CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
CAPTAIN BEEFHEART
2018
SAFE AS MILK
Año de publicación: 1967
Puntuación:
1) Sure 'Nuff 'N Yes I Do; 2) Zig Zag Wanderer; 3) Call On Me; 4) Dropout Boogie;
5) I'm Glad; 6) Electricity; 7) Yellow Brick Road; 8) Abba Zaba; 9) Plastic Factory;
10) Where There's Woman; 11) Grown So Ugly; 12) Autumn's Child;
[BONUS TRACKS:] 13) Safe As Milk (Take 5); 14) On Tomorrow; 15) Big Black Baby Shoes; 16) Flower Pot; 17) Dirty Blue Gene; 18) Trust Us (Take 9); 19) Korn Ring Finger.
2018
El debut de Don Van Vliet (alias Captain Beefheart) en formato LP fue un golpe de fortuna porque él y su banda (bautizada como His Magic Band) fueron rechazados por las discográficas hasta que finalmente encontraron una que les acogió: Buddah Records. Ni siquiera el moderado éxito en singles cosechado un año antes con la olvidable versión del tema infantiloide ‘Diddy Wah Diddy’ les sirvió para quedarse en la prestigiosa A&M. Aun así, esa jugada comercial probablemente es lo que les abrió la puerta para grabar un LP en el que dieran mayor rienda suelta a su verdadero propósito: actualizar y revitalizar nuevamente el blues y el R&B. Si tres años antes los Rolling Stones habían establecido una vertiente más agresiva en estos estilos, enfatizando el componente sexual, Captain Beefheart And His Magic Band se dirigieron a la vertiente más maníaca y psicodélica. Qué tiempos aquellos, cuando música así conseguía ser apoyada por la industria musical... En cualquier caso, el sonido es muy accesible y emocionante gracias a una banda de acompañamiento que ejecuta interpretaciones precisas, con unas afiladas guitarras que rivalizan en ocasiones por el protagonismo que obviamente recae en la lunática voz de Beefheart. Uno de esos dos guitarristas es nada menos que el gran Ry Cooder, demostrando su maestría desde bien joven. Toda una suerte que pudieran contar con su participación. La sección rítmica merece también un reconocimiento especial, sobre todo en temas tan originales como ‘Abba Zaba’.
Si el estilo en el cual se les podría categorizar a priori es el R&B, esto no significa que no haya una cierta diversidad en el disco, pues podemos encontrar desde baladas (‘I'm Glad’) hasta psicodelia o country, como sería esto último el caso de la entretenida ‘Yellow Brick Road’. En cualquier caso, nada más comenzar el álbum con ‘Sure 'Nuff 'N Yes I Do’, esos graznidos vocales que escuchamos nos hacen pensar directamente en que han invitado al mítico Howlin' Wolf al estudio, él solo con su guitarra, pues la influencia en la manera de cantar es más que evidente. Pero pronto se desvanece el misterio y tenemos los ingredientes principales indicados en el párrafo anterior. Como si un veterano Howlin' Wolf hubiera estado acompañado por un grupo de jóvenes influenciados por la psicodelia. Más rompedor resulta el siguiente tema, ‘Zig Zag Wanderer’, que es lo que hubieran anhelado conseguir los miembros más devotos del blues de Jefferson Airplane, un nexo evolutivo entre ese estilo y la psicodelia.
Si nos fijamos en temas como ‘Plastic Factory’ o ‘Grown So Ugly’, vemos que podrían pasar por unos Rolling Stones de la primera época que tuvieran a Mick Jagger cantando borracho o bajo los efectos de alguna sustancia peor. Más terrorífica suena la voz en ‘Dropout Boogie’, que junto a la espeluznante guitarra crea la música perfecta para una pesadilla, con ecos de la melodía de ‘You Really Got Me’ de The Kinks, aunque lo más desconcertante de todo es la amigable melodía de teclado que aparece pasado el primer minuto. Como vemos, el factor sorpresa es uno de los recursos bastante empleados, como ocurre también en ‘Electricity’, de inquietante comienzo para que luego llegue la parte principal, que realmente es un tema de delirante e hipnótico ritmo de garaje-blues y memorable melodía vocal.
La primera balada (‘I'm Glad’) no deja muy buena impresión y transmite la errónea idea de que Captain Beefheart no está hecho para las canciones lentas, pero cuando llega la final ‘Autumn's Child’ sí que consigue una interesante balada psicodélica que hubiera sido muy del gusto de los Jefferson Airplane. En sus estrofas principales crea una sensación como de crescendo gracias al inteligente empleo de los instrumentos, si bien pronto se transforma en otro dinámico R&B que vuelve a extraer todo el poderío y entusiasmo de los músicos. ‘Where There's Woman’ también comienza como una balada casi psicodélica, y es en su estribillo donde vuelve a recoger la fuerza penetrante del peculiar R&B explorado por el grupo. Junto a la citada ‘I'm Glad’, lo único discreto de este álbum es ‘Call On Me’, debido a que la entonación y melodía vocal en ella recuerda mucho a ‘Like A Rolling Stone’ de Bob Dylan, lo que le hace perder puntos.
Mención aparte merece la singular ‘Abba Zaba’, de envolvente percusión étnica que parece extraída de la música africana, así como otra magnética melodía de guitarra y una interpretación vocal muy singular que no evita por ello una diversidad melódica asombrosa. Los bonus tracks son irrelevantes porque solamente contiene descartes y tomas alternativas de algunos temas que formarían parte del siguiente álbum, siendo muchos de ellos instrumentales que poco pueden ofrecer de novedoso respecto a lo que ya hemos escuchado. Que el título de ‘Safe As Milk’ no confunda a nadie, porque no entró en este debut y sería incluido en Strictly Personal. Pero es lo único destacable entre todos estos temas adicionales. Todos ellos conforman aproximadamente la mitad de un futuro disco de rarezas ya descatalogado y que se titulaba I May Be Hungry But I Sure Ain't Weird. La otra mitad reaparecerá en The Mirror Man Sessions.
Por lo demás, nada cabe añadir sino recomendar este álbum en cierta manera histórico, pues refleja una personalidad singular y una revisión de géneros sin apenas equivalentes en la escena musical del momento. Además, pocas veces encontraremos una alta cantidad de melodías tan emocionantes en un disco de Captain Beefheart, así que tampoco se debe caer en el error de extrapolar estos resultados al conjunto de su obra.
STRICTLY PERSONAL
Año de publicación: 1968
Puntuación:
1) Ah Feel Like Ahcid; 2) Safe As Milk; 3) Trust Us; 4) Son Of Mirror Man - Mere Man;
5) On Tomorrow; 6) Beatle Bones 'n' Smokin' Stones; 7) Gimme Dat Harp Boy;
8) Kandy Korn.
La gestación de este segundo álbum no fue menos tumultuosa que el de debut. En primer lugar, se grabaron algunas extensas improvisaciones que quedarían archivadas hasta su publicación tres años después como Mirror Man o, de forma más ampliada en 1999, bajo el nombre de The Mirror Man Sessions. Pero en este álbum concurren simultáneamente dos hechos que han sucedido también para otras obras musicales a lo largo de la historia. Uno de ellos les había ocurrido previamente con Safe As Milk y es el rechazo de la discográfica al proyecto inicial. El otro hecho relevante que marca este álbum es que el productor realizó añadidos posteriores sin, en teoría, consultar con el artista. Eso, en ocasiones, ha tenido consecuencias agradables, como cuando Tom Wilson electrificó ‘The Sounds Of Silence’ de Simon & Garfunkel, mientras ellos se habían separado sin aparente intención de volverse a juntar en mucho tiempo; o también puede tener consecuencias desastrosas como en muchos discos de los ochenta de estrellas musicales consagradas en las décadas anteriores y sometidas luego al imperio de los sintetizadores.
Tampoco es que se pueda achacar a la producción el pobre resultado de este álbum, porque se queda en esa zona de transición entre el R&B desquiciado y el eclecticismo del LP de debut frente al vanguardismo experimental de Trout Mask Replica, pero sin aportar suficientes composiciones interesantes. La mitad del álbum es directamente para olvidar. Y es que un revés muy importante fue la marcha de Ry Cooder, quien no acababa de tragar la excentricidad manifiesta de su líder.
