CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
JETHRO TULL
THIS WAS
Año de publicación: 1968
Puntuación:
1) My Sunday Feeling; 2) Some Day The Sun Won't Shine For You; 3) Beggar's Farm;
4) Move On Alone; 5) Serenade To A Cuckoo; 6) Dharma For One; 7) It's Breaking Me Up; 8) Cat's Squirrel; 9) A Song For Jeffrey; 10) Round.
LP de debut de una de las grandas bandas de los 70 y peores de los 80, si es que se puede llamar banda a un grupo compuesto por Ian Anderson (compositor, cantante y flautista) y algunos músicos más. Igual que ocurrió con Led Zeppelin, en este primer disco descubrimos los orígenes musicales del grupo, también provenientes del blues pero que en este caso irán enfocados a un sonido más pop-rock y luego más progresivo, donde los atisbos de blues irán desapareciendo paulatinamente en los próximos discos.
Para empezar, en ‘My Sunday Feeling’ tenemos ya los ingredientes típicos de una buena canción de Jethro Tull: una guitarra y sección rítmica potentes, ritmos cambiantes y, sobre todo, la flauta de Ian Anderson interactuando con el resto de instrumentos. En este tema, Anderson canta en un estilo también muy blues. Unos ritmos rápidos y enérgicos los encontramos también en la estupenda ‘Beggar's Farm’ (con un gran e intrigante sonido y un final poderoso con algunos elementos de jazz) y la instrumental ‘Cat's Squirrel’, esta última más convencional, que no deja de ser un vehículo para el lucimiento del guitarrista Mick Abrahams, quien dejaría el grupo tras este disco de debut, precisamente por la dirección alejada del blues que pretendía Ian Anderson y que él no compartía. Y cabe recordar que este tema fue grabado anteriormente también por Cream.
Tenemos también algunos momentos de puro blues, como ‘Some Day The Sun Won't Shine For You’, que está bien tocado y acompañado de una buena armónica, pero no deja de ser un simple blues. Otro típico blues más acompasado es ‘It's Breaking Me Up’. En cambio, ‘Move On Alone’ suena más pop, pero incluyendo esa gran guitarra de Mick Abrahams, que sorprendentemente es su compositor aquí. Y también tenemos momentos más tranquilos con el instrumental ‘Serenade To A Cuckoo’, una aceptable pieza precursora de venideros mejores momentos, donde Anderson demuestra sus dotes con la flauta como instrumento solista. Curiosamente, a continuación tenemos ‘Dharma For One’, otro instrumental que tiene un gran comienzo pero que finalmente a lo que nos lleva es a un lamentable solo de batería sin gracia alguna.
Uno de las mejores canciones del disco es la que tocaron en el Rock'n'Roll Circus de los Rolling Stones, ‘A Song For Jeffrey’, aquí en una mala producción que apenas hace audible el canto de Anderson, pero con una gran interacción de flauta, guitarra y armónica (en el vídeo comentado vemos que es el bajista quien toca también la armónica). Tiene un gran inicio con la flauta que va entonando la melodía, para que el resto de instrumentos vayan entrando hasta que empieza la canción propiamente dicha. La guitarra rítmica es espectacular también durante la canción, así como el ritmo que va marcando el bajo.
Para el final, tenemos otro instrumental olvidable que tampoco nos deja un mal regusto de lo que es simplemente un disco inicial con muestras de talento e ingenio que se verán fuertemente corroborados y ampliados en su segundo intento.
STAND UP
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) A New Day Yesterday; 2) Jeffrey Goes To Leicester Square; 3) Bourée;
4) Back To The Family; 5) Look Into The Sun; 6) Nothing Is Easy; 7) Fat Man;
8) We Used To Know; 9) Reasons For Waiting; 10) For A Thousand Mothers.
Como ya se dijo, en este disco tenemos un nuevo guitarrista, Martin Barre, que acompañará a Ian Anderson prácticamente en todo lo que queda de carrera del grupo. Aunque durante un breve tiempo intermedio el guitarrista fue nada más y nada menos que Tony Iommi, tal como puede comprobarse en el Rock And Roll Circus de los Rolling Stones, y que pronto formaría el mítico grupo de rock duro Black Sabbath.
El inicio del disco no nos hace sospechar de la evolución que ha sufrido el grupo, ya que en general asistimos a un sonido rock más abierto a otras influencias. Sin embargo, tal como iba diciendo, ‘A New Day Yesterday’ es un sólido blues-rock con una melodía que quizá se repita demasiado pero que no languidece por el tono de guitarra que va cambiando conforme avanza la canción.
En ‘Jeffrey Goes To Leiceste Square’ (¡nuestro viejo amigo Jeffrey del disco anterior!) encontramos lo que será una de las referencias del grupo, el sonido tipo medieval. La gran melodía llevada por no sé si el teclado o la guitarra, cuando canta Anderson, nos transporta a esos tiempos lejanos, ayudado por la percusión de bongos. De ahí también la línea “I’ll see you in another place, another time” (“Te veré en otro lugar, en otra época”). Este sonido medieval lo volvemos a encontrar en ‘Reasons For Waiting’, una balada algo lenta pero que en la parte final se anima algo más por la interpretación de la flauta sumada al sonido orquestal y la guitarra acústica. Mejor balada medieval es ‘Look Into The Sun’, que tiene una gran melodía y arreglos.
Y para seguir viajando por diferentes épocas tenemos ‘Bourée’, una magistral adaptación de una pieza de Bach, embellecida en este caso con la flauta de Anderson y la inteligente utilización del bajo y la percusión. La sección central más rockera es un memorable pasaje instrumental. Cuando llegamos a ‘Back To Family’ y vistos los temas que nos hemos encontrado hasta ese momento, podemos empezar a pensar que el tono del disco va a ser más bien apacible, pero en cuanto llega su estribillo la canción se transforma en glorioso rock, con una posterior parte instrumental brutal con la flauta comandando a la guitarra y la sección rítmica aumentando la tensión musical.
Por otro lado, la melodía principal de ‘Nothing Is Easy’ recuerda un poco a ‘Manic Depression’, de Jimi Hendrix, en la melodía principal, aunque en el fondo una canción no tiene nada que ver con la otra, pero aquí estamos ante uno de las mayores demostraciones de energía de todo el disco. Una gran melodía tanto a la flauta, a la guitarra como al bajo, con un golpeo de batería perfecto para los cambios de ritmo que se van sucediendo.
En ‘Fat Man’ tenemos un modesto intento de darle aires orientales a la música del grupo con una melodía movidita tocada con algún instrumento de cuerda oriental que no sabría decir, además de la percusión de bongos otra vez. A continuación, en ‘Used To Know’ volvemos a terrenos más sosegados con una gran balada rock gracias a una épica melodía acompañada de unos solos primero de flauta y luego de guitarra de los que quitan el hipo.
Finalmente, con ‘For A Thousand Mothers’ volvemos a la fuerte energía del grupo con otra memorable melodía enlazada entre la flauta y la guitarra. Curiosamente tiene un falso final y el grupo vuelve con una melodía diferente algo menor, que parece sacada de una zarzuela.
Valorando el disco en su totalidad, lo que vemos es a un grupo que ha puesto al rock por bandera y que ha logrado reunir una gran cantidad de composiciones geniales en un mismo disco, con la novedad si cabe todavía decirlo de la flauta como instrumento líder. Uno de los mejores y más consistentes discos de su carrera, sin duda.
BENEFIT
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) With You There To Help Me; 2) Nothing To Say; 3) Alive And Well And Living In;
4) Son; 5) For Michael Collins, Jeffrey And Me; 6) To Cry You A Song;
7) A Time For Everything?; 8) Inside; 9) Play In Time; 10) Sossity; You're A Woman.
Aunque no tan magnífico en cuanto a proporción de composiciones brillantes respecto a su predecesor, este disco sigue en la misma senda de un grupo que muy pronto había alcanzado maestría en la composición y ejecución de su repertorio.
El comienzo es memorable con la épica ‘With You There To Help Me’, que posee un buen inicio mientras suena la flauta ante los sonidos raros que van apareciendo, después un gran desarrollo instrumental con un elaborado estribillo, y luego otro memorable final instrumental con la interacción entre la flauta y la guitarra eléctrica mientras les acompaña un ritmo infernal.
Acto seguido llega ‘Nothing To Say’, una canción tipo balada pero aderezada por una gran guitarra de Barre, dándole tanto en la parte eléctrica como en el ritmo acústico ese mismo regusto épico que habíamos disfrutado anteriormente, con otra gran parte final instrumental. La siguiente canción, ‘Alive And Well And Living In’, también empieza como una balada comandada por el sonido de flauta, pero el movido estribillo (movido pero suave), le confiere un sonido más pop e intrigante. Esto último también se podría aplicar a ‘Inside’, que en este caso queda lindando entre el pop y el rock, y con una sección instrumental para deleitarse también, aunque es en global una canción más discreta.
‘Son’ es quizá lo más flojo del disco, una canción desacompasada totalmente donde no encaja para nada el canto de Anderson con el resto del grupo. Además de que tampoco encaja nada bien la parte eléctrica con la acústica. Un intento fallido que deja en nada la buena guitarra de Barre, que al menos parece resarcirse en un buen momento rockero que encontramos en ‘To Cry You A Song’, donde ejecuta otra de esas melodías repetitivas pero efectivas, aparte de lucirse en otros momentos con un sonido próximo al hard-rock. Y si echabas de menos al amigo “Jeffrey”, vuelve a aparecer otra vez en este disco en una muy buena balada donde por fin el estribillo vuelve a brillar y donde esta vez ese contraste entre apacibilidad y épica tiene un resultado fenomenal.
‘A Time For Everything?’ tiene esos grandiosos acordes rockeros que son característicos del grupo, además de ser otra vuelta a la perfecta interacción entre la flauta y la guitarra, y tan solo le faltaría un mejor estribillo para estar entre lo destacado de este álbum. Otro de los pocos momentos rockeros del disco lo encontramos en ‘Play In Time’, donde escuchamos en algunos momentos una guitarra que parece tocada al revés, y aparte la canción tiene un ritmo y melodías algo desconcertantes, pues se trata de un sonido como festivo pero amenazante y agresivo a la vez, algo difícil de explicar. También puede transmitir cierta sensación de caos el vendaval de sonido que se crea por momentos. Para el final, tenemos ‘Sossity; You're A Woman’, lo que se podría llamar una balada acústica decadente, con buen acompañamiento de teclado que adorna el sonido, aunque no deja de sonar como una canción folk convencional.
Así pues, en general vemos que el grupo sigue dando pasos hacia delante, aunque en este caso unos pasitos más cortos, lo cual no significa que no encontremos muchos detalles de genialidad que hacen conservar la esperanza de que seguirán evolucionando y perfeccionando aún más su sonido.
AQUALUNG
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Aqualung; 2) Cross-Eyed Mary; 3) Cheap Day Return; 4) Mother Goose;
5) Wond'ring Aloud; 6) Up To Me; 7) My God; 8) Hymn 43; 9) Slipstream;
10) Locomotive Breath; 11) Wind Up.
Primer y merecido LP de éxito mundial para el grupo, con un sonido más rock y más accesible, y por ese motivo aquí encontramos varias de las que quizá sean las canciones más conocidas de ellos.
Y quién no habrá escuchado alguna vez en su vida el famoso riff de guitarra que introduce el disco y la canción de mismo título. Y es que estamos ante un tema brutal, con un contraste entre la fiereza de la melodía principal frente al parón que provoca la entrada de otra melodía tranquila y acompañada de guitarra acústica (“Sun streaking cold / An old man wandering lonely”), para pasar luego a la parte más acelerada de este tema con otra memorable melodía (“Do you still remember / December's foggy freeze”). Además, los solos de guitarra que se marca Martin Barre en los pasajes instrumentales es seguramente de lo mejor que haya hecho en toda su carrera. Curiosamente, a la flauta de Ian Anderson no se la oye por ningún lado, por lo que quizá para compensar su ausencia realiza con ella en la siguiente canción, ‘Cross-Eyed Mary’, otra memorable e intrigante introducción, que poco a poco va acompañándose de la batería y el resto de instrumentos en otro gran momento rock, para dar paso enseguida a otro gran tema de poderoso estribillo.
Otro conocido tema del disco es ‘Locomotive Breath’, la típica canción-trampa que, la primera vez que se escucha, parece que va a ir por un camino para coger el totalmente opuesto. Y es que empieza como una obra de piano clásico, donde nos hace creer que vamos a escuchar un homenaje a Schumann, y ese único piano al momento cambia a un ritmo algo más boogie y movido acompañado de unas notas largas de guitarra, sin todavía darnos una idea clara de lo que sorprendentemente vendrá a continuación, esto es, otro riff de guitarra asesino con unos punteos que asemejan el ruido del tren, acompañado de otra interpretación vocal emocionante. Esta canción será inamovible en su repertorio en directo, y no es para menos, pues la fuerza que desprende es demoledora.
Pero aparte de tanta furia rockera, Anderson también nos ofrece momentos de mayor relajación como ‘Cheap Day Return’, que es una canción tranquila tipo folk; ‘Slipstream’, más de lo mismo; ‘Wond'ring Aloud’, más de lo mismo pero con violines; o ‘Mother Goose’, que es de similar estilo aunque al final haya algo de guitarra eléctrica en un aporte de energía rock.
‘Up To Me’ tiene otro gran inicio marcado por la flauta y el bajo, que crean una melodía intrigante que se irá repitiendo. ‘My God’ es una canción multiparte, que empieza con una única guitarra acústica durante casi un minuto, lo que da entrada a una parte que empieza con unos acordes y canto tipo blues, blues que se diluye prácticamente en los estribillos y totalmente en la magnífica sección instrumental iniciada por la guitarra y seguida por la gran flauta de Anderson, hasta volver a esos acordes blues y la letra anticlerical del tema. Aunque la línea más irreverente –ni me atrevo a escribirla– la encontramos a continuación en la enérgica ‘Hymn 43’, que tiene otro buen riff de guitarra, quizá demasiado repetido. El tema final, ‘Wind Up’, no acaba de convencerme, pues parece el intento de unión de los dos estilos claros que aparecen aquí, la balada folk y el rock feroz.
Quizá por tantos temas folk similares que encontramos y por este final bastante discreto es por lo que a este disco no puedo darle la máxima puntuación, además de que Stand Up es mejor, ¿o no?.
THICK AS A BRICK
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) Thick As A Brick (part 1); 2) Thick As A Brick (part 2).
Impresionante disco el que se sacó Ian Anderson de la manga, introduciéndose aquí en el mundo del rock progresivo con un LP que consta únicamente de una canción dividida en dos partes. Pero lo que realmente encontramos es un conjunto de temas más breves enlazados ingeniosamente de manera que las melodías van fluyendo de forma incesante, en una serie de viñetas musicales brillantes que abarcan el conocido estilo del grupo, que se movía entre el folk y el rock, pero desarrollando bastante las partes instrumentales, lo que le confiere la etiqueta de progresivo.
Empieza como una especie de balada folk, con guitarra acústica, piano, unas breves líneas de bajo, la cálida voz de Anderson, hasta que la batería acaba entrando para potenciar la preciosa melodía acústica que lidera este inicio. Pasados los tres minutos se transforma todo en una canción que bordea el hard-rock, con una gran energía donde destaca una potente línea de bajo y un frenético solo de teclado que pronto se ve continuado por la guitarra de Barre. Una especie de breve pausa a los cinco minutos nos lleva a una épica melodía en lo que se asemeja a un crescendo, donde ahora la melodía principal viene liderada por la flauta y adornada por una magistral sección rítmica, y donde además la guitarra también va imprimiendo fuerza en los momentos que lo requieren. Aquí también aparece otra gran parte cantada Anderson, con gran fuerza y sin perder esa carga épica que ya posee esta parte, incluyendo otro gran solo de guitarra que da lugar a otra gran sección instrumental de tantas que abundan en este disco y que luego volverá a la citada parte cantada nuevamente.
Pasados los once minutos llegamos a otro tema nuevo, en un ritmo rock desde el que se llega a un solo de órgano que va poco a poco modulándose de forma que se crea una nueva gran melodía, hasta que a partir del minuto trece Anderson nos vuelve a cantar otra parte todavía más rockera y enérgica, incluido un gran solo de flauta. Pasados los dieciséis minutos llegamos a una melodía más folk y tranquila, que pronto cambia a otro sonido igualmente folk pero con un regusto más épico y memorable (“I see you shuffle in the courtroom, with your rings upon your fingers”). Con esta magnífica canción acabará la primera parte de ‘Thick As A Brick’, no sin antes entregarnos un inquietante extracto donde un estruendoso ritmo se va apagando poco a poco.
La segunda parte empieza con unos efectos de sonidos y un reprise de la sección que habíamos escuchado a los tres minutos, que después de una parte instrumental caótica pero engrandecida por un gran sonido de teclado (aunque le sobre algo de batería), con alguna que otra parada momentánea de la música, llegamos a los cuatro minutos de duración, donde volvemos con otra de las maravillosas melodías folk que encontramos en este álbum. Aquí vuelven a utilizar el efecto de contraste que resulta de guiar la canción mediante acordes de guitarra acústica para pasar instantáneamente a una guitarra eléctrica que le añade una repentina carga enérgica. Llegamos así a continuación a otra memorable sección (donde Anderson canta la sentida parte de “Do you believe in the day?”), con percusión marcial, un gran teclado que va añadiendo melodías barrocas y una guitarra que discretamente va marcando el ritmo.
A partir de los 12:30 llegamos a una magnífica parte también liderada por el teclado con una gran melodía que da paso nuevamente a la voz de Anderson, pero pronto acelera su ritmo añadiéndole todavía más épica. Y pasados los diecisiete minutos es ya la explosión épica total, si es que todavía quedaba más, pues enseguida, casi un minuto después, llegamos a lo que sería el último tema no repetido anteriormente en el disco, con más épica, más melodías memorables y más interacción instrumental entre flauta, teclado y guitarra. Incluso añaden algo de música orquestal, que aporta más majestuosidad al sonido, y con todo ello, pasados los veinte minutos llegamos al reprise de la conocida melodía inicial del LP, donde se cierra finalmente el círculo genial de una de las cumbres del rock progresivo.
Disco imprescindible para descubrir que los temas de más de veinte minutos no tenían por qué ser necesariamente largas improvisaciones o contener momentos aburridos, sino que podía ser una perfecta amalgama de magníficas composiciones independientes pero brillantemente engarzadas.
