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CHARLY GARCÍA

2018

1) Canción para mi muerte; 2) Necesito; 3) Dime quién me lo robó; 4) Estación;

5) Toma dos blues; 6) Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris;

7) Mariel y el capitán; 8) Amigo, vuelve a casa pronto; 9) Quizás, porque;

10) Cuando comenzamos a nacer; 11) Posludio.

VIDA

Año de publicación: 1972

(Por Sui Generis)

Puntuación:

2018

Si nos atenemos, como visión española, a los comentarios que hace Joaquín Sabina en su propia biografía escrita a partir de conversaciones En carne viva (2007), Charly García en Argentina es Dios, lo que vendría a ser allí el equivalente musical de Maradona. Idolatrado y admirado por amigos, enemigos y amigos/enemigos (como Fito Páez o Andrés Calamaro), Charly representa un gran ejemplo de lo que se puede conseguir con aprendizaje y erudición musical, unidos a su talento creativo. Su carrera en solitario no se inicia hasta los años ochenta, pero como en los grupos en los que estuvo anteriormente fue un miembro importante en la composición (en Sui Generis de manera casi exclusiva), parece razonable empezar el análisis de su discografía desde sus comienzos como músico.

 

Así pues, Sui Generis fue su primera banda, cuya formación básica estaba conformada por él junto a Nito Mestre, con quien armonizaba las voces a la perfección. Disponiendo de esa habilidad conjunta, la manera más natural de desarrollarla era dirigirse hacia un sonido folk que permitiera colocar en primer plano sus cualidades y darles la oportunidad de debutar con un disco. Y bueno, sobra decir que Charly es un excelso teclista. Pero no se limitan a ejercer como dúo folk sin más, sino que toman también el camino del folk-rock para incluir guitarras eléctricas, bajo y batería cuando haga falta, acertada decisión porque Nito no es precisamente un virtuoso tocando la flauta o la guitarra acústica. Otro detalle definitorio es que todas las composiciones son originales y escritas únicamente por Charly, exceptuando la letra de ‘Natalio Ruiz’.

 

Por su imagen de esos años, podrían pasar por unos T. Rex de la primera época nacidos en Argentina. Por su música acústica, casi también podría hacerse la misma analogía, aunque las letras de Charly son más mundanas y no se pierde por mundos de fantasía como le ocurría a Marc Bolan.

 

En una de sus canciones más recordadas y mediante la cual se inicia el álbum, ‘Canción para mi muerte’, dejan patente su gusto por un soft-rock de predominio vocal/coral, pero todavía sin llegar a la grandeza compositiva que Charly no tardaría en conseguir, ya que suena más a emulación del estilo de Crosby, Stills & Nash que a un artista con identidad propia. De los temas que más destacan del disco, llaman la atención aquellos que poseen los estribillos más potentes, demostrando una expresividad vocal que es una de las claves del rápido éxito conseguido por este dúo: ‘Natalio Ruiz’ y ‘Amigo, vuelve a casa pronto’ (“Amigo mío, vuelve a casa pronto / Cuéntame todo / Cámbiame todo”).

 

La inclusión de guitarra eléctrica y batería, tal como ocurre por ejemplo en ‘Dime quién me lo robó’, le confieren un mayor poder expresivo a la hora de enfatizar esos mensajes de inseguridad existencial (“Y ahora estoy tan confundido”). De hecho, ‘Cuando comenzamos a nacer’ quedaría huérfana si no fuera por los arreglos rock. Pero bueno, ya estaba la experiencia previa de Simon & Garfunkel para saber lo necesarios que son este tipo de arreglos. Y es que las raíces folk son muy evidentes en temas como ‘Quizás, porque’ o en detalles como la entonación de las estrofas principales y los efectos sonoros manuales de ‘Mariel y el capitán’, un tema menor donde la entrada de la batería no consigue un efecto tan destacado como en otros momentos similares. Por otro lado, tal como delata su título, ‘Toma dos blues’ es un blues de los puros y duros. Aquí queda como una burda imitación que sirve para rellenar espacio, ya que ni siquiera los solos están muy inspirados. Es lo único flojo del álbum, por suerte.

 

Para el final queda un breve instrumental titulado ‘Posludio’, reflejo en cierta manera de la formación clásica que había hecho de García un consumado pianista. Si resumimos todo lo comentado, asistimos simplemente a los humildes inicios de una extensa carrera y estamos ante un aceptable disco de folk con influencias de rock que muestra una habilidad innata de Charly para la creación de melodías pero todavía con muchos años por delante para aprender, absorber estilos y perfeccionarse.

CONFESIONES DE INVIERNO

(Por Sui Generis)

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

1) Cuando ya me empiece a quedar solo; 2) Bienvenidos al tren; 3) Un hada, un cisne; 4) Confesiones de invierno; 5) Rasguña las piedras; 6) Lunes otra vez; 7) Aprendizaje; 8) Mr. Jones, o Pequeña semblanza de una familia tipo americana;

9) Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario, o no;

[BONUS TRACK:] 10) Alto en la torre.

Tras un debut algo tímido, para el segundo disco las inquietudes de Charly García comenzaban a volar más libremente y para ello requería de unos músicos de acompañamiento que permitieran dar forma a sus ideas musicales. Uno de esos músicos es David Lebón, guitarrista que años después sería su compañero en la banda Serú Girán. Gracias a la posibilidad de poder ejecutar un sonido más consistente, los desarrollos instrumentales comienzan a tener una importancia mayor respecto a las voces corales más devotas del folk que habían caracterizado los inicios de Sui Generis.

 

El comienzo de ‘Cuando ya me empiece a quedar solo’ es una maravilla al recrear Charly una emotiva parte introvertida con su piano, su delicada voz más la ayuda de los punteos del bajo. Toda esa magia desaparece al enlazar con una sección más potente y menos brillante, pero nadie nos puede quitar ese impecable inicio. Esa introspección que se transmite en la interpretación de las canciones es quizá la característica más evidente a la hora de definir las diferencias respecto a Vida. Es decir, el tono calmado y las letras personales ya existían, pero en esta ocasión los arreglos instrumentales reflejan mejor el tono general que se pretende transmitir. Solo hay que fijarse en esa primera incursión en el terreno del rock progresivo que es ‘Un hada, un cisne’, a la que se añade una extensa sección instrumental de corte jazzístico después de cantar su evocadora letra creando un efecto envolvente que permite adentrarse en la composición y dejarse llevar por ella. ‘Tribulaciones, lamento y ocaso’ es otro ejemplo similar, pero no en una primera parte más convencional, ya que su componente progresivo llega en su segunda mitad (a partir del grito de “¡Libertad!”), donde demuestran haber tomado nota del estilo épico y desbordante de Genesis, añadiéndola una carga emocional extra por la situación política de Argentina, donde entonces parecían salir de una dictadura pero para volver a entrar en otra mucho más represiva poco después, que ya es decir. Así, partiendo del memorable teclado de Charly, se llega a otro glorioso momento de éxtasis vocal mientras repiten “Bailando a través de las colinas”. En la canción adicional ‘Alto en la torre’ también se recogen elementos progresivos, pero lo que más destaca es nuevamente la parte de piano de García, quien deja claro que su formación musical es bien sólida. Curiosamente, esta canción formaría parte y daría título a un EP de 1975.

 

Aunque veamos un ‘Mr. Jones’ en el listado de canciones, la canción más devota de Bob Dylan es ‘Bienvenidos al tren’, por su entramado musical que incluye una percusión andante, una melódica armónica y un liderazgo del piano de Charly en este caso, como no podía ser de otra manera. Y bueno, las armonías vocales son también un detalle propio de Sui Generis. Entre Dylan y CSN (en la vertiente de Crosby) quedaría ‘Aprendizaje’, aunque es una de las canciones más discretas. Por el contrario, la citada ‘Mr. Jones’ nada tiene que ver con ‘Ballad Of A Thin Man’, al tratarse de un convencional rock'n'roll de los que pueden encontrarse a miles entre bandas de ese estilo.

 

El sustrato de folk que subyace desde los orígenes del dúo vuelve a aparecer en varios temas como ‘Lunes otra vez’ o el que da título al álbum, este último de consideradas melodías que mantienen un tono lóbrego. Otros temas también engarzan directamente con lo que habían hecho en Vida, si nos fijamos por ejemplo en el empleo de sección rítmica para enfatizar estribillos gloriosos como el de ‘Rasguña las piedras’, en este caso con trompetas incluidas. Pero estaba claro que eso era una simple mirada atrás, el futuro ya quedaba ligado a la visión musical en expansión de Charly, verdadero motor de Sui Generis.

1) Instituciones; 2) Tango en segunda; 3) El show de los muertos;

4) Las increíbles aventuras del Sr. Tijeras; 5) Pequeñas delicias de la vida conyugal;

6) El tuerto y los ciegos; 7) Música de fondo para cualquier fiesta animada;

8) Tema de Natalio; 9) Para quién canto yo entonces; 10) Juan Represión;

11) Botas Locas.

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

PEQUEÑAS ANÉCDOTAS SOBRE LAS INSTITUCIONES

(Por Sui Generis)

La progresión seguía y, una vez consolidado el sonido eléctrico y habiendo incurrido de manera sobresaliente en el mundo del rock progresivo, lo próximo que  hizo Charly para continuar su búsqueda de nuevos sonidos y texturas, fue adquirir nuevo equipamiento de teclados y sintetizadores, incluido un Mini Moog. Esto iba a enriquecer notablemente la música de Sui Generis. Hay ya muy poco que recuerde a sus orígenes, siendo el ejemplo más claro la acústica ‘Para quién canto yo entonces’, que es por otro lado un ejemplo de la protesta velada que sobrevuela todo el álbum, una actitud valiente que les costaría sufrir el recorte de la censura. Precisamente la citada canción cerraba lo que era el LP original por haber sido prohibidas las dos últimas que encontramos aquí. ‘El tuerto y los ciegos’ también presenta aires folk bien claros, enfatizados por la aparición del violín, aunque el instrumento que más destaca es el prominente bajo, una vez entra en escena.

 

En cualquier caso, la manera de jugar con los ritmos y la percusión en ‘Instituciones’, así como su estructura diversa donde cabe hasta un solo de Moog, ya es de entrada una muestra de la evolución rápida que ha seguido el dúo desde sus inicios. En su segunda mitad recuerda mucho a lo que habían estado haciendo en Italia los Premiata Forneria Marconi en sus dos emocionantes primeros álbumes. Es decir, el rock progresivo se consolida como vehículo musical de las composiciones de García. Otro buen ejemplo es la construcción de ‘El show de los muertos’ en forma de sutil crescendo donde los instrumentos van a la par que las voces para conseguir ese objetivo. Más teatralizada, diversa y con algunas memorables melodías, ‘Las increíbles aventuras del Sr. Tijeras’ se destapa como una perfecta composición donde los instrumentos sobrepasan el protagonismo habitual de las voces para hacernos visualizar todavía mejor la narración que critica ese síntoma de la represión que es la censura. Para colmo, esta misma canción sería censurada, obligada a reemplazar su última estrofa que originalmente era muy explícita en la denuncia de la censura.

 

Como el tango proviene de Argentina, para un artista de tanta erudición musical como Charly no podía faltar influencias de este género y ‘Tango en segunda’ es la excusa perfecta para realizar una singular adaptación al lenguaje progresivo, de tal manera que no acaba de ser ni una cosa ni la otra, sin que por ello se resienta el resultado final, aunque los excesos de sintetizador de la segunda mitad quedan un tanto desproporcionados y anticuados. El tema más rockero de todos es ‘Música de fondo para cualquier fiesta animada’, donde el empleo de voces corales no parece la solución más acertada porque un tema así hubiera requerido una parte vocal igualmente más fiera y con mayor nervio, acorde al tono incisivo de los instrumentos. Lo curioso es cómo un tema donde la parte vocal presenta memorables melodías (‘Pequeñas delicias de la vida conyugal’) tiene al mismo tiempo un acompañamiento instrumental menos inspirado aunque se siga basando en sonidos típicos del rock progresivo.

 

Quien espere que ‘Tema de Natalio’ sea una continuación de la historia de ‘Natalio Ruiz’ del álbum de debut, se darán cuenta que en realidad se trata de un aguerrido instrumental que demuestra la cohesión que tenían con la banda de acompañamiento, destacando, cómo no, el trabajo de Charly con los teclados y algunos momentos de Rafanelli con su bajo, siendo precisamente ambos coautores de esta pieza. También sirve para constatar que lo único que podía servir de Nito Mestre a la causa era su voz, puesto que su técnica de flauta o guitarra acústica era muy escasa para poder aportar algo interesante. Hablando de los músicos, hay que destacar que en este álbum participan puntualmente tanto León Gieco (quien ya lo hiciera también en Confesiones de invierno) como María Rosa Yorio, próximos compañeros de banda de García y Mestre.

 

Los dos últimos temas, ‘Juan Represión’ y ‘Botas Locas’, fueron censurados en su momento y no aparecieron en el LP. La primera es de los pocos momentos en que se recupera más claramente el pasado folk del dúo. En lo referente a ‘Botas Locas’ es muy explícita en su antimilitarismo, denunciando ya en esos tiempos complicados que, cuando se promueve y potencia el concepto de Patria, suele ser para conseguir el sometimiento de la población hacia fines de dudoso beneficio social (“Si ellos son la Patria, yo soy extranjero”). Musicalmente, presenta claras influencias country en su destacado trabajo de guitarra acústica.

 

Y aquí prácticamente acaba la historia de Sui Generis, a falta del álbum en directo de despedida. Habían transcurrido tres años de rápida evolución, algo solo al alcance de alguien con una visión artística amplia de miras. Quedaba claro que las habilidades de Nito Mestre habían quedado atrás respecto a los requisitos necesarios que reivindicaba la evolución de su compañero Charly. Es decir, como compañero musical todavía podía seguir con él, pero Charly necesitaba algo más para seguir creciendo y las casualidades de la vida le llevarían a su siguiente proyecto: PorSuiGieco.

CD I: 1) Instituciones; 2) La fuga del paralítico; 3) Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris; 4) Confesiones de Invierno; 5) Canción para mi muerte;

6) La niña juega en el gran jardín; 7) Zapando con la gente; 8) Aprendizaje.

 

CD II: 1) Un hada, un cisne; 2) Pequeñas delicias de la vida conyugal;

3) Tango en segunda; 4) Rasguña las piedras; 5) Blues del Levante.

Puntuación:

Año de publicación: 1975 

(Por Sui Generis)

ADIÓS SUI GENERIS

Charly García decidió de manera irrevocable que necesitaba un cambio de aires para seguir evolucionando y que la banda en que se había convertido Sui Generis no le servía para continuar con sus planes. De esa manera, decidió que había que dar un último concierto de despedida como la mejor forma de acabar y cerrar la puerta a su primera etapa. Eso no quería decir que en todo ese tiempo hubiera estado paralizada la actividad de la banda, ya que encontramos algunos temas nuevos que demuestran que había una previsión inicial de grabar un siguiente álbum, aunque luego quedó truncada. Así pues, en septiembre de 1975 se realizaron unos pocos conciertos de despedida en el Luna Park de Buenos Aires, de los cuales se recogen aquí algunos ejemplos.

 

Varios son los temas inéditos que podemos encontrar y demuestran que el proyecto de Sui Generis necesitaba un descanso. El mejor de todos es ‘La fuga del paralítico’ (presentado como “La fuga del paralóstropo”, o algo así), un cuasi instrumental de clara influencia barroca en su introducción, toda una delicia, aunque luego ya no es tan brillante sin que por ello decaiga el interés. En el caso de ‘La niña juega en el gran jardín’ ya se encargan de avisarnos que es una canción de Rinaldo Rafanelli, el bajista, pero es una floja balada acústica cantada por él y que desentona en el álbum. En Argentina utilizan el término zapar para referirse a realizar una improvisación musical, pero ‘Zapando con la gente’ no es exactamente eso hasta su segunda mitad, donde Charly pide la participación del público, mientras que en su inicio es un convencional tema folk acústico (concretamente, la inédita ‘Fabricante de mentiras’) y en la recta final cantan el estribillo de ‘Botas locas’. Con el público jaleando “¡Otra, otra, otra!”, se lanzan a tocar el tema final ‘Blues del Levante’, pero que no se hagan ilusiones los aficionados del barrio del Cabanyal de Valencia porque no tiene nada que ver con el fútbol y es un simple blues-rock distendido para finalizar el concierto.

 

De los temas conocidos, aunque les cueste arrancarlo más de tres minutos, ‘Instituciones’ es el único en el cual saben rememorar la magia del estudio, así como añadir detalles instrumentales nuevos como demostración de la implicación que tenía la banda de acompañamiento, por mucho que supieran que este concierto era el final de todo. En cualquier caso, en muchos momentos de las actuaciones se peca de excesos al más puro estilo de los grupos de rock progresivo del momento, que ya comenzaban su decadencia y la gente ya no era tan tolerante con devaneos técnicos como pudieran ser los de Keith Emerson. Así pues, aquí nos toca soportar en ‘Pequeñas delicias de la vida conyugal’ cómo Charly se flipa un poco con los sintetizadores. Sorprende la casi media hora de duración de ‘Un hada, un cisne’, debido a que se comienzan a introducir de manera sucesiva solos de los músicos actuantes, pero unos solos para mayor satisfacción de ellos mismos, no del azorado oyente que, cómodo en su sofá, no entiende a qué se debe tanta rayada sin sentido. Quizá fue ese consentimiento tácito que se otorga por parte del público a quien se está despidiendo, como gesto de cortesía. Mejor resultado dejan las improvisaciones de ‘Tango en segunda’, aunque tampoco quitan la idea de que la mayor parte del tiempo se están mirando el ombligo mientras tocan.

