CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
RENAISSANCE
RENAISSANCE
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) Kings And Queens; 2) Innocence; 3) Island; 4) Wanderer; 5) Bullet;
[BONUS TRACKS:] 6) The Sea; 7) Island (edit).
Uno de los giros musicales más sorprendentes que se pueden descubrir en la carrera musical de un artista es el que encontramos aquí con dos ex-componentes de los Yardbirds, el batería Jim McCarty y el cantante Keith Relf. Los Yardbirds fueron un importantísimo grupo inglés de R&B que además experimentaron con otros sonidos en el campo del rock como la psicodelia o el rock más duro en su última etapa con Jimmy Page de guitarrista. Aquí, en cambio, fundaron un grupo dedicado a fusionar el pop-rock, el folk y la música clásica, todo un experimento en los inicios de lo que se vendría a llamar rock progresivo, y nada que ver con lo desarrollado por ellos en sus años anteriores. Aunque esta primera encarnación de Renaissance apenas tiene nada que ver con la que será su formación típica, todavía no está la grandísima cantante Annie Haslam, lo que sí se marcan son los parámetros musicales en los que se moverán: una combinación de música progresiva, clásica (con melodías y pasajes probablemente extraídos de piezas de otros autores, tal como parece indicarse en el libreto con “Classical interpretation, riffs”), folk, rock e incluso jazz. Relf es el compositor de todas las canciones, con ‘Kings And Queens’ y ‘Island’ coescritas junto a McCarty.
El comienzo de ‘Kings And Queens’ nos hace pensar en una alocada pieza de piano en la mejor evocación del más frenético Mozart, pero la extensa introducción seguirá creando la antesala de lo que será el movido ritmo principal marcado por una potente percusión. La parte vocal denota su intención épica, fortalecida aún más en su estribillo. La única pega llega en su sección central, donde llega a aburrir un poco hasta que a los seis minutos vuelve a entrar el mismo electrizante piano del inicio, que también se irá diluyendo un tanto a continuación. Desde ahí se volverá a recuperar la épica melodía principal hasta casi el final de este largo tema de once minutos de duración, lugar que ocupará en buena parte una insulsa parte de guitarra que suena a guitarra española.
Pero será precisamente la composición más corta del disco (‘Wanderer’, cuatro minutos) una de las que más variaciones presentará en su estructura, pasando de un enérgico inicio con marcado ritmo que se alternará con excepcionales pasajes de clavecín de inspiración medieval, hasta llegar a una dulce parte vocal acompañada de una melodía de clavecín más animada.
Por otro lado, ‘Innocence’ presenta una sección central de piano solo al más puro estilo de Beethoven o incluso del Romanticismo. El resto es otra épica parte vocal menos impactante que la anterior pero interpretada con gusto y con un buen acompañamiento del piano. La orientación más folk llega en ‘Island’, donde cantan a dúo Keith Relf y su hermana Jane (la primera cantante femenina que tuvo el grupo), lo cual no es óbice para que nos ofrezcan otro pasaje instrumental de piano evocador de Mozart. En los bonus tracks aparece una versión editada sin la parte del piano.
Lo más flojo es la final ‘Bullet’, no sólo por tener al inicio un ritmo algo desacompasado y un canto de inspiración tribal que no acaban de cuajar. Lo que llega luego es peor. En primer lugar un solo de armónica algo tosco, que desaparecerá para dar paso a una serie de sonidos atonales que ocupan más de la mitad del tema (el más largo del álbum, más de once minutos), que restan enteros a lo que hubiera sido un fantástico disco de debut para un grupo ciertamente prometedor. Por último, decir que el bonus track ‘The Sea’ no está mal, tiene un agradable ritmo casi de vals y una buena parte vocal.
ILLUSION
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Love Goes On; 2) Golden Thread; 3) Love Is All; 4) Mr Pine; 5) Face Of Yesterday;
6) Past Orbits Of Dust.
El segundo disco de esta primeriza formación de Renaissance pasó prácticamente desapercibido porque en su momento sólo fue publicado en Alemania, país en el que parece que tenían seguidores pues de hecho el grupo apareció en el programa musical estrella de la televisión alemana, el Beat-Club. Una de las principales novedades es que Keith Relf sólo firma la mitad de las canciones y sólo una de ellas en solitario, tomando más protagonismo el batería McCarty. La hermana de Relf mejora mucho en la parte vocal respecto al disco anterior, aunque también dispone de más espacio para ello.
El disco se inicia en un tono folk con los coros de ‘Love Goes On’, aunque la entrada de la parte vocal de Jane Relf le aporta un tono más épico y emotivo al mismo tiempo. A continuación, un mini-concierto de piano servirá de preludio y coda para las florituras vocales de Jane, que introducen una lenta balada llamada ‘Golden Thread’, la cual va ganando puntos durante su desarrollo central, pues las armonías corales adornan y acompañan muy bien las partes vocales y los pasajes instrumentales. Aunque para bella balada está la siguiente canción, ‘Love Is All’, donde una agradable melodía mozartiana de piano más un angelical estribillo que transmite la misma simplicidad efectiva de ‘All You Need Is Love’ de The Beatles, crean igual que esta última una atmósfera celestial que invita al optimismo. Pero la medalla de oro de las canciones tranquilas va indiscutiblemente hacia ‘Face Of Yesterday’, que posee uno de esas memorables melodías que nunca se olvidan y que se ve reforzada por los dulces “la, la, la, la” de Jane. Esta canción tan hermosa sería recuperada años después, en 1977, para el disco de reunión de esta primera formación (o casi) de Renaissance bajo el nuevo nombre de Illusion, rememorando también este injustamente proscrito disco.
Si en su disco de debut el tema ‘Wanderer’ brillaba gracias a un maravilloso clavecín, la primera sección ‘Mr. Pine’ (compuesta por Dunford, guitarrista que seguiría formando parte del grupo tras la desbandada de la formación original) no se queda atrás, donde vuelve a brillar otra magnífica tonada de carácter medieval en su inicio y en su parte final. Por medio encontramos otra sección más dinámica, con un tono más aguerrido y épico donde sigue brillando el teclado y donde habrá una inquietante parte vocal que acabará con un solo de guitarra, algo poco habitual en la discografía del grupo. Es una verdadera lástima que un disco tan redondo como este se tuerza al final con la aburridísima ‘Past Orbits Of Dust’, la cual durante sus casi quince minutos de duración apenas varía de ritmo percusivo, bastante prominente por cierto, lo que unido a una parte vocal nada inspirada y unos pasajes instrumentales insulsos la única sensación que deja es la de quince minutos de percusión acompañados por algún que otro instrumento y algunas voces.
Tras la publicación del LP los miembros seguirían caminos distintos. Keith Relf no grabaría nada nuevo hasta que formó en 1975 el grupo Armageddon junto al bajista Cennamo, aunque un año después sufriría el grave accidente que acabó con su vida. McCarty y Dunford seguirían como compositores e inspiradores creativos de la nueva formación que sería casi definitiva para los años de mayor reconocimiento del grupo. Si por un lado es una lástima que tan buen disco como éste no hubiera tenido mayor difusión, no es menos cierto que la ruptura de la banda significaría la llegada de una de las mejores cantantes del movimiento progresivo de los años setenta: Annie Haslam.
PROLOGUE
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) Prologue; 2) Kiev; 3) Sounds Of The Sea; 4) Spare Some Love; 5) Bound For Infinity; 6) Rajah Khan.
Es curioso cómo un grupo puede transformarse tan completamente en un breve lapso de tiempo, pero más curioso todavía es observar que todos los miembros del grupo son nuevos pero las canciones están compuestas por miembros anteriores, dedicados ahora por lo que parece a la composición y la dirección musical. La novedad definitoria para lo que será el destino de Renaissance es sin duda la incorporación de la cantante Annie Haslam, de amplio rango vocal, registros únicos que van de los tonos más agudos a los más graves sin perder la calidez y sentido melódico. Su voz es tan definitoria de un género como pudiera ser la de Janis Joplin al blues-rock, la de Grace Slick al rock psicodélico o la de Sandy Denny al folk-rock.
La música sigue por la misma senda marcada desde los inicios, esto es, una especie de rock progresivo con elementos de folk y música clásica como fuentes principales de inspiración. La canción que da título al álbum es el mejor ejemplo del sonido del grupo y de lo que encontraremos aquí y en los próximos años. La estrella de ‘Prologue’ es sin duda Annie Haslam, pues su voz transporta el tema por sus diferentes fases, sin pronunciar palabra, simplemente con sus coros. Hacia los 3:20 aparece un pasaje instrumental llevado por el teclado que viene claramente de una pieza de música clásica (o eso parece) de la que no consigo acordarme. Pero esto también será habitual, introducir melodías o segmentos provenientes de la música clásica, siempre con gusto y con acierto. De hecho, la final ‘Rajah Khan’ presenta las mismas características que ‘Prologue’ pero toma inspiración tanto de la música oriental como del Bolero de Ravel (sólo hay que fijarse en el cambio de modulación vocal a partir de los 3:53). Al tema quizá le cueste arrancar un poco, pues hasta los 2:30 no empieza lo bueno, pero las diferentes partes que forman el desarrollo están muy bien y se escuchan con agrado. La sección que se escucha a partir de los 8:25 bien pudo servir de inspiración para Mike Oldfield para algunas de sus piezas de percusión prominente.
También brilla Annie en canciones más tranquilas y sencillas como ‘Sounds Of The Sea’ o ‘Bound For Infinity’, en la primera acompañada inicialmente del piano y algún que otro efecto sonoro hasta que el bajo y la percusión se van añadiendo poco a poco pero de manera suave y sin apartar el protagonismo del teclado y la voz. En ‘Bound For Infinity’ los ingredientes son básicamente los mismos, aunque la parte vocal es todavía mejor gracias a sus delicadas melodías y a su aparentemente sencillo pero efectivo estribillo. Por otro lado, la melodía vocal de las estrofas de ‘Spare Some Love’ son insuperables, de las que transportan a un@ a otro lugar sin moverse de su sitio. Lástima que al estribillo le falte algo más de grandeza para que el tema adquiriese el estatus de inolvidable, pero no obstante es una gran canción con una grandísima sección intermedia instrumental que a partir de los tres minutos es toda una delicia hasta que entra la voz.
