanto aburrida a pesar de durar minuto y medio. Tradicional es también ‘Tales Of The Riverbank’, pero en este caso con una reconocible y pegadiza melodía que la convierte en una pequeña joya a descubrir. Quien no disfrute especialmente de la guitarra clásica quizá no encuentre nada que le llame la atención en este álbum, pero igualmente puede ser una buena manera de introducirse en ella y a partir de ahí poder descubrir grandes obras de este género tan español y americano (del centro y del sur), sin olvidar la carrera de Hackett. Obviamente no puede compararse a los mejores compositores, pero tiene la técnica y la sensibilidad suficiente para lograr recomendables álbumes como el presente.

2021

TILL WE HAVE FACES

Año de publicación: 1984 

Puntuación:

1) What's My Name; 2) The Rio Connection;

3) Matilda Smith-Williams Home For The Aged; 4) Let Me Count The Ways;

5) A Doll That's Made In Japan; 6) Duel; 7) Myopia; 8) Taking The Easy Way Out;

9) The Gulf; 10) Stadium Of The Damned; 11) When You Wish Upon A Star.

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2021

Tras la grabación de un álbum de guitarra clásica, resultaba imprevisible saber el camino que iba a tomar Steve Hackett en su siguiente obra. La respuesta fue apostar por la experimentación, pero con una producción estilo años ochenta, que es como querer ser original cocinando y emplear entre los ingredientes salchichas Frankfurt y queso de tranchettes. No obstante, la mayor novedad es la participación de percusionistas brasileños, una ventaja que aprovechó al ser grabado buena parte de este álbum en Brasil. Quien no falta es el teclista Nick Magnus, que vuelve a abusar de sus sintetizadores y Steve no hace mucho por remediarlo.

 

Los percusionistas brasileños aparecen bien pronto, puesto que en el experimento fallido de ‘What's My Name’ lo que más llama la atención es esa percusión entre tribal e industrial a la cual Steve añade su voz tuneada y algunos detalles de sintetizador y cuerdas que tampoco consiguen salvar este tema, demasiado largo. Si se hubiera quedado todo como un experimento de percusión sola, seguramente hubiera quedado mejor. Tampoco está mal la parte experimental de guitarra en ‘The Rio Connection’, pero en conjunto suena todo a banda sonora de película policiaca de sobremesa. Hackett no se queda en el continente americano y sigue abriéndose a otras influencias. Aunque posea motivos orientales para justificar su título, ‘A Doll That's Made In Japan’ no deja de ser un tema de relleno. Suena a la típica música de los ochenta, igual que ‘Duel’ y sus excesivos sintetizadores. De esta última podemos leer en el libreto del CD que está basada en la película El diablo sobre ruedas, uno de los primeros trabajos de Steven Spielberg cuyo título original es precisamente Duel, pero poco favor le hace la canción.

 

El momento de relajación llega mediante ‘Taking The Easy Way Out’, transcurriendo de forma discreta pero dejando una buena impresión si se le presta atención a los detalles. Justo a continuación llega ‘The Gulf’, cuyo comienzo es también muy calmado aunque intuimos que algo va a cambiar en algún momento. Eso ocurre transcurrido el primer minuto y medio con la entrada de unos horrorosos sintetizadores que en los años ochenta eran lo más moderno y ahora son lo más bochornoso. La guitarra de Steve tampoco ayuda al sonar pseudometalera e igual de artificial. Afortunadamente, transcurrida este fragmento de pesadilla entramos en la vertiente de reminiscencias clásicas de Hackett y eso consigue salvar la situación momentáneamente hasta el tramo final, donde el sintetizador retorna para dejar otra vulgar sucesión de notas. El único tema donde suena bien adaptado a los ochenta es en ‘Stadium Of The Damned’, pues los teclados suenan convenientemente mesurados. Además, el apartado vocal resulta atractivo y el tema suena diverso. Como curiosidad, estos dos últimos temas citados no formaron parte del LP original.

 

El comienzo de estilo progresivo de ‘Matilda Smith-Williams Home For The Aged’ deja paso a una parte vocal más pop y algunos detalles instrumentales interesantes, además de contener una épica melodía (que suena más al Mike Oldfield progresivo que a Hackett) a la que se recurre en varias ocasiones. La parte vocal vuelve a ser un tanto floja y, aparte, es una lástima que sucumba a la tentación de incluir un solo de percusión por medio que parece ideado para que el público haga palmas en los conciertos. En cambio, ‘Let Me Count The Ways’ es un blues modernizado pero no por ello interesante que puede hacerse demasiado largo en sus seis minutos de duración. Por otro lado, el horror de ‘Myopia’ no puede estar peor ideado, pues por medio le añaden, sin venir a cuento, un fragmento de música clásica que suena a Mozart o Haydn, lo cual no impide que sea una de las peores composiciones de Steve. Lo que no se entiende es la inclusión al final de un breve fragmento de un tema de Disney, ‘When You Wish Upon A Star’, aunque apenas llega a un minuto.

 

Si hubiéramos de valorar la intención de Hackett en este álbum, tendría una mayor puntuación, pues se aprecia la intención de hacer algo diferente. El problema es que algunos de los ingredientes no son adecuados, las composiciones no están precisamente entre sus mejores creaciones y cae en los errores típicos de la década maldita para la música rock.

MOMENTUM

Año de publicación: 1988 

Puntuación:

1) Cavalcanti; 2) The Sleeping Sea; 3) Portrait Of A Brazilian Lady;

4) When The Bell Breaks; 5) A Bed, A Chair, And A Guitar; 6) Concert For Munich;

7) Last Rites Of Innocence; 8) Troubled Spirit; 9) Variation On A Theme By Chopin;

10) Pierrot; 11) Momentum; 12) Bourée; 13) An Open Window; 14) The Vigil.

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La cúspide de Steve Hackett como músico y compositor de guitarra clásica llega mediante este nuevo álbum. Aunque había transcurrido cuatro años desde el álbum previo, esto no significaba que se había tomado un descanso, pues por medio estuvo implicado en ese efímero proyecto comercial de corto recorrido llamado GTR, grupo formado junto a Steve Howe (el guitarrista de Yes) y con la producción de Geoff Downes. Un intento de forrarse al estilo de Asia, pero estos ya tenían copado el nicho de nostálgicos del rock progresivo adaptado a la década del techno. Así que Hackett retomó su carrera en solitario y decidió grabar otro álbum de guitarra clásica, un estilo en el cual ya nos había ofrecido el notable Bay Of Kings. En esta ocasión, Steve introduce también algo de sintetizador (muy poco) y su hermano John Hackett participa tocando la flauta, pero nada interrumpe esa cadencia especial y placentera de este tipo de música.