LIVING IN THE PAST
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) A Song For Jeffrey; 2) Love Story; 3) Christmas Song; 4) Living In The Past;
5) Driving Song; 6) Sweet Dream; 7) Singing All Day; 8) Witch's Promise; 9) Inside;
10) Just Trying To Be; 11) By Kind Permission Of; 12) Dharma For One;
13) Wond'ring Again; 14) Locomotive Breath; 15) Life Is A Long Song;
16) Up The Pool; 17) Dr. Bogenbroom; 18) For Later; 19) Nursie.
Si los discos grabados hasta el momento ya habían puesto el nivel muy alto, en el presente disco recopilatorio compuesto por singles, el EP Life Is A Long Song ( que se corresponde con los cinco últimos temas), más tres canciones ya publicadas en anteriores álbumes y dos grabadas en directo, el nivel no decae y volvemos a encontrarnos con algunos de los mejores temas de su carrera.
Hay que destacar que Jethro Tull también editaron grandes singles aparte de sus LP’s, algo no demasiado habitual en los setenta, y así tenemos aquí tres de las mejores canciones de su carrera. Una es la canción grabada en 1969 que da título al recopilatorio, que tiene un ritmo que siempre me recuerda al de ‘Mediterráneo’ de Joan Manuel Serrat (editado éste un par de años después, por lo que en realidad debería ser a la inversa el recuerdo), aunque aquí sea algo más lento este ritmo, pero a cambio tiene una brillante interacción entre flauta y guitarra comandando el tema. Además, que molaría pensar que Serrat escuchó a Jethro Tull para inspirarse en el sonido mediterráneo de su tema. Otras es ‘Sweet Dream’, una poderosa canción de rock orquestal, donde precisamente este sonido orquestal potencia la memorable melodía principal, además de tener una inquietante interpretación vocal de Anderson que nos previene de la transformación de esos dulces sueños en una especie de pesadilla (“You'll hear me calling in your sweet dream”). Y ‘Witch's Promise’ es un maravilloso tema de folk-rock, del estilo que desarrollarán en Songs From The Wood, en este caso con regusto progresivo por el desarrollo instrumental de su bella melodía principal tocada con la flauta, además de poseer un incremento gradual del tono que al final se ve engrandecido por todos los instrumentos más adicionalmente algo de sonido orquestal.
Del resto de canciones, aunque ya no puedan llegar a tan altísimo nivel como las ya citadas, también podemos encontrar grandes temas como ‘Love Story’ (nada que ver con la película de Hollywood), la cual tiene una gran fuerza que sorprende tras el inicio de percusión un tanto oriental. Ese sonido oriental nos envuelve todavía más en la siguiente ‘Christmas Song’, que se ayuda eficazmente de la música orquestal para crear un gradual crescendo instrumental. Dentro de las canciones de estilo más folk al que Anderson parecía tener bastante aprecio tenemos varios ejemplos, como ‘Singing All Day’ (con una intrigante melodía de guitarra), y las acústicas ‘Up The Pool’, ‘Life Is A Long Song’ (que empieza de forma un tanto convencional para transformarse luego en un festival florido de orquesta y flauta al estilo de ‘Witch's Promise’) y la final y más discreta, aunque breve, ‘Nursie’.
Para entroncar con sus inicios musicales en un estilo de blues-rock, encontramos el tema grabado en 1969 ‘Driving Song’, que posee un estilo como arrastrado con un gran trabajo a la guitarra, que lidera los diferentes cambios de ritmo que se suceden. Y también hay lugar para los instrumentales liderados por la flauta, como es el caso de ‘For Later’.
Las dos canciones en directo aquí ubicadas pertenecen a una actuación en el Carnegie Hall en 1970 y ambas son totalmente prescindibles, pues se trata primero de ‘By Kind Permission Of’, una improvisación de piano acompañada de algo de flauta sin estructura, propósito ni melodías, que solo pasados unos nueve minutos se anima un poco por la aparición de la guitarra, bajo y batería. La otra canción ya la conocemos, es ‘Dharma For One’ del disco de debut, donde queda arruinada por el solo de batería, aunque por suerte éste dura mucho menos que la improvisación de piano anterior y así al menos hasta resulta agradable el resto del tema.
Por otro lado, en ‘Wond'ring Again’ volvemos a encontrar la grandeza de Ian Anderson a la hora de componer canciones tranquilas y evocadoras, esta vez con el piano como instrumento líder y unas épicas entradas de la batería y la guitarra. Y en ‘Dr. Bogenbroom’ podríamos decir lo mismo, en este caso con un original inicio de lo que parece un teclado emulando el sonido del clavecín.
Así pues, otro gran disco de Jethro Tull, que aún siendo un recopilatorio y careciendo de esa manera de la cohesión conceptual que jalonaba sus anteriores discos, no deja de brindarnos una gran cantidad de momentos brillantes de los que colocaron al grupo como uno de los destacados de la década de los setenta.
A PASSION PLAY
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) A Passion Play, Part I; 2) A Passion Play, Part II.
El correspondiente disco de continuación del estilo adoptado en Thick As A Brick no puede ser más decepcionante. Increíblemente llegó al número uno de las listas de ventas nada menos que en Estados Unidos, algo que no podría explicarse sin referirnos al gran éxito artístico y comercial de su citado precedente. Y el caso es que Jethro Tull estaba en su cima artística, tal como se pudo descubrir muchos años más tarde en 1993 en Nightcap, donde se pueden escuchar las grabaciones que hicieron entonces durante su exilio voluntario en Francia y que posteriormente descartaron para aprovechar solamente una pequeña parte del material en este disco que estamos comentando, una decisión que el tiempo ha demostrado que no fue nada acertada y los oyentes somos los que debemos padecerlo.
El disco se inicia con una cacofonía de un minuto de duración hasta que empieza lo que sería la primera melodía, que como inicio palidece enseguida en comparación con el que tenía su predecesor. Cuando casi a los dos minutos entra la flauta, mejora sobremanera por la gran melodía que desarrolla, así como la primera parte cantada en un estilo folk que recuerda a la música medieval. Pasados los seis minutos entramos en una sección más rockera dominada por el teclado que tampoco dura mucho hasta que retorna la anterior parte vocal. No será hasta los nueve minutos que lleguemos hasta una sección más diferenciada (no sin detalles ya escuchados como la parte de percusión que divide las estrofas) donde también podremos escuchar un frenético solo de flauta de Anderson. De hecho, algo más de energía podemos encontrar en lo que queda de Primera Parte del disco, pero sin melodías memorables que se puedan comparar al gran Thick As A Brick. Lo único que pueda destacarse es pasados los 15:30, donde vuelve a aparecer otro de los fragmentos ensayados con mejor resultado en Francia pero que tampoco está entre lo más brillante de aquello.
La Segunda Parte comienza con la narración de una historia entretenida (The Hare Who Lost His Spectacles) de humor absurdo, pero que tampoco pinta mucho dentro de un disco de rock, ¿verdad? Así que hasta los 4:20 no empieza la música propiamente dicha, en este caso con un crescendo lleno de floridas notas de teclado que, una vez llegado al clímax, acaba de forma abrupta para que llegue otra parte vocal. Pasados los siete minutos, llegamos al mejor momento de todo el álbum, que es una sección instrumental donde por fin se luce Martin Barre con la guitarra, además de deleitarnos con algunas memorables melodías sueltas rescatadas del exilio francés –cómo no– durante un par de minutos. Tras este breve momento de enajenación brillante, todo lo que resta dejará indiferente a cualquiera en las primeras escuchas, y si alguien consigue escuchar varias veces este álbum, poco a poco podrá disfrutar algo más de algunas secciones como la que se puede escuchar a partir de los catorce minutos, pero tampoco es que vaya a merecer la pena el esfuerzo cuando hay muchos otros discos de Jethro Tull mejores que éste.
En definitiva, creo que la idea está bastante clara: cualquiera que haya escuchado este disco por primera vez lo único que puede salir es horrorizado salvo que sea un seguidor fanático del grupo. En mi caso, hasta que no escuché el Nightcap y me quedé fascinado con las memorables melodías y pasajes instrumentales que allí aparecen, no pude empezar a tolerar este A Passion Play y ni siquiera a discernir esas grandes melodías cuando aparecen, ¡una de ellas, la principal, incluso al inicio! Así que, para cualquiera que lo vaya a escuchar por primera vez, le puede restar alguna estrella en la valoración.
WARCHILD
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Warchild; 2) Queen And Country; 3) Ladies; 4) Back-door Angels; 5) Sealion;
6) Skating Away On The Thin Ice Of A New Day; 7) Bungle In The Jungle;
8) Only Solitaire; 9) The Third Hoorah; 10) Two Fingers.
En esta nueva entrega Ian Anderson se olvidó de su fase progresiva y volvió a los temas cortos y más directos, eso sí, perdiendo algo de la inspiración inicial por el camino. A estas alturas no es que represente un problema, pero sí que veremos más adelante que cuando las melodías no quieren aparecer, Ian se sume en la vulgaridad más absoluta. Lo que encontramos aquí es lo que se podría considerar “el típico disco de Jethro Tull”, que es aceptable pero no entusiasma igual que entregas anteriores al repetir estilísticamente detalles ya disfrutados con anterioridad. También podemos comprobar como la guitarra de Barre ya no cumple un papel principal ni tampoco consigue sacar ningún solo memorable, algo que hace bajar un poco la valoración global del álbum.
Para comenzar tenemos ‘Warchild’, el típico rock pesado y como algo desacompasado de Jethro Tull, donde la única sorpresa es la aparición de un breve saxofón a mitad de la canción, instrumento que volverá a emplear hacia el final de la más discreta ‘Ladies’. En el mismo tono pero algo más tranquilo tenemos ‘Queen And Country’, la cual al menos presenta un buen estribillo que recuerda los mejores momentos del grupo.
Los cambios de ritmo enjugando buenas melodías que habían jalonado el Thick As A Brick aquí parecen retornar por momentos en ‘Back-door Angels’, pero esto queda lastrado a continuación por unos solos de guitarra metaleros de Barre que suenan demasiado genéricos, aun teniendo un sonido duro, pues aparte de velocidad no transmiten nada más. Mucho mejor es la siguiente canción ‘Sealion’, al tener un aire más épico conforme avanza la parte vocal en las estrofas, además de presentar otra de esas magníficas interacciones entre flauta y guitarra, en este caso apoyadas por algo de arreglos orquestales.
Por otro lado, ‘Skating Away On The Thin Ice Of A New Day’ recupera el gusto de Anderson por las baladas acústicas de cierta inspiración medieval, que conforme avanza se va acelerando con buen gusto gracias a una suave percusión y el animado bajo de Jeffrey Hammond. Es una de las canciones más conocidas del disco junto a la rockera ‘Bungle In The Jungle’, la cual no deja de tener su gancho pero tampoco acaba de superar la barrera hasta llegar al asombro que esperamos de Jethro Tull. Lo mejor es sin duda esa melodía inicial de flauta que más adelante se volverá a repetir con la ayuda de sonido orquestal para potenciar su genialidad.
La manida balada acústica de Anderson se repite en la breve ‘Only Solitaire’, que apenas dura lo suficiente (minuto y medio) para hacerse notar. Conforme acaba, nos llega el momento gentil de ‘The Third Hoorah’, que es un pop de melodías cuasi infantiles pero agradables y con los suficientes cambios de ritmo para mantener el interés, además de tener una sección instrumental excelente donde destaca el teclista Evans en esta ocasión. En la canción final (‘Two Fingers’) lo único destacable son también los escasos momentos de exaltación instrumental.
La buena noticia es que el grupo sigue en excelente forma y únicamente le ha faltado afinar más en las composiciones, puesto que en los momentos inspirados de algunas canciones vuelven a demostrar su excepcional conjunción como músicos. Un disco aceptable sin ninguna canción excepcional pero sin nada lamentable tampoco, pero sin embargo poseedor de suficientes destellos de lucidez creativa para permitir una escucha agradable.
MINSTREL IN THE GALLERY
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Minstrel In The Gallery; 2) Cold Wind To Valhalla; 3) Black Satin Dancer; 4) Requiem; 5) One White Duck/010 = Nothing At All; 6) Baker St. Muse; 7) Grace.
Primer batacazo serio en la trayectoria del grupo. Parece que Ian Anderson acertó con dos composiciones extraordinarios y luego ya no supo cómo rellenar el resto del disco para seguir con su media de un disco editado por año, por lo que quizá pensaría que podría completarlo con lo primero que se le pasara por la cabeza que tuviera forma musical. Tras escuchar el álbum en su totalidad, a cualquiera le podría pasar un razonamiento similar por la cabeza, puesto que existe un contraste muy pronunciado entre la genialidad de las dos canciones iniciales respecto a las demás.
La canción que da título al LP, ‘Minstrel In The Gallery’, se compone de dos partes bien diferenciadas que ya de por sí contrastan demasiado y por ende podrían haberse desglosado en dos canciones separadas. La primera parte es una relajada tonada acústica de estilo trovadoresco, que tampoco es ninguna excepcionalidad, y que parece siempre a punto de arrancar sin hacerlo. La transición de la primera a la segunda parte también es algo convencional al realizarse mediante unos fraseos solitarios e intermitentes de guitarra, que afortunadamente para la segunda parte se transforman en unos riffs de una brutalidad total, al más puro estilo de ‘Aqualung’. Y ya cuando entra la memorable interpretación vocal de Anderson ya solo queda olvidar el inicio de este tema y dejarse llevar por la catarata de sonido envolvente.
En ‘Cold Wind To Valhalla’ tenemos otra desbocada transición entre la parte acústica y la eléctrica, con nueva parte vocal épica y un desarrollo instrumental magnífico donde se van sucediendo cambios a un ritmo que parece querer concentrar en unos minutos la esencia de Thick As A Brick. Por otro lado, en ‘Black Satin Dancer’ parecen emular en cierta manera el estilo del ‘Dazed And Confused’ de Led Zeppelin (incluida su duración), al alternar ritmos pesados lentos con otros más ágiles, pero obviamente con la mitad de originalidad y creatividad que el grupo de Page. Aquí el resultado deja un tanto desconcertado.
No podía faltar la balada acústica pertinente, aquí por partida triple, primero en forma de tediosa canción sin melodía (‘Requiem’) y con arreglos orquestales más propios de una canción del festival de Benidorm; después como intento de hacerla interesante mediante el empleo de un título llamativo (‘One White Duck/010 = Nothing At All’), algo que no consigue elevar el interés por encima del aburrimiento masivo; y para el final con la brevísima ‘Grace’, que más parece un toque de humor que otra cosa. Pero la verdadera metida de pata llega con la extensa ‘Baker St. Muse’ (casi diecisiete minutos), que no justifica para nada su duración. Hay que reconocer que pasados los dos minutos aparece una melodía interesante, casi la única que encontraremos, pues después se desarrollará por caminos ya conocidos pero sin nada de originalidad, de una manera que podrían estar horas y horas porque las melodías brillan por su ausencia y las que aparecen recuerdan a otras mejores escuchadas con anterioridad. A partir de los trece minutos también se pone algo interesante (incluso haciendo referencia al “minstrel in the gallery”), ¡aunque ya podían haberse ahorrado los diez minutos anteriores! Sin embargo es también un momento muy breve y no puede mejorar la valoración completa de este tema, que es un intento fallido de recuperar el espíritu progresivo del grupo.
Así pues, comprobando cómo en duración la mitad del disco es de un nivel bajísimo, lo cual es ya un buen lastre, pero que a cambio tenemos dos magníficos temas en primer término (para apretar cómodamente la tecla de stop una vez han acabado), la puntuación final no es tan desastrosa como debiera, si bien estamos ante el peor disco de los setenta de Jethro Tull, que nadie se deje engañar por las valoraciones positivas que se suelen escribir sobre él. Al hilo de A Passion Play, no basta con tocar bien para salvar un álbum, el sentido de los instrumentos es dar una forma interesante a las notas musicales.
TOO OLD TO ROCK'N'ROLL: TOO YOUNG TO DIE!
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Quizz Kid; 2) Crazed Institution; 3) Salamander; 4) Taxi Grab;
5) From A Dead Beat To An Old Greaser; 6) Bad Eyed And Loveless; 7) Big Dipper; 8) Too Old To Rock'n'Roll: Too Young To Die; 9) Pied Piper;
10) The Chequered Flag (Dead Or Alive).
Un nuevo intento de crear un álbum conceptual llevó a Ian Anderson a desarrollar la historia de un músico que se encuentra mayor para situarse en las nuevas tendencias musicales (lideradas por gente más joven) pero que acaba teniendo nuevamente éxito. No es que se desarrolle una temática concreta ni que Ian nos recite un análisis psicológico y existencialista del mundo de la música (para eso ya tenemos a Ray Davies), sino más bien es el pretexto para proporcionar cierta unidad, aunque musicalmente no vamos a ver apenas novedades respecto a lo que ya conocemos de Jethro Tull, si acaso el acertado empleo de instrumentación orquestal en algunos casos, cortesía de uno de sus colaboradores más fieles, David Palmer (actualmente Dee Palmer, debido a peculiares asuntos particulares).
La canción más conocida del álbum es la que le da el título, pues posee una reconocible melodía aunque tampoco se pueda englobar entre las más memorables del grupo. Lo mejor es la producción del tema, pues se crea un sutil crescendo donde van apareciendo trompetas que enfatizan adecuadamente el canto de Anderson. Lo que no se encuentra por ningún lado es la participación de Maddy Prior, su acompañamiento vocal queda completamente cubierto por la voz de Ian, que da más la impresión de estar doblada que acompañada. Con la misma melodía (y quizá para acentuar el carácter conceptual y teatral de la obra) inicia ‘Quizz Kid’ el disco, que es lo mejor de esta canción también, pues luego se desarrolla por terrenos convencionales sin apenas melodías, ofreciendo potencia sonora y poco más. Y es que en bastantes ocasiones no logra elevar el vuelo demasiado, por lo que temas como ‘Crazed Institution’ o el western que no acaba de arrancar ‘Bad-Eyed and Loveless’, suenan a lo de siempre pero con mucha menor inspiración. Obviamente, y como en anteriores ocasiones, encontramos los típicos estilos empleados por Anderson en sus discos, como es el caso de la canción acústica con guitarra prominente en la dinámica ‘Salamander’, que en este caso vale la pena escuchar pues en su parte final encontramos una entretenida batalla entre la guitarra y la flauta.