Que estamos ante un disco menos accesible que el anterior es más que evidente cuando comenzamos a escuchar en ‘Ah Feel Like Ahcid’ al capitán cantando a cappella con su voz estrambótica, para que luego entre una instrumentación como desacompasada y desencajada, preludiando los futuros excesos de Trout Mask Replica. Esa misma sensación extraña transmite de entrada la final ‘Kandy Korn’, sensación exacerbada al máximo en su segunda mitad al convertirse en un mantra de guitarras distorsionadas que mejoran cualquier intento similar de los que hacían los Velvet Underground en directo. Pero quien piense que todo acaba ahí, se equivoca, puesto que la surrealista en todos los sentidos ‘Beatle Bones 'n' Smokin' Stones’ parece un desvarío total, donde al menos asoma el humor de Beefheart para ir cantando “strawberry fields forever” de vez en cuando. Don Van Vliet sigue jugando con los títulos del repertorio y de un tema descartado y extremadamente largo como ‘Mirror Man’, archivado en su momento, se quedó aquí ‘Son Of Mirror Man - Mere Man’, el cual es igualmente irrelevante y repetitivo aunque dure la tercera parte.
Por tanto, son los temas que miran al pasado en vez de al futuro los que mejor entran por los oídos. No pretendo decir con ello que el sonido se ha estancado y no avanza. Al contrario, se nota la experiencia adquirida en temas como ‘Safe As Milk’, de afilada instrumentación donde Ry Cooder, de haber estado, sin duda hubiera pegado la puntilla que le falta para estar de verdad en un lugar más destacado. Avances se notan también en la hipnótica ‘Gimme Dat Harp Boy’, que hace honor a su título por el protagonismo absoluto de la armónica. Eso sí, sus dos últimos minutos atonales dejan bastante que desear. Si nos fijamos en ‘Trust Us’, parece un ritual de deconstrucción de R&B, acentuado por la percusión tribal y los efectos de distorsión y desfase que van apareciendo para acompañar la voz histriónica. Ese tribalismo continúa en ‘On Tomorrow’, demasiado reminiscente de ‘Abba Zaba’ como para brillar por sí misma.
En cualquier caso, no se puede achacar a la producción el flojo resultado, porque las composiciones no están ni la mitad de inspiradas que en el álbum de debut, si bien tres décadas más tarde descubriríamos en The Mirror Man Sessions que algunos temas mejoraban puliéndolos más. Así pues, tampoco se entiende el criterio del productor a la hora de darle forma a este fallido Strictly Personal.
TROUT MASK REPLICA
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) Frownland; 2) Dust Blows Forward 'N The Dust Blows Back; 3) Dachau Blues;
4) Ella Guru; 5) Hair Pie: Bake 1; 6) Moonlight In Vermont; 7) Pachuco Cadaver;
8) Bills Corpse; 9) Sweet Sweet Bulbs; 10) Neon Meat Dream Of An Octofish;
11) China Pig; 12) My Human Gets Me Blues; 13) Dali's Car; 14) Hair Pie: Bake 2;
15) Pena; 16) Well; 17) When Big Joan Sets Up; 18) Fallin' Ditch; 19) Sugar 'N Spikes; 20) Ant Man Bee; 21) Orange Claw Hammer; 22) Wild Life; 23) She's Too Much For My Mirror; 24) Hobo Chang Ba; 25) Blimp (Mousetrapreplica); 26) Steal Softly Thru Snow; 27) Old Fast At Play; 28) Veteran's Day Poppy.
En la vida de todo analista de discos clásicos del rock llegan más pronto o más tarde obras controvertidas que históricamente han polarizado los comentarios sobre ellas en extremos diametralmente opuestos. O se adoran y se defienden con ardor, o se rechazan como una aberración musical injustificable. Trout Mask Replica es uno de los ejemplos más significativos en ese sentido. Lo que no hay que caer es en el grave error de pensar que, entendiendo o comprendiendo de alguna manera una obra compleja, quiere decir que intelectualmente se está por encima del resto de la humanidad. Básicamente porque ese error conlleva un efecto psico-sociológico muy negativo: ensalzar una obra compleja no por su hipotético mérito, sino por el simple hecho de aparentar una intelectualidad superior. Este efecto es más o menos el que sucede en quienes leen a Nietzsche pensando que es el origen de la ideología nazi, cuando la realidad es que solo se puede llegar a esa conclusión en el caso de que no se haya entendido a Nietzsche. De hecho, a Heidegger se le asocia directamente al pensamiento nazi por su afiliación a ese partido, pero en la parte relevante de su obra, que es por la que se le estudia, es precisamente donde no se aprecia nada que conduzca a una visión totalitarista de la organización social. Y bueno, no puede haber nada más triste que acercarse a la obra de alguno de estos filósofos con el único aliciente de la curiosidad por el nazismo.
En cualquier caso, para analizar cualquier hecho, suceso, teoría u objeto material con ecuanimidad, hay que partir en primer lugar de los datos y hechos objetivos y verificados. Más lejos todavía se ha de llegar en cuanto a este disco de Captain Beefheart, puesto que hay que desprenderse en primer lugar de toda preconcepción posible de lo que se entiende como música. Es decir, en el rock lo habitual es que haya una serie de instrumentos y/o voces que se dividen en los que marcan el ritmo y los que ejecutan una melodía, estando todo relacionado en una cierta coherencia y coordinación. Pues bien, en Trout Mask Replica la coordinación directamente no existe y la coherencia... bueno, el grado de coherencia resulta muy subjetivo definirlo aquí.
En general puede decirse que, si tomáramos aisladamente cada instrumento o la voz de Beefheart, se observa un propósito definido, una cierta estructura, una coherencia en el trabajo previo hasta llegar a conseguir esa parte. Ahora bien, cuando se escucha todo en conjunto, que es lo que nos encontramos nada más darle a la tecla de play, el caos sonoro es impactante. La primera impresión que transmite es que cada instrumento o elemento musical parece ir por libre sin tener en cuenta el resto. No es hasta que el oído se habitúa que podemos comenzar a entender de qué va este tipo y por qué tuvo que ser su amigo Frank Zappa quien realizara las labores de producción. La pregunta, por consiguiente, es: ¿vale la pena someterse a esta tortura sonora hasta conseguir entenderla? solo en el caso de amantes de las extravagancias y las disonancias, puesto que si algo demuestra este experimento es que dos melodías desacompasadas provocan una disonancia. Todo queda en función de las ganas que un@ tenga de encajar este puzle musical. Es similar sensación a la que se tiene después de ver la película Primer (2004), donde sucesivos visionados permitirían entender muchas cosas, pero tampoco parece que ese entendimiento nos vaya a enriquecer mucho como compensación del tiempo invertido.
En realidad, si no fuera por la manera de ensamblarlo todo, no habría mucha diferencia al sonido que encontrábamos en Strictly Personal si le quitamos los efectos de estudio añadidos. Es decir, si en aquel álbum juntamos la guitarra de una canción, el bajo de otra, la batería de una tercera y la voz de otra más, quizá nos salga una composición para Trout Mask Replica. Pero la realidad está más calculada que una simple unión aleatoria, si bien todo tarda en tener sentido y se requieren varias escuchas para ello. Dentro de la excentricidad extrema de toda la obra, que bien podría denominarse surrealismo musical, pueden más o menos disfrutarse algunos temas donde se reconoce la estructura de manera algo más clara, como puedan ser ‘Ella Guru’, ‘Fallin' Ditch’ o ‘Ant Man Bee’. También hay numerosos detalles de calidad que cuesta descubrir o son más visibles, como en ‘Dachau Blues’ cuando llega la aceleración frenética del ritmo o el disonante saxofón, aunque para nombrar grandes cambios de ritmo nos podemos dirigir también a la canción final ‘Veteran's Day Poppy’. Unos pocos temas presentan riffs reconocibles, por ejemplo el incisivo ‘Moonlight In Vermont’ o ‘Steal Softly Thru Snow’, y por ello son los mejores candidatos para enseñar como muestra a quienes deseen un breve acercamiento inicial. Eso sí, temas a cappella como ‘Dust Blows Forward 'N The Dust Blows Back’ o ‘Orange Claw Hammer’ ya sobrepasan cualquier línea roja que separe el mal gusto de lo tolerable, porque escuchar únicamente a Van Vliet berreando con su errática voz no es plato para todos los gustos, salvo que estés enamorad@ de sus letras surrealistas. Acompañando a la música, o viceversa, sí que produce un efecto especial, como si al mismo tiempo todo o nada tuviera sentido. Y bueno, como curiosidad, el ritmo percusivo de ‘Blimp (Mousetrapreplica)’ parece extraído de la sección central de ‘A Saucerful Of Secrets’ de Pink Floyd.