 

Lo que no puede ser es original en su propuesta, ya que de este tipo de obras tampoco se espera que nos vayan a epatar. Y mejor así, puesto que la música clásica más contemporánea se suele dirigir a las atonalidades y las construcciones extrañas como manera de lograr algo novedoso. De esta manera, Steve echa la mirada a los grandes compositores, como cabe esperar de alguien que ha elegido la vertiente clásica cuando provenía del mundo del rock. En ‘The Sleeping Sea’ se nos muestra influenciado por Bach en esa preciosa melodía colocada de entrada, si bien en el libreto nos cuenta que la parte final viene inspirada por Debussy (y en realidad el título lo podemos asociar más con este último). Pero nada puede fallar cuando uno se asoma al Barroco con piezas de memorables melodías como ‘A Bed, A Chair, And A Guitar’, la cual fascina desde el principio y mantiene la grandiosidad hasta el final con una diversidad melódica sorprendente. Por otro lado, podríamos imaginarnos a ‘The Vigil’ en la banda sonora de cualquier película por toda la emoción que contiene y lo evocadora que suena, si bien no es de las piezas con más gancho del álbum.

 

La breve y deliciosa ‘Bourée’ de Johann Sebastian Bach ya la había inmortalizado en formato rock Jethro Tull, pero aquí Steve nos la ofrece en su esencia primaria y se nos queda demasiado corta para lo fabulosa que es, pues la memorable melodía inicial ya no la volverá a repetir. También es glorioso el lirismo que alcanza en los momentos más emotivos de ‘Variation On A Theme By Chopin’, que son de una belleza absoluta y vuelven a hacer honor al músico que homenajean. En cualquier caso, la perfección estructural, melódica y técnica de ‘Last Rites Of Innocence’ consagra a Hackett como un guitarrista clásico que nada tiene que envidiar a quienes se dedican profesionalmente a este menester. En modo sinfónico se desarrolla ‘Concert For Munich’, un título demasiado pretencioso para una pieza de cinco minutos, mientras que en ‘Cavalcanti’, llegando a los cinco minutos, entra la flauta de John para insuflar aire a la composición. Por otra parte, la mujer de Steve en esa época era brasileña y quizá ese sea el motivo del título de ‘Portrait Of A Brazilian Lady’, que también recoge algún aire brasileño en la manera de tocar. Pero está entre lo más discreto del álbum.

 

Por medio encontramos un tema más animado como ‘Momentum’, influenciado por la música española según las palabras de su autor, y que viene a dotar de dinamismo a un álbum que en principio puede parecer más monótono. Quienes no disfruten especialmente de una interpretación de guitarra clásica es mejor que no se paren en este disco, si bien a pesar de ser un encomiable ejemplo de técnica puede disfrutarse mucho porque las melodías son perfectamente discernibles y disfrutables. No es necesario poseer conocimientos técnicos para gozar de una música bien ilustre y al alcance de muy pocos. Solo hay que comparar un álbum de guitarra clásica de Steve Hackett con uno similar de Anthony Phillips para entender la diferencia que hubo en Genesis tras la salida del segundo y la entrada del primero en el grupo. Esto es música de calidad y para todos los públicos, ideal para momentos de esparcimiento o de lectura.

2022

GUITAR NOIR

Año de publicación: 1993 

Puntuación:

1) Sierra Quemada; 2) Take These Pearls; 3) There Are Many Sides To The Night;

4) In The Heart Of The City; 5) Dark As The Grave; 6) Lost In Your Eyes;

7) Little America; 8) Like An Arrow; 9) Theatre Of Sleep;

10) Walking Away From Rainbows; 11) Paint Your Picture;

12) Vampyre With A Healthy Appetite; 13) Tristesse.

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2022

Quedaba ya clara la predilección de Steve Hackett por las portadas pictóricas y difuminadas, que normalmente eran pintadas por la que era entonces su mujer, la pintora brasileña Kim Poor, a quien podemos leer una especial dedicatoria en el libreto del CD. También comenzaba a percibirse la alternancia que había entre los álbumes de guitarra clásica y los de rock, motivo por el cual ahora tocaba de lo segundo. No obstante, en Guitar Noir se nos exponen las diferentes vertientes de este músico en un solo disco, esto es, que la guitarra clásica también hace su aparición en algún momento. Encontramos así una cierta variedad estilística en la cual Hackett falla más cuando más busca la modernidad del momento. Y, así mismo, acierta cuando se centra en las melodías de su guitarra.

 

El gran Steve Hackett, tanto de compositor de guitarrista, reaparece en la gloriosa ‘Sierra Quemada’, cuya memorable melodía principal, que aparece ya desde el principio, nos transporta al mismo nirvana musical de, por ejemplo, ‘Spectral Mornings’ o aquel inolvidable pasaje instrumental de ‘Firth Of Fifth’ con Genesis. Es decir, son piezas que podrían extenderse mucho más sin perder nada de su fortaleza emocional. Toda una gloria para el oído. Los sintetizadores y las guitarras acústicas no suelen maridar muy bien, pero ‘Take These Pearls’ la podemos aceptar aquí como descanso de la catarsis previa de ‘Sierra Quemada’. Por el contrario, se pasa de moderno intentando crear una atmósfera de terror en ‘Vampyre With A Healthy Appetite’ mediante voces de ultratumba, sintetizadores y un sonido de guitarra muy sintético. O sea, que Hackett en realidad consigue provocar pavor en la/el oyente, pero no por los motivos que había ideado en su mente. Aparte, acaba resultando muy monótona por la continuada repetición de la misma estructura rítmica, donde esta vez el solo de guitarra no consigue salvar los muebles a pesar de demostrarnos su técnica.

 

Dentro de la variedad que nos ofrece en este álbum, en un estilo que podría parecer de un musical de Broadway se ejecuta la entretenida ‘Theatre Of Sleep’, donde el solo le corresponde esta vez a un clarinete. Tan solo la guitarra acústica de Steve aporta algo de interés a la floja ‘Dark As The Grave’, mientras que ‘In The Heart Of The City’ acaba resultando repetitiva hasta la extenuación, pues no paran de cantar el título de la canción y luego se convierte en un festín de sintetizadores. En los noventa quedaba hasta anacrónico hacer algo así. Por otro lado, viendo que ‘Lost In Your Eyes’ es una composición conjunta de Hackett con los músicos que le acompañan, es de suponer que debió partir de alguna improvisación en el estudio, quedando como un vulgar pop-rock de fea instrumentación, con algún pequeño momento de interés. También conjunta es ‘Little America’, que suena como si se hubiera compuesto diez años antes, aunque al menos deja una sensación agradable.

