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PAUL McCARTNEY

McCARTNEY

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) The Lovely Linda; 2) That Would Be Something; 3) Valentine Day; 4) Every Night;

5) Hot As Sun/Glasses; 6) Junk; 7) Man We Was Lonely; 8) Oo You;

9) Momma Miss America; 10) Teddy Boy; 11) Singalong Junk; 12) Maybe I'm Amazed; 13) Kreen - Akrore.

En su disco de debut, McCartney fue víctima de su propio ego, pues lo que escuchamos nos da la sensación de ser un disco grabado a toda prisa, precisamente con él tocando absolutamente todos los instrumentos (con la única ayuda de su mujer Linda en los coros), en canciones que en unos casos parecen demos, otras son muy breves e incluso hay hasta temas instrumentales, esto último para alguien que incluso era muy proclive a tararear melodías sustituyendo las letras, por lo que sorprende que compusiera temas así. Por si fuera poco, dos de las mejores canciones que encontramos aquí ya las había grabado previamente con los Beatles, aunque quedaron sin publicar según pudimos descubrir en el Anthology. Estos dos temas son ‘Teddy Boy’, aquí con un majestuoso comienzo que da paso a una gran melodía y un elaborado estribillo; y el otro tema es ‘Junk’, bella balada acústica con inolvidables melodías, que además será retomada en forma instrumental más adelante en ‘Singalong Junk’.

 

Precisamente instrumentales hay varios y con resultados dispares. Por un lado, tenemos unas insulsas melodías enlazadas en ‘Hot As Sun / Glasses’ o un lamentable intento de sonido experimental en la final ‘Kreen-Akrore’, donde Paul toca la batería como haría cualquiera que lo hiciera por primera vez. Por otro lado tenemos más energía y agresividad en otras dos: ‘Valentine Day’, que nos deja con las ganas de haber sido más desarrollada, y ‘Momma Miss America’, que tiene dos partes, una con una buena melodía tocada con lo que parece un piano eléctrico, y la segunda parte con un sonido algo más blues.

 

Y es que el sonido norteamericano también es parte importante en el disco, como se denota en ‘That Would Be Something’, con esa guitarra acústica que queda en un punto intermedio entre el blues y el country, o la más próxima al rock-blues ‘Oo You’, que tiene unos buenos fraseos de guitarra eléctrica punzante.

 

También tenemos un par de temas discretos e inocentes, que son por un lado la brevísima ‘The Lovely Linda’, la cual parece directamente una demo inacabada, pues se trata de Paul cantando una melodía con la simple ayuda de una guitarra acústica y que ya no se desarrolla después, se queda ahí tal cual. El otro es ‘Man We Was Lonely’, que suena a la típica cancioncilla inocua y agradable, con ritmo pretendidamente pegadizo,  propia de él. Pero el McCartney que queremos es algo más elaborado como consigue en ‘Every Night’, con los instrumentos marcando el paso y el desarrollo de la canción, en una gran parte rítmica que solo queda lastrada por los algo irritantes “uh-uh-uh-uh” de su parte final.

 

El tema más famoso del disco es ‘Maybe I'm Amazed’ (hasta fue utilizado como sintonía de despedida en un capítulo de los Simpsons donde aparecían Linda y él), con una gran melodía y un acompañamiento instrumental que va creciendo a la misma vez que la voz de Paul va incrementando su potencia. Además, tiene un buen solo de guitarra, pues recordemos que él era también un buen guitarrista que tuvo que ayudar a Harrison en algunas canciones.

 

En definitiva, parece que las ganas de ser el primer Beatle en grabar un disco en solitario tras su disolución, provocó que no dedicara suficiente tiempo a pulir las joyas que tenía entre manos y componer otras del mismo estilo, lo cual no quita que sea un disco que se pueda recomendar, tanto por sus melodías como por su artesanía en cuanto que McCartney lo hace todo.

RAM

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

1) Too Many People; 2) 3 Legs; 3) Ram On; 4) Dear Boy; 5) Uncle Albert/Admiral Halsey; 6) Smile Away; 7) Heart Of The Country; 8) Monkberry Moon Delight; 9) Eat At Home; 10) Long Haired Lady; 11) Ram On (reprise); 12) The Back Seat Of My Car; [BONUS TRACKS]: 13) Another Day; 14) Oh Woman, Oh Why.

Cuando antes de escuchar por primera vez este disco uno lea que no es exactamente de Paul sino de “Paul & Linda McCartney”, lo más probable es que un escalofrío le recorra la espina dorsal pensando en el horror que debe ser grabar un disco a medias con una fotógrafa, además de tener en mente los horrores que realizó Lennon en los primeros discos vanguardistas que publicó junto a Yoko Ono. Pero nada más lejos de la realidad, pues sin saber por qué Paul decidió incluir a su mujer, supongo que ella lo único que hace es ayudar en los coros y con algo de instrumentación (recordemos que en los conciertos tocaba el teclado), y para este disco tiene la ayuda de un batería de verdad, además de dos guitarristas más. En cualquier caso, lo que tenemos aquí es lo que formalmente debería ser el primer disco de McCartney en solitario, después de haber grabado el anterior a toda prisa debido a su egocentrismo que le obligaba a adelantarse a sus excompañeros. Y digo que debería haber sido el primero porque el estilo y el sonido aquí son dignos sucesores a lo que hizo en Abbey Road, el último disco grabado por los Beatles.

 

Aunque el arranque de este álbum no acaba de convencerme precisamente, y quizá a más gente le haga dudar la primera vez si de verdad estamos ante un disco imprescindible.  Y no es que suenen mal, pero empezamos con la normalita ‘Too Many People’, donde lo más destacable es un maníaco e impresionante solo de guitarra, y ‘3 Legs’, que no es más que un rock'n'roll devoto de su estilo clásico, pero que al menos posee un final diferente e intrigante donde llega una melodía interpretada de una manera que recuerda a ‘Wild Honey Pie’, del Álbum Blanco de los Beatles. Más adelante encontramos otros ejemplos de lo que parece una actualización de ese estilo de finales de los 50 o principios de los 60, primero ‘Smile Away’ (con unos pueriles coros que dan un buen contraste al espíritu rockero del tema) y luego ‘Eat At Home’, que es una actualización con mejor producción del estilo de Buddy Holly.

 

Y siguiendo la continuación formal del disco, a priori parece que no mejora la situación con la tercera canción, ‘Ram On’, pues empieza con unas notas sueltas de piano, pero por suerte pronto nos introducimos en una bella melodía acústica que parece tocada con un ukelele. Este breve tema volverá a aparecernos más adelante hacia el final del LP original. Y la evocación bucólica también la volvemos a encontrar en la emotiva ‘Heart Of The Country’, que posee un gran ritmo devoto precisamente del country, aunque en su estribillo sorpresivamente nos vayamos a un ritmo algo más jazzístico pero sin perder ese sabor rural.

 

Tras todo lo comentado, en ‘Dear Boy’ sí que nos adentramos directamente en territorio Beatle, con una preciosa melodía adornada por unas magistrales armonías que van cantando en contrapunto mientras va progresando el tema. E igual de memorable tenemos la más experimental ‘Uncle Albert/Admiral Halsey’, con dos partes bien diferenciadas como anuncia su título. Una primera calmada y contemplativa, que no presagia para nada lo que llegará tras escuchar la voz de megáfono del tío Albert, una segunda parte que empieza con una grandísima melodía de viento muy pegadiza que dará paso a los coros “Hand across the water, heads across the sky” y una estructura loca pero muy entretenida y ultra-melódica.

 

Y hablando de canciones locas, una buena candidata es ‘Monkberry Moon Delight’, donde Paul se deja la voz chillando en los tonos más altos que puede conseguir, mientras suena un ritmo desquiciante acompañado de una visceral guitarra que cuesta algo distinguir, con unos coros que vuelven a desconcertar por su contraste con la fiereza –y aullidos– de la voz principal. Pero se trata de un tema genial.

 

Y de lo mejor del disco son también dos temas multiparte y con inolvidables codas al más puro estilo de ‘Hey Jude’ de los Beatles. Uno es ‘Long Haired Lady’, repleta de grandes melodías, evocadora en la parte donde repite su título, memorable en las estrofas principales y con esa magnífica coda que se repite dos veces, donde cantan “love is long” creando un efecto mantraico. El otro tema multiparte es la bella ‘The Back Seat Of My Car’, inspirada en los largos viajes que hacían en coche Paul y Linda en la última época de los Beatles, y que empieza como una gran balada repleta de armonías vocales, con algunos ligeros cambios de ritmo que nos conducen –nunca mejor dicho– a una emotiva coda donde nos repiten “We believe that we can't be wrong” para poner un maravilloso broche final al LP original, no sin antes realizar otro sorprendente cambio de ritmo y acabar con una breve parte más rockera.

 

En los bonus tracks tenemos uno de sus más famosos singles, el emotivo ‘Another Day’, y no es para menos su fama, porque tanto su melodía principal, su estribillo y su puente es de lo más pegadizo que haya compuesto en su carrera, lo cual es decir mucho. El otro tema es la cara B del single original de ‘Another Day’, ‘Oh Woman, Oh Why’ que es mucho más discreto aunque tampoco suena mal. Es un rock cantado de forma chillona como ‘Monkberry Moon Delight’ pero sin el efecto sorpresa de éste ni sus inspiradas melodías.

 

Tras este imprescindible disco, Paul decidiría formar su propio grupo, Wings, sin más motivo que el poder decir que formaba parte de un grupo, porque el líder, compositor principal y cantante sería él. Y las cuentas las llevaría Linda, por supuesto. Pero la autenticidad y la honestidad que demuestra McCartney en este disco ya apenas se volverá a ver en su carrera, pues dará paso en muchas ocasiones a música más pensada para cantar con las masas de fans en los conciertos que como resultado de una expresión artística personal. Por suerte, lo que no se perderá nunca (salvo en algunas etapas) será ese excepcional instinto melódico que posee.

1) Mumbo; 2) Bip Bop; 3) Love Is Strange; 4) Wild Life; 5) Some People Never Know;

6) I Am Your Singer; 7) Bip Bop Link; 8) Tomorrow; 9) Dear Friend; 10) Mumbo Link; [BONUS TRACKS]: 11) Give Ireland Back To The Irish; 12) Mary Had A Little Lamb;

13) Little Woman Love; 14) Mama's Little Girl.

Puntuación:

Año de publicación: 1971 

WILD LIFE

Para este disco McCartney decidió reclutar a Denny Laine, componente de los primeros Moody Blues, y mantener a Seiwell en la batería, formando junto a Linda y él la banda Wings, la cual se estrenaría con este disco que, más que pensar en un grupo cohesionado mientras se escucha, parece más bien un retorno al estilo algo improvisado y poco elaborado del álbum de debut, como si hubiera obviado seguir el camino marcado por la joya de Ram (su mejor disco de los setenta, con permiso de Band On The Run), dejándonos por el camino este álbum que probablemente sea el más flojo suyo de los setenta, con permiso de Wings At The Speed Of Sound.

 

El inicio de este Wild Life no puede ser más repelente, pues las dos primeras canciones son sendas manifestaciones del peor lado de McCartney, el que parece divertirse en su mundo a costa de la incredulidad del resto ante unas melodías simplonas y carentes de  un desarrollo a la altura del nivel que podía ofrecer Paul. En ‘Mumbo’, aunque no resulte del todo ofensivo, sino más bien un arranque mediocre, parece que con sus hirientes aullidos quiera recordar su primera etapa de los Beatles, algo que sobrevolará su trayectoria en algunos momentos siempre poco apropiados. Peor todavía es ‘Bip Bop’, pues para añadir leña al fuego se recrea en su pueril melodía desde el inicio, como si tuviera interés escuchar sus variaciones. Los ‘links’ que encontramos más adelante poco tienen que ver y son breves y más interesantes. Para acabar de rematar la faena, llega a continuación una olvidable versión de ‘Love Is Strange’ (conocida por aparecer en la película Dirty Dancing), donde al menos la original tenía su gracia, cosa que aquí se pierde.

 

Al menos podrían obsequiarnos con piezas igual de asequibles y sencillas pero más agradables como ‘Some People Never Know’ o la melódica ‘Tomorrow’. La canción que da título al álbum es todo un tema épico que hubiera salido favorecido de haberse recortado un par de minutos, pues durante sus más de seis minutos no hay apenas variaciones que justifiquen tan extensa duración. Pero no deja de tener su encanto esa coda donde los coros de Linda cantan “Wild life / What ever happened to?”. También encontramos una emotiva y sentida respuesta al furioso ataque de Lennon en ‘How Do You Sleep?’ del disco Imagine, un intento de bajar los ánimos y hacer las paces llamado consecuentemente ‘Dear Friend’ donde Paul se acompaña del piano para declamar “Are you afraid or is it true?”.

 

La mejor canción es ‘I Am Your Singer’, donde McCartney se turna en la parte vocal con Linda para demostrar nuevamente su habilidad para crear sencillas pero grandes melodías y para conjuntar voces o hacerlas aparecer en los momentos más oportunos. El solo de flauta se le puede perdonar por la brillantez melódica que demuestra en este tema.

 

En los bonus tracks no hay apenas nada que destacar salvo la gallardía en ese momento de publicar una canción como ‘Give Ireland Back To The Irish’ tras el trágico Bloody Sunday donde soldados británicos dispararon contra manifestantes a favor de la independencia de Irlanda del Norte. Fue vetada en la BBC para vergüenza de sus dirigentes estatales. Musicalmente no aporta nada nuevo y lo único que puede destacarse son sus breves pasajes instrumentales en la parte central y el final de la canción. En cambio, el resto de canciones de los bonus, aparte de la palabra “little”, lo que tienen en común es lo rápidamente que se olvidan una vez han acabado, aunque por el camino haya que tragarse un relleno como ‘Little Woman Love’.

 

Así pues, este disco de debut de la pseudo-formación Wings pierde enteros por su carácter distendido de buena parte de su contenido, como si hubieran querido empezar haciendo algo sencillo donde todos quisieran encontrarse a gusto y sin dar cabida al sentido crítico. Pero bueno, tampoco puede negarse la calidad de algunas canciones, pues simplemente hay que tomárselo como un comienzo de cero y por tanto podremos comprobar cómo más adelante se irá mejorando el nivel paulatinamente.

1) Big Barn Bed; 2) My Love; 3) Get On The Right Thing; 4) One More Kiss;

5) Little Lamb Dragonfly; 6) Single Pigeon; 7) When The Night;

8) Loup (1st Indian On The Moon);

9)Medley: Hold Me Tight/Lazy Dynamite/Hands Of Love/Power Cut;

[BONUS TRACKS]: 10) C Moon; 11) Hi, Hi, Hi; 12) The Mess (live); 13) I Lie Around.

Puntuación:

Año de publicación: 1973 

RED ROSE SPEEDWAY

Con la incorporación de un nuevo guitarrista (Henry McCullough), el pseudo-grupo Wings liderado por el matrimonio McCartney se dirigió hacia un sonido más elaborado que el que habían ofrecido en el disco anterior, absorbiendo ideas del movimiento de rock progresivo que tanto éxito tuviera en esos primeros setenta. Ya sabemos que Paul siempre tuvo en cuenta ese aspecto comercial de la música, aparte del estrictamente artístico.

 

Como nexo hacia su anterior trabajo, ‘Big Barn Bed’ es como hubiésemos querido que comenzara Wild Life, pues tiene el carácter desenfadado del inicio de aquél disco pero en cambio una mejor melodía, menos pueril. A continuación, ‘My Love’ preludia las baladas más convencionales del McCartney de los ochenta, con algo de melodía (inevitable) pero sin la brillantez que caracteriza buena parte de su carrera. ‘Get On The Right Thing’ parece hacer hincapié en el mismo detalle, pues sigue sonando agradable, en este caso al estilo del Sgt. Pepper's, pero de la misma manera no aporta nada a la carrera de Paul.

 

Si bien el inicio con las tres primeras canciones es bastante convencional para lo que podríamos esperar, luego mejora ligeramente, pues ya ‘One More Kiss’ presenta algo más de gancho dentro de ese pop inofensivo característico del McCartney más autocomplaciente. Al menos hay punteos aleatorios de guitarra que le dan ese toque diferente y necesario. Mejor queda cuando añade seriedad a las canciones, como en el caso de ‘When The Night’, donde se van armonizando a la perfección la voz principal y los coros. El medley final parece un intento de recreación de la parte final de Abbey Road, que si bien no puede llegar a tan alto nivel, lo cierto es que las diferentes canciones que lo componen están perfectamente enlazadas y la variedad de melodías que aparecen lo convierten en una agradable experiencia.

 

Una manera de nombrar bajo una misma denominación otras canciones como ‘Little Lamb Dragonfly’, ‘Little Pigeon’ o ‘Loup (1st Indian On The Moon)’ sería pop progresivo, pues sin perder la predominancia de la melodía sobre el ritmo, los instrumentos van cobrando protagonismo gradualmente a medida que se va progresando. En ‘Little Lamb Dragonfly’ se va desarrollando el tema a través de diferentes secciones, añadiendo coros para subrayar el efecto épico pretendido. En cambio, ‘Little Pigeon’ es otra de las grandes piezas a piano de Paul, donde la melodía fluye dulcemente en su sencillez, con una ligera percusión y una parte orquestada hacia el final, que es donde se añade el carácter progresivo. Y ‘Loup’ es directamente un instrumental (solo se escuchan unos inquietantes coros) que resulta muy interesante, donde se van alternando los sonidos progresivos con partes más contemplativas e incluso con una parte central tipo jazz.

 

Los bonus tracks bajan el nivel mostrado en el LP original, pues se trata de una nueva tonada infantil (la interminable ‘C Moon’), un convencional rock’n’roll (‘Hi, Hi, Hi’) y otras dos canciones al menos aceptables: ‘I Lie Around’ (cara B del afamado single para una película de James Bond, ‘Live And Let Die’), que incide en el lado progresivo de este álbum; y una versión en directo de ‘The Mess’, que nos devuelve al McCartney más duro, si es que puede serle de aplicación tal adjetivo.

 

Tras este disco habría cambios en los Wings, pues tanto el nuevo guitarrista McCullough como el batería se irían del grupo. No es que sea esto un dato significativo, puesto que musicalmente no aportaban nada más que su presencia y el uso de su respectivo instrumento (aunque los solos de McCullough se dejan  notar aquí, todo sea dicho). Pero el tener menos gente a su cargo parece que le servirá a Paul para dedicarse más completamente a la composición y entregar antes de finalizar ese mismo año uno de los mejores discos de su carrera en solitario, tradicionalmente considerado el mejor. Porque, ¿verdad que resulta significativo que uno de los reyes de la melodía pop publique un disco sin ninguna canción destacada?.

BAND ON THE RUN

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

1) Band On The Run; 2) Jet; 3) Bluebird; 4) Mrs. Vandebilt; 5) Let Me Roll It;

6) Mamunia; 7) No Words; 8) Helen Wheels; 9) Picasso's Last Words (Drink To Me); 10) Nineteen Hundred And Eighty-Five.

Para este nuevo álbum, McCartney se fue a los estudios de EMI en Nigeria, pensando que encontraría un paraíso africano donde dar libertad a su inspiración lejos del ruido y la presión de los medios musicales. Antes de volar hacia allá, como ya se dijo anteriormente el batería Seiwell y el guitarrista McCullough abandonarían los Wings, por lo que solo quedaron Paul y Linda junto a Denny Laine. Una vez en Lagos (la capital de Nigeria), descubrieron que los estudios de grabación eran muy pobres y que no era el país idílico que habían pensado, sino un lugar políticamente inestable y peligroso por su delincuencia, pues de hecho tiempo después de llegar allí serían atracados a punta de navaja y perdieron una bolsa con grabaciones realizadas. Por si esto fuera poco, incluso sufrieron un violento incidente con el músico nigeriano y activista Fela Kuti, quien les acusó de viajar a su país para robar ideas y enriquecerse publicándolas con su nombre, algo que al menos pudo solucionar McCartney enseñándole las maquetas de su música y demostrando que no tenían nada que ver con los sonidos africanos. Finalmente, este disco sería arreglado en unos estudios londinenses con la ayuda del ingeniero Geoff Emerick, quien había trabajado con los Beatles y que también les había acompañado en su aventura africana.

 

La canción que inicia y titula uno de los álbumes más recordados de Paul en solitario es toda una obra maestra, como una suite concentrada donde se recogen diferentes estados de ánimo, desde la calma inicial con unos coros que invitan a la relajación, pasando por otra sección rockera (“If I ever get out of here”) introducida por un memorable pasaje de guitarra, hasta la más extensa sección final donde no repara en detalles para construir una poderosa instrumentación que acompaña las pegadizas melodías vocales y el estribillo que nos acompañarán hasta el final de esta excitante composición.

