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GEORGE HARRISON

WONDERWALL MUSIC

Año de publicación: 1968

Puntuación:

1) Microbes; 2) Red Lady Too; 3) Tabla And Pakavaj; 4) In The Park; 5) Drilling A Home;

6) Guru Vandana; 7) Greasy Legs; 8) Ski-ing; 9) Gat Kirwani; 10) Dream Scene;

11) Party Seacombe; 12) Love Scene; 13) Crying; 14) Cowboy Music; 15) Fantasy Sequins; 16) On The Bed; 17) Glass Box; 18) Wonderwall To Be Here; 19) Singing Om.

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Aunque suele nombrarse All Things Must Pass como el primer álbum en solitario de Harrison, lo cierto es que antes publicó de forma discreta un par de discos. Este primero se trata de una banda sonora para una película de la que no tengo ninguna referencia, y además es el primer disco que se publicó bajo el sello Apple, fundado por los Beatles. La música que aparece aquí es básicamente de dos tipos, por un lado la música india (es decir, con músicos e instrumentos indios) y por otro lado el sonido más experimental, donde George utiliza el mellotron y cualquier aparato nuevo que hubiera por el estudio. En algunos casos se aúnan ambos tipos, como ocurre en ‘In The Park’ o ‘Dream Scene’.

 

Como la mitad del disco consta de música india y la verdad que me siento incapaz de analizar ese tipo de música de forma que me permita comentar algo interesante (es una música realmente compleja), me centraré en los temas que no se correspondan con ella.

 

Así pues, podemos decir que ‘Red Lady Too’ es el mejor ejemplo de propósito bien entendido de Harrison, pues tiene una buena melodía con un sonido parecido al del clavecín, que se va desarrollando de manera elegante y con ese toque experimental que la eleva a un gran nivel. Un sonido experimental pero con resultado menor es ‘On The Bed’, aunque no deja de tener un entretenido desarrollo. Ya hasta que casi lleguemos al final no encontraremos otro de los pocos temas geniales de este álbum con ‘Wonderwall To Be Here’, que igual que ‘Red Lady Too’ posee una gran melodía tocada en el mellotron y acompañada por otros elementos que le aportan su aire experimental.

 

En cambio, ‘Drilling A Home’ es un ritmo de rock'n'roll de lo más clásico, al más puro estilo de los guateques, totalmente olvidable. En ‘Cowboy Music’ utiliza la misma estrategia, y por el título ya se puede imaginar uno lo que se va a encontrar, en este caso además con una falta de inspiración preocupante.

 

Por otro lado, ‘Greasy Legs’ es un tema sin melodía ni propósito reconocible, salvo hacer escuchar sonidos diferentes. Algo así se puede decir de ‘Crying’, que es simplemente, como preludia su título, la idea de hacer sonar los instrumentos indios como si se tratara de un llanto.

 

Hasta que no llegamos a ‘Ski-ing’ no encontramos algo de rock, en este caso con una afilada guitarra que incomprensiblemente va sonando de forma alternativa en un altavoz y luego en el otro. Por suerte, la guitarra no se pierde aquí y vuelve a aparecer distorsionada en ‘Party Seacombe’, aunque con un resultado igualmente discreto.

 

Tras escuchar este disco, la sensación que nos queda es que no pasa de ser una especie de divertimento donde George dio rienda suelta a su interés por la música india y por probar las posibilidades del mellotron, y por suerte el resultado podría haber sido peor. Por desgracia, su afán experimental y de uso de las nuevas tecnologías musicales le conducirán a una gran metida de pata, que comentaremos a continuación.

ELECTRONIC SOUND

Año de publicación: 1969 

Puntuación: ???

1) Under The Mersey Wall; 2) No Time Or Space.

Lo primero que hay que avisar aquí es que ¡esto no es un disco de música!. Es un collage musical sin sentido y sin más fundamento que el probar el nuevo equipo de sonido que habían adquirido en Apple. Como se puede apreciar en la contraportada, este disco fue editado en el sello Zapple, que era el que crearon los Beatles para todo tipo de trabajos vanguardistas que no estuvieran destinados a la audiencia masiva. Pero es que este Electronic Sound no creo que esté destinado a nadie. En definitiva, se trata de un disco de ruidos y sonidos que lo único que pueden producir es dolor de cabeza. De lo más aberrante que he escuchado en mi vida. Nada más añado. No tiene ni siquiera puntuación porque esto no puede considerarse música bajo ningún concepto.

ALL THINGS MUST PASS

Año de publicación: 1970 

Puntuación:

CD I: 1) I'd Have You Anytime; 2) My Sweet Lord; 3) Wah-Wah;

4) Isn't It A Pity (Version 1); 5) What Is Life; 6) If Not For You; 7) Behind That Locked Door; 8) Let It Down; 9) Run Of The Mill; [ADDITIONAL TRACKS:] 10) I Live For You;

11) Beware Of Darkness; 12) Let It Down; 13) What Is Life; 14) My Sweet Lord (2000).

 

CD II: 1) Beware Of Darkness; 2) Apple Scruffs; 3) Ballad Of Sir Frankie Crisp (Let It Roll);

4) Awaiting On You All; 5) All Things Must Pass; 6) I Dig Love; 7) Art Of Dying;

8) Isn't It A Pity (Version 2); 9) Hear Me Lord; [ORIGINAL JAM:] 10) It's Johnny's Birthday; 11) Plug Me In; 12) I Remember Jeep; 13) Thanks For The Pepperoni; 14) Out Of The Blue.

Tras la disolución de los Beatles, George Harrison graba lo que propiamente se podría denominar su primer disco en solitario y lo hace a lo grande, nada menos que tres LP’s componían originalmente esta obra (doble disco en formato CD), y curiosamente el tema que le da título fue compuesto pero descartado para un disco de los Beatles, tal como queda reflejado en el Anthology. Es un disco espiritual, quizá el mejor disco espiritual que se pueda encontrar en la música rock. Pero no se le puede llamar un disco religioso, pues no hay referencias religiosas directas salvo sus declamaciones al Señor (pero un Señor no prefigurado en ninguna religión concreta); George apunta a la esencia de ese sentimiento, la gratitud personal hacia lo que personalmente un@ entienda o quiera justificarse como origen de todo lo existente, así como la unión y asunción con la naturaleza y el entorno no artificial. De ahí que por esto último en la reedición en CD haya un montaje de la portada original –que era en blanco y negro– donde se va repitiendo su imagen pero cada vez con más elementos propios de la vida moderna (edificios altos, chimeneas industriales…), motivo por el cual, en el montaje final, la relajante imagen de George acompañado por unos enanitos en la naturaleza queda totalmente machacada por todo lo anterior más la irrupción de carreteras y sus pilares de apoyo.

 

George Harrison, igual que su gran amigo Eric Clapton –que participa activamente en la grabación de este disco– estuvo fuertemente influenciado por la aparición de The Band en la escena musical, y por tanto ese estilo en el que se bebe de las raíces musicales americanas más profundas impregna el contenido de este álbum. Para ello, Harrison se acompaña de una impresionante pléyade de músicos, donde además del citado Clapton participan: Gary Brooker (de Procol Harum), Billy Preston, el grupo Badfinger, Klaus Voorman (que acompañaba a Lennon), Ringo Starr, Carl Radle, Jim Gordon, Bobby Whitlock  (estos tres últimos formarían Derek & The Dominos con Clapton) o Dave Mason.

 

La canción más famosa del álbum y probablemente de su carrera, pero por motivos extramusicales, es ‘My Sweet Lord’, que fue acusada de plagio de la canción ‘He's So Fine’ y que Harrison perdió judicialmente por obvios motivos para quien haya escuchado ambas. Él siempre negó haber plagiado a nadie, y tratándose de Harrison la verdad que uno puede creerle, quizá fuera una mala jugada de su subconsciente. El caso es que pocos años después compondría ‘This Song’ como respuesta irónica a este suceso. De todas formas, salvo la buena introducción guitarrera que tiene, a mí personalmente nunca me ha entusiasmado ‘My Sweet Lord’, pero por suerte esta obra es muchísimo más que esta canción, así que por descontado sobra la regrabación incluida en el año 2000 para conmemorar esta reedición, por mucho que en los coros esté su amiga Sam Brown.

 

Para hacernos una buena idea de la idea espiritual que impulsa la grabación de este disco, nada mejor que el primer tema ‘I'd Have You Anytime’, compuesto por Harrison y Dylan, donde en primer término aparece una memorable melodía de guitarra –que por suerte no será la única que escucharemos en este álbum– tocada probablemente por Eric Clapton, que da paso a la voz tranquila pero firme, rogativa y algo desesperada de George, que cuando en este disco canta cosas como “All I have is yours / All you see is mine / And I'm glad to hold you in my arms”, no se está refiriendo a Pattie ni a ninguna otra mujer, se está refiriendo a quien él considera creador de todas las cosas.

 

Y por si alguien hasta ahora no sabía que este disco está producido por Phil Spector, en ‘Wah-Wah’ cualquier duda se despeja, con el característico muro de sonido creado por la duplicidad de instrumentos (pero músicos tocando a la vez, nada de duplicar en la caja de mezclas). En cualquier caso, lo único interesante que tiene este tema es su riff de guitarra inicial, el resto no está mal pero no es nada que te haga abrir los ojos. Un mejor resultado del muro de sonido lo encontramos en la explosión de soul de ‘What Is Life’, uno de los pocos momentos de optimismo del álbum, pero donde no hay que olvidar que cuando canta “what is my life without your love?”, no se está refiriendo a ninguna mujer. En los bonus tracks aparece una versión instrumental con algunos instrumentos adicionales, que son prueba de la grandeza del tema. Los cantos más o menos directos y explícitos al Señor –aparte de ‘My Sweet Lord’– los encontramos en el segundo volumen, con la algo empalagosa ‘Awaiting On You All’ y con el memorable y épico lamento de ‘Hear Me Lord’, donde directamente George le pide perdón al Señor por todos los años anteriores en que le ignoró, con una convicción total y una magnífica melodía de piano que lidera el recorrido del tema, acompañado de unos sentidos coros.

 

Con un sonido más folk acústico tenemos ‘Behind That Locked Door’ y ‘Apple Scruffs’, esta última en el segundo disco y con un gran uso de la armónica, a saber quién la tocaría. Por el contrario, también encontramos temas que por su sofisticación se acercarían ligeramente al concepto de progresivos, tal es el caso de ‘Let It Down’ en el primer disco, donde el teclado crea una capa de sonido que hace fluir la pieza hasta su enérgico estribillo. En los bonus aparece una olvidable demo acústica que nada aporta. En el segundo disco también hay un par de temas con ese regusto entre artístico y progresivo. Uno es la demasiado pausada ‘I Dig Love’, donde esa lentitud lastra el resultado final; y el otro tema es la gran ‘Art Of Dying’, en este caso con un magnífico efecto por parte de la catarata sónica que nos ofrece, y unas antológicas líneas de guitarra que van apareciendo a lo largo de su contenido.