 

La música mostrada en Momentum todavía sigue presente  y por ello ‘Walking Away From Rainbows’ y ‘Paint Your Picture’ nos ofrecen la guitarra clásica con un ligero acompañamiento. Algo mejor es la segunda de ellas, donde también añade una parte vocal, porque son más apreciables las melodías. Una tormenta eléctrica (suave) sirve de inicio para una delicada composición titulada ‘There Are Many Sides To The Night’ que acaba transformándose en una pieza de guitarra clásica y voz. Quizá hubiera sido mejor idea haberla dejado como un instrumental. Algo discreta queda ‘Like An Arrow’, una sosegada pieza cantada y acompañada con guitarra acústica y arreglos orquestales. En cualquier caso, para el final podemos disfrutar de ‘Tristesse’, un instrumental apacible con la guitarra eléctrica de protagonista, donde Steve consigue un buen resultado al mostrarse relajado y sin necesidad de epatar a nadie.

 

Como este álbum no responde a ninguna vertiente concreta de Steve Hackett, no puede convencer en ninguna de ellas, quedando una obra que flojea en demasiados momentos, más de los deseados si pensamos que está realizada con una cierta visión artística. Eso sí, no hay que perderse ‘Sierra Quemada’, uno de sus grandes momentos de magnificencia musical. Como curiosidad final, existen diferentes versiones en CD del álbum, algunas con bonus tracks y otras con un orden diferente y prescindiendo de ‘Theatre Of Sleep’.

BLUES WITH A FEELING

Año de publicación: 1994 

Puntuación:

1) Born In Chicago; 2) The Stumble; 3) Love Of Another Kind; 4) Way Down South;

5) A Blue Part Of Town; 6) Footloose; 7) Tombstone Roller; 8) Blues With A Feeling;

9) Big Dallas Sky; 10) The 13th Floor; 11) So Many Roads; 12) Solid Ground.

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Muy poco tardó en volver Steve Hackett con un álbum bajo el brazo y el motivo era que se limitó a grabar canciones de blues sin mayor trascendencia. Como si hubiera querido cumplir algún sueño de juventud grabando algo así. Ante eso poco cabe objetar, porque todo artista tiene derecho a hacer lo que le plazca, pero es obvio que en su momento no debió entusiasmar ni a los seguidores del Hackett rockero ni, por supuesto, a los del Hackett clásico. Así pues, se llevó a algunos de los músicos habituales que le acompañaban, junto a otros adicionales como los de viento, y se metió en el estudio de grabación con un puñado de composiciones nuevas para la ocasión y algunas versiones de otros temas, que eso nunca puede faltar en un álbum de blues.

 

Dos terceras partes del contenido son composiciones originales (cinco de ellas del tercer al séptimo tema), pero Hackett no se aparta de los parámetros establecidos a lo largo del álbum, esto es, de centrarse en el blues y añadir en algunos temas algún toque diferenciador para que no sea todo blues puro y duro. Por ejemplo, en ‘Love Of Another Kind’ lo mezcla con el pop y es la única canción donde escucharemos un órgano. Pero de su manga sale la mejor composición del álbum, ‘Tombstone Roller’, de fiero riff inicial y estructura similar a ‘Oh Well’ de Fleetwood Mac (también imitada por Led Zeppelin en ‘Black Dog’), donde se alterna un canto casi recitado con la repetición del riff de guitarra. La segunda mitad del tema es directamente para el lucimiento de Steve como guitarrista, apoyado por los instrumentos de viento, y es un placer escucharle.

 

Otros detalles llamativos son la voz más cavernosa en ‘Big Dallas Sky’, nada relevante, o lo que escuchamos en ‘Born In Chicago’, que es una armónica sonando como una guitarra (o quizá sea una guitarra que suena como una armónica, quién sabe) y una voz algo robótica. Pero abundan los instrumentales sin mayor relevancia como ‘The Stumble’, ‘Footloose’ o la más aburrida ‘A Blue Part Of Town’. Tampoco se puede grabar un álbum genuino de blues si no aparece un tema que se titule ‘Way Down South’ o similar, que en esos detalles sí pareció fijarse Steve. Donde ya se pasa de la raya queriendo sonar accesible y mezclando el blues y el rock con guitarras genéricas y un estribillo simplón y sin gracia es en la final ‘Solid Ground’. De esta manera, el final del álbum es muy decepcionante, aunque tampoco se le puede objetar demasiado al resto del contenido, puesto que las interpretaciones son de gran nivel y tampoco se busca nada más que pasar un buen rato con un estilo que no requiere de mucho más. Pero solo los muy fanáticos del blues o de Steve Hackett podrán escuchar el álbum repetidamente.

GENESIS REVISITED

Año de publicación: 1996 

Puntuación:

1) Watcher Of The Skies; 2) Dance On A Volcano; 3) Valley Of The Kings;

4) Déjà Vu; 5) Firth Of Fifth; 6) For Absent Friends; 7) Your Own Special Way;

8) The Fountain Of Salmacis; 9) Waiting Room Only;

10) I Know What I Like (In Your Wardrobe); 11) Los Endos.

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Situémonos en 1996, un año en que Genesis ya parecían disueltos porque Phil Collins, el líder único y absoluto de la banda, ya estaba dedicado exclusivamente a su carrera en solitario. Ante esa situación, y dado que Steve Hackett no había disfrutado del verdadero éxito comercial de la banda, decidió aprovechar la ocasión para sacar algo de provecho del legado de Genesis en los años que él estuvo, que fueron los de mayor prestigio artístico. Lo suyo hubiera sido un álbum en directo, pero en cambio Steve juntó en el estudio de grabación a una buena cantidad de amigos y nombres reconocidos para darle el toque especial a este repaso del cancionero del grupo. No obstante, tanto músico de renombre no acaba sirviendo de mucho porque ninguno deja su impronta y parece que se limiten a seguir las órdenes de Hackett. En el libreto del CD podemos leer los comentarios de Steve sobre cada canción, que es casi lo más interesante que encontraremos en este álbum.