Los cambios de ritmo y elementos poco previsibles como esa guitarra que aparece poor momentos y suena a Ry Cooder, hacen de ‘Taxi Grab’ uno de los pocos momentos interesantes a la vez que potentes, lo cual tampoco es decir mucho en este caso. Luego, en ‘Big Dipper’ vuelve a repetirse el estilo y ya no produce ningún impacto.
Las baladas ganan mucho cuando están bien adornadas con instrumentos orquestales. Así, ‘From A Dead Beat To An Old Greaser’ comienza como otra balada acústica de guitarra más, pero los adornos de piano empiezan a cambiarle el rostro y al final los violines acentúan el carácter emotivo de la canción, en la que se nombran a los Shadows, Kerouac y Magritte, además de poseer un agradable saxofón tocado por Palmer. También los arreglos de ‘Pied Piper’ son todo un acierto en ese sentido y lo más destacado en ella. Pero la que se lleva la palma a mejor canción tanto por sus arreglos como por sus bellas melodías es la final ‘The Chequered Flag (Dead Or Alive)’, que en algún momento quizá pueda bordear en lo meloso pero presenta una gran estructura y la mejor interpretación vocal de Anderson de todo el álbum.
En resumen, estamos ante un disco previsible en cuanto a que encontramos más de lo mismo. La mayor diferencia respecto al fallido Minstrel In The Gallery estriba en que la inspiración aparece bastantes más veces, además de suavizar un poco el tono y propiciar los ornamentos instrumentales que le aportan el toque de calidad suficiente para considerar este álbum como aceptable dentro de los estándares de Jethro Tull.
1) Songs From The Wood; 2) Jack-In-The-Green; 3) Cup Of Wonder; 4) Hunting Girl;
5) Ring Out, Solstice Bells; 6) Velvet Green; 7) The Whistler; 8) Pibroch (Cap In Hand); 9) Fire At Midnight.
Puntuación:
Año de publicación: 1977
SONGS FROM THE WOOD
Y aquí vemos la transformación de Jethro Tull en un combinado de folk-rock británico. No es que anteriormente no hubiera dado signos de poder acoplarse bien a este estilo, pues el aire bucólico que daba a sus baladas con la interacción de guitarra acústica y flauta, además de otros temas de sonido más inspirado en lo medieval, pueden servir de origen para esta transformación en la que el grupo parece sentirse muy cómodo. Aunque como en anteriores ocasiones, el resultado final está en función de la inspiración compositiva de Ian Anderson. Es lo que tiene fijarse como objetivo el publicar un disco nuevo con periodicidad anual. Esto ya no son los sesenta y ya hay caminos demasiado trillados. No obstante, Jethro Tull salen vencedores con un álbum de cuidada factura y variadas melodías que no obligan a recordar que estamos ante una banda de rock. No vamos a encontrar nada novedoso, pero escucharemos con agrado cómo vuelven a repetirnos una fórmula ya probada por ellos en numerosas ocasiones con anterioridad. Y aquí ya cuentan con el teclista y arreglista David Palmer como miembro propiamente dicho del grupo.
La canción que da título al álbum es la mejor sin ninguna duda. Desde ese melódico inicio a cappella que antecede la gradual entrada de la instrumentación, hasta el desarrollo de su memorable estribillo. Luego tendremos un brillante solo de flauta para mejorar lo presente. Podemos esperar cierta tranquilidad en las canciones en general, aunque no será lo habitual aquí, pues incluso en un tema acústico como ‘Jack-In-The-Green’ Ian Anderson canta con cierta agresividad sobre el personaje del título. Si lo que buscamos es calma total, deberíamos dirigirnos directamente a la pastoral ‘Fire At Midnight’ que cierra el álbum. Este estilo folk deja también bastante margen para que Anderson se explaye con su flauta, a veces demasiado como en ‘Pibroch (Cap In Hand)’, que es lo más flojo del disco al no justificar su extensa duración.
Los momentos más animados se agradecen, como esa escurridiza melodía que presenta ‘Cup Of Wonder’ pero que desafortunadamente no consigue un equivalente tan impactante en su sección vocal, pues el desarrollo del tema queda demasiado convencional, que es lo que ocurre precisamente con el single de presentación del disco, ‘Ring Out, Solstice Bells’, pues suena bien pero no consigue llamar la atención y ni siquiera posee alguna melodía que pueda retener el cerebro. Así que no se entiende el criterio seguido para seleccionarla como single. Potencia rítmica, flauta alocada y cambios de ritmo inusitados es lo que consiguen en ‘Hunting Girl’, rememorando brevemente aquellos grandes momentos de Thick As A Brick pero sin llegar a su genialidad. Pero sin duda el mejor momento de poderío sonoro llega en ‘The Whistler’ donde, esta vez sí, Anderson nos regala una parte vocal a la altura de sus grandes momentos, junto a una pegadiza flauta y una instrumentación rítmica que mantiene en vilo durante todo momento.
En el sonido medieval Ian Anderson ha demostrado siempre buen gusto y aquí no es menos con ‘Velvet Green’, iniciado con una gran parte de teclado y salteado con brillantes pasajes instrumentales al más puro estilo céltico que denotan un gran conocimiento por parte del grupo (o de Ian Anderson quizá) de los sonidos tradicionales y folklóricos británicos. Lástima que la sección vocal no esté al mismo nivel.
Por tanto, estamos ante un recomendable álbum del grupo, un alivio después de los últimos discos que parecían indicar un declive compositivo irrecuperable pero que simplemente denotaban lo impulsivo que era Anderson con su manía de publicar un álbum nuevo cada año y no esperar un tiempo más para editar un material de mayor nivel global.
1) And The Mouse Police Never Sleeps; 2) Acres Wild; 3) No Lullaby; 4) Moths; 5) Journeyman; 6) Rover; 7) One Brown Mouse; 8) Heavy Horses; 9) Weathercock; [BONUS TRACKS:] 10) Living In These Hard Times; 11) Broadford Bazaar.
Puntuación:
Año de publicación: 1978
HEAVY HORSES
El título del disco podría hacer pensar en una continuación del estilo folk-rock de Songs From The Wood, lo cual es cierto de alguna manera, aunque aquí toma mucha más predominancia el componente rock (incluso hasta algo de funky que parece asomar por ‘Journeyman’). No obstante, el nivel general mejora por una mayor cantidad de melodías agradables y originales que aparecen en muchas de sus canciones.
La inquietante guitarra acústica que introduce ‘And The Mouse Police Never Sleeps’ ya crea un interés desde el inicio que no se ve frustrado después, pues el potente ritmo acústico mediante el que transcurre el tema le aporta suficiente fuerza para mantener el interés, aunque le faltaría un mejor estribillo para destacar. Mejor sabor deja la siguiente ‘Acres Wild’, precisamente por poseer un ritmo igualmente intrigante pero con diferentes cambios y un estribillo ágil que acaba en una subida de tono que acrecienta la épica que destila, en buena parte por la grandiosa melodía interpretada el violín por Darril Way, entonces sin grupo tras la desbandada de Curved Air tras el flojo Airborne de 1976. También participa en la canción que da título al álbum, una especie de balada con las conocidas transiciones acústico-eléctricas, pero con un elaborado estribillo y una adorable melodía principal.
Canciones como ‘Journeyman’ o el pop acústico de ‘Moths’, pasan de manera agradable pero inofensiva, aunque la primera presenta un buen sonido de guitarra y un buen empleo de la flauta y el violín. Les faltaría a ambas empuje y aunar grandes melodías tanto en las estrofas como en el estribillo, que es lo que sí podemos disfrutar en el infantil título de ‘One Brown Mouse’. Por suerte, musicalmente no es infantil y presenta unas agradables melodías vocales que se alternan con precisos pasajes instrumentales. En ‘Rover’ vuelven a conjuntarse grandes melodías, una gran guitarra y una gran flauta, soltando alternativamente grandes líneas a diestro y siniestro de comprobada emotividad. La final ‘Weathercock’ es más tranquila y aparentemente convencional, pues creemos en principio que se trata de una nueva balada acústica, hasta que la guitarra de Barre entra en su parte final y salva el panorama aportando sólidas líneas.
‘No Lullaby’, tal como su título indica, es de lo más rockero que podemos encontrar aquí, pero al mismo tiempo de lo menos interesante, pues al final queda como un batiburrillo sin sentido que recuerda a lo peor del LP Minstrel In The Gallery. No es el tema más largo del álbum, puesto que ese honor va para precisamente ‘Heavy Horses’, poseedora del mejor estribillo de todo el disco. A partir de los cuatro minutos acelera su ritmo, en lo que parece que va a ser una tonada de inspiración tradicional, pero que pronto continúa en una vena más rockera, en lo que es una sección central más movida. Por último, simplemente se retomará la sección inicial.
Los dos bonus tracks incluidos son todo un descubrimiento, pues ‘Living In These Hard Times’ es un rock de medio tempo con transiciones suaves y diversidad melódica suficiente, donde destaca la melodía que interpreta Anderson en la flauta; y ‘Bradford Bazaar’ es una joya acústica de sobresalientes melodías.
CD I: 1) Introduction by Claude Nobs; 2) No Lullaby; 3) Sweet Dream;
4) Skating Away On The Thin Ice Of A New Day; 5) Jack-In-The-Green;
6) One Brown Mouse; 7) A New Day Yesterday; 8) Flute Solo Improvisation/God Rest Ye Merry Gentlemen/Bourée (Medley); 9) Songs From The Wood; 10) Thick As A Brick.
CD II: 1) Introduction By Ian Anderson; 2) Hunting Girl;
3) Too Old To Rock'n'Roll, Too Young To Die!; 4) Conundrum;
5) Minstrel In The Gallery; 6) Cross-Eyed Mary; 7) Quatrain; 8) Aqualung; 9) Locomotive Breath; 10) The Dambusters March.
Puntuación:
Año de publicación: 1978
BURSTING OUT
El primer disco en directo de la historia de Jethro Tull fue una selección de canciones de la gira europea realizada tras la publicación de Heavy Horses, sin localización determinada, si bien la primera introducción que escuchamos es del director del prestigioso Jazz Festival de Montreux (Suiza), aquél que conocen todos los aficionados al rock por la canción ‘Smoke On The Water’ de Deep Purple. No por ello el repertorio se compone de canciones de su reciente álbum, sino que es un acertado repaso a casi toda su trayectoria hasta ese momento, quizá obviando sus inicios de estilo blues-rock. También podemos escuchar las bromas de Anderson con el público, como en la presentación de ‘Too Old To Rock'n'Roll, Too Young To Die!’, en la que asegura que no es autobiográfica.
Las canciones pertenecientes a sus discos más recientes son las que no presentan apenas diferencias respecto a las versiones de estudio, como era de esperar, con la excepción de ‘No Lullaby’, que de ser un caos sonoro en Heavy Horses pasa aquí a ser una acertada suite rockera con un gran trabajo de guitarra de Barre, potenciando las melodías que andaban perdidas en la versión de estudio.
Las interpretaciones del material más clásico son soberbias, donde destacan sobre todo ‘Cross-Eyed Mary’ y ‘Locomotive Breath’, ambas todavía más electrificadas y con pasajes instrumentales novedosos que encantarán a cualquier seguidor de la banda. En cambio, ‘Aqualung’ suena al principio como si se le estuvieran acabando las pilas al dispositivo de audio. Menos mal que cuando llega la parte del “foggy freeze” se anima el asunto y consiguen emocionar en su gran parte central instrumental gracias a la tremenda guitarra de Barre. Otra canción clásica pero menos esperada es ‘A New Day Yesterday’, aquí transformada en un fiero rock que casi no denota su origen más blues, con una brillante guitarra que potencia la melodía principal. Y en ‘Minstrel In The Gallery’ prescinden prácticamente de su primera parte acústica para pasar a la parte cañera, que es lo que al público le interesa.
También hay lugar para que Anderson se divierta un poco tocando la flauta, aunque su improvisación deja un tanto desconcertado hasta que empieza a tocar el villancico tradicional ‘God Rest Ye Merry Gentlemen’, que luego acabará en una brillante interpretación de ‘Bourée’ con algo de acompañamiento. Barre obtiene de igual manera su recompensa y se incluyen dos composiciones instrumentales suyas, la primera llamada ‘Conundrum’ y compuesta junto al batería Barlow, donde la parte de este último probablemente sea el prescindible solo de batería de su sección central. Es un rock dinámico liderado por la guitarra, a diferencia de ‘Quatrain’, que está interpretada como si fuera un himno casi.
En resumen, es éste un gran álbum en directo que recoge a un grupo en plenitud de fuerzas y demostrando un increíble poderío rockero, nada que ver con la tendencia algo folk que parecían denotar en sus últimos álbumes de estudio. Un documento del gran sonido que tenían en directo y de la habilidad innata de Anderson con la flauta.
1) North Sea Oil; 2) Orion; 3) Home; 4) Dark Ages; 5) Warm Sporran;
6) Something's On The Move; 7) Old Ghosts; 8) Dun Ringill; 9) Flying Dutchman; 10) Elegy;
[BONUS TRACKS:] 11) A Stitch in Time; 12) Crossword; 13) Kelpie;
14) King Henry's Madrigal.
Puntuación:
Año de publicación: 1979
STORMWATCH
Como una continuación de la orientación más rock que había retomado la banda en su anterior álbum de estudio, el nuevo Stormwatch significa también el final de una etapa, pues a partir de ahora Ian Anderson se lanzará por vericuetos musicales impropios de una banda de rock. Aunque no tenga mucho que ver en lo que sería el futuro musical de Jethro Tull, uno de los aspectos que marcaron este álbum fue la triste salida de uno de los miembros de la formación. Según cuenta el propio Anderson en el libreto, el bajista Glascock comenzaba a sufrir los síntomas de unos problemas congénitos del corazón (moriría poco después de la publicación de este disco), por lo que en buena parte de las canciones el bajo lo toca el propio Anderson. En cualquier caso, queda demostrado que se encontraban todos los músicos en forma.
El inicio del disco y de ‘North Sea Oil’ recuperan la magia y la épica de las mejores composiciones de Anderson. En el desarrollo vocal quizá se diluya un poco, pero esa gran melodía épica que se va repitiendo es excepcional. Mejor todavía es la siguiente ‘Orion’, lo mejor de este disco, con unas memorables melodías vocales enfundadas en una potente sección rítmica (con Glascock tocando el bajo) más brillantes líneas de teclado y guitarra. Precisamente es la guitarra lo que le da el toque especial a la canción que llega a continuación, ‘Home’, que se desarrolla como una apacible e inofensiva balada hasta que entran unos memorables acordes de guitarra que entran en cada final de estrofa.
Hay dos temas extensos que siguen el esquema típico de Jethro Tull de alternar momentos más calmados con otros enérgicos y desaforados, que siempre son un acierto cuando se realizan con gusto y con buenas o aceptables melodías, aunque por ejemplo en ‘Dark Ages’ a Barre se le va un poco la mano con algunos solos genéricos de heavy metal, que no dejan muy buena sensación. También resulta desconcertante escuchar tantos cambios de ritmo, que por momentos nos hace temer un retorno a lo peor de Minstrel In The Gallery. ‘Flying Dutchman’ deja mejor sensación, aunque sigue desconcertando un poco con su estructura. Podría decirse que ‘Old Ghosts’ sería la versión reducida y mejorada de estos dos temas recién citados. Por otro lado, los momentos más dinámicos también se agradecen. En ‘Something's On The Move’ es donde más se lanzan hacia un rock duro, con solos de guitarra rayanos en lo convencional.
Sendos instrumentales cerraban cada cara de lo que era el LP original. La primera mediante ‘Warm Sporran’, es una pieza liderada por la flauta, para mayor lucimiento de Anderson, donde lo más curioso es escuchar unos coros de fondo que recuerdan a los cantos gregorianos. La segunda cara y lo que era el final del LP original lo cerraba una brillante composición del teclista y arreglista Palmer (‘Elegy’), una delicada balada acústica que parece inspirada en Pachelbel (¡sería una encomiable fuente de inspiración!), donde la guitarra y la flauta se complementan en perfecta simbiosis y al final se añade algo de guitarra eléctrica pero en tono calmado. En un estilo similar también encontramos otra pieza acústica cantada titulada ‘Dun Ringill’, igualmente interpretada con delicadeza y gusto.
Los bonus tracks son más bien discretos, los tres primeros agradables temas rock y poco más, con los ingredientes típicos de Jethro Tull tales como las buenas interpretaciones de guitarra y flauta que se incluyen. Quizá pudiera destacarse ‘Kelpie’ por su gran pasaje instrumental. En cambio, ‘King Henry's Madrigal’ es un tema tradicional adaptado al lenguaje rock, que en las manos de Anderson y compañía se transforma en toda una celebración eléctrico-medieval. Así pues, tal como decíamos en la introducción, llegamos aquí al final de una etapa. Llegan ya los años ochenta y la electrónica se colará en las composiciones del grupo con resultados decepcionantes, como veremos a continuación.
A
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Crossfire; 2) Fylingdale Flyer; 3) Working John, Working Joe; 4) Black Sunday; 5) Protect And Survive; 6) Batteries Not Included; 7) Uniform; 8) 4 W.D. (Low Ratio);
9) The Pine Marten's Jig; 10) And Further On.
Comienza aquí una nueva pero lamentable etapa en la carrera de Jethro Tull. A partir de ahora, los sintetizadores formarán parte indefectible de la música de la banda. Que llegara Dave Pegg (Fairport Convention) como nuevo bajista no significó precisamente que volvieran sus pasos hacia el folk-rock de Songs From The Wood, sino que se dirigieron hacia un sonido artificial y artificioso que sonaría muy moderno entonces, pero que ahora se observa completamente desfasado y fuera de lugar. Un movimiento erróneo que todavía nos dejará peores trabajos que éste durante la década.
El comienzo del disco no parece presagiar ningún especial desastre. En primer lugar llega ‘Crossfire’, que no es una mala composición pero los sintetizadores lastran notablemente el resultado, como ocurrirá en más ocasiones a lo largo del disco como característica principal. Mucho mejor es la siguiente ‘Fylingdale Flyer’, que si bien deja la guitarra en un segundo plano casi inaudible, las melodías vocales son de primer nivel y tiene un gran estribillo épico. Uno de los últimos momentos de grandeza en mucho tiempo. ‘Black Sunday’ se acerca bastante a esa grandeza por su poderío rítmico y por ser la única ocasión en que Barre brille como nos tenía acostumbrados, pues en uno de sus pasajes instrumentales se marca un gran solo alternándose con la flauta de Anderson. Peor es cuando realiza un solo de vulgar heavy metal como en ‘4 W.D. (Low Ratio)’, aunque se adelanta un poco a lo que traerá la década ominosa de la historia del rock.
