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CROSBY, STILLS & NASH (& YOUNG)

SUPER SESSION

(Por Bloomfield, Kooper & Stills)

Año de publicación: 1968

Puntuación:

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1) Albert's Shuffle; 2) Stop; 3) Man's Temptation; 4) His Holy Modal Majesty; 5) Really; 6) It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry; 7) Season Of The Witch;

8) You Don't Love Me; 9) Harvey's Tune.

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Rareza que viene incluida aquí por tener a Stills, que aquí aparece junto al gran guitarrista Mike Bloomfield y Al Kooper (precisamente ambos habían tocado ya en discos de Bob Dylan, como ejemplo de su bagaje). Es el primer disco de Stephen Stills fuera de Buffalo Springfield y parece que el formato de trío es lo que estaba buscando en este primer intento, aunque más bien la sensación que da este álbum es la de tres amigos que se juntan para tocar un material profesional y que a la vez les permita pasar un rato agradable, pero al tratarse de tres grandes músicos el resultado final es un disco aceptable y gentil.

 

‘Albert's Shuffle’ es un blues instrumental muy bien ejecutado, para los amantes del género. La mejor parte es la del solo de órgano, supongo que tocado por Kooper, que después de su incursión con el instrumento en ‘Like A Rolling Stone’ de Dylan, parece que le cogió el gusto y el arte. Precisamente de Dylan y del mismo álbum donde está dicha canción, hacen una reinterpretación fabulosa de ‘It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry’, que originalmente era un tema del blues más puro y que aquí se transforma en un acelerado rock de tintes psicodélicos al que yo colocaría por encima del original. Maravilloso ya desde el inicio, con la melódica línea de bajo. Otra buena versión pero que no llega al nivel de la de Dylan, es ‘Man's Temptation’ de Curtis Mayfield, un tema de soul con mucha trompeta pero con una buena parte vocal. De todas formas no he escuchado la original para evaluar hasta qué punto aquí consiguen algo diferente o no, pero en cualquier caso es un agradable tema.

 

‘Stop’ es otro instrumental más enérgico y con un gran ritmo rock, además de un fenomenal sonido de guitarra. Y hablando de instrumentales, la jam de ‘His Holy Modal Majesty’ tiene un gran sonido como de jazz psicodélico gracias a un desquiciado teclado que al final parece que desvaría un poco, pero es para dar paso a otro buen solo de guitarra. El problema que presenta este tema es que se alarga demasiado para las pocas novedades que ofrece (dura casi diez minutos), y una larga jam que sea tolerable está al alcance de muy pocos, y este trío no es de los elegidos. Así que, por si esto fuera poco, justo a continuación llega ‘Really’, que al menos es más corto y suena entretenido aunque sea otro blues, pues es como un ‘Albert's Shuffle’ con más energía. Para el final hay otro instrumental de sonido agradable llamado ‘Harvey's Tune’, que viene liderado por los instrumentos de viento y que es inofensivo por su escasa duración, parece como un tema del grupo Chicago de mediados de los 70.

 

También tenemos otra versión, y larga, en ‘Season Of The Witch’ de Donovan –el llamado Dylan británico, no sé por qué– aunque aquí no consiguen un buen resultado sobre todo por la parte vocal poco acertada y la parte instrumental que suena un poco como tocada a trompicones, con punteos continuados de la guitarra y el órgano que no parece que vayan a arrancar nunca, por eso será que acaban entrando las trompetas para intentar salvar lo insalvable. De hecho los solos aquí no suenan nada inspirados salvo momentos concretos que van apareciendo pero que no salvan al tema de la mediocridad por su excesiva duración de más de diez minutos.

 

La psicodelia que había sobrevolado algún tema reaparece directamente en la versión de ‘You Don't Love Me’, con efectos de phasing en instrumentos y voces que transmiten una inquietante sensación de intriga.

 

En definitiva, un disco único por juntar a tres personalidades musicales pero que no pasará a la historia, donde se escucha principalmente blues-rock con algunos retazos de psicodelia y que no está de más poder escuchar y apreciar en algún momento de tu vida.

CROSBY, STILLS & NASH

Año de publicación: 1969 

Puntuación:

stars 10.png

1) Suite Judy Blue Eyes; 2) Marrakesh Express; 3) Guinnevere;

4) You Don't Have To Cry; 5) Pre-Road Downs; 6) Wooden Ships;

7) Lady Of The Island; 8) Helplessly Hoping; 9) Long Time Gone; 10) 49 Bye-Byes.

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Gran disco de debut del trío inicial (todavía no está Neil Young), donde cada uno da lo mejor de sí en busca del bien común y de aprovechar al máximo la magia emergente en la perfecta unión de voces que encontramos aquí. Un repaso a los componentes nos hace reencontrarnos con David Crosby (proveniente de The Byrds), Stephen Stills (Buffalo Springfield) y el inglés Graham Nash (The Hollies), tres músicos que salieron rebotados de sus respectivos grupos, con ganas de seguir con otros compañeros que compartieran las mismas inquietudes artísticas y que no vetaran el trabajo propio. Según los datos que proporciona el libreto, Stills se ocupa de la guitarra principal, el órgano y el bajo, Crosby de la guitarra rítmica y Nash sólo pone su voz. La batería recae en un tal Dallas Taylor, aunque si uno busca mayor información, puede encontrar que en ‘Marrakesh Express’ toca el gran Jim Gordon.

 

Ya desde el inicio encontramos lo que será su estilo característico con la ‘Suite Judy Blue Eyes’, cuyo nombre proviene de la cantante Judy Collins, que fue pareja de Stills, compositor del tema. Los magníficos juegos de voces acompasados por una sobria pero perfecta instrumentación serán el sello de calidad propio de este conjunto de grandes músicos. Sorprende un tanto su final de aires latinos, con alguno del trío exclamando como si fuera un mariachi.

 

A cualquiera que conozca la trayectoria de cada uno de los componentes previa a la grabación de este disco, con tan sólo escuchar el inicio de ‘Marrakesh Express’ sabría que está compuesta en este caso por Nash, incluso sin llegar a escuchar el inicio de la parte vocal. Tiene ese estilo pop armonioso que recuerda indefectiblemente a los Hollies, con buenas melodías y un pegadizo estribillo. Las otras dos composiciones de Nash son totalmente diferentes a ésta, pues ‘Pre-Road Downs’ es una rayada psicodélica con guitarras reproducidas hacia atrás que hacen insoportable escucharla, además de ofrecer unas melodías y estribillo que dejan totalmente indiferente, y ‘Lady Of The Island’ es una preciosa balada en la que Nash se acompaña únicamente de algunos coros de sus compañeros e instrumentación acústica.

 

También es muy reconocible la aportación de Crosby, pues ‘Guinnevere’ es otra de esas brillantes baladas oscuras al estilo de composiciones similares que realizara en The Byrds (‘Everybody's Been Burned’). La otra canción de Crosby es la más rockera (tomando este término a la manera que CS&N pueden hacer rock) ‘Long Time Gone’, también de espíritu oscuro y con un poderoso estribillo. Aunque el tema que quizá transmita mayor fuerza es el compuesto por Crosby junto a Stills y Paul Kantner (guitarrista de Jefferson Airplane, quienes también lo grabarían para su álbum Volunteers) ‘Wooden Ships’, con una fuerte carga antibelicista de su letra en plena época de la guerra de Vietnam y que fue utilizada como música de fondo en la película sobre el festival de Woodstock, expandiendo así todavía más su mensaje.

 

Lo que queda por citar son las restantes composiciones de Stills, que comprenden dos joyas acústicas de la melodía y armonía vocales como son ‘You Don't Have To Cry’ y ‘Helplessly Hoping’, esta última con un estribillo que podría tomarse como la firma de presentación de este conjunto de amigos/músicos: “They are one person / They are two alone / They are three together / They are four for each other”. Aunque el cuarto elemento no llegaría hasta el siguiente disco. La canción final ‘49 Bye-Byes’ tiene otro comienzo excepcional (brillante melodía nada más comenzar: “49 reasons, all in a line”) que luego se diluye con un estribillo mucho menos inspirado y una duración algo excesiva para lo que ofrece.

 

Así pues, merecido éxito el que tuvieron, donde ya quedó prefijado un ligero liderazgo de Stills al ser el que más composiciones aportó y el que toca la guitarra principal. Además, este disco fue precursor de otras bandas exitosas pero menores como Eagles o America, aparte de un interés general por la música de raíces tradicionales y cuidada parte vocal, un añadido a la revolución que supuso en ese sentido la edición del John Wesley Harding de Bob Dylan o la aparición de The Band.

DÉJÀ VU

(Por Crosby, Stills, Nash & Young)

Año de publicación: 1970 

Puntuación:

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1) Carry On; 2) Teach Your Children; 3) Almost Cut My Hair; 4) Helpless; 5) Woodstock; 6) Déjà Vu; 7) Our House; 8) 4 + 20; 9) Country Girl; 10) Everybody I Love You.

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Aquí alcanzan estos análisis de discos uno de esos puntos en que se debe mostrar integridad en el juicio. Para comenzar, si señalamos que Déjà Vu es el disco más vendido de la historia de Crosby, Stills & Nash (y Young), además de ser el mejor valorado de su discografía, un@ debe esperar encontrarse ante la gran obra maestra del movimiento hippie, cuando este movimiento ya estaba haciendo aguas. Si a ello añadimos que se cuenta con la participación de la entonces gran estrella emergente del rock Neil Young (quien meses después publicaría uno de los mejores álbumes de su vasta discografía, After The Gold Rush), las expectativas crecen exponencialmente. Pero por desgracia, tantas expectativas conducen únicamente a una decepción enorme una vez se ha escuchado el disco al completo. ¿Dónde están las brillantes melodías y armonías del álbum anterior? Si no fuera porque eran hippies de corazón, parecería que hubieran juntado una serie de canciones sencillas de componer para publicar algo rápido y aprovechar su tirón como gurús de la juventud del momento. Espero que se haya comprendido la ironía de la frase.

 

Stephen Stills ya conocía bien a Neil Young, pues ambos coincidieron en el grande pero efímero grupo Buffalo Springfield. Así que el nuevo, Neil Young, aporta dos composiciones propias y otra como coautor junto a Stills. Las suyas son la balada country contemplativa ‘Helpless’, muy acorde al estilo de lo que sería su álbum en solitario Harvest, aunque bastante discreta; y también ‘Country Girl’, que tiene un tono más épico pero que acaba divagando con mucho coro y demasiado poca melodía. Junto a Stills compone la final ‘Everybody I Love You’, que al  menos es un soplo de energía por su dinámico ritmo inicial, aunque luego se ralentiza para que los cuatro amigos canten al unísono.

 

La fuerza que Crosby demostró en composiciones como ‘Long Time Gone’ o ‘Wooden Ships’, aquí reaparece también con el poderoso comienzo de ‘Almost Cut My Hair’, que si bien su letra queda un poco desproporcionada para el estilo de la canción (no parece tan dramático cortarse el pelo, pero bueno, igual para un hippie lo era), la estructura instrumental presenta un gran poderío gracias a las dos guitarras eléctricas (presumiblemente de Young y Stills) que se complementan a la perfección. El otro tema de Crosby es el que da título al álbum, que oscila entre diferentes cambios de ritmo y secciones, donde las mejores son el principio (con una aguerrida guitarra acústica marcando un rápido ritmo) y la parte más contemplativa a partir de los 2:20. En ‘Teach Your Children’ es como si a Crosby le quisieran enseñar lo que empezaron haciendo sus ex-compañeros de The Byrds tras su salida. Un country convencional sin nada nuevo que ofrecer, por mucho que se cuente con Jerry Garcia (Grateful Dead) en la pedal steel guitar. Y es que su compositor es Nash, quien siendo británico no debería inmiscuirse en la música de raíces norteamericanas. A él se le dan mejor las canciones pop inofensivas pero melódicas como ‘Our House’, aptas para toda la familia.

 

La que posiblemente sea la mejor canción del álbum es curiosamente la única no compuesta por ninguno de ellos. Se trata de ‘Woodstock’, de la gran Joni Mitchell, aquí transformada en un fiero rock (fiero en el estilo de estos chicos, claro) que quizá empache un poco por su prominente parte vocal a varias voces. Stills no está en un momento muy inspirado y ‘4+20’ parece que sea un descarte del anterior disco o una canción que compuso en cinco minutos y grabó él mismo para rellenar espacio en el último momento, puesto que únicamente se escucha su voz. Mejor sensación deja ‘Carry On’, pues sigue en la mejor onda del disco de debut del trío CSN aunque le faltaría algo más de variedad en las melodías, ya que no está solucionado con maestría lo que debiera ser el estribillo, que queda como un coro cualquiera. Al menos, hacia la mitad del tema se imprime algo más de fuerza y la guitarra eléctrica junto a la parte vocal le confieren un carácter más memorable.

 

Una vez escuchado el álbum, no deja de resultar extraño pensar en la gran popularidad que tiene. Es de esos momentos que un@ puede pensar ¿soy yo o es el mundo? Pero luego piensa razonablemente que la popularidad la dan los periodistas, en este caso musicales, y que en el momento de lanzamiento del álbum se le creó un aura de falsa magnificencia que como puede comprobarse en otros casos, cuesta mucho de variar, puesto que las futuras generaciones de analistas parece que a veces no escuchan los discos que comentan y se limitan a transcribir opiniones generalizadas, eternizando de esa manera los errores de origen. Quien no me crea, que busque, compare y... que se forme su propia opinión, ¡por supuesto!

2018

STEPHEN STILLS

Año de publicación: 1970 

Puntuación:

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1) Love The One You're With; 2) Do For Others; 3) Church (Part Of Someone);

4) Old Times Good Times; 5) Go Back Home; 6) Sit Yourself Down; 7) To A Flame;

8) Black Queen; 9) Cherokee; 10) We Are Not Helpless.

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2018

Aunque Neil Young se había adelantado estrenándose en solitario bajo su propio nombre (lo cual era debido a que Young iba por su cuenta desde la disolución de Buffalo Springfield), el primer miembro del trío CSN que debutó a solas fue Stills. En la práctica, no estaba a solas precisamente, puesto que la lista de músicos participantes o invitados es extensa y además de primer nivel. Aparte de Crosby y Nash, que no podían faltar para echar una mano con las voces, hay apariciones de Jimi Hendrix, Eric Clapton, John Sebastian, Ringo Starr o Booker T. Jones. Quedaba bien claro que Stills era un buen tipo al que cualquier amigo no dudaría en ayudar.

 

En su estreno no encontraremos nada diferente a lo que podríamos esperar de alguien como Stephen, un enamorado de las músicas tradicionales norteamericanas pero desde la perspectiva del rock. Como todo músico de raíces norteamericanas que se precie, no puede faltar una buena dosis de góspel como ‘Sit Yourself Down’ o ‘Love The One You're With’. Esta última, de haberla grabado con Crosby y Nash, probablemente hubiera quedado mejor porque no sonaría tan pomposa. Es curioso que, hacia la mitad, puedan escucharse unos “Ti ri ri” que recuerdan inmediatamente el estilo de las composiciones con el trío. En cuanto a ‘We Are Not Helpless’, no se sabe si es una respuesta a la canción de Neil Young incluida en Déjà Vu, aunque Stephen ha aseverado siempre que no lo es y, además, musicalmente acaba entroncada de nuevo con el góspel. Aparece como enlazada con la previa ‘Cherokee’, cuyos vientos iniciales puede que le dieran alguna idea a Paul McCartney para su ‘Live And Let Die’. Este tema podría decirse que es el mejor del álbum al emplear una diversidad mayor de instrumentos en clave de jazz, incluido un sitar eléctrico.

 

En el polo opuesto, es decir, cuando se muestra más intimista acompañado únicamente de su guitarra acústica, es cuando más convincente se muestra y por ello es donde mejores resultados consigue (‘Do For Others’, ‘To A Flame’), sin que ello esté reñido con la inclusión de notables melodías. Ahora bien, la acústica ‘Black Queen’ nos muestra a Stephen a solas con su guitarra, lo cual tendría su gracia durante dos o tres minutos, pero superando la barrera de los cinco resulta excesiva para este caso. Algo similar ocurre con ‘Church (Part Of Someone)’, cuyo problema es que, aun sonando entre solemne y épico, acaba repitiéndose tanto que pierde el poderoso efecto que transmite en primera instancia. En cambio, el mayor aliciente de ‘Old Times Good Times’ es poder escuchar la guitarra de Jimi Hendrix, a pesar de que no estaba en su mejor forma (moriría incluso antes de que llegara a publicarse este disco), ya que en su duelo con el órgano acaba perdiendo. Sin tiempo a asimilar la contribución de Hendrix, justo a continuación le toma el testigo nada menos que Eric Clapton para rellenar de punteos de blues ‘Go Back Home’ y dejar mejor impresión que Jimi, además de que se añade al final un dueto de guitarras con Stills.

 

Al final, lo que debemos tener claro es que se trata de un modesto álbum (la portada es muy indicativa del tono general) donde Stephen se ha mostrado sin pretensiones e introspectivo, unas características que pueden servir para aprovechar el tirón comercial del nombre, pero que a la larga no nos deja sino con un disco más o menos pasable y que con mucha probabilidad quedará olvidado dentro de un armario una vez escuchado. Solo algunos detalles cualitativos fruto del talento de Stills salvan el álbum de caer en la mediocridad, es decir, en un disco de los que podríamos conseguir muchísimos otros similares.

IF I COULD ONLY REMEMBER MY NAME

(Por Crosby)

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

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1) Music Is Love; 2) Cowboy Movie; 3) Tamalpais High (At About 3); 4) Laughing;

5) What Are Their Names; 6) Traction In The Rain; 7) Song With No Words (Tree With No Leaves); 8) Orleans; 9) I'd Swear There Was Somebody Here.

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Como el resto de compañeros del trío/cuarteto, David Crosby lanzó también su carrera en solitario, si bien para él resultaba un desafío componer material suficiente para llenar un álbum completo, ya que siempre había compartido las tareas de composición tanto con los Byrds como con Stills, Nash y Young, dedicándose como mucho a aportar la tercera parte de un LP. Como puede comprobarse en este debut, muchas más ideas de las que había proporcionado a lo largo de su carrera ya no iba a conseguir, aunque cierto es que, aquello que sabía hacer bien, le seguía dando unos buenos resultados. Igual de afortunado que Stills, cuenta aquí con una gran cantidad de músicos amigos que participan, en este caso beneficiado por las circunstancias, ya que en esa época estaban muy relacionados y coincidían en los estudios de grabación con los Grateful Dead, Jefferson Airplane (lo que iba quedando de ellos) y Santana.