Cuando Haslam no participa en la voz principal, caso de ‘Kiev’, el grupo suena algo más vulgar sin nada que lo diferencie a priori de cualquier otro que se propusiera tocar en el mismo estilo. Aunque la introducción de piano le aporta suficiente empaque, el desarrollo posterior es más convencional y sin la grandeza demostrada, por ejemplo, en ‘Prologue’.
Así pues, este “debut” de Renaissance pasa con nota alta y nos ofrece ya varios clásicos que vale la pena escuchar y una cohesión instrumental y grupal que son garantía de grandes temas que efectivamente irían llegando en los siguientes años.
ASHES ARE BURNING
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Can You Understand?; 2) Let It Grow; 3) On The Frontier; 4) Carpet Of The Sun;
5) The Harbour; 6) Ashes Are Burning.
La continuación del gran nivel demostrado en el álbum anterior aquí se ve refrendada y aun mejorada pues estamos ante la obra maestra de la historia de Renaissance. La voz de Annie Haslam se despliega en todo su esplendor y los pasajes instrumentales son geniales aunque en algunos casos se nutran de préstamos de otras obras. En cualquier caso, estos préstamos están tan bien seleccionados y encajan tan perfectamente en los temas que nadie podría darle mayor importancia. También hay una ruptura mayor con los orígenes de la banda, pues la única aportación compositiva del fundador McCarty es la ebullición de jovialidad de ‘On The Frontier’, una gran pieza de folk progresivo donde las voces corales le dan un toque bucólico ideal para su trasfondo instrumental.
En la multiparte ‘Can You Understand?’ se distinguen tres secciones bastantes diferentes entre sí: la primera, una dinámica sección instrumental liderada por un magnífico piano; la segunda más reposada y contemplativa, donde entra por primera vez la voz de Haslam y canta una letra bucólica; y la tercera, donde vuelve a animarse el tema mientras canta “Can you understand? / You can really understand” y luego se pasa a la memorable parte instrumental donde se recoge la melodía compuesta por Maurice Jarre para la Banda Sonora Original de Doctor Zhivago (1965), que si mi memoria no me falla sonaba durante una escena en que aparece un carruaje paseando sobre un paisaje nevado. Otro préstamo bastante sonado es el de La cathédrale engloutie de Claude Debussy, utilizada para comenzar y terminar ‘The Harbour’. El problema es que una pieza clásica tan pausada no encaja bien en este disco y menos con la canción en sí, pues ‘The Harbour’ es otra bella melodía cantada por Haslam que hubiera mejorado de haberle eliminado la parte de Debussy, por supuesto sin desmerecer su obra, que aquí realmente está sacada fuera de contexto.
Por otro lado, tanto ‘Let It Grow’ como ‘Carpet Of The Sun’ tienen un estilo similar, engrandecido por una memorable parte vocal además de una instrumentación perfectamente encajada que permite a la música fluir de una manera relajada solemne. En el caso de ‘Carpet Of The Sun’, su estribillo es inolvidable, pues las melodías aparecen y se desarrollan con una naturalidad apabullante. Música celestial para los oídos.
La épica ‘Ashes Are Burning’ vuelve a comenzar con un destacado piano pero más rítmico. Este tema nos regala nuevamente unas melodías increíbles tanto en las estrofas principales como en su memorable estribillo. Casi a los cinco minutos comienza una brillante sección instrumental donde vuelven a tomar prestada una melodía cinéfila, en este caso de la interesante película Brigada Homicida (Madigan, 1968, dirigida por Don Siegel y con Henry Fonda y Richard Widmark en el reparto, nada menos), desarrollada con gusto y proporcionando gran dinamismo. También podremos escuchar el único solo de guitarra de todo el álbum en su coda final, que llega tras otra sección donde Haslam canta casi a cappella con una delicada voz a la altura de cualquier mezzosoprano de primer nivel.
Cuando uno escucha este disco por primera vez, puede pensar con razón que estamos ante uno de los grupos más importantes e injustamente olvidados de la historia, pues la cantidad de melodías y la interpretación de Annie son insuperables. Lo único que baja los humos un poco es comprobar a posteriori que algunas de esas melodías son copiadas o recicladas, además de la instrumentación poco virtuosa que aparece. Pero que Renaissance no pueda equipararse a los Beatles no quiere decir que sean un gran grupo igualmente y que este disco sea imprescindible para cualquier amante de la música. Un ejemplo ideal de lo que es la belleza musical.
TURN OF THE CARDS
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Running Hard; 2) I Think Of You; 3) Things I Don't Understand; 4) Black Flame; 5) Cold Is Being; 6) Mother Russia.
Nuevo disco y misma receta de Renaissance, puesto que aunque nunca tendrían éxito comercial, al menos disfrutarían de un suficiente grupo de enfervorizados seguidores que les permitiera disponer de la suficiente confianza como para grabar discos en su propio estilo sin dejarse llevar por modas. Mirando como siempre más veces al pasado que al presente musical para crear bellas interacciones entre la música clásica, el folk y el rock progresivo.
Los préstamos musicales realizados con exquisito gusto vuelve a ser una de las características de la banda. Así, lo más definitorio de ‘Running Hard’ es el solo de piano que lo inicia, de manera muy lenta al principio pero luego comienza a acelerar la magnífica melodía que se va repitiendo. Este inicio está tomado de la brillante pieza de órgano ‘Litanies’, obra del compositor francés Jehan Alain (trágicamente muerto en servicio durante la Segunda Guerra Mundial), de la cual recomiendo una impresionante interpretación a cargo de su hermana (notable organista) en una catedral suiza. La parte vocal de ‘Running Hard’ no está nada mal, aunque no llega a las cotas épicas que consiguen en sus mejores momentos, pero podemos quedarnos con la solemne parte final donde se recupera una de las melodías principales en un cierto tono lúgubre.
Lo más cañero que podremos encontrar en un grupo como Renaissance ya sabemos que serán cosas como ‘Things I Don't Understand’, gracias a ese ritmo de cierta agresividad y con un gancho indiscutible. A partir de los dos minutos aparece un paréntesis en el cual Annie Haslam nos regala otro de sus desafíos melódicos de gran belleza donde su voz alcanza el protagonismo absoluto. Aunque eso no es nada si lo comparamos con la sección final, acústica y calmada, que llega a partir de los cinco minutos, donde esa habilidad vocal de Annie llega a uno de sus momentos álgidos. No será la única ocasión por suerte, pues en otro de los largos temas del álbum, el orquestado ‘Mother Russia’, disfrutamos de otro de esos momentos inolvidables de Renaissance cuando a los cinco minutos entra Haslam cantando con su voz la delicada melodía que también podemos escuchar en el inicio de esta suite, seguido luego de un conseguido crescendo que acaba con gran fuerza para retornar a la sección principal. El resto de ‘Mother Russia’, si bien no es igual de memorable, sí que presenta otro gran momento de canto acompañado de una sección rítmica cohesionada y también protagonista del desarrollo de este extenso tema.
Por otro lado, en ‘Black Flame’ se crea un brillante contraste entre su trasfondo acústico y el poderoso estribillo, con algunas de las más memorables melodías del álbum. El clavicordio que suena en el estribillo ayuda a crear uno de esos momentos mágicos e inolvidables que hacen de esta banda una de las más queridas para todos aquéllos que la conocen. Lo más flojo del álbum (dicho esto sin connotaciones negativas) es la convencional balada ‘I Think Of You’, una canción melódica sin mayores pretensiones. ‘Cold Is Being’ parece que va a ser algo similar, pero la parte vocal es incluso mejor, además de estar adornada con música tomada de Albinoni, lo cual ya es garantía de pasar un rato agradable.
En definitiva, otro gran disco de Renaissance con mayor garra y empuje si cabe que Ashes Are Burning, pero con algo menos de melodías memorables, lo cual redunda en una valoración ligeramente inferior a su predecesor.
Tras varios discos de brillante factura, parece que Renaissance cogió confianza para crear su obra más ambiciosa, ésa que busca todo artista como punto álgido de su carrera para dar lo mejor de sí y tener una obra principal por lo que ser recordado. El problema es que los gustos del público no han de ser necesariamente idénticos a los de un artista, puesto que la visión sobre la música no es la misma. Sólo cuatro temas abarca esta pretenciosa obra en la que el grupo intenta rizar el rizo todavía más, el último una compleja suite de veinticinco minutos alrededor de la que gira todo el concepto del álbum. Pero igual que en otros casos previos como Brain Salad Surgery de ELP o el mastodóntico Tales From Topographic Oceans de Yes, complejidad sin profusión de melodías o ritmos pegadizos no equivale a una victoria, aunque en este caso las dos composiciones intermedias por suerte elevan el resultado global. Y bueno, quizá la palabra complejidad no sea la adecuada para describir la música de Renaissance, puesto que no tiene músicos virtuosos como los que sí había en los grupos citados, pero sí que buscaron algo más pretencioso dentro de sus limitaciones.
Nada más comenzar el disco, tenemos un buen ejemplo de lo que he querido expresar anteriormente. A la introducción de ‘Trip To The Fair’ le falta algo de gancho, puesto que escuchamos un ritmo bastante dinámico pero sin esas melodías agradables que tanto se aprecian en Renaissance. No es hasta pasados los tres minutos que comienza de verdad a interesar este tema, gracias a una segunda sección que quizá sea demasiado folk y le falte más grandeza comparado con lo que llega después. Y es que pasados los seis minutos, en una tercera sección se acelera el ritmo junto a una entonación alargada de Annie Haslam que nos devuelve a los gran Renaissance que esperábamos. El teclado de Tout es la estrella en todo ese momento hasta que se retoma de manera brillante la segunda sección citada.
