CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
THE CURE
CD I: 1) 10:15 Saturday Night; 2) Accuracy; 3) Grinding Halt; 4) Another Day; 5) Object; 6) Subway Song; 7) Foxy Lady; 8) Meat Hook; 9) So What; 10) Fire In Cairo;
11) It's Not You; 12) Three Imaginary Boys; 13) The Weedy Burton.
CD II: 1) I Want To Be Old; 2) I'm Cold; 3) Heroin Face; 4) I Just Need Myself;
5) 10:15 Saturday Night; 6) The Cocktail Party; 7) Grinding Halt; 8) Boys Don't Cry;
9) It's Not You; 10) 10:15 Saturday Night; 11) Fire In Cairo; 12) Winter;
13) Faded Smiles; 14) Play With Me; 15) World War; 16) Boys Don't Cry;
17) Jumping Someone Else's Train; 18) Subway Song; 19) Accuracy;
20) 10:15 Saturday Night.
THREE IMAGINARY BOYS
Año de publicación: 1979
Puntuación:
Los inicios de The Cure nada tienen que ver con el estilo de rock etiquetado como gótico ni con el sonido que desarrollarían a partir de los años ochenta. En sus inicios, la banda de Robert Smith estaba influida por el movimiento punk y por sus íntimos coetáneos Siouxie and The Banshees (no en vano el propio Smith formaría parte de ellos como guitarrista durante este mismo año), además de presentar una formación básica de guitarra, bajo y batería que proporcionaba un sonido directo que no recuerda en nada a las densas capas de sonido que jalonarían buena parte de su producción posterior.
La intencionalidad artística con la que afrontaron su producción desde sus comienzos ya se deja relucir en la intrigante introducción de ‘10:15 Saturday Night’, que crea una perfecta tensión con las notas sueltas de guitarra y la percusión hasta que entra el ritmo definitivo. Más adelante encontramos como una reescritura de ella algo menor llamada ‘Meathook’. Esa manera de intrigar desde el inicio la volverán a repetir en ‘Subway Song’ pero desde un ritmo pausado llevado por los platillos e incluso algunos chasquidos de dedos. Esta calma quedará reventada por un acongojante sonido aterrador que nos meten abruptamente al final.
Lo único genuinamente punk que encontraremos aquí son la enérgica ‘It's Not You’ y la más convencional ‘So What’, en la cual Smith parece querer imitar la manera de cantar atascada de Johnny Rotten. No es ningún pecado, puesto que recordemos el shock que produjo la aparición de los Sex Pistols un par de años antes. Aunque estos inicios sean más devotos del punk, afortunadamente hay espacio para las baladas, pues éstas son interpretadas con gusto como es el caso de ‘Fire In Cairo’ o ‘Three Imaginary Boys’, esta última poseedora de un timbre de guitarra especial y una solemnidad meritoria para los escasos medios de los que se dispone. En cambio, ‘Another Day’ es también lenta pero más insulsa.
Lo que sí parece denotar el disco es la camaradería y amistad existente entre los miembros del grupo. Se nota que lo están pasando muy bien, no solo por simples divertimentos como la breve ‘The Weedy Burton’, sino también por la sorprendente versión de ‘Foxy Lady’ (sí, la de Jimi Hendrix), que poco tiene que ver con la original salvo en la letra, pues aquí se obvia por completo su conocido riff y se sustituye por una melodía simplona de teclado, como si en vez de The Cure se tratara de los B52's. El resultado es bastante extraño pero guarda un especial encanto. El alegre y pegadizo ritmo de bajo de ‘Grinding Halt’ recuerda vagamente a la melodía vocal de la archiconocida ‘I Only Want To Be With You’ (popularizada por Dusty Springfield aunque luego fuera versionada en muchas ocasiones), pero la canción en general puede tomarse como arquetipo de la mitad de canciones de la futura Movida madrileña.
En la edición Deluxe del álbum encontramos un segundo disco que contiene infinidad de demos, temas descartados, actuaciones en directo y dos impresionantes canciones que formarían parte de la edición de Three Imaginary Boys en Estados Unidos, reestructurada y titulada allí como Boys Don't Cry en honor al famoso single. Y es que ‘Boys Don't Cry’ es una de las canciones más conocidas y universales de The Cure, reconocible por su agridulce melodía de guitarra y su letra sobre corazones rotos. Pero no es la única joya que podemos encontrar, pues además de un ritmo frenético, las inmejorables melodías y la memorable parte vocal de ‘Jumping Someone Else's Train’ la convierten en todo un clásico de la banda. Junto a estos dos temas, ‘World War’ aparecía también pero únicamente en las primeras copias de Boys Don't Cry, pues luego sería descartada en la reedición en CD, si bien no se le echaría en falta al ser un tema bastante flojo. Aprovechamos también para comentar las canciones nuevas que aparecerán en esa reedición estadounidense y que no aparecen aquí. Una de ellas es ‘Killing An Arab’, poseedora de otra gran melodía de guitarra pero en este caso de aires orientales. Y nos quedaría solo nombrar a ‘Plastic Passion’, más discreta pero con energía suficiente para dotarla de interés.
Del resto, encontramos un poco de todo y en algunos casos la calidad de sonido es bastante deficiente, por lo que si las composiciones son además bastante malas, como en ‘Heroin Face’ o ‘The Cocktail Party’, se hubiera agradecido que adelgazaran el contenido para dejar solo lo aceptable. Aunque para pésima calidad de sonido están las tres últimas canciones, recogidas de un concierto en Nottingham de 1979. Puede resultar curioso escucharlas, pero es que en el caso de ‘Accuracy’ se convierte todo en una cacofonía que hace verdadero honor al prefijo caco. Entre las demos, vemos que destacan las canciones punk, como no podía ser de otra manera, en algunos casos con gran energía como por ejemplo en ‘It's Not You’ o en la impresionante ‘I'm Cold’. Más curiosa es la demo casera de ‘10:15 Saturday Night’, convertida en un tranquilo instrumental de teclado. De los tres descartes de las sesiones de Three Imaginary Boys se pueden destacar las afiladas guitarras de ‘Faded Smiles’ y el pegadizo y grandioso ritmo (estilo Brincos) de ‘Play With Me’.
En definitiva, aunque estamos presenciando los inicios de una banda que todavía no ha encontrado el sonido post-punk por el que serían venerados, este debut sigue siendo un impresionante álbum y uno de los mejores de su carrera. Puede considerarse toda una genialidad que consigan un disco tan consistente con tan solo una guitarra, un bajo y una batería, más algún teclado o guitarra adicional de manera ocasional. Faltaba ver la dirección que decidirían tomar.
SEVENTEEN SECONDS
Año de publicación: 1980
Puntuación:
CD I: 1) A Reflection; 2) Play For Today; 3) Secrets; 4) In Your House; 5) Three;
6) The Final Sound; 7) A Forest; 8) M; 9) At Night; 10) Seventeen Seconds.
CD II: 1) I'm a Cult Hero; 2) I Dig You; 3) Another Journey by Train; 4) Secrets;
5) Seventeen Seconds; 6) In Your House; 7) Three; 8) I Dig You; 9) I'm a Cult Hero;
10) M; 11) The Final Sound; 12) A Reflection; 13) Play For Today; 14) At Night;
15) A Forest.
El segundo disco de The Cure marca una transición desde el punk hacia el sonido denso, gótico e intrigante de su etapa dorada. El bajista original fue sustituido por Simon Gallup y se añadió como miembro fijo a un teclista. Con estos cambios, la banda se dirigió hacia los temas de atmósferas envolventes e intimidantes, si bien bastante cargantes en algunos casos porque todavía no poseían la técnica instrumental suficiente para lo que debería necesitarse en un estilo así. Tampoco ayudaba que las composiciones fueran en general insulsas; pero bueno, todos los inicios son complicados y hay que reconocer la valentía de buscar una evolución en el sonido y no quedarse en la estética más punk de su debut.
Sin embargo, la atmósfera no es lícita conseguirla por medio de acordes sueltos sin propósito alguno, como en ‘A Reflection’ o ‘The Final Sound’, despropósitos de los que no se entiende su cometido. Pero por suerte encontramos momentos de brillantez que hacían albergar esperanzas en el futuro inmediato del grupo. A pesar de que se puedan hacer repetitivas las seis notas de guitarra características de ‘A Forest’, lo cierto es que este tema es uno de los clásicos de The Cure, creando una atmósfera opresiva a la que contribuyen principalmente el intimidante bajo, el timbre animoso de la guitarra y la parte vocal de Smith con efecto de eco, la cual transmite una sensación de que algo va a ocurrir. El instrumental ‘Secrets’ parece una versión menor y decelerada de ‘A Forest’, quizá por ello aparezca antes en el álbum. Por si fuera poco, ‘At Night’ parece la versión demo de ‘A Forest’, que podría haber quedado descartada con buen criterio.
‘M’ no trata sobre el vampiro de Dusseldorf, sino que es una canción tranquila sobre corazones rotos en la que va sonando una percusión como si fuera una explosión, acorde al pesimismo lírico. Mucho mejor todavía es la triste ‘In Your House’, bien llevada por la guitarra pero en la que el contrapunto artístico lo da el teclado ubicado en segundo plano, además de un Smith que suena hastiado, interpretando a la perfección esos sentimientos cual Ian Curtis. Por otro lado, ‘Three’ suena a los lamentables intentos de parecer vanguardistas que podían escucharse en la escena española de los primeros ochenta. Parece un intento de hacer algo parecido a Kraftwerk, mediante un sonido robótico y sin melodías, liderado por un disonante teclado. Y ‘Seventeen Seconds’ intenta recrear una épica que en estos momentos queda floja y amateur.
