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RICHARD THOMPSON

2018

1) Roll Over Vaughn Williams; 2) Nobody's Wedding; 3) The Poor Ditching Boy;

4) Shaky Nancy; 5) The Angels Took My Racehorse Away; 6) Wheely Down;

7) The New St. George; 8) Painted Ladies; 9) Cold Feet; 10) Mary And Joseph;

11) The Old Changing Way; 12) Twisted.

HENRY THE HUMAN FLY

Año de publicación: 1972

Puntuación:

2018

Que Richard Thompson dejara Fairport Convention justo después de la publicación de sus dos mejores discos (Liege & Lief [1969] y Full House [1970]) es un indicativo de su honesta intención por seguir su propio camino y realizar una música todavía más abierta a otros estilos e influencias, sin estar encorsetado de forma obligada en el folk-rock británico que tanto había contribuido a crear. Esa valentía y seguridad en sí mismo le llevó a publicar este álbum de debut de indudable valía no reconocida en su momento, lo cual resultaría muy decepcionante para Richard, pero que probablemente no le hizo amilanarse dado su carácter humilde, su maestría técnica con la guitarra y su innegable talento compositivo. En cualquier caso, este primer intento suena como ubicado en un punto equidistante entre el folk-rock que venía desarrollando en Fairport Convention y un rock de corte más rural y tradicional, a la par que novedoso y estimulante, como venían haciendo gente como The Band.

 

¿Alguna vez pensaste que un acordeón podía transmitir el mismo poderío que una guitarra eléctrica? En la inicial ‘Roll Over Vaughn Williams’ (un guiño al título del tema de Chuck Berry ‘Roll Over Beethoven’, aquí nombrando a uno de los mejores compositores ingleses del siglo XX), tanto la guitarra como el acordeón mantienen un magnífico ritmo, pero es este último el que le da un aire amenazante, que además está sorprendentemente interpretado por el propio Thompson. La melodía vocal es también muy pegadiza, además de poseer grandes solos de guitarra y una letra inquietante. No es que el acordeón vaya a ser un instrumento esencial en el disco, pues en otras ocasiones el instrumento empleado con gusto será el violín, como en ‘The New St. George’. También hay lugar para los instrumentos de viento en ‘Mary And Joseph’, donde las trompetas bordean por momentos la disonancia pero dotan de un toque especial a la composición. Como vemos, tampoco es que por ser Richard un guitarrista sea este instrumento un elemento principal de las canciones, aunque de vez en cuando aparecen los indefectibles detalles de maestría con la guitarra, como en ‘Cold Feet’.

 
El estilo más tradicional que Thompson había desarrollado con Fairport Convention aquí aparece en temas como ‘The Angels Took My Racehorse Away’, o de manera más disimulada en los intermedios instrumentales de la agradable ‘Nobody's Wedding’. En ‘Wheely Down’ parece trasladarse varios siglos más hacia atrás, a la época de los bardos. Pero lo que Thompson demuestra es ser un gran compositor y melodista, además de gran guitarrista. Canciones aparentemente más discretas como la final ‘Twisted’, contienen unos cambios de ritmo (por lo que el título parece apropiado) y una percusión que se salen de lo habitual.

 

Que Richard Thompson tiene una voz muy expresiva y sensitiva queda bien reflejado en canciones altamente emotivas como ‘Painted Ladies’ y ‘Shaky Nancy’. En esta última podemos escuchar una flauta irlandesa (tocada por el propio Thompson también) como instrumento principal en buena parte del tema, además de destacar la presencia de Sandy Denny en ambas, aunque en ‘Painted Ladies’ únicamente tocando el piano. Es destacable igualmente la variedad instrumental que sobrevuela el disco, pues aparte de lo ya citado en ‘The Old Changing Way’ sobresale el arpa. Por otro lado, podemos imaginar la grandeza aún mayor que podrían haber tenido estos temas de haber sido cantados por Sandy Denny, sin que ello signifique menoscabar a Thompson.

 

Por último, para que no quede en el olvido, cabe señalar ‘The Poor Ditching Boy’, una balada acústica de buen estribillo que encaja muy bien dentro de este buen disco. Un buen debut para un artista que iba a ofrecer mucho más todavía en su siguiente entrega, ya junto a su entonces mujer y pareja artística, Linda.

1) When I Get To The Border; 2) The Calvary Cross; 3) Withered And Died;

4) I Want To See The Bright Lights Tonight; 5) Down Where The Drunkards Roll;

6) We Sing Hallelujah; 7) Has He Got A Friend For Me; 8) The Little Beggar Girl;

9) The End Of The Rainbow; 10) The Great Valerio.

I WANT TO SEE THE BRIGHT LIGHTS TONIGHT

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

Este aclamado disco (aclamado con el tiempo, no así en el momento de su publicación) es el primero editado bajo el nombre de Richard and Linda Thompson. El rol de Linda sería el de cantante, no siempre como voz principal, mientras que Richard mantenía su papel como compositor, guitarrista, cantante e instrumentista variado según la ocasión. Musicalmente, el disco mantiene una cierta continuidad con lo que había sido su debut aunque abriéndose a una vertiente más introspectiva. Si acaso, la guitarra cobra mayor protagonismo respecto a lo que habíamos visto con anterioridad. Los músicos que le acompañan siguen siendo los del circuito folk-rock británico, donde siempre hubo un ejemplar ambiente de camaradería y permitió que las colaboraciones se multiplicaran sin problema alguno en los álbumes de unos y otros.

 

Linda Thompson no es Sandy Denny, pero su voz encaja a la perfección en baladas como ‘Withered And Died’, ‘Has He Got A Friend For Me’ o ‘Down Where The Drunkards Roll’, en esta última acompañada también por Simon Nicol (Fairport Convention) y Trevor Lucas (Fotheringay y en 1974 ya en Fairport Convention). Aunque la gran obra de arte para la posteridad de Linda como cantante llega en la evocadora ‘The Great Valerio’, una composición que muestra una economía de medios asombrosa para lo que consigue con tan pocos elementos empleados: hablarnos de la grandeza de la creación artística y de la incomprensión que a veces han recibido los grandes autores de la historia, todo de una manera entre tétrica y solemne. Cada vez que Linda canta “How we wonder, how we wonder”, sobrecoge por su expresividad desgarradora. En el polo opuesto, la canción que da título al álbum es de las más amigables que podemos encontrar en el repertorio de Richard, gracias a una letra que expresa la felicidad que llega con el fin de semana, momento ideal para olvidar las penas semanales normalmente asociadas a los trabajos que producen insatisfacción en sus ejecutantes. Para expresar esa jovialidad se ayuda de una banda de músicos de viento.

 

Igual que ocurriera en su disco de debut, canciones que aparentemente suenan más discretas en el fondo no lo son tanto. Por ejemplo, ‘When I Get To The Border’ suena agradable pero nada sorprendente, sin embargo presenta una interesante segunda parte instrumental de regusto tradicional. Y es que seguimos encontrando temas de carácter tradicional como ‘We Sing Hallelujah’, pues Richard todavía no se acaba de abrir completamente a otros estilos, sino que ello será más bien el fruto de una evolución gradual que verificaremos con el transcurso de los años. La más brillante en este estilo es ‘The Little Beggar Girl’, la cual engancha tanto por su ritmo más ágil como por su melódica parte vocal a dúo y los grandes pasajes instrumentales de guitarra y acordeón. La extensa introducción de guitarra de ‘The Calvary Cross’ no hace pensar que luego vendrá una contemplativa balada de emotiva parte vocal (incluidos unos memorables coros de Linda), que podría durar mucho más tiempo sin dejar de sobrecoger, también por la carga expresiva de una letra entre mística y humana que nos transporta a tiempos de solemnidad y nobleza: “I was under the Calvary Cross / The pale-faced lady she said to me”. De hecho, el tema acaba en un fade-out, única manera de finalizarlo con gusto y de dejarnos con ganas de más.

 

En ‘The End Of The Rainbow’ Richard se reserva una excepcional balada de tempo medio para cantarla él mismo, donde vuelve a demostrar su capacidad para transmitir sentimientos mediante una demoledora historia de alguien destinado a una vida sin alicientes y aparentemente delictiva, sin capacidad para sentir una empatía y un amor hacia los demás que solo pudo experimentar brevemente como bebé en los brazos de su madre, sufriendo en su lugar agresividad y violencia durante su vida. La melodía del estribillo es excepcional, muy expresiva y al mismo tiempo desalentadora y sin lugar a la esperanza: “There's nothing at the end of the rainbow / There's nothing to grow up for anymore”.

 

En definitiva, esta primera colaboración de la pareja Thompson se convierte al mismo tiempo en un disco de transición hacia un estilo más personal y en un pico creativo que situará artísticamente a Richard Thompson en un nivel muy superior al de cualquier otro artista que hubiera salido del movimiento del folk-rock británico. Uno de esos discos que con cada nueva escucha llegan todavía más adentro. Música eterna y atemporal.

HOKEY POKEY

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

1) Hokey Pokey (The Ice Cream Song); 2) I'll Regret It All In The Morning;

3) Smiffy's Glass Eye; 4) The Egypt Room; 5) Never Again; 6) Georgie On A Spree;

7) Old Man Inside A Young Man; 8) The Sun Never Shines On The Poor;

9) A Heart Needs A Home; 10) Mole In A Hole.

Manteniendo más o menos a los mismos músicos del disco anterior, incluido su excompañero de Fairport Convention Simon Nicol, Richard Thompson volvió con nuevo material que estilísticamente no se aleja mucho de su predecesor, por lo que el factor sorpresa desaparece. Aun así, la vertiente intimista en la que envuelve buena parte de los temas y la inspiración melódica que le permite crear composiciones de impacto emocional asegurado, convierten esta nueva entrega en otro muestrario de sentimientos. Tener a Linda a su lado resulta ideal porque tiene una voz agradable pero sobria, sin recargas tímbricas ni excesos silábicos, que es también expresiva según los estados de ánimo que pretenda transmitir.

 

Para tener un arranque más alegre y siguiendo la estela más pop y agradable de ‘I Want To See The Bright Lights Tonight’, aquí tenemos ‘Hokey Pokey (The Ice Cream Song)’, la cual representa una manera amistosa de iniciar un disco aunque la guitarra suene bastante afilada en contraposición. En la misma vertiente se mantiene ‘Georgie On A Spree’, con un estribillo más elaborado por lo extenso, para narrarnos la irónica historia de Isabel, quien se busca un novio rico (aparentemente) para disfrutar de los celos que provoca y luego un inesperado día queda abandonada. E igualmente para acabar con un punto de humor se deja para el final la versión del tema folk ‘Mole In A Hole’, donde los primeros versos dicen “Like the flowers, like the bees, like the woodlands and the trees / I like the Byrds on their LP's”. Ya no asistimos a la catarsis emocional que resultaba de finalizar un disco con ‘The Great Valerio’.

 

Lo mejor del álbum son las grandes baladas con sentimiento cantadas por Thompson como voz principal (no porque sea hombre ni nada por el estilo, por supuesto), que llegan aquí por partida doble. Primero con ‘I'll Regret It All In The Morning’ y luego con la inolvidable ‘The Egypt Room’. Esta última viene precedida por una introducción de estilo oriental, para luego ofrecernos unas melodías vocales de las que traspasan todas las capas dérmicas, pues cada vez que canta “Don’t be late” transmite una emoción indescriptible. Su amigo Nick Drake hubiera estado muy orgulloso de él. En ‘I'll Regret It All In The Morning’ no se queda lejos, aunque los instrumentos destacan menos para no ensombrecer la conmovedora letra sobre ese personaje alcoholizado incapaz de mostrar sentimientos salvo su arrepentimiento a la mañana siguiente. ‘Old Man Inside A Young Man’ parece más discreta en su inicio, hasta que llega su glorioso estribillo (“I’m an old man inside a young man / You’ve got to take it while you can”) mediante el que cobra una fortaleza soberbia y vuelve a emocionar hondamente. De todas maneras, Richard sigue dejando espacio para que su mujer Linda brille en baladas acústicas como ‘Never Again’ o ‘A Heart Needs A Home’, ambas con el piano como instrumento principal de acompañamiento.

 

En lo musical, ‘Smiffy's Glass Eye’ sigue la vertiente tradicional británica, donde el violín y el acordeón se complementan a la perfección, aunque en este caso es para narrarnos la desoladora historia de Smiffy, quien por un defecto físico sufre burlas y comentarios durante toda su vida. Eso provoca como reacción un odio acumulado, es decir, un nuevo castigo que  no merecía. Así, el extraño intermedio de la canción donde se escuchan voces no es sino el reflejo de esos comentarios insensibles. Y es que sensibilidad es lo que demuestra Thompson hacia los más desfavorecidos, puesto que ‘The Sun Never Shines On The Poor’ es otro ejemplo en el que demuestra una conciencia social loable, puesto que la pobreza económica es algo muchas veces impuesto por los acontecimientos de la vida, pero la pobreza moral paradójicamente suele posarse donde está el dinero (“But most of the people are poor in the heart / It's the worst kind of poor, it's the worst kind of poor you can be”). Además, el incipiente interés de Thompson por nuevos estilos en los que dejar su impronta queda reflejado en esa especie de vals (o a eso parece recordar) de su animoso ritmo.

 

En definitiva, estamos ante otro buen disco –como la mayoría de los que ha grabado– al que únicamente se le puede objetar la falta de avances en el apartado musical. Pero la gran técnica de guitarra está ahí, así como sus interesantes letras y la honestidad que transmite su música. Ya habrá tiempo para ir diversificándose y de momento demostraba que lo que sabía hacer lo hacía muy bien y que sabía rodearse de buenos músicos.

POUR DOWN LIKE SILVER

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

1) Streets Of Paradise; 2) For Shame Of Doing Wrong; 3) The Poor Boy Is Taken Away; 4) Night Comes In; 5) Jet Plane In A Rocking Chair; 6) Beat The Retreat;

7) Hard Luck Stories; 8) Dimming Of The Day/Dargai;

[BONUS TRACKS:] 9) Streets Of Paradise (live); 10) Night Comes In (live).

La portada de este álbum no era un simple montaje con algún propósito artístico, sino que evidenciaba la conversión de Richard (y de Linda, tal como vemos en la contraportada) a la religión musulmana, en concreto al sufismo. Esta nueva fase personal no afectaría estilísticamente al sonido (que nadie espere música para la danza del vientre) pero sí a un viaje introspectivo en el tono general del álbum.

 

Esta conversión a una nueva religión supondría también una mayor ocupación mental hacia una nueva serie de hábitos que de alguna manera podrían afectar a la producción musical. Y el caso es que parece que la creatividad se quedó un tanto aparcada. Abundan las piezas acústicas a las que en general les falta algo más de gancho o melodía como en anteriores ocasiones, pues de otra manera se olvidan rápidamente (‘The Poor Boy Is Taken Away’, ‘Beat The Retreat’) y nos hacen preocuparnos sobre el estado creativo de Richard en ese momento. El ordinario country de ‘Hard Luck Stories’ tampoco nos quita esa preocupación, aunque al menos puede escucharse un habilidoso solo de guitarra eléctrica hacia la mitad. Y de ‘For Shame Of Doing Wrong’ podríamos decir que adolece de un estribillo poco inspirado.