 

Quedó material grabado sin publicar (incluida la interpretación íntegra de ‘Fabricante de mentiras’) que no vería la luz hasta 1996, pero tampoco mejora lo presente. Si le quitamos a este álbum su carga emotiva y nos centramos en lo musical, salvo ‘Instituciones’ no hay apenas nada que haga preferir estas interpretaciones en directo a sus equivalentes de estudio. Hay demasiados excesos instrumentales como para aconsejar su escucha, algo que en directo quizá impactara a la audiencia pero cuando se escucha en casa provoca, a lo sumo, indiferencia.

1) La mamá de Jimmy; 2) Fusia; 3) Viejo, solo y borracho; 4) Burbujas musicales;

5) Tu alma te mira hoy; 6) Las puertas del acuario;

7) Quiero ver, quiero ser, quiero entrar; 8) Mujer del bosque;

9) Todos los caballos blancos; 10) Antes de gira; 11) La colina de la vida;

12) El fantasma de Canterville.

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

(Por PorSuiGieco)

PORSUIGIECO

Finiquitado Sui Generis, los miembros originales (Charly García y Nito Mestre) se unieron a otros tres nombres importantes de la música argentina para formar lo que sería PorSuiGieco o, si tomamos el nombre completo, PorSuiGieco y su Banda de Avestruces Domadas. Estos tres músicos son: Raúl Porchetto, León Gieco y María Rosa Yorio, siendo esta última pareja la sentimental de Charly en esa época, que además tomaba por primera vez un rol importante en su carrera. En España el único algo conocido es León Gieco, debido a ese inolvidable tema sobre la valentía, la dignidad y el no mirar a otro lado que fue ‘Sólo le pido a Dios’, aunque aquí fuera popularizada por Ana Belén y eso hiciera olvidar tristemente la maravillosa versión original de Gieco.

 

Se observa fácilmente de dónde salió el nombre de este supergrupo argentino, muy heterogéneo y basado sobre todo en el impulso de García, Gieco y Porchetto. En realidad, PorSuiGieco no debería aparecer en esta página por no ser una extensión directa de la visión y creación de Charly, tal como ocurría con Sui Generis, pero ya puestos a trazar su trayectoria completa y teniendo en cuenta su importancia en el seno del quinteto, se ha incluido finalmente.

 

De las tres fuerzas impulsoras del grupo, vemos cómo sale ganador León Gieco con sus composiciones, las que tienen mayor mordiente. Es quien mejor entiende la capacidad de la formación y cómo puede extraer lo mejor de ello, como demuestra lo perfectamente estructurados que se encuentran los juegos de voces en ‘Viejo, solo y borracho’ (por ejemplo, en las armonías que cantan “Soledad”). Le faltaría únicamente algunos detalles instrumentales más de calidad para ser en su totalidad un magnífico tema. No es el caso de ‘La mamá de Jimmy’, que si bien comienza como un rock clásico, también en la forma de cantar los dos primeros versos de cada estrofa, llega luego el cambio de tono en los dos siguientes que es la clave de su brillantez. Eso son detalles de genialidad que bien valen una mención honorífica. En ‘La colina de la vida’ le deja a Nito meter un poco de su flauta amateur para deslizar una agradable melodía, pero lo mejor son los súbitos acordes de guitarra española que suenan antes del estribillo (“La realidad duerme sola en un entierro”). Queda suyo un cuarto tema titulado ‘Todos los caballos blancos’, que es el más convencional de todos al ser un simple tema de guitarras acústicas y un buen juego de voces pero sin melodías notables.

 

Charly no está tan fino como cabría esperar en lo que le corresponde como compositor. Un tema como ‘Quiero ver, quiero ser, quiero entrar’ pasa agradablemente sin mayor pena ni gloria, muy al estilo de lo que era Sui Generis (que es precisamente lo que se debería evitar) pero con una guitarra eléctrica inicial como único detalle destacado. Más floja resulta ‘Tu alma te mira hoy’, puesto que transcurre de una manera demasiado tediosa y el estribillo, que se supone que actúa para impactar elevando el tono, está tan falto de melodía que no consigue arreglar nada. Al menos tiene el honor de cerrar el álbum con mejor resultado mediante ‘El fantasma de Canterville’, un tema que quedó inédito en la etapa de Sui Generis y que queda como un mini-himno de compañerismo al ir alternándose en la voz principal, sobre todo por su parte final en la que todos participan al unísono o mediante armonías vocales. También deja buenas sensaciones ‘Antes de gira’, pero más bien por el original trabajo de Charly con los teclados, que son los que proporcionan el toque de genialidad, sobre todo en la coda.

 

A los dos temas de Porchetto les ocurre algo similar, que no arrancan hasta su tramo final, pero bien vale la pena esperar. Tanto en ‘Las puertas del acuario’ como en ‘Mujer del bosque’ deslumbra esa recta final, sobre todo en la primera de ellas al conjugarse todo lo mejor que podían dar estos músicos en lo instrumental y lo vocal, además de poseer una estructura diversa y cambiante que sorprende por su singularidad. Una lástima que le sobre la primera mitad, muy lenta y vulgar. Y bueno, hablábamos de tres fuerzas compositoras sin contar que Nito aporta un tema suyo, cual Ringo Starr para reivindicarse como uno más al mismo nivel de sus compañeros. De todas formas, ‘Fusia’ (sic) es una simple balada acústica que se olvida rápidamente. Los cuatro machos firman también esa pequeña broma titulada ‘Burbujas musicales’.

 

Así pues, aquí comienza y acaba este breve proyecto musical, antesala del verdadero entierro musical de Sui Generis. Ahora sí, Charly y Nito siguen caminos diferentes y el primero se rodeará de nuevos músicos que den forma a una idea artística dirigida a una instrumentación más compleja y elaborada.

(Por La Máquina de Hacer Pájaros)

LA MÁQUINA DE HACER PÁJAROS

Año de publicación: 1976 

Puntuación:

1) Bubulina; 2) Como mata el viento norte; 3) Boletos, pases y abonos;

4) No puedo verme más; 5) Rock and Roll; 6) Por probar el vino y el agua salada;

7) Ah, te vi entre las luces.

Justo tras la grabación de PorSuiGieco, que debía tomarse en realidad como una colaboración entre amigos, Charly decidió que quería adentrarse de lleno en el mundo del rock progresivo y para ello debía rodearse de los músicos adecuados que tuvieran esa misma idea. De esa manera reclutó a quienes conformarían La Máquina de Hacer Pájaros, con la singularidad de que esta banda tendría dos teclistas, uno más aparte de García. Y ya sabemos que un único Tony Banks ya es capaz de hacer destrozos con su teclado, así que mejor no pensar en lo que sería eso mismo por duplicado. Pero no nos pongamos negativos, porque Charly y compañía son más comedidos a la hora de ejecutar sus composiciones.

 

El tema final, ‘Ah, te vi entre las luces’, ejemplifica muy bien durante sus once minutos el contenido de este álbum: hay ratos en los que no se sabe qué están haciendo, otros donde simplemente se están mirando el ombligo mientras tocan y otros donde por fin hacen algo de verdad destacado. Pero haber de esperar más de siete minutos para encontrar por fin un notable pasaje solemne al estilo de lo que pudiera ser ‘Firth Of Fifth’ de Genesis, se puede hacer muy cuesta arriba. Este pasaje es espectacular y no hay que perdérselo, pero todo lo demás no pasa de ser un mero alarde de técnica sin melodías que deja indiferente al oyente medio, salvo que no conozca demasiado del rock progresivo y por el contrario le parezca fabuloso.

 

No se ha citado a Genesis gratuitamente, ya que es la influencia más evidente en la estructura musical de las canciones. De hecho, los primeros dos temas podrían pasar por una mezcla de esa banda con Sui Generis, en cuanto a que se mantienen las partes vocales de estilo folk pero con una instrumentación donde no faltan abruptos cambios de ritmo y alardes instrumentales de teclado. Lástima que no haya en esta banda ningún guitarrista como Hackett. Precisamente ‘Bubulina’ es otro de los temas perdidos pertenecientes a los últimos coletazos de Sui Generis, detalle que viene delatado por la cuidada y delicada parte vocal, que nos podríamos imaginar cantada a dúo por Charly y Nito. La entrada instrumental cambia el panorama por completo y permite adentrarse de lleno en el terreno del rock progresivo, aunque a Charly se le va la mano un poco con el Moog.

 

Paradójicamente, cuando imprimen mayor fuerza en la música, como ocurre en ‘Boletos, pases y abonos’, es cuando más convencionales suenan, ya que se olvidan las melodías por el camino y su único propósito es dar caña por el placer de darla. La mejor parte es una de las últimas de teclado de García, en la que suena como un órgano y podría pasar por Jon Lord de Deep Purple. La introducción de ‘No puedo verme más’ recuerda mucho al estilo de Genesis, incluso algo de Yes (ecos de ‘Roundabout’), aunque esa manera de cantar con tanto berrido no parece jugar en su favor. Parece una broma que la canción titulada ‘Rock and Roll’ sea en su inicio la más relajada y pastoral, aparte de su introducción de piano clásico. Luego transita por un rock que es más bien de tipo sureño, como si los Lynyrd Skynyrd hubieran querido tocar rock progresivo, aunque se le nota bastante similitud con ‘Saturday Night's Alright For Fighting’ de Elton John. Aunque de sabor más tradicional respecto a la música estadounidense queda ‘Por probar el vino y el agua salada’, sobre todo por el violín que lidera el tema, solo interrumpido por la entrada del omnipresente Moog.

 

Para el conocedor del rock progresivo, muy poca originalidad se atisba en la música ejecutada, no solo por las referencias ya citadas, sino porque la mayor parte del tiempo estamos escuchando lo que cabría esperar de cualquier banda similar de la época, más si cabe cuando ya había pasado la primera y gloriosa etapa del rock progresivo. En cualquier caso, para tratarse de una música que presenta una mayor dificultad respecto a otros estilos, la banda sale airosa y consigue un resultado aceptable.

(Por La Máquina de Hacer Pájaros)

PELÍCULAS

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

1) Obertura 777; 2) Marilyn, la Cenicienta y las mujeres; 3) No te dejes desanimar;

4) ¿Qué se puede hacer salvo ver películas?; 5) Hipercandombe; 6) El vendedor de las chicas de plástico; 7) Ruta perdedora; 8) Por las calles de Costa Rica.

La segunda y última entrega de esta efímera banda prosigue por la senda marcada en su debut, pero integrando más ideas e intentando mejorar el aspecto compositivo. Charly permite que en la composición participen los otros músicos para que la idea de banda sea más sólida y democrática. Los dos teclistas siguen siendo el elemento diferenciador respecto a lo habitual en las bandas de rock progresivo, aunque ya sabemos que eso suele ser más bien contraproducente por el sonido tan recargado que puede llegar a comportar.

 

Los instrumentales que abren y cierran el álbum son ciertamente lo más vulgar de él en tanto que suenan como cualquier pieza similar de rock progresivo interpretada por cualquier grupo de la época, o más bien cabría decir de unos años antes. Tanto ‘Obertura 777’ como ‘Por las calles de Costa Rica’ (compuesta por el guitarrista Bazterrica) se basan en los teclados y sintetizadores pero sin aportar ninguna melodía que merezca nuestra atención. Hacia el final de ‘Por las calles de Costa Rica’ (sobre los 3:20) parece que se van a animar con una melodía de corte tradicional, pero ahí se queda y tampoco queda tiempo para mucho más. Aunque lo peor es cuando se vulgarizan tanto como en ‘El vendedor de las chicas de plástico’, donde la música es un relleno total para la graciosa letra sobre la temática que Berlanga puso de moda con su película Tamaño natural en 1973. Pero la letra no es suficiente para evitar que resulte bastante pesada de escuchar.

 

El ritmo introductorio de ‘¿Qué se puede hacer salvo ver películas?’ está claramente inspirado en el de ‘Rikki Don't Lose That Number’ de Steely Dan. Es lo mejor que tiene este tema junto a la parte vocal sinuosa que acaba en un estribillo fuera de ritmo que le da un toque especial. Las melodías memorables acompañadas de una instrumentación donde consiguen sacarle partido a los sonidos orquestales llegan en ‘No te dejes desanimar’, introducido por un piano muy al estilo de Banco del Mutuo Soccorso (por ejemplo, ‘Traccia II’). En todo caso, es un tema con personalidad propia y también el mejor del álbum. De hecho, ‘Ruta perdedora’ podría pasar por una reescritura menor e irrelevante de ‘No te dejes desanimar’ a la que le han añadido una sección instrumental muy compleja para el lucimiento de los músicos. El tema más potente es ‘Hipercandombe’, aunque desconcierta al principio por su electrónica extrema, pero su mayor baza es toda la fuerza que imprimen, único aliciente de la canción. Las partes enérgicas de ‘Marilyn, la Cenicienta y las mujeres’ no se quedan muy atrás en fiereza, aunque se trata de un tema que se basa en las transiciones entre secciones tranquilas y otras más impetuosas.

 

Así pues, habiendo mejorado ligeramente el nivel del disco anterior pero sin margen para progresar demasiado respecto a lo que ya habían hecho, el destino de La Máquina de Hacer Pájaros no podía ser otro que disolverse para que Charly García siguiera su progresión y no tuviera que lidiar con las tensiones que ya habían aflorado en el seno de la banda y que le estaban minando la moral. Solo seguiría con él el batería Óscar Moro para su siguiente proyecto: Serú Girán.

(Por Serú Girán)

SERÚ GIRÁN

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

1) Eiti Leda; 2) El mendigo en el andén; 3) Separata; 4) Autos, Jets, Aviones, Barcos;

5) Serú Girán; 6) Seminare; 7) Voy a mil; 8) Cosmigonón.

Como hemos visto hasta ahora, la trayectoria profesional de Charly García era casi tan convulsa como el devenir sociopolítico de su país, abocado a una miserable y asesina dictadura que ensombreció el mundial de fútbol que ganó Argentina en 1978 como anfitriona y con el valencianista Kempes como goleador. Meses después de aquel evento, saldría a la luz el debut de este supergrupo que aunaba a Charly junto al habilidoso guitarrista David Lebón (quien llegó a tocar con Sui Generis), el bajista Pedro Aznar y el batería que le había acompañado en La Máquina de Hacer Pájaros, Óscar Moro. Charly nunca había tenido a su vera a un bajista de la impresionante técnica del entonces jovencísimo Pedro Aznar, lo que unido a la rápida evolución de Lebón, confería a esta nueva banda un aura de grandeza incluso superior a PorSuiGieco, pues donde aquello se trataba de un proyecto común puntual por parte de unos amigos, en el caso de Serú Girán era un proyecto serio y con perspectiva de futuro. Los compositores únicos son García y Lebón, sobre todo el primero, marcando así una suerte de liderazgo en la práctica que se mantendría a lo largo de los años, con algunas aportaciones de Aznar en el futuro.

 

Cuando comenzamos a escuchar ‘Eiti Leda’, nada parece haber cambiado desde la etapa de Sui Generis por tratarse de un tranquilo folk cantado a dos voces. Esto es debido a que este tema pertenece en realidad a la época de Sui Generis bajo el título de ‘Nena’ aunque nunca fue grabado en el estudio, pero formó parte del repertorio con el que se despidieron en el concierto luego publicado como Adiós Sui Generis, en concreto del tercer volumen que sería publicado más tarde en los noventa. No es hasta que entra el deslumbrante bajo de Pedro Aznar que este tema se vuelve realmente interesante al conjuntar las tiernas melodías vocales con un dinámico acompañamiento instrumental. Eso sí, la recta final parece una imitación de los excesos sintetizados de los Genesis post-Hackett. Si nos fijamos en ‘Seminare’, en ella se aúna el folk de voces corales de Sui Generis con los sintetizadores de La Máquina de Hacer Pájaros, siendo una balada muy reverenciada en Argentina, algo lacrimosa quizá.

 

‘Separata’ podría haber sido la mejor canción de todas porque apunta muy buenas maneras, pero cuando percibimos que comienza a despegar de verdad es cuando de repente se acaba. Un escaso minuto y medio que nos deja con la miel en los labios. La voz de Lebón no es precisamente uno de sus mejores atributos, como podemos comprobar en las canciones cantadas por él. En ‘El mendigo en el andén’ demuestra que sabe hacer falsetes pero no es ni la mitad de expresivo que García. Lo mejor es su segunda mitad, al acelerar el ritmo en una especie de funk relajado. Es lo más discreto del álbum junto al cuasi instrumental de mismo nombre que la banda, pues aun tratándose de una composición multiparte, en buena parte suena a vulgar banda sonora mientras que la sección cantada apenas transmite nada y no es hasta pasados los cinco minutos que por fin los músicos se dedican a engranar sus instrumentos de forma cohesionada para crear una sección épica y a la altura de lo que se espera de esta banda. Solo cantan un batiburrillo de palabras sin significado, entre ellas algunos títulos de canciones aquí incluidas, parece ser que como una manera de burlarse de la censura implantada por la sanguinaria dictadura que azotaba a Argentina.