 

Cuando empezamos a escuchar los solemnes sintetizadores de entrada de ‘Watcher Of The Skies’ no sabríamos distinguir si se trata del verdadero Tony Banks. En la parte vocal sí que es obvio que John Wetton (King Crimson, Asia) no puede emular el histrionismo del Peter Gabriel de los setenta, pero en conjunto es una buena interpretación. Y es que las mejores interpretaciones son las dos del principio, pues ‘Dance On A Volcano’ vuelve a ser una delicia en el apartado instrumental, no así en la parte vocal, pasada por una horrenda distorsión para que suene entre robótica y de ultratumba. Bueno, tampoco podemos olvidarnos de una apuesta segura cuando está por medio Steve Hackett, que es ‘Firth Of Fith’. Nos ofrecen en ella algunas novedades como la sustitución del solo de flauta por uno de guitarra española, que luego viene sucedido por un inciso de variedad instrumental (que incluye xilófono) aunque poco efectivo. Pero es evidente que el punto fuerte es lo que todo el mundo está esperando, que es el descomunal solo de guitarra donde Hackett vuelve a demostrar su grandeza. Ni siquiera se nota que en la batería toca Bill Bruford.

 

Encontraremos algunas novedades en el repertorio seleccionado, aunque una de ellas está metida con calzador, puesto que ‘Valley Of The Kings’ es una composición nueva instrumental algo insulsa que se salva por el despliegue de técnica con algo de emoción de la guitarra de Steve. La primera mitad de ‘Waiting Room Only’ es una cacofonía, mientras que la segunda es una irrelevante pieza instrumental donde la guitarra suena animada pero poco inspirada, así que igual da que esté inspirada en una pieza de The Lamb Lies Down On Broadway. Todavía más desalentadora suena la balada lacrimógena ‘Déjà Vu’, que también se salva mínimamente por la guitarra porque lo demás es muy vulgar, a pesar de ser un descarte de la época de Selling England By The Pound y estar compuesta junto a Peter Gabriel.

 

Todo ello nos lleva a hablar de las verdaderas pifias de este álbum. Por ejemplo, fue una decisión atroz la de transformar ‘I Know What I Like (In Your Wardrobe)’ en una canción de swing. Tampoco se salva la empalagosa voz de Paul Carrack en ‘Your Own Special Way’, que convierte esta vulgar balada directamente en una afrenta al buen gusto. No era necesario recordar ‘For Absent Friends’, dentro del amplio repertorio del grupo, aunque los arreglos de cuerda no están mal pensados y el cantante invitado es Colin Blunstone, el mítico vocalista de The Zombies. Para finalizar el álbum escoge el instrumental ‘Los Endos’ y en él aprovecha para introducir por medio algunos fragmentos de otros temas de Genesis, como aquel desenfrenado riff en espiral que marcaba el inicio del inciso instrumental de ‘Dancing With The Moonlit Knight’. Eso sí, en algún momento de los primeros minutos nos recuerdan más a Emerson, Lake & Palmer. Nos encontraremos también un solo de percusión que al menos es breve, pero de todas maneras se hace demasiado larga esta pieza.

 

Con la idea principal que nos podemos quedar tras escuchar este álbum es que los músicos aciertan en los momentos donde son más fieles a la versión original, algo que no abunda tanto como debiera. De esta manera, tan solo funcionan como banda tributo, porque las ideas nuevas o novedosas dejan mucho que desear. Entre este álbum y el Calling All Stations de Genesis, que saldría publicado al año siguiente, se puede decir que sepultaron el nombre de la banda durante unos años. Menos mal que el tiempo coloca las cosas en su lugar y ambos álbumes han caído en el olvido. Era mejor que Hackett se olvidara de revisar la historia, que perfectamente estaba como ya se había quedado, aunque quince años después volverá a retomar esta idea.

A MIDSUMMER NIGHT'S DREAM

Año de publicación: 1997 

Puntuación:

1) The Palace Of Theseus; 2) A Form In Wax; 3) By Paved Fountain; 4) Titania;

5) Set Your Heart At Rest; 6) Oberon; 7) Within This Wood;

8) In The Beached Margent Of The Sea; 9) Between The Cold Moon & The Earth;

10) Puck; 11) Helena; 12) Peaseblossom, Cobweb, Moth & Mustardseed;

13) Mountains Turned Into Clouds; 14) The Lunatic, The Lover & The Poet;

15) Starlight; 16) Lysander & Demetrius; 17) Celebration; 18) All Is Mended.

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Que Steve Hackett era un músico serio quedó más que confirmado con esta nueva obra de guitarra clásica que se inspiraba en el cuento de hadas de William Shakespeare. Como vemos, los títulos de las piezas hacen referencia a personajes y momentos de la obra literaria, aunque no vemos ninguna boda por ahí, que es lo que hizo famoso a Felix Mendelssohn en el siglo XIX cuando compuso las famosas Obertura y Marcha nupcial sobre este cuento de Shakespeare y que le han permitido pasar a la posteridad con mucha fama. Aprovecho la coyuntura favorable para recomendar una excepcional obra de Mendelssohn como es la Sinfonía nº 4, “Italiana”, que para algo se dedica uno a divulgar la cultura musical. Pero sigamos con Hackett, quien aquí se une a la Royal Philharmonic Orchestra de Londres para conseguir el suficiente respeto que le permita ser aprobado por el oyente de música clásica. Su hermano John toca la flauta en unas pocas piezas y uno de los teclistas que le acompañaron en el álbum anterior de temas de Genesis aparece aquí acreditado tocando el órgano en la festiva ‘Celebration’, una pieza muy diferente al resto del contenido del álbum al parecer inspirada en Händel. Pero en conjunto puede tomarse como una obra de orquesta y guitarra clásica.

 

Esto queda muy evidente nada más comenzar a sonar la primera pieza, ‘The Palace Of Theseus’, pues uno puede pensar inmediatamente que la inspiración de Hackett ha estado en el trabajo de Joaquín Rodrigo, sobre todo si recordamos la primera pieza del Concierto de Aranjuez. Pero no todo el álbum es así, ya que el protagonista y la estrella de la obra es obviamente (con permiso de Shakespeare) Steve Hackett, quien nos muestra su prestigio como músico serio de sobresaliente técnica. Así, ‘Lysander & Demetrius’ sigue la estela de la mejor tradición de la guitarra barroca. Y esto es lo deseable, pues cuando cobra protagonismo la orquesta en ‘In The Beached Margent Of The Sea’, acaba sonando repetitivo y se difumina la buena sensación que había dejado la melodía del comienzo. Otra pieza donde la orquesta es protagonista y apenas escuchamos la guitarra de Steve es en la aburridísima ‘Mountains Turned Into Clouds’, que podría pertenecer a cualquier banda sonora de película del montón porque solo las imágenes podrían salvarnos del tedio.