Por lo demás, no vale la pena perder tiempo en describir uno a uno cada tema, puesto que el esfuerzo resulta fútil. Si a alguien le sobra tiempo en su vida, puede dedicarse a buscar musarañas o a buscar las melodías de ‘Working John, Working Joe’ o ‘Uniform’, entre otras, porque yo no las encuentro por ningún lado. De ‘Protect And Survive’ solo se salva la aguerrida melodía de flauta, que ya parece bastante visto el nivel medio de este disco. Y el instrumental ‘The Pine Marten's Jig’ no se sabe muy bien que pinta ahí, pero suena igualmente insulso.
La balada final ‘And Further On’ nos deja al menos otro gran solo de guitarra, puesto que por lo demás es aburridísima. Parece ser que este álbum estaba destinado a ser publicado bajo el nombre de Ian Anderson en solitario (cabe señalar que su primer y lamentable debut en solitario se haría realidad en 1983 con Walk Into Light), algo razonable si atendemos a que poco tiene que ver con lo que era el sonido de Jethro Tull hasta ese momento. Como decíamos, este patinazo es solo el primero de muchos más por llegar.
BROADSWORD AND THE BEAST
Año de publicación: 1982
Puntuación:
1) Beastie; 2) Clasp; 3) Fallen On Hard Times; 4) Flying Colours;
5) Slow Marching Band; 6) Broadsword; 7) Pussy Willow;
8) Watching Me Watching You; 9) Seal Driver; 10) Cheerio.
Mirando la portada de este nuevo álbum, sin modernidades como la anterior, podría darnos una errónea idea de que se volvía a un sonido más tradicional. Más aún, a priori parecía que Ian Anderson se dirigiría de nuevo –por fin– hacia el mundo del folk-rock, pues si en el disco anterior había incluido a un exmiembro de Fairport Convention (David Pegg) como bajista de Jethro Tull, en esta ocasión incorporaría también a Gerry Conway, quien había tocado con Steeleye Span y con el grupo de corto recorrido Fotheringay (el que fundara Sandy Denny). Pero nada más lejos de la realidad. La incorporación del batería se debió con toda probabilidad a que para la producción de este disco se contó con los servicios de Paul Samwell-Smith, el que fuera en sus orígenes bajista de los míticos Yardbirds y que luego desarrollaría una carrera como productor con tempranos éxitos gracias a los discos de Cat Stevens, puesto que Conway había sido el batería de éste.
Musicalmente, el presente disco sigue en la línea del anterior, con los teclados y sintetizadores en primer lugar, adoptando un sonido demasiado artificial para lo que desearíamos. Al menos las composiciones en general están algo más pulidas y la guitarra aparece en más ocasiones y tocada con cierto gusto, lo cual se agradece y además aporta algo más de humanidad (por denominarlo de alguna manera) al sonido. ¿Pero qué se puede decir de una sucesión de temas que suenan casi igual y no presentan apenas melodías discernibles? Poco, la verdad. En escuchar la primera canción del álbum casi lo hemos escuchado todo. ‘Beastie’ presenta al mismo sonido artificial de ritmos que parecen programados, pero al menos la guitarra eléctrica suena real y transmite energía al oyente.
Encontramos un cierto respiro hacia la mitad del álbum con tres temas que podría englobarse entre lo mejor de los Jethro Tull de los ochenta, lo cual tampoco es un mérito precisamente. No es hasta que llegan los aires medievales de la apacible ‘Slow Marching Band’ que encontramos en este disco algo diferente y que al mismo tiempo pueda recordarse, pues además presenta un pomposo estribillo de buenas melodías apoyado en un incremento gradual del tono instrumental. De manera similar transcurre la introducción de ‘Pussy Willow’, si bien luego se va alternando con un parte más ágil y rítmica hasta que llega su gran y melódico estribillo: “Pusy willow down fur-lined avenue / Brushing the sleep from her young woman eyes”. Se le podría nombrar el mejor tema de todo el disco. En cambio, ‘Broadsword’ recupera el estilo épico de la banda, actualizado a la producción de los años ochenta, por lo que aquello que en otra época podría haberse embellecido con arreglos orquestales, aquí se hace de manera más barata con sintetizadores, pero de manera eficaz y con algunos cambios de ritmo que nos hacen recordar por fin a los mejores Jethro Tull.
Sin embargo, el resto de temas orbitan alrededor del mismo tipo de sonido, aunque al menos en esta ocasión las melodías están más cuidadas y eso eleva un poco el nivel ofrecido. Pero tal como hemos visto, esos tres temas comentados de la parte central son los únicos que vale la pena recordar y el resto se olvidan de manera demasiado rápida. La final y breve ‘Cheerio’, aunque sea una agradable pieza acústica, no nos debe variar la impresión negativa que realmente transmite este mediocre álbum.
UNDER WRAPS
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) Lap Of Luxury; 2) Under Wraps #1; 3) European Legacy;
4) Later, That Same Evening; 5) Saboteur; 6) Radio Free Moscow; 7) Astronomy; 8) Tundra; 9) Nobody's Car; 10) Heat; 11) Under Wraps #2; 12) Paparazzi; 13) Apogee; 14) Automotive Engineering; 15) General Crossing.
Conforme avanzaba la década, Jethro Tull se iban sumergiendo cada vez más en el mundo artificial de los sintetizadores. Lo que agrava todavía más una dirección musical tan errónea es que en este disco participan en la composición el resto de miembros, como si Ian Anderson hubiera querido reforzar el aspecto grupal y la implicación de los demás. Así, en más de la mitad de los temas aparece como coautor el teclista Vettese, quien en la parte compositiva no resulta ser de gran ayuda precisamente, atendiendo al contenido de este álbum, pues estamos ante el que quizá sea el peor de la historia de Jethro Tull.
El tono general del disco es precisamente la falta de tono. Mediante la tecnología de producción del momento se intenta tapar la exigua creatividad demostrada en las composiciones. Hay pocos temas que puedan salvarse de la quema general. Por ejemplo, en ‘Lap Of Luxury’ al menos se discierne una parte vocal con melodía. Otros casos inspiran lástima más bien, pues de haber tenido otra clase de tratamiento y de producción, ‘Later, That Same Evening’ hubiera sido una canción destacada, ya que nuevamente la parte vocal denota cierta elaboración y gusto melódico. Incluso ‘Radio Free Moscow’ parece sonar agradable aunque haya que soportar los malditos sintetizadores y la percusión programada. Hasta la flauta parece pasada por un sintetizador, como ocurre en ‘European Legacy’, aunque es lo único salvable de otro flojo tema. Es por ello que, al escuchar en el comienzo de ‘Nobody's Car’ la flauta, pensamos en otro momento de alivio. Pero nada más lejos de la realidad, porque carece de melodías y de cualquier aspecto positivo que pueda pensarse.
En ‘Under Wraps #1’ parecen adelantarse en un par de años a los Genesis más comerciales y sintéticos de Invisible Touch, pero manteniendo al menos un cierto entretenimiento gracias al dinámico ritmo bien llevado y una buena parte vocal, quedando el conjunto lastrado por el exceso de efectos de estudio. ‘Under Wraps #2’ es más discreta, pero al ser acústica y no tener sintetizadores, ¡hasta parece una gran canción!
En cambio, aberraciones supuestamente modernas como ‘Astronomy’, ‘General Crossing’ o ‘Paparazzi’ solo podrían tener como propósito el competir con la morralla artificial del panorama musical del momento, toda esa música de sintetizadores sin melodías que ha caído en el baúl del olvido. Y ya ‘Saboteur’ sería el colmo del mal gusto: penosa parte vocal, horrendo sonido, lamentables solos de guitarra y teclado... todo un ejemplo de lo que no se debe hacer. El mismo veredicto se podría aplicar a este disco, un verdadero engendro de los ochenta.
A CLASSIC CASE
Año de publicación: 1985
Puntuación:
1) Locomotive Breath; 2) Thick As A Brick; 3) Elegy; 4) Bourée; 5) Fly By Night;
6) Aqualung; 7) Too Old To Rock'n'Roll; Too Young To Die;
8) Medley: Teacher/Bungle In The Jungle/Locomotive Breath;
9) Living In The Past; 10) War Child.
Este curioso álbum no solo presenta la música de Jethro Tull (algunos de sus grandes éxitos) interpretada por una orquesta clásica, sino que los propios miembros de Jethro Tull participan en ella pero sin cantar nada, todo instrumental. La orquesta en cuestión es nada menos que la prestigiosa London Symphony Orchestra, dirigida en esta ocasión por el exteclista de la banda David Palmer, quien realiza también el encomiable trabajo de crear los arreglos para esta interpretación con orquesta. Precisamente se incluye una composición propia de este último que formó parte de Stormwatch y que además era uno de los mejores temas de aquel álbum: ‘Elegy’.
No hay mucho que decir ante un disco de estas características, que por cierto no fue recogido de ningún concierto, sino que fue grabado en el estudio. La voz es sustituida en cada canción por algún instrumento que demuestra al mismo tiempo la sutileza de las melodías vocales que cantaba Ian Anderson, quien ahora se limita a ejercer de pundonoroso flautista. Pueden destacarse entre todas ‘Thick As A Brick’, obvia elección aunque podrían haberla extendido mucho más, y la siempre impactante ‘Locomotive Breath’. La única composición que parece inédita a priori es ‘Fly By Night’, pero se trata en realidad de un tema del disco de debut en solitario de Ian Anderson, Walk Into Light (1983), lamentable álbum en el mismo estilo que la basura electrónica que estaba publicando con Jethro Tull durante esta década, donde precisamente ‘Fly By Night’ era lo mejor y de lo poco que podía salvarse sin ser nada especial.
Sorprende que la introducción de ‘Bourée’, que era una composición de Bach, suene más al clasicismo de Mozart. También parece una elección curiosa, el trasladar a la música clásica lo que originalmente ya era de ese estilo. Canciones como ‘Aqualung’ quizá tengan una peor traslación porque los instrumentos que marcan su devenir son claramente la batería y la guitarra eléctrica, por lo que hay poco margen para la novedad y viene a ser casi lo mismo, incluso más flojo porque con los años el guitarrista Barre cada vez suena más vulgar, como si hubiera ido perdiendo la magia de la década anterior. Lo que no se entiende es el porqué de elegir ‘War Child’, primero porque no es una canción destacada dentro de la discografía de Jethro Tull y segundo porque no se encuentra nada que se parezca a la canción original. Quizá por ello está escrita en dos palabras y no todo junto (‘Warchild’), tal como estaba la original. Aquí recuerda al típico sonido de una banda sonora de película, pero aburrida, siendo además la pieza más larga del disco tras ‘Aqualung’. Dejar lo peor para el final no es buena idea, pero en cualquier caso vale la pena echarle un vistazo a este disco y poder disfrutar la elaborada adaptación de grandes canciones de Jethro Tull al lenguaje clásico, trabajo que hay que agradecer a David Palmer.
CREST OF A KNAVE
Año de publicación: 1987
Puntuación:
1) Steel Monkey; 2) Farm On The Freeway; 3) Jump Start; 4) Said She Was A Dancer; 5) Dogs In The Midwinter; 6) Budapest; 7) Mountain Men; 8) The Waking Edge; 9) Raising Steam.
¡Señoras y señores, les presentamos aquí el ganador del Grammy a mejor álbum de Hard Rock/Metal! No es ninguna broma, puesto que tal premio se llevó este disco que nada tiene que ver con esos estilos salvo los solos genéricos de guitarra de Martin Barre, que son precisamente el peor ejemplo de lo que nos podía ofrecer en el estilo Metal. El mismo Ian Anderson ironiza sobre el galardón en el libreto; pero bueno, los premios Grammy nunca han sido una referencia relevante en el mundo de la música como arte, sino en la música como espectáculo y negocio. Y este álbum como pieza artística no merece la más mínima atención, aunque logró unas ventas importantes para lo que venía siendo el devenir descendente de la calidad en la producción del grupo.
El que fuera single de presentación del álbum, ‘Steel Monkey’, presenta más o menos los mismos ingredientes de la música de Jethro Tull en la nefasta década de los ochenta: percusión artificial, sintetizadores, guitarra chillona y estéril, y la voz inexpresiva de Ian Anderson. Ni siquiera se digna a tocar la flauta en este tema. Sin ser eso mismo lo que encontraremos en general en este disco, la mediocridad que sobrevuela en él representa toda una estafa a los seguidores de la banda, salvo a los verdaderamente fanáticos que serían capaces hasta de glorificar esta lamentable obra.
Los únicos temas destacables son los que se salen de esa norma no escrita de su producción de los ochenta. El comienzo de ‘Farm On The Freeway’ nos hace albergar esperanzas de que algo diferente nos vamos a encontrar, pero aunque suene más cercana y agradable se olvida rápidamente porque no presenta ninguna melodía decente, a pesar de que se extiende durante más de seis minutos. Al menos es un alivio que esté bien ejecutada, visto lo visto aquí. También ayuda la introducción acústica de ‘Jump Start’, que nos recuerda mejores tiempos de la banda, aunque luego nos toca padecer otro solo de guitarra genérico de Barre, empeñado en parecer metalero. En ese sentido, la única canción que se puede contabilizar como de estilo ochentero pero aceptable sería ‘Mountain Men’, cuyo único pecado es volver a exceder los seis minutos ya que, ¿cómo completa Jethro Tull una canción para llegar a esa duración? Efectivamente, tal como much@s han pensado, metiendo un penoso solo de guitarra metalero. ‘Said She Was A Dancer’ es de lo mejor del disco porque Barre suena más comedido al tratarse de una balada, si bien esta canción hubiera pasado sin mayor pena ni gloria de haber pertenecido a algún álbum mejor. Y Barre también salva ‘The Waking Edge’ de ser una tediosa balada gracias a sus punteos suaves de guitarra que suenan en un segundo plano hacia la mitad del tema.
Que nadie se deje engañar por las palabras de Anderson en el libreto designando como “best Classic Tull song ever” a la mediocre ‘Budapest’. Está perfectamente ejecutada, pero ¿cómo no iba a estarlo si no hay nada complejo que tocar? Son diez minutos repletos de pasajes instrumentales convencionales que no transmiten ninguna emoción. Y ésa es precisamente la clave para comprender por qué este álbum se sitúa entre los peores que grabó la banda: produce indiferencia absoluta y una sensación total de haber perdido el tiempo escuchándolo.
20 YEARS OF JETHRO TULL
Año de publicación: 1988
Puntuación:
CD I: 1) Song For Jeffrey (live); 2) Love Story (live); 3) Fat Man (live); 4) Bourée (live);
5) Stormy Monday Blues (live); 6) A New Day Yesterday (live); 7) Cold Wind To Valhalla (live); 8) Minstrel In The Gallery (live); 9) Velvet Green; 10) Grace; 11) Jack Frost And The Hooded Crow; 12) I'm Your Gun; 13) Down At The End Of Your Road;
14) Coronach; 15) Summerday Sands; 16) Too Many Too; 17) March The Mad Scientist; 18) Pan Dance; 19) Strip Cartoon; 20) King Henry's Madrigal;
21) A Stitch In Time; 22) 17; 23) One For John Gee; 24) Aeroplane; 25) Sunshine Day.
CD II: 1) Lick Your Fingers Clean; 2) The Chateau D'Isaster Tapes: Scenario/Audition/No Rehearsal; 3) Beltane; 4) Crossword; 5) Saturation;
6) Jack-A-Lynn; 7) Motoreyes; 8) Blues Instrumental (Untitled); 9) Rhythm In Gold;
10) Part Of the Machine; 11) Mayhem, Maybe; 12) Overhang; 13) Kelpie;
14) Living In These Hard Times; 15) Under Wraps 2; 16) Only Solitaire;
17) Salamander; 18) Moths; 19) Nursie.
CD III: 1) Witch's Promise; 2) Bungle In The Jungle; 3) Farm On The Freeway (live);
4) Thick As A Brick (live); 5) Sweet Dream (live); 6) The Clasp (live); 7) Pibroch (Pee Break)/Black Satin Dancer (live); 8) Fallen On Hard Times (live); 9) Cheap Day Return; 10) Wond'ring Aloud (live); 11) Dun Ringill (live); 12) Life's A Long Song; 13) One White Duck/010 = Nothing At All; 14) Songs From The Wood (live); 15) Living In The Past (live); 16) Teacher; 17) Aqualung (live); 18) Locomotive Breath (live).
Para conmemorar los veinte años de carrera de Jethro Tull se publicó este triple CD que no es un recopilatorio de grandes éxitos (por suerte) sino una compilación de material inédito que recoge tanto temas descartados como otros en directo, más algunas versiones alternativas, todo ello separado por tres subtítulos que definen el contenido de cada uno de los discos. Tan solo las canciones que se han tachado habían sido publicadas con anterioridad, motivo por el que no se entiende realmente el criterio seguido a la hora de recopilar el material que formaría parte del álbum. Eso sí, sorprende la vasta cantidad de material inédito que Anderson tenía guardado en el cajón, demostración de que era un compositor y ejecutante prolífico. Y por lo que veremos en los siguientes años, no era nada comparado con lo que se quedaba sin ver la luz.
El primero de los discos viene titulado como Radio Archives and Rare Tracks, lo cual ya le confiere un atractivo de entrada. Las primeras canciones corresponden a actuaciones en directo en la BBC, las cinco primeras de la etapa inicial con el primer guitarrista Abrahams, todas ellas bien ejecutadas y recomendables. Encontramos una curiosa versión de ‘Stormy Monday Blues’ que dejaba clara la predilección inicial de la banda por el blues-rock, aunque parece exagerada la introducción del presentador: “could be the biggest attraction since The Stones”, puesto que por la interpretación nos dejan claro que no podían competir en ese campo con los Rolling Stones, pero la introducción de la flauta como instrumento exótico en el blues ya le da un punto diferente. Precisamente hacia el final del disco encontramos de Abrahams dos composiciones suyas que tampoco tienen nada que ver con el sonido que asociamos a Jethro Tull, pues ni siquiera son blues: un simple instrumental jazz titulado ‘One For John Gee’ y un igualmente olvidable tema más próximo al brit-pop de The Kinks, ‘Sunshine Day’. Ya entendemos mejor el porqué de su salida de la banda tras su LP de debut, aunque podemos encontrar aún otro ejemplo de brit-pop pero compuesto por Anderson, el melódico y mejor ‘Aeroplane’.
