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THE MOODY BLUES

THE MAGNIFICENT MOODIES

1) I'll Go Crazy; 2) Something You Got; 3) Go Now; 4) Can't Nobody Love You;

5) I Don't Mind; 6) I've Got A Dream; 7) Let Me Go; 8) Stop; 9) Thank You Baby;

10) It Ain't Necessarily So; 11) True Story; 12) Bye Bye Bird;

[BONUS TRACKS:] 13) Steal Your Heart Away; 14) Lose Your Money (But Don't Lose Your Mind); 15) It's Easy Child; 16) I Don't Want To Go On Without You;

17) Time Is On My Side; 18) From The Bottom Of My Heart (I Love You);

19) And My Baby's Gone; 20) Everyday; 21) You Don't (All The Time);

22) This Is My Home (But Nobody Calls); 23) Life's Not Life; 24) He Can Win; 25) Boulevard De La Madelaine.

Año de publicación: 1965

Puntuación:

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Los inicios de los Moody Blues poco tienen que ver con la trayectoria principal que siguió el grupo durante su longeva vida, no tan solo porque al principio su estilo musical se movía entre el R&B y el sonido beat,  sino también porque dos de sus conocidos componentes (el bajista Lodge y el guitarrista Hayward) todavía no habían entrado a formar parte del grupo. El bajista original ni siquiera vale la pena recordarlo, pero sí al que fuera primer guitarrista y cantante principal, nada menos que Denny Laine, que en los setenta sería un componente importante del grupo Wings de Paul McCartney. Laine también fue el compositor principal en este debut, junto al teclista Mike Pinder, de buena parte de las composiciones originales a través de las cuales navega casi irreductiblemente el disco por un sonido mediocre característico de cualquier grupo del momento del mismo estilo, a veces con mayor fortuna y otras con menos, pero en la mayoría de casos de tal manera que un@ apenas recordará nada tras haberlo escuchado completamente. Un buen ejemplo en sentido negativo del sonido amateur del grupo en estos inicios lo tenemos en ‘Something You Got’, donde el solo de guitarra deja en muy mal lugar a Laine como guitarrista y nada mejor a la flauta de Ray Thomas, que parece estar practicando más que tocando. No obstante, lo peor es cuando suenan directamente a grupo para quinceañeras como en ‘I've Got A Dream’ o ‘Thank You Baby’.

 

Si comparamos la versión de ‘Can't Nobody Love You’ aquí incluida con la que hicieron los Zombies el mismo año, ciertamente pueden encontrarse diferencias notables, puesto que estos últimos consiguieron un resultado aceptable mientras que los Moody Blues alargan demasiado una canción que pierde toda su frescura tras el primer minuto. En cambio, si comparamos la versión de ‘I Don't Mind’ de James Brown con la que hicieron The Who, en este caso le daríamos la victoria a los Moody Blues, aunque tampoco sea una versión para tirar cohetes, pero al menos los coros le dan un toque especial. De la misma manera que era inevitable que incluyeran una buena tanda de versiones, lo que no puede tolerarse tampoco es que imiten de forma descarada a Bo Diddley como ocurre en ‘True Story’.

 

El único pero gran éxito del grupo en ese año fue ‘Go Now’, en este caso gracias a un buen armazón instrumental liderado por el teclado y favorecido por una interpretación vocal muy soul acompañada a la perfección por unos grandes coros. Resulta curioso el efécto catártico que tiene su letra al aparecer este tema en los títulos de crédito de la película 45 años (45 years, 2015), tras la secuencia final y la impactante imagen del rostro de Charlotte Rampling que sin palabras expresa todo el sentido de la película. Por algo le dieron el premio a mejor actriz en la Berlinale. Siguiendo con el disco, precisamente las pocas canciones en las que el desarrollo instrumental está más elaborado y es más consistente es cuando el grupo demuestra nivel y preludia la necesaria transformación que les llevaría al éxito en los años venideros. Así, en la versión de ‘It Ain't Necessarily So’ (compuesta por los hermanos Gershwin) tenemos una sólida instrumentación dominada nuevamente por el teclado de Pinder y por la buena parte vocal de Ray Thomas en su única incursión como cantante solista en el LP original.

 

En las nuevas ediciones en CD podemos encontrar una gran profusión de bonus tracks que en general tienen un nivel algo más elevado que el LP original, pero no mucho más. De hecho, más o menos podría aplicarse lo ya escrito, pues entre canciones mediocres del montón, otras con algo más de gancho (‘And My Baby's Gone’, ‘You Don't (All The Time)’ o la sorpresa final de ‘Boulevard De La Madelaine’ (por su atípica instrumentación y su ritmo de tango) y algunos bodrios adicionales para quinceañeras histéricas (‘It's Easy Child’, ‘I Don't Want To Go On Without You’), podemos encontrar canciones destacables como la inquietante ‘From The Bottom Of My Heart (I Love You)’ o la gloriosa ‘Everyday’, que aunque instrumentalmente no destaca demasiado, en cambio tiene una memorable parte vocal con deliciosos contrapuntos, otra vez por cortesía de Thomas.

 

Así pues, disco prescindible de los Moody Blues que básicamente sirve para descubrir los orígenes del grupo y escuchar el gran éxito de los sesenta ‘Go Now’. Poco más se puede decir de un disco que cogerá polvo en la casa de cualquiera que lo adquiera a un módico precio.

DAYS OF FUTURE PASSED

Año de publicación: 1967 

Puntuación:

1) The Day Begins; 2) Dawn: Dawn Is A Feeling; 3) The Morning: Another Morning; 4) Lunch Break: Peak Hour;

5) The Afternoon: Forever Afternoon (Tuesday?)/(Evening)Time To Get Away;

6) Evening: The Sun Set/Twilight Time; 7) The Night: Nights In White Satin.

La incorporación de Justin Hayward en la guitarra y la composición, junto a la del bajista John Lodge, también compositor, marca una nueva y casi definitiva era en la historia del grupo. Aunque otro aspecto definitorio será la adquisición del mellotron, que podía extraer sonidos más propios de instrumentos orquestales sin que sonara artificial, tocado por Mike Pinder. Por otro lado, la idea de la discográfica era que el grupo grabara su versión de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak junto a una orquesta y aprovechar al mismo tiempo un nuevo sistema de sonido que se estaba implementando. El grupo rehusó acertadamente la idea inicial para incluir sus composiciones propias y transformar el resultado en una amalgama de pop-rock y música clásica que en los mejores momentos se convierte en fusión aunque en los peores tengamos que soportar algunos minutos de música orquestal insustancial. El álbum está estructurado en el transcurrir de un día, desde el amanecer hasta la noche, mediante canciones relacionadas con cada uno de esos momentos.

 

Este disco es también el inicio de una moda que salpicará todos los siguientes discos del grupo hasta su parón de 1972. Me refiero al protagonismo del batería Graeme Edge incluyendo sus poemas en el inicio y el final del disco. Aquí hasta queda bonito la primera vez que se escucha por la novedad y porque viene precedido por una especie de obertura orquestal en la que aparecen varios motivos de diferentes partes de la obra, incluida la genial melodía de ‘Nights In White Satin’. Pronto aparecerá la primera canción propiamente dicha, la sobria ‘Dawn Is A Feeling’ cantada por Hayward excepto en el brillante puente donde lo hace su autor, Pinder, a lo que se une el breve pero genial pasaje instrumental liderado por el piano (tras el “Things are becoming clear with a meaning”) que es todo un sonido precursor del rock progresivo. La canción que llega luego es ‘Another Morning’, compuesta por Thomas y que tiene un cierto sabor navideño en su sonido, lo que uno pondría como banda sonora de un vídeo de Santa Claus. Pero también es innegable el gancho de su melodía y de su conciso estribillo, así como otro brillante puente casi psicodélico donde se escuchan los coros de fondo mientras Thomas canta “Yesterday's dreams are tomorrow's sighs”. Increíblemente pegadiza es también la siguiente ‘Peak Hour’ (precedida por un demasiado extenso pasaje orquestal insustancial y pretendidamente animado), compuesta por Lodge en un estilo más propio de los Beatles de Help!, aunque parece inspirada también en ‘Day Tripper’ de estos últimos. Como aspecto destacable tiene ese falso final donde poco a poco se va acelerando el ritmo hasta llegar a un desenfreno instrumental inolvidable.

 

Las dos canciones que inician y finalizan (o casi finalizan, porque lo último es la segunda parte de la poesía de Edge) lo que originalmente era la segunda cara del LP son dos impresionantes composiciones del nuevo guitarrista Hayward. De la segunda ya hablaremos al final, pero la primera no se queda nada corta, puesto que ‘Forever Afternoon (Tuesday?)’ es todo un canto a la contemplación existencial con otra retahíla de grandes melodías cantadas por el mismo Hayward. En un estilo similar a esta última se sitúa justo a continuación la composición de Lodge ‘(Evening) Time To Get Away’, donde se alterna la parte principal más lírica con un estribillo animado de los que invitan a cantar al unísono.

 

Con el atardecer llega también la psicodelia en dos formas totalmente diferentes. Por un lado tenemos lo que Syd Barrett podría haber compuesto de haber dispuesto de una orquesta (‘The Sun Set’), que aporta también unos aires orientales que quién sabe si pudieron servir de inspiración para la más compleja ‘Set The Controls For The Heart Of The Sun’ del segundo disco de Pink Floyd. A continuación encontramos la psicodelia desde su perspectiva más rítmica, donde lo mejor de ‘Twilight Time’ son los coros que acompañan de fondo a los versos principales. Psicodelia en su mejor acepción y con otro legendario puente que vuelve a demostrar el estado de gracia melódico que demostraban en su primer disco como nueva formación.

 

Así pues, llega para el final la noche mediante la celebérrima ‘Nights In White Satin’, que engancha al oyente desde su solemne percusión inicial y las maravillosas melodías cantadas por Hayward (su compositor), que llegan a su cénit en el dominio vocal que demuestra cuando canta “Yes I love you”. La parte central instrumental es también otro prodigio, liderada por una melodía de flauta a la que se van sumando el resto de instrumentos hasta el breve crescendo que sirve de transición para la repetición de los primeros versos y el apoteósico final. Después llegará la segunda parte del poema de Edge y el final orquestal consecuente para dar un empaque global a esta ambiciosa obra.