 

Un detalle que demuestra que la creación de la obra estuvo bien meditada es que las piezas se adaptan de alguna manera a los títulos, de ahí que ‘Titania’ suene más romántica o a ‘Oberon’ se le presente como más animado y jovial. De manera análoga a anteriores ocasiones en la vertiente clásica de Steve, el título de ‘The Lunatic, The Lover & The Poet’ esconde una composición de tres partes diferenciadas. Pero aquí no encontraremos la misma inspiración de ocasiones anteriores para encontrar melodías llamativas, de tal manera que piezas como ‘Set Your Heart At Rest’, ‘All Is Mended’ o ‘Between The Cold Moon & The Earth’ quedan demasiado contemplativas, que es a lo máximo que solía llegar Anthony Phillips, con quien se suele comparar este álbum cuando las diferencias entre ambos músicos son evidentes. Y ya ni hablemos de lo que estaba haciendo Phillips a finales de los noventa, pues andaba completamente perdido entre la guitarra clásica, el piano, la New Age y los devaneos electrónicos vulgares. La verdad es que fueron muy afortunados en Genesis cuando llegó Hackett como sustituto de Phillips.

 

Siendo una de las piezas más rápidas, ‘Puck’ cautiva todavía más por las soberbias melodías que aparecen y que nos muestran en dos minutos escasos al mejor Hackett de guitarra clásica, pues la técnica está muy bien pero sobre todo si se nos muestra a través de encantadoras melodías. De hecho, la podríamos comparar con ‘Peaseblossom, Cobweb, Moth & Mustardseed’ para comprobar las diferencias, pues esta última es también de tempo rápido y depurada técnica, pero sin melodías discernibles. ‘Puck’ es sin duda el mejor logro de este álbum, una obra que sería interesante escuchar mientras se lee el cuento mágico de Shakespeare o, al menos, cuando se ha leído recientemente y puede asociarse cada pieza con algún pasaje concreto de la historia. En cualquier caso, en lo musical se nos queda una obra seria y consistente que únicamente adolece de más convencionalismos de lo deseable en lo que respecta a la música clásica.

THE TOKYO TAPES

Año de publicación: 1996 

Puntuación:

CD I: 1) Watcher Of The Skies; 2) Riding The Colossus; 3) Firth Of Fifth; 4) Battlelines; 5) Camino Royale; 6) The Court Of The Crimson King; 7) Horizons;

8) Walking Away From Rainbows; 9) Heat Of The Moment.

CD II: 1) In That Quiet Earth; 2) Vampyre With A Healthy Appetite;

3) I Talk To The Wind; 4) Shadow Of The Hierophant; 5) Los Endos; 6) Black Light;

7) The Steppes; 8) I Know What I Like; 9) Firewall; 10) The Dealer.

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Nuevo álbum en directo (incluyendo al final dos temas nuevos grabados en el estudio) donde Steve Hacket se acompañó de reputados músicos para crear una especie de supergrupo en directo. Uno de ellos era el teclista que le acompañaba en los últimos años (Julian Colbeck), pero atención al resto de acompañantes: el bajista John Wetton (Family, King Crimson, Asia), Ian MacDonald (King Crimson) y el baterista Chester Thompson (Frank Zappa, Genesis, Weather Report). Todo un lujo por la calidad de los músicos, aunque ya sabemos que a veces ocurre que no se esfuerzan mucho y se limitan a pasarlo bien en el escenario. Aquí no llegan a ese extremo autocomplaciente, pero tampoco se dejan la piel en el intento. En cuanto a Hackett, que es quien firma el álbum, realiza un repaso a su carrera desde sus inicios en Genesis, pero no se olvida de sus compañeros y les presta espacio a sus composiciones. Por tanto, ese repaso de Steve queda muy exiguo porque tampoco hay espacio para más.

 

Parece como una tradición no escrita comenzar un concierto de música de Genesis (esto es, de su etapa gloriosa) mediante ‘Watcher Of The Skies’, pero es que es un tema que parece ganar puntos con el paso del tiempo, acentuando sus cualidades y su carácter eterno similar a las grandes composiciones de música clásica. En el polo opuesto se ubica la versión en modo de reggae modernizado y con algún empacho de sintetizadores de ‘I Know What I Like’, que es mejor olvidarla. También vuelve a introducir novedades en el intermedio instrumental de ‘Firth Of Fifth’ previo a la última parte donde Steve vuelve a brillar y emocionar con su guitarra (pura gloria musical), pero esas novedades son totalmente irrelevantes, un entretenimiento para los músicos y quizá no tanto para la audiencia.

 

Respecto al repertorio propio de Steve Hackett, tampoco es para entusiasmar a quienes no sean amantes profesos de su música. Podemos vivir sin una interpretación de ‘Vampyre With A Healthy Appetite’, como también sin el solo de batería que nos meten en la segunda mitad de la celestial ‘Shadow Of The Hierophant’, pues rompe todo su encanto. ‘The Steppes’ sería también demasiado monótona si no fuera por el magistral solo de guitarra que se marca Steve hacia la mitad, mientras que doblar la duración de algo tan insustancial como ‘Camino Royale’ no es una decisión acertada, si bien nos sirve para poder escuchar algún solo más de Steve. Afortunadamente no falta algo del Hackett clásico y podemos degustar excelentes interpretaciones de ‘Horizons’ y ‘Black Light’, esta última con algunos guiños a otros temas. En el concierto encontraremos como novedad el instrumental ‘Riding The Colossus’, donde no se arriesga un ápice y se limita a ir alargando notas mientras el resto de músicos engrosan el sonido de manera un tanto artificiosa, sobre todo debido a los sintetizadores. Los dos temas nuevos de estudio que encontraremos, ‘Firewall’ y ‘The Dealer’, son dos insulsos instrumentales sin interés alguno porque ni siquiera se trata de los músicos del concierto, tan solo un teclista y Steve, aunque este último se permite algún que otro destello de talento con su guitarra.