 

La balada final ‘Dimming Of The Day’ transmite al menos un poco de emoción y se enlaza con la tonada tradicional ‘Dargai’, tocada de manera introspectiva y únicamente por Thompson y su guitarra acústica. La animada ‘Jet Plane In A Rocking Chair’ aporta algo de alegría y optimismo a lo que es otro disco de tintes sombríos. Lo mejor llega con su memorable estribillo: “Here comes the real thing I’ve been waiting / For so long”, sobre todo en el giro melódico al cantar esas últimas palabras.

 

El título del álbum proviene de uno de los versos de ‘Night Comes In’, tema épico de emotiva parte vocal y con un impresionante final instrumental de unos tres minutos donde la guitarra eléctrica de Thompson brilla con luz propia, mucho más todavía en la versión en directo que se incluye en los bonus tracks y en la que se marca un dueto con el acordeón de John Kirkpatrick. Esta coda instrumental demuestra la grandeza como músico de este infravalorado guitarrista. Y bueno, para acabar no podemos dejarnos olvidada a ‘Streets Of Paradise’, otra nueva pieza épica con prominente acordeón que, de haber tenido un mejor remate en el estribillo, habría sido otro tema imprescindible de Thompson. No siendo el caso, queda igualmente como una canción destacada y que vale la pena escuchar, sobre todo su parte final instrumental que acaba en fade-out justo cuando empieza a ponerse interesante.

 

En definitiva, estamos ante un pequeño paso atrás en la progresión de Thompson, quien sentiría pronto la necesidad de apartarse de la música durante un tiempo y definir su propia vida. Un paso necesario para toda persona que necesite pensar en quién es y qué es lo que quiere en la vida. Richard lo hizo y el tiempo demostró que fue una sabia decisión.

FIRST LIGHT

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

1) Restless Highway; 2) Sweet Surrender; 3) Don't Let A Thief Steal Into Your Heart; 4) The Choice Wife; 5) Died For Love; 6) Strange Affair; 7) Layla; 8) Pavanne;

9) House Of Cards; 10) First Light.

Tres años hubieron de transcurrir para que Richard y Linda volvieran a sentir la llamada musical y se decidieran a proseguir su carrera. La casualidad hizo que Richard coincidiera como músico de sesión junto a otros tres estadounidenses que así mismo estaban grabando por esa época lo que sería el álbum homónimo de George Harrison de 1979. Así pues, Thompson aprovechó el interés que tenían esos músicos por grabar con él y se lanzaron al estudio a darle forma a las composiciones nuevas que había ido guardándose. Por cierto, uno de esos tres músicos estadounidenses es el batería Andy Newmark, músico omnipresente que ha grabado con otros grandes nombres como John Lennon, David Bowie, Pink Floyd (cuando Waters decidió en The Final Cut que Mason no valía para su propósito) o los últimos Roxy Music.

 

Como cabía esperar tras unos años de meditación, el tono general del álbum es reposado pero tampoco monocorde, lo cual da pie a incluir cosas como ‘Don't Let A Thief Steal Into Your Heart’, de aires disco para proporcionar un punto animado al álbum, aunque tampoco es gran cosa. Quizá fuera una exigencia de la discográfica para que tuviera algún gancho que le subiera al carro de las nuevas modas musicales, ya que su imagen no hubiera encajado con el movimiento punk. No hay muchos más momentos animosos en el disco. Aunque el título de ‘Layla’ está indisolublemente asociado al famoso tema de Eric Clapton, no es ninguna versión sino uno de esos temas de animado folk-rock más característicos de Richard Thompson, de los que podría componer en cinco minutos. Bueno, en este caso lo podríamos dejar en tres minutos, porque el estribillo de “la, la, la's” es de todo menos currado.

 

No hay tampoco mucho lugar para la evolución ni para la experimentación con nuevos estilos, salvo detalles puntuales como en ‘Restless Highway’, el cual representa una mezcla curiosa de aires country con instrumentos folk británicos, aunque más curioso resulta que las primeras notas escuchadas traen a la memoria algún pasaje de Quadrophenia de The Who. Es más previsible encontrar una vuelta a los orígenes acústicos, tal cual ocurre en temas como el instrumental ‘The Choice Wife’, que recoge las raíces folk de Thompson, así como en ‘House Of Cards’, que podría haber encajado a la perfección en el segundo o tercer álbum de Fairport Convention. Cabe destacar en él el solo entre guitarra y acordeón que se incluye, pues suena exótico y podrían haberlo extendido más. Y si buscamos alguna pieza discreta y agradable de acordeón, tenemos ‘Died For Love’.

 

Entre los temas más tranquilos no vamos a encontrar sorpresas. En el caso de ‘Sweet Surrender’ incluso encontramos ecos de ‘A Heart Needs A Home’, pero sin dejar por ello de ser una bella balada que se despega de su aparente inicio edulcorado gracias a su estribillo “You make me weak, when you touch my hand”. También encontramos en ella pruebas evidentes de su entonces practicado islamismo: “Sweet surrender, oh sweet surrender / Allah, Allah, Allah”. Mucho más letárgica resulta ‘Strange Affair’, lo más flojo del álbum. En lo concerniente a ‘Pavane’, es la única canción compuesta conjuntamente por la pareja. La interpretación de Linda es una demostración de que los buenos cantantes logran ensalzar temas discretos.

 

Al final nos queda ‘First Light’ como la única joya de este disco: elaborados arreglos que incluyen una percusión más detallista de lo que aparenta, una emotiva parte vocal, un memorable solo de guitarra de los que honran a Richard como músico. Una lástima que no haya más momentos así, pero al menos puede tomarse como un rayo (una luz) de esperanza de que la genialidad ahí seguía tras haber estado retirado del mundo de la música durante su etapa religiosa. La humanidad salía ganando con esa decisión.

SUNNYVISTA

Año de publicación: 1979 

Puntuación:

1) Civilisation; 2)  Borrowed Time; 3)  Saturday Rolling Around;

4) You're Going To Need Somebody; 5) Why Do You Turn Your Back?;

6) Sunnyvista; 7) Lonely Hearts; 8) Sisters; 9) Justice In The Streets;

10) Traces Of My Love; 11) Georgie On A Spree.

La carrera de los Thompson ya no se detenía y además proseguía con su disco más alegre hasta la fecha. Y no es que abunden álbumes así en la discografía de Richard, por mucho que este demuestre en directo que es una persona con humor. Volvieron aquí a rodearse de sus músicos de confianza, normalizando así el retorno y permitiendo proporcionarle una cierta continuidad con el resto de su carrera anterior.

 

El comienzo enérgico del álbum mediante ‘Civilisation’ ya deja de entrada buenas sensaciones porque además es una canción no exenta de crítica, debido a su letra crítica con la sociedad consumista e hipócrita que caracteriza la vida moderna, resultado de la impersonalidad, indiferencia e individualismo que caracteriza el desarraigo derivado de la formación e incremento de los grandes núcleos poblacionales. Como ya se ha dicho, Richard es un tipo con mucho humor (solo hay que ver algunos recitales suyos), aunque en su música no sea eso lo más característico. A destacar en el citado tema el solo de acordeón, seguido de lo que parece una flauta hindú y otros sonidos poco habituales, cada cual más estrambótico. Este inicio de álbum no decae en la siguiente ‘Borrowed Time’, donde no falta el correspondiente solo de guitarra al final para dejar claro que ha vuelto el Richard Thompson más rockero. Tanta marcha imprime al disco que hasta encontramos en ‘Justice In The Streets’ algo todavía no visto: a Thompson haciendo funky y demostrando su versatilidad con la guitarra, una de sus más destacadas cualidades, aunque en este caso la composición no es gran cosa.

 

Pero para un alma tan personal como la de Richard, debe haber también lugar para la calma y la introspección. Las composiciones lentas se encuentran en la segunda mitad del álbum, como si no hubiera querido romper el buen rollo que se acumula siguiendo la secuencia de canciones del álbum, justo hasta que llega ‘Lonely Hearts’, una balada de aires country exacerbados por el empleo de lo que parece una pedal steel guitar, que por otra parte es lo único destacado que tiene, ya que la participación de Gerry Rafferty en los coros pasa desapercibida. Precisamente Rafferty será una persona clave en la continuación de la carrera de esta pareja. En cuanto a ‘Sisters’, es una relajada balada para mayor lucimiento de Linda y también para que Richard introduzca un sentido solo de guitarra. Tal como ha ocurrido con anterioridad con otras composiciones lentas de Richard, ‘Traces Of My Love’ bordea por momentos lo que separa lo edulcorado de la autenticidad emocional, problema salvado aquí eventualmente gracias al cambio de ritmo introducido mediante el verso “When I lay on my bed / I find no rest, instead I seem to see”, pero tampoco consigue que se eleve por encima de lo agradable sin más.

 

Los aires más distendidos pero al mismo tiempo menos interesantes llegan con la pieza ligera, algo infantiloide, ‘Saturday Rolling Around’. La otra canción ligera pero de estribillo más elaborado es la ya conocida ‘Georgie On A Spree’, originalmente en Hokey Pokey, aquí con la letra algo cambiada debido a que se personalizó más para su empleo en una serie de televisión de la BBC. Es un tema pasable, igual que el convencional ‘You're Going To Need Somebody’.

 

Nos quedan por tanto las dos mejores canciones del disco. Por un lado está ‘Why Do You Turn Your Back?’, de ritmo inicial que mantiene un cierto suspense hasta que llega ese magistral giro melódico (“You grew up running into the wind”) y luego el elaborado estribillo que incluso invita a cantar, aunque sea en realidad una invitación a la devoción religiosa. Sin nada en común, ‘Sunnyvista’ comienza como un tango para luego dirigirse hacia el music-hall. No se pierde el tono irónico y mordaz en su nueva denuncia del consumismo y la despersonalización que conlleva, aun poseyendo un tono más trágico. En cierta manera, recuerda el estilo de algunas piezas de La opereta de tres centavos (Die Dreigroschenoper, 1931), la mítica e imprescindible obra de Bertolt Brecht y Kurt Weill. Más concretamente, si atendemos en la parte vocal a esa estructura de recitar en primer lugar para luego engarzarlo con un melódico y poderoso estribillo, es inevitable no pensar en la inolvidable ‘Jenny de los piratas’ (‘Seeräuberjenny’).

 

La irregularidad cualitativa de este álbum no permite darle una mejor valoración, ya que hay demasiados temas de relleno. En cualquier caso, vale la pena conocer las canciones destacadas porque contienen ese toque especial de su compositor, toda una delicatessen musical. Las ventas serían escasas y la discográfica no les renovaría su confianza, así que se sucedían los problemas para poder seguir grabando.

STRICT TEMPO!

Año de publicación: 1981 

Puntuación:

1) New-Fangled Flogging Reel/Kerry Reel; 2) Vaillance Polka Militaire/Belfast Polka; 3) Glencoe/Scott Skinner's Rock/Bonny Banchory; 4) Banish Misfortune;

5) Dundee Hornpipe/Poppy-Leaf Hornpipe; 6) Do It For My Sake; 7) Rockin' In Rhythm; 8) The Random Jig/The Grinder; 9) Will Ye No Cam Back Again; 10) Cam O'er The Stream Charlie/Ye Banks And Braes; 11) Rufty Tufty/Nonsuch à la Mode de France; 12) Andalus/Radio Marrakesh; 13) The Knife-Edge.

Después de quedarse sin discográfica, la siguiente idea de Richard será crear la suya propia y estrenarla con un álbum instrumental en el que Linda no participa, preludio de su futura separación. Aquí el repertorio se nutre completamente de temas tradicionales, con la única excepción de uno de Duke Ellington y una composición original del propio Richard. Para que los costes sean mínimos, el único músico que le acompaña es el gran batería Dave Mattacks, excompañero de Fairport Convention y habitual en su carrera en solitario. Para tratarse casi en su totalidad de música tradicional, es sorprendente la diversidad estilística de los temas seleccionados, pero más sorprendente todavía es comprobar cómo Thompson lo toca todo como si fuera lo más natural para él. Precisamente esa versatilidad que demuestra aquí es el aspecto que lo diferencia y lo eleva al olimpo de los grandes guitarristas del rock.

 

Tenemos un poco de todo, por lo que cabe lo más habitual en la música tradicional, que es el folklore de baile (‘New-Fangled Flogging Reel/Kerry Reel’, ‘Dundee Hornpipe/Poppy-Leaf Hornpipe’) o los aires sureños estadounidenses (‘Will Ye No Cam Back Again’, ‘Vaillance Polka Militaire/Belfast Polka’ con su destacado banjo). En el caso de ‘Glencoe/Scott Skinner's Rock/Bonny Banchory’, es más contemplativa, aunque pasados los tres minutos se anima de tal manera que recuerda a piezas tradicionales similares a las de su época en Fairport Convention. Sorprende que entre todo este repertorio se pueda encontrar una pieza de gran lirismo y emotividad como ‘Do It For My Sake’, pero hemos de recordar el notable bagaje de Richard en la música tradicional. En ‘Rufty Tufty/Nonsuch à la Mode de France’ sabe imprimirle un tono inquietante, alejándonos también de los cánones más universales. Aunque el título de ‘Andalus/Radio Marrakesh’ pueda hacer pensar en una determinada música, en su primera parte no se detecta apenas nada andalusí. La segunda parte más animada e interesante sí que recupera la esencia mediterránea de la música tradicional.

 

El citado tema de Duke Ellington es ‘Rockin' In Rhythm’, un swing para darle todavía más diversidad al álbum, que aparte sorprende a partir de los 1:20 minutos con un ritmo penetrante. La composición original de Thompson es la que cierra el álbum, ‘The Knife-Edge’, de inspiración tradicional y también con influencia de Ry Cooder en su primera parte, aunque cuando entra la sección rítmica hacia la mitad y se anima el asunto, estamos nuevamente en terreno de Fairport Convention.

 

Que este álbum trate sobre música tradicional y no tenga un propósito innovador o creativo, evita que pueda tomarse en consideración a la hora valorar su relevancia en la carrera de Thompson. Pero de todos modos es una perfecta enciclopedia de este estilo y recomendable para quien desee poseer en un mismo disco un amplio muestrario de tonadas de diferente índole. Su versatilidad es su punto fuerte.

SHOOT OUT THE LIGHTS

Año de publicación: 1982 

Puntuación:

1) Don't Renege On Our Love; 2) Walking On A Wire; 3) Man In Need;

4) Just The Motion; 5) Shoot Out The Lights; 6) Back Street Slide;

7) Did She Jump Or Was She Pushed?; 8) Wall Of Death; 9) Living In Luxury.

Sin discográfica que les apoyara y con los altos costes que comporta grabar un disco, hubo de ser Gerry Rafferty quien financiara la grabación de las maquetas que conformarían lo que sería el último álbum de Richard junto a Linda. Pero ahí no acabaron los problemas, porque luego no encontraron quien se hiciera cargo de la producción para su posterior publicación. Hubo de ser el mítico productor Joe Boyd, amigo de Richard desde que produjera algunos álbumes de los primeros Fairport Convention y luego tras la participación de Richard en los dos primeros discos de Nick Drake, quien confiara en estas grabaciones y los fichara para un pequeño sello discográfico de su propiedad. Así, se volvió a grabar todo en los estudios (según Linda, Richard odiaba las maquetas iniciales), más la adición de otros temas nuevos, logrando por fin encauzar de nuevo la carrera de Richard Thompson. Y decimos solo Richard porque los problemas conyugales crecieron hasta provocar la separación del matrimonio, tanto en lo personal como en lo artístico. La portada, en la que Linda solo aparece en un retrato colgado en la pared, es bastante clarificadora. Así pues, este álbum puede tomarse como una versión reducida de Rumours de Fleetwood Mac, ya que aquí solo se ha roto una pareja mientras que en Fleetwood Mac todos tuvieron sus historias.