 

Abundan bastante los lamentos en el álbum, máxime cuando se repiten dos versiones análogas de ‘Isn't It A Pity’, canciones algo lentas pero con una letra a la par sencilla y reflexiva que vale la pena escuchar (“Isn't it a pity / Isn't it a shame / How we break each other's hearts / And cause each other pain”). Con mejor resultado tenemos ‘Run Of The Mill’, pues empieza con una deliciosa melodía de lo que parecen clarinetes y tiene un gran estribillo, además de que George sigue soltando verdades existenciales definitivas: “Everyone has choice / When to and not to raise their voices / It's you that decides” (“Cualquiera tiene la opción de alzar o no las voces de otros / Eres tú quien decide”); o “No one around you will carry the blame for you” (“Nadie a tu alrededor asumirá la culpa por ti”). Y dentro de este bloque temático no hay que obviar el tema que da título al álbum, que como ya se ha dicho fue compuesto y grabado en forma de demo durante los últimos coletazos de los Beatles, y que es un precioso canto a la esperanza, pues en la vida todo son etapas, y las malas también tienen su principio y su final.

 

Tampoco hay que obviar otras magníficas canciones que integran esta soberbia obra. El inicio del segundo disco es memorable, con la gran ‘Beware Of Darkness’, que en su estilo de batería recuerda un poco (y probablemente con razón) a ‘Tears Of Rage’ de The Band, y donde la guitarra vuelve a tener un sonido impresionante, marcando cada línea del tema. La letra es imprescindible para entender la filosofía de vida de George, puesto que nos habla de esa tristeza, esa oscuridad que inevitablemente nos rodea o rodeará alguna vez en la vida, pero donde debemos tener claro que ése no es el motivo por el que estamos aquí, viviendo (gran puente rematado por "That is not what you are here for"). Aparece en los bonus tracks una versión primeriza con Harrison acompañado de su guitarra acústica y sorprendentemente con la misma carga emotiva transmitida, algo lógico tratándose de este tema y siendo su compositor una persona comprometida con lo que escribía. Y tampoco he hablado de la versión de ‘If Not For You’ de Dylan, de su disco New Morning del mismo año, aquí en una lectura diferente, con un ritmo más contemplativo y una deliciosa steel guitar, además de que en la parte vocal Harrison es más melódico. De otra parte, ‘Ballad Of Sir Frankie Crisp’ empieza con una gran melodía de guitarra, pronto acompañada por una bella sección rítmica para aderezar a la perfección este reposado y relajante tema.

 

La parte final del álbum (lo que era originalmente el tercer LP) es totalmente prescindible, pues se trata de unas largas improvisaciones devotas de un sonido blues para mayor entretenimiento de los participantes, que quedan como documento histórico porque en ellas aparecen nombres ya citados como Eric Clapton, Billy Preston o –¡ojo!–  Ginger Baker, de entre tantos que participaron en la creación de esta magnífica obra. Y no quiero acabar esta parrafada sin destacar la canción inédita que encontramos en los bonus tracks, ‘I Live For You’, que tiene la deliciosa pedal steel guitar de Pete Drake y unas memorables melodías más un emotivo estribillo.

 

Grandísima obra que no podría volver a igualar en su irregular trayectoria, todo un homenaje a la honestidad artística y a la plasmación en vinilo de la propia espiritualidad interior, todo ello envuelto en una impecable ejecución musical repleta de melodías y momentos memorables.

CD I: 1) George Harrison/Ravi Shankar Introduction; 2) Bangla Dhun; 3) Wah-Wah;

4) Awaiting On You All; 5) My Sweet Lord; 6) That's The Way God Planned It;

7) It Don't Come Easy; 8) Beware Of Darkness; 9) While My Guitar Gently Weeps.

 

CD II: 1) Jumpin' Jack Flash/Young Blood; 2) Here Comes The Sun;

3) A Hard Rain's A-Gonna Fall; 4) It Takes A Lot To Laugh It Takes A Train To Cry;

5) Blowin' In The Wind; 6) Mr Tambourine Man; 7) Just Like A Woman; 8) Something;

9) Bangla Desh.

Puntuación:

Año de publicación: 1971

CONCERT FOR BANGLA DESH

Tras el conflicto bélico por la separación de Pakistán y las catástrofes ambientales ocurridas en Bangladesh, George Harrison decidió llamar a un amplio número de amigos (incluido Bob Dylan) para realizar un concierto benéfico en el Madison Square Garden de Nueva York, donde los ingresos fueran destinados a paliar en lo posible las graves privaciones a las que los habitantes de Bangladesh se vieron sometidos.

 

No se aprecian grandes novedades respecto a la versión de estudio de los temas aquí interpretados, y tampoco es que hubiera tenido demasiado tiempo para ensayar e idear nuevos detalles, pero por otro lado, con solo poder representar en directo el muro de sonido (con tantos músicos debiendo sincronizarse a la perfección para crearlo) ya es suficiente mérito para ensalzar los primeros temas: ‘Wah-Wah’, ‘Awaiting On You All’ y ‘My Sweet Lord’, ejecutados profesionalmente para tener un agradable comienzo de repertorio de George.

 

Sin embargo, el concierto no empezará con Harrison, pues para los fans de la música hindú, y solo para ellos, tenemos inicialmente ‘Bangla Dhun’, interpretada por Ravi Shankar y sus músicos, que siempre será recordada por ese momento en el que, tras algunos sonidos iniciales seguidos de unos aplausos tras su finalización, Ravi Shankar se dirigirá al público diciendo algo así como: “Me alegro de que les haya gustado escuchar a los músicos afinando sus instrumentos, así que espero que les guste también lo que vamos a interpretar”.

 

Durante el concierto también habrá espacio para que parte del resto de amigos de George tengan su oportunidad de tocar algún tema de su propio repertorio o de su gusto. El primero en tener semejante ocasión es Billy Preston con ‘That's The Way God Planned It’, canción en la que todo el grupo le acompaña para que haga una buena actuación, donde el mismo Preston se emociona tanto que en el vídeo le podemos ver levantarse del teclado para realizar unos histriónicos bailoteos.  Luego llega la memorable interpretación de ‘It Don't Come Easy’, en una perfecta interpretación calcada a la versión original pero con mucha más emoción y donde todo suena más real y menos artificioso, lo cual no es quitarle mérito a la gran versión de estudio. Tras este tema volvemos a los de Harrison, en este caso con una maravillosa interpretación de ‘Beware Of Darkness’, únicamente lastrada por la estrofa central cantada por Leon Russell, quien tiene una voz demasiado áspera para la cadencia más tranquila que requiere un tema de estas características. Es por ello que cuando le toca su turno personal e interpreta el medley ‘Jumpin' Jack Flash/Young Blood’, suena mucho más convincente y adecuado.

 

La parte de Bob Dylan tampoco asombra demasiado, algo totalmente lógico por otra parte, porque no puede haber algo menos asombroso que un repertorio acústico. Pero casi cualquier actuación de Dylan tiene ese aura mágica y ese misticismo que siempre le añade algo especial a la interpretación, aunque ésta no fuera muy diferente de la versión de estudio. Por ejemplo, ‘Mr. Tambourine Man’, la cual precisamente no aparece en el vídeo del concierto, es una de las mejores por su magistral uso de la guitarra y la armónica en otro ejemplo de autosuficiencia para mantener deleitada a la audiencia, en este caso tratándose también de uno de sus más evocadores y mágicos temas. Por otro lado, ‘Just Like A Woman’ también deja un buen sabor de boca por sus diferentes arreglos y el sonido diferente que denota. Del resto de sus temas nada más se puede decir aparte de que son de obligatoria escucha al menos una vez en la vida, como ocurre con todas las apariciones estelares de Dylan.

 

De la etapa en los Beatles no se olvida George y nos deleita con tres de sus maravillosas canciones. ‘Here Comes The Sun’ es la menos conseguida de las tres porque la toca en versión acústica con dos guitarras y se pierde algo de la fuerza que tenía, pero aún así vale la pena escucharla. En cambio, ‘While My Guitar Gently Weeps’ nos ofrece un gran solo central de Clapton y un impresionante final a dos guitarras donde Harrison y Clapton realizan una magistral interacción. Y ‘Something’, aunque se asemeje a la versión de estudio aunque mejorada por el sonido de big-band, no deja de ser una gran oportunidad de disfrutar de los solos del propio Harrison, que en esta ocasión quiere ser él la estrella de verdad por una vez. Para el final del concierto nos deja con la interpretación del que fue su single de adelanto para denunciar todo lo que estaba ocurriendo allí (‘Bangla Desh’), canción que comienza de forma alarmantemente lacrimógena pero que pronto se transforma en un épico tema de rabia contenida e impotencia expresada tanto en su letra como en su música.

 

Sobre el concierto en imágenes, la verdad que poco más se puede añadir a lo ya comentado, como curiosidad quedan los planos donde se puede ver tocar la batería al mismo tiempo a Ringo Starr y a Jim Keltner, para poder comprobar quien era un gran batería y quien un… un… un batería que tuvo la suerte de acompañar a los líderes de la transformación de la música popular en un arte serio y creativo (no, Keltner no estuvo en los Beatles). Y bueno, saber que el parásito financiero de Allen Klein estaba detrás de la producción del concierto no puede dejar tranquilo a nadie sobre la destinación real de la suma íntegra recaudada en esta pionera y ejemplar muestra de solidaridad del mundo del rock con los graves problemas del mundo.

1) Give Me Love (Give Me Peace On Earth); 2) Sue Me Sue You Blues;

3) The Light That Has Lighted The World; 4) Don't Let Me Wait Too Long;

5) Who Can See It; 6) Living In The Material World;

7) The Lord Loves The One (That Loves The Lord); 8) Be Here Now;

9) Try Some Buy Some; 10) The Day The World Gets 'Round; 11) That Is All ;

[BONUS TRACKS:] 12) Deep Blue; 13) Miss O'Dell; 14) Bangla Desh.

Puntuación:

Año de publicación: 1973

LIVING IN THE MATERIAL WORLD

Da la impresión de que George Harrison no estuvo componiendo ni puliendo su estilo durante los tres años que transcurrieron entre su gran obra y este Living In The Material World, pues el nivel ofrecido aquí es sustancialmente inferior a lo que pudimos ver en su anterior disco de estudio. Por otro lado, también está claro que igualar (porque de superar ni hablamos) la grandeza del All Things Must Pass es misión casi imposible. Y ya no está Eric Clapton para elevar la categoría de algunos de los temas algo flojos que encontramos aquí. Pero en cualquier caso, se trata de George en su mejor etapa inicial, así que los aspectos positivos destacan sobre los negativos y nos deja un buen sabor de boca al final.

