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BRUCE SPRINGSTEEN

GREETINGS FROM ASBURY PARK, NJ

Año de publicación: 1973

Puntuación:

 1) Blinded By The Light; 2) Growin' Up; 3) Mary Queen Of Arkansas;

4) Does The Bus Stop At 82nd Street; 5) Lost In The Flood; 6) The Angel; 7) For You; 8) Spirit In The Night; 9) It's Hard To Be A Saint In The City.

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Los humildes inicios de Bruce Springsteen quizá no lo sean tanto al comprobar cómo desde el principio ya buscaba ese sonido basado en un armazón instrumental potente y sólido mediante el que poder expresar sus historias sobre la vida, el trabajo y el amor, sobre todo enraizadas en la clase obrera y provinciana (si es que este último adjetivo puede aplicarse a los Estados Unidos). Ya desde el principio se hizo acompañar sabiamente por la E Street Band, donde lo que más sorprende es comprobar cómo inicialmente el guitarrista era el mismo Springsteen, pues ciertamente lo hace muy bien y borra inmediatamente la idea que tenemos forjada de él como cantante más que instrumentista. Poca gente puede asociar la guitarra eléctrica con Bruce, pero precisamente en estos inicios más enfocados en la fusión de jazz y rock es donde puede comprobarse la buena técnica de guitarra que poseía.

 

El inicio del disco mediante ‘Blinded By The Light’ y ‘Growin' Up’ son un buen exponente del sonido del primer Springsteen, algo así como una especie de Steely Dan con intención más seria y menos detalles instrumentales sobresalientes, más enfocado en servirse de la música como acompañamiento a unas letras expresivas. Ambas canciones poseen una gran conjunción lírico-musical en el estribillo, en la primera con la letra en primer plano y en ‘Growin' Up’ mediante ese magnífico piano que entra cada vez que Bruce repite el título de la canción. Irónicamente, ‘Blinded By The Light’ sería un éxito cuatro años después en la versión de Manfred Mann's Earth Band. Y precisamente al final del disco se retomará este estilo próximo al jazz pero sin perder su esencia rockera, gracias a la aguerrida ‘It's Hard To Be A Saint In The City’, cantada de manera un tanto atascada pero con una parte instrumental excelente donde destaca nuevamente el piano del primer teclista de la E Street Band, David Sancious.

 

Una de las canciones más visionarias de este LP (siendo malos con el comentario) es la balada ‘Mary Queen Of Arkansas’, un batiburrillo de guitarra acústica y declamaciones de Bruce sin melodía ni sentido musical aparente que curiosamente se repetirá en numerosas ocasiones durante su larga carrera, la mayoría de veces con resultados deplorables como aquí. No muy lejos se queda ‘The Angel’, que es el mismo aburrimiento pero al menos con un piano discernible y con una estructura más clara. Por otro lado, en ‘Lost In The Flood’ parece querer imitar el estilo de Dylan del New Morning (no solo por la forma de cantar) acompañándose en primer término del piano como único instrumento y transformando luego (a los dos minutos, exactamente) la canción en una balada rockera que transmite bastante fuerza. Un lado algo más pop pero sin perder solidez instrumental por ello llega con ‘Does The Bus Stop At 82nd Street’ y ‘For You’, ambas poseedoras de un ritmo pegadizo y una perfecta progresión.

 

El saxofonista Clarence Clemons, uno de los músicos con mayor carisma dentro de la E Street Band que acompañó a Springsteen durante buena parte de su carrera, es el encargado de iniciar y liderar una de las mejores canciones del disco (gracias en buena parte a él), pues en 'Spirit In The Night' su saxofón interpreta una magnífica melodía que, unida a un pegadizo estribillo (con unos “All night!” que invitan a cantar al unísono), llaman incluso a mover un poco el cuerpo.

 

Un prometedor inicio para un artista que tenía cosas que contar, sabía cómo expresarlas a través de la música, contaba con un acompañamiento musical idóneo y solo cabía esperar a que el entusiasmo unido al talento y a la experiencia que proporcionan la grabación de obras musicales (con algo más de recorrido, algunas canciones podrían haberse convertido en joyas musicales) y las actuaciones en directo, sirvieran de catapulta hacia el éxito que pronto tendría (no muy justificado con Born To Run), no sin antes regalarnos uno de sus mejores discos de los setenta, que comentaremos justo a continuación.

1) The E Street Shuffle; 2) 4th Of July Asbury Park (Sandy); 3) Kitty's Back;

4) Wild Billy's Circus Story; 5) Incident On 57th Street; 6) Rosalita (Come Out Tonight); 7) New York City Serenade.

THE WILD, THE INNOCENT & THE E STREET SHUFFLE

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

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Este segundo disco sirvió para confirmar que estábamos asistiendo a un nuevo hallazgo dentro del mundo del rock. Disponiendo de más tiempo para grabar, lo que supone poder pulir mejor las composiciones, el cantante y todavía guitarrista Springsteen ofreció lo mejor que podía dar dentro de su estilo jazz-rock de los inicios. Esa experiencia acumulada ahora que todavía no había adquirido en su disco de debut, aquí sirve para conseguir todavía mayor solidez instrumental, unas melodías más cuidadas (¡lo cual significa que hay melodías!) y una mayor confianza en conseguir una manera de cantar menos inspirada en Dylan y más auténtica por ende. En esta ocasión las cosas mejoran, como por ejemplo cuando en ‘4th Of July Asbury Park (Sandy)’ parece que nada nos va a sorprender y habremos de soportar una insulsa balada acústica, llega entonces su bonito estribillo bien acompasado para salvar la situación. Esta misma canción, en su disco de debut presumiblemente habría resultado más monótona, o cuando menos el cambio de ritmo hubiera quedado más forzado o peor resuelto.