 

Para comenzar, la letra de ‘Don't Renege On Our Love’ no puede ser más clarividente de la situación sentimental deshecha de la pareja. Bajo un ritmo casi de rockabilly y los deliciosos punteos de Richard, se desarrolla de manera dinámica mientras van cayendo brutales versos como “When my heart breaks it breaks like the weather / If you leave me now it'll thunder forever”. No todo el álbum trata sobre relaciones rotas, ya que por ejemplo la canción que le da título trata sobre un asesino. Eso sí, la solemnidad perfectamente calculada de ‘Shoot Out The Lights’ le hace perder parte del efecto que pretende conseguir. Le faltaría un solo de guitarra más expresivo, aunque sirva para subrayar la técnica impecable de Richard.

 

No pueden faltar temas lentos como pudiera ser ‘Walking On A Wire’, una balada perfecta para la voz dulce y cálida de Linda en la cual el estribillo queda rematado en el emotivo "It's too long / Too long to myself". En cambio, ‘Just The Motion’ es una balada relajada más convencional de duración algo excesiva. Y aunque por su título pudiera parecer un chiste de Eugenio, ‘Did She Jump Or Was She Pushed?’ es una seria balada que juega bien con la tensión musical, si bien no ofrece nada relevante. Por otro lado, una sensación de déjà vu transmite ‘Wall Of Death’ en las estrofas, dejando mejor impresión esa especie de puente que luego se repite de manera instrumental con gran resultado.

 

La rítmica ‘Back Street Slide’ es uno de los temas más pegadizos del álbum, no solo por la parte vocal sino también por la jovial instrumentación plena de detalles que enriquecen el sonido, incluida una parte final instrumental de aires orientales un poco a lo ‘Kashmir’ de Led Zeppelin pero sin intimidar. En cuanto a ‘Man In Need’, se trata de un agradable pop-rock de medio tempo sin mayores complicaciones. La mejor parte es cuando cantan “Who's going to cure the heart of a man in need?” al final del estribillo. Para el final se queda la memorable ‘Living In Luxury’, de pegadiza parte vocal y un inolvidable estribillo instrumental donde los vientos ejecutan una deslumbrante melodía de las que luego cuesta sacarse del cerebro. Originalmente no estaba en el LP, ya que apareció como cara B del single de ‘Don't Renege On Our Love’, así que es todo un acierto que la hayan incluido.

 

Aunque las ventas siguieron siendo muy pobres, con el paso de los años Shoot Out The Lights ha adquirido el status de obra significativa de los años ochenta. Tampoco es el mejor álbum de Thompson como se nombra en muchos sitios, pero es de los más consistentes y por ello merece su reconocimiento. La sinceridad que emanan las letras y la música sobre las turbulencias emocionales de Richard en esa época la convierten en una singular obra dentro de su carrera, pero esta no acaba precisamente aquí, ya que es ahora cuando retoma su trayectoria en solitario (esto es, sin Linda) y comienza su evolución continua para absorber nuevas influencias que colmen sus inquietudes.

HAND OF KINDNESS

Año de publicación: 1983 

Puntuación:

1) Tear-Stained Letter; 2) How I Wanted To; 3) Both Ends Burning;

4) A Poisoned Heart And A Twisted Memory; 5) Where The Wind Don't Whine;

6) The Wrong Heartbeat; 7) Hand Of Kindness; 8) Devonside; 9) Two Left Feet.

Llegamos al primer disco de la nueva era sin Linda. Desde su debut y con la salvedad del distendido álbum instrumental Strict Tempo!, Richard no se había separado de su pareja a la hora de grabar, así que comenzaba una nueva etapa que él afrontaba con optimismo, algo que se refleja de alguna manera en buena parte de las canciones. Siguen con él sus excompañeros de Fairport Convention para darle forma al acompañamiento rítmico y permitir una continuidad en la parte técnica, así como Joe Boyd a los mandos en la producción y editando en su pequeño sello Hannibal Records. En principio, no parecía que nada fuera a ir mal porque la ausencia de Linda únicamente significaba perder un registro vocal diferente, pero en la práctica observamos a un Richard errático en la composición, de tal manera que se limita a desarrollar ideas ya suficientemente implementadas con anterioridad y a facturar un álbum sin pretensiones y sin demasiada sustancia artística.

 

Los primeros temas que encontramos nada más comenzar a escuchar el disco, ciertamente no auguran ninguna esperanza. Que canciones como ‘Tear-Stained Letter’ suenen divertidas (incluso se menciona a The Clash en la letra) no significa que cualitativamente sean destacables, ya que suena todo demasiado simplón y la introducción del siempre conflictivo saxofón no ayuda a enmendar nada. De igual manera la historia de la yegua en ‘Both Ends Burning’ no resulta muy atractiva, además de que parece una reescritura sin inspiración de ‘Back Street Slide’. En cuanto a ‘How I Wanted To’, es una aburrida balada que en la voz de Linda probablemente hubiera mejorado, ya que Richard parece que esté rebuznando en algunos momentos.

 

La New Wave todavía no había hecho mella en Thompson, quien se mantenía todavía en un estilo más clásico y reconocible en él, aunque en ‘Where The Wind Don't Whine’ ya se atisba la influencia de las corrientes musicales de los años previos en su peculiar sonido de guitarra, pero lo mejor es su segunda mitad devota casi por completo de un magnífico solo marca de la casa. Es de lo poco salvable del álbum junto al tema que le da título, de calculada solemnidad y expresivo estribillo, pero que no se hace nada largo para durar seis minutos.

 

En un disco tan flojo, temas de relleno como ‘A Poisoned Heart And A Twisted Memory’, ‘Devonside’ o ‘The Wrong Heartbeat’ (donde su inicio recuerda a la conocida ‘On Broadway’) destacan más entre tanta mediocridad y al menos nos dejan algunos solos de guitarra del maestro como premio, que ya es algo. Para intentar dejar una sonrisa al final, deja la composición de patrón tradicional ‘Two Left Feet’, donde el solo de saxofón es lo más novedoso para una canción que podría haber pasado por una versión de los Fairport Convention contemporáneos, dedicados casi por completo a la interpretación de temas tradicionales. Pero es por eso mismo que no llama la atención y, salvo que un@ tenga ganas de bailar música de este tipo, más bien la rechazará como una manera rápida de rellenar espacio en el disco sin esforzarse mucho. Ni este principio ni este final es lo que deseamos de Richard Thompson, quien en su primer intento en solitario facturaba uno de los peores álbumes de su carrera, el peor quizá. Menos mal que, a base de esfuerzo y dedicación, todo iría mejorando en los siguientes años.

SMALL TOWN ROMANCE

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Time To Ring Some Changes; 2) Beat The Retreat; 3) Woman Or A Man;

4) A Heart Needs A Home; 5) For Shame Of Doing Wrong; 6) Genesis Hall;

7) Honky Tonk Blues; 8) Small Town Romance;

9) I Want To See The Bright Lights Tonight; 10) Down Where The Drunkards Roll;

11) Love Is Bad For Business; 12)  The Great Valerio;

13) Don't Let A Thief Steal Into Your Heart; 14) Never Again; 15) How Many Times Do You Have To Fall; 16) Roll Over Vaughn Williams; 17) Meet On The Ledge.

Como ya vimos con anterioridad, para cuando se publicó Shoot Out The Lights los Thompson (Richard y Linda) ya no eran pareja más allá de lo profesional, lo cual no fue óbice para que ambos salieran de gira por Estados Unidos junto al resto de músicos para promocionarlo. De manera análoga, durante su etapa como dúo ya habían actuado solos con la guitarra de Richard como único acompañamiento, al menos en programas de televisión, por lo que, en las circunstancias ahora descritas, no era tampoco una sorpresa que Richard realizara también algunas pequeñas giras por Estados Unidos él solo con su guitarra acústica, que es lo que hizo también durante 1982 y se recoge aquí en parte. Toda una demostración de seguridad en sí mismo. Lo que sí sorprende comprobar aquí es que no hay absolutamente nada de Shoot Out The Lights, como si necesitara cerrar una puerta para comenzar una nueva etapa.

 

Esa necesidad de expresar la necesidad de cambio viene muy bien ejemplificada en la letra e ímpetu de la primera canción, la inédita ‘Time To Ring Some Changes’, toda una declaración de intenciones. Si se echa en falta de verdad a Linda, eso es sin duda en ‘The Great Valerio’, probablemente la mejor interpretación de su carrera. La voz de Richard, aun siendo rica en sutilidad y expresividad, no puede alcanzar toda la dimensión de Linda, quien lograba un singular e inigualable equilibrio entre épica, nostalgia y pesadumbre. Pero por lo demás, Richard demuestra que como cantante es también muy expresivo y despliega una sinceridad y autenticidad que cautivan casi tanto como su guitarra. La emotiva ‘Genesis Hall’, escrita por él para el tercer disco de Fairport Convention, puede tomarse como un homenaje a su excompañera en la banda Sandy Denny, tristemente fallecida en 1978. Era ella quien la cantaba originalmente en una inolvidable interpretación. También hemos de recordar que los temas de Unhalfbricking nunca fueron interpretados en directo debido al accidente de tráfico que sufrieron y que les costó la vida al batería y a la novia de entonces de Richard Thompson, una diseñadora a la cual rindió homenaje un consternado Jack Bruce en el título de su álbum de debut tras la disolución de Cream. Pero no nos desviemos más de lo verdaderamente relevante: la extraordinaria interpretación vocal de Richard, que no puede compararse a la de Sandy por motivos obvios pero que abruma por su enorme carga emotiva y la sinceridad que transmite en toda esa emoción, como si estuviera pensando en ese momento en su amiga fallecida.

 

Los temas conocidos tampoco son reveladores porque la mayoría de ellos ya eran de base acústica en origen, pero eso no quita que nos llevemos alguna sorpresa como con la ejecución instrumental de ‘Roll Over Vaughn Williams’, que la vuelve irreconocible ya que, tocada de manera más rápida y con la guitarra acústica, se destapa como una tonada folk similar a las de bailes tradicionales. También se agradece que recupere ‘Meet On The Ledge’ de su añorada etapa en Fairport Convention, puesto que es una de las primeras magníficas canciones que compuso en esos inicios.

 

Echando un vistazo al repertorio podemos comprobar que hay bastantes canciones inéditas aparte de la ya señalada anteriormente y solo una de ellas es una versión, que es el caso de ‘Honky Tonk Blues’, un tema del malogrado Hank Williams que únicamente sirve para subrayar la técnica de Thompson. ‘Small Town Romance’ es una lúcida reflexión sociológica sobre la mentalidad retrógrada que subyace en los pueblos más escondidos (lo que aquí llamaríamos la España profunda) respecto a una visión más abierta del amor, donde no hay intimidad y donde los rumores se expanden, muchas veces derivados del rencor o las frustraciones propias de quienes los propagan: “There’s too many jealousies / Old maids with long gone lovers / Old flames with bad memories”. La letra de ‘How Many Times Do You Have To Fall’ bien podría aplicarse a la carrera de Thompson, ya que en los momentos más complicados supo levantar la cabeza y seguir hacia delante. El título de ‘Love Is Bad For Business’ es lo que en castellano se traduciría como “Donde tengas la olla…”, pero tampoco parece que sea un mensaje hacia su expareja. Lo mejor es el cambio de tono en el estribillo ya que, cuando parece que todo se va a limitar a cantar el título en un registro alto, llega ese genial giro con los versos (“Empties the tills and it don’t pay the bills / It’ll do you no good”). Por otro lado, la broma de ‘Woman Or A Man?’ está cantada al estilo folk tal como lo hacía el primerísimo Dylan, es decir, como los cantantes folks estadounidenses de aquella época.

 

Las evidentes limitaciones del formato de voz y guitarra acústica no permiten que este álbum pueda destacar mucho. Aun así, para un guitarrista del nivel de Thompson, gran cantante también, este disco supera con creces las expectativas creadas alcanzando momentos de fuerte emotividad, que son los que han forjado su carrera y sus actuaciones en directo, las cuales son acústicas con bastante asiduidad. Él y su guitarra se bastan para entretener y emocionar. Y si la emoción va unida a unas estupendas interpretaciones de un insigne guitarrista, el resultado es para recomendarlo humildemente.

2020

ACROSS A CROWDED ROOM

Año de publicación: 1985

Puntuación:

1) When The Spell Is Broken; 2) You Don't Say;

3) I Ain't Going To Drag My Feet No More; 4) Love In A Faithless Country;

5) Fire In The Engine Room; 6) Walking Through A Wasted Land;

7) Little Blue Number; 8) She Twists The Knife Again; 9) Ghosts In The Wind;

[BONUS TRACK:] 10) Shine On Love.

Richard Thompson - Across a Crowded Room

2020

La adaptación de Richard Thompson a los nuevos tiempos, en los términos en que esto podía ser factible, no pudo ser más satisfactoria para encontrarnos en el año 1985, ya que los sintetizadores brillan por su ausencia y eso es todo un logro por sí mismo. Los músicos que le acompañan son más o menos los habituales de los últimos años, destacando sus excompañeros de Fairport Convention: el guitarrista Simon Nicol y Dave Mattacks en la batería, este último perdiendo algo de brillo respecto a sus grandísimas aportaciones de los setenta. Pero a Richard se le ve con ganas de pasar página a su pasado reciente y apostar por hacerse un hueco en la escena musical sin complejos de ningún tipo.

 

La incursión tardía en la New Wave llega por la puerta grande mediante los dinámicos ritmos de ‘You Don't Say’, bien aderezado por unos espléndidos solos de guitarra que engrandecen la canción hasta niveles propios de los Talking Heads. La coda donde se transfunden la voz de Richard con la de la cantante Christine Collister y el resto de los coros es de una gran belleza. La canción con la cual pretende divertir al público es con seguridad ‘Little Blue Number’, debido a su dinámico ritmo y joviales melodías vocales. ‘Walking Through A Wasted Land’ resulta entretenida, pero quizá se repiten demasiado esos “Walk down” para que deje una impresión duradera. En cambio, el ritmo de ‘Fire In The Engine Room’ se vuelve demasiado molesto, como si quisiera transmitir el desasosiego de un incendio real.

 

La perfecta ambientación sombría creada en ‘When The Spell Is Broken’ entre el tono de la instrumentación y la voz afligida de Richard, crea una magia especial y transmite un alto desgarro emocional por su letra sobre ese hechizo sentimental que un día se rompe entre dos personas (aunque sea unilateral) y ya nada puede ser igual ni hay vuelta atrás. La pesadumbre por una relación rota sobrevuela la letra de ‘Ghost In The Wind’ junto a la lánguida voz de Richard, quien logra transmitir ese dolor incluso mejor que con su guitarra, por aquello que una vez fue y luego se acabó. Aunque también tenemos el ejemplo contrario en ‘She Twists The Knife Again’, donde relata lo que es una relación tóxica con crueldad manifiesta y se palpa la desesperación del protagonista.