 

La mejor canción del álbum y una de las más conocidas de Harrison es la inicial ‘Give Me Love (Give Me Peace On Earth)’, una genial composición comandada por la guitarra slide que supone otro nuevo canto religioso-espiritual, creando un sonido relajante y tranquilizador, perfecto para la trascendental melodía vocal. Alguno hasta podría argüir que le recuerda a su estancia en Hawai. La brasileña Marisa Monte rescataría este tema en los noventa, de hecho la primera vez que escuché la canción fue en la versión de ella.

 

Pero lo que más abunda en este disco son las baladas contemplativas, a veces demasiado contemplativas, que ocupan más de la mitad. ‘The Light That Has Lighted The World’ tiene al menos una buena parte instrumental liderada por el piano al estilo de ‘Let It Roll’ del All Things Must Pass, pero sin la grandeza de aquélla. Algo más aburrida suena ‘Who Can See It’, que también acaba bordeando lo empalagoso en los finales de estrofa. Pero la que se lleva la palma en cuanto a empalagosa y tediosa es sin duda ‘Be Here Now’, rematada por una instrumentación amateur y simplona. Así que cuando empezamos a escuchar hacia el final del disco la canción ‘The Day The World Gets 'Round’, comenzamos a notar temblores hasta que llegue ese sutil toque que Harrison nos ofrece en las líneas donde canta “hand in hand”, lo cual la salva del convencionalismo. Y la final ‘That Is All’ no pasa de ser una última declamación del autor para que reenfoquemos nuestra vida, sin ofrecernos nada nuevo musicalmente respecto a lo que hemos escuchado ya, aunque al menos se pueda degustar algo más la guitarra slide.

 

En ‘Sue Me Sue You Blues’ Harrison nos ofrece un country-western un poco repetitivo, una curiosidad por otro lado para escuchar su guitarra en ese tipo de registros. Y en un estilo algo devoto del country podemos escuchar la canción que da título al álbum, una mezcla de dos estilos donde encontramos también unos intermedios de música india con mensaje trascendental para que intentemos evadirnos del mundo material que nos rodea y que nos convierte más en seres frustrados por todo lo que no podemos obtener, haciéndonos obviar todo lo inmaterial y espiritual. Siguiendo en principio el ejemplo,  ‘Try Some Buy Some’ empieza de forma excepcional, con una gran parte vocal que por desgracia luego se va diluyendo en un desarrollo más convencional.

 

Por otro lado, es curioso que en ‘Don't Let Me Wait Too Long’ parece que por fin se está dirigiendo con su letra a una chica en vez de a Dios, pero con George nunca se sabe. El caso es que es una agradable canción adornada con la agradable guitarra slide que siempre deja una honda impronta en los temas de Harrison. Lo contrario en la parte lírica es la obvia ‘The Lord Loves The One (That Loves The Lord)’, otro tema en el mismo estilo musical que ‘Sue Me Sue You Blues’ aunque en este caso con un desarrollo musical algo más interesante que no obstante hasta pasados los cinco minutos no acaba de despegar, que es precisamente cuando llega su gran solo de guitarra.

 

En los bonus tracks se incluyen el single ‘Deep Blue’, en la línea de ‘For You Blue’ del Abbey Road, que solo agradará a aquéllos que tenían en alta estima ese estilo blues de George; la cara B de ‘Give Me Love’, que es la entretenida ‘Miss O'Dell’ donde se le va la risa cantando; y la memorable versión de estudio del grito de auxilio que es ‘Bangla Desh’, que deslumbra por sus poderosas melodías y los detalles que van dejando los diferentes instrumentos, entre ellos un vibrante piano que suena a mitad de canción.

 

En definitiva, no deja de ser una decepción respecto a la anterior obra, algo que por otro lado no debería sorprender puesto que All Things Must Pass es toda una obra maestra, aunque cualquiera hubiera esperado más consistencia en lo musical para este nuevo ábum. Pero de aquí en adelante, y hasta su retorno a finales de los 80, veremos que la discografía de Harrison tenderá más a la decepción que a la excelencia, más si cabe cuando comience su afición a la Fórmula 1, aunque sin perder nunca ese talento innato para la composición. La valoración es de ocho estrellas un tanto flojas, tanto por lo comentado como también por la poca variedad en el sonido.

DARK HORSE

Año de publicación: 1974

Puntuación:

1) Hari's On Tour (Express); 2) Simply Shady; 3) So Sad; 4) Bye Bye, Love; 5) Maya Love;

6) Ding Dong, Ding Dong; 7) Dark Horse; 8) Far East Man; 9) It Is “He” (Jai Sri Krishna); [BONUS TRACKS:] 10) I Don't Care Anymore; Dark Horse (early take).

Dos importantes situaciones son las que marcan la creación de este nuevo álbum. Por una parte, la fuga de su mujer Pattie con su mejor amigo, Eric Clapton, tras un apasionado enamoramiento de éste que quedó plasmado para la posteridad en su gran canción ‘Layla’. Por otro lado, este disco fue retitulado informalmente –y con justicia– como “Dark Hoarse”, debido al estado en que se encontraba la voz de Harrison por una enfermedad (laringitis o algo similar), lo que nos obliga a escucharlo más ronco que de costumbre. El mayor problema, sin embargo, no fue en lo que grabó para su nuevo LP, que más o menos en un estudio se pueden corregir algunos problemas, sino que hubo de realizar una gira de actuaciones en directo que parece que fueron un desastre por ese motivo.

 

Nada de eso puede todavía discernirse en el inicio del álbum con el instrumental ‘Hari's On Tour (Express)’, la antesala de lo que será el sonido más característico (y por desgracia a veces más convencional) del estilo de George Harrison, con instrumentos de viento como el saxofón tomando el protagonismo y algunos cambios de ritmo acompañados de melodías agradables que al menos en este caso, tratándose de un instrumental, tiene un resultado más que aceptable. En ‘Far East Man’ vuelve a presentar un sonido similar, que la única desventaja que supone es que en primer término puede parecer algo aburrido, aunque cuando uno presta mayor atención es cuando aflora su impecable instrumentación, algo que también será resultado de haber sido compuesta junto a Ronnie Wood, quien por entonces todavía no había sido fichado por los Rolling Stones. ‘Simply Shady’ también se podría catalogar como el más característico rock de medio tempo al que era muy proclive George, en este caso con una parte vocal donde no se nota apenas el problema de voz, lo cual es una ventaja, además de una impecable instrumentación.

 

Cuando llegamos a ‘So Sad’ es cuando empiezan a aflorar un poco las carencias de Harrison, pues volvemos a encontrarnos un ritmo similar esta vez para adornar una parte vocal que parece algo cansada, donde quizá lo mejor sea el imprevisto cambio de ritmo que acompaña la repetición del título de la canción.

 

La versión de ‘Bye Bye, Love’ se convierte en el lamento por la huida de su mujer Pattie con su mejor amigo, Eric Clapton, aunque no deja de ser una versión algo floja del conocido tema popularizado por los Everly Brothers, quizá porque no parecía apropiado cantar un tema tan asociado a una genial parte vocal cuando tu propia voz no es capaz de sonar nada melódica, pero en cualquier caso es una imaginativa versión y con algunos cambios apropiados en la letra para las púas que George quiso lanzar. Cuando justo después llega ‘Maya Love’, lo primera impresión que da es la de ser una continuación de ‘Bye Bye Love’, pero nada más lejos de la realidad, pues se trata de lo mejor del disco junto a la canción que le da título. De ‘Maya Love’ podemos decirlo porque su parte instrumental está desarrollada con gusto y originalidad, llena de magníficas líneas de guitarra (incluida la deliciosa slide) aunque le falte algo más de gancho en general, pero la interacción entre guitarra, teclado y batería es de lo que uno puede esperar de grandes músicos como los que intervienen según qué canción: Billy Preston, Jim Keltner o Jim Horn, entre otros. En cambio, ‘Dark Horse’ mejora más en la parte rítmica y ese gancho que le faltaba a ‘Maya Love’, aunque aquí la voz rasposa aparezca en toda su decadencia.

 

Lo más flojo que podemos encontrar en el disco es cuando George se deja llevar por veleidades pop como ‘Ding Dong, Ding Dong’, que tampoco es que deje de tener su gracia pero que resulta pesada cuando ya se ha escuchado varias veces, o peor todavía en la final ‘Jai Sri Krishna’, donde su repetitividad quizá sea debida a que parece un nuevo canto para los religiosos del Hare Krishna, para que puedan seguir cantando todo el día variando el repertorio. Los bonus tracks tampoco aportan nada, pues tenemos como una demo de un mediocre tema que tira al country y una versión temprana de 'Dark Horse' donde lo único destacable es que la voz de Harrison está en mejor estado y se entiende lo que canta.

 

En definitiva, un pasable disco que tampoco genera mucha esperanza respecto a lo que podía seguir ofreciendo Harrison como artista, pero que no deja de suponer una agradable experiencia si se logra superar la sensación inicial de monotonía creado por su poca variedad sonora.

EXTRA TEXTURE (READ ALL ABOUT IT)

1) You; 2) The Answer's At The End; 3) This Guitar (Can't Keep From Crying);

4) Ooh Baby (You Know That I Love You); 5) World Of Stone; 6) A Bit More Of You;

7) Can't Stop Thinking About You; 8) Tired Of Midnight Blue; 9) Grey Cloudy Lies;

10) His Name Is Legs (Ladies And Gentlemen);

[BONUS TRACKS]: 11) This Guitar Can't Keep from Crying (Platinum Weird Version).

Puntuación:

Año de publicación: 1975

Una tristeza inusitada es lo que sobrevuela buena parte de este disco, como si la huída de su mujer Pattie con su gran amigo Clapton hubiera mudado de la rabia inicial hacia una especie de depresión nostálgica. No obstante, el inicio del álbum es todo lo contrario, un frenético canto de amor con mucho ritmo. En el disco anterior ya habíamos tenido un aviso de la preponderancia en algunos temas de los instrumentos de viento, pero empezar este álbum con un tema como ‘You’ donde el liderazgo del saxofón es total, la verdad que no transmite muy buenas sensaciones en primer término. Además, nos toca escuchar una letra demasiado ingenua para lo que estamos acostumbrados en Harrison (“you, yes you, love, love”), aunque al menos la parte del “And when I'm holding you, what a feeling” tiene todo el gancho que le falta al resto de la canción. Por si nos hubiéramos quedado con carencia de más saxofón, a mitad del disco hay un breve reprise llamado ‘A Bit More Of You’.

 

El ritmo lento de buena parte de los temas a veces los vuelve irreconocibles e intercambiables, como podría ocurrir con ‘Ooh Baby (You Know That I Love You)’o la lentitud de buena parte de ‘The Answer's At The End’, la cual al menos viene compensada por su gran estribillo, pero que tampoco acaba de convencer del todo. De ‘World Of Stone’ podría decirse tres cuartas partes de lo mismo, pues posee unos grandes pasajes instrumentales que la salvan del tedio. En cambio, ‘Can't Stop Thinking About You’ suena a balada mediocre de tal manera que no puede ser salvada ni por la participación del gran pianista Nicky Hopkins.

