top of page

JONI MITCHELL

SONG TO A SEAGULL

Año de publicación: 1968 

Puntuación:

1) I Had A King; 2) Michael From Mountains; 3) Night In The City; 4) Marcie;

5) Nathan La Franeer; 6) Sisotowbell Lane; 7) The Dawntreader;

8) The Pirate Of Penance; 9) Song To A Seagull; 10) Cactus Tree.

Esta prestigiosa cantautora canadiense comenzó su carrera artística desde lo más bajo. Lejos de casa, empezó a ganarse la vida tocando en la calle y, con suerte, en pequeños clubs de Canadá. Finalmente tomó la providencial decisión de probar suerte en Estados Unidos, donde siguió vagando de ciudad en ciudad sin tener suerte hasta que llegó a Los Ángeles y un impresionado David Crosby la vio actuar en un club. Esa especial manera de interpretar unas composiciones propias que no acaban de ser folk ni pop quedó reflejada en este primer álbum, producido por su descubridor Crosby. Así, los ingredientes de este disco son, casi en exclusiva, la singular voz de Joni y su guitarra o piano, según la ocasión.

 

Esta aparente monotonía sonora es engañosa y nos obliga a prestar especial atención a la música, puesto que al mismo tiempo muchas de las canciones no presentan la típica estructura de estrofa-estribillo habitual. Sutileza es la palabra clave para entender este álbum y buena parte de la carrera de Joni Mitchell. Las letras poseen una riqueza visual envidiable, evocadoras de tiempos o lugares lejanos, siempre en un tono más bien sombrío o cuando menos nostálgico. Uno de esos temas que desconciertan las primeras veces es ‘Nathan La Franeer’, no solo por ese sonido distorsionado que se cruza hacia la mitad (maldito Crosby en la producción), sino principalmente porque no hay una melodía evidente, la voz de Mitchell fluye como si fuera el caudal de un río, con una naturalidad y una cadencia que embelesan. Otros ejemplos de ese estilo tan confuso en la primera impresión son ‘The Dawntreader’ o la canción que da título al álbum.

 

‘Michael From Mountains’ posee una de las melodías más reconocibles de todo el álbum, además de un inicio vocal de estrofa inmejorable, que unidas a la maravillosa guitarra decadente le confieren un carácter de misterio y mística inigualables. Otros temas que enganchan desde su inicio son ‘Marcie’ y la final ‘Cactus Tree’. En esta última incluso recuerda un poco a Simon & Garfunkel cuando le doblan la voz en los segmentos más animados (“There's a man who's climbed a mountain / And he's calling out her name”), no solo por la duplicidad vocal sino también porque recuerda a la entonación de las estrofas principales de ‘Flowers Never Bend With The Rainfall’. Por otro lado, en ‘Night In The City’ parece inspirarse en los cantos tiroleses para su florido estribillo y cuenta con la inestimable ayuda de Stephen Stills en el bajo, quien para entonces ya estaba finiquitando a los Buffalo Springfield y probablemente haciendo planes también junto a Crosby.

 

Hay un par de temas más discretos, ‘Sisotowbell Lane’ y ‘Pirate Of Penance’, pero tampoco desentonan en el álbum. No se le podía exigir mucho más en estos comienzos, porque ya por sí mismo representa un buen debut de lo que era entonces una cantautora prometedora que se muestra aquí sin aditivos ni subterfugios, aunque Crosby no parecía la mejor opción para las tareas de producción. Pero es lo que tienen los comienzos, que un@ ha de tragar con lo que le pongan delante.

1) Tin Angel; 2) Chelsea Morning; 3) I Don't Know Where I Stand;

4) That Song About The Midway; 5) Roses Blue; 6) The Gallery;

7) I Think I Understand; 8) Songs To Aging Children Come;

9) The Fiddle And The Drum; 10) Both Sides, Now.

CLOUDS

Año de publicación: 1969 

Puntuación:

Para este nuevo álbum Joni Mitchell se dejó de bromas y se buscó a un productor hecho y derecho como Paul A. Rothchild, quien recordemos era el de The Doors. No es que se fuera a acompañar de ninguna banda o de músicos de sesión, puesto que la única ayuda externa llega de la mano de Stephen Stills con algo de guitarra acústica o incluso de bajo en algún tema, pero un productor con experiencia y prestigio podría conseguir un mejor resultado para una artista que pretendía evolucionar. Podemos adivinar fácilmente por medio de quién conoció Mitchell a Stills. En cualquier caso, lo que en el LP anterior eran canciones que presentaban una organización musical difusa que muchas veces iban fluyendo sin presentar una estructura concreta, aquí van adoptando formas más asimilables en primer término, con estrofas y estribillos bien identificables. Aunque no siempre es así e igualmente tenemos temas en la estela de Song To A Seagull donde la sutileza de los versos sustituye a los estribillos, como ocurre por ejemplo con ‘That Song About The Midway’, donde la belleza melódica de repetir algunas palabras finales de verso (“wearing wings”, “can you fly”) son ya de un nivel sublime que convierten una aparente canción folk convencional en música celestial. También tenemos el estribillo de ‘I Think I Understand’, que si no prestamos atención nos creeremos que es una estrofa más de la canción.

 

Entre las composiciones más famosas de Mitchell se encuentra la que cierra el álbum, ‘Both Sides, Now’. Es un bello canto al curso de la vida, que va situando a cada persona en diferentes posiciones y circunstancias socioeconómicas, pero donde nunca se debe perder la perspectiva general, además del recorrido vital realizado. Cada persona debe poder elegir su destino y las otras personas que desea tener a su lado, pero en cualquier caso la vida continúa (como decía un título del cineasta Kiarostami) y Joni nos lo hace saber con versos como estos: “But now old friends are acting strange / They shake their heads, they say I've changed / Well something's lost, but something's gained / In living every day”. Todavía más conocida es ‘Chelsea Morning’, un radical cambio en ese momento porque se trata de una canción muy alegre y vitalista, totalmente opuesto a los aires sombríos que sobrevolaban el álbum de debut. Esta canción fue versionada por los primeros y entonces muy pro-americanos Fairport Convention, quienes también lo hicieron con la autobiográfica ‘I Don't Know Where I Stand’, que parece mostrar la desorientación de Joni en sus primeros pasos por Estados Unidos.

 

En ‘The Fiddle And The Drum’ se lanza a cantar a cappella y eso lo convierte en el tema más flojo del disco, puesto que una parte del encanto de Joni Mitchell proviene de las texturas sonoras con las que acompaña sus canciones, no solo la voz. Una pena, porque tiene una letra antibelicista con alusión clara a los Estados Unidos. En el polo opuesto, quizá la única canción con trucos de estudio es la genial ‘Songs To Aging Children Come’, pero decimos esto únicamente porque se escucha su propia voz doblada o haciendo el contrapunto armónico, lo cual crea un efecto especial que nos acomoda a la perfección para trasladarnos al imaginario poético de la artista. Y como todo poeta que se precie, también emplea recursos estilísticos cuando lo necesita, como la anáfora de ‘Roses Blue’ que permite transmitir mejor el estado de agitación moral de la narradora apoyado en una decadente guitarra acústica.

 

En resumen, este disco era la confirmación de que nos encontrábamos ante una fuerza musical emergente, con un estilo singular y un talento destacado para la composición. Además, demuestra una sensibilidad especial y una introspección que al mismo tiempo tienen un carácter universal que justifica la devoción absoluta que le profesan quienes se identifican con esos sentimientos e ideas expresados en la letra, más todavía cuando la interpretación de Joni intensifica la veracidad del mensaje.

LADIES OF THE CANYON

Año de publicación: 1970 

Puntuación:

1) Morning Morgantown; 2) For Free; 3) Conversation; 4) Ladies Of The Canyon;

5) Willy; 6) The Arrangement; 7) Rainy Night House; 8) The Priest; 9) Blue Boy;

10) Big Yellow Taxi; 11) Woodstock; 12) The Circle Game.

En este tercer disco no se ven avances musicales notables, si acaso una mayor apertura emocional que le aporta al álbum una mayor alegría. Da la impresión de que Joni ha asumido y superado las fatalidades de sus primeros años en Estados Unidos y ello le permite hablar sobre otras cosas más alegres como lo bonitas que son las mañanas, los festivales musicales o incluso los aparcamientos. Como si de una especie de pirámide de Maslow se tratara y ya tuviera cubiertas las emociones más introspectivas y desgarradoras, y así pudiera dedicarse al siguiente escalafón contemplativo. Musicalmente todo sigue igual, canciones acústicas repletas de sutiles y brillantes melodías que sorprenden cuando un@ menos se lo espera. Solo hay un par de canciones que suenan más discretas, ‘Conversation’ y ‘The Arrangement’, pero fluyen sin problema junto al resto de temas, que demuestran el innegable talento de Mitchell para la composición.

 

Las delicadas melodías que pueblan ‘For Free’ son realmente toda una delicatessen para el oyente. Lo gracioso es que estamos esperando escuchar el clarinete en cada final de estrofa y éste no llega hasta los últimos treinta segundos, justo cuando ya no se le espera. La misma delicia resulta ser ‘Ladies Of The Canyon’, donde los dos últimos versos de cada estrofa son gloria pura. La mejor parte de piano quizá sea la de ‘Rainy Night House’, que además se destaca en primer plano por tener una genial estructura muy elaborada. En cambio, lo mejor de ‘Morning Morgantown’ es cuando llega su celestial estribillo: “Morning Morgantown / Buy your dreams a dollar down”. También resulta curioso el sonido de piano que se escucha en algunos momentos, sobre todo cuando se repite el estribillo por última vez. Viendo la acogida positiva que tuvo el arrebato de alegría de ‘Chelsea Morning’, aquí nos regala otro tema desenfadado mediante ‘Big Yellow Taxi’, donde incluso se le escapa la risa.