Junto a la ya citada ‘A Forest’, la otra joya que encontramos entre tanta mediocridad es ‘Play For Today’, más entroncada en estilo al anterior disco. Vuelve a poseer uno de esos intrigantes y apasionantes inicios donde no se puede prever qué ocurrirá, con una percusión especial donde uno de los sonidos parece provenir de una máquina de vapor, hasta que entran la deliciosa guitarra rítmica y un emotivo teclado de fondo. Podemos encontrar en el segundo disco una versión en directo en la que aparece en primer plano la sencilla pero memorable parte de teclado. A mí, personalmente, me sirvió para descubrirla, puesto que en la versión de estudio me había pasado siempre totalmente desapercibida.
A diferencia de la reedición del álbum de debut, aquí el segundo disco adicional es bastante malo, pues las interpretaciones en directo no llegan al nivel de lo recogido en estudio, y eso solo cuando los temas son buenos de origen, lo cual no es algo que se repita mucho en este Seventeen Seconds. La demo inédita ‘Another Journey by Train’ es un instrumental que está muy bien, pero por desgracia la calidad de sonido es pésima. Así que únicamente queda señalar que si alguien tiene curiosidad por escuchar a The Cure haciendo ska, aquí tiene la oportunidad en la lamentable ‘I'm a Cult Hero’. Aunque realmente no se trata de The Cure, puesto que se trata de un proyecto paralelo llamado Cult Hero, en el que participaban más músicos, pero que no produjo nada de interés tal como puede comprobarse también en el mediocre tema más rock ‘I Dig You’.
En resumen, este disco tiene una carga histórica muy importante en cuanto a la evolución de la banda, pero el nivel compositivo general es bastante flojo y alarmante si atendemos a los –en algunos casos– espectaculares descartes que descubríamos en los bonus tracks de Three Imaginary Boys. Eso sí, es imprescindible escuchar ‘A Forest’ y la excepcional ‘Play For Today’.
Con la formación de trío (ahora Robert Smith ejecutaría también las partes de teclado y sintetizador) y una suerte de continuidad respecto a lo realizado en Seventeen Seconds, el siguiente LP de The Cure consigue mejorar a nivel global por evitar en buena parte los errores anteriores y por dedicarse a hacer simplemente lo poco que sabían hacer en ese momento, respecto a ese buscado sonido post-punk dirigido hacia un rock gótico particular y particularizado en su cantante y guitarrista. Así, la clave del sonido de la banda son las atmósferas sonoras, mejor o peor conseguidas. El disco está extremadamente polarizado, puesto que la primera mitad de las canciones son de un buen nivel, mientras que la segunda mitad oscila entre lo pasable y lo aburrido.
La primera canción, ‘Holy Hour’, marca el estilo y el ambiente que vamos a encontrar en este álbum. Un ritmo pausado, una sección rítmica sobria con un bajo bastante trabajado, una guitarra envolvente en el mejor de los casos, y la voz depresiva/depresora de Robert Smith lanzando sus letras tristes. En algunos casos, es únicamente la atmósfera bien conseguida lo que salva el tema de un desastre absoluto, pues ‘The Drowning Man’ y ‘Faith’ aburren ambas hasta a las ovejas. Ciertamente, Joy Division tenían más gracia en esa vertiente y The Cure solo parecen querer buscar su sitio, que de momento no acaban de encontrar del todo.
Parafraseando la primera novela de Miguel Delibes, podemos decir que la sombra de ‘A Forest’ es alargada. En primer lugar, ‘Primary’ es como una reescritura menos envolvente y menos aterradora que el citado tema, pero que gracias a su ritmo rápido se eleva por encima de la media del disco. La mejor parte está por el principio y luego repetida al final, cuando canta “The further we go and older we grow / The more we know, the less we show”, uno de los pocos momentos con verdadero gancho. Justo a continuación llega ‘Other Voices’, donde es la parte vocal la que recuerda bastante a ‘A Forest’, solo hay que comparar la entonación aquí de “Distant noises / Other voices” con “Into the trees” de aquélla. Y bueno, ‘Doubt’ podríamos decir que es una combinación lineal de las dos canciones citadas pero de menor inspiración. En cualquier caso, parece que en conjunto esa semblanza razonable es la que salva estos temas de la mediocridad que inunda el álbum.
Por otro lado, ‘All Cats Are Grey’ intenta alcanzar una cierta épica a la que todavía no pueden llegar. No será hasta finales de la década de los ochenta cuando alcanzarán esa maestría. Aun así, se agradece el intento, puesto que el teclado crea unas texturas que rellenan a la perfección el espacio que deja la hipnotizante sección rítmica. Siendo la canción más genuina del álbum, podríamos catalogarla como la mejor. Podríamos entender ‘The Funeral Party’ como el intento fallido del todo de conseguir un tema épico, quedando en un lugar indeterminado que provoca su olvido inmediato conforme acaba.
En resumen, tenemos un disco algo flojo todavía, que al menos puede escucharse aunque contenga algunos momentos bastante aburridos. Pero con los años demostrarán que la experiencia es ciertamente un grado, puesto que aquí todavía la parte instrumental sigue siendo algo amateur, además de que la frescura compositiva ha caído en un pequeño bache. Pero se podía tener esperanza en estos chicos.
1) The Holy Hour; 2) Primary; 3) Other Voices; 4) All Cats Are Grey;
5) The Funeral Party; 6) Doubt; 7) The Drowning Man; 8) Faith.
Año de publicación: 1981
Puntuación:
FAITH
PORNOGRAPHY
Año de publicación: 1982
Puntuación:
1) One Hundred Years; 2) A Short Term Effect; 3) The Hanging Garden;
4) Siamese Twins; 5) The Figurehead; 6) A Strange Day; 7) Cold; 8) Pornography.
Siguiendo el mismo camino hacía la introspección gótica que mantenía su curso ineluctable, aquí se logra una culminación del sonido más singular que llegó a alcanzar la banda en su primera época. No es que vaya a ser atractivo precisamente lo que vamos a encontrar, puesto que este disco probablemente agradará más o menos en función de la identificación personal que cada un@ tenga con las letras depresivas y angustiosas de Robert Smith. Puedo adelantar que no es mi caso, pues en la música no me entusiasma sobremanera cualquier temática que no esté acompañada de un armazón instrumental destacable o de melodías interesantes. Y The Cure todavía no han alcanzado aquí el gran nivel de los años posteriores.
Una de las piezas más conseguidas en este entramado de angustia existencial es la inicial ‘One Hundred Years’, marcada por una melodía intimidante que nos envuelve desde el inicio. La percusión marcial también ayuda a mantener una atmósfera agobiante y excesiva, acorde al pesimismo de la letra, todavía más directa y explícita que lo que conocíamos de Ian Curtis en Joy Division. Y si hablamos de Joy Division, una canción que no hubiera desentonado en Closer sería ‘Cold’, gracias a su atmósfera envolvente de solemne teclado. Y bueno, la percusión inicial de ‘The Hanging Garden’ bien podría tomarse como una emulación de ‘Atrocity Exhibition’, siendo lo único destacable de un tema con mucha garra pero poca melodía.
Los efectos sonoros con la guitarra están aquí a la orden del día, pero esos efectos no son el requisito para relanzar un tema, por lo que canciones como ‘A Short Term Effect’ divagan sin rumbo discernible. Algo mejor suena ‘Siamese Twins’, pero la extensa duración como en la mayoría de temas, que sobrepasan los cinco minutos, añade una cierta monotonía innecesaria para lo que se ofrece realmente. Por otro lado, ‘Pornography’ crea un entramado de sonido de lo que se podría catalogar como industrial debido a la amalgama de sonidos, no solo instrumentales, que se trasfunden entre sí formando un entramado opresivo que por momentos ahoga la voz de Smith.
Donde mejor consiguen alcanzar esa zona equidistante entre la melodía, la atmósfera y la depresión es en ‘The Figurehead’, que en este caso engancha desde el inicio con unas líneas de bajo incisivas, punteadas por la guitarra de Smith. Una lástima que el solo de guitarra central sea tan simplón y poco inspirado, lastrando lo que pudiera haber sido un clásico gótico del repertorio de la banda. Tampoco está nada mal la siguiente ‘A Strange Day’, que es quizá lo más amigable que podía escribir Robert Smith a estas alturas, además de poseer el mejor trabajo de guitarra de todo el disco.
En definitiva, este disco está más indicado para los incondicionales de la banda, para aquellas personas que necesiten una ración de depresión y angustia existencial, o para quienes necesiten una música adecuada para leer la obra de Kierkegaard o Sartre. Si bien este último grupo mejor podría seleccionar música de Beethoven o de cualquier compositor del Romanticismo, más pasional y envolvente que cualquier cosa que pudiera hacer Robert Smith.
Este disco es realmente una recopilación de los singles que habían publicado en los últimos dos años. Si su escasa duración (no llega a media hora) provoca una susceptibilidad justificada, lo cierto es que resulta idóneo para entender la evolución de la banda en los próximos años. Una curiosidad es la salida eventual del bajista Gallup, quien retornaría dos años después. Durante ese tiempo, el bajo lo tocará el propio Smith, salvo en ‘The Lovecats’ y ‘Speak My Language’ que será sustituido por el contrabajo del músico y productor Phil Thornalley.
Lo más novedoso que encontramos en este álbum es el empleo de los sintetizadores como elemento principal en las canciones, llevando las riendas e interpretando la melodía principal. Esto lo encontramos en un buen número de temas, ya mismo desde el inicio con ‘Let's Go To Bed’, donde esa melodía de sintetizadores está bien acompañada por una original sección rítmica donde el bajo marca unas líneas difíciles de seguir. La melodía principal de ‘The Walk’ quizá suene algo atascada, aunque resultan curiosos sus toques orientales, no solo en la letra (de hecho, la frase “I saw you look like a Japanese baby” inspira el título de esta recopilación). Con un propósito más ambiental aparecen los sintetizadores en ‘Lament’ y ‘The Upstairs Room’, en esta última además con la ayuda de la guitarra para darle un aspecto más dinámico. En cambio, más discreto queda el resultado cuando la percusión suena artificial como en ‘The Dream’, puesto que de ese modo parece que estemos escuchando a Yazoo o Depeche Mode. En el polo opuesto, a ‘Speak My Language’ le faltaría poseer alguna melodía.
