CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
DAVID BOWIE
DAVID BOWIE
Año de publicación: 1967
Puntuación:
1) Uncle Arthur; 2) Sell Me A Coat; 3) Rubber Band; 4) Love You Till Tuesday;
5) There Is A Happy Land; 6) We Are Hungry Men; 7) When I Live My Dream;
8) Little Bombardier; 9) Silly Boy Blue; 10) Come And Buy My Toys; 11) Join The Gang; 12) She's Got Medals; 13) Maid Of Bond Street; 14) Please Mr. Gravedigger.
Mucha gente puede pensar que el debut de David Bowie fue mediante Space Oddity porque la canción de mismo título fue su primer éxito. Pero no, antes de conocer el éxito fue un músico errante y errático que se limitaba a copiar la música de su época, pasando de banda en banda y cambiando su nombre artístico, confiado en su carisma para llamar la atención del público. Para cuando llegó este disco homónimo de debut con el nombre artístico que todos conocemos, David Bowie ya tenía una experiencia acumulada, pero todavía no encontramos apenas nada que aporte algún indicio de lo que será su amplia y variada trayectoria musical. Aquí encontramos una especie de mezcla de pop orquestal y costumbrismo británico tipo The Kinks, además de pinceladas variadas de todo lo que intenta emular sin aportar apenas nada de un estilo propio y personal.
Como mejor ejemplo, la inicial ‘Uncle Arthur’ –de lo poco salvable del disco– podría pasar por una versión de The Kinks, con su estilo tipo britpop y su letra costumbrista, algo que podríamos decir igualmente de ‘Maid Of Bond Street’. Y en ‘Sell Me A Coat’, una floja balada de armonías, se podría decir que intenta emular el estilo de los Hollies. En cambio, en ‘She's Got Medals’ se deja de recrear estilos y copia directamente el ritmo de ‘My Flash On You’ de Love (algo que bien pudiera ser fortuito, debido a la escasa relevancia de Love en la época), lo cual le resta bastantes puntos porque esas líneas rítmicas de bajo son lo mejor del tema.
También encontramos momentos en los cuales se fija menos en los grupos pop-rock y más en los artistas de canción ligera. En ‘Rubber Band’ parece que esté imitando a un cantante melódico de festival de Eurovisión, con ese vulgar sonido que a veces recuerda a un cabaret de segunda. Al menos como canción de primeros puestos de Eurovisión suena ‘Love You Till Tuesday’, a la cual el mediocre acompañamiento orquestal lastra cualquier oportunidad de convertirla en un tema destacado, no digamos su solo de violín final. El mismo sentimiento eurovisivo se puede extraer tras escuchar ‘When I Live My Dream’. Muchísimo mejor resultado obtiene apartándose de terrenos tan poco creativos y convencionales, algo que consigue en ‘Come And Buy Me Toys’, su incursión en el terreno del sonido de cantautor, pues aunque se trata de la voz acompañada únicamente de una guitarra acústica, en este caso viene compensado con unas buenas melodías y apergios, para demostrar que el sonido orquestal tampoco debía ser un requisito obligatorio en la producción.
Por otro lado, ‘There Is A Happy Land’ sería una canción bastante convencional si no tuviera una buena parte vocal y los diferentes elementos orquestales que van entrando de forma aleatoria y que, esta vez sí, le aportan un toque sutil y diferente, como las notas que parecen de xilófono o los sonidos de los instrumentos de viento. Y con ‘We Are Hungry Man’ parece que Bowie quería dar un toque humorístico con su desconcertante inicio, aunque lo que sigue a continuación no pasa de ser un convencional tema pop. Ese toque de humor parece adornar también la entretenida ‘Join The Gang’, donde nos va describiendo a los peculiares miembros de esa banda.
Cuando llega el ridículo vals de ‘Little Bombardier’, más que sorprendernos lo que provoca es rechazo ante un sonido que asociamos en primer término con lo más casposo de las actuaciones de música ligera en la televisión de la época. Y por si se hubieran comentado ya bastantes momentos flojos, cabe añadir que los escasos experimentos que encontramos en este álbum se limitan a la plomiza psicodelia de ‘Silly Boy Blue’ (seis minutos nada menos) y a la tontería supina de ‘Please Mr. Gravedigger’, donde interpreta eso mismo, el papel de un sepulturero que está cantando mientras cava con el único acompañamiento sonoros de la lluvia, el sonido de la pala y algunos estornudos. Ciertamente no le veo el interés ni la gracia por ningún lado.
Una de las cosas que se saca en conclusión después de escuchar este disco es que David Bowie debía seguir otro camino si quería dejar su impronta en el mundo musical, algo que por suerte corrigió. A quien le guste Frank Sinatra o Julio Iglesias, probablemente pueda parecerle agradable este disco, pero no es ése mi caso.
1) Space Oddity; 2) Unwashed And Somewhat Slightly Dazed; 3) Don't Sit Down;
4) Letter To Hermione; 5) Cygnet Committee; 6) Janine; 7) An Occasional Dream;
8) Wild Eyed Boy From Freecloud; 9) God Knows I'm Good;
10) Memory Of A Free Festival;
[BONUS TRACKS]: 11) Conversation Piece; 12) Memory Of A Free Festival (part 1);
13) Memory Of A Free Festival (part 2).
SPACE ODDITY
Año de publicación: 1969
Puntuación:
En el Reino Unido, este álbum inicialmente tenía por título Man Of Words/Man Of Music. El disco está marcado por su gran inicio y su gran final, aunque por medio lo que queda es más convencional. Pero no deja de ser una demostración –esta vez por fin– del talento atesorado por David Bowie, que según la época se dejará traslucir en mayor o menor grado. Además, aquí participa nada más y nada menos que el gran teclista Rick Wakeman, en una de sus primeras participaciones como músico de estudio.
Cómo no empezar hablando de ‘Space Oddity’, la primera gran creación de Bowie, con un inicio que mantiene en vilo mientras escuchamos cómo van entrando los instrumentos y la voz de David a la par que vamos oyendo la cuenta atrás. Entonces llegará su memorable y ultra-elaborado estribillo, así como su mágico pasaje instrumental, esquema del que ya no saldrá hasta su extraño final sonoro. Este tema es tan bueno que el mismo Bowie toma los mismos acordes de guitarra que escuchamos a los 2:35 y los vuelve a utilizar en la canción acústica ‘God Knows I'm Good’ pero esta vez como elemento principal. Por si a alguien le pareciera poco, esos mismos acordes más o menos vuelven a escucharse en ‘Unwashed And Somewhat Slightly Dazed’, que es un intento fallido de realizar un tema rockero con sabor épico, ya que al final se repite demasiado y el sonido de armónica es demasiado vulgar. Todavía más larga y más pretenciosamente épica es ‘Cygnet Committee’, que da la sensación de que va dando bandazos sin saber realmente qué camino seguir y sin aportar apenas ninguna melodía en sus casi diez minutos de duración. Por otro lado, ‘Don't Sit Down’ parece que es la pequeña broma que nos tenía reservada para este disco, de ahí su corta duración.
Hay una buena cantidad de temas acústicos que por otra parte tampoco aportan nada especial. Por ejemplo, ‘Letter To Hermione’ es una balada acústica sin nada que pueda destacarse. ‘Wild Eyed Boy From Freecloud’ es bastante floja por no resultar muy acertado el uso de la orquesta, y no acaba de arrancar hasta la entrada de la sección rítmica con el tema ya avanzado. Por otro lado, ‘Janine’ es una acertada mezcla de guitarra acústica (marcando el ritmo) y guitarra eléctrica. Y justo a continuación, de ‘An Occasional Dream’ sólo se puede decir que es algo más discreta aunque agradable de escuchar.
El último tema del disco original es otro de los mejores aquí contenidos. ‘Memory Of A Free Festival’ consta de dos partes bien diferenciadas, la primera recuerda a una cantata del barroco con el canto de David acompañado únicamente del mellotron, con un sonido entre el órgano y el acordeón. La segunda parte es una coda del tipo ‘Hey Jude’ de The Beatles, que va subiendo gradualmente en intensidad y que podría durar indefinidamente sin perder su atractivo. Si te gusta este tema, serás bien recompensad@ porque en los bonus tracks aparece una regrabación que se hizo destinada a ser publicada en single y por ello dividida en consecuencia para ocupar cada una de las caras. Así que por un lado, ‘Memory Of A Free Festival (Part 1)’ mejora principalmente por la adición de batería y guitarra, precisamente la primera grabación en la que participó quien sería el legendario guitarrista de Bowie, Mick Ronson. Consecuentemente, ‘Part 2’ sale mejorada de igual manera por las fieras líneas de guitarra.
Y para finalizar, destacar también en los bonus tracks un tema inédito (cara B de single) llamado ‘Conversation Piece’, que tiene un estilo devoto del country-rock y un gran sonido de guitarra.
En resumen, éste podría denominarse perfectamente como el disco de debut de Bowie porque aquí ya aparecen temas sorprendentes de los que vemos que ya era capaz de ofrecer, aunque el global del álbum contenga demasiados momentos vulgares o flojos para poder convertirlo en una obra importante. Eso sí, nadie puede perderse escuchar el maravilloso tema que le da título, ‘Space Oddity’.
THE MAN WHO SOLD THE WORLD
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Width Of A Circle; 2) All The Madmen; 3) Black Country Rock; 4) After All;
5) Running Gun Blues; 6) Savior Machine; 7) She Shook Me Cold;
8) The Man Who Sold The World; 9) The Supermen.
El título del disco es todo un reclamo para cualquiera que haya escuchado alguna vez la canción homónima, pero esas erróneas expectativas que podemos recrear en nuestra mente se diluyen dentro de la mediocridad que sobrevuela este tercer álbum de David Bowie. Da la impresión de que la urgencia que debía de tener por situarse entre los mejores le hizo abandonar su instinto natural y mimetizarse con el estilo hard-rock que estaba tan en boga por aquellos años pero que no es precisamente uno de los puntos fuertes de David, tal como podemos comprobar aquí.
Al menos podemos disfrutar plenamente de una de las canciones estrella, de tantas, que jalonan la trayectoria de este artista. Aunque muchos como yo no descubrimos ‘The Man Who Sold The World’ hasta que Nirvana la tocó en su Unplugged in New York, lo cierto es que desde su hechizadora melodía principal de guitarra que suena desde el inicio, pasando por su nada convencional ritmo, su extraña letra apocalíptica y su extraordinaria coda final, el tema engancha de principio a fin.
En cualquier caso, para empezar el álbum tenemos un tema con diferentes secciones, ‘Width Of A Circle’. La primera de ellas es quizá el intento de Bowie de imitar el estilo de Led Zeppelin, y el guitarrista Ronson intenta dar lo mejor de sí, pero la carencia de melodías que presenta esta sección resulta un lastre muy pesado para su inicio. De hecho, los largos solos de guitarra que iremos encontrando no resultan nada inspirados. Hacia los 4:30 llegamos a una sección más calmada (que se repetirá al final), quizá la mejor de todas, hasta que un minuto después llega una parte más rítmica y enérgica, que al menos deja una sensación aceptable. La citada imitación del estilo de Led Zeppelin se podría comentar también de la incisiva ‘Black Country Rock’, que tampoco es para lanzar cohetes pero donde Ronson se gana el pan de verdad.
El inicio de ‘All The Madmen’ hace pensar en que nos encontramos ante el inevitable tema acústico de Bowie, pero pronto aparecerán curiosos aunque pueriles sonidos que darán paso a la entrada del sonido eléctrico, en este caso con otra ausencia destacada de melodía, puesto que lo único que salva el desolador panorama es alguna que otra línea de guitarra de Ronson. Es curioso, por otro lado, que se haga uso del ritmo del Bolero de Ravel, algo muy en boga poco tiempo antes, aquí a partir de los tres minutos. De igual manera, ‘Running Gun Blues’ presenta esa transición del inicio acústico a, en este caso, una buena parte eléctrica donde destaca una gran melodía de guitarra.
‘After All’ es un tema de estructura e intermedio instrumental un tanto extraños, lo único interesante que puede destacarse. Aunque lo mismo podría decirse de la final ‘The Supermen’ en cuanto a extrañeza, no así de su resultado final que en este caso es bastante flojo, pues por momentos parece que David no sabe cantar.
El inicio de ‘Saviour Machine’ recuerda a la parte intermedia de ‘Hope For Happiness’ de The Soft Machine, aunque ahí acaba todo el parecido. Y en todo caso estamos ante un buen tema rockero, algo que no puede decirse de la siguiente ‘She Shook Me Cold’, donde lo único que se escucha es ruido, ya que otra cosa no se puede decir de un sonido pesado tan vulgar. El solo de guitarra final es directamente insoportable.
Que dos años después de su anterior disco obtengamos uno nuevo con un resultado tan mediocre, en su momento podría haber dado lugar a coherentes suposiciones de que Bowie no había sido más que un artista vulgar que tuvo un golpe de suerte, pero por suerte temas como ‘Space Oddity’ y ‘The Man Who Sold The World’ fueron el preludio de muchas otras grandes canciones venideras, así como algunos discos imprescindibles y esenciales en el devenir musical de la década.
HUNKY DORY
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Changes; 2) Oh! You Pretty Things; 3) Eight Line Poem; 4) Life On Mars?; 5) Kooks; 6) Quicksand; 7) Fill Your Heart; 8) Andy Warhol; 9) Song For Bob Dylan;
10) Queen Bitch; 11) The Bewlay Brothers;
[BONUS TRACKS]: 12) Bombers; 13) The Supermen; 14) Quicksand (demo);
15) The Bewlay Brothers (alternate mix).
Tras escuchar los discos anteriores y ver en primer término la portada de este Hunky Dory, donde vuelve a resaltar la imagen andrógina que explotaba Bowie en esos años, es fácil pensar que nos volveremos a encontrar otro álbum flojo de un artista más pendiente de lo superficial que de lo realmente importante, la música. Pero para sorpresa de algunos, aquí elimina todo el adorno metálico-pesado que aplicó en el anterior disco con tan flojo resultado y vuelve a retomar un poco el estilo del Space Oddity, más acústico, con mucho mejor nivel compositivo y con otro puñado de grandes canciones de las más destacadas de su carrera.
Precisamente uno de los temas clásicos de este artista es sin duda ‘Changes’, la cual tiene una de esas estructuras extrañas propias del mejor Bowie, con un comienzo liderado por el piano de Wakeman y unas notas alargadas de saxofón que poco tienen que ver con su desarrollo posterior más pausado, hasta que llega su complejo pero memorable estribillo (“Turn and face the strange”), rico en matices y variaciones. Al final podemos escuchar a David dejándose llevar con su saxofón.
Una de las estrellas del disco, aparte de Bowie y Ronson, es el gran Rick Wakeman en el teclado, tal como podemos comprobar en ‘Oh! You Pretty Things’, donde toca un ritmo de boogie algo pausado en las estrofas principales hasta que llega el enérgico estribillo. Y todavía más destacado es el teclado en ‘Life On Mars?’, adornando las maravillosas melodías vocales y su elaborado e inolvidable estribillo, para otra de las canciones estrella de la discografía de David Bowie. También destacables las precisas líneas de guitarra de Ronson tras cada final de estribillo.
‘Eight Line Poem’ presenta una larga introducción instrumental que nos mantiene expectantes por la aparente buena interactuación de los instrumentos que aparecen, aunque desafortunadamente cuando entra la parte vocal nos damos cuenta de que esta canción no acabará de arrancar nunca. Por otro lado, ‘Kooks’ está influenciado por el music-hall pero no deja de recordar a lo escuchado en su disco de debut, aunque en este caso con un sonido más agradable, algo que no podemos decir de ‘Fill Your Heart’, no compuesta por él y que suena a canción infantil, donde sólo se puede salvar, cómo no, el teclado de Wakeman.
En ‘Quicksand’ volvemos a tener uno de esos temas de transición, pues tiene un inicio acústico convencional que va cogiendo más fuerza hasta que casi a los dos minutos hay un breve arranque eléctrico rápidamente finiquitado pero perfectamente ejecutado. La canción final ‘The Bewlay Brothers’ también sigue esos parámetros pero de otra manera, con un desarrollo mucho mejor y con una elevación de la intensidad más gradual y medida, pues la guitarra eléctrica apenas se deja traslucir salvo en los momentos de más intensidad. Tiene una estructura más compleja pero tampoco consigue llegar al gran nivel de otros de los temas ya comentados.
Aparte de que pueda haber homenajes ocultos en otros temas (espero que no sea el caso de Himmler en ‘Quicksand’), tenemos referencias directas en las obvias ‘Andy Warhol’ y ‘Song For Bob Dylan’. En la primera, la letra-homenaje viene acompañada de un inquietante ritmo acústico muy dinámico y pegadizo, aunque al final no se desarrolle mucho más. En cambio, ‘Song For Bob Dylan’ no es acústica, tal como podríamos presuponer, y es una buena balada rock cantada en una entonación muy propia del de Minnesota y con un buen solo de guitarra. De la siguiente canción, ‘Queen Bitch’, sí que sería interesante poder saber si está referida a alguien en concreto, pero en cualquier caso es toda una explosión de energía con uno de los más reconocibles riffs de guitarra de la discografía del Duque Blanco. El estribillo suena bastante desconcertante por sonar algo tosco comparado con la fluidez de la canción en sí, pero cada vez que retorna su magnífico ritmo de guitarra, esto se olvida, y tras varias escuchas hasta se asume. Además, si se tiene la suerte de haber visto Life Aquatic (2004) de Wes Anderson, ‘Queen Bitch’ encaja a la perfección en la alegre secuencia final de una película que por otra parte sirve de homenaje musical a David Bowie.
Los bonus tracks no aportan mucho a lo contenido en el disco original. ‘Bombers’ es el mejor, sobre todo por su gran estribillo: "All clear wail the sirens / Sunshine on the wasteland". ‘The Supermen’ fue grabada durante las sesiones correspondientes a la grabación del Ziggy Stardust e hizo bien Bowie en dejarlo archivado, puesto que habría desentonado en un álbum tan brillante, aunque quizá la sensación que deja es de estar inacabado. Por último, la demo de ‘Quicksand’ no aporta nada interesante, pues sólo se escuchan los mismos acordes acústicos todo el tiempo, y para la mezcla alternativa de ‘The Bewlay Brothers’ habría que dedicarle bastante tiempo para encontrar sus diferencias.
Así que por fin podemos decir que hemos encontrado al gran artista que David Bowie llevaba dentro, pues a partir de ahora explotará su faceta camaleónica en cuanto a cambios de imagen y de estilos musicales, pero siempre (o casi siempre) proporcionando grandes temas que al cabo de los años jalonarán una trayectoria inimitable.