 

Que se hayan destacado aquí unas canciones sobre otras es algo que ciertamente tiende a la subjetividad, puesto que cada persona tendrá unas preferencias sobre otras en función del mayor o menor grado con que le lleguen al subconsciente/consciente. Por ejemplo, ‘Willy’ (supuestamente referida a Nash, puesto que su nombre completo es Graham William) o ‘Blue Boy’ son dos bellas baladas de piano que también podrían estar entre las preferencias de mucha gente. Y es que queda claro que el piano pasa a ser el instrumento principal del álbum, por eso resalta bastante volver a escuchar por fin la guitarra acústica en ‘The Priest’, aportando así una variedad sonora necesaria, además de tener este tema un tono más incisivo en su parte vocal para exponer el carácter dubitativo del cura protagonista. En la amigable canción final, ‘The Circle Game’ también se ayuda de la guitarra y de unos coros para crear una atmósfera de camaradería hippie.

 

El piano eléctrico es el elemento definitorio de ‘Woodstock’, canción cuya génesis viene motivada por la ausencia de Mitchell en el mítico festival por decisión de su manager. Las sensaciones que el festival le produjo tras las imágenes que vio después y lo que le contaron sus amigos músicos, le inspiraron para crear una imaginería poética del evento. Es un tema especial y no para todos los gustos, puesto que esa parte que llega hacia el final donde no se sabe si son gallos o no lo que sale de la voz de Joni, es decisión personal de cada un@. Crosby, Stills, Nash & Young grabarían una famosa versión electrificada que formaría parte también de su álbum Déjà Vu, del mismo año 1970. así como de la película documental del festival.

 

Otro gran disco que demostraba la supremacía de Joni dentro del movimiento de cantautores que emergió a principios de los setenta. Su estilo propio y peculiar, junto a su creatividad y originalidad en la composición y ejecución, le convirtió en todo un ídolo que en el siguiente álbum confirmaría su estatus con una de sus obras maestras.

Llegamos aquí a la culminación de la etapa folk, o acústica-folk, de Joni Mitchell. Bueno, es cierto que unas pocas canciones presentan instrumentos de rock para acompañarla, pero el grueso del álbum y su propósito artístico es el resultado de la evolución de Joni en estos años. Su estilo introspectivo y sus melodías y armonías poco convencionales alcanzan aquí unas cotas de excelencia máximas. La sensibilidad de las letras enfundadas en una música igualmente emotiva, desbordan por su singularidad y su penetración hasta lo más hondo del subconsciente.

 

Como es sabido, el color azul en inglés hace referencia también a la tristeza. Aquí, ese color sobrevuela todo el álbum y ya en la primera canción ‘All I Want’ aparece también el término en la letra. Precisamente, en ‘All I Want’ se reflejan los vaivenes de la vida y sus contradicciones, mediante un ritmo algo más rápido de lo normal pero que encaja a la perfección desde que escuchamos a Joni cantar “Travelling, travelling”. Rítmica es también ‘Carey’, uno de los pocos momentos de una cierta alegría en el álbum. Una de las características principales de este disco es el componente autobiográfico que contiene, quizá todavía más marcado que en los álbumes anteriores, donde el ejemplo más claro lo encontramos en la canción que lo cierra: ‘The Last Time I Saw Richard’. Sus claras referencias a su estancia en Detroit dan veracidad a las amonestaciones de Mitchell, aunque el nombre de Richard es ficticio y supuestamente está referido al que fuera su primer y breve marido, cuando todavía era una errante cantante folk sin destino fijado.

 

Una de las grandezas de Joni Mitchell es que en cualquier momento nos puede regalar una bella melodía, aunque sea de manera sutil como en ‘My Old Man’, pues esos versos donde canta “We don't need no piece of paper / From the city hall / Keeping us tied and true” es pura delicia. Aunque las primeras notas de piano de ‘River’ recuerden las del villancico ‘Dulce Navidad’, su único propósito es ambientar el tema en esas fechas, tal como nos anuncia pronto la letra. Por lo demás, es otro derroche de emoción donde la voz llega a su apoteosis en ese momento en que alarga el verso “I would teach my feet to fly”. Inolvidable.

 

La canción que da título al disco representa la quintaesencia de Joni Mitchell. La sutileza de sus melodías abruma por su genialidad, más si cabe cuando en primer término no llama mucho la atención; una de esas canciones que van creciendo lentamente con cada nueva escucha y que se destapa como una de sus más poéticas composiciones amorosas. Resulta curiosa la preferencia que muestra en ‘California’ por esa tierra en detrimento de Europa, cuando lo habitual es lo contrario para los estadounidenses con inquietudes intelectuales o artísticas. Pero si recordamos que Joni era canadiense y que prefirió vivir en Estados Unidos, entonces lo podemos entender mejor. Mitchell también consigue ese aroma de aparente improvisación espontanea (muy al estilo del primer Dylan) con temas como ‘This Flight Tonight’, aunque llega a meter un efecto de sonido por medio. Por otro lado, ‘A Case Of You’, con su recuerdo a su país natal, es la única canción que podemos catalogar como discreta, quizá porque en comparación con la magnificencia del resto contrasta más.

 

Así pues, estamos ante una obra maestra de la introspección y de las melodías delicadas, con ese toque singular propio de una gran artista como Joni Mitchell, encumbrándose como uno de los principales nombres de los setenta y aunando éxito de ventas y crítica, muy merecidos ambos. Uno de esos discos eternos y perdurables, una demostración valiente de sentimientos ocultos que afloran bajo unas melodías excepcionales y una interpretación vocal emotiva.

1) All I Want; 2) My Old Man; 3) Little Green; 4) Carey; 5) Blue; 6) California;

7) This Flight Tonight; 8) River; 9) A Case Of You; 10) The Last Time I Saw Richard.

Puntuación:

Año de publicación: 1971 

BLUE

FOR THE ROSES

Año de publicación: 1972 

Puntuación:

1) Banquet; 2) Cold Blue Steel And Sweet Fire; 3) Barangrill; 4) Lesson In Survival;

5) Let The Wind Carry Me; 6) For The Roses; 7) See You Sometime; 8) Electricity; 9) You Turn Me On, I'm A Radio; 10) Blonde In The Bleachers;

11) Woman Of Heart And Mind;

12) Judgement Of The Moon And Stars (Ludwig's Tune).

Siguiendo con la evolución tranquila pero firme de Mitchell, mediante este disco se puede decir que comienza la etapa jazz de su carrera, si bien de forma sutil y todavía bajo ese estilo minimalista en general pero donde cada vez más los diferentes elementos que conforman las canciones de Joni van siguiendo parámetros más libres y diversos. Aunque siguen habiendo canciones de piano, como la que justamente inicia el álbum, la participación de músicos externos es cada vez mayor y el sonido sale enriquecido, donde no se escatima en utilizar coros (interpretados por la propia Mitchell) para potenciar algunas de las composiciones.

 

Ecos de jazz afloran claramente en la instrumentación o en la forma de cantar de canciones como ‘Let The Wind Carry Me’ o en la parte central de ‘Judgement Of The Moon And Stars’, donde realiza un alarde técnico al interpretar con su voz la misma serie de notas que los instrumentos de viento. La mayor genialidad la encontraremos en ‘Lesson In Survival’, quizá el mejor ejemplo de esa libertad vocal que lleva a inesperados giros con sensacionales momentos como el escuchado en el verso “Like a double yellow line”. Mediante ‘Cold Blue Steel And Sweet Fire’ parece acercarse tímidamente al blues, aunque la mayor sorpresa es escuchar algo de guitarra eléctrica, tocada además por James Burton, el guitarrista que acompañó a Elvis Presley tras su retorno al mundo de la música a finales de los sesenta.

 

Joni cada vez es más anárquica en la estructura, pero siempre con lugar para los detalles que marcan la calidad excepcional de sus composiciones, sea ese alarido emocional de ‘Banquet’, donde de alguna manera señala la desorientación de alguna gente que busca el sentido egocéntrico de la vida, igual que la vaca de Bertrand Russell (“Some turn to Jesus / And some turn to heroin”); o la sutil entonación de los finales de estrofa en ‘Barangrill’ junto al inteligente empleo de los instrumentos de viento. En ‘Electricity’ emplea con inteligencia la adición de percusión y extra de guitarra acústica, además de unos coros que le dan un toque especial, preludio del magistral álbum que llegaría después. Por otro lado, ‘Blonde In The Bleachers’ parece otra balada más de piano, pero a lo largo de su desarrollo denota una mayor complejidad estructural para la escasa duración que tiene.

 

La delicada voz de Mitchell mantiene el interés en canciones que en manos de otros artistas hubieran naufragado, como ‘For The Roses’ o ‘Woman Of Heart And Mind’. La entonación de los inicios de estrofa de‘See You Sometime’ recuerdan a otra canción anterior de la que no recuerdo el título, pero todo lo demás suena original aunque sea uno de los temas más discretos del álbum, solo iluminado por algo de protagonismo del piano en momentos concretos. Los guiños humorísticos tampoco se pierden, en esta ocasión con ‘You Turn Me On, I'm A Radio’.