 

Las limitaciones de David a la hora de componer quedan en evidencia desde el inicio, aparte de que recicla muchas de sus ideas anteriores a lo largo del álbum. En cuanto a la primera canción que encontramos, lo único que salva a ‘Music Is Love’ de ser un vulgar tema de folk son las excepcionales armonías vocales que Crosby sabe crear, aunque es una composición donde aparecen como coautores Nash y Young, así que quizá fueran ellos quienes le echaron una mano para salvarla del batacazo. Para cualquier artista que busque espiritualidad en su música, es inevitable no caer en la tentación de buscar un sonido similar a los cantos tibetanos, algo poco original también, que es lo que tenemos aquí mediante ‘I'd Swear There Was Somebody Here’. Mucho mejor y más original es reinventar una canción tradicional como es ‘Orleans’ y transformarla en otra viñeta onírica donde queda curioso que los coros canten “ocean see” con acento francés.

 

También es muy reconocible el estilo de David en bastantes temas, porque se limita a repetir ideas ya idealmente reflejadas en su producción anterior. Por ejemplo, el minimalismo de ‘Traction In The Rain’ ya lo habíamos podido disfrutar con un ejemplo mejor en ‘Triad’, por lo que no aporta nada relevante. ‘Cowboy Movie’ nos presenta al Crosby más rabioso, al estilo de ‘Long Time Gone’ pero sin saber rematar en ningún estribillo decente y repitiéndose continuamente, por lo que acaba decayendo irremediablemente. En el apartado vocal, ‘Tamalpais High (At About 3)’ es simplemente una variación melódica de ‘Guinnevere’, donde lo único novedoso es la segunda mitad instrumental donde se recrea otro pasaje onírico pero con cierta fuerza, gracias a un destacado trabajo de las guitarras eléctricas. Muy evocadora resulta ‘Laughing’, en parte gracias al sonido de la pedal steel guitar tocada por Jerry Garcia. Como pequeña sorpresa, resulta bastante reconocible en algunos momentos la voz de Joni Mitchell en los coros.

 

Como su título bien indica, en ‘Song With No Words (Tree With No Leaves)’ no escucharemos ninguna palabra, solo el tarareo relajante de Crosby y Nash mientras se acompañan de una cálida instrumentación con esas sutiles variaciones que hacen que su escucha mejore con el tiempo, puesto que tocan en ella nada menos que Kaukonen y Casady (Jefferson Airplane), así como el gran Jerry Garcia (Grateful Dead). Son seis minutos que se pasan sin que un@ se dé cuenta. Nada diferente en propósito ni en vasta participación de músicos resulta el bello crescendo de ‘What Are Their Names’, que puede impacientar a más de un@ por su lentitud, pero está tan bien construida y las guitarras de Neil Young y Jerry Garcia se complementan tan bien que solo hubiera sido deseable dejarla como instrumental, ya que las voces a coro rompen la magia al sonar demasiado bruscas. Quién lo diría, siendo Crosby tan detallista para las voces, pero es lo que ha quedado porque quiso aprovechar forzadamente la participación en los coros de demasiadas amistades, incluidos Paul Kantner y Grace Slick. Habría sido el mejor tema del álbum de no haber fallado en ese aspecto.

 

En definitiva, estamos ante un irregular LP que, en ese sentido, no se diferencia de la primera aventura en solitario de Stills. Pero el debut de Nash es mejor y ya no hablemos de Young, quien un año antes había grabado el sensacional After The Gold Rush, a un nivel que a sus compañeros les quedaba lejos. En todo caso, que hasta 1989 no volviera Crosby a grabar un álbum en solitario es un indicador bastante clarificador de que las ideas no le venían con la misma fluidez que al resto. Pero, de todas, maneras, ¿quién no iba a querer a su lado a un maestro de las armonías como él?

(Por Crosby, Stills, Nash & Young)

FOUR WAY STREET

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

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CD I: 1) Suite: Judy Blue Eyes; 2) On The Way Home; 3) Teach Your Children; 4) Triad; 5) The Lee Shore; 6) Chicago; 7) Right Between The Eyes; 8) Cowgirl In The Sand;

9) Don't Let It Bring You Down; 10) 49 Bye-Byes/America's Children;

11) Love The One You're With; 12) King Midas In Reverse; 13) Laughing;

14) Black Queen; 15) The Loner/Cinnamon Girl/Down By The River.

 

CD II: 1) Pre-Road Downs; 2) Long Time Gone; 3) Southern Man; 4) Ohio; 5) Carry On; 6) Find The Cost Of Freedom.

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De la serie de conciertos realizados en 1970 tras la publicación de Déjà Vu, se recogió esta selección de temas donde el cuarteto interpreta tanto repertorio individual como conjunto, acompañados por un bajista y un baterista diferentes a los que tocaban en aquel álbum. El contenido lo encontramos separado en dos discos, el primero de repertorio íntegramente acústico y el segundo casi eléctrico en su totalidad salvo ‘Find The Cost Of Freedom’. Curiosamente, en la fecha de estos conciertos todavía no se había publicado ninguno de los álbumes de debut en solitario de Crosby, Stills o Nash, pero aquí podemos encontrar de todos ellos algunos temas que formarían parte de sus respectivos debuts. En cuanto al repertorio acústico, son exactamente las canciones de Nash y Young las que destacan sobre el resto, excepto ‘Teach Your Children’ de Nash y ‘On The Way Home’ de Young, ya que estos dos músicos son precisamente los más dotados para las melodías y eso es lo que sostiene una canción cuando el apartado instrumental se reduce al mínimo. Sin unas melodías originales o pegadizas, lo único que queda son unas guitarras acústicas y unas voces cantando de manera compenetrada, lo cual ya es meritorio pero no lo suficiente para deleitar durante demasiado tiempo.

 

Este álbum comienza como una broma, pues no otra cosa se deduce del hecho de que en su canción estrella, ‘Suite Judy Blue Eyes’, solo escuchemos los últimos segundos. El repertorio se reparte luego de manera más o menos equitativa, aunque Young dispone de mayor espacio en el que incluso realiza un agradable medley acústico con ‘The Loner’, ‘Cinnamon Girl’ y ‘Down By The River’, cuyos diez minutos totales de duración se pasan sin que decaiga en ningún momento. Y ciertamente se merece mayor espacio porque era quien más estaba triunfando con su carrera en solitario y tenía un buen puñado de éxitos bajo el brazo, aunque luego se lance con un tema más discreto que escribió para el tercer y último álbum de Buffalo Springfield, ‘On The Way Home’. Peor resulta cuando Stills se lanza sin problemas con la demasiado extensa ‘Black Queen’, reflejando en directo las mismas carencias que poseía en la versión de estudio de su debut en solitario.

 

Una de las novedades que encontramos es la composición de Crosby ‘The Lee Shore’, un descarte de Déjà Vu que tampoco hubiera aportado nada nuevo de haber sido incluido, puesto que es la típica canción relajada suya donde hay que dejarse llevar por la cadencia vocal de su autor para no echar en falta unas melodías discernibles. La magia de ‘Triad’ también se pierde en directo porque una canción de este tipo y con una temática tan particular, requiere de una noche y una inspiración especial para conseguir aflorar ese efecto onírico-sensual que subyace en ella. Nash todavía no había debutado en solitario pero en directo interpretaba también nuevas composiciones, una de ellas ‘Right Between The Eyes’, la cual quedaría inédita probablemente por su fuerte parecido con ‘Lady Of The Island’, pero en cualquier caso es una delicia escuchar su delicada parte vocal. La fuerte carga emocional y política de ‘Chicago’, así como sus memorables melodías vocales, son elementos suficientes para que sea uno el momento cumbre del repertorio acústico, por encima incluso de los grandes temas de Neil. Podemos escuchar a Nash dedicarla al “Mayor Daley”, alcalde de la ciudad. Y bueno, también es un placer escucharle recuperar ‘King Midas In Reverse’ de los Hollies, despojada aquí de toda carga psicodélica y orquestal, confrontando las pegadizas melodías con sus compañeros.

 

En cualquier caso, las emociones fuertes de verdad llegan en el segundo disco, donde emerge la energía a raudales aunque en el caso de ‘Long Time Gone’ no con el resultado deseable. Poder asistir al duelo de guitarras entre Young y Stills (Nash y Crosby como mucho puntean) en ‘Southern Man’ es todo un acontecimiento que nadie debería perderse, dejando grandes momentos en los casi quince minutos que dura. No se quedan cortos en ‘Carry On’, que en directo cobra mayor fuerza aunque los duelos de guitarra no son tan memorables como en ‘Southern Man’. En esa época, todavía recientes los sucesos que dieron lugar a la composición de ‘Ohio’, los músicos transmiten una emoción especial en su interpretación, no solo mediante las voces sino también con la impresionante guitarra de Young. Interpretada de manera más directa que en el estudio, evitando los experimentos sonoros de los instrumentos reproducidos al revés, ‘Pre-Road Downs’ sale obviamente ganando en impacto aunque tampoco se sitúe entre los mejores logros de Nash. En el polo opuesto, ‘Long Time Gone’ de Crosby entusiasmaba en el debut del trío, pero aquí pierde buena parte de su magia por unos arreglos más rockeros pero al mismo tiempo más toscos, donde las voces tampoco consiguen ensamblarse a la manera que este cuarteto podía conseguir. Por otro lado, resulta curiosa la interpretación en acústico de ‘Find The Cost Of Freedom’, ya que en primer lugar escuchamos durante más de un minuto a las guitarras únicamente, para luego dejar paso a las voces del cuarteto a cappella.

 

Es una manera curiosa de finalizar este doble álbum que refleja la fortaleza que exhibían en directo aunque luego hubiera tensiones fuertes entre ellos que les llevaría a separarse durante varios años. Las fuertes personalidades que tenían todos ellos eran entonces una bomba de relojería. Hasta 1977 no volverían a publicar un nuevo álbum de estudio y como trío sin Young, aunque en 1974 realizarán una gira de actuaciones. A partir de ahora se sucederán los álbumes en solitario junto a colaboraciones puntuales que no sobrepasarán el número de dos de ellos, sobre todo el dúo de Crosby & Nash.

(Por Nash)

SONGS FOR BEGINNERS

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

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1) Military Madness; 2) Better Days; 3) Wounded Bird; 4) I Used To Be A King;

5) Be Yourself; 6) Simple Man; 7) Man In The Mirror; 8) There's Only One;

9) Sleep Song; 10) Chicago; 11) We Can Change The World.

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Igual que sus dos compañeros fundadores del trío, Nash pudo contar para su debut en solitario con una pléyade de amigos músicos para darle mayor consistencia al sonido, entre los cuales se encontraban sus amigos Crosby y Young, este último para tocar el piano en tres de los temas. El sonido de pop pegadizo que traía Graham de su formación en los Hollies y que había caracterizado la vertiente también más pop del trío/cuarteto con Stills, Crosby y Young, aquí se desarrolla a lo largo de un álbum completo, reflejando al mismo tiempo las carencias sobrevenidas por una restricción estilística que no le permitía ir más allá de esos límites pop autoimpuestos.

 

Sí que encontramos algún momento en que se deja llevar por otro tipo de sonidos, como ocurre en ‘Better Days’, donde casi se introduce en terreno de John Lennon, realizando unas declamaciones de angustia personal bajo un penetrante ritmo donde el piano pasa del martilleo a la melodía según el momento, ayudándose también de unas armonías vocales al estilo de los Beatles. Pero todo lo demás es música pop, sea más acústica o electrificada, y con una carga política bastante evidente, aunque la ruptura sentimental con Joni Mitchell parece que también le sirvió de inspiración para las letras más personales.

 

Esa carga política deriva principalmente del conflicto bélico que venía sufriendo Estados Unidos desde hacía unos años. Así que, todavía con la guerra de Vietnam desangrando el país, Nash se lanzó con una canción antibelicista de mensaje sencillo pero con unas melodías imbatibles: ‘Military Madness’. La letra de la ultrapegadiza ‘Chicago’ está referida a la Convención Nacional del Partido Demócrata de 1968, celebrada en esa ciudad con mucha sangre de fondo, no solo por Vietnam sino por los entonces recientes asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy. La última canción, ‘We Can Change The World’, no es más que un reprise de ‘Chicago’, que permite alargar el placer de escucharla. Podemos seguir con otra gran composición, ‘I Used To Be A King’, puesto que la solemnidad apabullante de sus estrofas contrasta con su animado estribillo, nuevamente en el estilo de pop pegadizo más característico de Graham. Pero uno de los elementos más destacados que posee es la deliciosa pedal steel guitar de Jerry Garcia, no siendo el único representante de los Grateful Dead, ya que Phil Lesh toca el bajo. Garcia vuelve a repetir con el mismo instrumento en ‘Man In The Mirror’ (ninguna relación con Michael Jackson), aunque en este caso la canción es más convencional y lo único destacable que tiene es precisamente el trabajo de Garcia.

 

En la sección central del álbum se concentran agradables pero olvidables canciones de base acústica: ‘Be Yourself’, ‘Sleep Song’, ‘Simple Man’ y la somnolienta ‘Sleep Song’, todas ellas intercambiables sin que se apreciara cambio alguno. Ubicada un poco antes, ‘Wounded Bird’ tampoco se salva de este saco de temas discretos, un lastre que no permite al disco alcanzar un mejor estatus aunque en global supera el resultado del debut en solitario de sus compañeros. Si recordamos el notable nivel cualitativo de los primeros álbumes de los Hollies sin Nash (quitando el horrendo disco de versiones de Dylan) podemos inferir que, de haberse quedado con sus excompañeros, The Hollies podían haber mejorado mucho su producción porque Nash también estaba en buen estado de forma a nivel compositivo. Pero bueno, todo ello son hipótesis absurdas porque, lo que estaba bien claro, era que Graham sabía desenvolverse por sí mismo. Eso sí, completar un álbum entero a un nivel excelente era una entelequia.

STEPHEN STILLS 2

Año de publicación: 1971 

Puntuación:

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1) Change Partners; 2) Nothin' To Do But Today; 3) Fishes And Scorpions;

4) Sugar Babe; 5) Know You Got To Run; 6) Open Secret; 7) Relaxing Town;

8) Singin' Call; 9) Ecology Song; 10) Word Game; 11) Marianne; 12) Bluebird Revisited.

Dada la prolificidad de Stills como compositor, que no para titular discos, era de esperar que pronto volviera a grabar la continuación de su debut. En este segundo intento en solitario, corrige algunos de sus errores previos (no todos) y elabora un poco más el componente melódico para conseguir un mejor rendimiento global. Todavía hay un amplio elenco de músicos participantes, aunque en menor número que en el debut en solitario de Stephen si no contamos que hay un grupo de trompetistas, saxofonistas y trombonistas que son aprovechados en varias de las canciones. Uno de los músicos más activos en las grabaciones es el avezado guitarrista Nils Lofgren, entonces en los Crazy Horse que acompañaban a Neil Young y todavía lejos de grabar su primer álbum en solitario y de unirse en los ochenta a la E Street Band de Bruce Springsteen.

 

El recuerdo a los compañeros del trío es bien evidente el escuchar en primer lugar ‘Change Partners’, puesto que parece destinada a ser cantada junto a Crosby y Nash por su potente estribillo de aires góspel, aunque lo mejor que posee es la excepcional pedal steel guitar tocada por Jerry Garcia, de Grateful Dead. También inmiscuida en los parámetros góspel se sitúan ‘Sugar Babe’ y ‘Open Secret’, reflejando el gusto de Stephen por los estribillos corales y vistosos. En ‘Open Secret’ además hace un estupendo empleo de los metales y luego añade un pasaje instrumental de corte jazzístico donde brilla el piano, que bien podría estar tocado por Billy Preston o Dr. John, pero el libreto no especifica dónde toca cada uno. También se añade en este tema, para finalizarlo, un solo de percusión latino al estilo de Santana. Una gran diversidad en una misma composición.

 

El mejor tema del álbum es sin duda ‘Fishes And Scorpions’, engrandecido por la presencia de Eric Clapton, quien realiza un espectacular trabajo con la guitarra distorsionada que recuerda su mejor época en Cream. Pero no hay que olvidarse de su épica parte vocal ni de la estupenda parte de bajo, crucial para conseguir esa atmósfera especial marca de la casa. La brillante guitarra, en este caso acústica, de ‘Know You Got To Run’, por momentos parece un banjo pero le aporta un sabor country-western donde la voz cortante de Stephen encaja a la perfección.

 

Por lo que hemos visto hasta este momento, la primera mitad del álbum nos muestra a un Stills en buen estado de forma. Sin embargo, en la segunda mitad las tornas cambian por completo y se pierde prácticamente toda la inspiración. Lo único que llama la atención es ‘Ecology Song’, gracias sobre todo a un fulgurante inicio, aunque luego no llega a las altas cotas que promete y el solo de metales del final queda demasiado chirriante. Pero se le ha de reconocer que está compuesta con convicción y una cuidada parte vocal.

No puede decirse lo mismo del resto de canciones, enfiladas hacia una mediocridad insalvable. Por ejemplo, ‘Marianne’ es un blues camuflado por el animado ritmo y el sonido de cuello de botella, y la acústica ‘Word Game’ parece la excusa para querer batir el récord de más palabras cantadas en el menor tiempo posible. El rock'n'roll clásico no parecía el fuerte de Stills si nos atenemos al flojo resultado de ‘Relaxing Town’, donde solo la guitarra aporta algo de vida. Tampoco se salva ‘Bluebird Revisited’ por estar diferenciada entre dos secciones bien diferentes. La primera no es más que el intento de Stills por parecerse a Otis Redding en su estilo soul, mientras que la otra sección es más pop y agradable, donde no falta la incursión de ritmos y trompetas latinas para dotarle de mayor variedad. De todas maneras, se acaba haciendo demasiado larga al sobrarle nuevamente los solos de vientos de la recta final. Parece que Stephen quería tener esos detalles con sus músicos a costa de perjudicar el resultado final. En cambio, ‘Singin' Call’ nos mantiene en vilo pensando que su tono menor es el preludio de una explosión sonora posterior, pero al final todo desemboca en un simple arreglo de góspel que deja más decepción que otra cosa.