No es necesario ir canción por canción comentando, porque la esencia musical es siempre la misma y además sería una ardua tarea. La música experimental es recomendable como experiencia única, para descubrir que los límites musicales son siempre susceptibles de ser sobrepasados con un propósito artístico, no únicamente para epatar de una manera rápida. Pero las experiencias únicas hay veces que más vale dejarlas ahí, precisamente para que sigan siendo únicas. Yo aquí le regalo un punto adicional por su singularidad e importancia, demostrando que las barreras artísticas en general no existen, sino que nos las autoimponemos consciente/inconscientemente. Así pues, es un álbum muy importante por la influencia que ha tenido a la hora de abrir la mente de muchos músicos, aunque su capacidad de agradar al gran público sea mínima.
LICK MY DECALS OFF, BABY
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) Lick My Decals Off, Baby; 2) Doctor Dark; 3) I Love You, You Big Dummy; 4) Peon;
5) Bellerin' Plain; 6) Woe-Is-Uh-Me-Bop; 7) Japan In A Dishpan;
8) I Wanna Find A Woman That'll Hold My Big Toe Till I Have To Go;
9) Petrified Forest; 10) One Red Rose That I Mean; 11) The Buggy Boogie Woogie;
12) The Smithsonian Institute Blues (Or The Big Dip); 13) Space-Age Couple;
14) The Clouds Are Full Of Wine (Not Whiskey Or Rye); 15) Flash Gordon's Ape.
Tras llevar al límite (o casi) la experimentación en Trout Mask Replica, haber continuado en ese camino hubiera significado llegar a un sonido que difícilmente se podría catalogar como música. Nuevamente con su amigo Franz Zappa de productor, que un amigo siempre es más permisivo, Beefheart se relaja un poco y prueba a intentar extraer algo más accesible del aparente caos sonoro establecido. Estamos por tanto ante un álbum en cierta manera de transición, porque tampoco se iba a desprender drásticamente de la visión musical previa. Como si en un diamante en bruto hubiera comenzado a rascar y descubrir que hay brillo en el interior.
El propósito de hacer la música algo más accesible queda claro cuando encontramos riffs reconocibles como en ‘Bellerin' Plain’, aunque luego la guitarra se lance a terrenos disonantes junto al xilófono en una conjunción que recuerda a lo que Gentle Giant comenzaban a hacer por esa época. Incluso hay canciones en las que parece darles una perspectiva comercial como ocurre con ‘Woe-Is-Uh-Me-Bop’, o sea, dentro de lo que pudiera entenderse por comercial en este artista. O lo amigable que se muestra Captain Beefheart al cantar en ‘The Smithsonian Institute Blues’, sin caer apenas en excesos vocales, también dentro de lo que cabe esperar de él en esta época. Por otro lado, resulta curioso comprobar cómo en la incisiva ‘I Love You, You Big Dummy’ vuelve a acercarse al R&B, pero sin perder esa perspectiva experimental y desquiciada.
Lo que no podíamos esperar era encontrar instrumentales, como es el caso de ‘Peon’ y ‘One Red Rose That I Mean’, donde únicamente hay una guitarra eléctrica muy influenciada por la guitarra clásica. Es de lo mejor del álbum, aunque esta aseveración depende del aprecio que pueda tener cada un@ por la voz de Beefheart y que la eche en falta. ‘Japan In A Dishpan’ también es instrumental, pero cuenta con la participación del resto de músicos y de Beefheart con su desencajado saxofón.
Solo unos pocos temas más indigestos por ser más caóticos (‘Doctor Dark’, ‘Petrified Forest’) dejan una sensación más negativa por requerir un esfuerzo mental grande que quizá no vale la pena realizar. Eso sí, los tres temas finales son de los más devotos del álbum anterior y donde mayor libertad musical se muestra, pues incluso en ‘Flash Gordon's Ape’ el propio Beefheart coge el saxofón y se dedica a tocar de manera frenética, disonante y aleatoria, sobrepasando todos los límites de tolerancia posibles. No todo es tan extremo en esta recta final y hay algún que otro momento sobresaliente como la melodía de guitarra que suena en ‘The Clouds Are Full Of Wine’ a los 1:50, aunque tampoco es que sirva para mejorar demasiado el resultado final.
Como hermano menor de Trout Mask Replica, su puntuación queda establecida así en consecuencia, ya que se le pueden aplicar criterios análogos. De todas maneras, para quien haya huido despavorid@ tras descubrir aquel álbum, algo bastante probable para el oyente estándar, hay muy escasas probabilidades de que logre conocer esta continuación algún día. Bueno, si es que hay alguna.
THE SPOTLIGHT KID
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) I'm Gonna Booglarize You Baby; 2) White Jam; 3) Blabber 'n' Smoke;
4) When It Blows Its Stacks; 5) Alice In Blunderland; 6) The Spotlight Kid;
7) Click Clack; 8) Grow Fins; 9) There Ain't No Santa Claus On The Evenin' Stage;
10) Glider; [BONUS TRACK:] 11) Kiss Me.
Se puede decir que, de alguna manera, comienza una nueva etapa en la carrera de Captain Beefheart en la cual trata de conseguir un sonido menos extremista en su propuesta artística, sin perder esa idiosincrasia que se ha labrado con tanto esfuerzo y dedicación. Hasta parece un tipo normal en la portada.Ya no es la locura de Trout Mask Replica pero tampoco el gusto por la melodía de Safe As Milk. Lo más cerca que se queda de aquella obra delirante es en la final ‘Glider’, pero aun así suena más amistosa que todo lo que encontrábamos tres años antes. Captain Beefheart comienza a definirse como una personalidad diferenciada que reinterpreta el blues hacia extremos que ya no sobrepasan tanto los límites entre lo melódico y lo antimelódico, pero que llega mucho más lejos de lo que lo haya hecho nadie.
Cuando comenzamos a escuchar los primeros acordes de guitarra de ‘I'm Gonna Booglarize You Baby’, ya nos damos cuenta de que han vuelto hacia una senda algo más melódica, aunque la manera de cantar de Beefheart, como si fuera un espectro de ultratumba, anula cualquier atisbo de comercialidad. De hecho, el desafinamiento deliberado de ‘Click Clack’ es lo que le proporciona su encanto especial, sobre todo cuando se acelera el ritmo en su parte final. Lo más flojo del disco es justo el tema que le da título, un exceso de locura sin un acompañamiento instrumental que valga la pena, demasiado distendido.
Igual que ocurriera en el álbum anterior, vuelve a ser un instrumental (‘Alice In Blunderland’) uno de los mejores momentos que encontramos. No quiere decir esto que la voz de Beefheart sobre, aunque no sea para todos los gustos, sino que el trabajo de guitarra es espectacular, pues para este tema se invitó a un segundo guitarrista que permite presenciar como una batalla dialéctica entre los instrumentos de ambos. Pueden destacarse multitud de detalles que son los que le dan el caché al disco: ‘When It Blows Its Stacks’ sorprende por incluir una sección que parece de calipso, sobre todo cuando el resto del tiempo es un potente rock de ritmo penetrante; ‘There Ain't No Santa Claus On The Evenin' Stage’ se basa en una ominosa línea de bajo en primer plano y una guitarra proto-industrial de fondo; o ‘Blabber 'n' Smoke’, donde juegan con las paradas y aparece un enigmático xilófono. A ‘White Jam’ solo se le puede objetar los delirios que acaba cogiendo Van Vliet a la hora de hacer el falsete, que por cierto no le sala nada bien.
El bonus track ‘Kiss Me’ parece una extravagante manera de querer hacer una canción de amor, porque no parece ni el estilo ni el cantante apropiado, pero aun así vale la pena escucharlo porque el solo de armónica no hay que perdérselo. Es en conjunto una serie de temas nada fáciles pero que dejan una primera impresión buena, a diferencia de los álbumes previos, ya que resulta más fácil discernir el sentido de los instrumentos. Esa iba a ser la dinámica a seguir en los próximos años, quizá también para que la empresa discográfica pusiera menos pegas a la hora de grabar obras tan poco ortodoxas.
CLEAR SPOT
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) Low Yo Yo Stuff; 2) Nowadays A Woman's Gotta Hit A Man; 3) Too Much Time;
4) Circumstances; 5) My Head Is My Only House Unless It Rains; 6) Sun Zoom Spark;
7) Clear Spot; 8) Crazy Little Thing; 9) Long Neck Bottles; 10) Her Eyes Are A Blue Million Miles; 11) Big Eyed Beans From Venus; 12) Golden Birdies.
Algo más de medio año separa este álbum del anterior, por lo que puede intuirse claramente que se mantiene la misma senda transformadora de su música en algo más accesible y que les permita un mayor reconocimiento. Destaca la incorporación a la banda del bajista Roy Estrada, uno de los miembros legendarios de los primeros Mothers Of Invention de Frank Zappa.