 

Mejor resultado consiguen cuando dirigen su mirada a otras músicas, como la brasileña que se cuela en ‘Autos, Jets, Aviones, Barcos’, reflejo de su estancia en Brasil, donde originalmente había acudido Charly para la gestación de este álbum. Por medio de tan frenética percusión incluyen un pasaje más calmado de rock progresivo con un solo de guitarra bastante blusero. Los acordes que inician ‘Voy a mil’ parecen inspirados en ‘Long Cool Woman (In A Black Dress)’ de The Hollies, pero lo que hace verdadera gracia es escuchar los famosos acordes de ‘Foxy Lady’ de Jimi Hendrix un poco más rápidos. Menos mal que luego ya no los vuelven a repetir y se dedican a ir cambiando de ritmo continuamente para darle algo de interés. Siguiendo con las fuentes de inspiración, el breve instrumental ‘Cosmigonón’ suena a Bach pasado por sintetizadores y loops, una extravagancia experimental que queda bien como epílogo.

 

En resumen, las maneras que apuntaban en este debut eran muy buenas, con una apertura estilística en la que todo tenía cabida, reflejo por otro lado de los nuevos tiempos musicales, puesto que esa amalgama estilística de las nuevas bandas derivaría en la incipiente New Wave que revitalizaría la música popular a nivel mundial en esos años. Serú Girán se postularán de esta manera como un prometedor grupo llamado a revitalizar el rock hispano. Como siempre, faltaba que colmaran esas expectativas.

1) La grasa de las capitales; 2) San Francisco y el Lobo; 3) Perro andaluz;

4) Frecuencia modulada; 5) Paranoia y soledad; 6) Noche de perros;

7) Viernes 3 am; 8) Los sobrevivientes; 9) Canción de Hollywood.

Puntuación:

Año de publicación: 1979 

(Por Serú Girán)

LA GRASA DE LAS CAPITALES

Después de haberse presentado mediante un debut que denotaba algo de inseguridad en lo que estaban haciendo, en este segundo álbum de Serú Girán reflejan una evolución muy positiva. Con mayor confianza y, sobre todo, conociéndose mejor los miembros entre ellos, comienza a aflorar la calidad atesorada en estos célebres músicos para que las impecables ejecuciones no se limiten a demostrar su valía técnica, sino también a desplegar originales melodías mediante las cuales elevarse por encima de otras bandas de estilo similar. Esa confianza les sirve igualmente para mostrar en la portada su humor satírico hacia una sociedad atemorizada que, como en toda dictadura, era amaestrada y manipulada de forma conductista para desviar su atención hacia el sensacionalismo y el deporte.

 

El disco comienza de manera potente mediante el tema que le da título, una crítica a la despersonalización de las grandes ciudades, donde la mezcla de asfalto y polución ayuda a provocar una alienación de la persona, de tal manera que en muchas ocasiones la sume en una indiferencia (o incluso desprecio) hacia el prójimo, motivo de fondo de los conflictos cotidianos. Esa alienación se trata también desde otra perspectiva en la acústica y más discreta ‘San Francisco y el Lobo’, ya que una experiencia traumática puede distorsionar por completo la concepción que un@ tiene del mundo y generalizar lo que era una situación concreta, modificando las propias pautas de comportamiento. Una velada crítica a la situación político-social del momento la encontramos en ‘Los sobrevivientes’, que en lo musical es más convencional (es decir, dentro de su complejidad) y sirve de recordatorio del rock progresivo que había desarrollado Charly.

 

Al menos por la letra, ‘Perro andaluz’ no tiene nada que ver con Buñuel (ni siquiera con Lorca, si se permite la broma), pero como carece de mordiente y las pocas melodías incluidas son bastante discretas, mejor que se quede así la cosa. Luis Buñuel se merece un homenaje surrealista al nivel de ‘Debaser’ de los Pixies. Tampoco es una crítica velada como la otra canción de perros (‘Noche de perros’), la cual recrea además una atmósfera opresiva y desesperante al estilo de ‘Hey You’ de Pink Floyd, además de poseer una excepcional coda muy emocionante donde los cuatro músicos brillan. Esta coda trae ecos de la de ‘I Want You’ de The Beatles. Es la mejor composición de este disco junto a la poesía de amor de tintes surrealistas que nos regala Charly en su balada ‘Viernes 3 am’, de emotiva parte vocal en la que despliega varias melodías de primer nivel.

 

La vertiente de jazz asoma preferentemente hacia la mitad del álbum, en primer lugar mediante ‘Frecuencia modulada’, muy influenciada por los Steely Dan que habían triunfado con Aja. Sintiéndose cómodo en ese mundo, Pedro Aznar aporta su primera composición propia, ‘Paranoia y soledad’, que previsiblemente es la más jazzística de todas las de este disco. Transcurre por diferentes segmentos pero se hace demasiado larga, sin que nada de lo escuchado nos indique más que los músicos tienen una envidiable técnica, en especial Pedro con su bajo. También la final ‘Canción de Hollywood’ tiene sus toques de jazz y diversos cambios de ritmo que, junto a una parte vocal donde paulatinamente va elevándose el tono, hacia la mitad se llega a un clímax bien conseguido que luego continúa con una extensa sección instrumental al estilo de Frank Zappa. Como toque de humor (o de homenaje, o ambas cosas), al final suenan las famosas notas de ‘On Broadway’.

 

Se volvía a repetir la historia de las anteriores bandas de Charly García en el sentido de que, salvo el proyecto puntual de PorSuiGieco, siempre conseguía evolucionar en sentido ascendente. Por tanto, el interés principal que suscitaba Serú Girán era saber hasta qué punto lograrían evolucionar o si se acabaría todo en cualquier momento, tal como había ocurrido con anterioridad. Afortunadamente, todo iría mejorando.

(Por Serú Girán)

BICICLETA

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

1) A los jóvenes de ayer; 2) Cuánto tiempo más llevará; 3) Canción de Alicia en el país; 4) La Luna de Marzo; 5) Mientras miro las nuevas olas; 6) Desarma y sangra;

7) Tema de Nayla; 8) Encuentro con el diablo.

El tercer disco de Serú Girán, cuyo título hace recordar a los Pink Floyd de Syd Barrett aunque nada tenga que ver, denota que el cuarteto estaba evolucionando favorablemente pero todavía no acababa de despegar del todo ese potencial que atesoraba, en parte porque como compositor el verdadero genio era Charly y el resto poseía otras virtudes diferentes. El estilo de la banda se asentaba en esa fusión/complementación de rock progresivo, rock más clásico y jazz.

 

Precisamente el jazz asoma de entrada en ‘A los jóvenes de ayer’ mediante una extensa introducción de varios minutos (con paradas incluidas) que no se sabe bien dónde quiere llegar. Pasados los dos minutos y medio todo se anima gracias a una potente sección de prominente percusión, aunque luego se difumina al desviarse hacia un sonido más jazzístico que luego nos lleva a la calmada parte donde canta Charly. Las dos últimas secciones son también interesantes al ser instrumentales (con algún que otro coro) que sirven de perfecta excusa para que los músicos desplieguen su envidiable técnica. Pocas bandas de rock habría en esa época en Argentina con tanto nivel. De hecho, ‘Cuánto tiempo más llevará’ sería la típica canción de pop si no fuera porque hay unos grandes músicos detrás que realizan una impecable ejecución instrumental. El último minuto es para enmarcar.

 

La canción más política es ‘Canción de Alicia en el país’, muy exigua en lo instrumental quizá para reforzar el impacto del mensaje camuflado bajo las referencias a la novela del matemático Lewis Carroll. Su autor no podía ser otro que Charly García, quien más adelante, a solas con su piano y un refuerzo de sintetizadores en tono orquestal, vuelve a dejar otra gran canción aquí, ‘Desarma y sangra’, que es como si el Dylan de New Morning le hubiera dejado tocar el piano al Cat Stevens de esa misma época.

 

La crítica no es solo política sino también cultural, como a la música que se estaba poniendo de moda bajo la etiqueta de Nueva Ola (New Wave) que nutre la letra de ‘Mientras miro las nuevas olas’. Eso es un daño colateral inherente a todo movimiento musical: quienes se suben al carro de la moda para aprovecharse del tirón comercial y hacerse famosos con lamentables canciones que luego caerán en el olvido más absoluto por su intrascendencia. Si a ello le sumamos el boom de la imagen como elemento primordial de marketing con el que se empezó a comercializar la música por esas fechas (aunque todavía faltaba un año para la irrupción de la MTV), tenemos la génesis del panorama musical actual. A los tres minutos introducen el estribillo instrumental de ‘Sultans Of Swing’ de Dire Straits, quién sabe si para reclamar música más auténtica como la que había desarrollado la banda de Mark Knopfler en contra de las modas del momento.

 

La composición de Pedro Aznar, ‘La luna de marzo’, vuelve a ser otra demostración de virtuosismo en forma de instrumental que evoca a la perfección visiones nocturnas. Al tener una duración normal, demuestra mayor tino que Lebón con su ‘Tema de Nayla’, que llega casi a los siete minutos y resulta imposible no perder la concentración mientras tanto, ya que primero es demasiado lenta y luego, hacia la mitad, se acelera el ritmo para pasar a un inexpresivo tramo instrumental. Una lástima que un disco tan bien facturado acabe sonando más vulgar en su recta final, tanto por la citada ‘Tema de Nayla’ como por ‘Encuentro con el diablo’, que no es más que una copia menor y en castellano de ‘Sweet Home Alabama’ de Lynyrd Skynyrd, aunque al menos su ejecución instrumental supera a lo mismo que hicieron Siniestro Total en ‘Miña terra galega’. Lo gracioso es que aparecen como autores García y Lebón, una errata del impresor o un gesto muy feo por su parte.

 

Es una vergonzosa manera de finalizar un álbum con música original de tanta calidad, pero tampoco se les puede exigir más porque se intuye que han sabido sacar el máximo partido a las composiciones existentes. Quedaba claro que, para intentar mejorar lo hecho hasta ahora, debían superar la barrera de la composición, que en el caso de Charly no era un problema pero sí para el 40% restante del contenido de cada uno de los álbumes de Serú Girán, es decir, que a Lebón y Aznar les faltaba una mayor creatividad melódica.

1) Variaciones sobre música del alma; 2) Dos Edificios dorados;

3) Hombre de mala sangre; 4) Sentado en el umbral de Dios;

5) El fantasma de Canterville; 6) Las dulces promesas; 7) Iba acabándose el vino;

8) Tema de los devotos; 9) Boletos, pases y abonos; 10) Gaby;

11) Bienvenidos al tren; 12) Studio Jam; 13) Música del alma.

Puntuación:

Año de publicación: 1980 

MÚSICA DEL ALMA

El primer álbum en solitario bajo el nombre de Charly García recoge en realidad un concierto acaecido en noviembre de 1977, justo en el momento en que había finalizado la etapa de La Máquina de Hacer Pájaros y todavía no había comenzado la de Serú Girán. Para ello, realiza un recorrido por todo lo que había sido su carrera hasta entonces y en el escenario aparecen desfilando quienes le habían acompañado en cada fase concreta, como si fuera El último vals de The Band pero no como despedida sino más bien a la inversa. Dos de los músicos participantes son el guitarrista David Lebón y el batería Óscar Moro, por lo que puede decirse que el germen de Serú Girán está aquí. Pero también están aquí los músicos de Sui Generis y PorSuiGieco, no falta absolutamente nadie.

 

Hasta que no han transcurrido un par de minutos, ‘Variaciones sobre música del alma’ parece que sea la grabación de Charly mientras afina el piano antes de comenzar a tocar. El título es adecuado, ya que ‘Música del alma’, que se encuentra al final, suena muy parecida aunque mejorada con guitarras y parte cantada, todo muy al estilo de folk coral de Sui Generis. Si la decisión de juntarse con Lebón no estuviera ya tomada de antemano, seguro que hubiera podido venir motivada porque dos de las mejores interpretaciones de este concierto son composiciones suyas, además de que realiza un espeluznante trabajo de guitarra. No solo porque la repetición de la mitad del famoso riff de guitarra de ‘Layla’ de Eric Clapton es lo primero que escuchamos en la potente ‘Dos Edificios dorados’, ya que luego todo eso se olvida, sino que aparte de una épica parte vocal complementada por el teclado progresivo de García, encontramos unos solos de guitarra de primerísimo nivel. Muy diferente pero igualmente genial es ‘Hombre de mala sangre’, en el mejor estilo de balada de aires góspel que pudiera haber tenido Elton John.

 

PorSuiGieco en conjunto suenan en realidad más a Sui Generis cuando interpretan ‘Iba acabándose el vino’, al tratarse de un folk acústico de voces cristalinas. También encontramos una versión más rockera de ‘El fantasma de Canterville’. Dos de los componentes de esta formación tienen igualmente la oportunidad de lucirse con su número propio: Raúl Porchetto toca una bonita balada de piano y algo de sintetizadores y coros (‘Sentado en el umbral de Dios’), mientras que León Gieco no falla con la interpretación de ‘Las dulces promesas’ a la guitarra y el acompañamiento de García en el teclado. Nito Mestre reaparece para recomponer Sui Generis y cantar en primer lugar la inédita ‘Gaby’, una balada de piano donde lo único destacable es precisamente este instrumento. Se resarcen luego realizando una sensacional interpretación de ‘Bienvenidos al tren’ tan solo con el piano de acompañamiento, pero con esa magia especial que transmiten dos viejos amigos que se han vuelto a juntar.

 

El turno de La Máquina de Hacer Pájaros lo ocupan con una extensísima interpretación de ‘Boletos, pases y abonos’ en la cual se le da cabida al inevitable solo de batería que entretenía al público pero abochorna al oyente posterior, para luego pasar por turnos al solo de bajo y al solo de guitarra. Todo muy excesivo y superfluo, hubiera quedado mejor una versión extremadamente más reducida. En el polo opuesto de lo que debería ser una improvisación, si es que de verdad lo es, el instrumental ‘Studio Jam’ denota que sí había músicos que estaban bien inspirados esa noche.

 

En definitiva, se trata de un interesante concierto donde los compañeros participantes no se dedican simplemente a pasar el rato de manera amena, sino que realizan interpretaciones notables en la mayoría de casos. Debió ser todo un acontecimiento en Argentina, dada la categoría de los músicos intervinientes y la dura época que se estaba viviendo. Cuenta la historia que, tras este concierto, Charly García y David Lebón se refugiaron en Brasil para aislarse de la dictadura y dedicarse a componer para conformar lo que llegaría a ser Serú Girán.

(Por Serú Girán)

PEPERINA

Año de publicación: 1981 

Puntuación:

1) Peperina; 2) Llorando en el espejo; 3) Parado en el medio de la vida;

4) Cara de velocidad; 5) Esperando nacer; 6) Veinte trajes verdes; 7) Cinema verité;

8) En la vereda del sol; 9) José Mercado; 10) Salir de la melancolía;

11) Lo que dice la lluvia.

Aunque en ese momento no eran conscientes de ellos, este iba a ser el último álbum de estudio de Serú Girán hasta la próxima década. De haberlo sabido, quizá se hubieran esforzado todos un poco más, ya que da la sensación de que se lo habían tomado de forma relajada y básicamente son las partes de piano de Charly las que elevan el nivel global del álbum. No es normal ver en esta banda composiciones tan lineales, siendo en esta ocasión excepciones honrosas las que son más complejas.

 

La estructura cambiante dota de diversidad melódica a ‘Peperina’, aunque en ningún momento logran alcanzar ese grado sublime de sus mejores logros. En su letra se encuentra una referencia a “la grasa de las capitales” y es en conjunto una especie de respuesta hacia una periodista argentina que criticaba duramente la música de la banda. También es buena señal volver a encontrar la influencia de los Steely Dan de Aja, los del jazz-rock estilizado e interpretado con gusto, que es le idea que transmite ‘Salir de la melancolía’. Lo que no se entiende es que, poseyendo estos músicos una técnica muy buena, en la segunda mitad de ‘Llorando en el espejo’ se dediquen a completar el tiempo con una lamentable parte instrumental que parece un insulto por su simpleza. Parecería más apropiado para una banda de tercera fila, pero no para Serú Girán. En sentido inverso, la pieza acústica de Lebón ‘Parado en el medio de la vida’ comienza bien pero luego acaba sonando bastante convencional sin rematar en un estribillo que tenga gancho. Tampoco auguraban nada prometedor otros temas como ‘Esperando nacer’, una convencional balada pop, y la más rítmica ‘En la vereda del sol’ que tampoco se aleja de ese convencionalismo, en parte por los sobrecargados teclados que se escuchan.

 

Este álbum contiene tres temas instrumentales, cada uno de ellos acreditado a uno de los miembros de la banda, con la excepción obvia del baterista Moro. Aunque comience con un schubertiano piano, esta introducción no deja de ser un punto de humor porque ‘Cara de velocidad’ representa la incursión en el rock duro que se puso tan de moda en el rock hispano de principios de los ochenta, donde el grupo acaba pareciendo un trasunto de AC/DC conforme avanza, ya que Lebón, su autor, va incrementando la energía con su guitarra hasta la desaforada parte final. En su instrumental, Charly sigue dirigiendo la mirada a los clásicos, por lo que en el caso de ‘Veinte trajes verdes’ puede que se fijara en Debussy, que sería un magnífico ejemplo a seguir. La aportación de Aznar es el instrumental que cierra el álbum, ‘Lo que dice la lluvia’, aunque parecería más bien de Charly porque es el teclado el que domina y casi monopoliza este tema, sin escuchar apenas el bajo de Aznar, si bien es sorprendentemente el propio Aznar quien toca el teclado. Siguiendo con la equiparación a los pianos clásicos, en esta ocasión la influencia principal podría ser Erik Satie. Es la mejor pieza del álbum y se aleja por completo de toda connotación rock. Está perfectamente estructurada y en ella hay cabida para la entrada del moog y algunas delicadas partes de bajo y guitarra, de manera que todos, salvo Moro, ponen su granito de arena.