 

Aun existiendo esos temas de relleno y los experimentos fallidos, siendo benévolos puede catalogarse este álbum como recomendable, ya que muestra a un músico con gusto para la composición, la ejecución y la producción, tres facetas muy difíciles de conjugar en una misma persona. La primera impresión que transmite es la misma que para el disco Stephen Stills, pero a la larga deja mejor sensación porque posee más y mejores melodías en comparación.

1) Southbound Train; 2) Hole Clothes; 3) Blacknotes; 4) Stranger's Room;

5) Where Will I Be?; 6) Page 43; 7) Frozen Smiles; 8) Games;

9) Girl To Be On My Mind; 10) The Wall Song; 11) Immigration Man.

Puntuación:

Año de publicación: 1972 

GRAHAM NASH/DAVID CROSBY

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Tras la desbandada del cuarteto de CSNY, de todos ellos quienes continuaron la relación profesional aparte de la amistosa fueron Crosby y Nash, realizando además una gira principalmente por los Estados Unidos en la que decidieron grabar también en el estudio un nuevo álbum que recogiera las nuevas composiciones que ambos habían presentado en esos conciertos. Como siempre, la lista de músicos participantes es bastante amplia e incluye a David Mason de Traffic y a algunos de los miembros de Grateful Dead, muy serviciales por lo que hemos ido viendo.

 

Como cabía esperar, en el aspecto compositivo Nash le gana claramente a Crosby, puesto que el instinto melódico del primero todavía le permite alcanzar ciertas cotas de gloria pop a la que Crosby ya no podía llegar. Este último es bastante previsible en sus propuestas y en algunos casos acaba sonando igual que siempre, por lo que esa pérdida de impacto acaba redundando en una análoga pérdida de interés. En ‘Whole Cloth’ su guitarra eléctrica no consigue transmitir ni la mitad de lo que parece pretender con tanta solemnidad de acordes. Aunque tampoco tenga un mal inicio, ‘Where Will I Be?’ no es más que Crosby desvariando un poco con su guitarra acústica, sobre todo en la segunda mitad, pero de todas maneras ya con poca gracia. Sin embargo, donde realmente acierta David es en la más cercana ‘Page 43’ (quizá alguna referencia bibliográfica concreta) y también en ‘The Wall Song’, al introducir en esta una aguerrida sección rítmica y varios cambios de ritmo que sirven al menos para extraer esa rabia contenida que se le iba perdiendo con la edad. La guitarra de Jerry Garcia es muy reconocible y es otro de los puntos a favor de este tema. Pero lo más sorprendente es el sabor progresivo de ‘Games’, un camino que podría haber explorado mucho más y haber convertido ese tema en uno de los puntos fuertes del álbum.

 

En cuanto a la guitarra eléctrica en ‘Immigration Man’, escrita por Nash, es cortesía de David Mason. Esta canción es una nueva reivindicación de Graham, esta vez respecto a la maltratada inmigración que llega a Estados Unidos. Qué fácil es buscar algún colectivo para echarle las culpas de los males que han provocado en buena medida quienes se enriquecen (sobre todo cuando es de manera fraudulenta), tanto en las épocas de bonanza como en las de crisis. En este caso, las melodías tienen su gancho pero no están entre las mejores que haya compuesto su autor. Se aprecia que Nash está ligeramente en mejor forma a la hora de componer, lo cual no evita que encontremos canciones de relleno (‘Girl To Be On My Mind’) o sencillas piezas de pop vocal (‘Frozen Smiles’), de esas que transmiten inmediata alegría y que bien podrían haber encajado en cualquier disco de los Hollies con Clarke tocando la armónica. Tan solo un minuto dura ‘Blacknotes’, que da la impresión de ser una improvisación de Graham con el piano durante un concierto, ya que se escucha el sonido ambiente y los aplausos del final. Sirve de preludio al mejor tema del álbum, ‘Stranger's Room’, liderado por una preciosa melodía de piano donde luego se añade una emotiva parte vocal y otros arreglos instrumentales de igual calado. No muy lejos queda la campechanía de la canción que abre el disco. Nash parecía que tenía inclinación por los trenes (aunque sin llegar a la obsesión de Neil Young con los trenes de juguete), puesto que tras haber compuesto ‘Marrakesh Express’ llega aquí ‘Southbound Train’, una agradable canción de aires country donde nuevamente aparece de invitado Jerry Garcia para dejar su impronta con una bella parte de pedal steel guitar.

 

Nos queda, pues, otro álbum bien facturado por parte de estos músicos, pero nuevamente lejos de la brillantez que habían alcanzado como trío. Encontramos exactamente lo que podemos esperar encontrar y tampoco se atisba ninguna sinergia especial derivada de la colaboración entre estos dos amigos. Lo que es de Crosby, se nota que es de él, y lo que pertenece a Nash también es sencillo de saber. Un disco para pasar un rato agradable pero poco más.

MANASSAS

Año de publicación: 1972 

Puntuación:

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1) Song Of Love; 2) Rock & Roll Crazies/Cuban Bluegrass; 3) Jet Set (Sigh); 4) Anyway; 5) Both Of Us (Bound To Lose); 6) Fallen Eagle; 7) Jesus Gave Love Away For Free;

8) Colorado; 9) So Begins The Task; 10) Hide It So Deep;

11) Don't Look At My Shadow; 12) It Doesn't Matter; 13) Johnny's Garden;

14) Bound To Fall; 15) How Far; 16) Move Around; 17) The Love Gangster;

18) What To Do; 19) Right Now; 20) The Treasure (take one); 21) Blues Man.

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The Flying Burrito Brothers se acababan de disolver y Stills no perdió el tiempo para contactar con Chris Hillman (que se había formado en The Byrds) y crear una banda a partir de miembros de los Flying Burrito Brothers y de los músicos que acompañaban a Stills. De esta manera surgió el breve proyecto de Manassas, que únicamente dio como producción dos álbumes, el primero de ellos además un doble LP, toda una declaración de intenciones de que esta experiencia se antojaba, a priori, productiva y duradera. En la práctica, la fuerza creadora era la de Stills, autor de la mayoría de composiciones que conforman este extenso e interesante álbum, al cual no se sabe bien si catalogarlo como debut o no. Aparece subdividido en cuatro apartados diferentes, si bien tampoco se acaba de entender el sentido de tal división porque, salvo el segundo de ellos, no hay una marcada diferencia respecto al resto. Pero bueno, puede decirse que el primero de ellos recurre más a los ritmos latinos, el segundo es devoto del country, el tercero tira más al folk y el cuarto al rock más incisivo, aunque todos ellos con excepciones.

 

La única objeción que podemos ponerle a esta obra es encontrar tan solo dos temas con Chris Hillman como coautor. Y es una lástima, porque ambos se sitúan entre lo más destacado del álbum. Por un lado, ‘It Doesn't Matter’ suena curiosamente a como podemos imaginar que hubieran sonado The Byrds de haber continuado Hillman con ellos, ya que se trata de un rock de voces corales bajo un ritmo serio y compacto, aderezado con variados punteos de guitarra y un destacado solo. Mucho mejor es la evocadora ‘Both Of Us (Bound To Lose)’, donde una de las voces debe ser de Hillman y que nuevamente denota la mano de Stills en una parte final de estilo latino. Aunque su título pueda sugerir una suerte de continuidad, lo cierto es que ‘Bound To Fall’ es una versión de un tema que podría pasar perfectamente por una de esas piezas acústicas pero enérgicas de Stills en CSN, en un estilo far-west total.

 

La canción que abre el disco, ‘Song Of Love’, suena exactamente a lo mismo que ya conocíamos de Stephen, pero con mayor consistencia debido a todos los músicos que le acompañan. Esto es, un sonido al mismo tiempo compacto y aguerrido, transmitiendo una energía mucho mayor que en los esfuerzos anteriores de Stills, donde los músicos que le acompañaban no perdían la etiqueta de eso mismo, acompañantes. Su gusto por las composiciones multiparte se deja caer aquí en la combinación ‘Rock & Roll Crazies/Cuban Bluegrass’. La primera, más que un rock'n'roll parece un funk aletargado, mientras que la segunda ya avisa por su título que será una nueva incursión en los ritmos latinos, tan del gusto de Stephen. No será la única vez que los aires latinos aparezcan, pues encontraremos otro destacable ejemplo en ‘Anyway’, una fusión de rock y ritmos latinos. El lado más intimista y emotivo aflora en ‘So Begins The Task’, equiparable a las joyas que grabó en el debut con Crosby y Nash, por lo que podríamos imaginarnos al trío interpretándola y extrayendo el máximo de emoción a las soberbias melodías vocales (“And I must learn to live without you now”). Lo más sorprendente es descubrir una canción compuesta junto a Bill Wyman (Rolling Stones), que además cuenta con él como bajista. Se trata de ‘The Love Gangster’, que no desentona para nada con el estilo más típico de Stills.

 

Como ya se había dicho, el segundo cuarto del álbum, subtitulado como Wilderness, es el único al que se le aprecia cierta cohesión como apartado diferenciado, puesto que se centra en la música country más o menos inspirada. Lo que encontramos en él puede desglosarse como simple country, sea en forma de balada (‘Jesus Gave Love Away For Free’, ‘Hide It So Deep’) o de tonada bailable (‘Fallen Eagle’, la más destacable ‘Don't Look At My Shadow’). Mejor sensación deja ‘Colorado’ al acercarse más al rock y dejar unas bonitas melodías vocales por el camino.

 

Encontramos también agradables piezas acústicas, unas de cierto ritmo como la convencional ‘How Far’, mientras que en el caso de ‘Johnny's Garden’ se alcanza la plenitud en forma de sutiles melodías y ese genial cambio de ritmo del estribillo (“And I'll do anything I got to do”), un simple detalle que convierte esta canción en una de las mejores. La sutileza con la cual va creciendo emocionalmente ‘Move Around’ es otro de esos detalles que encumbran el talento de un artista como Stills. Por otro lado, ‘Jet Set (Sigh)’ es una afilada canción de blues que cambia de patrón por sorpresa en los últimos cuarenta segundos, dando paso a una coda rockera donde destaca el peculiar sonido distorsionado de la guitarra.

 

En la cuarta parte del álbum, subtitulada como Rock & Roll Is Here to Stay, se concentran los temas más animados del álbum, salvo el final ‘Blues Man’, que no es más que un blues acústico de tono oscuro e interpretado con buen gusto. Casi en forma de himno se articula ‘What To Do’, donde puede escucharse el violín de uno de los exmiembros de The Flying Burrito Brothers, aportando un toque country que tampoco parecía necesario. ‘Right Now’ es hasta bailable gracias a su ritmo demoníaco, mientras que las guitarras distorsionadas afloran en la épica ‘The Treasure (take one)’, cuya duración de ocho minutos se antoja excesiva porque más de la mitad se la lleva una jam que comienza de manera interesante, con aires incluso funky, pero luego acaba perdiendo el interés. Es una lástima, porque la primera parte es impecable gracias a otro glorioso apartado vocal que transmite una gran emoción.

 

Al final, lo que queda es un álbum de marcados contrastes, con algunas de las mejores canciones post-CSN que haya compuesto Stills y otro montón equivalente a lo que ya conocíamos de él. Es por ello que no llega a la categoría de obra maestra que sí posee el debut del trío Crosby, Stills & Nash, pero esta primera entrega de Manassas se acerca mucho en determinados momentos, aparte de ser una colección muy completa sobre música estadounidense de raíces. Todo un acierto para quienes gusten de esta clase de música cuando está interpretada con gusto y originalidad. Qué pena que luego no cumplieran con las expectativas y esperanzas que había suscitado la aparición de Manassas y acabara todo tan pronto.

DOWN THE ROAD

(Por Manassas)

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

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1) Isn't It About Time; 2) Lies; 3) Pensamiento; 4) So Many Times;

5) Business On The Street; 6) Do You Remember The Americans;

7) Down The Road; 8) City Junkies; 9) Guaguancó De Veró; 10) Rollin' My Stone.

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Tanta intensidad demostrada en su comienzo como banda provocó que Manassas aflojara el pistón de la creatividad en la continuación de su debut. Como si todo aquel entusiasmo se hubiera desvanecido y ahora se limitaran casi a tocar de manera profesional y con poco sentimiento. En esencia, lo que tenemos aquí en realidad es más de lo mismo, es decir, como si el álbum anterior se hubiera reducido a la mitad (algo inevitable) pero, desafortunadamente, llevándose consigo también los temas de mayor calidad y enjundia. Stills no podía cargar con toda la responsabilidad y el resto no ayuda demasiado.

 

Encontramos dos nuevas composiciones con Hillman como autor, una de ellas en solitario, que es el tema de relleno ‘Lies’. Mejor sensación deja la balada country ‘So Many Times’, escrita junto a Stills, gracias a una parte vocal coral de envolvente calidez y el acertado empleo de la guitarra slide. Pero deberíamos esperar algo mejor por su parte. También respecto a Stephen, porque un animado country sin mayores pretensiones como ‘Do You Remember The Americans’ aquí no queda difuminado entre otro material más interesante, como ocurría en Manassas. Eso sí, puede resultar curioso que tanto ‘Isn't It About Time’ como ‘Business On The Street’ se desarrollen de manera similar, con unos aires funky pero sin perder las raíces sureñas, si bien la segunda de ellas suena demasiado convencional.

 

Lo más flojo que encontraremos en el disco es esa especie de blues de bar, distendido y pretendidamente entretenido, titulado ‘Down The Road’, que acaba transmitiendo más tedio que esparcimiento. Tampoco es que Stephen consiga entretener mucho más cuando se pone en plan rockero, porque ‘City Junkies’ es tan vulgar que lo único que llama la atención es el piano, que parece que esté imitando al de ‘Let's Spend The Night Together’ de los Rolling Stones. Pero al menos la final ‘Rollin' My Stone’ (vaya casualidad) sí que suena convincente en su formato de afilado rock con las guitarras en primer plano y un breve pero potente duelo entre ellas al final.

 

El título en castellano de ‘Pensamiento’, cantado también en nuestro idioma, ya avanza el empleo de ritmos latinos, tal como era del gusto de Stephen. El resultado es muy bueno para tratarse de un estadounidense, aunque en los créditos vemos que aparece también como coautor un nombre latino. De manera análoga, el título de ‘Guaguancó De Veró’ avisa igualmente de su contenido en ritmos latinos, además de incluir un estribillo cantado en castellano. Podría pasar por un tema de Juan Luis Guerra sin problema. El coautor es, junto a Stills, el percusionista Lala, pero curiosamente este no tiene raíces latinoamericanas aunque demuestra dominar esa clase de ritmos. Y vaya, estos dos temas salvan en parte al álbum de no ser un chasco total en comparación con lo que había sido el fascinante debut de Manassas. No resulta muy difícil elucubrar sobre el motivo de la disolución de este conjunto cuando se ha escuchado su segundo y último álbum. Con uno solo ya habían dicho todo lo que tenían que decir, y además con un gran nivel. Aquí únicamente arruinan las expectativas creadas, pero a Stills le quedaba todavía mucho por decir en solitario.

1) Wild Tales; 2) Hey You (Looking At The Moon); 3) Prison Song;

4) You'll Never Be The Same; 5) And So It Goes; 6) Grave Concern;

7) Oh! Camil (The Winter Soldier); 8) I Miss You; 9) On The Line;

10) Another Sleep Song.

Puntuación:

Año de publicación: 1974 

(Por Nash)

WILD TALES

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Algo le había ocurrido a Nash. Nunca se le había visto tan desaliñado de la manera en que aparece en la portada, con una apariencia de dejadez que incluso supera a la que tenía George Harrison por aquella época. Igual que para este último, fueron los motivos sentimentales los que le afectaron, uno de ellos la ruptura con Joni Mitchell, quien curiosamente participa en la canción que cierra el álbum. Qué lejos quedaba ese Nash que en los Hollies no escondía sus ganas de ligar con chicas. Quizá es ese estado de ánimo por los suelos lo que nos hace encontrarnos aquí con un Nash más rockero que nunca. Es decir, empleando el término ‘rock’ de forma moderada cuando se trata de este artista.

 

No es habitual encontrar una canción iniciada con unas líneas de bajo tan marcadas y de tono sombrío como las de ‘Wild Tales’, desarrollada luego como un afilado pop-rock de ritmo moderado, pero sirve para alejar de entrada la imagen de Graham como inofensivo músico de pop. Veremos cómo el Nash maestro de las composiciones pop no aparece en muchos momentos, pero cuando lo hace no defrauda, como en ‘Grave Concern’, aunque ‘On The Line’ es más discreta. Pero no pueden faltar gloriosos estribillos como el de ‘Hey You (Looking At The Moon)’, que nos recuerdan ante quién estamos.

 

Curiosamente, el comienzo de ‘And So It Goes’ trae inmediatamente recuerdos de ‘Southern Man’ de Neil Young, como si Graham hubiera querido crear su propia pieza épica que rivalizara con las de su compañero, el cual, para colmo de la situación, participa tocando el piano bajo el seudónimo de Joe Yankee. Pero claro, las cotas emocionales a las que llega la guitarra de Young en ese tema son inalcanzables para Nash. Aun así, es una de las composiciones más destacadas de este disco, sin duda. De manera análoga, ‘Oh! Camil (The Winter Soldier)’ está claramente inspirada en ‘Piano Man’ de Billy Joel y no solo por la prominente armónica, aunque también podríamos decir en contrapartida que las melodías (tanto de la armónica como las vocales) de ‘Prison Song’ le pudieron servir de inspiración a Joel para su futura ‘Goodnight Saigon’.

 

Para estar solo con su piano, las melodías de ‘I Miss You’ son tan buenas que se escucha repetidamente con mucho agrado y queda la lástima de lo que podría haberse conseguido con unos arreglos más completos. En el polo opuesto, otros temas no dejan duda de su escasa valía aparte de la obvia como relleno de espacio. Uno es el vulgar country de ‘You'll Never Be The Same’, mientras que el problema de ‘Another Sleep Song’ es que hace honor a su título y se hace bastante aburrida por su lento ritmo y lo repetitiva que suena (el último minuto se vuelve interminable).

 

Al final nos queda un álbum bastante irregular y discreto. No defrauda tampoco respecto a lo que podemos esperar como mínimo de Graham Nash, ya que las circunstancias podrían haber provocado un resultado todavía peor. Más que nunca necesitaba un amigo para encauzar su vida y su trabajo, y ese amigo sería, cómo no, David Crosby, quien tenía la misma necesidad recíproca.