 

La extrema lentitud de ‘Love In A Faithless Country’ puede desesperar a más de un@ si no tiene paciencia, ya que juega con la tensión musical y emocional y es a partir de los dos minutos cuando realmente despega, incluyendo un sensacional solo de guitarra. Por otro lado, la sección instrumental central de ‘I Ain't Going To Drag My Feet No More’, donde suena un sencillo pero irresistible acordeón, es lo mejor y casi lo único que puede ofrecer.

 

Como ocurría en Shoot Out The Lights, vuelve a ser una canción adicional de última hora la que aporte alegría al disco, esta vez mediante ‘Shine On Love’, de memorables melodías vocales y con unos pasajes instrumentales que transmiten toda la felicidad posible en contraste con lo que ha sido el resto del álbum. En conjunto, no estamos precisamente ante una obra perfecta pero sí bien equilibrada, con algunas fenomenales composiciones que hacían albergar esperanzas de futuro respecto a la adaptación de Thompson a los nuevos tiempos. No es nada fácil conseguir sonar original cuando se entra en terrenos musicales nuevos, pero aquí la prueba está más que superada.

DARING ADVENTURES

Año de publicación: 1986

Puntuación:

1) A Bone Through Her Nose; 2) Valerie; 3)  Missie How You Let Me Down;

4) Dead Man's Handle; 5) Long Dead Lane; 6) Lover's Lane; 7) Nearly In Love;

8) Jennie; 9) Baby Talk; 10) Cash Down, Never Never;

11)  How Will I Ever Be Simple Again; 12) Al Bowlly's In Heaven.

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No se sabe bien si fue idea suya o fue presión de la discográfica para publicar un disco más comercial, pero el caso es que Thompson vulgarizó su sonido para estandarizarlo mucho más de lo conveniente. Es probable que la culpable de tal giro fuera la compañía discográfica, puesto que este álbum se vendió muy poco y por ello le indicaron amablemente donde estaba la puerta de salida para no volver a entrar más. Para estos menesteres Richard ya no quiso a Joe Boyd en la producción y esas tareas las asumió un entonces casi novel Mitchell Froom, quien no tiene problemas para dirigir la música hacia esa vertiente más comercial. Se rodeó de nuevos músicos donde muy pocos repiten, entre ellos la cantante Christine Collister, pero todos con menor protagonismo porque la estandarización del sonido no permite muchos lucimientos.

 

El mayor y obvio problema de este álbum es que forzar la comercialidad no es una opción recomendable, como tampoco lo es forzar la inspiración. En el mundo de la música (o de la literatura) hay múltiples ejemplos de grandes músicos o escritores que componían por encargo, que sería el caso aquí, pero la gran diferencia es que estos genios artísticos hacían por encargo lo que ellos mismos habrían hecho por libre, con la única diferencia del factor tiempo como elemento crucial, ya que todos necesitaban ganar dinero con la mayor frecuencia posible (sobre todo Bach, con una prole de veinte hijos). En el caso de Richard Thompson, él no se había dedicado a hacer música comercial; o al menos, si nos fijamos en Across A Crowded Room, lo había hecho con la originalidad en mente y creando notables composiciones que incluyeran algo de las nuevas tendencias. En consecuencia, comprobamos aquí que la conversión en un músico comercial sin más no le sale. Lo de Thompson ha ido siempre de sentimientos profundos, no de sentimientos superficiales.

 

Todo ello nos lleva  a una travesía por la mediocridad pop-rock que en realidad podría haber sido mucho peor, pero Richard cuando menos demuestra que sabe estructurar una composición y que sea mínimamente aceptable. Encontraremos demasiada música de relleno, lo cual vuelve imposible recordar canciones como ‘Dead Man's Handle’ o ‘Cash Down, Never Never’ una vez han acabado. ‘How Will I Ever Be Simple Again’ es la típica balada acústica que no hace falta ser un maestro de la guitarra para tocarla bien y en ‘A Bone Through Her Nose’ solo son aceptables los últimos cuarenta segundos instrumentales, todo lo demás es de una mediocridad exasperante en este autor. Al menos ‘Long Dead Lane’ o ‘Nearly In Love’ poseen potentes estribillos que aguantan consiguientes escuchas. La canción más larga del álbum es ‘Jennie’ y dura más de cinco minutos, de tal manera que su lentitud torna en aburrimiento demasiado pronto.

 

El Richard Thompson expresivo que sabe extraer emoción tanto de notas musicales como de su voz apasionada lo encontramos aquí de forma convincente en ‘Missie How You Let Me Down’. Es uno de los escasos momentos de exigua gloria que podremos encontrar en este disco. Otro buen ejemplo es ‘Valerie’, que recoge el espíritu del primer rock'n'roll vitalista de los años cincuenta. Pero pretender repetir la misma jugada más adelante en ‘Baby Talk’ es ya redundante y, por tanto, totalmente superfluo. La intrigante percusión de ‘Lover's Lane’ crea expectativas que luego no se cumplen porque este tema no acaba de arrancar y ni siquiera podemos escuchar la guitarra más allá de algunos punteos sueltos. Así pues, la profesionalidad y madurez que había alcanzado Richard pero que aquí apenas aflora sí que aparece al final en ‘Al Bowlly's In Heaven’, un homenaje a ese músico de jazz de la primera mitad del siglo XX en un estilo probablemente similar a lo que hacía Bowlly en su época.

 

Algunos temas de este disco podrán encontrarse repetidamente en álbumes en directo de Thompson, pero que ello no nos lleve a engaño porque se trata de una obra totalmente prescindible. No resultaba alarmante en ese momento porque nos encontramos en el año 1986, el paradigma del mal gusto musical sobre todo para los músicos veteranos de entonces que pretendieron sonar modernos. Pero en el caso de Richard, veremos que era el comienzo de una sequía creativa algo duradera tan solo salvada parcialmente por sus próximas colaboraciones con los músicos vanguardistas French, Frith y Kaiser.

LIVE, LOVE, LARF & LOAF

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Wings À La Mode; 2) Killerman Gold Posse; 3) Where's The Money?;

4) Hai Sai Oji-San; 5) Drowned Dog Black Night; 6) Surfin' U.S.A.; 7) DrumBo Ogie;

8) A Blind Step Away; 9) The Second Time; 10) Tir-Nan-Darag;

11)  Disposable Thoughts; 12) Bird In God's Garden/Lost And Found;

13) The Same Thing.

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Este álbum fue grabado en una colaboración con otros tres músicos provenientes de la música vanguardista y experimental, dos de ellos guitarristas y el tercero baterista. Los guitarristas eran Fred Frith (forjado en el grupo de pura experimentación Henry Cow) y Henry Kaiser, mientras que la batería corría a cargo de John French, conocido por acompañar a Captain Beefheart en diferentes etapas, incluida la última antes de su abandono de la música. A priori, era justamente Richard Thompson quien en principio no encajaba en este cuarteto, pero estos excelentes músicos no se juntaron para dedicarse a experimentar sin más, sino que la inclusión de Thompson aseguraba un propósito más accesible para el oyente. Cabe destacar también que las labores de productor las realiza Kaiser.

 

‘Wings À La Mode’ es una buena carta de presentación de lo que vamos a encontrar en este álbum, una música que busca la experimentación pero sin eludir un compromiso de ser accesibles al mismo tiempo. Lo mejor que tiene son esas paradas súbitas en lo que parece un estribillo instrumental, sobre todo porque encontramos una parte rítmica variada, por algo su autor es French. Algo similar en tono resulta ‘The Second Time’, pero con una parte vocal más melódica que lo convierten en uno de los temas más agradables y directos en cuanto a su sencillez estructural. Tan solo encontraremos un tema decididamente antimelódico, que es ‘Disposable Thoughts’. El título ‘DrumBo Ogie’ lo podemos escribir mejor como Drum Boogie para describir lo que en realidad es un solo de batería de cinco minutos de French, a quien apodaban Drumbo cuando estaba con Captain Beefheart. A este último seguro que le encantaría, en caso de haberla escuchado, la valiente y excéntrica fusión de rockabilly y punk que encontramos en ‘Where's The Money?’.

 

Un papel protagonista en la composición lo tiene Richard Thompson, pues cabía esperar que superara a sus compañeros en esa faceta. En ‘Killerman Gold Posse’ decide hacer un experimento de cabaret con disonancias y voces operísticas, toda una excentricidad que podría haber salido mucho peor pero que tampoco pasa más allá de ser una curiosidad. Aunque para excentricidad está la versión de una canción japonesa de los setenta titulada ‘Hai Sai Oji-San’, que no es más que la excusa para que estos cuatro amigos estén de cachondeo un rato en el estudio. La versión de ‘Surfin' U.S.A.’ de los Beach Boys (o cabría decir de Chuck Berry) tiene el mismo propósito de hacer una broma musical. Y si hay referencias orientales, también hay espacio para las de Oriente Medio con la versión de ‘Bird In God's Garden’, una canción lenta y de tono algo sombrío que aquí se enlaza sutilmente con una composición de Frith titulada ‘Lost And Found’.

 

Pero sigamos con las composiciones de Thompson, pues dos de ellas son lo mejor de este álbum. Cerca se queda ‘Drowned Dog Black Night’, una pieza introspectiva y de tono épico en ese estilo tan personal que tiene él, aquí mejorado con el impagable acompañamiento de estos singulares compañeros, aunque observamos que se alarga hasta los siete minutos porque los músicos se detienen excesivamente a hacer demostraciones de técnica. La original introducción de murmullos vocales en ‘A Blind Step Away’, como si fuera un canto de los indios norteamericanos, sirve para crear el ambiente intimista que requiere este tema, un verdadero paraíso emocional si un@ logra introducirse en él y está en modo receptivo para este tipo de composiciones. No menos intimista resulta ‘Tir-Nan-Darag’, donde podemos disfrutar del mejor solo de guitarra del álbum, que ya es destacar.

 

Como una especie de relajación final nos llega una versión de un blues de Willie Dixon, ‘The Same Thing’, que es la excusa perfecta para que todos se relajen un poco y toquen sin pretensiones, que aun así nos sirve para escuchar una sobria pero especial versión de impecable factura, cuyos siete minutos de duración transcurren de manera fluida. Es también una selección ideal para finalizar este álbum, pues transmite la idea del buen rato que debieron pasar todos, haciendo pequeñas pruebas y ayudando en las aportaciones de cada uno con un propósito común. Debieron quedar muy satisfechos ellos también y por ello volverán con una segunda entrega en 1990, ligeramente más floja que esta primera pero igualmente interesante por la originalidad e imprevisibilidad de la música interpretada.

2021

AMNESIA

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) Turning Of The Tide; 2) Gypsy Love Songs; 3) Reckless Kind;

4) Jerusalem On The Jukebox; 5) I  Still Dream; 6) Don't Tempt Me;

7) Yankee, Go Home; 8) Can't Win; 9) Waltzing's For Dreamers; 10) Pharaoh.

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2021

Igual que le ocurrió unos años antes, volvió a quedarse Richard Thompson sin discográfica que le apoyase, pero afortunadamente la prestigiosa Capital Records (la del conocido edificio circular en Hollywood) le fichó y le dio su apoyo. Es por ello que parte de este álbum está grabado en Los Ángeles. Los músicos participantes son los habituales y uno de ellos incluso se sentiría como en casa pues se trata del bajista que tocó en L.A. Woman de The Doors para tener a Manzarek relajado y contento en el estudio. Destaca también la participación eventual de dos bajistas mucho más prestigiosos: Danny Thompson y Tony Levin. Por desgracia, contar con tan excelente acompañamiento se ve frustrado por la escasa inspiración que muestra Thompson a la hora de componer. Observamos que la música posee los mismos ingredientes de siempre, pero es como si hubiera desaparecido la magia, quedando como una continuación del irrelevante Daring Adventures.

 

Escuchando la primera canción, ‘Turning Of The Tide’, nos podemos hacer una idea de la desangelada propuesta de Thompson, quien quizá estaba pensando más en hacer algo comercial y no defraudar las expectativas comerciales de su nueva discográfica. Pero un artista solo puede destacar cuando hace lo que le pide el cuerpo, esto es, cuando tiene ganas de trabajar en serio. De esta manera, en el estribillo cobra ‘Turning Of The Tide’ algo más de brío y los solos de guitarra suenan optimistas al estilo de los primeros Beatles, pero se acaba olvidando todo. Canciones como ‘Reckless Kind’ ahondan en los mismos argumentos a la hora de estructurar una canción accesible: estribillo un poco vistoso y solo de guitarra notable para que se note la técnica. De igual manera, ‘Waltzing's For Dreamers’ es la típica balada de guitarra acústica (y un poco de violín), tan agradable como olvidable, con una letra que haría honor a las historias tristonas de amor del Hollywood clásico. Y ‘Can't Win’ parece un reciclaje de otras composiciones suyas y, aunque nos regale un extenso solo en el tramo final, no se advierte esa emoción que transmite Richard con su guitarra cuando la toca con convicción. Para cuando llega ‘Jerusalem On The Jukebox’, si estamos siguiendo el orden del disco, poca disposición queda para escuchar un tema tan insulso, por muchas ganas que le eche Thompson.

 

Más comercial no puede sonar en ‘Don't Tempt Me’, pero tampoco parece buena idea aunar una melodía folk (y aparte muy simplona) con una percusión estruendosa. Y el solo de teclado imitando una gaita es de mal gusto. El riff principal de ‘Gypsy Love Songs’ se repite hasta la saciedad y parece copiado del principio de uno de los diversos riffs que pueden escucharse en ‘Nantucket Sleighride’ de Mountain. El solo de guitarra tarda en tomar forma pero consigue dejar una buena impresión por su fiereza. Por otro lado, más que una crítica general al sistema de vida estadounidense, ‘Yankee, Go Home’ es la crítica deshilvanada que haría un británico chauvinista sobre EEUU. En cualquier caso, musicalmente es discreta.

 

Paradójicamente, es cuando se vuelve más canónico (más todavía) que consigue con una composición típica de balada rock (‘I Still Dream’) uno de los mejores resultados del álbum, básicamente porque emplea con acierto sus variados arreglos para enfatizar los momentos de mayor fuerza y análogamente en los momentos de mayor calma, sobre todo en el principio y el final de esta canción. Si hemos tenido paciencia de escuchar el disco hasta el final, tendremos la suerte de encontrar también esa pequeña joya titulada ‘Pharaoh’. A través de unas emotivas melodías vocales Richard nos transmite toda la amargura del antiguo esclavo egipcio, que en esencia no se diferencia mucho de la vida dirigida y maquinal en que puede convertirse la de cualquier persona hoy en día, sobre todo en ciertos trabajos en los que se exprime al máximo el esfuerzo humano, sin miramientos ni remordimientos.

 

En resumen, este álbum se trata de un paso en falso y por aquel entonces quizá podría transmitir la idea de que la estrella de Richard Thompson ya se había apagado. Afortunadamente, tan solo había que esperar al resurgimiento de su inspiración y para ello le vendrá muy bien un pequeño descanso en forma de colaboración, retomando el proyecto paralelo junto a Kaiser, Frith y French, aunque todavía tardará un poco en recuperar un nivel suficientemente aceptable para lograr obras con la calidad que se espera siempre de él.