1) Five Years; 2) Soul Love; 3) Moonage Daydream; 4) Starman; 5) It Ain't Easy;
6) Lady Stardust; 7) Star; 8) Hang On To Yourself; 9) Ziggy Stardust;
10) Suffragette City; 11) Rock'n'Roll Suicide;
[BONUS TRACKS]: 12) John, I'm Only Dancing; 13) Velvet Goldmine; 14) Sweet Head; 15) Ziggy Stardust; 16) Lady Stardust; 17) Starman (Instrumental);
18) Hang On To Yourself (Demo).
Puntuación:
Año de publicación: 1972
THE RISE AND FALL OF ZIGGY STARDUST AND THE SPIDERS FROM MARS
Obra maestra –la mejor– de David Bowie, quien se transmuta en un nuevo personaje (demostrando ese lado camaleónico que tiene) llamado Ziggy Stardust, que se convertirá en uno de los símbolos del glam-rock tanto por su imagen como por su música. Las connotaciones extrasensoriales y extraterrestres del personaje la verdad que poco me interesan, además de que Bowie nunca ha sido un artista que transmita mucho más que la fuerza de su propuesta musical, por lo que todas esas caracterizaciones suyas me han dejado siempre indiferente.
El inicio del disco es quizá lo más flojo, y es por ello que podemos llevarnos una impresión errónea si le damos pronto a la tecla de stop antes de seguir descubriéndolo. Y es que nada más empezar ‘Five Years’, lo último que puede provocar es asombro con su solitaria percusión y sus notas sueltas de piano, algo que no cambia mucho a lo largo de la canción, además de que su estribillo no es muy inspirado. De forma análoga, el comienzo de ‘Soul Love’ tampoco provoca demasiado buenas expectativas, por su lento comienzo y por la aparición del saxofón que hace temer una posible enajenación mental de Bowie con su querido instrumento, pero por suerte el desarrollo de este tema es totalmente diferente, con el resto de instrumentos subiendo el tono general en su movido estribillo.
A la tercera va la vencida y los guitarrazos que presentan ‘Moonage Daydream’ ya animan a cualquiera y aumentan el interés, aunque el desarrollo no será tan fiero. Pero en este caso ya podemos disfrutar de grandes melodías y un elaborado estribillo, además de tener una curiosa parte instrumental dominada por un sonido de teclado. Hablando de teclados, cabe destacar que Rick Wakeman vuelve a aparecer brevemente en este álbum, en este caso tocando el clavecín en ‘It Ain't Easy’, donde brilla en las estrofas principales hasta que entra la arrolladora guitarra de Ronson en el estribillo. Este juego de contrastes, muy habitual en Bowie, vuelve a tener lugar en ‘Ziggy Stardust’, donde además se nos habla directamente de este personaje de ficción y su banda con un atrevido lenguaje.
El sonido acústico más obviado en este disco lo volvemos a encontrar de forma magistral en ‘Starman’, uno de sus temas más conocidos y no es para menos, por sus memorables melodías y su inolvidable estribillo al que sigue una parte instrumental un tanto chocante pero que aporta un contraste diferente.
También hay algo de sitio, aunque no mucho, para las baladas más tranquilas, pues únicamente nos encontramos el caso de ‘Lady Stardust’, que sirve de punto de relajación para lo que vendrá a continuación, una recta final de disco muy enérgica y animada, iniciada por ‘Star’, que presenta un comienzo algo atascado y poco atractivo (aunque con la atrevida línea “Tony went to fight in Belfast”) que pronto mejorará con sus intrépidos finales de estrofa, además de sus diferentes y entretenidos cambios de ritmo. Luego llega la soberbia descarga total de adrenalina de ‘Hang On To Yourself’, principalmente debida al riff asesino de Ronson que lidera este tema, que es como un preludio de lo que serán los Ramones, es decir, una actualización incisiva del rock'n'roll más clásico de gente como Chuck Berry, algo que queda todavía más evidente en ‘Suffragette City’, con un tratamiento en la producción que recuerda al estilo de Phil Spector y con, esta vez sí, unas incisivas y acertadas líneas de saxofón que inician la canción.
El final del LP original es apoteósico, pues ‘Rock'n'Roll Suicide’ está conformado como un poderoso crescendo donde cada “you're not alone” que grita Bowie representa una subida de tono más hasta la cascada sonora final que sirve para cerrar de forma redonda este magistral disco.
Por último, en los bonus tracks encontramos un poco de todo. Por un lado, irrelevantes demos de algunos de los temas aquí contenidos. Por otro, los conocidos singles ‘John, I'm Only Dancing’ (que tiene un gran trabajo de guitarra y unas hipnóticas líneas de bajo) y ‘Velvet Goldmine’, poseedor de un gran ritmo en las estrofas principales y un pegadizo estribillo de music-hall. Además, encontramos el tema inédito ‘Sweet Head’, que a mí al menos me deja indiferente, como algunos de los temas potentes que podíamos escuchar en The Man Who Sold The World.
En definitiva, ésta es la obra maestra de David Bowie por su gran cantidad de melodías inspiradas, su ejemplar estilo que aquí se podría catalogar como Glam-rock y su concepción como obra global, lo cual le aporta una personalidad propia, aunque Pete Townshend en su autobiografía Who I Am señalara que Bowie se inspiró en Tommy para crear su estrambótico personaje. Pero lo más curioso es precisamente eso, que habiendo dado tanta importancia a la imagen y la parte visual de su proyecto, fuera en este caso lo musical lo que haya trascendido con justicia a la posteridad.
ALADDIN SANE
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Watch That Man; 2) Aladdin Sane; 3) Drive-In Saturday; 4) Panic In Detroit;
5) Cracked Actor; 6) Time; 7) The Prettiest Star; 8) Let's Spend The Night Together;
9) The Jean Genie; 10) Lady Grinning Soul.
Lo más evidente que transmite la conocida portada con la imagen icónica de Bowie y su maquillaje, es que este disco mantiene la estética Glam tanto en la imagen como en el sonido, aunque sin embargo lo mejor que podemos encontrar aquí es lo que precisamente se aleja de ese estilo para adentrarse en esos otros estilos indefinidos que muy pocos podían ofrecer y por los que él ha pasado a la historia de la música.
Cabe señalar que en este disco Bowie parece mirar hacia atrás, hacia la música de los años cincuenta e incluso los sesenta. Así, ‘Watch That Man’ podría entenderse como una actualización del sonido rock'n'roll, reminiscente del muro de sonido de Phil Spector. Más claramente ambientado en los cincuenta es ‘Drive-In Saturday’, con esos coros propios de un doo wop pero compensados por algunos efectos de sonido que nos recuerdan dónde nos encontramos. El aprecio por ese tipo de coros juveniles (por mi parte más bien odiados, quizá fuera la exposición que tuvimos nuestra generación a grupos como Tennessee) vuelve a mostrarse en la más convencional ‘The Prettiest Star’, que como homenaje no queda mal, pero poco más se puede decir, aparte de la siempre efectiva guitarra de Ronson. Y dentro de estas evocaciones, David se atreve a grabar ‘Let's Spend The Night Together’, la olvidable versión de la canción de los Rolling Stones sin nada interesante que aportar aparte de destrozar su estribillo algo más y de meter algunos efectos de sonido pasados de moda, aunque al menos las estrofas principales tienen más ritmo.
Por otro lado, Bowie vuelve a mostrar su genialidad ofreciéndonos canciones de esas que parecen sacadas de otra dimensión, como es el caso de ‘Aladdin Sane’, la cual tiene un inicio interesante con esas notas disonantes pero rítmicas de piano, instrumento que ofrece un extraño contraste pues parece que vaya por libre respecto del resto de instrumentos, idea que quizá tomara prestada del Trout Mask Replica de Captain Beefheart. Magistral se puede denominar al cambio de ritmo de su estribillo, que eleva todavía más el nivel de este tema. Y más adelante llegará una extravagante sección instrumental donde los únicos instrumentos que siguen una línea coherente son los que marcan el ritmo, el resto se deja llevar por improvisaciones que acentúan ese carácter exótico que envuelve el tema. Este mismo carácter experimental vuelve a aflorar en la final ‘Lady Grinning Soul’, donde nuevamente brilla el piano y las líneas de guitarra son también geniales aunque sean más escasas, pero la parte final instrumental donde ambas interaccionan es de lo mejor de este álbum.
La fiereza de guitarra de Ronson tampoco podía faltar, y la encontramos por primera vez en el potente riff que lidera ‘Panic In Detroit’, el mejor tema de los más rockeros que aquí se encuentran. A continuación, ‘Cracked Actor’ se adentra por caminos más convencionales aunque al menos tiene un gran trabajo en la guitarra que mantiene el interés. Mejor resultado conseguirá en ‘The Jean Genie’, pero con otro fantástico riff de guitarra que en realidad es una copia descarada del de ‘I'm A Man’ de Bo Diddley en la versión rápida de los Yardbirds, aunque al menos no pierde nada de su fuerza a lo largo del tema.
Un músico tan interesado por la interpretación no podía evitar evocar a la gran pareja Bertolt Brecht/Kurt Weill en el inicio de ‘Time’, que presenta un desarrollo que no está a la altura de su prometedor inicio, pues es precisamente el sonido alemán que consigue con sus líneas de piano lo que crea una ambientación propicia lastrada por una parte vocal que no acaba de saber hacia donde tirar.
En definitiva, lo único que no permite a este Aladdin Sane conseguir una mejor valoración es principalmente ese enfoque revival de su sonido, que no le deja mayor espacio para avanzar en ese camino más experimental y sorprendente que también ofrece y que a su vez permite definir este disco como uno de los recomendables en su larga carrera. Precisamente el citado enfoque llevará a un siguiente disco compuesto por versiones de otros artistas, jugada comercial y artística a partes iguales.
PIN UPS
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Rosalyn; 2) Here Comes The Night; 3) I Wish You Would; 4) See Emily Play;
5) Everything's Alright; 6) I Can't Explain; 7) Friday On My Mind; 8) Sorrow;
9) Don't Bring Me Down; 10) Shapes Of Things; 11) Anyway, Anyhow, Anywhere;
12) Where Have All The Good Times Gone?;
[BONUS TRACKS]: 13) Growin' Up; 14) Port Of Amsterdam.
El siguiente paso en su trayectoria fue grabar un disco compuesto únicamente por versiones de otros artistas. Aunque la creatividad e inventiva de Bowie puede darnos esperanzas de encontrar adaptaciones que valgan la pena, lo cierto es que tampoco acaba de sorprender demasiado ni de darle la vuelta de manera reseñable a las canciones que encontramos aquí.
De lo mejor del disco se puede destacar ‘Rosalyn’ de los Pretty Things, que está interpretada con gusto, conservando la guitarra distorsionada característica de la primera época de aquel grupo. En ‘Don't Bring Me Down’ se sigue el mismo estilo potente y distorsionado, que al menos permite disfrutar de un entretenido ritmo de rock. De los Pink Floyd de Syd Barrett podemos escuchar una interesante versión del gran himno psicodélico ‘See Emily Play’, donde se acentúa su carácter experimental y lisérgico con su juego de voces y los efectos de sonido que van apareciendo, además de añadir una parte final instrumental atonal pero creativa que sin embargo acaba sonando más a los Beatles más locos del Magical Mistery Tour que a los Pink Floyd. Y quizá la mejor versión sea la de ‘Shapes Of Things’ de los Yardbirds, donde en la parte principal acentúa su ritmo marcial y su bajo, para luego transformar su estribillo en un desenfreno sonoro que vuelve a acercarse a la psicodelia, además de ofrecernos el mejor solo de guitarra de todo el álbum.
Entre lo peor del disco se puede destacar ‘Here Comes The Night’, donde la forma de cantar de David suena un tanto repulsiva, como si estuviera queriendo hacerse el guay, y el bonus track de ‘Port Of Amsterdam’, que es un totalmente fallido intento de Bowie de emular la canción francesa con este tema de Jacques Brel, por lo que podían haberlo dejado archivado sin publicar treinta años más. Seguro que vio a Scott Walker realizar sus interesantes interpretaciones del cancionero de Brel y quiso probar fortuna él también. Tampoco mejora demasiado la versión de ‘Everything's Alright’, pues aunque tiene una parte principal bastante pegadiza debido a su riff de guitarra, con su posterior estribillo que suena a vulgar honky-tonk se pierde toda la gracia.
Por otro lado, de The Who aparecen dos versiones. Una es ‘I Can't Explain’, que pierde bastante fuerza al ralentizar su ritmo respecto al original y la adición de un saxofón tampoco ayuda demasiado. La otra es ‘Anyway, Anyhow, Anywhere’, copiada de tal manera que hasta Bowie intenta cantar igual que lo hiciera Daltrey, algo que más o menos consigue, salvando las distancias, pero otro cantar es hacer olvidar la batería de Keith Moon, lo que nos obliga a tragarnos unos estruendosos golpeos que no tienen nada de la frescura y el ímpetu del original. Y ya que hemos hablado de ‘I Can't Explain’, que era una imitación del estilo de The Kinks por parte de Pete Townshend al escribirla, de los primeros tenemos su gran tema rock del Kontroversy ‘Where Have All The Good Times Gone’, que vuelve a ser una interpretación olvidable que nada nuevo aporta.
Del resto de canciones poco se puede decir, pues más o menos se mantiene en ese punto donde poco parece ofrecer ante la gallarda iniciativa de grabar un disco de versiones, pues al final sólo se puede entender como un homenaje a sus gustos musicales. Así que ‘I Wish You Would’, ‘Friday On My Mind’ o ‘Sorrow’ pasan sin más pena ni gloria. Al menos como curiosidad se incluye en los bonus tracks una versión del entonces debutante Bruce Springsteen, ‘Growin' Up’.
DIAMOND DOGS
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Future Legend; 2) Diamond Dogs; 3) Sweet Thing; 4) Candidate;
5) Sweet Thing (Reprise); 6) Rebel Rebel; 7) Rock'n'Roll With Me;
8) We Are The Dead; 9) 1984; 10) Big Brother;
11) Chant Of The Ever Circling Skeletal Family;
[BONUS TRACKS]: 12) Dodo; 13) Candidate.
En este disco quiso Bowie adornarse de un aire más intelectual y reivindicativo, intentando en un principio realizar una adaptación musical de 1984, la gran obra futurista de George Orwell sobre una sociedad oprimida y controlada por el “Gran Hermano” que todo lo ve y todo lo oye. Desafortunadamente, esa gran idea inicial quedó reducida a dos únicas canciones, salvo que en alguna de las otras me haya perdido la conexión literaria necesaria. Lo que no llego a entender es qué quiso conseguir con ese inicio hablado de ‘Future Legend’, pues queda como imitación pasada de moda de lo que ya realizara, por ejemplo, Frank Zappa años atrás. También hay que destacar que el gran guitarrista Mick Ronson, que había acompañado a Bowie en sus últimos discos, aquí ya separó su camino del futuro de aquél.
Los restos de lo que fuera la inicial adaptación orwelliana comienzan con la intrigante ‘1984’, que presenta unos sonidos de violín que uno asociaría con la banda sonora de Fiebre del Sábado Noche si no fuera porque en 1974 todavía estaba en sus inicios la música disco, con menos florituras de las que después vendrían. De todas maneras no deja de tener su fuerza, aumentada por la temática asociada a la novela. En cambio, ‘Big Brother’ es más reposada y con un estribillo que intenta ser memorable pero se queda un tanto a medio camino, aunque no hay que quitarle mérito a sus buenas melodías y su gran acompañamiento instrumental.
La canción que da título al álbum, ‘Diamond Dogs’, presenta de entrada una excesiva duración (seis minutos) para lo que ofrece en todo ese tiempo, pues no deja de ser un convencional rock de reminiscencias del sonido de rock'n'roll de principios de los sesenta, con un riff demasiado apagado para brillar. Realmente suena como si hubiera sido una canción descartada del Ziggy Stardust. Precisamente en la obvia ‘Rock'n'Roll With Me’ seguirá el mismo tono aceptable pero nada memorable en ese estilo nostálgico.
Por otro lado, en ‘Sweet Thing’ aparecen trazas de lo que sería otro de los grandes cambios estilísticos de la carrera de Bowie, en este caso ese sonido entre crooner y cantante de soul-cabaret que completaría el siguiente Young Americans, donde el saxofón toma bastante relevancia. En este caso con buen gusto y un emotivo estribillo algo inquietante también debido a su letra. La canción está separada en dos partes porque entre medio se cuela ‘Candidate’, que no es sino una sección diferente de ‘Sweet Thing’ con un gran trabajo al saxofón (tocado por el mismo Bowie) y que antecede el magnífico retorno como coda final, que no se detiene en la mera repetición, sino que tras un interludio de piano se transforma en una fiera pieza rockera que se irá acelerando paulatinamente hasta el final.
Una de las canciones más conocidas de este disco es ‘Rebel Rebel’, reconocible por su memorable riff de guitarra al más puro estilo del ‘Satisfaction’ de los Rolling Stones y su letra donde habla de esa imagen andrógina que él mismo contribuyó a potenciar y popularizar. En cambio, cuando empieza a sonar ‘We Are The Dead’ observamos que se vuelve a recuperar al Bowie más inclasificable, con una extraña balada comandada por lo que parece un piano eléctrico que gradualmente va subiendo el tono gracias a las agudas líneas de guitarra, la cual se mantiene aquí en un segundo plano pero consigue elevar el resultado final.
Para el final del disco original, nos encontramos uno de esos experimentos fallidos y ya totalmente desfasados que es ‘Chant Of The Ever Circling Skeletal Family’ y su continuada repetición de un riff de guitarra y un canto de lo más mediocre que podríamos escuchar. Y en los bonus tracks nos podemos encontrar un agradable tema que quedó descartado en su momento, llamado ‘Dodo’ y que tampoco aporta nada especial salvo esas notas de órgano que suenan tras cada final de estrofa. También hay una interesante versión demo de ‘Candidate’ en un estilo más pop pero igual de interesante donde destaca el efectivo empleo de la guitarra y el piano.
Así pues, llegamos al final de la primera gran encarnación artística exitosa de Bowie, la de estrella del glam-rock, que evolucionará a continuación hacia terrenos pantanosos de los cuales saldrá pronto, afortunadamente.
DAVID LIVE
Año de publicación: 1974
Puntuación:
CD I: 1) 1984; 2) Rebel Rebel; 3) Moonage Daydream; 4) Sweet Thing; 5) Changes;
6) Suffragette City; 7) Aladdin Sane; 8) All The Young Dudes; 9) Cracked Actor;
10) Rock'n'Roll With Me; 11) Watch That Man.
CD II: 1) Knock On Wood; 2) Diamond Dogs; 3) Big Brother; 4) Width Of A Circle;
5) Jean Genie; 6) Rock'n'Roll Suicide; 7) Band Intro; 8) Here, Today, Gone Tomorrow; 9) Time.