 

La canción que llega a continuación, ‘Jet’, se convertirá en uno de los platos fuertes de McCartney en directo, pero ciertamente la canción no presenta mayor originalidad que esos solemnes acordes iniciales, pues escuchar al grupo chillando “Jet! Uuuhhh, uuuhhh” no debería situarse entre lo mejor de Paul, si acaso en el saco de ‘Ob-La-Di Ob-La-Da’ y similares. Precisamente rememorando indirectamente su etapa en los Beatles, algo por otra parte inevitable y quizá innecesario de ser resaltado, podemos encontrar la introspección de piezas del Disco Blanco de los Beatles como ‘Blackbird’ o ‘Mother Nature's Son’, aquí en otro bello ejemplo gracias a ‘Bluebird’, no tan minimalista instrumentalmente como sus composiciones anteriores, pero empleando de nuevo la imaginería rural para transmitir de manera acertada un efecto de calma y paz. Rememorando igualmente el estilo de balada solemne de ‘Oh! Darling’ del Abbey Road, tenemos aquí ‘Let Me Roll It’, donde al menos Paul no acaba chillando de manera histórica como hiciera en la canción de los Beatles. Mejor resultado quizá lo encontramos en ‘No Words’, mejorado por la incisiva guitarra que podemos disfrutar en lo que parece un estribillo instrumental de melodía brillante.

 

Una de las mejores canciones es la explosión de power-pop psicodélico (vaya denominación que me acabo de sacar...) llamada ‘Mrs. Vandebilt’, con una parte vocal ultra-rápida, un ritmo alocado y pegadizo, y unos coros cantando “ho, hey ho” que le dan ese toque infantil propio de la psicodelia británica. El homenaje a lo que parece que fueron realmente las últimas palabras de Picasso antes de fallecer, ‘Picasso's Last Words (Drink To Me)’, es otro momento de distensión en el que se van recuperando algunas de las canciones ya escuchadas hasta ese momento.

 

También hay hueco para temas rock más convencionales como ‘Helen Wheels’, pero cuando disfrutamos del mejor McCartney es en canciones como la que cierra el disco (‘Nineteen Hundred And Eighty-Five’), llevada por un ágil, intrigante y pegadizo ritmo liderado por el piano, que acompaña una inquietante parte vocal que acaba en unos coros y un órgano más propios de un réquiem (de ahí su pesimista letra). Ciertamente, sus pasajes instrumentales son brillantes, de lo que bandas como Supertramp hubieran soñado hacer (quizá no sea casualidad que Supertramp retornara el año siguiente con un sonido mejorado y su mejor disco, Crime Of The Century).

 

Cuando se acaba el álbum, nada podría hacer sospechar al oyente casual que fuera gestado en África, pues el único momento en que parecen rememorar los sonidos africanos que podrían haber absorbido durante su estancia en Lagos se encuentra en la repetitiva ‘Mamunia’, lo más flojo del disco sin duda. En la edición del 25º aniversario podemos encontrar un segundo disco dedicado a comentarios de Paul y otros sobre la grabación de cada una de las canciones junto a algunas demos y tomas alternativas, pero muy pocas. Es entretenido, pero está destinado solamente a los fans acérrimos del disco. El resto seguiremos disfrutando de un álbum fascinante, a la altura de un genio de la melodía como McCartney.

1) Venus And Mars; 2) Rock Show; 3) Love In Song; 4) You Gave Me The Answer;

5) Magneto And Titanium Man; 6) Letting Go; 7) Venus And Mars Reprise;

8) Spirits Of Ancient Egypt; 9) Medicine Jar; 10) Call Me Back Again;

11) Listen To What The Man Said; 12) Treat Her Gently/Lonely Old People;

13) Crossroads;

[BONUS TRACKS:] 14) Zoo Gang; 15) Lunch Box/Odd Sox; 16) My Carnival.

Puntuación:

Año de publicación: 1975 

VENUS AND MARS

Tras el éxito mundial de Band On The Run, Wings (o McCartney y otros) continuaron en plena forma y vieron el filón que suponía la creación de piezas con sonido denso y estribillos cantables para grandes conciertos, y se pusieron mano a la obra. La buena noticia es que la creatividad melódica seguía en buena forma y eso se deja traslucir en buena parte del álbum. Es destacable la incorporación a la banda del guitarrista Jimmy McCulloch (no confundir con el anterior, que era McCullough), quien incluso aporta y canta una composición propia, demostrando que McCartney tenía sentido grupal cuando formó Wings, aunque solo fuera unas pocas veces al año.

 

Lo más afamado, sorprendentemente, de este álbum son esas canciones pomposas y recargadas tales como ‘Rock Show’, que es la simple escritura de un nuevo ‘Jet’, es decir, una de esas canciones pensadas expresamente para tocar en grandes conciertos y que la gente cante al unísono con su artista preferido. Esto puede traer grandes beneficios a corto plazo, pero este tipo de composiciones probablemente fueran las que cavaron su tumba en los años venideros cuando a McCartney le adjudicaron la etiqueta de “dinosaurio del rock”. Tampoco ayudan temas algo tontuelos como ‘Magneto And Titanium Man’ o ‘Listen To What The Man Said’, que por otra parte es lo que Paul gusta de hacer de vez en cuando para agradar tanto al papá como al hijo y al abuelo.

 

Buscando también un camino allanado con el cual alcanzar al éxito, nada mejor que recurrir a lo ya conocido y probado, por lo que podemos discernir analogías respecto a la etapa en los Beatles, lo cual sirve para definir adecuadamente un buen número de canciones sin mayor necesidad de concreción. Así, ‘Call Me Back Again’ sería como la correcta actualización de ‘Oh! Darling’ de Abbey Road, o ‘You Gave Me The Answer’ lo mismo respecto a ‘Honey Pie’. Incluso podemos encontrar paralelismos entre ‘Treat Her Gently/Lonely Old People’ y ‘The Long And Winding Road’, en esta ocasión me atrevería a decir que con mejor resultado pues se elimina el tedio que imprimía la pomposidad orquestal de Phil Spector en la canción de Let It Be.

 

La canción que da título al álbum es una de esas joyas acústicas de melodías inolvidables que nos regala McCartney de vez en cuando, por lo que se agradece el reprise que aparece más adelante. Es precisamente en ese formato acústico donde Paul demuestra mayor autenticidad y cercanía, de ahí que ‘Love In Song’ sea otro de los puntos fuertes, en este caso reforzado por una suave sección rítmica en el estribillo y un aventurado sonido de teclado más propio del rock progresivo, aunque ya sabemos que McCartney siempre estuvo abierto a todo tipo de influencias.

 

Una potencia sonora en forma de muro de sonido es lo que impregna ‘Letting Go’ de una inusitada fuerza para el ritmo más bien pausado que tiene, pues además de las fieras líneas de guitarra, las secciones de viento le proporcionan mucha fuerza. Pero lo más cañero del disco es una composición de Jimmy McCulloch llamada ‘Medicine Jar’ que curiosamente canta él mismo. Tiene un potente ritmo que unido a un sonido denso y la voz intensa de McCulloch, transmite una gran fuerza que McCartney en solitario parece haber olvidado. No es la única aportación vocal distinta a la de Paul, pues Denny Laine canta ‘Spirits Of Ancient Egypt’, la cual por suerte demuestra que las inquietudes musicales no se habían desvanecido y encontramos una interesante experimentación sónica repleta de cambios de ritmo, líneas sueltas de guitarra esquizoide, ritmo inquietante y un estribillo sorprendente que sirve de colofón para la diversidad de melodías que pueblan el tema.

 

El final del álbum es un breve instrumental (‘Crossroads’, nada que ver con el mítico tema de blues) agradable e inofensivo que deja buen sabor, aunque todavía podemos escuchar tres canciones adicionales que ciertamente podían haberse dejado en el baúl de los descartes: ‘Zoo Gang’ es otro instrumental compuesto para una serie de televisión; un instrumental algo más interesante encontramos en ‘Lunch Box/Odd Sox’, que se recuperaría años después para la cara B del single ‘Coming Up’; al igual que la horrible ‘My Carnival’, añadida como cara B en 1985, lo cual significa que estaba al mismo nivel de los lamentables discos que publicó por esos años.

 

En definitiva, estamos ante otro gran disco que únicamente sufre de los devaneos comerciales comentados, que por otro lado son la evidencia del despegue exitoso que experimentarán en los próximos años. Lo que no se entiende es que, pasados tantos años desde que se publicara, en la reedición en CD de 1993 se destaquen en la portada ‘Rock Show’ y ‘Listen To What The Man Said’ como reclamos para el comprador, algo que posiblemente pudiera justificarse en su momento, pero no casi veinte años después. ¿Es que se potencia la imagen ñoña de McCartney para la venta? Hay cosas que nunca se podrán entender en la industria musical...

WINGS AT THE SPEED OF SOUND

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

1) Let 'Em In; 2) The Note You Never Wrote; 3) She's My Baby; 4) Beware My Love; 5) Wino Junko; 6) Silly Love Songs; 7) Cook Of The House; 8) Time To Hide;

9) Must Do Something About It; 10) San Ferry Anne; 11) Warm And Beautiful;

[BONUS TRACKS:] 12) Walking In The Park With Eloise; 13) Bridge On The River Suite; 14) Sally G.

Hacia Abbey Road dirigió sus pasos McCartney en esta nueva entrega de Wings, pero no nos referimos a la última gran obra de los Beatles, sino a los estudios de grabación ubicados allí. Musicalmente, la música disco había comenzado su progresivo ascenso y la escena punk todavía no había asaltado los cielos, así que Paul se fijará más en la primera que en la segunda. Sigue existiendo un espíritu de democracia interna que a veces no significa necesariamente un aspecto positivo si se trata de crear una obra musical. Lo que tampoco cambia es la orientación comercial a gran escala, con un sonido denso ideal para grandes estadios y con algunas partes vocales destinadas a que el público las cante al unísono.

 

En tono reposado pero con densidad de sonido inicia ‘Let 'Em In’ el álbum, con reminiscencias al pasado sobre todo a partir del 1:15, donde el ritmo recuerda bastante a ‘Baby You're A Rich Man’ de los Beatles. Y es que no está mal echar la mirada atrás cuando sirve para fijarse en los aspectos positivos, pues otro buen resultado consigue cuando recupera la épica de producciones pasadas con Wings y nos ofrece un tema multiparte como ‘Beware My Love’, donde lo mejor es el retorno en la sección final, iniciada mediante una fiera guitarra a partir de los 5:16.

 

El McCartney de las grandes y solemnes baladas lo encontramos aquí en ‘The Note You Never Wrote’, curiosamente cantada por Denny Laine cuando la voz de Paul hubiera quedado mejor. Pero es que aquí tenían que cantar todos, hasta el batería, quien lo hace en la convencional ‘Must Do Something About It’, pues parece que McCartney tampoco se esforzaba demasiado cuando los temas los iban a cantar otros. Y es que cuando Paul escribe canciones sin muchas ganas, queriendo hacer algo en cinco minutos, es cuando salen cosas inofensivas como es el caso también de ‘She's My Baby’ o la infantil ‘San Ferry Anne’. No obstante, como una broma de mal gusto queda la concesión a Linda McCartney para que cante en la tontería de ‘Cook Of The House’. Aunque peor todavía es intentar hacer parecer seria una simplonería melódica que parece salida de una nana, convirtiéndola en una balada de piano (‘Warm And Beautiful’). En el White Album, ‘Good Night’ podía aceptarse como concesión final a una calma programada, pero no esta abominación de la ñoñería.

 

El tema más conocido es ‘Silly Love Songs’ que, mediante un pausado ritmo disco aderezado con agradables instrumentos de viento que no se limitan a seguir el ritmo sino también a introducir breves melodías con gancho, consigue enganchar al oyente desde su inicio desconcertante. Podría objetarse la tontorrona repetición del “I love you”, pero si se le perdona tal desliz, más si cabe para una canción que reivindica el derecho a componer canciones tontas de amor, este tema es sin duda de los mejores del disco. Paradójicamente, la mejor canción de este álbum no está compuesta por McCartney sino por el guitarrista de Wings Jimmy McCulloch (quien la canta también) y por el batería de largo recorrido Collin Allen. Se trata de ‘Wino Junko’, canción de sólido ritmo punteado por un ominoso teclado que crea una atmósfera algo inquietante, hasta llegar a una magnífica coda donde se transforma en un ágil tema de rock liderado por un gran solo de guitarra eléctrica. Recordemos que McCulloch también era el compositor de una de las mejores canciones del disco anterior, ‘Medicine Jar’, por lo que sus contribuciones eran escasas pero muy destacadas. Denny Laine también aporta su granito de arena con su composición ‘Time To Hide’, seria y potente dentro de su ritmo pausado y con una épica parte vocal que bien vale su inclusión en este álbum.

 

Parece que McCartney quiso aprovechar los músicos de viento que participaron en este álbum y en los bonus tracks podemos escuchar dos olvidables y flojos instrumentales que en su momento se publicaron bajo el nombre de The Country Hams, más una pasable canción country llamada ‘Sally G.’ en la cual destaca una prominente guitarra slide y los violines. Aunque obviemos estas últimas canciones adicionales, lo cierto es que el disco en general bascula entre la profesionalidad, el relleno y la brillantez a partes iguales, lo que provoca momentos de bajón creativo por momentos aunque al menos puede considerarse como una obra aceptable dentro del catálogo de Paul.

WINGS OVER AMERICA

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

CD I: 1) Venus And Mars/Rock Show/Jet; 2) Let Me Roll It; 3) Spirits Of Ancient Egypt; 4) Medicine Jar; 5) Maybe I'm Amazed; 6) Call Me Back Again; 7) Lady Madonna;

8) The Long And Winding Road; 9) Live And Let Die; 10) Picasso's Last Words;

11) Richard Cory; 12) Bluebird; 13) I've Just Seen A Face; 14) Blackbird; 15) Yesterday.

 

CD II: 1) You Gave Me The Answer; 2) Magneto And Titanium Man; 3) Go Now;

4) My Love; 5) Listen To What The Man Said; 6) Let 'Em In; 7) Time To Hide;

8) Silly Love Songs; 9) Beware My Love; 10) Letting Go; 11) Band On The Run;

12) Hi Hi Hi; 13) Soily.

Nada menos que un triple LP (doble en su edición en CD) a lo grande es lo que se publicó tras la monumental gira que siguió a Wings At The Speed Of Sound. Para la ocasión, se hicieron con los servicios de varios músicos de viento, que junto al resto de los Wings conforman una potente banda de directo que crea un sonido denso, compacto y acertado para recrear buena parte del aura de las versiones de estudio. Eso sí, no hay nadie que pueda necesitar estas versiones en vez de las originales de estudio, puesto que en la mayoría de casos se trata de un calco. Un calco perfecto, por supuesto. No obstante, en algunos momentos que el guitarrista McCulloch se decide a hacerse notar, sí que engrandece todavía más las canciones como en el caso de ‘Spirits Of Ancient Egypt’ (también con un gran trabajo vocal) y su propia composición ‘Medicine Jar’, todavía más afilada en directo.

 

McCartney y compañía se lanzan a unas interpretaciones de arena-rock de denso y profesional sonido, con gran profusión de coros cantables. Si recordamos nuestras palabras cuando aseverábamos el carácter de arena-rock del contenido de Venus And Mars, no nos sorprendemos lo más absoluto cuando comprobamos que están todas las canciones del LP original al completo, salvo la final ‘Treat Her Gently’. Así, queda muy por encima de su álbum más reciente, del que nada más se incluyen cuatro canciones. Y de su mejor disco, Ram, no hay absolutamente nada, pues parece que su carácter bucólico y apacible no encajaba con la pomposidad de las grandes giras de McCartney.

 

Ni siquiera hay mucho espacio para el pasado Beatle de Paul, muy diferente a lo que encontraremos en sus futuros discos en directo, que serán más bien un ejercicio de nostalgia. Así pues, solo encontraremos cinco canciones de los Beatles, que al menos no son en su totalidad las típicas que hubiéramos pensado a priori y dos de ellas son –sorpresa– la rítmica pero emotiva ‘I've Just Seen A Face’ (del disco Help!) y la acústica ‘Blackbird’, que parecía condenada al olvido cuando ya teníamos ‘Bluebird’ en su lugar. En ‘The Long And Winding Road’ encontramos una agradable novedad con la adición de una trompeta inspirada en Händel.

 

Y si estamos ante un grupo democrático donde uno de sus miembros mira a su pasado, también debe haber hueco para otros detalles similares. Es por ello que Denny Laine se da el gustazo de volver a interpretar ‘Go Now’, pues fue precisamente él quien propuso el tema a sus compañeros de entonces, los primeros e irreconocibles Moody Blues que consiguieron con ella su primer gran éxito. No se sabe a propuesta de quien, pero cantada nuevamente por Laine, está la interpretación de ‘Richard Cory’ de Simon y Garfunkel, en un estilo análogo al original.

 

Para el final podemos escuchar la inédita ‘Soily’, una poco habitual pieza de rock duro con bastante fiereza y una parte vocal de Paul en la que se deja la voz, aunque sin llegar a los límites de ‘Helter Skelter’. Por tanto, podemos dejar este doble CD como un disco recomendable dentro de su carrera, pues añade algunas interpretaciones primorosas y alguna que otra sorpresa, pero no es una adquisición imprescindible salvo para comprender el alcance mediático que tuvieron los Wings hacia el final de la década.

LONDON TOWN

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

1) London Town; 2) Cafe On The Left Bank; 3) I'm Carrying; 4) Backwards Traveller; 5) Cuff Link; 6) Children Children; 7) Girlfriend; 8) I've Had Enough; 9) With A Little Luck; 10) Famous Groupies; 11) Deliver Your Children; 12) Name And Address;

13) Don't Let It Bring You Down; 14) Morse Moose And The Grey Goose;

[BONUS TRACKS:] 15) Girl's School; 16) Mull Of Kintyre.

Afortunadamente, el éxito mundial de los Wings no tuvo como consecuencia que McCartney continuara en la senda del arena-rock, puesto que el resultado artístico de Wings At The Speed Of Sound no era todo lo bueno que cabría esperar. Así, en este nuevo álbum se procuró volver a un sonido menos denso y más directo, quizá en la vena de Wild Life pero con mejores composiciones. Tema aparte es que hubo un embarazo de Linda por medio, por lo que el resto se tomó las cosas con tranquilidad, aunque el guitarrista McCulloch no aguantaría tanta inactividad y tras grabar las primeras canciones se iría a formar parte de la reagrupación de los Small Faces, quienes publicarían sendos discos de retorno en 1977 y 1978 (éste último con la participación de McCulloch), con todos sus miembros originales menos Ronnie Lane, el gran bajista de interesante carrera en solitario que fallecería trágicamente de esclerosis múltiple años después.

 

Aparte de retornar a un estilo menos enfocado hacia las audiencias masivas, el contenido lírico en general del álbum es menos amigable de lo habitual. La canción que da título al disco no deja de tener un cierto regusto sombrío y amargo para tratarse de un inicio de álbum también, pues no estamos acostumbrados a recibir de McCartney una visión tan apática de la sociedad. Lo mejor llega en su parte final, con una sección instrumental que por momentos eleva el tono más de lo esperado gracias a la batería y una frenética guitarra. No menos sombría resulta la brillante ‘Don't Let It Bring You Down’, que en clave folk-rock desarrolla una triste melodía en la que nos invitan a ser optimistas y no hundirnos ante las adversidades. Y es que parece que el folk-rock resultó ser una inspiración para Paul, puesto que en los bonus tracks se incluye su exitoso single ‘Mull Of Kintyre’ (compuesto junto a Denny Laine), que no está mal en su bucólica apacibilidad, pero que no deja de ser una sencilla canción adornada con gaitas que le dan un toque tradicional, probablemente la clave para que triunfara cuando se publicó un mes antes de la navidad.

 

Todo ello no quita que McCartney no quiera también pecar de moderno, de ahí que encontramos temas como ‘Cuff Link’. un instrumental de ritmo disco pero no enfocado a las pistas de baile. Con un ritmo también devoto de la música disco, pero con afilados punteos de guitarra que lo distinguen de ese estilo, ‘Cafe On The Left Bank’ representa uno de los momentos más potentes de todo el álbum. Precisamente cuando pretende volverse fiero es cuando Paul descarrila, tal como ocurre en la final ‘Morse Moose And The Grey Goose’, pues con su desarrollo no queda sino como un potingue de ideas mezcladas que no acaba de enganchar. Como si hubieran querido mezclar el music-hall con el disco, el punk y el  rock progresivo. ¡Toma experimento de primaria!