 

Los teclados de García crean una envoltura intimista en su canción ‘Cinema verité’, otro ejemplo de que ya comenzaba a vislumbrar su futuro alejado de sus compañeros, aunque el motivo de la ruptura vendría por otro lado. La crítica al consumismo, uno de los temas recurrentes en Serú Girán, aparece de manera más evidente y mordaz en ‘José Mercado’, de marcado tono satírico también en la interpretación, si bien la parte instrumental es bastante extravagante (incluido un comienzo de percusión tribal) y suena algo anticuada en el empleo de sintetizadores.

 

La marcha de Pedro Aznar a Estados Unidos precipitó la disolución del grupo, si bien Charly y Lebón ya tenían en mente tomarse un respiro con sus respectivas carreras en solitario antes de proseguir con Serú Girán. Al final, Charly seguiría en solitario, no sin antes realizar un concierto como despedida de Aznar (y al final, de la banda también) que saldría publicado en disco, todo durante el año siguiente.

1) No llores por mí, Argentina; 2) En la vereda del sol/ Salir de la melancolía;

3) Popotitos; 4) Esperando nacer; 5) Canción de Alicia en el país;

6) Cuánto tiempo más llevará; 7) Seminare; 8) Mientras miro las nuevas olas;

9) Encuentro con el diablo; 10) Eiti Leda.

Puntuación:

Año de publicación: 1982 

(Por Serú Girán)

NO LLORES POR MÍ, ARGENTINA

La despedida por tiempo indefinido de Serú Girán se materializó en este álbum que recoge el concierto acontecido en Buenos Aires el 6 de marzo de 1982. Como evidencia de que la despedida no había sido planeada en un principio, pueden encontrarse temas nuevos que, de no haberse separado, hubieran formado parte de un hipotético nuevo disco de estudio. Aunque, de todas maneras, García y Lebón también tenían en mente iniciar proyectos en solitario al margen de Serú Girán, independientemente de la marcha de Aznar a Estados Unidos. En el concierto realizan al mismo tiempo un breve repaso de toda su carrera, saltándose La grasa de las capitales al menos en el repertorio elegido aquí.

 

Respecto a las canciones inéditas, ‘No llores por mí, Argentina’ no es la versión del tema de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice perteneciente al musical Evita, sino el lamento propio de Charly hacia un país que se consumía culturalmente bajo el peso de una dictadura y que en breve sería llevada a la guerra suicida por las Islas Malvinas, única manera que tenían los militares de calar el patriotismo mal entendido en la población. Sigue en principio los parámetros del rock'n'roll clásico, pero luego llega su imprevisto puente (“Alguien se quiere ir / Alguien quiere volver”) y unos solos de teclado y guitarra donde gana Charly, que la alejan del clasicismo y la acercan a la modernidad de los ochenta. El rock'n'roll clásico de ‘Popotitos’ es la versión de, a su vez, otra versión de una antigua canción estadounidense de los años cincuenta. Otra de las novedades es la balada ‘Cuánto tiempo más llevará’, cuyo comienzo augura poca emoción pero que está construida más o menos como un crescendo, el cual finaliza con la guitarra de Lebón brillando como nunca a una velocidad endiablada.

 

De Peperina solo encontraremos dos temas, que no son precisamente los más afortunados. La suerte es que ‘En la vereda del sol’ está enlazada con ‘Salir de la melancolía’ y así al menos se pueden alejar del convencionalismo de la elección, como si tuvieran ganas de tocar piezas menos exigentes para ellos, que no todo va a ser virtuosismo. En cuanto al resto del repertorio, en general está bastante bien pero tampoco encontraremos ninguna revelación. La excepción llega gracias al potencial que poseía ‘Canción de Alicia en el país’, que se muestra en directo en todo su esplendor gracias a unos nuevos arreglos en los que se juega a la perfección con la tensión musical, donde la batería de Moro juega un papel principal al marcar bien ese sutil incremento gradual que finaliza en una notable sección instrumental antes del retorno final de la parte vocal. En ‘Encuentro con el diablo’, su apropiación indebida de ‘Sweet Home Alabama’, es también donde incluyen algunos de los pasajes instrumentales más interesantes, al contrario que en ‘Eiti Leda’, en la cual se exceden con los sintetizadores y una guitarra demasiado genérica, por mucho que Aznar nunca falle con su impresionante técnica en el bajo. Es quizá el único momento flojo de este álbum que tampoco aporta nada en especial a la discografía de Serú Girán excepto la excepcional interpretación de ‘Canción de Alicia en el país’ y las dos canciones inéditas que vale la pena conocer.

PUBIS ANGELICAL

Año de publicación: 1982 

Puntuación:

1) Operación densa; 2) Despertar de mambo; 3) Rejas electrificadas;

4) Pubis angelical; 5) Monóculo fantástico; 6) All I do the whole night through;

7) Sereno fantástico; 8) Transatlántico art decó; 9) Caspa de estrellas;

10) Crimen, divina, productor; 11) Pubis angelical (vocal); 12) Pubis angelical (vocal II); 13) Futuro pobre; 14) Tribunas del futuro pobre; 15) Todos los pubis juntos.

El primer álbum de estudio en solitario que grabó Charly García tras la disolución de Serú Girán fue esta banda sonora de una película de mismo título, una manera sencilla y poco comprometida de lanzarse con su nombre al mercado musical, aunque en realidad sería publicado como un doble lanzamiento junto al siguiente Yendo de la cama al living, de ahí que aparezca la misma portada para ambos. Aquí todos la inmensa mayoría de temas son instrumentales, un detalle que define el carácter contractual y superfluo de este álbum. La única canción que encontramos cantada con letra es la versión de la antigua ‘All I do the whole night through’, pero ni siquiera la canta Charly, sino un músico invitado que también toca el ukelele en ella. Y ya que hacemos mención de los músicos, señalar que el único nombre reconocible es el de David Lebón como guitarrista y batería también en la pieza de mismo título que la banda sonora.

 

Como suele ocurrir con las típicas bandas sonoras, existe un tema principal que luego se va repitiendo con variaciones. Aquí al menos ese tema principal es el formidable ‘Pubis angelical’, de soberbias melodías y vigoroso estribillo instrumental que más adelante se retomará en varias ocasiones más (dos de ellas con Charly o los coros tarareando la melodía), incluida la final ‘Todos los pubis juntos’. También estaría entre lo más destacado ‘Futuro Pobre’, que no la siguiente ‘Tribunas del futuro pobre’, mucho más lenta e inmediatamente olvidable.

 

Hay unas cuantas piezas sin alicientes, entre ellas las tres primeras, que únicamente parecen destinadas a acompañar las imágenes para que no haya silencio. Es curioso cómo en ‘Operación densa’ parece que haya tomado los sonidos naturales de ‘Moving’ de Kate Bush. Pero en general puede escucharse con agrado esta música incidental, donde existe una cierta diversidad de tal manera que hasta podremos encontrar ecos mozartianos en ‘Monóculo fantástico’. Igualmente rememora con gusto el estilo de jazz bailable de los años treinta del siglo XX en ‘Transatlántico art decó’, aunque luego vuelve a pasajes más convencionales. Tampoco podía faltar algún reciclaje para aprovechar alguna idea anterior. Por ello, la melodía principal de ‘Crimen, divina, productor’ proviene de ‘Llorando en el espejo’, perteneciente al último álbum de estudio de Serú Girán, así que la elección al menos es acertada.

 

En resumen, aunque se trate de una olvidable banda sonora, está interpretada con gusto y el tema principal es una pequeña joya que bien vale la pena escuchar. El genio melódico de García no podía quedarse escondido del todo.

YENDO DE LA CAMA AL LIVING

Año de publicación: 1982 

Puntuación:

1) Yendo de la cama al living; 2) Superhéroes; 3) No bombardeen Buenos Aires;

4) Vos también estabas verde; 5) Yo no quiero volverme tan loco;

6) Canción de dos por tres; 7) Peluca telefónica; 8) Inconsciente colectivo.

Aunque bajo el nombre de Charly García en solitario ya vamos en realidad por el tercer disco, lo cierto es que Yendo de la cama al living es su verdadero debut propiamente dicho, ya que los anteriores álbumes comentados habían sido un concierto y una banda sonora. Aquí también se planta la semilla de lo que será el estilo que desarrollará en los próximos años, acercándose a la esencia musical de la Nueva Ola, la cual se había conformado a partir de propuestas bien diversas y dispares, a base de ofrecer nuevas perspectivas y posibilidades de innovación dentro de un panorama musical mundial todavía en constante evolución. Charly lo toca casi todo y tan solo un batería le acompaña salvo en los casos en que la percusión es programada o cuando participa alguno de sus buenos amigos músicos, tal como se citará en el momento que corresponda.

 

La percusión programada que anuncia la canción que da título al álbum no crea muy buena impresión, como tampoco la producción demasiado ochentera que sobrevuela igualmente por todo el álbum. Y es una lástima, porque en ‘Yendo de la cama al living’ la parte vocal es interesante y podría haberse aprovechado mejor de haber acertado con el acompañamiento instrumental. Pero Charly quería tocarlo todo y programar una batería era sencillo, además de que actúa como productor, así que pegas no había ninguna en el estudio de grabación. Es la misma sensación que deja ‘Vos también estabas verde’, donde también podría haberse obtenido un mejor resultado de haber tenido una mejor producción, ya que los sonidos ochenteros algo vulgares acaparan la atención. Tampoco se entiende ese comienzo letárgico de ‘Superheroes’, si bien está planteado como un contraste con el estribillo más vistoso y animado. En esta canción participa cantando Nito Mestre, antiguo compañero de Sui Generis.

 

Una de las canciones más reconocibles del disco es ‘Yo no quiero volverme tan loco’ (que además cuenta con la participación de León Gieco en los coros) gracias a un estribillo poderoso, pegadizo y que anima a cantar, sin olvidarse por ello de alcanzar unas estrofas también melódicas, de tal manera que empieza a perfilarse de verdad lo que será la etapa gloriosa de Charly García. El entretenido ritmo de ‘No bombardeen Buenos Aires’ sirve de interesante base zappiana para el humor mordaz de Charly, puesto que 1982 es el año de la fugaz guerra de las Malvinas, el fallido intento de la dictadura argentina de sacar músculo a base de un mal entendido patriotismo para invadir esas islas de dominio británico. García no era precisamente ajeno a la grave situación que vivía su país, demostrando una sensibilidad muy especial al tratar la triste actualidad a través de la belleza incomparable de ‘Inconsciente colectivo’. Es decir, la belleza de la fusión entre la poesía de la letra con las melodías vocales, por medio de lo cual refleja la cruda realidad y a la vez transmite una esperanza subyacente en todo ello (“Es necesario cantar de nuevo / Una vez más”).

 

Lo más interesante de ‘Canción de dos por tres’ es escuchar a Charly sacarle un gran partido al sintetizador Moog, alternándose con la guitarra de un ilustre invitado como Spinetta. Este último repite junto a Pedro Aznar (el bajista de Serú Girán) en la más discreta ‘Peluca telefónica’, cuyo humor es lo único que puede mantener el interés en este tema que fluye de forma algo monótona a lo largo de su repetitivo ritmo. Una lástima, porque sus autores son precisamente los tres músicos que se han citado.

 

Al final, este álbum tiene la importancia de servir de experiencia previa al descomunal Clics Modernos que seguiría después, en el cual corregirá los errores de novato que había cometido en estos comienzos en solitario. El potencial que atesoraba Charly García debía aflorar en su máximo esplendor en algún momento, pero aquí todavía era muy pronto, siendo no obstante un recomendable álbum que no hay que perderse.

CLICS MODERNOS

Año de publicación: 1983

Puntuación:

1) Nos siguen pegando abajo (pecado mortal); 2) No soy un extraño;

3) Dos cero uno (Transas); 4) Nuevos trapos; 5) Bancate ese defecto;

6) No me dejan salir; 7) Los dinosaurios;

8) Plateado sobre plateado (huellas en el mar); 9) Ojos de video tape.

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La explosión creativa de Charly García llegó mediante este álbum, su incursión definitiva y ejemplar en la New Wave. Nada menos que en los Electric Lady Studios de Nueva York (fundados por Jimi Hendrix) se realizaron las grabaciones, motivo por el cual Charly pudo contar con la inestimable participación de Pedro Aznar en el bajo y del gran guitarrista Larry Carlton, quien por entonces venía de haber compaginado sendos acompañamientos a Steely Dan y Joni Mitchell para aportar su estilo abierto devoto del jazz. Para estar grabado fuera de Argentina, es un álbum bastante más politizado que los precedentes, aunque Charly nunca había rehuido el componente político-sociológico en sus letras.

 

Si hubiera que elegir una canción como el estandarte de la New Wave en lengua española, una candidata muy seria habría de ser ‘Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)’, una ideal carta de presentación para el álbum que engancha nada más comenzar, mientras asistimos a la formación de su ritmo nada trivial. Aparte de ser muy pegadiza, incluido un fenomenal puente (“Estoy yéndome / soy como una luz apagándose”, que sería cuando habla el agredido), en la canción se trata el tema de la violencia como recurso para mantener un supuesto orden. Hasta podemos escuchar los golpes cada vez que canta “Lo vuelven y vuelven a golpear” gracias a la percusión añadida. El problema de la violencia es cuando es empleada como recurso por un gobierno, algo habitual en las dictaduras de todo tipo. En las democracias llega el peligro cuando la violencia es promovida por el gobierno de forma velada, como por ejemplo el apoyo a la proliferación de armas “en defensa propia”. Todo un negocio para unos pocos si la idea se expande en un país.

Hasta ahora no habíamos asociado a Charly con la música de baile, por lo que ‘No me dejan salir’ es una lograda primera aproximación (con permiso de ‘Nos siguen pegando abajo’), puesto que posee un adictivo ritmo adornado con sus fenomenales melodías vocales. A destacar el fantástico puente donde se aúnan los expresivos versos “Tengo que confiar en mi amor / Tengo que confiar en mi sentimiento” con una pegadiza guitarra de especial timbre. Al comenzar a escuchar ‘Bancate ese defecto’, parece que nos hayan cambiado a García por el Gato Pérez, pero pronto cambia el tono tras la entrada de la parte vocal y algunos punteos sombríos del bajo. Y cuando a los dos minutos se acelera el ritmo, ya estamos en terreno contemporáneo por completo. El último minuto y medio del tema está dedicado a una coda instrumental que recuerda la etapa de Serú Girán. Pero todavía más sorpresivos son los ecos de rock progresivo que aparecen en ‘Plateado sobre plateado (huellas en el mar)’, un destello aislado de lo que había sido un elemento importante dentro de la experiencia musical previa de García.

 

En ‘Dos cero uno (Transas)’, una historia sobre un luchador social que decide abandonar para centrarse en su propia vida, no se diferencia de lo que se hacía por la época en el mundo musical hispano, aunque tiene su gancho cuando acaba cantando “Transas”. El sentimiento de alienación que sufre una persona cuando retorna a su tierra después de un destierro (voluntario o involuntario) se refleja con admirable lucidez en ‘No soy un extraño’, bajo un tono menor e incluso tétrico para expresar esa angustia interior que supone sentirse como un extraño en lo que había sido tu lugar de origen. De todas maneras, siempre queda un poco de hueco para la temática amorosa y en ‘Nuevos trapos’ nos lo envuelve con un pegadizo entramado instrumental donde caben hasta retazos de teclado atonal. La sutileza melódica en las diversas partes de ‘Ojos de video tape’ nos muestra una última vez la genialidad de Charly para la composición, mientras vuelve su pesimismo respecto a las relaciones personales.

 

Uno de las mejores composiciones de piano que haya escrito Charly en su vida es sin duda ‘Los dinosaurios’, como también de las más emotivas por describir esa sensación entre la rabia, la angustia y la resignación que subyace en toda dictadura cuando de un día para otro va desapareciendo determinada gente, puesto que para todo extremista una persona deja de tener tal condición si piensa de manera opuesta. La canción posee también un bello puente (“Oh, mi amor, desaparece el mundo”) y otros momentos de gran hermosura como la guitarra slide que aparece en el intermedio instrumental. García canta “La persona que amas puede desaparecer”, buscando esa empatía necesaria cuando la falta de espíritu crítico en una población atemorizada y amaestrada por sus gobernantes provoca que se normalice la violencia y que, quienes la sufren por parte de los aparatos del estado, sea percibida como justa por el resto con el autoconvencimiento de que “algo habrán hecho”. Y al final deja un mensaje de esperanza, tenacidad y paciencia con ese último verso: “Pero los dinosaurios van a desaparecer”. Siendo los dinosaurios esa gente con mentalidad retrógrada que, como demuestra el avance sociocultural a lo largo de la historia, acaban vencidos por las ansias de libertad y bienestar de las mayorías sociales. También puede universalizarse el mensaje de la canción respecto a las personas que van desapareciendo de nuestras vidas al largo de los años, no necesariamente por haber muerto.