 

La solemnidad propia de unos maestros de la instrumentación aparece en la épica ‘Kitty's Back’, toda una demostración de profesionalidad, fuerza, variedad, cambios de ritmo magistrales y una memorable parte final (o más bien antes del final) donde los coros van haciendo el contrapunto a la línea de Bruce “Kitty's back in town!” coordinados con un gradual incremento de la intensidad sonora. Es como una mini-sinfonía de jazz-rock donde se concentran muchas emociones y variados segmentos a lo largo de sus siete minutos. En términos clásicos comienza también la final ‘New York Serenade’ con el recital de piano de Sancious, a la que se irán sumando el resto de instrumentos comenzando por una estructurada guitarra acústica hasta la entrada de la emotiva parte vocal, todo en una especie de crescendo que finaliza pasados los seis minutos para llegar a una especie de falso final que es la antesala de una última sección quizá demasiado dominada por el saxofón, pero que no resta mérito a la genial estructura de este tema. El polo opuesto a ambas canciones resulta ser ‘Incident On 57th Street’, que con casi ocho minutos de duración apenas varía en nada salvo cuando irrumpe su estribillo de poco gancho (de hecho, parece una reescritura menor del de ‘4th Of July Asbury Park’) o algún detalle menor como el solo de platillos del batería. Por otro lado, el Springsteen acústico, más tranquilo y algo melódico llega con ‘Wild Billy's Circus Story’.

 

Una de las canciones conocidas de este disco (puede que la única, si cabe) es ‘Rosalita (Come Out Tonight)’, que presagia la futura/próxima reconversión de las composiciones a un sonido más accesible, amigable y comercial, aunque aquí todavía preserva una cierta fuerza auténtica y suficientes florituras de la E Street Band como para tacharla de comercial. Eso sí, es un intento bastante claro de transmitir positividad a los oyentes y en este caso Bruce sale ganador, aunque el estribillo no acaba de convencer del todo. Y ‘The E Street Shuffle’ suena cómo si al estilo de ‘Does The Bus Stop At 82nd Street’ del disco anterior le hubieran añadido toques de funk y la hubieran aderezado con multitud de detalles instrumentales originales.

 

Gran disco de Springsteen, quien parece que tras cautivar a la crítica pensó en realizar cambios para conseguir cautivar igualmente al público, cosa que conseguiría en el siguiente disco, uno de sus mayores éxitos de ventas, pero donde ya veremos que las apariencias engañan en parte, como cuando uno escucha el Thriller de Michael Jackson y piensa: “bien, no está mal... ¿¿pero cuarenta millones de discos vendidos??”.

1) Thunder Road; 2) 10th Avenue Freezeout; 3) Night; 4) Backstreets; 5) Born To Run; 6) She's The One; 7) Meeting Across The River; 8) Jungleland.

Puntuación:

Año de publicación: 1975 

BORN TO RUN

Tras dos discos de interesante facturación y avances musicales notables, llegó el momento para Springsteen de conseguir el estrellato. Para ello, simplificó las estructuras de las canciones para hacerlas más accesibles, completó el denso sonido con músicos adicionales y desarrolló unas letras todavía más universales y fáciles de entender e identificarse, de tal manera que su carisma echó el resto para conseguir su primer éxito de ventas. La incorporación más destacada a la E Street Band es la del teclista Roy Bittan, quien durante los siguientes años participaría como músico de sesión en discos de David Bowie, Peter Gabriel o el gran Making Movies de los Dire Straits. Aquí realiza un buen trabajo que permite olvidar al teclista anterior.

 

Las dos canciones ultra-famosas del disco son la que le da título y ‘Thunder Road’, ambas intercambiables en tono, estructura y resultado, si bien ‘Born To Run’ tiene algo más de melodía. Pero ‘Born To Run’ decepciona en parte por ser un intento de repetir el éxito de ‘Rosalita’ o incluso superarlo añadiendo una letra de las que llaman a la identificación con Springsteen, el cantautor de la clase obrera que tiene que ganarse todo con su propio esfuerzo desde el nacimiento, pero el riff inicial es tan repetitivo y sin variaciones, que la canción pierde fuelle tras varias escuchas. En cambio, lo curioso de ‘Thunder Road’ es que posee todos los ingredientes de una buena canción: introducción de armónica, entrada de la voz acompañada de un rítmico piano, potente estribillo... pero no acaba de cuajar el conjunto, pues apenas tiene una melodía original que ofrecer. Da la sensación de tratarse de Bruce declamando sin parar con algo de música de acompañamiento. Hasta los 3:50 no escuchamos el único momento que vale la pena, la parte final donde el saxofón de Clemons recita una épica melodía punteada por el piano de Bittan, que contiene mucha más fuerza que todo lo anterior.

 

Lo mejor del disco son dos canciones que llegan juntas y que son las que más recuerdan el contenido de The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle. Por un lado, la ágil ‘Night’, que por fin nos regala un estribillo elaborado y con poderío natural (sobre todo los primeros versos de cada tanda: “Till you're out on a midnight run / Losing your heart to a beautiful one”) y donde únicamente sobra el pomposo saxofón del final (pobre Clemons, pasando de salvador a destrozador en un santiamén). El inicio de ‘Backstreets’ es de lo mejor del disco gracias a su estructurado desarrollo hasta que entra la parte vocal de Bruce, quien es el héroe de este tema aunque por momentos desentone un poco al alzar demasiado la voz. Pero tiene justificada su duración de seis minutos y medio, puesto que posee la fortaleza lírica suficiente y un acompañamiento instrumental que participa activamente en la transmisión de emociones, tal como había conseguido demostrarnos en el LP anterior.