 

Una curiosidad en George Harrison es su gusto por crear secuelas en algunas de sus canciones compuestas con anterioridad. Ése es el caso de ‘This Guitar (Can't Keep From Crying)’, que sería algo así como la segunda parte o el hermano menor de la gran ‘While My Guitar Gently Weeps’ del Disco Blanco de los Beatles, donde lo primero que se echa en falta es la participación de Eric Clapton. Al menos no parece una copia, sino una inspiración para mantener el espíritu de desgarro amoroso que poseía la original, aquí transmutado en una letra reivindicativa contra la prensa musical y en especial contra la revista Rolling Stone. Y no se le puede negar el encanto de la guitarra, que es una delicia de escuchar sobre todo en la parte final. Como bonus track se puede encontrar una nueva versión con ritmo de guitarra acústica y coros, que tampoco está mal. También podemos disfrutar de su buen gusto por el blues más rítmico con la entretenida ‘Tired Of Midnight Blue’, que tiene una gran instrumentación y un piano y guitarras excepcionales (las notas de piano que suenan entre estrofa y estrofa son geniales), que sirve para enfilar lo que será la parte final del disco, lo mejor de él. En la amarga ‘Grey Cloudy Lies’ es donde consigue aunar una descarnada letra con unas memorables melodías de las que llegan muy adentro. Y para finalizar el disco encontramos otra gran canción que se inicia con unas líneas de bajo de corte funky que dan paso al pegadizo “uh, uh, uh” que introduce la parte vocal algo atascada y con una letra algo alocada, pero que es un gran final para el álbum al representar al menos algo de alegría.

 

Como casi cualquier disco de Harrison, vale la pena escucharlo por todos esos grandes momentos que ofrece siempre en mayor o menor grado, con melodías de las que se mantienen durante mucho tiempo y por sus letras interesantes en la mayoría de ocasiones, aunque aquí tengan un carácter mucho más sombrío de lo habitual. Y, como siempre, está acompañado por una buena cantidad de competentes músicos.

Puntuación:

1) Woman Don't You Cry For Me; 2) Dear One; 3) Beautiful Girl; 4) This Song;

5) See For Yourself; 6) It's What You Value; 7) True Love; 8) Pure Smokey;

9) Crackerbox Palace; 10) Learning How To Love You.

Año de publicación: 1976

THIRTY THREE & 1/3

Lo que uno puede destacar en primer lugar al escuchar este álbum es que por fin ha vuelto la alegría a la música de Harrison. Después de los graves reveses personales que había sufrido y que de una manera tan oscura había florecido en lo concerniente a su composición de canciones, afortunadamente aquí vuelven a asomar tanto su mordaz humor como su forma de expresar la alegría de vivir, aunque cabe señalar que algunas de las canciones fueron compuestas a finales de los sesenta.

 

Las mejores canciones son aquéllas en las que vuelve el cuidadoso creador de melodías y arreglos que habíamos conocido, tal como es el caso de la oda al enamoramiento (que tanta falta le hacía a esas alturas) llamada ‘Beautiful Girl’ o la fantástica/nostálgica ‘Crackerbox Palace’ que, aparte de poseer otro magnífico estribillo, nos deleita con un breve intermedio instrumental por parte de los vientos y una grandiosa parte final donde se añade una memorable guitarra de las que suele regalarnos Harrison de vez en cuando. En ‘See Yourself’ también podemos disfrutar de esos cambios de ritmo y buenas melodías características de su estilo propio, aunque su mensaje es más simple de lo que nos tenía acostumbrados.

 

También encontramos en el disco una cierta variedad estilística. Cuando el prominente ritmo funky que presenta ‘Woman Don't You Cry For Me’ nos hace pensar en que hemos puesto por error un disco de Stevie Wonder, llega la parte vocal de Harrison donde la mejor melodía se encuentra en la parte del “There's no one place I want to be”. Empleando un estilo de soul reminiscente de ‘What Is Life’ pero con menor brillantez, en ‘This Song’ vuelve el George Harrison irónico, pues la letra alude directamente al juicio que finalmente hubo y que perdió por plagio (de manera justa, todo hay que decirlo) de la canción ‘He's So Fine’ de The Chiffons, con dardos como éste: “This song ain't black or white and as far as I know don't infringe on anyone's copyright”. De estilo también soul pero mucho más atmosférico podemos disfrutar de ‘Pure Smokey’, probablemente un homenaje a Smokey Robinson, donde el toque de calidad viene dado en el sutil cambio de ritmo de los finales de estrofa. Por otro lado, ‘It's What You Value’ es en su inicio como una actualización del estilo blues tan del agrado de George, que más tarde desemboca en otro glorioso estribillo con modulación de voz incluida y un adecuado uso del saxofón para potenciar el tono crítico/irónico de la letra.

 

El espiritualismo más directo no podía faltar aquí, donde encontramos ‘Dear One’, que justo cuando empieza a aburrir llega al rescate su estribillo coral para al menos entretener un poco. Y la versión de ‘True Love’ de Cole Porter podría tomarse como un adelanto de lo más convencional que nos ofrecerá George en sus futuros discos. Lo peor llega al final, pues el disco acaba con ‘Learning How To Love You’, otro de esos tostones inevitables a los que por desgracia era aficionado de incluir, demasiado mediocres y lentos para agradar a nadie que no sea un fan acérrimo.

 

Pero en cualquier caso estamos ante uno de los discos recomendables de su carrera, con una buena cantidad de grandes melodías y algunos momentos de los que uno guarda en su memoria para toda la vida. Al menos para los que el sentimiento expresado en las canciones de Harrison consigue traspasarnos todas las capas de la piel.

1) Love Comes To Everyone; 2) Not Guilty; 3) Here Comes The Moon;

4) Soft-Hearted Hana; 5) Blow Away; 6) Faster; 7) Dark Sweet Lady;

8) Your Love Is Forever; 9) Soft Touch; 10) If You Believe.

Puntuación:

Año de publicación: 1979

GEORGE HARRISON

Un tiempo apartado de la música le sirvió a Harrison para rehacer su vida, casándose con la que sería su última mujer, Olivia, además de tener a su único hijo Dhani, y dedicarse a otros hobbies como la producción cinematográfica (gran ayuda la que aportó a los Monty Python) y a la que fuera su gran afición, la Fórmula 1. Precisamente esa afición a la Fórmula 1 se refleja en la épica ‘Faster’, que no es tan rápida como reza su título pero que sí contiene sonidos de coches calentando motores, ya desde su magistral comienzo donde aparece un poderoso y reconocible riff. Después solo queda dejarse llevar por sus agradables melodías y su gran estribillo, transmitiendo en su letra toda la épica y la emoción que puede sentir un verdadero aficionado a las carreras de motor. Yo no soy seguidor de ese tipo de deportes, pero reconozco que me llega todo ese entusiasmo que transmite por un mundo del motor que también incluye el riesgo (“Pushing himself to all extremes”) y el miedo a que ocurra algo (“His wife held back her fears”).

 

Para comenzar el disco, ‘Love Comes To Everyone’ se puede tomar como representación del sonido maduro de Harrison en el mejor de los sentidos. Empleando un sonido denso donde destacan por igual o alternándose la guitarra y el resto de instrumentos, a través de un medio tempo nos acompaña con una voz calmada pero melódica en el desarrollo de la canción. El gran creador de melodías pop llega con la genial ‘Blow Away’, que además de un magnífico y elaborado estribillo nos regala otro ejemplo de ese sonido magistral y particular de guitarra que conseguía George Harrison, sobre todo en su parte final. Por otro lado, si uno sigue la letra de ‘Soft-Hearted Hana’, puede parecerle una especie de divertimento al hablar de lo que experimentó al tomar algo (“I ate it and at once my eyes could see you”), pero ciertamente está interpretada con seriedad, pues presenta una gran ejecución de guitarra acústica con un sonido muy particular, además de una pegadiza y variada melodía.

 

Recuperada de los últimos años de los Beatles, exactamente de las grabaciones del White Album tal como quedó reflejado en el Anthology 3 de estos, ‘Not Guilty’ aquí aparece en un estilo más próximo al jazz que al rock como era el original, pero crea una atmósfera envolvente que mantiene el tema en un elevado grado de atención. Y volviendo la vista de nuevo hacia atrás, tenemos pretendidamente atmosférica pero fallando en el intento la que sería el acompañamiento de la magnífica ‘Here Comes The Sun’, la convencional ‘Here Comes The Moon’, que repite su título en el estribillo hasta la saciedad para dejar hastiado al personal. Lo único que se salva es el puente donde canta “God's gift I see that's moving up there into the night / Though dark the mirror in the sky reflects us our light”, pero no es suficiente para elevar el resultado final.

 

El bajón llega en las últimas canciones del disco, algo que le priva de una mejor puntuación, empezando con la que parece un bolero (‘Dark Sweet Lady’), que hubiera podido dárselo a Carlos Cano para que al menos cantara alguna canción en inglés. ‘Your Love Is Forever’ no mejora mucho las cosas, puesto que tiene un ritmo demasiado lento, y ‘Soft Touch’ pasa sin pena ni gloria, haciendo honor a su título, pues no deja nada de huella. Al menos para el final se anima un poco la cosa con una composición de Harrison junto a su amigo Gary Wright (teclista del grupo Spooky Tooth), donde se puede escuchar algo del sonido tan característico de guitarra de George.

 

Una revelación para el final: Eric Clapton vuelve a tocar en alguna canción de este disco. Lo cual demuestra que verdaderamente había empezado una nueva vida para Harrison. Quién sabe qué se dirían para reanudar su amistad, después de que Clapton le arrebatara su mujer; si se me permite la broma, quizá fuera algo como:

- Clapton: Ey George, tío, no veas el favor que te hice quitándote a la pajarraca esa de en medio.

- Harrison: Vale Eric, pero a Olivia ni me la toques...

SOMEWHERE IN ENGLAND

Año de publicación: 1981

Puntuación:

1) Blood From A Clone; 2) Unconsciousness Rules; 3) Life Itself; 4) All Those Years Ago;

5) Baltimore Oreole; 6) Tear Drops; 7) That Which I Have Lost; 8) Writings On The Wall;

9) Hong Kong Blues; 10) Save The World.

Grabado sin demasiada dedicación entre 1979 y 1980, pero espoleado por el brutal crimen sufrido por Lennon, que provocó la reescritura y grabación de ‘All Those Years Ago’, nos encontramos ante el disco más flojo en la trayectoria de Harrison en solitario, si no contamos sus escarceos musicales previos al All Things Must Pass. Aunque flojo tampoco supone decir malo, puesto que no se puede decir que este gran músico grabara un disco malo en toda su carrera.