 

La creatividad melódica de este disco es menor que la demostrada en Blue, motivo por el cual no compensa la originalidad demostrada en los arreglos. En un día bueno, hasta se le podría elevar la puntuación indicada, pero en cualquier caso es otro gran disco de Joni Mitchell, aunque no sea tan vistoso. Su alta capacidad de aprendizaje le hará mejorar todavía más para el siguiente disco, que será otra obra maestra para la posteridad. Podemos tomar For The Roses como el campo de pruebas para su próxima reafirmación artística.

COURT AND SPARK

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

1) Court And Spark; 2) Help Me; 3) Free Man In Paris; 4) People's Parties;

5) Same Situation; 6) Car On A Hill; 7) Down To You; 8) Just Like This Train;

9) Raised On Robbery; 10) Trouble Child; 11) Twisted.

La adición de más instrumentos y sección rítmica en For The Roses no había comportado ningún trauma para Mitchell. Todo lo contrario, para este nuevo trabajo la instrumentación es desarrollada y aprovechada para sacarle todo el rendimiento posible dentro de esta nueva etapa en su carrera. Con ella misma como única productora (algo que venía haciendo desde Ladies Of The Canyon), supo rodearse de buenos músicos y contar además con la participación puntual de buenos amigos y reputados músicos como Robbie Robertson (The Band), Graham Nash o David Crosby.

 

Es sintomático como reivindicación de la conversión definitiva en una intérprete de jazz que para cerrar el álbum se coloque la versión de una antigua canción de ese estilo, ‘Twisted’, que es lo único discreto de este disco al seguir los parámetros más canónicos del género, aunque quiera saltárselos añadiendo al final las bromas de un dúo humorístico estadounidense de la época. La canción que da título y da comienzo al álbum tampoco parece presentar nada novedoso en su inicio de simple piano acompañando la voz, pero tras la primera estrofa llegan unos memorables acordes de piano que sirven de inicio a una ligera percusión de platillos, dándole ya un toque diferente. Gradualmente va cogiéndose algo de tono hasta llegar a la mejor parte de todas, que es cuando canta “It seemed like he read my mind / He saw me mistrusting him and still acting kind” de una manera muy emotiva.

 

‘Help Me’ hipnotiza desde su inicio, pues las melodías vocales son excepcionales y la sección rítmica crea algunos cambios de ritmo que llegan a su cénit en la entrada de los vientos que antecede cada nueva estrofa. El puente es impresionante y aporta una mayor fuerza todavía al tema, bien finiquitado con los coros femeninos repitiendo “Didn't it feel good”. Toda la música queda redondeada con una letra que habla del temor a enamorarse de una persona de tendencias promiscuas (“And you love your lovin' / But not like you love your freedom”). La perfección con la que se transfunden el sentido de la letra, la interpretación vocal y la instrumentación, es abrumadora. A continuación llega otra canción que  no se queda precisamente atrás, aunque donde triunfa de verdad ‘Free Man In Paris’ es en su extraordinario y elaborado estribillo, complementado con las voces de Nash y Crosby. Destacar que en él también participa José Feliciano tocando la guitarra.

 

La temática de la infidelidad, ya abordada en ‘Help Me’ desde una perspectiva hipotética, en ‘Same Situation’ se transforma en la cruda confesión de una desagradable situación ya experimentada por la protagonista de la letra, sintiéndose como un objeto que merece aprobación o no en función de la circunstancia en que se encuentre el hombre. Nuevamente es el amor lo que distorsiona el enjuiciamiento objetivo hacia las acciones y actitudes de la persona amada, algo que vuelve a aparecer de nuevo en ‘Car On A Hill’, ya que la protagonista intenta en principio autojustificarse la tardanza de tres horas de su amado en recogerla en el coche porque es una persona amistosa; en la siguiente estrofa, ya empieza a reconocer que la relación no tiene la misma chispa que al principio. La finalización de cada estrofa es sublime con los “Climbing, climbing, climbing the hill” y el pasaje instrumental entre estrofas es de lo mejor del disco.

 

También encontraremos temas más sencillos y acústicos que recuerdan a su reciente primera etapa. La guitarra acústica acompaña a Joni en ‘People's Parties’, donde lo mejor es su sección final envolvente, en la que se alcanza el cénit repitiendo la frase “Laughing it all away”. En cambio, es el piano el instrumento principal de ‘Down To You’, si bien luego entran otros instrumentos de viento que crean en conjunto una insigne minisinfonía en su parte central. Por fin la protagonista de la letra ve las cosas más claras porque el amor se ha ido (“Love is gone”) y sabe reconocer que el carácter fluctuante de su expareja (“You're a kind person / You're a cold person too”, “You're a brute, you're an angel”) no era algo inherente a una suerte de naturaleza genética/instintiva difícil de evitar, sino que todo lo que hizo fue realmente por una decisión consciente suya (“It all comes down to you”). La nueva vida que se presenta ante sus ojos puede decirse que se refleja en la siguiente canción, ‘Just Like This Train’, poseedora de otro gran estribillo. Dejando de lado tanto conflicto emocional, el momento distendido y de humor llega con ‘Raised On Robbery’, donde Robbie Robertson aporta un sonido de guitarra distorsionada de extraño timbre para lo que es un rock de sabor clásico pero muy entretenido. No encaja mal con ‘Trouble Child’, que llega a continuación y presenta un ritmo nada convencional que es también lo mejor de la canción.

 

Este magnífico álbum entre el jazz y el folk, aunque más cercano al jazz, merecería una valoración incluso mayor, puesto que posee una gran cantidad de momentos memorables que son de una genialidad apabullante. Se le podrían colocar once estrellas, pero eso no es posible, y tampoco sería justo penalizar a Blue para destacarlo más, así que dejaremos ambos álbumes con la máxima puntuación en la discografía de Joni Mitchell, puesto que tanto mérito tiene alcanzar una expresividad universal con medios básicos (tal cual hizo en Blue) como apoyándose en inteligentes arreglos instrumentales para este disco.

MILES OF AISLES

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

1) You Turn Me On, I'm A Radio; 2) Big Yellow Taxi; 3) Rainy Night House;

4) Woodstock; 5) Cactus Tree; 6) Cold Blue Steel And Sweet Fire;

7) Woman Of Heart And Mind; 8) A Case Of You; 9) Blue; 10) Circle Game;

11) People's Parties; 12) All I Want; 13) Real Good For Free; 14) Both Sides, Now;

15) Carey; 16) The Last Time I Saw Richard; 17) Jericho; 18) Love Or Money.

Tras el éxito de Court And Spark, Joni Mitchell realizó la primera gira de su carrera acompañada de una banda de músicos (los L.A. Express) y de varios de esos conciertos se recopiló este álbum en directo, el primero también de su carrera. Sorprende que solo se interprete un tema de su LP más reciente (‘People's Parties’) porque además es de los pocos temas acústicos y más entroncados con su primera etapa que tenía aquel disco. En cualquier caso, un/a cantautor/a en directo no parece lo más idóneo de escuchar porque a priori su música suele ser demasiado limitada técnicamente para ofrecer algo diferente en directo. En el caso de Mitchell, el panorama cambiaba porque venía de transformarse en una artista de jazz-folk-rock (por ponerle una etiqueta) y el interés por escuchar cómo se desenvolvía en directo era alto.

 

Uno de los alicientes es comprobar el resultado de interpretar temas originalmente acústicos y de arreglos sencillos, ahora con una banda de acompañamiento. ‘Rainy Night House’ es todo un prodigio en ese sentido, pues aparte de que las melodías vocales son de gran calado, los pasajes instrumentales que se insertan son toda una delicia. Justo a continuación, ‘Woodstock’ sorprende todavía más por su enérgico ritmo rockero de entrada, que complementa mucho mejor el sentido de la letra sobre el mítico festival. El piano eléctrico brilla por sí mismo. En otras ocasiones, los arreglos para banda tampoco aportan mucho al resultado final, como ocurre en ‘Both Sides, Now’. Y para sorprendernos todavía más, lo que hace es llevarse al terreno de cantautora temas que ya habían sido grabados con mayor acompañamiento, aunque por ejemplo en la parte final de ‘Cold Blue Steel And Sweet Fire’ aparece una trompeta para adornar el resultado, que tampoco es cuestión de desaprovechar la presencia de los buenos músicos que la acompañaron, algunos de ellos provenientes de las grabaciones de Court And Spark.

 

En cualquier caso, Joni no se olvida de sus inicios y también encontramos un buen puñado de temas interpretados por ella a solas en el escenario, sea con la guitarra acústica (‘All I Want’) o el piano (‘Blue’, ‘Real Good For Free’). Justo al final encontramos dos temas que en ese momento eran inéditos, ya que ‘Jericho’ sería incluido años después en el álbum Don Juan's Reckless Daughter de 1977. La citada ‘Jericho’ es una tranquila balada de las que Joni ha hecho mejores y donde lo único destacable es la parte instrumental, aunque tampoco posea nada que no hayamos visto con anterioridad. ‘Love Or Money’ es más animada, pero también discreta si lo comparamos con muchas de las grandes canciones incluidas.