 

Por lo demás, comentar que Ian McDonald echa mano de dos temas del álbum de debut de King Crimson. Tenemos una excelente interpretación de ‘The Court Of The Crimson King’ donde McDonald se excede un poco en el solo de flauta porque es lo más sencillo y mundano de esta admirable composición. Esto vuelve a ocurrir en ‘I Talk To The Wind’, cuando lo mejor hubiera sido pasarle el testigo a Hackett porque podemos escuchar algún pequeño lucimiento suyo que bien podría haberse prolongado. La carrera de John Wetton sí que podrían habérsela ahorrado. El esperanzador comienzo de la balada ambiental ‘Battlelines’ acaba finiquitado en un vulgar estribillo al estilo de las baladas-rock de los ochenta, que es lo mismo que decir que suena totalmente a lo que hizo en Asia, pero ya sin esa frescura, como es obvio. De hecho, no se olvida de incluir el exitazo de este citado grupo (llamado supergrupo como estrategia de marketing porque artísticamente se esforzaron muy poco) ‘Heat Of The Moment’, que está irreconocible en modo acústico y llama muy poco la atención.

 

Al final es una lástima que esta agrupación estelar de músicos no haya servido para obtener unas interpretaciones de primer nivel, por lo que este álbum servirá únicamente para satisfacer la curiosidad de los fans y para poder disponer de música de fondo neutra mientras se toma un té en compañía de amistades. De Steve Hackett siempre esperamos más.

DARKTOWN

Año de publicación: 1999 

Puntuación:

1) Omega Metallicus; 2) Darktown; 3) Man Overboard; 4) The Golden Age Of Steam;

5) Days Of Long Ago; 6) Dreaming With Open Eyes; 7) Twice Around The Sun;

8) Rise Again; 9) Jane Austen's Door; 10) Darktown Riot; 11) In Memoriam.

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La diversificada carrera de Steve Hackett nos traía en Darktown al músico moderno y orientado a la vertiente comercial de la música, pero sin perder lo suficiente su propia esencia y apoyándose en la experiencia y profesionalidad atesoradas durante tantos años, que es precisamente lo que evita que este álbum sea un fracaso total. Lo más curioso es que Steve se atreve a cantar más que nunca, aunque también hay vocalistas invitados. Pero queda claro que apostaba fuerte por su carrera como músico popular y este disco sirve de prueba de fuego para ver si cuajaba esa imagen.

 

Sin embargo, un horror absoluto cruzará la mente del oyente cuando empiece a escuchar la artificialidad de ‘Omega Metallicus’, que es algo así como si hubiera querido hacer una versión tétrica y en modo big beat de ‘Sierra Quemada’, adaptando así la música a las pistas de baile anfetamínicas. Más pausado pero no menos tétrico se muestra en ‘Darktown’, en el cual la estrella es nada menos que Ian McDonald (fundador de King Crimson) con su saxofón, si bien el tema tampoco ofrece mucho más aparte de efectos de guitarra que producen indiferencia. Pero escuchar una percusión programada martilladora como la de ‘Darktown Riot’, la cual parece la secuela de ‘Darktown’, sí que deja una sensación muy mala. No todo es tan tenebroso en el disco y ‘Man Overboard’ parece que va a ser una pieza de guitarra clásica con ambientación de teclados y coros, pero luego entra la sosegada parte vocal y se queda todo en una bonita canción de tono orquestal.

 

La pieza orquestal más conseguida del álbum es ‘The Golden Age Of Steam’, pues aparte de emplear con inteligencia los diferentes medios de que dispone, incluidos los coros, podemos disfrutar de una pegadiza melodía de tono folclórico. El instrumental ‘Twice Around The Sun’ comienza en modo banda sonora orquestal hasta que se coloca la guitarra en primer plano con un tono trágico, pero se extiende tanto el solo que pierde su efecto, así que lo único reseñable es lo que nos cuenta el propio Steve en el libreto del disco, que es que esta composición posiblemente contenga la nota sostenida en la guitarra más larga que se haya grabado nunca, que aparece en el tramo final de sus más de siete minutos de duración. Nos encontraremos algunas agradables pero discretas baladas como ‘Days Of Long Ago’ o ‘Rise Again’, aunque esta última deja de ser una balada cuando se embala llegando a los dos minutos para ya no volver a detenerse hasta casi el final, que es precisamente lo mejor de este tema.

 

Lo único positivo que podemos decir de una balada tan insulsa, insípida y sintética como ‘Jane Austen's Door’ es que en la letra se nombra también a Jean-Paul Sartre y la canción ‘Ruby Tuesday’ de los Rolling Stones, pero todo eso queda en saco roto dentro de esta horrible canción. Se agradece el intento de sonar más rítmico en ‘Dreaming With Open Eyes’ mientras se desliza la guitarra acústica y la flauta del hermano John, pero en conjunto es un tema olvidable. Para el final se reserva una pieza más solemne, ‘In Memoriam’, en la cual podrían haberse ahorrado la percusión artificial (“virtual drums” la llama en el libreto)  y también la voz inexpresiva recitativa de Hackett, pues rompen el encanto que hubiera tenido con un sonido más orgánico y natural. Como curiosidad, en el bajo aparece acreditado John Wetton (King Crimson, Family, Asia).

 

En resumen, este no era el camino deseable para la carrera de Steve Hackett, pero ya hemos visto que este hombre necesita ir cambiando de estilos y así seguir motivado con el mundo de la música. Podría haber sido peor, eso también está claro, así que al menos podemos escuchar algunos momentos de interés dentro del conjunto global algo mediocre. Pero bueno, este es el peaje que debemos pagar antes de disfrutar de sus incursiones clásicas, como la que vendría a continuación con su interpretación de música de Satie junto a su hermano John.

2023

SKETCHES OF SATIE

Año de publicación: 2000

Puntuación:

1) Gnossienne Nº3; 2) Gnossienne Nº2; 3) Gnossienne Nº1; 4) Gymnopédie Nº3;

5) Gymnopédie Nº2; 6) Gymnopédie Nº1; 7) Pièces Froides Nº1: Airs à faire fuir I;

8) Pièces Froides Nº1: Airs à faire fuir II; 9) Pièces Froides Nº2: Danse de travers II;

10) Avant Dernières Pensées: Idylle à Debussy; 11) Avant Dernières Pensées: Aubade à Paul Dukas; 12) Avant Dernières Pensées: Méditation à Albert Roussel;

13) Gnossienne Nº4; 14) Gnossienne Nº5; 15) Gnossienne Nº6; 16) Nocturnes Nº1;

17) Nocturnes Nº2; 18) Nocturnes Nº3; 19) Nocturnes Nº4; 20) Nocturnes Nº5.