Escuchar ‘A New Day Yesterday’ en directo fascina todavía más que en Stand Up, sobre todo gracias a la guitarra que suena más incisiva y cercana. Y es un gustazo poder escuchar la introducción imitando al clavicordio de ‘Velvet Green’. Parece que para interpretar en directo los temas de Minstrel In The Gallery Ian Anderson fue acompañado únicamente de Barre con su guitarra acústica, puesto que de la propia ‘Minstrel In The Gallery’ solo podemos escuchar un extracto de su primera parte folk y contemplativa. Una lástima que no se lanzaran a por su parte memorable, que era la eléctrica. E igualmente en ‘Cold Wind To Valhalla’ se quedan en un extracto acústico. Siguiendo con el citado álbum, resulta curioso comprobar cómo la que fue la cara B del single de ‘Minstrel In The Gallery’, titulada ‘Summerday Sands’, suena mucho mejor que la mayor parte del contenido de aquel desastroso álbum. Por último, de entre las novedades del primer CD podrían destacarse también la balada acústica ‘March The Mad Scientist’ y el instrumental tradicional ‘King Henry's Madrigal’.
El grueso del segundo disco (intitulado Flawed Gems and Other Sides of Tull, el menos atractivo de los tres) lo conforman temas ya conocidos y descartes de los ochenta que en general son mejores que el material que formó parte de tantos penosos álbumes, aunque la mayoría se olvidan muy pronto porque tampoco contienen suficientes elementos que llamen la atención. Por ejemplo, de la época reciente de Crest Of A Knave tenemos el intento de imitación vulgarizada de ‘Once Upon A Time In The West’ de Dire Straits, titulado ‘Part Of The Machine’. Aun así, es mejor que buena parte del citado disco. Mejor todavía es el descarte de la época de Aqualung, ‘Lick Your Fingers Clean’, dinámico y agradable, además de poseer una pegadiza flauta al mejor estilo de Anderson. Bajo el título de ‘The Chateau D'Isaster Tapes’ se encuentra un extracto de las grabaciones realizadas en el exilio francés durante las sesiones previas a A Passion Play. Como estas grabaciones formarán parte de la futura compilación Nightcap, ya se hablará de ellas en su momento. También pueden destacarse de este segundo CD el tema ‘Crossword’ de la época de Stormwatch, donde Barre todavía brilla con su guitarra; la interacción de guitarra acústica y teclado de ‘Jack-A-Lynn’; los aires medievales de ‘Mayhem, Maybe’; o la flauta de ‘Living In These Hard Times’.
Esta recopilación se completa con un tercer CD llamado The Essential Tull, título exagerado para lo que contiene. Que las dos últimas canciones sean sendas interpretaciones en directo de dos clásicos eternos como ‘Aqualung’ y ‘Locomotive Breath’ parece una buena decisión que cuadra con el citado título. El problema llega porque provienen de un concierto en Hamburgo de 1982, donde se limitan a cumplir y punto, lejos de las grandes interpretaciones que conocíamos del Bursting Out. Incluso en ‘Locomotive Breath’ se le va la mano al teclista de entonces y se lanza con un sonido de sintetizador nada acertado. ¿Y qué le ocurre a la voz de Ian en ‘Sweet Dream’? suena como muy nasal y le hace perder parte de la bravura que debiera transmitir. Al menos ‘Farm On The Freeway’ deja mucha mejor impresión en directo.
También en directo, ‘The Clasp’ es todo un agradable descubrimiento, pues presenta ese aire épico de las mejores composiciones de la banda, grandes partes de guitarra y flauta, e incluso una melodía de teclado de sabor medieval hacia la mitad. También se recupera la genial cara B de la igualmente genial ‘Witch's Promise’, la engañosa ‘Teacher’, que comienza como un pop más o menos tranquilo bien llevado por un ritmo de guitarra, hasta que empiezan a llegar los cambios de ritmo y a subir el tono para convertirla en una notable pieza de rock.
Existe una versión reducida de este triple recopilatorio llamada 20 Years Of Jethro Tull: Highlights, que no vale la pena adquirir al obviar algunos de los temas más destacados. Como ya se ha dicho, el segundo CD es el más discreto de los tres, pero en el resto hay suficientes canciones para pasar un gran rato, meritorio logro al tratarse de rarezas y actuaciones en directo de diversas épocas. Otro soplo de aire fresco dentro de la decadente trayectoria de Jethro Tull a partir de los ochenta.
ROCK ISLAND
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Kissing Willie; 2) The Rattlesnake Trail; 3) Ears Of Tin; 4) Undressed To Kill;
5) Rock Island; 6) Heavy Water; 7) Another Christmas Song; 8) The Whaler's Dues; 9) Big Riff And Mando; 10) Strange Avenues.
Era inevitable que, tras el éxito moderado de ventas de Crest Of A Knave, Anderson y compañía se limitaran a grabar una continuación que les permitiera mantener el mismo falso status de estrellas que en ese momento no merecían. Si estos discos no parecían tener otro propósito que mantener el nombre de Jethro Tull en la actualidad y aprovechar el tirón monetario que acarreaba, no cabía esperanza de que aquí buscaran algo diferente. Así pues, tenemos la misma basura antimelódica y vulgar que nos estaban ofreciendo en cantidades industriales en los últimos años.
Curiosamente, es cuando no suenan a ellos mismos que se puede tolerar la música de este disco. De esa manera, ‘Rock Island’ suena como una mala imitación del estilo de Dire Straits pero con el añadido de la flauta, hasta que llega la inevitable sección metalera que ya acaba de lastrar el resultado final, aunque no es precisamente de lo peor de este álbum, así que mejor echarse a temblar. Precisamente la mejor canción del disco es donde más se parecerían a la banda de Mark Knopfler, mostrándose más sencillos y cercanos en la agradable ‘Another Christmas Song’, la única que posee melodías que se pueden recordar una vez acabada la canción. Dejando de ser malos con las comparaciones, pueden destacarse también entre todo el lamentable relleno del disco la animada ‘The Rattlesnake Trail’, sobre todo por su entretenida coda llena de aullidos, y la final ‘Strange Avenues’, que tras una demasiado alargada introducción inquietante mantiene una especie de crescendo que finaliza en una última estrofa con fuerza, acorde a su letra introspectiva. Aunque ambas no pueden competir –ni siquiera compararse– con las mejores canciones de la carrera de Jethro Tull.
Igual que ocurriera en Crest Of A Knave, la primera canción fue publicada como single de presentación del disco. E igual que ocurriera en esa ocasión, ‘Kissing Willie’ representa lo más genérico y vulgar en que incurría la música de Jethro Tull cuando no había melodías y se enfundaba todo en una producción excesiva. La flauta de Anderson vuelve a tomar protagonismo en la introducción de ‘Ears Of Tin’, que parece que va a ser una bonita balada pero que pronto se vulgariza de forma extrema debido a la entrada del acompañamiento instrumental excesivo y sintético. Como si hubieran querido repetir la jugada de ‘Aqualung’, con sus marcados cambios de tono y ritmo, pero actualizado al sonido artificial de la producción de los ochenta.
En resumidas cuentas, aun sin poseer un exceso de sintetizadores como en Under Wraps, el nivel de las composiciones es tan lamentable que ambas quedan en el mismo nivel. Una nueva tomadura de pelo en forma de disco de rock que en 1989 animaba a la juventud a lanzarse a idolatrar a cualquier otra banda más moderna, fueran los mediocres Happy Mondays o los talentosos Stone Roses.
LIVE AT HAMMERSMITH '84
Año de publicación: 1990
Puntuación:
1) Locomotive Breath (instrumental); 2) Hunting Girl; 3) Under Wraps #1;
4) Later, That Same Evening; 5) Pussy Willow; 6) Living In The Past;
7) Locomotive Breath; 8) Too Old To Rock'n'Roll: Too Young To Die.
Este álbum raro recoge una actuación en el mítico Hammersmith Odeon de Londres en 1984. Es la época de Under Wraps y de los excesos musicales sintéticos, así que avisados están l@s oyentes de que el tipo de los teclados tendrá un protagonismo más que evidente. Lo que resulta sorprendente es que, ya en la era en CD, un disco en directo así, que recupera un concierto, no recoja más material de él para aprovechar mejor el espacio. ¿Tan malo sería el resto? Bueno, probablemente el motivo sea que se guarden canciones para ir publicándolas en futuras antologías, porque en 1990 todavía se estaba comenzando a hurgar en los archivos musicales. Tampoco es que se presuma que nada de los ochenta pueda tener interés para las generaciones posteriores, pero en el negocio de la música eso no cuenta. A principios de esa década, a mucha gente debió de chocarle la transformación de Jethro Tull en una banda devota de los sintetizadores, que aquí no se esconden en temas de la época como es el caso de ‘Under Wraps #1’, que junto a la batería electrónica le dan unos aires ochenteros ya desafasados.
Parece que ‘Hunting Girl’ era una inesperada elección favorita del grupo en directo, puesto que también venía incluida en el Bursting Out de 1978. En directo transmite mucha energía por sus inusitados cambios de ritmo y la alocada flauta de Ian, aunque el teclado imitando los violines tampoco acaba de convencer del todo, pero es uno de los puntos fuertes del álbum. Y se debe tomar como una buena noticia que del álbum Broadsword And The Beast se incluya su mejor tema: ‘Pussy Willow’, aquí en una notable interpretación que es también de lo poco interesante que encontraremos.
Por otro lado, se han visto desarrollos instrumentales de ‘Living In The Past’ infinitamente mejores, porque los sintetizadores destrozan toda la magia que reaparece en la calmada primera parte donde solo se escucha la batería, el bajo, y la flauta o la voz de Anderson. Algo similar ocurre en ‘Too Old To Rock'n'Roll: Too Young To Die’, alargada innecesariamente por el mismo motivo y donde tampoco se entiende que al final Ian se ponga a recitar ‘Thick As A Brick’. Para eso, ya podrían haber incluido más interpretaciones. Mejor sensación deja ‘Locomotive Breath’, pero porque el teclista se queda más restringido hacia el sonido de piano y por tanto no sufre de tanto exceso. Lo que no se entiende es tener que escuchar dos veces su introducción, ya que justo al principio encontramos únicamente esa misma parte instrumental, que además en la versión completa está mejorada al estar liderada por la guitarra de Barre.
En definitiva, no estamos ante la mejor versión de la banda ni mucho menos la mejor época, así que puede obviarse este directo sin más contemplaciones. Poca gente puede haber interesada en el sonido en directo de Jethro Tull en 1984, menos todavía cuando hay tantas grabaciones de la banda donde elegir.
CATFISH RISING
Año de publicación: 1991
Puntuación:
1) This Is Not Love; 2) Occasional Demons; 3) Roll Yer Own; 4) Rocks On The Road;
5) Sparrow On The Schoolyard Wall; 6) Thinking Round Corners;
7) Still Loving You Tonight; 8) Doctor To My Disease; 9) Like A Tall Thin Girl;
10) White Innocence; 11) Sleeping With The Dog;
12) Gold-Tipped Boots, Black Jacket And Tie; 13) When Jesus Came To Play.
Era difícil hacerlo peor de cómo lo venían haciendo en los últimos años, por lo que el margen de mejora era amplio y fácil de alcanzar. Así, con poco esfuerzo y con el propósito de grabar algo cuando menos decente, Jethro Tull volvió a los estudios de grabación para de alguna manera volver a los inicios y reciclarse musicalmente después de tanta superficialidad. Escribe Ian Anderson en el libreto del CD que este álbum es el más influenciado por el blues desde su debut con This Was. La aseveración tampoco nos dice mucho porque ese debut era la única vez en la que se habían embarcado en un sonido de blues-rock como vía principal. No encontramos apenas ninguna composición que pueda catalogarse estrictamente como blues (salvo la vulgar ‘Sleeping With The Dog’, donde meten algunos ladridos para intentar sonar diferentes) y, paradójicamente, una de las que más se acerca es una penosa especie de balada-blues titulada ‘Still Loving You Tonight’, que además imita más o menos el famoso riff del instrumental ‘Europa’ de Santana. El bajista vuelve a ser David Pegg, excepto cuando se estaba lavando el pelo y lo sustituía su hijo Matt, si atendemos a las jocosas explicaciones de Ian.
Canciones como ‘This Is Not Love’ o la folkie ‘Gold-Tipped Boots, Black Jacket And Tie’ demuestran una estructura más compleja de lo habitual en los últimos años, con melodías suficientemente elaboradas y una instrumentación aceptable para no encasillarlas como música de los ochenta/noventa. Eso sí, en la animada ‘Doctor To My Disease’ el guitarrista Barre vuelve a caer en el pecado de tocar una vulgar guitarra metalera (en su sentido peyorativo) y artificiosa. Más ecos de blues encontramos en la final ‘When Jesus Came To Play’, nuevo sacrilegio respetuoso (si se permite el oxímoron) de Ian para que al menos la letra pueda suscitar algo de interés en este convencional tema. En cambio, ‘Roll Yer Own’ se situaría en un punto equidistante entre el blues y el folk, que es donde encajarían la parte vocal y la instrumental, respectivamente.
Es inevitable encontrar temas de relleno fácil y en ‘Occasional Demons’ o ‘Like A Tall Thin Girl’ más bien se puede decir que aburren, pero al menos no vienen enfundadas en música o arreglos horrendos. En el polo opuesto, lo que sorprende es encontrar un tema como ‘Rocks On The Road’, de un espíritu progresivo en su estilo que parecía haber desaparecido del mapa ya en los ochenta. Aunque le faltaría un pelín de brillantez para poder ser un gran tema para la posteridad, es ciertamente lo mejor del álbum y posee unas perfectas transiciones graduales entre los pasajes más acústicos y el desarrollo más rítmico, con un solo de guitarra final que se alterna magistralmente con la flauta.
Otras canciones como ‘Sparrow On The Schoolyard Wall’ o ‘Thinking Round Corners’ pasan sin mayor pena ni gloria, para recordarnos que ésta no es tampoco la gran banda que asombró en la década de los setenta, aunque haya mejorado respecto a la que horrorizaba en los ochenta, aunque todavía quedan restos de ese abominable estilo en ‘White Innocence’, que para más inri se alarga hasta sobrepasar los siete minutos. Es significativo que para Jethro Tull suponga un alivio sonar como cualquier banda del montón. Pero para Ian Anderson esa zona de confort (término empleado de manera abusiva por quienes van dando simples lecciones insustanciales de autoayuda, aunque siempre bajo denominaciones como coaching, aprendizaje transformacional, etc., para que parezca más moderno y prestigioso) no era suficiente y no querrá conformarse permaneciendo en ella, lo cual no significará mantener una línea ascendente sino volver a meter la pata hasta el fondo. Menos mal que, antes de volver al estudio, nos dejarán un par de álbumes por medio para que tomemos aire.
A LITTLE LIGHT MUSIC
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) Someday The Sun Won't Shine For You; 2) Living In The Past;
3) Life Is A Long Song; 4) Under Wraps; 5) Rocks On The Road; 6) Nursie;
7) Too Old To Rock'n'Roll Too Young To Die; 8) One White Duck;
9) A New Day Yesterday; 10) John Barleycorn; 11) Look Into The Sun;
12) A Christmas Song; 13) From A Dead Beat To An Old Greaser; 14) This Is Not Love; 15) Bourée; 16) Pussy Willow; 17) Locomotive Breath.
De una gira europea durante el mes de mayo de 1992 se realizó la selección plasmada en este álbum. La diferencia respecto a discos anteriores en directo es que aquí Jethro Tull aparece en forma de simple cuarteto. Ya no hay orquesta detrás, ni siquiera teclados, órganos, acordeones o lo que fuera que tocaran John Evan o David Palmer, antiguos miembros. En la batería está el gran Dave Mattacks (que algo de teclado toca, según podemos leer), si bien con los años ya había perdido parte de su grandeza. Echando un vistazo al repertorio, observamos que recorren toda su trayectoria vital como banda, incluido el álbum de debut del que rescatan justo la canción que abre A Little Light Music, que es de lo más atípica al tratarse de un blues puro y duro con predominancia de la armónica, instrumento que no sería nada habitual que tocara Anderson después de su debut. Por lo demás, lo que observamos es a unos músicos que se dedican a hacer lo que saben, sin florituras de cara a la galería ni excesos para aparentar que tienen el espíritu de un adolescente, motivo por el cual estas actuaciones muestran a un grupo cohesionado, profesional y con ganas de demostrar que saben extraer lo mejor de cada tema e incluso hacer modificaciones sin que se resienta el resultado.
Sin tanta parafernalia, resulta chocante que la interpretación de ‘Locomotive Breath’ sea de las mejores que hayan hecho, puesto que consiguen suplir la falta de teclado y efectos extra con una mesurada e inteligente utilización del resto de instrumentos, además de ejecutar una original introducción. ‘Living In The Past’ resulta casi irreconocible al transformarse en un enérgico instrumental donde el ritmo del bajo se vuelve ominoso e inquietante y la guitarra de Barre va dejando sus trallazos. También tenemos la suerte de poder escuchar el mejor tema de Broadsword And The Beast, ‘Pussy Willow’, transformado en un excepcional instrumental que oscila por diferentes estados de ánimo y donde todos los músicos parecen dar lo mejor de sí.
Que Ian Anderson con los años mejoraba con la flauta todavía más es una evidencia, dejando grandes solos como en ‘Life Is A Long Song’ o en la sección improvisada de ‘Bourée’. Análogamente, ‘Look Into The Sun’ le sirve a Barre para demostrar sus dotes con la guitarra clásica, donde no es un maestro pero se defiende bien, aunque luego se transforma en un blues. También hay espacio para el cachondeo de Anderson con el público, soltando bromas graciosas, algunas con el pobre Barre de protagonista involuntario (solo hay que fijarse en la presentación de ‘One White Duck’). El único tema inédito que encontramos es la tradicional ‘John Barleycorn’, introducida por un curioso y marcado ritmo latino, donde lo único reseñable es la flauta de Ian.