Únicamente hay que echarle un vistazo a la portada de este disco doble en directo para darse cuenta, por la imagen de Bowie, de que algo falla o que algo no cuadra. Con ese traje ancho tan ridículo (bueno, no es que antes su imagen no pudiera parecer ridícula) que nada tiene que ver con el glam, lo único que podemos temer con razón es que nos ofrezca unas versiones descafeinadas de su obra, aptas para ser cantadas por Frank Sinatra, James Dean... o Julio Iglesias, ¿por qué no?. El disco contiene una selección de canciones correspondiente a varias actuaciones que tuvieron lugar durante una serie de días en un mismo escenario de Estados Unidos. El impacto que provocaría en la audiencia la observación del cambio estilístico tanto en la imagen como en la música sería digno de estudiar. Seguramente no llegaría al nivel de los abucheos a Dylan cuando electrificó su sonido en el festival folk de Newport, pero algo de desconcierto entiendo que debió provocar.
El cambio estilístico no lo descubrimos en el inicio, con una buena interpretación de ‘1984’, pero sí en la siguiente ‘Rebel Rebel’, que tras su conocido riff pronto se convierte en una especie de rock latino con unos desconcertantes “ya, ya, ya, ya”. En este caso al menos no deja de darle una imagen diferente a la canción, además de que tampoco suena mal. También del disco Diamond Dogs podría destacarse ‘Big Brother’ y su gran solo de teclado a partir del minuto y medio, que junto a una convincente parte vocal, los grandes que aparecen y su alocada coda final, lo convierten en uno de los escasísimos grandes momentos que encontraremos en esta selección en vivo. Del Ziggy Stardust también nos ofrece un par de buenas interpretaciones, aunque aquí las buenas interpretaciones lo sean más por contraste con las malas que por su propia valía. Una es ‘Moonage Daydream’, con un ritmo algo diferente pero perfectamente ejecutado y donde destaca el bajista además del solo final de guitarra. ‘Suffragette City’ tampoco pierde demasiado de su fiereza original, pero al menos nos sirve para deleitarnos nuevamente con el buen trabajo del guitarrista.
El desastre empieza realmente a partir de ‘Aladdin Sane’, que presenta una recreación en la cual pierde toda la magia del original, empleando un estilo de música latina donde predomina el saxofón y donde la forma de cantar de David parece la de un vulgar intérprete. Por si esto fuera poco, el intermedio instrumental se vuelve insufrible, las disonancias no van a ningún lado. A continuación, ‘All The Young Dudes’ (la canción que donó a Mott The Hoople para que triunfaran) se transforma en otra plataforma para el nuevo crooner en que ha evolucionado (o más bien involucionado) Bowie, aunque por momentos parece más bien la actuación de un borracho en un karaoke. Al menos en ‘Rock'n'Roll With Me’ la guitarra de Ronson salva a este tema de englobarse en el nivel más bajo del lote. Pero cualquiera que quiera simplemente un ejemplo de la atrocidad a la que se rebaja Bowie con su nueva imagen, no debe perderse ‘Rock'n'Roll Suicide’, descuartizada de tal manera que pierde toda su idiosincrasia y que transmite la misma impresión que cualquier artista de canciones de amor para quinceañeras.
Del resto de temas no vale la pena perder el tiempo escribiendo comentarios intrascendentes, pues se sitúan en un terreno que a veces linda con lo pasable y en otros momentos con lo peor que podríamos imaginar en las nuevas circunstancias. Quizá la final ‘Time’ ejemplifique también en cierta manera uno de los mayores problemas que encontramos en este doble álbum, y es el intento de Bowie por transmitir con su voz y su forma de cantar una serie de emociones profundas que sin embargo no le es posible alcanzar puesto que, tratándose por otra parte de una de las características principales suyas, le falta veracidad. Cuando escuchamos a Bowie, nunca podremos creer que lo que nos canta lo siente realmente, ni siquiera que le haya ocurrido nunca nada de lo que narra en sus letras. Pero bueno, eso no es necesariamente malo, pues simplemente debemos valorar su música desde el prisma adecuado.
En definitiva, un disco que podemos perfectamente obviar porque no representa el sonido de Bowie en directo ni su mejor etapa, sino un simple caso fallido de intento de cambiar de imagen y registro, aunque parece que ello no fue óbice para que su siguiente disco de estudio siguiera en parte esas directrices. Aunque siendo sinceros, el concierto filmado de Ziggy Stardust en 1973 no me resultó demasiado convincente tampoco, pero eso ya es otra historia...
1) Young Americans; 2) Win; 3) Fascination; 4) Right;
5) Somebody Up There Likes Me; 6) Across The Universe; 7) Can You Hear Me?;
8) Fame; [BONUS TRACKS]: 9) Who Can I Be Now?; 10) It's Gonna Be Me;
11) John I'm Only Dancing (Again).
Puntuación:
Año de publicación: 1975
YOUNG AMERICANS
El disco anterior en directo ya había sido un adelanto y un presagio de lo que encontraríamos en este Young Americans, con un estilo tomado de forma predominante de la música soul, más algo de jazz y de canción ligera. Un fiasco, en definitiva. Lo más característico del nuevo sonido es, por un lado, el papel bastante predominante del saxofón, y por otro los coros femeninos, algo que debe siempre emplearse con precaución para no caer en los convencionalismos más vulgares. Sin un Mick Ronson para darle algo de vida a los temas que pudieran decaer, tampoco puede esperarse un milagro en el resultado de algunas composiciones que acaban sonando similares y poco inspiradas.
El comienzo del disco con ‘Young Americans’ bien pudiera ser un buen ejemplo de este nuevo estilo pero en sentido positivo, puesto que el saxofón sirve para darle una fuerza inicial al tema y los coros en el estribillo también ayudan a reforzarlo. Cabe señalar que Lars Von Trier la emplearía en 2003 para los títulos de crédito finales de su película Dogville, de forma irónica puesto que acompaña a unas imágenes desmitificadoras del llamado “sueño americano”. Es la canción más famosa del disco junto a la colaboración con John Lennon (‘Fame’), que empieza de forma épica para transformarse rápidamente en un hipnótico ritmo con líneas de guitarra intermitentes donde se va repitiendo el título (por parte de Lennon en algunas ocasiones) mientras Bowie nos habla de los problemas de la fama. Tiene algo de funky que vuelve a asomar con algunos ecos en ‘Fascination’, aunque al final esta última no deja de tener un sonido de lo más convencional. Relacionado con Lennon también tenemos la sorpresa de una versión de ‘Across The Universe’ de los Beatles, que no aporta nada nuevo salvo la introducción de instrumentos eléctricos y batería a la que era originalmente una bella pieza acústica.
En otro orden de cosas, ‘Win’ viene marcada por los sonidos de sintetizador que van apareciendo y desapareciendo como si fueran ecos, para dejarnos una balada bastante lenta que al menos en su estribillo tiene algo de gancho. Lo peor es cuando Bowie adopta ese estilo pretenciosamente seductor de un crooner como ocurre en ‘Right’, canción que parece más apropiada para una película de sobremesa también por sus mediocres coros femeninos y su mediocre sonido de saxofón. Esa mediocridad todavía se alarga más en la siguiente canción, ‘Somebody Up There Likes Me’, donde los falsetes de David resultan si cabe más irritantes que su forma de cantar. Y el súmmum de esta deriva artística hacia la mediocridad más inusitada se alcanza en ‘Can You Hear Me?’, donde aparte de todo lo citado anteriormente podría añadirse su falta de melodías y el tedio que transmite durante sus cinco minutos.
En los bonus tracks tenemos más de lo mismo, pues se trata por un lado de dos descartes del disco original, ‘Who Can I Be Now?’ y ‘It's Gonna Be Me’, la primera aceptable por presentar una buena transición entre estrofas y su elaborado estribillo, y la segunda otro rollazo de los que uno está rezando para que acabe si no tiene a mano la tecla adecuada. Y también tenemos una regrabación del antiguo single ‘John I'm Only Dancing’, aquí retitulada también con el añadido de Again, que si bien al principio no parece diferenciarse en nada, lo cierto es que presenta algunos elementos o detalles nuevos que permiten disfrutar de sus grandes melodías nuevamente.
En resumen, estamos ante un olvidable disco de Bowie que afortunadamente supuso su primera y última incursión en un estilo que no era el suyo, y al mismo tiempo probablemente nadie en ese momento pudo presagiar el nuevo cambio estilístico que tomaría a continuación, que representaría su etapa de mayor prestigio artístico en toda su carrera.
STATION TO STATION
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Station To Station; 2) Golden Years; 3) Word On A Wing; 4) TVC 15; 5) Stay;
6) Wild Is The Wind;
[BONUS TRACKS]: 7) Word On A Wing (live); 8) Stay (live).
Con este LP se inicia una serie de discos que otorgaron el merecido prestigio que ha atesorado David Bowie como artista que se reinventa a sí mismo. Aunque pudiera parecerlo por su nuevo cambio de sonido respecto al LP anterior, lo cierto es que su famosa Trilogía de Berlín no se iniciará hasta el siguiente disco Low, pero no obstante este Station To Station puede englobarse entre lo mejor que publicó en su larga carrera, además de reflejar claras influencias de grupos electrónicos alemanes como Kraftwerk, aunque todavía sin contar con la colaboración del gran Brian Eno en la producción.
Los sonidos industriales que inician ‘Station To Station’ ya preludian que el estilo musical del disco anterior fue afortunadamente pasajero. Como recompensa ante tanta mediocridad y demostrando de paso su clara transformación, nos llega un extenso tema de diez minutos que se inicia con un amenazante bajo y sonidos distorsionados que generan una extraña atmósfera opresiva. Hasta casi los dos minutos no aparece su primera gran melodía, donde posteriormente autodefine su completa transformación cuando comienza su épica parte vocal: “The return of the Thin White Duke”. Luego da paso a una sección más movida (“Once there were mountains on mountains”), preludio de lo que sería su memorable y pegadizo estribillo: “It's too late to be grateful”, acompañado de una gran instrumentación y de paso dejando frases desgarradoras para la posteridad (“It's not the side-effects of the cocaine / I'm thinking that it must be love”) y un impresionante solo de guitarra. Es inolvidable la secuencia de la película de 1981 Yo, Cristina F., dirigida por Uli Edel (quien años más tarde dirigiría la adaptación al cine de Última Salida a Brooklyn con banda sonora de Mark Knopfler), donde aparece Bowie cantándola en directo mientras la protagonista mantiene una mirada penetrante hacia su ídolo.
A continuación llega ‘Golden Years’, que es la incursión de David en un estilo más funky con buen resultado. Resulta movido y pegadizo, además de tener ese toque especial con el cambio de ritmo de algunas estrofas (“There's my baby, lost that's all”, “I'll stick with you baby for a thousand years”). En ‘Stay’ también se notan las reminiscencias funky, sobre todo en el estribillo, aunque es una canción mucho más rockera al disponer de una incisiva guitarra en primer término, que en directo todavía transmite más fiereza, tal como se puede comprobar en los bonus tracks. Destacar también que su parte final instrumental es toda una maravilla. El momento de distensión y humor llega con ‘TVC 15’, que parece un boogie futurista pero que entretiene y poco más.
A la tercera canción del disco es cuando llega la calma con ‘Word On A Wing’, canción romántica aparentemente convencional que no parece inquietar ningún músculo hasta que Bowie vuelve a ofrecernos otro toque mágico en los últimos momentos del estribillo cuando canta: “Lord, Lord, my prayer flies like a word on a wing”. En los bonus tracks tenemos la oportunidad de escucharla en directo y comprobar con alivio que su etapa de Dean Martin trasnochado ya había pasado a la historia. Esta tranquilidad se retomará para cerrar el disco con la suave ‘Wild Is The Wind’, que quizá represente el vestigio remanente de la transición entre su estilo musical anterior y el actual, pero en sentido positivo.
Para cualquiera que hubiera perdido la fe en Bowie en esa época, este disco seguro que actuó como una bocanada de aire fresco y como un redescubrimiento de un artista que justamente se ganó la fama de camaleónico por su capacidad de asimilación de estilos e ideas diferentes a las que habían conformado su trayectoria hasta ese momento.
LOW
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) Speed Of Life; 2) Breaking Glass; 3) What In The World; 4) Sound And Vision;
5) Always Crashing In The Same Car; 6) Be My Wife; 7) A New Career In A New Town; 8) Warszawa; 9) Art Decade; 10) Weeping Wall; 11) Subterraneans;
[BONUS TRACKS]: 12) Some Are; 13) All Saints;
14) Sound And Vision (remixed version).
La llamada Trilogía de Berlín de Bowie se inició oficialmente con este disco, si bien Station To Station podría tomarse como el comienzo de esta visión vanguardista y experimental que estuvo en la primera línea de las transformaciones musicales que derivaron en la llamada New Wave. Mediante contribuciones valiosísimas de Brian Eno en los teclados (que no en la producción, a cargo del propio David y de Tony Visconti), consiguen un sonido heredero en cierta manera de la música alemana vanguardista del momento pero aportando ese toque accesible que sirvió para conseguir un relativo éxito de ventas. Sólo hay que escuchar, por poner un ejemplo, los ritmos inusuales engarzados con melodías y armonías vocales aguerridas que caracterizan la producción más experimental de David consiguen un gran resultado en ‘What In The World’.
También demuestra que puede conseguir música agradable y gentil sin perder su carácter más visionario en ‘Sound And Vision’, la cual a través de una melodía bastante repetitiva como base rítmica va soltando destellos de creatividad sonora excepcional. Sin embargo, la siguiente ‘Breaking Glass’ no tiene demasiado gancho, pero su estructura y su ritmo atascado preludian la música de los años venideros, incluida la del mismo Bowie. Aunque para preludio podríamos señalar ‘Always Crashing In The Same Car’ como la antesala de la futura ‘Heroes’, conteniendo esa mezcla de solemnidad musical y resignación, aunque en este caso con una letra demasiado críptica como para alcanzar la categoría de ‘Heroes’.
La canción más rockera del álbum y una de las mejores es la magnífica ‘Be My Wife’, que engaña en su inicio por un piano de honky-tonk que parece presagiar una canción más convencional, pero que en cambio sorprende con su sobria pero genial parte vocal, así como por su impresionante guitarra cortesía del que sería el guitarrista habitual de Bowie durante su carrera tras Mick Ronson. Nos estamos refiriendo a Carlos Alomar.
Una de las características destacadas de este álbum es la inclusión de muchos temas instrumentales, tanto en el estilo más futurístico que encontramos en la primera mitad del disco (la potente ‘Speed Of Life’ con su reconocible riff o la rítmica ‘A New Career In A New Town’), como en una vertiente más entroncada con la música clásica contemporánea, como la solemne ‘Warszawa’ (Varsovia en polaco, que también inspiraría el primer nombre de Joy Division: Warsaw), la cual parece recoger toda la carga emotiva del padecimiento de esa ciudad tras la invasión nazi, aunque sus primeras notas (pasado el medio minuto) también sobrecogen para quien haya visto la ya citada película de Yo, Cristina F. de Uli Edel. El final del disco original básicamente se compone de música que podríamos denominar ambiental en primer término aunque con suficientes detalles como para captar el interés. Sin embargo, no será del gusto de todo el mundo porque exige una atención especial y una implicación por parte del oyente, lo cual no es siempre apetecible.
Por último, señalar que los bonus tracks siguen más o menos la misma estela del final del álbum, pues la inédita ‘Some Are’ es como si a la música ambiental le hubieran añadido una letra, y ‘All Saints’ como si le imprimieran una dosis de energía extra a las texturas sonoras. Estamos sin duda ante un disco histórico que mantenía a Bowie en la vanguardia musical del momento, demostrando su capacidad de adaptación a diferentes estilos (su apodo de camaleón no es gratuito) y dejando por el camino un buen puñado de memorables canciones y composiciones.
HEROES
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) Beauty And The Beast; 2) Joe The Lion; 3) "Heroes"; 4) Sons Of The Silent Age;
5) Blackout; 6) V-2 Schneider; 7) Sense Of Doubt; 8) Moss Garden; 9) Neukoln;
10) The Secret Life Of Arabia;
[BONUS TRACKS:] 11) Abdulmajid; 12) Joe The Lion (remixed version).
El segundo disco de la Trilogía de Berlín sigue en la misma senda marcada en los trabajos anteriores de vanguardia y experimentación, aunque la inspiración melódica en algunos momentos no parece acabar de cuajar. Sigue estando Brian Eno en los teclados para aportar su excepcional creatividad, además de contar para la ocasión con la inconmensurable aportación de Robert Fripp (King Crimson) con su guitarra. La participación de Fripp en la guitarra eléctrica es todo un acierto para la dirección vanguardista que pretendía tomar David. Qué mejor ejemplo que la canción que da título al disco para destacar su gran trabajo, pues esa guitarra floreciente y de sonido sorprendente aporta un alargado y magistral riff de fondo, el cual tras las primeras líneas cantadas se transforma en una memorable melodía, de lo mejor de este tema junto al pasional canto de Bowie, pues ambos recrean una especie de crescendo emocional que recorre toda la composición. Debo reconocer con estupor que la citada melodía memorable de guitarra ni siquiera la aprecié hasta que casualmente escuché un bonus track del grupo Blondie (de los setenta) donde interpretaban en directo esta brillante canción de Bowie, una de tantas famosas de él.
Si en el disco anterior la primera parte se podía entender como una unión de canciones de pop vanguardista, aquí el concepto de pop parece diluirse un poco pues da la impresión de que a veces la melodía posee un valor secundario para Bowie y por tanteo no es susceptible de ser elaborada y pulida con el suficiente esmero. Así, un@ percibe que por momentos los diferentes temas que encontramos pueden volverse demasiado aparatosos como en ‘Beauty And The Beast’ (que parece una reescritura fallida de ‘What In The World’), deliberadamente erráticos (‘Blackout’) o simplemente desconcertantes como en la futurista ‘Sons Of The Silent Age’ (heredera del espíritu de ‘Space Oddity’), y en ‘Joe The Lion’, donde hay que hacer el esfuerzo de intentar aislar cada una de las partes instrumental y vocal para poder determinar su valía como tema experimental, pues antecede en años a buena parte de la música vanguardista que se escuchará en la segunda mitad de los noventa. En los bonus tracks aparece un remix nuevo donde no distingo diferencias a primera vista.
De manera análoga a Low, en la segunda mitad del disco se concentran temas instrumentales y experimentales de diversa índole, donde contrasta sobremanera el sonido cuasi industrial de ‘V-2 Schneider’, que vuelve a desconcertar en primer término pero que recompensa enormemente cuando uno ha asimilado sus melodías y ha tolerado el saxofón de David, con la solemne y ambiental ‘Sense Of Doubt’, donde vuelve a recrear un ambiente de réquiem de estilo minimalista similar a ‘Warszawa’ del disco anterior pero sin caer en demasiadas divagaciones como aquélla. Esas texturas sonoras de carácter ambiental y relajado continúan con ‘Moss Garden’ y ‘Neukoln’, ambas compuestas junto a Brian Eno, quien deja así una impronta característica de una de sus múltiples facetas. En los bonus tracks también se incluye otra composición conjunta llamada ‘Abdulmajid’, que suena más a música trance convencional que otra cosa.