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2023

Volvemos de lleno al mundo de la música clásica, esta vez no a partir de composiciones originales, sino centrándonos en la obra de Erik Satie, un compositor francés de principios del siglo XX que ha sido más veces denostado que alabado en los circuitos intelectuales. Como vemos en la portada, este álbum es una entrada conjunta de los hermanos Steve y John Hackett, pero Satie era un compositor de piano y así probablemente sean en su modo original las obras aquí interpretadas. De esta manera, lo que encontramos aquí es la transcripción a guitarra y flauta de las composiciones de Satie, en una selección interpretada con gusto y sentimiento, que es como uno disfruta escuchando la música clásica.

 

La flauta en primer plano que aparece en ‘Gnossienne Nº3’, con la guitarra clásica de Steve de fondo, ya nos avisa de que se trata de una colaboración efectiva entre los dos músicos y hermanos, aunque son en esas mismas piezas, las ‘Gnossienne’, así como en los ‘Nocturnes’ del tramo final del álbum, donde tiene John el protagonismo con su flauta e interpreta las melodías principales mientras Steve aporta el entramado instrumental necesario con su guitarra. En algunas otras piezas será la guitarra de Steve lo que predomine o incluso que sea el único instrumento. Todo son grandes composiciones e interpretadas de manera ejemplar para tratarse de dos músicos sin formación específica clásica. Esto no son los devaneos forzados de Sting. Para que encontremos piezas más discretas, que acaben resultando demasiado típicas (por emplear algún adjetivo), deben ser cosas como ‘Gnossienne Nº3’ o ‘Gymnopédie Nº2’, donde se divaga demasiado y se olvidan un poco más las melodías, o que se lance Steve hacia algunas disonancias en ‘Avant Dernières Pensées: Aubade à Paul Dukas’. Porque aunque las piezas sean lentas, es un placer dejarse llevar por la apacibilidad de interpretaciones como la de ‘Gymnopédie Nº1’ y sus evocadoras melodías de flauta.

 

Cuando podemos pensar que todo el álbum va a poseer un tono reposado, comprobamos con alegría que llegan momentos más rítmicos en las llamadas ‘Pièces Froides’, en la primera y tercera de esas piezas. Precisamente la tercera, titulada como ‘Danse de travers II’, es toda una maravilla por la manera de desarrollar las bellas melodías que contiene, en la mejor tradición clásica que crea esa sensación de estar en un camino musical creado con ciertas notas andantes que permiten la llegada de melodías y, en este caso, sus deliciosas variaciones. Desafortunadamente, tampoco encontraremos más piezas que alcancen esa grandeza, pero en todo caso este disco contiene música exquisita para momentos de sosiego y con la garantía de un destacado compositor como Erik Satie. Como ocurre con la música clásica, este disco es más propicio para un análisis técnico, lo cual ya es tarea para otro tipo de críticos.

FEEDBACK 86

Año de publicación: 2000

Puntuación:

1) Cassandra; 2) Prizefighters; 3) Slot Machine; 4) Stadiums Of The Damned;

5) Don't Fall; 6) Oh How I Love You; 7) Notre Dame des fleurs; 8) The Gulf.

Si en el año 2000 preguntáramos a los Rolling Stones por su álbum Dirty Work de 1986, probablemente responderían “¿Dirty qué?”, avergonzados de recordarlo. O incluso molestos, podrían decir “¿Qué c… es eso de Dirty Work?”, al estilo de Jordi Pujol cuando dijo en televisión “¿Qué coño es eso de la UDEF?”, frase de cuando empezó a salir a la luz su expolio de dinero durante su mandato como Molt Honorable President de Catalunya. Pero Steve Hackett no pareció pensar lo mismo cuando decidió rescatar unas grabaciones de 1986 (¡1986, el annus horribilis de la música rock!) que nunca llegaron a ver la luz. La primera pregunta que a uno le surge es por qué no se publicó un álbum que en principio parecía perfecto para 1986 por sus ingredientes: instrumentación sintética, algunas baladas empalagosas y la participación de Brian May o Bonnie Tyler. Visto desde una perspectiva más moderna, es evidente que todo esto debió seguir archivado, pero en aquel entonces no se diferenciaba de lo que existía en el mercado musical. De hecho, 1986 es también el año donde Hackett estuvo en ese supergrupo llamado GTR que tan solo publicó un flojísimo álbum homónimo que afortunadamente no tuvo continuación. Pero este álbum de GTR es incluso mejor que el presente Feedback 86, que es lo peor que había publicado Steve hasta la fecha.

 

Lo primero que nos encontramos es una imitación descarada de ‘Layla’ de Eric Clapton, pero sustituyendo el título por otro nombre femenino, ‘Cassandra’. No podemos llamarlo vergonzoso porque la técnica de guitarra es impecable para desgranar su aparentemente brillante riff, aunque sea un sucedáneo del de ‘Layla’, y el solo de guitarra del tramo final nos regala la mejor versión del Hackett comercial. Según los créditos participa Brian May en la canción como guitarrista, pero no se aprecia su contribución porque la guitarra suena a Hackett, pero probablemente era la manera de equipararse nuevamente a ‘Layla’, esto es, a la dupla original de notables guitarristas Clapton/Duane Allman, en este caso Hackett/May. Como curiosidad, también tocan en este tema el bajista y el baterista de Marillion. Brian May vuelve a participar, también como cantante, en la horripilante ‘Slot Machine’, donde sí puede apreciarse cuál es su guitarra dentro de una composición absolutamente vulgar, de molesta producción y apartado vocal pueril. Pero claro, era la época de los Queen de A Kind Of Magic, el peor álbum de la historia de este grupo.

 

‘Don't Fall’ es la típica balada-rock, vulgar y olvidable, de la misma manera que la edulcorada balada ochentera ‘Prizefighters’ posee todos los clichés posibles de lo que uno puede imaginar como balada bochornosa, así que la voz potente de la invitada Bonnie Tyler acaba desaprovechada por completo. Si nos fijamos en los créditos, ‘Prizefighters’ está coescrita junto a Steve Howe, excompañero en GTR, puesto que era un tema que ese efímera banda llegó a tocar en directo antes de disolverse. Dentro de la comercialidad descarada a la que se lanzan aquí, es de agradecer que al menos en ‘Stadiums Of The Damned’ busquen una estructura y aproximación diferentes, pero los sintetizadores suenan horribles (especialmente en el solo) y el apartado vocal adolece de falta de melodías reconocibles. Precisamente el cantante en ella es el propio Hackett y eso evidentemente también se nota, aunque el bueno de Steve no lo notaría tanto y también se lanza a cantar en ‘The Gulf’, si bien más de la mitad de su contenido es instrumental con la guitarra en primer plano, pero una guitarra sin alma ni ingenio. Precisamente estos dos temas, ‘Stadiums Of The Damned’ y ‘The Gulf’, son mezclas alternativas de las que aparecieron como material adicional en la reedición de Till We Have Faces, uno de los discos irrelevantes de Hackett en los ochenta.