En general, son buenas interpretaciones que aseguran un agradable acompañamiento, con momentos eventuales de brillantez que demuestran el sinsentido de dejarse llevar por las tecnologías en el estudio cuando lo que mejor les sentaba era la autenticidad que conseguían en las actuaciones. Hay temas como ‘Nursie’ que mejoran mucho más en directo, ¡incluso en ‘One White Duck’ pueden apreciarse bonitas melodías! De todas maneras, no significa ningún cambio de rumbo, pues es más un preludio del recomendable disco en solitario de Ian Anderson, Divinities: Twelve Dances With God (1995), que de lo que sería el siguiente álbum de estudio de Jethro Tull, otro batacazo de gran magnitud.
2018
25TH ANNIVERSARY BOX SET
CD II: 1) Nothing Is Easy; 2) My God; 3) With You There To Help Me;
4) A Song For Jeffrey; 5) To Cry You A Song; 6) Sossity; You're A Woman; 7) Reasons For Waiting; 8) We Used To Know; 9) Guitar Solo; 10) For A Thousand Mothers.
CD III: 1) So Much Trouble; 2) My Sunday Feeling; 3) Someday The Sun Won't Shine For You; 4) Living In The Past; 5) Bourée; 6) With You There To Help Me;
7) This As A Brick; 8) Cheerio; 9) A New Day Yesterday; 10) Protect And Survive;
11) Jack-A-Lynn; 12) The Whistler; 13) My God; 14) Aqualung.
CD IV: 1) To Be Sad Is A Mad Way To Be; 2) Back To The Family;
3) A Passion Play (Extract); 4) Wind-Up/Locomotive Breath/Land Of Hope And Glory; 5) Seal Driver; 6) Nobody's Car; 7) Pussy Willow; 8) Budapest; 9) Nothing Is Easy;
10) Kissing Willie; 11) Still Loving You Tonight; 12) Beggar's Farm; 13) Passion Jig;
14) A Song For Jeffrey; 15) Living In The Past.
Puntuación:
Año de publicación: 1993
2018
Lo de Ian Anderson con los box sets no se entiende en principio. Cinco años antes se había publicado uno conmemorando el 20º aniversario y cuando se publicó este por los 25 años, seguro que circularían las bromas sobre qué contendrían el del 30º y 35º aniversario, aunque estas efemérides se acabarían aquí. No así los archivos de Jethro Tull, porque todavía se irían publicando más rarezas inéditas. Resulta asombroso comprobar lo prolífico que fue Ian componiendo. En cualquier caso, este cuádruple álbum recoge como novedades básicamente actuaciones en directo.
El primer disco se compone de los grandes éxitos pero en nuevas mezclas y en orden cronológico, aunque no he escrito el repertorio en el listado de arriba por ser ya conocido. Puede interesar a los más eruditos en la música de Jethro Tull porque se aprecian sutiles diferencias y se recoge un buen puñado de las mejores canciones de la banda. En algunos momentos da la sensación de que han grabado partes instrumentales encima de las antiguas, pues por ejemplo la batería de ‘Teacher’ suena demasiado moderna. Pero no se indica ninguna adición nueva en el libreto.
El segundo disco recoge un concierto benéfico de 1970 en el mítico Carnegie Hall de Nueva York, donde faltan los dos temas que ya fueron incluidos en su momento en el recopilatorio Living In The Past (1972). Vale la pena escucharlo, no solo por su valor histórico sino también por la calidad de las interpretaciones y del sonido. Podemos corroborar también que lo de Ian Anderson y sus bromas es algo implícito en un concierto de Jethro Tull. La única pega que encontramos es ‘My God’, que excede los diez minutos de duración porque Anderson se marca un par de solos de flauta un tanto autoindulgentes, donde no faltan sonidos excéntricos y guturales en los que parece que estemos escuchando a un loco. Sería curioso que hubiera imágenes de ese momento (bueno, son unos tres minutos), porque debe tener su gracia ver a Anderson en plan histriónico. De hecho, en el libreto podemos leer una reseña de prensa de la época sobre el concierto en la que se señala que sin el componente visual esos solos de flauta no tendrían el mismo impacto. Eso sí, escucharlo solamente, sin imágenes, se hace muy pesado y a la segunda vez un@ prefiere darle a la tecla de pasar canción.
Como su subtítulo indica (The Beacons Bottom Tapes), el tercer CD recoge en su mayor parte un concierto de noviembre de 1992 en ese lugar. Es por tanto de lo más reciente que podíamos escuchar de Jethro Tull aunque no por mucha diferencia respecto a A Little Light Music, solo dos meses. De todas formas, sigue siendo una delicia escuchar la interpretación de ‘Bourée’ cuando Ian realiza variaciones con su flauta por medio. ‘My God’ deja mejor sensación que en el concierto del Carnegie Hall porque a Anderson no se le va la olla y está bien complementado por la entrada de la guitarra acústica. Lo que es una verdadera lástima es que su voz suene apagada y algo ronca, como si estuviera resfriado, razón por la que ‘With You There To Help Me’ y ‘My Sunday Feeling’ no pueden llegar a fascinar completamente, ya que su parte instrumental muestra a unos músicos en estado de gracia ese día, como puede comprobarse también en la potente interpretación de ‘The Whistler’. ‘Aqualung’ también se ve seriamente afectada por esa voz inexpresiva que se le ha quedado. Podemos encontrar dos grabaciones de estudio, que en realidad son regrabaciones de dos temas de los ochenta: ‘Cheerio’ es tan olvidable como la original, pero ‘Protect And Survive’ se transforma en una preciosidad acústica, sin flauta pero con una habilidosa guitarra acústica de corte clásico a la que se van añadiendo el bajo y la guitarra eléctrica. También encontramos como novedad la versión de ‘So Much Trouble’ del antiguo bluesman Brownie McGhee (no McGee, como aparece erróneamente escrito en el box set), pero tampoco es gran cosa.
Del cuarto de los discos podemos decir que es un conjunto de actuaciones en directo en orden cronológico de todas las décadas activas de la banda, aunque más de la mitad (las ocho últimas) son de 1991 y 1992. Como se interpretan algunos de sus peores temas de los ochenta y destrozan alguno anterior, este volumen es sin duda el peor de los cuatro. Las dos primeras canciones provienen de un concierto en Estocolmo de enero de 1969, donde escuchamos el típico blues de los inicios de Jethro Tull (‘To Be Sad Is A Mad Way To Be’) y una primeriza interpretación de ‘Back To The Family’ a la que le faltaba algún retoque más todavía. Curiosamente, es en las actuaciones de los noventa cuando encontramos dos temas del álbum de debut de la banda: ‘Beggar's Farm’, con una animada parte final; y ‘A Song For Jeffrey’, que sale descuartizada por estandarizar el ritmo y por emplear Ian un efecto para la voz que a esas alturas ya estaba fuera de lugar. A lo que no estamos nada habituados es a encontrar algo de A Passion Play en directo, aunque no nos vamos a quejar precisamente por ello, pero al menos aquí se recoge un breve extracto de uno de los pocos momentos notables de esa obra. Entre lo más moderno, mediante ‘Seal Driver’ podemos comprobar cómo los sintetizadores no encajaban para nada con el sonido de la banda. También comprobamos que hay canciones de las que es imposible extraer nada positivo, como por ejemplo ‘Nobody's Car’ (Under Wraps), que sigue siendo igual de lamentable en directo, pues además el concierto del que proviene, de Londres en 1984, no debió ser nada bueno ya que hasta ‘Pussy Willow’ suena totalmente mediocre. Encontramos una novedad en ‘Passion Jig’, una alegre tonada de aires tradicionales en la que podrían haberse ahorrado la entrada de la guitarra eléctrica, puesto que no encaja en ese estilo.
Se supone que deberían haber hecho una buena selección de lo que iba a formar parte de este box set, pero tantas atrocidades juntas en el cuarto disco le restan puntos a lo que hubiera sido una recomendable adquisición de otra manera para quien esté interesado en los Jethro Tull en directo. Parece ser que el segundo y tercer discos pueden adquirirse por separado, lo cual es una mejor opción, visto lo visto.
CD I: 1) First Post; 2) Animelee; 3) Tiger Toon; 4) Look At The Animals;
5) Law Of The Bungle; 6) Law Of The Bungle Part II; 7) Left Right; 8) Solitaire; 9) Critique Oblique; 10) Post Last; 11) Scenario; 12) Audition; 13) No Rehearsal.
CD II: 1) Paradise Steakhouse; 2) Sealion II; 3) Piece Of Cake; 4) Quartet;
5) Silver River Turning; 6) Crew Nights; 7) The Curse; 8) Rosa On The Factory Floor;
9) A Small Cigar; 10) Man Of Principle; 11) Commons Brawl; 12) No Step;
13) Drive On The Young Side Of Life; 14) I Don't Want To Be Me;
15) Broadford Bazaar; 16) Lights Out; 17) Truck Stop Runner; 18) Hard Liner.
Puntuación:
Año de publicación: 1993
NIGHTCAP
Seguía la búsqueda por los archivos de Jethro Tull y todavía había cantidad como para publicar un doble CD repleto de rarezas. Ambos CD’s no pueden ser más distintos en su contenido porque el primero recoge grabaciones previas a lo que luego sería A Passion Play, aun sin parecerse casi en lo más mínimo, y el segundo rarezas o descartes inéditos, aunque por ejemplo ‘Broadford Bazaar’ podemos encontrarlo en la reedición en CD de Heavy Horses. Aunque la portada parece decirnos que es mejor que nos tomemos algo de alcohol para aguantar la sacudida que puede suponer más material inédito, lo cierto es que la sorpresa sigue siendo en general igual de agradable que en las anteriores ocasiones.
El primer CD está subtitulado como My Round: Chateau d'Isaster Tapes, título referido a que su contenido pertenece a unas sesiones de grabación en el Château d'Hérouville durante el exilio fiscal en Francia. Recordemos que a principios de los setenta hubo un éxodo de artistas británicos que se trasladaron al país vecino para evitar pagar el alto porcentaje de impuestos que les tocaba. Así, gente como los Rolling Stones o Elton John pasaron un largo tiempo en Francia, incluso Elton grabaría varios de sus álbumes en esos mismos estudios del Château d'Hérouville. En el caso de Jethro Tull, las grabaciones que podemos escuchar demuestran que se mantenía buena parte de la brillantez que habían demostrado en Thick As A Brick y, aunque tampoco es que haya muchos temas que se puedan dar por acabados, no se entiende que Ian Anderson descartara casi todo lo grabado al volver a Inglaterra. Solo algunos breves fragmentos musicales de lo que escuchamos aquí pueden descubrirse en A Passion Play si se está verdaderamente atento, pero no hay ni punto de comparación entre el aburrimiento de esa obra con la emoción que transmiten en estas grabaciones archivadas.
Eso sí, que nadie se engañe al principio porque ‘First Post’ y ‘Animelee’ no dejan de ser unas breves demos de inspiración medieval, sobre todo la segunda. Es a partir del tercer tema cuando la cosa se anima de verdad, aunque ‘Tiger Toon’ es tan solo un breve y agradable adelanto de lo que encontraremos después. En ‘Look At The Animals’ ya podemos escuchar un tema hecho y derecho, repleto de melodías y giros rítmicos (a los 1:53 llega una potente parte que todavía mejora lo ya escuchado) que puede incluirse sin objeciones entre lo mejor que pudieran haber hecho en esos primeros años setenta. Todos los músicos, incluido Anderson con su flauta, parecen tocados por la musa de la inspiración y aportan memorables destellos de genialidad. La segunda parte de ‘Law Of The Bungle’, que es instrumental, es una de las mejores piezas que hayan tocado nunca, resulta increíble que se quedara archivada en un cajón. Repite la parte ya destacada en ‘Look At The Animals’, pero no supone mayor problema volver a escuchar algo tan sublime.
Ecos del inicio de ‘Thick As A Brick’ resuenan en la introducción instrumental de ‘Solitaire’, pero más sombríos se vuelven en la casi instrumental ‘Critique Oblique’, donde Ian vuelve a deleitarnos con un gran liderazgo de flauta bien acompañada por el resto de instrumentos. Luego se eleva el tono en toda una muestra de poderío, aunque durante sus nueve minutos de duración va transitando firmemente sin dejar por ello de mantener en vilo hasta el final. A continuación llega ‘Post Last’, que no hace sino prolongar durante cinco minutos más algunas de sus partes. La tríada final de temas de este primer CD ya la podíamos encontrar como avance en el recopilatorio 20 Years Of Jethro Tull. En primer lugar, ‘Scenario’ es un bello tema tranquilo y relajante que, de haberse elaborado algo más, podría haber sido una gran canción, si bien en la manera de cantar de Anderson volvemos a encontrar ecos de alguna sección equivalente en Thick As A Brick. A continuación, ‘Audition’ recoge la veta más épica de la banda y ‘No Rehearsal’ (qué cachondo estuvo Ian con los títulos) es otro ejemplo de ensayo de unos músicos en estado de gracia.
El segundo disco, el de las rarezas, viene subtitulado como Your Round: Unreleased and Rare Tracks y recoge temas de un extenso período, ya que abarca desde 1974 a 1991. Toda una época de cambios y mutaciones en la música y la formación de Jethro Tull. Podemos pensar que lo correspondiente a 1974 sea de lo mejor de estas rarezas, pero si recordamos que por esa época hubo unos años de bajón creativo, tampoco podemos crearnos muchas expectativas. Por ejemplo, ‘Sealion II’ es como la versión tosca del ‘Sealion’ original que encontrábamos en Warchild, así que ni falta que hacía esta segunda versión. En el polo opuesto, ‘Paradise Steakhouse’ sí que hubiera mejorado algo lo contenido en aquel álbum que pasaba casi inadvertido dentro de la discografía de la banda. Y bueno, la idea de ‘Quartet’ es tan simple como ejecutar una pieza de inspiración clásica con los sintetizadores en primer término, algo que deja una sensación de pérdida de tiempo más que de otra cosa, ya que podrían haberse aprovechado mejor sus melodías.
En los años ochenta los sintetizadores adoptaron un rol más protagonista debido a la mutación de Jethro Tull a partir de A, por lo que temas como ‘The Curse’ o ‘Commons Brawl’ suenan desfasados y sin interés alguno, aunque al menos presentan algún que otro detalle de interés, sea la flauta, algún breve destello de guitarra o una parte vocal mínimamente pasable. Otros ejemplos serían la afilada guitarra de blues-rock en ‘Lights Out’; o lo único interesante en ‘Man Of Principle’, que es la melodía mozartiana de flauta que escuchamos como introducción, porque por lo demás se sumerge en una vulgaridad rockera comercial sin más. Paradójicamente, una de las peores canciones no contiene sintetizadores (o no se aprecian), lo cual no impide que ‘No Step’ sea un verdadero peñazo.
Ya en 1990, ‘Rosa On The Factory Floor’ demuestra un retorno a la idiosincrasia de la mejor época de la banda, aunando dosis de épica con instrumentación auténtica y equilibrada, aunque se percibe una cierta profesionalización que le hace perder un mayor alcance emocional. Curiosamente, al final se escucha a Ian diciendo “Hey Santa, pass us the bottle”, tal como ocurría en la antigua ‘Christmas Song’.
Por lo demás, ¿qué puede esperarse de una recopilación de rarezas? Pues sobre todo pop-rock ordinario de medio tempo (‘I Don't Want To Be Me’, ‘Hard Liner’, ‘Silver River Turning’, ‘Crew Nights’), alguna balada acústica de relleno (‘A Small Cigar’) o pop ligero y desenfadado (‘Truck Stop Runner’). Ciertamente, este segundo disco por separado hubiera caído muy pronto en el olvido, así que se recomienda encarecidamente la escucha del primero, una muestra del estado de gracia de la banda tras Thick As A Brick, antes del paso en falso que realizaron después y principio de un bache musical del que les costó unos años salir.
1) Roots To Branches; 2) Rare And Precious Chain; 3) Out Of The Noise;
4) This Free Will; 5) Valley; 6) Dangerous Veils; 7) Beside Myself;
8) Wounded, Old & Treacherous; 9) At Last Forever;
10) Stuck In The August Rain; 11) Another Harry's Bar.
Puntuación:
Año de publicación: 1995
ROOTS TO BRANCHES
Si nos imagináramos a un grupo indio (esto es, de la India) de rock que quisiera tocar al estilo de Jethro Tull sin perder su esencia cultural, el sonido que les saldría sería muy parecido a lo que vamos a encontrar aquí. El aspecto positivo que presenta esta aseveración es que el sonido es mucho menos artificial respecto al que nos habían acostumbrado en los últimos tiempo, pero en cualquier caso no hay mucho que se pueda hacer cuando la musa de la inspiración está lejos de Anderson a la hora de componer una obra de rock. El grueso lo conforman canciones muy largas que elevan la duración total a una hora, demasiado para un disco con un sonido tan semejante en su contenido. Incluso ‘At Last Forever’, que parece que va a ser la típica balada de guitarra acústica tan característica de la banda, es interrumpida (y empeorada) por una entrada abrupta de sonidos orientales que no nos permiten acabar de relajarnos nunca. Y además son casi ocho minutos de repetición de la misma idea.
Los motivos orientales no tardan en aparecer y alumbran ya desde el principio ‘Roots To Branches’, que podría pasar en su sección rítmica por una imitación barata de los últimos Police. Martin Barre se acaba diluyendo entre tanta música oriental y hemos de hacer un esfuerzo especial para intentar adivinar dónde está su guitarra. Apenas aporta algún breve destello como la escueta introducción de ‘Rare And Precious Chain’, muy escasa aportación para alguien que había representado un papel fundamental en el sonido de la mejor época de Jethro Tull. El problema común de ‘This Free Will’ es que está profesionalmente ejecutada, con los mismos ingredientes que cualquier tema del álbum, pero cuando vemos que se está poniendo emocionante en los finales de estrofa (“Well, you know how I have to believe / She can almost remember my name”), todo se pierde en un soso estribillo y el retorno al principio.
El mayor protagonismo de una flauta de notable fluidez evita que algunos temas naufraguen al completo en un mar de mediocridad, como es el caso de ‘Out Of The Noise’ o ‘Dangerous Veils’. Con Barre en segundo plano, solo la personalidad de Anderson podría salvar la situación, pero tampoco se le aprecian unas ganas especiales, de hecho en ‘Wounded, Old & Treacherous’ ni se esfuerza en cantar sino que se limita a recitar y luego intenta arreglarlo con la flauta. Menos mal que, al menos por una vez, en la recta final llega la guitarra de Barre con algo de expresividad, aunque sea poco premio. Así que los momentos en los que ni siquiera la flauta llega a un mínimo nivel de ejecución, nos quedamos con aberraciones como ‘Beside Myself’, que ejemplifica todos los aspectos negativos que podamos imaginar en una banda longeva y sin ideas. Los aires medievales de algunos segmentos de ‘Valley’ son lo único que la salvan de la condena más absoluta, porque por lo demás es un impresentable batiburrillo rock que recuerda a la potencia sin originalidad de buena parte de Minstrel In The Gallery.