 

En definitiva, nos encontramos ante la obra maestra de Charly García y de la música en lengua española. Es difícil hallar en nuestra lengua una obra musical que pueda codearse con lo mejor de la historia del rock, pero Charly lo consiguió y solo nos queda aquí emplazar a descubrir una obra tan sorprendente, intelectual y reconfortante como esta. El sensacional fruto de una década de experiencia y erudición musical transfundida con nuevas ideas. Y uno de los mejores álbumes publicados en 1983 a nivel mundial, ahí queda dicho.

2020

PIANO BAR

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Demoliendo hoteles; 2) Promesas sobre el bidet; 3) Raros peinados nuevos;

4) Piano bar; 5) No te animás a despegar; 6) No se va a llamar mi amor;

7) Tuve tu amor; 8) Rap del exilio; 9) Cerca de la revolución; 10) Total interferencia; [BONUS TRACK:] 11) Canción para mi muerte.

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2020

Después de una obra maestra como Clics Modernos, el listón estaba tan alto que resultaba complicado poder asombrar de la misma manera. Pero Charly García estaba en su mejor momento y la continuación no queda muy atrás del nivel del disco anterior. Vuelve a repetir en los Electric Lady Studios de Nueva York, pero esta vez solo para realizar las mezclas, ya que la grabación tuvo lugar en Buenos Aires. Entre los músicos que le acompañan sobresale el nombre de Fito Páez en el teclado, que ya le había acompañado en la gira de presentación de Clics Modernos y que pronto comenzaría su exitosa carrera en solitario. Todo un privilegio de poder participar en esta nueva entrega de letras nostálgicas, amorosas, melancólicas o políticas, enfundadas en fenomenales melodías y partes instrumentales muy cuidadas.

 

Una estruendosa batería introduce el álbum mediante ‘Demoliendo hoteles’, una diatriba contra la dictadura argentina que acababa de certificar su defunción unos meses antes con las elecciones que dieron el triunfo al nuevo presidente Alfonsín, denotando un cierto desencanto al mismo tiempo. En las estrofas parece que Charly esté extrayendo toda la rabia de dentro, con una voz malhumorada y chillona, hasta que llega el memorable estribillo (“Hoy paso el tiempo demoliendo hoteles”) acompañado de unos acordes de guitarra sencillos pero que al mismo tiempo producen un efecto sensacional. Esa misma voz chillona y con batería aparatosa se repite pero con propósito muy diferente en ‘No se va a llamar mi amor’, canción salvada por una especie de doble estribillo con mucho gancho. En primer lugar cuando canta “Estás prohibida” y luego en la parte de “Es un rock, es un blues, es una mesa de luz”.

 

Igual que hay lugar para sonidos más clásicos, la creatividad de este músico da para mucho más y para sonar tan moderno como el que más. Curiosamente, ‘Raros peinados nuevos’ suena a lo que estaba haciendo por esa época Miguel Bosé, es decir, si nos fijamos en ese ritmo andante y misterioso emparentado con el de ‘Amante Bandido’, que lo vuelve tan pegadizo. Además, ‘Raros peinados nuevos’ es New Wave total, lo cual demuestra la versatilidad de García. En ‘Promesas sobre el bidet’ podemos disfrutar de un ritmo nada trivial mientras Charly no se corta para emplear la palabra bidet en las rimas. La sensación inicial que deja ‘Tuve tu amor’ es bastante deficiente, ya que esa manera de repetir excesivamente el título y sus variantes pero pronunciándolo como si dijera “Tuve-tua-mor” queda muy chabacano. Menos mal que luego llega el memorable giro melódico donde canta primero “Yo me pude despedir en septiembre”, sacando a relucir el genio de García. Pero no siempre logra salvar un tema del naufragio, ya que hasta la fecha no se había escuchado una canción tan absolutamente tediosa como ‘No te animás a despegar’, así que menos mal que se trata de una anomalía en este disco.

 

La canción que da título al álbum es lo que Bruce Springsteen mataba por componer e intentó conseguir a partir del Tunnel Of Love, pero con poco éxito. Las primeras notas que introducen ‘Piano Bar’ captan la atención desde el primer momento, para potenciar su característica melodía con la entrada posterior de la sección rítmica. También nos ofrece un memorable puente (“Las chicas tienen un lugar donde viven esas cosas que asombran”), pero el verdadero momento de catarsis es en la coda instrumental que se inicia sobre los tres minutos, donde aparece en primer plano un espectacular solo de guitarra hasta que le pasa momentáneamente el testigo al piano, donde parece que estemos escuchando al mismo Roy Bittan de la E Street Band. Pero los homenajes claros están en otra parte. El ‘Rap del exilio’ es Charly en modo Rolling Stones de los ochenta, es decir, en un potente funk de corte intimidante, aunque vista la ligera incursión en la forma de cantar del rap, parece más certero decir que la influencia viene de los Clash de Sandinista!. Eso sí, cuando empieza a cantar, la entonación recuerda curiosamente a ‘Young Lust’ de Pink Floyd. Para ‘Cerca de la revolución’ toma prestado el ritmo de aquella famosa canción titulada ‘Venus’ del grupo neerlandés Shocking Blue.

 

Una pequeña sorpresa es encontrar ‘Total interferencia’, ya que está compuesta junto a otro de los grandes nombres del rock argentino: Luis Alberto Spinetta. Afortunadamente, se nota que no es el producto de un simple rato distendido entre dos talentos musicales, sino que la sutileza melódica que posee es reflejo de la genialidad de ambos músicos. Puede que la primera vez que se escucha cause algo de indiferencia, pero solo hay que esperar a que vaya emergiendo el componente melódico. La nostalgia le lleva a regrabar ‘Canción para mi muerte’ de Sui Generis para añadirle una producción más moderna donde no falta el toque de saxofón. Viene incluida como bonus porque originalmente acabó siendo descartada. Ni falta que hacía en este grandísimo álbum de Charly García, demostración de que la genialidad no es cosa de un día y de que había alcanzado su madurez artística.

TERAPIA INTENSIVA

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Terapia intensiva; 2) Conejo tecno; 3) Desfile águila y león;

4) Alicia va a la disco; 5) Agua y piano; 6) Chicas muertas.

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Terapia intensiva es otro inciso en la carrera de Charly García en cuanto a que se trata de una nueva banda sonora, esta vez destinada a una obra teatral, de unos quince minutos de duración total. Por tanto, los músicos que le acompañan son los mismos que los de Piano Bar a excepción de Fito Páez, quien ya tendría cosas mejores que hacer que participar en una banda sonora. De hecho, aunque Charly se encontraba en su apogeo artístico, esta música es bastante convencional para los parámetros típicos de los ochenta. Por otro lado, aunque en las canciones leamos títulos como ‘Conejo tecno’ y ‘Alicia va a la disco’, que los más literatos no se hagan ilusiones porque no hay nada que sugiera una relación con Lewis Carroll.

 

El comienzo de ‘Terapia intensiva’ es bastante prometedor gracias a la original manera de sonar el teclado, el cual emula los instrumentos de orquesta y crea una especie de animado crescendo donde se escurre alguna buena melodía. Desafortunadamente, pasados los dos primeros minutos se transforma en una vulgar música techno más apropiada para alguna mediocre serie de sobremesa. Es curioso cómo a continuación ‘Conejo Tecno’ repite el mismo esquema en la tercera parte del tiempo de la anterior. Algo mejor resulta ‘Desfile águila y león’, puesto que al menos podría pasar por un instrumental del Stevie Wonder de los ochenta y es la única composición con algo de gracia o al menos mantenida durante su desarrollo. Incluso podemos escuchar al final un breve solo de guitarra destacado.

 

La única canción con letra de este exiguo álbum es ‘Chicas muertas’, que comienza de forma interesante mediante un potente ritmo pero luego se vuelve a sumergir en la misma vulgaridad que sobrevuela esta irrelevante banda sonora. Quien no la conozca no se pierde nada especial y tan solo el citado comienzo creativo de ‘Terapia intensiva’ nos puede recordar que se trata del álbum de un genio como Charly García. Música superflua.

TANGO

Año de publicación: 1986

Puntuación:

1) Ángeles y predicadores; 2) Culpable eternamente; 3) Pasajera en trance;

4) Gramercy Park Hotel; 5) Hablando a tu corazón; 6) La gente es la misma.

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Después de haber sido compañeros en Serú Girán, Pedro Aznar y Charly García se juntaron para grabar un álbum a dúo, que años después incluso tendría su continuación. Los menos conocedores de la trayectoria de Aznar quizá se esperen un destacado lugar para el bajo en este álbum, pero aquí Pedro se desenvuelve como el acerado multiinstrumentista en que se había convertido y solamente escucharemos un bajo destacado en la canción final ‘La gente es la misma’, que es precisamente lo único que se puede destacar de ella porque por lo demás es bastante discreta y el teclado imitando a unas trompetas no ayudan mucho. En cualquier caso, lo más característico de este álbum es lo más negativo, es decir, una producción demasiado tosca y en algunos casos pasada de moda que no permite escuchar con pulcritud unas composiciones en general de gran nivel.

 

En lo musical, cualquier idea preconcebida que se pudiera tener sobre cómo podrían sonar García y Aznar como dúo queda completamente reventada cuando aparece de forma súbita el desaforado ritmo de ‘Ángeles y predicadores’. Esto no es el jazz que se fue a tocar Pedro en Estados Unidos ni tampoco tiene nada que ver con el tango que reza el título del disco (salvo que en realidad sea un ritmo de tango con la velocidad cuadriplicada). En realidad, se parece más a lo que podríamos esperar de Charly en solitario si se decidiera a llevar al límite su vertiente más dinámica/bailable. En algunos momentos la canción puede parecer un poco infantil, pero es innegable su gancho melódico y cabe destacar ese estupendo giro tras el segundo verso de cada estrofa. El mejor ejemplo de por qué una mejorable producción puede arruinar un tema fabuloso es ‘Hablando a tu corazón’, canción bastante conocida de García, pues la música suena a producción ochentera de saldo totalmente pasada de moda (su comienzo parece una sintonía de programa radiofónico deportivo de los domingos). Y es una lástima porque la parte vocal posee mucha fuerza gracias también a su mensaje sobre la infelicidad y la sensibilidad (“Hoy no puedo ser feliz / Con tanta gente hablando y hablando a mi alrededor”).

 

La percusión programada y nada trivial de ‘Culpable eternamente’ (una composición de Aznar), junto a una parte vocal que parece ir por un camino diferente, la entronca con lo mejor que haya hecho Peter Gabriel. Al principio suena desconcertante, pero consiguientes escuchas permiten que aflore toda su grandeza. De emular a Peter Gabriel pasan a continuación a codearse con Depeche Mode mediante el techno de ‘Pasajera en trance’, escrita por Charly, despachando una emotiva melodía de sintetizadores (con algunas variaciones después) que será repetida después por la voz. La comparación con Depeche Mode es por ese tono pesaroso que la aleja de la jovialidad con la que se asocia al techno. Desafortunadamente este álbum es muy corto y no se aprovecha todo el espacio restante para completarlo a un nivel similar al deslumbrante comienzo. Lo más destacado de ‘Gramercy Park Hotel’, la canción más discreta de este álbum, es que suena una flauta real o al menos lo parece. Curiosamente se nombra en ella el “Piano Bar”.

 

En resumen, se trata de un gran álbum lastrado por una producción que deja bastante que desear. Menos de media hora de duración total es otro dato que juega en su contra, porque así es más fácil concentrar buenas composiciones. Así que esto es casi un EP pero muy recomendable porque Charly sigue en buena forma compositiva y Aznar se suma a esa corriente positiva. Tras este álbum, cada uno seguirá con su propia carrera en solitario pero volverán a reencontrarse como dúo en el aciago experimento llamado Radio Pinti.

PARTE DE LA RELIGIÓN

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Necesito tu amor; 2) Buscando un símbolo de paz; 3) Parte de la religión;

4) Rap de las hormigas; 5) Adela en el carrousell; 6) No voy en tren; 7) Rezo por vos;

8) El karma de vivir al sur; 9) Ella adivinó; 10) La ruta del tentempié.

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Tras la aventura musical con Pedro Aznar, volvía Charly García a retomar su carrera solista, esta vez tocando él la mayoría de guitarras y el bajo, además del teclado. Más o menos puede decirse que retoma el trabajo desde el punto en que se había quedado en Piano Bar, de tal manera que aquí pueden encontrarse trazas de ese álbum, aparte de una continuación también del sonido algo recargado en el estudio que habíamos observado en Tango.

 

Como si fuera hecho a propósito para recalcarlo, en las dos primeras canciones se reflejan algunos de los problemas que venía arrastrando desde hacía unos años. Ese pequeño problema que tiene a veces Charly mediante el cual se le juntan melodías demasiado forzadas con otras brillantes, lo encontramos aquí nada más comenzar en ‘Necesito tu amor’, donde esa brillantez llega en lo que debe ser su estribillo o segundo estribillo: “Yo vi tu amor”. Buscando un símbolo de paz’ recae en otro error también recurrente como es el de abusar de la tecnología del estudio, obteniendo así un sonido demasiado artificial que perjudica un poco a la composición. Pero el mayor error de todos es ese engendro cuyo título de ‘Rap de las hormigas’ no engaña y no evita que dé repelús escuchar a Charly cantando rap, más todavía cuando nos toca escuchar luego una voz procesada como si estuviera haciendo un dueto con un peluche. Menos mal que la base instrumental no tiene nada que ver con ese estilo y se desarrolla como un animado funk, cortesía de una banda brasileña que acompaña aquí a Charly, lo cual salva la canción de caer bien bajo.

 

Pero no nos pongamos negativos por haber hablado en primer lugar de los puntos negativos de esta obra. Poniéndonos ahora en modo positivo, hemos de señalar que la melodía vocal más reconocible y pegadiza del disco es la del estupendo estribillo de ‘No voy en tren’: “No voy en tren, voy en avión / No necesito a nadie, a nadie alrededor”. Pero lo mejor del álbum llega justo en la recta final con las dos últimas canciones. Cuando García consigue enganchar con soberbias melodías desde el comienzo, como en ‘Ella adivinó’, no queda sino caer rendido y dejarse llevar por su nada trivial estructura donde caben diversas secciones cada cual mejor que la anterior, incluida una sensacional segunda mitad instrumental. Pero aquí no acaba lo maravilloso, sino que ‘La ruta del tentempié’ coloca de entrada su memorable estribillo (“Éxtasis, todo el tiempo vivo en éxtasis / Una forma de amor, un remedio de ser feliz”) para luego seguir deleitando con la parte de teclado. Sin olvidar a otro de los grandes músicos argentinos, ‘Rezo por vos’ vuelve a ser una colaboración con Luis Alberto Spinetta, donde la grandeza de ambos se refleja en la irresistible melodía que sirve de leitmotiv para todo el tema.

 

Aun poseyendo un inquietante tono tétrico, ‘Adela en el carrousell’ suena bastante discreta y pueden pasar inadvertidos algunos sutiles detalles del teclado. La coda instrumental parece que intenta recrear la ambientación de la misma en ‘Piano Bar’, pero se queda bien lejos de conseguirlo. Más lenta y con forma de balada con algunos cambios de ritmo, ‘El karma de vivir al sur’ deja una mejor sensación o al menos se percibe un mayor propósito de transmitir el sentimiento necesario. Por otro lado, criticar la idealización de la religión como símbolo de pureza y bondad en la vida respecto a quien la practica es lo que más o menos intenta transmitir en la distendida canción que da título al álbum. Al final la obra queda salvada por esos dos excepcionales temas finales que se han citado, dos joyas a añadir al muestrario de García, porque el resto del contenido sigue siendo algo irregular en algunos momentos aunque afortunadamente todavía se atisba el genio de este artista.

2021

LO QUE VENDRÁ

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) Obertura, títulos y presentación; 2) Anónimo musical;

3) Inocente llegada a la ciudad; 4) Tema de la radio; 5) Todo se revela alguna vez;

6) Callejón Punk; 7) Ella solo viste de blanco; 8) Persecución en la autopista;

9) Peces en el aire; 10) La ciudad se está apagando; 11) Tema final de 'Lo que vendrá'.

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2021

Otra banda sonora de Charly que venía a demostrar lo secundario que resultaba para él un trabajo de este tipo, sobre todo después de haber revolucionado la escena musical argentina con sus grandes álbumes. Vuelve a ser otra película desconocida en España, aunque eso es lo de menos. O quizá no, porque el nivel cualitativo de la música pega un bajón considerable, más que sus bandas sonoras anteriores, que tampoco eran para lanzar cohetes.

 

Tanto el comienzo como el final del álbum suenan a lo que podemos imaginar como una banda sonora agradable. En realidad, ‘Obertura, títulos y presentación’ y ‘Tema final de 'Lo que vendrá'’ son la misma composición, con la única diferencia que el segundo dura el doble y añade un fragmento de rock y algún detalle más. En un disco de estas características, tampoco pueden faltar temas que no tienen sentido fuera de su acompañamiento visual como ‘Peces en el aire’, ‘La ciudad se está apagando’ y ‘Inocente llegada a la ciudad’. En esta última no se sabe si es peor su último minuto de energía pero muy vulgar, o el cuasi silencio de sus primeros cuatro minutos. Y es que realmente no se aprecia a García muy centrado, o cuando menos reservándose la inspiración para sus propias obras. Por ello, piezas como la floja ‘Anónimo musical’ no pasan más allá del calificativo de música ligera. En los temas cantados tampoco consigue mejorar mucho, pues muy poca inspiración se aprecia en ‘Tema de la radio’.