En cualquier caso, esta tecnología no debería ser un fin en sí misma sino un medio más para la producción musical. Esto parecen entenderlo también en The Cure y, alejados de la idiosincracia techno que comportan los sintetizadores, encontramos otras canciones que preludian mejor el siguiente paso de la banda en su evolución. En ‘Just One Kiss’ vuelven por fin esos Cure que tanto nos inquietaban (y que tanto nos inquietarán) en temas anteriores como ‘A Forest’. El entramado instrumental que montan entre la guitarra y el bajo es excepcional, un sonido envolvente que transmite esa depresión nostálgica tan característica de Robert Smith. Por otro lado, la mayor novedad que encontraremos es sin duda el acercamiento del grupo al jazz (o casi al swing se podría decir) con la sorprendente ‘Lovecats’, que engancha tanto por su prominente ritmo gracias al buen uso del contrabajo, como por su melodía vocal y su estribillo tarareado simple pero efectivo.
En definitiva, estamos ante un álbum quizá menor por su escasa duración pero que posee un valor histórico importante, como transición hacia un sonido más comercial y acorde a los tiempos pero sin perder esa esencia sombría y gótica que habían comenzado a desarrollar como estilo propio.
1) Let's Go To Bed; 2) The Dream; 3) Just One Kiss; 4) The Upstairs Room;
5) The Walk; 6) Speak My Language; 7) Lament; 8) The Lovecats.
Puntuación:
Año de publicación: 1983
JAPANESE WHISPERS
THE TOP
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) Shake Dog Shake; 2) Birdmad Girl; 3) Wailing Wall; 4) Give Me It; 5) Dressing Up; 6) The Caterpillar; 7) Piggy In The Mirror; 8) The Empty World; 9) Bananafishbones; 10) The Top.
Si en la recopilación Japanese Whispers habían demostrado que podían conseguir una melodía con gancho si se lo proponían, aquí parece que se asustan del peligro de que los confundan con Depeche Mode e involucionan hacia atrás, a esa música más enfocada a transmitir un estado de humor que a mostrar algún elemento musical destacable. Las pocas melodías reconocibles que encontraremos son momentos puntuales en que consiguen algo resonante con los teclados, pues la guitarra parece ahora un instrumento secundario y rítmico. Y es que Robert Smith ya no podía abarcar más, puesto que tras la salida del grupo de Gallup se encargaría de la guitarra, del bajo e incluso de algo de teclado. También es curioso que el batería y circunstancial teclista Tolhurst se dedique exclusivamente al teclado aquí y, por ende, la contratación de un nuevo batería (Anderson, quien ya había tocado en alguna canción de Japanese Whispers), completa el trío en que se había convertido The Cure en esta época.
El inicio del disco es bastante desalentador, puesto que la energía inicial de ‘Shake Dog Shake’ y ‘Birdmad Girl’se diluye paulatinamente por no estar acompañados de una parte vocal inspirada. A continuación, ‘Wailing Wall’ parece una vuelta hacia lo que había hecho su amiga Siouxie con The Banshees, pero mal entendido porque no se distingue ninguna melodía aparte del curioso armazón sonoro lleno de disonancias. Los intentos de darle un poco de alegría al asunto no acaban de florecer, puesto que ‘Wailing Wall’ parece el intento de mezclar el punk con el post-punk, esto es, como si mezcláramos una canción de los Sex Pistols con una de Joy Division. Un barullo desconcertante. No satisfechos con tanta mediocridad, en ‘Piggy In The Mirror’ lo que echa para atrás es esa manera de cantar de Smith en las estrofas, pues parece querer imitar a un barítono y el resultado deja mucho que desear.
Por suerte, aparecen esos momentos en los que nos recuerdan que Robert Smith era un tipo con talento y que podía conseguir melodías de ésas que da gusto recordar después. Así, esa bella melodía introductoria y que sirve de leitmotiv en ‘Dressing Up’ consigue camuflar la discreta parte vocal. La especie de marcha militar de ‘The Empty World’, ideal para su letra algo onírica (“She talked about the armies / That marched inside her head”) también está acompañada por unas melódicas líneas de bajo y lo que parecería una flauta de las que tocaban en los antiguos ejércitos. En cambio, ‘Bananafishbones’ deja un poco desconcertado por su ritmo algo atascado y los efectos de teclado que pueblan el tema, pero cuando un@ se centra en la estructura es cuando descubre que se trata en realidad de una canción potente. Tampoco puede afirmarse que la búsqueda de la melodía sea siempre algo efectivo en sí misma, puesto que en ‘The Caterpillar’ suena demasiado simplona.
Para cuando llega el tema final, el que da título al álbum, estamos a la expectativa por comprobar si una gran composición final puede redimir el álbum, pero para nuestra frustración se trata de otra pieza de corte atmosférico en el que una monotonía sonora con ligeros detalles superfluos (que son lo único interesante) sirven de trasfondo para el lamento apesadumbrado de Smith. Que se extienda hasta casi los siete minutos no tiene una verdadera justificación. No se podía augurar nada realmente excitante vistos los últimos discos, solo retazos sueltos de talento, pero es a partir de ahora que The Cure mejorará ostensiblemente y consolidará su posición como una de las bandas más importantes de los ochenta.
THE CURE LIVE
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) Shake Dog Shake; 2) Primary; 3) Charlotte Sometimes; 4) The Hanging Garden;
5) Give Me It; 6) The Walk; 7) One Hundred Years; 8) A Forest;
9) 10:15 Saturday Night; 10) Killing An Arab.
Tan solo un mes después de la publicación de The Top se grabó este álbum en directo de la banda, a la cual se añadirían dos músicos más que ya habían tocado con ellos en los álbumes anteriores, hasta completar un quinteto: el bajista Thornalley y el saxofonista/teclista/guitarrista Porl Thompson, quien sería uno de los músicos importantes en la posterior evolución de The Cure. Las canciones recogidas corresponden a dos actuaciones diferentes, un concierto en Oxford y otro en el Hammersmith Odeon de Londres.
Uno de los aspectos que vuelve interesante este álbum en directo es encontrar una canción que solo había sido publicada como single hasta ese momento: ‘Charlotte Sometimes’. Es uno de esos temas que conjuga una atmósfera envolvente, melodías delicadas y reconocibles y una expresiva parte vocal, además de un cierto aire épico que en los próximos años desarrollarán más hasta alcanzar su plenitud en Disintegration. ‘Killing An Arab’ también había sido publicada como single (el primero que publicara la banda) y en la edición estadounidense de Three Imaginary Boys (recordemos que bajo el título de Boys Don't Cry), si bien su interpretación es calcada a la versión de estudio, como ocurre con la mayoría de canciones que encontramos aquí. Tampoco es que se le pueda pedir todavía a The Cure que desarrollen los temas atmosféricos o añadan improvisaciones instrumentales, no es ése el juego de esta banda.
Las interpretaciones más flojas son, como era previsible, las correspondientes al igualmente flojo álbum The Top (‘Give Me It’ y ‘Shake Dog Shake’). También puede señalarse que la melodía principal de ‘The Walk’ suena todavía más simplona en directo, por lo que pierde efectividad. En cualquier caso, The Cure en directo ciertamente suenan muy bien en general, esto ya no es la deplorable calidad de sonido de los bonus tracks en los primeros álbumes, aunque tampoco es que la calidad sea perfecta aquí, pero al menos es aceptable. En ‘A Forest’ mantienen en vilo con una introducción pausada pero tensa de la guitarra antes de la entrada de la sección rítmica y en la parte final Robert Smith se deja llevar para regalarnos un fenomenal pasaje de guitarra repleto de efectos donde demuestra su buena técnica. Todavía mejor por más elaborada e inquietante es la introducción de ‘10:15 Saturday Night’, a la cual se dota de un aire diferente gracias al excepcional trabajo de guitarra.
En resumen, este disco en directo no deja de ser un documento del buen estado de forma en que se encontraban como músicos, plasmando con efectividad los temas y recreando las atmósferas entre opresivas e intimistas para que Smith desgrane sus demonios internos hacia el público entregado. Además, el repertorio seleccionado se dirige en su mayoría hacia las canciones con gancho antes que a las simplemente atmosféricas, algo que en directo parece lo más acertado si se trata de mantener la atención de los espectadores.
THE HEAD ON THE DOOR
Año de publicación: 1985
Puntuación:
1) In Between Days; 2) Kyoto Song; 3) The Blood; 4) Six Different Ways; 5) Push; 6) The Baby Screams; 7) Close To Me; 8) A Night Like This; 9) Screw; 10) Sinking.
Tras la vuelta de Gallup y la adición de nuevos músicos, The Cure ampliaba su formación a la de un quinteto, lo cual se mantendría durante los próximos años. Con tanto personal, la visión musical de Robert Smith consigue expandirse sin limitaciones ni restricciones, enriqueciendo el sonido al mismo tiempo. Afortunadamente, se dejan un poco de lado las veleidades atmosféricas de los últimos años y se demuestra un mayor énfasis en las melodías, como ya habían dejado entrever con satisfacción en Japanese Whispers. Comienza aquí de verdad la leyenda de The Cure como grupo imprescindible de los ochenta. El único vestigio que nos dejan de los Cure más preocupados por la atmósfera que la melodía llega justo al final con ‘Sinking’, muy influenciada también por el estilo último de Joy Division.
Nada más comenzar el álbum, mediante ‘In Between Days’ parecen querer recrear una canción de The Smiths pero haciéndola propia. Hasta este momento no era habitual escuchar ritmos acústicos en un disco de The Cure, pero siempre hay una primera vez para todo y simplemente es una primera declaración de intenciones de que hay una libertad artística abierta a cualquier fuente de inspiración. Por momentos parece que The Cure se ha abierto a las músicas del mundo para expandir su paleta sonora, recogiendo elementos diversos con los cuales distinguir sus propias composiciones. Con el apropiado título de ‘Kyoto Song’ se halla un inquietante tema de melodía principal oriental, que temáticamente se introduce en situaciones oníricas (“A nightmare of you / Of death in the pool”), recurso al que accede Smith con bastante asiduidad para extraer sus demonios internos. En términos flamencos se desarrolla ‘The Blood’, donde la guitarra española que marca el ritmo parece extraída de un disco de bulerías. Eso sí, el solo de guitarra queda muy flojo porque a cualquier español nos viene a la mente Paco de Lucía y eso ya son palabras mayores.