 

En clave más accesible, casi pop si no fuera por los destellos instrumentales que aparecen, ‘10th Avenue Freezeout’ suena demasiado confortable para lo que había hecho Springsteen hasta el momento. Como si quisieran acercarse más al estilo de Steely Dan. Por otro lado, ‘She's The One’ es una simple composición que imita el ritmo de Bo Diddley con resultado discreto. Las dos canciones finales son lo más flojo del álbum, pues tanto la minimalista ‘Meeting Across The River’ (que si no fuera por algunos destellos jazzísticos se sumiría en el tedio más absoluto) como ‘Jungleland’ (que parece el resultado de mezclar ‘Thunder Road’ y ‘Born To Run’ en una batidora), solo parecen indicar una falta de ideas por repetir parámetros ya demasiado explorados con anterioridad y no aportar melodías originales en las que sustentar, en el caso de ‘Jungleland’ el vasto armazón instrumental que alarga innecesariamente el tema hasta casi los diez minutos.

 

Llegados al final de este análisis, solo queda decir que nada mejor que escuchar el disco para valorar si he sido comedido y objetivo, pues cualquiera podría pensar que he tratado de generar notoriedad gratuita yendo en contra de opiniones generalizadas. De  ninguna manera he tratado de desmitificar por el afán de desmitificar sin más, como contaba González-Ruano en sus tiempos que, y escribo la cita completa: “La cantidad de tontos que rodearon la fama de Cervantes construyendo con sus horribles cuerpos y nombres una empalizada de melones maduros, nos hizo creernos un día anticervantinos” (del libro Mis 100 mejores crónicas, pág. 197, Ed. Biblioteca Nueva, 1954). Simplemente me limito a constatar que musicalmente este disco es muy inferior al anterior y que me asombra que llegue a aparecer como uno de los mejores de la historia del rock en detrimento de otros discos del propio Bruce infinitamente mejores. Mejor pasemos página y disfrutemos del que debería ser considerado el mejor álbum de la carrera de Springsteen, la obra maestra Darkness On The Edge Of Town.

DARKNESS ON THE EDGE OF TOWN

Año de publicación: 1978

Puntuación:

1) Badlands; 2) Adam Raised A Cain; 3) Something In The Night; 4) Candy's Room; 5) Racing In The Street; 6) The Promised Land; 7) Factory; 8) Streets Of Fire;

9) Prove It All Night; 10) Darkness On The Edge Of Town.

Si en el LP anterior Springsteen se centraba en conseguir un sonido denso (por no decir recargado), florido pero más accesible, que le permitiera llegar a un público más amplio y llenar las emisoras de radio comerciales, para esta ocasión se centraba principalmente en complementar lo anterior (excepto el sonido denso, que afortunadamente se vuelve algo más sencillo) con melodías más elaboradas y recuperar destellos instrumentales que denotaran la profesionalidad y calidad de su grupo de acompañamiento, incluida su propia destreza con la guitarra. Según lo que uno destaque de Springsteen (su comercialidad, su introspección, su instrumentación, sus composiciones...) podrá colocar un disco de su carrera como el mejor, pero basándonos en el nivel compositivo y la cantidad y calidad de melodías, e incluso la perfecta ejecución instrumental, el ganador es sin duda este Darkness On The Edge Of Town.

 

Concentrando quizá los coletazos que quedaran del Born To Run, el disco se inicia con una nueva reescritura de ‘Thunder Road’, aquí llamada ‘Badlands’ y que vuelve a incidir en un estribillo demasiado alargado, aderezado por un teclado que toca una pegadiza melodía que no es sino una copia de la del éxito de The Animals ‘Don't Let Me Be Misunderstood’, aquí en un tono más jovial. Cabe señalar que el piano de Roy Bittan se transformará en pieza esencial de muchas de las composiciones de este álbum, pues en muchos casos aportará melodías discernibles y memorables que marcarán algunos temas. Tal sería el caso de ‘Something In The Night’ o ‘Candy's Room’, por ejemplo. En la primera, toca una melodía que sirve de base rítmica inicial para un sentido canto de Springsteen, bien acompañado en el estribillo por el resto de la banda. Mucho mejor es ‘Candy's Room’, de original estructura donde al comienzo la melodía de piano alcanza niveles hipnóticos en su repetición mientras la intensidad de la canción aumenta al mismo ritmo que la parte vocal y el énfasis de la percusión. La entrada del gran solo de guitarra eléctrica mantendrá la fuerza hasta la repetición de la estructura de manera un tanto simétrica pero a la inversa.

 

Las baladas tranquilas y sencillas que pronto inundarán los discos de Springsteen aquí aparecen en formato interesante (‘Racing In The Street’, con una breve pero emocionante sección central instrumental, además de una emotiva interacción final entre los teclados de Bittan y Federici) o tendiendo al aburrimiento como en ‘Factory’. En cambio, lo que parece una balada desde el inicio (‘Streets Of Fire’) se transforma gracias a su poderoso estribillo en toda una composición épica con un gran solo de guitarra incluido.