STILLS

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

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1) Turn Back The Pages; 2) My Favorite Changes; 3) My Angel; 4) In The Way;

5) Love Story; 6) To Mama From Christopher And The Old Man; 7) First Things First;

8) New Mama; 9) As I Come Of Age; 10) Shuffle Just As Bad; 11) Cold Cold World;

12) Myth Of Sisyphus.

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Gestado durante los años anteriores, el retorno de Stephen Stills en solitario fue mucho más elaborado y trabajado que sus dos primeros álbumes, intentando explotar el potencial melódico que atesoraba. La reunión y gira con Crosby, Nash y Young en 1974 no dio al final como fruto ningún álbum de estudio, así que Stills continuó grabando algunas nuevas composiciones más hasta completar uno por sí mismo. Como cabía esperar, algunos de los músicos del proyecto de Manassas reaparecen aquí para dar forma a las ideas de Stephen, de tal manera que se nota la madurez y la experiencia acumuladas en su trayectoria.

 

La solemnidad con la cual comienza ‘Turn Back The Pages’ nos anuncia al Stills maduro y asentado en el estilo que ha ido forjando con los años. La música tradicional norteamericana y toques de góspel dan forma a este entretenido tema que presenta unos encantadores cambios de ritmo para completar lo que es un buen comienzo de álbum. Si nos fijamos en el tratamiento vocal, vemos algunas canciones como hipotéticas interpretaciones con Crosby y Nash, reflejo del proyecto fallido de álbum que derivó las composiciones de cada uno de ellos a sus propias obras en solitario. Aquí son muy devotas de lo que hubiera pertenecido al trío la coral ‘As I Come Of Age’, la cual podría haber sido una joya del disco de haberla trabajado un poco más, y ‘Love Story’, que en principio no tiene nada que ver con la famosa película de mismo título que había arrasado en taquilla unos años antes.

 

La experiencia en Manassas probablemente le abrió la mente en cuanto al aspecto de la diversidad. Aquí podemos encontrar de nuevo ritmos bailables como el pegadizo ‘My Angel’, de ligeros aires latinos y un sonido bien denso y compacto, o la jovial ‘To Mama From Christopher And The Old Man’, donde Stephen se nos vuelve costumbrista. También es destacable la mezcla de épica y súbitos cambios de ritmo en ‘Cold Cold World’, aparte de poseer un gran solo de guitarra. Pero la rabia rockera y el reconocible riff de ‘New Mama’ vienen escritos por Neil Young, lo que preludiaba la próxima asociación entre ambos como The Stills-Young Band, en contraposición a la amistad duradera que había alcanzado el otro dúo de Nash y Crosby. Se nota la mano de Stills en la interpretación y producción, reflejando esa sinergia que aparecía entre todos estos músicos cuando se juntaban con ganas verdaderas de hacer algo destacado, puesto que mejora incluso la propia interpretación de Young que publicó en su exageradamente alabado Tonight's The Night de ese mismo año 1975. A Stephen a solas parece que no le sale esa fiereza, aunque cuando se acerca a ella con temas como ‘My Favorite Changes’, de inmaculado entramado instrumental, también consigue un gran resultado. La voz más agresiva de Stephen la escuchamos en ‘In The Way’, la cual deja una impresión de energía contenida que no acaba de explotar. De haberle añadido una coda instrumental con algún potente solo de guitarra de Stills, la composición habría quedado redonda.

 

Como su título parece hacernos intuir, ‘Shuffle Just As Bad’ da la impresión de haberse creado a partir de una blues-jam, quedando aquí como un decoroso relleno. Eso sí, pasado el primer minuto aparece un interesante momento donde los instrumentos parecen evadirse de las restricciones del blues para revitalizar, pero es muy breve. Es lo más discreto del álbum junto a ‘First Thing First’. La lentitud extrema de la canción final ‘Myth Of Sisyphus’ pone a prueba la paciencia del oyente, pues no es hasta casi los dos minutos que toma brío gracias a la elevación del tono por parte de los coros, momento a partir del cual se hace más llevadero el resto. Así pues, nos queda un disco equilibrado y consistente, algo que más o menos sabe garantizar Stills cuando entra a un estudio de grabación con un mínimo de inspiración.

2020

WIND ON THE WATER

(Por Crosby & Nash)

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

1) Carry Me; 2) Mama Lion; 3) Bittersweet; 4) Take The Money And Run;

5) Naked In The Rain; 6) Love Work Out; 7) Low Down Payment;

8) Cowboy Of Dreams; 9) Homeward Through The Haze; 10) Fieldworker;

11) To The Last Whale... (A: Critical Mass; B: Wind On The Water).

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2020

Igual que sus compañeros del cuarteto CSNY, tras la fallida iniciativa de grabar un nuevo álbum en conjunto, decidieron publicar uno en solitario, en este caso Crosby y Nash nuevamente como dúo. Lo más reseñable que presenta este álbum es el protagonismo que toman los músicos de sesión en muchas canciones, ya que hay más pasajes instrumentales de los que estamos acostumbrados en un álbum sin Stills ni Young asomando el morro por el estudio. Estos músicos de sesión no se habían juntado casualmente, ya que se hacían llamar The Section y habían participado en discos de gente como Carole King, James Taylor o Joni Mitchell. Aparte de The Section, hay un buen puñado de colaboraciones puntuales, entre ellos los citados Taylor y King.

 

Si nos centramos primero en las composiciones de Nash, observamos que esa faceta más rockera que había asomado en Wild Tales aquí se mantiene. No es esa la impresión inicial que deja la primera canción suya que encontramos, ‘Mama Lion’, pero a partir del vigoroso estribillo comienza una gradual transformación en una potente balada-rock de espectacular acompañamiento instrumental que elevaba a The Section como unos formidables músicos, mejores incluso que los Crazy Horse, acostumbrados estos últimos a esconderse bajo un muro de distorsión cuando acompañan a Neil Young. Curiosamente, el ritmo y la parte de guitarra de ‘Take The Money And Run’ parece que estén tomados prestados del estilo de Young, puesto que suena similar a piezas suyas como ‘Southern Man’. Pero no deja de tener ese gancho especial que sabe imprimir Graham con sus melodías. Este raya la épica en ‘Fieldworker’, donde vuelve a brillar la guitarra eléctrica. Siguiendo la senda de ‘Chicago’ encontramos otro rítmico himno pop en ‘Love Work Out’, que sin el factor sorpresa ya no es lo mismo, aunque su agresiva coda instrumental con una impresionante guitarra en primer plano bien vale la pena no perdérsela, convirtiéndola así en todo un clásico de Nash. Así pues, aparte de proporcionar lo mejor del disco, también es suyo lo peor: ‘Cowboy Of Dreams’ es simplemente un olvidable country con un genérico violín.

 

Respecto a la aportación de Crosby, encontrar como apertura del disco una canción suya puede parecer una mala decisión por el carácter algo amuermado que había experimentado en su producción, pero ‘Carry Me’ resulta más melódica de lo que cabía esperar en él y suena muy agradable como introducción a esta obra colaborativa. No obstante, ¿qué se puede decir que sea novedoso en él? ‘Homeward Through The Haze’ es la típica composición contemplativa de David y ‘Bitersweet’ la típica de medio tempo, aunque ambas están interpretadas con buen gusto. El caso es que sigue en sus trece, pero de alguna manera se contagia de la fuerza de su compañero y aquí aprovecha a los músicos para dejarnos uno de sus temas más enérgicos, ‘Low Down Payment’, que sin embargo contiene unas súbitas paradas de relax que ciertamente quedan muy bien.

 

Aparte de todo lo anterior, encontramos dos temas compuestos conjuntamente por Crosby y Nash. El primero de ellos es la balada ‘Naked In The Rain’, algo discreta pero ejecutada con gusto, una mera excusa para que cada uno haga sus piruetas vocales en algún momento; el segundo es en realidad una doble composición dedicada a la protección de las ballenas, ‘To The Last Whale…’, con una primera parte compuesta por Crosby y titulada ‘Critical Mass’ donde escuchamos un brillante dúo coral a cappella, como si se tratase de música medieval. La segunda parte, de mismo título que el álbum, es de Nash y es una sensacional balada de deliciosas paradas rítmicas y una producción impecable donde la parte orquestal se engarza a la perfección con el emotivo piano y la memorable parte vocal.

 

A diferencia de la anterior colaboración conjunta de este dúo, aquí dejan una mayor sensación de que ha sido una verdadera colaboración, no una simple unión de canciones de uno y de otro. Eso es en realidad lo que un@ espera encontrar cuando se juntan dos músicos de estilos diferentes, que surja una sinergia en la que el resultado sea mayor que la suma de las partes. En cualquier caso, sigue ganando Nash en el apartado compositivo, algo que ya se preveía.

LIVE

(Por Stills)

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

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1) Wooden Ships; 2) Four Days Gone; 3) Jet Set (Sigh)/Rocky Mountain Way/Jet Set (Sigh); 4) Special Care; 5) Change Partners; 6) Crossroads/You Can't Catch Me;

7) Everybody's Talkin' At Me; 8) 4+20; 9) Word Game.

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Este álbum en directo de Stills puede llevar a confusión por lo raro de su publicación, ya que recoge una selección de dos actuaciones en Chicago de la gira de 1974, es decir, previa al álbum titulado Stills de 1975. Por tanto, no hay aquí nada del que había sido su reciente disco aunque encontraremos a cambio un par de canciones nuevas. No hay nada tampoco de su disco de debut en solitario pero sí del debut con Crosby y Nash, así como ‘4+20’ del Déjà Vu, además de algunas versiones. El presente disco está dividido en una primera mitad eléctrica, acompañado de otros músicos, y luego una acústica en principio a solas, idea que también tomaría Neil Young pero al revés, aunque aquí no podemos saber si, efectivamente, los conciertos estaban divididos de esa forma o ha sido una manera de agrupar la música en el presente álbum.

 

Stills sabe muy bien lo que se hace cuando comienza con una electrizante interpretación de ‘Wooden Ships’ donde su guitarra se coloca en primer plano, engrandeciendo la composición. Las armonías vocales no desmerecen las de Crosby y Nash, demostrando que Stephen sabía elegir bien a los músicos. Las composiciones nuevas pertenecen a esta primera parte eléctrica del concierto, pero no suponen ninguna sorpresa respecto a lo que ya se conocía de este músico. ‘Four Days Gone’ prosigue su estilo de balada épica con un prominente órgano que se agradece, mientras que ‘Special Care’ no es más que otra canción de aires latinos, tal como era el gusto de Stephen, pero no destaca por nada en especial y los solos de guitarra tampoco son de los más logrados que haya realizado.

 

Como ya se ha dicho, la segunda mitad del álbum es en formato acústico, tan solo Stills con su guitarra acústica, demostrando que él solo también se basta. No está mal escuchar ‘Change Partners’ de esta manera, aunque con el resto de músicos hubiera crecido más, pero la versión acústica de ‘Everybody's Talkin'’ (titulada aquí ‘Everybody's Talkin' At Me’) pasa sin pena ni gloria. Eso sí, el medley entre un tema de Robert Johnson (‘Crossroads’) y otro de Chuck Berry (‘You Can't Catch Me’, aquella que inspiró a John Lennon para componer ‘Come Together’) es una pequeña joya, ya que ambas presentan una espectacular parte de guitarra acústica de Stills, sin ningún otro acompañamiento, extrayendo todo lo mejor que se puede en esas condiciones. Demuestra así que era un gran guitarrista quizá infravalorado por ser recordado sobre todo como cantante del trío CSN. Tocar las canciones de los dos maestros citados significa también poner en evidencia las propias composiciones, de tal manera que ‘Word Game’, la cual en cierta manera es una aportación propia al estilo de las citadas anteriormente, parece aquí un modesto intento de conseguir algo parecido.

 

En global, se le puede objetar a este álbum la poca cantidad de temas incluidos, ya que dura poco más de media hora y los conciertos seguro que eran más largos. Pero bueno, quizá lo que ha quedado inédito es porque no tenía el nivel cualitativo suficiente, sea por los músicos o sea por la calidad de la grabación. En cualquier caso, es una aconsejable introducción a lo que significaba ver a Stills en directo, capaz de llegar a las mismas cotas de excelencia que con sus otros ilustres camaradas de CSNY.

ILLEGAL STILLS

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

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1) Buyin' Time; 2) Midnight In Paris; 3) Different Tongues; 4) Soldier; 5) The Loner; 6) Stateline Blues; 7) Closer To You; 8) No Me Niegas; 9) Ring Of Love; 10) Circlin'.

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A partir de Manassas es cuando parece que Stephen fue consciente de la importancia de rodearse de músicos competentes que enardecieran la ejecución de sus composiciones. De hecho, aquí se parece mucho a lo que había hecho con Manassas y puede etiquetarse este álbum como el típico de Stills. No hay sorpresas ni experimentos, tan solo rock de raíces norteamericanas pasado por el tamiz artístico y la personalidad de este artista.

 

El inicio mediante ‘Buyin' Time’ representa lo mejor que sabía ofrecer Stills a estas alturas: ritmos consistentes y pegadizos, cuidada instrumentación y una voz que sabe expresar diferentes emociones en una misma canción. También retorna el Stills más político y definitivamente desengañado con el mal llamado “sueño americano”, que no es más que un eufemismo de la mentalidad competitiva y egocéntrica necesaria para triunfar en los negocios (“America, the dream is lost / And it's killing me and you”). También es bastante característica ‘Midnight In Paris’ en esos cambios de ritmo que posee y los ligeros aires latinos que los acompañan. Más latina resulta la animada ‘Soldier’, cuyo estribillo recuerda también el estilo de su amigo Neil Young. Este recibe un homenaje más apropiado en la versión de The Loner, que es prácticamente idéntica a la original porque la única novedad destacable es el cambio de riff inicial, el cual queda demasiado simple para lo que podría haber conseguido alguien como Stills. Al menos añade luego un reñido solo de guitarra para compensar un poco la falta de ideas. Y bueno, en algunos momentos parece que Stephen esté imitando la forma de cantar de Ian Gillan.

 

Respecto a la música latina, hay una canción en la que se deja de incluir simples pinceladas y entra de lleno en el terreno del vulgar bolero. Se trata de ‘No me niegas’ (sic), una mediocridad más propia de ese gran intérprete imitador de estilos llamado Julio Iglesias. Al menos Julito cantaría en correcto castellano y no destrozaría nuestro idioma, que es lo que hace Stills, empeorando todavía el nivel oral demostrado por Black Francis (Pixies) o Joe Strummer (The Clash), que ya es decir. Esta canción entra dentro del contenido de relleno de este álbum, donde no podía faltar alguna tranquila pieza agradable como ‘Closer To You’ o alguna pieza de corte acústico para que pueda demostrar su pericia con una guitarra de ese tipo (‘Stateline Blues’). Análogamente, ‘Ring Of Love’ puede tomarse como la típica canción de Stills, interpretada con gusto aunque en este caso sin ese gancho especial que consigue en sus momentos más inspirados.

 

Más determinantes resultan los cambios de ritmo de ‘Different Tongues’ para recalcar la diferencia con su tono menor y más calmado, una estructura que Stephen domina sin problemas. Por otro lado, es un acierto dejar ‘Circlin'’ para el final porque se echa en falta una mayor cantidad de temas con esa energía, pues el carisma y la guitarra de Stills hacen siempre el resto. Aunque todavía mantenía un nivel aceptable, se le notaba estancado creativamente hablando y quizá él mismo entendió que necesitaba juntarse con alguien para salir de ese bloqueo. La inclusión de ‘The Loner’ es el preludio de la próxima colaboración con Neil Young como dúo, en contraposición a las buenas migas que habían hecho Nash y Crosby.

WHISTLING DOWN THE WIRE

(Por Crosby & Nash)

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

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1) Spotlight; 2) Broken Bird; 3) Time After Time; 4) Dancer; 5) Mutiny; 6) J. B.'s Blues; 7) Marguerita; 8) Taken At All; 9) Foolish Man; 10) Out Of The Darkness.

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Este álbum puede tomarse como la segunda parte de Wind On The Water no solo porque repiten los mismos músicos de acompañamiento (los llamados The Section), sino sobre todo porque algunas de estas nuevas canciones fueron en realidad grabadas, o cuando menos gestadas, durante las sesiones del citado disco previo. Esto último puede entenderse perfectamente como que en su momento no fueron elegidas y por ello se retomaron para este nuevo álbum, de tal manera que podemos intuir que el contenido será algo irregular como corresponde a toda obra conformada con rechazos (salvo casos excepcionales como Tattoo You de los Rolling Stones).

 

Como cabe esperar, es sobre todo Crosby quien rebaja el nivel con algunos errores clamorosos. Incluso cuando compone junto a Nash, lleva a este último a un estado catatónico de tal manera que el oyente no se entera de nada cuando escucha ‘Broken Bird’. ¿Tiene alguna melodía? Peor resulta cuando a continuación llega ‘Time After Time’, esta de Crosby a solas, pues sigue sin haber ninguna melodía reconocible pero el ritmo se ha decelerado todavía más, convirtiéndose en un tedio total. De manera análoga, solo los más fanáticos seguidores de Crosby podrán tolerar ‘Foolish Man’, no solo por el poco interés que suscita escuchar en la letra sus frustraciones personales, sino porque vuelve a sustentar la canción en su estilo de canto aleatorio y detalles como una irritante guitarra que suena de vez en cuando. Se puede alegar que esto es Crosby en estado puro, pero en todo caso sería el mismo Crosby de ‘Mind Gardens’ y eso es lo peor de su figura artística. Dicho todo esto, podemos destacar en cambio ‘Dancer’, un extraño tema básicamente instrumental de Crosby donde escucharemos voces tarareando junto a inesperados cambios de ritmo que provocan más desconcierto que otra cosa. El mejor momento llega entre los 1:50 y 3:05 minutos, puesto que podría pasar por interesante rock progresivo. De todas maneras, este tema no es tampoco para disfrutarlo mucho pero al menos tiene intensidad y resulta original, que ya es algo más de lo que puede decirse de algunas metidas de pata suyas en este disco.