Muchas de las canciones pretenden enganchar al oyente desde el principio, como ocurre con la épica ‘Push’. Su memorable y extensa introducción, además de su carácter cuasi-instrumental (hasta pasados los dos minutos no escucharemos la voz de Smith), convierten la escucha de este tema en toda una experiencia por lo evocador de su sonido. Sin tanta brillantez pero manteniendo esa vertiente que bordea lo épico, en ‘A Night Like This’ incluso se añade un solo de saxofón interpretado con gusto. También hay cabida para alguna que otra explosión de rabia, como en la amenazante ‘The Baby Screams’, donde las líneas de bajo aportan un dinamismo excepcional. En cambio, ‘Six Different Ways’ es más discreta aunque resulte agradable su infantil melodía principal de teclado. Y en ‘Screw’ parecen rememorar sus inicios punk pero de manera poco acertada, quedando como lo más flojo del disco.
La canción más conocida del álbum es la inolvidable ‘Close To Me’, pues conjuga un sección rítmica ágil (palmas incluidas) con una melodía de teclado ultra-sencilla pero muy efectiva, bien acompañada por un órgano de fondo, además de de una voz cálida de Smith que transmite los diferentes estados de ánimo por los que navega ese ser solitario y sensible de la letra. De una de sus líneas (“That my head on the door was a dream”) proviene el título del álbum. En cualquier caso, nada tiene que ver con la versión más lenta que grabarían después, la cual pierde buena parte del encanto de la original. Afortunadamente, el nivel general del disco es muy bueno y preludia las obras maestras que llegarán a continuación.
1) The Kiss; 2) Catch; 3) Torture; 4) If Only Tonight We Could Sleep;
5) Why Can't I Be You?; 6) How Beautiful You Are; 7) The Snakepit; 8) Hey You!; 9) Just Like Heaven; 10) All I Want; 11) Hot Hot Hot!!!; 12) One More Time;
13) Like Cockatoos; 14) Icing Sugar; 15) The Perfect Girl; 16) A Thousand Hours; 17) Shiver And Shake; 18) Fight.
Puntuación:
Año de publicación: 1987
KISS ME KISS ME KISS ME
Para quien no le acabara de agradar una vertiente fija u otra dentro de las diferentes direcciones que había tomado la banda desde su creación, llegó aquí el compendio de todo ello no en forma de recopilatorio sino de una ingente cantidad de temas que desborda por su diversidad e inspiración. Lo que vendría a ser el White Album de The Cure presenta a unos músicos curtidos y con suficiente experiencia a sus espaldas para pulimentar su sonido, además de que melódicamente se muestran en verdadero estado de gracia.
Es difícil elegir por dónde empezar por no haber un patrón claro, puesto que la diversidad estilística fluye de manera natural demostrando una habilidad portentosa para salir agraciados en todas ellas. Ello no es óbice para encontrar composiciones más novedosas o de estilo menos ortodoxo. La actualización de la música india pasada por un tamiz gótico la encontramos en la envolvente ‘If Only Tonight We Could Sleep’. No sabemos si el sonido de sitar es cortesía de Robert Smith, pero es toda una sorpresa encontrar algo así, una nueva demostración de la amplitud de miras de la banda. Por si fuera poco, también escuchamos una dulce flauta en la parte final. Y ‘Icing Sugar’ es una curiosa mezcla de sonido post-punk, percusión tribal y un saxofón que parece extraído de un disco de Sonido Filadelfia.
Si buscamos gloriosos temas pop, una de las mejores elecciones es ‘Just Like Heaven’, aunque podríamos quedarnos también con la más gentil ‘The Perfect Girl’, de título engañoso porque en su letra nos habla de una chica rara, no perfecta. O más bien hay que entender que para Robert Smith la chica perfecta debe ser una chica rara para lo que él entienda por ese concepto. ‘Why Can't I Be You?’ es una explosión sonora que engancha desde el inicio con su ritmo endiablado, potenciado por las trompetas o lo suena a ellas, que probablemente sea un teclado. En cambio, el comienzo de ‘Fight’ es muy bueno pero luego pierde puntos con la excesiva repetición del título y el martilleo excesivo de la percusión en algunos momentos. ¿Y qué decir de las líneas de bajo de ‘Like Cockatoos’? pues que aportan una fuerza excepcional al tema, razón por la que después la misma melodía rítmica se refuerza con instrumentos clásicos.
Los Cure más épicos los encontramos, por ejemplo, en ‘How Beautiful You Are’, donde el ritmo rápido en el que destaca una magnífica parte de bajo sale beneficiado por el impresionante teclado que crea texturas de fondo y añade algunas notas ornamentales en primer plano para acompañar una parte vocal menos vistosa pero que transmite la frustración del protagonista. Si no fuera por los versos iniciales (“You want to know why I hate you? / Well I'll try and explain”) y los finales, podría hasta pasar por una canción de amor exacerbado rayano en los celos. No tan brillantemente, pero con el mismo aire épico tenemos también ‘All I Want’. También hay lugar para piezas más ambientales como ‘The Snakepit’ o la más descomunal y ejemplar ‘One More Time’, que seduce por las grandes melodías de teclado que se dejan caer como una especie de contrapunto de las declamaciones de Smith. ‘The Kiss’ o ‘Torture’ vendrían a ser como la amalgama de la épica y el sonido ambiental, con buen resultado en ambas.
En ‘Hot Hot Hot!!!’ demuestran ser los alumnos aventajados de Prince en lo que respecta al sonido funky. Y es que, cuando les apetece, The Cure puede ser un grupo de temas bailables, tal como podemos comprobar en ‘Hey You!’, donde incluso se entrelazan dos guitarras y se cuela un saxofón por medio para elevar la calidad del tema por encima de la media. Tenemos hasta un retorno a las raíces punk de la banda en la vengativa ‘Shiver And Shake’, poseedora de una percusión martilleador y un ritmo frenético que acompañan la verborrea ponzoñosa de Smith, un registro al que no estamos acostumbrados puesto que en su época más punk demostraba humor antes que rabia.
Podemos encontrar también baladas interpretadas con gusto, como ‘A Thousand Hours’, aunque también está ‘Catch’, lo único flojo que encontraremos en todo el álbum al tratarse de una balada ñoña y de melodías simplonas que no se entiende que fuera publicada como single. Quizá para demostrar que también sabían usar el violín aunque éste ya aparezca en otras canciones del álbum. En la edición Deluxe encontramos un segundo disco donde se repiten las mismas canciones en forma de demos y tomas alternativas (totalmente prescindibles) o grabadas en directo, que tienen algo más de interés pero no aportan nada nuevo a lo que ya hemos escuchado en el disco original.
Se necesitan varias escuchas de este álbum para ir descubriendo su grandeza, como suele ocurrir con los discos dobles, ya que abruma la diversidad musical de su contenido. Pero esa misma diversidad es la que asegura que cualquiera encontrará un buen puñado de canciones de su agrado según las preferencias que tenga. Es por ello que significó el salto definitivo de The Cure a la primera línea musical desde su posición de grupo de culto destacado.
DISINTEGRATION
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) Plainsong; 2) Pictures Of You; 3) Closedown; 4) Love Song; 5) Last Dance;
6) Lullaby; 7) Fascination Street; 8) Prayers For Rain; 9) The Same Deep Water As You; 10) Disintegration; 11) Homesick; 12) Untitled.
Después del desenfreno sonoro y estilístico de Kiss Me Kiss Me Kiss Me, The Cure se volvieron a dirigir hacia una introspección ya vista con anterioridad pero que en esta ocasión se sublima mediante un sonido maduro, compacto y repleto de melodías y detalles instrumentales excepcionales. Un buen ejemplo de lo que es la evolución musical. Si personificamos el resultado en Robert Smith, podemos metaforizar y señalar que bajo su imagen de Rimbaud momificado escribe unas letras que engarzan con el spleen de Baudelaire y llegan por momentos a la opresión onírica de Edgar Allan Poe (‘Lullaby’). Precisamente este álbum podría servir de perfecta banda sonora para leer los cuentos de Poe, mucho mejor que el más específico disco de debut de Alan Parsons Project, el cual es también una fenomenal obra pero al final se centra más en cuentos concretos que en conseguir un sonido envolvente y adaptable a cualquiera de ellos, como resulta ser este Disintegration.
Los ingredientes sonoros son básicamente los mismos a lo largo del álbum, lo cual puede resultar monótono para algun@s, pero la diversidad melódica es lo que cuenta realmente y por ello la mezcla de capas de teclado, guitarra minimalista y batería retumbante simplemente crea el ambiente propicio para un estilo épico e introspectivo al mismo tiempo. Nada más comenzar, ‘Plainsong’ nos adentra en esta fase épica (o más bien obra épica y única) de la carrera de The Cure, aunque sin la grandeza que encontraremos en buena parte del resto del disco. A continuación, ‘Closedown’ presenta una gran parte rítmica con una variada percusión y un imaginativo bajo. Cuando ya pensamos que se trata de un tema instrumental, a los dos minutos comienza a cantar Smith, aunque en esta ocasión no se le hubiera echado de menos porque ya no aporta nada en especial. La melodía principal de teclado queda algo melosa también. ‘Fascination Street’ es también más potente y presenta una cuidada construcción a la que únicamente le hubiera faltado una más elaborada parte vocal.
En ‘The Same Deep Water As You’ se añaden efectos sonoros de tormenta para enfatizar el dramatismo del canto desesperado del protagonista, una especie de despedida a su amor y al mismo tiempo un ruego para que se quede. ‘Last Dance’ no tiene nada de baile y viene marcada por esa melodía inicial de timbre singular que no se sabe bien si se trata de una guitarra. En cambio, el tema que da título al disco estaría entre lo más discreto, pues apenas presenta melodías y únicamente puede destacarse la inquina concentrada que transmite Smith en una letra que parece extraer resentimientos ocultos de una relación.