No es hasta la recta final del disco que encontramos por fin algunas melodías interesantes. La parte vocal de ‘Stuck In The August Rain’ es sin duda la mejor del álbum, pues hasta ese momento nada de lo cantado por Ian había conseguido transmitir ni la mitad de emoción, aunque recuerda vagamente a temas de años anteriores. Pero no iba a ser todo perfecto y su anodino estribillo lastra cualquier opción de notoriedad de la canción. ‘Another Harry's Bar’ suena también muy amigable, pero podría pasar por una adaptación de ‘Romeo And Juliet’ de Dire Straits para arreglo de flauta, ya que además Anderson canta como si estuviera imitando a Mark Knopfler.
En la página web oficial de Jethro Tull, Ian Anderson tiene el coraje de llamar a este álbum el Stand Up de los noventa. Pero donde aquel sonaba novedoso y diverso, aquí Roots To Branches es uniforme, tedioso y nada creativo. Tras escucharlo una vez, pocas ganas quedarán de volverlo a intentar porque aparte no se encontrará nada de interés. Al final, la publicación de álbumes nuevos solo parecía la excusa para volver a salir de gira y tocar los temas de siempre, algo en lo que Anderson se ha prodigado también pero que no justifica esta nueva calamidad.
IN CONCERT
Año de publicación: 1995
Puntuación:
1) Minstrel In The Gallery/Cross-Eyed Mary; 2) This Is Not Love; 3) Rocks On The Road; 4) Heavy Horses; 5) Tall Thin Girl; 6) Still Loving You; 7) Thick As A Brick;
8) A New Day Yesterday; 9) Blues Jam; 10) Jump Start.
No se entendía la necesidad de publicar un nuevo álbum en directo correspondiente a un concierto acaecido también nuevamente en el Hammersmith Odeon de Londres, el ocho de octubre de 1991. En primer lugar, porque en 1991 la banda en directo no podía ni igualarse con su mejor etapa; y en segundo lugar, porque de esos años ya se había publicado en su momento A Little Light Music, cuya edición estaba mucho más justificada al presentar versiones ligeramente diferentes debido al formato más reducido de banda que tocaba en esos conciertos, si bien los repertorios de ambos son diferentes casi en su totalidad. Parece que el grupo (Ian) era indiferente al nivel cualitativo de sus álbumes de estudio porque las ventas en Europa (que no en Estados Unidos) eran relativamente buenas y a los conciertos seguía acudiendo gente, por lo que valía la pena intentar hacer caja de todo ello.
No hay muchos temas clásicos en el repertorio para lo que cabría esperar. La interpretación de ‘Thick As A Brick’ nunca decepciona y menos cuando se extienden un poco para incluir más secciones de la primera parte de esa obra. En todo caso, decepciona que no se hubieran explayado un poco más con ella porque está ejecutada impecablemente y solo le faltaría algo más de emoción frente a la profesionalidad con la que tocan todos. Es el mismo argumento que puede emplearse para ‘A New Day Yesterday’, aunque en él la sección instrumental central es más entretenida al introducir variaciones que incluyen la interpretación de ‘Bourée’, otro clásico que no podía faltar. Que los músicos tampoco estaban para descubrir nada nuevo queda más que evidente en la improvisación incluida bajo el título de ‘Blues Jam’, que suena agradable pero sin nada de la magia que podría surgir en una banda de la entidad de Jethro Tull.
Encontramos hasta cuatro temas de Catfish Rising, un indicador de que aquel álbum no era un mero trámite para volver a salir de gira, sino una obra en la que creían de verdad. Curiosamente tocan el que puede considerarse el mejor tema de ella (‘Rocks On The Road’) y el peor (‘Still Loving You Tonight’, aquí titulado ‘Still Loving You’). La primera convence igual que lo hacía en el estudio y la segunda suena mejor aquí, confirmando que uno de los problemas de la banda a partir de los ochenta era la penosa producción. También comprobamos que, en directo, ‘Tall Thin Girl’ (originalmente titulada ‘Like A Tall Thin Girl’) recuerda todavía más a ‘Gallows Pole’ de Led Zeppelin. De aquel infame Crest Of A Knave recrean aquí ‘Jump Start’, logrando en principio en directo superar la superficialidad que presentaba en el estudio, aunque en la recta final aparecen los ramalazos de vulgar guitarra metalera de los cuales pecaba Barre en aquella época y el resultado no es tan digno. Aun así, es preferible a la versión de estudio.
Novedades no hay muchas, aparte de la citada ‘Blues Jam’, motivo por el cual este disco en directo no es precisamente imprescindible. Que tras cuarenta segundos de la introducción de ‘Minstrel In The Gallery’ se siga con ‘Crossed-Eyed Mary’ no puede contarse como novedad, sobre todo cuando la segunda está descafeinada mediante ordinarias guitarras metaleras. Lo que no habíamos escuchado nunca en directo hasta ahora era ‘Heavy Horses’ y aquí queda entre lo mejor y más recomendable, posiblemente el único motivo para conocer el álbum, aunque no mejora la versión de estudio. Por lo demás, señalar la graciosa explicación en el libreto de las diferentes etiquetas que le han ido poniendo a la música de Jethro Tull a lo largo de los años, tan variadas y variopintas que el álbum Catfish Rising fue incluido tanto en las listas de ventas de Folk como en las de Heavy Metal.
1) Spiral; 2) Dot Com; 3) Awol; 4) Nothing @ All; 5) Wicked Windows;
6) Hunt By Numbers; 7) Hot Mango Flush; 8) El Niño; 9) Black Mamba;
10) Mango Surprise; 11) Bends Like A Willow; 12) Far Alaska;
13) The Dog-Ear Years; 14) A Gift Of Roses.
Puntuación:
Año de publicación: 1999
J-TULL DOT COM
De grabar un disco por año en los setenta, Jethro Tull había pasado a grabar uno cada dos años (aproximadamente) en los ochenta y en los noventa la media se había aumentado a cuatro años entre disco y disco de estudio. Visto el nivel que estaban ofreciendo, hasta podían haberlo alargado más, pero algo pasó por la mente de Anderson o simplemente le vino un mínimo de inspiración divina, que en esta ocasión por fin facturaron un álbum decente, el mejor de estudio en los últimos veinte años. Tampoco es gran cosa aseverar algo así, vista la lamentable producción de este último período, pero al menos estamos por fin ante un disco que puede escucharse con agrado sin necesidad de ser un fan incondicional de la banda. Anderson ya no se restringe a sí mismo con los sonidos orientales y abre su mente para grabar cualquier cosa que le venga a la mente pero que al mismo tiempo pueda contener algo interesante que ofrecer.
El comienzo mediante ‘Spiral’ es bien potente puesto que, aparte de presentar diversas y destacadas melodías vocales, está bien complementada por la sección rítmica y una parte de guitarra tan buena y proporcionada como no se recordaba en un disco de Jethro Tull tras tanto exceso metalero que nutría su producción reciente. De igual manera, el estilo de ecos orientales que habían desarrollado en el último disco de estudio consigue aquí sus frutos con la interesante ‘Dot Com’, lo que viene a confirmar que la clave para acertar estaba en lograr buenas melodías. Este inicio de álbum tan esperanzador no debe engañarnos tampoco, porque buena parte de él peca de los mismos errores que ya habíamos visto en el pasado reciente de la banda. Por ejemplo, ¿Dónde están las melodías de ‘Awol’? si no fuera por el decente acompañamiento instrumental, estaríamos hablando nuevamente de las atrocidades compositivas de Anderson cuando no está inspirado. Tampoco podían faltar temas de relleno como ‘Black Mamba’ o excesos de producción como ‘Bends Like A Willow’, pero eso ya era esperable como un mal menor.
La épica que poseía antaño el grupo se recupera también con buen resultado en ‘Wicked Windows’, donde lo único que falla es el repetitivo riff principal que se vuelve algo cansino en consiguientes escuchas, pero por lo demás todo funciona, sea la cálida voz de Ian o ese fragmento central donde entra una bella melodía de teclado que luego es doblada por la flauta. En ‘Far Alaska’ introducen un desarrollo instrumental que los vuelve a entroncar con el rock progresivo. Por otro lado, el instrumental ‘Nothing @ All’ es un breve interludio de piano que parecería más idóneo para la carrera en solitario de Ian. Aparte de lo ya citado, los motivos orientales que poblaban el Roots To Branches aparecen aquí nuevamente en temas como ‘Hunt By Numbers’ o ‘El Niño’, el cual debería ser de aires latinos por su título pero mejor dejémoslo tal como está, que ya es suficiente padecimiento. Para ritmos latinos ya está ‘Mango Surprise’, que menos mal que es muy breve. En cambio, ‘Hot Mango Flash’ no tiene relación alguna aunque se repita la palabra “Mango” e instrumentalmente es entretenida de escuchar, si bien esa manera de recitar de Anderson queda demasiado simplona.
La recta final del álbum vuelve a elevar el nivel igual que en el comienzo. Además de la ya citada ‘Far Alaska’, están los aires medievales de ‘The Dog-Ear Years’ y, sobre todo, la sensacional ‘A Gift Of Roses’, la mejor canción que se recuerda de todo el material nuevo que ha publicado Jethro Tull desde ‘Fylingdale Flyer’ en 1980. No así en su carrera en solitario, pero a Anderson le había costado volver a conseguir una composición que emocionara de esa manera sin perder impacto con el tiempo. Es la mejor manera de acabar este álbum que aprueba con una nota muy justita pero que sirve de cierre de la etapa más negra de la banda. Esto es lo mínimo que se les debería exigir, pero ya sabemos que en el sector de la música todo se puede vender aplicando las técnicas de mercadotecnia adecuadas y eso quizá nubló en su momento el entendimiento de muchos grandes músicos, entre ellos el bueno de Ian Anderson.
LIVING WITH THE PAST
Año de publicación: 2002
Puntuación:
1) Intro; 2) My Sunday Feeling; 3) Roots To Branches; 4) Jack-In-The-Green;
5) The Habanero Reel; 6) Sweet Dream; 7) In The Grip Of Stronger Stuff; 8) Aqualung; 9) Locomotive Breath; 10) Living In The Past; 11) Protect And Survive;
12) Nothing Is Easy; 13) Wond'ring Aloud; 14) Life Is A Long Song;
15) A Christmas Song; 16) Cheap Day Return; 17) Mother Goose; 18) Dot Com;
19) Fat Man; 20) Some Day The Sun Won't Shine For You; 21) Cheerio.
“Living because of the past” debería haberse titulado este disco de actuaciones en directo, ya que los clásicos de la banda eran el único aliciente para asistir a los conciertos. La mayoría del contenido es de la época más reciente, aunque también encontraremos algún tema rescatado de la carrera en solitario de Ian Anderson. De todas maneras, a estas alturas no vamos a encontrar nada revelador, por lo que la clave está en la inspiración de los músicos implicados en cada actuación, que en general es satisfactoria. Concretamente, los once primeros temas pertenecen a un concierto de noviembre de 2001 en el Hammersmith Apollo de Londres.
La mayor sorpresa la encontraremos cerca del final, no solo por encontrar una canción (‘Some Day The Sun Won't Shine For You’) del lejano disco de debut, sino porque para la ocasión se reúnen los miembros originales de Jethro Tull, es decir, incluyendo a Mick Abrahams en la guitarra. La lástima es que eligieran una canción de blues de poca trascendencia. Pero bueno, los antiguos amigos querían pasarlo bien sin demasiadas complicaciones y, como premio al público, tras un falso final, añaden una amena coda instrumental de ritmo animado. De un concierto de París en 1999 está también la sorpresa de encontrar un tema de A, aunque sea la breve ‘Protect And Survive’, que en directo no queda mal como vehículo para escuchar la flauta de Ian. En cuanto a ‘In The Grip Of Stronger Stuff’, es un instrumental perteneciente al álbum en solitario de Anderson de 1995 Divinities: Twelve Dances With God, ejecutado de manera equivalente al estudio aunque en directo cobra más fuerza por la percusión más prominente.
De su álbum de estudio más reciente solo encontraremos una canción, ‘Dot Com’, que al menos está interpretada con gusto. Y es que, en directo, las canciones que en el estudio suenan más artificiales vuelven a sonar mucho más directas y mejor, como ocurre con ‘Roots To Branches’. ¿Y qué le ocurre a Ian en la voz? El sonido tan nasal arruina por ejemplo la majestuosidad original de ‘Sweet Dream’, problema agravado por el tono excesivamente metalero de la guitarra de Martin Barre. Contrasta sobremanera con las interpretaciones acústicas (las que van desde ‘Wond'ring Aloud’ hasta ‘Mother Goose’) donde la voz suena tan delicada y el sonido pulcro y perfecto, ya que no pertenecen a ningún concierto sino a grabaciones en sitios cerrados y sin público. Algunas de ellas datan de 1989, que es lo más antiguo que se recoge en este álbum.
Cabe destacar la espectacular interpretación de ‘Nothing Is Easy’, otra de las joyas que nutrían Stand Up, aquí engrandecida por unos fenomenales solos de flauta de Ian y por un Barre tocado por la varita de la inspiración. Para finalizar, la interpretación casi orquestal de ‘Cheerio’ permite que aflore su potencial musical, sonando más natural respecto a cómo lo hacía en Broadsword And The Beast. La verdad es que la amplia mayoría del contenido de este disco son interpretaciones de muy buen nivel, demostrando un estado de forma sorprendentemente vigoroso para una banda tan longeva. Nunca podrá competir con Bursting Out, pero como sustituto eventual sí que puede servir para asegurar un placentero rato musical.
CHRISTMAS ALBUM
Año de publicación: 2003
Puntuación:
1) Birthday Card At Christmas; 2) Holly Herald; 3) A Christmas Song;
4) Another Christmas Song; 5) God Rest Ye Merry, Gentlemen;
6) Jack Frost And The Hooded Crow; 7) Last Man At The Party; 8) Weathercock;
9) Pavane; 10) First Snow On Brooklyn; 11) Greensleeved; 12) Fire At Midnight;
13) We Five Kings; 14) Ring Out Solstice Bells; 15) Bourée; 16) A Winter Snowscape.
El título de este álbum puede transmitir una percepción errónea de su contenido y provocar que cualquier persona de bien piense “¿un disco de villancicos? Mejor pierdo el tiempo en otras cosas”. O sea, es obvio que se trata de un álbum navideño y los títulos son bastante claros en ese sentido, pero no es el típico agrupamiento de éxitos navideños destinados a hacer caja en unas fechas tan consumistas. La gran cantidad de composiciones propias, aunque muchas de ellas sean regrabaciones de canciones de temática navideña que habían grabado a lo largo de su carrera, indican inequívocamente que se trata de una propuesta seria, no de un mero trámite comercial.
Las composiciones nuevas son también todo un acierto, como si hubiera retornado el Anderson devoto de las melodías y el folk-rock de Songs From The Wood, como puede observarse, por ejemplo, en la notable ‘Last Man At The Party’. Precisamente del citado álbum de 1977 se recuperan ‘Fire At Midnight’ y ‘Ring Out, Solstice Bells’, aunque esta última se la podían haber ahorrado porque es mucho más discreta. El solo de flauta de ‘First Snow On Brooklyn’ trae ecos de composiciones anteriores, pero está todo interpretado con tanto gusto que se perdona. Será el espíritu navideño, que consiguen que envuelva también al oyente. Pero es loable que a estas alturas Ian todavía consiguiera vibrantes melodías de flauta como la que presenta y caracteriza de forma inconfundible a ‘Birthday Card At Christmas’, que en realidad pertenece a su álbum en solitario Rupi's Dance. Para el final del disco, nos dejan un tema instrumental de Martin Barre titulado ‘A Winter Snowscape’, que está sin duda entre lo mejor de este álbum al ser una pieza de cuidada estructura y elaboración, con diferentes pasajes, donde la guitarra acústica se complementa a la perfección con la flauta y el teclado.
Respecto a las regrabaciones de canciones propias de Jethro Tull, hay un poco de todo. La versión original de ‘A Christmas Song’ la podíamos encontrar en la recopilación Living In The Past, recuperada aquí únicamente por su título, ya que musicalmente era bien discreta, al contrario que ‘Another Christmas Song’, que era de lo poco que había salvable en el infame Rock Island. Análogamente, ‘Weathercock’ no estaba entre lo mejor de Heavy Horses pero sigue siendo un tema agradable. En 20 Years Of Jethro Tull ya habíamos podido descubrir ‘Jack Frost And The Hooded Crow’, aunque aquí incluso suena mejor, además de incluir una pequeña broma de Ian cuando se está acabando, ya que podemos escuchar brevemente algunas notas del ‘Bourée’.
No podía faltar en las fechas navideñas una nueva interpretación del ‘Bourée’ de Bach, que no será el único compositor clásico revisado, ya que se incluye también ‘Pavane’ del francés Gabriel Fauré para que Anderson se dé el placer de tocar su reconocible melodía con la flauta, aquí también en una versión españolizada si nos atenemos a la cadencia flamenca que transmite la guitarra española. No pueden faltar tampoco una serie de tonadas tradicionales, donde en algunos casos se realizan cambios en los arreglos para dotarles de una nueva perspectiva. Así, a ‘Greensleeves’ le añaden una sección rítmica, guitarra eléctrica y le imprimen mayor velocidad para rebautizarla como ‘Greensleeved’. Igual de entretenida resulta ‘God Rest Ye Merry, Gentlemen’, convertida en un jazz rítmico para que se lo pasen bien tanto los músicos como l@s oyentes. En cambio, ‘Holly Herald’ es un medley de melodías tradicionales navideñas, agradable pero sin mayor relevancia. Aunque la más curiosa de todas resulta ser ‘We Five Kings’ (qué cachondo Ian con los títulos, ya que Jethro Tull eran un quinteto), adaptación de la antigua ‘We Three Kings’ que en su comienzo trae vivos recuerdos de ‘Living In The Past’.