 

Con tan poca atención prestada en la composición, era inevitable que Charly eche mano de otras canciones para conseguir una producción musical rápida. Así, parece que estuvo escuchando el éxito de Sade ‘Smooth Operator’ cuando se le ocurrió escribir ‘Anónimo musical’, pues el ritmo aplicado es el mismo. Y la verdad es que este tema no va más allá de su ritmo. En cambio, para ‘Todo se revela alguna vez’ emplea la percusión reverberada como si hubiera escuchado ‘Chariots Of Fire’ de Vangelis. Sin embargo, la única composición interesante que encontraremos es la extravagante mezcla de música thrash con Bruce Springsteen que ofrece ‘Callejón Punk’, la cual podría pasar al mismo tiempo por un descarte de los Pixies. Curioso resulta también el pasable techno-funk de ‘Persecución en la autopista’, pero poco más.

 

No vale la pena perder tiempo escuchando esta banda sonora. Nos ofrece un par de curiosidades pero en global es muy aburrida. Puede tomarse como el cumplimiento de un encargo comercial.

CÓMO CONSEGUIR CHICAS

Año de publicación: 1989

Puntuación:

1) No toquen; 2) Zocacola; 3) Fanky; 4) No me verás en el subte; 5) Ella es bailarina;

6) Anhedonia; 7) Suicida; 8) Fantasy; 9) A punto de caer; 10) Shisyastawuman.

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Volvía de nuevo Charly García a desenvolverse en solitario, fuera de colaboraciones o bandas sonoras. Se empieza a notar aquí un cierto desgaste en la originalidad a la hora de componer, de hecho este álbum está conformado básicamente de canciones que  había descartado durante su carrera, incluso de la época de La Máquina de Hacer Pájaros. Pero afortunadamente esto no supone un problema, sino que la música se mantiene en general a buen nivel, de tal manera que esta agrupación de descartes es todo un acierto como ya consiguieron en su momento los Rolling Stones, actuando de la misma manera para conseguir por sorpresa su última obra maestra: Tattoo You.

 

Precisamente el funk estilo Rolling Stones que tanto le gusta a Charly reaparece aquí bajo el jocoso título de ‘Fanky’, aunque está ejecutado con seriedad y convicción. Otro jocoso título en el mismo estilo es el de ‘Shisyastawuman’, que en realidad esconde otro tema serio, esta vez cantado en inglés pero sin dejar por ello de transmitir emoción con su voz. Eso sí, la coda instrumental es poco original, de lo que Charly podría estar tocando horas y horas cuando no tiene muchas ganas. Siguiendo con las semejanzas, en ‘No toquen’ se parece más a Miguel Ríos, lo cual quiere decir que se enfunda en un sonido de rock más clásico. En cambio, parece que estemos escuchando a Fito Páez en ‘Fantasy’, lo cual no es una noticia positiva para Charly. Más flagrante resulta el caso de ‘Suicida’, donde se copia de entrada el famoso riff de ‘Sweet Home Alabama’ (bueno, uno de los que contiene) de Lynyrd Skynyrd. Menos mal que luego no es esto el punto central del tema, aunque tampoco va mucho más allá de ser un pop-rock divertido y olvidable.

 

Una solemnidad estilo años ochenta (más que nada por la retumbante percusión, quizá excesiva) alumbra ‘No me verás en el subte’, en la cual se busca crear una ambientación especial donde quizá hubiera sido mejor idea sustituir la percusión y algunas partes de teclado por otros sonidos menos artificiales. Pero aun así se aprecia la cuidada elaboración y la singularidad de esta pieza, de gran belleza si uno logra introducirse en su ambientación. Dedicada a su novia brasileña, ‘Zocacola’ es una balada también de corte ambiental, al estilo de otras que ya había compuesto anteriormente. Más discreta resulta ‘Anhedonia’ en un principio, aunque el ligero impulso que toma el estribillo ya nos indica que algo más puede haber en realidad. De todas formas, debemos esperar al último tercio para comprobar que todo estaba enfocado a llegar a un clímax al mejor nivel de este artista. En cambio, el Charly más bailable, nunca mejor dicho, reaparece en ‘Ella es bailarina’, mientras que acaba resultando aburrido en ‘A punto de caer’.

 

Nos queda así un álbum al que cuesta cogerle el punto las primeras veces, pues podemos comprobar con suspicacia que algunas de estas canciones son descartes justificados de álbumes previos y podrían haber seguido guardadas en un cajón. No se pueden extraer mayores conclusiones sobre el estado de creatividad en que se encontraba Charly García, pero echar mano del cancionero archivado no es a priori una buena señal. De todas maneras, en el siguiente álbum despejará cualquier duda.

FILOSOFÍA BARATA Y ZAPATOS DE GOMA

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) De mí; 2) Filosofía barata y zapatos de goma; 3) Reloj de plastilina;

4) Gato de metal; 5) No te mueras en mi casa; 6) Curitas;

7) Sólo un poquito no más; 8) Me siento mucho mejor; 9) Siempre puedes olvidar;

10) La canción del indeciso; 11) Himno nacional argentino.

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Una ruptura sentimental marca el devenir de la siguiente obra de Charly García, un álbum donde también echa su mirada atrás y regresa a la época de Clics Modernos, como si hubiera retomado su música desde ese punto. Esto no significa que el excelente nivel de aquella obra maestra se pueda replicar salvo en casos concretos, pero al menos volvemos a disfrutar de un artista que todavía tenía cosas que decir y no solo en las letras. Aparte de los músicos de sesión habituales que le acompañan, encontramos algunos nombres ilustres de invitados como Gustavo Cerati, Pedro Aznar o Andrés Calamaro.

 

Pero lo más importante es que García sigue estando inspirado a la hora de componer aunque eche la mirada atrás. Una de las canciones que más pronto recuerdan a su citado mejor álbum es ‘Reloj de plastilina’, donde la pegadiza melodía de teclado podría pasar por una de los primeros Depeche Mode. Pero la canción va creciéndose conforme avanza y el diverso apartado vocal es puro Charly, incluyendo un delicioso puente acompañado de vientos. A destacar también su letra de nostalgia sentimental. La influencia de la música barroca envuelve por completo otra joya de emoción de Charly bajo el título de ‘De mí’, donde aúna humildad y expresividad. El tema que da título al álbum es más ambiental y en ese aspecto triunfa con su cuidada elaboración y arreglos, pero le hubiera faltado alguna melodía con gancho para haber salido completamente triunfante. Cabe destacar la coda instrumental (con coros) en un estilo similar al Peter Gabriel de 1980.

 

El ritmo de ‘Gato de metal’ suena al principio a variación ralentizada de ‘Owner Of A Lonely Heart’ de Yes, pero en cualquier caso es una canción aburrida con sonido de los ochenta donde García parece desahogarse un poco. García vuelve a ralentizarse en ‘Siempre puedes olvidar’ y esto refleja que los golpeos fuertes de percusión no son una buena opción para los temas más introspectivos, de tal manera que deja la sensación de que se podría haber obtenido algo mejor, sobre todo cuando llegamos al clímax vocal de la canción en la recta final. Más adelante se desliza peligrosamente hacia la canción ligera de estribillo ostentoso y sentimentaloide en ‘Sólo un poquito no más’, pero introduce algunos detalles para que no parezca una canción de festival musical rancio.

 

El jocoso título de ‘No te mueras en mi casa’ (compuesta junto a Cerati y Aznar, quienes también tocan en ella) ya nos previene de su letra humorística, todo bajo un marcado ritmo que va tomando forma paulatinamente, desde la complejidad hasta lo más sencillo. Por otra parte, el funk con trompetas que tanto le gustaba a Charly reaparece aquí en ‘Curitas’, ejecutado con gusto y seriedad como siempre y marcando ejemplo de cómo debe hacerse. No ocurre lo mismo cuando lo decelera todo en ‘La canción del indeciso’, pues consigue justo el efecto contrario y la canción se vuelve demasiado larga para durar tan solo tres minutos. La versión traducida al castellano de ‘I'll Feel a Whole Lot Better’ de The Byrds, titulada como ‘Me siento mucho mejor’, suena amena y Charly consigue acoplar bien la nueva fonética a la estructura original. Obviamente no puede desbancar a la composición original de Gene Clark, pero queda como una notable versión con sonido actualizado, pues aplicar un mayor énfasis en el ritmo sirve para potenciar sus gloriosas melodías.

 

¿Cómo interpretar la elección de Charly de interpretar el himno nacional argentino? En Argentina acababa de ganar las elecciones Carlos Menem, todavía con sus frondosas patillas proletarias, y quizá Charly acogía con recelo la idea de que el nuevo peronismo abrazara las directrices de Estados Unidos cuando en ese país se había proclamado el capitalismo más salvaje al desregularizar los mercados financieros. El caso es que esta versión del himno queda entre lo más flojo del álbum. La polémica estaba servida y quizá eso sirviera también de acicate para un suceso que tuvo lugar en el mes de diciembre, en uno de los conciertos de presentación del disco, cuando un fan loco subió al escenario y encañonó a Charly con una pistola que luego resultó ser de juguete. De ahí que con su humor particular exclamara luego ante el atónito público: “Soy el John Lennon del subdesarrollo”.

 

Tras este álbum volvería a quedar aparcada momentáneamente la carrera en solitario de Charly García para unirse nuevamente a Pedro Aznar y luego para resucitar a Serú Girán. A partir de ahora la originalidad irá en decaimiento aunque siempre quedarán trazas de la grandeza de Charly. Como suele decirse: quien tuvo, retuvo. Aunque el siguiente proyecto será un verdadero traspiés en lo musical.

RADIO PINTI

Año de publicación: 1991

Puntuación:  ???

1) Rap de la educación; 2) Salsa de la integración; 3) El cantapintiño; 4) Último rap en Buenos Aires (qué tendrá Argentina); 5) Dance, Pinti, dance (Baila que ti fa bene).

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Llegamos aquí a un inciso dentro de la discografía de Charly García, puesto que no se puede considerar como una obra musical, sino como un divertimento dirigido más bien a los seguidores del humorista Enrique Pinti. A priori parece que este álbum puede ser algo importante porque reunía de nuevo a Charly con Pedro Aznar, quienes habían dejado buenas sensaciones unos años antes en Tango. Pero no, aquí estos dos amigos no dedican mucho esfuerzo (pues simultáneamente estaban con la grabación de Tango 4, que era su proyecto en serio), sino que se limitan a crear una base musical programada a base de sintetizadores para que el citado humorista suelte toda su verborrea a una velocidad vertiginosa.

 

Precisamente las letras están escritas por Pinti, quien se erige como único protagonista, pues aquí no escucharemos ninguna melodía de piano o línea de bajo que sugiera otra cosa diferente a una escasa implicación de García y Aznar en la práctica. Como si hubieran dedicado tiempo únicamente a programar unos ritmos y darle a las teclas de play y loop. Ellos escriben la letra de ‘El cantapintiño’, que está interpretada por un grupo de hip-hop, ni siquiera por ellos aunque aquí la diferencia no se hubiera notado.

 

En resumen, para quienes no sean de Argentina ni conozcan a Enrique Pinti, este álbum solo podrá interesar a quienes conozcan la realidad social de este país, especialmente en el período en el cual fue publicado, que es cuando recientemente había comenzado la presidencia de Menem, cuyas patillas originales acabarían tan recortadas como la propia economía argentina, una economía que acabará secuestrada por los intereses económicos de los Estados Unidos bajo el auspicio del FMI. La historia de siempre para que el dinero siga moviéndose en la misma dirección. Pero en la discografía de Charly García este álbum ni siquiera puede considerarse como música, sino como un entretenimiento en el que tanto Pedro Aznar como él se lo pasarían en grande mientras grababan Tango 4 al mismo tiempo.

TANGO 4

Año de publicación: 1991

Puntuación:

1) Tu amor; 2) Mientes; 3) Vampiro; 4) Rompan todo; 5) Mala señal; 6) 30 denarios;

7) Sólo Dios sabe; 8) Cucamonga Dance; 9) Diana; 10) Happy and real;

[BONUS TRACKS:] 11) Vampiro (instrumental); 12) Diana (instrumental);

13) Sólo Dios sabe (instrumental).

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No sabemos hasta qué punto Radio Pinti descentró a Charly García y Pedro Aznar respecto al proyecto más serio que llevaban entre manos, pero sí que Tango 4 es una decepción en comparación con aquel primer Tango que nos había dejado con ganas de más. Si en aquella primera colaboración se apreciaba el entusiasmo que habían puesto ambos para realizar algo relevante, en esta continuación nos dejan la sensación de que se lo están pasando bien la mayor parte del tiempo, tocando música ligera, haciendo versiones y juntando sus voces como si fueran los Pecos.

 

Tras la indiferencia que transmite ‘Tu amor’, a pesar de su voluntarioso estribillo y que Charly y Pedro se van alternando para cantar, es mediante la adictiva melodía de bajo de ‘Mientes’ y su pegadiza parte vocal que de verdad entramos de nuevo en el mundo musical de estos dos amigos, o dicho de otra manera, en lo que esperamos encontrar de la conjunción de estas dos mentes pensantes. ‘Mala señal’ es una discreta y olvidable balada, mientras que ‘Vampiro’ suena a típica balada pop, pero al menos está ejecutada con gusto y añaden un par de interesantes melodías con los sintetizadores, aparte de que acaba tomando fuerza en la coda.

 

Como cantante invitado aparece un pionero del rock argentino, Sandro, en la versión de ‘Rompan todo’, tema que perteneció a un grupo uruguayo pionero también del rock en América Latina, Los Shakers. La importancia de esa canción ha quedado bien plasmada al ser empleada como título de una serie documental sobre el nacimiento y evolución del rock desde México hasta el Cabo de Hornos. En un rock más clásico se desenvuelve también el humor desenfrenado que aparece en ‘Cucamonga Dance’, si bien es un humor en el que cuesta entrar y por ello queda entre lo más flojo del álbum. Pero peor aún resulta ese bodrio titulado ‘Happy and real’, un intento de canción espiritual que acaba sonando repetitiva y soporífera y que contiene una letra vergonzosa en inglés.

 

La versión traducida como ‘Sólo Dios sabe’ de ‘God Only Knows’, de los Beach Boys, es musicalmente notable pero líricamente demasiado edulcorada. Al menos salen airosos con la imitación de los juegos de voces originales. El gusto por The Byrds, que ya había llevado a Charly a grabar alguna versión previamente, les lleva a componer ‘Diana’ en un estilo muy de los años sesenta que incluso nos hará pensar en ‘Ticket To Ride’ de The Beatles por su marcada percusión y la predilección por las voces corales.

 

Sorprende escuchar la letra en inglés en el comienzo de ‘30 denarios’ y no es una buena decisión porque parecen dos aprendices practicando para un examen oral. Afortunadamente son solo los primeros versos porque luego se pasan al castellano y además se acompañan de un llamativo entramado instrumental donde nos cuelan algunas interesantes melodías. Todo este desconcierto es lo que ejemplifica en global este álbum, un batiburrillo de ideas donde parece que todo valía mientras fuera idea de alguno de los dos. Pero es poco probable que ambos estuvieran de acuerdo en algunas decisiones. Y está bien que se lo pasen bien juntos, pero no a costa de ofrecer un producto que no llega al nivel cualitativo que cabría esperar de la unión de estas dos mentes pensantes.

(Por Serú Girán)

SERÚ '92

Año de publicación: 1992 

Puntuación:

1) Queen Elizabeth; 2) Mundo agradable; 3) No puedo dejar; 4) Ese tren;

5) A cada hombre, a cada mujer; 6) Hundiendo el Titanic; 7) Transformación;

8) Déjame entrar; 9) Nos veremos otra vez; 10) Si me das tu amor;

11) Muévete al hablar.

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Tanto tiempo había pasado junta la mitad de Serú Girán (García y Aznar) que finalmente acabaron volviendo todos para el ansiado retorno de un grupo que en Argentina era muy querido. Aparte, fue muy democrático el retorno porque todos participan en la escritura, aunque el baterista Moro con menor peso. Pero Aznar sí que aporta más composiciones de lo que era habitual en la primera etapa de la banda, lo cual es una buena señal de la camaradería reinante. Así pues, todos ponen de su parte para que este álbum no sea un mero ejercicio de nostalgia, sino el producto de una banda que volvía a reunirse para demostrar su valía en conjunto.

 

Charly tiene el honor de abrir el nuevo álbum con una composición suya, ‘Queen Elizabeth’, una notable pieza instrumental que rememora el pasado de rock progresivo que habían compartido estos músicos. García aporta también la pieza más seria y más larga (casi siete minutos) de todo el disco, ‘Transformación’, que al final se acaba quedando en mucha ambientación envolvente pero poca sustancia. Junto a Aznar nos ofrece también un suave y atractivo ritmo de corte funk en ‘No puedo dejar’. Rememoran a los Byrds de los primeros años en la vibrante ‘Si me das tu amor’, cuyo sonido de guitarra contiene restos de psicodelia, mientras que ‘Déjame entrar’ cuenta con un notable estribillo de entusiasmo pop.

 

Muy emotivo se nos muestra Lebón cantando en ‘Mundo agradable’, aunque el estribillo acaba rozando lo lacrimógeno de manera gratuita. Lo que sí cabría destacar es el solo de guitarra del tramo final, de honda emoción que transmite mucho mejor que el apartado vocal. ‘Ese tren’ es un pop dinámico y entretenido cuyo único momento original es en su emocionante puente adornado por los coros: “Y que nadie nunca pare su andar / Y sigamos ese tren / ¡Cómo quiero alcanzarte!”. En una reunión de este tipo no pueden faltar temas de relleno entretenidos como ‘Hundiendo el Titanic’ y otros que dejan completamente indiferente como ‘Nos veremos otra vez’. La balada ‘A cada hombre, a cada mujer’ también es bastante convencional, aunque se ha de reconocer la originalidad del estribillo con ese “Uno y uno y uno en uno…”.