La única canción de duración normal es ‘The Vultures Fly High’, una de las composiciones más potentes de la carrera de Renaissance, con un ritmo principal agresivo y luego un memorable estribillo precedido por una bella melodía vocal (“To put you down they always find a way to criticise”). Justo a continuación, el comienzo de ‘Ocean Gypsy’ parece presagiar una bonita balada poco notable, pero cuando llega su maravillosa segunda estrofa (“Gold and silver rings and stones / Dances slowly of the moon”) y luego su elaborado estribillo, comprobamos que estamos ante otra de las grandes canciones del grupo. El intermedio instrumental, iniciado por un melódico piano, también es otro de sus grandes logros.
Hablando por último del tema principal del álbum, ‘Song Of Scheherazade’ es la historia en la que se basan los cuentos de Las mil y una noches, que aquí cobra vida en forma de suite orquestal y variada. El inicio solemne mediante prominentes trompetas promete un viaje musical diferente al resto, que poco después se transforma en una dinámica introducción que antecede a la primera parte vocal. Nunca una sección orquestal había tomado tal protagonismo en un tema de Renaissance, pero aquí era totalmente necesario para aportar algo de virtuosismo al conjunto. Así, en la sección llamada ‘The Sultan’ (la mejor de toda la suite, a partir de los 2:33) llega en primer lugar una introducción coral de gran belleza, que sirve de preludio a la voz del bajista Camp que actúa como narrador de la historia, ayudándose en el estribillo de la preciosa voz de Haslam que mediante sus declamaciones adorna celestialmente el conjunto, incluido los coros. Luego la suite divaga bastante durante una extensa parte (instrumental en gran medida, aunque hay otra agradable parte vocal de Annie) con diferentes secciones que no están mal pero suenan algo estériles, como faltas de chispa. Pasados los veinte minutos llega la recta final donde sí que vuelve nuevamente la grandeza del grupo, primero con un dinámico ritmo y luego con el retorno de la memorable melodía coral de ‘The Sultan’.
¿Qué nos queda al final entonces? Pues dos grandísimos temas y otros dos que presentan demasiadas divagaciones para brillar por sí mismos, lo cual no permite situar este disco entre lo mejor de Renaissance pero sí recomendarlo por sus buenos momentos. Parece que ellos mismos se dieron cuenta de que estas vastas epopeyas no eran lo suyo, pero ahí queda al menos la valentía de intentar algo nuevo y de aprovechar todos los recursos posibles.
1) Trip To The Fair; 2) The Vultures Fly High; 3) Ocean Gypsy;
4) Song Of Scheherazade.
Puntuación:
Año de publicación: 1975
SCHEHERAZADE AND OTHER STORIES
LIVE AT CARNEGIE HALL
Año de publicación: 1976
Puntuación:
CD I: 1) Prologue; 2) Ocean Gypsy; 3) Can You Understand; 4) Carpet Of The Sun;
5) Running Hard; 6) Mother Russia.
CD II: 1) Song Of Scheherazade; 2) Ashes Are Burning.
La conjunción de Renaissance con una orquesta en directo es una idea que llama poderosamente la atención si atendemos al estilo de la banda, muy proclive a poder potenciar el sonido con un acompañamiento orquestal. Y eso es lo que encontramos aquí, a unos músicos en un gran momento de forma que en junio de 1975 realizaron unos conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York, dejando plasmada para la posteridad una selección de sus grandes temas acompañados por la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Parece que esos años eran proclives para la unión de grupos de aires progresivos con orquestas de música clásica, como atestiguan previos trabajos de Caravan o Procol Harum.
Y es cierto que echando un ojo a los temas aquí incluidos un@ puede quedar complacido ante la idea de poder comprobar cómo es su traslación al directo, si se podrá mantener la magia y cómo potenciará la orquesta el resultado final. Y lo cierto es que la orquesta tampoco es la protagonista del evento, pues tal honor se lo lleva Annie Haslam, quien es la reina del escenario con su impresionante voz. Aunque las interpretaciones son bastante similares a lo que podemos escuchar en los respectivos discos de estudio, si atendemos a que le complejidad instrumental no era excesiva, lo que sí sorprende positivamente entonces es escuchar cantar a Haslam y cómo consigue modular su voz de los tonos más bajos a los más altos sin esfuerzo ninguno. En momentos determinados sí se nota la presencia de la orquesta, pues esa perfección en la ejecución que consiguen unos músicos curtidos en la música clásica, hace que temas como ‘Mother Russia’ cautiven en los pasajes claves donde esa perfección no distrae la atención en los momentos brillantes de Haslam, además de realizar un crescendo magistral en la sección central.
Uno de los puntos de interés del álbum es poder escuchar el que era entonces su tema estrella, ‘Song Of Scheherazade’ (titulado en el CD como ‘Scheherazade’ a secas, supongo que por error de imprenta). Y ciertamente convence mucho más que en la versión de estudio, puesto que el poderío que exhibe en directo gracias a la orquesta, sobre todo en los pasajes más dinámicos que ofrecen una fortaleza adicional, convierten esta suite en toda una experiencia, tal como hubieran deseado los miembros de Renaissance desde un principio. Con este tema y una extensa interpretación de ‘Ashes Are Burning’ se completa todo un volumen. Precisamente esta última es la única que no aparece remarcada por mí como excelsa en el listado de canciones, puesto que su larga duración se debe en parte a un flojo solo de bajo que dura nada menos que tres minutos y que es imperdonable. Tampoco hay ningún solo de guitarra eléctrica al final, puesto que recordemos que entonces hubo un músico invitado para tocarlo y aquí nadie parece capacitado para hacerlo. Para suplirlo, la misma Haslam realiza un alarde de agudos que tampoco es que sirvan para aceptar la sustitución como válida, ya que del resto se encargan el teclado y el bajo pero con resultado flojo.
En cualquier caso, que nadie compre nunca un recopilatorio de la banda, que en todo caso adquiera este álbum porque contiene muchos de sus grandes éxitos y en interpretaciones excelentes. Es la demostración empírica de que Annie Haslam ha sido una de las grandes cantantes de la historia del rock, además de poder deleitarse con la diversidad de melodías (muchas de ellas de inspiración o precedente clásico) que la Orquesta Filarmónica de Nueva York ayuda a potenciar con su profesionalidad.
1) Can You Hear Me?; 2) The Sisters; 3) Midas Man; 4) The Captive Heart;
5) Touching Once (Is So Hard To Keep).
Puntuación:
Año de publicación: 1977
NOVELLA
Tras el intento pretencioso y bombástico de Scheherazade, que desafortunadamente no tuvo el éxito que ellos esperaban, al grupo ya no le quedaba más capacidad de reinvención o de deslumbramiento y únicamente podía dedicarse a seguir en su línea habitual e intentar aunar suficientes melodías originales para al menos asegurar un elegante sonido y recompensar la fidelidad de sus seguidores. Por suerte, Renaissance todavía está en forma y no se encuentran apenas destellos de decaimiento, puesto que grandes melodías pueblan el álbum igual que en los anteriores.
En el inicio del álbum con ‘Can You Hear Me?’ vuelven a querer sorprendernos, para lo cual nos provocan un súbito cambio de ritmo ayudado por unos coros. Ahí comienza una sección liderada por una épica melodía hasta la entrada de la parte vocal. Ésta no suena mal pero tampoco llega a los niveles de excelencia de sus mejores creaciones, aunque el giro melódico que realiza Annie Haslam al cantar la parte de “Fly like a song, fly while you're singing” es muy loable. La sección instrumental central avanza de manera muy lenta y no acaba de enganchar, hasta que llega una nueva y sencilla parte vocal de Haslam que, pasados los diez minutos y tras cantar “I call your name” de manera repetida, dará paso a la sección más enérgica de esta suite, para acabar retomando diferentes partes ya escuchadas.
La calmada ‘The Sisters’ presenta un inicio solemne y una memorable melodía en las estrofas. A nivel vocal, lo único que le falla es lo que parece el estribillo, que no está a la altura del resto del tema. Pero es nuevamente magistral el aura que consiguen en el inicio y en su sección final, donde el teclado y los coros etéreos recuerdan los mejores momentos de ‘Song Of Scheherazade’. Eso sí, el solo de guitarra española podrían haberlo eliminado, puesto que en el extranjero quizá suene exótico, pero aquí en España nos chirría con sólo pensar en los grandes guitarristas que hemos tenido y tenemos. En un estilo similar pero que deja incluso mejores sensaciones, encontramos ‘The Captive Heart’, básicamente integrada por la voz y el piano.
Si hubiera que seleccionar una pieza de este álbum, nos quedaríamos con la impresionante ‘Midas Man’, sobre el conocido cuento que advierte de los peligros de la avaricia, y que engancha desde su melodía inicial que se irá retomando con variaciones y diferentes arreglos a lo largo de su extensión. Tiene algo así como un doble estribillo, aunque en la versión de estudio sólo encontraremos el primero de ellos, que es otra maravillosa melodía vocal (“I'll take from the blind and I'll get up ahead”). Ese segundo estribillo, que podremos disfrutar en cualquier interpretación en directo de la canción, es un extraordinario alarde vocal con que nos deleita Haslam como final de estructura lírica, a la altura de cualquier mezzosoprano de prestigio. La final ‘Touching Once (Is So Hard To Keep)’ no se queda atrás, en ella la variedad abarca ritmos de tango (a partir de los 1:30), rock coral (a los tres minutos y de manera más siniestra a partir de los seis minutos), una sección intermedia instrumental inspirada en el Romanticismo y un épico estribillo. ¿Quién da más?