 

El único descanso y lo mejor del álbum con diferencia es la composición de guitarra clásica ‘Notre Dame des fleurs’, que en realidad no pinta nada aquí, pero con ella podemos relajarnos y disfrutar de un gran guitarrista como Hackett. Previamente se tiene la esperanza de encontrar algo similar en ‘Oh How I Love You’, pero este título cursi no engaña y cuando entra el apartado vocal se vuelve a caer en la misma vulgaridad que asola el disco. Menuda dupla de álbumes que publicó Steve Hackett en el año 2000: un disco de música de Satie y otro de pop-rock vulgar. Dos extremos irreconciliables, de tal manera que el fan del Hackett clásico o del Hackett progresivo saldrá horrorizado al escuchar Feedback 86 y el fan del Hackett comercial… ¿puede haber fans del Hackett comercial?

TO WATCH THE STORMS

Año de publicación: 2003

Puntuación:

1) Strutton Ground; 2) Circus Of Becoming; 3) The Devil Is An Englishman;

4) Frozen Statues; 5) Mechanical Bride; 6) Wind, Sand And Stars; 7) Brand New;

8) This World; 9) Rebecca; 10) The Silk Road; 11) Pollution B; 12) Fire Island;

13) Marijuana Assassin Of Youth; 14) Come Away; 15) The Moon Under Water;

16) Serpentine Song; 17) If You Only Knew.

A estas alturas de carrera era imprevisible saber qué vertiente de Steve Hackett nos íbamos a encontrar en su siguiente álbum. En esta ocasión facilitó la intriga grabando un álbum que recogía un poco de todo lo que había demostrado hasta ese momento: pop-rock comercial, experimentación y guitarra clásica. Esta opción resulta poco adecuada porque de antemano se sabe que no va a contentar a ningún fan de este músico, pero quizá era el resultado de una falta de creatividad que empezaba a agudizarse fuera de sus incursiones en la guitarra clásica. También puede entenderse como el resultado de rebuscar en los archivos sonoros material que hubiera quedado sin grabar en los últimos años, lo cual explicaría la diversidad del sonido. En cualquier caso, Steve es el responsable de todo porque es el compositor (mayormente a solas) de todo el contenido menos el experimento bochornoso de ‘The Devil Is An Englishman’ y, aparte, es el productor.

 

Pocos podrían esperar un comienzo tan emotivo y humilde como el de ‘Strutton Ground’, una sencilla balada de guitarra acústica y arreglos mínimos pero bien calculados. Pero sale ganando cuando no intenta mostrarse bombástico para epatar de manera fácil. De hecho, hacia el final encontramos otra canción tranquila pero con muchos más instrumentos, ‘Serpentine Song’, y también deja una buena sensación, como si ese fuera el camino que debiera seguir el Steve Hackett eléctrico y cincuentón. Pero por desgracia no parece darse por enterado sobre esto y el nivel cualitativo decae considerablemente en buena parte del disco. El comienzo de ‘Marijuana Assassin Of Youth’ con un canto vocal no está nada mal, pero luego entra un organillo que nos avisa de que estemos preparados para lo peor. Y no es para menos, pues de repente entra un popurrí de melodías conocidas interpretadas de una manera penosa, empezando por la sintonía de la serie antigua de Batman y pasando luego por varias tonadas de temas instrumentales de los primeros sesenta hasta llegar a otros fragmentos cantados de rock'n'roll clásico.

 

La estructura de ‘Circus Of Becoming’ es bastante desconcertante, pues comienza con un órgano tétrico al estilo de los Pink Floyd de More hasta que entra un ritmo juguetón junto a unas notas alargadas de guitarra. Luego el apartado vocal es totalmente pop y con cierto gancho, así que la unión de todo eso queda a gusto del oyente. Hacia la mitad aparece una sección instrumental potente que entonces nos hace recordar a grupos tipo Asia, aunque es bastante breve y ya luego se repite la misma estructura a partir del apartado vocal. Siguiendo con la mención al mismo grupo, ‘Brand New’ suena como el típico David Gilmour en solitario, placentero pero inocuo y con un solo de guitarra genérico. Puede escucharse un saxofón tocado por Ian McDonald (miembro fundador de grupos tan dispares como King Crimson y Foreigner), pero este es un hecho irrelevante.

 

La diversidad estilística es loable, pero tampoco consigue nada relevante con los diferentes intentos, incluso encontraremos música incidental en la breve ‘Pollution B’. Lo que nadie podría esperar es una balada-jazz de bar nocturno como ‘Frozen Statues’, pero siempre será mejor opción que ‘The Silk Road’, un instrumental caótico que no se sabe por dónde cogerlo. No tienen mucha idea de cómo completar los espacios y en la actualización de dudoso gusto de lo que sería un rock'n'roll clásico, ‘Mechanical Bride’, incluyen un horripilante intermedio instrumental que arruina todo lo conseguido previamente, que es lo mismo que les vuelve a ocurrir en la balada moderna ‘Rebecca’. Por otra parte, ‘Come Away’ es una extraña balada ubicada entre la psicodelia y la fantasía circense y ‘Fire Island’ un blues bien ejecutado pero olvidable.

 

Nos quedan como escaso consuelo algunas piezas de guitarra clásica, si bien a ‘Wind, Sand And Stars’ resulta difícil encontrarle la gracia. Mejor impresión dejan ‘The Moon Under Water’ y ‘If You Only Knew’, más acordes al nivel que había demostrado en sus álbumes en este estilo. Esto demostraba que su reputación artística dependía ya de sus incursiones clásicas, puesto que sus experimentos eran cada vez más innecesarios y el rock comercial representaba un suicidio artístico justificado solamente por la necesidad de ganarse el pan. Así pues, lo mejor era separar cada vertiente y que al menos Steve Hackett pudiera deleitarnos por completo en alguna ocasión. Es lo que nos demuestra la experiencia.

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