INVISIBLE MEANS

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) Peppermint Rock; 2) To The Rain; 3) Lizard's Tail;

4) March Of The Cosmetic Surgeons; 5) Suzanne; 6) Quick Sign; 7) Begging Bowl;

8) Kalo Takariva (Requiem For Maurice Halison); 9) Invisible Means; 10) Loch Lomond; 11) The Book Of Lost Dreams; 12) Days Of Our Lives; 13) The Evening News; 14) The Nearsighted Heron; 15) Now That I Am Dead; 16) Hunting Sunsets; 17) Killing Jar.

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Volvieron a juntarse por segunda y última vez los colegas French, Frith, Kaiser y Thompson, satisfechos como habían quedado de esa acertada conjunción de camaradería y experimentación que supuso Live, Love, Larf & Loaf. Aquí prosiguen con la misma desinhibición y apertura a todo tipo de influencias e ideas, con un mayor énfasis en la experimentación, que es lo que le hace perder algunos puntos respecto al citado álbum previo de estos cuatro músicos. Todos colaboran por igual y por tanto resulta imprevisible saber a qué sonará cada uno de los temas, sobre todo porque ya no hay versiones salvo el de una canción tradicional escocesa, aunque su tratamiento de las versiones tampoco permitía prever nada en concreto.

 

La percusión nada trivial y los imprevisibles cambios de ritmo de ‘Peppermint Rock’ ya nos anuncian que estos chicos nunca van por el camino fácil y si se juntaban era para hacer algo diferente, no para pasar el rato entre amigos. Es una composición de Thompson, bien dispuesto a buscar fórmulas nuevas, aunque cuando quiere colocarse al mismo nivel experimental de sus compañeros, como ocurre en esa especie de musical extravagante titulado ‘March Of The Cosmetic Surgeons’, no acaba de salirle digerible. Peor todavía es la idea de añadir una voz de soprano, aunque sea para poder caracterizar al personaje femenino de este improvisado musical. En cualquier caso, para experimento indigerible ya tenemos ‘Quick Sign’. También en forma teatralizada pero con un tono más lúgubre, como si se tratara de Alice Cooper, se desarrolla ‘Days Of Our Lives’. Como curiosidad, podemos escuchar a Richard cantando en castellano, como si hubiera tomado unas clases rápidas durante un par de semanas en Benidorm.

 

Las disonancias que asoman al inicio del instrumental ‘Lizard's Tail’ nos anuncian que estamos ante una creación de Frith, aunque luego sigue por caminos más accesibles, sin olvidar las libertades que le gusta tomarse en el aspecto estructural y que comparten sus compañeros. Análogamente, tan solo con escuchar un ritmo pausado y caótico junto a unas guitarras disonantes, ya sabemos que ‘Hunting Sunsets’ es un tema de Frith. Luego aparecerá una guitarra eléctrica en la que se aprecia un mayor sentido y eso sirve para crear un interesante contraste con el entramado atonal al que se sumará un piano. Por otra parte, el instrumental ‘The Book Of Lost Dreams’ es algo que podría haber firmado Frank Zappa, aunque este seguro que lo hubiera alargado mucho más. Thompson juega también a transmitir inquietud mediante su composición ‘Begging Bowl’, que suena a nana tenebrosa de película de terror.

 

Más contemporizada resulta la emotiva ‘To The Rain’, cuyo solo de guitarra posee un timbre especial que realza la composición. En cuanto a ‘Suzanne’, no es una versión de la famosa canción de Leonard Cohen, sino una canción que mezcla una parte vocal melódica con un entramado instrumental disonante al estilo de Captain Beefheart. En la canción que da título al álbum, French trae el blues de una manera más accesible, mientras que ‘The Nearsighted Heron’ es un interesante instrumental con motivos orientales. Por el contrario, ‘Kalo Takariva (Requiem For Maurice Halison)’ es un breve homenaje de música de cámara que no tiene nada que ver con estos músicos pero entra dentro de la diversidad con la que enfocan sus colaboraciones. Lo que sorprende es encontrar un funk tan animado como el de ‘The Evening News’, pero unos músicos tan excelsos podían elegir cualquier estilo y hacer florituras con él.

 

Sería difícil no acertar de quién pudo ser la idea de interpretar la tradicional ‘Loch Lomond’. A pesar de su comienzo de gaitas, luego se desarrolla como un dinámico y entretenido pop-rock donde también se cuela el violín tocado por Frith. El propósito de diversión de ‘Now That I Am Dead’ es evidente por la manera de cantar se Thompson, esta vez bajo una música reggae, para una mordaz letra sobre el mundo de la música que habla de ese artista muerto que comprueba con estupor cómo están haciendo negocio con él cuando ya no puede disfrutar del éxito. Para el final nos deja Richard Thompson el mejor tema y el más serio de todo el álbum: ‘Killing Jar’. O quizá no sea el mejor, sino el que más engarza con su carrera en solitario. Vuelve a crear una ambientación opresiva para relatarnos el lamento de un asesino en primera persona, víctima de la incomprensión y su anomalía psicológica. El solo de guitarra parece que esté reproducido al revés, o quizá esté ejecutado de manera que lo parezca, tal es la impecable técnica de estos músicos. La duración de casi ocho minutos ya implica de antemano que habrá un extenso solo en la parte final, que en este caso ya es un solo de guitarra normal pero no está entre los mejores que haya tocado Richard.

 

Así pues, sentimientos contradictorios son los que quedan tras escuchar este diverso y experimental álbum. Es precisamente esa diversidad y el esfuerzo de los músicos por buscar sonidos novedosos lo que engrandece esta obra colaborativa. Sin embargo, en el aspecto melódico no es tan brillante y tampoco es un disco que apetezca escuchar repetidamente, salvo para quienes prefieran escuchar solo música alejada de los estándares determinados. Pero bueno, no está de más echarle un vistazo a lo que es con seguridad un ejemplo de cómo debe ser una colaboración artística.

SWEET TALKER

Año de publicación: 1991

Puntuación:

1) Put Your Trust In Me; 2) Persuasion; 3) Roll Up; 4) The Dune Ship; 5) Conviction;

6) Boomtown; 7) Harry's Theme; 8) Sweet Talker; 9) To Hang A Dream On;

10) Beachport; 11) False Or True.

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La primera, y en este caso decepcionante, incursión de Richard Thompson en el mundo de las bandas sonoras llegó a través de una desconocida película australiana. De entrada no parecía un proyecto para tomar demasiado en serio, aunque se rodeó de sus músicos habituales y compuso nuevo material en la línea genérica de los años previos, con algunas novedades en cuanto a arreglos orquestales.

 

Poco entusiasmo transmite el comienzo del álbum mediante ‘Put Your Trust In Me’, no porque sea una mala canción, sino porque suena a la típica canción amigable y correcta que Thompson consigue sin dificultad, con una original melodía principal que se acaba repitiendo un poco. Pero es lo mínimo que esperamos de él y además será empleado como leitmotiv a lo largo del álbum. Así, lo reencontraremos interpretado en modo country en ‘Harry's Theme’, tema liderado por el banjo. En modo orquestal y con exquisitez se desarrolla ‘The Dune Ship’, en la cual podemos escuchar en la recta final nuevamente la recurrente melodía principal de la primera canción. Y podríamos descartar ‘To Hang A Dream On’, también cantada por Richard, como una reescritura de ‘Put Your Trust In Me’, pero nos perderíamos unos emocionantes pasajes instrumentales de gran fuerza.

 

Coescrita junto al teclista y productor que le acompañó en esta banda sonora, Peter Filleul, ‘Persuasion’ contiene unas melodías de belleza absoluta, reflejo de lo que pueden conseguir los grandes instrumentistas como Thompson cuando ejecutan una pieza de cierta complejidad técnica y altas dosis de emoción. Una lástima que sea un caso aislado en este disco. Aun así, ‘Sweet Talker’ es una pieza de aires oníricos con sonido de clavicordio y ritmo de vals que podría servir para cualquier película de terror fantástico. El folk tradicional aparece mediante ‘Roll Up’, con el acordeón como instrumento principal y la interpretación de ‘The Times They Are A-Changin'’ de Bob Dylan, de manera instrumental, en su parte central.

 

El resto de temas oscila entre estilos diversos sin lograr nada destacable en ninguno de ellos, sea una tonada tradicional de flauta que acaba en modo orquestal (‘Conviction’), una convencional balada semiacústica (‘False Or True’) o, como en el caso de ‘Boomtown’, un vulgar country cantado por un vocalista con acento redneck, para darle mayor propiedad. En cuanto a ‘Beachport’ es lo que podríamos catalogar como música de relleno que serviría para cualquier película del montón. Bueno, como en realidad debe ser esta. Lo que está bien claro es la insustancialidad de este álbum, aunque piezas como ‘Persuasion’ demostraban que todavía quedaba latente un mínimo del genio de Thompson. Y lo que debía ser un trabajo de encargo sin demasiada presión, pasó a ser otro motivo de preocupación y estrés que retardará más su retorno por la puerta grande.

RUMOR AND SIGH

Año de publicación: 1991

Puntuación:

1) Read About Love; 2) I Feel So Good; 3) I Misunderstood; 4) Grey Walls;

5) You Dream Too Much; 6) Why Must I Plead; 7) 1952 Vincent Black Lightning;

8) Backlash Love Affair; 9) Mystery Wind; 10) Don't Sit On My Jimmy Shands;

11) Keep Your Distance; 12) Mother Knows Best; 13) God Loves A Drunk;

14) Psycho Street.

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Llegamos aquí a uno de los discos más exitosos de Richard Thompson, pero parece que sería debido a que tuvo una mayor promoción (¿dos vídeos musicales para canciones suyas y uno de ellos de animación?), pues se trata en general del mismo estilo más comercial que venía desplegando en los últimos años, exceptuando las colaboraciones experimentales con Frith, Kaiser y French. Aquí vuelve a rodearse de los músicos que le acompañaron en el mediocre Amnesia, incluido el mismo productor, aunque también observamos que participan el guitarrista Simon Nicol y el baterista Dave Mattacks, o sea, que aquí encontramos una mitad de la mejor formación de Fairport Convention. Desafortunadamente, de esa semireunión no se acaba transluciendo nada en el disco, sigue siendo lo que cabe esperar de un Thompson siguiendo el sencillo camino comercial.

 

La grandeza de Thompson como artista, esa manera de llegar muy adentro con los instrumentos o con su voz, la encontramos en este álbum básicamente en ‘I Misunderstood’. Está interpretada en un tono muy sombrío y detalles como esa breve melodía de guitarra que acompaña cada verso del sentido estribillo son geniales dentro de su sencillez. Pero poco más encontraremos que sea acorde a esa grandeza que posee su autor y que en pocos años volverá a aflorar. Aquí solo descubriremos algún retazo, alguna traza de talento, como cuando escuchamos el sonido especial del acordeón interpretando una alegre melodía que aporta un sabor especial a ‘I Feel So Good’. También intenta implementar un estribillo con gancho en ‘You Dream Too Much’, pero nos quedamos con la sensación de que podía haberse conseguido algo mejor. Por otra parte, en ‘Mother Knows Best’ se lanza hacia un frenético rockabilly que contiene como regalo unos sensacionales y potentes solos de guitarra que nos devuelven al gran músico que es con su instrumento.

 

Pero en general encontramos lo más previsible que cabe esperar de él, sin apenas sorpresas. ‘Read About Love’ es la típica canción de pop-rock jovial de Richard, pero es que ya conocemos de sobra ese tipo de canciones sencillas, agradables pero igualmente olvidables, con variados ejemplos como ‘Keep Your Distance’ o ‘Grey Walls’, la cual pasa completamente desapercibida hasta que llega su vistoso estribillo, que comienza de manera memorable pero acaba perdiendo esa fuerza inicial. La previsible balada de medio tempo, esta vez con toques de folk, nos llega mediante ‘Why Must I Plead’. Pero el folk auténtico nos llega con ‘1952 Vincent Black Lightning’, tan solo Richard y su guitarra como ingredientes, esta tocada a esa velocidad a la que solo llegan los grandes músicos del género, para contarnos una historia de amor imposible alrededor de la motocicleta de 1952 que le da título.

 

Donde se muestra sinuoso de verdad es en ‘Mystery Wind’, pero consigue que se aprecie bien la progresión dirigida por sus punteos de guitarra. Es lo más cerca a JJ Cale que ha llegado Thompson, pero le ha faltado más ambición para de verdad emular al otro maestro. Parece que se va a animar todo si nos atenemos al resultón comienzo de ‘Backlash Love Affair’ con los acordeones, aunque luego prosigue de manera más convencional. Lo que únicamente es para olvidar es la penosa la imitación de country barato de ‘Don't Sit On My Jimmy Shands’, que es lo que esperaríamos escuchar en una sala western de un parque temático. La transformación final en una danza folk llega tarde.

 

Podría cerrarse el álbum en modo relajado, acústico e intimista mediante ‘God Loves A Drunk’, aunque fuera en este caso con la misma indiferencia que transmite buena parte del contenido. Tan solo interesará a quienes busquen un significado teológico en ella. En cambio, el verdadero final del álbum es de carácter completamente opuesto, pues ‘Psycho Street’ busca la inquietud a través de unas violentas estrofas para luego introducirnos en un estribillo de vodevil, como si todo fuera una broma macabra. Richard recita la letra con nerviosismo, en consonancia con las barbaridades que nos va soltando. Es como un breve paréntesis experimental para intentar compensar humildemente el convencionalismo que había dirigido su música hacia un callejón sin salida. Un descanso de unos pocos años le vendrán muy bien para que la musa de la inspiración vuelva a aparecer.

WATCHING THE DARK

Año de publicación: 1993

Puntuación:

CD I: … 2) Can't Win; … ; 4) Crash The Party; … ; 7) Now Be Thankful; 8) A Sailor's Life; … ; 13) The Shepherd's March/Maggie Cameron; ...

CD II: 1) For Shame Of Doing Wrong; 2) Back Street Slide; … ; 4) The Wrong Heartbeat; … ; 6) From Galway To Graceland; 7) Tear Stained Letter; … ; 9) Bogie's Bonnie Belle; 10) Poor Wee Jockey Clark; … ; 16) A Heart Needs A Home; 17) Beat The Retreat.

CD III: 1) Al Bowlly's In Heaven; … ; 3) When The Spell Is Broken; 4) Devonside;

5) Little Blue Number; 6) I Ain't Going To Drag My Feet No More; … ;

12) The Calvary Cross; 13) Jennie; … ; 16) Shoot Out The Lights.

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Esta amplia recopilación en tres discos de la carrera que llevaba hasta ese momento, incluidos sus comienzos con Fairport Convention, viene subtitulada como The history of Richard Thompson y eso nos indica la intención de proporcionar una panorámica que muestre la versatilidad de este músico. La organización del contenido es un tanto extraña, pues las canciones aparecen agrupadas por períodos de dos o tres años, pero esas agrupaciones no están ordenadas de forma cronológica. Como es lo habitual, aquí comentaremos solamente el contenido novedoso que no puede encontrarse en los álbumes de estudio, que es exactamente el que se ha escrito arriba.

 

De su época en Fairport Convention hay poco cosa pero nunca puede fallar una nueva mezcla de la celestial ‘Now Be Thankful’, más si cabe cuando podemos degustar la guitarra todavía mejor que en la mezcla conocida. Lo que en principio sería más discutible es la inclusión de la grabación alternativa de ‘A Sailor's Life’, quizá añadida por ser una rareza, pues recordemos que se trata de una primera parte vocal que es el show de Sandy Denny, para luego dejar lugar a otra parte instrumental, que es justo donde está nuestra respuesta. Originalmente, acababan alternándose como líderes la guitarra de Thompson y el violín de Swarbrick, pero aquí está Thompson a solas, demostrando que él solito se valía para arrollar con la energía de su tercio final.