Una lástima que, a partir de aquí, Renaissance entrarán en un punto de inflexión en busca de un éxito comercial que no debiera ser su propósito principal. Así pues, las estructuras y el sonido tenderán a simplificarse más, lo que unido al obvio decaimiento en la creatividad melódica, nos llevarán a introducirnos progresivamente en etapa más mala del grupo.
A SONG FOR ALL SEASONS
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) Opening Out; 2) The Day Of The Dreamer; 3) Closer Than Yesterday;
4) Kindness (At The End); 5) Back Home Once Again; 6) She Is Love; 7) Northern Lights; 8) A Song For All Seasons.
Sólo hay que fijarse en la portada para comprobar de entrada que algo ha cambiado. ¿Es una imagen así lo que asociaríamos con el rock progresivo o con una banda como Renaissance? Más bien parecería lo adecuado para cualquier cantante melódica de canciones tristonas. Pero afortunadamente todavía no han mutado lo suficiente hacia la mediocridad comercial más absoluta, como ya anuncia el pomposo inicio de ‘Opening Out’, al estilo de sus mejores obras gracias a una bella melodía de entrada y unas no menos bellas estrofas bien rematadas por las dos preciosas últimas líneas “Time has held tomorrow yearning while apart / Now the longing has begun for you”.
Hay dos extensas piezas que todavía nos aseguran que la intención de Renaissance es seguir englobados dentro del movimiento progresivo, aunque por desgracia los signos de cansancio y decaimiento aparecen sin remedio. La falta de ideas que denota ‘The Day Of The Dreamer’ en algunos momentos queda reflejado a los 3:15, cuando se copia la percusión de la introducción de ‘Opening Out’. El resto del tema fluctúa entre pasajes más interesantes y otros, mayoritarios, que no nos dicen nada, así que lo mejor es la sección inicial y principal, más movida y con un estribillo suficientemente pegadizo (“Dreamer lead me ever closer / Here is where I belong”). La otra pieza extensa es la que da título al álbum y que está ubicada justo al final. ‘A Song For All Seasons’ presenta un inicio orquestal característico y de cierto dinamismo. La parte vocal no está muy conseguida, puesto que apenas presenta alguna melodía reconocible salvo en la última parte, donde Annie canta “We fall, while aiming so high” (frase quizá definitoria del estado anímico del grupo), y que transmite poderío reivindicativo junto a un acompañamiento instrumental de gran calibre. Esta gran parte final es lo que salva lo suficiente el panorama.
Sin embargo, el progresivo descenso de la banda hacia el convencionalismo alcanza su etapa intermedia en un par de canciones que no asociaríamos con la imagen de Renaissance hasta ese momento. Por un lado, ‘Closer Than Yesterday’ es lo más parecido a una canción típica de folk que hubieran grabado hasta la fecha, pero sin ese toque especial de la banda. ‘Northern Lights’ no se queda muy atrás, aunque le meten algunos sintetizadores de trasfondo para que parezca otra cosa. Tampoco llama la atención ‘Back Home Once Again’, salvada únicamente por las secciones instrumentales que siguen después de cada estribillo.
Por otro lado, el bajista y guitarrista Camp canta su propia composición ‘Kindness (At The End)’, que en su comienzo recupera una necesaria fuerza que despunte en este álbum, aunque luego se mueve por territorios más calmados que hubieran salido reforzados de haber cantado Haslam. Y lo peor del álbum con diferencia es ‘She Is Love’, una patética imitación de las composiciones de Brian Wilson en los Beach Boys, absolutamente empalagosa y aburrida.
En definitiva, A Song For All Seasons resultará ser el último disco aceptable de Renaissance en muchísimos años. Las próximas entregas del grupo únicamente irán dejando retazos de lo que fueron, pero no dejarán de ser simples productos de su tiempo que no les harán levantar cabeza.
AZURE D'OR
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) Jekyll And Hyde; 2) The Winter Tree; 3) Only Angels Have Wings; 4) Golden Key; 5) Forever Changing; 6) Secret Mission; 7) Kalynda (A Magical Isle); 8) The Discovery; 9) Friends; 10) The Flood At Lyons.
Quién sabe si por presión de la discográfica (la Warner les dio la patada tras el fracaso de este álbum), Renaissance se lanzó de lleno hacia la comercialidad de su música para intentar lograr un éxito que se les resistió siempre. De entrada, se suprimieron las composiciones de extensa duración, a lo máximo que se llega es a los cinco minutos de duración, lo cual significa que se tiende a la simplificación estructural. También se evitan al máximo los pasajes complejos (que tampoco lo eran tanto) y se busca la melodía sencilla y pegadiza, algo difícil de encontrar si se quiere evitar caer en lo vulgar.
Cuando ponemos el disco y comenzamos a escuchar ‘Jekyll And Hyde’, lo primero que un@ hace es pensar si no se habrá equivocado y habrá puesto un disco de ABBA en su lugar. La forma de cantar de Annie Haslam y el estilo bombástico y de estribillo potente y cantable de la canción, les hacen pasar por una banda de Europop más que por un grupo de rock progresivo. Hacia la mitad llega un gran pasaje instrumental (que incluye una bonita melodía de piano) que nos recuerda por fin que estamos escuchando a Renaissance. Pero aquí no acaban los parecidos con ABBA, pues Camp quiere tomar el rol de Bjorn Ulvaeus y se convierte en el protagonista de la floja ‘Only Angels Have Wings’, que pretende ser pretenciosa y sencilla a la vez, pero donde la melodía inicial ya da mala imagen al sonar pasada de moda, como interpretada con un organillo Casio. Y es que lo que encontraremos aquí en general son canciones pop de melodías más agradables, como por ejemplo ‘The Winter Tree’, y otras demasiado simplonas que deberían hacer avergonzarse a alguno que otro por incluirlas en el disco (dirigirse a ‘Friends’ aquél que se atreva).
Para entroncar con las nuevas modas, también parecen querer acercarse a la New Wave imitando su estilo en el inicio de ‘Secret Mission’, una canción con múltiples partes donde consiguen algo inaudito: que todas sus partes suenen insulsas, autoparódicas e insustanciales. Como si siguiendo las explicaciones de Valle-Inclán se hubieran reflejado en un espejo deformado y hubiera aparecido la versión esperpéntica de Renaissance.
Cuando retoman las sencillas baladas en el estilo de siempre, como en ‘Golden Key’, es cuando al menos suenan aceptables, pues con Haslam de cantante siempre se le puede sacar más jugo del que a priori tiene una canción. Tiene una buen sección instrumental intermedia donde va subiéndose el tono de la canción. En ‘Kalynda (A Magical Isle)’ se recupera una cierta épica en las baladas, lo cual se agradece aunque parezca sonar a cosas ya escuchadas con anterioridad. No obstante, ‘Forever Changing’ aparentemente retoma también ese estilo pero sin melodías y con una instrumentación de lo más vulgar. Sería curioso conocer cuántos minutos tardaron en componerla, aunque sabiendo que es la única composición en solitario del batería Sullivan, podemos imaginarlo días y días intentando escribir la música hasta que se limitó a imitar lo que habían hecho con anterioridad pero sin gracia ni estilo.
Lo más progresivo que encontraremos en este innecesario álbum son la pieza final y el instrumental ‘The Discovery’, el cual no deja de tener su gracia aunque se trate simplemente de un rodeo continuo hacia una melodía principal que no puede contarse entre las mejores que hubieran compuesto. En cambio, ‘The Flood At Lyons’ resulta algo floja aunque la intención sea buena, pues el dinámico ritmo de las estrofas principales queda algo simplón. El estribillo más calmado pero pretendidamente épico no acaba de cuajar tampoco del todo. Y es que definitivamente, este disco en sí no acaba de cuajar. Escuchad “Jekyll And Hyde” y olvidad el resto.
CAMERA CAMERA
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Camera Camera; 2) Faeries (Living At The Bottom Of The Garden); 3) Remember; 4) Bonjour Swansong; 5) Tyrant-tula; 6) Okichi-san; 7) Jigsaw;
8) Running Away From You; 9) Ukraine Ways.
¡Han llegado los años ochenta! ¡Pongámonos a meter efectos en las canciones! ¡Rellenemos los huecos con sintetizadores! ¡Seamos guays! Esto parece decirnos este álbum de Renaissance que nada tiene que ver con aquello que conocimos bajo ese nombre, ni siquiera la portada en la que podrían pasar por Mecano. Eso es lo que anuncia ya la primera canción ‘Camera Camera’, donde unos sonidos de cámara de fotos (qué original) son el preludio de un empacho bestial de sintetizadores, una Annie Haslam que por momentos parece querer cantar como Kate Bush (craso error, puesto que Haslam ya tiene sus propios registros únicos) y unas melodías casi inexistentes o demasiado simples. Hacia el final escuchamos un piano de verdad, que es el único vestigio de lo que fueron en la década anterior.
El motivo de que sólo aparezcan tres personas en la portada es que dos de los miembros anteriores (el teclado y el batería) fueron reemplazados. Y es que estos dos instrumentos son la clave de su transformación en un grupo de techno-pop, por lo que parece que buscaban nuevos aires con estos cambios. Pero Peter Gosling en el teclado (nada que ver con el Gosling que estuvo en The Kinks) lo único que hace es trasladar los sonidos comerciales contemporáneos a las flojas composiciones de la banda, que parece mentira que provengan de los mismos autores de siempre. Por suerte no encontramos canciones realmente ofensivas para lo que cabría esperar con todo lo comentado. Únicamente ‘Running Away From You’ es tan sumamente estúpida como para hacerle la cruz de por vida. Merecería estar como relleno en algún disco de Paloma San Basilio.
En ‘Faeries (Living At The Bottom Of The Garden)’ y ‘Bonjour Swansong’ parece que sean unos ABBA en horas bajas, pues incluso se dobla la voz de Haslam para que se asemeje más al grupo sueco. En cambio, ‘Tyrant-tula’ es una descarada reescritura de ‘The Vultures Fly High’, pero sobrecargada de sintetizadores, dos razones por las que pierde todo el encanto aparente que posee. Y cuando podemos escuchar una canción que parece entroncar con su pasado glorioso, ‘Jigsaw’, queda totalmente arruinada conforme llega su horroroso estribillo, en el que parece querer chillar igual que Kate Bush en ‘Hammer Horror’.