 

‘With A Little Luck’ es lo que asociaríamos con McCartney inmediatamente, de ahí que probablemente lo eligieran como single de presentación del disco, pues se trata de un pop tranquilo de agradables melodías y unos sintetizadores que no sobrepasan los límites. En cambio, ‘Girlfriend’ parece que va a ser una vulgar canción pop con falsete hasta que a los 2:10 se transforma inusitadamente en un denso rock, que por desgracia no pasa de ser un breve interludio, pero que representa ese toque especial que Paul podía dar a una canción para rescatarla del olvido. Es por tanto una lástima que ‘Backwards Traveller’ no dure más que un minuto y poco más, puesto que realiza varios giros melódicos en su parte vocal que podrían haberse aprovechado mejor.

 

Por otro lado, ‘Deliver Your Children’ es glorioso pop, por lo que los Hollies hubieran matado en los setenta. Es una canción perfecta, desde la melodía de guitarra que la introduce hasta su sombría parte vocal en las estrofas que desembocan en un emotivo estribillo de mensaje final positivo: “And if a thing goes wrong / You'd better make it right”. Está cantada por Denny Laine igual que ‘Children Children’ (ambas compuestas por él junto a McCartney), siendo esta última una canción jovial con bellas armonías vocales y una reconocible melodía de teclado de las que invitan a silbar.

 

El gusto de Paul por el un rock de corte más clásico y normal se deja entrever en la convencional ‘I've Had Enough’ y en ‘Name And Address’, donde McCartney parece querer cantar igual que Elvis, pero que deja mejor sabor de boca por su potente intermedio instrumental. No obstante, sí que llega hasta la mediocridad más absoluta en ‘Girl's School’, single incluido en los bonus tracks.

 

No se puede decir que echen la vista atrás, pero ‘I'm Carrying’ no deja de ser una reescritura de ‘Love In Song’ con un desarrollo más vulgar. Por otra parte, cuando vemos el título de ‘Famous Groupies’, podemos pensar que Paul va a adentrarse en territorio de Frank Zappa y a hacer una hilarante y picante descripción de los usos y costumbres de estos acompañantes, especialmente las femeninas. Pero conociendo el carácter educado y reservado de Paul, todo queda en una broma apta para todos los miembros de la familia, que hace pensar en la terrible idea de que en el fondo tuviera una mentalidad conservadora y acabara votando a Margaret Thatcher el año siguiente, cuando ésta ganó sus primeras elecciones. Pero bromas aparte, lo importante es que los Wings/McCartney demostraban estar en buena forma a pesar de las circunstancias y demostrando un buen estado de creación e inspiración melódica.

1) Reception; 2) Getting Closer; 3) We're Open Tonight; 4) Spin It On;

5) Again And Again And Again; 6) Old Siam, Sir; 7) Arrow Through Me;

8) Rockestra Theme; 9) To You; 10) After The Ball/Million Miles;

11) Winter Rose/Love Awake; 12) The Broadcast; 13) So Glad To See You Here;

14) Baby's Request; [BONUS TRACKS:] 15) Daytime Nighttime Suffering;

16) Wonderful Christmastime; 17) Rudolph The Red-Nosed Reggae.

Puntuación:

Año de publicación: 1979 

BACK TO THE EGG

Las buenas ideas que se muestran a priori en este álbum no quedan posteriormente refrendadas en su implementación musical. Podemos escuchar más sintetizadores que nunca y también una unión asombrosa de estrellas de la música llamada Rockestra, además de absorber algo de punk por el camino pero sin perder las señas de identidad de McCartney/Wings. En principio, parece que va a ser otro gran disco como London Town, pero las melodías originales no afloran con la misma facilidad y no vemos la misma camaradería a la hora de componer, totalmente monopolizado por Paul excepto un tema compuesto por Laine. Sería también el último álbum de los Wings, lo cual parece ya un final predestinado.

 

Hay demasiados momentos que denotan falta de inspiración o, cuando menos, la necesidad de una mayor elaboración para haber conseguido algo mejor que lo mostrado en canciones como ‘Arrow Through Me’. Y hay otras como ‘To You’ o el jazz de ‘Baby's Request’ que se balancean entre lo aceptable, lo aburrido y lo hiriente. La instrumentación en la coda de ‘To You’ resulta más bien irritante, un sonido artificial que parece presagiar los excesos de los años ochenta. El rockabilly no es su estilo, ya lo vimos intentando imitar a Elvis en el disco anterior, y aquí ‘Spin It On’ parece un intento de actualizar el estilo, pero para eso ya estaban los Ramones, que ya lo hacían suficientemente bien.

 

Pero no todo es negativo, por supuesto, es solo que de McCartney siempre esperamos lo mejor. Así, ‘Getting Closer’ presenta un buen contraste entre su primera parte más pop y su posterior coda de sonido denso pero electrizante. La mayor demostración de fiereza la encontramos en ‘Old Siam, Sir’, donde Paul parece que vaya a dejarse la voz por momentos, además de poseer unos potentes pasajes instrumentales en los que brilla la guitarra con luz propia. Y el dominio de los tempos y de cómo inquietar al personal se vuelve a demostrar en la breve ‘We're Open Tonight’. Por otro lado, la única composición de Denny Laine es ‘Again And Again And Again’, mucho más convencional de lo habitual, como si hubiera querido imitar el estilo para todos los públicos de McCartney, aunque es entretenida de escuchar.

 

La dupla ‘After The Ball/Million Miles’ resulta bastante aburrida, no tan solo por la falta evidente de melodías con gancho, sino porque estar escuchando durante dos minutos a Paul cantando con un acordeón de acompañamiento, no invita precisamente a la diversión. Parce que después del masivo éxito del single ‘Mull Of Kintyre’, quisieron seguir probando suerte con el estilo bucólico, pero ya tuvieron demasiada suerte con aquél para lo poco que ofrecía. La otra dupla ‘Winter Rose/Love Awake’ es mucho mejor, pues el acordeón es sustituido por el clavecín y eso ya es de entrada una demostración de buen gusto, además de darle un toque renacentista. Eso en ‘Winter Rose’, porque ‘Love Awake’ es una balada acústica y contemplativa.

 

Como ya se ha comentado, McCartney tuvo la brillante idea de juntar a un buen puñado de grandes músicos para crear el equivalente de una orquesta pero con músicos de rock, de ahí el nombre Rockestra. Y es que el repaso de algunos de los nombres deja sin aliento: en la guitarra, Pete Townshend (The Who), David Gilmour (Pink Floyd) y Hank Marvin (The Shadows); en la batería, John Bonham (Led Zeppelin) y Kenney Jones (Small Faces); en el bajo, John Paul Jones (Led Zeppelin) y Ronnie Lane (Small Faces); en el piano, Gary Brooker (Procol Harum); y en la percusión, Morris Pert (Mike Oldfield) y el gran Ray Cooper. Esta selección estelar de artistas crea unas grandes expectativas que no se verán refrendadas en su plasmación musical, puesto que no se entiende el por qué de tanto músico por dos motivos:

 

1) en ningún momento se aprecia una proporcionalidad en el sonido. Si en la música clásica la amplificación sonora se consigue efectivamente con la adición de instrumentos, en el rock se consigue simplemente mediante las teclas de los amplificadores. Incluso hasta el nivel 11, como le gustaba al de Spinal Tap.

2) la música interpretada no requería necesariamente de la participación de músicos con una técnica especial. Lo que escuchamos podría haberlo tocado un puñado de músicos de estudio.

 

Y es que ‘Rockestra Theme’ no pasa de ser una agradable melodía sin más. Aunque al menos ‘So Glad To See You Here’ transmite una mayor fuerza y posee un estribillo de cierta carga épica.

 

En los bonus tracks encontramos las caras A y B del single navideño de ese año, que son un festín de sintetizadores (‘Wonderful Christmastime’) y una tonada instrumental simplona e infantil (‘Rudolph The Red-Nosed Reggae’). Mucho mejor es el single ‘Daytime Nighttime Suffering’, pues al menos aporta unas melódicas estrofas principales bien rematadas con el título de la canción, además de un estribillo muy pegadizo, aunque quizá lo que parecen las estrofas son realmente el estribillo y viceversa, nunca se sabe con Paul.

 

Hay demasiados momentos discretos o flojos para poder valorar mejor este álbum, que es simplemente aceptable. Sería también el último disco de los Wings, puesto que por un lado McCartney publicaría su siguiente álbum en solitario, y por otro lado la gira mundial correspondiente a Back To The Egg no llegaría a completarse por el arresto de McCartney en Japón en junio de 1980, lo que provocaría la desbandada general y la disolución de la banda. Aunque realmente con que se fuera Denny Laine ya hubiera sido suficiente.

McCARTNEY II

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

1) Coming Up; 2) Temporary Secretary; 3) On The Way; 4) Waterfalls;

5) Nobody Knows; 6) Front Parlour; 7) Summer's Day Song; 8) Frozen Jap;

9) Bogey Music; 10) Darkroom; 11) One Of Those Days;

[BONUS TRACKS:] 12) Check My Machine; 13) Secret Friend; 14) Goodnight Tonight.

Grabado justo tras la publicación de Back To The Egg y antes de la gira mundial con Wings, aunque no publicado hasta el año siguiente, este nuevo álbum de Paul fue grabado en solitario como preludio de la disolución de Wings. El título parece bastante adecuado porque, igual que ya hiciera en su disco de debut McCartney, todos los instrumentos que suenan están tocados por el propio Paul. Linda se limita a ayudar en los coros y punto. Lo que parece una noticia irrelevante para el resultado final, es al final todo un desastre porque se dirige directamente a un sonido contemporáneo de sintetizadores, pero empleados de una manera demasiado ligera, simplemente por el gusto de sonar moderno.

 

Lo único rescatable de este disco para la posteridad es justamente su primera canción. Es indiscutible el gancho especial de ‘Coming Up’, una de esas canciones pop pegadizas que asociamos ineludiblemente a la figura de McCartney. El ritmo principal representa el único momento en que los sintetizadores demuestran un propósito concreto y se ofrece una melodía reconocible y adictiva. También vale la pena destacar el vídeo musical donde aparece una gran banda tocando la canción en la que todos los músicos son Paul (excepto alguno interpretado por Linda), con un propósito humorístico bien conseguido.

 

En cualquier caso, estamos ante un álbum de experimentos donde a veces es difícil acertar, pues una cosa es coger un blues como ‘On The Way’ e interpretarlo de manera minimalista con efectos vocales, una percusión prominente y una afilada guitarra. Pero otra cosa es querer experimentar para parecer guay y enrollado como en el injerto de rockabilly ‘Boogie Music’. No obstante, es en las canciones basadas en tecnología punta donde la música simplemente varía en un rango entre lo flojo y lo execrable. Por ejemplo, la guitarra en ‘Nobody Knows’ suena tan estéril como en las canciones de Alanis Morissette de su etapa más exitosa. Cuando los sintetizadores se convierten en el ingrediente principal del plato, los resultados son totalmente lamentables. Sea aderezado con una tonada infantil como en los instrumentales ‘Front Parlour’ y ‘Frozen Jap’, aunque esta última es menos ofensiva con sus aires orientales que repite en ‘Dark Room’. Pero si hemos de otorgar el primer premio, ‘Temporary Secretary’ podría ser una de las candidatas a peor canción de la historia por sus horribles sintetizadores, su horrenda parte vocal y su letra mongoloide. Parece que se inspiró en Kraftwerk para componerla, pero no en los de Die Mensch-Maschine, su gran disco de 1978, sino en los horrorosos primeros discos de los alemanes. Si al menos estas aberraciones hicieran algo de gracia como ‘Check My Machine’ o el ruborizante disco-flamenco de ‘Goodnight Tonight’, entonces podrían escucharse una sola vez por la curiosidad.

 

Contrasta sobremanera encontrar canciones más tranquilas y sin tanta recarga de efectos como el pretencioso himno ‘Summer's Day Song’, que no es nada del otro mundo pero resulta ser un momento de respiro a mitad del álbum. De manera análoga, canciones lentas como ‘Waterfalls’ y ‘One Of Those Days’ destacan por sus buenas melodías dentro de su simplicidad. Pero comparadas con los excesos tecnológicos de buena parte del álbum, ciertamente saben a gloria. Vista la deriva musical en la que se estaba sumergiendo Paul, es de agradecer que dirigiera sus ojos hacia quien había sido uno de los mejores exponentes de los sintetizadores empleados con inteligencia (Stevie Wonder) y hacia quien representaba el futuro de este sonido (Michael Jackson), lo cual tendrá como resultado lo que se suele expresar como “una de cal y otra de arena”. Ya lo veremos.

1) Tug Of War; 2) Take It Away; 3) Somebody Who Cares;

4) What's That You're Doing?; 5) Here Today; 6) Ballroom Dancing;

7) The Pound Is Sinking; 8) Wanderlust; 9) Get It; 10) Be What You See (Link);

11) Dress Me Up As A Robber; 12) Ebony And Ivory.

Puntuación:

Año de publicación: 1982 

TUG OF WAR

Tras el tropezón tecnológico de McCartney II, parece que nuestro amigo recapacitó sobre cuáles eran sus habilidades y sus capacidades y decidió cortar por lo sano con el uso de máquinas de sonidos modernas, que poco o nada tenía que ver con la visión musical que tenía. Así, Tug Of War nos devuelve al McCartney más clásico, pero al menos también con ese gusto y creatividad para la melodía que siempre ha funcionado y que le ha servido para cosechar un gran éxito tanto entre la crítica como en las ventas. Para ello, Paul se hizo con los servicios nuevamente de George Martin, un productor que le conocía como a un hijo y que podía sacar buen provecho del buen estado de forma que presenta aquí. También volvió Denny Laine, sin que ello significara resucitar la marca Wings, y se contó con la participación del gran Eric Stewart (10cc) en la guitarra y voces.

 

Esa genialidad que atesora McCartney aparece cuando un@ menos se lo espera. Por ejemplo, la magnífica ‘The Pound Is Sinking’ comienza de manera un tanto discreta enumerando las diferentes divisas de los países, hasta que llega un giro melódico inesperado y memorable (“The market's bottom has fallen right out / And only the strong are survivors”), entra una afilada guitarra y el tema recobra un brío excepcional que ya nos deja rendidos hasta el final a la genialidad de su autor. La canción que da título al álbum oscila entre la balada contemplativa y algo más de energía que imprimen los acordes de guitarra, aunque la mayor solemnidad la aportan los arreglos orquestales, probablemente cortesía de George Martin, como antaño. Esa instrumentación orquestal adicional engrandece temas que podrían ser más discretos como ‘Here Today’, o potencia las emotivas melodías de ‘Wanderlust’, excepcional balada donde los vientos llegan a cotas barrocas en su entrada a partir del 1:30.

 

No obstante, esa vuelta al sonido más clásico no significa que Paul no echara un vistazo a lo que ocurría alrededor, realizando un pequeño experimento (‘Be What You See (Link)’) que por la brevedad resulta inofensivo. Y mirando hacia sus colegas de profesión, uno de los artistas con mayor éxito en ventas y críticas de la última década había sido Stevie Wonder, aunque en los ochenta rebajaría ese gran nivel demostrado en sus maravillosos discos de los setenta. En cualquier caso, aquí participa en dos canciones, la primera de ellas coescrita por ambos músicos (‘What's That You're Doing?’) en un estilo mucho más cercano a Stevie que a Paul. El mayor problema que presenta es su excesiva duración –más de seis minutos– para lo que ofrece, por lo que unido a la falta de gancho le hace traspasar esa barrera que nos introduce en el aburrimiento. La otra canción en la que participan estos dos monstruos juntos es la balada ‘Ebony And Ivory’, más melódica y efectiva. No es la única aparición estelar en el disco, puesto que en la country ‘Get It’ se invita nada menos que al legendario Carl Perkins, quien demuestra mucha más aptitud para cantar el country que Paul. Las risas del final denotan la buena camaradería que hubo entre los dos. El gusto por la variedad hace también que saltemos del country estadounidense a los sonidos caribeños mezclados con música disco de ‘Dress Me Up As A Robber’, una idea algo fallida.

 

No podía faltar aquello con lo que más se asocia la figura de McCartney, por lo que vuelven las canciones dinámicas y pegadizas como ‘Take It Away’ y ‘Ballroom Dancing’, esta última con una sorprendente parte instrumental donde parece asomar un sintetizador Moog. Como curiosidad, destacar también la participación en ambas de Ringo Starr en la batería, aunque su aportación es discreta y nadie hubiera notado su presencia de no haberlo leído. Las baladas también están interpretadas con gusto, con infinidad de detalles instrumentales como en ‘Somebody Who Cares’ o de manera más minimalista como la acústica y algo orquestal ‘Here Today’, siendo esta última una conversación imaginaria con su amigo John Lennon, homenaje merecido tras su asesinato.

 

En resumen, este álbum es una nueva demostración de lo mejor que podía hacer McCartney, quien ya había entrado en una dinámica de irregularidad de la que ya no escaparía, ofreciendo una de cal y otra de arena según la musa de la inspiración decidiera darse un garbeo, o no, por los estudios de grabación de Paul. Magnífico y recomendable disco del ex-Beatle, haciendo honor a su pasado.

PIPES OF PEACE

Año de publicación: 1983 

Puntuación:

1) Pipes Of Peace; 2) Say Say Say; 3) The Other Me; 4) Keep Under Cover; 5) So Bad; 6) The Man; 7) Sweetest Little Show; 8) Average Person; 9) Hey Hey; 10) Tug Of Peace; 11) Through Our Love; [BONUS TRACKS:] 12) Twice In A Lifetime;

13) We All Stand Together; 14) Simple As That.

Entramos aquí en el comienzo de un bache artístico de varios años que destruirá la reputación de McCartney, lo clasificará como exponente de los dinosaurios del rock que intentaban seguir en primera línea y le colgará un sambenito de vieja gloria acabada que ya no puede ofrecer nada interesante, lo cual se mantendrá durante toda su carrera posterior. Y es que si McCartney II te pareció bastante malo, suena a gloria en comparación a lo que llegará en los próximos años, con esta primera parada para hacernos una idea de la deriva preocupante que comenzaba a tomar.

 

La introducción acústica (tras unos sonidos que parecen querer imitar fallidamente la guerra) y la gentilidad de ‘Pipes Of Peace’ no da indicios de lo que nos encontraremos en buena parte del álbum, ya que entronca directamente con el McCartney melódico en su mejor y recomendable acepción. Es la única canción conocida de este álbum junto al dueto con Michael Jackson en la bailable ‘Say Say Say’, bastante pegadiza y donde las mejores partes son aquéllas que suenan totalmente a Jackson (“All alone I sit home by the phone waiting for you”), quien recordemos que para octubre de 1983, cuando se publicó Pipes Of Peace, ya había arrasado estadísticas de ventas con su celebérrimo álbum Thriller. Igual que ocurriera en Tug Of War con Stevie Wonder, Michael es aprovechado para dos canciones, ambas compuestas por éste junto a Paul, quienes poseían entonces una gran amistad que se vería truncada cuando Michael Jackson se apropió de los derechos de las canciones de The Beatles (esto es, las compuestas por Lennon/McCartney) en vez de ayudar a Paul a recuperarlas. Como decíamos, hay otra canción con Jackson titulada ‘The Man’ que es muchísimo más floja, un pop comercial típico de los ochenta.

 

Y es que, tras las dos primeras canciones, que tienen su gancho comercial y pueden escucharse en repetidas ocasiones, lo que llega después es una forzada travesía a través del desierto de la creatividad y la inspiración, es decir, por una serie de composiciones que, en el mejor de los casos, puede definirse de relleno. Por ejemplo, ‘Keep Under Cover’ parece una mala imitación de ABBA, o una simple emulación de lo más vulgar de ABBA. En las baladas como ‘So Bad’ o ‘Through Our Love’ parece parodiarse a sí mismo, cayendo en un empalagamiento ruboroso que debería avergonzarle. Incluso vuelve a caer en pretéritas ínfulas de modernidad en el instrumental ‘Tug Of Peace’. Ni siquiera la colaboración con el bajista de jazz Stanley Clarke consigue dar suficientes frutos y nos cuela un pésimo tema compuesto por ambos titulado ‘Hey Hey’, donde ni siquiera una parte central menos ofensiva consigue salvarlo.