 

Encontramos algunos temas inéditos que tampoco son ninguna revelación ni nada especial. De la época de Amnesia es la vulgar ‘Crash The Party’, que comienza en modo introspectivo para pasar rápidamente a un rockabilly de jolgorio, algo que en un concierto hasta se puede tolerar si el ambiente es propicio, pero no es para escucharlo en un momento sosegado. En cambio, la pieza tradicional ‘Shepherd's March/Maggie Cameron’ es un impecable instrumental de guitarra acústica sola y que data de una actuación de 1982, de tal manera que quizá provenga de cuando Richard estaba en la onda de Strict Tempo!. Entre esas novedades encontraremos algunas olvidables piezas acústicas interpretadas a la guitarra como único instrumento, como la mitómana ‘From Galway To Graceland’ o la tradicional y aburridísima ‘Bogie's Bonnie Belle’. También está la demasiado anticuada y tocada con la zanfona ‘Poor Wee Jockey Clark’, pero tocada con sentido, no el zumbido que escuchamos en ‘Back Street Slide’ y que puede resultar un poco molesto.

 

También escuchamos una pasable interpretación de ‘Devonside’ que no va a pasar precisamente a la historia, pero la que se lleva la palma de interpretación acústica plomiza es ‘Jennie’ (de Daring Adventures), pues se ha de empatizar en exceso con el protagonista de la canción para que le llegue a uno ese lamento por un amor perdido. Es decir, de esa manera sin aliciente musical. En cambio, ‘Can't Win’ pertenece a Amnesia y en directo está casi doblada su duración original porque Thompson se explaya con la guitarra eléctrica, pero no era precisamente la mejor elección de su cancionero para realizar ese esfuerzo, quedando como una demostración fútil de técnica. Lo que no resulta una acertada elección para alargar hasta los casi siete minutos es ‘Tear Stained Letter’, una canción más bien pensada para el entretenimiento de los músicos junto al público, igual que sería el caso de ‘Little Blue Number’.

Más interesante resulta encontrar la versión alternativa de ‘The Wrong Heartbeat’ con Linda Thompson como vocalista, lo cual denota que fue grabada con anterioridad a las sesiones de grabación de Hand Of Kindness. Concretamente se trata de una grabación de 1980. Por el contrario, la regrabación modernizada y animada de ‘For Shame Of Doing Wrong’, perteneciente originalmente a Pour Down Like Silver, fue realizada en 1980 y se vuelve más accesible y convencional, quizá en consonancia con los nuevos tiempos de la industria musical.

La interpretación en directo ligeramente más acelerada de ‘When The Spell Is Broken’ deja incluso una mejor sensación en la primera impresión, pero en directo no se puede recrear la brillante atmósfera introspectiva conseguida en el estudio. De los dos solos de guitarra que contiene, el primero podríamos obviarlo y el segundo al menos es aceptable porque algo de emoción real percibimos. En directo tampoco se puede recrear de igual manera la solemnidad envolvente de ‘The Calvary Cross’ y el solo de guitarra que se marca Richard es de una técnica espectacular pero algo carente de emoción, más enfilado a la opción de epatar que la de emocionar, que es la que debería seguir alguien como Richard Thompson. Así pues, el contenido novedoso no refleja la mejor versión que esperamos de este músico, mientras que como recopilación tampoco puede funcionar bien al obviar varias de las mejores composiciones de lo que había sido su carrera hasta la fecha. Un recopilatorio ininteligible que solo podrá agradar a los completistas.

MIRROR BLUE

Año de publicación: 1994

Puntuación:

1) For The Sake Of Mary; 2) I Can’t Wake Up To Save My Life; 3) MGB-GT;

4) The Way That It Shows; 5) Easy There, Steady Now; 6) King Of Bohemia;

7) Shane And Dixie; 8) Mingus Eyes; 9) I Ride In Your Slipstream; 10) Beeswing;

11) Fast Food; 12) Mascara Tears; 13) Taking My Business Elsewhere.

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Aun manteniendo buena parte del mismo equipo de músicos de los años previos, en Mirror Blue por fin observamos un cambio sustancial respecto a los últimos álbumes que habían sido más flojos. A nivel compositivo la inspiración ha vuelto, como también en la parte ejecutoria con la guitarra de Richard Thompson. Y todo eso permite alcanzar nuevamente el salto cualitativo necesario para conformar otro recomendable álbum de este impecable músico, iniciando así una nueva fase donde Richard se preocupará más de hacer lo que le gusta y menos de lo que el público masivo o la casa discográfica podrían exigir. También encontraremos una mayor diversidad estilística que le sirve para demostrar al mismo tiempo su gran versatilidad como guitarrista, pues recordemos que una de las mayores loas hacia Richard Thompson ha sido su capacidad para desenvolver su guitarra en estilos muy diferentes y siempre con una técnica exquisita, algo al alcance de muy pocos.

 

Lo que encontraremos en este álbum es un poco de todo, en el sentido de que existen temas más comerciales junto a otros más serios que buscan un sonido diferenciado, para que queden contentos tanto el músico como los ejecutivos de su casa discográfica. Entre lo comercial nos encontramos los primeros temas, pues ‘I Can’t Wake Up To Save My Life’ es un agradable tema de pop-rock y ‘For The Sake Of Mary’ suena como si hubieran acelerado un poco la canción ‘I Can't Dance’ de Genesis, pero aquí sacamos como ventaja un sensacional solo de guitarra del maestro. ‘Fast Food’ es la típica canción jovial de Richard con una letra irónica cuya temática se nos anuncia ya en el título. Pero también sabe sonar comercial y emocionante en ‘Mascara Tears’, una pieza de consistente rock con una guitarra eléctrica más fiera, marcándose un sensacional solo de los que identifican a los grandes guitarristas como él.

 

De manera muy sombría comienza ‘The Way That It Shows’, poseedora de una letra muy cruda sobre una mujer que busca seducir a algún hombre, sin más pretensiones que las puramente sexuales pero intentando aparentar lo contrario. En esta canción la guitarra, aun situándose en un plano secundario hasta que llega el solo, transmite tanta o mayor emoción que la voz de Richard. ‘King Of Bohemia’ es una sentida balada acústica de emotivo estribillo donde se nos muestra al cantautor a solas con su guitarra, en esa intimidad que sabe crear Thompson y que tan especiales convierte sus conciertos acústicos. Todavía más emotiva resulta ‘Beeswing’, que en su sencillez transmite toda la emoción honesta de su autor para recordar un amor de juventud. Una de esas canciones donde no se puede conseguir más con tan pocos ingredientes.

 

Consigue sonar muy original en ‘MGB-GT’ al aunar un sonido tradicional (marcado por la melodía inicial) y un enfoque dirigido al rock, lo cual también le acerca a grandes canciones de sus comienzos como ‘Roll Over Vaughn Williams’. Por medio incluye también un breve pero sensacional inciso instrumental. Bajo un rítmico jazz cortesía del gran Danny Thompson (que no es familia de Richard, sino el excelente contrabajista de Pentangle) se desarrolla la sinuosa ‘Easy There, Steady Now’, que en realidad es un tema inclasificable. El jazz identifica también el marcado ritmo de ‘I Ride In Your Slipstream’, donde Richard se desenvuelve con soltura desgranando una excepcional parte de guitarra acústica que se mantiene en segundo plano pero es la estrella del tema. Mantiene una tensión envolvente en ‘Mingus Eyes’, aunque se echa en falta un desarrollo más diverso o al menos con alguna variación. De un sabor más clásico se nutre ‘Shane And Dixie’, pero con el buen gusto que sabe imprimir Richard aparte de los excelentes detalles instrumentales que nos va regalando a lo largo de la canción.

 

Para finalizar de una manera relajada, aunque discreta, nos encontramos otra balada tranquila, ‘Taking My Business Elsewhere’, que es poco significativa del gran nivel demostrado a lo largo de este álbum, uno de los más consistentes en la discografía de Richard Thompson. No contiene las grandes composiciones de otras obras destacadas en su discografía, pero en conjunto es una notable colección de temas donde se descubren muchas de las vertientes que identifican el trabajo de este enorme músico. Rock, folk, pop, jazz… y la combinación de instrumentos eléctricos y acústicos, que incluyen algunos tradicionales, dotan este álbum de un sabor especial y lo convierten en una recomendable obra de su autor.

LIVE AT CRAWLEY 1993

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Easy There, Steady Now; 2) Mingus Eyes; 3) Two Left Feet;

4) Ghosts In The Wind; 5) I Feel So Good; 6) Taking My Business Elsewhere;

7) Valerie; 8) Al Bowlly's In Heaven; 9) MGB-GT; 10) I Misunderstood;

11) Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me.

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Este extraño concierto fue publicado como respuesta de Richard Thompson a la proliferación de discos pirata de sus actuaciones en directo. Originalmente grabado para la BBC, nos muestra tan solo a dos músicos en escena, siendo el otro el excelso contrabajista Danny Thompson (de Pentangle). La mayor curiosidad reside en que se interpretan varios temas que formarán parte de Mirror Blue, un álbum que por entonces todavía no había sido publicado y donde Danny participará puntualmente. Por supuesto, Richard toca aquí la guitarra acústica y ambos músicos realizan un excelente trabajo, si bien un concierto de este tipo no resulta demasiado atrayente porque los ingredientes son escasos a pesar de ser toda una atracción esta conjunción de dos grandes músicos.

 

La depurada técnica del dúo la podemos apreciar muy pronto en el sinuoso ritmo de ‘Easy There, Steady Now’, donde los dos músicos demuestran pericia y velocidad al mismo tiempo. De igual manera, ‘Two Left Feet’ se transforma en un alarde de técnica de Richard, aunque parece que esté sonando todo el tiempo igual. Ese es el mayor hándicap que debe superar la pareja de músicos y para ello se busca una cierta diversidad estilística, que para algo el repertorio de Richard es bien extenso. De esta manera, para animar un poco el concierto era previsible que echara mano de cosas como ‘Valerie’, que no es de sus mejores composiciones pero sí tiene utilidad en este caso.

 

El intimismo que consigue en ‘Ghosts In The Wind’ deja incluso una mejor sensación aquí, con un Danny que participa aportando unas inquietantes vibraciones con sus cuerdas. En una actuación de estas características las canciones más intimistas siempre dejan una buena sensación cuando el intérprete está inspirado. No es que se trate de una de las mejores actuaciones de Richard, pero sí que convence en temas como ‘I Misunderstood’, como tampoco puede fallar eligiendo ‘Mingus Eyes’ o ‘MGB-GT’. En la que cuesta un poco de introducirse es en ‘Al Bowlly's In Heaven’ al difuminarse el sustrato de jazz que presentaba la versión equivalente de estudio, pero acaba aflorando la exquisitez de la composición.

 

Finalizan con la versión de un tema titulado ‘Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me’, que es un rockabilly para que los dos amigos se lo pasen bien, pues previamente han realizado unas interpretaciones profesionales, serias y con el toque necesario de emoción. Se han ganado así el derecho de entretenerse con un tema menor. En cualquier caso, este concierto es totalmente superfluo y queda como enlace con el concierto acústico previo (el único que había publicado hasta la fecha) de Small Town Romance, aunque a partir de ahora comenzarán a aflorar los álbumes en directo de Richard Thompson. Con Danny Thompson no tardará mucho en volver a juntarse para grabar Industry, lo cual significa que ambos quedaron satisfechos con esta colaboración.

2023

YOU? ME? US?

Año de publicación: 1996

Puntuación:

CD I: 1) Razor Dance; 2) She Steers By Lightning; 3) Dark Hand Over My Heart;

4) Hide It Away; 5) Put It There Pal; 6) Business On You; 7) No's Not A Word;

8) Am I Wasting My Love On You?; 9) Bank Vault In Heaven;

10) The Ghost Of You Walks.

CD II: 1) Baby Don't Know What To Do With Herself;

2) She Cut Off Her Long Silken Hair; 3) Hide It Away; 4) Burns Supper;

5) Train Don't Leave; 6) Cold Kisses; 7) Sam Jones; 8) Razor Dance;

9) Woods Of Darney.

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Las buenas sensaciones que Richard Thompson había dejado en Mirror Blue se ven corroboradas en esta nueva obra de larga duración donde tienen cabida las dos facetas de este artista, la eléctrica y la acústica. En la era del CD este álbum no daba para dividirlo en dos porque el contenido no llega a ochenta minutos, pero en cualquier caso así aparece y también con unos subtítulos para diferenciarles. El primer disco se subtitula como Voltage Enhanced, básicamente eléctrico y con banda de acompañamiento, mientras que el segundo, subtitulado Nude, es acústico y con Thompson y su guitarra a solas, salvo en algunos momentos que le acompaña algún que otro músico o alguien para hacer coros. La buena noticia es que en la parte eléctrica parece que están bien aprovechados los solos de guitarra, no tan solo como una obligación estructural, demostrando nuevamente la capacidad que tenía de transmitir sentimientos con su instrumento, como consiguen los grandes músicos.

 

El incisivo ritmo de ‘Razor Dance’ sirve para iniciar con nota alta el álbum, pues a pesar de que las estrofas quedan algo dubitativas, con el estribillo obtiene un resultado notorio. Es interesante la metáfora de ese baile de la cuchilla refiriéndose a lo mortíferas que pueden ser las habladurías, sobre todo cuando se hacen con maldad. Es como lo que escribiera el gran Benito Pérez Galdós en El doctor Centeno: “La opinión tiene muchas bocas a cuál más fieras. Cuando se le tapa la del lenguaje impreso, abre las de las hablillas. Si con la primera hiere, con la segunda asesina”. Hecha esta digresión literaria (esperemos que no pedante), queda comentar que en el segundo disco aparece una versión acústica con el contrabajo de Danny Thompson como única ayuda. Para que no decaiga el ánimo, un ritmo bailable asoma a continuación en la más comercial ‘She Steers By Lightning’, que sigue la estela de canciones similares previas como ‘Fire In The Engine Room’. Pero Richard podía hacerlo mejor en el estado de gracia en que se encontraba en este álbum y tanto ‘Business On You’ como ‘Am I Wasting My Love On You?’ son una demostración bien clara de ello, llegando a unos elaborados y pegadizos estribillos que suponen el salto cualitativo que estábamos esperando.

 

Más memorable incluso resulta ‘No's Not A Word’, de sensacional ritmo y excelsas melodías vocales, aparte de un entramado instrumental experimental y bien alejado de convencionalismos. Un ritmo sobrio y serio al estilo de los primeros Dire Straits de ‘Six Blade Knife’ es como se desenvuelve ‘Hide It Away’, una muestra más de la madurez alcanzada tras los devaneos comerciales hacia los que se dirigió en ocasiones, debido a las exigencias de las casas discográficas. Más tradicional en el estilo de Richard es ‘Dark Hand Over My Heart’, pero no faltan interesantes melodías vocales. En cambio, la gloriosa épica de ‘Bank Vault In Heaven’ subyuga desde su súbito comienzo y el efecto de su sencillo estribillo con los coros femeninos no puede ser más deslumbrante. Y, por supuesto, la guitarra de Thompson no puede sonar más expresiva en los sensacionales solos, insuperables en su carga emocional. Nada atrás se queda la emotiva guitarra que introduce ‘Put It There Pal’, que es una delicia y el preludio de una emocionante canción que conmueve tanto en las sentidas estrofas como en el estribillo, donde aflora una rabia contenida porque Richard parece que está sintiendo de verdad esa recriminación cantada del falso amigo que en el fondo busca hacer daño (quién sabe si dirigida a alguien real). Y luego llega la coda instrumental donde la guitarra supura todo ese sentimiento de una manera catártica.