 

En general, estamos ante un disco agradable (originalmente doble LP) que obviamente no puede sustituir a los álbumes de estudio, pero que nadie se pierda la interpretación de los dos temas destacados porque representan a una artista en su mejor estado de forma. Puede tomarse también como una panorámica de su carrera hasta ese momento.

THE HISSING OF SUMMER LAWNS

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

1) In France They Kiss On Main Street; 2) The Jungle Line; 3) Edith And The Kingpin;

4) Don't Interrupt The Sorrow; 5) Shades Of Scarlett Conquering;

6) The Hissing Of Summer Lawns; 7) The Boho Dance;

8) Harry's House/Centerpiece; 9) Sweet Bird; 10) Shadows And Light.

Como no podía ser de otra manera, el nuevo álbum de Joni Mitchell mantuvo la misma línea de jazz-rock que tan buenos resultados le había dado y donde tan bien se desenvolvía. Los músicos que le acompañan son más o menos los mismos, lo que permite establecer el álbum como la continuación lógica del camino emprendido. Lo único que se echa en falta es que hay menos momentos memorables que en Court And Spark, también debido a que el tono general es algo más recatado en cuanto al armazón instrumental de los temas y con algo de experimentación sonora, aunque todo muy similar en realidad.

 

Nada más comenzar el disco, el estilo y los arreglos de ‘In France They Kiss On Main Street’ remiten directamente a Court And Spark: sección rítmica elaborada y cambiante, toques instrumentales variados, coros aleatorios y esa manera de cantar de Joni que a veces parece que esté recitando pero que no deja de pasar de una melodía a otra, como todo cantante jazz que se precie. De haber tenido un estribillo más elaborado o pegadizo (ese “And we were rolling, rolling, rock 'n' rolling” suena a algo ya visto), hubiera sido otro de sus grandes temas. Como dato curioso, en los coros participan Crosby, Nash y James Taylor. Y bueno, por si a alguien todavía no le quedaba claro si Joni Michell se había dirigido hacia el jazz, su tema ‘Harry's House’ se ve interrumpido hacia la mitad, en una inesperada pero bien ejecutada transformación, para interpretar entre medio una versión de un tema de jazz titulado ‘Centerpiece’.

 

El lado más experimental de Mitchell asoma en ‘The Jungle Line’, pues el acompañamiento instrumental de su voz se basa en una percusión tribal y unos extraños sonidos extraídos del sintetizador Moog, más algo de guitarra acústica casi inapreciable. Lo de percusión tribal no es una simple definición, pues está ejecutada nada menos que por un grupo burundés de percusión. Mayor autenticidad, imposible. También encontramos aires experimentales en esos ecos vocales que complementan el final de algunos versos de ‘Edith And The Kingpin’, tema que bien podría ser un homenaje a Edith Piaf. En ‘Sweet Bird’, lo que sorprende es un aparentemente sencillo acompañamiento de guitarra acústica, eléctrica y piano (sin percusión propiamente dicha), que crea un aura especial sobre todo por la guitarra eléctrica y el piano, que van entrando y saliendo de manera de manera muy precisa para darle un aire singular a lo que, en otro caso, hubiera sido un sencillo tema acústico.

 

Las letras de Joni Mitchell se vuelven más crípticas cada vez, como si en vez de pintarnos un paisaje completo nos dejara simples pinceladas para que nos fijemos en los detalles pero sin ver el conjunto. Aun así, en ‘Shades Of Scarlett Conquering’ sí que asistimos al retrato psicológico de una chica (Scarlett) demasiado altiva e insensible para poder tener una vida social normal, mientras que el cine la mantiene en ese estado al hacerle pensar que ese mundo idealizado y deseado por ella puede existir en la realidad y solo debe esperar a encontrarlo. Más perturbadora resulta ‘The Hissing Of Summer Lawns’, pues trata sobre un hombre ultraposesivo con su mujer, lo cual sumado a la inquietante instrumentación que crea unos aires de desesperación, consigue que nos adentremos en la historia y nos mantenga en vilo hasta conocer si hay un desenlace o Joni querrá resaltar la crudeza de la situación.

 

La final ‘Shadows And Light’ demuestra la importancia del fondo instrumental en esta etapa, puesto que el único acompañamiento de coros y algo de sintetizador queda demasiado escaso para un tema del que se podría haber sacado más provecho. De hecho, presenta una aguda letra sobre la excesiva simplificación de cosas que requieren un análisis más profundo (Critics of all expression / Judges in black and white / Saying it's wrong saying it's right / Compelled by prescribed standards), porque todo tiene su lado bueno y su lado malo, por lo que un diagnóstico certero es aquel que valora ambos lados y llega a lo más significativo. Por ejemplo, está muy bien que aquí en España hubiera un tipo que construyera pantanos, líneas de ferrocarril, que creara un sistema de Seguridad Social… pero si lo ha hecho a base de provocar una guerra y arrasar un país con la ayuda de regímenes fascistas, la evaluación final está claro hacia qué lado se decanta. De hecho, de no haber habido guerra, los pantanos, las líneas de ferrocarril y el sistema de Seguridad Social hubieran llegado antes porque la economía del país no hubiera quedado por los suelos. En cualquier caso, ‘Shadows And Light’ es uno de los pocos temas que suenan más discretos junto a ‘The Boho Dance’, porque todo lo demás presenta suficientes elementos como para escuchar este disco con sumo interés.

 

Para una artista de personalidad tan definida como la de Joni, el único problema es que se pueda olvidar las melodías en detrimento de su personal manera de expresión. Lo que suele ocurrir en esos casos es que se corre el peligro de que la gente neófita en la música de ese artista lo encuentren poco atractivo y huyan por no estar acostumbrados a su forma de cantar. En algo similar incurrirá Mitchell, motivo por el que existe gente que no la puede soportar, pero no todavía porque seguimos en su época dorada.

Poco se puede decir a nivel general de este álbum que no se haya dicho ya en los últimos anteriores, porque se mantiene en la misma línea aunque quizá se vaya acercando un poco más al jazz. Más o menos se mantienen los mismos músicos, con la inmensa suerte para Joni de poder contar en esta ocasión con el entonces joven y esplendoroso bajista Jaco Pastorius, muy determinante en los temas en los que participa. Líricamente volvemos a encontrar nuevas reflexiones de Mitchell sobre la vida en general, incidiendo en las relaciones humanas y también en el desarraigo vital que comporta una vida de continuos viajes y desplazamientos.

 

Una vez acostumbrados al nuevo estilo de Joni después de varios discos, canciones más narrativas que melódicas como ‘Coyote’ entran mejor porque podemos prestar atención al buen armazón acústico que la acompaña, así como a la brillante parte de bajo interpretada por el genial Pastorius, que podría parecer extraída de un sintetizador en vez de por un bajo. Y es que en los temas donde participa este músico el incremento cualitativo es más que evidente. En ‘Hejira’ su instrumento se entrelaza magistralmente con la guitarra acústica de Mitchell. Me queda la curiosidad de saber si lo que se escucha de clarinete en este tema pertenece a alguna pieza de Benny Goodman, a quien se nombra en la letra. Mayor protagonismo de Pastorius encontramos en ‘Refuge Of The Roads’ (canción que trata sobre un gurú espiritual que conoció Joni), puesto que incluso crea algunas delicadas melodías con el bajo. El último de los cuatro temas que cuentan con la inestimable participación de Pastorius es también la más atípica de todo el álbum, pues pocas veces encontraremos composiciones tan incisivas como ‘Black Crow’ en la carrera de Joni Mitchell. Con tan solo guitarra acústica, eléctrica y bajo, se crea un entramado instrumental potente y hasta agresivo en el que la voz de Joni vuelve a dejar destellos de calidad extrayendo ganchos musicales de donde aparentemente no los hay, como en la manera de entonar la palabra “flying”. También aprovecha para seguir introduciendo clarividentes mensajes personales: “In search of love and music my whole life has been / Illumination, corruption and diving, diving, diving”.

 

La única canción marcadamente jazzística y también la menos vistosa de todas es ‘Blue Motel Room’, preludio de lo que sería su siguiente etapa menos interesante por lo previsible, aunque obviamente muy satisfactoria para los amantes del jazz. Aquí vuelve a introducir unos imprevistos coros para darle el toque especial. En cambio, ‘Furry Sings The Blues’ es un homenaje al difícil mundo del músico negro de blues en la primera mitad del siglo XX, puesto que además los nombres que aparecen se refieren a personajes y lugares reales. El tema en sí no suena mucho a blues, sino al mismo estilo general del álbum, e interviene Neil Young tocando la armónica de una manera un tanto disonante.

 

Aunque sea aparentemente de corte acústico, es la guitarra eléctrica de Larry Carlton la que magnifica ‘Amelia’, creando texturas de extrema sensibilidad. Algo similar ocurre en ‘A Strange Boy’, aunque no llega al mismo nivel de excelencia. Lo que precisamente salva a un tema tan largo como ‘Song For Sharon’ del aburrimiento son los detalles instrumentales (o incluso vocales por los inteligentes coros) que se dejan caer. Su letra refleja la contraposición entre las dos formas de entender el amor: como una fidelidad concreta y eterna, o como una forma libre de expresión asociada a las circunstancias.

 

En general, estamos ante un disco complicado de asimilar las primeras veces, pero donde nuevamente los detalles sutiles afloran con cada nueva escucha y convierten este álbum en uno de los destacados de la carrera de Joni Mitchell. Su singular manera de componer y la sabia elección de músicos dan como resultado una música introspectiva y atemporal de hondo calado emocional.