 

Tampoco iba a olvidarse el lado más pop de Bruce, que reencontramos en la alegre ‘The Promised Land’, de ágil y entretenido ritmo (gran órgano de Federici), con un elaborado estribillo que olvida las divagaciones habituales y mantiene unas reconocibles melodías de agradable escucha. También es destacable la gran melodía que se marca Bruce con su armónica. Aunque una de las melodías iniciales que más destacan y enganchan es la de ‘Prove It All Night’, gracias de nuevo al gran piano de Bittan, donde además aparece un gran solo de saxofón de Clemons que pasa el testigo a otro gran solo de guitarra de Springsteen, los cuales compensan sobradamente el estribillo algo sencillo y repetitivo, pero suficientemente pegadizo.

 

Por otro lado, ‘Adam Raised A Cain’ puede que sea la mejor canción guitarrera de toda la carrera de Springsteen (¡y eso que todavía no había llegado Nils Lofgren!), que apabulla desde su inicio con un descomunal riff que parece sacado de un disco de King Crimson y donde Bruce vuelve a demostrar que al principio de su carrera era un consumado guitarrista capaz de sacar sonidos originales de su instrumento. La parte vocal también tiene muchísima fuerza, lo que unido a la reivindicación existencial de la letra la convierten en una de las mejores canciones del disco.

 

Para finalizar, llega la épica canción que da título al álbum, la cual no es nada impactante en su inicio al no tener elementos distinguibles. No será hasta la llegada de su estribillo cuando se puede entender la grandeza de este tema, que es precisamente al final de los versos, cuando se repite el título de la canción en una brillante melodía. Esa gran melodía será repetida instrumentalmente en otro de los grandes momentos del disco, una lástima que la guitarra no la toque (como lo hará en directo en algunas ocasiones). Lo único que le sobraría a este tema sería ese pitido intermitente que se escucha de fondo durante las estrofas principales, que puede resultar algo irritante.

 

En cualquier caso, qué grande que fue Bruce Springsteen y qué lástima que posteriormente dirigiera su carrera por vericuetos comerciales que no eran más que callejones sin salida que le harían volver a terrenos musicales menos pretenciosos. Pero al menos sigamos disfrutando con uno de los grandes discos de los setenta que encantará a cualquier aficionado al rock.

THE RIVER

Año de publicación: 1980

Puntuación:

CD I: 1) The Ties That Bind; 2) Sherry Darling; 3) Jackson Cage; 4) Two Hearts;

5) Independence Day; 6) Hungry Heart; 7) Out In The Street; 8) Crush On You;

9) You Can Look (But You Better Not Touch); 10) I Wanna Marry You; 11) The River.

 

CD II: 1) Point Blank; 2) Cadillac Ranch; 3) I'm A Rocker; 4) Fade Away; 5) Stolen Car;

6) Ramrod; 7) The Price You Pay; 8) Drive All Night; 9) Wreck On The Highway.

La desmesurada productividad que Springsteen tuvo en la década de los setenta se vio reflejada en parte en este nuevo doble LP, donde tampoco se sigue expresamente la estela de Darkness On The Edge Of Town (aunque no obstante se incluyen varios descartes de él), pues en esta ocasión no se llega a alcanzar la brillantez melódica concentrada en su anterior disco. El documental de 2015 The Ties That Bind revela una concepción integral de su producción artística. Por un lado, se fijó en cómo gente como James Brown se servía de su banda de acompañamiento como una extensión de sí mismo; por otro lado, The River fue inicialmente un único LP que fue reclamado de vuelta por el mismo Bruce para añadir más canciones, puesto que el proyecto original tenía demasiadas canciones intimistas que en directo no servían para derrochar toda la fuerza que imprimía junto a la E Street Band y quiso sustituir algunas por otras más rockeras. Lo que queda de manifiesto es que Springsteen más bien quiso volver a la senda triunfal y comercial de Born To Run pero prescindiendo de la densidad de sonido que distinguía las canciones de aquel disco y acortando la duración de los temas para ganar en accesibilidad.

 

Así pues, los mejores momentos los encontramos sin duda en las canciones que mantienen la vibración melódica del disco anterior, como en la potente ‘Two Hearts’, en ‘Jackson Cage’ (donde Bruce rescata la armónica), o en el pegadizo estribillo de ‘Out In The Street’. La única joya verdadera de The River es la canción que le da título, con un comienzo vibrante de armónica y piano que rezuma emotividad por todos los lados y que sirve de antesala a unas melodías vocales excepcionales, así como el sentido estribillo de letra existencialista y la armónica que transmite más sensaciones que nunca, acompañada por una gran parte de piano, de las pocas destacadas de Roy Bittan en este álbum, precisamente otra de las razones de su menor valía respecto al Darkness In The Edge Of Town. Y en ‘Point Blank’ tanto el piano de Bittan como el órgano de Federici se complementan a la perfección para adornar la expresiva parte vocal de Springsteen.

 

En una obra tan amplia era previsible encontrar diferentes momentos de introspección, que en la mayoría de casos dejan más bien indiferente: ‘Independence Day’, la ranchera de ‘I Wanna Marry You’, ‘The Price You Pay’ o ‘Fade Away’ la cual suena a algo ya escuchado con anterioridad. Mucho peor es cuando la introspección se transforma en aburrimiento como en ‘Stolen Car’ (donde lo único salvable es el casi imperceptible órgano que aparece hacia el final) o en plomizo tedio en la larguísima ‘Drive All Night’, que parecería destinada a las abuelas de los jóvenes fans de Springsteen del momento.

 

Lo que también abunda de forma obvia son los rocks de medio tempo donde a veces acierta (‘The Ties That Bind’) y en otras el resultado es algo flojo (‘Crush On You’, con un final demasiado repetitivo que incluso resulta molesto) o simplemente que suena entretenido sin más (‘Cadillac Ranch’, ‘I'm A Rocker’, el estilo retro tipo años cincuenta de ‘Ramrod’).