 

En definitiva, nos encontramos ante un grandísimo disco que no tiene la máxima puntuación debido a los excesos orquestales encontrados. El intento de aprovechar al máximo la orquesta se vuelve en contra de los autores en varios momentos. Pero en cualquier caso es un disco representativo del sonido de 1967 y precursor también de la música progresiva y sinfónica que empezará a desarrollarse de forma general en poco tiempo.

IN SEARCH OF THE LOST CHORD

Año de publicación: 1968 

Puntuación:

1) Departure; 2) Ride My See-Saw; 3) Dr. Livingstone, I Presume;

4) House Of Four Doors (Part 1); 5) Legend Of A Mind;

6) House Of Four Doors (Part 2); 7) Voices In The Sky; 8) The Best Way To Travel;

9) Visions Of Paradise; 10) The Actor; 11) The Word; 12) Om;

[BONUS TRACKS:] 13) A Simple Game (Justin Hayward vocal mix); 14) The Best Way To Travel (Additional Vocal Mix); 15) Visions Of Paradise (Instrumental Version);

16) What I Am Doing Here? (Original version); 17) The Word (Mellotron Mix);

18) Om (Extended version); 19) Dr. Livingstone I Presume; 20) Thinking Is The Best Way To Travel; 21) A Simple Game (1968 single).

La negativa fama adquirida por los Moody Blues como grupo que repetía siempre lo mismo que había demostrado en Days Of Future Passed no está infundada pero al mismo tiempo no es nada justa, pues si bien podremos comprobar en los siguientes discos cómo la estructura es la misma y hay canciones que recuerdan a otras del citado LP, lo cierto es que en sus primeros años no fue óbice para que ofrecieran una gran cantidad de pop-rock melódico del mejor nivel. Y aquí nos ofrecen una buena demostración.

 

Así pues, justo en el inicio de este nuevo álbum podemos encontrar el ejemplo más obvio de lo que acabo de comentar: en primer lugar, otro recital poético de Edge (‘Departure’), que al menos con un sonido de fondo queda hasta bien, no como en la posterior ‘The Word’ donde tenemos que sufrirlo a solas; a continuación, un rítmico pop con etéreos coros y un gran solo de guitarra, rayano en lo psicodélico y compuesto por Lodge, que denota inspiración directa en ‘Peak Hour’ (‘Ride My See-Saw’); y luego otro tema de sabor navideño compuesto por Thomas al estilo de ‘Another Morning’, aquí llamado ‘Dr. Livingstone, I Presume’ y que suena algo más rockero en los bonus tracks. Nadie puede encontrar nada que denote una imitación o copia directa de las canciones precedentes, es como si hubieran salido de la misma horma pero con acabados muy diferentes. Pero la cosa no acaba aquí, puesto que justo a continuación encontramos un tema de percusión pausada al estilo de ‘The Sun Set’ (‘House Of Four Doors’), que sin embargo hacia la mitad se transforma en una pieza de Barroco con un solo de mellotron (o quizá sea una flauta) y un posterior solo de clavecín para volver a retomar la sección vocal. Más adelante encontramos un reprise innecesario de esta canción, pues ya no aporta nada nuevo.

 

El lirismo de Hayward vuelve a aparecer en sus composiciones ‘Voices In The Sky’ y ‘The Actor’. La primera con otro estribillo para mayor honra de los que disfrutan con la modulación de su voz, y ‘The Actor’ en clave más folk aunque sin olvidar la ornamentación de mellotron y flauta que realza este tema que es algo más discreto. Aunque es en su tercera composición (coescrita junto a Thomas) ‘Visions Of Paradise’ donde nos dejan más bien indiferentes, si bien es loable que aún así no pierdan su visión melódica. En ella también aparecen sonidos hindúes que son apenas perceptibles pero que en la prescindible versión instrumental de los bonus tracks pueden apreciarse mejor, si es que alguien estuviera interesado.

 

Una de las mejores canciones de este disco es el homenaje a Thimoty Leary, el gurú del LSD en los sesenta, mediante la composición multiparte de Thomas ‘Legend Of A Mind’, la cual presenta grandísimas melodías, tanto las que aparecen de entrada como las de su épico estribillo. La parte central de este tema es instrumental y sirve para que Pinder se luzca con el mellotron interpretando una melodía de carácter oriental. También hay que destacar el posterior crescendo instrumental que da paso al retorno de los coros. Y es que Pinder demuestra que su aportación es un elemento clave del sonido del grupo en estos años, aunque su tediosa ‘Om’ sea una rayada pseudo-hindú que por su título ya da a entender el propósito trascendental que pretende conseguir y que se queda por el camino. No se entiende que además nos metan una versión extendida en los bonus tracks. Espero que tampoco sea de él la idea de meter esos irritantes silbidos de flauta que aparecen en la segunda mitad de ‘The Best Way To Travel’, que pierde de esa manera buena parte de su encanto.

 

Además de lo ya citado, en los bonus tracks encontramos algunas canciones que vale la pena escuchar, como son el single ‘A Simple Game’ (cara B de ‘Ride My See-Saw’), de potente estribillo y que agradará a los devotos de Hayward, y la misteriosa ‘What Am I Doing Here’, que años después sería recuperada para su álbum de pre-retorno Caught Live +5.

ON THE THRESHOLD OF A DREAM

Año de publicación: 1969 

Puntuación:

1) In The Beginning; 2) Lovely To See You; 3) Dear Diary; 4) Send Me No Wine;

5) To Share Our Love; 6) So Deep Within You; 7) Never Comes The Day; 8) Lazy Day;

9) Are You Sitting Comfortably?; 10) The Dream; 11) Have You Heard (part 1);

12) The Voyage; 13) Have You Heard (part 2).

La fórmula de pop-rock melódico con toques orquestales (o más bien de mellotron) y retazos progresivos sigue su curso, con cada miembro dando rienda suelta a su creatividad e intereses pero sin perder esa visión común. La clave en el acierto o no de sus composiciones parece estar en ese conjunto de estrofa-puente-estribillo, donde el grupo suele destacar en al menos una de ellas para elevar un tema por encima de lo convencional. De hecho, cuando esto no lo consigue es cuando nos quedamos con temas como ‘Never Comes The Day’, que son agradables sin más pero que no captan la atención y se olvidan fácilmente. Por si fuera poco, esta canción fue elegida como single (!) y fracasó estrepitosamente, como no podía ser de otra manera.

 

Edge sigue con su inquebrantable tradición de recitar su poesía al inicio del álbum, en este caso de manera teatralizada tanto en ‘In The Beginning’ como para finalizar en cierta manera mediante ‘The Dream’, ambas envueltas en unas cacofonías sonoras que no ayudan nada a tolerar algo tan antimusical como una recitación poética vulgar. Pero ‘The Dream’ no es realmente el final en sí, puesto que ese honor le corresponde en esta ocasión a una algo pretenciosa suite de Pinder de tres partes que comprende en primer y último lugar una delicada balada llamada ‘Have You Heard’ y en medio una pieza instrumental llamada ‘The Voyage’ que naufraga hasta casi la mitad de su duración y donde lo único destacado es la melodía principal tocada por el piano a partir de los 2:50.

 

La composición de Thomas ‘Dear Diary’ tiene un aire misterioso al que la voz modificada de su autor, donde lo mejor es el puente (“They don't know what they're playing”). También es el puente lo que salva su otra composición propia, ‘Lazy Days’, que empacha un poco con tanto “Ahhh, ahh” pero donde la parte en la cual canta “Today's heaven-sent and you're feeling content” la salva de la mediocridad. Aunque Thomas también participa en la colaboración Hayward/Thomas ‘Are You Sitting Comfortably?’, lo mejor del álbum porque en ella conjugan grandes melodías e instrumentación primorosa, además de ofrecernos otra de esas interpretaciones vocales mágicas de Hayward. Es una canción tranquila y relajada que evoca épocas medievales y fluye con naturalidad. No muy atrás se queda ‘So Deep Within You’, distinguible por las entradas instrumentales del mellotron en cada final de estrofa y por su memorable puente: “Your love's a never-ending dream”.

 

‘Send Me No Wine’ posee ciertos aires country que no pegan nada bien con esta banda. Parece que Lodge quería emular el cambio de The Byrds y probar fortuna con el country-rock que comenzaba a emerger, iniciado un año antes por el álbum de aquéllos Sweetheart Of The Rodeo, y continuado después en este mismo año 1969 por el que quizá sea el mejor álbum de country-rock de la historia: The Gilded Palace Of Sin, de los Flying Burrito Brothers.

 

Por otro lado, a ‘To Share Our Love’ lo único que le falla es el escaso estribillo, porque por lo demás presenta un juego de voces excepcional en el mejor estilo de los Moody Blues. Algo similar le ocurre a ‘Lovely To See You’, donde la repetitiva guitarra no está a la altura de lo que esperamos de Hayward con su instrumento. Y es que la falta de una mayor cantidad de momentos perdurables es lo que convierte este álbum en uno de los más flojos de su primera etapa y de los siete seguidos que realizaron con esta estructura similar.

TO OUR CHILDREN'S CHILDREN'S CHILDREN

Año de publicación: 1969 

Puntuación:

1) Higher And Higher; 2) Eyes Of A Child I; 3) Floating; 4) Eyes Of A Child II;

5) I Never Thought I'd Live To Be A Hundred; 6) Beyond; 7) Out And In;

8) Gypsy (Of a Strange and Distant Time); 9) Eternity Road; 10) Candle Of Life;

11) Sun Is Still Shining; 12) I Never Thought I'd Live To Be A Million;

13) Watching And Waiting.

Los Moody Blues crearon su propia discográfica (Threshold, rememorando el álbum anterior) y la mejor manera de estrenarla fue grabando el mejor disco de su carrera. No es que vayamos a encontrar nada novedoso en esta ocasión (todo lo que podían ofrecer ya había sido hecho en ese momento), pero la vasta cantidad de melodías memorables que pueblan el disco lo convierten en el mejor acierto para cualquiera que quiera poseer un ejemplo de lo que representaba la banda en su mejor época. Quizá lo más novedoso sea encontrar no solo una, sino dos buenas composiciones del batería Graeme Edge: la dinámica y fiera ‘Higher And Higher’ (con uno de los solos de guitarra más cañeros de Hayward) y el instrumental ‘Beyond’, que es del estilo de lo que podría esperarse de grupos similares como Aphrodite's Child. No es que esperáramos algo demasiado original del batería, ya es bastante que haya mejorado inesperadamente.