 

Para el final nos dejan el único tema compuesto por los cuatro miembros de Serú Girán, ‘Muévete al hablar’, del que esperamos que vaya a ser una composición emocionante donde los colegas lo den todo, pero se queda todo en una balada letárgica que se vuelve eterna y no parece acabar nunca. Hasta parece que Lebón acaba desafinando un poco al cantar. Podría hasta ser un final simbólico que nos mostraba a un grupo menos unido de lo que se pensaba y que quizá por ello ya no tuvo más continuidad tras este álbum y el correspondiente directo que publicaron a continuación.

(Por Serú Girán)

EN VIVO

Año de publicación: 1993 

Puntuación:

CD I: 1) Seminare; 2) Serú Girán; 3) El mendigo en el andén; 4) Mientes;

5) Dos edificios dorados; 6) Perro andaluz; 7) Encuentro con el diablo; 8) Seminare;

9) Peperina; 10) Cuánto tiempo más llevará; 11) Cinema verité.

CD II: 1) Set acústico; 2) San Francisco y el lobo; 3) A cada hombre, a cada mujer; 4) En la vereda del sol; 5) No puedo dejar; 6) Esperando nacer; 7) Si me das tu amor; 8) Popotitos; 9) Mundo agradable; 10) Eiti Leda.

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No podía faltar una gira para rentabilizar la reunión de Serú Girán, como tampoco la grabación de un álbum en directo, en este caso un concierto que tuvo lugar en el estadio de fútbol del River Plate, no se sabe si por criterios de aforo o futbolísticos. De Serú '92 solo incluyen cuatro temas, pues en el repertorio realizan un repaso a toda su discografía, que en realidad es lo que querría escuchar el público asistente al tratarse de un ejercicio de nostalgia. En cualquier caso, lo que queda claro tras escuchar este concierto es por qué se volvieron a disolver, esta vez para siempre. No se aprecia compenetración entre los músicos ni que estén disfrutando, sino simplemente tocando de manera profesional y sin emoción, como si estuvieran cumpliendo una obligación contractual (lo cual sería la pura realidad).

 

Cuando transmiten tan poco, el alcance de este concierto no puede ir mucho más allá de los fans del grupo. Aznar pone algo de entusiasmo al cantar en ‘Mientes’ y al menos ahí demuestra algo de esfuerzo. Por el contrario, la voz de Charly deja mucho que desear en ‘Eiti Leda’ y tampoco se luce precisamente a lo largo de la actuación, si bien consigue notables logros como la ambientación bien reproducida respecto a la versión de estudio de ‘No puedo dejar’. La canción de Lebón ‘Dos edificios dorados’ ya la conocíamos de aquel injustamente olvidado álbum en directo de Charly titulado Música del alma y aquí vuelve a ser uno de los temas destacados.

 

El llamado ‘Set acústico’ es la interpretación de varias piezas en formato acústico que aun así pasan bastante desapercibidas, si bien la última de ellas (‘San Francisco y el lobo’) es en formato eléctrico con la banda al completo. Algunas de estas piezas acústicas ni siquiera son de Serú Girán, sino de los miembros del grupo en sus respectivas carreras en solitario. Esto es lo único que podría resultar novedoso en este álbum, pero resulta completamente irrelevante cuando ya se ha escuchado varias veces. De hecho, no hay nada aquí que se pueda preferir a los equivalentes de estudio y este concierto queda superfluo, dirigido a fans. Llegamos aquí, de esta manera, al punto final de un grupo que juntó a varios músicos importantes de Argentina y que estaba condenado a no poder proseguir más allá por la disparidad artística de sus componentes.

2022

LA HIJA DE LA LÁGRIMA

Año de publicación: 1994

Puntuación:

1) Overture; 2) Víctima; 3) Jaco y Chofi; 4) Atlantis; 5) La sal no sala; 6) Chipi Chipi;

7) Calle (Taxi); 8) Love is love; 9) Tema de amor; 10) Fax U; 11) Lament;

12) Intermedio; 13) Workin' in the morning; 14) Waitin'; 15) Kurosawa; 16) Chiquilín; 17) Andan (Excerpt); 18) James Brown; 19) Intraterreno; 20) No sugar; 21) Atlantis; 22) Locomotion; 23) Andan (Complete).

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2022

Llegó el momento para Charly García de hacer algo a lo grande y la elección fue esta obra estructurada como una ópera-rock. Y decimos estructurada solamente porque los títulos de ‘Overture’ e ‘Intermedio’ son bastante clarificadores en ese sentido, pero no se aprecia ningún desarrollo narrativo ni ninguna historia concreta a lo largo de la obra para que sea en realidad una ópera. Representa más bien la ilusión de García por realizar una obra extensa y compensada como algunos de sus grandes ídolos anglosajones habían intentado en alguna ocasión.

 

Tarda en arrancar la ‘Overture’ como inicio de la obra, pero nos presenta unas memorables melodías envueltas en épica y grandiosidad casi sinfónica, pues toda ópera debe impactar de alguna manera desde el principio. Lo que abundará a lo largo del álbum son los temas instrumentales, lo cual incide en la impresión de que faltó idear una historia para que pudiéramos hablar de ópera. Eso sí, encontramos una gran variedad, sea en clave de rápido funk (‘Calle (Taxi)’, la obvia ‘James Brown’), de inspiración medieval (‘Tema de amor’), lamentos acústicos que podrían haberse desarrollado más (‘Lament’) u otro tema en tono épico-futurista (‘Intraterreno’). ‘Atlantis’ es más flojo por ser de corte ambiental, aunque hacia el final lo desarrolla un poco más bajo el título de ‘Atlantis 2’. El impecable trabajo en el bajo consigue que ‘Jaco y Chofi’ quede entre lo destacado del álbum. Al final de esta pieza podemos escuchar brevemente a Charly cantando la famosa canción ‘The Loco-Motion’ de 1962, de la cual escucharemos la versión completa casi al final del álbum bajo el título de ‘Locomotion’, un relleno sin más.

 

A pesar de su título en inglés, ‘Workin' in the morning’ está cantada en castellano y es una breve y pegadiza pieza de rock donde todavía nos sorprende en los últimos quince segundos con un giro melódico cuando ya pensamos que lo hemos escuchado todo. A continuación llega otro título en inglés, ‘Waitin'’, que es el polo opuesto porque se trata de una canción lenta e intimista con algunos detalles interesantes que se pueden pasar por alto si se acaba perdiendo la atención, que es lo más fácil en una composición de este estilo. En un estilo de rock clásico típico de los cantautores (como hacía por aquellos años Joaquín Sabina en España) encontramos aquí ‘La sal no sala’, demasiado repetitiva y con un estribillo poco inspirado que nos hace recordar más a Fito Páez que a Charly García. Tampoco posee nada característico de Charly, más allá de la voz (obviamente), la exitosa ‘Chipi Chipi’, una canción introspectiva que busca una evidente comercialidad muy contradictoria con ese tono intimista. Pero el García más rockero aparece muy pocas veces, aunque al menos nos deja el llamativo ‘No Sugar’, de sorprendente intermedio salsero. También llama mucho la atención ‘Víctima’ por sus pegadizas melodías, aunque en realidad es como una reescritura ralentizada de ‘Hablando a tu corazón’, la canción de Tango. Pero vale la pena escucharla, sobre todo el emocionante intermedio instrumental.

 

El título de ‘Kurosawa’ decepcionará a los cinéfilos porque la letra no contiene ninguna referencia al director japonés de mismo nombre, pero encantará a los melómanos por su memorable y emotiva melodía principal, la sensible parte vocal, aparte de su cuidada estructura y unos excepcionales arreglos donde cada instrumento aporta algo de interés. En el intermedio instrumental la guitarra acústica sí que está tocada emulando la música tradicional japonesa, como guiño al título aunque este en realidad está dedicado a un amigo fotógrafo de apellido similar. El último medio minuto se obceca demasiado en prolongar el tono ambiental, pero tampoco supone mayor problema. Volverá a deleitarnos con destellos de genialidad en ‘Andan’, pues la sensacional melodía de piano que introduce es uno de esos detalles que nos recuerdan la grandeza de Charly García en una composición que aúna ambientación, introspección y melodía. En el polo opuesto, demasiadas vueltas le da a los juegos de palabras para pretender que la aburrida ‘Fax U’ pueda tener algún interés más allá de su título, cuando aparte sus melodías vocales no son nada originales y el estribillo no puede quedar más forzado.

 

Aparte de lanzarse al mundo de las baladas ostentosas en ‘Love Is Love’, en el ‘Intermedio’ orquestal parece que se esté replicando la estructura del entramado musical de ‘Old Friends’ de Simon & Garfunkel. Mucho más evidente es el sonido de los primeros The Byrds que consigue en ‘Chiquilín’, una de las canciones más pegadizas del álbum, un álbum que en total representa casi setenta minutos de música con sus aciertos y errores. Como los aciertos representan una mayor proporción respecto a los errores, en global podemos afirmar que se trata de una notable obra de Charly García, si bien tarda un poco en crecer en la mente del oyente debido a su extensa duración.

ESTABA EN LLAMAS CUANDO ME ACOSTÉ

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) There's A Place; 2) You Keep Me Hanging On; 3) Positively 4th Street;

4) Mellow Yellow; 5) Ticket To Ride; 6) Little Wing; 7) 15 Forever;

8) Build Me Up Buttercup; 9) Sweet Dreams; 10) Sittin' On The Dock Of The Bay;

11) Fever; 12) Sympathy For The Devil; 13) Te recuerdo invierno.

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Como no tenía nada mejor que hacer, Charly García se inventó el nombre de Casandra Lange para un grupo que formó con varios músicos donde él seguía siendo el líder indiscutible. Este grupo se fue de gira y de esos conciertos se publicó el presente álbum, dando muestra de un repertorio conformado a base de versiones y tan solo dos composiciones nuevas originales. Echando un vistazo a los títulos, muy pronto observamos que no faltan algunos de los grandes nombres del rock y que tanto influenciaron la carrera musical de Charly.

 

Como no puede ser menos, de los Beatles encontramos dos temas, siendo uno la versión reposada de ‘There's A Place’ (una de las cancones predilectas de García), donde la percusión anima un poco aunque Charly también busca su momento de floritura con el teclado y sabe aprovechar la bella melodía original para el inciso instrumental. El otro tema es la versión en clave de blues-rock de ‘Ticket To Ride’, un movimiento arriesgado que les sale bien por el sonido consistente que obtienen, pues las melodías tampoco pierden demasiado con el cambio de entonación. Todavía más arriesgado, lo que sería el equivalente de estar en el trapecio sin red, es tocar ‘Little Wing’ de Jimi Hendrix, pues todo el mundo está pendiente de lo que hará el guitarrista correspondiente. Pero la parte de guitarra sale airosa, ayudada por el relevo del teclado, aunque obviamente no puede compararse a otras gloriosas interpretaciones como las de Eric Clapton.

 

Para un grupo hispanoamericano, parece natural realizar una versión de algo tan latino como ‘Sympathy For The Devil’ y les sale bastante bien, aunque luego acaba abruptamente y parece que hacen un copia-pega con un fragmento de guitarra de ‘Little Wing’ y luego con un desarrollo instrumental placentero pero que nada tiene que ver con la canción de los Rolling Stones. En algún momento cantan: “Pleased to meet you, I'm Casandra Lange”, porque Casandra Lange es el nombre que se puso este grupo de músicos donde estaba Charly como cabeza visible. Las dos composiciones originales que encontraremos en el repertorio son: ‘Te recuerdo invierno’, una sencilla balada de agradables melodías donde solo escucharemos la voz de Charly con una guitarra eléctrica de acompañamiento; y el instrumental ‘15 Forever’ transmite una solemnidad que denota la grandeza de García, un artista que ya había dejado atrás su apogeo pero que todavía conservaba algo de su genialidad.

 

Siguiendo con las versiones, resulta entretenido escucharlas por comprobar las variaciones que realizan estos músicos. Sin embargo, lo único peculiar que tiene ‘Positively 4th Street’ es que el cantante imita bastante bien a Bob Dylan, mientras que ‘Build Me Up Buttercup’ o ‘Fever’ solo sirven para rellenar espacio de los conciertos con algo ameno y de poca dificultad. Demasiado desenfadada y nada armonizada se nos presenta la interpretación de ‘Mellow Yellow’ de Donovan, que además acaba resultando repetitiva y tediosa. Lo peor del álbum. La versión más sorprendente es la de ‘Sweet Dreams’ de Eurythmics, que sin embargo queda destrozada por un apartado vocal deficiente mientras que el componente instrumental deja la impresión de estar poco conjuntado.

 

Aunque al principio parece una versión robotizada, conforme avanza ‘You Keep Me Hanging On’ se queda como una versión modernizada (obviamente más cercana a Vanilla Fudge que a las Supremes) donde se palpa el entusiasmo especial de los músicos. Cabe decir también que les sale bien el silbido en ‘Sittin' On The Dock Of The Bay’ de Otis Redding. En definitiva, se trata de un álbum entretenido pero que ocupa un lugar menor en la discografía del argentino, pero está realizado con esfuerzo y dignidad, no como un mero pasatiempo, lo cual ya es suficiente para que no suponga una pérdida de tiempo.

2023

HELLO!

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Yendo de la cama al living; 2) Rezo por vos; 3) Fanky; 4) Pasajera en trance;

5) Serú Girán medley (Serú Girán/Eiti Leda/Viernes 3 AM); 6) Cerca de la revolución;

7) Promesas sobre el bidet; 8) No soy un extraño; 9) Los dinosaurios; 10) Chipi Chipi; 11) La sal no sala; 12) Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal);

13) Ojos de videotape; 14) Demoliendo hoteles; 15) Fifteen forever.

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2023

Continuamos en el mismo año y con música en directo, pero esta vez bajo el auspicio de la cadena MTV y su serie de conciertos Unplugged. Los músicos siguen siendo básicamente los mismos que estaban actuando bajo el nombre de Casandra Lange y todos ellos se fueron a Miami para esta grabación que nos ofrece una nueva perspectiva de algunas de las canciones de Charly García. Realiza un repaso de su trayectoria hasta ese momento, acordándose incluso de su etapa en Serú Girán para interpretar un relajado medley de canciones.

 

La prominente batería de ‘Yendo de la cama al living’ ya nos avisa de que no estamos ante el típico concierto apacible que solemos encontrarnos bajo el formato unplugged. Aquí se permiten algunas licencias para impactar en algunos momentos, pero en general se mantienen en un tono relajado y eso permite disfrutar de algunas de las grandes composiciones de Charly García. Las concesiones a la galería del funky que suena forzado en ‘Fanky’ y la sencilla ‘Chipi Chipi’ (que Charly anuncia como una “canción profunda” con su humor peculiar) donde se parece más bien Fito Páez, son lo menos interesante de esta actuación, que en general deja una buena impresión. Ese humor aparecerá en otros momentos como cuando nombra a Casandra Lange, el grupo que había creado recientemente, y presenta ese nombre diciendo que es su prima antes de tocar el instrumental ‘Fifteen Forever’.

 

En formato acústico, ‘Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)’ pierde mucho de su impacto y no acaba de convencer esa sucesión de voces en el estribillo, como tampoco puede ser lo mismo una canción originalmente tan rabiosa como ‘Demoliendo hoteles’. Son los daños colaterales de un concierto acústico. Por el contrario, sabe extraer todo el potencial melódico de la gran composición ‘Pasajera en trance’, perteneciente a la colaboración Tango con Pedro Aznar, pues originalmente estaba enfundada en una tarea de producción algo más sintética, pero con los instrumentos en vivo aquí suena genial y más humana. También pueden destacarse detalles curiosos como el empleo del acordeón en ‘No soy un extraño’, aunque no es necesario fijarse en nada en especial para disfrutar de una buena selección del cancionero de Charly García, interpretada con gusto y emoción, que es lo ideal para cualquier concierto.

(Por Sui Generis)

ADIÓS SUI GENERIS VOLUMEN III

Puntuación:

Año de publicación: 1996

1) Cuando ya me empiece a quedar solo; 2) Nena; 3) Bubulina;

4) Fabricante de mentiras; 5) El fantasma de Canterville;

6) ¿Para quién canto yo entonces?.

De las grabaciones sobrantes respecto a lo que salió publicado en 1975 entre los conciertos de despedida de Sui Generis, se publicó este tercer volumen que apenas supera la media hora de duración. La nostalgia y las ganas de hacer caja se unieron una vez más. La mayoría de temas aquí incluidos eran entonces inéditos pero, a lo largo de los siguientes años, acabarían grabándose en los diferentes proyectos que siguieron Charly y Nito tanto de manera conjunta como cuando sus carreras divergieron definitivamente. Así, ‘Nena’ será recuperada para ser mejorada por Serú Girán bajo el título de ‘Eiti Leda’ y ‘Bubulina’ será retomada por La Máquina de Hacer Pájaros. En cambio, la discreta ‘Fabricante de mentiras’ no sería rescatada nunca por Charly, sino por un grupo formado por Nito Mestre. Esto se entiende porque es un tema folk sin mayor relevancia, donde al final parecen emular una versión edulcorada de Crosby, Stills & Nash. Y el camino de García fue bastante diferente a eso.