Dentro de lo que podríamos englobar como más pop, se encontrarían dos joyas del repertorio de la banda: la genial y acelerada ‘Love Song’ (llena de grandes detalles como la melodía que se deja caer tras el estribillo) y la onírica y orquestal ‘Lullaby’. En esta última destaca sobremanera el acertado empleo de los instrumentos clásicos (con los inolvidables pizzicatos de violín), que no se limitan a acompañar sino también a reproducir magníficas melodías. Unido todo ello a una marcial pero incisiva percusión y a la voz susurrante e inquietante de Smith, crean una atmósfera opresiva y oscura que al mismo tiempo engancha por su diversidad sonora. Un tema imprescindible, sin duda. Los instrumento clásicos no tendrán un papel tan destacado en otras partes del disco, salvo quizá el pronunciado violoncelo de ‘Homesick’.
Equidistante entre la parte más épica y la más pop se sitúa ‘Pictures Of You’, que no logra conjugar ninguna de las virtudes de ambos lados y se vuelve más bien aburrida durante los más de siete minutos que dura.
El álbum finaliza con un tono optimista en forma de canción sin título (‘Untitled’), aunque cuando decimos optimista no es porque se trate de un tema alegre y jovial, sino porque tras tanta tristeza Smith encuentra la solución a tanto amor no correspondido: “never dream of you again”, es decir, lo que aquí llamaríamos hacer borrón y cuenta nueva para mirar hacia adelante y hacia el futuro que nos debemos construir cada un@ con la experiencia acumulada, pues los errores no deben nunca olvidarse (“I'll never lose this pain”). Eso sí, ayuda bastante a tener una sensación optimista la bonita melodía de lo que parecería un acordeón, luego sustituida por otra igualmente emotiva con el teclado. La manera de finalizar este tema es original, pues es como si volviéramos hacia el principio, desapareciendo gradualmente los instrumentos para acabar dejando la melodía inicial.
Esta obra maestra gana con las subsiguientes escuchas, debido a los motivos ya citados de una aparente monotonía instrumental y los múltiples detalles y melodías que la pueblan y que van instalándose poco a poco en el subconsciente. Es el disco más serio, denso, mejor ejecutado y perdurable de la discografía de The Cure, además de ser inolvidable por sí mismo. No hace falta ser una persona gótica o haber sufrido serios reveses sentimentales en la vida para apreciar la sensibilidad extrema de la letra y, sobre todo, la música. Y lo dicho, que alguien pruebe a leer los cuentos de Poe con este disco como música de fondo para darle una perspectiva diferente.
1) Lullaby (Extended Mix); 2) Close To Me (Closer Mix);
3) Fascination Street (Extended Mix); 4) The Walk (Everything Mix);
5) Lovesong (Extended Mix); 6) A Forest (Tree Mix);
7) Pictures Of You (Extended Dub Mix); 8) Hot Hot Hot! (Extended Mix);
9) The Caterpillar (Flicker Mix); 10) Inbetween Days (Shiver Mix);
11) Never Enough (Big Mix).
Puntuación:
Año de publicación: 1990
MIXED UP
La siguiente publicación de The Cure no es realmente nada nuevo porque se trata de remezclas de sus canciones. ¿Y qué puede haber de interés en un disco de estas características? Pues principalmente que su propósito no son las pistas de baile, sino ofrecer una perspectiva diferente de la música de la banda, en una época en que los remixes estaban de moda. Obviamente, hacer la música más bailable es el enfoque más extendido aquí, pero en ocasiones el enfoque es el polo opuesto, como ocurre en la versión ralentizada y llena de trompetas de ‘Close To Me’, que para nada mejora –ni siquiera iguala– el original.
Pero si nos dirigimos a los cortes de Disintegration, disco repleto de infinidad de detalles instrumentales, aquí algunos afloran a un primer plano. ¿Alguien había notado la magistral parte de bajo que posee ‘Lovesong’? ¿o las sutiles líneas de guitarra de ‘Fascination Street’? Pues aquí tiene la oportunidad de degustarlos más abiertamente. No sería el caso de ‘Lullaby’, que únicamente suena más artificial por volverse más electrónica.
No encontraremos mayores sorpresas, si acaso la gran remezcla de ‘A Forest’, que parece engrandecerse al completarse el sonido y enfatizar el carácter atmosférico y envolvente del tema original. Pero tampoco encontraremos nada más que nos sorprenda. Vale la pena escuchar este álbum alguna vez tanto por los detalles instrumentales que pudieran pasar desapercibidos en su momento con las canciones originales, como por lo entretenido que supone escucharlo. Y es que pocas veces podremos asociar el concepto diversión con The Cure.
WISH
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) Open; 2) High; 3) Apart; 4) From The Edge Of The Deep Green Sea; 5) Wendy Time; 6) Doing The Unstuck; 7) Friday I'm In Love; 8) Trust; 9) A Letter To Elise; 10) Cut;
11) To Wish Impossible Things; 12) End.
Llegó un momento en el que Robert Smith pensó que quizá podría ofrecer algo de felicidad y agradar un poco a los padres de esos jóvenes introspectivos y de apariencia gótica que desconcertaban a sus progenitores. Tres años habían transcurrido desde Disintegration y la formación era la misma salvo el teclista, que era reemplazado por un tal Bamonte, quien se mantendría durante una década en el grupo. Se mantiene también el mismo productor y por tanto no esperamos a priori cambios demasiado sustanciales, pero en realidad este nuevo disco representaba la apertura hacia otra nueva fase más accesible en la que se diferencian claramente dos vertientes: la épica (continuista) y una apertura hacia el pop más diáfano.
La vertiente épica es lo que sin duda proporciona distinción a este álbum y mantiene una continuación con Disintegration, de hecho los cuatro primeros temas que presenta Wish hacen pensar en una verdadera segunda parte del anterior disco. Es por ello que abrirlo mediante ‘Open’ es todo un acierto por presentar un ritmo muy potente y una guitarra esquizoide que crean una atmósfera rayana en lo opresivo, además de poseer una aguerrida parte vocal, quizá la mejor de Smith en todo el disco. Y a quien le guste ‘Open’ le encantará también ‘From The Edge Of The Deep Green Sea’, que guarda bastantes similitudes aunque el ritmo es más rápido y del estilo dance de la escena musical británica de finales de los ochenta y principios de los noventa. Si ya nadie recuerda a los Happy Mondays es que, por muy famosos que fueran en su momento y por mucha música de baile que crearan, nunca consiguieron ningún tema atemporal como éste. Más adelante encontramos ‘Cut’, que en este caso presenta a The Cure intentando imitar a los Stone Roses, incluido el sonido de guitarra de John Squire. Volviendo a lo épico, ‘Apart’ posee un tono más contemplativo y le falta un empujón melódico más para haber sido otro tema destacado, pues no deja de ser otro lamento introspectivo sobre amores truncados donde podrían haber desarrollado mejor el armazón instrumental.
Por otro lado, ‘Trust’ es una balada orquestal con una introducción de piano también de corte clásico, donde la parte vocal de Smith desentona bastante. Con ese acompañamiento instrumental un@ podría haber esperado algo más elaborado y melódico, no cantar por cantar. ‘To Wish Impossible Things’ es una olvidable balada de tintes similares pero donde destaca más el violín.
En cambio, ‘High’ es más ambiental y presenta una memorable parte instrumental donde destaca la melodía principal de guitarra, aunque la parte vocal la encamina más hacia el pop. De haber tenido un estribillo más elaborado, habría sido uno de los temas destacados. Precisamente en esa vertiente más pop la canción más conocida es ‘Friday I'm In Love’. Tiene un sonido amigable, algo nada corriente en The Cure, y una parte vocal de las que invitan a cantar al unísono, algo menos corriente todavía. Con ese repaso de los días de la semana, hasta parece adecuada para los estudiantes de B1 de inglés. ‘Wendy Time’ también es animada pero demasiado larga para lo que ofrece, aunque más floja todavía es el tostón de ‘Doing The Unstuck’. Durante buena parte de su duración, ‘A Letter To Elise’ es una clara reescritura de ‘Pictures Of You’, hasta que transcurrida la mitad de la canción y tras su largo estribillo llega una buena melodía de guitarra que la eleva por encima de su antecesora.
Para finalizar este recomendable álbum se retoma de nuevo el tono épico de formidable manera mediante ‘End’, apropiado título que esconde una pieza que engarza también con la psicodelia, incluido efectos sonoros en la parte vocal del estribillo. El desquiciado solo de guitarra nos transporta directamente a finales de los sesenta, aunque su densidad sónica es más contemporánea. También ayuda a una cierta diversidad estilística que sirvió para encaramar el disco al primer puesto en el Reino Unido y el número dos en Estados Unidos. Parecía que The Cure podía mantenerse en la primera línea musical, una consecuencia del talento de Robert Smith y sus chicos. El futuro de la banda se preveía desafiante, pues el camino más pop iniciado no parecía adecuado proseguirlo.
SHOW
Año de publicación: 1993
Puntuación:
CD I: 1) Tape; 2) Open; 3) High; 4) Pictures Of You; 5) Lullaby; 6) Just Like Heaven;
7) Fascination Street; 8) A Night Like This; 9) Trust.
CD II: 1) Doing The Unstuck; 2) The Walk; 3) Let's Go To Bed; 4) Friday I'm In Love;
5) In Between Days; 6) From The Edge Of The Deep Green Sea; 7) Never Enough;
8) Cut; 9) End.
Correspondiente a la gira de promoción del disco Wish, se publicó esta selección de dos conciertos acaecidos en Detroit en julio de 1992. Quizá resulte excesivo encontrar nada menos que ocho canciones del que era su álbum más reciente, puesto que no se observan suficientes diferencias entre el estudio y el escenario, así que puede provocar alguna sensación de repetición durante su escucha.