En resumen, no hay ningún tema que vaya a pasar a la posteridad, pero el nivel general es muy bueno y tiene asegurada una agradable hora de música quien se decida a escuchar este álbum, quizá el único álbum navideño que vale la pena tener en casa y que sirve para contentar tanto el melómano como a quien guste de escuchar villancicos por tradición. Así que vaya por delante nuestro agradecimiento a Ian Anderson por demostrar que el mundo del rock puede aportar cosas positivas al mundo de la Navidad sin caer en los clichés de siempre. Igualmente, es el último álbum de estudio de Jethro Tull y han cerrado así su discografía de la mejor manera posible después de una larga travesía de mediocridad en los estudios de grabación.
1) My Sunday Feeling; 2) My God; 3) With You There To Help Me;
4) To Cry You A Song; 5) Bourée; 6) Dharma For One; 7) Nothing Is Easy;
8) We Used To Know/For A Thousand Mothers.
Puntuación:
Año de publicación: 2004
NOTHING IS EASY: LIVE AT THE ISLE OF WIGHT 1970
A partir de ahora Ian Anderson se dedicará a escarbar entre el material de archivo de Jethro Tull, algo que en realidad ya venía haciendo con anterioridad como ya hemos visto, solo que antes también iban apareciendo nuevos álbumes de estudio mientras tanto. Ahora le tocaba el turno a la actuación en el mítico Festival de la Isla de Wight de 1970, lo que significa que estamos ante la formación más exitosa de la banda y con tres álbumes entonces a sus espaldas, entre ellos el excepcional Stand Up. Incluso está la sorpresa de encontrar el tema ‘My God’, que formaría parte del entonces todavía inédito Aqualung.
Los aires progresivos que pronto envolverían la música del grupo se denotan en las extensas interpretaciones de muchos de los temas, tres de ellos llegando a los diez minutos. Aunque el motivo de este alargamiento para cada uno de esos tres temas es simplemente que alguno de los músicos se lanza a tocar un solo, lo cual trae malos recuerdos de la recopilación ya vista Living In The Past (1972), puesto que aquí reaparecen ‘Dharma For One’ y ‘By Kind Permission Of’, aunque esta última escondida en el interior de ‘With You There To Help Me’ para que pase desapercibida. Ya quisiéramos que esos diez minutos hubieran sido dedicados íntegramente a la sensacional ‘With You There To Help Me’, eso sí hubiera sido seguramente un plus para el concierto. Y bueno, ‘My God’ dura casi ocho minutos porque Ian se marca también su solo de flauta, es decir, sin acompañamiento de nadie y dejando además algunos berridos de loco para acompañar el papel que interpretaba en esos inicios.
Tampoco encontraremos nada especial en estas interpretaciones, no estaban en su mejor noche los músicos aunque tampoco cometen errores de bulto. A pesar de que ‘Dharma For One’ es lo más flojo de este álbum, Martin Barre se marca un buen solo de guitarra en ella antes de que llegue el aburrido solo de batería. También es curioso que a partir de los dos minutos Cornick se marque unas líneas de bajo casi copiadas de ‘Hard Lovin' Man’ de Deep Purple. Pero el solo de guitarra de varios minutos de Barre llega en el medley de ‘We Used To Know’, pero no es precisamente lo más inspirado que ofrece este avezado guitarrista. Está mucho mejor sin duda la jam que se marcan para finalizar el concierto, uno de esos momentos donde aflora la garra de este grupo.
Pero no hay mucho que destacar de esta actuación. En las interpretaciones más cortas (bueno, ninguna baja de los cuatro minutos y medio) es donde mejor sensación dejan al ir más directos al grano, pero hay demasiados momentos en los que se miran el ombligo en los numerosos pasajes instrumentales, algo que en realidad no era necesario porque con tres álbumes publicados tenían repertorio suficiente para completar un gran concierto con mayor número de canciones, tal como cabría esperar de esta época álgida de Jethro Tull. Desgraciadamente no es así y este disco tiene más valor histórico que musical, por lo que solo agradará de verdad a l@s fans.
THE ZEALOT GENE
Año de publicación: 2022
Puntuación:
1) Mrs. Tibbets; 2) Jacob's Tales; 3) Mine Is The Mountain; 4) The Zealot Gene;
5) Shoshana Sleeping; 6) Sad City Sisters; 7) Barren Beth, Wild Desert John;
8) The Betrayal Of Joshua Kynde; 9) Where Did Saturday Go?;
10) Three Loves, Three; 11) In Brief Visitation; 12) The Fisherman Of Ephesus.
Salvo los fans acérrimos, que siempre están atentos a cualquier movimiento de sus ídolos, nadie podría haber imaginado que casi veinte años después volvería Jethro Tull con un álbum de nuevas composiciones. Ian Anderson había estado publicando álbumes en solitario, aunque desde el pasable Homo Erraticus de 2014 ya no había publicado nuevo material, si bien en directo siempre había mantenido una cierta continuidad. Como cabe esperar en este álbum de retorno de la banda, la mayor parte del tiempo suena más a Ian Anderson en solitario que a Jethro Tull, aunque en realidad sean la misma entidad física y tan solo algunos momentos de energía y rimbombante batería nos recuerdan que estamos ante un grupo de rock. Lamentablemente, los solos de guitarra vuelven a ser en general tan vulgares como en los ochenta.
Una melodía pueril de flauta deja una mala primera impresión del disco conforme comienza a sonar ‘Mrs. Tibbets’, como si estuviéramos escuchando a una banda que quiere parecerse a lo que una vez fue pero que ya no le sale de manera natural. Así pues, es inevitable no recordar el pasado en muchos momentos, aunque no siempre se inspiran en los mejores momentos de ese pasado irregular. Un piano al estilo del de la introducción de ‘Locomotive Breath’, aunque mucho más breve, es lo que sirve de inicio para ‘Mine Is The Mountain’, cuyo desarrollo es elaborado e imprevisible pero se mueve por terrenos conocidos por el seguidor de Jethro Tull. Ya no sorprende un rock de aires orientales como el de ‘Shoshana Sleeping’ y otras canciones decentes simplemente suenan a lo mismo de siempre (‘Where Did Saturday Go?’, ‘The Betrayal Of Joshua Kynde’). Resulta curioso que cuando deja una sensación más convincente es cuando se muestra más humilde, que es el caso de ‘In Brief Visitation’.
El comienzo de ‘The Zealot Gene’ nos hace pensar más bien en Black Sabbath o en la etapa más metalera y vulgar de Jethro Tull, aunque luego se desarrolla de manera algo más calmada pero sin salirse de convencionalismos a pesar de su vistoso estribillo. Porque claro, tampoco podemos esperar la misma vitalidad de una persona con treinta años que de una persona que ya ha superado ampliamente los setenta. De ahí que resulte evidente la inclusión de canciones de folk (bien sazonado de flauta, por supuesto) como ‘Three Loves, Three’ o ‘Sad City Sisters’. Se puede diferenciar de los anteriores el tono de folk animado y la armónica en primer plano de ‘Jacob's Tales’, que nos recuerdan a ‘Apple Scruffs’ de George Harrison.
Cuando parece que por fin encontramos algo del talento de Anderson en ‘The Betrayal Of Joshua Kynde’, detalles como un solo de guitarra sintético o algunos acordes vulgares nos devuelven a la triste realidad, aunque la canción en conjunto se sostiene entre lo poquísimo verdaderamente destacable del álbum, sobre todo por poseer un estribillo que transmite algo de emoción gracias también a sus punteos de guitarra. Como si se estuviera guardando para el final lo mejor, como viejo lobo de mar (nunca mejor dicho), en ‘The Fisherman Of Ephesus’ por fin asistimos a la grandeza que antaño dignificó a este grupo y lo ubicó entre lo mejor del panorama musical. Memorables melodías (vocales e instrumentales) y un intermedio instrumental donde por fin transmiten una intensa emoción, incluida la flauta de Ian, nos devuelven por unos minutos a los míticos Jethro Tull que ya nadie esperaba.
Parece que Anderson está animado en su edad longeva (75 años) porque un año después tiene previsto publicar otro álbum con nuevas composiciones, pero ya no tiene nada que ofrecer al mundo. Tan solo puede contentar a su público fiel y seguir realizando giras para interpretar sus éxitos de siempre, como es obvio en esas circunstancias. Pero bienvenido sea si todavía nos puede deleitar con alguna canción como ‘The Fisherman Of Ephesus’.
RÖKFLÖTE
Año de publicación: 2023
Puntuación:
1) Voluspo; 2) Ginnungagap; 3) Allfather; 4) The Feathered Consort;
5) Hammer On Hammer; 6) Wolf Unchained; 7) The Perfect One; 8) Trickster (And The Mistletoe); 9) Cornucopia; 10) The Navigators; 11) Guardian's Watch; 12) Ithavoll.
Llama poderosamente la atención que con tan sólo un año de diferencia se publicara este nuevo álbum, pero la explicación radica en que la gestación de The Zealot Gene había empezado lentamente en 2017 y por medio hubo un parón importante debido a la pandemia de COVID-19. Pero tras la publicación de ese álbum, parece que Ian Anderson decidió mantener el nombre de la banda a pesar de que la línea que separa su carrera en solitario de la de Jethro Tull es ya imposible de discernir. Una cosa está clara: emplear el nombre de la banda vende más. En esta ocasión, Ian se inspira en la mitología escandinava como excusa para volver a entregarnos lo mismo de siempre, o sea, lo mismo de la última etapa del grupo.
El carácter místico con el que pretenden envolver la obra es evidente desde que escuchamos las misteriosas palabras en islandés que introducen el álbum y el primer tema, ‘Voluspo’, dando paso a continuación a otro fragmento de estilo folk-rock que dura otro minuto más hasta que ya entran unos acordes rock de guitarra eléctrica y entramos de lleno en el particular mundo de Jethro Tull. Puede tomarse como una introducción ambiental que se rompe con la entrada estándar de ‘Ginnungagap’, una canción que es ya lo esperable en una banda anciana sin nada que decir y que, como mínimo, cumple a nivel instrumental. La voz de Ian ya no es la de antaño y por eso es más fácil encontrar temas como ‘Allfather’ con fragmentos recitados en vez de cantados, aunque en este caso la parte principal del tema es entretenida gracias a su ritmo animado. Es inevitable no sentir una sensación de relleno en canciones como ‘Hammer On Hammer’ o ‘The Perfect One’, incluso en ‘Cornucopia’ por muy agradable que suene, ya que luego se olvida rápidamente.
La única canción equilibrada y con melodías atractivas es ‘The Feathered Consort’ y posiblemente lo consiguen porque es el único momento en que no fuerzan la búsqueda de epatar y Anderson no se lanza a tonadas infantiles, que es su solución en otros momentos del disco. Aparte, el desarrollo instrumental encuentra cierta solemnidad y eso ya es para destacarlo. En cambio, ‘Itvaholl’ suena como si estuvieran copiando a Amon Düül II o a los Sugarcubes, que sería lo más apropiado porque vuelve a aparecer la voz de la islandesa. Resulta chocante que la peor opción posible sea cuando buscan sonar a sí mismos pero no respecto a cómo sonaban en los setenta, su mejor época, sino a cómo sonaban en los noventa, que es lo que ocurre en la vulgar ‘Wolf Unchained’. También suena un tanto pueril escuchar una flauta como la que inicia ‘The Navigators’, mientras que el tránsito del folk (como si fuera una jig céltica) al rock de ‘Trickster (And The Mistletoe)’ es un camino muy trillado, tanto que incluso repiten la idea en ‘Guardian's Watch’.
El folk-rock era o había sido una de las especialidades del grupo, pero no el folk-rock islandés. A eso se le ha de sumar que a Jethro Tull no se le puede pedir nada en especial, Anderson ya exprimió su margen de originalidad hace muchos años. Este álbum está destinado a fans de la banda y a fans de todo lo que tenga que ver, aunque sea oblicuamente, con la mitología escandinava. Para el resto de la humanidad, evitar a toda costa.
RECOPILATORIOS
ORIGINAL MASTERS
Año de publicación: 1985
En 1985 ya resultaría algo difícil realizar una recopilación de Jethro Tull, pero no tan extraña como este Original Masters que se centra únicamente en los álbumes publicados entre 1971 y 1977, obviando por ejemplo el imprescindible Stand Up. Así que como introducción a la obra de Jethro Tull puede servir de utilidad, pero se trata de una recopilación fallida o al menos deberían cambiarle el título para indicar el intervalo de años escogido, lo cual es también un sinsentido.
VÍDEOS
LIVING WITH THE PAST
Año de publicación: 2002
¿Un DVD de actuaciones en directo de los Jethro Tull viejunos? Un justificado recelo puede acompañar a cualquiera que cavile sobre ello, pero cuando se afronta una situación con expectativas bajas es cuando mayor cabida hay para acabar satisfecho. Acompañando al álbum de actuaciones en directo de idéntico título y publicado el mismo año, salió también este DVD, donde se entremezclan una gran cantidad de extractos de entrevistas a los miembros de la banda por igual, quizá sea Anderson el que menos habla. Pero el repertorio no es exactamente igual al disco, siendo una de las diferencias más visibles que la formación original de Jethro Tull interpreta aquí ‘A Song For Jeffrey’ y ‘My Sunday Feeling’, dos elecciones mucho más acertadas que la que podíamos encontrar en el CD. Por desgracia, ‘Sweet Dreams’ sí que debe ser la misma que en el CD, vista la irritante voz nasal de Ian al cantar. En cuanto a lo positivo, cabe destacar una notable interpretación de ‘Budapest’, tema que pasaba sin mayor pena ni gloria en el penoso Crest Of A Knave, puesto que aquí afloran unas delicadas melodías que en el equivalente de estudio pasaban desapercibidas.
Lo peor son esos extractos como de improvisados vídeos musicales que se insertan durante algunas de las canciones, donde solo puede verse a Anderson envuelto de paisajes encajados mediante infografía y de una calidad pésima. También es un poco cutre ver aparecer a alguien disfrazado de conejo y haciendo un baile tradicional en ‘New Jig’, por lo que sorprende que, en el posterior extracto de entrevista, uno de los músicos diga que eso era una costumbre en los conciertos de Jethro Tull. Pero bueno, como ya se dijo al comentar el álbum de idéntico título, las interpretaciones dejan en general una mejor impresión de la que se presume a priori. Como curiosidad, en los contenidos extra encontramos unos breves extractos de sendas actuaciones recientes de Ian Anderson junto a Uriah Heep y una desconocida formación de Fairport Convention (es decir, desconocida respecto a lo que fueron los míticos Fairport Convention de los primeros años).
LIVE AT MADISON SQUARE GARDEN 1978
Año de publicación: 2009
Hay que tomarse con humor que casi la mitad de este concierto no fuera grabado en vídeo y, como solución intermedia, pongan unas pocas fotos de baja calidad de la actuación para acompañar al resto de canciones interpretadas. Pero bueno, estamos en una época en la que Jethro Tull en directo era una apuesta segura, como ya atestiguaría el álbum Bursting Out, por lo que al menos se saldrá satisfech@ de los aproximadamente cincuenta minutos de vídeo, que incluyen varios clásicos como la primera parte de ‘Thick As A Brick’, ‘Locomotive Breath’ o ‘Songs From The Wood’. Eso sí, se hace demasiado breve y, por desgracia, uno de los temas incluidos es ‘No Lullaby’, justo lo peor del que era su álbum más reciente entonces, Heavy Horses. En cualquier caso, este concierto no es nada imprescindible.
THICK AS A BRICK - LIVE IN ICELAND
Año de publicación: 2014
De la gira iniciada en 2012 encontramos esta actuación que documenta cómo estaban ideados los conciertos. Interpretan íntegramente tanto la obra original de Thick As A Brick como la floja secuela que grabó Ian Anderson en 2012 bajo su propio nombre, se supone que para no manchar la reputación de Jethro Tull. Pero el caso es que aquí toca una obra a continuación de la otra y la original es lo suficientemente extraordinaria para no defraudar, mientras que en directo la secuela no convence, como cabía esperar. El estado de la voz de Ian es lamentable, como si le faltara aire para cantar, y sólo gracias a la ayuda de un segundo vocalista (que también hace de actor) consigue que algunas canciones consigan un resultado aceptable, pues este vocalista toma el liderazgo en muchos momentos y canta con una entonación muy similar a la de Anderson. No menos lamentable es escuchar la flauta en playback, que es la sensación que da en algunos momentos. Por medio del concierto se incluyen bromas variadas e incluso con participación de personas del público, retomando un poco el humor gamberro que hacía Frank Zappa en sus conciertos.
JETHRO TULL
Para Jethro Tull, que en la práctica más que un grupo era un artista rodeado de músicos, la pregunta válida sería: ¿Hay vida fuera de Ian Anderson? y la respuesta es que sí, porque se montó una piscifactoría y otros negocios. En lo musical, su carrera en solitario iniciada en 1983 queda obviamente ligada al nombre de su banda, si bien alejándose de esa etiqueta rockera ha conseguido obras más sencillas pero mucho más inspiradas que la serie de horribles álbumes publicados a partir de los ochenta con Jethro Tull. A lo largo de los análisis previos ya se han ido citando algunos de estos discos en solitario para ubicarlos en el contexto de la producción global de su autor, por lo que podemos señalar aquí que su debut, Walk Into Light, es lo único realmente lamentable que ha publicado Ian, al pretender extender la electrónica vulgar de Jethro Tull a su propio nombre sin un límite claro. Pero mucho después, en 1995 y para sorpresa de quienes pudieran pensar que su originalidad melódica se había desvanecido, publicó el recomendable álbum de folk instrumental Divinities: Twelce Dances With God, y a partir de él los también estupendos The Secret Language Of Birds (2000) y Rupi's Dance (2003), además de un interesante álbum en directo que no desentona con los publicados bajo el nombre de la banda, Ian Anderson Plays The Orchestral Jethro Tull (2005).
Lo más curioso es que, el retorno de Ian en solitario en la segunda década del nuevo milenio fue mediante la continuación de un mítico álbum de Jethro Tull. Es decir, inexplicablemente Thick As A Brick 2 (2012) fue publicado bajo el nombre de Ian Anderson, quizá para liberarlo de la presión del nombre del grupo, para lo que fue una secuela bastante mala y nada digna de la obra original. Recuerda más bien a la mediocridad insultante de los Jethro Tull de los ochenta y noventa. Mejor sensación dejaría lo que fue más o menos la secuela de esta secuela, otro álbum conceptual bajo el título de Homo Erraticus (2014), que ya liberado del yugo del original, dejaba al menos algunas interesantes canciones como ‘New Blood, Old Veins’ y ‘Cold Dead Reckoning’. Quién sabe si Anderson nos deparará más material nuevo en el futuro.