1) Coyote; 2) Amelia; 3) Furry Sings The Blues; 4) A Strange Boy; 5) Hejira;

6) Song For Sharon; 7) Black Crow; 8) Blue Motel Room; 9) Refuge Of The Roads.

Puntuación:

Año de publicación: 1976 

HEJIRA

2018

DON JUAN'S RECKLESS DAUGHTER

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

1) Overture - Cotton Avenue; 2) Talk To Me; 3) Jericho; 4) Paprika Plains;

5) Otis And Marlena; 6) The Tenth World; 7) Dreamland;

8) Don Juan's Reckless Daughter; 9) Off Night Backstreet;

10) The Silky Veils Of Ardor.

2018

El nuevo paso de esta artista que estaba en constante evolución fue grabar uno de sus discos más experimentales. Bueno, originalmente un disco doble aunque su duración total de una hora no daba para dividirlo así. La experimentación ya no es tan solo en la manera de conjuntar instrumentos para crear originales texturas sonoras de corte jazzístico, sino que también se abre a la absorción de influencias de las músicas del mundo para expandir su visión musical. Como siempre, Mitchell sabe rodearse de grandes músicos y, como la ocasión lo merecía, Jaco Pastorius repite y además se trae consigo a casi todos sus compañeros de Weather Report, gran banda de jazz fusión por la que transitaron infinidad de virtuosos músicos, incluido el que sería el batería titular/suplente de Genesis, Chester Thompson.

 

La obertura instrumental que abre el álbum ya exhibe su carácter experimental, a la cual sigue un tema jazz titulado ‘Cotton Avenue’ donde la mayor sorpresa es comprobar cómo con solo tres instrumentos sencillos como guitarra acústica, bajo y batería, se consigue un sonido creativo y novedoso. Sorprende más comprobar que la guitarra la toca la propia Joni y no ningún músico experimentado de jazz, además de que consigue complementarse a la perfección con la batería de Guerin y el reconocible y espectacular trabajo de bajo de Jaco Pastorius. Todavía se superan más en la siguiente ‘Talk To Me’, puesto que ya ni siquiera necesitan batería y Mitchell y Pastorius crean un entramado sonoro excepcional donde el bajo por momentos llega a sonar casi como un instrumento de viento. Eso sí, Joni podría haberse cortado un poco para no imitar a un pollo hacia el final de la letra, la cual parece un nuevo ataque a alguna de las figuras masculinas que pasaron por su vida. Con referencias bíblicas no solo a la antigua ciudad cananea de su título, en ‘Jericho’ se relaja el ritmo para emplear los muros de la ciudad como simbolismo del muro que las personas se pueden crear para aislarse en su yo interior y no mostrar su verdadera personalidad en público. Quién sabe si le daría alguna idea a Roger Waters para su obra megalómana con Pink Floyd, pero curiosamente Joni Mitchell participaría del concierto de The Wall en Berlín tras la caída del Muro.

 

La parte central del álbum baja bastante el gran nivel ofrecido al principio y al final, pero no porque se pueda decir que haya malas canciones, pues por ejemplo ‘Otis And Marlena’ se desarrolla en el estilo más característico de la Joni de los últimos años. El problema es que ya no tiene la capacidad de asombrar. En ella se realiza un contraste entre viñetas de dos enamorados en Miami con un atentado terrorista que ocurrió en esa época en Washington por un grupo de musulmanes. En cambio, ‘The Tenth World’ no puede entenderse como una composición al uso, puesto que se trata simplemente de una improvisación de frenética percusión con congas que parecería extraída de una fiesta africana o incluso latina. Sirve de extensa introducción a la caribeña ‘Dreamland’, pues mantiene las congas aunque en un ritmo más lento y al mismo tiempo más amedrentador, creando así la ambientación propicia para su letra crítica sobre la colonización del continente americano. Roger McGuinn ya había grabado un año antes una versión de esta canción de Joni en su mediocre álbum Cardiff Rose, pero de forma más rockera y potente, donde las melodías vocales siguen brillando (salvo que una/o sienta aversión por la peculiar voz quebrada de McGuinn) y están bien aderezadas por los acordes de guitarra y la punzante sección rítmica, de tal manera que es la mejor canción con diferencia del citado álbum.

 

Mucho más controvertida resulta ‘Paprika Plains’, desmedida pieza improvisada que supera los quince minutos y que incluye orquesta, pues a la larga se vuelve tediosa por sus excesivas paradas y su lentitud. No es hasta su parte final que se anima por la entrada de la batería, pero eso no compensa todo lo anterior. Mediante el tema que da título al álbum se retoma la energía y estilo iniciales, con la única pega de que ya suena menos fresco porque en ‘Talk To Me’ ya habíamos escuchado algo similar. En ‘Off Night Backstreet’, además de seguir disfrutando con otra instrumentación excepcional, podemos entretenernos con su letra sobre infidelidades que se finiquita con los versos: “You give me such pleasure / You bring me such pain / Who left her long black hair / In our bathtub drain?”. Y para acabar de una manera relajada, ‘The Silky Veils Of Ardor’ es una canción donde escuchamos únicamente a Joni y su guitarra acústica, que divaga demasiado para que se le pueda otorgar notoriedad.

 

Estamos pues ante un álbum plagado de altibajos donde los sonidos africanos y latinos no parecen acabar de encajar como acompañamiento del imaginario de Joni Mitchell. No es para menos, puesto que resulta imposible imaginar el motivo de la existencia de ‘The Tenth World’ en un disco suyo. Es lo que tienen las obras experimentales o aventuradas, que a veces polarizan demasiado la sensación que transmiten.

MINGUS

Año de publicación: 1979 

Puntuación:

1) Happy Birthday 1975 (Rap); 2) God Must Be A Boogie Man; 3) Funeral (Rap);

4) A Chair In the Sky; 5) The Wolf That Lives In Lindsey; 6) I's a Muggin' (Rap); 7) Sweet Sucker Dance; 8) Coin In The Pocket (Rap);

9) The Dry Cleaner From Des Moines; 10) Lucky (Rap); 11) Goodbye Pork Pie Hat.

La dirección que estaba tomando Joni hacia un sonido jazz cada vez más claro y formal, se culmina aquí de manera evidente en esta colaboración-homenaje con uno de los grandes músicos que ha dado este género, el contrabajista Charles Mingus. Todo partió de la iniciativa de Mingus, quien contactó con Mitchell para proponerle su colaboración en unos temas que había compuesto expresamente pensando en ella como intérprete. Ante tal proposición, era imposible no aceptar, así que Joni se puso en marcha y se imbuyó del espíritu de su colega, leyendo para ello la autobiografía que este había publicado para conseguir de esta manera una obra de la que Mingus se hubiera sentido orgulloso, ya que desgraciadamente fallecería antes de ver acabado el álbum.

 

Solo seis temas conforman este álbum, puesto que el resto de cortes son simples extractos de diálogos donde podemos escuchar al mismo Mingus, incluido uno muy breve donde están ambos entonando algo, de tal manera que su espíritu se hace presente a lo largo de todo el disco. De esos seis temas, dos son enteramente compuestos por Mitchell, mientras que en los otros cuatro su aportación es la letra porque la música es autoría de Mingus. Para tan distinguida ocasión, Joni se vuelve a rodear de buenos músicos (nuevamente con casi todos los miembros de Weather Report) donde no podía faltar el imprescindible Jaco Pastorius con el bajo, volviendo a adquirir un protagonismo inevitable y necesario en buena parte del disco, así como el gran pianista Herbie Hancock.

 

Los dos temas compuestos por Joni son la ultralenta ‘God Must Be A Boogie Man’, estruendosa en sus acordes de guitarra, y la algo más movidita ‘The Wolf That Lives In Lindsey’, que también puede llegar a aburrir para quien eche en falta la existencia de ritmos marcados por batería y bajo. Algo tiene de ello, pero de forma eventual y sin adquirir el protagonismo que se dirige hacia la guitarra y la voz de Mitchell.

 

Respecto a las composiciones musicales de Mingus, también se mantienen en general en un tono calmado aunque bien repleto de detalles técnicos, donde juega con la estructura de los temas y la voz de Joni queda indisolublemente unida. Los ocho minutos de duración de ‘Sweet Sucker Dance’ no se hacen tan largos como cabría prever, gracias al excepcional trabajo del saxofón y el bajo, sin desmerecer las florituras que va dejando Hancock con su piano eléctrico. De manera análoga, ‘A Chair In the Sky’ parece que vaya a ser otro tema lentísimo, pero a lo largo de él Mingus demuestra que sabe jugar con los tempos y la tensión musical, realizando variaciones sutiles que se escuchan con agrado. No es hasta que llega ‘The Dry Cleaner From Des Moines’ y su animado y complejo ritmo que por fin consigue enganchar, además de poseer una portentosa exhibición de Joni como cantante, suplantando incluso al saxofón en algún momento. Es el tema más corto y también el más efectivo, además de poseer unos tintes experimentales que confirman la genialidad innata de Charles Mingus. En un término medio quizá, pero más enfocado hacia un sonido calmado, está otro alarde de técnica en ‘Goodbye Pork Pie Hat’, una manera de acabar de mejor manera de la que se comenzó, aunque choque la libertad con la que se desenvuelve cada instrumento mientras que la voz de Mitchell sigue su propio orden lírico.