 

Menos mal que siempre está Nash para salvar los muebles, aunque la mejor melodía instrumental es la que escuchamos en la misma introducción de ‘Taken At All’, de las que enganchan sin remisión. Es una composición conjunta de los dos amigos, así que ha de felicitarse a ambos también por la bien estructurada parte vocal que llega a un soberbio clímax a partir de los dos minutos. En cuanto a Nash como compositor, la melodía de guitarra que introduce ‘Spotlight’ no arranca muy bien pero sí convence la manera de resolverla, sobre todo cuando es interpretada luego por la armónica. La parte vocal no es más que el amigable pop de Nash de siempre, si bien aparece como coautor uno de los guitarristas que acompañan al dúo. En la potente ‘Mutiny’ aflora esa energía rockera que Nash atesora y que suele reservarse para contadas ocasiones. Solo hay que escucharle cómo entona el título de la canción en una mezcla de arrogancia y desprecio que nunca habíamos observado en él, aunque de forma tan breve. La guitarra eléctrica suena también más incisiva que nunca y parece que no va a decaer por la forma de abrir la siguiente canción, ‘J. B.'s Blues’, pero en este caso son solo cinco segundos que dan paso a lo que es un tema más pop sin perder el gancho especial del mejor Nash.

 

Como fúnebre balada se desarrolla ‘Marguerita’, denotando que la sensibilidad de Nash resulta más cercana que cuando Crosby intenta mostrar una introspección similar. Para finalizar el disco, en ‘Out Of The Darkness’ imitan el estilo de balada coral de ‘Bridge Over Troubled Water’, ese himno amoroso de Simon & Garfunkel, de tal manera que aquí se reservan también un pomposo final que, en comparación con el citado tema, queda como una vulgar canción adulta más propia de una sesión de sobremesa que de un reputado dúo de pop-rock. En resumen, la sensación que transmite este álbum es la de haber aprovechado los restos del anterior para publicar con rapidez la continuación, menoscabando de esta manera el buen nivel ofrecido aunque puede decirse que salen airosos por esta vez. Quizá ellos mismos se dieron cuenta de que estando juntos ya no afloraba la misma energía de siempre y por ello este será su último álbum como dúo en el estudio hasta 2004.

LONG MAY YOU RUN

(Por The Stills-Young Band)

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

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1) Long May You Run; 2) Make Love To You; 3) Midnight On The Bay; 4) Black Coral; 5) Ocean Girl; 6) Let It Shine; 7) 12/8 Blues (All The Same); 8) Fontainebleau;

9) Guardian Angel.

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Como vemos, 1976 fue un año de mucha actividad para Stills. Para Young no tanto, pues este año no llegó a publicar ningún álbum bajo su nombre. En cualquier caso, ambos tuvieron tiempo y apetencia de grabar algo juntos e idearon el nombre de The Stills-Young Band, que en realidad no añadía más que a los músicos que solían acompañar a Stephen. Teóricamente, en mejor estado de forma llegaba Young tras la publicación de Zuma, aunque Stills todavía lograba mantener el tipo mediante Illegal Stills, pero al primero le quedaba todavía por delante publicar un par de álbumes flojos antes de deslumbrar con Rust Never Sleeps. En el presente álbum puede decirse que se reparten los aciertos y los errores a partes iguales, como buenos amigos. Los nueve temas están escritos de manera individual, cinco por Neil y cuatro por Stephen, ninguno como dúo. Los de este último son el segundo, el cuarto, el séptimo y el que cierra el disco.

 

Así pues, la canción que da título al álbum está compuesta por Neil y es un agradable country-rock sin pretensiones pero con un estribillo de los que invitan a unirse a cantar. Suya es también ‘Midnight On The Bay’, la cual parece que vaya a pasar inadvertida hasta que llega su emotivo estribillo (cortesía del mejor Young): “Oh, midnight on the bay / Sure feels good to me”. El juego de contrastes en la composición de Stills ‘Make Love To You’ es muy interesante, pues en primer lugar se crea una ambientación intimista pero inquietante para luego llegar a una especie de clímax contenido en el estribillo, donde se añaden unos acertados coros en segundo plano.

 

Precisamente se nota bastante cuáles son las composiciones de Stills. En ‘Guardian Angel’ retoma una vertiente algo jazzística a la que luego introduce secciones de aires latinos, otorgándole una cierta diversidad. Lo más flojo es la extensa coda instrumental, que queda bastante insulsa. La introducción de aires latinos de ‘Black Coral’ ya nos indica que se trata de una composición de Stephen, en la cual desafortunadamente acaba divagando demasiado (incluso él mismo parece ir cansándose de cantarla) y acaba resultando aburrida. Como si Neil tuviera envidia sobre cómo conseguir llegar al aburrimiento, justo a continuación nos llega la vulgar ‘Ocean Girl’, una canción que le costaría poco más de quince minutos componer de forma deliberada. Mejor ejemplo de esta última aseveración es ‘Let It Shine’, pues sería lo que le sale sin problema a Neil cuando necesita componer algo rápido y que suene bien. Esto equivale a decir que se trata de un mero relleno que no deja poso alguno.

 

Stephen también decepciona un poco con ‘12/8 Blues (All The Same)’ porque su comienzo rockero hace pensar en algo más emocionante, pero todo ese entusiasmo se acaba diluyendo conforme avanza. Para curar esa decepción, a continuación llega ‘Fontainebleau’, un rock épico que parece una reescritura de ‘Cortez The Killer’ donde al menos podemos deleitarnos con el mejor trabajo de guitarra de todo el álbum. La lástima es que los dos amigos no hubieran aprovechado para hacer un duelo de guitarras y solo escuchemos una. Esto último es precisamente lo más frustrante de este álbum, es decir, que no podamos disfrutar de la unión de sus dos guitarras de la misma manera a cómo lo habían hecho en Buffalo Springfield o en CSNY, pues esto hubiera sido el verdadero toque diferencial. Por tanto, eso sería lo que de verdad hubiera vuelto interesante este álbum, que sería el primero y último de este impostado grupo bautizado como The Stills-Young Band, el cual en la práctica fue un producto equivalente a si hubieran mezclado medio disco de Stills con otro medio de Young.

CSN

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

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1) Shadow Captain; 2) See The Changes; 3) Carried Away; 4) Fair Game;

5) Anything At All; 6) Cathedral; 7) Dark Star; 8) Just A Song Before I Go;

9) Run From Tears; 10) Cold Rain; 11) In My Dreams; 12) I Give You Give Blind.

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Por fin se aparcaron las diferencias que habían hecho fracasar algunos intentos del trío (o cuarteto) para volver a grabar juntos y aquí se reunía el conjunto de Crosby, Stills & Nash, que en esta configuración ya no habían vuelto a juntarse desde su debut en 1969. Young parece que estaba más centrado en su propia carrera, aunque su hiperactividad probablemente le hubiera permitido participar aquí y en todo lo que se pusiera a su paso. En cualquier caso, no da la impresión de que este retorno fuera por compromiso, pues el nivel cualitativo de las composiciones indica que los tres compañeros pusieron esfuerzo y empeño en grabar algo que estuviera al nivel que se espera de una conjunción de músicos de este calibre. Más o menos se retoma el espíritu del álbum de debut y por ello lo único que se echa en falta es la frescura de los inicios, lo demás ya depende de la inspiración variable en las composiciones. La propuesta de cada uno de ellos no difiere de lo que estaban haciendo por separado o en dúos en los últimos años.

 

Aunque sea el más flojo en estado creativo de los tres compañeros, David Crosby tiene el honor de iniciar el álbum con una de sus tres composiciones. Como introducción, ‘Shadow Captain’ es una buena elección porque coloca la triada vocal en primer plano de una manera agradable y cálida. Nash y Stills no están para experimentos y al menos Crosby es más lanzado en ese sentido, aunque quizá sus composiciones difusas no sean tanto un fruto de la experimentación como de proseguir con su estilo propio. En ‘Anything At All’ se aprecian unos juegos vocales más aventurados, pero sin que falte una delicadeza especial que sirve para crear una ambientación intimista especial. Pero es una de esas composiciones de Crosby donde se queda uno desconcertado sin saber cómo tomarla, igual que ocurre con ‘In My Dreams’, la cual al menos suena agradable e incluso diversa, como si hubiera juntado varias canciones en una, además del impecable juego de voces que es una garantía.

 

La característica introducción de piano de ‘Carried Away’, una relajada pieza de cuidados arreglos, indica claramente que el compositor es Nash, quien muestra su lado más intimista en la mayoría de sus aportaciones, como en la delicada balada de ‘Just A Song Before I Go’. En ‘Cold Rain’ tan solo escuchamos un piano de acompañamiento y luego un discreto arreglo orquestal, pero no supone ningún problema por la emoción que transmite su parte vocal. El título de ‘Cathedral’, aunque sea una canción anticlerical, es apropiado porque musicalmente en su primera mitad parece una actualización del canto gregoriano, una delicia si uno se introduce en esa ambientación intimista. Luego, inesperadamente, todo se acelera para que entremos en el terreno de Meister del pop de Nash. Vemos que Stills intenta competir también en ese terreno del gancho pop con la siguiente ‘Dark Star’, aunque está implementada en un modo más cercano al jazz y también más oscuro porque otra cosa no le podría salir al bueno de Stephen, pero contiene un elaborado estribillo y unas pegadizas estrofas de dinámico ritmo.

 

El que parece tirar de clichés en algunos momentos es precisamente quien había sido el motor creativo de sus primeros pasos como trío. De Stills esperamos escuchar ritmos latinos y eso es lo que obtenemos en ‘Fair Game’, mientras que ‘See The Changes’ es la típica pieza con guitarra acústica de Stills, aquí simplemente arropada con tres voces como única diferencia. En ‘Run From Tears’ parece que se enfunden en el sonido Filadelfia, aunque hacia la mitad aparece una aguerrida guitarra eléctrica que nos recuerda el sustrato de rock de Stills. Pero lo mejor de Stills llega al final mediante ‘I Give You Give Blind’, cuyo electrizante comienzo es de los que marcan estilo. La parte vocal transmite toda la emoción posible con una acertada alternancia entre la voz sola de Stephen y el acompañamiento coral. Como el tono general del álbum es bastante calmado se reservan para el final este tema, el más enérgico de todos, que aparte recoge todas las virtudes de este trío, es decir, no tan solo un envidiable juego de voces, sino también un poderoso ritmo, gloriosas melodías vocales y la mejor guitara de todo el álbum, cortesía de Stills.

 

Así daba gusto, unos músicos que se vuelven a juntar porque todavía piensan que, estando juntos, puede aflorar una sinergia que engrandezca lo que estaban realizando por separado. Hemos de recordar que 1977 no era precisamente el año idóneo para volver con una propuesta musical devota de las voces y las armonías, pero un álbum como este, que para aquel entonces quizá hasta sonaba retro, es siempre bien recibido por contener música atemporal y ejecutada con buen gusto. Como cabía esperar, este disco no supuso el comienzo de una nueva etapa conjunta, sino que todos volvieron a sus respectivas carreras. Tampoco tardarán mucho en volver, porque en 1982 llegará Daylight Again para reanudar la camaradería común, aunque veremos que Crosby comenzaba ya a quedar rezagado.

2021

LIVE

(Por Crosby & Nash)

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

1) Immigration Man; 2) The Lee Shore; 3) I Used To Be A King;

4) King Of The Mountain; 5) Page 43; 6) Fieldworker; 7) Simple Man;

8) Foolish Man; 9) Bittersweet; 10) Mama Lion; 11) Déjà Vu.

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2021

Este nuevo álbum del dúo Crosby/Nash recoge una selección de los conciertos que realizaron entre 1975 y 1976 por Estados Unidos, antes de volver a juntarse con Stephen Stills. Quien esté pensando en unas actuaciones acústicas, con el dúo sentado en taburetes y con la guitarra sobre el regazo, se llevará una sorpresa muy agradable. Acompañándoles tenemos un grupo completo de dos guitarras, bajo, batería y teclado, cinco músicos que muestran una compenetración y cohesión total, además de creer en la música que están tocando. Son los mismos que habían participado en Wind On The Water, toda una garantía en el escenario también. La gente eufórica que se ve en la portada no será un montaje, sino que debe recoger la reacción típica ante unas interpretaciones de grandísimo nivel como las aquí contenidas. La adición de dos canciones más (‘Bitersweet’ y ‘King Of The Mountain’) a lo que era el LP original provoca que predominen las composiciones de Crosby, algo que podría parecer una sorpresa en principio.

 

Precisamente de Crosby encontramos aquí una nueva composición, aunque al principio ningún asistente al concierto podría saber que es de él. La extensa introducción de piano de casi tres minutos en ‘King Of The Mountain’ parecería más destinada a una interpretación de ELP, si bien luego comprobamos que se trata de una perfectamente estructurada canción de piano como único instrumento mientras David se lanza a explorar todos los matices de su voz, donde no falta alguna disonancia, como a él le gusta. Vuelve a repetir la opción del piano en ‘Bitersweet’, aunque aquí ya acaba sonando repetitivo. La referencia a ELP no es casual porque los casi diez minutos de ‘Déjà Vu’ contienen una introducción improvisada a base de empacho de sintetizadores, algo impensable para quien asistiera a un concierto de Crosby y/o Nash. También es discutible algún que otro pasaje instrumental de los que contiene, pero en general está muy bien ejecutada para tener cambios de ritmo y pasajes de diversa índole ambiental.

 

Y es que los músicos de acompañamiento son la clave para que este álbum en directo sea uno de los mejores que hayan salido de entre cualquier combinación (o individual) de los componentes de CSNY, lo cual no significa desmerecer a los Crazy Horse ni al resto. Así, podemos disfrutar de la gloriosa interpretación de ‘I Used To Be A King’ donde los músicos extraen toda la épica posible. En ‘Fieldworker’ las guitarras transmiten incluso más emoción que la propia voz de Graham, que ya es decir, como también cabe destacar el sensacional solo que aparece hacia el final de ‘Mama Lion’, otra demostración de poderío de los músicos. Otro ejemplo menos vistoso lo encontramos en ‘Page 43’, la cual en principio parece que va a ser más discreta, pero para eso llega un estupendo solo de guitarra en su intermedio instrumental. Tampoco fallan cuando han de desarrollar un sonido más serio y compacto como en ‘Foolish Man’ de Crosby, creando así la atmósfera idónea para que este exprese toda la angustia existencial de la letra. Por otro lado, de ‘The Lee Shore’ tan solo conocíamos la versión también en directo incluida en Four Way Street, pero aquí sale mejorada y sus melodías aprovechadas, creando una tensión musical hasta llegar al clímax donde ya actúa la sección rítmica sin pausa.

 

En resumen, este álbum es toda una agradable sorpresa para quien no conozca el nivel que alcanzaban los conciertos del dúo Crosby/Nash cuando iban adecuadamente acompañados. Es normal asociar sus nombres a una música más suave, sea el pop de Nash o la introspección de Crosby, pero aquí está todo ejecutado en clave de rock y además en su mejor acepción, con las guitarras eléctricas en primer plano y una compacta sección rítmica. Al teclista le entran algunas ínfulas grandilocuentes, pero quizá era su manera de intentar colocarse a la altura de las dos leyendas musicales que le habían contratado. Aparte de eso, nada que objetar, porque lo más importante en un álbum en directo es poder palpar la pasión de los músicos en el escenario. Y eso lo tenemos aquí.

THOROUGHFARE GAP

(Por Stills)

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

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1) You Can't Dance Alone; 2) Thoroughfare Gap; 3) We Will Go On;

4) Beaucoup Yumbo; 5) What's The Game; 6) Midnight Rider; 7) Woman Lleva;

8) Lowdown; 9) Not Fade Away; 10) Can't Get No Booty.

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Tan desenfocada como la foto de la portada andaba la carrera de Stills en solitario. No podía avanzar más en el estilo que había seguido en su discografía y la opción de hacer algo diferente fue nada menos que mirar hacia la música disco, pues estaba asegurando el éxito a algunos antiguos rockeros que abrazaban el nuevo mainstream comercial y Stills no querría perderse su parte del pastel. En cualquier caso, el sonido de este álbum es casi monocorde y transmite la impresión de un músico sin rumbo, incapaz de progresar ni de adaptar las influencias con originalidad.

 

¿Qué se puede decir de canciones como ‘We Will Go On’? es la típica canción de Stills de relleno con el punteo de guitarra de la música disco que tanto le había gustado. Hay muchos casos semejantes a este, pues ‘You Can't Dance Alone’ o ‘What's The Game’ no son más que convencional funk de baile que se acerca a la música disco debido a los arreglos orquestales, pero para bailar no sería esta música una opción en ninguna fiesta. Y ya el colofón final nos lo llevamos con el vergonzoso título (y letra) de ‘Can't Get No Booty’, que ya no deja lugar a dudas de la pretensión de Stephen en convertirse en la versión country-disco de los Bee Gees, con quienes había estado grabando y se había quedado privado de tanta moda juvenil. Puestos a colocar ritmos de baile, no iban a faltar las incursiones de Stephen en la música latina con su castellano macarrónico, en este caso mediante ‘Woman Lleva’.

 

Las versiones incluidas no aportan nada: ‘Midnight Rider’ de los Allman Brothers Band cae aquí en la misma mediocridad que asola el álbum, mientras que ‘Not Fade Away’ de Buddy Holly tan solo cambia en que suena más electrificada, que ya es algo pero no suficiente para poder destacarla. Por el contrario, si nos olvidamos de estas versiones, ‘Lowdown’ destaca porque mantiene esa esencia de rock que nos hace recordar canciones similares con CSN. También sale ganando Stills cuando se muestra humilde y cercano como en la balada acústica ‘Thoroughfare Gap’, donde no faltan violines. Aunque también nos encontramos una relajada pero irrelevante pieza como ‘Beaucoup Yumbo’.

 

En resumen, este mediocre álbum está por debajo de lo que se espera de un músico con solera como Stephen Stills. Él mismo sería consciente de que estaba en un bajo momento creativo porque, de tener una producción fluida en los setenta, ya no publicará un álbum en solitario hasta 1984, aunque un par de años antes llegará el retorno de CSN. Thoroughfare Gap supone un traspiés que merece caer en el olvido absoluto. Se salva de ser una calamidad por la profesionalidad que dejan traslucir los músicos participantes, pero de profesionalidad solamente no se puede vivir.

(Por Nash)

EARTH & SKY

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

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1) Earth & Sky; 2) Love Has Come; 3) Out On The Island; 4) Skychild;

5) Helicopter Song; 6) Barrel Of Pain (Half-Life); 7) T.V. Guide; 8) It's All Right;

9) Magical Child; 10) In The 80's.