 

Hacia la mitad de la travesía por este desierto musical, encontramos un pequeño oasis en el que poder respirar un poco gracias a la agradable pieza acústica ‘Sweetest Little Show’, que en el disco anterior hubiera pasado desapercibida pero que aquí parece un temazo en comparación con la mayoría del álbum. Del tema ‘Average Person’, flojo también, podemos destacar una pegadiza y dinámica parte de bajo que vale la pena escuchar al menos una vez. Los bonus tracks que encontramos en la reedición en CD no son gran cosa pero son un alivio si los comparamos con lo que encontramos aquí. Tenemos una balada de prominente saxofón (‘Twice In A Lifetime’), un experimento orquestal y coral aceptable (‘We All Stand Together’, para una película de animación producida por el propio Paul), antesala de su futura incursión en la música clásica con su Liverpool Oratorio, así como la recomendable y melódica ‘Simple As That’, de ritmo reggae que podría pasar por un homenaje a Bob Marley por su carácter aleccionador, aunque no llegue a las cotas del jamaicano.

 

En definitiva, unas cuantas canciones no salvan un disco entero, por lo que Pipes Of Peace queda como uno de los peores discos de la historia de McCartney. No es el peor porque, como todo el mundo conoce, lo más vergonzoso que produjeron en los ochenta las grandes glorias de la música acaeció en 1986, y nuestro amigo no fue una excepción precisamente. Aquí simplemente tenemos una primera demostración de su enajenación creativa.

GIVE MY REGARDS TO BROAD STREET

1) No More Lonely Nights; 2) Good Day Sunshine/Corridor Music; 3) Yesterday;

4) Here, There And Everywhere; 5) Wanderlust; 6) Ballroom Dancing;

7) Silly Love Songs/Reprise; 8) Not Such A Bad Boy; 9) So Bad;

10) No Values/No More Lonely Nights; 11) For No One;

12) Eleanor Rigby/Eleanor's Dream; 13) The Long And Winding Road;

14) No More Lonely Nights (Playout Version); 15) Goodnight Princess;

[BONUS TRACKS:] 16) No More Lonely Nights (Extended Version);

17) No More Lonely Nights (Special Dance Mix).

Puntuación:

Año de publicación: 1984 

El siguiente invento de Paul fue escribir el guión para una película en la que él iba a ser el protagonista haciendo de sí mismo. También aparecerían haciendo de sí mismos su mujer Linda y su amigo Ringo Starr. Si una idea así no suena demasiado atractiva, peor fue la siguiente: regrabar canciones de los Beatles y de su carrera en solitario, como banda sonora de la película. Para tan tremendo sacrilegio se hizo con los servicios en la producción de George Martin, quizá recordando su gran trabajo como arreglista de partes orquestales en esas grandes obras maestras de los Beatles en los años sesenta. El problema es simplemente que no consigue ofrecer nada nuevo, sino simplemente rellenar o completar con instrumentos clásicos las composiciones originales. El resto son detalles que pueden entretener a los más fanáticos de los Beatles, pero poco más. Por ejemplo, en la recreación de ‘Eleanor Rigby’ canta Paul en solitario, cambiando el canto coral inicial del original pero dejando intacta la sección de cuerda. A continuación se le añade una extensa e innecesaria parte instrumental titulada ‘Eleanor's Dream’, que simplemente recuerda a los arreglos que George Martin realizara para la película de Yellow Submarine. ‘Here, There And Everywhere’ añade un final instrumental diferente con los instrumentos clásicos. Parece que ese tipo de composiciones de su etapa Beatle son las preferidas para regrabar, como podemos comprobar nuevamente en ‘For No One’.

 

La espina que en su momento se le quedó clavada a Paul con ‘The Long And Winding Road’ por no quedar contento con el arreglo orquestal que le imprimió Phil Spector en la edición de Let It Be, aquí le sirvió para ofrecer una versión más sencilla de su estimada canción, que tampoco le abrirá los ojos a nadie, puesto que sustituir algunos instrumentos clásicos por un saxofón no parece una decisión definitoria. Pero no parece una buena idea actualizar al artificial sonido de los ochenta canciones que anteriormente ya funcionaban bien en su contexto y su estilo, como ‘Silly Love Songs’. Peor todavía es elegir canciones empalagosas y vergonzantes como ‘So Bad’, si bien aquí hasta parece sonar agradable en comparación al original de Pipes Of Peace, quizá por una mejor producción y una ligera minimización de los falsetes.

 

Las pocas composiciones nuevas son de carácter dispar. Por un lado, encontramos un flojo rock dinámico (‘Not Such A Bad Boy’) y otro de medio tempo (‘No Values’) de los que lapidan el crédito de McCartney como melodista. Y más sorprendente es encontrar una floja pieza instrumental de jazz titulada ‘Goodnight Princess’, no sorprendente por floja sino porque el jazz no es un estilo que se pueda asociar a Paul.

 

La participación de David Gilmour en ‘No More Lonely Nights’ se hace patente en ese sonido del inicio entre guitarra y bajo, muy del estilo de Pink Floyd, aunque poco tenga que ver con el resto del tema. Se trata de una poderosa balada perfectamente producida, repleta de memorables melodías y donde la guitarra de Gilmour va dejando destellos en algunos momentos concretos, incluido el inevitable solo para aprovechar tan destacada ayuda. Lo que no se entiende es la inclusión de diferentes versiones bailables de una balada, que en este caso definen la palabra horror en la música. Si al menos hubieran realizado una versión acústica e instrumental, como podemos disfrutar en los primeros treinta segundos de la versión Playout, hubiera valido la pena. Pero por desgracia parece que entonces pesaba más la mentalidad ochentera.

 

Al final del camino uno no entiende bien si se encuentra ante una banda sonora original o un recopilatorio de grandes éxitos regrabados, pero la sensación de inutilidad que deja es evidente. La única razón para no eliminar este disco del catálogo de McCartney es ‘No More Lonely Nights’, pero como esta canción aparece en casi cualquier recopilatorio, están tardando en desterrar el álbum definitivamente de la discografía oficial.

PRESS TO PLAY

Año de publicación: 1986 

Puntuación:

1) Stranglehold; 2) Good Times Coming/Feel The Sun; 3) Talk More Talk; 4) Footprints; 5) Only Love Remains; 6) Press; 7) Pretty Little Head; 8) Move Over Busker; 9) Angry; 10) However Absurd; 11) Write Away; 12) It's Not True; 13) Tough On A Tightrope; [BONUS TRACKS:] 14) Spies Like Us; 15) Once Upon A Long Ago.

Por desgracia, estamos ante uno de esos momentos que representan lo más bajo que puede caer un artista musical tras acumular un justo y trabajado prestigio durante su carrera. Si en los últimos discos anteriores a éste ya demostraba un nivel extremadamente bajo respecto a lo habitual, aquí llegó al punto más bajo de su carrera y destruyó cualquier idea positiva que el nombre de Paul McCartney pudiera traer a la mente. Qué se le pudo pasar por la cabeza para publicar tamaño engendro es algo digno de ser estudiado, puesto que representa un desprecio hacia todas aquellas personas que entienden que una obra musical de un mismo autor debe ser una demostración del trabajo, el talento y la inteligencia del artista en un momento determinado de su carrera. Si no fuera porque en el vídeo musical de ‘Press’ se le veía bien contento paseando por el metro de Londres, se podría catalogar este disco como el producto de una enajenación mental transitoria. Como no es el caso, solo nos queda horrorizarnos al escucharlo e intentar olvidarlo lo más rápido posible. De hecho pertenece al año 1986, de infame recuerdo porque fue el año de publicación de otras barbaridades de artistas consagrados como por ejemplo Dirty Work de los Rolling Stones, August de Eric Clapton o Leather Jackets de Elton John. Parece que competían por ver quién publicaba la basura más grande. Y en eso se puede decir que Paul McCartney y Elton John ganaron al resto, pero por muy poca diferencia.

 

El caso es que a priori no se podía preveer una debacle tan pronunciada, puesto que en la composición de la mitad de los temas se alió nada menos que con Eric Stewart, componente de 10cc, más concretamente de su dúo melódico junto a Gouldman (recordemos que 10cc lo completaba el dúo más experimental de Godley y Creme). Pero si recordamos que los últimos discos que había publicado 10cc, ya sin Godley y Creme, eran sendas atrocidades musicales, la verdad es que esta novedad no hace sino incidir en el despropósito en que se convierte este álbum. En ‘Angry’ vemos que participan Pete Townshend y Phil Collins, pero podrían haberse sustituido por dos figurantes y el resultado hubiera sido el mismo, visto el catastrófico resultado.

 

Así pues, tenemos aquí quince canciones en total, incluyendo los bonus tracks, y solo puede salvarse ‘Good Times Coming/Feel The Sun’, que no es gran cosa pero puede escucharse con agrado. En algunas pocas canciones la ambientación está bien construida pero las melodías escasean (‘Footprints’, ‘It's Not True’), o por el contrario existen melodías reconocibles (‘However Absurd’, ‘Write Away’) pero el acompañamiento instrumental es bastante malo. En general, está todo envuelto en un armazón instrumental que suena artificial por todos lados, y cuando encontramos alguna canción más tradicional, como la balada de piano ‘Only Love Remains’, resulta ser tremendamente aburrida. La introducción ambiental de ‘Talk More Talk’ parece anunciar un tema solemne y envolvente, pero pasado el primer minuto se convierte en otra lamentable muestra de techno-pop chabacano.

 

Es probable que algunos de estos temas pudieran haber mejorado de haber tenido una producción diferente, para así haber aprovechado algunas de las escasas melodías aceptables que se pueden encontrar, pero no deja de ser este disco simplemente el producto de su tiempo. Música para aprovechar la tecnología del momento y llegar al máximo de hogares posible, razón por la que una película de humor vulgar para todos los públicos típica de los ochenta como Espías como nosotros tuvo una canción del mismo talante escrita por McCartney, ‘Spies Like Us’. Evitad este disco a toda costa.

1) Kansas City; 2) Twenty Flight Rock; 3) Lawdy Miss Clawdy; 4) I'm In Love Again;

5) Bring It On Home To Me; 6) Lucille; 7) Don't Get Around Much Anymore;

8) I'm Gonna Be A Wheel Someday; 9) That's All Right Mama; 10) Summertime;

11) Ain't That A Shame; 12) Crackin' Up; 13) Just Because; 14) Midnight Special.

Puntuación:

Año de publicación: 1988 

CHOBA B CCCP

Los desvaríos de sintetizadores en la música de Paul necesitaban un respiro y lo más sencillo era echar la vista atrás y grabar el estilo de música con el que había crecido, se había formado musicalmente y que poca dificultad entrañaba en volver a recrear. Igual que realizara John Lennon algo más de una década antes (Rock'n'roll, 1975), este disco se nutre exclusivamente de clásicos de ese estilo, un simple divertimento inofensivo que probablemente le sirviera para desintoxicarse un poco de la vorágine tecnológica en la que había entrado y que tan desastroso resultado le había dado, artísticamente hablando. No se le puede reprochar una intención meramente económica a la hora de grabarlo, pues el disco fue publicado solo en la entonces Unión Soviética (hasta 1991 no se lanzaría en el resto del mundo), de ahí que su título esté escrito en ruso, aunque su traducción es un guiño a The Beatles: Back in the USSR.

 

Precisamente con otro guiño a los Beatles comienza el álbum, pues la versión de ‘Kansas City’ ya la podíamos escuchar en forma de medley en Beatles For Sale. Por lo demás, poco puede decirse de un disco así, puesto que suena a lo que puede esperarse de cualquier conjunto de músicos profesionales que se divierten tocando piezas de escasa complejidad pero mucho valor sentimental. Es imposible destacar alguna canción sobre el resto, está todo al mismo nivel sin sorpresas ni sobresaltos. Si acaso, la imitación de Elvis Presley que realiza Paul al cantar ‘That's All Right Mama’, que recordemos fue el primer éxito de Elvis y el inicio de su exitosa y peculiar carrera. Algunas canciones podían haber estado mejor, puesto que la clave en la legendaria ‘Summertime’ de George Gershwin es la interpretación vocal (ya lo demostró Janis Joplin en su inolvidable versión), y aquí McCartney parece por momentos un tanto desafinado.

 

En cualquier caso, como no podía ser de otra manera, estamos ante un disco destinado únicamente a los fans de McCartney. Nadie tiene necesidad de escuchar versiones de clásicos del rock'n'roll salvo que tenga interés y se esté iniciando en ese estilo. Podría destacarse más el aspecto histórico-político de publicarlo en la Unión Soviética en una época en que ese régimen se estaba desmoronando y transformando bajo la valiente iniciativa de Gorbachov. Un pequeño gesto de buena voluntad de un occidental hacia el mundo comunista más abierto.

FLOWERS IN THE DIRT

Año de publicación: 1989 

Puntuación:

1) My Brave Face; 2) Rough Ride; 3) You Want Her Too; 4) Distractions;

5) We Got Married; 6) Put It There; 7) Figure Of Eight; 8) This One;

9) Don't Be Careless Love; 10) That Day Is Done; 11) How Many People;

12) Motor Of Love; 13) Où Est Le Soleil?;

[BONUS TRACKS:] 14) Back On My Feet; 15) Flying To My Home; 16) Loveliest Thing.

Tras los continuos fracasos anteriores y el respiro que resultaría de grabar un disco desenfadado de clásicos del rock'n'roll, parece que Paul se imbuyó de un poco de amor propio para olvidarse de las modas y las ventas como elementos impulsores de su música. Así, se dedicó a pulir más sus composiciones e incluso se alió con Elvis Costello (nombre artístico de Declan MacManus, según como aparece en los créditos) para coescribir algunas de las canciones. También reclutó una banda estable para la grabación del álbum y en vistas a la posterior gira, sin ningún nombre destacable, si acaso el de Robbie McIntosh, quien había sido guitarrista de The Pretenders. También podemos ver colaboraciones puntuales de gente como David Gilmour, Trevor Horn (Buggles, Yes), el gran batería Dave Mattacks (Fairport Convention) o el molt honorable pianista de sesión Nicky Hopkins, aunque tampoco queda claro dónde participa cada uno de ellos, salvo Gilmour.

 

El single de presentación del disco, ‘My Brave Face’, ya demuestra un giro respecto a los últimos ofrecimientos de Paul y es de los coescritos junto a Costello. Aquí aparece una producción cuidada con instrumentos reales, coros mesurados y unas melodías más o menos pegadizas de corte pop-rock. Al propio Elvis Costello podemos escucharlo a dúo en ‘You Want Her Too’, que parece apropiarse de este tema quizá más acorde a su estilo que al de Paul. Tampoco es que sea gran cosa.

 

En ‘This One’ hay un contraste pronunciado entre las loables melodías de las estrofas con el simplón y repetitivo estribillo que le hace bajar enteros. Tampoco pueden evitarse canciones de relleno como la tranquila ‘Distractions’. Por otro lado, la parte instrumental de ‘Figure Of Eight’ es lo que consigue que este tema destaque sobre la media, sobre todo gracias a esos apergios de guitarra que van apareciendo, puesto que la parte vocal es muy discreta. A veces en la sencillez se encuentra el secreto para conseguir algo agradable, tal como ocurre en la acústica ‘Put It There’, embellecida con vientos para darle ese toque rural tan del gusto de Paul, o en ‘Don't Be Careless Love’, la cual parece actualizar el estilo de las baladas de los años cincuenta hasta que llega un despliegue de energía pop (“In my dream you're running nowhere”) aportando una imprevisibilidad que se agradece visto el contenido de este álbum. Como esta última está compuesto junto a Costello, quizá cada sección corresponde a uno de ellos y de ahí provendría la diferencia.

 

Los devaneos con las modernidades no iban a desaparecer del todo, ya que durante toda su vida una de las características de Paul es intentar parecer receptivo a los sonidos del momento, o lo que él considera que está más en boga. Así pues, en ‘Rough Ride’ emplea un ritmo más propio del hip-hop que no amaga tampoco en la forma de cantar. No llega a ser rap, pero es lo más cercano que se puede llegar desde una perspectiva pop. Mucho mejor resultado consigue en la cuasi-techno ‘Où Est Le Soleil?’, donde los sintetizadores son empleados con gusto y mesura, como si hubiera aprendido la lección de Michael Jackson, no solo en su carácter bailable.

 

El momento de brillantez que siempre esperamos en un artista de la talla de McCartney llega aquí en ‘We Got Married’, la cual sorprende no solo por sus grandes melodías sino también por ir añadiendo elementos sencillos pero imprevistos que le dan un aire de mini-suite, ya sean los pasajes instrumentales de aires progresivos o las apariciones de guitarras o trompetas para crear una atmósfera envolvente de alta densidad sonora. Además, aparece como invitado en ella la guitarra de David Gilmour.

 

Hacia la parte final del álbum, éste se desinfla bastante respecto al aceptable nivel demostrado y nos toca soportar una balada soporífera y algo pomposa (‘That Day Is Done’), un insufrible reggae (‘How Many People’) y otra balada que sobrepasa de largo los límites de glucosa que resiste el cuerpo humano (‘Motor Of Love’), que además dura más de seis minutos, lo cual agrava todavía más la exposición a semejante tortura. En las canciones adicionales no se mejora mucho más, porque ‘Back On My Feet’ es un pop sin melodías y ‘Flying To My Home’ irrita por su parte vocal, donde McCartney adopta un timbre de voz extraño que provoca más bien nausea que otra cosa. Al menos ‘Loveliest Thing’ suena más agradable aunque queda como un relleno más.

 

En definitiva, lo que tenemos es un retorno a la senda correcta que no es tan bueno como pretendía la prensa (incluso fue número uno de ventas en el Reino Unido), pero que al menos permitía albergar esperanzas de asunción de errores pasados y determinación por enfocarse en aquello por lo que había adquirido fama y prestigio en tiempos pasados: la inventiva melódica. Además, tener unos músicos de acompañamiento fijos le permitía también mantener proyectos futuros asociados al sonido reflejado en ese momento.

TRIPPING THE LIVE FANTASTIC

CD I: 1) Showtime; 2) Figure Of Eight; 3) Jet; 4) Rough Ride;

5) Got To Get You Into My Life; 6) Band On The Run; 7) Birthday; 8) Ebony And Ivory;

9) We Got Married; 10) Inner City Madness; 11) Maybe I'm Amazed;

12) The Long And Winding Road; 13) Crackin' Up; 14) The Fool On The Hill;

15) Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band; 16) Can't Buy Me Love; 17) Matchbox;

18) Put It There; 19) Together.

 

CD II: 1) Things We Said Today; 2) Eleanor Rigby; 3) This One; 4) My Brave Face;

5) Back In The USSR; 6) I Saw Her Standing There; 7) Twenty Flight Rock;

8) Coming Up; 9) Sally; 10) Let It Be; 11) Ain't That A Shame; 12) Live And Let Die;

13) If I Were Not Upon The Stage; 14) Hey Jude; 15) Yesterday; 16) Get Back;

17) Golden Slumbers/Carry That Weight/The End;

18) Don't Let The Sun Catch You Crying.

Puntuación:

Año de publicación: 1990 

Emulando la grandilocuencia demostrada en su etapa en Wings, cuando se publicó el triple LP Wings Over America, aquí Paul no fue menos y publicó también un triple LP (doble CD) de una selección recogida de la gira mundial de conciertos tras la publicación de Flowers In The Dirt. Quería recordar a las nuevas generaciones que había pertenecido a la banda más grande de la historia y por ello era necesario incluir una gran cantidad de canciones de su época en The Beatles. El problema es que tampoco era necesario que lo hiciera. De hecho, todo lo que a un@ le venga a la mente cuando piense en lo que puede encontrarse en un concierto cualquiera de McCartney, lo hallará aquí (exactamente al 97,3% de la gente le vendrá, entre otras cosas, la imagen de ‘Hey Jude’ con el público cantando a coro en la coda, lo cual no es aquí una excepción). Nada más ni nada menos. Por tanto, el factor sorpresa queda básicamente aniquilado salvo pequeñas excepciones insignificantes.

 

Si el repertorio del álbum no sorprende a nadie, tampoco lo hacen las interpretaciones que básicamente plasman lo mismo que en los discos de estudio, si acaso haciendo más accesible el sonido eliminando todo aquello que podría darle un toque especial al tema. En ‘Coming Up’ incluso se atreven a meterle efectos techno para fastidiar un poco la ya de por sí mediocre interpretación. Eso sí, como excepción a la regla la traslación al directo de ‘We Got Married’ suena absolutamente magistral, pues la vertiente progresiva que posee se despliega en todo su esplendor gracias al fenomenal trabajo de guitarra y al solo de teclado de su parte final. Uno de esos momentos en que un artista demuestra su grandeza ante tanta autocomplacencia que podemos contemplar en general.