Para el final vuelve un rítmico tema cantado (‘The Secret Life Of Arabia’) que comienza de la misma manera desconcertante (adjetivo que tanto se ha repetido durante este análisis) pero que gradualmente se va convirtiendo en una de las melodías más discernibles y accesibles de todo el álbum, me refiero a la que aparece en la coda final donde David va repitiendo “Arabia” acompañado de una pegadiza melodía de piano y una ágil percusión que parece incluir palmas.
Así pues, estamos ante uno de los discos más conocidos de Bowie, principalmente por la canción que le da título, pero que en comparación con sus dos obras anteriores decae ligeramente al perder algo de melodía y accesibilidad en favor de centrarse más en las texturas sonoras y en estructuras compositivas nada habituales, llevadas hasta límites sorprendentes para seguir asombrando al personal y como demostración de su vasto talento y afán de experimentación.
STAGE
Año de publicación: 1978
Puntuación:
CDI: 1) Warszawa; 2) Heroes; 3) What In The World; 4) Be My Wife; 5) Blackout;
6) Sense Of Doubt; 7) Speed Of Life; 8) Breaking Glass; 9) Beauty And The Beast;
10) Fame.
CDII: 1) Five Years; 2) Soul Love; 3) Star; 4) Hang On To Yourself; 5) Ziggy Stardust;
6) Art Decade; 7) Alabama Song; 8) Station To Station; 9) Stay; 10) TVC 15.
Correspondiente a la gira que Bowie realizara tras la publicación de sus últimos dos discos casi seguidos, este segundo álbum en directo mejora mucho la fallida transformación en crooner que hubimos de sufrir en el flojo David Live unos años antes. El material recogido está tomado de dos conciertos en Filadelfia y Boston, donde principalmente se abordan los temas de su nueva etapa musical iniciada en Station To Station, con casi la única excepción de recuperar temas del Ziggy Stardust y algún otro como ‘Fame’. La banda en directo se compone de los músicos habituales que seguían a Bowie en esa época, con la adición especial y reseñable del gran Adrian Belew en la guitarra, todo un acierto para conseguir ese sonido vanguardista también en el escenario. De hecho, tampoco se pueden encontrar demasiadas novedades respecto a las versiones de estudio, pero es que una música que ya de por sí contiene elementos novedosos que la diferencian de la música popular del momento, no se le puede pedir que den muchas más vueltas de tuerca.
Tomar como inicio del álbum un tema solemne y calmado como ‘Warszawa’ no parece muy acertado para un concierto de rock, aunque tampoco será el único momento ambiental, ya que también se incluyen ‘Sense Of Doubt’ y ‘Art Decade’. Lo único que se les puede objetar a todas ellas es la obvia similitud con las versiones de estudio, algo lógico para esta tipología musical, que entronca más con la música clásica.
No hay apenas nada que objetar a las interpretaciones en directo, si acaso que la voz de Bowie queda un tanto forzada en ‘Be My Wife’, llegando a desentonar durante las últimas frases del estribillo (“Please be mine...”). No obstante, tampoco hay demasiados momentos que nos hagan sobresaltarnos de la emoción, pero los pocos que hay hacen que valga la pena este doble disco, como por ejemplo los pasajes instrumentales de ‘Breaking Glass’, que son toda una pasada, con una gran guitarra que es obligado destacar. También hay algunas ligeras mejoras, como cuando en ‘Fame’ dotan el ritmo de algo más de continuidad, pues la intermitencia original quizá no casara bien con su ejecución en directo.
Una cierta sorpresa encontramos en el segundo volumen, pues su primera mitad recoge hasta cinco canciones del Ziggy Stardust, toda una oportunidad de escuchar esos grandes temas con la perspectiva futurista adoptada por Bowie en sus recientes creaciones de estudio. En ‘Five Years’ o ‘Hang On To Yourself’ no hay mucho margen para la novedad (aunque la segunda suena mejor que cuando la tocaba en directo en la gira del Ziggy), pero por ejemplo en ‘Soul Love’ el original ritmo de guitarra que se añade desde el inicio le hace cambiar completamente el original carácter soul, por lo que no hubiera desentonado en Low. Y en ‘Ziggy Stardust’ se añaden muchos detalles de teclado que le aporten un aire futurista que ciertamente se acomoda muy bien al carácter visionario de esa canción y del disco original en sí. No obstante todo ello, como sorprendente novedad encontramos una desconcertante interpretación de la tonada de Kurt Weill y Bertolt Brecht ‘Alabama Song’, que ya fuera rescatada por The Doors en su disco de debut.
Para finalizar el álbum, la mirada se dirige hacia el Station To Station, donde encontramos lo mejor en mi humilde opinión, que es la brutal interpretación de la propia ‘Station To Station’, donde primero se recrea una cascada de sonidos electrónicos y distorsiones que dan paso al impresionante ritmo y melodías de entrada. Todo el desarrollo posterior es toda una demostración de fuerza, poderío y grandes pasajes instrumentales donde la guitarra eléctrica (presumiblemente de Belew) se luce hasta la extenuación.
Nada más que añadir al que podemos denominar como el mejor disco de Bowie en directo. No es que haya mucho más donde elegir...
LODGER
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) Fantastic Voyage; 2) African Night Flight; 3) Move On;
4) Yassassin (Turkish For: Long Live); 5) Red Sails; 6) D.J.; 7) Look Back In Anger;
8) Boys Keep Swinging; 9) Repetition; 10) Red Money;
[BONUS TRACKS:] 11) I Pray, Olé; 12) Look Back In Anger.
La tercera y última entrega de la Trilogía de Berlín deja un tanto desconcertado porque no parece continuar con la brillantez exhibida hasta ese momento. Ya no está Robert Fripp en la guitarra, pero sigue su magistral acólito Adrian Belew y por supuesto Brian Eno en los teclados y la inspiración. De los tres discos de la trilogía, éste es el que más difícil resulta de escuchar al proponer más sonido que contenido melódico. No es que mejore mucho más en las consecuentes escuchas, pero al menos permite percatarse de los innumerables detalles que conforman la estructura musical de buena parte de las canciones, lo cual tampoco asegura que un@ vaya a disfrutar de la experiencia.
Una de las novedades de este álbum es que David echa su mirada hacia otras músicas del mundo pero sin conseguir tampoco crear algo especialmente novedoso, ya sea con los sonidos de Medio Oriente en ‘Yassassin (Turkish For: Long Live)’ o del continente africano en –obviamente– ‘African Night Flight’. Aunque podamos valorar de forma positiva la absorción de música étnica africana para componer ‘African Night Flight’, lo cierto es que el resultado no es muy agradable pues el canto repetitivo resulta más bien irritante. Al menos la parte instrumental suena tan vanguardista como el resto.
No es hasta que llegamos a ‘Move On’ que encontramos por fin trazas del Bowie equidistante entre la melodía y la experimentación, en este caso mediante un dinámico ritmo quizá africano también que aunado a unos imprevisibles coros le aportan un aire futurista. Algo más memorable resulta ‘Red Sails’, distinguible por sus prominentes sintetizadores que podrían molestar a algún oído pero que aquí son todo un acierto, además de poseer algunos buenos punteos de guitarra rítmica. En ‘D.J.’ imita directamente la forma de cantar de David Byrne, ya que los Talking Heads parecen una inspiración inmediata al ser uno de los líderes del movimiento musical del momento. Instrumentalmente también presenta un ritmo y una guitarra rítmica que la acerca indefectiblemente a la música de los neoyorquinos, aunque la guitarra salvaje tiene la marca intransferible de Adrian Belew. La única canción del álbum que suena abiertamente alemana (según lo que podríamos citar con esa denominación, algo que pudiera ir desde Can a Kraftwerk) es ‘Repetition’, no tanto por su repetitividad sino también por su estilo de canto robótico y antimelódico, ambas cosas sin acabar de convencerme, igual que el flojo final mediante ‘Red Money’, compuesta junto al guitarrista Alomar.
El comienzo de ‘Look Back In Anger’ nos hace pensar en grupos como Rainbow, pero cuando entra la parte vocal siempre imaginativa y los punteos agudos de guitarra, volvemos a enterarnos que estamos ante un disco de David Bowie. En los bonus tracks encontramos una nueva grabación de esta canción que data de 1988 y que dobla la duración perdiendo a cambio la mitad de la gracia original. Por otro lado, ‘Boys Keep Swinging’ tiene ese estilo reminiscente de ‘Heroes’ aunque sin nada de su solemnidad. Lo único destacable es comprobar cómo su estribillo fue descaradamente copiado por Blur para su canción ‘M.O.R.’, de su disco homónimo de 1997.
En los bonus tracks encontramos un corte descartado de título cutre (‘I Pray, Olé’) que incide en la tónica de todo el álbum, que es mantener el mismo sonido experimental de notas alargadas de guitarra y teclado. Este disco no tiene una menor puntuación por ese loable toque experimental que Bowie mantuvo, no obstante seguir en esa cuesta abajo melódica que al menos se ve compensada en parte por el propósito innovador de su autor en términos creativos. Uno de los discos más complejos de su autor, sin duda.
SCARY MONSTERS (AND SUPER CREEPS)
1) It's No Game (Part 1); 2) Up The Hill Backwards;
3) Scary Monsters (And Super Creeps); 4) Ashes To Ashes; 5) Fashion;
6) Teenage Wildlife; 7) Scream Like A Baby; 8) Kingdom Come;
9) Because You're Young; 10) It's No Game (Part 2);
[BONUS TRACKS:] 11) Space Oddity; 12) Panic In Detroit; 13) Crystal Japan;
14) Alabama Song.
Puntuación:
Año de publicación: 1980
Aunque ya no esté englobado dentro de la Trilogía de Berlín y ya no esté Brian Eno por los alrededores, este disco todavía recoge ese espíritu de aventura y experimentación de finales de los setenta de Bowie, siguiendo con Tony Visconti como productor. Así, la participación de Robert Fripp en la guitarra representa una ayuda inestimable en la consecución de ese sonido tan osado y definitorio de la música de la época. Además, contiene una de las grandísimas canciones de la carrera de Bowie, que es sin duda ‘Ashes To Ashes’, la cual engancha nada más comenzar desde ese inicio dinámico donde destaca la sencilla pero pegadiza melodía. Sus diferentes secciones perfectamente enlazadas forman parte de su encanto, además de mencionar al “Major Tom” de ‘Space Oddity’ pero para decir que es un yonqui. La coda final es uno de esos momentos mágicos que se encuentran en la música de vez en cuando.
Algo disonante se muestra la canción que da título al álbum, lo que provoca un resultado desigual, pues escucharla hasta el final o no dependerá del día que un@ haya tenido. Mejor resultado consigue en ‘Scream Like A Baby’, donde al menos el trabajo de guitarra es más destacado y los sintetizadores y coros lo complementan muy bien. Pero una de las características principales de este disco será la combinación de melodías poco comerciales (o poco inspiradas incluso) con un armazón instrumental experimental y creativo al mejor nivel de la Trilogía de Berlín, lo cual es el motivo de una mejor valoración por mi parte respecto a Lodger.
En ‘It's No Game (Part 1)’ sorprende la entonación histérica de David, pero nuevamente la incisiva guitarra junto a una potente percusión hacen de este tema toda una experiencia. Más adelante, para finalizar el LP original encontramos una segunda versión más accesible que incluso recuerda algo a ‘Heroes’. Aunque si una canción hace recordar a ‘Heroes’, esa es ‘Teenage Wildlife’, que hasta los cuatro minutos no acaba de arrancar. Más vale tarde que nunca. Por otro lado, y siguiendo con los homenajes, ‘Fashion’ parece la combinación de ‘Speed Of Life’ y ‘Fame’, nada menos. Es más destacable nuevamente por su armazón instrumental que por las melodías algo toscas a veces que contiene.
Lo peor del LP original es la irritante ‘Kingdom Come’, donde David parece empeñado en desafinar cantando mientras se acumula una densidad de sonido detrás que no aporta nada. Al menos va seguida de una de las mejores canciones del álbum (‘Because You're Young’), donde la fenomenal guitarra corre a cargo del maestro Pete Townshend, por entonces centrado en su incipiente carrera en solitario, que brilla sobre todo al inicio y en los pasajes instrumentales entre estrofas, además de poseer una gran parte vocal. Quizá esa inspiración de tener a Townshend es lo que provocara que el inicio de ‘Up The Hill Backwards’ recuerde a unos The Who de guitarras distorsionadas, aunque luego su desarrollo tiene una orientación más pop.
En los bonus tracks encontramos unas innecesarias regrabaciones de ‘Space Oddity’ y ‘Panic In Detroit’ (ésta perteneciente al Aladdin Sane y aquí con inspiración en los ritmos de Bo Diddley), además de la todavía más innecesaria versión de ‘Alabama Song’, la canción de Kurt Weill y Bertolt Brecht que The Doors versionaran en su álbum de debut. Lo que queda es otro instrumental de carácter ambiental llamado ‘Crystal Japan’.
Ahora sí que empezamos una etapa marcada y extremadamente comercial donde Bowie se dejará llevar por los sonidos de moda, quizá para tener más tiempo para la carrera de actor que desarrollaría sobre todo en los ochenta, lo cual mermará el nivel musical tan elevado al que nos había acostumbrado en la última década, además de que eliminará su nombre de la vanguardia musical y de los artistas que liderarán el movimiento artístico de estos próximos años.
1) Modern Love; 2) China Girl; 3) Let's Dance; 4) Without You; 5) Ricochet;
6) Criminal World; 7) Cat People (Putting Out The Fire); 8) Shake It;
[BONUS TRACK:] 9) Under Pressure.
Puntuación:
Año de publicación: 1983
LET'S DANCE
Bowie seguirá en los ochenta el mismo camino que muchos de los artistas provenientes de las décadas anteriores, esto es, exprimir el gancho de algunos hits y rellenar el espacio restante del LP con composiciones en algunos casos arruinadas por la producción artificial de esta década, si no es que la canción es floja de por sí. Y ningún ejemplo mejor que este Let's Dance, donde los tres temas iniciales están dentro de los más carismáticos de la carrera de David y los restantes se sumergen en la mediocridad más absoluta.
Estos tres recordados singles son, en primer lugar, la dinámica y con cierto sabor épico ‘Modern Love’, donde las melodías vocales en las estrofas principales son memorables, rematadas por ese inolvidable “but I try”. En cambio, en ‘China Girl’ lo mejor es su ultrapegadiza melodía de inicio que sigue en clave oriental y que salva al tema de naufragar cuando vuelve a repetirse más adelante, al no haber estribillo, aunque la atmósfera en la que nos envuelve el ritmo junto a la voz cálida de Bowie mantienen el nivel alto, además de regalarnos un esplendoroso solo de guitarra cortesía de Stevie Ray Vaughan. La tercera en orden es ‘Let's Dance’, de ritmo más complejo y con un misterioso encanto, que vuelve a triunfar por el impacto que produce, además de poseer unos cambios de ritmo que reparten la tensión de tal manera que cuando comenzamos a pensar en que nada cambia es precisamente cuando la estructura se modifica. En la biografía Starman escrita por Paul Trynka se nos revela que el inicio con las voces fue una idea tomada de la versión de "Twist And Shout" de los Beatles.
Lo que queda después es mucho menos interesante. En ‘Ricochet’ se limita a emplear un ritmo percusivo propio de la música africana y mezclarlo con cantos aleatorios, incluso corales a veces, pero todo con un pretendidamente sonido moderno y enrollado donde lo único destacable es el pasaje instrumental de su parte final, donde los vientos toman el protagonismo con acierto. El comienzo de ‘Cat People’ augura buenas expectativas con el tono intimista que transmite, pero luego se transforma en otra insulsa muestra de ritmos vulgares y un demasiado repetitivo coro que cansa con tanto “been so long, so long, so long” (apropiada letra). Aunque el colmo de la vulgaridad junto al mal gusto la tenemos que padecer en la final ‘Shake It’, que en la época sonaría muy molona pero que en pleno siglo XXI queda desfasada y pueril a partes iguales.
Ante la falta de ideas (algo que posiblemente sufriera Bowie, más visible a partir de este álbum) también es muy habitual recurrir a composiciones anteriores y reciclarlas de alguna manera, de ahí que ‘Without You’ recupere el mismo ritmo y cadencia de ‘Ashes To Ashes’ pero sin propósito creativo ninguno. En algunos casos no se va tan lejos, puesto que en ‘Criminal World’ parece recrear la misma melodía que la inicial de ‘China Girl’ pero con menos notas y más lentamente.
La jugada comercial de incluir como bonus track la canción grabada junto a Queen ‘Under Pressure’ no sube tampoco el nivel general del álbum, en primer lugar porque este tema tampoco es gran cosa, aunque cabe reconocer la impactante línea de bajo y ciertos momentos de energía que son precisamente donde aparece Bowie. Por lo demás, este álbum de contrastes tan marcados se queda con una valoración más bien mediocre, pues ni siquiera el productor Nile Rodgers (nombre asociado a éxitos musicales de disco o funk principalmente) pudo sacar punta a tantas composiciones flojas.
1) Loving The Alien; 2) Don't Look Down; 3) God Only Knows; 4) Tonight;
5) Neighborhood Threat; 6) Blue Jean; 7) Tumble And Twirl; 8) I Keep Forgettin'; 9) Dancing With The Big Boys;
[BONUS TRACKS:] 10) This Is Not America; 11) As The World Falls Down;
12) Absolute Beginners.
Puntuación:
Año de publicación: 1984
TONIGHT
Como le ocurriera a la mayoría de vacas sagradas del rock en la década de los ochenta, David Bowie sucumbió a las modas y a la producción artificial para estar acorde a los tiempos que corrían. Craso error, que unido a la escasa creatividad compositiva por la que estaba pasando (incluso se recuperan canciones que donó a Iggy Pop para su aclamado Lust For Life de 1977), convierten este LP en uno de los peores de su carrera.
Lo poco destacable se concentra en una especie de reescritura de ‘China Girl’ que es ‘Loving The Alien’, lastrada por la producción y los instrumentos que suenan sin vida y como simple adorno, así como en el éxito ‘Blue Jean’. Este último tema al principio no impresiona mucho por repetir el título como un tópico, hasta que llegan primero sus súbitas paradas de ritmo y luego su brillante estribillo donde los acertados coros nos hacen tener esperanza de que la genialidad no puede perderse del todo.
La composición de Iggy Pop ‘Don't Look Down’ nos hace recordar con pavor la etapa crooner de Bowie previa a la Trilogía de Berlín, aunque sus arreglos tipo reggae vulgar dejan todavía más desconcertado, algo que llega a su peor extremo en la canción que da título al álbum, donde parece una parodia de Bob Marley y se desaprovecha totalmente la participación de Tina Turner, quien por entonces había renacido de sus cenizas y recuperado el éxito perdido durante la década anterior. Precisamente ‘Tonight’ es una de las canciones recuperadas del citado Lust For Life de Iggy Pop. Al menos la otra elección de ese disco (‘Neighborhood Threat’) ofrece algo de fuerza y un momento pasable para un disco con tantos momentos atroces, pues el otro tema con cierta fuerza es el horroroso ‘Dancing With The Big Boys’ que lo cierra naufragando sin melodías ni propósito definido.