 

Sin que sirva de precedente, la canción más floja (o para este disco digamos discreta) se corresponde con la composición de Pinder ‘Sun Is Still Shining’, que no está mal pero se echa en falta algún momento con gancho. Hay otra canción de Pinder (compuesta junto a Lodge) llamada ‘Out And In’ que parece que no va a cambiar en nada hasta que llega ese gancho melódico que esperamos en los Moody Blues nada menos que en el final de lo que parece el puente (“I've said my peace and I'll leave it all up to you”).

 

Todavía encontramos ecos de Days Of Future Passed, como no podía ser de otra manera. Así, el Ray Thomas de ‘Another Morning’ vuelve aquí en ‘Floating’, con otra rítmica composición de melodías agradables e instrumentación gentil, que sirve de grato contraste para el poderoso retorno de ‘Eyes Of A Child’. Esta canción compuesta por Lodge está dividida en dos partes completamente diferentes: mientras la primera se mantiene en un estilo pastoral, coral y tranquilo muy típico de los Moody Blues, la segunda parte se transforma en una explosión rítmica de psicodelia melódica con unos memorables coros que cantan unas cíclicas armonías de fondo durante todo su desarrollo. Es de lo mejor del disco junto a tres descomunales canciones que llegan consecutivamente y que se inician con las épicas ‘Gypsy’ y ‘Eternity Road’. La primera, compuesta y cantada por Justin Hayward, se inicia de forma majestuosa y tiene una interpretación vocal de esas que transportan a tiempos lejanos y desconocidos como dice la letra. Inolvidable ese breve estribillo donde tras los impetuosos coros oímos a Justin cantar “Left without a hope of coming home”. ‘Eternity Road’, al estar compuesta por Thomas, puede parecer más tranquila como parece indicar su comienzo pausado. Pero en cuanto llega el inolvidable y elaborado estribillo (“Travelling Eternity Road”) se imprime una gran fuerza al tema, además de ofrecernos uno de los pocos solos de guitarra de Hayward, que en su simplicidad y con el único propósito de transcribir la melodía principal, consigue otro magnífico momento de disfrute para el oyente. Pasando a la tercera canción en cuestión, decir que la bellísima melodía que inicia ‘Candle Of Life’ tiene ciertos ecos a lo que escucharíamos unos años después con algo más de ritmo en el disco Oxygene de Jean Michel Jarre, concretamente en su cuarta parte. Las estrofas principales están cantadas con una delicadeza y melodía insuperables, que contrastan bastante con el estribillo más potente aunque de mensaje demasiado simplón (“So love everybody / And make them your friend”). No es que las letras de los Moody Blues sean importantes, de todas maneras. Lo importante y destacables son esos detalles que introducen como la magnífica parte de piano que antecede el estribillo.

 

Para los fans de la voz de Hayward tenemos la bella balada acústica ‘I Never Thought I'd Live To Be A Hundred’, muy breve aunque menos que su continuación ‘I Never Thought I'd Live To Be A Million’, la cual apenas se percibe con sus treinta segundos de duración. No obstante, el tema más memorable cantado por Hayward es la final ‘Watching And Waiting’, curiosamente extraída como single de presentación del álbum puesto que tiene un ritmo quizá demasiado lento hasta que llega su gran estribillo: “'Cause here, there's lots of room for doing / The things you've always been denied”. Destacar también el gran trabajo de Pinder con el mellotron, potenciando la voz de su compañero y otorgando solemnidad a la canción.

 

En resumen, un disco a la altura de Days Of Future Passed, lo cual quiere decir que recoge lo mejor que podían ofrecer los Moody Blues como grupo, con la ventaja sobre aquél que aquí no debemos soportar pasajes orquestales insulsos, lo cual convierte inmediatamente a éste en el mejor disco de su carrera.

1) Question; 2) How Is It (We Are Here); 3) And The Tide Rushes In;

4) Don't You Feel Small; 5) Tortoise And The Hare; 6) It's Up To You;

7) Minstrel's Song; 8) Dawning Is The Day; 9)Melancholy Man; 10) The Balance.

Puntuación:

Año de publicación: 1970 

A QUESTION OF BALANCE

A estas alturas, ya no encontraremos nada esencial que nos sorprende de este grupo. Realmente la valoración mayor o menor de cada uno de estos discos de la primera etapa dependerá de cómo a un@ las melodías le impregnen más o menos, puesto que algunas son bastante directas pero otras tardan en posarse. No encontramos mayores novedades aquí, si acaso un sonido algo menos orquestal (algo que buscaban para mejorar la reproducción del sonido en directo) y la novedad de que el álbum no comienza con una composición del batería Edge, precisamente ahora que tenía inspirada su creatividad. En esta ocasión le toca el honor a Hayward y la dinámica ‘Question’, poseedora de dos secciones bien diferenciadas y alternadas: la primera y principal con un ritmo de los más rápidos que podamos encontrar en los Moody Blues; la segunda sección lenta y contemplativa, dirigida a los fans de las baladas de Hayward.

 

Lo que no puede ser este disco es más democrático, pues las cinco grandísimas canciones que encontramos están compuestas una por cada uno de los miembros de la banda. Siguiendo el orden, Pinder aparece primero con ‘How Is It (We Are Here)’, de inquietante ritmo y con una melodía de teclado de fondo todavía más perturbadora. Lo mejor es sin duda la sección instrumental que aparece a partir del 1:30, con una fiera guitarra y el mismo aterrador teclado de acompañamiento. A continuación llega la solemne ‘And The Tide Rushes In’, compuesta y cantada por Thomas, que si hubiera dejado ese rol a Hayward probablemente tendríamos una de las más grandes baladas del grupo. Solo hay que imaginar a este último cantando esos “I should lay” de final de estrofa. El acierto de Edge se llama ‘Don't You Feel Small’, en el cual incluso se atreve a cantar pero susurrando tras los coros de sus compañeros, algo de lo que podría prescindirse sin problemas, aunque cuando llega su memorable puente (“Look at progress, then count the cost”) le perdonamos tamaño atrevimiento. Atrevido también parece Lodge en su canción de psicodelia infantil (al estilo británico) ‘Tortoise And The Hare’, al repetir los coros de ‘Ride My See-Saw’ y en cierta manera el coro final del estribillo de ‘Doctor, Doctor’ de The Who (ya sé que esto es demasiado rebuscado, pero cierto es) cuando alarga la palabra mind en la frase final “The final line in his mind”. Hayward le regala otro gran solo de guitarra, aunque lo mejor se lo reserva éste para su propia composición ‘It's Up To You’, poseedora de una gran melodía inicial que la hace destacar todavía más respecto a las otras canciones. La parte vocal es también excepcional (aunque escuchar al principio ese “I love youuuuu” la verdad que resulta algo desconsolador) y lo que parece el segundo estribillo (“If they knew...”) es una maravilla de las que esperamos de Hayward.

 

El resto de canciones ya sabe a poco tras escuchar algo así tan seguido, aunque tanto ‘Minstrel's Song’ (con su jovial estribillo) como ‘Dawning Is The Day’ valen la pena por proveernos de más cuidadas melodías vocales, si bien la segunda roza por momentos la categoría de música placentera para abuelos. Y justo para el final, ‘Melancholy Man’ suena a más de lo mismo y ‘The Balance’ es la inevitable poesía de Edge (por si alguien pensaba que se iba a escapar) junto a una explosión melódica compuesta por Thomas para que nadie le dé a la tecla de stop antes de tiempo. Pero en conjunto no deja de ser un magnífico álbum y uno de los mejores de su carrera.

1) Procession; 2) The Story In Your Eyes; 3) Our Guessing Game; 4) Emily's Song;

5) After You Came; 6) One More Time To Live; 7) Nice To Be Here;

8) You Can Never Go Home; 9) My Song.

Puntuación:

Año de publicación: 1971 

EVERY GOOD BOY DESERVES FAVOUR

Añadir una nueva introducción a un disco de los Moody Blues es tarea harto ardua cuando las únicas novedades que pueden comentarse son la introducción de algún dispositivo nuevo similar al mellotron o la pretenciosidad conceptual empleada para la ocasión, que realmente no vale la pena discutir. El grupo sigue en su mismo estilo ornamental y melódico, que unido a su todavía bien inspirada creatividad compositiva, sirve para volver a entregarnos una obra de cuidada elaboración.

 

El primer tema aparece compuesto por todos los miembros del grupo, pero ‘Procession’ es un batiburrillo de ideas aleatorias que no han sabido conjuntarse bien, la única válida es el teclado de sonido medieval que suena a partir de los 3:38. Antes nos toca quedarnos perplejos antes sonidos varios, cantos sueltos a cappella, incluso una sección de sitar. Parece que los Moody Blues quisieron hacer su propio Ummagumma en formato mini. Las palabras sueltas que se van escuchando están extraídas del megalómano estribillo de la composición de Lodge ‘One More Time To Live’, que se mantiene pausada hasta que comienza el apabullamiento a base de palabras acabadas en “–ion” y que transmite cierta grandeza por su trabajo vocal. La otra composición de Lodge (‘Emily's Song’) está dedicada a su hija pequeña, por lo que se trata de una gentil canción de agradable melodía apta para todos los públicos.

 

Cambiando de compositor, comprobamos cómo Thomas se enclaustra en sus estilos más peculiares derivados del Days Of Future Passed, o incluso bebiendo de otros temas como en ‘Our Guessing Game’ cuando canta “It leaves me so much to explain”, pues parece que vayamos a escuchar una copia de ‘Starman’ de David Bowie, o incluso de ‘Over The Rainbow’, la canción de la película El Mago de Oz, aunque enseguida cambia de registro en su estribillo potente. Y su otra composición, ‘Nice To Be Here’, no deja de ser una variación de ‘Another Morning’ con más guitarra eléctrica para actualizar el sonido.