 

Como cantante de jazz, Joni Mitchell demuestra aquí unas cualidades vocales excepcionales, pues sabe amoldar su rango vocal y su variedad de registros a las características de cada tema. Es decir, como si su voz fuera un instrumento más, lo que consigue una gran cantante de jazz. En cualquier caso, la visión que tenga cualquier conocedor del jazz será diferente a la aquí expuesta, que es la de un oyente accidental de esta clase de música. Para una persona sin esos conocimientos, la falta de melodías discernibles es un obstáculo bastante grande para poder disfrutar de este álbum en repetidas escuchas. Para quien le agrade degustar la técnica vocal o la instrumental de la música, le valdrá la pena echarle un vistazo porque en ese apartado es el único donde puede destacar este disco.

SHADOWS AND LIGHT

Año de publicación: 1980

Puntuación:

1) Introduction; 2) In France They Kiss On Main Street; 3) Edith And The Kingpin;

4) Coyote; 5) Goodbye Pork Pie Hat; 6) The Dry Cleaner From Des Moines; 7) Amelia; 8) Pat's Solo; 9) Hejira; 10) Dreamland; 11) Band Introduction;

12) Furry Sings The Blues; 13) Why Do Fools Fall In Love; 14) Shadows And Light;

15) God Must Be A Boogie Man; 16) Woodstock.

De la gira que iniciara para promocionar Mingus, se publicó este álbum que recogía buena parte de un concierto de septiembre de 1979 en California. Como Mitchell se había enfilado hacia su vertiente más jazzística, se hace un repaso a la producción de los últimos años, excepto la sorpresa final de ‘Woodstock’ y una versión de una canción ajena todavía más antigua. Así, el repertorio prácticamente se restringe a los álbumes grabados desde 1975, es decir, desde The Hissing Of Summer Lawns. Los músicos que acompañan a Joni en el escenario son toda una selección de notables o excepcionales músicos de jazz, donde destacan el ya habitual Jaco Pastorius y el guitarrista Pat Metheny. Otro nombre que puede sonar es el del saxofonista Michael Brecker quien, igual que su hermano Randy, ha cruzado habitualmente la línea que separa el jazz del rock para tocar con grandes nombres como por ejemplo Frank Zappa, John Lennon o Dire Straits (el saxofón de ‘Your Latest Trick’ es suyo).

 

Con unos acompañantes de tal envergadura, sobra decir que las ejecuciones instrumentales son impecables, acordes al nivel necesario para insuflar vida a una música de corte jazz que requiere una elevada técnica para transmitir tanta expresividad al nivel que consigue la cantante con su actitud y envidiable voz. La impagable participación del gran Pat Metheny se deja notar en determinados momentos como el excepcional solo de guitarra en ‘In France They Kiss On Main Street’, de tal manera que acaba superando a la versión de estudio, o en los punteos que acompañan la interpretación de ‘Woodstock’. Incluso se le presta tiempo para que se luzca en un destacado solo (‘Pat's Solo’).

 

No hay novedades en cuanto a composiciones inéditas de Joni, por lo que como sorpresa distendida se lanzan a tocar una versión de la vieja canción de los cincuenta ‘Why Do Fools Fall In Love’, donde Mitchell canta de tal manera que parece que estemos escuchando al chiquillo que cantaba la original. Podemos encontrar variaciones en algunos temas respecto a la versión de estudio, pero no siempre consiguen resultados realmente destacables que justifiquen las modificaciones. Algunas son evidentes, puesto que, debido a su tratamiento coral, ‘Shadows And Light’ se ha transformado en un góspel. La mayor decepción es ‘The Dry Cleaner From Des Moines’ pues, siendo el mejor tema de Mingus, aquí es transformado en un free-jazz más vanguardista con un canto de Joni rayano en el scat, desvirtuando por completo la versión de estudio. Tampoco consiguen mucho más añadiendo un poco de ritmo a ‘God Must Be A Boogie Man’, debido a sus excesivas pausas.

 

Al final, la idea que nos deja este disco en directo es que la excelsa calidad de los músicos en el escenario es lo que consigue enaltecer un concierto que tampoco resulta determinante para valorar la carrera de Mitchell. No obstante, es una adquisición recomendable para paladares musicales exquisitos.

WILD THINGS RUN FAST

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) Chinese Café/Unchained Melody; 2) Wild Things Run Fast; 3) Ladies' Man;

4) Moon At The Window; 5) Solid Love; 6) Be Cool;

7) (You're So Square) Baby I Don't Care; 8) You Dream Flat Tires; 9) Man To Man; 10) Underneath The Streetlight; 11) Love.

Tras una incursión en el jazz que parecía definitiva, Joni Mitchell abrió los ojos (y los oídos) hacia la New Wave que había revolucionado la música en los últimos años con esa apertura a reciclar viejos sonidos mediante novedosas fusiones y arreglos, apoyada en las nuevas tecnologías musicales. De esta manera, manteniendo competentes músicos aunque ya no necesariamente relacionados con el jazz, se lanzó a una música más accesible y en algunos casos directa, que de todas maneras no le reportaría mayores ventas ni difusión. Tampoco le afectaría al prestigio porque no se rebaja a perder su dignidad musical.

 

Que Mitchell se ha vuelto más comercial resulta evidente en la vulgar guitarra que inicia ‘Wild Things Run Fast’, aunque hay suficientes cambios de ritmo como para hacerla entretenida. Pero no todo va a ser para mal, obviamente, ya que en ‘Underneath The Streetlight’ la encontramos más divertida que nunca, cantando de una manera que podría convertirla en toda una estrella del pop, recordando un poco a Sting al mismo tiempo. Es una de las canciones más pegadizas que se le recuerdan y su mayor sencillez tampoco repercute negativamente. Las guitarras estridentes que introducen la versión de ‘(You're So Square) Baby I Don't Care’ son sorprendentes porque parece que vayamos a escuchar una versión metalera de esa canción de finales de los cincuenta. Luego ya se desarrolla como una versión más bien pop, aunque el bajista deja su firma para que no parezca todo demasiado sencillo. Mayor sorpresa resulta escuchar la voz de Lionel Richie cantando a dúo en la dinámica ‘You Dream Flat Tires’, donde la afilada pero genérica guitarra eléctrica arruina lo que hubiera sido un destacado tema, ya que su ritmo es toda una demostración de calidad al estilo del mejor Frank Zappa. De hecho, el batería que toca en la mayor parte del álbum es el gran Vinnie Colaiuta, quien en esos años acompañaba también a Zappa.

 

Canciones más tranquilas como ‘Ladies' Man’ y ‘Man To Man’ reflejan con gusto ese carácter introspectivo de esta artista. En la segunda, participa en las voces el cantautor James Taylor. La letra de ‘Chinese Café/Unchained Melody’ sobre la hija que no llegó a criar es autobiográfica, porque eso mismo hizo Joni cuando dio a luz, dejar a la hija con unos familiares y continuar con su carrera. Ingmar Bergman ha reflexionado en su cine muchas veces sobre ese dilema del artista de gran nivel: dedicar tu tiempo a pasar a la historia como una referencia en tu rama artística, o dedicarlo a que tus hijos crezcan con el calor y el afecto que necesitan, ya que el tiempo que se requiere para ambas cosas es incompatible por ser mucho y continuado a lo largo de los años. En la canción se aprecia el pesar y la nostalgia que Joni sabe transmitir con su voz.

 

Todavía queda lugar para el jazz, ejemplificado en ‘Moon At The Window’ o ‘Be Cool’, esta última de complejo ritmo muy difícil de seguir. Más discutible es cuando se pone en modo casi recitativo para contar sus demonios internos sin melodías, tal cual realiza en ‘Love’. Pero bueno, es la última canción y un@ puede darle a la tecla de stop cuando lo desee. Acaba de esa manera un álbum que no puede situarse precisamente entre los mejores de Mitchell, pero que puede escucharse con cierto agrado a pesar de sus deficiencias. Se nota que no está hecha para la música comercial y quizá por ello el intento de acercarse más no acaba de cuajar del todo. Al menos no es un desastre como lo que sería el siguiente álbum.

2020

DOG EAT DOG

Año de publicación: 1985

Puntuación:

1) Good Friends; 2) Fiction; 3) The Three Great Stimulants; 4) Tax Free;

5) Smokin' (Empty, Try Another); 6) Dog Eat Dog; 7) Shiny Toys; 8) Ethiopia;

9) The Impossible Dreamer; 10) Lucky Girl.

Joni_Dog.jpg

2020

La búsqueda de un sonido más comercial iniciada en el disco anterior sobrepasa aquí todos los límites del buen gusto, ya que Mitchell ni siquiera toca una cuerda de la guitarra. Para ayudar a modernizar su sonido, cuenta con la ayuda del mago de los sintetizadores Thomas Dolby, muy en boga en la primera mitad de la década pero hoy totalmente pasado de moda, tal cual ocurre con este disco. No todo iban a ser malas noticias, ya que, como toda artista que no mire para otro lado ante lo que ocurre en el mundo, sobre todo en el lugar donde vive, Joni escribe su álbum más reivindicativo hasta la fecha, aunque por la portada parece que se trate de un disco de Cindy Lauper.