 

Encontramos dos temas que a priori parecen originales e inéditos, pero que en realidad se tratan de pruebas de sonido donde resultaría curioso saber quién decidió que podían resultar de interés a alguien. Como avisa su título, ‘Inner City Madness’ es una locura instrumental incomprensible, que no se sabe bien a qué se debe su inclusión, ya que no estamos escuchando un concierto completo sino una selección. En cambio, ‘Together’ es un reggae que no está mal pero que se hace muy repetitivo.

 

Las diferentes versiones que encontramos de otros artistas (‘Twenty Flight Rock’, ‘Matchbox’, ‘Sally’) tampoco aportan nada más que el relleno de espacio. Eso sí, con la versión de ‘Ain't That A Shame’ realiza un pequeño homenaje a su autor, Fats Domino (de hecho, Paul dice en la introducción que lo conoció personalmente en Nueva Orleans), puesto que si en los inicios de los Beatles Harrison parecía tener mayor predilección por el rock'n'roll y Lennon por el sonido Motown, era McCartney quien parecía sentir más aprecio por los ritmos ágiles del R&B que hacían grandes leyendas como Fast Domino.

 

Luego tenemos la extensa selección de canciones de los Beatles, que en buena parte suenan de igual manera a como lo hubiera hecho cualquier grupo-homenaje competente. ¿A alguien le puede interesar escuchar la versión vulgarizada de ‘Things We Said Today’? No es mi caso. Como meros ejemplos, ‘The Long And Winding Road’ suena más aburrida que nunca y si ‘The Fool On The Hill’ ya era tediosa de por sí, aquí para más inri se le añaden efectos en forma de voces y una coda original simplona que enredan más el entuerto. El alargamiento del pasaje instrumental de ‘Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band’ tampoco aporta nada relevante. Y es que las ganas de hacer algo diferente para que no parezca lo mismo de siempre hacen que ‘Eleanor Rigby’ suene como una parodia de sí misma. Al menos el extracto del medley final de Abbey Road deja buen sabor de boca, aunque la aburrida versión final de ‘Don't Let The Sun Catch You Crying’ aniquile tal efecto. En cualquier caso, este álbum en directo está dirigido únicamente a los fans de McCartney. A nadie más le puede interesar.

UNPLUGGED (THE OFFICIAL BOOTLEG)

Año de publicación: 1991 

Puntuación:

1) Be-Bop-A-Lula; 2) I Lost My Little Girl; 3) Here, There And Everywhere;

4) Blue Moon Of Kentucky; 5) We Can Work It Out; 6) San Francisco Bay Blues;

7) I've Just Seen A Face; 8) Every Night; 9) She's A Woman; 10) Hi-Heel Sneakers; 11) And I Love Her; 12) That Would Be Something; 13) Blackbird;

14) Ain't No Sunshine; 15) Good Rockin' Tonight; 16) Singing The Blues; 17) Junk.

No llevaba mucho tiempo en funcionamiento la idea de los Unplugged de la MTV cuando le tocó el turno a McCartney. Para un artista que alternaba los temas eléctricos con los acústicos, no representaba ningún reto. Y menos cuando el repertorio elegido para la ocasión se nutre básicamente de temas que en su formato original eran acústicos. Los músicos son los mismos que le habían acompañado en su último disco y gira, con la excepción del batería, por lo que se hubiera agradecido más que, aprovechando que los músicos ya tenían la experiencia previa y la compenetración suficiente, se hubieran esforzado en recrear temas eléctricos para que los oyentes nos hubiéramos entretenido descifrando los nuevos arreglos, ya que las diferencias son escasas.

 

La mayoría de las canciones de The Beatles que se incluyen ya eran acústicas en origen, por lo que no aportan nada nuevo a lo ya conocido. Produce gracia ver ‘Blackbird’ en el listado de canciones, puesto que es la opción más obvia por tratarse de un tema para guitarra y voz sin más acompañamiento. La excepción es ‘She's A Woman’, transformada en un animado jazz. Que nadie busque más sorpresas como ésta porque le será muy difícil encontrar alguna más. Bueno, podría catalogarse también como sorpresa encontrarnos con ‘I Lost My Little Girl’, una canción que Paul compuso cuando contaba catorce años y todavía no sabía que se convertiría en un artista universal; él mismo confiesa al introducirla que fue su primera composición. Es agradable y con un cierto toque country, que demuestra el incipiente talento que poseía desde bien joven para la composición. Lo que destrozan sin lugar a dudas es ‘And I Love Her’, convertida en una lenta balada empalagosa donde las voces suenan descompensadas y tremendamente melosas. Un verdadero bochorno.

 

Encontramos una buena cantidad de versiones de composiciones ajenas, que como suele ocurrir en estos casos (y que ya habíamos comprobado en Choba B CCCP) no son más que meros entretenimientos para los músicos, sin mayores pretensiones. Bueno, realmente todo el concierto completo parece un entretenimiento. Puede destacarse el magnífico tema de Bill Withers ‘Ain't No Sunshine’, que curiosamente no está cantado por Paul sino por uno de los guitarristas que le acompañan, quien posee una voz muy parecida a la del propio Withers aunque no tan buena, por supuesto. Tocando ‘San Francisco Bay Blues’ se adelantó a Eric Clapton quien lo incluiría también en el repertorio de su Unplugged un año después y donde queda claro que en terreno de Eric no podía entrar Paul.

 

Curiosamente, de su carrera en solitario solo encontramos tres canciones y las tres de su álbum de debut: ‘Every Night’, ‘That Would Be Something’ y ‘Junk’. La única que vale la pena escuchar de las tres es obviamente ‘Junk’, pues ya maravillaba en McCartney y aquí únicamente se reproduce en el mismo formato acústico que ya poseía. Eso sí, al ser instrumental debería haberla titulado ‘Singalong Junk’, tal como ocurría respecto a las dos versiones que se encuentran en el citado disco de debut.

 

En cualquier caso, este álbum está pensado para los fans que disfrutan de cualquier producto que lleve el nombre de McCartney impreso. Para el resto es absolutamente innecesario porque estas interpretaciones tienen la misma trascendencia que si hubieran grabado a McCartney cantando en el cumpleaños de un amigo. Este disco no está pensado para ahondar artísticamente en la música, sino que se trata de un concierto ligero en el que los músicos puedan pasarlo bien. Y de hecho se nota que lo están pasando bien, pero se necesita mayor concentración para conformar una obra artística con un mínimo de trascendencia, sea la obra mejor o peor, y eso es lo que la mayoría de gente con inquietudes busca en la música, exceptuando los fans con menor espíritu crítico.

CD I: 1-5) War; 6-13) School; 14-19) Crypt; 20-24) Father.

 

CD II: 1-3) Wedding; 4-10) Work; 11-21) Crises; 22-26) Peace.

Puntuación:

Año de publicación: 1991 

LIVERPOOL ORATORIO

Mucho antes de que Roger Waters (con su ópera Ça Ira) o José María Cano empeñaran su patrimonio para grabar una obra de música clásica e intentar traspasar la barrera de la música seria, Paul McCartney ya lo hizo de manera mucho más cómoda al recibirlo como encargo para conmemorar el sesquicentenario de la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra. Por qué fue Paul el elegido para tan señalada efeméride no se acaba de entender bien, puesto que si bien compuso temas como ‘Eleanor Rigby’ o ‘She's Leaving Home’, de arreglos orquestales, lo cierto es que era George Martin el verdadero artífice de esos arreglos de corte clásico. Quizá por ello se juntó en esta ocasión para escribir la obra con un compositor de música orquestal llamado Carl Davis. Se puede intuir quién de los dos, hipotéticamente, se limitó a escribir la letra y sugerir alguna melodía, y quien ideó los arreglos y escribió la obra en notación musical.

 

En cualquier caso, no hay que escuchar esta obra con expectativas altas, este oratorio no es La Creación de Joseph Haydn y es más que nada un encargo simbólico para una conmemoración concreta. Se nos cuenta la historia de Shanty, un personaje nacido en Liverpool durante la Segunda Guerra Mundial (igual que Paul), durante diferentes fases de su vida en esta ciudad. Musicalmente, la obra es bastante contemplativa y por ello se agradecen momentos de dinamismo como el inicio de la primera pieza de ‘School’, de canto rápido con unas voces casi infantiles que recuerdan a la de la primera marcha de los jóvenes contrabandistas de la ópera Carmen. Lo que resulta gracioso es que en el colegio aparezca una profesora de lengua española y comiencen a cantar una canción sobre tres conejos en esta lengua.

 

No me extenderé mucho más porque mis conocimientos sobre música clásica son muy escasos para poder realizar un análisis adecuado. Incluso dudaba si colocarle una valoración a esta obra que no entra en los parámetros del rock, pero atendiendo a que en sí mismo este oratorio suena igual a lo que hubiera hecho cualquier otro autor, ya que realmente no encontramos nada que nos sublime de la manera que lo hace cualquiera de los autores clásicos universales, la puntuación que recibe es la equivalente a un disco mediocre: no es una mala obra pero no proporciona suficientes novedades (si es que hay alguna) que nos llamen a escucharla repetidamente. Si para perder el tiempo escuchando a El Canto Del Loco, vale la pena irse directamente a Los Rodríguez, para escuchar este oratorio mejor dirigirse a Bach.

OFF THE GROUND

Año de publicación: 1993 

Puntuación:

1) Off The Ground; 2) Looking For Changes; 3) Hope Of Deliverance;

4) Mistress And Maid; 5) I Owe It All To You; 6) Biker Like An Icon;

7) Peace In The Neighbourhood; 8) Golden Earth Girl; 9) The Lovers That Never Were; 10) Get Out Of My Way; 11) Winedark Open Sea; 12) C'mon People.

Dentro de las fluctuaciones cualitativas en las que iba oscilando la carrera de Paul desde los ochenta, parece que grabar el Unplugged y el álbum de música clásica le sirvió de respiro para tomarse las cosas con calma y dedicarse a pulir y elaborar mejor las composiciones pop-rock que debían formar parte de este Off The Ground. Sus músicos de acompañamiento son los mismos, salvo el batería que se largó para participar en la última gira de Dire Straits tras el mediocre On Every Street. Así pues, había una estabilidad que podía favorecer que Paul se preocupara únicamente por su música y el resultado fue muy positivo. Aunque el productor se apellide Mendelsohn (con una s), nada tiene que ver con el gran compositor del Romanticismo Felix Mendelssohn, así que nadie debe preocuparse de encontrar aquí ninguna aria clásica ni restos del oratorio anterior.

 

Éste sí que puede considerarse el verdadero retorno de Paul McCartney por la puerta grande, tal como lo conocíamos, rememorando en algunos casos el estilo ostentoso (pero no en sentido peyorativo) de grandes álbumes como Band On The Run. Se puede decir que recupera la densidad de sonido de Wings nada más empezar, en la canción que da título al disco. En ‘Off The Ground’ se crea un fondo instrumental denso y compacto en el que se recrea una atmósfera etérea (muy acorde a la intención lírica) donde destacan más las memorables estrofas que un estribillo demasiado simple para la ocasión. Curiosamente los temas más pomposos abren y cierran el álbum, pues ‘C'mon People’ también complementa el sonido con la adición de instrumentos clásicos como violoncelos y trompetas, sobre todo en esa magistral sección donde unos simples “oh yeah” se engrandecen con un solemne acompañamiento orquestal. Al final del todo encontramos un breve tema oculto titulado ‘Cosmically Conscious’, que originalmente fue compuesta durante la estancia de The Beatles en la India, en aquel famoso viaje de meditación de 1968.

 

Una de esas canciones pop que pueden catalogarse como perfectas es ‘Hope Of Deliverance’, que además de por sus memorables melodías vocales también transmite la misma esperanza de la letra mediante la música. ¿Y quién decía en los noventa que McCartney era un dinosaurio destinado a desaparecer del panorama musical relevante? aquí tenemos la moderna ‘Biker Like An Icon’ con su ritmo inquietante y su historia de búsqueda que toma aires de intriga gracias a ese prominente ritmo. El desquiciado solo de guitarra y los punteos que van cayendo podrían haber salido de músicos experimentales como Adrian Belew. Que Paul está en plena forma queda demostrado también en canciones que aparentemente parece que van a ser unos rock'n'roll de corte clásico sin más pretensión que rellenar espacio de una manera agradable, pero luego nos ofrecen esos toques o detalles de calidad que nos permiten alabar a McCartney sin pensarlo dos veces. Eso ocurre por ejemplo en la animalista (o sea, defensora de los derechos de los animales) ‘Looking For Changes’, que no llama la atención hasta que llega su memorable estribillo mediante el cual imprime una dosis extra de alegría gracias a esos “Looking for changes, oh oh oh”. De manera análoga, ‘Get Out Of My Way’ parece que va a ser un mero homenaje a Chuck Berry hasta que llega un gran estribillo pop para elevar la categoría del tema.

 

De la colaboración con Elvis Costello en el anterior Flowers In The Dirt todavía nos quedan un par de composiciones más, ambas de buen nivel y ambas de corte melódico y con un tempo medio similar, aunque muy diferentes entre sí: ‘Mistress And Maid’ y ‘The Lovers That Never Were’. Eso sí, Costello ya no participa en la grabación como ocurriera con anterioridad. Otras canciones, aunque sean más discretas, también presentan algo que pueda destacarse, como la guitarra acústica rítmica en ‘I Owe It All To You’, que deleita tras cada estribillo con una bella melodía de acompañamiento. ‘Peace In The Neighbourhood’ se hace quizá demasiado larga pero a cambio nos mete algo de guitarra slide y algún coro que otro para darle aliciente. Por otro lado, ‘Golden Earth Girl’ es una de esas bonitas baladas de medio tempo de McCartney donde destacan los sencillos pero cuidados arreglos instrumentales. Menos afortunada aunque tampoco sea una floja composición es la otra balada ‘Winedark Open Sea’.

 

En resumen, en esta ocasión nos hemos vuelto a topar con el toque mágico de McCartney, algo que nos debía prevenir ante el futuro venidero y lo que podía llegar después, aunque a partir de ahora puede decirse que más o menos se estabilizará en unos mínimos de calidad donde asomará eventualmente mayor o menor grandeza en función de cada álbum.

PAUL IS LIVE

Año de publicación: 1993 

Puntuación:

1) Drive My Car; 2) Let Me Roll It; 3) Looking For Changes;

4) Peace In The Neighbourhood; 5) All My Loving; 6) Robbie's Bit (Thanks Chet);

7) Good Rocking Tonight; 8) We Can Work It Out; 9) Hope Of Deliverance; 10) Michelle; 11) Biker Like An Icon; 12) Here, There And Everywhere; 13) My Love;

14) Magical Mystery Tour; 15) C'mon People; 16) Lady Madonna; 17) Paperback Writer; 18) Penny Lane; 19) Live And Let Die; 20) Kansas City; 21) Welcome To Soundcheck; 22) Hotel In Benidorm; 23) I Wanna Be Your Man; 24) A Fine Day.

Es graciosa la portada de este nuevo disco en directo (¡otro más!), en la que realiza un gracioso homenaje a Abbey Road y al mismo tiempo bromea en su título con el extendido rumor repleto de falsa parafernalia y risibles pruebas de que McCartney había muerto en los sesenta y había sido suplantado por un doble. El mundo del rock no se iba a escapar precisamente de supersticiones instigadoras de un lado oscurantista que promueve un falso interés por el mundo de la música, pero que al mismo tiempo aumenta las ventas y por tanto la industria musical viene a ser la primera interesada en mantener esta clase de rumores. Probablemente las ventas de las pocas grabaciones que quedaron del bluesman de los años treinta Robert Johnson serían menores si no estuviera por medio la leyenda de que hizo un pacto con el diablo. De ahí en adelante, ancha es Castilla.

 

Pero sigamos hablando de este álbum que recoge canciones de una larga lista de conciertos que acaecieron durante la gira por Estados Unidos y Australia. ¿Qué se puede ofrecer después de un doble CD en directo con solo tres años de diferencia? Curiosamente, la única canción que se repite respecto del repertorio de Tripping The Live Fantastic es ‘Live And Let Die’, pero paradójicamente el cancionero escogido sigue siendo igual de previsible. Además, todo está ejecutado en un sonido estandarizado que suena más a grupo homenaje que al verdadero McCartney y compañía. Incluso las canciones de Off The Ground, que deberían sonar frescas, suenan más complacientes y con unas secciones rítmicas más simples y monótonas. Así, ‘Biker Like An Icon’ o ‘Hope Of Deliverance’ no despiertan ni la mitad de admiración que sus equivalentes de estudio, menos todavía ‘C'mon People’ cuando advertimos que parece ligeramente ralentizada. La interpretación de canciones de los Beatles tampoco despierta ningún entusiasmo, pues en algunos casos hasta suenan bastante flojas, sin ganas (‘All My Loving’, ‘Magical Mystery Tour’) o incluso desastrosamente modernizadas (‘I Wanna Be Your Man’).

 

Escudriñando en el listado de canciones veremos varios títulos inéditos, pero que nadie se lleve a engaño porque no va a encontrar nada que le abra los ojos. La explicación del título de ‘Robbie's Bit (Thanks Chet)’ es tan sencilla como que se trata del guitarrista que acompañaba a McCartney, Robbie McIntosh, interpretando una breve composición instrumental propia inspirada en el estilo del guitarrista Chet Atkins, esa leyenda con la cual Mark Knopfler grabó un discreto álbum a dúo (Neck And Neck, un simple divertimento de impecable ejecución) en 1990. Hay también un par de versiones de temas ajenos (‘Good Rocking Tonight’ y ‘Kansas City’) que son totalmente olvidables y hacia el final encontramos dos composiciones nuevas de McCartney: la primera, una broma sobre la monstruosa expansión hotelera de cierta población veraniega en forma de agradable e inofensivo ritmo de salsa (‘Hotel In Benidorm’). La otra es ‘A Fine Day’, la típica canción de relleno con guitarra vulgar y “yeah yeah” marca de la casa.

 

Solo podrían destacarse dos canciones de entre toda la previsibilidad que mata cualquier interés por este álbum. Por un lado, ‘Let Me Roll It’, originaria de Band On The Run, aquí presenta un balance entre solemnidad y fiereza rockera (gracias a la incisiva guitarra) que no desmerece para nada a la original, añadiendo hasta un solo de órgano que encaja muy bien. Incluso parece que el batería está mucho más despierto que en el resto de las interpretaciones. En cambio, ‘Lady Madonna’ comienza de la misma manera estandarizada del resto de repertorio, pero luego llega la fantástica sección central que aquí está interpretada de manera muy original, y a partir de ahí los músicos parecen tomar algo más de brío.

 

El resumen de este álbum es bien sencillo: solo para fanátic@s de McCartney que disfrutan con cualquier canción relacionada con él. Para el resto, absolutamente superfluo.

FLAMING PIE

Año de publicación: 1997 

Puntuación:

1) The Songs We Were Singing; 2) The World Tonight; 3) If You Wanna;

4) Somedays; 5) Young Boy; 6) Calico Skies; 7) Flaming Pie; 8) Heaven On A Sunday;

9) Used To Be Bad; 10) Souvenir; 11) Little Willow; 12) Really Love You;

13) Beautiful Night; 14) Great Day.

Tras la participación en el proyecto de las antologías de The Beatles, parece que Paul se sintió muy a gusto al lado de sus excompañeros y allegados, por lo que contó con la participación de George Martin, Jeff Lynne y Ringo Starr para su nuevo álbum rock de estudio, tras otros cuatro años desde el anterior, tiempo que parecía haberse creado como una nueva norma (seguramente lo aprendió de su amigo/examigo Michael Jackson). Incluso contó con la participación estelar de Steve Miller. Los ingredientes adelantaban grandes ilusiones, pero los resultados no hicieron honor al elenco participante. Ringo no cuenta, claro está, por lo que tampoco se le puede culpar de nada, ni de lo bueno ni de lo malo.

 

McCartney vendió su disco como un producto de la inspiración que le había dado volver a recordar la época de los Beatles, pero ese nivel cualitativo apenas se ve por ningún lado salvo que se refiera a los comienzos de la banda, etapa mucho menos interesante a nivel artístico. Si acaso, parece más bien un producto de la nostalgia que le produjo rememorar esa época histórica. ¿Qué mayor ejercicio de nostalgia que ‘The Songs We Were Singing’? pues además abre el álbum de una manera agradable con su estructura acústica y el destacado estribillo que contrasta con las estrofas más calmadas. Pero si la nostalgia no va acompañada de suficientes melodías inspiradas, entonces para nada se puede realizar ninguna equiparación entre este álbum y cualquiera de The Beatles.