 

Edge continúa con su bendición compositiva y aquí aporta una de las canciones más dinámicas y rítmicas, ‘After You Came’, que posee una alternancia vocal y coral de excepcional nivel (se escuchan las voces de casi todos los miembros del grupo) y los suficientes guitarrazos de Hayward para convertir este tema en uno de los destacados del álbum. Aunque el mejor es sin duda ‘The Story In Your Eyes’, de Hayward, que engancha desde su guitarrero inicio y que presenta un ritmo dinámico y un elaborado y memorable estribillo de los que agrada escuchar repetidamente. La otra composición de Hayward es la más convencional del álbum, sin que sirva de precedente, pues ‘You Can Never Go Home’ no deja de ser una balada de lo más normalita con los ingredientes típicos de lo que podríamos asociar a cualquier cantante melódico.

 

Para el final volvemos a tener una pieza “seria” del teclista Pinder, ‘My Song’, con la habitual profusión de mellotron que junto a los coros aporta gran solemnidad a los pasajes instrumentales. Así finaliza este álbum de cuidada factura y buenas melodías, otro más dentro de esta histórica serie de discos que encumbraron el prestigio de la banda con justicia.

1) Lost In A Lost World; 2) New Horizons; 3) For My Lady; 4) Isn't Life Strange;

5) You And Me; 6) The Land Of Make-Believe; 7) When You're A Free Man;

8) I'm Just A Singer (In A Rock And Roll Band).

Puntuación:

Año de publicación: 1972 

SEVENTH SOJOURN

En el último de los álbumes de la línea clásica de la banda, el séptimo como se destaca en el título, encontramos una versión descafeinada de la banda, como si ya no pudieran exprimir más el estilo que los había llevado a un relativo éxito mundial. Que esto no lleve a malentendidos, puesto que tampoco han perdido ese gusto melódico particular que tan buenos frutos había rendido. Pero parece irónico que éste fuera su primer disco número uno en las listas de Estados Unidos, cuando habían entregado mejores y más inspiradas obras.

 

Así, cada componente ofrece más de lo mismo, como si se hubieran propuesto de forma tácita grabar un último disco antes de separar sus caminos de forma caballerosa pero guardándose al mismo tiempo lo mejor de su creación para sus correspondientes proyectos externos. Como siempre, la solemnidad corre a cargo del teclista Pinder, que con su visión universal para los arreglos y la ornamentación instrumental, consigue que ‘Lost In A Lost World’ y ‘When You're A Free Man’ se eleven por encima de la media, aunque vocalmente no pueda competir con sus compañeros. En el polo opuesto se situarían las composiciones de Hayward, las cuales por otro lado apenas varían en tono, pues si bien ‘New Horizons’ es más calmada y ‘The Land Of Make-Believe’ con algo más de ímpetu, ambas tienen éxito en ofrecer una emotiva parte vocal marca de la casa, donde la instrumentación es algo convencional, del estilo de cualquier balada de corte melódico. ¡Qué grandes avances podrían conseguir si tanto Pinder como Hayward unieran sus fuerzas y compensaran los puntos débiles del otro!

 

Aunque dura seis minutos y tiene un tempo bastante lento, ello no fue óbice para que ‘Isn't Life Strange’ fuera elegido como single. De todas formas, el single de éxito (bastante moderado) fue ‘I'm Just A Singer (In A Rock And Roll Band)’, compuesto por Lodge igual que el anterior, con voces corales y un ritmo dinámico pero con menos gancho de lo habitual, puesto que precisamente la parte vocal se hace algo empalagosa. Lo mejor es sin duda su armazón instrumental. Por otro lado, la inspiración de Ray Thomas es mucho más escasa aún, pues su única aportación (‘For My Lady’) suena a reciclaje total de sus composiciones anteriores. También es una lástima que cuando llegamos a una canción dominada por la guitarra como ‘You And Me’, las melodías no son todo lo buenas que debieran y la parte vocal sea bastante discreta.

 

El mejor resumen que puede hacerse llegados a este punto es que la propia banda sería consciente de que ya no podían seguir haciendo más de lo mismo de manera original, ya habían llegado a un punto en el que únicamente podían comenzar a repetirse y la inspiración comenzaba a resentirse, lo que es indicativo de que un descanso y nuevos aires no le iban a venir mal a nadie.

CAUGHT LIVE +5

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

1) Gypsy; 2) The Sunset; 3) Dr Livingstone I Presume; 4) Never Comes The Day;

5) Peak Hour; 6) Tuesday Afternoon; 7) Are You Sitting Comfortably?; 8) The Dream; 9) Have You Heard? (part 1); 10) The Voyage; 11) Have You Heard? (part 2);

12) Nights In White Satin; 13) Legend Of A Mind; 14) Ride My See-Saw;

15) Gimme A Little Somethin'; 16) Please Think About It; 17) Long Summer Days;

18) King And Queen; 19) What Am I Doing Here?.

Quizá con la intención de sondear el mercado de cara a la futura grabación de su disco de retorno (Octave), que saldría editado un año después, se publicó en 1977 este doble LP en directo que recogía también cinco canciones inéditas hasta ese momento, de ahí ese “+5” del título. Siguiendo las directrices marcadas por otros analistas de discos, vale la pena reservar los comentarios de estas canciones de estudio para cuando lleguemos al recopilatorio de rarezas Prelude, que comprende estas cinco más un buen puñado adicional y que vale la pena escuchar, si bien alguna de ellas aparece en los bonus tracks de reediciones modernas de sus álbumes de la época, tal como hemos comprobado anteriormente.

 

Así pues, comenzamos señalando que la parte en directo se corresponde con un concierto en el Royal Albert Hall de diciembre de 1969, justo cuando ya habían publicado el que hemos considerado su mejor disco: To Our Children's Children's Children. Como siempre deben de haber pegas, es una lástima comprobar cómo de este entonces reciente disco solo se incluye ‘Gypsy’, debido a la complejidad de ejecutar en directo los arreglos (solo hay que fijarse en las estridencias de flauta de Thomas, que arruinan un poco el resultado final de ‘Gypsy’), donde en general el peso recae siempre en Pinder y su mellotron. Era de esperar también que a Edge le dejaran su ratito para soltar su poesía y que luego se quedara tranquilito dando golpes a su batería.

 

No obstante, si esperábamos de Pinder que en directo diera rienda suelta a sus ínfulas clásicas cual magnificente Jon Lord (Deep Purple), lo cierto es que el momento más adecuado para ello, que era en la parte central (‘The Voyage’) de su tríptico ‘Have You Heard?’, queda únicamente como una recreación orquestal con el mellotron sin mayor entusiasmo y con pocos elementos de interés, si acaso la parte final que coge algo más de brío. En general no están nada mal las interpretaciones, pues cada miembro del grupo es cuando menos cumplidor con su cometido, y salvo la excepción de ‘Never Comes The Day’, donde no está muy conseguida la parte vocal porque suenan a muchas voces juntas pero poco acopladas y conjuntadas, el resto puede escucharse con agrado.

 

Las mejores interpretaciones son aquéllas en las cuales consiguen un sonido instrumental compacto rayano en lo progresivo. Así, en ‘Are You Sitting Comfortably?’ los delicados pasajes sonoros son bien llevados por el teclado (e incluso la flauta) para que Hayward demuestre que la asombrosa modulación de su voz también es transferible a un concierto en directo. También ‘Ride My See-Saw’ deslumbra por su acertada traslación al directo (sorprende el inicio mediante una prominente percusión donde parece que vayamos a escuchar un canto tribal), con un armazón instrumental ligeramente diferente pero igual de efectivo, además de clavar las voces en perfecta sintonía, aunque los gallos de Thomas del final podrían haberse rebajado un poco. No podía faltar la imprescindible ‘Nights In White Satin’, una pieza también que llama la atención para comprobar cómo queda el crescendo de su parte instrumental central durante su ejecución en directo. Y lo consiguen con buen resultado. Así como también en la parte final de ‘Legend Of A Mind’, que requería de una fuerza adicional y una buena conjunción vocal, y que logran conseguir para mayor deleite de la audiencia.

 

Así pues, con una colección de éxitos de los Moody Blues en su momento álgido, bien seleccionados y ejecutados, nadie puede salir decepcionado salvo en el aspecto creativo de aportar novedades excitantes. No obstante, queda más como un documento de su sonido en directo que como un disco necesario en su discografía. Tampoco es que haya mucho más para ver de la época, si acaso la grabación en vídeo que podemos contemplar de su actuación en el festival de la Isla de Wight de 1970, que también aseguran un agradable visionado.

1) Steppin' In A Slide Zone; 2) Under Moonshine; 3) Had To Fall In Love;

4) I'll Be Level With You; 5) Driftwood; 6) Top Rank Suite; 7) I'm Your Man;

8) Survival; 9) One Step Into The Light; 10) The Day We Meet Again.

Puntuación:

Año de publicación: 1978 

OCTAVE

Para un grupo que había estado publicando un disco con periodicidad anual, cuando no dos, un paréntesis de seis años era una eternidad. Los proyectos en solitario habían comenzado y en este retorno estaba por ver el grado de compromiso que tendría cada uno de los miembros de la formación, que no da la sensación de que sea mucho. Por si fuera poco, tras la grabación del álbum y antes de salir de gira, Pinder abandonaría a sus compañeros y nunca más volvería a formar parte de los Moody Blues. Bueno, quizá le echaron y acordaron no contarlo así, puesto que su última composición, ‘One Step Into The Light’, es de un mal gusto notable porque canta él mismo y parece querer emular a los cantantes melódicos de baladas, feneciendo en el intento porque su técnica vocal es muy limitada. Quizá el resto de la banda le dijo: “Mira, Mike, para hacer esta basura mejor te largas y te dedicas a otra cosa que no sea la música”; pues eso es lo que precisamente hizo. Su relevo fue nada menos que el suizo Patrick Moraz, quien ya había sustituido al insustituible Rick Wakeman en Yes en 1974. La diferencia entre Pinder y Moraz es evidente: lo de Pinder era el mellotrón y Moraz era más de sintetizadores.