 

Que Richard Thompson con una guitarra acústica como único acompañamiento consigue una sinergia especial, mucho más que casi cualquier otro músico, tiene un primer gran ejemplo en ‘The Ghost Of You Walks’, canción que quizá debiera haberse incluido en la sección acústica del álbum. El segundo disco nos acabará de confirmar esa idea sobre Thompson, pues se palpa la emoción e introspección en canciones como ‘Baby Don't Know What To Do With Herself o ‘Burns Supper’, aunque no siempre acierta y por ello más discretas suenan ‘She Cut Off Her Long Silken Hair’ y ‘Woods Of Darney’. Pero es que no es tan fácil destacar cuando uno se expone de una manera tan desnuda, aunque en ‘Woods Of Darney’ se ayude de un violinista. En este formato se muestra también atrevido con una canción rápida como ‘Train Don't Leave’, aunque una sección rítmica hubiera sido útil. Entroncada con la tradición folk se nos muestra ‘Sam Jones’, en el estilo de las baladas épicas sobre héroes legendarios, tanto en la música como en la letra que emplea términos y construcciones propias del inglés antiguo. En cambio, más desolado se muestra en la historia de desengaño amoroso de ‘Cold Kisses’, en la cual encontramos las melodías más bellas de este segundo disco.

 

No hemos citado que ‘Hide It Away’ es la versión acústica de la canción del primer disco, que aquí nos sonará demasiado sencilla en comparación. Podría habérsela ahorrado perfectamente, pero quizá la ilusión de tener un doble álbum le llevó a idear estos atajos facilones. En todo caso, se trata de una excepcional obra de madurez y experiencia que fascina tanto por la música como por algunas de sus letras, de tal manera que denominar a Richard Thompson como cantautor o como guitarrista a secas, son términos que se quedan cortos. Un sensacional doble álbum que abría una nueva era de prestigio para su autor, pues parecía que ya lo había dicho todo pero todavía le quedaba camino por delante.

TWO LETTER WORDS

Año de publicación: 1996

Puntuación:

CD I: 1) I Ride In Your Slipstream; 2) Galway To Graceland; 3) Easy There, Steady Now ; 4) Waltzing's For Dreamers; 5) I Can't Wake Up To Save My Life; 6) MGB-GT;

7) The Way That It Shows; 8) Al Bowlly's In Heaven; 9) Now Be Thankful;

10) Mascara Tears; 11) Tear Stained Letter.

CD II: 1) Dimming Of The Day; 2) 1952 Vincent Black Lightning; 3) Beeswing;

4) Mingus Eyes; 5) Killerman Gold Posse; 6) Shoot Out The Lights; 7) Valerie;

8) Wall Of Death; 9) I Feel So Good; 10) Hokey Pokey; 11) Ghosts In The Wind;

12) Back Street Slide; 13) Read About Love.

RT Two letter words.jpg

2023

LIVE AT CRAWLEY 1993

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Easy There, Steady Now; 2) Mingus Eyes; 3) Two Left Feet;

4) Ghosts In The Wind; 5) I Feel So Good; 6) Taking My Business Elsewhere;

7) Valerie; 8) Al Bowlly's In Heaven; 9) MGB-GT; 10) I Misunderstood;

11) Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me.

Este extraño concierto fue publicado como respuesta de Richard Thompson a la proliferación de discos pirata de sus actuaciones en directo. Originalmente grabado para la BBC, nos muestra tan solo a dos músicos en escena, siendo el otro el excelso contrabajista Danny Thompson (de Pentangle). La mayor curiosidad reside en que se interpretan varios temas que formarán parte de Mirror Blue, un álbum que por entonces todavía no había sido publicado y donde Danny participará puntualmente. Por supuesto, Richard toca aquí la guitarra acústica y ambos músicos realizan un excelente trabajo, si bien un concierto de este tipo no resulta demasiado atrayente porque los ingredientes son escasos a pesar de ser toda una atracción esta conjunción de dos grandes músicos.

 

La depurada técnica del dúo la podemos apreciar muy pronto en el sinuoso ritmo de ‘Easy There, Steady Now’, donde los dos músicos demuestran pericia y velocidad al mismo tiempo. De igual manera, ‘Two Left Feet’ se transforma en un alarde de técnica de Richard, aunque parece que esté sonando todo el tiempo igual. Ese es el mayor hándicap que debe superar la pareja de músicos y para ello se busca una cierta diversidad estilística, que para algo el repertorio de Richard es bien extenso. De esta manera, para animar un poco el concierto era previsible que echara mano de cosas como ‘Valerie’, que no es de sus mejores composiciones pero sí tiene utilidad en este caso.

 

El intimismo que consigue en ‘Ghosts In The Wind’ deja incluso una mejor sensación aquí, con un Danny que participa aportando unas inquietantes vibraciones con sus cuerdas. En una actuación de estas características las canciones más intimistas siempre dejan una buena sensación cuando el intérprete está inspirado. No es que se trate de una de las mejores actuaciones de Richard, pero sí que convence en temas como ‘I Misunderstood’, como tampoco puede fallar eligiendo ‘Mingus Eyes’ o ‘MGB-GT’. En la que cuesta un poco de introducirse es en ‘Al Bowlly's In Heaven’ al difuminarse el sustrato de jazz que presentaba la versión equivalente de estudio, pero acaba aflorando la exquisitez de la composición.

 

Finalizan con la versión de un tema titulado ‘Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me’, que es un rockabilly para que los dos amigos se lo pasen bien, pues previamente han realizado unas interpretaciones profesionales, serias y con el toque necesario de emoción. Se han ganado así el derecho de entretenerse con un tema menor. En cualquier caso, este concierto es totalmente superfluo y queda como enlace con el concierto acústico previo (el único que había publicado hasta la fecha) de Small Town Romance, aunque a partir de ahora comenzarán a aflorar los álbumes en directo de Richard Thompson. Con Danny Thompson no tardará mucho en volver a juntarse para grabar Industry, lo cual significa que ambos quedaron satisfechos con esta colaboración.

LIVE AT CRAWLEY 1993

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Easy There, Steady Now; 2) Mingus Eyes; 3) Two Left Feet;

4) Ghosts In The Wind; 5) I Feel So Good; 6) Taking My Business Elsewhere;

7) Valerie; 8) Al Bowlly's In Heaven; 9) MGB-GT; 10) I Misunderstood;

11) Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me.

Este extraño concierto fue publicado como respuesta de Richard Thompson a la proliferación de discos pirata de sus actuaciones en directo. Originalmente grabado para la BBC, nos muestra tan solo a dos músicos en escena, siendo el otro el excelso contrabajista Danny Thompson (de Pentangle). La mayor curiosidad reside en que se interpretan varios temas que formarán parte de Mirror Blue, un álbum que por entonces todavía no había sido publicado y donde Danny participará puntualmente. Por supuesto, Richard toca aquí la guitarra acústica y ambos músicos realizan un excelente trabajo, si bien un concierto de este tipo no resulta demasiado atrayente porque los ingredientes son escasos a pesar de ser toda una atracción esta conjunción de dos grandes músicos.

 

La depurada técnica del dúo la podemos apreciar muy pronto en el sinuoso ritmo de ‘Easy There, Steady Now’, donde los dos músicos demuestran pericia y velocidad al mismo tiempo. De igual manera, ‘Two Left Feet’ se transforma en un alarde de técnica de Richard, aunque parece que esté sonando todo el tiempo igual. Ese es el mayor hándicap que debe superar la pareja de músicos y para ello se busca una cierta diversidad estilística, que para algo el repertorio de Richard es bien extenso. De esta manera, para animar un poco el concierto era previsible que echara mano de cosas como ‘Valerie’, que no es de sus mejores composiciones pero sí tiene utilidad en este caso.

 

El intimismo que consigue en ‘Ghosts In The Wind’ deja incluso una mejor sensación aquí, con un Danny que participa aportando unas inquietantes vibraciones con sus cuerdas. En una actuación de estas características las canciones más intimistas siempre dejan una buena sensación cuando el intérprete está inspirado. No es que se trate de una de las mejores actuaciones de Richard, pero sí que convence en temas como ‘I Misunderstood’, como tampoco puede fallar eligiendo ‘Mingus Eyes’ o ‘MGB-GT’. En la que cuesta un poco de introducirse es en ‘Al Bowlly's In Heaven’ al difuminarse el sustrato de jazz que presentaba la versión equivalente de estudio, pero acaba aflorando la exquisitez de la composición.

 

Finalizan con la versión de un tema titulado ‘Don't Roll Those Bloodshot Eyes At Me’, que es un rockabilly para que los dos amigos se lo pasen bien, pues previamente han realizado unas interpretaciones profesionales, serias y con el toque necesario de emoción. Se han ganado así el derecho de entretenerse con un tema menor. En cualquier caso, este concierto es totalmente superfluo y queda como enlace con el concierto acústico previo (el único que había publicado hasta la fecha) de Small Town Romance, aunque a partir de ahora comenzarán a aflorar los álbumes en directo de Richard Thompson. Con Danny Thompson no tardará mucho en volver a juntarse para grabar Industry, lo cual significa que ambos quedaron satisfechos con esta colaboración.

Bastante antes de grabar You? Me? Us?, concretamente en 1994, Richard Thompson realizó una gira por Estados Unidos de la cual se extrajo una selección que se presenta aquí. A diferencia de su anterior álbum en directo (Live At Crawley 1993), aquí no se acompaña solamente del contrabajista Danny Thompson, sino que amplía la formación a un cuarteto gracias a la participación del baterista Dave Mattacks y el multiinstrumentista Pete Zorn, todos ya conocidos para Richard Thompson al haber participado con él en ocasiones anteriores. El álbum más reciente era Mirror Blue y por tanto buena parte de él lo escuchamos aquí, aunque nos encontraremos temas de cualquier época de la vida artística de Thompson, que ya era bien dilatada.

 

A pesar de ir acompañado por otros músicos, no pueden faltar momentos donde Richard aparece a solas sin sus músicos, con la guitarra acústica como única compañera, que se concentran sobre todo en las primeras interpretaciones del segundo disco. Porque la maestría de Richard con la guitarra acústica es apabullante, tal como se puede comprobar en piezas como ‘Easy There, Steady Now’. Pero es con la guitarra eléctrica cuando de verdad muestra su aura de gloria rockera y por ello nos regala con ella una descomunal coda en ‘The Way That It Shows’, transmitiendo emoción y energía a partes iguales y demostrando por qué se le considera uno de los mejores guitarristas del panorama musical. Siempre es un acierto tocar ‘Back Street Slide’ por su prominente sección rítmica y la pegadiza parte vocal, mientras que ‘MGB-GT’ nos ofrece una interesante aportación del saxofón.

 

Extraña que elija tocar algo tan experimental y caótico como ‘Killerman Gold Posse’, una composición de su época con Frith, Kaiser y French, aunque sorprende todavía más escuchar al público cómo canta alguna parte de la canción. Hasta Richard muestra su agradecimiento a la audiencia por su entrega y al final se pone en plan humorístico para tocar brevemente algunos riffs conocidos como el de ‘Day Tripper’ de los Beatles. Canciones como ‘Al Bowlly's In Heaven’ en realidad son poco atractivas para tocar en directo por su larga extensión y su carácter tranquilo dentro de un entramado jazzístico. Y como ya es habitual, cuando busca canciones para hacer bailar y participar al público es cuando suena menos interesante desde el sofá de casa, sobre todo si se alarga durante más de nueve minutos como en ‘Tear Stained Letter’ con un solo de guitarra de depurada técnica pero poco atractivo también. Sin embargo, en ‘Valerie’ sí que consigue dejar una buena impresión, sobre todo al enfatizar el componente instrumental en los finales de estrofa (o quizá sea el estribillo ya).

 

Como está haciendo un repaso al repertorio de toda su carrera, no falta un recuerdo para Fairport Convention con la interpretación de ‘Now Be Thankful’, pero quizá se muestra demasiado emocionado para cantarla. O quizá entendamos ahora por qué originalmente la cantaba Swarbrick, aunque este también fue coautor de esta admirable canción. No está mal acabar este doble álbum con un notable solo de guitarra para engrandecer una composición tan discreta como ‘Read About Love’ y al mismo tiempo recalcar que el interés radica en la habilidad innata de Richard Thompson como guitarrista y, por supuesto, en su capacidad como notable compositor con una vasta trayectoria a su espalda.

INDUSTRY

Año de publicación: 1997

Puntuación:

1) Chorale; 2) Sweetheart On The Barricade; 3) Children Of The Dark; 4) Big Chimney; 5) Kitty 'Tommy, quick! I can hear clogs going up the street.' Tommy 'Well stick mine out and see if they'll go with 'em!; 6) Drifting Through The Days; 7) Lotteryland;

8) Pitfalls; 9) Saboteur; 10) New Rhythms; 11) Last Shift.

Tanto tiempo estaban pasando juntos Richard y Danny Thompson (ya sabemos, sin vínculos familiares) que acabaron grabando un álbum de manera conjunta y a priori parecía una buena combinación, la de gran guitarrista y gran contrabajista. No están solamente ellos, sino que se acompañan de otros músicos para enriquecer el sonido, incluso en muchos casos tomando el liderazgo por encima de los amigos Thompson. El álbum se nos presenta como conceptual y el título alude a los efectos de la industrialización. Es esencial poder dar trabajo a la gente, pero que sea en condiciones razonables y teniendo en cuenta la cobertura que debe tener quien está media vida trabajando en algo concreto y llega un momento en que ya no puede trabajar más en lo suyo. Y bueno, los productores son Danny y Richard, así que tenían todo en su mano para hacer un trabajo conjunto y personal.

 

Con lo que ya se ha comentado en el aspecto musical, si no se presta atención a los músicos participantes y siendo el dúo que se ha juntado para este álbum (unos maestros de la guitarra y el bajo, respectivamente), resulta curioso que sea el saxofón en primer término y los instrumentos de viento en general quienes engrandecen el inicio del álbum mediante ‘Chorale’ o en el precioso instrumental ‘Children Of The Dark’, donde la guitarra eléctrica también es un elemento principal pero le falta un poco más de grandeza para situarse al menos en el mismo nivel de emotividad que el resto de instrumentos, incluido el violín. ‘Chorale’ vuelve a aparecer más adelante porque es el principio del instrumental de jazz ‘New Rhythms’. Por otra parte, ‘Sweetheart On The Barricade’ nos transporta a las grandes baladas nocturnas de bar de los años cuarenta del siglo XX, mientras que ‘Pitfall’ deberían haberla recortado un poco.