 

Por otro lado, podemos encontrar varios momentos desenfadados, algunos pasables como ‘Sherry Darling’ o ‘You Can Look (But You Better Not Touch)’, y otros lamentables como la conocida ‘Hungry Heart’. Por si mis comentarios sobre Born To Run no fueron suficientemente iconoclastas, ahora añadiré que nunca podré entender la fama de ‘Hungry Heart’, pues se trata de una canción al estilo de principios de los sesenta, simplista, repetitiva hasta la extenuación y que parece un intento falso de hacer pasar por serio lo que es un divertimento nada atractivo y de tono más bien pueril.

 

La canción final, ‘Wreck On The Highway’, parece anunciar el estilo de balada sencilla –quizá demasiado– que desarrollará en abundancia en el futuro Tunnel Of Love. El mayor problema de este doble álbum es que una vez se ha acabado de escuchar íntegramente, es difícil acordarse de más de cinco o seis canciones, pues la gran mayoría fluye con agrado pero no deja apenas nada que un@ pueda recordar. Tampoco queda clara la respuesta fácil para cualquier álbum doble que aconseja descartar canciones para mejorar el resultado global, pues no hay apenas altibajos y todo fluye con cadencia similar entre las canciones más rockeras y las más tranquilas. Un buen disco, pero aún así decepcionante respecto a lo que esperábamos como continuación del anterior, además de marcar definitivamente el camino que seguirá Bruce durante el resto de su carrera. O casi, porque el siguiente álbum será toda una sorpresa, hablando en términos musicales.

NEBRASKA

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) Nebraska; 2) Atlantic City; 3) Mansion On A Hill; 4) Johnny 99;

5) Highway Patrolman; 6) State Trooper; 7) Used Cars; 8) Open All Night;

9) My Father's House; 10) Reason To Believe.

Cuenta la leyenda que Bruce Springsteen grabó en su casa unas maquetas para lo que iba a ser su siguiente disco, luego las llevó al estudio para grabarlas con su grupo, pero finalmente decidió dejar las maquetas tal cual y publicarlas como un nuevo álbum, que sería este Nebraska. Lo cierto es que encontramos un conjunto de canciones caseras grabadas básicamente con guitarra acústica y armónica, aunque hay algunas a las que también añade alguna pista extra con armonías o escasos añadidos instrumentales. Todas ellas contenedoras de historias desgarradoras de desencanto, desolación y pesimismo hacia el futuro, con la pretensión de que empaticemos con los Johnnys y Marys que pueblan el interior de Estados Unidos, excepto en los casos en que el personaje principal es un asesino.

 

‘Atlantic City’ representa lo máximo que Bruce puede conseguir con esta decisión, que es una brillante combinación de pegadizas melodías tanto de la armónica como de las estrofas y el estribillo, así como un ritmo de guitarra agresivo (dentro de lo agresiva que puede ser una guitarra acústica) que ayuda a transmitir la desolación existencial de la letra. Los gritos añadidos aportan todavía más aprensión, pero en general la canción rezuma autenticidad, algo difícil de encontrar en Springsteen y que se agradece.

 

El mayor problema que puede presentar un disco de estas características es la inevitable sensación de heterogeneidad derivada de los pocos elementos empleados para la grabación de las canciones, algo lógico en lo que inicialmente iban a ser únicamente las demos iniciales. Así, por ejemplo ‘Nebraska’, ‘Used Cars’ o ‘Mansion On The Hill’ podrían intercambiarse sin problemas, además de tener ambas una inspiración bastante clara en joyas acústicas de la época de After The Gold Rush de Neil Young como ‘Tell Me Why’. Ante tanta aparente repetición, cuando llega ‘My Father's House’ un@ no puede sino pasar de canción para evitar el riesgo de quedar aplomado ante tanta lentitud y falta de melodías. En ‘Highway Patrolman’ ofrece en contrapartida un estribillo más elaborado, pero el costumbrismo norteamericano que narra ciertamente deja indiferente, no consigue meterse en la piel del americano medio que protagoniza en primera persona la canción.

 

También hay algunos momentos más movidos como ‘Johnny 99’ y ‘Open All Night’ (ambas en clave de rock'n'roll acústico, la segunda con una clara inspiración en Chuck Berry), la más rockabilly ‘State Trooper’ (uno de los temas que claramente se hubiera beneficiado de una regrabación con banda al tener un ritmo ominoso y oscuro, además de sorprender al final con unos gritos inesperados) y la final y entretenida ‘Reason To Believe’, de las mejores respecto a la progresión de la melodía y que deja una sensación positiva al acabar el álbum.

 

Si hay que hacer una valoración global, el factor “valentía” en este caso tiene un peso importante, pues requería un grandísimo valor por parte de Springsteen el publicar un disco tan casero y minimalista tras haberse labrado una reputación como rockero, de pomposa instrumentación en su disco más vendido hasta el momento (Born To Run). Así que si bien las canciones salvo ‘Atlantic City’ no pueden situarse entre lo mejor de su discografía, solo por esta decisión tan brava de mostrarlas en su desnudez, la valoración de este disco ya es positiva y por ello tiene una estrella más. Años después veremos que cuando grababa un disco acústico de forma premeditada y consciente, el resultado era muchísimo peor.

BORN IN THE U.S.A.