 

Así, en ‘Under Moonshine’ emplean arreglos orquestales reales, como si tampoco tuvieran confianza en lo que pudiera provenir del mellotrón y mucho menos de los sintetizadores. Tampoco es que hubieran mejorado lo que es una discreta balada de Thomas. En el polo opuesto, la grandeza de enérgicos y épicos temas anteriores como ‘Gypsy’ la encontramos aquí en ‘I'll Be Level With You’, la cual engancha desde sus acordes iniciales y luego va fluyendo entre secciones más rápidas y otras más contemplativas, añadiendo notables armonías corales por el camino. La coda instrumental con un gran solo de guitarra y a continuación un algo pomposo final de teclado de corte sinfónico, redondea el resultado final. Para algunos les puede resultar demasiado comercial, pero su gancho es innegable. Sorprende que sea una composición del batería Edge, la única aportación suya.

 

Hayward no está en buena forma y su aportación al álbum no es nada halagüeña. Las baladas ‘Had To Fall In Love’ y ‘Driftwood’ aburren hasta a las ovejas, aunque no llegan a caer tan bajo como la composición de Thomas ‘I'm Your Man’, quien parece querer emular a los cantantes más mediocres del festival de San Remo. En ‘Top Rank Suite’ se anima un poco más pero el tono es muy distendido para tomarlo como una propuesta seria. El único momento en que recobramos algo del gran Hayward que una vez conocimos es en ‘The Day We Meet Again’, pues por fin se escuchan bellas melodías bajo su calidad voz, seguidas de un solo de guitarra sencillo pero muy emotivo. Solo tiene un defecto, y es que se alarga demasiado por culpa de una coda demasiado invariable.

 

Por lo que respecta a Lodge, resulta curioso que sus dos composiciones (‘Steppin' In A Slide Zone’ y ‘Survival’) tengan ambas dos largas introducciones en las que no sabemos bien si está sonando el disco o algo se ha bloqueado. En ‘Survival’ parece que estemos escuchando, según en qué momento, a The Byrds, Love (los versos “It wouldn't be much tho' / It wouldn't be anything you didn't know” están cantados igual que lo haría Arthur Lee) o a los propios Moody Blues. Lo peor es su estribillo demasiado simplón, aunque es un buen tema. En ‘Steppin' In A Slide Zone’, más de un minuto debe transcurrir para que, tras un comienzo de inquietud, entre una animada parte que recuerda a otro de sus temas, ‘Tortoise And The Hare’ de A Question Of Balance.

 

En resumen, estamos ante un irregular retorno de calidad inferior a todo lo que hicieron desde Days Of Future Passed. Lo cierto es que The Moody Blues había sufrido una metamorfosis porque más que un grupo musical se comenzaba a transformar en un negocio, de ahí que su discografía decaiga a partir de ahora y queden como un vestigio de otra época con sueldo fijo en Las Vegas. Así pues, estamos ante el principio del fin. A partir de este momento, todavía encontraremos alguna canción memorable a la altura de la leyenda de la banda, pero todo rodeado de la mediocridad más absoluta. Solo hay que echar un vistazo a este disco y pensar que a partir de ahora, como máximo, podrán igualar el resultado obtenido aquí. Que nadie diga que no se le avisó.

1) The Voice; 2) Talking Out Of Turn; 3) Gemini Dream; 4) In My World; 5) Meanwhile; 6) 22,000 Days; 7) Nervous; 8) Painted Smile; 9) Reflective Smile;

10) Veteran Cosmic Rocker.

Puntuación:

Año de publicación: 1981 

LONG DISTANCE VOYAGER

Con Moraz como teclista ya instalado y consolidado en la banda tras la gira de Octave, sus sintetizadores se convertirán en un elemento principal del sonido de The Moody Blues. Seguramente habían echado una ojeada a su entorno y habían observado que quienes empleaban los sintetizadores para crear música comercial se estaban forrando de manera fácil y rápida, así que no podían perder la ocasión de apuntarse al chollo. Lo que salva a este disco es que todavía quedan trazas de talento en las composiciones y eso hace que algunas canciones sobresalgan aunque el medio empleado no sea en ocasiones el adecuado. Todavía no estaban acabados, pero enfilaban ya la cuesta abajo.

 

El primer single elegido para promocionar el álbum fue ‘Gemini Dream’, que además representa muy bien la vulgarización a la que había sucumbido The Moody Blues. No es una mala canción y tiene un ritmo ágil y entretenido dentro de su ordinariez, pero el exceso de sintetizadores ahoga la parte vocal, que además se hace algo empalagosa al abusar del doblado de voces. Por suerte, hay algunos ejemplos de buen gusto que al menos salvan el disco de haber sido algo peor. Así, ‘In My World’ se antoja algo excesiva por superar los siete minutos de duración, pero denota una cuidada elaboración y construcción donde los instrumentos van elevando el tono paulatinamente en una suerte de crescendo. Lo mejor sin duda es la parte final, donde podemos disfrutar de un sencillo pero agradable solo de guitarra de Hayward, compositor también de este tema. Éste aporta una de cal y otra de arena, puesto que justo a continuación llega otra de sus composiciones, ‘Meanwhile’, donde se rebaja a una vulgaridad excesiva al intentar imitarse a sí mismo sin gracia alguna.

 

En cualquier caso, es Hayward el autor del único tema que merece el estatus de clásico en este álbum: ‘The Voice’. El sintetizador se vuelve épico y se engrandece con los punteos de guitarra, mientras que la parte vocal es ultramelódica y cada estrofa se remata con los memorables versos “Oh, won't you tell me again? / Oh, can you feel it?”. El estribillo es menos resultón, pero el resto de la canción es de primer nivel para los cánones de la banda. Su coda es pura magia y un ejemplo de que, cuando se emplean con gusto y mesura, los sintetizadores pueden crear momentos únicos como cualquier otro instrumento. Otro tema destacado es el aguerrido '22,000 Days', con otra gran parte vocal donde las voces transitan entre partes más potentes y otras más etéreas, pero recuperando esa fortaleza melódica que poseían. Lo peor es el solo de sintetizador, donde Moraz rememora sus peores momentos con Yes. Menos mal que Hayward mete su guitarra por medio y consigue salvar la situación. Está compuesta por Graeme Edge, quien demuestra que escribía pocas canciones pero cuando se ponía a ello podía rivalizar con sus compañeros.

 

Es inevitable encontrar temas de relleno donde los instrumentos suenan estériles, típico error de los ochenta (‘Talking Out Of Turn’), o baladas edulcoradas fáciles de ejecutar (‘Nervous’), pero lo peor llega en la recta final, donde Thomas aporta tres temas que forman en conjunto una minisuite sin interés. En primer lugar, ‘Painted Smile’ representa el intento de imitar el estilo de un musical de Broadway, rematado con un sintetizador que suena a organillo de feria. Luego, ‘Reflective Smile’ es una breve parte narrada que desemboca en la animada ‘Veteran Cosmic Rockers’, donde pretenden sonar divertidos pero únicamente conseguirán divertir a sus seguidores más fieles.

 

Con este álbum sorprendentemente alcanzaron el número uno de ventas en Estados Unidos y Canadá, por lo que Norteamérica se colocaba como destino preferencial de la banda y además les confirmaba su idea de que estaban en el buen camino con su transformación en una banda de pop-rock de sintetizadores. Pero ya se sabe, las modas pasan y también su efecto distorsionador, por lo que ha quedado como un producto de su época para la posteridad y poco más. Pero bueno, quedémonos al menos con sus momentos acertados y sobre todo con la gloriosa ‘The Voice’.

1) Blue World; 2) Meet Me Halfway; 3) Sitting At The Wheel; 4) Going Nowhere;

5) Hole In The World; 6) Under My Feet; 7) It's Cold Outside Of Your Heart;

8) Running Water; 9) I Am; 10) Sorry.

Puntuación:

Año de publicación: 1983 

THE PRESENT

Visto el éxito de ventas de Long Distance Voyager, era más que evidente que The Moody Blues continuarían en la misma senda para su nuevo disco, pero ya no tendrían la misma suerte comercial. Lo que para 1981 todavía podía sonar como una novedad, en 1983 ya era el pan de cada día, pues infinidad de nombres afloraban con la generalización de los sintetizadores (Depeche Mode, Eurythmics, Yazoo… la lista puede ser muy extensa).

 

Nada nuevo encontramos, pues el inicio con ‘Blue World’ se basa en un ritmo programado a base de sintetizadores que lo dejan totalmente anticuado (¿la exagerada flauta será de Thomas o también sintetizada?). Aun así, crea un clima inquietante pero animado que la convierte en uno de los temas destacados de este álbum, que ya es decir. Mejor sensación todavía deja en su comienzo la siguiente ‘Meet Me Halfway’, colaboración entre Hayward y Lodge, que parece una delicada balada a la que le han colado un ritmo ágil para hacerla más amena, aunque son precisamente ese ritmo y los adornos instrumentales los que le dan el toque especial. La balada tiene unas estrofas muy agradables, aunque luego se van haciendo más pesadas por no avanzar ya mucho más en su desarrollo melódico.

 

Después de estos dos primeros temas, lo que queda después es en general otra demostración de la vulgaridad a la que habían tristemente llegado los Moody Blues. Podemos encontrar una excepción, pues como es costumbre, el baterista Edge llega al rescate y aporta en esta ocasión una épica balada que, sin ser tampoco una gran composición, presenta buenos juegos de voces y un inspirado intermedio instrumental donde hasta Moraz parece darle sentido a sus sintetizadores. De lo que queda después, como mucho puede llegar al nivel de aceptable, como ‘Hole In The World’, un inofensivo instrumental que podría parecer del Mike Oldfield más mediocre. En realidad sirve de introducción del olvidable pop relajado de ‘Under My Feet’, ambas compuestas por Lodge.

 

La recta final del disco es flojísima, pues se trata de dos mediocres baladas de Hayward y, las dos últimas canciones, son composiciones de Thomas que suenan a repetición de lo mismo, con el agravante de que en ‘Sorry’ parece que pretenda hacer un himno para la banda, pero queda realmente como un himno a la vulgaridad y el mal gusto. Una desafortunada manera de finalizar el que era hasta la fecha el peor álbum de The Moody Blues, un producto de su época que con el tiempo pierde mucho y donde no se veía nada claro que se pudiera cambiar en el futuro mientras Moraz y sus sintetizadores siguieran teniendo un rol prominente.

1) Your Wildest Dreams; 2) Talkin' Talkin'; 3) Rock'n'Roll Over You;

4) I Just Don't Care; 5) Running Out Of Love; 6) The Other Side Of Life;

7) The Spirit; 8) Slings And Arrows; 9) It May Be A Fire.