 

Al menos desde una perspectiva musical (sin valorar sus connotaciones negativas) podemos aseverar que lo primero que escuchamos, ‘Blood From A Clone’, suena directamente al Harrison de los ochenta, con profusión de sonidos de teclado a veces de un gusto un tanto controvertido. Aquí al menos tiene su gracia y el estribillo se hace entretenido por su cambio de ritmo, pero no hay mucho más que pueda recordarnos que estamos ante uno de los grandes de la música rock.

 

Cuando la melodía principal es tan simplona que parece poco trabajada, como en ‘Unconsciousness Rules’, el nivel baja a una alarmante mediocridad, más todavía cuando para rematar la canción toma el liderazgo un saxofón rápido pero de lo más vulgar. Y ‘Save The World’ es directamente ofensiva, pues es una burda composición que sería lo que esperaríamos de cualquier compositor sin talento, por mucho que tenga una letra antiarmamentística y promedioambiental.

 

La religiosidad tampoco aparece de forma brillante, pues ‘Life Itself’ parece demasiado edulcorada, aunque al menos el estribillo suena agradable. Respecto a su letra, sería como el intento de unificar todo lo que dicen las diferentes religiones bajo una única figura divina que habría sido interpretada de manera diferente en cada zona. Tampoco resulta halagador encontrar otra de esas baladas ultralentas a las que a veces era aficionado, como es el caso de ‘Writings On The Wall’, que al menos tiene algo de melodía si lo comparamos con precedentes de peor nivel.

 

Hablando ya de la conocida ‘All Those Years Ago’, decir que fue compuesta antes del asesinato de John Lennon en diciembre de 1980, pero a posteriori George cambió la letra para su grabación final de tal manera que quedó como un homenaje a la figura de Lennon, un agradecido reconocimiento a la influencia que Harrison recibió de él (“Living with good and bad / I always looked up to you”), donde lo mejor es el sonido de guitarra tan característico mediante el cual George nos complace siempre. Cabe destacar también que la batería está tocada por Ringo Starr y en los coros participan Paul y Linda McCartney junto al entonces compañero en Wings, Denny Laine. Precisamente es la guitarra lo que salva alguna canción más del olvido inmediato, como ocurre con ‘That Which I Have Lost’.

 

El inicio de ‘Baltimore Oreole’, una composición del mítico Hoagy Carmichael, recuerda vagamente a ‘This Guitar (Can't Keep From Crying)’ del Extra Texture, aunque aquí tenemos un tema más épico todavía que podría haber sido la mejor canción de haber tenido estribillo en el mismo estilo. Pero no se puede negar la gran atmósfera creada y las magníficas líneas de guitarra que van cayendo, alternadas con un buen saxofón. La otra versión que podemos encontrar del mismo compositor en este disco, ‘Hong Kong Blues’, suena agradable pero poco más.

 

En definitiva, uno podría pensar que este disco pasó desapercibido en su momento, pero escuchando la pegadiza y movida ‘Tear Drops’ (ritmo que contrasta con su triste letra) uno no puede dejar de pensar si Mike Oldfield utilizó el estribillo para escribir su exitoso single ‘Mistake’; si bien por la parte opuesta se podría objetar que Harrison pudiera haberse inspirado para el loop electrónico del inicio en una canción de Pete Townshend llamada ‘Am I Moved’, siendo esta última mucho mejor al sonar menos artificiosa. Pero no acabemos este comentario hablando de otra gente y sigamos disfrutando al menos de la honestidad artística de este magnífico autor.

1) Wake Up My Love; 2) That's The Way It Goes; 3) I Really Love You; 4) Greece;

5) Gone Troppo; 6) Mystical One; 7) Unknown Delight; 8) Baby Don't Run Away;

9) Dream Away; 10) Circles.

Puntuación:

Año de publicación: 1982

GONE TROPPO

Mi primera aproximación a la carrera en solitario de George Harrison fue mediante el recopilatorio Best Of Dark Horse 1976-1989 y, por consiguiente, cuando leí los títulos de las canciones aquí contenidas y vi que entre ellas se encontraban dos bodrios como ‘Wake Up My Love’ y la obvia canción que da título a este disco, no pude dejar de pensar que me encontraría ante el peor álbum de la carrera de Harrison. Y es que los prominentes sintetizadores que presentan ‘Wake Up My Love’ ya hacen temblar de pies a cabeza, puesto que un sonido de esa clase es lo que podríamos esperar de una canción de Paloma San Basilio o, a lo sumo y pensando en positivo, de alguna banda de tecno tipo Depeche Mode en sus inicios. Por otro lado, la canción que da título al disco no sabría bien cómo definirla. Parece una broma en tono de folk a base de melodías infantiles y una letra algo vergonzante sobre lo bien que se está lejos de la civilización. Al contrario que ‘Gone Troppo’, la versión de ‘I Really Love You’ es un acertado divertimento en forma de estilo doo-wop, con una parte vocal donde se alternan las voces femeninas junto a una voz grave que acentúa el carácter paródico de esta canción.

 

Pero bueno, si quitamos esos dos horrores lo que nos queda es otro aceptable disco de Harrison donde se alternan momentos geniales con otros más convencionales, pero sin caer en el mal gusto o en el relleno sin más. En lo más destacado tenemos una maravillosa melodía guitarra de las que nos regala George de vez en cuando, que es la que presenta y acompaña la gran ‘That's The Way It Goes’, de mundana letra pero musicalmente muy pegadiza, también por su agradable parte vocal. También podemos disfrutar de ‘Greece’, un gran instrumental (o casi, debiéramos decir, pues algo de letra puede escucharse) donde emotivas melodías van apareciendo, interpretadas en parte con ese sonido de guitarra tipo slide que le aporta un timbre particular y extremadamente agradable al oído. Precisamente uno de los puntos fuertes de este tema es la simbiosis entre guitarra eléctrica y acústica.

 

Por otro lado, ‘Mystical One’ tiene un inicio que suena a convencional pero conforme va avanzando al mismo tiempo va mejorando hasta llegar a esa especie de estribillo genial donde canta “I am yes I am” ayudado de un súbito cambio de ritmo. Más floja suena ‘Unknown Delight’, sobre todo debido a su lento ritmo, y donde el solo de guitarra recuerda al principio vagamente al de ‘Something’ que grabó con los Beatles, lo que tampoco mejora nada el resultado final. A continuación, el truco de comenzar ‘Baby Don't Run Away’ mediante su estribillo en este caso no impacta demasiado porque éste suena pretenciosamente emotivo pero se queda a medio gas, quizá por la letra amorosa demasiado simplona. Mucho mejor queda en ‘Dream Away’, pues transmite esa energía positiva que Harrison sabía conseguir también, con unos coros femeninos que apoyan el jovial estribillo.

 

La final ‘Circles’ deja un sabor agridulce al parecer una mezcla de canto religioso y psicodélico, que quedaría mejor si durara menos de un minuto, pero que al no ser así suena algo tedioso. De todas formas, ello no debe empañar un resultado final decente y mucho mejor de lo que las expectativas iniciales podrían hacer suponer al tratarse de un disco que ni siquiera fue promocionado en su momento y con una horrible canción que le da título. Eso sí, cinco años de descanso se tomaría su autor hasta volver, por fin, con un disco por todo la grande y relanzar su carrera.

CLOUD NINE

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Cloud 9; 2) That's What It Takes; 3) Fish On The Sand; 4) Just For Today;

5) This Is Love; 6) When We Was Fab; 7) Devil's Radio; 8) Someplace Else;

9) Wreck Of The Hesperus; 10) Breath Away From Heaven; 11) I Got My Mind Set On You; [BONUS TRACKS:] 12) Shangai Surprise; 13) Zig Zag.

Para todos los que hubieran esperado un retorno no especialmente del Harrison espiritual pero sí de aquél que compuso joyas pop-rock como ‘Taxman’ o ‘If I Needed Someone’, aquí es donde deben buscar. Que su amigo Jeff Lynne (de la Electric Light Orchestra) ayudara en la producción probablemente sirviera para conseguir ese sonido tan adecuado a las ondas comerciales que encontramos aquí, lo cual no resta mérito al buen conjunto de melodías que pueblan el álbum. Pero ciertamente es un álbum comercial como delata su algo ridícula camisa en la portada.

 

Hablando ya de lo importante, la canción que da título al disco contiene uno de los mejores trabajos de guitarra eléctrica que se recuerdan en la carrera de George, ejecutado por su gran amigo Eric Clapton, además de crear una atmósfera sombría muy acorde al tono de la canción y la entonación de la parte vocal. También destaca sobremanera la guitarra en el rabioso ataque al periodismo que atenta contra las libertades personales de los famosos tratado en ‘Devil's Radio’. Otro de los puntos fuertes es sin duda ‘Fish In The Sand’, que posee un sencillo pero pegadizo riff de guitarra que lidera toda la canción.

 

Pero en general se puede constatar como Harrison recupera su gusto por la melodía y no pierde su predilección por la impecable ejecución instrumental (aunque a veces haya abusado en el empleo de sintetizadores), algo que puede comprobarse en canciones como ‘Wreck Of The Hesperus’ o en la de aires orientales llamada ‘Breath Away From Heaven’, no muy evidente al principio pero llena de melodías cuando un@ presta atención.

 

La inevitable balada soporífera que solía endosarnos George en cada álbum aquí nos llega con ‘Just For Today’, que al menos puede escucharse y, como curiosidad, en su intermedio instrumental parece al principio que la guitarra vaya a imitar la melodía de la conocida ‘Unchained Melody’. Más adelante tenemos ‘Someplace Else’, donde lo peor es la cansada melodía de guitarra que inicia el tema, muy poco inspirada y que a la segunda vez que se escucha ya parece repetitiva.

 

Las tres canciones compuestas junto a Jeff Lynne son quizá las más convencionales, siendo la mejor de ellas ‘That's What It Takes’ (coescrita también junto a Gary Wright), que al menos tiene un estribillo agradable, pero no deja de tener un sonido demasiado comercial que podría pasar por el de cualquier otro artista del momento. Las otras dos fueron curiosamente publicadas como singles sin ser lo mejor del disco, pero ‘This Is Love’ suena a relleno total únicamente salvado por algo de guitarra que suena y ‘When We Was Fab’, aun siendo un homenaje a su etapa en los Beatles y tener un buen sonido psicodélico actualizado, queda lastrado por un estribillo demasiado simplón y repetitivo. Aunque cabe reconocer el fenomenal puente que presenta (“And while you're in this world”), donde se crea una atmósfera del estilo de la mítica ‘I Am The Walrus’. Aunque el éxito masivo llegó con la versión de ‘I Got My Mind Set On You’, que curiosamente no presenta ninguna de las credenciales ni rasgos característicos de la música de George Harrison

 

En los bonus tracks podemos escuchar la canción que compuso para la película Shanghai Surprise, protagonizada por Madonna y Sean Penn (la pareja del momento) y que precisamente fue producida por Handmade Films, la productora de Harrison. Por otra parte, esta canción es totalmente olvidable, por lo que sus cinco minutos se vuelven algo cansinos. La otra canción adicional es la cara B del single de “When We Was Fab”, llamada ‘Zig Zag’, que recuerda algo el estilo desenfadado de ‘Soft-Hearted Hana’ del disco George Harrison pero en clave más jazzística y con resultado mucho más discreto.