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Born In The USA; 2) Cover Me; 3) Darlington County; 4) Working On The Highway;

5) Downbound Train; 6) I'm On Fire; 7) No Surrender; 8) Bobby Jean;

9) I'm Going Down; 10) Glory Days; 11) Dancing In The Dark; 12) My Hometown.

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Y aquí pasamos de un extremo al contrario, del Springsteen más intimista y menos preocupado por el estrellato, al Springsteen rey de los conciertos en estadios y las listas de éxitos. Este disco contiene algunas de las canciones más famosas del Boss, lo cual nos lleva a recordar la diferencia entre famosa y buena, pero ciertamente la producción del disco está enfocada a enaltecer de alguna manera cualquier atisbo de melodía que pueda aparecer, así como poner en la mayoría de casos la voz de Bruce en primer término, pues hay que reconocer que exprime su voz al máximo en algunos de los temas. Quizá esa sensación de que está transmitiendo lo mejor de sí es lo que explica la magia de algunas canciones que en manos de otro artista probablemente hubieran pasado desapercibidas.

 

La canción que da título al disco y lo inicia es una de las más famosas de su carrera, hasta el punto de ser utilizada como reclamo electoral por nada menos que Ronald Reagan, en las antípodas ideológicas de Springsteen. Pero se quedaron con el resplandor patriótico del estribillo y obviaron su crítica a la sociedad estadounidense de las estrofas. En mi opinión, se repite demasiado el estribillo así como la parte instrumental, por lo que tanta repetitividad lastra el resultado final aunque quizá sea lo adecuado si entendemos este tema como un anti-himno patriótico. Peor es otra canción que utiliza los mismos ingredientes (‘Darlington County’) pero que provoca irritación con tanto “Na, na, na” repetido hasta la extenuación. Igualmente, en ‘No Surrender’ vuelve a repetir un estribillo del mismo estilo (en este caso empleando “eh” y “oh” para darle variedad al asunto) y vuelve a bordear peligrosamente en lo vulgar y simplón, quizá preludiando lo que caracterizará buena parte de la carrera que le queda por delante.

 

Por otro lado, ‘Cover Me’ parece la versión comercial de ‘Adam Raised A Cain’, con una fiera guitarra introductoria seguida de poderosas melodías engrandecidas por la voz entre épica y desaforada de Bruce. También contiene un gran solo de guitarra en su parte intermedia. No podía faltar el inofensivo rockabilly (‘Working On The Highway’) que tanto gusta de incluir, que poco después vuelve a aparecer pero de forma escondida en la más comercial ‘I'm On Fire’. En algunos casos basa toda la fuerza de la canción en el ritmo marcado por el teclado, como es el caso de ‘Bobby Jean’ o la famosa y rítmica ‘Dancing In The Dark’, acompañada de un vídeo musical donde demuestra que bailando no podía competir con Michael Jackson. Tampoco es que quisiera intentarlo. Parece que a Springsteen le va mejor la tristeza que la alegría, por lo que canciones como ‘Downbound Train’ sobrepasan con creces a otras más joviales como ‘Glory Days’, de la cual no se entiende tampoco su fama, ya que suena atascada y su estribillo es de lo más vulgar. Mucho mejor sin duda es la sencilla pero emotiva ‘My Hometown’, que trata sobre el desarraigo forzado para encontrar un trabajo y buscarse la vida, donde los Johnnies y Maries de sus canciones siguen representando a esa clase media trabajadora que busca la estabilidad y la felicidad en un mundo hostil y obsesionado por el dinero.

 

Una vez escuchado todo el disco, la diferencia que un@ puede discernir entre el éxito de Born To Run y Born In The USA es que el primero no presentaba apenas melodías interesantes pero lo suplía con un muro de sonido denso y compacto, mientras que el segundo ofrece una producción más moderna, la ventaja de emplear la tecnología del vídeo musical y la imagen de Bruce para su promoción (como héroe de la clase obrera), y algo más de cuidado en la melodía, si bien tampoco logra mantener la atención a lo largo del álbum. No es un disco de mi predilección, pero hay que reconocer un cierto gancho que lo salva de la mediocridad. Springsteen en estado puro en su mayor año de gloria.

LIVE 1975-85

Año de publicación: 1986

Puntuación:

CD I: 1) Thunder Road; 2) Adam Raised A Cain; 3) Spirit in the Night;

4) 4th of July, Asbury Park (Sandy); 5) Paradise by the "C"; 6) Fire; 7) Growin' Up; 8) It's Hard to Be a Saint in the City; 9) Backstreets; 10) Rosalita (Come Out Tonight); 11) Raise Your Hand; 12) Hungry Heart; 13) Two Hearts.

 

CD II: 1) Cadillac Ranch; 2) You Can Look (But You Better Not Touch);

3) Independence Day; 4) Badlands; 5) Because The Night; 6) Candy's Room;

7) Darkness on the Edge of Town; 8) Racing In The Street; 9) This Land Is Your Land; 10) Nebraska; 11) Johnny 99; 12) Reason To Believe; 13) Born In The USA; 14) Seeds.

 

CD III: 1) The River; 2) War; 3) Darlington County; 4) Working On The Highway;

5) The Promised Land; 6) Cover Me; 7) I'm On Fire; 8) Bobby Jean; 9) My Hometown; 10) Born To Run; 11) No Surrender; 12) Tenth Avenue Freeze-Out; 13) Jersey Girl.

Llegados a este punto ya hemos comprobado cómo Springsteen puede pasar de la discreción y humildad más absoluta a la pomposidad más exultante sin que haya un período intermedio o de transición. Así, este triple CD (cinco LP’s originalmente) recoge grabaciones de toda una década de forma más o menos cronológica, aunque de 1975 solo encontramos la interpretación de ‘Thunder Road’ acompañado únicamente por el piano. A partir de 1984 es cuando entra Nils Lofgren, aunque el trabajo de guitarra no es en general destacado salvo casos concretos como ‘Cover Me’.