Cuando se dejan de florituras superfluas y dejan fluir la voz de Haslam como antaño, es cuando el resultado suena agradable, como en la balada ‘Remember’, en la que al menos pueden apreciarse las melodías vocales; o como en la final ‘Ukraine Ways’, con cierta diversidad pero con el error también de añadir pasajes instrumentales que a estas alturas sólo podían traer problemas por el viraje techno-pop de la banda. El único tema salvable para la posteridad es el más recatado en sonido (algo muy positivo en este caso) de todo el álbum. Nos referimos al tema de ínfulas orientales ‘Okichi-san’, donde una bella entonación cuasi japonesa de Haslam nada más comenzar crea una cierta predisposición positiva a escucharlo. Por fin puede disfrutarse la guitarra acústica y un solo de teclado aceptable, además de una agradable parte vocal que aquí destaca sobremanera entre tanta vulgaridad. Y es que llamar vulgar a este álbum es incluso hacerle un favor, porque es realmente malo.
Fíjense bien en la portada de este disco. Respecto a la del disco anterior, vemos que la banda ha mutado desde un look tipo Mecano a otro en el que Annie Haslam parece una imitadora de Bonnie Tyler junto a dos figurantes. La broma no va mal encaminada porque 1983 es el año en que la última triunfó con su clásico ‘Total Eclipse Of The Heart’. Nada cambia respecto al álbum anterior, pues los sintetizadores son ahora los reyes de la fiesta y en Renaissance parecían tener una fijación obsesiva por parecer modernos y poder vender miles de discos de esa manera. Por lo que parece, aquí definitivamente se dieron cuenta de que habían llegado a un punto muerto sin salida.
Igual que ocurría en Azure D'Or, lo mejor nos lo ofrecen al principio. Así, la única canción presentable y que vale la pena recordar es justo la primera que encontramos, ‘Flight’. Aunque el inicio echa un poco para atrás con ese desconcertante ritmo rápido de sintetizador, pronto llega una gran introducción de guitarra eléctrica nostálgica de los grandes tiempos pasados que antecede una parte vocal a dos voces muy devota de los ochenta. De hecho, es el tercer disco seguido en el que nombraremos a ABBA, pues es a este conjunto sueco a quienes recuerdan, también en el estribillo y en el solo de sintetizador. Como para 1983 ABBA ya se habían disuelto, siendo condescendientes podríamos tomar ‘Flight’ como un homenaje. Sin embargo, cuando descubrimos que no es el único momento en que recuerdan a ellos, entonces se desvanece la ilusión. Pero si esta inconsciente emulación sirve para ofrecernos un pop cuando menos presentable y con discernibles melodías, como en ‘Missing Persons’, ‘Distant Horizons’ o ‘The Entertainer’ (a la cual le sobra su horrible solo de sintetizadores), entonces sea bienvenida la idea.
Menos mal que, aunque en pocas ocasiones, también siguen recordando su pasado progresivo y en ‘Chagrin Boulevard’ realizan una creativa introducción mediante la batería, la guitarra eléctrica y los sintetizadores que crea un aire épico para que entre el canto inicialmente emotivo de Haslam, aunque luego se siga un desarrollo más convencional pero recuperando algunos cambios de ritmo súbito que se agradecen en un tema que, por otro lado, es bastante discreto aunque suena bien.
Por otro lado, ‘Majik’ posee un buen estribillo, pero los sintetizadores arruinan lo que podría haber sido una canción pasable, que es lo mismo que le ocurre a ‘Orient Express’. De haberse grabado una década antes, podrían haber llegado a ser canciones destacadas. Lo que no puede tolerarse es la caída de Renaissance en un techno-pop tan chabacano como ‘Richard IX’, ‘Auto-tech’ o ‘Electric Avenue’, a la cual le añaden un vulgar saxofón para empeorar el asunto. Unas puerilidades de este tipo no pueden ir asociadas a un nombre solemne como Renaissance.
Tras este mal disco –otro más y ya era el tercero seguido– la banda se disolvería con buen criterio y para alivio de sus seguidores. En casi veinte años ya no volverían a reunirse para grabar nuevas canciones y Annie Haslam no tendría demasiada suerte con su floja carrera en solitario. Una lástima, porque parecía haber mayor problema con el continente que con el contenido. Queda claro que un sintetizador es un instrumento antitético para el estilo de Renaissance.
1) Flight; 2) Missing Persons; 3) Chagrin Boulevard; 4) Richard IX; 5) The Entertainer;
6) Electric Avenue; 7) Majik; 8) Distant Horizons; 9) Orient Express; 10) Auto-tech.
Puntuación:
Año de publicación: 1983
TIME-LINE
1) Deja Vu; 2) Love Lies, Love Dies; 3) Don't Talk; 4) The Other Woman;
5) Lock In On Love; 6) Northern Lights; 7) So Blasé; 8) Quicksilver;
9) May You Be Blessed; 10) Somewhere West Of Here.
Puntuación:
Año de publicación: 1995
THE OTHER WOMAN
Con Annie Haslam centrada en su carrera en solitario (acababa de sacar en 1994 un nuevo disco), el guitarrista y compositor de la banda Michael Dunford tuvo la osadía de editar un álbum bajo el nombre de Renaissance con una sustituta en la voz. La afortunada (en teoría) fue una jovencita llamada Stephanie Adlington, que tiene una voz presentable pero que no puede llegar al nivel de Annie Haslam, obviamente. El nivel cualitativo de las composiciones tampoco es que ayude mucho, pero atendiendo al hecho de que era la voz de Haslam la que básicamente había salvado los últimos discos de la banda de caer en el despropósito total, resulta previsible pensar de manera negativa en lo que nos podemos encontrar aquí. Es como una continuación de Time-Line pero despojada de toda la carga superflua de sintetizadores, por lo que únicamente nos quedan unas composiciones pop vulgares que quedarían muy bien para rellenar espacio en el lanzamiento de alguna estrella mediática de la música, pero no para el legado de una de las grandes bandas de los años setenta.
El repertorio se compone de temas casi bailables reminiscentes de los años ochenta, junto a baladas lideradas por el piano. Ambas vertientes suenan igual de insulsas, del estilo de la música de cualquier teleserie o telefilm de sobremesa. No vale la pena analizar canción por canción porque sería una tarea igual de inane que analizar las canciones del festival de Eurovisión, por lo que diremos que lo único aceptable que puede encontrarse aquí son la balada orquestal ‘May You Be Blessed’ (que además dura poco, lo justo para lo que ofrece) y las baladas pianísticas ‘The Other Woman’ y ‘Lock In On Love’, pero ni aún así vale la pena buscarlas para escucharlas.
Al final parece que algo de pudor les entró, puesto que en ‘Somewhere West Of Here’ recuperan por una vez el estilo progresivo que les caracterizó años atrás, aunque la vulgar instrumentación impide que esta composición hubiera alcanzado un mucho mejor resultado, pues comienza muy bien pero luego se desinfla irremediablemente. Y si Annie Haslam hubiera puesto su voz, tendríamos otra joya perdida en el catálogo del grupo. Ya que hemos vuelto a nombrarla, por si alguien quería algún ejemplo en que pudiera compararse la valía de las dos cantantes (la del presente álbum y Annie), tenemos la regrabación de ‘Northern Lights’ de A Song For All Seasons, que aquí suena a años ochenta más bien, pues por momentos parece que estemos comparando a Haslam con una imitadora de Cindy Lauper.
Para colmo, Dunford volvería a repetir la experiencia pero regrabando las canciones clásicas de la banda con Adlington de cantante en el álbum Ocean Gypsy. Al menos tuvo el detalle de editarlo con el nombre de Michael Dunford's Renaissance, aunque no tendré el dudoso placer de escucharlo nunca. En definitiva, lo mejor que podemos hacer es pensar que el presente disco nunca existió. Nunca lo menciones en público y haz desaparecer cualquier prueba que pueda delatar que un día perdiste cincuenta minutos de tu vida inútilmente. Para escuchar esto, mejor desempolvar algún disco de Olé Olé, que al menos suena más cercano y ya sabemos de antemano que no nos va a aportar nada.
LIVE AT THE ROYAL ALBERT HALL (PARTS 1 & 2)
CD I: 1) Prologue; 2) Can You Understand; 3) Carpet Of The Sun;
4) Can You Hear Me; 5) Song Of Scheherazade.
CD II: 1) Running Hard; 2) Midas Man; 3) Mother Russia;
4) Touching Once (Is So Hard To Keep); 5) Ashes Are Burning; 6) Prologue; 7) You.
Puntuación:
Año de publicación: 1997
En el álbum en directo Live At Carnegie Hall ya habíamos visto que la combinación de Reinassance más una orquesta sinfónica producía una sinergia especial que potenciaba las composiciones de la banda, algo obvio si atendemos a la inspiración clásica (o más bien préstamos en muchos casos) de su música. Si en aquel álbum se recogía una actuación de 1975, en este nos situamos en octubre de 1977, cuando ya había sido publicado Novella, el último gran disco de la banda. Tal como ya viene reflejado en el título, el concierto tuvo lugar en el mítico Royal Albert Hall de Londres, donde se juntaron con la Royal Philharmonic Orchestra en una simbiosis positiva para ambas partes, si atendemos a lo que nos dicen durante la actuación. Inicialmente publicado en dos álbumes por separado, aquí se recogen ambos juntos, que es lo lógico.