 

En cualquier caso, tener una letra interesante para enfundarla luego en una producción ochentera no sirve de mucho, que es lo que observamos desde la primera de las canciones, ‘Good Friends’. Y es que la producción ahoga cualquier posibilidad de conseguir algún resultado destacado (‘Fiction’, ‘Lucky Girl’). Más si cabe, el mayor problema es cuando no existen melodías en las que sustentar las composiciones, de tal manera que lo único visible es la producción estéril típica de los ochenta, que es lo que ocurre en ‘Tax Free’. En cambio, ‘The Impossible Dreamer’ suena interesante, pero es demasiado monótona para producir un efecto perdurable.

 

Cuando sabe jugar con los ritmos y aprovechar mejor los músicos que le acompañan es cuando consigue unas canciones mínimamente decentes, como por ejemplo esa especie de mantra antitabaco que es ‘Smokin' (Empty, Try Another)’, cuya percusión está extraída del sonido real de una máquina expendedora de tabaco. El ritmo complejo de ‘The Three Great Stimulants’ también la salva de la mediocridad, y para durar seis minutos tampoco llega a aburrir, puesto que Joni eleva el tono en el tramo final y luego el ritmo se transforma en otro más sencillo para ayudar a asimilarlo mejor. Pero la que suena más amigable de todas es ‘Shiny Toys’, de aires incluso caribeños.

 

Musicalmente es muy floja, pero la canción ‘Dog Eat Dog’ (nada que ver con AC/DC, por supuesto) entonces era una necesaria crítica al capitalismo salvaje que había inaugurado Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos, desregulando los mercados financieros e inoculando la idea de que, si las bancos y empresas ganan dinero, habrá trabajo para todo el mundo y todo irá de maravilla. El tiempo ha demostrado que esa maquiavélica idea, expandida luego a todo el mundo occidental, escondía que los grandes beneficios a corto plazo sirvieron para aumentar los sueldos directivos a cifras millonarias, de tal manera que, cuando han llegado las épocas de crisis, la manera generalizada de mantener esos sueldos millonarios ha sido precarizar el mercado laboral con la complicidad legislativa de algunos partidos políticos. La intención de ‘Ethiopia’ es buena también en cuanto a su denuncia de las vergonzosas muertes por hambre que se dan en África, sobre todo en aquel país, pero en lo musical es un verdadero desastre, de nada sirve que introduzca un instrumento japonés para darle un toque exótico. De hecho, poco pinta un instrumento japonés en una canción sobre África, aparte de que la excesiva repetición del título se vuelve hasta molesta. En cualquier caso, para que un mensaje cale debe ir acompañado de una música que también lo haga, pero desgraciadamente no es el caso aquí.

 

La primera vez que se escucha este álbum, la sensación que deja es desoladora, como si hubiéramos perdido para siempre a quien había sido todo un estandarte del concepto bien entendido de cantautor/a. Quizá es que cuesta hacerse a la idea de imaginar a Joni convertida en una artista pop ochentera, pero no estaba tampoco en su mejor momento como compositora, cosa que queda en evidencia.

CHALK MARK IN A RAIN STORM

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) My Secret Place; 2) Number One; 3) Lakota;

4) The Tea Leaf Prophecy (Lay Down Your Arms); 5) Dancin' Clown;

6) Cool Water; 7) The Beat Of Black Wings; 8) Snakes And Ladders;

9) The Reoccurring Dream; 10) A Bird That Whistles (Corrina, Corrina).

Joni_Chalk.jpg

Grabar un álbum junto a artistas invitados no invita al optimismo porque transmite la impresión de que se trata de una jugada comercial para aprovechar el tirón de los nombres implicados, sin que el contenido musical esté a la misma altura. Más o menos lo que estaba haciendo Elton John en la misma época para mantener un nivel de ventas elevado. Pero en el caso de Joni Mitchell, si echamos un vistazo a los artistas invitados, podemos ver que no todo son nombres con tirón comercial o al menos no lo tenían ya para 1988. El caso es que la génesis de este álbum viene de una visita de ella y su entonces todavía marido (además de coautor y bajista suyo) Larry Klein a la mansión de Peter Gabriel, donde este había montado su propio estudio de grabación. Allí se gestó la primera canción (‘My Secret Place’) y la idea del álbum. Precisamente el sonido de buena parte de él es muy devoto del de Peter Gabriel en So, como si hubiera tomado ‘In Your Eyes’ como modelo y a partir de ahí recrear esa misma atmósfera intimista, unas veces con mayor gracia y otras con menos, pero sin llegar nunca a la excelencia de la canción de Gabriel.

 

Así pues, Peter Gabriel canta a dúo en ‘My Secret Place’ con un acompañamiento instrumental que recuerda más a este que a la propia Mitchell. Hay que tomar este tema desde una perspectiva ambiental, ya que es repetitiva, por lo que puede resultar algo aburrida si el/la oyente no se introduce en esa ambientación. Las mejores canciones básicamente están ubicadas al principio, siendo una de las más pegadizas ‘Number One’, que además es una interesante crítica del sentido de la vida cuando la meta de una persona es ganar mucho dinero. Más incisiva es la música para visibilizar a la población indígena de Estados Unidos en ‘Lakota’, siempre en esa disyuntiva entre el capitalismo y la tradición que a veces consiguen compatibilizar porque el poder del dinero es transversal a todas las culturas. Lo que no se entiende es la excesiva duración de más de seis minutos cuando musicalmente se acaba repitiendo tanto.

 

Desmelenarse no es lo que le sale a Joni de forma natural y por ello siempre le toca forzarlo, saliéndole normalmente algo flojo y postizo. Para intentar solucionar ese problema, aquí llama a Billy Idol y al guitarrista habitual de este para que aporten su dosis de mala leche en ‘Dancin' Clown’, pero los chillidos de Idol provocan más bien risa, justo lo contrario de lo que estaría buscando. Y bueno, sin escuchar nada, la decisión de mezclar a Joni Mitchell con él es como tomar caviar con un refresco de cola. Lo más gracioso es que, según el libreto, Tom Petty también participa como vocalista, pero se limita a los coros porque ni se aprecia su presencia.

 

‘Cool Water’ suena a típica balada de los ochenta y no la salva ni la participación como vocalista del buenazo de Willie Nelson. Podrían intercambiarse a la perfección con ‘The Tea Leaf Prophecy (Lay Down Your Arms)’ y no notaríamos la diferencia. Es casi lo que podríamos decir de buena parte de la segunda mitad de este álbum, todo muy parecido. Lo único a destacar de ‘Snakes And Ladders’ es, aparte de la discreta participación de Don Henley (The Eagles), que Joni parece que se pone en la piel de un hombre (o quizá de una mujer lesbiana) para dejar una convencional visión del amor platónico. En la antibelicista ‘The Beat Of Black Wings’ podemos escuchar los coros de Benjamin Orr (The Cars), mientras que la esperada crítica a la sociedad consumista de ‘The Reoccurring Dream’ no deja ninguna melodía por el camino, tan solo voces como de anuncios comerciales por medio. Y para hablar sobre ello y además con melodías pegadizas, que es como decirlo dos veces, en los ochenta ya había grandes canciones como ‘Everything Counts’ de Depeche Mode.

 

Lo más original de esta segunda mitad del disco, paradójicamente, llega en una versión de la tradicional ‘Corrina, Corrina’ que lo cierra bajo el título de ‘A Bird That Whistles’, donde los arreglos jazzísticos le dan una inesperada frescura que la convierten en una de las mejores versiones realizadas de esta canción. En resumen, Chalk Mark In A Rain Storm es un álbum flojo que adolece de poco énfasis en la elaboración de la parte instrumental e incluso de las melodías vocales. Ello quizá sea consecuencia también de la vertiente jazzística a la que se había aferrado Mitchell desde hacía unos años, pero debería ser su genialidad la que permitiera superar esa adversidad estilística. Puede escucharse con agrado como música de acompañamiento, pero el sonido resulta bastante monótono cuando se le presta atención, así que podemos catalogarlo como una obra prescindible dentro de la discografía de Joni Mitchell.

2021

NIGHT RIDE HOME

Año de publicación: 1991

Puntuación:

1) Night Ride Home; 2) Passion Play (When All The Slaves Are Free);

3) Cherokee Louise; 4) The Windfall (Everything For Nothing);

5) Slouching Towards Bethlehem; 6) Come In From The Cold; 7) Nothing Can Be Done; 8) The Only Joy In Town; 9) Ray's Dad's Cadillac; 10) Two Grey Rooms.

Joni_NightRideHome.jpg

2021

Acabada la desastrosa década de los ochenta, llegaba el momento de hacer autorreflexión y pensar en qué cosas se habían hecho bien cuáles mal. Lo que vendría a ser un análisis DAFO antes de que existiera ese nombre. Lo mejor que pudo hacer Joni Mitchell fue echar la vista atrás y darse cuenta de que Court And Spark había sido la gran obra de su segunda etapa, cuando comenzó a rodearse de estupendos instrumentistas para que su música alcanzara nuevas cotas de expresividad y emoción. Así, ese sonido jazzístico y serio es retomado una vez más pero con un propósito artístico más allá del meramente funcional, aparte de que Joni vuelve a dirigir sus esfuerzos a extraer melodías de su lírica personal, que es su manera de reivindicarse como artista singular.