El detalle de mayor importancia de este álbum es, curiosamente, de índole negativa. Hasta ahora, el concepto de “tema de relleno” no existía en la discografía de Captain Beefheart puesto que, pudiendo estar más o menos acertado (o nada acertado), todos los temas representaban el desarrollo de una o varias ideas, por muy disparatadas que estas pudieran ser. Así, hasta la fecha, nunca se había visto un tema tan lineal y comercial como ‘Too Much Time’ en su carrera, preludio de un amansamiento, quién sabe si obligado por las altas esferas discográficas, en los años venideros que iba a influir de manera negativa en su producción. La citada canción es simplemente una incursión en el soul, con trompetas y coros femeninos incluidos, siendo al menos la única que puede catalogarse de relleno en este disco. No es el único momento donde escucharemos las trompetas, puesto que también aparecen en otros temas más típicos de Beefheart como el blues esquizoide de ‘Nowadays A Woman's Gotta Hit A Man’. Pero las ganas de probar estilos nuevos es más que evidente cuando encontramos un tema de glam-rock como ‘Crazy Little Thing’, que casi podría pasar por uno de T. Rex con Marc Bolan ronco y borracho, sin que ello signifique minusvalorarlo. Aparte, no faltan canciones tranquilas como ‘My Head Is My Only House Unless It Rains’, poseedora de ese aura especial que le otorga la interpretación vocal, sin lo cual puede que ni siquiera llamara la atención. Al menos en ‘Her Eyes Are A Blue Million Miles’ la guitarra conduce una bonita melodía que seduce por su sencillez, algo que para este artista resultaba más que sorprendente.
En realidad, no hay tantos temas como cabría esperar que reconozcamos de acuerdo a lo que había sido el estilo de Captain Beefheart en los últimos años, pero los que hay en general bien valen la pena, sea ‘Sun Zoom Spark’, el disonante y lleno de paradas ‘Clear Spot’ o ‘Big Eyed Beans From Venus’, cuyo trabajo de guitarra es el más frenético y elaborado de todo el álbum. Al final encontramos también en ‘Golden Birdies’ un amago de poesía beatnick con un acompañamiento instrumental deshilvanado conformado en primer lugar por una percusión penetrante y luego por una guitarra bastante disonante que se va repitiendo sin aparentar sentido alguno.
Por otro lado, en ‘Low Yo Yo Stuff’ nos ofrece toda una joya del blues llevado a esos extremos de locura a donde solo puede llegar este artista, pero sin perder la musicalidad que simultáneamente le aleja de la experimentación extrema precedente. Otro ejemplo de que puede conseguir canciones notables quedándose en terrenos menos intimidantes es ‘Long Neck Bottles’, donde la armónica brilla con luz propia a pesar de que primero hay un fantástico solo de guitarra que se podría haber alargado mucho más. Y bueno, las paradas, preparación y ataque de la guitarra en ‘Circumstances’ son brutales, una lástima que luego la armónica tome su lugar con menor efecto.
En definitiva, la mayor accesibilidad del sonido no ha afectado aquí negativamente al resultado, compensando muy bien la falta de mayor experimentación y riesgo que todavía se atisbaba en The Spotlight Kid. Aquí se diluye todo mucho más para conseguir una música más comprensible y, en los casos indicados, probando otros estilos ajenos. No le sirvió para mucho porque fue un rotundo fracaso de ventas, menores incluso que las anteriores. Así pues, aunque deja mejor sensación que el álbum previo, tampoco puede considerarse mejor por su relativo conservadurismo, pero es muy recomendable conocerlo hasta por quienes abjuren de la excentricidad de este artista.
UNCONDITIONALLY GUARANTEED
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Upon The My-O-My; 2) Sugar Bowl; 3) New Electric Ride; 4) Magic Be;
5) Happy Love Song; 6) Full Moon, Hot Sun; 7) I Got Love On My Mind;
8) This Is The Day; 9) Lazy Music; 10) Peaches.
Al final debía llegar, más pronto o más tarde, ese infausto día en que Captain Beefheart se volvería comercial para probar a ver si conseguía vender los suficientes discos como para demostrar a su familia y a sus compañeros que se podía vivir de la música. La tensión en el seno de la banda iba en aumento y no parecía haber una salida a la situación sin comprometer la personalidad artística. Pero antes de todo, es necesario recordar que la palabra “comercial” en este caso no tiene el significado literal que se aplicaría para otros artistas. Para una personalidad tan excéntrica como la de Captain Beefheart, es casi imposible hacer algo estrictamente comercial, sobre todo porque su voz resulta difícil de domesticar para las ondas de radio. No es que no lo intente, por eso en algunos momentos llega a dar vergüenza ajena, pero son sus compañeros quienes crean una música que ya apenas nada tiene que ver con aquellos aventureros de Trout Mask Replica.
Títulos como ‘I Got Love On My Mind’ o ‘Happy Love Song’ ya predisponen a escuchar algo totalmente incompatible con Captain Beefheart. La primera todavía puede dejarse como pasable, pero ‘Happy Love Song’ es una metedura de pata absoluta, equivalente a poner a Josep Carreras a cantar un rap. Ya no es solo lo mala que es la composición en sí misma, sino que además Beefheart canta peor que nunca al intentar acomodarse a una melodía simplona. La manera de cantar en ‘Magic Be’ da la sensación de que la canción va a ser un desastre, pero al final consigue transcurrir con dignidad a pesar de que la voz de Beefheart roza lo empalagoso por momentos, pero la guitarra compensa lo suficiente con su sonido melódico. Por tanto, puede tomarse como una verdadera sorpresa que la mejor canción del disco sea ‘This Is The Day’, una balada-rock de medio tempo y parte vocal contenida y muy melódica, asistida por una elaborada parte de guitarra muy emotiva y expresiva, como pocas veces habíamos escuchado en este artista. Son cinco minutos que se pasan sin casi darse cuenta.
El comienzo de ‘Upon The My-O-My’ parece más de rock progresivo, sobre todo por lo ejemplarmente construido que está, incluso Beefheart parece más centrado en la parte vocal aunque poco a poco le va surgiendo la excentricidad, algo que incluso se agradece viendo lo comedido que se muestra en una parte del álbum. Esta canción la llegaron a interpretar en programas musicales de televisión del momento. ‘Full Moon, Hot Sun’ resulta hasta graciosa porque podría hasta pasar por una canción infantil en la repetición de su título, pero sus arreglos instrumentales son todo lo contrario y quizá podrían haberse aprovechado para conseguir algo superior.
No ayuda mucho al disco que los dos últimos temas pasen sin mayor pena ni gloria, porque ‘Peaches’ no va más allá de su interesante inicio rítmico. En cualquier caso, quienes busquen más complejidad y excentricidad quedarán muy decepcionados, mientras que este nuevo sonido más accesible tampoco será del gusto de quienes abjuren de los lunáticos musicales. Es decir, queda todo en un término medio que se antoja difícil que pueda interesar también al oyente medio. Por tanto, este álbum fue otro rotundo fracaso de ventas, lo cual agotó definitivamente la paciencia de los músicos que acompañaban a Captain Beefheart, ya que una cosa es tener un déspota como líder y obtener éxito, pero otra muy distinta es soportar actitudes dictatoriales de quien dirige el asunto y no recibir ninguna alegría a cambio, cuando ni siquiera estás de acuerdo en sus decisiones. De todas maneras, Beefheart no tardaría mucho en rodearse de nuevos músicos para ir todavía un poco más allá en la vía más comercial.
BLUEJEANS & MOONBEAMS
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Party Of Special Things To Do; 2) Same Old Blues; 3) Observatory Crest;
4) Pompadour Swamp; 5) Captain's Holiday; 6) Rock'n'Roll's Evil Doll;
7) Further Than We've Gone; 8) Twist Ah Luck; 9) Bluejeans & Moonbeams.
Tras la deserción de toda su banda de acompañamiento, cansados de ser tratados mal por su líder y no conseguir éxito alguno que les permitiera compensar esa pésima actitud, Captain Beefheart fue muy rápido para conseguir la colaboración de otros músicos sustitutos. Como si quisiera darles una lección a sus antiguos compañeros, quiso ser todavía más comercial para ver si así lograba por fin llegar a puestos respetables en las listas de ventas. Pero, obviamente, Beefheart no está hecho para las modas ni para las ventas, por mucho que lo intente. Perdiendo o suavizando su excentricidad, pierde su esencia, por lo cual lo único que podía lograr era perder a su vez a los viejos seguidores sin conseguir nuevos en cantidad suficiente.