Nada más comenzar, en ‘Prologue’ vemos el mejor ejemplo de cómo una orquesta puede interpretar y potenciar las melodías de las composiciones de Renaissance, pues no parece que participen sus miembros en ella, todo lo que parece escucharse es a la orquesta únicamente y es asimismo una interpretación excepcional con una brillante adaptación de los arreglos. Quizá no sería una mala idea escuchar versiones completamente orquestadas de sus temas. En cualquier caso, podemos escuchar una segunda versión sin orquesta en el segundo volumen, correspondiente a una actuación en el lugar que inmortalizó Bruce Springsteen en su disco de debut, Asbury Park (New Jersey).
La pieza ganadora de este evento, tal como ya ocurriera en el Carnegie Hall dos años antes, es la suite ‘Song Of Scheherazade’, que en directo y con una orquesta se transforma en una catarata de sensaciones continuadas con brillantes pasajes instrumentales y una voz de Annie Haslam insuperable. Es ella la que triunfa también en ‘Midas Man’, gracias a unos estremecedores agudos tras cada estribillo que sobrepasan todas las capas dérmicas y erizan el vello de la emoción. Si se me permite la comparación, es una emoción equiparable a escuchar a Teresa Berganza en Carmen, la ópera de Bizet.
Lo que nunca podríamos haber imaginado de Renaissance es que se sumaría a la moda imperante en los años setenta de incluir un solo de batería en los conciertos. El baterista de Renaissance, Terence Sullivan, nunca había demostrado en los discos de estudio tener una técnica o habilidad especial, pues simplemente cumplía su papel, cosa no demasiado complicada, y punto. Así, ‘Ashes Are Burning’ se alarga hasta casi los treinta minutos de duración, no sólo por el bochornoso solo de batería (donde queda demostrado que Sullivan es extremadamente limitado técnicamente), sino también por un solo de bajo todavía peor, como si Camp se estuviera enseñando a tocar en ese momento. Menos mal que Annie llega al final para salvar el pellejo con sus agudos.
Como sorpresa encontramos una canción inédita (‘You’) a la que meten sonido de público al principio pero que se trata de un tema de estudio. El comienzo no está mal, en estilo calmado y solemne donde aflora la voz de Haslam, pero luego ya se desvía hacia una instrumentación bastante vulgar. En cualquier caso, son los temas en directo los que engrandecen este álbum y la reputación del grupo. Casi todas las interpretaciones son impecables y todo un placer de ser escuchadas.
En los conciertos de estas características es donde queda claro también que el único miembro de Renaissance que podía situarse en un primer nivel, a la altura de cualquier músico de una orquesta sinfónica incluso, era Annie Haslam. El sonido de los músicos de la banda queda en evidencia cuando se confronta con el de los músicos de la orquesta, pero Haslam sale siempre victoriosa modulando su voz y alcanzando registros insólitos cual magnificente mezzosoprano. Y en directo siempre aflora lo mejor de sí misma, por lo que este doble álbum es recomendable para cualquier conocedor de la banda o que quiera entender por qué Renaissance es una de las bandas de culto más amadas por quienes los conocen.
SONGS FROM RENAISSANCE DAYS
Año de publicación: 1997
Puntuación:
1) Africa; 2) Dreamaker; 3) Northern Lights; 4) No Beginning No End;
5) Only When I Laugh; 6) The Body Machine; 7) Writers Wronged; 8) Island Of Avalon; 9) America; 10) You.
Este disco recopila básicamente canciones descartadas de la que había sido la última etapa del grupo. Echando un vistazo atrás, a lo que habían publicado a finales de los setenta y principios de los ochenta, un@ no puede dejar de temblar ante la idea de cómo pueden sonar estos descartes. Pero parece que una de las ventajas de que un tema fuera descartado es que evitó ser rellenado de sintetizadores en todos los huecos posibles. Así que realmente no podemos aseverar que haya nada ofensivo, gracias a la voz angelical de Annie Haslam y a la aparente sencillez del material compositivo.
El inicio de ‘Africa’ parece anunciar una joya perdida con su exótico comienzo de percusión y cánticos de inspiración africana, pero luego transcurre por terrenos de pop de sintetizadores ya conocidos, aunque en una vertiente más folk que no transmite sino algo de tedio, principalmente por los lamentables pasajes instrumentales, que son pretendidamente solemnes. Pero alcanzar la solemnidad con unos sintetizadores está al alcance de pocos, y Renaissance no están entre ellos. Lo único que podría salvarse del aburrimiento extremo que transmite este álbum son ‘Dreamaker’ y ‘Island Of Avalon’, que sin ser nada del otro mundo al menos presentan melodías reconocibles y una instrumentación aceptable con pianos, teclados y guitarras acústicas tocadas con un propósito que no sea el simple acompañamiento.
En el resto de temas, siempre hay algo que fastidia el resultado final, sean los sintetizadores que puedan aparecer (‘No Beginning No End’, ‘The Body Machine’), sea simplemente el tedio que transmite el resultado final (‘Only When I Laugh’) o una duración excesiva para lo poco que se ofrece (‘Writers Wronged’, alargada con un horrible pasaje instrumental y la repetición de un flojo estribillo). A todo este batiburrillo hay que añadirle una innecesaria regrabación de la discreta ‘Northern Lights’, que ya había sido incluida previamente en A Song For All Seasons, y la versión de ‘America’ de Simon & Garfunkel, aquí destrozada por una penosa instrumentación. Por otro lado, ‘You’ ya la conocíamos por venir extrañamente añadida como apéndice al álbum en directo Live At The Royal Albert Hall, así que no cabe añadir más a lo que ya se había comentado sobre ella.
En resumen, fue una mala idea esto de buscar en los archivos de la banda en el periodo correspondiente a su peor época. Una decisión que hubo de coartar en ese momento cualquier intención de interesarse en la banda por parte de las nuevas generaciones. Un craso error para olvidar.
BBC SESSIONS
Año de publicación: 1999
Puntuación:
CD I: 1) Prologue; 2) Vultures Fly High; 3) Midas Man; 4) Day Of The Dreamer;
5) Touching Once (Is So Hard To Keep); 6) Song Of Scheherazade.
CD II: 1) Can You Hear Me; 2) Ocean Gypsy; 3) Carpet Of The Sun; 4) Mother Russia; 5) Running Hard; 6) Ashes Are Burning.
Cuando pensábamos que ya no podríamos encontrar nada más notable de la época gloriosa de la banda, nos llegó esta recopilación de grabaciones para la BBC que abarcan desde el año 1975 (únicamente con ‘Ashes Are Burning’) hasta 1978, con las fechas desordenadas según el orden de los discos, quién sabe con qué criterio. Lo que diferencia principal y primordialmente este álbum de las anteriores entregas en directo es que podemos escucharlos sin el acompañamiento de ninguna orquesta. Una música tan suntuosa y ornamentada debía representar en directo todo un reto para los músicos de la banda, no así para Annie Haslam, que era el puntal y el miembro insustituible e insuperable de Renaissance. El único problema que encontramos es la calidad del sonido, que no es todo lo buena que se desearía, con algún que otro pequeño fallo técnico que aparece eventualmente. Sobre ello nos pide disculpas la propia Haslam en las notas del libreto del álbum, explicando que se dio prioridad al valor musical de los conciertos frente a dichos problemas, a la hora de decidir su publicación. Y ciertamente el criterio es acertado, puesto que las grandes interpretaciones compensan las deficiencias técnicas.
Tras haber escuchado los anteriores álbumes en directo, poco puede añadirse aquí puesto que se sigue en la misma línea. Renaissance en directo eran también un gran grupo, con una cantante que se elevaba por encima del conjunto y que aquí vuelve a ser la clave. El tema que más acusa la falta de orquesta es, obviamente, ‘Song Of Scheherazade’, puesto que la música suena como adelgazada, aunque hay que reconocer el esfuerzo del teclista Tout por lograr mantener la ambientación y la estructura sonora de la suite, proporcionando de paso un toque diferente en los arreglos. Tanto en las sensacionales interpretaciones de ‘Midas Man’ y de ‘Mother Russia’ podemos disfrutar de los descomunales agudos de Annie, que penetran hasta los más profundos recovecos de la piel para provocar una sensación espeluznante. Sobre todo en ‘Midas Man’, que sólo por ella ya vale la pena escuchar el álbum.
La interpretación de ‘Vultures Fly High’ supera en fuerza a la versión de estudio, gracias en buena parte a la batería y el bajo, que realizan una demostración de poderío y saber hacer. Particularmente, el batería parece más inspirado que nunca, por lo que temas como ‘Day Of Dreamer’ adquieren una energía especial. En ‘Can You Hear Me’ mejoran la parte central, menos interesante en origen, e incluso hay una sección en la que parecen haberse inspirado en Tubular Bells de Mike Oldfield. Nos referimos a ese fragmento a partir de los 11:15, que hubiera sido muy del gusto del Oldfield más pastoral de sus inicios. Por otro lado, el solo de guitarra final de ‘Ashes Are Burning’ es nuevamente sustituido, en este caso por un solo de teclado seguido de otro soberbio alarde de técnica vocal de Haslam, el perfecto broche final para el álbum. De ahí probablemente que decidieran que la actuación más antigua de las recogidas apareciera en el último lugar.
En resumen, otro magnífico disco en directo que demuestra que sin orquesta seguían siendo muy grandes. Se puede perdonar la calidad de sonido, que aun sin ser perfecta sí que permite disfrutar de la música. De la BBC hubiéramos esperado un mejor sonido, pero en cualquier caso no es un problema relevante.
TUSCANY
Año de publicación: 2001
Puntuación:
1) Lady From Tuscany; 2) Pearls Of Wisdom; 3) Eva's Pond; 4) Dear Landseer;
5) In The Sunshine; 6) In My Life; 7) The Race; 8) Dolphin's Prayer; 9) Life In Brazil; 10) One Thousand Roses.