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Desde Wild Tales, allá por 1974, que Graham Nash no había publicado un álbum en solitario y en principio parecía que podía llegar en buena forma tras el relativo éxito de CSN y el estupendo álbum en directo junto a David Crosby. Pero, como bien sabemos, los antecedentes no significan nada si uno no se decide a componer y grabar con dedicación e inspiración. Las rupturas sentimentales y acontecimientos político-sociales habían alentado su creación en la buena dirección en años anteriores, pero llegan los ochenta y Nash vive feliz, reconciliado con sus conflictos personales y alejado del sentir de la calle. Esto representa a su vez un conflicto porque resulta difícil escribir una letra con propiedad y convincente, mientras que la falta de estímulos no permite que pueda llevar su música un paso más adelante, pues siempre había dotado a su música de una cierta diversidad, dentro de las limitaciones del pop-rock en que se movía. La ristra de músicos participantes es muy extensa e incluye colaboraciones muy puntuales de Stills y Crosby, así como la de uno de los guitarristas que destacaron en los Eagles, Joe Walsh.

 

En la primera canción del álbum, que es la que le da título, ya observamos un sonido más maduro y modernizado respecto a la producción de los ochenta, esto es, sin asomo de sintetizadores pero con un sonido más pulcro comparado con la década de los setenta. A continuación llega ‘Love Has Come’, que es la peor opción posible en este caso al parecer una reescritura ralentizada de ‘Earth & Sky’, dejando una sensación de reciclaje inoportuno que afortunadamente no es la tónica general del disco. Pero es gracioso que el tema titulado como ‘In The 80's’ es el que más suena a los ochenta, cuando la década no estaba sino por comenzar, por su animado ritmo bailable y su jovialidad, aproximándose un poco a los Kinks de esa época por su tendencia al pop desenfadado y también por las referencias a la temática laboral, que en Nash quedan un tanto primarias.

 

Una de las canciones más destacadas del álbum es ‘Out On The Island’, una pieza acústica de estructura cambiante e imprevisibles cambios de ritmo. O sea, dentro de lo que podemos imaginar en Nash, que su imprevisibilidad da risa en comparación con Frank Zappa, claro. El trepidante comienzo de ‘Helicopter Song’ ya nos anuncia que estamos también ante el mejor Nash que podíamos encontrarnos a estas alturas si nos fijamos en lo que iban a ser los ochenta para él. Sus cambios de ritmo impactantes es su mejor baza. Sin tiempo para respirar nos llega la potencia eléctrica de ‘Barrel Of Pain (Half-Life)’, donde Graham parece haber aprendido muy rápido de Neil Young para establecer un torrente de sonido eléctrico que acompañe a la pegadiza parte vocal. El solo de guitarra es directamente heredero del de ‘Ohio’ de CSNY, canción con la cual comparte alguna que otra coincidencia. De manera análoga, ‘It's All Right’ es la típica canción optimista que podemos esperar de alguien como Graham Nash y curiosamente data de 1974.

 

Encontramos algunas agradables baladas que se olvidan pronto, como ‘Magical Child’ o ‘Skychild’ (la cual data de 1976), o cualquier canción que escriba Nash y contenga la palabra “child” en el título, pues parece que eso le vulgariza la mente. Aunque en ‘Skychild’ cabe destacar el timbre especial de guitarra, acorde con la ambientación etérea que pretende conseguir, así como la mención en la letra a un tal David, que se presume que será Crosby. Por el contrario, en ‘T.V. Guide’ busca un sonido orquestal de corte progresivo que está bien logrado, aunque los escasos dos minutos de duración dejan con ganas de algo más, que ciertamente podría haber conseguido visto el buen resultado obtenido.

 

Siempre esperamos más de Graham Nash, pero aquí debemos contentarnos con algunos aciertos enfundados en el sonido de siempre, donde vale la pena echar un vistazo a las canciones destacadas aunque no supongan nada relevante dentro de su trayectoria. El próximo paso será la nueva reunión del trío original, sin Young, porque este estará todavía entretenido en los primeros ochenta con su errática divagación estilística y unos horrendos álbumes que probablemente le cerraron la puerta momentáneamente para juntarse con sus amigos.

DAYLIGHT AGAIN

Año de publicación: 1982 

Puntuación:

1) Turn Your Back On Love; 2) Wasted On The Way; 3) Southern Cross;

4) Into The Darkness; 5) Delta; 6) Since I Met You; 7) Too Much Love To Hide;

8) Song For Susan; 9) You Are Alive; 10) Might As Well Have A Good Time;

11) Daylight Again.

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Tan mal estaría Crosby que Stills y Nash en principio iban a grabar en solitario este nuevo álbum. Es decir, Nash había sido su pareja artística durante los setenta, pero ya habíamos visto que en sus últimas obras conjuntas el nivel compositivo de Crosby había decaído alarmantemente. Si quisiéramos establecer un símil con aquella mítica Residencia de Estudiantes de Madrid donde se forjó la Generación del 27, lo de Crosby es como si de ser un Federico García Lorca se hubiera transformado de repente en un Pepín Bello. De hecho, en varias canciones participan otros vocalistas en los coros, como el caso notable de Art Garfunkel, quien por entonces no tardaría mucho en ofrecer junto a Paul Simon su mítico concierto de reencuentro (y despedida) en el Central Park de Nueva York. Pero al final Stills y Nash llamaron a su compañero y así este álbum pudo llevar el legendario nombre del trío, que al fin y al cabo era lo que prefería la casa discográfica. En cualquier caso, la aportación de Crosby es escasa y apenas afecta al resultado final.

 

Un sonido sobrio, consistente y adaptado a los nuevos tiempos es lo que nos presentan en el inicio de álbum mediante ‘Turn Your Back On Love’, cuyo apartado vocal posee ese carisma y atracción característicos de los mejores logros del trío. El estribillo potenciado por la sección rítmica y luego algunos desquiciados punteos de guitarra de Stills nos recuerdan la grandeza de CSN. Es la única composición conjunta de Stills y Nash, aunque cuenta también con la coautoría de uno de los guitarristas participantes en la grabación del álbum. El grueso de la composición, como es lo habitual, recae en Stills, quien es responsable o corresponsable de más de la mitad del contenido. Pero esto no quiere decir que sea el más inspirado, pues por ejemplo ‘Since I Met You’ es un tema discreto que simplemente implementan de forma vistosa con un ritmo rápido. Aunque puede decirse que es un caso aislado porque Stills se ha reunido con ganas de hacer algo importante y en una canción aparentemente discreta  como ‘You Are Alive’ logra una ambientación intimista muy bien conseguida.

 

‘Wasted On The Way’ es la típica pieza de jovial pop de exquisita factura que asociamos inmediatamente con Nash, esta vez con cierto regusto country. Pero encontraremos también el polo opuesto, pues una amenazante melodía rítmica caracteriza ‘Into The Darkness’ y eso es justo lo contrario que cabría esperar de Graham, más si cabe con una letra que comienza de manera tan sombría como “Into the darkness soon you'll be sinking”. Una de esas sencillas pero emotivas baladas de Nash liderada por el teclado es ‘Song For Susan’. Con la llegada del estribillo ya entra la sección rítmica y cambia un poco el panorama, pero sin perder esa delicadeza que imprime Graham en sus composiciones más personales, si es que la letra representa en realidad lo que aparenta. La única composición original de Crosby que encontraremos en este álbum es la balada lacrimógena con algo de sintetizadores titulada ‘Delta’, que es también lo peor del álbum, como cabía esperar. David canta también la convencional balada de piano ‘Might As Well Have A Good Time’, que ni siquiera está escrita por él porque la creación era ya una montaña demasiado alta.

 

Las irresistibles melodías vocales de ‘Southern Cross’ tanto en las estrofas como en el estribillo nos devuelven también memorables momentos del trío, como algunos finales de estrofa donde se unen las voces para transmitir un entusiasmo que ya parecía olvidado con el transcurso de los años. Cuando vuelven a colocar la afilada guitarra en primer plano como en ‘Too Much Love To Hide’, es cuando no fallan. Por supuesto, el apartado vocal ha de estar también a la altura y en este aspecto tampoco decepcionan. En cambio, la pieza acústica pero muy sombría que da título al álbum y lo cierra nos muestra ese estilo serio, preciso y de honda emoción que Stephen conseguía en sus momentos más inspirados de los setenta. Podemos escuchar al final al trío cantando a cappella unos versos de ‘Find The Cost Of Freedom’, de la cual ‘Daylight Again’ es clara heredera.

 

Como vemos, CSN se juntaban en pocas ocasiones pero cuando lo hacían era para demostrar la sinergia existente entre ellos, pues conseguían complementarse y extraer un mayor nivel trabajando juntos que por separado. Bueno, en el caso de Crosby era más que obvio que el hombre no estaba para hacer mucho y, aparte, en pocos años acabará en la cárcel por asuntos de drogas, armas, atropellos y quién sabe cuántas cosas más. Pero Stills y Nash sí se merecían un elogio por ofrecernos un álbum bien cuidado y hecho con interés, que seguía manteniendo el prestigio artístico del trío de amigos. Solo hay que pensar que el siguiente año volvería Nash momentáneamente con los Hollies para grabar un penoso álbum de reunión, sin una sola composición original. Y bueno, para estar en los años ochenta también es una buena noticia que no sucumbieran a las modas musicales del momento y apostaran por su estilo propio.

ALLIES

Año de publicación: 1983

Puntuación:

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1) War Games; 2) Raise A Voice; 3) Turn Your Back On Love; 4) Barrel Of Pain;

5) Shadow Capitan; 6) Dark Star; 7) Blackbird; 8) He Played Real Good For Free;

9) Wasted On The Way; 10) For What It's Worth.

En uno de esos álbumes que parecen responder a una obligación contractual, donde hay que publicar algo sea como sea, Allies recoge dos temas nuevos de estudio y ocho grabaciones en directo de las dos últimas giras del trío. Así, el repertorio en directo seleccionado recoge temas de sus dos últimos álbumes conjuntos (nada de los inicios del trío), más algunas versiones, canciones de álbumes en solitario y, para finalizar, la canción estrella de Buffalo Springfield, el grupo donde empezaron Stephen Stills y Neil Young. Pero podrían haberse ahorrado la versión big-band de ‘For What It's Worth’, pues eliminan toda la intriga que transmitía la versión original y parece una canción destinada a ser empleada en un striptease, puesto que suena igual que ‘You Can Leave Your Hat On’ de la película Nueve semanas y media, aunque esta película todavía tardará tres años en ser creada. A su favor hay que decir que en su último tercio posee un fiero solo de guitarra de Stills.

 

Los dos primeros temas que encontramos son las nuevas composiciones grabadas en el estudio, decepcionantes en comparación a lo que habían publicado juntos hasta ese momento. En los sintetizadores de ‘War Games’ se preludia el próximo descenso de Stills, su compositor, a los infiernos con su siguiente álbum en solitario, aunque aquí se salva por un apartado vocal algo inspirado y el siempre exquisito trabajo del trío cantando al unísono. En cambio, la armónica que recuerda a Dylan de ‘Raise A Voice’ da paso a una balada presentable pero olvidable. Las actuaciones en directo pertenecen a la gira de 1982 excepto ‘Shadow Captain’ y ‘He Played Real Good For Free’, pertenecientes a la gira de 1977, cuando los tres amigos publicaron CSN. ‘He Played Real Good For Free’ es la composición ‘For Free’ de Joni Mitchell, de su imprescindible álbum de la primera época Ladies Of The Canyon, que es el único momento de lucimiento de Crosby como cantante y quizá por ello la incluyeron, pues en 1982 este hombre solo estaba para hacer de corista. Y ciertamente es una buena elección, porque es la interpretación más emotiva del álbum.

 

Sin embargo, ‘Barrel Of Pain’ pertenece al disco en solitario de Nash Earth & Sky y le sobra su segunda mitad donde a Crosby le da por hacer su show a solas, medio chillando en el micrófono. Esto es de 1982 y ya entendemos que David merecía estar en un segundo plano. En cualquier caso, este álbum no representa lo mejor que podía ofrecer este grupo ni lo mejor que podía alcanzar (aunque esto último tampoco lo podemos asegurar), porque, por ejemplo, en directo se resiente un poco el atrayente ritmo de ‘Dark Star’ y las canciones en general no entusiasman. La interpretación de ‘Blackbird’ de los Beatles es simplemente la excusa para cantar los tres al unísono sin complicaciones, no aportan nada interesante. Tampoco podía faltar alguna interpretación en acústico, sin ni siquiera percusión, de alguna pieza electrificada y aquí se incluye para cubrir ese hueco la interpretación acústica de ‘Wasted On The Way’. En resumen, un disco destinado a los fans que sirve de preludio a los flagrantes errores individuales de los siguientes años.

RIGHT BY YOU

(Por Stills)

Año de publicación: 1984 

Puntuación:

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1) 50/50; 2) Stranger; 3) Flaming Heart; 4) Love Again; 5) No Problem;

6) Can't Let Go; 7) Grey To Green; 8) Only Love Can Break Your Heart;

9) No Hiding Place; 10) Right By You.

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Cuando uno piensa que ya lo ha visto todo en esta vida, siempre llega algo que le vuelve a asombrar. En este álbum nos encontramos a Stills haciendo de Michael Jackson cuando ya nos pensábamos que estaba inmunizado contra la vulgar comercialización del sonido de los ochenta. Pero no, el bueno de Stephen acabó introduciéndose en un mundo que no es el suyo y salió bien escaldado. Y nadie lo diría si antes de escuchar este álbum se lee en el libreto la participación de Jimmy Page o de Bernie Leadon, este último el guitarrista de los Eagles o previamente de los Flying Burrito Brothers. En realidad, esto significaba que los músicos de siempre entraban sin problema en el mundo de la música fácil de consumo como manera de ganar dinero con poco esfuerzo.

 

Aquí apenas veremos rastro de lo que podemos asociar con Stephen Stills. Por el contrario, nos podemos imaginar al primer Michael Jackson (el de Off The Wall) cantando y bailando canciones como ‘Stranger’ o ‘No Problem’, pero añadiéndole sus aullidos, bailoteos y aprietes de paquete. Pero estamos ya en 1984 y esto queda como una imitación barata y sonrojante, aparte de que la dupla Jackson/Quincy Jones siempre tuvo mejor gusto para la música de baile y no hubieran descendido a semejante nivel de vulgaridad insultante. En ‘Love Again’ Stills se nos muestra haciendo de Olivia Newton-John en vez de Michael Jackson, mientras que por los ritmos techno-latinos de ‘50/50’ podríamos decir que Stephen está emulando a Lionel Richie. Que Jimmy Page toque la guitarra en ella parece una burla. Otros temas como ‘Flaming Heart’ no tienen esas comparaciones, pues se trata simplemente de Stills pasado por una producción ochentera sintética y vulgar. Toda una humillación (¿autohumillación?) para quien en otros tiempos había sido tan cuidadoso con sus composiciones.

 

De ahí pasa a la balada adulta, comercial y vergonzosa de ‘Can't Let Go’, que ni siquiera está escrita por él. Luego le toca recurrir a una composición de su amigo Neil Young para conseguir algo mínimamente pasable, a pesar de que ‘Only Love Can Break Your Heart’ es una olvidable versión. Igualmente, echa mano de una vieja canción de góspel titulada ‘No Hiding Place’ como excusa para tocar el banjo y olvidarse por un momento de su personificación de Michael Jackson. Pero volver a ser ese chavalín ilusionado por ser un día músico profesional solo le puede servir a él, pues el resto únicamente vemos una canción tradicional sin nada relevante que ofrecer. En ella participa Chris Hillman (The Byrds) tocando la mandolina y cantando, pero como si no estuviera.

 

Para finalizar le entra un poco de vergüenza torera y se despide con un consistente blues-rock de mismo título que el disco y que aquí suena a gloria, pero que sin embargo hubiera sido con seguridad una canción de relleno en cualquiera de sus mejores álbumes. Pero bueno, es una suerte que aquí por fin podamos escuchar una guitarra que suene real y con algo de emoción, quizá tocada por Jimmy Page, que al final se desgañita como si quisiera expresar toda la rabia sentida por un álbum tan lamentable. Lo mejor que se puede hacer por deferencia a Stills es hacer como que este disco nunca existió, pues queda como un error imperdonable para un músico serio. En definitiva, una víctima más de la década de los ochenta. La próxima sería Graham Nash.

INNOCENT EYES

(Por Nash)

Año de publicación: 1986 

Puntuación:

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1) See You In Prague; 2) Keep Away From Me; 3) Innocent Eyes; 4) Chippin' Away;

5) Over The Wall; 6) Don't Listen To The Rumours; 7) Sad Eyes; 8) Newday;

9) Glass And Steel; 10) I Got A Rock.

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Llega el año fatídico de la música pop-rock y Graham Nash se lanza a la misma aventura que su compañero Stills. Recordemos que Graham ya había perdido los escrúpulos según lo demostrado en el penoso retorno de los Hollies en 1983, que menos mal que se quedó ahí. Al estar Nash directamente asociado con el pop comercial, es más fácil imaginarlo haciendo de Michael Jackson que a Stephen Stills, para quien ese giro mercadotécnico en Right By You suponía una prostitución artística imposible de prosperar. Resulta muy significativo que casi la mitad del álbum está escrito por compositores ajenos (gente del mundo del show-business), pero no se puede achacar la culpa de su penoso nivel a ese hecho, pues Graham tampoco está a la altura como compositor.

 

Como suele ocurrir en este tipo de álbumes vergonzosamente comerciales, muy pronto se ponen las cartas sobre la mesa. Los vulgares sintetizadores que inician ‘See You In Prague’ parecen ideales como sintonía de un programa deportivo pero no para un músico serio, pues ese sonido era en 1986 algo ya demasiado explotado en las radiofórmulas. Al menos Graham pone emoción en el estribillo, pero es un tema muy flojo que deja una mala primera impresión sobre el disco. Peor todavía resulta escucharle haciendo de Bonnie Tyler en la siguiente canción, ‘Keep Away From Me’, escrita por él además. Cuando en el pasado Nash hacía algún tema más inocente, solía apoyarlo en buenas melodías o una instrumentación interesante. Pero los tiempos cambian y aquí nos encontramos verdaderas aberraciones del buen gusto como ‘Chippin' Away’, ‘I Got A Rock’ o ‘Newday’.