En cualquier caso, el resultado de este disco no está tan mal y no decepcionará a nadie, salvo a los más devotos de la experimentación extrema de Trout Mask Replica. Por fin vuelve a recuperar la tradición de deleitarnos con un blues-rock potente y excéntrico para iniciar el álbum, en este caso mediante ‘Party Of Special Things To Do’. Es pura quintaesencia de Captain Beefheart, que ya puede decirse que es más que suficiente en estas circunstancias. No será un caso aislado, ya que en ‘Rock'n'Roll's Evil Doll’ también crean un potente entramado instrumental donde el nuevo guitarrista se luce todavía más. Le fallaría un poco la parte vocal, donde Beefheart se repite un poco y sus aullidos ya parecen forzados, pero sigue siendo una canción destacada.
Para un conocedor y amante de los viejos bluesmen como Beefheart, que se dedicaba a retorcerlos según su visión musical, era inesperado encontrar una versión de alguien contemporáneo como J.J. Cale y su ‘I Got The Same Old Blues’ (aquí con el título recortado), que queda como uno de los temas más normales y sin nada que añadir a lo ya conocido, ni siquiera consiguiendo algo que pueda destacarse aquí. Mejor homenaje al de Tulsa hubiera sido dedicarle la guitarra rítmica de ‘Pompadour Swamp’, ya que es una maravilla, sobre todo en la segunda mitad del tema. Si a la misma fabulosa guitarra se le suma una parte vocal muy emotiva y plena de autenticidad, más otros detalles instrumentales que denotan unos arreglos elaborados y ricos en texturas, tenemos el mejor tema del álbum y una pequeña joya en el catálogo de este artista, que es justamente ‘Bluejeans & Moonbeams’. El sonido como de slide que consigue, es toda una delicia.
Como cabe esperar, las limitaciones de este disco aparecen en diversos momentos, ya que no era la mejor época en cuanto a creatividad. Esto puede conllevar composiciones pasables como el instrumental ‘Captain's Holiday’, al cual se le nota que está insertado para rellenar espacio, nada menos que seis minutos. En cambio, cuando intenta imitar a Otis Redding, como en la balada ‘Further Than We've Gone’ es cuando más mete la pata porque, al menos en este caso, la autenticidad se pierde por el camino. Y como es una canción muy dependiente de la voz principal, el desastre se consuma en la primera mitad cantada, mientras que en la segunda mitad, que es instrumental, todo suena muy vulgar y se hace interminable. Aunque peor todavía es cuando se lanzan a tocar algo tan simplón como ‘Twist Ah Luck’, que es Captain Beefheart tratando de sonar tan comercial y genérico como Free o Bad Company, estos últimos habiendo debutado con éxito ese mismo año.
Y aquí se acabó momentáneamente la carrera musical de Beefheart. Demasiada presión y muy pocas alegrías para tantos años de carrera eran ya más que suficiente para descansar de la pelea continua con las discográficas. Su amigo Frank Zappa le echaría una mano permitiéndole participar en Bongo Fury, pero en cualquier caso se tomaría un largo descanso que, por suerte, le permitió después volver con renovada ilusión y creatividad.
2020
SHINY BEAST (BAT CHAIN PULLER)
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) The Floppy Boot Stomp; 2) Tropical Hot Dog Night; 3) Ice Rose; 4) Harry Irene;
5) You Know You're A Man; 6) Bat Chain Puller;
7) When I See Mommy I Feel Like A Mummy; 8) Owed T'Alex; 9) Candle Mambo; 10) Love Lies; 11) Suction Prints; 12) Apes-Ma.
2020
La gestación de este victorioso álbum de retorno tiene su historia rocambolesca, como no podía ser de otra manera en Captain Beefheart. Después de participar como invitado en Bongo Fury de Frank Zappa, este le devolvió el favor permitiéndole grabar un nuevo álbum en su discográfica DiscReet (además de en Virgin) y haciendo las labores de productor, de tal manera que para 1976 debería haberse publicado bajo el título de Bat Chain Puller. Llegaron los problemas legales con un socio de la discográfica de Zappa y la obra quedó paralizada, así que dos años después Beefheart volvió a grabar algunas de las canciones originales y añadió otras para conformar lo que sería Shiny Beast, a la cual se añadiría como coletilla el título de lo que fue el proyecto original. Pero bueno, al margen de historias jurídicas, lo importante es que asistimos aquí al Beefheart más diverso y triunfador, un retorno por la puerta grande que siempre le había estado esperando. Si nuestro primo viene un día preguntándonos por una recomendación para escuchar por primera vez a Captain Beefheart y le contestamos que comience por Trout Mask Replica, podemos estar seguros de que nunca más nos volverá a pedir consejo. En cambio, si le decimos que elija Shiny Beast, su agradecimiento podría ser eterno. Esto es, entendiendo que hoy en día una persona que se interese por Captain Beefheart debe ser casi con seguridad melómana y por tanto no se asustará con la intrepidez musical de este álbum.
Para empezar con buen pie y sin perder la conexión con su pasado, el complejo ritmo de ‘The Floppy Boot Stomp’ demuestra que los experimentos de Trout Mask Replica no fueron en vano, pues podían llevarse a terrenos más accesibles. Utiliza la voz con originalidad, incluyendo una entrada inesperada de coros que refuerzan lo que parece el estribillo. Tan tocado está por la varita de la inspiración, que la mezcla de disonancias y música comercial raramente le da un mal resultado y hasta una pieza más discreta como ‘When I See Mommy I Feel Like A Mummy’ suena aceptable. No hay que perderse lo mejor que ofrece, que es a partir de los tres minutos. Hay tan buenas composiciones que incluso consigue colocarse a la altura de su amigo Frank Zappa mediante el fabuloso instrumental ‘Ice Rose’, de imprevisible estructura y algunas melodías distinguibles y memorables que harán las delicias de cualquier enamorado de Zappa. Nada lejos se queda el otro instrumental del álbum, ‘Suction Prints’, de ritmo más rápido pero igualmente de inesperado desarrollo.
La diversidad musical es asombrosa por la originalidad de emplear estilos diferentes desde una visión experimental. Un gran ejemplo es la estupenda ‘Tropical Hot Dog Night’ que engancha desde el inicio con su estrafalario ritmo, donde las trompetas lo introducen en el terreno del calipso y la letra resulta una extraña mezcolanza de tropicalismo y perversión. No menos extravagante resulta la experiencia de escucharle lanzándose a un lunático mambo (‘Candle Mambo’), donde acaba cantando con una voz más tranquila de lo esperado. En ‘Harry Irene’ aúna un ritmo de jazz con la música popular francesa, representada esta por un nostálgico acordeón que desarrolla una especie de pasodoble. Todo un mejunje que solo podía dar un buen resultado en las manos de Van Vliet. Algo de rock duro impregna la dinámica ‘You Know You're A Man’, que se aferra a un accesible ritmo a partir del cual se dejan caer algunos alaridos y varios destellos instrumentales, principalmente de la guitarra. Su letra parece un cántico a la diversidad de género aunque quizá trataba simplemente de jugar con la confusión.
‘Owed T'Alex’ es una interesante mezcla de disonancias, percusión marcial nada trivial y poesía libre, cuya mayor rareza sea quizá que, lo que debería ser el estupendo estribillo climático (casi llegando al minuto y medio), solo aparece una vez. En la coda se saca Vliet una armónica del bolsillo y se junta con la densa sección eléctrica de los músicos. En cambio, en ‘Bat Chain Puller’ caen en una simpleza nada convincente, mucho menos cuando se meten en disonancias forzadas que nada ayudan. Suena a querer hacer bailable el Trout Mask Replica, lo cual parecería una aberración vanguardista entonces, siendo 1978 el año de la música disco. Por otro lado, será difícil encontrar temas en el cancionero de Captain Beefheart que contengan una estructura instrumental tan calmada y repleta de sutilezas como la de ‘Love Lies’, que de alguna manera crea un ambiente intrigante muy original.
Para el final, Beefheart se nos vuelve introspectivo y nos deja la recitación de una breve y deprimente poesía titulada ‘Apes-Ma’, sin acompañamiento musical. Es una inesperada manera de finalizar pero bien acorde a lo que esperamos de él, es decir, que nos sorprenda, sea de manera positiva o negativa. En definitiva, asistimos aquí a su obra maestra, la culminación de su evolución artística y la demostración de que la experiencia, el aprendizaje y la paciencia son cualidades que ayudan a cualquier artista a superarse.
DOC AT THE RADAR STATION
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Hot Head; 2) Ashtray Heart; 3) A Carrot Is As Close As A Rabbit Gets To A Diamond; 4) Run Paint Run Run; 5) Sue Egypt; 6) Brickbats; 7) Dirty Blue Gene;
8) Best Batch Yet; 9) Telephone; 10) Flavor Bud Living; 11) Sheriff Of Hong Kong;
12) Making Love To A Vampire With A Monkey On My Knee.