 

Quieren hacer algo más animado en ‘Big Chimney’ pero les sale demasiado convencional. A Danny no le entran ínfulas de grandilocuencia y no le escucharemos abusando de su contrabajo. En pocos momentos como la introducción de ‘Kitty…’, un tema mitad folklórico y mitad jazzístico que tampoco acaba resultando demasiado atrayente, le escucharemos desgranando un solo con su instrumento. En cambio, Richard sí se pasa de apergios en ‘Saboteur’, pero cuando se muestra introspectivo como en ‘Drifting Through The Days’, su voz y su guitarra acústica como elementos principales, suele transmitir una convicción que llega al oyente y eso acaba reforzado con la entrada de más instrumentos en su segunda mitad. También emociona cuando se muestra más incisivo en ‘Lotteryland’, que es como una reescritura animada de ‘Pharaoh’ de Amnesia. En cambio, su lamento final en ‘Last Shift’ llama menos la atención porque suena más típica.

 

No puede decirse que la unión de Richard y Danny haya motivado una obra relevante o destacable, lo cual tampoco se esperaba, pero Industry es un álbum aceptable que trata una temática social que siempre estará de actualidad. Y está grabado con gusto y dedicación, así que más no se les puede pedir a estos amigos.

CELTSCHMERZ

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) Turning Of The Tide; 2) How Will I Ever Be Simple Again; 3) Why Must I Plead;

4) The Poor Ditching Boy; 5) When The Spell Is Broken; 6) Last Shift; 7) Pharaoh;

8) Keep Your Distance; 9) Walking On A Wire; 10) A Heart Needs A Home;

11) She May Call You Up Tonight; 12) Persuasion; 13) Razor Dance;

14) Beat The Retreat; 15) Wall Of Death; 16) Tear Stained Letter.

Este álbum de impronunciable título responde a una nueva entrega de conciertos de Richard Thompson para contrarrestar la proliferación de grabaciones pirata de sus actuaciones. Con lo felices que eran los Grateful Dead cuando dejaban grabar libremente y las primeras filas de los conciertos se les llenaban de dispositivos de grabación… Pero nadie más siguió esa moda, como era obvio. En su mayor parte, Celtschmerz recoge el típico concierto acústico y en solitario de Thompson, aunque a partir de ‘A Heart Needs A Home’ le acompaña su hijo Teddy y también hay unas apariciones muy puntuales de Danny Thompson y el baterista Dave Mattacks, antiguo compañero en la formación legendaria de Fairport Convention. El repertorio está seleccionado de una serie de conciertos que realizó en enero de 1998, así que más actual no podía ser a pesar de que ya conocemos de sobra esta faceta de Richard desde Small Town Romance.

Aun cuando Thompson es un excelente y virtuoso guitarrista, no busca epatar a la audiencia con su técnica porque en el repertorio incluye temas tan sencillos como ‘How Will I Ever Be Simple Again’, así que Richard simplemente busca disfrutar de lo que le gusta y si de paso eso es del agrado del público, pues mucho mejor. De hecho, no parece lo más sugerente comenzar un concierto de manera tan discreta como lo hace mediante las tres primeras canciones. No es que ‘The Poor Ditching Boy’ eleve la apuesta, pero al menos recuperar un tema de su álbum de debut despierta siempre la curiosidad, aparte de que contiene melodías reconocibles y eso ayuda al canto siempre expresivo de Thompson. En cualquier caso, no se entiende encontrar otras selecciones como ‘Keep Your Distance’ de Rumor And Sigh o la casi habitual ‘Beat The Retreat’, que no sirven precisamente para captar la atención por su sencillez y convencionalismo, aunque en ‘Beat The Retreat’ puede disfrutarse más la guitarra acústica. Incluso de su álbum más reciente, Industry, interpreta también una pieza de lo más discreto que contenía: ‘Last Shift’

 

También comprobamos aquí cómo quedaban mejor ‘Walking On A Wire’ o ‘A Heart Needs A Home’ con la voz de Linda Thompson, a pesar de que en la segunda se ayuda de una segunda voz, precisamente la de su hijo Teddy. Con él como segunda voz y segunda guitarra interpretan un tercio del repertorio, que incluye como pequeña sorpresa una canción de The Left Banke: ‘She May Call You Up Tonight’, que obviamente languidece en formato acústico en comparación con el dinamismo de la original. En cambio, tienen buen gusto para elegir ‘Persuasion’ del flojo álbum Sweet Talker, donde cuentan como única vez en todo el concierto con la participación de Dave Mattacks en la percusión y eso le proporciona una mejor fachada. También aparece como invitado Danny Thompson para tocar su contrabajo en la final ‘Tear Stained Letter’, tras un minuto de aplausos, aunque su aportación apenas se aprecia y la canción al final está destinada para que el público cante al unísono.

 

En resumen, este álbum está destinado únicamente a fans porque no aporta nada relevante a la carrera de Richard Thompson y en especial dedicado a los padres de éste, quienes pueden escuchar a su hijo y su nieto juntos en el escenario. Por lo demás, se trata de un buen ejemplo de concierto acústico pero irrelevante porque esa faceta ya la conocemos suficientemente y tampoco aporta suficientes novedades.

2024

THE BONES OF ALL MEN

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) The Short Mesure Off My Lady Wynkfylds Rownde; 2) Chi Passa Per Sta Strada;

3) Fusi Pavana Piana/La Canella/Son Quel Duca de Milano/La torza; 4)

Le Forze d'Hercole/Lo Ballo Dell'Intorcia; 5) My Lady Careys Dompe; 6) Tutte Venite Armati; 7) Passo e Mezzo/Pavana In Passo e Mezzo/La Cara Cossa del Berdolin/El Pomo de lo Pomaro/El Marchexe de Saluzzo; 8) Ein Guter Neuer Dantz/Tedesca Dita La Proficia/Der Mohren Auftzugkh/Branle Hoboken.

2024

Siguiendo con colaboraciones, en esta ocasión Richard Thompson se juntó con Philip Pickett (quien toca instrumentos de viento madera) para grabar un álbum de música tradicional. Con la intención de modernizar el sonido, se rodearon de la aquí llamada The Fairport Rhythm Section, un nombre que refleja la participación de miembros históricos de Fairport Convention (tal cual era Richard Thompson igualmente): Simon Nicol en la guitarra rítmica, el bajista Dave Pegg y en la batería el gran Dave Mattacks. Pero para el violín no llamaron a Swarbrick, quizá porque este hubiera pretendido acaparar el protagonismo sin quererlo en un álbum que suena democrático, sin liderazgos de ningún instrumento. El repertorio se compone exclusivamente de temas tradicionales, muchos, la mayoría del siglo XVI y de fuera del Reino Unido (se incluyen en el libreto del CD las fuentes de las cuales se ha obtenido el material). Es buena la idea de colocarlos en forma de medley en muchos casos, proporcionando así una continuidad y cierta variedad, aunque hay momentos que suenan demasiado convencionales respecto a esta clase de música.

 

Ya con el primer tema, ‘The Short Mesure Off My Lady Wynkfylds Rownde’, comprendemos la naturaleza de este álbum, pues se desarrolla un sonido tradicional rico en instrumentos y de gran pulcritud sonora donde destacan el delicioso clavecín y el dulcimer, aunque todos los músicos ofrecen lo mejor de sí mismos. La mayor parte del álbum puede describirse como jovial y eso significa caer en una clase de música demasiado típica porque es lo que enseguida se asocia con la música tradicional. Es por este motivo que destaca una tonada seria y de tono trágico como la de ‘My Lady Careys Dompe’. En el medley que comienza con ‘Passo e Mezzo’ encontraremos unas tonadas agradables de las que evocan la vida medieval diaria, algunas de honda emoción como la que aparece a los cinco minutos y donde llegaremos a escuchar un delicioso clavecín que se envuelve de forma magistral por el resto de instrumentos tradicionales.

 

Como puede percibirse a lo largo del disco, Richard Thompson es uno más entre los músicos participantes y por ello en un medley de casi trece minutos como el de ‘Ein Guter Neuer Dantz’, habremos de esperar unos dos minutos para escucharle brillar un rato con la guitarra, pero que luego nadie vuelva a esperar otra arrancada suya hasta pasados los diez minutos, representando esos instantes el momento más fiero del álbum porque la batería retumba y la guitarra se vuelve extremadamente afilada. Por desgracia no dura mucho ese momento de gloria, volviendo al tradicionalismo confortable para finalizar el medley y el álbum. De haber sido más ambiciosos a la hora de probar nuevos arreglos más rockeros (para eso estaban los de Fairport Covention, ¿no?), este álbum podría haber sido una pequeña joya. Como no ha sido así, pues tiene sus momentos interesantes y es una escucha agradable, aunque también en otros momentos es previsible y superflua. Como curiosidad final, resulta llamativo que en la página web oficial de Richard Thompson, donde puede encontrarse información de todos sus álbumes, no aparezca esta colaboración. La explicación parece obvia si uno busca información sobre Philip Pickett, puesto que en 2015 fue condenado por violaciones y agresiones sexuales, y eso si no contamos otras acusaciones similares que quedaron archivadas. Sería lógico que Richard sintiera mucho asco por este hombre y por ello hiciera desaparecer su nombre de su discografía.

MOCK TUDOR

Año de publicación: 1999

Puntuación:

1) Cooksferry Queen; 2) Sibella; 3)  Bathsheba Smiles; 4) Two-Faced Love;

5) Hard On Me; 6) Crawl Back (Under My Stone); 7) Uninhabited Man;

8) Dry My Tears And Move On; 9) Walking The Long Miles Home;

10) Sights And Sounds Of London Town; 11)  That's All, Amen, Close The Door;

12) Hope You Like The New Me.

Estamos ante el último álbum que Richard Thompson grabará en una discográfica importante (Capitol) y quizá por ello no se esfuerza en hacer nada más que canciones estándar y para todos los públicos. O bueno, quizá es que esas fueran las instrucciones de los directivos de la discográfica. El caso es que Thompson volvía a contar con sus músicos habituales pero el esfuerzo en componer se aleja de lo que debería ser habitual en él. Todo muy bien ejecutado, pero sin chispa, acomodado en sonidos populares cuyo interés es casi nulo.

 

Entre el folk, el rockabilly y el country (toda una fusión de géneros) se ubica la animada ‘Cooksferry Queen’, que sin embargo tampoco resulta ser ningún descubrimiento aunque permite no llevarse una mala impresión de entrada. Pero claro, si Richard no se esfuerza, lo previsible es encontrar pop-rock de medio tempo y también, por qué no decirlo, de medio pelo, como es el caso de ‘Bathsheba Smiles’ o ‘Dry My Tears And Move On’. Tampoco va a faltar alguna canción folk de guitarra acústica, algo sencillo de conseguir para él, tal cual resulta ‘Sights And Sounds Of London Town’, como tampoco le debió costar demasiado esfuerzo gestar un country-rock del que hasta sirve para bailar y que tanto gusta a Mark Knopfler: ‘Two-Faced Love’. En cambio, la seriedad que transmite en ‘Sibella’ nos hace pensar si no se trata de una canción realmente personal y nos esté hablando de alguna relación mal acabada, que a estas alturas ya nada tiene que ver con Linda.

 

El mejor solo de guitarra de todo el álbum lo encontramos en la primera mitad de ‘Hard On Me’ (en el tramo final el solo suena para la galería), pero el resto de la canción se mantiene en parámetros convencionales. Es también el solo de guitarra final lo que evita que ‘That's All, Amen, Close The Door’ sea una vulgaridad absoluta. La falta de ideas le conmina a mirar atrás y ayudarse de su propio cancionero. Así, emplea una introducción de tono oriental para ‘Uninhabited Man’ como ya hiciera en ‘The Egypt Room’ (de Hokey Pokey), cuando eso era precisamente lo prescindible de esta última. Pero en el caso de ‘Uninhabited Man’ ni siquiera la canción en sí llama la atención más allá de ser una composición decente cantada con convicción, aparte de que abusa repitiendo la misma melodía oriental. En cambio, se inspira en ‘You Don't Say’, de Across A Crowded Room, para dotar de un ritmo animado a la voluntariosa ‘Crawl Back (Under My Stone)’.

 

Lo único que podemos desear de ‘Hope You Like The New Me’ es que eso no sea el nuevo yo de Richard Thompson, pues tan sólo suena su guitarra acústica de manera casi disonante mientras parece que en la letra esté pidiendo perdón por muchas cosas, sin apenas melodías. Y también era deseable que Mock Tudor no se convirtiera en modelo a seguir para sus siguientes años, aunque esto ya es más complicado. A partir de ahora, Richard Thompson grabará en sellos independientes o en su propio sello discográfico, Beeswing (título de esa pequeña joya intimista de Mirror Blue), lo cual al menos servirá para que se dedique a hacer lo que más le guste, sin importarle tanto las preferencias del público o las exigencias de un directivo discográfico. O sea, que hablemos de un artista íntegro como ha sido (casi) siempre.

SEMI-DETACHED MOCK TUDOR

Año de publicación: 2001

Puntuación:

1) Cooksferry Queen; 2) Sibella; 3) Bathsheba Smiles; 4) Two-Faced Love;

5) Hard On Me; 6) Jennie; 7) She Twists The Knife Again; 8) Uninhabited Man;

9) Walking The Long Miles Home; 10) When The Spell Is Broken;

11) Crawl Back (Under My Stone); 12) A Man In Need; 13) Razor Dance.

Como ya conocemos el gusto de Richard Thompson por la publicación de álbumes en directo, aquí tenemos otro ejemplo más. En esta ocasión se trata de un concierto de noviembre de 1999 donde interpreta casi en su totalidad Mock Tudor, de ahí el título, dando a entender también lo orgulloso que se sentía de su álbum más reciente, puesto que tenía suficiente cancionero propio entre el cual elegir repertorio. Se acompaña de una banda donde ya participa activamente su hijo Teddy tocando guitarras o dulcimer, aparte de coros, siendo así un miembro activo. Y como casi siempre, está el gran Danny Thompson tocando el contrabajo, aunque no esté bien aprovechado por el repertorio empleado.

 

Así pues, salvo que uno sea aficionado a escuchar Mock Tudor, que obviamente no es mi caso, no encontrará apenas aliciente para escuchar este álbum. Tampoco se trata precisamente de un concierto de los más logrados de Richard, puesto que no aporta nada relevante. Por ejemplo, ‘Jennie’ ya resultaba aburrida en Daring Adventures y comprobamos que con el transcurso de los años no ha conseguido mejorar esa impresión. La gente aplaude cuando empieza a sonar ‘Crawl Back (Under My Stone)’, pero eso probablemente sea debido a que la confunden con ‘You Don't Say’. Cierto es que también la gente aplaude efusivamente al final de la misma canción, pero seguro que es por el notable y prolongado solo de guitarra que se marca Thompson. En cambio, el solo final en ‘Two-Faced Love’ queda poco inspirado y eso es clave para que se hagan eternos sus casi siete minutos. Y siguiendo con los solos, que es lo interesante en un gran guitarrista, mejor sensación deja el de ‘Hard On Me’, verdadera piedra angular del concierto porque la interpretación sobrepasa los doce minutos y el solo de guitarra ocupa casi ocho, lo cual significa que se incluyen momentos de alta intensidad emocional que sólo un gran intérprete como él puede conseguir.

 

En definitiva, se trata de un concierto destinado a satisfacer los deseos de los seguidores acérrimos de Richard Thompson o de los enamorados (si es que existiere alguno) de su álbum previo. Los demás podemos obviarlo por completo y dirigirnos a otros mejores álbumes en directo.

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