Tras casi veinte años desde la última vez que se pudo hablar de un disco de estudio propiamente dicho de Renaissance y quizá recogiendo esa mezcla de nostalgia y negocio que avivaba el retorno de viejas glorias en el nuevo siglo, cuatro de los miembros originales (o mejor dicho, de la formación más estable de los setenta) volvieron a unir fuerzas para grabar un disco acorde a lo que el nombre del grupo había significado. El teclista Tout no acabaría las sesiones de grabación y únicamente participaría en dos temas, siendo sustituido por otro. Aunque la sorpresa agradable es ver en los créditos la participación activa del gran Roy Wood tocando el bajo, el teclado o realizando arreglos orquestales. Todo un lujazo. Para l@s curios@s, Wood y Annie Haslam habían sido pareja sentimental durante unos años.
El comienzo del álbum ya nos da buenas vibraciones de lo que vamos a encontrar, puesto que los desacertados tiempos de los sintetizadores quedaban entonces muy lejos. Los agudos de fondo que introducen ‘Lady From Tuscany’ nos devuelven a los Renaissance con gusto por los detalles. Luego, el tema transita entre una especie de pop acústico con algo de regusto progresivo en los versos que anteceden el estribillo (“He doesn't notice her / Flirting with another, wishing for him / She travels far away”) y una contemplativa sección central que recuerda también a su época dorada de los setenta. El potencial de la balada de piano ‘Pearls Of Wisdom’ afloraría sobre todo en directo, pues aquí la instrumentación que acompaña la bella melodía vocal de Haslam no acaba de encajar bien en algunos momentos. Aun así es uno de los mejores temas, si no el mejor, de todo el álbum. Annie Haslam en estado puro. Justo a continuación, ‘Eva's Pond’ parece una prolongación algo menos vistosa pero porque las melodías son más sutiles.
La alegría de ‘Dear Landseer’ refuerza la idea de que nos encontramos ante el gran retorno de Renaissance, cuando nadie podía esperar algo así en el siglo XXI. En su parte central nos podemos deleitar con otra demostración de delicados agudos por parte de Annie. La primera mitad del disco acaba con ‘In The Sunshine’, otra demostración de buen gusto donde lo mejor es su elaborado estribillo y sobre todo los memorables versos que le anteceden: “All my love and emotion / Always there calling to me / Anytime reach out and I'll be there”.
Una lástima que la segunda mitad del disco no llega a la grandeza de la primera. Aun así, podemos escuchar una nueva balada de piano agradable (‘In My Life’) y una curiosa mezcla de folk progresivo y música caribeña llamada ‘Life In Brazil’, que no pasa de ser eso mismo, una mera curiosidad. En ‘The Racer’ vuelven a recaer en los pecados de los ochenta y se dejan engatusar por los sintetizadores vulgares. No hacía falta querer intentar parecer modernos a estas alturas. ‘One Thousand Roses’ también abusa un poco de los sintetizadores en el que debería ser el pasaje instrumental estrella. De esa manera, por lo único que puede recordarse este tema que cierra el álbum es por poseer esa especie de riff que suena a partir de los dos minutos y que es una mezcla entre la melodía de ‘Green Circles’ de los Small Faces y el conocido ritmo de teclado de ‘Chest Fever’ de The Band. Bueno, siendo justos, lo mejor es esa sección vocal a partir de los 3:15, que aun siendo breve evita que el conjunto naufrague entre unas aceptables secciones inicial y final orquestales.
Como un oasis en medio de la algo mediocre segunda parte del álbum, encontramos esa especie de réquiem llamado ‘Dolphin's Prayer’, o más acertadamente podríamos decir que es su stábat mater, donde el lamento se dirige a la desaparición de los delfines. Únicamente escuchamos la voz de Haslam acompañada de una ligera instrumentación orquestal y su propia voz doblada.
Estamos, pues, ante un álbum de contrastes entre dos partes bien diferenciadas cualitativamente, pero que en conjunto conforman un buen retorno de la banda. Es el nivel mínimo que podemos exigir de un grupo que alcanzó cotas artísticas muy altas en los setenta aunque su reconocimiento no estuviera a la par. Podría parecer el verdadero canto de cisne de Renaissance, aunque en la década siguiente volverían a repetir el retorno. En cualquier caso, este disco no debe perdérselo nadie que sienta estima por la música celestial de Haslam, Dunford y compañía.
IN THE LAND OF THE RISING SUN
Año de publicación: 2001
Puntuación:
CD I: 1) Carpet Of The Sun; 2) Opening Out; 3) Midas Man; 4) Lady From Tuscany;
5) Pearls Of Wisdom; 6) Dear Landseer; 7) Northern Lights; 8) Moonlight Shadow; 9) Precious One; 10) Ananda.
CD II: 1) Mother Russia; 2) Trip To The Fair; 3) One Thousand Roses; 4) I Think Of You; 5) Ashes Are Burning.
Tras el loable regreso con Tuscany, Renaissance realizaron una breve gira por Japón de la que dejaron testimonio mediante la grabación de un concierto en Tokyo en marzo de 2001, aunque no en el famoso Budokan. Los miembros originales Haslam, Dunford y el batería Sullivan se complementaron dos teclistas y un bajista, de manera que estaban preparados para desgranar una buena selección de temas de su larga carrera, donde no escatiman en tocar temas del reciente álbum, pues su buen nivel hacía recomendable promocionarlo también en concierto. No es como otros casos en que un mediocre disco nuevo de estudio es simplemente la excusa para salir de gira y tocar los mismos grandes éxitos de siempre.
Que un concierto de Renaissance sea recomendable o no, lo es en función del estado de forma de Annie Haslam, el resto es secundario. Y ciertamente se hace difícil pensar en que Annie pueda fallar alguna vez. De hecho, el mejor test que se le puede hacer para comprobar cómo se encuentran sus cuerdas vocales es ‘Midas Man’, pero aquí nos quedamos con las ganas porque esos maravillosos agudos no aparecen, una muestra de que Annie es más inteligente que Roger Daltrey y no fuerza la voz si sabe que no podrá conseguir el nivel de calidad exigido. En cualquier caso, la solemnidad y grandeza de la interpretación la convierten en uno de los mejores momentos. Y en ‘Mother Russia’ sí que la veremos cantando los melódicos agudos de su sección central, quizá en un tono más calmado pero que igualmente transmite una emoción especial. La canción que sorprende de verdad por mejorar todavía más la versión de estudio es ‘Pearls Of Wisdom’. Esta vez sí que la instrumentación apoya a la perfección la soberbia interpretación de Haslam, creando momentos mágicos junto a la sencillez del melódico piano y los arreglos más delicados.
Las interpretaciones de temas extensos de los setenta los salvan con profesionalidad y gusto, y lo único que se puede echar en falta es ese entusiasmo que se pierde con la edad. Pero tanto ‘Mother Russia’, como ‘Trip To The Fair’ y ‘Ashes Are Burning’ alegran el día a cualquiera, si bien en esta última se les puede echar en cara que se explayen demasiado con el solo de teclado inicial demasiado inexpresivo y luego seguidamente con un solo de bajo que también sobraría. Menos mal que llega la parte final en la que Haslam canta ese sempiterno “Ashes are burning away” y luego sustituye a la inexistente guitarra eléctrica con sus agudos para cerrar el concierto con un broche de oro.
Encontramos tres canciones inéditas, pero son tan discretas que quizá justifiquen que el grupo se volviera a separar tras la gira. Una de ellas es la versión de ‘Moonlight Shadow’, elegida porque había formado parte del disco homónimo en solitario de Annie Haslam, un mal disco y una vulgar versión. Los otros temas inéditos son una balada de piano titulada ‘Precious One’, compuesta por Dunford y Haslam, y un pop de aires orientales (de Medio Oriente debemos aclarar, al estar en Japón) compuesto por Haslam y uno de los teclistas incorporados, bajo el título de ‘Ananda’. Bueno, cuando decimos que Annie Haslam participa en la composición, lo que hace realmente es escribir la letra, pues recordemos que nunca había destacado en ese aspecto.
En cualquier caso, nadie va a descubrir nada nuevo, pero la formación está bien cohesionada y los temas de siempre nunca está de más escucharlos otra vez. Y vale la pena escuchar ‘Pearls Of Wisdom’ en directo, el verdadero motivo para valorar mejor este concierto, puesto que podemos encontrar mejores actuaciones de Renaissance como las ya comentadas.
DREAMS & OMENS
Año de publicación: 2008
Puntuación:
1) Can You Hear Me; 2) Carpet Of The Sun; 3) Day Of The Dreamer; 4) Midas Man;
5) Northern Lights; 6) Things I Don't Understand.
Este disco recoge una selección de un concierto acaecido en Filadelfia en 1978, tras la publicación de A Song For All Seasons. No estamos ante la mejor versión de la banda, que entonces comenzaba un ocaso del que tardarían más de veinte años en salir, pero aún conservaban al menos el aura progresiva que permite disfrutar de buena parte del concierto, aunque cualitativamente se sitúe por detrás de cualquiera de los otros álbumes en directo que hayan publicado.
La demostración evidente de que Renaissance quería volverse más comercial y vender más discos es el exceso de sintetizadores que impregna la interpretación de algunos de los temas, sobre todo de los pertenecientes a su álbum más reciente. Otro ejemplo lo encontramos en la sección instrumental central de ‘Can You Hear Me’, que además se alarga en exceso para lo poco que ofrecen en ella. Peor todavía resulta en ‘Carpet Of The Sun’, puesto que los sintetizadores se colocan en primer plano en muchos momentos, haciendo que chirríe la vertiente folk que conformaba este tema y perdiendo buena parte de su encanto por el camino.