Cuando cambia de continente y las influencias jamaicanas las cambia por las africanas en ‘Tumble And Twirl’ (africano sobre todo por el ritmo y el empleo de los coros y vientos) gana bastante, si bien tanta trompeta al final se hace cansino al tener una duración de cinco minutos. Por otro lado, la versión de ‘God Only Knows’ (una de las más grandes composiciones de Brian Wilson) con una voz cálida que suena falsa por todos lados sólo se salva por la solidez de la composición original, aunque peor es la versión de ‘I Keep Forgettin'’, donde vuelve a parecer una parodia, en este caso de un rockero de finales de los cincuenta.
La carrera cinematográfica de David se ve reflejada en los bonus tracks, pues aparte del olvidable single tipo Depeche Mode llamado ‘This Is Not America’, encontramos la horrorosa balada sintetizada ‘As the World Falls Down’ que cantara en la película Dentro Del Laberinto (Labyrinth) y el mediocre ‘Absolute Beginners’ (con el inevitable saxofón que acentúa su vulgaridad) de la película de mismo título, ambas de 1986 y con papel principal de Bowie como actor. Así pues, la conclusión más clara que puede extraer cualquier persona es que este señor inglés debía decidir entre su carrera musical o la cinematográfica para no caer en la vulgaridad más absoluta en ambas. Pero ahí siguió David en ambos frentes, por sus santos c......., y así seguiríamos sufriendo su poca dedicación a la música.
NEVER LET ME DOWN
Año de publicación: 1987
Puntuación:
1) Day-in Day-out; 2) Time Will Crawl; 3) Beat Of Your Drum; 4) Never Let Me Down;
5) Zeroes; 6) Glass Spider; 7) Shining Star (Makin' My Love); 8) New York's In Love;
9) '87 And Cry; 10) Too Dizzy; 11) Bang Bang;
[BONUS TRACKS:] 12) Girls; 13) Julie; 14) When The Wind Blows.
Siguiendo por la travesía errática de Bowie de finales de los ochenta, aquí tenemos otra demostración de mal gusto y ganas de mantenerse como una figura moderna y enrollada de la década. Pero el desinterés evidente y reconocido posteriormente, se refleja en las canciones de tal manera que no se entienden las aceptables ventas que tuvo en bastantes países. Ni siquiera la participación de Peter Frampton en la guitarra consigue mejorar el sonido. La única canción que podría recordarse de aquí es la que da título al álbum, pues el armazón instrumental tiene suficiente consistencia y nivel, y la forma de cantar en velado falsete recuerda bastante a la última etapa New Wave de John Lennon. Además, se van añadiendo elementos embellecedores como armónica, acertados teclados e incluso algún silbido hacia el final.
Por lo demás, el grueso de los temas navegan por la mediocridad y el mal gusto sin posibilidad de redención. Sólo en momentos donde el estribillo tiene algo de épica como en ‘Time Will Crawl’ es cuando las canciones consiguen llegar a un nivel decente y aceptable. A quien sí le gustó fue al entonces prometedor pero luego decepcionante director de cine francés Leos Carax, quien empleó esta canción en la que suele ser su película más recordada: Los amantes del Pont-Neuf (1991). También puede salvarse la colaboración con su amigo Iggy Pop (‘Bang Bang’), que tiene esos “bang bang”, una guitarra aceptablemente expresiva y algunos cambios de ritmo que alivian el sopor de todas las canciones que la preceden.
Pero cuando desde el inicio encontramos un engendro como ‘Day-in Day-out’, otra horrible canción con vulgares trompetas, sonido artificial y estribillo simplón, no podemos sino pensar que este genio no está precisamente en su mejor momento. La guitarra de Frampton no es precisamente la panacea. Por ejemplo, su aportación en el estribillo de ‘Beat Of Your Drum’ (que luego se ve sumergida por las trompetas y sintetizadores) lo único que consigue es que esta canción no se incluya en el grupo de las horrorosas. Parece como si quisiera recoger nuevamente ese sonido proveniente de la Trilogía de Berlín y hacerlo algo más accesible, acorde a la década de los ochenta. Pero ni siquiera en ‘New York's In Love’ logra recuperar esa magia y a lo único que suena es a descartes de esa época. Tampoco consigue acertar en el intento de conseguir una canción rítmica bailable en ‘Shining Star (Makin' My Love)’, pues ni el dinámico ritmo llama la atención ni apenas hay melodías discernibles aparte de la que toca la guitarra. Por si fuera poco, tenemos que escuchar a Mickey Rourke recitar algunas frases hacia la mitad, burdo truco de marketing impropio de Bowie. Parece como si quisiera recoger nuevamente ese sonido proveniente de la Trilogía de Berlín y hacerlo algo más accesible, acorde a la década de los ochenta. Pero ni siquiera en ‘New York's In Love’ logra recuperar esa magia y a lo único que suena es a descartes de esa época.
No es que David no intente impactar al oyente, pues en algunos casos emplea ciertos trucos para captar la atención desde el principio, aunque tampoco acaben de funcionar puesto que más importante es el contenido que su presentación. Así, cuando llega ‘Zeroes’ y sus gritos de público iniciales, como si fuera una interpretación en directo, se crean bastantes expectativas al escuchar los coros iniciales y el movido ritmo, aunque su desarrollo posterior se sumerge en la mediocridad, incluido el solo de guitarra que suena sin vida y que podría eliminarse sin problemas. Tampoco acierta con la entrada solemne de ‘Glass Spider’, donde David recita la absurda historia de una araña de cristal hasta que por fin comienza el tema en sí, que es otra demostración de imitación techno insustancial y de mal gusto. Ni siquiera cuando introduce una letra crítica (‘'87 And Cry’) consigue levantar el vuelo, casi todo suena insustancial y sin gracia (‘Too Dizzy’).
Los bonus tracks están formados por dos abominables caras B de single y la canción principal de la emotiva película antinuclear de animación Cuando el viento sopla (When the wind blows, 1986), que ciertamente no casa nada bien con este film puesto que abusa de la percusión y sonidos electrónicos, desaprovechando así lo que sería la primera participación del multiinstrumentista turco Erdal Kızılçay en su música, en este caso también como coautor del tema. En definitiva, todo está desaprovechado, principalmente el soporte de plástico o vinilo donde quedó grabada toda esta olvidable música.
TIN MACHINE
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Heaven's In Here; 2) Tin Machine; 3) Prisoner Of Love; 4) Crack City; 5) I Can't Read; 6) Under The God; 7) Amazing; 8) Working Class Hero; 9) Bus Stop; 10) Pretty Thing; 11) Video Crime; 12) Run; 13) Sacrifice Yourself; 14) Baby Can Dance.
Con la sorpresiva formación de este grupo musical llamado Tin Machine, David Bowie cumplió dos objetivos: por un lado, difuminar su nombre como miembro más de una banda (aunque formalmente es autor o coautor de todas las canciones salvo la de John Lennon); por otro lado, abrazar un sonido más básico y directo sin efectos añadidos, lo que se corresponde con un grupo de rock al uso formado por dos guitarras, bajo y batería, pero nada de glam-rock a lo Ziggy Stardust. Parece que esto le servía para quitarse la presión de que un disco bajo el nombre de Bowie debía ser siempre creativo e impactante. Aquí simplemente se sumerge en la normalidad rockera y factura un álbum aceptable que agradará a cualquiera. La creatividad ya había quedado aparcada en los ochenta, y aquí ni siquiera sorprende la versión electrificada y distorsionada del ‘Working Class Hero’ de John Lennon, que queda demasiado tosca.
Comenzar con ‘Heaven's In Here’ ya es un buen indicador de lo que nos vamos a encontrar en general en este álbum: un rock de guitarras prominentes y ritmo potente y marcado. Aquí además se marca un solo final de guitarra demasiado desquiciado pero sorprendente para lo que habíamos escuchado de Bowie hasta ahora. Esa potencia sonora es lo que hace destacar canciones como ‘Under The God’, aunque su estribillo no esté a la altura. La canción que más compensada parece es la final ‘Baby Can Dance’, que tiene un comienzo solemne y pasa por varios cambios de ritmo que la hacen muy entretenida, además de poseer una buena parte vocal y un estribillo de los que parecen destinados a ser cantados por el público en un concierto.
La canción que da título al álbum y al grupo parece beber del estilo de los Pixies en cuanto a su ritmo acelerado, sus líneas de guitarra caóticas pero calculadas al mismo tiempo, y la parte vocal impulsiva. Esta afirmación no es descabellada si atendemos a que años después Bowie incluso grabaría su propia versión del tema ‘Cactus’ de aquéllos. En cambio, en ‘Crack City’ nos recuerda más a Lou Reed por su manera de cantar y por acompañarse de un potente riff de guitarra. Así, el estilo distorsionado de la Velvet Underground también debía aparecer, y por ende tenemos la ruidosa ‘I Can't Read’.
Cuando quieren abrazar un sonido más trash, ciertamente el resultado es tan flojo (‘Pretty Thing’) como el que hubiera conseguido cualquier otro grupo similar. Aunque a lo peor se llega cuando hay un estribillo horroroso (‘Run’) o la guitarra suena rápida pero insustancial e incluso irritante al estilo del peor Brian May de los ochenta (‘Sacrifice Yourself’). En canciones más lentas no es que pueda destacarse mucho tampoco, aunque en ‘Amazing’ consigue un buen resultado. Pero lo más esperable es escuchar algo más aburrido como ‘Video Crime’.
En resumen, realmente puede ser un disco destacado si lo comparamos con el resto de grupos de rock del momento, pero obviamente no puede situarse entre lo mejor de Bowie. De todas maneras, tuvo buenas críticas y unas ventas aceptables, lo cual llevó a grabar una segunda parte del mismo estilo y nivel.
TIN MACHINE II
Año de publicación: 1991
Puntuación:
1) Baby Universal; 2) One Shot; 3) You Belong In Rock & Roll; 4) If There Is Something; 5) Amlapura; 6) Betty Wrong; 7) You Can't Talk; 8) Stateside; 9) Shopping For Girls; 10) A Big Hurt; 11) Sorry; 12) Goodbye Mr Ed.
La segunda parte de la encarnación de Tin Machine siguió por los mismos derroteros pero suavizando el sonido y variando ligeramente el estilo en algunos momentos para proporcionar al menos una sensación de variedad. La guitarra en algunos casos asume un papel más rítmico (‘You Belong In Rock & Roll’, ‘Betty Wrong’) aunque sin perder la ocasión de introducir solos. Para ensalzar todavía más la difuminación de la figura de Bowie dentro de la banda, nada más apropiado que otro miembro del grupo cantara, lo cual ocurre con dos composiciones del batería Hunt Sales (‘Stateside’ y ’Sorry’), cantadas por él mismo. Su voz no es que sea muy buena pero sí bastante expresiva, algo que realmente no es bueno si lo que nos quieren colar es una balada pretendidamente emotiva como ‘Sorry’.
Tanta confianza había cogido Bowie con su nuevo grupo, que en ‘You Can't Talk’ le dar por rapear un poco y mostrarse tan moderno como siempre. Incluso se permite el lujo artístico de hacer un apreciable crescendo en ‘Amlapura’, gran canción afeada un poco por la guitarra metalera insustancial que insertan hacia el final. No obstante, el único tema reminiscente de la grandeza de Bowie es ‘Shopping For Girls’, compuesto junto al guitarrista Gabrels, al poseer un buen estribillo y donde aparece un reconocible riff de guitarra, el cual sin embargo recuerda bastante al de ‘Marquee Moon’ de Television.
Lo peor llega en ‘Big Hurt’, al volver a adentrarse en un terreno trash como ya hiciera en el anterior álbum pero con resultado todavía más flojo. Es curioso cómo también durante la recta final del disco el nivel cualitativo decae (está también la citada ‘Sorry’), aunque al menos los dos últimos temas, ‘Goodbye Mr. Ed’ y ‘If There Is Something’ (canción ésta de Roxy Music), dejan un buen sabor de boca si bien tampoco poseen nada que las distinga del aura general de guitarreo pasable con algún momento estelar.
Que lo más destacado del disco sea la portada censurada en Estados Unidos por aparecer unas estatuas masculinas de la antigua Grecia que muestran sus genitales (los puritanos estadounidenses le hicieron una especie de rayado que parece un tanga), es el mejor indicio de que nos encontramos ante un disco nada imprescindible en la discografía de Bowie pero que al menos puede escucharse con cierto agrado.
Es curioso cómo un grupo de tan efímero recorrido y con sólo dos discos de moderado éxito se atrevió a publicar un álbum en directo, más si cabe cuando el repertorio está conformado por canciones de esos dos discos de estudio sin dejar lugar a ninguno de los grandes éxitos de Bowie, con el añadido de que pertenecen al menos a cinco conciertos diferentes. Ni siquiera escucharemos los temas más destacados de estudio, sino principalmente la morralla. Aquí encontraremos previsiblemente interpretaciones todavía más guitarreras y potentes, algo que tratándose de músicos competentes pero no virtuosos (aunque Gabrels sí que tiene muy buena técnica y por ello es la figura destacada en general), despierta ciertos recelos de entrada. De hecho, alargar ‘Heaven's In Here’ parece más un suicidio que otra cosa aunque introduzcan por medio el blues ‘I'm A King Bee’, puesto que lo único que puede hacer el guitarrista Gabrels es lanzar notas y notas sin coherencia apreciable (hay momentos que parece que estemos escuchando los berridos del fantasma de Yoko Ono), sobre todo en el desquiciante final, algo que no resulta muy gratificante cuando uno lo escucha en casa sentado en su sofá. En algún caso incluso acierta, como es el caso de ‘Goodbye Mr. Ed’, que incluso sale mejorada al presentar un trabajo de guitarra más comedido y efectivo.
Ciertamente, el grupo suena más cercano y mundano en directo, en ningún momento pensamos que se trata de Bowie y tres más, de hecho hasta dejan hueco para que se cuele una de las canciones cantada por el batería (‘Stateside’) donde la guitarra solista es protagonista y culpable directa de que dure más de ocho minutos, aunque en este caso el resultado es aceptable. Lo peor llega en los momentos como ‘I Can't Read’, en que lo único que escuchamos es ruido y un caos bastante desconcertante. Pero, en definitiva, con ‘Amazing’ y ‘Goodbye Mr. Ed’ como únicas canciones que vale la pena escuchar, no tiene este álbum mayor interés que documentar el sonido de Tin Machine en directo, el testamento de una banda que ya no volvería a aparecer nunca más, lo cual tampoco resulta ser una noticia mala. Ni buena, visto lo que nos entregó David Bowie a continuación.
1) If There Is Something; 2) Amazing; 3) I Can't Read; 4) Stateside; 5) Under The God; 6) Goodbye Mr. Ed; 7) Heaven's In Here; 8) You Belong In Rock'n'Roll.
Puntuación:
Año de publicación: 1991
OY VEY, BABY
BLACK TIE WHITE NOISE
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) The Wedding; 2) You've Been Around; 3) I Feel Free; 4) Black Tie White Noise;
5) Jump They Say; 6) Nite Flight; 7) Pallas Athena; 8) Miracle Goodnight;
9) Don't Let Me Down & Down; 10) Looking For Lester;
11) I Know It's Gonna Happen Someday; 12) The Wedding Song;
[BONUS TRACKS:] 13) Jump They Say (Alternate Mix); 14) Lucy Can't Dance (bonus).
El paréntesis de Bowie resultante de la formación del grupo Tin Machine simplemente lo devolvió a la realidad una vez se disolvió aquél. La falta de originalidad y creatividad que ya había quedado suficientemente demostrada por última vez en Never Let Me Down, aquí sigue su sinuoso devenir negativo de manera más profunda todavía. Por un lado, es como si hubiera tirado la guitarra a un lado y se hubiera enfundado el saxofón, para por otro lado volver a mirar la escena comercial del momento y asimilar los sonidos de estudio más “molones” del momento. Y esa combinación de ritmos prefabricados y saxofón no parece muy buena idea, pues además no hay ninguna canción que baje de los cuatro minutos. Quizá para Kenny G sí podría serlo, pero no para David Bowie.
Así pues, como si quisiera despojarse subrepticiamente del sonido de guitarra que había destacado en estos últimos discos, nada más iniciarse éste encontramos el instrumental ‘The Wedding’, que parece más apropiado para una teleserie y donde lo único que puede destacarse es la prominencia del saxofón.
Lo que más abunda en este pésimo álbum son las canciones sin melodía, de instrumentación artificial, definitivamente sin vida (‘You've Been Around’, ‘Night Flight’, ‘I Feel Free’...), que si no tuvieran el apellido Bowie detrás habrían acabado en el más profundo olvido posible. Tan clara parecía la idea de actualizar el sonido respecto a los cánones de la época, que grabó horripilantes versiones de canciones de diferentes épocas sin aportar nada interesante, por lo que ‘I Feel Free’, ‘Nite Flights’ de los Walker Brothers o ‘I Know It's Gonna Happen Someday’ de Morrissey son realmente para olvidar, si bien esta última deja mejor sabor de boca al tener una orientación más rock, el único caso de todo el disco.
Una de las sorpresas del álbum es la reaparición del gran guitarrista Mick Ronson (uno de los artífices del brillante sonido de la época de Ziggy Stardust) para participar en la deplorable versión de ‘I Feel Free’ de Cream, donde la genérica guitarra de Ronson no consigue destacar entre el vulgar sonido de la canción. Lamentablemente, Ronson moriría de cáncer meses después de publicarse este álbum. En los créditos vemos la participación del trompetista de jazz Lester Bowie, que para más reseñas no tiene parentesco alguno con David (recordemos que el apellido Bowie era inventado) y al cual le dedicó el olvidable instrumental techno-jazz ‘Looking For Lester’, desaprovechando en todo caso una participación tan apreciada como ésa. Pero quitando las sorpresas, pues ninguna aporta nada positivo, lo único que podría salvarse aquí es ‘Jump They Say’, en la cual al menos queda justificado sus aires bailables (incluso hay un remix en los bonus tracks más enfocado a las pistas de baile) y además tiene su gancho el riff de saxofón reconocible que suena en el estribillo.
Pero nadie debe perder el tiempo escuchando semejante bodrio, que por si fuera poco tendría una continuación en forma de vídeo con actuaciones en directo, el cual ni me he molestado en ver porque ya tuve suficiente con escuchar detenidamente este lapsus del buen gusto.
THE BUDDHA OF SUBURBIA
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) Buddha Of Suburbia; 2) Sex And The Church; 3) South Horizon; 4) The Mysteries; 5) Bleed Like A Crazy, Dad; 6) Strangers When We Meet; 7) Dead Against It;
8) Untitled No. 1; 9) Ian Finish, UK Heir; 10) Buddha Of Suburbia.