 

Algunas canciones impactan más en la primera impresión que en las siguientes, como ‘The World Tonight’, puesto que lo interesante se ha dicho en el primer minuto y el resto es pura repetición, lo cual redunda en una peor impresión al tratarse de canciones más bien sencillas. También encontramos flojas baladas acústicas que suenan a lo de siempre pero con menos gracia, como ‘Great Day’ y ‘Calico Skies’. Al menos la producción de George Martin se deja ver claramente en los arreglos clásicos de ‘Somedays’, muy al estilo Beatles y por tanto de lo más destacado del álbum. La mano de Lynne parece notarse en temas como ‘If You Wanna’, pues solo ese inicio en el que Paul repite el título bajo un movido ritmo acústico le hace parecerse más a un tema del propio Lynne. Por lo demás, gracias a su dinamismo es uno de los pocos temas destacados del álbum. ‘Young Boy’ podría parecer una colaboración mutua, pues recoge las grandes melodías de Paul junto a algunas partes vocales dobladas que recuerdan mucho a la Electric Light Orchestra. El cambio de ritmo de la coda queda como un toque de genialidad. Más participaciones externas incluyen un destacado tema compuesto junto a Steve Miller, ‘Used To Be Sad’, en ese estilo más propio de Miller que no se sabe bien si es un rock, un blues, un blues-rock o qué cosa, pero las etiquetas son lo de menos. Ringo Starr participa también en la autoría de ‘Really Love You’, lo peor del disco debido a un monocorde ritmo, una simplona melodía de guitarra repetida hasta la saciedad y un McCartney que emite demasiados gruñidos molestos, sobrepasando lo intolerable.

 

En ‘Beautiful Night’ sorprende por ese cambio de ritmo que acelera el tema en su recta final. Por lo demás, es más bien discreta, como una buena parte de este álbum, repleto de canciones que suenan bien pero que se olvidan rápidamente porque no presentan nada en especial salvo rellenar espacio de una forma agradable. Tal sería el caso de ‘Heaven On A Sunday’ (donde el solo de guitarra lo toca su hijo James), ‘Souvenir’ u otra balada acústica como ‘Little Willow’, que no están mal pero se olvidan rápidamente. Lo que cansa un poco a estas alturas es escuchar un rock'n'roll de estilo clásico como el que da título al álbum.

 

Así pues, no es este álbum la gran obra que proclamaba Paul a los cuatro vientos y la relativa decepción que produce puede afectar negativamente la percepción que se tenga. En cualquier caso, es más bien un disco aceptable de orientación decididamente comercial y sin pretensión de mostrar nada nuevo. Como dato cronológicamente relevante, hay que señalar que la participación de Linda McCartney en las grabaciones fue escasa, debido a que en 1995 le fue diagnosticado un fuerte cáncer que le apartaría del mundo musical de forma activa (aquí solo canta algunos coros) y acabaría con su vida un año después de la publicación de este álbum.

STANDING STONE

Año de publicación: 1997 

Puntuación:

1-3) Movement I – After heavy light years; 4-8) Movement II – He awoke startled;

9-14) Movement III – Subtle colours merged soft contours;

15-19) Movement IV – Strings pluck, horns blow, drums beat.

La experiencia con la música clásica parece que fue del agrado de Paul, pues volvió a inmiscuirse en un terreno en principio hostil a su formación. Quién sabe, quizá en estos años aprendió notación musical y pudo escribir una partitura entera para que nada menos que la prestigiosa London Symphony Orchestra (entonces casi centenaria orquesta que había sido dirigida por grandes como André Previn, Leonard Bernstein o Claudio Abbado) la estrenara en el Royal Albert Hall. En esta ocasión, ya no se trata de un oratorio narrando una historia, sino que estamos ante una obra instrumental (con eventuales coros en piezas como ‘Human' Theme’ o ‘Trance’) que al mismo tiempo recuerda tanto a los contrastes de Stravinsky como a la mezcla de formalidad y libertad de los poemas sinfónicos de Berlioz. Es decir, si le extraemos también la genialidad de estos compositores.

 

Cierto es que las obras de Stravinsky o Berlioz son difíciles de asimilar en las primeras escuchas, pero el premio que obtenemos si ponemos de nuestra parte es impagable. En Standing Stone no hace falta esforzarse porque no encontraremos recompensa alguna. Ni las bandas sonoras de película llegan a sonar tan insulsas. ¿Dónde está ese McCartney melodista? Aunque sea música clásica, escribir una melodía representa la misma dificultad independientemente del lenguaje musical seleccionado. Aquí, poco puede reseñarse en ese sentido, pues solo en piezas como ‘Crystal’, ‘Sea Voyager’ o ‘Love Duet’ nos aparece alguna melodía reconocible en primer plano, pero tampoco nada que podamos recordar como memorable. Ni siquiera que podamos recordar.

 

Una parte de la obra es casi inaudible porque los instrumentos tocan en un tono tan bajo que apenas se discierne nada si no se sube el volumen bastante. Eso conlleva también que, cuando en la música se eleve el tono de repente, debamos apresurarnos a bajar el volumen para que las trompetas y timbales no nos ensordezcan. En lo positivo, nos sirve para aprender términos poco utilizados en la música clásica. Por ejemplo, bajo la denominación de semplice (descripción de ‘Cell Growth’), encontramos un crescendo irregular por algunas subidas y bajadas durante al ascenso, aunque en realidad el término hace referencia a algo simple. Pero bueno, el debate semántico-musical lo dejaremos para otras webs expertas en estos temas.

 

No es hasta que llegamos al cuarto y último movimiento que las cosas parecen mejorar, puesto que ‘Glory Tales’ abruma por su fuerte percusión y desafiantes vientos, despertándonos del letargo producido hasta ese momento. La mejor melodía se la guarda para la pieza final, ‘Celebration’, concretamente la que aparece en 1:20, que luego se repetirá durante los coros y alguna ocasión más. Lo demás es relleno para complementarla. Y bueno, también se puede calificar como relleno, aunque sea una obra clásica, la mayoría de piezas incluidas. Sin conocer la obra de autores contemporáneos, no se aprecia nada que cualquier otro compositor avezado no pudiera igualar o incluso mejorar. Que ello no reste nada de mérito a la capacidad de McCartney de componer una obra de música clásica. Por tanto, nos quedamos con la misma puntuación que en el Liverpool Oratorio.

RUN DEVIL RUN

Año de publicación: 1999 

Puntuación:

1) Blue Jean Bop; 2) She Said Yeah; 3) All Shook Up; 4) Run Devil Run;

5) No Other Baby; 6) Lonesome Town; 7) Try Not To Cry; 8) Movie Magg;

9) Brown Eyed Handsome Man; 10) What It Is; 11) Coquette; 12) I Got Stung;

13) Honey Hush; 14) Shake A Hand; 15) Party.

En 1998 acabó falleciendo de cáncer Linda McCartney y de esta manera finalizaba tristemente la etapa principal de la vida de Paul. Su primer paso ante un suceso tan traumático fue juntarse con varios músicos para grabar varios temas antiguos de rock'n'roll, algo que ya había hecho anteriormente mediante el CHOBA B CCCP (1988). Bueno, en realidad su primer paso había sido volver a grabar un disco junto al músico y productor Youth, el segundo de ambos bajo el proyecto artístico llamado The Fireman. Estos álbumes de The Fireman no los incluiré en esta web porque se trata de música electrónica ambiental basada en la repetición y la improvisación, un estilo del que no cabe comentar nada porque en él suena todo muy similar y no se trata más que de un divertimento de este dúo que solo puede interesar a los aficionados a ese estilo o a los fanáticos de McCartney que se compran cualquier cosa que lleve su nombre asociado.

 

Pero sigamos con este Run Devil Run, título proveniente de una de las tres composiciones originales escritas por Paul que podemos encontrar, que son además lo mejor del álbum. Para la grabación, se juntó con algunos músicos relevantes entre los que cabe destacar a David Gilmour en la guitarra, así como a Ian Paice (Deep Purple) y Dave Mattacks en la batería. Antes de que nadie comience a pensar en cómo debe ser una canción de Elvis Presley tocada como si fuera de Pink Floyd, dejaremos bien claro que ningún músico deja su impronta, todos ellos se limitan a tocar en animosa camaradería emulando a sus antecesores.  De hecho, si no se hubiera citado a ninguno de ellos, nadie se hubiera interesado por saber quiénes están detrás de la música escuchada, puesto que las interpretaciones son de lo más ordinarias, por decirlo de una manera suave.

 

Como ya se ha dicho, los temas originales escritos por McCartney para la ocasión son lo mejor que encontraremos, aunque tampoco nos harán descubrir nada que no sepamos. En estilo similar a las versiones incluidas se sitúan ‘What It Is’ y ‘Run Devil Run’, aunque esta última bebe directamente de Chuck Berry y en su estribillo da una pequeña vuelta de tuerca con esa parada en el último verso para cantar “Run… Run devil run”. En cambio, ‘Try Not To Cry’ está mucho más próxima a lo que sería una composición de pop-rock de McCartney que a lo que entendemos por rock'n'roll clásico. Como cabía esperar, es la mejor canción de todas porque es la única convincente (ya no dan la impresión de ser unos músicos que simplemente quieren pasarlo bien) y con melodías más o menos originales.

 

Del resto del álbum, poco puede decirse. Son versiones de canciones en algunos casos muy desconocidas pero que no se elevan por encima de lo que haría cualquier banda de versiones de rock'n'roll. En algunos casos, el resultado es incluso más flojo de lo que cabría esperar. Hay que tomarlo simplemente como un entrenamiento de Paul para comenzar una nueva etapa de su vida.

WORKING CLASSICAL

Año de publicación: 1999 

Puntuación:

1) Junk; 2) A Leaf; 3) Haymakers; 4) Midwife; 5) Spiral; 6) Warm And Beautiful;

7) My Love; 8) Maybe I'm Amazed; 9) Calico Skies; 10) Golden Earth Girl;

11) Somedays; 12) Tuesday; 13) She's My Baby; 14) The Lovely Linda.

Tan solo un mes después de Run Devil Run se publicaba también esta nueva obra de música clásica donde la única diferencia respecto a las anteriores es que más de la mitad de las piezas interpretadas son canciones anteriores de McCartney o Wings (nada de los Beatles), pero arregladas como piezas instrumentales orquestales. Son precisamente lo mejor del álbum, pero básicamente por la curiosidad que pueden suscitar, ya que las composiciones nuevas siguen el mismo patrón de sus obras clásicas anteriores, es decir, muy buenas ejecuciones pero ¿dónde están las melodías?. La mayoría de estas novedades se vuelven aburridas, no solo las que presentan una duración excesiva, y únicamente en ‘Haymakers’ parece haber un mínimo de emoción en lo que escuchamos.

 

Tampoco es que los temas antiguos superen por mucho a los nuevos, simplemente en que presentan melodías más discernibles, pero todo está ejecutado sin mucha gracia, una buena excusa para quienes afirmen esa frase sin sentido de que la música clásica es aburrida. Aun así, encontramos dos excepciones notables, que son ‘Maybe I'm Amazed’ y ‘Somedays’ (esta del casi reciente Flaming Pie), pues son las únicas en las que quedan justificados los nuevos arreglos al aportar algo más que un simple traspaso de lenguaje musical. en cambio, de ‘Junk’ ya teníamos una preciosa versión instrumental (‘Singalong Junk’) en el mismo disco de debut, aunque no fuera orquestal. Aquí lo único que se consigue es que suene demasiado edulcorada por la exagerada interpretación de la melodía principal por el violín. También de su debut encontramos la inclusión final de ‘Lovely Linda’, la cual no es sino un homenaje a su fallecida mujer.

 

En definitiva, este álbum mantiene la línea de la producción clásica de McCartney. Para escuchar esto, es preferible dirigirse directamente a los grandes nombres de la música clásica (que hay muchos) y dejar estos discos para quienes sean unos completistas. No se sabe bien qué le impelía a grabar estos álbumes, pero este no será precisamente el último.

LIVERPOOL SOUND COLLAGE

Año de publicación: 2000 

Puntuación: ???

1) Plastic Beetle; 2) Peter Blake 2000; 3) Real Gone Dub Made In Manifest In The Vortex Of The Eternal Now; 4) Made Up; 5) Free Now.

Previamente dijimos que no se iban a comentar los álbumes del proyecto de The Fireman por parecer más bien un proyecto particular del desconocido Youth con intervención de McCartney que una obra de este último o conjunta. En esta ocasión, Liverpool Sound Collage no aparece bajo el nombre de nadie en concreto, pero sí que parece que, en buena parte, son ideas propias y personales de Paul, si nos atenemos a los créditos de composición, donde –oh, (irónica) sorpresa– también aparece el nombre “The Beatles”. Junto a él, completan el álbum el citado Youth y la original banda galesa Super Furry Animals. A Youth solo lo conoce su familia, pero los Super Furry Animals disfrutaban entonces de un relativo éxito y vendían bastante bien en el Reino Unido, pues sonaban como unos Blur psicodélicos y algo rayados, con Radiator (1997) como su mejor álbum y para el año 2000 completamente rebotados con la industria musical, motivo por el cual su álbum de ese año fue cantado íntegramente en idioma galés.

 

Esta obra musical abstracta fue un encargo para acompañar y ambientar una exposición del artista Peter Blake, el mismo que creó la mítica portada del Sgt. Pepper's. En cualquier caso, como ya viene indicado en el título, estamos ante un collage musical que nada tiene que ver con el concepto tradicional de canción, donde abundan pasajes repetitivos que en muchos casos se hacen cansinos para quien no tenga el oído acostumbrado. En esta música abundan los sonidos aleatorios, las percusiones modernas, fragmentos cantados y voces varias (donde parecen asomar los Beatles hablando en el estudio de grabación), y en definitiva todo lo que un corta-pega musical puede comportar. Que nadie espere encontrar pasajes de la música de los Beatles o de McCartney al estilo de lo que hicieron George Martin e hijo en el disco Love (2006) para el Circo del Sol. Todo esto es mucho más difuso y abstracto y solo los verdaderamente eruditos de la obra de los Fab Four podrán discernir lo que realmente proviene de los archivos de los sesenta.

 

Además, son todo cortes de extensa duración excepto el último, ‘Free Now’, que no es más que la repetición de un fragmento de ‘Peter Blake 2000’, por lo que quizá fue pensado como tema promocional, aunque pensar aquí en términos comerciales o de ventas es absurdo. En cualquier caso, esto nada tiene que ver con la trayectoria musical de McCartney y no deja de ser otro capricho más equivalente al de grabar música clásica. El resultado que hubiera obtenido cualquier otro artista diferente de Paul no habría diferido sustancialmente de este collage. Tampoco es que un collage pueda valorarse de manera comparativa.

2018

DRIVING RAIN

Año de publicación: 2001 

Puntuación:

1) Lonely Road (Nu Nu); 2) From A Lover To A Friend; 3) She Given Up Talking;

4) Driving Rain; 5) I Do; 6) Tiny Bubble; 7) It Must Have Been Magic; 8) Your Way;

9) Spinning On An Axis; 10) About You; 11) Heather; 12) Back In The Sunshine Again; 13) Your Loving Flame; 14) Riding Into Jaipur; 15) Rinse The Raindrops.

2018

Después de un variado periplo por la música clásica, la vanguardista y el rock'n'roll clásico, Paul volvía a la senda más habitual de su música pop-rock con renovados bríos. También había abierto definitivamente los ojos al panorama musical que le envolvía y eso se deja notar en la producción, pues algunas canciones contienen elementos que reflejan esa absorción de ideas. Por suerte, ya no estamos en los ochenta con el abuso de sintetizadores como identificación de lo supuestamente moderno.

 

Paul se había hecho novio (y no tardaría mucho en casarse) de una joven modelo llamada Heather Mills, algo que le revitalizaría e inspiraría bastante como para llegar a componer temas expresamente dedicados a ella como el obvio ‘Heather’, que es casi un instrumental de bellas melodías de teclado y cambios de ritmo, que va creciendo conforme va avanzando. La parte vocal no llega hasta el último minuto, aunque se limita a seguir las melodías de teclado que ya hemos escuchado previamente. Para que todo quede en casa y como una excusable manera de iniciar la carrera musical de su hijo, Paul McCartney incluye dos composiciones escritas junto a su hijo James, quien ya participara brevemente en una de las canciones de Flaming Pie. Como guitarrista no destaca y como compositor parece que tampoco, porque ‘Spinning On An Axis’ aburre en sus más de cinco minutos al no ofrecer apenas nada de interés, y en ‘Back In The Sunshine Again’ simplemente repite efectos de guitarra ya demasiado vistos que son lo único que tiene de interesante. Así que menos mal que le ayudó su padre. Bueno, lo que tiene ‘Spinning On An Axis’ de novedoso es que en algunos momentos Paul canta un poco como si estuviera rapeando, por lo que sobra decir que es mejor pasar al siguiente tema rápidamente.

 

En el caso de McCartney, comenzar en el año 2001 una canción cantando “One, two, three, four, five, let's go for a drive / Six, seven, eight, nine, ten, let's go there and back again” debería estar penado como delito porque parece que nos esté vendiendo la misma moto de siempre. Y eso es lo que ocurre con ‘Driving Rain’, que no aporta ni una sola melodía ni idea original. Con lo largo que es este disco, es inevitable encontrar relleno o cosas peores, aunque tampoco encontraremos nada ofensivo como la citada canción anterior. Nos toca tolerar cosas como la olvidable balada ‘Your Loving Flame’ o la floja ‘I Do’, cuyo único interés es saber cuántos minutos pudo haber tardado Paul en escribir algo tan simple. ‘Your Way’ no está mal, pero su ritmo ha sido tantas veces empleado que solo podría encantar a los neófitos en la obra de Paul.

 

De todas formas, la mayor parte del disco tiene un buen nivel y representa lo mínimo que siempre esperamos cualitativamente de cualquier obra con el nombre de McCartney impreso. La primera de la canciones, ‘Lonely Road (Nu Nu)’, presenta una aguerrida parte instrumental que queda algo sumergida por la parte vocal más ordinaria. Mucho más compensada queda ‘About You’ en cuanto a energía y pegadiza parte vocal, por lo que es uno de los mejores cortes del álbum. En cambio, ‘From A Lover To A Friend’ es una emotiva balada liderada por el piano con reminiscencias vocales a ‘This One’. Y bueno, tampoco pueden faltar canciones pop agradables como ‘It Must Have Been Magic’, también en forma de balada.

 

Tampoco puede decirse que estemos ante un McCartney relajado, puesto que todavía le quedan inquietudes experimentales para crear inquietantes composiciones como ‘She Given Up Talking’, de atmósfera opresiva y con una percusión que parecería salida de un disco de Portishead. En ‘Riding Into Jaipur’ parece imbuido del hinduismo de su amigo George Harrison, quien poco después de la fecha de publicación de este álbum fallecería. La canción tiene su gracia porque Paul no solía hacer cosas de este tipo, pero no puede llegar al nivel que conseguía George en este campo, pues este era un mayor conocedor de la música hindú. Pero la verdadera sorpresa del álbum llega al final, puesto que ‘Rinse The Raindrops’ es un tema de diez minutos de duración con diferentes pasajes, cada cual más potente y enérgico, y con un Paul que canta la parte principal con una rabia inusitada. Hay casi que retrotraerse a ‘Old Siam, Sir’ para encontrar una demostración vocal como esta. Los músicos dan todos lo mejor de sí, como si se hubieran contenido durante todo el disco y al final tuvieran permiso para dejarse la piel, pues todos tocan con gran energía. La prueba de la brillantez de este tema es que en ningún momento aburre o distrae.

 

Como vemos, es un disco muy largo (casi setenta minutos) y es de esos que hubieran ganado puntos de haberlo recortado un poco, tal como se puede deducir de este breve análisis. Pero en cualquier caso estamos ante un aceptable álbum de McCartney que puede escucharse con agrado y que dejaba mejor impresión que las últimas desviaciones musicales a las que se había lanzado.

BACK IN THE U.S.

Año de publicación: 2002 

Puntuación:

CD I: 1) Hello, Goodbye; 2) Jet; 3) All My Loving; 4) Getting Better; 5) Coming Up;

6) Let Me Roll It; 7) Lonely Road; 8) Driving Rain; 9) Your Loving Flame; 10) Blackbird; 11) Every Night; 12) We Can Work It Out; 13) Mother Nature's Son; 14) Vanilla Sky;

15) Carry That Weight; 16) The Fool On The Hill; 17) Here Today; 18) Something.