Puntuación:

Año de publicación: 1986 

THE OTHER SIDE OF LIFE

Las ventas del anterior disco habían bajado considerablemente respecto a lo que –inmerecidamente– habían conseguido desde su retorno mediante Octave, así que llegó el momento que le llega a toda empresa privada que se precie y que haya bajado sus ventas: ¡tienen que rodar cabezas! El cabeza de turco fue el bueno de Ray Thomas, cuyas composiciones habían caído cualitativamente y cuya flauta no era ya un elemento diferenciador del sonido de la banda. Al teclista Moraz se le seguía viendo como un miembro imprescindible para que los Moody Blues sonaran modernos y súper-guays con sus sintetizadores, tal como era la norma en los ochenta (como si la ceguera de Ensayo sobre la ceguera de José Saramago se hubiera extendido en lo musical y nadie viera más allá de los teclados). Para intentar remontar el vuelo, se hicieron también con los servicios del reputado productor Tony Visconti, quien tampoco demuestra conocer los nuevos tiempos ni recordar los antiguos. Así, los líderes indiscutibles son ya Hayward y Lodge, quienes además escriben todos los temas menos uno, algunos de ellos en pareja.

 

Nada ha cambiado musicalmente y ‘Your Wildest Dreams’ nos vuelve a ofrecer para comenzar otra degustación de sintetizadores, aunque en esta ocasión la parte vocal está muy elaborada y presenta agradables melodías y algunos coros celestiales que recuerdan a los mejores Moody Blues. Y es que los sintetizadores son el elemento clave, tal como ya ha quedado bastante claro en lo que llevamos de análisis. En ese sentido, ‘Talkin' Talkin'’ parece una broma porque podrían pasar por los Erasure o cualquier otro conjunto de techno-pop jovial de los ochenta. Que el título de ‘Rock'n'Roll Over You’ no nos haga pensar en que echan la vista atrás, porque las melodías de sintetizador vuelven a ser prominentes y el estribillo repetitivo y a dos voces recuerdan en este caso a vulgaridades como Modern Talking.

 

Por supuesto, para los Moody Blues siempre hay hueco para alguna balada pastelera (‘I Just Don't Care’), pero menuda casualidad es que, teniendo a Tony Visconti como productor, en ‘Running Out Of Love’ copien el ritmo de ‘Get It On’ de T. Rex, cuando Visconti fue también productor de buena parte de la discografía de este grupo. Por lo demás, es una balada de medio tempo que pasa sin mayor pena ni gloria. La canción que da título al álbum vuelve a tener una melódica y agradable parte vocal, por lo que una producción menos artificial podría haber obtenido un resultado muchísimo mejor, sin duda. De esta manera, no deja impronta una vez se ha acabado.

 

Como ya se dijo, solo hay un tema no compuesto por Hayward y/o Lodge. Es el caso de ‘The Spirit’, cuyos autores son Edge y Moraz, y que no es más que un animado tema pop que proporciona algo de diversidad rítmica al álbum. La final ‘It May Be A Fire’ no deja de ser un intento de acabar el disco con una especie de himno cantable pero que no puede llegar a esa categoría porque el estribillo resulta bastante ordinario. Menos mal que llega Hayward para meter el que quizá sea el único solo de guitarra que transmite algo de todo el álbum. Y es que ese es el mayor problema que encontramos aquí, la falta de expresividad emocional debida a una producción que complementa las voces con sonidos artificiales que no permiten conseguir más de lo que hay. Qué malos son los excesos tecnológicos en la música…

1) Fly Me High; 2) I Really Haven't Got The Time; 3) Leave This Man Alone;

4) Love And Beauty; 5) Cities; 6) A Simple Game; 7) Gimme A Little Somethin';

8) Please Think About It; 9) Long Summer Days; 10) King And Queen;

11) What Am I Doing Here?; 12) Late Lament.

Puntuación:

Año de publicación: 1987 

PRELUDE

Esta recopilación recoge rarezas de la etapa gloriosa de los Moody Blues, esto es, desde 1967 a 1972. Cinco de esos temas (del 7º al 11º) ya venían incluidos como apéndice en el directo Caught Live +5, pero en su momento se dejaron sin comentar para hacerlo en este momento. Las dos canciones marcadas en gris sí que se comentaron brevemente por venir incluidas como bonus tracks en la reedición de In Search Of The Lost Chord. En cualquier caso, una de las mayores curiosidades de este álbum es poder escuchar los primeros singles de la banda tras la llegada de Hayward y Lodge en 1967, justo antes de la grabación de Days Of Future Passed, que son exactamente los cinco primeros.

 

Estos cinco primeros temas demuestran que la llegada de los dos nuevos y determinantes miembros no significaron un inmediato cambio radical respecto de lo que habían estado haciendo con Denny Laine, sino que fue producto de una gradual aunque rápida evolución. Incluso Lodge mantiene un papel secundario porque todavía no se estrenaba como compositor y su bajo tampoco destaca. El estrambótico boogie a varias voces de ‘I Really Haven't Got The Time’ y la más pasable ‘Leave This Man Alone’ mantienen de alguna manera la conexión con el R&B del que era su pasado inmediato. En ‘Fly Me High’ parecen beber más del folk, aunque el intermedio coral ya daba pistas de la motivación más artística y creativa de su autor, Hayward, de quien también escuchamos la que sería cara B de ‘Nights In White Satin’, el pop barroco con clavecín de ‘Cities’. También en un pop coral más enfocado a lo que sería su futuro inmediato transcurre ‘Love And Beauty’, este compuesto por Pinder.

 

El resto de temas es en general incluso mejor, salvo la inofensiva ‘Long Summer Days’. De Mike Pinder es también la sobria ‘Please Think About It’, de elaborada estructura que puede pasar desapercibida, cuando es lo más notable de ella. ‘King And Queen’ es otra memorable pieza épica escrita por Hayward y la única composición que encontraremos de Lodge es el agradable folk-pop coral de ‘Gimme A Little Somethin'’. Lo que no se entiende es la inclusión de ‘Late Lament’, que no es otra cosa que la segunda parte del poema de Days Of Future Passed.

 

Así pues, estamos ante una curiosa y recomendable recopilación de rarezas de los Moody Blues, ideal para quienes conocen ya su producción de los setenta porque les aportará aires nuevos. También sirve de respiro ante los aciagos discos que habían publicado en los ochenta y en los que, por desgracia, todavía no habían tocado fondo. Pero bueno, mientras tanto disfrutemos de esta remesa de canciones antiguas repletas de viveza e inspiración.

1) I Know You're Out There Somewhere; 2) Want To Be With You;

3) River Of Endless Love; 4) No More Lies; 5) Here Comes The Weekend;

6) Vintage Wine; 7) Breaking Point; 8) Miracle; 9) Love Is On The Run; 10) Deep.

Puntuación:

Año de publicación: 1988 

SUR LA MER

Si en The Other Side Of Life se había relegado a Ray Thomas a una posición secundaria poniendo solamente la voz y tocando algún rato la pandereta, para este nuevo disco directamente se le excluyó de la grabación, aunque todavía puede leerse en el libreto su nombre como miembro de la banda. De todas maneras, que Thomas interviniera en la grabación o no es totalmente irrelevante en la práctica, porque seguimos en los ochenta y sigue Moraz en la banda, lo que significa que los sintetizadores vuelven a ser los protagonistas a nuestro pesar. Aunque lo peor no es eso, sino que el nivel compositivo llega a niveles ínfimos que sobrepasan sobradamente la barrera que separa el mal gusto del bueno. Por consiguiente, los mayores culpables son Hayward y Lodge, compositores exclusivos de todo el contenido.

 

La única canción de este álbum que puede escucharse más de una vez con moderado agrado es ‘I Know You're Out There Somewhere’. No es más que la típica canción romántica de los ochenta de ritmo animado, de edulcorado estribillo con suficiente gancho como para hacernos recordarla después. Lo que no se entiende bien es por qué dura casi siete malditos minutos cuando lo único destacable es su estribillo, que ya es bastante si atendemos al lamentable nivel general de este álbum. Cuando ni siquiera el estribillo puede superar la barrera de lo agradable, tenemos una tediosa balada como ‘Want To Be With You’, sobrecargada de sintetizadores para variar, o la más acústica ‘Vintage Wine’. Y es que la guitarra acústica parecía completamente olvidada para los Moody Blues en esta década tecnológica, pero vuelven a rescatarla para marcar a ratos un entretenido ritmo en ‘Here Comes The Weekend’, tema incluso con aceptable parte vocal pero que irremisiblemente cae masacrada por el exceso de sintetizadores.

 

De un disco tan inhumano (en todas las acepciones que pueda tener el término) no vale la pena detenerse a comentar nada particular de las canciones, porque en general es todo muy lamentable. Que vaya preparado y que no haya acabado de comer quien se disponga a escuchar atrocidades como por ejemplo ‘River Of Endless Love’ o ‘Miracle’, que son de una artificialidad insultante. Bueno, a quien le gusten los Modern Talking, podrá tolerar y hasta disfrutar de un atentado al buen gusto como es ‘Breaking Point’, donde además cometen la osadía de añadir al principio una parte solemne y ultralenta para crearnos falsas expectativas de escuchar un himno moderno de la banda. De la final ‘Deep’ podría rescatarse un solo de guitarra con algo de sentimiento que se escucha pasados los cuatro minutos, pero no es suficiente recompensa para un tema que dura casi siete minutos.

 

Mi consejo: evitad este álbum a toda costa. Hoy en día no lo venderían ni en las gasolineras. Eso sí, muchas de las canciones podrían competir por una buena posición en el festival de Eurovisión.

1) Say It With Love; 2) Bless The Wings (That Bring You Back); 3) Is This Heaven?;

4) Say What You Mean (parts 1 & 2); 5) Lean On Me (Tonight); 6) Hope And Pray;

7) Shadows On The Wall; 8) Once Is Enough; 9) Celtic Sonant; 10) Magic;

11) Never Blame The Rainbows For The Rain.