 

Podemos escuchar cómo presentan el proyecto de PorSuiGieco ante el público e interpretan un futuro tema de esa colaboración, ‘El fantasma de Canterville’, llevada por el teclado de Charly durante la mayor parte del tiempo hasta la entrada final del acompañamiento rítmico. Así pues, las únicas canciones que por entonces eran conocidas por pertenecer a los álbumes de Sui Generis son la primera y la última del disco, ambas ejecutadas con la exquisitez vocal esperada. A destacar la bella introducción de teclado de ‘Cuando ya me empiece a quedar solo’, recreando perfectamente su ambientación intimista donde luego se cuela el delicado apartado vocal que fluye a través de unas emotivas melodías, todo marca de la casa del dúo.

 

En cualquier caso, no se trata de unas grabaciones esenciales ni aportan nada al legado de Sui Generis. El sonido de rock progresivo no alcanza la excelencia deseada porque los medios técnicos tampoco serían los mejores, así que este álbum complementario está destinado a coleccionistas y/o nostálgicos. Y bueno, al menos puede escucharse con gusto para quien se lo encuentre por casualidad.

SAY NO MORE

Año de publicación: 1996

Puntuación:

1) Estaba en llamas cuando me acosté; 2) Vemos; 3) Canciones de jirafas;

4) Necesito un gol; 5) Alguien en el mundo piensa en mí; 6) Constant concept;

7) Say no more; 8) Cuchillos; 9) A1; 10) Plan 9; 11) Casa vacía; 12) Podrías entender; 13) Intuición; 14) La vanguardia es así.

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En los últimos años la carrera de Charly García parecía no tener un rumbo definido (resurreción de Serú Girán, ópera-rock, versiones, concierto acústico) y este nuevo álbum nos muestra ese desconcierto que inundaba la vida del argentino, de tal manera que le sale un disco ecléctico fruto no de la voluntad de hacerlo así, sino como consecuencia de vivir en un desorden artístico continuado. No es esa la impresión que da si se miran los créditos del álbum y se ve la cantidad de gente participante, como en cualquier producción destacada de una casa discográfica. Esto no son las grabaciones erráticas de Syd Barrett en solitario, así que Say No More se trata de un álbum meditado y trabajado, pero sin rumbo. Lo caracteriza también que hay muchas piezas instrumentales, como si el compositor no estuviera para escribir versos.

 

Empieza el disco con la canción que había proporcionado el título pero no aparecía en el concierto publicado el año anterior. Por desgracia, ‘Estaba en llamas cuando me acosté’ no comienza nada bien, con demasiados ruidos gratuitos y voces susurrantes. Hacia la mitad de repente se convierte en un collage musical donde se puede reconocer la percusión final de ‘Strawberry Fields Forever’ de los Beatles. Esto ya nos marca una experimentación que raya más bien en la divagación, tocando demasiadas vertientes musicales. Así, nos encontraremos notables piezas orquestales donde se aúnan disonancias y melodías, sea de manera instrumental en ‘Constant Concept’ o con letra en ‘Say No More’. Se cambia al trip-hop en ‘Cuchillos’, pero en vez de interesante le sale aburrido y cuando busca algo más movido como el instrumental ‘Plan 9’, pues tampoco convence. Algo más interesante resulta el instrumental ‘La vanguardia es así’, pero se olvida rápidamente conforme acaba.

 

Todavía puede discernirse algo del talento de García en las melodías y giros de ‘Canciones de jirafas’, pero el apartado vocal no está a la altura, mientras que las pocas ideas interesantes de ‘Podrías entender’ quedan diluidas en seis interminables minutos que nos hacen perder la fe en Charly. En el extraño instrumental ‘A1’ parece que esté rememorando a los Pink Floyd de More (lo cual sería un guiño inesperado con el título del presente álbum). En cambio, el tono inquietante pero rítmico de ‘Casa vacía’ y su canto casi susurrado nos hacen recordar a los Rolling Stones de finales de los setenta, pero en su buena acepción. Por otra parte, ‘Alguien en el mundo piensa en mí’ es una alegre canción acústica ideal para cantar con el público, mientras que ‘Vemos’ no es más que un breve inciso de música eclesiástica de órgano.

 

Se junta con un futbolero como Andrés Calamaro, quien por entonces iba a proseguir su carrera en solitario tras la disolución de Los Rodríguez, para grabar la convencional ‘Necesito un gol’, a la cual añaden algunas voces aleatorias que a los españoles no nos dicen nada, si es que poseen algún sentido concreto. Esta colaboración podría pasar por el intento de tener algo llamativo para el gran público y darle algo de tirón comercial, aparte de los citados temas donde muestra un propósito similar, pero Say No More queda como una decepción y el resultado del estado en que se encontraba Charly García en esos momentos, ya lejos de su mejor época y sin posibilidad de mejorar demasiado.

2024

ALTA FIDELIDAD

Año de publicación: 1997

Puntuación:

1) Cuchillos; 2) Promesas sobre el bidet; 3) Rezo por vos; 4) Cómo mata el viento norte; 5) Cuando ya me empiece a quedar solo; 6) Hablando a tu corazón;

7) Los sobrevivientes; 8) El tuerto y los ciegos; 9) De mí; 10) Cerca de la revolución;

11) Siempre puedes olvidar; 12) Plateado sobre plateado (Huellas en el mar).

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2024

Como la imprevisibilidad y originalidad de Charly García en el apartado compositivo se estaba desvaneciendo, su siguiente paso imprevisible fue aliarse con la cantante folklórica Mercedes Sosa, toda una institución del folklore latinoamericano, y regrabar canciones del conjunto de su carrera para que ella las cantara. Antes de proseguir, cabe distinguir el término “cantante folklórica” de lo que entendemos habitualmente en España porque la reivindicación de la tradición y las raíces en América tiene un significado político debido a la marginalidad en la que se dejó la cultura propia en favor de la de los conquistadores. Y en países donde hay dictaduras ese tipo de música reivindicativa es perseguida o, cuando menos, vigilada. Charly García ya había colaborado previamente con Mercedes Sosa cuando regrabaron ‘Inconsciente Colectivo’ para el recopilatorio Oro de 1995 y ambos quedarían satisfechos cuando repitieron la experiencia, ahora en un álbum completo.

 

Prácticamente todas las regrabaciones presentan aspectos novedosos, aparte de la cantante, pero sin cambios significativos en lo esencial. García tampoco tiene problema en hacer una panorámica seleccionando canciones de los setenta, antes de lanzarse en solitario. Es por ello que escucharemos aquí versiones de ‘Cómo mata el viento norte’ de La Máquina de hacer Pájaros, o de ‘Cuando ya me empiece a quedar solo’ y ‘El tuerto y los ciegos’ (transformada en una danza andina) de Sui Generis. De Serú Girán interpretan ‘Los sobrevivientes’ en modo de teatro musical, que es uno de esos momentos donde la personalidad de Mercedes Sosa salva lo que podría haber sido un batacazo de versión.

 

Respecto al cancionero en solitario de Charly, nadie podría imaginarse a Mercedes Sosa cantando ‘Nos siguen pegando abajo’, así que la selección debía ser cuidadosa. Sin embargo, la primera canción es una de las que menos convencen, ‘Cuchillos’, pues hasta la voz de Mercedes no parece encajar en el conjunto ni en la línea melódica. también desaliente comprobar cómo la regrabación recargada de ritmos de ‘De mí’ acaba vulgarizando la canción porque también se difuminan los momentos de clímax musical, por mucho que aparezca el propio Charly en los coros. Tampoco convence mucho la transformación de ‘Plateado sobre plateado (huellas en el mar)’ en un lento jazz trasnochado, con el saxofón predominando sobre el resto de instrumentos.

 

Algunos elementos nuevos son inocuos, como lo que parece un bandoneón en ‘Promesas sobre el bidet’, como tampoco tiene mucho sentido alargar ‘Cerca de la revolución’ hasta los siete minutos, aunque resulta entretenida la coda a pesar de la guitarra algo genérica que introduce. La canción que justifica la participación de Mercedes Sosa es ‘Siempre puedes olvidar’, pues es ella quien consigue extraer toda la carga emocional del apartado vocal, aparte de que instrumentalmente se reproduce la ambientación perfecta que desemboca en una tormenta eléctrica de guitarra. Y bueno, el teclado de García suena sencillo pero muy emotivo también, completando la experiencia que supone esta canción.

 

En general se trata de un álbum al mismo tiempo prescindible pero interesante de descubrir, puesto que el carisma de Mercedes Sosa dota de una nueva vida a las canciones. Aparte, los cambios en los arreglos, a pesar de no tener sentido en algunos casos, sirven para revisar algunas canciones antiguas desde una perspectiva diferente y los resultados en general no están mal. En definitiva, Alta Fidelidad no debe ser el punto de partida para alguien que comience a descubrir a Charly García, pero sí una parada interesante para la persona conocedora de su obra.

EL AGUANTE

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) El aguante; 2) Kill my mother; 3) Pedro trabaja en el cine; 4) No estaría mal;

5) Soldado de lata; 6) Correte Beethoven; 7) Tu arma en el sur; 8) Dos edificios dorados; 9) Uno a uno; 10) Lo que ves es lo que hay (Todo el mundo quiere olvidar).

El caos y desconcierto en que se había sumido la carrera de Charly García presenta aquí otro ejemplo evidente de que algo contraproducente estaba ocurriéndole al argentino. Ya no era el de antes, los años le pasaban factura y las ideas cada vez escaseaban más. Aquí la solución que encuentra a sus problemas para componer es echar mano de versiones de canciones ajenas, pero con la desacertada idea de crear una letra en castellano. Hacer una traducción era poco viable porque el bueno de Charly tampoco había estudiado la carrera de Interpretación y Traducción para ello, así que más o menos se inventa las letras para salir del paso fonéticamente hablando. ¿Por qué no las cantó con su letra original? Pues él sabrá, aunque tampoco hubiera cambiado mucho la sensación final que transmite de estancamiento creativo.

 

Es curioso que la única canción con título en inglés no sea una versión, sino una composición propia que busca la provocación en su título como reclamo. La única virtud que posee ‘Kill my mother’ es su ambientación, pues las melodías son casi inexistentes y la letra en inglés horrorosa. Y esto no es por escribir en una lengua diferente a la materna, porque las traducciones al castellano de las versiones incluidas dejan bastante que desear también. La duración de casi nueve minutos de este tema es también una rémora insalvable. También se basa en la ambientación las otras primeras canciones que encontramos (las tres primeras son composiciones originales de Charly), pero tan solo ‘El aguante’ queda pasable y quizá sea porque es la que menos dura de las tres. En ‘Pedro trabaja en el cine’ se trabaja los arreglos, pero eso sirve de poco si no hay melodías originales para aprovecharlo.

 

Podemos escuchar la voz de Joaquín Sabina cantando a dúo en ‘Tu arma en el sur’ porque una parte del álbum fue grabada en Madrid. Esta canción es de lo mejor del álbum porque aúna introspección, humildad y melodías con gancho. Aparte, cuando parece que va a repetirse demasiado se sumerge en una notable coda liderada por un saxofón donde las voces de los dos músicos se van aunando, turnando, complementando, según el momento. En cambio, ‘Uno a uno’ es un olvidable intento de parecer moderno que al menos no se vuelve tan complicado como los ocho minutos de ‘Lo que ves es lo que hay (Todo el mundo quiere olvidar)’, donde se ha de conseguir entrar en su cuidada ambientación para obtener una buena recompensa una buena recompensa. Algo de energía busca en ‘Dos edificios dorados’, pero al final lo único que uno puede recordar es que copia el principio del riff principal de ‘Layla’ de Eric Clapton para marcar su ritmo.

 

Citar a Clapton nos lleva ahora a hablar de las versiones incluidas, donde puede decirse que Charly buscaba una apuesta ganadora en su selección. La versión de ‘It Won't Be Wrong’ de The Byrds, titulada ‘No estaría mal’, no aporta otra cosa que la interpretación con violines del riff principal de guitarra, así que ya está todo dicho. ‘Tin Soldier’ de los Small Faces (aquí, ‘Soldado de lata’) queda igualmente desdibujada a pesar de que añade unos coros interesantes, pero de nuevo se basa en implementar su parte instrumental con los violines. Cabe señalar que ese trabajo de violín está exquisitamente ejecutado en ambas canciones y que al menos sirve para que la esencia original no se pierda. Todo ello siempre será mejor que la horrorosa adaptación libre de la famosa canción de Chuck Berry ‘Correte Beethoven’.

 

Este álbum marca un precedente para los siguientes años porque ese formato de alternar composiciones propias (cada vez con menos gancho) con versiones de grupos o artistas anglosajones será típico en su producción. El estancamiento creativo de Charly García era ya un hecho y lo único que puede esperarse en estos casos es poder disfrutar de algunos retazos de genialidad que en el fondo nunca se pierden del todo.

DEMASIADO EGO

Año de publicación: 1999

Puntuación:

1) Sarabande; 2) Cerca de la revolución; 3) Música de fondo para cualquier fiesta animada; 4) Los dinosaurios; 5) Canciones de jirafas; 6) Sweet Home Buenos Aires;

7) Pasajera en trance; 8) Kill my mother; 9) El show de los muertos; 10) Chipi Chipi; 11) Nos siguen pegando abajo (pecado mortal); 12) No llores por mí, Argentina;

13) Demoliendo hoteles; 14) No toquen; 15) Hablando a tu corazón;

16) Alguien en el mundo piensa en mí; 17) El aguante; 18) It's Only Love.

Uno de los (varios) detalles que denotan la pérdida de inspiración de Charly García es la proliferación de álbumes en directo que empieza a surgir a partir de determinado momento, lo cual incluye los reencuentros con sus bandas de los setenta. Aquí se recoge una parte de un concierto de febrero de 1999 en Buenos Aires donde Charly se acompaña de una formación de rock que incluye violín y violoncelo. En el repertorio seleccionado, que no es el concierto íntegro, aparece una selección de toda su carrera, incluidas algunas canciones de Sui Generis. Precisamente un año después iban a reunirse por última vez Charly y Nito, así que incluir temas de Sui Generis era como un adelanto de ese inesperado retorno.

 

No puede haber mejor manera de empezar un concierto, sea de quien sea, que ejecutando con el teclado una pieza de Händel y además que esa pieza sea la gloriosa ‘Sarabande’. La única pega de elegir esa opción es que todo lo que llegue a continuación no podrá ser mejor, a lo sumo igualarlo. Pero Charly García no está en su mejor momento artístico y el propósito del concierto se sitúa entre el homenaje/autohomenaje y la crítica social y política. Y cuando uno quiere denunciar los abusos de poder, no puede transmitir de una manera adecuada otro tipo de emociones. Aparte, desde que Charly empieza a cantar en ‘Cerca de la revolución’ nos damos cuenta de que su voz no está en el mejor estado de forma, así que resulta una temeridad que cierre el concierto con la versión de ‘It's Only Love’ de los Beatles, pues se pierde cualquier atisbo de la ternura necesaria.

 

Tampoco acaban de encajar bien algunas decisiones técnicas en la ejecución de las canciones. Por ejemplo, en ‘Demoliendo hoteles’ sustituye parte de la fuerza que tenía originalmente la guitarra en el estribillo por un teclado que no puede transmitir la misma fortaleza. El tratamiento ambiental de ‘Los dinosaurios’ cambia la perspectiva y, obviamente, no puede mejorar la delicada emotividad del equivalente de estudio, pero la grandeza de la composición está ahí. Pero bueno, al menos no está mal la selección de canciones de su etapa en Sui Generis y podemos disfrutar de interesantes interpretaciones de ‘Música de fondo para cualquier fiesta animada’ y ‘El show de los muertos’.

 

Tantas veces había copiado descaradamente la canción ‘Sweet Home Alabama’ de Lynyrd Skynyrd que aquí directamente le cambia la letra y la titula ‘Sweet Home Buenos Aires’ para hacer una crítica a Argentina y su capital, con la ayuda de Javier Calamaro para esos cambios. Pero quitando la parte crítica, bastante necesaria por cierto aunque quede escasa (no falta una referencia a las Malvinas, Falkland para los Beatles), musicalmente es lo más flojo del concierto porque no pueden replicar el excelso trabajo de guitarra original, que es lo que determina el nivel cualitativo de esa canción. No es necesario extenderse mucho más sobre un concierto sin relevancia y con un interés mayormente sociológico, aunque en realidad son muy necesarios los conciertos donde se invoque la concienciación social. La desmemoria, el revisionismo y la relativización son las bazas de quienes quieren volver a imponer una visión retrógrada de la sociedad.

COMENTARIOS DE LECTORES/AS

Jonathan / Moreno (Buenos Aires) - ARGENTINA

"Antes que nada el otro día vi de vuelta el disco de Peperina de Seru Giran y la última canción del álbum "lo que dice la lluvia" aunque no lo creas fue compuesta por Pedro Aznar y el teclado también lo toca Pedro, el otro día me enteré viendo una especie de "entrevista"que le habían hecho hace muchos años, todos los instrumentos fueron tocados por él en ese tema, que por cierto, me parece precioso y de las mejores composiciones de Pedro en su carrera... ya que en mi opinión su carrera solista no es de tan alto nivel quizá como si la de Charly."

> > > J. Gran: ¡Gracias por la aclaración, Jonathan! Procedo a modificar lo que escribí por error, ¡no me esperaba que Pedro Aznar tocara el teclado!

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