 

Si nos fijamos en ‘Over The Wall’, suena igual que las canciones infantiles de series de animación de la época. Nos podemos imaginar a los chiquillos que cantaban ‘Comando G’ haciendo lo propio con esta canción. Y mejor no detenerse ni un instante en las baladas bochornosas que curiosamente llevan títulos de ojos: ‘Sad Eyes’ e ‘Innocent Eyes’, esta última de ritmo más rápido. Lo único salvable de este álbum, que ya es decir, es la balada ‘Glass And Steel’, pues posee un apartado vocal decente al resultar Graham más convincente y el entramado instrumental es más comedido en sus arreglos, sonando menos ochentero. En cualquier caso, si los de CSN estaban haciendo una competición por ver quién podía hacer un disco peor, aquí encontramos al ganador. En el caso de que queramos adivinar por qué Nash acabó de corista (junto a Crosby) de David Gilmour, este álbum nos da una primera pista. Es un gran ejemplo de cómo espantar a los fans de siempre y no recoger ninguno nuevo.

2022

AMERICAN DREAM

(Por Crosby, Stills, Nash & Young)

Año de publicación: 1988 

Puntuación:

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1) American Dream; 2) Got It Made; 3) Name Of Love; 4) Don't Say Goodbye;

5) This Old House; 6) Nighttime For The Generals; 7) Shadowland;

8) Drivin' Thunder; 9) Clear Blue Skies; 10) That Girl; 11) Compass;

12) Soldiers Of Peace; 13) Feel Your Love; 14) Night Song.

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2022

La publicación de este nuevo álbum como cuarteto, el primero desde Four Way Street de 1971, debió provocar pavor para quien estuviera siguiendo la trayectoria de cada uno de los cuatro componentes por separado. Nash y Stills venían de grabar los álbumes más miserables de toda su carrera y casi de la historia de la música rock; Crosby seguía desaparecido (aunque sorprendentemente retomará su carrera en solitario muy pronto); y Young venía de grabar también algunas de las peores obras de su trayectoria profesional, aunque ya había enfilado el camino de la mejoría mediante This Note's For You y lo refrendará en Freedom. Sin embargo, la mayoría de las peores canciones de este disco tienen su autoría, pues el concepto de “control de calidad” nunca lo tuvo asimilado Neil. En cualquier caso, ninguno de los cuatro músicos muestra interés ni esfuerzo en esta reunión. Parece que se olvidan de la música para centrarse más en lanzar mensajes políticos, como si de repente les hubiera entrado vergüenza de mirar atrás y darse cuenta de que no tomaron tanta conciencia social cuando estuvieron en la cresta de la ola en los primeros setenta, que conciencia la tuvieron de todas maneras.

 

Parece una broma escuchar en un álbum de CSNY un ritmo de Motown como el de ‘American Dream’, más si cabe cuando en el apartado vocal observamos que a Young le falta voz y el resto del cuarteto parece que esté haciendo una parodia de góspel. Peor se ponen las cosas cuando entran varios acordes vulgares de guitarra eléctrica, como intentando que parezca que hay algo de rock. De esta manera, de nada sirve que su letra sea una sátira de la hipocresía de esos grandes prohombres que se presentan como salvaguarda de los valores cristianos cuando por detrás están realizando los actos que en público acusan. Aunque ya hemos dicho que su contribución deja mucho que desear (‘This Old House’ parece una serenata para la tercera edad), lo cierto es que Young sabe extraer lo mejor de la conjunción de voces del cuarteto para el estribillo de otra de sus composiciones, ‘Name Of Love’. Cada vez que cantan “Can you do it in the name of love?” llegan tan adentro como en sus mejores épocas. Es la única canción salvable de este álbum y es de agradecer.

 

Que Nash no estaba en forma se deduce de su simple balada de piano ‘Don't Say Goodbye’, que todo el tiempo esperamos que despegue pero nunca lo llega a hacer. Se limita a introducir por medio un olvidable solo de guitarra con sección rítmica y ya está. En cualquier caso tampoco está mal, pero siempre esperamos más de él, aunque si recordamos su disco previo Innocent Eyes nos podemos quedar más que satisfechos. De hecho, los sintetizadores ochenteros de ‘Shadowland’ y esa simplona melodía tan repetida nos recuerdan que aquel álbum no había sido un simple mal sueño, aunque el apartado vocal es hasta pasable. Cuando se muestra más humilde como en ‘Clear Blue Skies’ es cuando sale ganando y nos recuerda más que fue, alguna vez, un genio del gancho pop. En cualquier caso, siempre será mejor que Crosby, quien hace lo que puede pero el problema es que no da para más. Sorprende que alguien en principio tan acabado para la música se ponga valiente con un ritmo aguerrido en ‘Nighttime For The Generals’, pero no deja de ser una vulgar composición comercial. Por el contrario, en ‘Compass’ se nos pone en plan misterioso como en los viejos y buenos tiempos, pero el carisma se le quedó en aquella época y sin carisma es imposible que esta canción sin melodías no se acabe convirtiendo en un rollazo absoluto.

 

En todo caso, no es necesario personalizar dentro de un álbum donde todos están a un nivel muy bajo. El relleno de ‘Got It Made’ suena aquí celestial en comparación con la media cualitativa del disco, mientras que la música comercial del momento se impone en ‘That Girl’, aunque al menos esta vez se insertan suficientes ganchos vocales para mantener el interés. Una gran solemnidad se busca en la afligida balada ‘Soldiers Of Peace’ para enfatizar su letra algo edulcorada sobre la necesidad de acabar con la violencia en la vida diaria.  Eso sí, queda algo pomposo el estribillo. Por otra parte, ‘Feel Your Love’ es una discreta y olvidable balada acústica que no le supondría mucho esfuerzo de componer a Neil, pero que seguro que satisfará a sus fans. ‘Drivin' Thunder’ es un vulgar country-rock modernizado con guitarras estridentes del metal más cutre. Se trata de una composición conjunta de Young y Stills igual que la final ‘Night Song’, pero que nadie se haga ilusiones porque esta última no mejora el panorama y se trata de basura comercial con guitarras genéricas y falsa emoción vocal. Como si hubieran seleccionado los peores ingredientes posibles.

 

Mal, muy mal lo hace aquí este cuarteto del que siempre se espera mucho más, pues cuando una conjunción de músicos funciona aparece lo que se llama sinergia, esto es, que el resultado final es mayor que la suma de las partes. Aquí las partes están en mal estado y lo que hacen es restar en vez de sumar. Fue el primer fracaso de CSNY, pero ellos mismos se lo buscaron cuando no se implicaron lo suficiente. Esta no es una obra de camaradería artística o musical, es un producto de mercadotecnia destinado a hacer caja y a mantener el contacto entre unos amigos entonces en las horas más bajas de su carrera. No cabe en la imaginación de nadie que, cuando uno de ellos presentaba una composición al resto, existiera el más mínimo debate u objeción, aunque tampoco es que ninguno de ellos por separado estuviera en disposición de criticar al resto.

OH YES I CAN

(Por Crosby)

Año de publicación: 1989 

Puntuación:

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1) Drive My Car; 2) Melody; 3) Monkey And The Underdog; 4) In The Wide Ruin;

5) Tracks In The Dust; 6) Drop Down Mama; 7) Lady Of The Harbor; 8) Distances;

9) Flying Man; 10) Oh Yes I Can; 11) America (My Country 'Tis Of Thee).

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Casi veinte años habían transcurrido desde que David Crosby grabó su primer y único (hasta la fecha) álbum en solitario, un hecho que no era casual. Este largo período de tiempo no significaba que había dejado de componer porque sus colaboraciones con Nash o con el resto de compañeros reflejaba un cierto trabajo realizado en todo este período, si bien el nivel cualitativo se había rebajado ostensiblemente. Tampoco es que le hubiera venido una inspiración y ganas de trabajar momentáneas, creando él solito un nuevo disco, sino que algunas canciones ya las tenía escritas a finales de los setenta y se habían quedado por ahí archivadas. Lo que sí tenía el bueno de David eran buenos amigos, de tal manera que la cantidad de músicos participantes es bien extensa, buena parte de ellos de los que trabajaban con CSN o con Joni Mitchell. También aportan sus voces de manera puntual gente como James Taylor, Jackson Browne o su compañero Graham Nash.

 

Como era absurdo intentar emular a sus compañeros del trío CSN, según lo que habían hecho en sus respectivos últimos álbumes en solitario, y Crosby no podría ser Michael Jackson ni en un sueño profundo, lo máximo que puede acercarse a ese estilo comercial e insulso es con canciones como ‘Drive My Car’, de producción ochentera bien molona que, en todo caso, no encajaba para nada con su imagen ni su estilo musical. No se sabe cuál es peor opción, si una inofensiva pieza acústica como ‘Tracks In The Dust’ o el aburrido relleno ochentero de ‘Melody’, donde se busca una especie de clímax que queda absurdo. En cambio, cuando pretende mostrarse enérgico, como en el blues de big-band de ‘Monkey And The Underdog’, queda bastante ridículo porque la rabia no le sale. Ese chaval agresivo de la época de los Byrds ya estaba enterrado en la mente de David. En ‘Drop Down Mama’ consigue mantenerse más comedido y al menos no abochorna.

 

Se permite aburrirnos hasta la extenuación en los dos primeros minutos de ‘In The Wide Ruin’, para luego intentar remontar el vuelo con la entrada de la sección rítmica, un truco demasiado manido para las baladas comerciales. Así pues, sonar agradable pero completamente irrelevante como en ‘Lady Of The Harbor’ es en este álbum toda una bendición. Por el contrario, ‘Flying Man’, el mejor tema de todo el disco, nos demuestra que Crosby había tomado nota concienzudamente de la música de Joni Mitchell de reminiscencias jazzísticas y con dejar que los músicos realicen su parte de manera meticulosa y con implicación, es más que suficiente porque Crosby tan solo añade un tarareo doblado que tampoco aporta mucho.

 

El recuerdo de ‘Guinnevere’, es decir, de hacer algo similar a esa brillante composición suya, le lleva a interpretar en un estilo sombrío la tradicional ‘America (My Country 'Tis Of Thee)’. También es muy típico de Crosby la sucesión de melodías sueltas sin estructura aparente, como ocurre en ‘Distances’, pero este tipo de composiciones está destinado únicamente a los verdaderos devotos de este músico. A la canción que da título al álbum sí que la dota de una cierta coherencia estructural, lo cual permite que se escuche con mayor agrado pero al mismo tiempo pierde la esencia de este músico y se vulgariza. La música de David Crosby estaba en un callejón sin salida. No se puede ni suponer que este título tuviera nada que ver con el slogan de campaña que empleó Barack Obama para ganar sus primeras elecciones a la presidencia de Estados Unidos, porque en ese caso su victoria seguro que hubiera sido más apretada.

LIVE IT UP

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) Live It Up; 2) If Anybody Had A Heart; 3) Tomboy; 4) Haven't We Lost Enough?;

5) Yours And Mine; 6) (Got To Keep) Open; 7) Straight Line;

8) House Of Broken Dreams; 9) Arrows; 10) After The Dolphin.

Estamos en 1990 y el trío sigue anclado en la música comercial de los ochenta, como si se sintieran cómodos cantando una música fácil de facturar. Stills y Nash habían grabado sus álbumes de basura ochentera (Right By You e Innocent Eyes, respectivamente), pero Crosby no. Así que los dos primeros quizá pensaron que el amigo David tenía su derecho a grabar una basura similar y por ello todos pusieron su empeño en llevar adelante este despropósito de álbum. No todo se desarrolla en esos parámetros y eso es lo que evita que el descalabro sea histórico, pero estos músicos ya no levantaban cabeza. Como si quisieran prevenirnos visualmente, el disco compite por ser la portada más horrorosa de la historia del trío, incluyendo sus dúos y álbumes individuales.

 

Para poner las cosas todavía peor, las dos primeras canciones (aunque encontraremos alguna más) son composiciones de músicos de sesión que les habían acompañado. ‘Live It Up’ es como si estuvieran imitando al Phil Collins de los ochenta, algo al estilo del ‘Easy Lover’ de este pero sin la décima parte de gracia. Nada se arregla cuando a continuación llega la horripilante balada para dummies ‘If Anybody Had A Heart’, donde no falta el típico solo de guitarra sintético que probablemente esté interpretado por un Roger McGuinn que aparece acreditado porque pasaría por allí y tocaría algo fácil para marcharse pronto a sus labores. Algo similar ocurre con la participación de Peter Frampton en ‘Straight Line’, tema que representa muy bien lo que es un insulto al buen gusto, puesto que su envoltura es la de una canción pop aceptable pero si la observamos elemento por elemento es de una puerilidad exasperante.

 

La única pieza en la cual cantan los tres amigos simultáneamente es en la acústica ‘Haven't We Lost Enough?’ de Stills y es precisamente donde mejor imagen ofrecen, como si no se dieran cuenta de que precisamente una guitarra acústica y sus tres voces celestiales era lo único necesario para reivindicar el prestigio perdido, pues precisamente sus armonías vocales eran su único punto fuerte a estas alturas. De manera análoga, Nash aporta otro tema casi acústico pero con percusión, ‘House Of Broken Dreams’, de tono reposado y suficientemente convincente. Sin embargo, la única composición conjunta de Nash y Stills, algo que en principio parece una esperanza de encontrar algo decente, es la cursilada de ‘(Got To Keep) Open’, toda una decepción. Visto el nivel demostrado, una canción olvidable y convencional como ‘Tomboy’ suena a gloria en comparación con la mayoría del disco.

 

A Crosby le dejan cantar en solitario la vulgar ‘Yours And Mine’ y una interesante balada coescrita por él, ‘Arrows’, de bien conseguida ambientación y un delicioso saxofón de Brandford Marsalis que denota quién era el músico que tocaba en …Nothing Like The Sun de Sting. Intentan finalizar el álbum con algo de energía mediante ‘After The Dolphin’ y al menos consiguen hacerlo de manera aceptable, pero esta última impresión no arregla el desaguisado de álbum que se sacaron de la manga estos amigos. Quedaba claro que eran ya un trío para realizar actuaciones en directo con los éxitos de siempre, como cualquier dinosaurio de la música sin nuevas ideas.

STILLS ALONE

Año de publicación: 1991 

Puntuación:

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1) Isn't It So; 2) Everybody's Talkin'; 3) Just Isn't Like You; 4) In My Life;

5) Ballad Of Hollis Brown; 6) Singin' Call; 7) The Right Girl; 8) Blind Fiddler Medley;

9) Amazonia; 10) Treetop Flyer.

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Tal como avisa su título, Stephen Stills se aisló de toda banalidad comercial y se dedicó a lo suyo, que es tocar a solas la guitarra (sobre todo la acústica) y cantar en su estilo peculiar. Seguramente Right By You le dejó traumatizado y aparte ya iba teniendo una edad en la cual era ridículo intentar aparentar una modernidad en la que no encajaba ya. Aquí se limita a grabar un álbum relajado y sin pretensiones, con algunas versiones de otros músicos que parecen elegidas expresamente para reflejar su estado de ánimo en ese momento. La clase de disco que puede disfrutar cualquier fan al mismo tiempo que el resto puede menospreciar sin reparo.

 

No obstante, muchísimo tiempo hacía que no escuchábamos a Stephen sonar tan humilde, sosegado y melódico (todo al mismo tiempo) como en ‘Isn't It So’, una buena presentación de la obra. Es lo mejor del álbum junto a la más vivaz ‘Treetop Flyer’ que lo cierra, una pieza que va incrementando sutil y gradualmente el tono, devolviéndonos así por unos instantes (que ya es algo) a la mejor versión de Stills. Acabamos de citar el principio y el final del disco pero, ¿qué hay por medio? Pues por desgracia lo que esperamos de un músico que hace ya mucho tiempo que dijo todo lo que tenía que decir a nivel artístico. Por ejemplo, ‘The Right Girl’ es de lo más típico que podemos encontrar en Stills. Por otra parte, que le haya puesto lo de medley al tema ‘Blind Fiddler Medley’ no se entiende muy bien porque el tema no deja de sonar igual todo el tiempo y es una imitación del folk aguerrido de autores pretéritos. Pero al menos parece fijarse en los detalles y por ello introduce algo de guitarra eléctrica en ‘Just Isn't Like You’ para que no acaba siendo un fiasco total de vulgaridad.

 

El gusto por lo latino de Stills reaparece en la movidita ‘Amazonia’, que llama la atención por el contraste con el tono reposado del álbum pero tampoco es nada para destacar. Como las ideas escaseaban, vuelve a echar mano de ‘Singin' Call’, una canción que ya había formado parte de su segundo disco en solitario, Stephen Stills 2, y en esta versión pasa completamente desapercibida hasta la recta final donde se alcanza el clímax. Tampoco pueden faltar versiones de otros artistas, otra manera sencilla de completar espacio. La versión de ‘Everybody's Talkin'’ no se diferencia de lo que hubiera tocado cualquiera con una cierta práctica en acordes acústicos y el falsete final que se marca Stills acaba dejando una mala impresión porque lo suyo no era intentar imitar a Harry Nilsson. Fuerza demasiado la entonación en las estrofas de ‘In My Life’ de The Beatles, mientras que de otro grande, Bob Dylan, escoge la denuncia de ‘The Ballad Of Hollis Brown’ para emular la voz de aquel y dejarnos estupefactos por haber escogido una canción tan discreta y con mejores precedentes dentro del cancionero del premio Nobel.

 

A pesar de ser Stills Alone un álbum vulgar, se agradece que hubiera abandonado las ínfulas de superestrella de la música y volviera a ese tono humilde que había al menos caracterizado sus primeros álbumes en solitario. Sugiere cierta lástima constatar la decadencia a la que había llegado a pesar de algunos momentos de lucidez artística que aparecen a lo largo del disco. La profesionalidad siempre queda, pero el artista profesional no llega a emocionar (sea la clase de emoción que sea), lo cual es la esencia misma del arte.

THOUSAND ROADS

(Por Crosby)

Año de publicación: 1993

Puntuación:

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1) Hero; 2) Too Young To Die; 3) Old Soldier; 4) Through Your Hands;

5) Yvette In English; 6) Thousand Roads; 7) Columbus; 8) Helpless Heart;

9) Coverage; 10) Natalie.

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¿Otro disco de David Crosby? ¿“Solo” cuatro años después del anterior? ¡No me lo puedo creer! Eso es lo que podría pensar el conocedor de la trayectoria de los tres amigos y en particular del insalvable David. Esa rapidez se explica rápidamente si uno echa un vistazo a la autoría de las composiciones y se percata de que solo hay tres que lleven la firma de Crosby como autor, una de ellas en solitario (la canción que da título al álbum). La lista de músicos participantes, así como de productores o ingenieros de sonido, es bien extensa, lo cual da a entender que el presente álbum fue grabado durante un largo período de tiempo, cuando Crosby acudiría al estudio y grabaría lo que pudiera con quien estuviera a mano en ese momento. El penoso resultado final parece corroborar esta teoría.