 

Aunque la emoción del momento quizá condicionara el gran recibimiento y crítica que recibió este álbum, que lo coloca en segundo lugar de su discografía tras All Things Must Pass, lo cierto es que la única novedad es la dirección comercial de la música para hacerla más accesible. No obstante, con ello tampoco se pretende negar las buenas composiciones que se incluyen y por tanto es sin lugar a dudas un disco muy recomendable dentro de su discografía. El segundo puesto en el ranking personal de Harrison se lo reservaremos a su magnífico disco póstumo. Cabe señalar también que, tras este Cloud Nine, abandonaría su producción en solitario para formar los Travelling Wilburys junto a otras leyendas musicales y luego para disfrutar de un largo retiro de la escena musical.

LIVE IN JAPAN

Año de publicación: 1992

Puntuación:

 CD I: 1) I Want To Tell You; 2) Old Brown Shoe; 3) Taxman;

4) Give Me Love (Give Me Peace On Earth); 5) If I Needed Someone; 6) Something;

7) What Is Life; 8) Dark Horse; 9) Piggies; 10) Got My Mind Set On You.

 

CD II: 11) Cloud 9; 12) Here Comes The Sun; 13) My Sweet Lord; 14) All Those Years Ago; 15) Cheer Down; 16) Devil's Radio; 17) Isn't It A Pity; 18) While My Guitar Gently Weeps; 19) Roll Over Beethoven.

Tras una gira realizada por Japón junto a su amigo Eric Clapton en 1991, acabada ya la aventura musical de los Travelling Wilburys, se publicó al año siguiente un doble álbum que recogía selecciones de la gira donde se pueden encontrar canciones desde su etapa en los Beatles hasta el último disco de estudio que grabó en solitario, el Cloud Nine. Además de Clapton, puede destacarse la participación de otros grandes músicos como el teclista Chuck Leavell (Allman Brothers Band), el percusionista Ray Cooper o el guitarrista Andy Fairweather-Low, conocido por acompañar a Roger Waters en solitario.

 

Realmente no encontraremos muchas diferencias respecto a las versiones de estudio, pero la profesionalidad de los músicos y la superior categoría de las canciones hacen de este disco en directo toda una delicia de escuchar. En general, las canciones de la época de los Beatles (sorprendentemente casi la mitad del contenido, lo que denota el carácter comercial de la gira) suena a panda de amiguetes que disfrutan recordando tiempos pasados, pero no dejan de tener algún que otro detalle novedoso como el solo instrumental a mitad de ‘I Want To Tell You’, un cambio de letras en ‘Piggies’ o la magistral manera de iniciar ‘Something’. Y bueno, escuchar ‘Old Brown Shoe’ en directo no deja de ser emocionante. Y ‘Dark Horse’ sin la voz cascada del original también mejora de forma obvia en ese apartado.

 

Los solos de Clapton engrandecen al máximo canciones como ‘Isn't It A Pity’, donde la coda instrumental (que por momentos parece remitirse a ‘Hey Jude’) es quizá el momento donde más se permite a Clapton brillar como estrella de la guitarra, con permiso de ‘While My Guitar Gently Weeps’, donde también se convierte en toda una experiencia escuchar como se alternan en la coda las guitarras de los dos grandes amigos.

 

Para el final deja un guiño doble a Chuck Berry y a la etapa primeriza de los Beatles, donde Harrison todavía apenas había aportado composiciones propias al grupo y por ese motivo en directo solían tocar ‘Roll Over Beethoven’ para que George asumiera el rol de cantante y al mismo tiempo destacar su labor como guitarrista. Es una manera amigable de acabar el disco, que representaría también su última publicación y, esta vez sí, un largo retiro del panorama musical que nos dejaría una década después el sabor agridulce de conocer su muerte y la edición póstuma de su último disco de estudio.

1) Any Road; 2) P2 Vatican Blues (Last Saturday Night); 3) Pisces Fish;

4) Looking For My Life; 5) Rising Sun; 6) Marwa Blues; 7) Stuck Inside A Cloud;

8) Run So Far; 9) Never Get Over You; 10) Between The Devil And The Deep Blue Sea;

11) Rocking Chair In Hawaii; 12) Brainwashed.

Puntuación:

Año de publicación: 2002

BRAINWASHED

George Harrison murió el 29 de noviembre de 2001. Este disco fue por tanto editado de forma póstuma y es el mejor testamento que podía dejarnos, aparte del legado musical de su carrera. En la producción volvió a contar con la ayuda de Jeff Lynne y como novedad incorporó a su hijo Dhani Harrison. Este álbum se puede entender como una continuación del Cloud Nine (de hecho alguna canción data de 1988), donde por un lado se ha mejorado la calidad compositiva y por otro lado se consigue un sonido más auténtico y cercano, como si Lynne hubiera querido mantenerse al margen y no dejar marcada su impronta de sonido pomposo y espectacular. Esto hace que destaque más la propia composición, pues volvemos a encontrar grandes melodías y destellos de guitarra característicos del estilo de George. Es un disco realizado con calma y tranquilidad, con la superación de un cáncer por medio, pues no sería hasta el intento de asesinato que sufrió en su propia casa en diciembre de 1999 que Harrison decidió tomárselo en serio y dedicar más tiempo a pulir las composiciones y acabar el álbum. El siguiente cáncer fatal que sufrió se lo llevaría por delante, pero dejaría las instrucciones necesarias para que su hijo Dhani junto a Jeff Lynne lo pudieran acabar.

 

El comienzo del álbum puede tomarse como un buen ejemplo del tono del disco, elaborado y vitalista de tal manera que nadie podría relacionarlo con una persona en los últimos meses de su vida. ‘Any Road’ nos devuelve al Harrison más melódico y accesible, de letra sencilla pero existencialista (“If you don't know where you're going / Any road will take you there”), además de un memorable puente (“You may not know where you came from”) que nos remite a su estilo de los sesenta. Aunque en otros casos no de los sesenta, sino de los setenta y de su primera obra tras la separación de los Beatles parece volver el Harrison más espiritual e inspirado, donde consigue ofrecer estupendas melodías para acompañar sus mensajes de carácter profundo e intimista. Tal es el caso de ‘Pisces Fish’ (“And I'm a Pisces fish and the river runs through my soul”), ‘Looking For My Life’ (“I only found it out when I was down upon my knees”) o ‘Rising Sun’ (“Is all inside your file the good and the bad”), que remiten directamente a la espiritualidad de All Things Must Pass con sus mensajes sencillos pero repletos de existencialismo positivo y también religioso. Poseen emotivas melodías de las que llegan a lo más hondo de un@ mism@, de una sutil delicadeza que penetra poco a poco hasta quedarse definitivamente. Por otro lado, La brillante guitarra que introduce ‘Stuck Inside A Cloud’ anuncia ya de entrada que nos encontramos ante una de las mejores canciones del disco. Las pausadas estrofas principales desembocan en un elaborado y emotivo estribillo.

 

Por otro lado, ‘Run So Far’ fue originalmente una donación que George hiciera a su gran amigo Eric Clapton para el disco Journeyman de aquél, en 1988, donde participó el mismo Harrison en la grabación. Aquí realiza su propia versión de este tema pop calmado y agradable.

 

La parte final del disco es más floja, pues se juntan varias composiciones que palidecen comparadas con sus compañeras: ‘Never Get Over You’ es una de esas baladas que no parecen encontrar su camino y donde solo se salvan los punteos de guitarra; ‘Between The Devil And The Deep Blue Sea’ es una versión al ukelele de una vieja canción de los años treinta; y en ‘Rocking Chair In Hawaii’ falla la melodía de guitarra poco inspirada y excesivamente repetitiva, por lo que resulta una sorpresa comprobar cómo la composición data de las grabaciones del All Thing Must Pass. Aunque mucho antes encontramos otra canción que pasa sin mayor pena ni gloria, ‘P2 Vatican Blues (Last Saturday Night)’, con un título que no engaña pues nos encontramos ante un blues de letra irónica que no busca ofender a nadie.

 

Para el final, ‘Brainwashed’ retoma la crítica al sistema socioeconómico existente ya expresada años antes en ‘Cockamamie Business’ pero con un ritmo mucho más fuerte y poderoso, y una parte vocal más reivindicativa en su entonación, si bien su mensaje podría haber sido algo más profundo. La canción está estructurada en dos secciones muy diferenciadas, pues esas partes más rítmicas y guitarreras se alternan con otras más calmadas de inspiración hindú donde se escucha un agradable sitar. Quizá le sobre el mantra indio de su coda, pues no encaja muy bien en un contexto pop-rock. No es el único momento de música oriental, pues anteriormente hemos podido encontrar el instrumental ‘Marwa Blues’ (ganador de un Grammy en su categoría), bien dirigido por una aguda guitarra que emula el sonido de los instrumentos de cuerda orientales.

 

Los sentimientos encontrados entre la tristeza por el algo prematuro fallecimiento de un honesto y genial músico y la satisfacción de escuchar una última obra de tan alto nivel y con tantas melodías geniales, crea a su vez un efecto especial que cualquier persona interesada en la carrera de Harrison puede apreciar. Saber unificar mensaje y música en un mismo conjunto de manera satisfactoria no está al alcance de muchos, y George ciertamente lo consiguió en numerosas ocasiones. Es por ello que el legado que nos dejó será apreciado durante siglos, igual que el de sus ex-compañeros de los Beatles. Vale, sin contar al tipo ese que tocaba los tambores.

1) My Sweet Lord (Demo); 2) Run Of The Mill (Demo);

3) I'd Have You Anytime (Early Take); 4) Mama You've Been On My Mind (Demo);

5) Let It Be Me (Demo); 6) Woman Don't You Cry For Me (Early Take);

7) Awaiting On You All (Early Take); 8) Behind That Locked Door (Demo);

9) All Things Must Pass (Demo); 10) The Light That Has Lighted The World (Demo).

Año de publicación: 2012

EARLY TAKES: VOLUME 1

Puntuación:

Poco después de estrenarse el documental biográfico George Harrison: Living In The Material World, dirigido por Martin Scorsese, se publicó esta recopilación de tomas alternativas y algunas rarezas para recuperar el espíritu de las antologías que ya habían sido publicadas de los Beatles o de John Lennon. Aquí todo es mucho más escueto y se reduce de momento a un único disco, aunque la etiqueta de “Volume 1” deja abierta la posibilidad de que se vuelva a editar nuevos volúmenes, si bien en 2016 todavía no ha habido nada nuevo. Supongo que las ventas de este primer volumen no fueron lo altas que se esperaba, aunque su contenido bien merece algo de atención.