 

CD II: 1) Eleanor Rigby; 2) Here, There And Everywhere; 3) Band On The Run;

4) Back In The USSR; 5) Maybe I'm Amazed; 6) C Moon; 7) My Love;

8) Can't Buy Me Love; 9) Freedom; 10) Live And Let Die; 11) Let It Be; 12) Hey Jude;

13) The Long And Winding Road; 14) Lady Madonna; 15) I Saw Her Standing There;

16) Yesterday; 17) Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (Reprise)/The End.

¿Otro disco en directo? ¿y doble? Parece una broma si atendemos a que en poco más de diez años era el tercero que publicaba tras Tripping The Live Fantastic y Paul Is Live, y desde este último solo había publicado dos álbumes de estudio, exceptuando los de música clásica. Pero donde los álbumes en directo previos al menos se había procurado no solapar el contenido, aquí se comienza de cero y nos toca escuchar nuevamente las mismas canciones de siempre. Porque a estas alturas, cualquiera que piense en un concierto de McCartney está pensando al mismo tiempo en canciones de los Beatles más ‘Band On The Run’, ‘Jet’, ‘Live And Let Die’ y algunas del álbum que sea más reciente en ese momento. Y eso es tal cual lo que tenemos aquí, en este doble disco que recopila canciones de diferentes actuaciones durante la gira estadounidense de presentación de Driving Rain. Por lo que más se recuerda no es por su contenido, sino porque en los créditos Paul tuvo la desafortunada idea de cambiar el orden para las canciones de The Beatles, de tal manera que aparecían como McCartney/Lennon y no como Lennon/McCartney, la forma habitual. La polémica estuvo servida, pero también es cierto que las canciones de los Beatles incluidas son las que compuso al 100%, o casi, el propio Paul, así que en la práctica no debía presentar mayor problema el cambio. ‘We Can Work It Out’ puede que sea la única que puede repartirse por igual tanto a McCartney como a Lennon. Para más inri, esta canción está interpretada de forma acústica, haciéndole un flaco favor, y la parte de John deja también que desear porque en la segunda entrada queda fatal alargar el verso tal como lo hace Paul: “Life is very short and there's no time…ay…ay…ay…ya”.

 

Solo dos novedades encontraremos entre todo el repertorio, la primera un tema llamado ‘Vanilla Sky’ que parece una reescritura inferior y más lenta de ‘Biker Like An Icon’. La segunda novedad es el single ‘Freedom’, escrito por Paul tras los ataques del once de septiembre, es decir, no los de Chile de 1973 sino los de Estados Unidos, que todavía estaban recientes pero no justifican las melodías simplonas empleadas para lanzar su mensaje positivo. También cabe señalar como novedosos (que no por destacados) los recuerdos que tiene hacia sus dos excompañeros Beatles fallecidos: hacia John Lennon, la interpretación de la canción que le dedicó por su muerte (‘Here Today’); hacia George Harrison, una chabacana interpretación de ‘Something’ con el ukelele, instrumento predilecto de Harrison, igual a como lo hiciera en el concierto homenaje que se le brindó a este. Como tributo a su amigo no hay nada que objetar, pero musicalmente es una manera de descuartizar una brillante composición como ‘Something’.

 

Por lo demás, las canciones en general son las esperadas (salvo casos muy puntuales como la recuperación de ‘Getting Better’ del Sgt. Pepper's) y están interpretadas al pie de la letra, donde solo podemos encontrar como novedoso el que algunas se pasen al formato acústico, que es lo mismo que decir que sigue todo igual. Como cabe esperar, la interacción con el público llega en ‘Hey Jude’, donde nunca puede faltar la participación masiva en la coda. Y es que todo es tan previsible, tan académico, tan falto de entusiasmo y está tan visto (y escuchado), que solo los más fanáticos de McCartney podrán escucharlo sin sentir que están perdiendo el tiempo con más de lo mismo. Bueno, para quien se acerque por primera vez a la música de McCartney mediante este álbum, ¡seguro que le parecerá uno de los mejores directos que haya escuchado! Pero en 2002 ya cansaba verle en directo con el repertorio de siempre. Recuerdo que por esas fechas se habló en las noticias de un concierto en Gijón del que habían sobrado la mitad de las entradas. Pero bueno, en esa época un gijonés seguro que preferiría ir a un concierto de Nacho Vegas o de propuestas pop más ligeras como Nosoträsh, antes que escuchar ‘Yesterday’ por enésima vez y sin gracia. Yo, sin ser gijonés, lo hubiera hecho.

Tras la enorme cantidad de álbumes y proyectos musicales en los que se había embarcado en los últimos tiempos, tres años parecía una eternidad para McCartney. Afortunadamente, la decisión de volver fue pareja con la intención de crear algo personal y genuino, de ahí que casi la totalidad de instrumentos son tocados por él mismo, incluido su mítico bajo Höfner, como ya había hecho en determinados discos durante su carrera. Los dos alicientes que presenta en esta ocasión son, en primer lugar, que la musa de las melodías ha vuelto con Paul; y en segundo lugar pero más novedoso, que a los mandos de la producción se situaba Nigel Godrich, uno de los artífices de la transformación de Radiohead, a partir de OK Computer, en una de las bandas más importantes surgidas en los noventa.

 

Tal combinación de circunstancias (compositor antiguo e inspirado + productor moderno y original) confieren a este álbum un aura especial dentro del catálogo de McCartney, patente en esos momentos en que la producción le cambia el sentido a algunas de las composiciones. La mano de Nigel Godrich se deja notar de manera evidente en algunos temas, que es lo mismo que decir que el conocedor de la obra de Radiohead encontrará un entorno familiar, sin ser en ningún momento una copia de esta banda ni nada por el estilo. Por ejemplo, bonitas melodías adornan ‘How Kind Of You’, que en principio no pasa de ser un agradable tema acústico de florido piano, hasta que pasado el minuto y medio aparece un inquietante fragmento sombrío que contrasta sobremanera. La inquietud que transmite la gótica introducción de ‘Riding To Vanity Fair’ parece también provenir directamente de las ideas de Godrich, así como la estructura y desarrollo de ‘Anyway’. Este tema que cierra el álbum esconde un tema oculto instrumental muy entretenido por las diversas secciones que lo conforman, que además son como un toque de energía final, como si Paul quisiera recordarnos que sigue siendo un rockero aunque el tono general del álbum sea bastante tranquilo.

 

Pero que esté Nigel Godrich al mando no significa que no vayamos a reconocer fácilmente este álbum como uno de McCartney, así como rasgos característicos de su música. El buen gusto para los temas acústicos melódicos aparece en ‘Jenny Wren’, heredero directo de aquella ejecución folk de temas de la etapa Beatles como ‘Blackbird’ o ‘Mother Nature's Son’, que además es casi el único momento en el que le escucharemos con la guitarra acústica porque el instrumento principal de este álbum es sin duda el piano. La habilidad para ensamblar memorables melodías con una diversidad instrumental ensamblada de manera fluida, algo característico del mejor McCartney, aquí la encontramos en la excepcional joya de pop titulada ‘Too Much Rain’, donde incluso juega con la modulación de su propia voz en el estribillo. Las veleidades clásicas que había desarrollado desde la década anterior también se dejan notar aquí por ejemplo en la aparición de la ostentosa melodía sobre el minuto y medio en ‘At The Mercy’, canción que poco más puede ofrecer. Más claramente devota de un conjunto clásico de piano y cuerda es ‘English Tea’, que incluye una atrevida introducción de violín de marcado estilo clasicista.

 

En cualquier caso, el primer tema del disco, ‘Fine Line’, ya nos muestra a un McCartney en plena forma. En el estribillo resuenan ecos de ‘Back In The USSR’, pero suena más juvenil que nunca para ser un sexagenario. Por otro lado, ‘Promise To You Girl’ suena como si hubiera recogido el espíritu de los mejores 10cc de los setenta y hubiera creado así una jovial pieza de asombrosa diversidad melódica y ejecución impecable. Qué lástima que, aquella vez que trabajó codo con codo con Eric Stewart, el resultado fue completamente opuesto con el infausto Press To Play.

 

Nada puede objetarse a este álbum que nos devuelve a McCartney a un nivel como hacía años que no lograba. Hasta las canciones más normalitas como ‘Friends To Go’, ‘Certain Softness’, ‘Follow Me’ o ‘This Never Happened Before’ presentan agradables melodías pop y dejan buenas sensaciones. No permiten tampoco que este disco llegue a la categoría de obra maestra, pero se queda cerca y es sin duda una de las más destacadas de su autor y probablemente la mejor de las que ha publicado en el siglo XXI.

1) Fine Line; 2) How Kind Of You; 3) Jenny Wren; 4) At The Mercy; 5) Friends To Go; 6) English Tea; 7) Too Much Rain; 8) Certain Softness; 9) Riding To Vanity Fair;

10) Follow Me; 11) Promise To You Girl; 12) This Never Happened Before; 13) Anyway.

Puntuación:

Año de publicación: 2005 

CHAOS AND CREATION IN THE BACKYARD

ECCE COR MEUM

Año de publicación: 2006 

Puntuación:

1) I. Spiritus; 2) II. Gratia; 3) Interlude (Lament); 4) III. Musica; 5) IV. Ecce Cor Meum.

Esta nueva obra clásica no era exactamente un retorno a este tipo de música, puesto que fue estrenada en concierto en 2001, es decir, no muy lejos de sus discos previos similares. Pero fue en 2006 cuando se decidió grabarlo en los estudios de Abbey Road, muy productivos también en cuanto a grabaciones de música clásica. Se trata de un oratorio conformado por cuatro piezas largas y una central (‘Interlude’) más corta, que es precisamente un homenaje a Linda, cuyo fallecimiento en 1998 interrumpió la composición de esta obra durante un tiempo. Pero disponer de una orquesta y una coral para grabar es todo un lujo que, al menos, aquí está algo mejor aprovechado que en ocasiones anteriores.

 

El comienzo es espectacular, pues se basa en un desarrollo en forma de crescendo coral donde se va elevando el tono paulatinamente hasta que, a partir de los cuatro minutos, los timbales y la apoteosis coral crean un efecto similar al que pudieran tener otros oratorios clásicos como los de Händel o Haydn, salvando las distancias. Como continuación, llega una entretenida sección llevada por una rítmica percusión y trompetas a lo ‘Penny Lane’ (que ya de por sí tenían una inspiración claramente barroca), donde los coros siguen entrelazándose de manera magistral. Todo eso es justo lo que habíamos estado esperando que McCartney consiguiera en el lenguaje de la música clásica, si bien el tercio final de este ‘Spiritus’ baja el nivel y suena ya demasiado convencional.

 

Lamentablemente, el resto de la obra acaba divagando demasiado como sus predecesoras, sin acabar de conjuntar momentos de tanto poderío expresivo como en ‘Spiritus’. Tanto la siguiente pieza, ‘Gratia’, como el citado interludio dedicado a Linda, nos devuelven a terrenos calmados muy trillados en la música clásica. En cualquier caso, el propósito melódico es evidente, como sigue delatando por ejemplo el segmento que aparece sobre los nueve minutos en ‘Musica’. En la pieza que da título al álbum, puede destacarse esa sección a partir de los 6:30 minutos en que se resucita el estilo de órgano de Telemann para darle otro momento de gloria a la obra, apoyado luego por los coros que retornan con brío.

 

Al final, lo que nos deja este disco es una sensación de que ha conseguido mejorar ligeramente sus propuestas similares anteriores, pero no lo suficiente para lograr una obra clásica notable de verdad. Si tuvo mayores o menores ventas, está bien claro que es por llevar incrustado el nombre de Paul McCartney. No hay nada más que pueda hacer preferir esta obra a cualquier obra de los grandes y eternos compositores clásicos que siguen siendo universales por muchos siglos que transcurran.

MEMORY ALMOST FULL

Año de publicación: 2007 

Puntuación:

1) Dance Tonight; 2) Ever Present Past; 3) See Your Sunshine; 4) Only Mama Knows;

5) You Tell Me; 6) Mr. Bellamy; 7) Gratitude; 8) Vintage Clothes; 9) That Was Me;

10) Feet In The Clouds; 11) House Of Wax; 12) The End Of The End; 13) Nod Your Head.

Varios años atrás, entre finales de 2003 y principios de 2004, Paul se encontraba trabajando en los temas que iban a conformar este álbum, hasta que se cruzó con el productor Nigel Godrich y lo dejó todo aparcado para dedicarse a la gestación de lo que sería Chaos And Creation In The Backyard. Es decir, para aquel álbum volvió a partir de cero. Una vez que Godrich siguió su camino, Paul retomó las grabaciones paralizadas para aprovechar temas descartados, continuar componiendo algunos más y crear así junto a otro productor este Memory Almost Full donde, tal como había hecho en ocasiones anteriores, lo hace él casi todo. Los aires caseros que Paul sabe imprimir cuando toca todos los instrumentos está aquí muy presente, aunque al menos en una tercera parte de los temas se hace acompañar por una banda de músicos al uso. Escuchamos así un sonido muy característico que relacionamos inmediatamente con McCartney.

 

Los aires campechanos que la mandolina y la percusión de pedal confieren a ‘Dance Tonight’ no la hacen una candidata ideal a iniciar el disco, aunque hacia la mitad aparece un pasaje instrumental más interesante con el especial sonido de guitarra eléctrica. Se agradece el efecto sorpresa, pero tampoco es suficiente para dejar una huella imborrable. El toque de humor está presente en ‘Only Mama Knows’, ya que en su introducción parece que se trate de otra pieza de música clásica como las que llevaba haciendo en sus discos específicos de ese estilo, pero luego se transforma en un melódico rock con uno de los mejores trabajos de guitarra de todo el álbum.

 

Temas como ‘Feet In The Clouds’ o ‘See Your Sunshine’ presentan al McCartney más típico y tópico, lo cual significa que se trata de unos agradables y dinámicos temas que se olvidan rápidamente pero que dejan buen sabor de boca. Y bueno, cuando lo escuchamos hasta silbar en la balada de piano ‘The End Of The End’, ya nada nos puede quitar la idea de la distensión con la que había afrontado este proyecto. Con razón no tuvo problema en dejarlo apartado un tiempo mientras grababa su otra obra más ambiciosa. Para balada interesante tenemos ‘You Tell Me’, más que nada por el efecto envolvente de su armazón instrumental, porque la manera de cantar de Paul no denota mucho interés en conseguir algo ensayado y pulido. En cambio, el pueril estribillo de ‘Ever Present Past’ lastra lo que hubiera sido un entretenido ejercicio pop. Peor todavía se pone el asunto en ‘Gratitude’, puesto que el autodoblaje que le hace a su voz no suena nada bien, aunque tampoco es que sea una composición a destacar.

 

Más interesante parece a priori ‘House Of Wax’, de misterioso ritmo y estruendosa guitarra situada entre el blues-rock y el rock duro, pero crea unas expectativas que no acaban de concretarse en un desarrollo que evite una cierta monotonía en sus cinco minutos de duración. Donde sí pretende mostrarse bien duro es en la final ‘Nod Your Head’, si bien consigue el efecto contrario debido a la irritante guitarra que suena de fondo en algunos momentos, muy molesta. En cualquier caso, el momento más lamentable de todos es la reescritura de ‘Biker Like An Icon’ pasada por un ritmo de trip hop que da como resultado la infamia de ‘That Was Me’. Además, pilla por sorpresa porque viene enlazada previamente con uno de los mejores temas del álbum, ‘Vintage Clothes’, un detallista tema de bonitas melodías que nos devuelve al mejor McCartney. Todavía mejor resulta la jovial ‘Mr. Bellamy’ por sus diversas y adictivas melodías vocales, todo un mundo en sí misma.

 

Nos queda en definitiva un disco algo irregular, una costumbre ya en la última etapa de este artista si no contamos la excepción de Chaos And Creation In The Backyard. La genialidad no se pierde, pero siempre deseamos que aparezca en más ocasiones. Pero bueno, al menos todavía hay destellos de grandeza que siempre se agradecen.

Movement 1) Ocean's Kingdom; Movement 2) Hall Of Dance;

Movement 3) Imprisonment; Movement 4) Moonrise.

Puntuación:

Año de publicación: 2011 

OCEAN'S KINGDOM

Sin entender realmente el porqué, aparte del innegable gancho comercial de su nombre, Paul volvió a recibir un encargo para escribir una nueva obra clásica. En esta ocasión, el cliente es una compañía de ballet de Nueva York aunque la orquesta ejecutante elegida por Paul fue la de Londres. Igual que ocurriera en Ecce Cor Meum, vuelve a acogerse al formato de piezas extensas y la obra se divide en cuatro movimientos. Como corresponde a una obra con solo esos cuatro movimientos extensos, como si fuera una sinfonía, cada uno de ellos transcurre por diferentes secciones y estados de ánimo, algunos más que otros. La palma se la lleva sin duda ‘Hall Of Dance’, puesto que además sus secciones son en su mayoría muy dinámicas y enérgicas, con alguna que otra sorpresa.

 

Pero comencemos desde el principio. En la pieza que da título al álbum, no es hasta que ha transcurrido casi la mitad que el asunto empieza a animarse gracias a los timbales y la melodía juguetona que se escucha, aunque luego se vuelve al mismo tono contemplativo que deja más bien indiferente, solo alterado por el retorno menos vistoso del bendito timbal. Y es que cuando está todo calmado, es inevitable que suene muy convencional, igual a lo que esperaríamos de cualquier pieza clásica contemporánea, aunque sea de una banda sonora. Por consiguiente, esto convierte al tercer movimiento (‘Imprisonment’) en tedioso durante buena parte de sus trece minutos.

 

Unas animadas trompetas introducen ‘Hall Of Dance’, pero al principio en un tono clásico, al contrario que poco después, donde sorprende bastante escuchar unas trompetas más bien jazzísticas, de las que esperaríamos en un disco de Louis Armstrong, aunque parece todo directamente inspirado en la mítica Rhapsody In Blue de George Gershwin. Luego llegan unos agitados vientos acompañados de un prominente xilófono, sección que recuerda a las piezas de corte más clásico de Emerson, Lake & Palmer. La recta final es de una aparente calma que nos obliga a relajarnos hasta que en el último minuto llega un estruendo final. Las mejores melodías de la obra las encontraremos en el movimiento final, ‘Moonrise’, aunque tampoco sean algo excepcional y por tanto nadie se perdería nada relevante de no escucharlas.

 

En resumen, estamos ante otra superflua obra clásica de McCartney que nada aporta a su discografía ni a la música en general. Parece que ya se había convertido en una costumbre, pero para su propio divertimento. La sensación que deja al final es que la música va directamente asociada a la puesta en escena, a los bailes que corresponda. Es decir, cualquier música para ballet obviamente está dirigida a su escenificación, pero si recordamos nombres ilustres del género como Tchaikovsky o nuestro Manuel de Falla, sus obras presentan suficiente nivel melódico como para poder disfrutarlas sin imágenes. Pero no es el caso de Ocean's Kingdom, donde la música apenas transmite nada en especial. Es una olvidable obra para incrementar el prestigio de McCartney como compositor serio, pero poco más.

KISSES ON THE BOTTOM

Año de publicación: 2012 

Puntuación:

1) I'm Gonna Sit Right Down And Write Myself A Letter; 2) Home (When Shadows Fall); 3) It's Only A Paper Moon; 4) More I Cannot Wish You; 5) The Glory Of Love;

6) We Three (My Echo, My Shadow And Me); 7) Ac-Cent-Tchu-Ate The Positive;

8) My Valentine; 9) Always; 10) My Very Good Friend The Milkman;

11) Bye Bye Blackbird; 12) Get Yourself Another Fool; 13) The Inch Worm;

14) Only Our Hearts; [BONUS TRACKS:] 15) Baby's Request; 16) My One And Only Love.

Igual que le ocurrió a Dylan, llegó un momento en la vida de McCartney en la que le apetecía cantar la música que había escuchado en su casa de pequeño, es decir, la música de los años cuarenta y primeros cincuenta. Ringo Starr debió pensar "¡Eso ya lo hice yo antes!", pero su valía como cantante, algo esencial para este tipo de música, es considerablemente menor que la de Paul, así que es obvio que Sentimental Journey solo puede quedar condenado al fracaso más absoluto. Tampoco es que eso signifique nada respecto a Kisses On The Bottom, puesto que su futilidad es bien evidente. Después de haber hecho música electrónica y música clásica, era una opción bien relajada. Se rodeó para ello de músicos de jazz entre los que destaca la pianista y cantante Diana Krall, para darle mayor autenticidad al asunto. El problema es que la voz de McCartney no suena nada auténtica en ese estilo, desvirtuando todo el trabajo musical de acompañamiento.