Puntuación:

Año de publicación: 1991 

KEYS OF THE KINGDOM

Tras el desastroso resultado de Sur La Mer, tocaba depurar responsabilidades nuevamente. Así que, como el bueno de Ray Thomas no podía ser el culpable, traigámoslo de vuelta a la banda. El malo ahora no podía ser otro que el batería Graeme Edge, por lo que solo participa en tres canciones y el resto es sustituido por otro baterista o incluso por batería programada, no se sabe cuál de esas opciones le resultaría más humillante. Una vez comenzadas las sesiones de grabación, despedirían también a Moraz, no sin que deje su indeleble huella en tres temas. Como no lo sustituyeron, la decisión fue lo más acertado que hicieron o más bien cabría decir que lo único acertado, porque el nivel compositivo vuelve a ser ínfimo y la producción lamentable, nuevamente basada en el abuso de la tecnología de estudio. El álbum parece grabado a tramos, puesto que hasta tres productores diferentes se emplearon por separado, uno de ellos el gran Tony Visconti, que es productor pero no mago para poder mejorar nada.

 

La horrible percusión programada que acompaña ‘Say It With Love’ ya nos da una panorámica de lo que vamos a encontrar aquí. Música artificial que no transmite nada salvo, en el mejor de los casos, indiferencia. Además, es todo tan previsible que escucharemos varias e inevitables baladas edulcoradas (‘Bless The Wings (That Bring You Back)’, ‘Lean On Me (Tonight)’, ‘Shadows On The Wall’). Por si fuera poco, en las dos partes de ‘Say What You Mean’ lo único que demuestran es que se habían quedado peligrosamente estancados en el tecno-pop bailable de los ochenta, lo cual es infinitamente peor que haberse quedado estacando en los setenta.

 

La vuelta de Thomas a la composición nos deja por un lado el grandilocuente y pretencioso himno ‘Celtic Sonant’, que parecería destinado a ser cantado por Pavarotti pero que de todas maneras hubiera resultado igual de aburrido. También participa como coautor junto a Hayward en la canción final ‘Never Blame The Rainbows For The Rain’, la única que podría salvarse de la quema general aunque tampoco merecería aparecer en ningún recopilatorio. Es otra balada más, con la única diferencia de que la instrumentación se ha cuidado un poco y el estribillo al menos suena aceptable gracias a los coros que hacen el contrapunto. Que sea esta la mejor canción ya dice bastante del nivel global de este lamentable álbum, que será el último de estudio en ocho años.

2018

A NIGHT AT RED ROCKS

Año de publicación: 1993 

Puntuación:

CD I: 1) Overture; 2) Late Lament; 3) Tuesday Afternoon (Forever Afternoon);

4) For My Lady; 5) Bless The Wings (That Bring You Back); 6) Emily's Song;

7) New Horizons; 8) Lean On Me (Tonight); 9) Voices In The Sky; 10) Lovely To See You; 11) Gemini Dream; 12) I Know You're Out There Somewhere; 13) The Voice.

 

CD II: 1) Say It With Love; 2) The Story In Your Eyes; 3) Your Wildest Dreams; 4) Isn't Life Strange; 5) The Other Side Of Life; 6) I'm Just A Singer (In A Rock'n'Roll Band);

7) Nights In White Satin; 8) Legend Of A Mind; 9) Question; 10) Ride My See-Saw.

2018

Para conmemorar los veinticinco años transcurridos desde que se publicara Days Of Future Passed, los Moody Blues organizaron este concierto acaecido en septiembre de 1992, nada menos que en un anfiteatro al aire libre en el evocador parque de Red Rocks en Denver. Por si fuera poco, se hacen acompañar de una orquesta sinfónica, por lo que parecía todo una combinación ideal de cara a rememorar su álbum más recordado. Pero, un momento, ¡si miramos el repertorio no hay apenas nada de él! ¿solo dos canciones y el poema? Muy poco bagaje para lo que se supone que era el motivo del concierto. Además, hay muchas canciones de sus discos de los ochenta, por lo que las perspectivas optimistas comienzan a bajar. Cuando descubrimos que necesitan además cantantes de coro acompañando, dos teclistas y un batería extra, nos damos cuenta de que la realidad es que estamos ante una banda en horas bajas no solo en el estudio, sino también en directo. Tampoco es que en directo hubieran sido una sensación en su época álgida, pero al menos se bastaban ellos solos y el mellotrón de Pinder.

 

La obertura orquestal que inicia el concierto deja bastante indiferente y no es hasta su parte final que resulta reconocible, al interpretar el preludio que antecedía la segunda lectura del poema en Days Of Future Passed. Es precisamente en los temas de este álbum donde podemos comprobar que la banda ha empeorado con el paso del tiempo. En ‘Tuesday Afternoon’ y ‘Nights In White Satin’ se constata que la voz de Justin Hayward ha perdido muchas cualidades porque ya no puede llegar a los registros más altos de sus años más jóvenes. Si no fuera por los coros, todo un clásico como ‘Nights In White Satin’ quedaría enfangado por una voz demasiado pequeña para la grandeza de la composición. El acompañamiento orquestal embellece también algunos temas como ‘Emily's Song’, ‘Voices In The Sky’ o la mítica ‘Legend Of A Mind’, motivo por el que ya no hace falta el mellotrón. Eso sí, con el intermedio instrumental de ‘Legend Of A Mind’ se explayan demasiado sin añadir nada interesante a cambio. Paradójicamente, uno de los mejores momentos es cuando se despojan de orquesta y se lanzan al animado rock de ‘The Story In Your Eyes’, pues Hayward no debe forzar mucho su voz y para enfatizar su memorable estribillo ya están las chicas del coro, verdaderas salvadoras del concierto.

 

Lo peor son sin duda los temas de los ochenta y noventa, que ni siquiera se revitalizan en su interpretación en directo, sino que más bien ratifican todavía más la endeblez compositiva que los sustenta. Se salva de esta quema ‘The Voice’, que si bien su parte instrumental suena más estéril, sus melodías vocales son excepcionales y aquí salen reforzadas por los cantantes de acompañamiento. A Graeme Edge no se le puede negar lo valiente que es, puesto que siendo un batería tan limitado técnicamente se lanza sin problemas a tocar un bochornoso solo para iniciar ‘I'm Just A Singer (In A Rock'n'Roll Band)’ y, como si fuera la estrella de la noche, otro vergonzoso aunque más breve solo de batería para comenzar también el último de los temas interpretados, un descafeinado ‘Ride My See-Saw’ que suena ligeramente más acelerado pero demasiado modernizado y estandarizado para transmitir el entusiasmo del original.

 

La edición original del álbum contenía solo quince canciones, quedando fuera algunas de las más conseguidas como ‘Voices In The Sky’ o ‘Legend Of A Mind’, así que igual de innecesario resulta escuchar ambas versiones, porque nada puede atraer la atención del oyente salvo la curiosidad de escuchar cómo suenan unos Moody Blues avejentados. Y menos mal que en el escenario aprovechan las ayudas externas, porque sin orquesta y sin coros extra el resultado podría haber sido un verdadero desastre. Podemos quedarnos satisfechos con que se pueda escuchar más o menos con agrado.

STRANGE TIMES

Año de publicación: 1999 

Puntuación:

1) English Sunset; 2) Haunted; 3) Sooner Or Later (Walkin' On Air);

4) Wherever You Are; 5) Foolish Love; 6) Love Don't Come Easy;

7) All That Is Real Is You; 8) Strange Times; 9) Words You Say; 10) My Little Lovely; 11) Forever Now; 12) The One; 13) The Swallow; 14) Nothing Changes.

¿Qué podían ofrecer los Moody Blues en los coletazos finales del siglo XX? La respuesta parece obvia: nada. Con la edad se estaban volviendo más calmados y melancólicos y eso se refleja en la amplia colección de canciones lentas que casi monopolizan este nuevo álbum. Para no parecer un producto anacrónico, en muchos casos el único recurso al que se aferran es a una producción que da cabida a ritmos programados o a música orquestal ordinaria. Quizá asistieron a la metamorfosis de una banda tradicionalmente basada en instrumentos de rock como Texas, quienes en 1997 cambiaron de imagen poniendo a su cantante como único reclamo mientras que en la música suprimieron cualquier atisbo de guitarra, bajo o batería, sustituyéndolos por producción artificial de estudio y arrasando en ventas con su álbum y con canciones vulgares como ‘Say What You Want’. Todo un ejemplo de socavar la dignidad artística por el afán de éxito y dinero. Aquí, The Moody Blues hacen algo parecido en la canción que da título al álbum.

 

En cualquier caso, el comienzo mediante ‘English Sunset’ no muestra tampoco cambios respecto a lo que habían hecho en los años anteriores, pues se mantienen los ritmos artificiales y la guitarra insensible. Bueno, la percusión programada y rápida del inicio recuerda a lo que hacían grupos electrónicos como Prodigy en esa época, pero para una balada no queda nada bien acelerarla de esa manera. Quizá lo hicieron al final de todo, cuando se dieron cuenta de que este álbum era prácticamente un disco de baladas y así hacían pasar por un tema pop lo que era otra canción lenta más del saco. Hay otras baladas que ahuyentan nada más comenzar. ‘Haunted’ es una de ellas, puesto que sus recurrentes “doo, doo, doo, doo” es de lo más cursi que podían haber elegido y el resto es edulcorante puro y duro. Está compuesta por Hayward, por lo que quizá Lodge pensó que podía escribir algo igual de empalagoso y así se autopromociona como intérprete de canciones de amor en ‘Words You Say’, apoyada en una base orquestal tipo banda sonora estándar y con momentos matadores como cuando repite hasta cuatro veces seguidas el verso “I don't want to wake up now”. Se avisa que puede provocar náuseas profundas.

 

Tampoco es que el resto mejore mucho, aunque al menos no llegan al nivel ínfimo y vulgarizado de las últimas canciones citadas. Por tanto, podemos seguir aburriéndonos hasta la extenuación con letargos como ‘All That Is Real Is You’, ‘Wherever You Are’ o ‘Forever Now’. Se agradecen los pocos momentos animados que encontramos, como la agradable ‘Sooner Or Later (Walkin' On Air)’ o la coral ‘The One’, esta última con algunos guitarrazos para que no olvidemos que los Moody Blues eran un grupo de rock al fin y al cabo.