 

Como era de esperar, buena parte de las canciones provienen de las sesiones de All Things Must Pass, su álbum más emblemático y el mejor de su carrera en solitario. Es una experiencia curiosa escuchar las canciones de otra manera, sobre todo las que quedan despojadas del muro de sonido de Phil Spector. Así, ‘My Sweet Lord’ suena más cercana sin los coros y con la prominente batería; en cambio, ‘All Things Must Pass’ suena demasiado esquelética sin la pomposidad sonora producida por Phil Spector, y ciertamente me quedo antes con la demo acústica y sencilla (pero extraordinariamente emotiva) que encontrábamos en la Antología de los Beatles; Y ‘Run Of The Mill’ queda también algo huérfana sin esas melodías llevadas por los instrumentos de viento, aunque sus grandes melodías mantienen el encanto. La mejor es sin duda ‘Behind That Locked Door’, pues conforme entra la guitarra slide (sobre los dos minutos) uno entra en ese paraíso terrenal al que nos transporta una ejecución instrumental magistral. Lo que no se entiende sin embargo es la inclusión de esa toma primeriza de ‘Awaiting On You All’, que suena demasiado insegura todavía y no aporta nada interesante.

 

Del resto de canciones fuera de esas sesiones, apenas puede destacarse nada aunque sorprende comprobar el origen totalmente blues de ‘Woman Don't You Cry For Me’, que suena igual que esas grabaciones antiguas de los años cuarenta, lo cual hubiera quedado como un gran homenaje a los míticos bluesmen de aquella época, de haberse conservado en su estado primigenio para su . La versión acústica de ‘Mama You've Been On My Mind’ de Dylan deja bien claro que Harrison es un cantante melódico pero nada folk, por lo que sabe apropiarse de la dulce melodía vocal que caracteriza este tema aunque pierda ese toque especial que sí poseía Dylan. Lo otra versión incluida en este recopilatorio es ‘Let It Be Me’, que pasa sin mayor pena ni gloria aunque al menos deja algo de slide por el camino.

 

En general podemos aseverar que es un disco recomendable, pero no obstante si nos fijamos en que lo es básicamente por los cortes pertenecientes al All Thing Must Pass, un@ puede pensar razonablemente que lo que llegue a venir a continuación no podrá situarse en el mismo nivel. Quizá valdría la pena publicar en un álbum independiente las grabaciones de aquellas sesiones, tal como puede encontrarse de manera extraoficial por la web. Pero quién sabe, en el futuro quizá nos podamos encontrar sorpresas en el caso de que Dhani Harrison continúe escarbando en los archivos personales de su padre.

2023

ALL THINGS MUST PASS 50th ANNIVERSARY EDITION

Año de publicación: 2021

Puntuación:

CD I & II: Álbum original.

CD III: 1) All Things Must Pass (take 1); 2) Behind That Locked Door (take 2);

3) I Live For You (take 1); 4) Apple Scruffs (take 1); 5) What Is Life (take 3);

6) Awaiting On You All (take 1); 7) Isn't It A Pity (take 2); 8) I'd Have You Anytime (take 1); 9) I Dig Love (take 1); 10) Going Down To Golders Green (take 1); 11) Dehra Dun (take 2); 12) Om Hare Om (Gopala Krishna) (take 1); 13) Ballad Of Sir Frankie Crisp (Let It Roll) (take 2); 14) My Sweet Lord (take 1); 15) Sour Milk Sea (take 1).

CD IV: 1) Run Of The Mill (take 1); 2) Art Of Dying (take 1); 3) Everybody/Nobody (take 1); 4) Wah-Wah (take 1); 5) Window Window (take 1); 6) Beautiful Girl (take 1);

7) Beware Of Darkness (take 1); 8) Let It Down (take 1);

9) Tell Me What Has Happened To You (take 1); 10) Hear Me Lord (take 1);

11) Nowhere To Go (take 1); 12) Cosmic Empire (take 1); 13) Mother Divine (take 1);

14) I Don’t Want To Do It (take 1); 15) If Not For You (take 1).

 

CD V: 1) Isn't It A Pity (take 14); 2) Wah-Wah (take 1); 3) I'd Have You Anytime (take 5);

4) Art Of Dying (take 1); 5) Isn't It A Pity (take 27); 6) If Not For You (take 2);

7) Wedding Bells (Are Breaking Up That Old Gang Of Mine) (take 1);

8) What Is Life (take 1); 9) Beware Of Darkness (take 8); 10) Hear Me Lord (take 5);

11) Let It Down (take 1); 12) Run Of The Mill (take 36);

13) Down To The River (Rocking Chair Jam) (take 1); 14) Get Back  (take 1);

15) Almost 12 Bar Honky Tonk (take 1); 16) It's Johnny's Birthday (take 1);

17) Woman Don’t You Cry For Me (take 5).

2023

Para conmemorar los cincuenta años transcurridos desde la publicación de All Things Must Pass, en esta reedición especial de cinco discos y un Blu-ray se volvió a remezclar la obra original (los dos primeros discos y el Blu-ray) y se hizo una selección de diferentes tomas de la grabación del álbum, en especial de los dos primeros días de grabación que ocupan en concreto el tercer y cuarto volumen de esta reedición, mientras que el quinto disco recoge una selección más abierta de los meses siguientes. Sobra decir que esto sólo puede interesar a la gente fanática de George Harrison, que es lo mismo que hablar de gente fanática de All Things Must Pass. En cualquier caso, una obra maestra y de tanta profundidad espiritual es siempre bien acogida en toda edición que se presente. De los dos primeros discos no hablaremos porque la obra original ya está comentada más arriba, a pesar de que mi opinión pueda haber variado en algunas opiniones expresadas hace ya varios años. Así que nos centraremos en ese contenido adicional que en los últimos años había circulado como disco pirata y que ahora presenta un tratamiento bien merecido.

 

En el tercer disco se incluyen las demos del día 1 de grabación con fecha 26 de mayo de 1970. La mayoría vienen marcadas como primeras tomas y efectivamente suenan a eso mismo, a cómo sonarían las canciones despojadas de toda la consistencia final y con escasez de instrumentos porque, como es obvio, se trata de la primera prueba. De hecho, sorprende eso mismo porque en una primera demo nos esperaríamos escuchar a George con su guitarra solamente, pero sin embargo aparece acompañado de otros instrumentos (aunque no sean muchos) excepto en casos concretos como ‘I'd Have You Anytime’ y algunos más en el cuarto disco. Respecto a las canciones que conformarían el futuro álbum, no encontramos apenas sorpresas. Todavía no había aparecido el soul en la tercera toma de ‘What Is Life’, implementada en modo pop-rock amistoso, como también comprobamos que no quedaba nada bien colocar la voz grave de ‘Ballad Of Sir Frankie Crisp (Let It Roll)’ en primer plano.

 

Encontramos algunos títulos inéditos que resultan decepcionantes, sobre todo esa imitación sosa de Elvis Presley titulada ‘Going Down To Golders Green’. Quizá debieron parecerle demasiado desenfadadas ‘Om Hare Om (Gopala Krishna)’ y ‘Dehra Dun’, incluso infantiles, para incluirlas en un álbum tan serio e introspectivo como All Things Must Pass. Así nos libramos también de tanto hinduismo, sobre todo en el caso de ‘Om Hare Om (Gopala Krishna)’ porque George se cortocirtuita y alarga en exceso la canción hasta sobrepasar los cinco minutos. Lo que no se entiende bien es la inclusión de ‘Sour Milk Sea’, puesto que era una canción que compuso en 1968 y entregó a Jackie Lomax como artista promocionado por Apple Records. Así que aquí no estamos escuchando la primera toma porque eso dataría de 1968 y no parece probable que Harrison tuviera la intención de incluir su propia versión, salvo que necesitara completar espacio. Pero bueno, en las sesiones de grabación tampoco debe haber una justificación para todo lo que se decide tocar porque a veces es simplemente fruto de la casualidad.

 

En el disco cuarto se incluyen las demos del día 2 con fecha de 27 de mayo, nuevamente con primeras tomas. Esto nos hace pensar en lo productivo que era el trabajo de Harrison en el estudio, con muchas grabaciones y teniendo en cuenta que en el segundo día alguna canción volverían a probar del primer día, a pesar de que en lo incluido aquí no hay ningún título repetido. Esto tiene algo de truco, puesto que algunas canciones parecen la versión alternativa de otras. Por ejemplo, ‘Everybody/Nobody’ es una versión alternativa sin interés de ‘Let It Roll’, ‘Tell Me What Has Happened To You’ es la versión empeorada de ‘I Dig Love’ y trazas de ‘I'd Have You Anytime’ pueden encontrarse en ‘I Don’t Want To Do It’, que sería como su versión pop. De manera análoga, la que acabaría pronto descartada es ‘Cosmic Empire’ al reutilizar el riff de ‘Here Comes The Sun’ y no aportar nada más de interés. Respecto a las canciones conocidas, tampoco hay mucho que decir, si acaso que ‘Wah-Wah’ pierde mucho con la guitarra distorsionada como único acompañamiento, aunque ahí sí se puede apreciar claramente la distorsión aplicada. Cabe señalar que las primeras tomas de ‘Beware Of Darkness’ y ‘Let It Down’ ya fueron incluidas como bonus tracks en la reedición en CD de 2001, aunque en ‘Let It Down’ le añadieron entonces algo de guitarra, no es la maqueta pura que escuchamos aquí.

 

Entre los títulos inéditos tampoco encontraremos ningún tesoro perdido. La voz muy cascada y la falta de melodías son un lastre en ‘Nowhere To Go’, lo cual es una lástima porque en el estribillo sí se atisba un potencial que podría haberse aprovechado habiéndola trabajado más. Peor es cuando a George le sale el Hare Krishna que lleva dentro y le da por repetirse hasta resultar muy molesto, lo cual nos toca padecer alguna que otra vez en estas grabaciones como en el caso de ‘Mother Divine’. En cambio, ‘Window Window’ podría pasar por una balada folk de Dylan y se puede escuchar también al comienzo del tercer DVD del documental Get Back sobre las sesiones de grabación de Let It Be de los Beatles. Lo que sí es una verdadera sorpresa es encontrar una demo tan temprana de ‘Beautiful Girl’, canción que no acabaría grabando hasta Thirty Three & 1/3, ya en 1976. Una sorpresa mayor todavía cuando también encontramos por aquí otra canción futura del citado álbum, ‘Woman Don't You Cry For Me’, en este caso totalmente irreconocible porque está interpretada con cuello de botella en la guitarra y por ello parece una canción tradicional del sur de Estados Unidos.