En general, las interpretaciones son muy fieles a su equivalente de estudio y cuando no es así tampoco mejora lo ya conocido, con la excepción de ‘Doing The Unstuck’, que sí mejora aunque solo para llegar al nivel de aceptable. En el polo opuesto, ‘From The Edge Of The Deep Green Sea’ parece divagar un poco y no provoca la misma fascinación como en Wish. Es inevitable que ‘Lullaby’ en directo pierda parte de su encanto al tener originalmente mucho impacto la atmósfera que crea y que es irrepetible cuando se ejecuta en un entorno abierto. Tampoco ayuda que el ritmo sea algo más rápido. Eso sí, acelerarlo en ‘Cut’ le proporciona mucha más energía y le resta similitudes con los Stone Roses, por lo que gana puntos.
Mirando los títulos encontramos lo que parece un nuevo tema, ‘Tape’, aunque se trata en realidad de una especie de mantra introductorio que enlaza con una brutal interpretación de ‘Open’, lo mejor de todo el repertorio. Por lo demás, no hay realmente mucho que añadir cuando ya se conocen las versiones de estudio. En cualquier caso, hay que reconocer el mérito que tiene poder desarrollar piezas en ocasiones complicadas con una maestría loable. Los músicos demuestran una cohesión y una técnica excepcionales, por lo que una calidad de sonido mejor conseguida hubiera mejorado todavía más el resultado. Incluso Robert Smith demuestra que sabe cantar en directo y no pierde fuelle en ningún momento.
PARIS
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) The Figurehead; 2) One Hundred Years; 3) At Night; 4) Play For Today; 5) Apart;
6) In Your House; 7) Lovesong; 8) Catch; 9) A Letter To Elise; 10) Dressing Up;
11) Charlotte Sometimes; 12) Close To Me.
Puede que la publicación de un disco triple en directo pareciera en su momento excesivo a ojos de estos chicos o de la casa discográfica, pero lo cierto es que este nuevo álbum en directo sirve de complemento a Show puesto que no repite ninguna canción e incluso añade dos nuevas canciones de Wish al repertorio, por si no lo teníamos ya muy visto. En esta ocasión la actuación tuvo lugar en París, en octubre de 1992, y echa la vista más atrás que la anterior selección. Eso sí, sin llegar al disco de debut, que misteriosamente queda proscrito del repertorio también aquí, como si quisieran dejar enterrada la imagen de punks divertidos de sus inicios.
Es curioso al mismo tiempo que dos de las canciones más antiguas, de Seventeen Seconds, mejoran mucho respecto a cómo sonaban en origen. Por un lado, ‘At Night’ era una pieza olvidable del citado álbum, pero aquí se ralentiza y se condensa el sonido envolvente de teclado para convertirla en una experiencia muy diferente al tedio que provocaba la original. En cambio, ‘In Your House’ se vuelve mucho más directa e incisiva, lo que vendría a denunciar la penosa producción que tuvo aquel disco. Encontramos hasta una tercera canción de Seventeen Seconds, ‘Play For Today’, a la que se le puede objetar que apenas se escuche la brillante guitarra del original, en detrimento de un protagonismo excesivo del teclado.
Si en Show señalábamos lo que perdía ‘Lullaby’ acelerando el ritmo, de Disintegration tocan aquí ‘Lovesong’, la cual pierde igualmente parte de su encanto pero en esta ocasión por ralentizarse un poco. También volvemos a encontrar la interpretación del single ‘Charlotte Sometimes’, que ya conocíamos de The Cure Live y que aquí no llega al mismo estado de sublimación, aunque no por ello hay que dejar de escucharla. Por lo demás, tal como ocurría en el análisis anterior, poco puede añadirse a lo ya conocido. Aquí la calidad sonora es incluso mejor, aunque a cambio nos toque escuchar al público de manera más pronunciada e incluso excesiva como cuando hacen los coros del teclado de ‘Play For Today’, escondiendo todavía más lo poco que se puede escuchar de guitarra en ella, casi inaudible. En definitiva, estos álbumes en directo solo vienen a señalar lo consolidados que estaban como banda y poco más, puesto que las sorpresas son escasas. Ah, y antes de finalizar también cabe destacar el desaforado solo de guitarra de ‘One Hundred Years’, toda una demostración de técnica.
WILD MOOD SWINGS
Año de publicación: 1996
Puntuación:
1) Want; 2) Club America; 3) This Is A Lie; 4) The 13th; 5) Strange Attraction;
6) Mint Car; 7) Jupiter Crash; 8) Round & Round & Round; 9) Gone!; 10) Numb; 11) Return; 12) Trap; 13) Treasure; 14) Bare.
Qué ocurrió en estos años para que The Cure se volvieran todavía más simples y comerciales es un misterio. Un hecho quizá relevante fue la salida de la banda de dos de sus miembros: el batería de la última década Williams y el chico para todo Thompson, quien había participado en dos etapas diferentes de la banda. Parece que las buenas ventas de Wish, que ya anunciaba un giro comercial y más amigable de su carrera, les dejó con ganas de ver su cuenta corriente aumentando. Para ello, ¿qué mejor opción que tocar música que le guste tanto al peque de la casa como a la abuelita? Igual que en política renunciar a unos ideales para decir que eres de centro te convierte en simpático a ojos de la gente, en música no arriesgar un ápice y hacer lo mismo que suena en las radiofórmulas también te vuelve amigable.
El gran inicio con ‘Want’ nada hace presagiar el flojo disco que nos vamos a encontrar. Es una nueva pieza épica de corte atmosférico al más puro estilo de Disintegration, poseedora de una extensa introducción instrumental y la adición de capas de teclado que van completando y complementando el sonido. Que nadie busque nada más que se pueda poner a la altura, porque únicamente encontrará ‘Gone!’, de percusión resultona y pegadizo estribillo que aporta un mensaje optimista y de lucha para afrontar los problemas (“If you do that you'll be missing the world / You have to get up get out and get gone!”), algo poco habitual en el depresivo Smith. La final ‘Bare’ pretende ser épica también, pero durante sus ocho minutos resulta demasiado monótona, pues no es hasta pasados los cuatro minutos que parece que se anima con la subida de tono de los instrumentos, aunque pronto retorna a la misma monotonía.
El resto del álbum transita entre lo pasable y lo lamentable, en proporciones más o menos igualadas, por lo que su hora de duración parece que sea más larga todavía. Entre lo más aceptable que encontramos estarían dos baladas que emplean violines en su ejecución: la acústica ‘Jupiter Crash’, que los emplea con menor protagonismo, o la balada ‘This Is A Lie’, llevada por prominentes violines y una ligera percusión, un signo de la dirección comercial que había tomado la banda. El relevo de los violines lo toman las trompetas en ‘The 13th’, como si hubieran contratado a un grupo de mariachis para la ocasión. Pero si tanta trompeta te parece excesiva y con un sonido vulgar, solo debes esperar a que Smith empiece a cantar de una manera horrible y que luego llegue el lamentable estribillo, uno de los peores de la historia de The Cure.
Aburrimientos solmenes como ‘Numb’ (que debiera titularse ‘Dumb’), ‘Return’ o ‘Treasure’, o vulgaridades como ‘Strange Attraction’ dejaban el listón demasiado bajo para el prestigio que la banda había conseguido con arduo esfuerzo. Por si fuera poco, la falta de ideas les lleva también a intentar repetirse a sí mismos sin que se note mucho. Así, ‘Mint Car’ es una lamentable reescritura de ‘Friday I'm In Love’ sin gracia y sin melodías. Y cuando llega el estribillo de ‘Round & Round & Round’ nos damos cuenta de que es una floja reescritura de ‘Pictures Of You’, no precisamente una buena opción para ser tomada como modelo.
Que los dos primeros singles que se extrajeron del disco fueran ‘The 13th’ y ‘Mint Car’, son un indicativo claro de que algo no iba bien. Si las ventas de este álbum fueron relativamente buenas solo puede justificarse por el efecto rebote de Wish, que dejó buena impresión y probablemente sirvió para exacerbar el deseo de adquirir el nuevo disco de la banda. De la misma manera, el siguiente álbum obtendría peores ventas que éste, puesto que el recuerdo que dejaría es mucho peor.
1) Out Of This World; 2) Watching Me Fall; 3) Where The Birds Always Sing;
4) Maybe Someday; 5) The Last Day Of Summer; 6) There Is No If...;
7) The Loudest Sound; 8) 39; 9) Bloodflowers.
Puntuación:
Año de publicación: 2000
BLOODFLOWERS
¿Quién pensaba que The Cure estaban ya muertos? No, todavía no habían llegado a ese nivel de indiferencia absoluta que alcanza a la producción de la mayoría de artistas del rock a partir de cierta edad. La formación sigue siendo la misma que en el fallido Wild Mood Swings, pero en esta ocasión dejan de probar sonidos nuevos que no encajan para nada en su estilo y se dedican a desarrollar lo que mejor sabían hacer. Así, vuelven a centrarse en las texturas sonoras y en armazones instrumentales densos y compactos, donde ningún instrumento destaca sobre los demás pero donde todos contribuyen con algo más que el simple acompañamiento rítmico. Extensas piezas (solo una está por debajo de los cinco minutos) pueblan este disco, siendo la más larga los once minutos de ‘Watching Me Fall’, en la que cuesta asimilar los sutiles cambios de tono en las primeras veces que se escucha.
Pero nada más empezar, ‘Out Of This World’ demuestra definitivamente que los mejores The Cure fueron los de Disintegration, por si a alguien le quedaba todavía alguna duda. Cuando consiguen una composición densa pero con suficientes detalles instrumentales que adornen la fluidez de la voz introspectiva de Smith, nada puede fallar. Precisamente el mejor tema de este álbum es el que más claramente parece extraído de aquél, ‘The Last Day Of Summer’, poseedora de una extensa introducción instrumental de dos minutos que sienta las bases de otra letra de desengaño amoroso en la que lo mejor son los destellos de guitarra y teclado que van cayendo por el camino. La diferencia entre destacar este tema sobre otros similares es que no decae en ningún momento, pues por ejemplo en la final ‘Bloodflowers’ Smith acaba divagando un poco con la enésima historia de amores rotos de tal manera que, cuando llega el estruendoso solo de guitarra, actúa de igual manera a como lo hacía el timbal en la famosa sinfonía sorpresa de Haydn.