 

Uno de los aspectos que más destacan es la larga duración de algunos temas, lo cual resulta ser negativo al final. Solo hay que fijarse en los primeros cinco minutos que introducen ‘The River’, con Bruce recitando sus historias sin interés alguno, por lo que es un alivio comenzar a escuchar la canción en sí y poder al menos escuchar la activa armónica del final como novedad. Alargar ‘Rosalita’ hasta los diez minutos no parece tampoco una buena idea si no va acompañado de suficiente solidez instrumental en forma de interesantes solos o variaciones melódicas. Aquí parece desvariar un poco el sonido y no deja de ser uno de esos momentos que pueden disfrutarse estando presentes en el concierto, pero no escuchando la interpretación tranquilamente en casa. En ‘Growin' Up’ comete el fallo de ponerse a soltar parrafadas que no interesan a nadie a mitad de la canción, acompañado del piano y durante unos cuatro minutos, una idea horrorosa. Por el contrario, ‘Racing In The Street’ es de las pocas canciones que justifican su mayor duración, sobre todo gracias a la pericia de Bittan en el teclado y el acompañamiento posterior de Federici con el órgano.

 

Podemos escuchar varias canciones inéditas de Bruce hasta ese momento, donde la peor es ‘Fire’, que pasa prácticamente inadvertida. El éxito que donara a Patti Smith (‘Because The Night’) aquí suena quizá con menor brío, como si Patti hubiera transfundido la canción en algo propio y por ello transmita más emotividad y autenticidad. Aquí tampoco está mal, que una cosa no quita la otra, destacando sobre todo el extenso solo de guitarra de la parte final. También hay espacio hasta para un instrumental entretenido de inspiración rockabilly llamado ‘Paradise By The "C"’.

 

Con tan gran cantidad de títulos, no podían faltar algunas versiones como el folk ‘This Land Is Your Land’ de Woody Guthrie, interpretado en primer lugar con guitarra acústica y armónica (como mandan los cánones), aunque luego se añaden el piano y algo de percusión. No es que sea gran cosa, pero resulta agradable, algo que podría decirse también de la versión de ‘Jersey Girl’ de Tom Waits. Y en ‘War’ lo único que sobra es otra de las introducciones recitadas de Bruce que más bien sobran en un disco, para lo que es un tema con mucha fuerza.

 

¿Puede haber algo peor que escuchar ‘Hungry Heart’? podréis escuchar preguntarme a mí mismo. La respuesta es sí, todavía peor es escucharla en directo cantada por el público y luego por un Bruce con la voz cascada probablemente de haber estado dos horas dejándose la piel en el escenario. No muy atrás se queda la versión a capela de ‘No Surrender’, que sin los instrumentos pierde totalmente el ya escaso interés que suscitaba originalmente. Por otro lado, las canciones del Born In The U.S.A. no ofrecen nada novedoso, pues son casi calcadas a las versiones de estudio, si acaso en ‘Cover Me’ tenemos una sección más extensa de guitarra junto a los aullidos del Boss para ofrecernos un final con mucha fuerza.

 

En definitiva, es una recopilación excesiva y más bien enfocada a los fans de Springsteen, puesto que la gran cantidad de canciones (y la duración de algunas) abochorna al oyente casual, poco propicio a tanto impacto musical. No vamos a escuchar muchas novedades respecto del punto de vista musical, pues los conciertos parecían enfocados más hacia la fuerza que hacia la técnica. También puede tomarse como documento histórico de la evolución musical del artista y darnos una idea al mismo tiempo de lo que significaba asistir a un concierto maratoniano de la banda, lo cual implicaba presenciar y tolerar los arrebatos líricos de Springsteen, por lo que puede observarse aquí.

TUNNEL OF LOVE

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Ain't Got You; 2) Tougher Than The Rest; 3) All That Heaven Will Allow;

4) Spare Parts; 5) Cautious Man; 6) Walk Like A Man; 7) Tunnel Of Love; 8) Two Faces; 9) Brilliant Disguise; 10) One Step Up; 11) When You're Alone; 12) Valentine's Day.

Nunca hay que juzgar un disco o un libro por la portada, pero en este caso parece que algo falla cuando vemos a un Springsteen engominado y vestido con traje mientras se apoya en un coche descapotable. El cambio estilístico de líder de la clase obrera a avezado y adinerado músico comportaría también un cambio musical hacia música más adulta, más sencilla y mucho menos interesante, con poca originalidad creativa. Aunque esto último tampoco sea un punto fuerte de su discografía ni algo a tener en cuenta para un rockero clásico como Bruce.

 

Este sonido adulto para emisoras de radio aburridas tiene varios ejemplos, el primero y bien claro en ‘Tougher Than The Rest’ y luego en otras canciones sin pretensiones ni complejidad alguna como ‘One Step Up’ o ‘When You're Alone’, la cual con sus coros finales repitiendo el título de la canción puede provocar algún escalofrío en el oyente. Aunque peor todavía si cabe es ‘Cautious Man’, el retorno a los peores momentos del Nebraska, pues la falta de melodías deja la impresión de tratarse de un hombre recitando sin más propósito que contar una historia, dejando de lado la música. Aunque para eso podemos directamente ponernos a leer. La otra cara de la moneda sería ‘Two Faces’, que con los mismos ingredientes al menos ofrece una buena melodía vocal, pues es la voz casi el único elemento del disco que parece a veces elevarse por encima de la vulgaridad instrumental.