Como siempre, la estrella del concierto y quien le aporta el único interés a este disco es Annie Haslam. Su habilidad y técnica vocal mejoraba con los años aunque las composiciones luego no estuvieran al mismo nivel. Una de las interpretaciones definitivas de ‘Midas Man’ la encontramos aquí, pues aparte de que el acompañamiento instrumental es genial (con detalles como esos sonidos de campanas tubulares cuando canta la sección de “I'll take from the blind and I'll get up ahead”), Haslam transmite una emoción especial que llega a su apogeo en los melódicos agudos que están a la altura de cualquier cantante famoso de música clásica, pues impresiona comprobar hasta dónde puede llegar. Verlo para creerlo. O mejor dicho, escucharlo para creerlo. Por desgracia, los agudos de Haslam que podemos escuchar hacia el final de ‘Day Of The Dreamer’ no están a la misma altura, probablemente porque esas melodías tampoco son tan buenas. Y si alguien se queda con ganas de más, en ‘Things I Don't Understand’ Annie vuelve a deleitarnos de nuevo, además de ser éste el único tema junto a ‘Midas Man’ que vale la pena guardar para la posteridad, ya que el resto más bien decepciona en comparación con sus equivalentes de estudio. Pero bueno, estamos ante un disco aceptable que se escucha con agrado, puesto que Renaissance en directo son toda una garantía. Al menos por lo que conocemos hasta la fecha.
SYMPHONY OF LIGHT
Año de publicación: 2014
Puntuación:
1) Symphony Of Light; 2) Waterfall; 3) Grandine Il Vento; 4) Porcelain;
5) Cry To The World; 6) Air Of Drama; 7) Blood Silver Like Moonlight;
8) The Mystic And The Muse; 9) Tonight; 10) Immortal Beloved; 11) Renaissance Man.
Este nuevo álbum de estudio de Renaissance es en realidad una reedición de Grandine Il Vento, publicado en 2013, al que se le han añadido dos composiciones nuevas, concretamente las dos últimas. Un hecho clave marca este disco, que es el fallecimiento de Michael Dunford, miembro presente en la banda junto a Annie Haslam desde la refundación a principios de los setenta. Igual que ocurría en Tuscany, ellos dos son los responsables de todas las composiciones del disco, con permiso de ‘Renaissance Man’. Obviamente, nada novedoso podemos esperar de unos músicos que ya dijeron todo lo que tenían que decir hace tiempo, pero la ilusión de volver a escuchar nuevos temas de esta banda ya proporciona suficientes alicientes. Nostalgia es lo que rezuma el disco por los cuatro costados. Piezas como ‘Grandine Il Vento’ o ‘Cry To The World’ no son sino recreaciones del estilo que les hizo grandes pero ya sin frescura y sin grandes melodías que creen al oyente alguna preferencia respecto a su mejor época. De hecho, ‘Tonight’ copia directamente la parte vocal de una de las secciones centrales de ‘Song Of Scheherazade’.
Para intentar revitalizar el álbum, encontramos dos apariciones estelares. Una es la de Ian Anderson (Jethro Tull) tocando la flauta en ‘Cry To The World’, que no salva la canción de la mediocridad pero es el protagonista en el único pasaje relevante, que ocurre exactamente a los 3:30. Peor suerte corre John Wetton (King Crimson, Asia), fallecido en enero de 2017, quien es invitado para cantar un dueto en esa especie de mezcla de pasodoble y tango que es ‘Blood Silver Like Moonlight’, de lo más flojo del álbum.
Diferentes secciones componen ‘Symphony Of Light’, el último intento de hacer algo progresivo al estilo de los años setenta pero ya en pleno siglo XXI. El título no deja de ser pretencioso, sobre todo para lo poco que se ofrece dentro de su variedad estructural. En general, predominan las secciones lentas, que se vuelven algo insulsas. Sobre los 2:30 parece animarse con unos aguerridos acordes de guitarra acústica (que recuerdan a los que preceden el estribillo de ‘Sweet Dreams’ de Jethro Tull), pero luego solo por momentos cogerá algo de fuerza cuando el teclado ejecute una melodía de corte épico e imitando a los vientos. Por lo demás, queda como un experimento fallido. Muy similar resulta ‘The Mystic And The Muse’, aunque es menos aburrida y al menos entretiene por su misteriosa melodía principal y una mayor energía en las diferentes secciones.
En ‘Porcelain’ por fin encontramos ecos de la grandeza de Renaissance, pues encontramos una pegadiza melodía de teclado y unos memorables coros que armonizan con la repetición del título por Haslam. ‘Air Of Drama’ presenta la incorporación del acordeón como única novedad y es lo más destacable junto a una magnífica sección central instrumental donde sacan a relucir el talento guardado. Lo que no era necesario es que Annie cantara a duo con otro miembro de la banda que no sabe cantar.
De las dos canciones añadidas, una de ellas es todo un acierto y la otra totalmente prescindible. Delicadas melodías vocales al estilo de ‘Ocean Gypsy’ envuelven ‘Immortal Beloved’, con momentos de brillantez como en la melodía de los versos “When the spirit plays / In fragile streams / Healing all his silent tears”, aunque su estribillo es demasiado discreto para repetirse tanto, por lo que hubiera salido ganando de haberse recortado su duración. En cambio, ‘Renaissance Man’ es una simple balada de piano con unos pocos arreglos orquestales que probablemente sea un homenaje a Dunford, lo que le aportaría una carga emocional extra.
Punto y final, o eso presumimos, de esta inolvidable banda que siempre recordaremos por su fusión de rock progresivo, folk y música clásica, así como por su cantante Annie Haslam, una de las mejores voces de la historia del rock.
2020
A SYMPHONIC JOURNEY
Año de publicación: 2018
Puntuación:
CD I: 1) Prologue; 2) Trip To The Fair; 3) Carpet Of The Sun; 4) At The Harbour;
5) Grandine Il Vento; 6) Symphony Of Light.
CD II: 1) Kalynda; 2) Island; 3) Mother Russia; 4) A Song For All Seasons;
5) Ashes Are Burning.
Siendo ya Annie Haslam la única persona que podía emplear el nombre de Renaissance con justicia, este álbum recoge un concierto repleto de nostalgia donde se rodea de músicos nuevos y se añade una orquesta de cámara bajo el apropiado nombre de The Renaissance Chamber Orchestra. El concierto tuvo lugar en Estados Unidos en octubre de 2017, es decir, como una última oportunidad de escuchar la emocionante música de este grupo. El problema viene cuando no hacemos un ejercicio previo de mentalización hacia lo que nos vamos a encontrar, puesto que los setenta años que tenía en ese momento Haslam no era un dato a obviar para una música tan dependiente de una voz espectacular. Tampoco puede ponerse la mano en el fuego por unos músicos contratados que con seguridad pueden interpretar con profesionalidad una música poco compleja como la de Renaissance, pero corriendo el riesgo de dejarla sin alma, transmitiendo muy poca emoción.
En ‘Prologue’ descubrimos con tristeza que, efectivamente, Annie Haslam se ha hecho mayor. Su voz consigue todavía llegar a los registros más agudos y a parte de los altos, pero se nota bastante que ha cambiado y que ha perdido buena parte de toda esa emoción que sabía transmitir (¿alguien quiere pruebas? Pues, por ejemplo, a los 2:15 o a los 4:25 minutos). Afortunadamente, a partir de ‘Trip To The Fair’ sus interpretaciones mejoran y no dejan esa pesadumbre por la comparación con la que había sido la Haslam de siempre. Por ejemplo, en ‘Carpet Of The Sun’ se mantiene a gran nivel ante un estribillo que exige llegar a registros altos. Cuando llega ‘Mother Russia’ estamos rezando para que Haslam pueda vocalizar a la perfección esa sección intermedia de tono coral, y por suerte lo consigue. Solo por conseguir mantener esas memorables melodías vocales, seguro que emociona a cualquier seguidor/a de esta banda.
Los temas más recientes de Symphony Of Light dejan indiferente, como era previsible, así como ‘A Song For All Seasons’, el cual es una mala elección en detrimento de otras composiciones de larga duración que podrían haber interpretado. La mayor sorpresa es encontrar una canción perteneciente al primer álbum de Renaissance, es decir, cuando existía una formación diferente a la que sería la clásica con Haslam y compañía. La elegida es la dulce balada ‘Islands’, a la cual le sobraría el vulgar pasaje orquestal que añaden en su segunda mitad. Otra pequeña sorpresa es la inclusión de una canción de Azure d'Or, ‘Kalynda’, pero aquí suena agradable y pueden apreciarse bien sus delicadas melodías.
Como pretendido final apoteósico para este concierto que es casi como una despedida, la mejor elección a priori era ‘Ashes Are Burning’. Sin embargo, la emoción que ello supone no se ve compensada con la interpretación instrumental, pues la calidad de los músicos no es suficiente como para incluir un solo de bajo o el solo de sintetizadores, que abarcan entre ambos cuatro interminables minutos. Menos mal que el retorno a la sección correspondiente está ejecutado con gusto, gracias también a una percusión más activa de lo habitual en este tema. Pero la clave es, por supuesto, ese tramo final donde Annie canta casi a cappella, que por desgracia no llega a las elevadas cotas emocionales que siempre esperábamos de ella. La edad no perdona. Aun así, tampoco lo hace mal precisamente y el solo de guitarra posterior está suficientemente elaborado como para perdonarles los errores anteriores.
Ver el DVD que acompaña estos discos puede dar algo de lástima al permitir visualizar la decadencia a la que ha llegado Renaissance. Una decadencia inevitable porque la longevidad no perdona. Debemos ser siempre realistas cuando afrontamos el presente (y realista-optimistas para pensar en el futuro), pero no deja de ser un shock cada vez que vemos a un artista de rock septuagenario porque es inevitable no pensar en la imagen de juventud, lo cual nos hace recordar en lo inmisericorde que es el paso del tiempo y en la resignación de que los tiempos mejores ya no pueden volver. Así es la vida. En definitiva, este álbum está dirigido únicamente a los nostálgicos de la banda, pero esto ya solo es una sombra de lo que fueron, por lo que es mejor obviarlo y dirigirse a los grandes álbumes en directo que grabaron en su momento, verdadera muestra de la grandeza de Renaissance.