Cuando más en falta se echa algún riff de guitarra reconocible, llega ‘Maybe Someday’ para calmarnos un poco. No es que se base en la guitarra (nada de este álbum lo hace, está todo enfocado a crear un ambiente especial) ni que realmente se le pueda llamar riff a lo que parece una melodía rítmica, pero al menos sirve para subrayar la cuidada elaboración de su armazón instrumental y de prácticamente todo el disco. Aun poseyendo una percusión artificial, o al menos eso es lo que parece, ‘Where The Birds Always Sing’ tiene cierto gancho pop (gracias sobre todo a ese reconocible punteo de guitarra que se va repitiendo) en su comienzo, que luego va diluyéndose paulatinamente. Es ése quizá el mayor defecto del disco, que algunas canciones comienzan bien, con ímpetu e interés, pero luego pierden fuelle conforme avanzan, algo que ocurre también con ‘39’ o con la balada acústica ‘There Is No If...’. El tema más flojo del disco es la balada de irónico título ‘The Loudest Song’, puesto que se abusa de los efectos tecnológicos y ello redunda en una ambientación más artificial que neutraliza cualquier intento de Smith de parecer cercano al oyente.
Por último, señalar que Robert Smith proclamaba Bloodflowers como el final de una trilogía formada junto a Pornography y Disintegration, por lo que incluso realizarían una serie de conciertos bajo el título Trilogy en los que interpretarían en directo exclusivamente estos álbumes en riguroso orden cronológico. La relación con Pornography es difícil de discernir, pero respecto a Disintegration lo podemos considerar un hermano menor. Y aquí sí llegamos a la última muestra de grandeza de la banda. Que nadie continúe a partir de aquí si no quiere llevarse una honda decepción, pues ni siquiera hermanos menores nos encontraremos.
JOIN THE DOTS: B-SIDES AND RARITIES 1978-2001
Año de publicación: 2004
Puntuación:
CD I: 1) 10:15 Saturday Night; 2) Plastic Passion; 3) Pillbox Tales; 4) Do The Hansa;
5) I'm Cold; 6) Another Journey By Train; 7) Descent; 8) Splintered In Her Head;
9) Lament (Flexipop); 10) Just One Kiss; 11) The Dream; 12) The Upstairs Room;
13) Lament; 14) Speak My Language; 15) Mr Pink Eyes; 16) Happy The Man;
17) Throw Your Foot; 18) New Day; 19) The Exploding Boy;
20) A Few Hours After This...; 21) A Man Inside My Mouth; 22) Stop Dead.
CD II: 1) A Japanese Dream; 2) Breathe; 3) A Chain Of Flowers; 4) Snow In Summer;
5) Sugar Girl; 6) Icing Sugar (Remix); 7) Hey You!!! (12" Extended Mix);
8) How Beautiful You Are... (Remix); 9) To The Sky; 10) Babble; 11) Out Of Mind;
12) 2 Late; 13) Fear Of Ghosts; 14) Hello, I Love You;
15) Hello, I Love You (Psychedelic mix); 16) Hello, I Love You (Slight return mix);
17) Harold And Joe; 18) Just Like Heaven.
CD III: 1) This Twilight Garden; 2) Play; 3) Halo; 4) Scared As You; 5) The Big Hand;
6) A Foolish Arrangement; 7) Doing The Unstuck; 8) Purple Haze; 9) Purple Haze;
10) Burn; 11) Young Americans; 12) Dredd Song; 13) It Used To Be Me; 14) Ocean;
15) Adonais.
CD IV: 1) Home; 2) Waiting; 3) A Pink Dream; 4) This Is A Lie; 5) Wrong Number;
6) More Than This; 7) World In My Eyes; 8) Possession; 9) Out Of This World;
10) Maybe Someday; 11) Coming Up; 12) Signal To Noise; 13) Signal To Noise;
14) Just Say Yes; 15) A Forest.
El título de este cuádruple recopilatorio ya define bien su contenido. Eso sí, la mayoría del contenido son caras B inéditas, una sorprendente cantidad de canciones que demuestra lo prolíficos que habían sido durante toda su carrera. Eso sí, con diferencias cualitativas a lo largo de los años, algo perfectamente identificable por el orden cronológico que siguen los temas, puesto que a partir de 1992 el bajón creativo es evidente.
El primero de los discos comprende desde sus inicios hasta 1985, el año de The Head On The Door. Así, de su breve etapa como punks desenfadados, además de la magnífica pero ya conocida ‘10:15 Saturday Night’, podemos disfrutar de la incisiva ‘Pillbox Tales’, aunque también de inevitable relleno como ‘Do The Hansa’ y ‘Plastic Passion’. En cambio, ‘Another Journey By Train’ debe destacarse por ser un ágil e interesante instrumental, al más puro estilo de los Cure de finales de los setenta. De ‘I'm Cold’ ya conocíamos una versión tosca incluida en los bonus tracks de la edición deluxe de Three Imaginary Boys, pero precisamente esa tosquedad y sonido algo sucio no jugaba en su contra. Por el contrario, aquí tenemos la versión final de ‘I'm Cold’ que se publicó como cara B de ‘Jumping Someone Else's Train’ y que, a pesar de contar con un sonido más cristalino, el ritmo notablemente decelerado y un efecto de eco en la voz provocan un resultado bastante flojo.
Si recordamos que Japanese Whispers era un disco que recogía los singles de principios de los ochenta, entendemos por qué bastantes temas se vuelven a repetir aquí. Al menos de ‘Lament’ encontramos una versión diferente a la incluida en el citado álbum, aquí en versión primeriza, más experimental y electrónica, publicada por la revista Flexipop. Entre tanta canción encontramos muchas curiosidades como ‘Mr Pink Eyes’, la cual parece una jam de R&B al estilo de los sesenta, armónica incluida. Y porque se trata de una oscura cara B, puesto que en otro caso podríamos pensar que Arcade Fire se inspiró en el ritmo de ‘A Few Hours After This...’ para componer su ‘Wake Up’. Los gritos de ‘Throw Your Foot’ le dan un aire desenfadado y cercano a ese espíritu vitalista y algo extravagante de la música comercial de los ochenta. ‘A Man Inside My Mouth’ es algo atascada en su ritmo pero entretenida, y la verdadera lástima es ‘The Exploding Boy’, donde el genial inicio no se mantiene luego al mismo nivel en un desarrollo más convencional.
Y es que no todo iba a ser gloria en una recopilación como ésta. ‘Descent’ parece una demo del bajista, que toca la misma melodía una y otra vez. También comenzamos a escuchar algunos de los primeros y erróneos escarceos con la percusión programada como ocurre en ‘New Day’, de propósito ambiental y atonal que provoca algo de rechazo. En cambio, ‘Stop Dead’ es un buen ejemplo de esa etapa de mediados de los ochenta en que los teclados y sintetizadores tomaron la iniciativa de las canciones en detrimento de la guitarra, pero al menos con buenos resultados.
No menos interesante que el primero resulta el Disco 2, correspondiente al intervalo 1987-1992, años en que se publicaron sus dos obras maestras: Kiss Me Kiss Me Kiss Me y Disintegration. En ‘A Japanese Dream’, lo que le da el punto especial es esa hipnótica melodía de teclado, que al final se ve potenciada por la desquiciada guitarra, como pocas veces se prodigaba Smith a finales de los ochenta. Escuchamos tres curiosas deconstrucciones de ‘Hello, I Love You’, aunque podríamos decir que dos porque la tercera de ellas parece una simple broma. La primera viene especificada como mix psicodélico y en ella parece que amalgaman esta canción con el ritmo del oscuro tema ‘Heart Beat, Pig Meat’ de Pink Floyd, en una mezcla que se antoja algo confusa. Una de los mejores temas que encontramos es ‘A Chain Of Flowers’, el cual podría haber pertenecido a Disintegration por su gran estilo épico y sus emotivos pasajes instrumentales, pero realmente fue la cara B de ‘Catch’ y es por tanto un claro precursor de lo que sería el siguiente paso de la banda. Y de manera análoga, un tema tan alegre (respecto a lo que esperamos de The Cure) como ‘2 Late’ encajaría más en la etapa de Wish que en la del disco anterior, donde pertenece en realidad.
El tercer disco ya hay que cogerlo pinzas porque nos adentramos en una etapa que culminaba en el disco más bochornoso que The Cure hubiera publicado. Aun así, al principio todavía encontramos destellos de grandeza, pues ‘This Twilight Garden’ sería el perfecto tema de transición entre el propósito atmosférico de Disintegration y la vertiente pop iniciada en Wish, un perfecto híbrido entre los dos mundos. Vuelven a atreverse con el cancionero de Jimi Hendrix, pues si en Three Imaginary Boys encontrábamos una graciosa deconstrucción de ‘Foxy Lady’, aquí encontramos dos versiones de ‘Purple Haze’. La primera de ellas fiel al original pero con el obvio sonido más actualizado a la producción de los noventa; la segunda es una vergonzosa recreación electrónica que haría estremecerse a Hendrix en su tumba, que además fue incluida en un disco tributo, los cuales suelen tener este tipo de sorpresas desagradables. Encontramos también la aburrida canción que grabaron para la banda sonora de la infame película Juez Dredd.