En el mismo año de 1993 en que Bowie publicó el comercial y lamentable Black Tie White Noise, demostró que también tenía capacidad para hacer algo más intelectual y elaborado como la banda sonora para una serie británica de televisión de la que nada se sabe fuera del Reino Unido. Parece ser que la música incluida aquí no es exactamente la misma que la empleada en la serie, puesto que David volvió a grabar casi todo para la publicación del presente disco. En cualquier caso, en este álbum consigue aunar modernidad y melodía, que es lo que siempre había destacado en él hasta que llegó el bache/socavón de los ochenta.
Pero no todo es un jardín de rosas, puesto que en ‘Sex And The Church’ se pone en plan bailable y moderno total, añadiendo voces distorsionadas que comienzan a repetir el título hasta la saciedad, llegando a ser molesto incluso. Ciertamente, el ritmo de este tema hace recordar más a Michael Jackson que a Bowie, además de que se alarga demasiado para lo que ofrece, pues es todo el tiempo lo mismo con la salvedad del saxofón como único elemento que ofrece cierta variedad. Recordemos que el saxofón era uno de los instrumentos apreciados por Bowie y en este disco también lo sigue tocando él mismo. También hay lugar para el jazz atonal de ‘South Horizon’, que se hace complicado de digerir pero al menos tiene su mérito.
La sombra de Brian Eno y la Trilogía de Berlín sobrevuela en piezas ambientales como ‘The Mysteries’, donde no parece que vaya a ocurrir nada y de repente aparece una guitarra acústica para completar el paisaje sonoro. Más adelante encontramos un nuevo ejemplo en ‘Ian Finish, UK Heir’, pero más aburrido e innecesario tras haber escuchado la pieza ambiental anterior. Aunque si hablamos de cosas que sobran, lo que no se entiende son las dos versiones de la canción que da título al álbum, pues son prácticamente idénticas. En la segunda de ellas, la que cierra el álbum, aparece Lenny Kravitz tocando la guitarra como estrella invitada, por lo que bien podrían haber eliminado la otra versión por innecesaria. Tampoco hubiera pasado nada de haber prescindido del relleno de ‘Untitled No. 1’.
Lo mejor llega en la parte central del álbum con tres temas cantados que recuerdan al mejor Bowie, el que siempre estábamos esperando. La fuerza que transmite en ‘Bleed Like A Crazy, Dad’ demuestra que David también podía construir piezas cercanas al sonido industrial pero dotándolas de ganchos melódicos suficientes y un potente ritmo con el que mantener la tensión, además de una fiera guitarra que suena tan bien como en los años de Tin Machine. ‘Dead Against It’ destaca por diversos detalles de su armazón instrumental, sobre todo esos loops cíclicos que se van escuchando. Por último, ‘Strangers When We Meet’ es la más melódica de las tres y sería regrabada en el siguiente disco.
Esperanza es en definitiva lo que transmite este disco, la esperanza de que Bowie no había quemado todavía todos sus cartuchos y podía ofrecer aún cosas interesantes en competición con las nuevas generaciones de músicos. Esto tampoco quiere decir que ya no nos volverá a decepcionar más, que lo hará, pero al menos demostrará que el talento no desaparece de la noche a la mañana.
OUTSIDE
Año de publicación: 1995
Puntuación:
1) Leon Takes Us Outside; 2) Outside; 3) The Hearts Filthy Lesson;
4) A Small Plot Of Land; 5) Segue: Baby Grace (A Horrid Cassette); 6) Hallo Spaceboy; 7) The Motel; 8) I Have Not Been To Oxford Town; 9) No Control;
10) Segue: Algeria Touchshriek; 11) The Voyeur Of Utter Destruction (As Beauty);
12) Segue: Ramona A. Stone/I Am With Name; 13) Wishful Beginnings;
14) We Prick You; 15) Segue: Nathan Adler; 16) I'm Deranged;
17) Thru' These Architects Eyes; 18) Segue: Nathan Adler;
19) Strangers When We Meet.
Resultaba aventurado en plena década de los noventa publicar un disco conceptual-narrativo en el que una historia fuera desarrollada a lo largo de diferentes temas. También suele ocurrir en obras así que prima más la idea unitaria y la historia que la parte musical que debería ser lo más importante (algo similar igualmente ocurre en algunas óperas clásicas, que cuesta después recordar alguna de sus melodías), y este disco no es una excepción. Para tan significada ocasión, Bowie volvió a aliarse con Brian Eno en la producción, detalle que aseguraba una cierta garantía aunque hubiera transcurrido más de una década desde su fructífera colaboración anterior. Esto no significaba volver al sonido de entonces, puesto que Bowie vuelve a demostrar su espíritu camaleónico y se imbuye de los sonidos más modernos del momento para ofrecer este nuevo disco enfilado hacia la electrónica e incluso la escena dance del momento. En cuanto a la historia narrada, no es más que otra recreación orwelliana de un futuro vigilado y controlado en el que la gente vive envuelta por un ambiente opresivo.
La mejor canción de todas es sin duda la que da título al álbum, puesto que presenta al mismo tiempo unas melodías reconocibles, cambios de ritmo graduales y detalles instrumentales como la gran guitarra distorsionada que recorre el tema o los acordes progresivos que acompañan el estribillo. La primera mitad –o algo más– del álbum es bastante floja, pues únicamente podrían salvarse para la posteridad ‘Outside’ y ‘I Have Not Been To Oxford Town’, esta última con un tono amenazante y un estribillo interesante (“Toll the bell, pay the private eye / All's well, the twentieth century dies”) como elementos principales de su carácter general sombrío. A este nivel algo escaso se puede señalar el hecho de que los cortes más narrativos, denominados como Segue y que tienen como finalidad la continuación de la historia que trata el álbum, ciertamente rompen la cadencia general de la obra.
Los aires de decadencia mezclados con disonancia que tan magistralmente recreara en piezas como ‘Aladdin Sane’, aquí no tienen mayor reflejo que el de recreaciones poco inspiradas como ‘The Motel’ o la más movida ‘I'm Deranged’. Y es que en plena época post-dance los intentos de crear piezas basadas en disonancias estructuradas como ‘The Hearts Filthy Lesson’ o ‘A Small Plot Of Land’ ya no sorprenden lo más mínimo y se hacen más bien pesadas. Al hacerlas algo más accesibles, como en ‘Thru' These Architects Eyes’, es cuando de verdad consigue una canción lograda, puesto que en su desarrollo podemos escuchar melodías concretas y una guitarra distorsionada que va dejando su impronta junto a un anárquico piano, potenciando ambos el efecto moderno/modernista de este destacado tema. En cambio, ‘Hallo Spaceboy’ puede tomarse como su innecesaria contribución al Big beat que comenzaban a desarrollar conjuntos innovadores en la música de baile como Prodigy, pero repleto de disonancias, aunque si hubiera que elegir un tema que recuerde ese estilo sería sin duda ‘We Prick You’, una especie de rave-pop que queda más animado y melódico, dejando mejor sabor de boca.
Por otro lado, ‘I Am With Name’ presenta una melodía desconcertante que poco a poco va obteniendo forma, si bien no acaba de despegar. Cuando Bowie juega con los sonidos y los efectos sonoros, como en ‘Wishful Beginnings’, el resultado queda más bien como demostración de idea artística que como un tema para disfrutar. Algunos temas que destacan sobre la media de este disco son el potente y bailable ‘The Voyeur Of Utter Destruction (As Beauty)’, que en su parte final se atasca un poco, y la regrabación de ‘Strangers When We Meet’, una de las mejores piezas del anterior The Buddah Of Suburbia, que aquí quizá suene más comercial. Lo que no podía faltar era alguna pieza ambiental, dada la participación de Brian Eno y el precedente de la banda sonora anterior, aquí en la forma de ‘Leon Takes Us Outside’.
Así pues, tras el paréntesis del disco previo como un retorno al espíritu artístico de Bowie, aquí encontramos una vuelta a la comercialidad pero con mucha mayor mesura que la demostrada con anterioridad, obteniendo por el camino un aceptable balance entre la actualización de su sonido, la inspiración melódica y esa motivación por seguir ofreciendo un trabajo diferente y diferenciado respecto del resto de sus coetáneos. Todo ello sin perjuicio de la pérdida de originalidad derivada de la emulación de los estilos musicales más de moda a mediados de los noventa, que eran los asociados a la electrónica (con permiso del llamado grunge).
1) Little Wonder; 2) Looking For Satellites; 3) Battle For Britain (The Letter);
4) Seven Years In Tibet; 5) Dead Man Walking; 6) Telling Lies;
7) The Last Thing You Should Do; 8) I'm Afraid Of Americans;
9) Law (Earthlings On Fire).
Puntuación:
Año de publicación: 1997
EARTHLING
Tras el, digamos, airoso experimento que suponía el disco conceptual anterior, en esta ocasión David decidió dirigirse de manera mucho más directa hacia la escena discotequera más salvaje de finales del siglo XX. Como habíamos visto anteriormente, era el balance entre los nuevos estilos y la inspiración melódica lo que garantizaba una buena obra de Bowie. Si en el análisis del disco anterior se nombraba a Prodigy, el comienzo del disco con ‘Little Wonder’ no hace sino refrendar que Bowie se había fijado en la escena dance del momento. Tan socorrido es ese ritmo rápido y bailable, que cuando más adelante comienza ‘Telling Lies’ no podemos sino pensar que se ha reiniciado el disco sin darnos cuenta. Así que mejor que eso no nos desvíe del gran estribillo que posee ‘Telling Lies’, reminiscente de su gran época berlinesa por su inteligente empleo del contrapunto vocal. No obstante, también se le llega a ir de las manos tanta modernidad y en temas como ‘Dead Man Walking’ o ‘Battle For Britain (The Letter)’ sólo escuchamos el mismo ritmo repetitivo, guitarras artificiales y unas melodías que parecen compuestas en dos minutos.
Este disco fluye con una de cal y otra de arena, pues se van alternando las composiciones aceptables con las más detestables, siendo estas últimas las que se lanzan al techno-dance más descarado, básicamente. Pueden destacarse un par de temas más respecto a lo positivo, donde no entraría ‘I'm Afraid Of Americans’ puesto que detrás de su osado título se encuentra una canción demasiado atascada y de estribillo simplón que no llega a los niveles de calidad exigibles para una composición de Bowie. En cambio, temas como ‘Looking For Satellites’ suenan novedosos respecto a lo que había hecho David durante su carrera, aunque no respecto a la música del momento. Por muchos efectos de sonido que introduzca, tampoco consigue sorprendernos, aunque podría destacarse el solo de guitarra distorsionado y extenso que se desarrolla en su parte final, cortesía del guitarrista habitual Gabrels (el mismo de Tin Machine). Y para dotar a ‘Seven Years In Tibet’ de los aires tibetanos necesarios conforme al título, parece inspirarse en lo que hiciera John Lennon para ‘Tomorrow Never Knows’, procesando la voz para que suene más etérea. Aunque lo mejor de este tema es que, cuando un@ ya está pensando en lo aburrido que es, llega su potente estribillo acompañado de buenos acordes de guitarra.
En resumen, lo que tenemos aquí es: 1) un estilo musical que no casa con la supuesta amplitud de miras de nuestro artista; 2) una falta de inspiración a la hora de componer que nos retrotrae a la trayectoria descendente que había iniciado a partir de los años ochenta. Por tanto, el veredicto sin posibilidad de apelación no puede ser más que el propio de un mal disco. Por otro lado, una vez sobrepasado lo comentado en el punto 1, ¿podrá sobreponerse también al punto 2, esto es, que las musas de la inspiración se le vuelvan a aparecer?
HOURS
Año de publicación: 1999
Puntuación:
1) Thursday's Child; 2) Something In The Air; 3) Survive; 4) If I'm Dreaming My Life; 5) Seven; 6) What's Really Happening?; 7) The Pretty Things Are Going To;
8) New Angels Of Promise; 9) Brilliant Adventure; 10) The Dreamers.
Olvidándose por fin de la escena dance, David se dirigió hacia un sonido igualmente comercial pero más reposado, apoyándose igualmente en su guitarrista habitual Reeves Gabrels tanto para la composición como para la producción. Todos los temas excepto uno vienen escritos por Bowie junto a Gabrels, lo cual no es ni una buena ni una mala noticia, simplemente es irrelevante salvo como indicador de que David no podía valerse por sí mismo.
Para la composición de ‘Thursday's Child’ parece que observaron detenidamente la metamorfosis que había sufrido la banda Texas, que de una primigenia banda rock de guitarras se había transformado en un insulso grupo basado en sonidos pregrabados y en la imagen de su cantante, obteniendo como resultado las mejores ventas de su carrera. Así, Bowie & Co. crearon una balada de sonido artificial envolvente que al menos suena agradable y tiene un estribillo cálido y de cierta expresividad. La primera vez que le escuchamos cantar “Monday, Tuesday, Wednesday...” es fácil que nos venga a la mente la canción ‘Police On My Back’.
De la gran mayoría de los temas no se puede decir que sean malos, ni siquiera flojos, pero tampoco vamos a encontrar nada que nos abra los ojos, salvo momentos destacables en temas determinados. Por poner un ejemplo de lo mejor, si atendemos al comienzo de ‘If I'm Dreaming My Life’, no parece que vayamos a encontrar nada en especial, hasta que se acelera el ritmo y únicamente con unos “oh, oh” Bowie consigue un efecto muy expresivo, nueva demostración de su talento. Pueden destacarse ‘Thursday's Child’ y ‘Survive’ básicamente por tener estribillos elaborados y melodías reconocibles, pero tampoco son lo que esperamos de alguien como Bowie. Por otro lado, ‘Seven’ es una bonita balada acústica que al menos aporta algo de calidez humana a este disco tan artificial.
Otros temas como ‘What's Really Happening?’ tienen un gran comienzo muy esperanzador, pero luego se desinflan en un estribillo vulgar. Peor resultado tiene ‘The Pretty Things Are Going To’, que es un verdadero horror puesto que compiten por irritar al oyente una molesta guitarra y una desafinada y, por momentos, distorsionada parte vocal.
La recta final del disco suena ya bastante vulgar, unos temas imposibles de recordar una vez han acabado. Incluso ‘Brilliant Adventure’ es un instrumental de corte ambiental que suena poco envolvente y que suena como una demo inacabada. En definitiva, no estamos ante un mal disco pero sí ante uno mediocre que, si bien eleva el nivel respecto a lo que habíamos escuchado en Earthling, no consigue agradar lo suficiente como para recomendarlo a nadie.
BOWIE AT THE BEEB
Año de publicación: 2000
Puntuación:
CD I: 1) In the Heat of the Morning; 2) London Bye Ta Ta; 3) Karma Man;
4) Silly Boy Blue; 5) Let Me Sleep Beside You; 6) Janine; 7) Amsterdam;
8) God Knows I'm Good; 9) The Width Of A Circle; 10) Unwashed And Somewhat Slightly Dazed; 11) Cygnet Committee; 12) Memory Of A Free Festival;
13) Wild Eyed Boy From Freecloud; 14) Bombers; 15) Looking For A Friend;
16) Almost Grown; 17) Kooks; 18) It Ain't Easy.
CD II: 1) The Supermen; 2) Eight Line Poem; 3) Hang On To Yourself;
4) Ziggy Stardust; 5) Queen Bitch; 6) I'm Waiting For The Man; 7) Five Years;
8) White Light/White Heat; 9) Moonage Daydream; 10) Hang On To Yourself;
11) Suffragette City; 12) Ziggy Stardust; 13) Starman; 14) Space Oddity; 15) Changes; 16) Oh! You Pretty Things; 17) Andy Warhol; 18) Lady Stardust;
19) Rock'n'Roll Suicide.
CD III: 1) Wild Is The Wind; 2) Ashes To Ashes; 3) Seven; 4) This Is Not America; 5) Absolute Beginners; 6) Always Crashing In The Same Car; 7) Survive; 8)
Little Wonder; 9) The Man Who Sold The World; 10) Fame; 11) Stay;
12) Hallo Spaceboy; 13) Cracked Actor; 14) I'm Afraid Of Americans; 15) Let's Dance.
¡Por fin un gran disco en directo de David Bowie! Bueno, eso realmente lo diríamos del segundo de los volúmenes aquí incluidos. En cualquier caso, hubo de ser la BBC la que rebuscara en sus archivos y publicara toda una panorámica que abarca el período entre 1968 y 1972 en dos discos, más un tercero como bonus que va más hacia delante en el tiempo y recoge un concierto del año 2000, también en la BBC. Como siempre, la calidad del sonido es excepcional, salvo algunos casos concretos de finales de los sesenta.
Y es que precisamente el primer volumen, que va desde 1968 hasta mediados de 1971, es el más flojo de los tres. Del disco proscrito de 1967 solo aparece una canción, la psicodélica pero poco vistosa ‘Silly Boy Blue’. La calidad de sonido de ‘Unwashed And Somewhat Slightly Dazed’ no es muy buena, lo que unido a que originalmente era un flojo tema, aquí se convierte por momentos en una cacofonía. Eso sí, interpretando ‘Amsterdam’ de Jacques Brel suena en directo más convincente. También podemos escuchar una versión primeriza acústica de ‘Width Of A Circle’ (aquí titulada con un “The” añadido), que daba buenos indicios pero que luego se empeoraría al electrificarse en su versión final.
De entre las varias canciones inéditas que podemos encontrar, todas ellas composiciones propias pre-Oddity, pueden destacarse, ‘In the Heat of the Morning’, ‘Karma Man’ (ambas entre la psicodelia orquestal tipo Beatles y el brit-pop tipo Kinks) o la bien construida ‘Let Me Sleep Beside You’, en la cual toca el bajo un tal John Lodge que nada tiene que ver con el de los Moody Blues de mismo nombre. Por otro lado, ‘Looking For A Friend’ es un amigable pero discreto rock de aires sureños, que es presentado como una grabación del proyecto paralelo de corto recorrido Arnold Corns, donde lo único destacable es la guitarra de Ronson, cómo no. Y ‘Almost Grown’ es una floja versión de un tema de Chuck Berry, la típica interpretación de unos músicos que quieren pasar un rato en alegría y relajados. Este primer disco acaba con una curiosa interpretación de ‘It Ain't Easy’, muy potente como sería la versión final (atención a las brillante líneas de bajo del estribillo), donde David se turna con dos de sus músicos para cantarla.