Para no decepcionarse con lo que queda de carrera musical de Captain Beefheart, hay que tener presente por un lado que Don Van Vliet cada vez estaba menos interesado en la música y más en la pintura y otros menesteres; por otro lado, que Shiny Beast es una anomalía en su discografía (como lo es su debut) porque él nunca fue un melodista y, cuando deliberadamente lo intentó, le debió suponer un importante desgaste porque no era lo suyo. Lo suyo era llevar el blues y sus derivados a unos límites sonoros difíciles de alcanzar sin sobrepasar el otro límite de lo digerible. Aquí vuelve a esa senda sin olvidar algún que otro experimento interesante para dotar al álbum de algo de diversidad. Aunque se recogen algunos temas de los que iban a formar parte del abortado Bat Chain Puller, pocas similitudes pueden encontrarse con el álbum precedente y además desaparece el trombonista que había dejado su granito de arena. Quien vuelve es uno de los bateristas que tuvo al principio, John French, pero lo más chocante es que se dedica sobre todo a tocar la guitarra. No es para dudar de su capacidad como guitarrista, pero la verdad es que resulta desconcertante el marcado cambio de instrumento. A finales de los ochenta este músico se juntaría para grabar un par de álbumes con los grandes guitarristas Richard Thompson, Fred Frith y Henry Kaiser, pero French se dedicaría a la batería.
Escuchar a Beefheart cantando desquiciado mientras los músicos crean una estructura musical rítmica como si fuera un R&B a destiempo, ya lo habíamos escuchado antes y es la única objeción que se le puede hacer a la lunática ‘Ashtray Heart’. Más calmado suena en ‘Hot Head’ y eso al menos consigue no sea tan intimidante. En cuanto a ‘Brickbats’ o ‘Telephone’, son más de lo mismo pero esta vez con menor inspiración. Las que enganchan desde el inicio son ‘Best Batch Yet’ y ‘Sheriff Of Hong Kong’, aunque la larga duración de ambas (sobre todo la segunda) acaba siendo un problema porque su desarrollo es bastante monótono y se salvan por poseer un entretenido y ágil ritmo, con algunos cambios de ritmo porque de otra manera serían insalvables. En cambio, demasiado forzado suena en ‘Run Paint Run Run’ para intentar obtener una melodía vocal pegadiza y lo más destacado de ‘Dirty Blue Gene’ es que en su letra hace un guiño a su álbum previo: “The shiny beast of thought”.
Afortunadamente, todavía tiene capacidad para poder sorprender en alguna ocasión, como ocurre en la primera mitad de ‘Sue Egypt’ donde deja parte del ya anticuado punk por los suelos al demostrar lo que es el retorno a la sencillez pero sin perder calidad ni poderío rockero. Lástima que luego le dé por experimentar un rato y deshaga todo lo conseguido previamente. Encontramos también un par de interesantes instrumentales bastante breves y que suenan completamente diferentes a todo lo demás de este álbum. Así, ‘A Carrot Is As Close As A Rabbit Gets To A Diamond’ es un agradable instrumental con cierto punto esquizoide que parece beber de la música medieval, mientras que unos curiosos aires flamencos distinguen a ‘Flavor Bud Living’. En el tema final de largo título cae en la tentación de ponerse a recitar su poesía beatnick y se olvida un poco de los músicos, quienes retornan a Trout Mask Replica como inspiración primera.
Acaba así otro extravagante álbum de una de las figuras más excéntricas (puede que la mayor) de mundo del blues y el R&B. Aquí ya entrevemos que no le quedaba mucho por decir en la escena musical y él también debía ser consciente de la situación en que se encontraba, habiendo tenido que echar mano de composiciones más antiguas para completar el presente álbum. Le quedaba así una última obra nueva de estudio antes de su retirada definitiva para seguir su propio destino.
ICE CREAM FOR CROW
Año de publicación: 1982
Puntuación:
1) Ice Cream For Crow; 2) The Host The Ghost The Most Holy-O;
3) Semi-Multicoloured Caucasian; 4) Hey Garland, I Dig Your Tweed Coat;
5) Evening Bell; 6) Cardboard Cutout Sundown; 7) The Past Sure Is Tense;
8) Ink Mathematics; 9) The Witch Doctor Life; 10) '81 Poop Hatch; 11) The Thousandth And Tenth Day Of The Human Totem Pole; 12) Skeleton Makes Good.
Llegamos aquí al último álbum de estudio de Captain Beefheart, quien abandonaría la música por completo para dedicarse a pintar y escribir poesía. Del disco anterior tan solo continúa el guitarrista Tepper y quizá es eso lo que buscaba en esta despedida, pues los nuevos músicos pueden más fácilmente sonar desacompasados si no se conocen y no han practicado mucho, de tal manera que pueden llegar a sonar como en Trout Mask Replica con poco esfuerzo. Así pues, Don no se calienta mucho la cabeza (o quizá es que ya no podía hacer otra cosa) y elige grabar otra obra caótica y ajena al concepto de melodía. Así quería que le recordaran como músico. Debía ser tan consciente de que se iba a retirar que incluso se toma la libertad de recitar una de sus poesías sin nada de música, como es el caso de ‘'81 Poop Hatch’. Ya que casi nadie compraba sus discos, el gesto no iba a importar mucho.
El disco comienza con otra muestra de rítmico R&B llevado al límite junto con la voz aullante de Beefheart a través de ‘Ice Cream For Crow’. En ella parece jugar fonéticamente con los términos “Ice Cream” y “I Scream”. Justo a continuación, en ‘The Host The Ghost The Most Holy-O’ recupera los ritmos que suenan más atascados pero igualmente consistentes, aunque lo más destacable es ese final donde suenan varias voces cantan el título como si fueran los siete enanitos yendo al trabajo. Este comienzo de álbum tan interesante, que además se ve continuado por un excelente instrumental, no tiene luego continuación porque nos sumergiremos directamente en la extravagancia más exagerada de Captain Beefheart. Tan solo en ‘The Past Sure Is Tense’ retoma de nuevo el equilibrio entre su vertiente lunática y la más accesible.
Nuevamente resulta significativo que cuando se olvida de su poesía beatnick y sus alaridos puede conseguir instrumentales tan sensacionales como ‘Semi-Multicoloured Caucasian’, en el cual hasta se pueden discernir las melodías. Menudo premio. El otro tema instrumental, ‘Evening Bell’, es también interesante y se ubica entre el jazz y la guitarra clásica. Sin embargo, en ‘Hey Garland, I Dig Your Tweed Coat’ y ‘Cardboard Cutout Sundown’ vuelve a repetir los mayores errores de Trout Mask Replica, pues se limita a recitar sus difíciles letras bajo un entramado instrumental disonante y caótico. En cambio, cuando llega ‘The Thousandth And Tenth Day Of The Human Totem Pole’ parece que por fin han afinado para tomarle el punto a este tipo de piezas y su primera mitad resulta muy atrayente, pero luego aparece un irritante saxofón sin rumbo que arruina por completo todo lo conseguido con anterioridad. Una consecuencia muy clásica en la música de Beefheart.
No es esta la despedida que hubiéramos deseado para un artista tan peculiar y singular como Captain Beefheart, pero la realidad era que se estaba retirando a tiempo antes de caer por completo en un nivel demasiado bajo para lo que había hecho durante su carrera. Sus ideas ya las había exprimido al máximo y no era cuestión de acabar vulgarizando su estilo, esperando tan solo que algún que otro instrumental se saliera del camino fijado. Quedando como una leyenda viviente, se abría así la veda hacia la búsqueda de material inédito entre los archivos de grabaciones. Pero Don Van Vliet ya no volverá a grabar nada nuevo nunca más.
LONDON 1974
Año de publicación: 1994
Puntuación:
1) Mirror Man; 2) Upon The My-O-My; 3) Full Moon, Hot Sun; 4) Sugar Bowl;
5) Crazy Little Thing; 6) This Is The Day; 7) New Electric Ride; 8) Abba Zabba;
9) Peaches.
Como suele ocurrir con muchos grupos y artistas, sobre todo para quienes poseen un cierto aura de artista de culto o maldito, la arqueología musical sirve para ir rebuscando en los archivos y publicar todo aquello que sea salvable (aunque no necesariamente) para la posteridad. Aquí nos encontramos con un concierto de una época que suele ser la más denostada de la carrera de Captain Beefheart, básicamente porque es cuando más comercial se mostró, aunque ya vimos que lo más interesante que presenta un artista vanguardista, a la hora de escuchar su música desde el sofá de casa, es cuando consigue aunar experimentación y melodía. Seis de los nueve temas interpretados pertenecen a Unconditionally Guaranteed, pues por entonces todavía no se habría publicado el Bluejeans & Moonbeams, y ciertamente podemos decir que se trata de un buen concierto, recomendado hasta para quienes no profesen devoción por este artista.