Lo peor con diferencia es cuando llega directamente la época de Wild Mood Swings, a caballo entre el tercer y el cuarto disco, verdadera demostración de mal gusto y escasa creatividad. Casi todo está entre lo flojo y lo pasable, así que podemos dar gracias de no encontrar tampoco demasiados temas directamente ofensivos. Y bueno, incluso encontramos una pequeña joya en ‘A Pink Dream’. Pero es que luego llegamos esperanzados a la etapa de Bloodflowers y tampoco se levanta el vuelo, añadiendo incluso flojos remixes de canciones de aquel álbum, alguno lamentable como el de ‘Out Of This World’. Menos mal que hacia el final podemos encontrar un alivio con las dos versiones, acústica y eléctrica, de ‘Signal To Noise’, canción que quedó descartada para acompañar a las novedades que finalmente se incluyeron en el recopilatorio Greatest Hits de 2001. La versión electrónica y modernizada de ‘A Forest’ no vale la pena ni siquiera escucharla. Hacen desaparecer todo vestigio de ambientación y tensión psicológica, que era la singularidad que ofrecía, para meterse en la escena dance del momento y desdibujar todo su contenido. Como consuelo, puede escucharse una nueva parte de guitarra, muy al estilo de las composiciones de David Bowie.
Se hace complicado evaluar una recopilación, pero si atendemos a las sorpresas agradables que encontramos, que por desgracia no parecen superar en número a las desagradables, nos quedamos en territorio difícil de catalogar. Hay demasiadas composiciones flojas o de relleno para que este álbum entre en la categoría de aceptable, pero para nada es un mal álbum. Así pues, lo dejamos en seis estrellas, puntuación que para The Cure significa que estamos ante una obra vulgar o convencional que no vale la pena recomendar.
THE CURE
Año de publicación: 2004
Puntuación:
1) Lost; 2) Labyrinth; 3) Before Three; 4) End Of The World; 5) Anniversary;
6) Us Or Them; 7) Alt. End; 8) (I Don't Know What's Going) On...; 9) Taking Off;
10) Never; 11) Promise.
Publicar discos de cuatro en cuatro años había convertido cada nueva obra de The Cure en algo imprevisible, donde no se sabía bien hacia qué lado de la línea que separa lo comercial de lo artístico se dirigirían cada vez. En este caso, su título da qué pensar. Cuando un grupo o artista lleva una carrera avanzada y decide emplear su propio nombre para titular su nuevo disco, en principio puede dar lugar a dos interpretaciones diferentes: 1) Que posee el sonido más característico de lo que ha sido su carrera; o 2) Que comienza una nueva fase en su trayectoria y el título les sirve para reafirmarse en ello. Digamos que aquí se desmonta toda esa teoría porque nada de eso se confirma, pues estamos ante una banda algo apagada, con ecos del pasado pero sin entusiasmo para volver notable su música. Para colmo, el disco se promocionó –al menos en España– con una declaración de Robert Smith en la que decía: “El álbum se llama The Cure. Si no te gusta, entonces no te gustamos”. Una fanfarronada que ya creaba animadversión nada más escucharla.
El comienzo no es nada halagüeño mediante ‘Lost’, puesto que Robert Smith suena cansado y el ritmo es demasiado lento. Tampoco mejora mucho lo que llega a continuación, pues el potente ritmo de ‘Labyrinth’, donde destaca un hipnótico bajo, es lo más destacable de un tema que empieza de manera también aburrida pero gradualmente se va subiendo el tono hasta llegar a una apoteosis final que al menos deja una buena sensación. La mayor parte del álbum transcurre sin mayor pena ni gloria, de manera que resulta bastante difícil poder recordar alguna canción una vez se ha acabado, salvo casos muy concretos como por ejemplo el estribillo de ‘The End Of The World’, donde parece discernirse algo de los memorables Cure de finales de los ochenta, o incluso el estribillo de ‘Taking Off’. Una lástima que todo lo demás no esté a esa altura. O sea, ni de ese tema ni del resto del álbum, que parece divagar en algunos momentos aunque en otros sí denotan una cuidada instrumentación, como el trasfondo de ‘Anniversary’, que como instrumental hubiera quedado mucho mejor. Robert Smith tampoco está en su mejor momento y en algunos momentos parece que sobreactúa su personaje. Por ejemplo, por muy enfadado que se ponga en ‘Us And Them’, no suena creíble.
Solo una canción tiene el suficiente gancho y una estructura adecuada para sonar bien desde el principio hasta el final, y es ‘Alt. End’. Suenan más a los Radiohead de The Bends pero, por lo que podemos ver aquí, esa opción es preferible a que suenen a unos The Cure trasnochados. Sorprende que para finalizar el álbum se sientan con confianza para lanzarse a tocar un tema de corte épico y más de diez minutos de duración (‘The Promise’). Pero al menos salen airosos, dentro de lo que cabe, si le perdonamos a Smith que se le vaya un poco la olla al final, aunque podrían haber recortado este tema hasta quedarse en una tercera parte del total porque tampoco se justifica su duración, hay crescendos mucho más rápidos.
Es una lástima la mediocridad que sobrevuela este disco, puesto que tiene algunos detalles muy buenos. Pero están tan dispersos entre el sonido monótono y las pocas ganas que demuestra la banda, que no se logra elevar por encima de la mediocridad en casi ningún momento. No es un mal disco, pero no es mejor de lo que lo hubiera hecho cualquier otro grupo del momento con mucho menos talento.
4:13 DREAM
Año de publicación: 2008
Puntuación:
1) Underneath The Stars; 2) The Only One; 3) The Reasons Why; 4) Freakshow;
5) Sirensong; 6) The Real Snow White; 7) The Hungry Ghost; 8) Switch;
9) The Perfect Boy; 10) This. Here And Now. With You; 11) Sleep When I'm Dead;
12) The Scream; 13) It's Over.
Las peores sospechas de estancamiento se hicieron realidad en este último disco de estudio de la banda. En su momento, volvió a ponerse en marcha la mercadotecnia y se anunció que en principio iba a ser un doble álbum que finalmente había quedado rebajado a uno solo. Este disco ni siquiera llega a una hora de duración, así que las sospechas de que nos querían meter un bulo de manera consciente parecían tener sentido. En cualquier caso, no se trata más que de un caso de falta de creatividad, en el que se lanzan a tocar canciones que recuerdan prácticamente a lo que habían hecho durante toda su carrera, exceptuando la primera etapa más punk. Eso sí, con mucha menos gracia y sin originalidad. Los detalles que en el anterior disco todavía delataban la grandeza que una vez tuvieron, aquí escasean todavía más. Cuesta imaginar que pueda gustarle a nadie que no sea un fanático de The Cure.
Como ya se ha dejado caer, solo algunos detalles consiguen captar nuestro interés como vestigios del talento que una vez tuvieron. Por ejemplo, ‘The Reasons Why’ posee el mejor estribillo del disco, bien elaborado y con una curiosa estructura de pregunta-respuesta, además de algunos destellos de guitarra que la convierten en lo poco salvable para la posteridad. ‘The Hungry Ghost’ pasa también por ser de lo mejor de todo el disco porque al menos tiene un ritmo pegadizo bien llevado por la guitarra. Está bien desarrollada, pero el estribillo chirría bastante y la voz de Smith puede llegar a ser molesta. En ‘Freakshow’ se meten en un pop que pretende entretener pero donde lo único destacable es la guitarra esquizoide.
Si hay que escuchar canciones de relleno, que al menos sean aceptables como ‘The Real Snow White’, ya que ‘Underneath The Stars’ parece el intento de reescribir ‘Pictures Of You’, tarea inane donde las haya pues únicamente consiguen emular e incluso superar el aburrimiento que transmitía esta última. Lo más fuerte es que parecen intentar lo mismo pero en formato pop mediante ‘Sirensong’. Con piezas como ‘Switch’ dejaban claro que la creación de ambientes sonoros claustrofóbicos ya no era su fuerte y lo único que podían generar era una pesadilla sónica que dejaba pocas ganas de volver a escucharla una segunda vez. ‘The Scream’ (nada que ver con su amiga Siouxsie) está mucho mejor conseguida en ese aspecto, aunque tampoco es para lanzar cohetes.
En la recta final del álbum entramos en la fase “horrores musicales”, una manera subconsciente de avisar a la gente de que estábamos en el final de The Cure como fuerza creativa, puesto que ya no daban para más. A esas canciones destacadas en color naranja ni siquiera se le puede dar el calificativo de tales, puesto que son más bien ruido equivalente a tener un edificio en construcción junto a la vivienda de un@. Robert Smith también pone su granito de arena para que se vuelvan más insoportables todavía.
Final lastimoso para The Cure, aunque sorprendentemente las ventas fueron relativamente buenas para lo penoso del resultado. Es lo que tiene poseer prestigio, pero el prestigio decae si no se cuida. A partir de ahora se dedicarán exclusivamente a vivir del pasado y a recrear algunos de sus discos antiguos en directo, realizando conciertos monográficos donde se ejecutan de principio a fin. Siempre será preferible esta última opción a tener que escuchar más álbumes como éste.
RECOPILATORIOS
STARING AT THE SEA
Año de publicación: 1986
Esta recopilación recogía singles y una selección de canciones de los discos de estudio publicados hasta 1985. En ella podemos escuchar la versión de estudio de la gran ‘Charlotte Sometimes’, como única novedad relevante. En ‘A Forest’ se nota también una producción diferente, quizá hasta mejorando la original, pero sin cambios significativos en realidad. Es una buena manera de introducirse en el sonido de las dos primeras etapas de la banda.
GALORE
Año de publicación: 1997
Como complemento al recopilatorio anterior (resultando evidente la broma, puesto que donde antes había un anciano en la portada, ahora hay un bebé), éste recoge los singles publicados entre 1987 y 1997. Muchos de ellos vienen señalados en el libreto como remixes, pero resulta muy difícil encontrar alguna diferencia respecto a las versiones de los discos de donde proceden. En su momento, contaba con una nueva canción escrita para la ocasión, ‘Wrong Number’, aunque después fue incluida en la caja de Join The Dots. La selección de canciones no es muy acertada como introducción al sonido de The Cure en esa etapa, por lo que vale la pena dirigirse directamente a los álbumes. Incluso de Wild Mood Swings, que ya era malo de por sí, eligieron lo peor como singles.