El segundo disco es el más impresionante de todos, pues a partir del tercer tema se trata de Bowie acompañado de The Spiders from Mars en grabaciones de 1972, ejecutando a la perfección y con gran dosis de energía el repertorio seleccionado. Las dos primeras canciones del disco datan de septiembre de 1971 y son quizá más discretas estar interpretadas de manera acústica, únicamente por Robson y Bowie, aunque ‘The Supermen’ deja mejor sensación respecto a la que finalizaba The Man Who Sold The World. La admiración que Bowie sentía por la Velvet Underground y en particular por Lou Reed (no en vano en 1972 él y Ronson producirían la obra maestra Transformer) le hace interpretar tanto ‘I'm Waiting For The Man’ como ‘White Light/White Heat’, aunque ambas desentonan con el gran nivel general del resto de temas. Están bien interpretadas pero suenan a eso mismo, a unos músicos emulando a una banda admirada, si bien hay que ser justos y reconocer que ‘White Light/White Heat’ suena más melódica y eso agradará a algún@s más que el original. Pero lo que mejor se le da a esta banda de Spiders es, por supuesto, la interpretación de temas del Ziggy Stardust, la mayoría de ellos de forma excepcional, con un vigor y una energía adicionales que encandilan. Nada que ver con los conciertos en lugares más abiertos y concurridos donde parecía primar antes las poses y los gestos de auto-fliparse que la música en sí.
El tercer disco debería ser el más flojo en teoría, puesto que el año 2000 no era todavía el de la recuperación de Bowie, pero en el concierto se hace también un buen repaso al pasado con bastantes sorpresas, puesto que no se dirige expresamente hacia los grandes éxitos, sino que interpreta un variado e interesante repertorio. Destacan sobre todo la potente ejecución de ‘Ashes To Ashes’ y la emotiva interpretación de ‘The Man Who Sold The World’, canción que Nirvana había puesto de moda unos años antes. Las canciones más recientes de entonces dejan mejor impresión al aparecer despojadas de tanta artificialidad en un entorno más íntimo y directo. Hasta ‘Little Wonder’ suena mejor de como lo hacía en Earthling. También algunas de las antiguas aparecen mejoradas, como es el caso de ‘Cracked Actor’, que en la brillante ejecución repleta de afiladas y distorsionadas guitarras y acertados coros femeninos, no parece originaria de Hunky Dory sino de Station To Station. En cualquier caso, resulta interesante volver a escuchar viejos temas como ‘Stay’ o ‘Always Crashing In The Same Car’.
Estamos pues ante un gran documento histórico que refleja la evolución musical de la primera etapa de Bowie, clarificando el porqué de su meteórico ascenso y por qué fue toda una sensación en el panorama rock del momento. También deja claro que el mayor lastre del Bowie de los noventa era el abuso tecnológico, tal como queda patente en el potente concierto del año 2000, algo que probablemente captó él mismo para despojarse de elementos superfluos y de artificios de producción y retornar por la puerta grande.
1) Sunday; 2) Cactus; 3) Slip Away; 4) Slow Burn; 5) Afraid;
6) I've Been Waiting For You; 7) I Would Be Your Slave; 8) Gemini Spacecraft;
9) 5:15 The Angels Have Gone; 10) Everyone Says 'Hi'; 11) A Better Future;
12) Heathen (The Rays).
Puntuación:
Año de publicación: 2002
HEATHEN
Éste si es por fin el retorno que todo el mundo deseaba de Bowie. Se apartó de Reeves Gabrels y volvió a reunirse con el guitarrista Alomar y el mítico productor Tony Visconti para reencontrarse artísticamente consigo mismo, pues este último había sido el productor, entre otros, de los álbumes de la llamada Trilogía de Berlín. Así pues, los estilos modernos ya no se emplean como un fin en sí mismos, sino como un medio para diversificar el sonido de las canciones. También contó con la participación eventual de músicos de prestigio como Pete Townshend, Tony Levin o el más contemporáneo Dave Grohl, quien precisamente lograría en este año su primer número uno de ventas de discos en el Reino Unido con su grupo, los Foo Fighters.
El gusto por la diversidad y la experimentación lo encontramos ya desde el inicio, pues ‘Sunday’ parece un espiritual de inspiración gregoriana hasta que entra una parte instrumental más devota de los sonidos orientales. La voz de Bowie parece haber cambiado en estos años, pareciendo la de un hombre mayor, pero se adapta bien al carácter apocalíptico de esta canción. Aunque no puede considerarse un disco conceptual, el hecho de que finalice también con otro tema de visión apocalíptica y redentora (el que le da título al álbum), le confiere un aura, digamos, tenebrista. Lo más curioso en esta última es encontrar un ritmo más bien rockabilly, aunque lento, y un grave saxofón que va apareciendo en algunos momentos. En una vertiente similar, ‘A Better Future’ es una especie de mantra dinámico con un prominente ritmo.
Lo más parecido al álbum anterior lo encontraremos en ‘Everyone Says 'Hi'’, pero parecido a lo que había de bueno en aquél, puesto que si bien la parte instrumental queda un tanto aséptica, la parte vocal tiene al menos interés y a ello se unen diferentes detalles sonoros que van cayendo por el camino. Todas las canciones son de un gran nivel exceptuando ‘Slip Away’, pues sin ser una mala composición se alarga demasiado resultando repetitiva, ya que seis minutos se antoja excesiva duración para lo que ofrece, letra incluida.
Por otro lado, el imponente arranque de guitarra de ‘Slow Burn’ ya nos prepara para uno de los mejores temas del álbum, que podría ser el heredero de la antigua ‘Be My Wife’ no solo por su impresionante trabajo de guitarra, cortesía del gran Pete Townshend. Quizá el título de la balada ambiental ‘5:15 The Angels Have Gone’ sea un guiño al viejo Pete, porque vaya casualidad en la coincidencia de los dígitos. De ‘Afraid’ podríamos destacar que contiene uno de los mejores bajos de todo el disco. ¿Y cómo podría sonar un tema country futurista? Pues la respuesta está en ‘I Would Be Your Slave’, donde su ritmo denota ese inspiración sureña mientras que los elementos que le acompañan, sobre todo el teclado ambiental y los punteos de bajo, le acercan a un sonido novedoso o, cuando menos, diferente.
Encontramos hasta tres versiones en este disco, algo poco habitual dentro de la discografía de Bowie si exceptuamos el obvio Pin Ups de 1973. Dentro de lo que podríamos imaginar eligiendo a Bowie de otros artistas, sorprende que una de las elegidas sea de una canción de los Pixies (‘Cactus’), a la cual aplica un tratamiento que pronto hace olvidar la original, pues completa los espacios con sonidos de teclado y le da una sensación de mayor fluidez. Como toque de humor, queda la sustitución del deletreo original de la palabra “Pixies” por el de “David” en la parte central. Siguiendo con la misma vertiente guitarrera, encontramos una versión todavía más fiera de ‘I've Been Waiting For You’ de Neil Young, actualizando el sonido de la original, que data nada menos que de 1968, perteneciente al discreto pero buen disco de debut del incombustible Young en solitario. La tercera versión es de corte electrónico, un oscuro tema de un artista llamado Legendary Stardust Cowboy, ni más ni menos.
Como decíamos, los años de interrupción musical sirvieron de bálsamo para que Bowie volviera por la puerta grande, en un año que vivió otros grandes retornos como el de Bruce Springsteen y el de George Harrison, aunque éste ya de manera póstuma. Este álbum posee todas las características del mejor Bowie: diversidad, experimentación y melodías con gancho. Cuando ya parecía desahuciado artísticamente, publicó su mejor trabajo desde aquel lejano Low.
REALITY
Año de publicación: 2003
Puntuación:
1) New Killer Star; 2) Pablo Picasso; 3) Never Get Old; 4) The Loneliest Guy;
5) Looking For Water; 6) She'll Drive The Big Car; 7) Days;
8) Fall Dog Bombs The Moon; 9) Try Some, Buy Some; 10) Reality;
11) Bring Me The Disco King;
[BONUS TRACKS:] 12) Fly; 13) Queen Of All The Tarts (Overture); 14) Rebel Rebel.
Que David Bowie publicara un nuevo disco con tanta rapidez respecto al anterior, cuando previamente había necesitado tres años para volver con una obra a la altura de su leyenda, podía suscitar razonables dudas respecto a lo que nos iba a ofrecer. ¿Serían temas descartados de las grabaciones de Heathen? La respuesta parece ser que simplemente se encontraba en un gran estado de forma creativo, puesto que seguimos con buenas composiciones propias, una acertada selección de versiones y la experta producción de Tony Visconti, garantía de sonido inmaculado.
Conforme empezamos a escuchar ‘New Killer Star’, da la impresión de que Bowie ha aprendido la lección de los Blur más experimentales aunque en el estribillo parece imitarse a sí mismo, concretamente a su época berlinesa. Los ecos de Blur no acaban aquí, pues ‘Never Get Old’ podría parecer sacado del disco 13 de los londinenses, ya que David canta igual que lo haría Damon Albarn. A estas alturas tampoco es ningún descubrimiento que Bowie eche un vistazo a su alrededor y asimile cualquier tipo de influencia. Incluso cuando presenta algún tema más pop, se le añaden detalles suficientes para mejorar el resultado final, como la voz procesada de ‘She'll Drive The Big Car’ o su sorprendente solo de armónica, algo artificial pero sorprendente de todas maneras. En cambio, ‘Days’ hubiera salido ganando de no haberle añadido unos innecesarios y melosos violines, pues presenta un agradable ritmo y una sencilla letra sobre el egoísmo que impide valorar la verdadera amistad.
‘Pablo Picasso’ es todo un festín de grandes líneas de guitarra que engrandecen este tema, incluyendo un fragmento de corte flamenco que suena algo extravagante, pero que en todo caso encaja bien en el homenaje a Picasso, o lo que parece un homenaje ya que habla de su éxito con las mujeres y no de su obra, con frases como “Pablo Picasso never got called an asshole”. En realidad este tema es una versión del grupo de los setenta The Modern Lovers, aquél en el que estuvo Jerry Harrison antes de marcharse a los Talking Heads. La canción que da título al álbum es una excusa para poner la guitarra eléctrica en primer plano, aportando un electrizante trabajo de fiereza rockera equiparable a la época de Tin Machine. Y es que la guitarra se convierte en el instrumento principal junto a secciones rítmicas potentes, como ocurre en ‘Looking For Water’. Otra canción destacada es ‘Fall Dog Bombs The Moon’, una de las más sutiles melódicamente y con un armazón instrumental compacto y de prominente bajo, con uno de los mejores trabajos de guitarra de todo el álbum.
Lo que no parece carburar es la vertiente intimista de Bowie. La minimalista ‘The Loneliest Guy’ produce más tedio que otra cosa, donde solo se salvan las guitarras de fondo que aparecen en su parte final. El disco original lo cierra una plomiza composición también de corte minimalista y sin melodías titulada ‘Bring Me The Disco King’, donde David parece querer sonar como un Ian Curtis moderno (ecos de Curtis llegan con tanto “Dance, dance, dance”) pero sin nada de gancho y durante casi ocho minutos que se vuelven eternos. Quizá viendo la debilidad en este campo se optó por grabar ‘Try Some, Buy Some’ de George Harrison para tener algo tranquilo y decente al mismo tiempo.
En los bonus tracks encontramos tres canciones más que no aportan nada nuevo: la mediocre y disonante ‘Fly’; la más interesante electrónica ambiental de ‘Queen Of All The Tarts (Overture)’; y una innecesaria regrabación de ‘Rebel Rebel’ (del Diamond Dogs de 1974) en plan moderno pero que acaba sonando casi igual que la original. Tampoco afean el resultado final de un disco que, si no fuera por los dos patinazos indicados, podría haber estado al mismo nivel que el genial Heathen. Aun así, un gran álbum de David Bowie.
LIVE SANTA MONICA '72
Año de publicación: 2008
Puntuación:
1) Introduction; 2) Hang On To Yourself; 3) Ziggy Stardust; 4) Changes;
5) The Supermen; 6) Life On Mars?; 7) Five Years; 8) Space Oddity; 9) Andy Warhol; 10) My Death; 11) The Width Of A Circle; 12) Queen Bitch; 13) Moonage Daydream; 14) John, I'm Only Dancing; 15) I'm Waiting For The Man; 16) The Jean Genie;
17) Suffragette City; 18) Rock'n'Roll Suicide.
Correspondiente al Ziggy Stardust Tour que siguió a la publicación de dicho álbum en 1972 es este concierto acaecido en Santa Mónica (California), en el mes de octubre. En principio parece una oferta interesante porque se trata del mejor disco de la carrera de Bowie, pero si recordamos el concierto filmado Ziggy Stardust: The Motion Picture grabado unos meses después, en 1973, podemos hacernos una idea de lo que encontraremos aquí. Es más de lo mismo, puesto que recae en los mismos pecados que aquélla, esto es, unas interpretaciones pasables con una calidad de sonido no demasiado conseguida, unos músicos a los que se les puede perdonar algún desliz con las notas pero no que se miren el ombligo mientras tocan un solo (decepcionante la guitarra de Mick Ronson), y un Bowie que cantando se esfuerza más en interpretar su papel que en alcanzar las melodías correctamente. Por suerte, el repertorio elegido es para 1972 de gran nivel y en su mayor parte las canciones pueden disfrutarse aunque sea por el interés de escucharlas en directo. Al menos ‘The Supermen’ mejora respecto a la versión de estudio porque David no suena irritante y el potente riff de guitarra está colocado en primer término. En el polo opuesto, podemos divagar sobre qué le ha ocurrido al otrora asesino riff de ‘Queen Bitch’, que aquí suena simplificado e inofensivo. Al menos durante el estribillo sí que se luce un poco Ronson.
Como únicas novedades del cancionero encontramos dos versiones. Por un lado, ‘My Death’ es el intento de Bowie de parecerse a Jacques Brel feneciendo en el intento, donde canta acompañado únicamente de la guitarra acústica. La otra versión es ‘I'm Waiting For The Man’ de su amigo Lou Reed (recordemos que a finales de 1972 se publicaría el definitivo Transformer de éste, producido por David Bowie y Mick Ronson), que comparada con la original de The Velvet Underground, ciertamente suena amateur y más floja.
En general, lo que más lastra este disco es la limitada calidad del sonido, pero puede escucharse con interés aunque no provoque ninguna clase de entusiasmo. Sin nada más que añadir, no estamos más que ante un disco pensado para los fans de la primera etapa gloriosa de Bowie. Para el resto, ni siquiera sirve como un “grandes éxitos” en directo porque es una época muy temprana en su carrera y porque las versiones de estudio son muy superiores. Podría haber seguido perfectamente como disco pirata, tal como era su estatus hasta 2008, para que solo lo buscaran los verdaderos devotos de la música de Bowie.
CD I: 1) The Next Day; 2) Dirty Boys; 3) The Stars (Are Out Tonight); 4) Love Is Lost;
5) Where Are We Now?; 6) Valentine's Day; 7) If You Can See Me;
8) I'd Rather Be High; 9) Boss Of Me; 10) Dancing Out In Space;
11) How Does The Grass Grow?; 12) (You Will) Set The World On Fire;
13) You Feel So Lonely You Could Die; 14) Heat.
CD II: 1) Atomica; 2) Love Is Lost (Hello Steve Reich Mix by James Murphy for the DFA); 3) Plan; 4) The Informer; 5) I'd Rather Be High (Venetian Mix);
6) Like a Rocket Man; 7) Born in a UFO; 8) I'll Take You There; 9) God Bless the Girl;
10) So She.
Puntuación:
Año de publicación: 2013
THE NEXT DAY
Mirando la portada del que era el gran retorno de David Bowie a la escena musical abandonada durante unos años debido a problemas de salud (aunque con apariciones estelares como aquélla junto a Arcade Fire), un@ no sabe si se trata de una broma o si realmente es un consciente homenaje al disco Heroes. De hecho, el inicio con ‘The Next Day’ podría tomarse como una actualización de ‘Beauty And The Beast’, limando las asperezas que presentaba esta última, por lo que bien se podría pensar la primera vez que Bowie estaba intentando crear una continuación de Heroes pero recreándose en el original, tal como hiciera Mike Oldfield en Tubular Bells II. Afortunadamente, este disco es mucho más que eso y nos vuelve a traer un buen puñado de buenas composiciones para enaltecer esta etapa final de la carrera de David. En general, encontramos aquí un sonido dinámico, moderno, a veces rayano en lo industrial. Es decir, en esencia es lo que habitualmente encontramos en un álbum de Bowie: el empleo de sonidos y ritmos contemporáneos para pulir sus propios temas. No está Brian Eno para intentar sorprendernos pero sigue en la producción Tony Visconti, una garantía de que al menos se podrá escuchar con agrado y cierto interés.
‘The Stars (Are Out Tonight)’ es el gran éxito que podemos encontrar aquí, puesto que posee un ritmo ágil y pegadizo, hasta bailable, en el que la parte vocal de David interactúa con destellos instrumentales que van cayendo tanto de la guitarra eléctrica como del teclado. La canción gana puntos con cada nueva escucha porque instrumentalmente es impecable y primero pasa algo desapercibida por estar la voz en primer plano. Y es que los años tampoco se dejan notar a veces en la música, como podemos ver en el fiero riff que inicia ‘(You Will) Set The World On Fire’, de los que Angus Young desearía tocar en cualquier canción de AC/DC. Además, es un homenaje a los músicos folk que dieron lustre al Greenwich Village en los primeros sesenta. En ‘I'd Rather Be High’ también emplea un reconocible riff de guitarra como leitmotiv de un tema de aires futuristas, aunque la versión que podría dejarse como definitiva es la del disco Extra, puesto que la producción la hace sonar más cristalina y brillante, incluido un embellecedor clavicordio. Otro guiño al pasado, no tan lejano, lo encontramos al final de ‘You Feel So Lonely You Could Die’, ya que se escuchan los redobles de percusión de ‘Five Years’, el tema que iniciaba el Ziggy Stardust.
Canciones como ‘Love Is Lost’ o ‘Dirty Boys’ demuestran lo bien que sabía plantear los ritmos y sus giros a lo largo de un tema, para crear tensión e ir aliviando el grado según el momento. Concretamente ‘Dirty Boys’ juega con un ritmo marcado por el saxofón, instrumento que toma el protagonismo en diversos momentos, no solo en esta canción sino también en el resto del álbum. El punto débil se deja ver en las canciones más tranquilas (‘Heat’, ‘Where Are We Now?’), que suenan con diferencia más flojas que el resto de temas, y también en la aburrida ‘Boss Of Me’.
Ya vimos en Reality que Bowie profesaba un (in)consciente gusto por el estilo de los Blur más experimentales, que aquí parece aflorar nuevamente (‘How Does The Grass Grow?’) pero mezclado con una de las inolvidables melodías de ‘Apache’ de los Shadows, en forma de coro un tanto desastrado. En cambio, en ‘Valentine's Day’ se acerca a un brit-pop actualizado con buenas melodías en las estrofas y un estribillo donde destaca la guitarra en primer término. Tampoco se pierden los ecos de Earthling y en ‘If You Can See Me’ se lanza al Big beat mezclado con disonancias que en conjunto no acaban de convencer. En cambio, si habíamos citado al principio a Arcade Fire, ‘Dancing Out In Space’ sería una especie de emulación del estilo de los canadienses, una nueva adaptación camaleónica de Bowie.