Si lo recordamos, el título de ‘Mirror Man’ se correspondía con una extensa pieza de la época de Strictly Personal que solo fue aprovechada en parte. Aquí nos la presentan en dos partes bien diferenciadas: la primera, instrumental y agradable con la armónica en primer plano; en la segunda se acelera ligeramente el ritmo para que entre la voz algo rugiente de Van Vliet, quien para ello se ha guardado la armónica. Canciones más tranquilas como ‘Sugar Bowl’ muestran una cohesión entre los músicos más propia de un grupo propiamente dicho que de meros músicos circunstanciales de acompañamiento, aunque Beefheart siempre ha sabido rodearse de gente competente. Por otro lado, ‘Crazy Little Thing’ pertenecía a Clear Spot y aquí le sirve a Van Vliet para desmelenarse un poco como vocalista, que algo de locura hay que meter por medio para mantener viva la imagen de lunático que se había forjado.
Encontraremos en el concierto grandes momentos de inspiración como por ejemplo el intermedio instrumental de ‘Upon The My-O-My’ o la ambientación intimista de ‘This Is The Day’, implementada de una manera tan impecable que sus casi ocho minutos parecen la mitad, destacando la emotiva guitarra que llega a altas cotas emocionales. Aparte, tenemos la suerte de poder escuchar un tema del álbum de debut, nada menos que el espectacular ‘Abba Zabba’. Aquí se aprecia un tratamiento más enérgico incluso, con un intermedio instrumental donde primero el bajista tiene su momento de lucimiento y luego llega una breve pero sensacional parte de guitarra antes del clímax, donde Beefheart demuestra su magia como cantante en una recta final espectacular.
En general, se nota que quiere sonar agradable y por ello incluye canciones discretas como ‘New Electric Ride’, que es la única que podríamos descartar de este concierto, pues el resto nos muestra a un equipo de gente perfectamente cohesionado y con ganas de demostrar su valía, pero agradando a los espectadores. La final ‘Peaches’ es también más distendida, pero la ejecución instrumental lo eleva por encima de ser un mero divertimento o ejercicio de relajación. Podemos comprobar también lo educado que es Van Vliet, dando las gracias repetidamente al público antes de finalizar el concierto. Aun pudiendo disfrutar de él, quizá el motivo de su fracaso comercial fue precisamente lo que apreciamos aquí, una música algo rara para quien busca algo accesible, y demasiado comercial para quien seguía a Captain Beefheart por sus accesos de locura artística. Un término medio que, visto con perspectiva, resulta más que aceptable, pero que en su momento fue minando la motivación de este artista hacia la música.
THE MIRROR MAN SESSIONS
Año de publicación: 1999
Puntuación:
1) Tarotplane; 2) 25th Century Quaker; 3) Mirror Man; 4) Kandy Korn;
5) Trust Us (take 6); 6) Safe As Milk (take 12); 7) Beatle Bones 'N' Smokin' Stones;
8) Moody Liz (take 8); 9) Gimme Dat Harp Boy.
Si nos retrotraemos a la época primeriza en la que se grabó Strictly Personal, recordaremos que aquel álbum fue el resultado de un trabajo de post-producción donde se añadieron efectos sonoros innecesarios a algunas grabaciones que habían quedado paralizadas. En 1971 se publicaron algunas grabaciones inéditas sin efectos adicionales de esas sesiones bajo el título de Mirror Man, contenido que fue aumentado para este nuevo álbum, ofreciendo así una panorámica más amplia y apropiada de lo que fue la paulatina transformación de la música de Captain Beefheart desde un blues primigenio hasta lo que podía dar de sí dentro del vanguardismo musical desde esos orígenes. Algunos de estos temas habían salido a la luz también en 1992 en el descatalogado disco de rarezas I May Be Hungry But I Sure Ain't Weird. En cualquier caso, Ry Cooder ya no estaba, pero la interacción de los dos guitarristas de ese momento creó una especial sonoridad dentro de la visión particular que tenía su líder respecto de la evolución del blues y su apertura a influencias insospechables.
Los primeros temas son de muy larga duración, excesiva a priori para una música extravagante como esta, solo hay que recordar en comparación las duraciones mínimas en Trout Mask Replica. Casi veinte minutos dura ‘Tarotplane’ cuando lo único que parece es la repetición continuada de una misma idea, que al menos es una buena idea para que el resultado no se resienta en exceso. Entre lo peor del álbum está la extensa ‘Mirror Man’, conocida originalmente en una versión más corta titulada como ‘Son Of Mirror Man - Mere Man’ que tampoco conseguía mejorar nada. Por otro lado, los casi diez minutos de ‘25th Century Quaker’ no es que vayan a incrementar el ánimo, debido a sus disonancias que en principio repelen más que atraen, aunque repetidas escuchas afloran un gancho especial en la manera de interactuar las guitarras.
Sobre los temas ya conocidos con anterioridad, lo primero que llama la atención es el sonido mucho más cristalino, que redunda en una mejor sensación transmitida. Lo siguiente sería buscar las siete diferencias en cada uno de los temas, puesto que los desarrollos son equivalentes, pero eso ya es tarea para quienes estén más obsesionados con esta música. La impresión es en general mejor que en Strictly Personal pero, por ejemplo, de la toma alternativa de ‘Beatle Bones 'N' Smokin' Stones’ poco se puede decir que no se dijera ya en su momento, es decir, de lo indigerible que es. En cambio, ‘Kandy Korn’ dura casi el doble que la versión conocida de 1968 pero mejora mucho lo ya conocido, pues los brutales pasajes instrumentales crean una atmósfera envolvente insuperable gracias en parte a una guitarra hipnótica.
Nos quedaría por ahí suelta la inédita ‘Moody Liz’, de comienzo algo atascado pero superado luego en un desarrollo similar a si hubiera sido un mantra, que en definitiva deja la idea de que podría haberse aprovechado para conseguir un todavía mejor resultado. Pero bueno, lo mejor de este álbum es que permite guardar un buen recuerdo de la primera época de Beefheart, muy atrevida y experimental sin caer en tentaciones comerciales. Mejora con consiguientes escuchas y por tanto es el disco definitivo que hacía falta para esa etapa de transición en la que se encontraban en 1968.
2021
GROW FINS: RARITIES 1965-1982
Año de publicación: 1999
Puntuación:
CD I: 1) Obeah Man; 2) Just Got Back From The City; 3) I'm Glad;
4) Triple Combination; 5) Here I Am I Always Am; 6) Here I Am I Always Am;
7) Somebody In My Home; 8) Tupelo; 9) Evil; 10) Old Folks Boogie; 11) Call On Me;
12) Sure 'Nuff 'N Yes I Do; 13) Yellow Brick Road; 14) Plastic Factory.
CD II: 1) Electricity; 2) Sure Nuff; 3) Rollin N Tumblin; 4) Electricity; 5) Yer Gonna Need Somebody On Yer Bond; 6) Kandy Korn; 7) Korn Ring Finger.
CD III: 1) Hobo Chang Ba; 2) Bush Recording; 3) Hair Pie: Bake 1; 4) Hair Pie: Bake 2;
5) 'Noodling'; 6) Hobo Chang Ba; 7) "Hobo" Practice; 8) Hobo Chang Ba; 9) Dachau Blues; 10) Old Fart At Play; 11) 'Noodling'; 12) Pachuco Cadaver; 13) Sugar 'N Spikes; 14) 'Noodling'; 15) Sweet Sweet Bulbs; 16) Frowland; 17) Frowland; 18) 'Noodling'; 19) Ella Guru; 20) 'Silence'; 21) She's Too Much For My Mirror; 22) 'Silence'; 23) Steal Softly Thru Snow; 24) 'Noodling'; 25) My Human Gets Me Blues; 26) 'Noodling';
27) When Big Joan Sets Up; 28) 'Silence'; 29) Candy Man; 30) China Pig.
CD IV: 1) Blimp Playback; 2) Herb Alpert; 3) Septic Tank; 4) We'll Overdub It 3 Times.
CD V: 1) My Human Gets Me Blues; 2) When Big Joan Sets Up; 3) Woe Is Uh Me Bop; 4) Bellerin Plain; 5) Black Snake Moan I; 6) Grow Fins; 7) Black Snake Moan II;
8) Spitball Scalped Uh Baby; 9) Harp Boogie I; 10) One Red Rose That I Mean; 11) Harp Boogie II; 12) Natchez Burning; 13) Harp Boogie III; 14) Click Clack; 15) Orange Claw Hammer; 16) Odd Jobs; 17) Odd Jobs; 18) Vampire Suite; 19) Mellotron Improv;
20) Evening Bell; 21) Evening Bell; 22) Mellotron Improv; 23) Flavor Bud Living.