 

Aunque se trata de un álbum sobre todo de versiones, Paul incluyó dos composiciones originales (si no contamos el bonus de ‘Baby's Request’): ‘My Valentine’ y ‘Only Our Hearts’. Ambas cuentan con la participación de un músico ilustre diferente. En ‘My Valentine’, la única canción que valdría la pena escuchar más de una vez, cuenta con Eric Clapton en la guitarra acústica, mientras que en ‘Only Our Hearts’ podemos escuchar la armónica de Stevie Wonder. Esos instrumentos son lo único destacable de esos temas, detalle bastante significativo sobre el contenido del álbum. Clapton participa también en ‘Get Yourself Another Fool’ con la guitarra eléctrica, pero en este tipo de música tampoco realiza ninguna floritura especial que no hubiera podido hacer cualquier otro guitarrista habilidoso. La última composición original de Paul es ‘Baby's Request’, pero esta ya la conocíamos previamente porque pasaba sin mayor pena ni gloria en el repertorio de Back To The Egg, tal cual lo vuelve a hacer aquí, aunque comparada con el resto del repertorio sale hasta ganando.

 

Al final suena todo prácticamente igual, pasa una canción tras otra con la voz de anciano cansado de McCartney y no hay mucho que destacar, pero tampoco vale la pena indagar más. Y si el comienzo de algún tema da esperanzas, como ocurre por ejemplo en ‘The Inch Worm’, después se pierde en un desarrollo vulgar. Es todo música ideal para la sala de espera de una consulta médica privada, pero no una cualquiera, sino de las que cobran al menos 100€ por consulta pero te tratan como un rey o reina e incluso en momentos de relajación mental te hacen pensar que la sanidad privada es de mejor calidad que la pública, olvidando completamente que el objetivo del sector privado es el beneficio económico y el objetivo del sector público es la atención necesaria al paciente. En resumen, este disco está muy bien ejecutado, cantado de manera algo mediocre y destinado a caer en el olvido muy pronto. Los amantes del jazz o más específicamente de este estilo calmado y melódico, preferirán con seguridad a los artistas clásicos. Como ocurría con los álbumes de música clásica, el nombre de McCartney es el único tirón comercial que tiene.

NEW

Año de publicación: 2013 

Puntuación:

1) Save Us; 2) Alligator; 3) On My Way To Work; 4) Queenie Eye; 5) Early Days; 6) New; 7) Appreciate; 8) Everybody Out There; 9) Hosanna; 10) I Can Bet; 11) Looking At Her; 12) Road; [BONUS TRACKS:] 13) Turned Out; 14) Get Me Out Of Here; 15) Struggle.

Tras la publicación de Kisses On The Bottom, McCartney parecía decirnos que ya se habían acabado las veleidades rockeras, que ya estaba mayor para esas cosas. Sin embargo, tan solo un año después sorprendió al personal con un nuevo y flamante disco de pop-rock en la mejor versión del McCartney que podía ofrecer ya a estas alturas de la vida, que además no sería el último. Para rejuvenecer su música o al menos para darle un sonido más acorde a los nuevos tiempos sin perder por ello su propia esencia, Paul se rodeó de productores jóvenes, incluido el hijo de George Martin aunque este todavía seguía vivo (no fallecería hasta 2016).

 

Al inicio está colocada estratégicamente ‘Save Us’ para decirnos de alguna manera que la edad es indiferente para este artista y que puede ofrecernos un despliegue de energía pop igual que treinta años atrás. Igualmente sorpresivo es encontrar los pasajes instrumentales de ‘On My Way To Work’, debido a la incisiva guitarra que en ellos aparece, creando un contraste muy acertado con el medio tempo del resto del tema. Igual que en sus mejores momentos, todavía es capaz de componer canciones multiparte pero con melodías memorables, como es la joya titulada ‘Alligator’. Tanto las melodías instrumentales como las vocales (“And I can see why it is / They've got someone setting them free”) son 100% McCartney el rey de los ganchos pop. Aunque con resultado menor y sin tanta variedad, los cambios de sección de ‘Looking At Her’ son los que la elevan por encima del resto y le dan su toque especial.

 

El tono del álbum es jovial en general, terreno propicio para que Paul deje fluir sus instintos melódicos y consiga destacados temas de pop de base acústica como ‘Everybody Out There’, ‘New’ o ‘Turned Out’. Resulta chocante por tanto que un álbum tan alegre en general acabe, con permiso de los bonus tracks, en un tono tan sombrío como el de ‘Road’, donde la voz de Paul transmite incluso desesperación.

 

En un disco del McCartney viejuno no podían faltar alegres temas de relleno como ‘Queenie Eye’ o ‘I Can Bet’ (cuyo único y pequeño detalle de genialidad se limita a la melodía del verso “What I'm gonna do next I'll leave entirely to your imagination”). Lo que no le pega nada bien es lanzarse a modernizar el sonido como hace en ‘Appreciate’, pues la percusión programada y los efectos de sonido quedan bien para no desentonar en las radiofórmulas, pero respecto a la obra de Paul no queda sino como un gracioso intento de pasar por joven musicalmente hablando. En otras manos, podría haber sido un espanto. Lo único flojo que encontraremos es ‘Early Days’, porque parece haber copiado la parte instrumental de ‘The Boxer’ de Simon & Garfunkel para añadirle una parte vocal diferente y que no se note, sobre todo a partir de los dos minutos. Por otro lado, resulta curioso encontrar un tema como ‘Hosanna’ para un artista que nunca había mezclado la religión con su música, aunque sea de una manera poco sospechosa de ser religiosa, pero la canción suena perfecta para ser cantada por un grupo de jóvenes con su guitarra en los días

 

Los bonus tracks incluidos mantienen el tono general del álbum. Ya se ha citado ‘Turned Out’, que es el que mejor entra de los tres. En ‘Get Me Out Of Here’ se supone que busca deliberadamente el sonido viejo de las grabaciones antiguas de los años cuarenta en una mezcla de pop, blues y góspel que no tiene mayor recorrido. Quién sabe si le dio alguna idea a Neil Young para publicar aquel nefasto A Letter Home (2014), grabado íntegramente con un equipamiento de grabación de los años cuarenta para conseguir de esa manera el mismo sonido de entonces. La primera impresión que transmite ‘Struggle’ es la de una balada simple de piano que podría pasar por una demo, que también, pero sus últimos treinta segundos demuestran que la canción daba para mucho más provecho, como si se hubiera dejado lo mejor para el final aunque el verso de la mejor melodía vocal (“How much it means to me?”) se repite con anterioridad, pero es difícil darse cuenta la primera vez.

 

Tras este disco ya enfilaba hacia los ochenta años y, por tanto, lo único que podría esperarse de McCartney en principio es lo que pueda quedar en los archivos o que le pegue por grabar otro cancionero antiguo como en Kisses On The Bottom. Pero en 2018 nos ha sorprendido con la publicación de un nuevo álbum de composiciones originales, demostración de que el verdadero artista nunca muere sino que sigue renovándose, sea para bien o para mal.

1) Opening Station; 2) I Don't Know; 3) Come On To Me; 4) Happy With You;

5) Who Cares; 6) Fuh You; 7) Confidante; 8) People Want Peace; 9) Hand In Hand;

10) Dominoes; 11) Back In Brazil; 12) Do It Now; 13) Caesar Rock;

14) Despite Repeated Warnings; 15) Station II; 16) Hunt You Down/Naked/C-Link; [BONUS TRACKS:] 17) Get Started; 18) Nothing For Free.

Puntuación:

Año de publicación: 2018 

EGYPT STATION

Durante el verano de 2018 se fue confirmando que, para sorpresa de todo el mundo, se estaba preparando un nuevo álbum de Paul McCartney con nuevas composiciones propias. Como presentación para el lanzamiento, en septiembre realizó un concierto sorpresa en una estación de Nueva York, para hacer honor al título, pero solo tres de las más de veinte canciones que tocó eran de este nuevo álbum, dedicándose a repasar su cancionero. O sea, que el propio artista no parecía tener mucha confianza en lo que había creado. Como cabía esperar, se juntó con un productor joven que le aportara una visión musical contemporánea que él, por motivos obvios, no podía tener. ¿Y qué se puede esperar de un músico de rock de 76 años? Se estaría engañando quien pensara que algo le puede sorprender. Pero de todas maneras, independientemente de la edad, lo que se espera de un buen compositor es que se esfuerce y dedique tiempo a crear algo a su altura. Paul aquí no defrauda del todo pero tampoco consigue nada relevante, limitándose a completar un álbum de convencional pop-rock como reafirmación existencial de que el verdadero artista nunca muere.

 

Repasar el contenido del disco es una tarea dudosamente gratificante porque no hay mucha tela que cortar respecto a lo que hemos ido conociendo a lo largo de su vasta carrera. Power-pop dinámico no falta, pero si es en forma de olvidables canciones como ‘Who Cares’, ‘Dominoes’ o ‘Get Started’, ciertamente podría habérselo ahorrado y recortar un poco los casi sesenta minutos de duración del disco. Paul ya tiene un amplio bagaje y experiencia a sus espaldas como para saber la manera de hacer que las canciones resulten cuando menos agradables, por lo que ‘I Don't Know’, por poner otro ejemplo, no representa nada nuevo pero no es ninguna molestia, ni mucho menos. Otra cosa diferente es cuando incluye piezas acústicas vulgares que solo son una sombra pálida de sus mejores logros de años anteriores (‘Confidante’, ‘Do It Now’). Lo mínimo que se le debe exigir es que al menos puedan dejar una impresión aceptable como ocurre con ‘Happy With You’.

 

En ‘Caesar Rock’ se le nota la edad demasiado, no debería haberse aventurado a intentar cantar con la voz de ‘Helter Skelter’ para que acabe sonando de esa manera. Pero bueno, por lo demás suena entretenido, que ya es algo. ‘Helter Skelter’ es también la inspiración clara para la inesperada coda de ‘Get Started’. Otros temas más rockeros como ‘Who Cares’ dejan claro que el abuelo ya no está para estos trotes enérgicos y necesita rebajar un poco de energía y que no se le note la falta de fuerzas necesaria para sonar convincente en un tema de rock.

 

Por suerte, todavía queda algo del genio de McCartney que se despliega a lo largo del álbum en dosis muy repartidas. Pronto llega esa capacidad para las melodías y ritmos pegadizos mediante ‘Come On To Me’, pero tampoco pasará a la historia de este artista. Cuando una balada presenta melodías emotivas y un buen acompañamiento como el melódico piano de ‘Hand In Hand’, es suficiente para quedar satisfech@. Juntarse con productores modernos no ha afectado demasiado al contenido del disco. La producción más moderna se nota precisamente en algunos de los temas más destacados, uno de ellos ‘Fuh You’, del cual no se acaba de entender el significado verdadero del verbo, ya que un@ pensaría en primer lugar sustituir la h por una ck, pero eso sería muy fuerte para todo un Sir. En ‘People Want Peace’ juega con los cambios de ritmo y eso eleva este tema por encima de la media, aunque le sobraría la parte final donde parece querer emular los himnos pacifistas de John Lennon. Pero obviamente no siempre acierta y ‘Back In Brazil’ falla en su ausencia de melodías, desaprovechando el dinámico ritmo que presenta. Y bueno, con la intención de sonar moderno en ‘Nothing For Free’ lo único que consigue es vulgarizarse.

 

En cualquier caso, los puntos fuertes del álbum llegan al final, si no contamos los bonus tracks. Tanto ‘Despite Repeated Warnings’ como ‘Hunt You Down/Naked/C-Link’ son dos composiciones multiparte de más de seis minutos que harán la delicia de cualquier seguidor/a de McCartney. De hecho, quien no sienta especial predilección por él y comience a escuchar el álbum, es probable que no llegue al final porque antes no ofrece nada especial y se pierda lo mejor. Lo que ocurre es que ninguna de sus partes llega a ser lo suficientemente memorable como para situarlas también entre lo mejor de la carrera de Paul, sobre todo ‘Hunt You Down/Naked/C-Link’, que es más discreta. Incluso resulta complicado recordar alguna de ellas una vez han acabado los temas. Es decir, se disfrutan mucho mientras se escuchan, pero una vez terminados resulta casi imposible recordar algo concreto, solo que han gustado. Cabe destacar que la letra de ‘Despite Repeated Warnings’ es, tal como ha expresado Paul en varias entrevistas, una defensa de nuestro planeta frente a los negacionistas del evidente cambio climático y, en particular, del ruin presidente de Estados Unidos Donald Trump, quien aprovecha esas burdas teorías negacionistas para saltarse todos los acuerdos medioambientales y así permitir que la economía de Estados Unidos mejore. Ya se sabe que contaminar es mucho más barato y por eso la mejor táctica en aquel país (bueno, y en muchos otros) es propagar la idea de que las medidas medioambientales buscan valorar más la vida de una planta que la de una persona necesitada de trabajo. Así que bravo por McCartney.

 

Visto lo visto, resulta aventurado adivinar si este será definitivamente el último álbum de Paul McCartney. Se le ve con ganas porque la música es realmente su vida, así que quizá quede Paul para rato. En cualquier caso, este disco aprueba por los pelos y no pasará a la historia de su autor. No aporta nada nuevo ni ningún clásico a su repertorio, por lo que puede obviarse o escucharlo alguna vez solo por la curiosidad de ver a un rockero septuagenario en forma.

McCARTNEY III

Año de publicación: 2020 

Puntuación:

1) Long Tailed Winter Bird; 2) Find My Way; 3) Pretty Boys; 4) Women And Wives;

5) Lavatory Lil; 6) Deep Deep Feeling; 7) Slidin'; 8) The Kiss Of Venus;

9) Seize The Day; 10) Deep Down; 11) Winter Bird/When Winter Comes.

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Para un multiinstrumentista con estudio de grabación propio como Paul McCartney, la época de confinamiento que sucedió a nivel mundial debido a la pandemia supuso una oportunidad para dedicarse a componer y grabar material nuevo. Tal como ocurriera en otras ocasiones (incluidos esos discos homónimos que le preceden: McCartney y McCartney II), Paul lo grabó todo y aquí tan solo se apoya en un guitarrista y un baterista para una de las canciones (‘Slidin'’). El resultado suena menos casero de lo que uno podría imaginar, pues el estudio de grabación de McCartney quizá no sea muy grande, pero profesional seguro que lo es. Aparte, se aprecia un esfuerzo en la composición y en la ejecución de la música que la aleja de cualquier idea sobre un Paul grabando el disco como manera de pasar el tiempo. Esto es un esfuerzo serio y bien loable de un músico longevo con ganas de demostrar quién es.

 

De entrada resulta difícil tomarse en serio en ‘Deep Deep Feeling’ a un ya casi octogenario que nos habla como si compartiéramos los mismos sentimientos que él, pues ese verso inicial de “You know that deep deep feeling” implica una complicidad que resulta difícil compartir salvo que se tenga afinidad generacional. En cualquier caso, se trata de una pieza casi experimental de tono ambiental donde al principio aparece una sección cantada, primero acompañada de una peculiar percusión y más adelante con diferentes efectos y ambientación, lo cual evita que se vuelva monótona en ningún momento de sus más de ocho minutos de duración. En el intermedio instrumental la guitarra, acompañada de un destacado teclado, suena libre para dedicarse a unas notas alargadas e inquietantes al estilo de Pink Floyd. En el último minuto se añade como una versión acústica de lo que hemos escuchado previamente. Se vuelve a mostrar experimental en ‘Deep Down’, pero esta vez le sobra la mitad del tiempo para lo que nos ofrece.

 

Pero no será la experimentación el camino que guía este álbum, sino que se trata de un muestrario de composiciones de pop-rock en el estilo más clásico de este músico. De esta manera, no extraña encontrar el pop ligero y algo empalagoso de ‘Find My Way’, que se salva un poco por su acertado estribillo. Queda bien facturado pero olvidable, como ocurre también con ‘Seize The Day’. La humildad de bonitas piezas de pop acústico como ‘Pretty Boys’ permite que dejen una grata sensación. Igualmente, muy bien construida se nos muestra la pieza acústica, casi de folk, ‘The Kiss Of Venus’, donde al final añade un inesperada parte de teclado que suena casi como un clavicordio. Para cubrir la cuota necesaria de rock, se incluyen canciones como ‘Lavatory Lil’ y ‘Slidin'’, esta última al estilo ampuloso de Gary Moore y vale la pena destacar su solo de guitarra. En cualquier caso, se nota que una canción rockera no es lo que le sale con mayor convicción, algo obvio también.

 

El deslumbrante comienzo de teclado sombrío de ‘Women And Wives’ nos recuerda al estilo de Radiohead, pero aquí se trata de un maestro de la música y de la vida, que nos canta sabios versos enfundados en un sensacional entramado instrumental y todo ello transmite una profunda carga emocional. Lo que sorprende es el comienzo del álbum mediante la aguerrida guitarra acústica de ‘Long Tailed Winter Bird’ a la que se suma una letra improvisada que nos transmite ese sabor genuino del maestro de las melodías pop que está ensayando en casa y le ha salido algo así en un momento de inspiración. Ese inicio fulgurante lo vuelve a repetir, innecesariamente por otro lado, como introducción para el corte final, ‘Winter Bird/When Winter Comes’, una tranquila canción de guitarra acústica que sirve de despedida momentánea de un artista que parecía ya jubilado de la composición pero que en los últimos años ha vuelto a engrosar su cancionero propio con nuevas remesas de material que se sostiene con dignidad. Y mientras siga creando nuevos álbumes como este, dejando todavía algunas pinceladas de su genialidad, bienvenido sea. Aparte, estamos en unos tiempos bien proclives para un hipotético McCartney IV.

VÍDEOS

ROCKSHOW

Año de publicación: 1980

Aunque la fecha de publicación sea 1980, las actuaciones que conforman este show en directo de Wings datan de la gira de 1976, una extensa gira de la que no hubo parada en esa España de entonces inmersa en deshacer sutilmente cuarenta años de franquismo para que la mayoría de las partes quedaran medianamente contentas. Este concierto se puede tomar por tanto como una traslación a imágenes del álbum en directo Wings Over America, ya que de hecho el repertorio es prácticamente idéntico, incluso interpretan la versión acústica de ‘Richard Cory’ de Simon & Garfunkel. En imágenes lo único que hacemos es visualizar ese repertorio, pues por ejemplo vemos en la parte acústica del show como McCartney, Laine y McCulloch se colocan en primer plano con sendas guitarras acústicas y sentados en cuatro sillas, la cuarta ocupada por Linda para ayudar con las voces. Como curiosidad, podemos escuchar a Paul dedicarle ‘You Gave Me The Answer’ a Fred Astaire. Poco más podemos decir de un concierto que refleja la transformación de McCartney & Co. en un espectáculo de masas, puro arena-rock. Bueno, sí, una queja: ¿por qué no está ‘Spirits Of Ancient Egypt’?.

PAUL IS LIVE

Año de publicación: 1996

Como acompañamiento tardío al álbum en directo de mismo título de 1993, se publicó también su plasmación en vídeo. Sirve para acentuar el concepto de arena-rock que había desarrollado, en el cual todo está enfocado a interpretar canciones susceptibles de contar con la participación del público. A quienes les den grima los movimientos de cabeza característicos de McCartney cuando canta, mejor que eviten a toda costa este vídeo. En el análisis del álbum correspondiente, ya se indicó la futilidad de las interpretaciones y del predecible repertorio, por lo que sobre decir que este DVD está dirigido únicamente a l@s más fanátic@s de Paul y de todo lo que tenga que ver con él. Lo único interesante son los últimos minutos, acabado ya el concierto, dedicados a mostrarnos imágenes de McCartney y también de los Beatles, algunas de ellas inéditas.

CHAOS AND CREATION AT ABBEY ROAD

Año de publicación: 2005

Aprovechando la musa creativa que le había acompañado en la composición de Chaos And Creation In The Backyard, Paul hizo un recital dentro de un estudio de Abbey Road (donde había pasado innumerables horas en la etapa Beatles) frente a un afortunado público que pudo disfrutar de la inventiva de McCartney, así como de una buena cantidad de anécdotas y detalles. Paul emplea todo tipo de aparatos de grabación de los sesenta, acompañado en un segundo plano por Nigel Godrich, aunque la mayor parte del tiempo está él solo con la guitarra o el piano. No toca solamente canciones de su más reciente álbum, sino que canta también algunos clásicos del rock y recupera canciones de los Beatles, cambiándolas completamente como en el caso de ‘Lady Madonna’. Tiene una hora de duración solamente y algunas curiosidades, pero tampoco presenta demasiado interés porque parece más pensado para los fans.

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