 

En el quinto disco, subtitulado como Sessions outtakes and jams y ya fechado entre el 28 de mayo y el 7 de octubre, encontraremos algunas tomas más avanzadas que se parecen más a su estado final y por ello resultan en algunos casos placenteras, como por ejemplo ‘I'd Have You Anytime’ o la toma octava de ‘Beware Of Darkness’, una perfecta excusa para escuchar sus deliciosas partes de guitarra. La que más sorprende es la toma 36 de ‘Run Of The Mill’, pero por lo inadecuado de aplicarle unos arreglos joviales en una canción que, bien entendida como ocurrió para su toma definitiva, transmite una cierta aflicción por la dificultad de sobrellevar la carga vital y emocional de nuestras vidas. Por otra parte, emulando la costumbre que tenía su excompañero Lennon, cambia la letra en modo hilarante en la breve toma catorce de ‘Isn't It A Pity’, donde le escuchamos cantar “Isn't it so shitty? / Isn't it a pain? / How we do so many takes”.

Seguimos sin vislumbrar el soul en la nueva toma de ‘What Is Life’, catalogada aquí de nuevo como número 1, aparte de que observamos que George no sabía todavía cómo implementar su último tercio. Por lo demás, encontraremos algunos desechos country titulados ‘Wedding Bells (Are Breaking Up That Old Gang Of Mine)’ y ‘Down To The River (Rocking Chair Jam)’, esta última con un insufrible canto tirolés de George y una jam de las que no se vuelve a escuchar una segunda vez: ‘Almost 12 Bar Honky Tonk’. Como curiosidad, escucharles tocar ‘Get Back’ de los Beatles denota que a Harrison le gustó mucho esa canción de McCartney, aquí con la novedad de escuchar instrumentos de viento en ella. Por mucho rencor personal que hubiera quedado tras la separación de los Beatles, el respeto y el reconocimiento por la valía artística de los excompañeros es un gesto que honra a Harrison. Lennon debería haber aprendido un poco de eso.

RECOPILATORIOS

THE BEST OF GEORGE HARRISON

Año de publicación: 1976

La primera recopilación que salió a la luz de George Harrison fue tan temprana y con un afán tan comercial que siete de sus trece canciones pertenecen a su etapa en The Beatles. Bueno, de no haber sido así, las habrían sustituido por casi la misma cantidad de títulos de All Things Must Pass. Y es que encontramos solo dos canciones de ella (‘My Sweet Lord’ y ‘What Is Life’) y luego una canción más por cada uno de los discos publicados hasta 1974. Lo único interesante que encontraremos aquí es la versión de estudio de ‘Bangla Desh’, que únicamente había sido publicada como single. Por lo demás, un vergonzoso e innecesario recopilatorio.

BEST OF DARK HORSE 1976-1989

Año de publicación: 1989

Tras el éxito comercial del disco Cloud Nine en 1987 así como de la aventura con los Travelling Wilburys, parecía buen momento para publicar un recopilatorio y en este caso se tomó como referencia el período comenzado a partir de la puesta en marcha de la discográfica propia de Harrison, Dark Horse. Esto quiere decir que únicamente se cuenta a partir del Thirty Three & 1/3 de 1976. La selección no es para todos los gustos, tomando como ejemplo la inclusión de ‘Gone Troppo’ y ‘Wake Up My Love’ del Gone Troppo, que ahuyentan a cualquiera de querer indagar más en aquel álbum o incluso en la obra de Harrison. Pero también se incluyen grandes clásicos de George como ‘Blow Away’, ‘Cloud Nine’ o ‘Crackerbox Palace’. Para la ocasión también grabó dos nuevas canciones: la magnífica ‘Poor Little Girl’, que nos regala uno de esos riffs melódicos e inolvidables de guitarra, si bien la excesiva repetición del estribillo en la parte final le hace perder la brillantez demostrada desde el inicio; la otra novedad es ‘Cockamamie Business’, un dinámico rock de crítica letra sobre la sociedad moderna que en este caso repite demasiado su riff de guitarra hasta volverlo cansino. Como curiosidad, indicar que la batería de ambas está ejecutada por Ian Paice, de Deep Purple (cosas más curiosas se han visto). No serán éstas las únicas novedades, pues hay una tercera que se corresponde con ‘Cheer Down’, compuesta junto a Tom Petty para la banda sonora de Arma Letal 2, que no es gran cosa pero puede escucharse con agrado.

LET IT ROLL: SONGS BY GEORGE HARRISON

Año de publicación: 2009

Esta recopilación sí que abarca toda la carrera en solitario de George, por lo que se antoja escasa. Puede servir de introducción para los primerizos, aunque omite completamente muchos discos y también parece una blasfemia no haber incluido ‘Cloud Nine’ del álbum homónimo. Pero es lo que tienen los recopilatorios, donde normalmente no se entiende el criterio seguido para la selección. Sólo hay una novedad, que es la floja ‘I Don't Want To Do It’, que aun compuesta por Bob Dylan desentona con el resto del recopilatorio. Cuando descubrimos que esta canción fue grabada para la banda sonora de Porky’s contraataca, entonces nos podemos hacer una idea de su calidad.

VÍDEOS

THE CONCERT FOR BANGLADESH

Año de publicación: 1972

Unos meses después de la publicación en LP del concierto saldría a la luz la filmación en película, en la cual realmente se hacía una mezcla de las dos actuaciones que hubo ese mismo día de agosto de 1971. Ya se han comentado bastantes cosas durante el análisis del álbum adjunto, así que tampoco cabe aquí señalar mucho más. Como curiosidad, al principio de la película vemos una entrevista a Harrison acompañado de Ravi Shankar, en la que preguntan al primero el motivo de centrarse en ayudar a Bangladesh cuando hay tantos problemas en el mundo, siendo la respuesta un tanto ingenua: “porque me lo dijo un amigo”. Bueno, en la canción ‘Bangla Desh’ nos dice exactamente lo mismo: “My friend came to me /With sadness in his eyes / Told me that he wanted help / Before his country dies”. En cualquier caso, estamos ante un gran concierto que no debe perderse nadie interesado en la honesta carrera de Harrison.

CONCERT FOR GEORGE

Año de publicación: 2003

El 29 de noviembre de 2002, justo cuando se cumplía un año del fallecimiento de George Harrison, tuvo lugar este concierto-homenaje en que sus mejores amigos se congregaron bajo la dirección de Dhani, el hijo de George, para interpretar su música en el Royal Albert Hall de Londres. La cantidad de músicos es tal que sería la delicia de Phil Spector y su muro de sonido. En general, las interpretaciones están muy bien aunque a veces presenten un sonido demasiado estándar, y puede destacarse ‘The Inner Light’ (por Jeff Lyne y la hija de Ravi Shankar tocando el sitar), ‘Horse To The Water’ (cantada por Sam Brown), ‘Old Brown Shoe’ (por Gary Brooker) y ‘Beware Of Darkness’ y, cómo no, ‘While My Guitar Gently Weeps’, ambas con Clapton de estrella, quien en general realiza unas interpretaciones de guitarra excepcionales cuando toma el protagonismo. También destacable el homenaje de sus amigos de Monty Python, maestros del humor absurdo.

 

Hay un segundo DVD en el que nos repiten más o menos el concierto pero con extractos de entrevistas a los participantes y también de los ensayos previos, donde cambian los roles respecto a la actuación final. En esas entrevistas Tom Petty nos cuenta la historia de ‘Handle With Care’, la canción estrella del debut de los Travelling Wilburys (aquel conjunto de celebridades que unió a Harrison, Dylan, Jeff Lynne, Tom Petty y Roy Orbison), donde el título fue tomado de casualidad mientras estaban todos reunidos en el garaje de Dylan y Harrison se fijó en la etiqueta de una caja que había por allí. Detalle que demuestra la intención lúdica de unos amigos que se juntaron para grabar y pasarlo bien. Esa anécdota es contada también en la película documental Living In The Material World, aunque en ninguno de los casos se dice que la famosa melodía de guitarra fue imitada de ‘Desiree’, de Curved Air. En cualquier caso, este segundo DVD refleja la admiración, amistad y bondad de unas personas hacia quien consideraban un amigo muy especial, y en particular al gran legado musical que dejó.

LIVING IN THE MATERIAL WORLD

Año de publicación: 2011

El gran Martin Scorsese dirigió esta película documental de más de tres horas sobre George Harrison, a partir de material audiovisual y nuevas entrevistas. Así, se hace un repaso sobre todo el recorrido vital desde su nacimiento hasta su muerte, con una mitad aproximada dedicada a su etapa en The Beatles, la cual es obviamente de suma importancia pero que tampoco nos aportará mucho más relevante a lo ya conocido. De hecho, durante la primera hora de documental hay momentos en que no queda claro si se trata de la biografía de Harrison o la de John Lennon, lo cual sirve para recalcar lo importante que fue este último en la vida de George. Hay muchas más luces que sombras, pero porque las sombras no son realmente relevantes y lo positivo superó con creces a lo negativo. Aun así, hay comentarios sobre las dos caras que tenía, algo también obvio porque no todo iba a ser Hare Krishna, además de referencias claras a los problemas de drogas que tuvo, escenificadas en una lamentable interpretación en directo de ‘What Is Life’. Pero mejor quedémonos con otros aspectos más agradables como su amistad y relación productiva con los Monty Python, o su particular humor que llevó consigo hasta el final.

 

Puede destacarse, entre los extras de la edición en DVD, aquel en que George Martin descubre en la mesa de grabación junto al hijo de Harrison que hubo una parte de guitarra eléctrica de acompañamiento que quedó descartada en ‘Here Comes The Sun’ y que tampoco hubiera quedado mal de haberla mantenido. Además, descubrimos que algunos de sus acordes rítmicos están basados en la música india, ya que incluso en la película Ringo confiesa que no podía contarlos sino que simplemente debía esperar a escuchar las notas adecuadas de la guitarra para entrar con la batería. En los extras vemos también entrevistas desechadas, una de ellas al campeón de Fórmula 1 Damon Hill, donde podemos comprobar cómo Harrison estuvo presente en aquel campeonato que ganó de manera infame y cobarde Schumacher, quien tras salirse de la pista y no poder continuar en la última carrera donde se decidía el título de campeón, entró de nuevo para chocar con Hill y que éste no pudiera ganar la carrera y el campeonato. De incidentes antideportivos está plagada la carrera de Schumacher, motivo por el cual me dejó estupefacto que le otorgaran el premio Príncipe de Asturias años después, puesto que por muchos trofeos que ganara no demostró ejemplaridad en su actitud, que es lo que precisamente debería reconocer el premio Príncipe de Asturias.

 

En cualquier caso, aun siendo un documental donde la música es la protagonista, es al mismo tiempo un canto a la vida, a cómo afrontarla con actitud positiva para disfrutar al máximo el tránsito por ella. Eso es justo lo que nos transmitió George Harrison con su música: sentir todo lo que nos puede transmitir cada experiencia, asumir la existencia de problemas para intentar arreglarlos o evitarlos, denunciar las injusticias con valentía, aprender de cada momento (sea positivo o negativo) y transmitir amor a la gente que nos rodea y que a su vez nos lo proporciona. Así pues, esta película es un merecido homenaje a su figura musical y personal.

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