2021
Como su título indica adecuadamente, este box set de cinco discos recoge una compilación de rarezas de toda la carrera musical de Captain Beefheart, finiquitada en 1982, si bien se centra un poco más en períodos concretos como el de Trout Mask Replica. Han recogido todo lo que mínimamente sirviera para completar esta caja, a lo que hay que añadir un libreto de más de cien páginas, por lo cual es un paraíso para l@s completistas. Para quien sea oyente casual de este artista… pues quizá le conviene mantenerse a distancia, sobre todo por la asimetría cualitativa que encontramos entre los dos primeros discos y el resto.
El primer disco recoge grabaciones previas al debut de Safe As Milk, entre 1965 y 1967. Algunas de ellas son demos en el estudio de grabación y otras están registradas en directo. La que hubiera engrandecido todavía más este debut es ‘Obeah Man’, otro electrizante R&B que llega a los límites del género. Cuando se muestra más directo, accesible y pegadizo como en ‘Just Got Back From The City’, nos deja claro que podría haber tomado el camino fácil en la música pero eso no le iba a él. De todas maneras, la única canción donde suenan más convencionales y, por tanto, menos interesantes, es en ‘Evil’. La majestuosa ‘I'm Glad’ es una balada en clave de blues de las que Eric Clapton hubiera estado encantado de tocar en esa época, como también cabe destacar la solemnidad de ‘Tupelo’. Para que podamos comparar, de ‘Here I Am I Always Am’ encontramos dos tomas diferentes donde resulta evidente la mayor pulcritud y consistencia de la segunda versión. En ‘Old Folks Boogie’ queda graciosa la armónica, pues consigue que nos venga a la mente ‘Love Me Do’ de los Beatles. Las últimas canciones son demos de algunas de las que formarían parte de Safe As Milk.
El segundo disco, subtitulado Electricity, contiene grabaciones en directo de 1968, entre las cuales encontraremos dos justamente del tema ‘Electricity’, aparte de una demo de ‘Korn Ring Finger’ de 1967, la cual se vuelve tediosa de escuchar hasta que llegamos hacia la mitad y comienza a animarse un poco. Encontramos también una extensa interpretación de ese viejo blues titulado ‘Rollin N Tumblin’, donde esa primera banda mágica que tuvo Van Vliet demuestra su cohesión para estar más de diez minutos manteniendo la tensión musical. Se puede comparar con ‘Yer Gonna Need Somebody On Yer Bond’, que es similar pero acaba sonando más repetitiva.
Quien no sea un/a fan incondicional de Captain Beefheart debería detenerse tras la escucha de los dos primeros discos, pues todo lo que queda está destinado a quienes adoran los extremismos musicales. Así, el tercer disco y la parte de audio del cuarto se corresponden con las sesiones de grabación de Trout Mask Replica, así que podemos imaginarnos hacia qué clase de oyente va dirigido. Voces de fondo, murmullos, afinaciones, pruebas… Esto es de un estilo al Anthology de los Beatles, pero con una milésima parte del gancho de los ingleses. Tan solo se le puede sacar algo de sentido, y eso cuando se ha escuchado con extrema atención y repetidamente, a ‘Old Fart At Play’ y ‘Steal Softly Thru Snow’.
El quinto y último disco está destinado a grabaciones en directo y rarezas varias, que recorren desde 1969 a 1981. Colocar en primer lugar dos temas tan indigeribles y con una calidad de sonido muy mejorable como ‘My Human Gets Me Blues’ o ‘When Big Joan Sets Up’ podría parecer un suicidio artístico si no supiéramos ya de qué va este tipo. No menos insultante pueden resultar los berreos de ‘Black Snake Moan’ que encontramos, sobre todo el primero porque está grabado a través de una llamada telefónica, o la similar ‘Natchez Burning’. Nada mejora con los nueve minutos de ‘Spitball Scalped Uh Baby’, que directamente son el infierno hecho música. De lo poco que puede escucharse y que podamos emplear el término “agrado” para definir ese acto son la primera improvisación de armónica titulada ‘Harp Boogie I’ y el instrumental ‘One Red Rose That I Mean’. Si se busca algo que no atente a nuestra capacidad auditiva y que incluya parte vocal, lo único que podrá encontrar será ‘Orange Claw Hammer’ o la segunda demo de ‘Odd Jobs’. El resto de temas… cada cual que asuma su decisión de escucharlo.
Los vídeos incluidos en el cuarto disco poseen un valor histórico evidente, pues no se tienen muchas grabaciones visuales de este artista. Lo primero que encontramos es de enero de 1968 en la playa de Cannes, de tal manera que en los rótulos de entrada podemos leer la traducción de Captain Beefheart al francés: “Coeur de Boeuf”. Tocan con brío dos canciones de su debut, ‘Electricity’ y ‘Sure Nuff 'N Yes I Do’ ante un público que abarrota el paseo que da a la playa y que quedaría estupefacto. Del año siguiente y cerca de Francia, en Amougies, encontramos también un par de temas (‘She's Too Much for My Mirror’ y ‘My Human Gets Me Blues’) que ya entran de lleno en las atonalidades de Trout Mask Replica, donde vemos a Beefheart con una hoja en la mano, quizá para recordar mejor la verborrea beatnick que debía soltar. De esas atonalidades ya no saldremos en los dos vídeos restantes, uno con actuaciones en Detroit de finales de 1970 (con Beefheart tocando el saxofón soprano) y el otro con una interpretación de ‘Click Clack’ en París de 1973 donde aparece Roy Estrada en el bajo y Beefheart demuestra su dominio de la armónica.
I'M GOING TO DO WHAT I WANNA DO
Año de publicación: 2000
Puntuación:
CD I: 1) Tropical Hot Dog Night; 2) Nowadays A Woman's Gotta Hit A Man;
3) Owed T'Alex; 4) Dropout Boogie; 5) Harry Irene; 6) Abba Zabba;
7) Her Eyes Are A Blue Million Miles; 8) Old Fart At Play; 9) Well; 10) Ice Rose;
11) Moonlight On Vermont; 12) The Floppy Boot Stomp;
13) You Know You're A Man; 14) Bat Chain Puller; 15) Apes-Ma;
16) When I See Mommy I Feel Like A Mummy; 17) Veteran's Day Poppy.
CD II: 1) Safe As Milk; 2) Suction Prints.
Este álbum en directo era uno de los más esperados porque recoge un concierto de 1978, es decir, de la gira de presentación de Shiny Beast, que queda como el gran retorno y la reafirmación artística de Captain Beefheart. En buena parte recoge el contenido del citado álbum, como es obvio, pues los músicos que le acompañan son los mismos que habían participado en su grabación. Pero también encontramos un pequeño muestrario de toda su carrera, desde Safe As Milk. Este concierto viene publicado como un doble álbum, pero el segundo disco es muy breve y tan solo contiene los bises, para los cuales escogen el afilado tema homónimo del primer álbum y otro (el caótico ‘Suction Prints’) de su obra más reciente en ese momento.
Así pues, los temas de Shiny Beast no defraudan, pero tampoco suponen ninguna mejora ni proporcionan perspectivas destacables respecto a lo ya conocido. Pueden elegirse momentos a destacar, como por ejemplo la parte central de ‘Owed T'Alex’, donde los instrumentos ya han elevado el tono lo suficiente para que la guitarra vaya dejando deslumbrantes punteos (salvo que los alaridos maníacos de Beefheart te resulten irritantes). Pero, en todo caso, temas como ‘Tropical Hot Dog Night’, ‘Harry Irene’, ‘Abba Zaba’, ‘Ice Rose’ o ‘Moonlight On Vermont’ son un (estrambótico) placer para los oídos. Por desgracia, también le da por recitar su poesía libre (‘Well’), pero siempre podemos saltarnos esos momentos puntuales de narcisismo artístico.
En general, el grupo se deja llevar demasiadas veces por las disonancias para que esta grabación pueda dejar una impronta en el oyente, esto es, como alternativa a escuchar los álbumes de estudio. Queda más bien como una curiosidad que quizá nos indique la paradoja de la poca magia que surgía de la nueva formación de The Magic Band, pues esta música demanda una participación activa de los músicos para la improvisación, mientras que aquí todos parecen limitarse a emular la música de estudio que han ensayado previamente. En definitiva, no nos enseñarán nada nuevo pero tampoco nos harán perder el tiempo.