 

El pobre de Ray Thomas, que lo tenían proscrito, tiene al menos la decencia de mirar hacia atrás y aportar una composición en ese estilo sencillo, alegre y amigable que tenía en los setenta y aporta uno de los escasos temas que pueden escucharse repetidamente con agrado: el folk melódico de ‘My Little Lovely’. Este tema, junto a la maravilla de ‘The Swallow’, es lo único salvable para la posteridad. Compuesta por Hayward, ‘The Swallow’ presenta un fenomenal inicio inspirado en la música barroca, hasta que llega su parte vocal ultramelódica que engancha desde el inicio con una letra existencial sencilla (“Time goes by / Seems like the blink of an eye”) pero muy efectiva, que nos transporta hacia un extraordinario estribillo que hace renacer la grandeza vocal de esta banda. Lo que no se entiende son los dos minutos instrumentales últimos, donde nos quedamos esperando todo el tiempo a que aparezca un gran solo de guitarra de Hayward pero apenas escuchamos punteos sueltos y algo de guitarra acústica, por lo que el ritmo se acaba volviendo demasiado repetitivo. Una lástima que no hubieran reducido drásticamente esa parte final, pero quedémonos con el resto del tema porque está a la altura de sus mejores composiciones.

 

El batería Edge aporta la última canción, ‘Nothing Changes’, lastrada por su manía de querer volver a recitar, ya que en el último minuto se transforma en una épica pieza con un notable solo de guitarra, como si quisieran demostrar en el descuento que, en el fondo, seguían siendo los mismos tal como dice la letra. Tampoco podemos hacernos ilusiones, porque en definitiva Strange Times mantiene el mismo tono que han ofrecido desde su retorno en 1978. El talento asoma en ocasiones, demasiado contadas para poder facturar obras relevantes como en sus mejores años. Este álbum es el último en el que participará Ray Thomas y también el último de estudio propiamente dicho, ya que el último de verdad es el simple disco navideño December, tal como veremos.

DECEMBER

Año de publicación: 2003 

Puntuación:

1) Don't Need A Reindeer; 2) December Snow; 3) In The Quiet Of Christmas Morning (Bach 147); 4) On This Christmas Day; 5) Happy Xmas (War Is Over);

6) A Winter's Tale; 7) The Spirit Of Christmas; 8) Yes I Believe;

9) When A Child Is Born; 10) White Christmas; 11) In The Bleak Midwinter. 

No parecía una buena idea que, con Ray Thomas definitivamente fuera de la banda, se publicara este álbum de canciones navideñas bajo el nombre de The Moody Blues, más si cabe cuando la mitad del contenido son versiones de composiciones ajenas. Con la edad que tenían, les llegó ese momento en que quieren grabar un álbum que puedan escuchar sus nietos, aunque sea solamente el día de Navidad y para que el abuelo se quede contento. Hasta Italia se trasladaron para grabarlo, como si pretendieran impregnarse del estilo lírico del Festival de San Remo.

 

En un disco de estas características, el interés que suscita a alguien que no sea fan acérrim@ de la banda es prácticamente nulo. Como en todo recital navideño que se precie, no podía faltar la interpretación del clásico compuesto por Irving Berlin ‘White Christmas’, aquí en su acepción más empalagosa porque doblar la voz y añadir batería no parecen buenas ideas para una canción tan clásica que triunfó por su sencillez. Como vemos, en ‘In The Quiet Of Christmas Morning’ emplean el manido recurso de aprovechar una conocida melodía de Bach para darle notoriedad a lo que, de otra manera, sería una olvidable tonada navideña. La canción navideña que compuso John Lennon (bueno, y Yoko Ono también, si nos atenemos a los créditos) ‘Happy Xmas (War Is Over)’ no era tampoco nada especial en origen, pero al menos se le da aquí un buen tratamiento que mantiene su nivel de agrado.

 

Así pues, las versiones son predecibles y olvidables, situación que no cambia para las composiciones originales propias. De todas ellas, podría salvarse únicamente la balada ‘Yes I Believe’, por su elaborado estribillo, y ‘Don't Need A Reindeer’ por sonar entretenida, pero ambas son insustanciales composiciones al estilo de lo que habían estado haciendo los últimos veinte años. El resto, pues mejor sería obviarlo directamente. En aburridas baladas adultas como ‘December Snow’ o ‘The Spirit Of Christmas’, la navidad parece únicamente una excusa con la que escribir una letra que no sean los típicos versos de canciones de amor.

 

A fecha de 2017, es el último álbum de estudio que han grabado y no parece que vaya a haber ninguno más, aunque los tres miembros que quedan en los Moody Blues (Hayward, Lodge y Edge) han seguido realizando giras y actuaciones. Visto el declive creativo en el que cayeron hace tiempo, vale la pena que sigan así y que no malgasten más tiempo en los estudios de grabación. Su importante aportación a la música ya ha quedado para la posteridad y con eso es suficiente.

VÍDEOS

HALL OF FAME

Año de publicación: 2000

Después de haber quedado encasillados como grupo nostálgico residente en Las Vegas, era buena idea que volvieran a su país natal para grabar este concierto en el ilustre Royal Albert Hall de Londres, acompañados de una orquesta, coros y músicos adicionales. En la práctica, no es más que una repetición reducida de A Night At Red Rocks pero incluyendo temas del que era el álbum más reciente, Strange Times. De hecho, los últimos cinco temas interpretados en ambos son exactamente los mismos.

 

Lo peor del concierto son sin duda los temas más recientes, pues resulta chocante que se interprete justo lo peor de Strange Times. Como compensación, escuchamos la voz de Hayward en mucha mejor forma que en A Night At Red Rocks, por lo que nada más comenzar con ‘Tuesday Afternoon’, ya demuestra que sigue siendo el gran cantante que siempre había sido y que lo de Denver fue un mal día. En cambio, al pobre de Ray Thomas se le ve en un estado desmejorado, en un segundo plano, tocando la pandereta y haciendo algunos coros superficiales, con cara de no saber qué pinta ahí. Por si fuera poco, cuando toca la flauta lo hace al mismo tiempo que la orquesta, por lo que su sonido queda ahogado por los violines y en algunos momentos no sabemos si incluso estará tocando de verdad. Menos mal que en ‘Nights In White Satin’ sí que cumple con la flauta y luego en ‘Legend Of A Mind’ canta como en sus buenos tiempos y ya nos tranquiliza. Graeme Edge necesita un segundo batería, pero al menos se le ve feliz aporreando a su manera.

 

Ya que estamos nombrando a todos los miembros de los Moody Blues, nos queda Lodge, a quien se le nota que lo que le van son los gestos y las poses. En una canción tan simplona como ‘English Sunset’ hace movimientos con el bajo como si estuviera tocando algo especial cuando en realidad son las mismas simples notas todo el tiempo. Dado lo sencillas que son las partes de bajo que toca, es ridículo que se comporte como Pete Townshend. Más descarado resulta en ‘Your Wildest Dreams’, pues sale tocando un bajo de doble mástil al que no se le da utilidad alguna en una mera balada adulta como esta, simplemente por el gusto de enseñarlo. Pero bueno, que cada uno haga lo que quiera encima del escenario mientras las interpretaciones sean buenas, que es lo importante. Y aquí más o menos salen airosos, pues solo fallan en la selección del repertorio respecto a los temas más recientes.

LIVE AT MONTREUX 1991

Año de publicación: 2005

Si alguien recuerda el capítulo de Los Simpsons (pero de los buenos, los de las primeras temporadas) donde Homer lleva a Flanders a Las Vegas y por ahí se encuentran a los Moody Blues, puede hacerse una idea de lo que era un concierto del grupo por esa época, en este caso en el prestigioso Festival de Jazz de Montreux. Lo que no se entiende es por qué fueron invitados a tocar allí, sobre todo porque se habían convertido en una mera atracción musical sin apenas resquicios de virtuosismo. Pero es un indicador de que el citado festival se abrió a todo tipo de estilos. Respecto al repertorio interpretado, no puede ser menos atrayente porque buena parte del contenido son canciones de los ochenta y también del álbum que habían publicado en ese año, el infame Keys Of The Kingdom. Así pues, un concierto destinado exclusivamente para fans recalcitrantes porque, para el resto, muestra las mismas limitaciones de siempre del grupo en directo.

THRESHOLD OF A DREAM: LIVE AT THE ISLE OF WIGHT FESTIVAL 1970

Año de publicación: 2009

El director Murray Lerner es uno de los afortunados directores que pudo grabar en festivales musicales, concretamente en el Festival Folk de Newport y más adelante en el de la Isla de Wight de 1970. De este último festival su trabajo vio la luz muchos años después, pudiendo disfrutar íntegramente de la descomunal actuación de The Who o de la vibrante de Leonard Cohen. Aquí se recoge la actuación de los Moody Blues con el añadido inicial de algunas entrevistas recientes realizadas para la ocasión por sus miembros, excepto Ray Thomas, donde podemos ver a Pinder enseñando un poco del uso del mellotrón. También resultan curiosas las imágenes que aparecen de sus inicios, con un desquiciado Denny Laine ejerciendo de líder y un imponente Thomas que al principio se dedicaba a tocar la armónica en vez de la flauta.

 

En directo podemos comprobar que estos chicos no eran los Hollies a la hora de aunar las voces; en ‘Gypsy’, los agudos de Lodge son demasiado exagerados y no parece que sea un problema puntual si atendemos a las actuaciones en directo que pueden encontrarse hoy en día en la red. En las entrevistas iniciales, Hayward asegura que no sabía que se habían conservado imágenes de aquel concierto y parece que el director Lerner tampoco, puesto que de la interpretación de ‘Never Comes The Day’ tampoco debieron quedar muchas y se apaña de forma chapucera mostrando fragmentos cortos de otros momentos de manera que intente pasar por las imágenes reales. En ese sentido, 'Sunset' le viene ideal porque aprovechando su letra nos muestra imágenes del sol que hacía ese día y del público, ni una sola imagen de los Moody Blues. Por cierto, que la penosa interpretación de 'Sunset' es sin duda lo peor del concierto, aunque escuchando el repertorio en general nos dejan claro que en el estudio eran infinitamente mejores, por mucho que Pinder sea uno de los músicos que mejor partido ha sacado al melotrón. En definitiva, el concierto puede verse más como una curiosidad que como algo relevante en la carrera del grupo, ya que no aporta nada especial respecto a lo que puede encontrarse en los discos de estudio.

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