 

Compuesta junto a Phil Collins (quien participa como músico y haciendo segunda voz), ‘Hero’ es la típica balada placentera para las ondas de radio comerciales, las cuales tampoco necesitaban otra canción más de este tipo. Collins todavía disfrutaba en esos años del beneplácito del mercado musical, aunque ya empezaría su decaimiento hacia una vulgaridad aberrante. Encontramos otra colaboración ilustre en ‘Yvette In English’, en esta ocasión con Joni Mitchell como coautora, aunque esta no participa en su implementación a pesar de que lo parece por la manera tan suave de cantar de David. Sigue siendo una canción aburrida y la propia Joni no conseguirá mejorarla mucho en su propia grabación para incluir esta canción en su álbum de 1994 Turbulent Indigo. La única canción compuesta en exclusiva por Crosby es la que le da título al álbum, pero es como si hubiera escuchado ‘I Can't Dance’ de Genesis y hubiera querido hacer algo análogo. Las paradas del ritmo resultan fatales, pues deja una sensación continua de interrupción innecesaria que rompe el buen efecto de la guitarra.

 

A lo máximo que aspira David Crosby es a grabar canciones placenteras y convencionales como la citada ‘Hero’ o ‘Columbus’, o algo más animado que llame la atención como ‘Coverage’, pero sin llegar nunca al nivel mínimo que se supone en una estrella de la música, porque él ya dejó de serlo muchos años atrás. En ‘Too Young To Die’ y ‘Old Soldier’ participa el amigo Graham Nash en los coros, pero eso no evita que sean canciones vulgares y aburridas. En la primera incluso participa en los coros Jackson Browne, pero ayudar a un amigo no sirve para mejorar las cosas. Y es que resulta triste escucharle cantar algo tan desabrido como ‘Natalie’, pero grabar una balada tan edulcorada como ‘Helpless Heart’ es ya caer muy bajo. Bueno, la carrera musical de Crosby ya había caído muy bajo desde hacía tiempo y este álbum simplemente le mantiene a ese nivel, por si alguien pensaba que había esperanza de recuperación.

AFTER THE STORM

Año de publicación: 1994

Puntuación:

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1) Only Waiting For You; 2) Find A Dream; 3) Camera; 4) Unequal Love;

5) Till It Shines; 6) It Won't Go Away; 7) These Empty Days; 8) In My Life;

9) Street To Lean On; 10) Bad Boyz; 11) After The Storm; 12) Panama.

Nuevamente se juntó el trío sin Neil Young, pues el canadiense estaba de nuevo centrado en su carrera musical y probablemente intentando por entonces convencer a Eddie Vedder de que le prestara sus músicos. Como hemos ido viendo, desde Daylight Again ya no volvieron a levantar cabeza (con la excepción de Young, quien sí irá resurgiendo) y aquí prosiguen en su agonía artística, contentando a algunos fans y decepcionando al resto de la humanidad que los conoce. Aquí se juntaron con el mítico productor Glyn Johns, quien como ingeniero de sonido grabó con algunos de los mejores grupos de la historia del rock (Beatles, Rolling Stones, Who, Led Zeppelin…), pero aquí parece que la misión de este fue introducir a su hijo Ethan como músico de sesión y quizá a escondidas para ir enseñándole los trucos de la producción (Ethan Jones trabajará en el siglo XXI como productor de algunos de los nombres conocidos en el rock). En cualquier caso, este álbum tiene más nombre que sustancia, así que nada podía salvar a unos Crosby, Stills & Nash en horas bajas.

 

De esta manera, la vulgaridad pop nos envuelve conforme empieza a sonar ‘Only Waiting For You’, una vulgaridad que afortunadamente se ve interrumpida durante medio minuto, sobrepasados ya los primeros dos minutos, con un inciso donde los coros y la guitarra eléctrica de Stills imprimen algo de emoción. Pero claro, es poca cosa para lo que es la composición en conjunto y tampoco podemos esperar mucho para unos músicos que se mueven por el camino más fácil. La producción de ‘In My Life’, versión de la famosa canción de los Beatles (de Lennon, siendo más exactos), es bastante deficiente porque coloca de manera demasiado prominente las voces sobre la instrumentación, si bien tampoco es que nos perdamos nada relevante y era obvio que un tema de los Beatles siempre era la excusa perfecta para cantar como trío y sin complicaciones.

 

Tiene que ser Graham Nash quien se esfuerce un poco para que After The Storm no haga honor a su título y sea un verdadero destrozo. Una de las canciones más agradables del álbum es la que le da título, compuesta por Nash, pero en realidad no se trata más que de una reescritura menor de su antigua gran composición ‘I Used To Be A King’, por lo que la magia se esfuma muy pronto. La única canción que recuerda algo de la grandeza de este trío es ‘Find A Dream’, también de Nash, por su consistencia instrumental y la solemnidad que transmite en conjunción con el apartado vocal sobrio pero emocionante, equilibrado y sin necesidad de buscar caminos fáciles. Pero el inglés no iba a ser perfecto y por ello nos toca tragarnos una balada tranquila e insustancial suya: ‘Unequal Love’. Por otra parte, la guitarra que suena por medio de ‘These Empty Days’, una composición conjunta del otrora dúo Nash/Crosby, recuerda a los Byrds.

 

Que el Crosby avejentado se ponga en modo rockero es en principio para salir huyendo, pero la guitarra eléctrica de Stills consigue que ‘Till It Shines’ y ‘Street To Lean On’ (esta última también con un estribillo decente) no sean sendos despropósitos. Parece que eso espolea a Stephen para colocar su no menos rockera ‘Bad Boyz’, pero es un rotundo fracaso que parece la consecuencia de haberse llevado por un impulso negativo (“¿El tontito ese del David va a ser más rockero que yo? Hasta aquí hemos llegado”). Sin melodías y con una instrumentación vulgar, estaba condenada al fracaso desde el comienzo. Mejor sensación deja Stills con ‘It Won't Go Away’, pero se olvida rápidamente porque no tiene nada de especial salvo el solo de guitarra, que demostraba que Stephen no había olvidado cómo tocar con sentimiento su instrumento. El de los ritmos latinos había sido siempre Stills, pero Crosby se le une en la composición de ‘Camera’ y también para actuar como vocalista principal en esta agradable pero olvidable canción. Así, uno puede imaginarse a un Crosby con una letra escrita pero sin inspiración para componer la música, a lo que su amigo Stephen accedería a ayudar pero sin esforzarse demasiado. Nuevamente Stills querrá sobrepasar a su compañero y se vuelve el más latino del lugar mediante ‘Panama’, un verdadero fiasco salsero que debió avergonzar a sus compañeros.

 

Como vemos, el panorama era desolador. En solitario ya no funcionaba ninguno de ellos y en trío tampoco, lo cual significaba que estar juntos no servía para que se esforzaran en hacer algo mejor y mucho menos de catalizador para la inspiración. Y claro, Neil Young sí tenía sus momentos de brillantez en solitario, pero no se iba a guardar su mejor material para disolverlo entre la mediocridad de sus amigos trileros, quienes únicamente podían repetirse a sí mismos para lograr algo aceptable. En definitiva, otro álbum a evitar y el penúltimo de la carrera del trío con material nuevo.

2023

IT'S ALL COMING BACK TO ME NOW...

(Por Crosby)

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) In My Dreams; 2) Rusty And Blue; 3) Hero; 4) Till It Shines On You;

5) Thousand Roads; 6) Cowboy Movie; 7) Almost Cut My Hair; 8) Déjà Vu;

9) Long Time Gone; 10) Wooden Ships.

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2023

David Crosby había tomado confianza en sí mismo tras la publicación de Thousand Roads y juntó a una serie de músicos bien competentes que le acompañaran para actuar en directo. Este álbum recoge un concierto que tuvo lugar en diciembre de 1993, nada menos que en el mítico club Whisky a Go Go de Los Ángeles. Echando un vistazo al repertorio podemos ver que hace un repaso a su carrera desde que debutó el trío CSN, con una selección variada. De su etapa en The Byrds queda claro que no quería saber nada, pues en 1991 entraron en el Rock & Roll Hall of Fame y algo presente debería haberlo tenido, pero si llegó a interpretar algo de su primera banda importante, aquí no se recoge nada. Se le puede agradecer, en cambio, que no haya nada de Oh Yes I Can.

 

A pesar de que sus canciones habían derivado directamente hacia lo comercial y sin inspiración, la calidad de los músicos acompañantes consigue que en directo suenen más cercanas y dejen una mejor sensación, sin que eso tampoco les permita elevarse por encima de la media. Milagros no pueden hacerse. Así, del que era su álbum de estudio más reciente, tanto ‘Hero’ como ‘Thousand Roads’ pueden escucharse con agrado, sonando aquí el ritmo del último de manera parecida al de ‘Fame’ de David Bowie. Del que había quedado durante muchos años como el único álbum en solitario de Crosby, If I Could Only Remember My Name, encontramos ‘Cowboy Movie’, mientras que del álbum CSN de 1977 interpreta ‘In My Dreams’, esta tan solo con su voz y la guitarra acústica, presumiblemente tocada por él también porque al final entra una guitarra eléctrica para dejar algunos punteos y eso lo habrá hecho el guitarrista propiamente dicho.

 

Encontramos un par de canciones inéditas que en directo no fallan por, como ya se ha dicho, los experimentados músicos que acompañan a David. ‘Rusty And Blue’ es la típica balada sombría de Crosby, de ambientación bien lograda y con una notable guitarra eléctrica. Esto debería hacerle entender que lo mejor era dejarse la producción para sonar de moda y ceñirse a lo que se le daba bien, aunque había dudas razonables para pensar que podía llegar a hacer algo como en sus mejores años. En ‘Till It Shines On You’ parece que haya copiado las estrofas de ‘This Note's For You’ de su compañero Neil Young y lo que parece el estribillo (aunque sólo lo entona una vez) del puente de ‘Trouble Every Day’ de Frank Zappa. Crosby sabía en quién debía fijarse y eso sí le sale bien.

 

Y para recordar sus primeros años con Stills y Nash, acaba el concierto retrocediendo en el tiempo con dos temas de Déjà Vu y otros dos de Crosby, Stills & Nash, para lo cual en los tres últimos le acompaña su viejo amigo Graham Nash y así aporta la suficiente autenticidad. En ‘Almost Cut My Hair’ ya está David solo para darlo todo y llegar a unos registros vocales que parecían ya inalcanzables para él, aunque en el apartado vocal le ayuda el cantante de los Black Crowes. Es interesante la interpretación en clave de rock progresivo de ‘Déjà Vu’, dotándola de una épica que no poseía la versión original y duplicando al mismo tiempo su duración para añadir pasajes instrumentales donde los músicos acompañantes demuestran su habilidad técnica, si bien estos pasajes son tan lentos que puede uno acabar impaciente hasta que llegue al rescate un vehemente solo de guitarra para despertar el letargo.

 

En definitiva, cualquier nuevo álbum de David Crosby en solitario ya no suscita interés, pero claro, en directo debía ofrecer algo decente o nadie iría a verle. Así que tampoco puede resultar molesto escuchar algunos de los aciertos de su carrera cuando está bien acompañado en el escenario. En todo caso, la mala noticia es que él empezará a tomarle el gusto a publicar álbumes en directo cuando no había ninguna necesidad.

KING BISCUIT FLOWER HOUR

(Por Crosby)

Año de publicación: 1996

Puntuación:

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1) Tracks In The Dust; 2) Guinnevere; 3) Compass; 4) In My Dreams; 5) Drive My Car;

6) Lady Of The Harbor; 7) Oh Yes I Can; 8) Monkey And The Underdog; 9) Delta; 10) Déjà Vu; 11) Night Time For The Generals; 12) Wooden Ships;

13) Almost Cut My Hair; 14) Long Time Gone.

Seguramente el motivo de que se publicara tan rápidamente otro concierto de David Crosby fuera que los de The King Biscuit Flower Hour van por libre para editar los conciertos de su programa radiofónico. Este concierto data de 1989 y por tanto es anterior al de It's All Coming Back To Me Now, pero la diferencia no es mucha y la mayoría de las canciones interpretadas de CSNY se solapan en ambos discos. Por desgracia, lo que no se solapa es el disco Oh Yes I Can, que por entonces era lo más reciente y su retorno en solitario, así que no duda en interpretar varias de sus canciones. En el libreto del CD lo primero que leemos es a Crosby diciendo: “I remember that it was a very good show”. Que el bueno de David diga eso nos hace extraer tres posibles hipótesis explicativas: 1) que no tiene memoria; 2) que confunde este concierto con el de Four Way Street; o 3) que las expectativas de conseguir un concierto decente eran tan bajas, que con muy poco ya lo daba por bueno.

 

En las primeras interpretaciones sólo escucharemos su voz y una guitarra acústica que probablemente también esté tocada por él porque suena rudimentaria y lamentable. De esta manera, la primera impresión no puede ser peor cuando escuchamos ‘Tracks In The Dust’ y es como si estuviéramos escuchando a un cualquiera cantando libremente con su guitarra. Pero no se queda ahí la cosa y a continuación destroza sin compasión ‘Guinnevere’, una pieza originalmente onírica y evocadora que queda aquí transformada en una pesadilla disonante y con muchos fallos vocales que transmiten una sensación de vergüenza ajena. Como no hay dos sin tres, habremos de tragarnos otra canción más con los mismos ingredientes, aunque al menos en ‘Compass’ se puede apreciar alguna mínima melodía, lo cual tampoco es mucho premio. Se ha de reconocer la originalidad a la hora de añadir al resto de músicos, pues es al final de la cuarta canción, ‘In My Dreams’, que podemos escuchar instrumentos de rock y de ahí en adelante ya será el concierto de esa manera. Pero claro, el disco Oh Yes I Can no es para lanzar cohetes precisamente y a pesar de ser en directo, algo que siempre ayuda a mejorar las canciones de estudio sintéticas, no se puede conseguir nada de unas composiciones convencionales.

 

Pero claro, lo que cualquiera espera de un concierto de Crosby es que recupere sus canciones de los Byrds (algo imposible) o las de CSNY, que es lo que llega sobre todo en la recta final. Del álbum con CSN de 1982 Daylight Again, recupera ‘Delta’ porque tampoco tiene muchas opciones donde elegir de sus aportaciones más allá de los primeros setenta, pero bien podría haberse ahorrado ‘Night Time For The Generals’ de American Dream, su álbum más reciente por entonces de CSNY. Aprovechando que tiene al gran teclista/organista Mike Finnigan, en ‘Déjà Vu’ le permite lucirse con un solo, así como al guitarrista, llegando así casi a los ocho minutos y alcanzando con la entrada de la guitarra una energía rockera impensable al inicio del concierto. Vuelven a conseguir un efecto similar con los mismos ingredientes en ‘Almost Cut My Hair’, quedando ambas canciones como lo único verdaderamente disfrutable del concierto, puesto que en ‘Wooden Ships’ ya se pasan un poco de rosca al acelerar el ritmo en el intermedio de improvisación instrumental. Con todo ello podemos deducir que los verdaderos héroes del concierto son los músicos, no un Crosby que no podía levantar cabeza por sí mismo.

2024

ANOTHER STONEY EVENING

(Por Crosby & Nash)

Año de publicación: 1998 

Puntuación:

1) Anticipatory Crowd; 2) Déjà Vu; 3) Wooden Ships; 4) Man In The Mirror; 5) Orleans; 6) Used To Be A King; 7) Traction In The Rain; 8) Lee Shore; 9) Southbound Train;

10) Laughing; 11) Triad; 12) Where Will I Be?; 13) Stranger's Room;

14) Immigration Man; 15) Guinnevere; 16) Teach Your Children; 17) Exit Sounds.

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2024

De los archivos del dúo de Crosby & Nash se recupera este concierto de octubre de 1971 que supone su primera grabación como dúo. Recordemos que 1971 es el año en que ambos debutaron en solitario y que sería en 1972 cuando grabarían su primer álbum de estudio de manera conjunta. Es por ello que encontraremos aquí hasta cuatro canciones que formarán parte de ese debut, pero en un formato diferente porque tan sólo escucharemos a los dos amigos con sus guitarras acústicas y algo de piano por parte de Nash. Al repertorio le añaden canciones de sus respectivos debuts en solitario, así como otras pertenecientes a Crosby, Stills & Nash o Déjà Vu. Un poco de cada sitio. Eso sí, como guitarristas dejan mucho que desear porque la técnica de ambos no da para sustentar un concierto entero. Y después del insuperable (por ellos dos) álbum en directo de 1977 (el lacónicamente titulado Live), cualquier concierto en directo palidece en comparación. En algunos momentos del concierto escucharemos la interacción del dúo con el público, con bromas incluidas que les lleva hasta interrumpir ‘Teach Your Children’ para decir a la gente cómo debe aplaudir para seguir el ritmo.

 

No hay sorpresas en el concierto y, como cabe esperar, gana el repertorio de Nash sobre el de Crosby, quien tiende a irse por las ramas en sus momentos de lucimiento personal. A ‘Triad’ la salvamos porque al menos transmite un sentimiento profundo con convicción, aunque es de lo más flojo del concierto junto a ‘Laughing’. Y bueno, ya se ha de ser fanático total de Crosby para aguantar sus gritos insulsos y penosos en ‘Where Will I Be?’. Que estas tres canciones suyas vayan seguidas significa que Graham estaba descansando mientras David ponía a prueba la paciencia del público. Recordemos que la letra de ‘Triad’ trataba sobre las relaciones sexuales en trío, así que se trata de David hablándonos directamente del asunto sin importarle que se trata de una canción. A partir de ‘Stranger's Room’ Nash se pasa al piano y eso aporta aire fresco a las interpretaciones. De hecho, esta canción es de lo mejor del concierto junto a otras composiciones suyas como son ‘Used To Be A King’, ‘Southbound Train’ e ‘Immigration Man’. Del pobre de Crosby nada más que podemos destacar ‘Lee Shore’, pues en el resto de su repertorio falla la interpretación (que no está a la altura del original) o la respectiva composición, que ya era floja en origen. En definitiva, un concierto superfluo e irrelevante cuyo único interés reside en el aspecto histórico de la colaboración como dúo.

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