En la edición Extra de este álbum encontramos un segundo disco que recoge un buen puñado de canciones inéditas que demostraban la laboriosa dedicación de su autor. No hay que crearse muchas expectativas, puesto que si en la era del CD, en que un disco puede llegar a los ochenta minutos, se quedan canciones fuera y éste se queda en menos de sesenta, es porque probablemente el nivel de los descartes no era el adecuado respecto al del resto. En cualquier caso, la mayoría de estos temas adicionales son aceptables, salvo un innecesario remix de más de diez minutos de ‘Love Is Lost’, que simplemente añade artificiosidad tecnológica sin originalidad, o el insulso instrumental ‘Plan’, que al menos es breve. Vale la pena escuchar la gran progresión de ‘God Bless The Girl’ y ‘So She’ (que incluye instrumentos orquestales y una gran guitarra), además del ya citado excepcional mix de ‘I'd Rather Be High’.
The Next Day es un disco más bien oscuro que no llama la atención en primera instancia, por lo que es fácil caer en el error de escucharlo una vez y dejarlo en el cajón del olvido por no destacar nada aparentemente. Vale la pena por tanto darle una segunda (o quizá una tercera) oportunidad. No se trata de uno de sus mejores álbumes pero tampoco debe ocupar precisamente un lugar menor en su discografía, ya que presenta una buena cantidad de melodías apreciables que vale la pena descubrir. Recomendable para quienes gusten del equilibrio entre modernidad y melodía.
FIVE YEARS (1969-1973)
Año de publicación: 2015
Puntuación:
CD I: 1) Space Oddity (original UK mono single edit); 2) Wild Eyed Boy From Freecloud; 3) Ragazzo Solo, Ragazza Sola; 4) The Prettiest Star; 5) Conversation Piece;
6) Memory Of A Free Festival (Part 1); 7) Memory Of A Free Festival (Part 2);
8) All the Madmen; 9) Janine; 10) Holy Holy; 11) Moonage Daydream;
12) Hang On To Yourself.
CD II: 1) Changes; 2) Andy Warhol; 3) Starman; 4) John, I'm Only Dancing;
5) The Jean Genie; 6) Drive-In Saturday; 7) Round And Round;
8) John, I'm Only Dancing; 9) Time; 10) Amsterdam; 11) Holy Holy;
12) Velvet Goldmine.
Esta caja recopilatoria recoge una reedición de los álbumes originales que se publicaron entre esas fechas más el ya revisado concierto de Santa Mónica, la banda sonora Ziggy Stardust: The Motion Picture Soundtrack y una colección de singles y rarezas. Algunas de estas rarezas o singles ya los conocíamos por haber sido incluidas en las reediciones posteriores de los álbumes de su época.
En general, los singles no presentan diferencias apreciables respecto a lo que podemos escuchar en los álbumes. Por ejemplo, en ‘Space Oddity’ la versión en mono no aporta realmente nada nuevo, salvo que quizá se aprecian mejor el saxofón y las flautas, pero lo que sí sobraba es la versión en italiano, titulada ‘Ragazzo Solo, Ragazza Sola’. En la misma línea, ‘Wild Eyed Boy From Freecloud’ es un horroroso tema acústico que formaba la cara B del single de ‘Space Oddity’, dos extremos completamente opuestos, pues suena todavía peor que la versión del LP. La versión mono del single de ‘The Prettiest Star’ queda mejor porque no se escuchan los coros cutres de la versión del LP y el single ‘John, I'm Only Dancing’ ya lo conocíamos por aparecer como bonus track en Ziggy Stardust, si bien aquí aparece otra toma con saxofón que en realidad no supone una diferencia destacable.
Del single ‘Holy Holy’ encontramos dos versiones diferentes. Una, la original de 1971, es una pieza de psicodelia jovial, mientras que la otra viene etiquetada como “Spiders version” puesto que en principio iba a ser incluida en el Ziggy Stardust pero fue desechada en el último momento. Esta última mejora mucho al estar grabada en clave rock con una prominente sección rítmica y acortarse un minuto. También de la época previa a Ziggy Stardust encontramos las grabaciones de ‘Moonage Daydream’ y ‘Hang On To Yourself’, grabadas con un grupo de corto recorrido que fundó el propio Bowie, Arnold Corns, el cual publicó un par de singles y desapareció, aunque luego algunos de sus temas se regrabaron con mucho mejor resultado, sobre todo ‘Hang On To Yourself’, que suena bastante mal.
Por otro lado, ‘Amsterdam’ es en realidad la canción de Jacques Brel que ya conocíamos/padecíamos del álbum de versiones Pin Ups. Para escuchar una mala copia, es mejor dirigirse al original. Otra composición ajena que también queda poco convincente es ‘Round And Round’, donde lo único que se salva es la guitarra de Ronson.
En resumidas cuentas, nadie que posea los álbumes originales necesita este box set para nada, pues lo que se supone que debe marcar la diferencia (los dos últimos discos de rarezas) al final no presenta tantas novedades como cabría esperar. Eso sí, a ‘Holy Holy’ vale la pena echarle un vistazo.
1) Blackstar; 2) 'Tis A Pity She Was A Whore; 3) Lazarus;
4) Sue (Or In A Season Of Crime); 5) Girl Loves Me; 6) Dollar Days;
7) I Can't Give Everything Away.
Puntuación:
Año de publicación: 2016
BLACKSTAR
Durante los años anteriores se había especulado con un tratamiento de cáncer que habría apartado de nuevo a David Bowie de la escena musical. Por desgracia, esos rumores probaron ser ciertos y tan solo dos días después de la publicación de Blackstar fallecería de cáncer. El artista verdadero que llevaba dentro le indujo a trabajar hasta el último momento y poder dejar así un último destello de su grandeza. Fue su único álbum en alcanzar el número uno en Estados Unidos puesto que no hay nada que aumente tanto las ventas como un fallecimiento, una desafortunada manera de que se acreciente el interés de la gente. Siguió su alianza con Visconti en la producción pero los músicos que se eligieron nunca habían tocado con Bowie, una manera de hacer el sonido diferente aunque también contaría el secreto en que se quiso mantener la grabación del álbum.
Escuchar ‘Blackstar’ conociendo el estado irreversible de la enfermedad que le llevaría a la muerte, produce el mismo efecto que escuchar Closer de Joy Division después de saber que Ian Curtis se suicidó poco después. Tiene diferentes secciones, la primera la más tétrica quizá, en la que se acompaña de una percusión vacilante pero ágil y destellos de teclado, de manera similar a cómo lo hubieran hecho los Radiohead de Kid A. Pasados los cuatro minutos parece transformarse en una especie de réquiem solemne para entrar luego en una sección más agradable pero antecedida por la frase “Something happened on the day he died”. La parte final prosigue con el tono sombrío del inicio aunque con una percusión y un ritmo más calmados. ‘Lazarus’ no se queda atrás en esa atmósfera densa y predictible respecto al final que esperaba a Bowie al otro lado del estudio de grabación. Es destacable el acertado uso del saxofón, pues aporta un aura de pesar con sonidos más graves que ciertamente potencian el resultado final. Al menos tiene un último mensaje positivo: “Oh, I’ll be free / Just like that bluebird”.
‘Girl Loves Me’ ofrece una inquietante estructura y una letra de referencias literarias en las que se emplea un lenguaje tomado en parte de La naranja mecánica de Anthony Burgess, aunque el personaje de la canción no se encuentra en el Korova sino en Chesnut Tree, que era la cafetería donde iba Winston, el personaje de 1984, la gran novela de George Orwell que tan relevante papel había protagonizado en la carrera discográfica de Bowie. En cambio, ‘Dollar Days’ es una especie de confesión autobiográfica revestida de la instrumentación más normal de todo del álbum. Y más bien como lamento podríamos catalogar la final ‘I Can't Give Everything Away’, en la cual se repite excesivamente el título, aunque al menos parece dejar una sensación agradable dentro de lo sombrío del disco.
Que Bowie estuviera enfermo no significa que en la música no tengamos también piezas más potentes como ‘'Tis A Pity She Was A Whore’, todo un caos musical, o la más dance ‘Sue (Or In A Season Of Crime)’, que mantiene el estilo iniciado en Earthling y por el que tanto aprecio sintió Bowie como una manera de sentirse moderno desde entonces, aunque muchas veces los resultados fueran más bien flojos como es el presente caso. Demasiadas disonancias con un ritmo agresivo que no provoca momentos nada agradables.
Y así llegó un final más que honorífico para una trayectoria inevitablemente llena de altibajos pero con una gran cantidad de buenos discos y todavía más de imprescindibles temas para cualquier aficionado al rock. Este álbum demuestra que los buenos músicos, cuando se desprenden de la influencia de las modas para la creación, por muy mayores que sean consiguen crear algo personal y propio, en este caso un verdadero testamento musical mediante el que David pudo despedirse orgulloso y feliz de haber estado a la altura en los momentos finales.
RECOPILATORIOS
THE BEST OF DAVID BOWIE 1969/1974
Año de publicación: 1997
El título del recopilatorio ya lo dice todo. Como es habitual en las recopilaciones, se obvia todo lo anterior al álbum Space Oddity (lo cual no es ninguna lástima tampoco), por lo que aquí se recoge una selección de la primera etapa exitosa de Bowie. Están todos los grandes éxitos de esos años y las únicas novedades son los singles ‘Velvet Goldmine’ y ‘John, I'm Only Dancing’ (en su versión de saxofón), que ya se conocieron después en ediciones de otros discos, así como el éxito que donó a Mott The Hoople, ‘All The Young Dudes’, que ciertamente suena mejor en la versión de estos últimos.
VÍDEOS
ZIGGY STARDUST: THE MOTION PICTURE
Año de publicación: 1983
En 1973 el afamado director D. A. Pennebaker, el mismo que había filmado el aclamado festival de Monterrey de 1967 o al Dylan más inquieto durante su visita al Reino Unido en Dont Look Back (sic), grabó el que iba a ser el último concierto de David Bowie como la personificación de Ziggy Stardust. Este concierto tuvo lugar en el emblemático emplazamiento del Hammersmith Odeon de Londres y en la presentación ya anuncia Bowie que será la última actuación de la gira y el último que harán jamás, aludiendo a la necesidad de cambiar de aires. Musicalmente no deja nada satisfech@ a nadie, puesto que los músicos parecen más preocupados por su imagen y las poses que en realizar una interpretación en condiciones. De hecho, ése parece ser el motivo de que la grabación se mantuviera archivada durante una década, pues hubieron de realizar retoques para mejorar el defectuoso sonido. El concierto es una curiosidad sin mayor repercusión.
SERIOUS MOONLIGHT
Año de publicación: 1984
De la gira relativa al lanzamiento de Let's Dance, llamada Serious Moonlight Tour, se recoge aquí el concierto acaecido en Vancouver en septiembre de 1983. Vemos la imagen típica del Bowie de los ochenta, con su traje de la época y esos bailes característicos levantando los talones. Interpreta una panorámica muy amplia de su carrera, con muchas canciones y alguna que otra sorpresa, como la interpretación de ‘White Light/White Heat’ de los Velvet Underground. Eso sí, no encontraremos nada de Ziggy Stardust, sorprendentemente. Sus guitarristas habituales, Earl Slick (que parece Keith Richards) y Carlos Alomar (vestido de tal manera que parece pakistaní), demuestran una gran habilidad técnica y son parte importante en las notables interpretaciones del repertorio. Bueno, en ‘Heroes’ no pueden igualar la maestría y finura de Robert Fripp, pero salen también airosos. En los extras está el documental de la época Ricochet, donde se sigue a Bowie por su gira asiática, sobre todo fuera del escenario, motivo por el cual está más enfocado a ensalzar su imagen y, por consiguiente, dirigido a l@s fans. No así el concierto principal, que vale la pena conocer.
GLASS SPIDER
Año de publicación: 1988
El mismo director de Serious Moonlight y algunos de los vídeos musicales de los ochenta de Bowie, David Mallet (poseedor de un amplio currículum de filmaciones de conciertos de rock de estrellas consagradas), vuelve a repetir en esta película que recoge una selección de la gira The Glass Spider Tour, la de presentación de Never Let Me Down. El repertorio interpretado obvia casi todo lo anterior a 1975 aunque curiosamente se incluyen dos versiones de finales de los sesenta: ‘I Wanna Be Your Dog’ de The Stooges y ‘White Light/White Heat’ de la Velvet Underground, esta última ya habitual en sus giras. El propósito de la gira era impactar visualmente al público, como siempre, pero esta vez a lo grande. Llama la atención desde el principio, cuando vemos a Carlos Alomar salir a solas al escenario con un peinado que no pasa desapercibido. La actuación está muy teatralizada, con actores vestidos de manera futurista y decadente como si David hubiera recogido a los personajes del vídeo musical de ‘Ashes To Ashes’. También podemos ver a Peter Frampton en el escenario y lanzando sus solos de guitarra (incluso canta en algún tema), pues recordemos que participó en la grabación de Never Let Me Down. La música de aquel álbum suena mejor en directo, pero obviamente distan mucho del nivel de sus grandes composiciones. Así pues, observamos a un Bowie que ya domina por completo la puesta en escena, no sólo en lo referente a su persona (que eso ya lo tenía dominado desde Space Oddity), sino sobre todo en todo el apartado visual, incluidos los músicos y los extras. Como siempre, la guitarra de ‘Heroes’ suena floja y para escuchar una interpretación excelente hay que dirigirse a King Crimson (porque ahí está Robert Fripp, claro). Por último, señalar que el título de esta película, a pesar de corresponderse con una canción de Bowie, lo comprenderemos mejor cuando nos enseñen una panorámica completa del escenario iluminado.
FIVE YEARS
Año de publicación: 2013
Estupendo documental de la BBC de casi noventa minutos que repasa cinco años cruciales en la carrera de Bowie, no consecutivos (aunque en realidad se abarcan más años): Ziggy Stardust, la época Filadelfia de Young Americans, Station To Station y la trilogía de Berlín, Scary Monsters y por último la deriva comercial de Let's Dance. Está todo muy bien documentado, con imágenes poco vistas (o quizá inéditas en muchos casos), extractos de entrevistas a Bowie y entrevistas actuales a algunos de los músicos intervinientes en los álbumes (incluidos Brian Eno y un Robert Fripp que no se sabe si habla en serio o en broma) y, por supuesto, la genial música de David. Se citan muchas curiosidades, como por ejemplo que para ‘Heroes’ Fripp grabó tres tomas con la guitarra y luego Visconti (el productor) hizo que sonaran las tres simultáneamente en la versión final. En definitiva, un documental imprescindible para quienes adoren la música de este genio.
THE MAN WHO CHANGED THE WORLD
Año de publicación: 2016
Este documental recoge entrevistas actuales de gente allegada a Bowie, principalmente durante los años sesenta y setenta, así como extractos de entrevistas a este durante diferentes épocas. Pero presenta dos problemas, uno grave y el otro gravísimo. El problema grave son los continuos virajes temporales durante la narración, que resultan caóticos en algunos momentos. El problema gravísimo es que se habla de la música de Bowie y su evolución pero no hay música original de él. ¿Cómo puede glorificarse su música sin que puedan valorarse esos juicios de opinión escuchándola al mismo tiempo? Lo que deja es una sensación de palabrería gratuita que podría trasladarse a la música de cualquier otro y no notar el cambio. Por tanto, este documental solo reviste algo de interés por algunas de las anécdotas de los allegados de David, puesto que de las entrevistas a este tampoco se pueden extraer muchas conclusiones. Eso sí, la que realiza para Russell Harty, troceada en varias partes, nos muestra a un Bowie en un pésimo estado físico, muy demacrado. Es de mitad de los años setenta, cuando las drogas duras formaban parte de su vida cotidiana y le afectaron hasta mentalmente, tal como quedaría reflejado en sus declaraciones pro-nazis de la época.
THE LAST FIVE YEARS
Año de publicación: 2017
El mismo director del recomendable documental Five Years, de 2013, volvió con una nueva entrega en la cual se centra en los cinco últimos años de vida de David Bowie, tal como nos adelanta el título. Como esos últimos años significaron también una mirada al pasado por parte de David, se muestran también pinceladas de lo que fue su carrera. Descubrimos aquí cómo estuvo involucrado en sus últimos proyectos hasta el final de su vida, incluida una obra teatral musical titulada Lazarus que recogía composiciones de toda su discografía. Es en esta obra, así como en Blackstar y, sobre todo, en The Next Day que se centra el documental para explicarnos los aspectos biográficos que se encuentran en ellas.
FINDING FAME
Año de publicación: 2019
Completa el director Francis Whately su trilogía documental sobre la carrera de David Bowie con este nuevo título que nos habla de sus primeros años, desde sus primeros grupos hasta que llegó el éxito con su personaje de Ziggy Stardust (recordemos que el éxito de la canción ‘Space Oddity’ fue puntual y pasajero). Nos podemos hacer una idea previa de que el joven David Jones (su apellido real que empleó hasta cambiarlo por Bowie) era una persona ambiciosa, con inquietudes y que se sabía inteligente y superior a la gente de su entorno. De ahí que, en la mayoría de bandas en las que estuvo, su nombre se resaltaba junto a la denominación del grupo: Davie Jones and The King Bees, Davy Jones and The Lower Third… Pero comprobamos cómo en sus inicios era un vulgar imitador, todavía en fase de aprendizaje, aparte de no tener claro si iba a ser un cantante de folk, r&b, rock… o si se iba a dedicar al mimo o la actuación. Que al final acabó juntando todo ello para conseguir su propio estilo, pero su producción en esos primeros años carece de interés. Muchas decepciones hubo de llevarse, pero el documental nos muestra a un artista que supo aprender de sus errores y evolucionar, lo cual puede servir de ejemplo para otros artistas noveles.
Bibliografía recomendada
Autor: Paolo Hewitt // Ed. Blume // 2016 (Edición actualizada)
Libro imprescindible para todo amante de la música de David Bowie porque realiza un repaso de su vida y su obra siguiendo cronológicamente cada uno de los álbumes publicados, incluido Blackstar si se trata de la edición actualizada (la edición original es de 2013). De esta manera podemos entender la génesis de muchos álbumes y canciones, aparte de dejar plasmada la versatilidad artística de este genio de la música. Eso sí, la letra diminuta que han empleado para el libro puede resultar fastidiosa. A quien le interese más los cotilleos, o simplemente porque ya conoce de sobra la obra de Bowie, puede dirigirse a Starman (2011) de Paul Trynka como complemento del libro de Hewitt.
Autores: María Hesse y Fran Ruiz // Ed. Lumen // 2018
Para quien le interese tan solo una panorámica de la vida de David Bowie, más breve, y además imaginada como una narración en primera persona, una buena opción es este libro que contiene además unas ilustraciones originales que demuestran la inspiración que transmite Bowie a todo tipo de artistas, incluidos los artistas visuales.