 

Desde el comienzo conseguimos relajarnos gracias a la calidez y cercanía que transmite Mitchell en la canción que da título al álbum, empleando un ritmo casi de bolero. Se nota que había vuelto en una gran forma cuando la escuchamos cantar con tanta convicción una sucesión de registros vocales complicados como los de ‘Cherokee Louise’, lo cual incluye otra memorable melodía vocal que solo ella podría interpretar con esa naturalidad. Aparte, su desoladora letra nos narra el descubrimiento forzado de la realidad sexual de una niña que ha pasado a ser mujer y por ello se ha puesto en el punto de mira de cualquier depravado, que desgraciadamente está en su propia casa: (“She runs home to her foster dad / He opens up a zipper / And he yanks her to her knees”). El original entramado instrumental de ‘Passion Play (When All The Slaves Are Free)’, con esas notas de bajo arrastrado que se van repitiendo, engrandecen todavía más la memorable parte vocal, la cual contiene esos toques mágicos de Joni, como en los segundos versos que va cantando.

 

La exquisitez de canciones como ‘Come In From The Cold’ demuestra que la canadiense todavía podía ofrecer composiciones de excelso nivel y, además, sobrepasando los siete minutos de duración. La letra sobre una relación entre dos personas que parece no poder evolucionar por las convenciones sociales que les restringen su libertad es otro toque de genial sutileza. El inicio acústico de ‘Slouching Towards Bethlehem’ nos recuerda a la Joni Mitchell de los primeros años, aunque luego prosigue en su estilo tardío. Su letra de inspiración bíblica está basada en un poema de William Butler Yeats, ese gran poeta irlandés ganador del premio Nobel al que Morrissey rechazaba en ‘Cemetry Gates’ en pro de Oscar Wilde. Tras un inicio de álbum de tono más bien relajado, sorprende encontrar de repente el prominente ritmo de ‘The Windfall (Everything For Nothing)’, un ritmo al que vale la pena prestarle atención porque incluye bastantes detalles de interés, como esas voces repetitivas que van sonando casi en eco.

 

Sin embargo, la recta final de esta obra suena más convencional porque el efecto sorpresa ya se ha difuminado. Para cuando llegan ‘Nothing Can Be Done’ o ‘Ray's Dad's Cadillac’, ya es más de lo mismo y eso puede crear una sensación de pesadez. Eso sí, cabe destacar ‘The Only Joy In Town’ por sus exquisitos arreglos que incluyen un vitalista oboe. Para finalizar el álbum tenemos otra encantadora balada titulada ‘Two Grey Rooms’, liderada por el piano y bien complementada por los arreglos orquestales, donde Mitchell se nos muestra tranquila y esperanzada para dejarnos una buena sensación final. Es quizá la mejor manera de finalizar este álbum que representaba el gran retorno que siempre estábamos esperando de ella, pues la última noticia musical sobre Joni Mitchell había sido su participación el año anterior en el concierto de Berlín que ideó Roger Waters para interpretar The Wall con artistas invitados y vengarse de sus excompañeros (aparte de actualizar su mensaje antidictatorial y anticapitalista). Así pues, Night Ride Home queda como el último álbum verdaderamente recomendable de esta extraordinaria artista.

2022

TURBULENT INDIGO

Año de publicación: 1994

Puntuación:

1) Sunny Sunday; 2) Sex Kills; 3) How Do You Stop; 4) Turbulent Indigo;

5) Last Chance Lost; 6) The Magdalene Laundries; 7) Not To Blame; 8) Borderline;

9) Yvette In English; 10) The Sire Of Sorrow (Job's Sad Song).

JM Turbulent.jpg

2022

Aprendida la lección, Joni Mitchell prosigue por su camino a través del jazz de impecable ejecución y detalles melódicos. También vuelve a esforzarse para desarrollar apartados vocales con cierto gancho, pues qué otra cosa podríamos anhelar de una artista ya bien madura y que había ofrecido todo lo que podía ofrecer. Y nos vuelve a dejar satisfechos con esta nueva obra en la cual participan los músicos habituales que acompañan a la canadiense.

 

Parece que volvemos a los comienzos de esta artista como artista de folk cuando escuchamos la introducción de guitarra acústica de ‘Sunny Sunday’, aunque luego entra el bajo y el resto de instrumentos para conformar una cuidada pieza intimista. Esta Joni otoñal pronto añade algo de energía mediante ‘Sex Kills’, aunque se acaba quedando como a medio camino. Eso sí, se le acaba cogiendo aprecio a su sutil estribillo. Una de las estructuras instrumentales más cuidadas y aparte ejecutada con exquisito gusto es la de ‘Borderline’. En cambio, ‘How Do You Stop’ es la versión de un tema de James Brown (pero no compuesto por él) que curiosamente podría pasar por ser una reescritura con poca gracia de ‘Come In From The Cold’ de Joni. En ella participa Seal, quien por entonces seguía en la cresta de su popularidad aunque pronto comenzaría a decaer.

 

De tono acústico-decadente, la canción que da título al álbum queda entre lo más discreto. En su letra se trata de manera un poco críptica la locura de algunos grandes genios como Van Gogh, una referencia que podemos observar también en la portada, donde el retrato de Joni está pintado en el estilo del holandés maldito. La canción protesta no es tampoco el fuerte de Mitchell y la denuncia de esas cárceles disfrazadas de casa de la caridad en la Irlanda ultracatólica que realiza en ‘The Magdalene Laundries’ acaba pasando desapercibida al sonar a lo de siempre en esta artista. Tanta repetición del nombre femenino indicado en el título de ‘Yvette In English’ puede acabar resultando casino, aparte de que la canción tampoco posee mucho gancho que se diga. Como curiosidad, está compuesta junto a su viejo amigo David Crosby, quien por entonces había retomado su carrera en solitario y se sentía con confianza después de muchos años. Por otra parte, acaba divagando demasiado en ‘Last Chance Lost’ y ‘Not To Blame’.

 

A pesar de los siete minutos de duración de ‘The Sire Of Sorrow (Job's Sad Song)’, la progresión de acordes se lleva con inteligencia y Joni está impecable como narradora de las desgracias sufridas por Job, aquel personaje bíblico que aguantaba todo tipo de sufrimientos impuestos como prueba de su fidelidad a Dios. La intención de Mitchell no puede ser religiosa, como es obvio, sino probablemente exponer el padecimiento de un ser humano y la barbaridad que supone la existencia de una justificación para ello. Es una buena manera de finalizar este álbum algo irregular pero suficientemente compensado para deleitarnos con algunos momentos de sutileza y genialidad como solo esta artista sabe conseguir.

TAMING THE TIGER

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) Harlem In Havana; 2) Man From Mars; 3) Love Puts On A New Face;

4) Lead Balloon; 5) No Apologies; 6) Taming The Tiger; 7) The Crazy Cries Of Love;

8) Stay In Touch; 9) Face Lift; 10) My Best To You; 11) Tiger Bones.

Joni Mitchell Taming Tiger.jpg

A pesar de que la crítica la trataba con mimo, Joni Mitchell solo necesitaba grabar lo que le apeteciera, que ya sobrepasados los cincuenta años seguía siendo en buena parte ese estilo particular de jazz suave y relajado. Su gusto por la pintura seguía también evidente porque nuevamente nos encontramos un autorretrato. Lo que más llama la atención aquí es que todas las partes de teclado y casi todas las de guitarra las toca ella misma, desmontando cualquier idea de que se hubiera transformado por completo en intérprete vocal.

 

Esa introspección cautivadora que logra Mitchell en sus mejores momentos es lo que percibimos en la relajada ‘Man From Mars’ y sus primorosos arreglos instrumentales repletos de sutiles detalles. Canciones así son las que esperamos de esta artista ya alejada de la mercadotecnia musical. Son también los arreglos suntuosos pero bien proporcionados de ‘Face Lift’ los que consiguen elevar este tema por encima de la media. Esa riqueza instrumental que se aprecia en buena parte del álbum, aun sin ser nada realmente excepcional, hace que ‘My Best To You’ suene no obstante floja en comparación, como si hubiera faltado añadirle algo más. Lo que no le pega nada a Joni es colocarse un manto de guitarra metalera mientras canta en ‘Lead Balloon’, que queda como una pequeña concesión al mainstream que bien podría haberse ahorrado.

 

En cambio, es muy interesante la introducción de ‘Harlem In Havana’ porque vamos escuchando cómo gradualmente se va conformando el entramado instrumental, amoldándonos poco a poco al nada trivial ritmo y degustando la riqueza de detalles que van dejando los diversos instrumentos. Pocas veces ha resultado tan entretenida una canción de Joni. Los aires nocturnos de ‘Stay In Touch’ quedan algo extraños en esta composición donde se expresa la importancia de no perder el contacto para que las diferencias no sean una brecha que acabe volviéndose insalvable. Pero en general es música muy previsible cuando se conoce a esta artista canadiense. Canciones como ‘The Crazy Cries Of Love’, ‘Love Puts On A New Face’ o ‘No Apologies’ no están mal, pero suenan a algo ya escuchado con anterioridad en esta artista. En cualquier caso, siempre podemos fijarnos en la letra porque Joni pocas veces defrauda y, por ejemplo, en ‘Taming The Tiger’ nos ofrece su visión propia del mundo de la música.

 

Sorprende encontrar una pieza instrumental para finalizar el álbum, pero la delicada guitarra de ‘Tiger Bones’ posee un efecto relajante que permiten acabar la obra con una grata impresión. Cabe destacar que todos los instrumentos que escuchamos en esta pieza los toca ella. Es una manera simbólica de subrayar el cariz artesanal de un álbum sin pretensiones y hermosa factura, únicamente indicado para momentos de sosiego y reflexión.

bottom of page