 

Por otro lado, el intento de sonar como AC/DC en ‘Spare Parts’ puede impactar cuando uno tiene doce años, alegrar por hacernos pensar que Springsteen sabe ser un rockero duro si se lo propone; pero cuando un@ crece y ya conoce bastante mundo musical, este tema queda como uno de los peores, tanto por su mala parte vocal como por las cacofónicas notas agudas de guitarra que lo pueblan.

 

En lo que originalmente era la segunda cara del LP parece que las cosas empiezan a mejorar ligeramente gracias a las tres primeras canciones, que al menos tienen melodías más discernibles, originales, con fuerza y con detalles instrumentales mínimamente destacables, aunque que estos últimos sean por obra y gracia del teclado también es un indicador del escaso nivel de este álbum. La canción que le da título (nada que ver con el clásico de Dire Straits) ofrece al menos algunas melodías interesantes, aunque su instrumentación artificial le hace perder puntos. En ‘Two Faces’ puede destacarse el solo de órgano de Federici, poco utilizado en el disco, lo cual se deja notar. Y el mayor éxito es ‘Brilliant Disguise’, que mejora respecto a ‘Tunnel Of Love’ en que tiene un poderoso e imbatible estribillo.

 

En cualquier caso, este álbum presenta momentos tan bajos y en general tan mediocres, que podemos aseverar que la portada es un fiel reflejo de lo que encontraremos en el interior. Parece que Bruce quiso impresionar a Patti Scialfa con un atuendo de galán sureño y una música para agradar a sus futuros suegros. Podría ser una explicación para uno de los puntos más bajos de la carrera de Springsteen.

HUMAN TOUCH

Año de publicación: 1992

Puntuación:

1) Human Touch; 2) Soul Driver; 3) 57 Channels (And Nothing On); 4) Cross My Heart; 5) Gloria's Eyes; 6) With Every Wish; 7) Roll Of The Dice; 8) Real World;

9) All Or Nothin' At All; 10) Man's Job; 11) I Wish I Were Blind; 12) The Long Goodbye; 13) Real Man; 14) Pony Boy.

Cinco años de silencio discográfico nos trajo otro nuevo cambio de imagen del Boss. Esta vez parece que sintió nostalgia de su éxito como trovador y héroe de la clase obrera, así como de su verdadera imagen de artista de rock'n'roll. El regreso no pudo ser más productivo, pues el mismo día de publicación de este álbum se publicó también el Lucky Town, estilísticamente similar pero diferente en actitud, pues este último es más optimista y positivo, además de poseer un sonido más orgánico y natural. El teclista Roy Bittan adoptó un rol más prominente al ser coautor de dos canciones y participar en las labores de producción. De hecho, es el único miembro de la E Street Band que continúa, lo cual afecta claramente a la naturalidad del álbum. Pero lo único que encontramos en estas dos composiciones (‘Roll Of The Dice’ y ‘Real World’) es una mediocridad desmerecedora de un artista de éxito. Quizá el único momento de autenticidad lo encontremos en la tradicional ‘Pony Boy’ que cierra el disco, pues está interpretada con gusto y se puede oír una agradable armónica.

 

Como suele ocurrir con las obras más flojas llenas de relleno, lo mejor está al principio; en este caso los tres primeros temas. La canción que da título al disco fue también su carta de presentación. Se trata de una continuación del estilo más vistoso que tanto éxito le diera en Born In The USA, con un buen contraste entre las estrofas principales y la potente sección instrumental que sigue a cada línea de “Just a little of that human touch”. ‘Soul Driver’, como su nombre parece indicar, es una especie de soul con un buen trabajo de órgano y una de las mejores interpretaciones vocales de Bruce de todo el álbum. Y la extraña ‘57 Channels (And Nothing On)’ impacta con su inquietante parte de bajo, lo cual sirve de adecuada base para la crítica del mundo consumista y vacuo que ofrece la letra.

 

Del resto del disco poco puede decirse porque volvemos al Springsteen que, con cualquier medio-melodía, la rellena con estrofas y estribillos y nos regala una canción. Esto puede funcionar con los fans más acérrimos, pero no con cualquier persona algo crítica. Así, el medio tempo de ‘Cross My Heart’ o ‘I Wish I Were Blind’ se olvidan tan pronto finalizan. Y de las baladas lentas poco hay que decir porque previsiblemente suenan tediosas y sin propósito claro salvo servir de simplista trasfondo para las historietas de nuestro amigo, como es el caso de ‘With Every Wish’. Ligeramente mejor suenan ‘The Long Goodbye’ y ‘Man's Job’, aunque en realidad parecen seguir la estela de Tunnel Of Love, unas inofensivas canciones con algo de guitarra slide para elevar el ánimo en la segunda de ellas.

 

Por otro lado, ‘Gloria's Eyes’ es un pasable rock que para otro grupo o artista podría servir para destacar algo, pero para Bruce queda escaso y convencional. Aunque más aburrida suena ‘All Or Nothin' At All’, además de tener un sonido de guitarra tan artificial que parece extraído de un sintetizador más que de un guitarrista. Y precisamente cuando el sonido principal lo proporciona un sintetizador (‘Real Man’), el resultado es ciertamente flojo.

 

Así pues, aunque ninguna de las canciones aquí incluidas se pueda clasificar en la categoría de horrible, la media global del álbum está por debajo del mínimo exigible que se le puede aplicar a Springsteen. Esto no es lo que esperamos de él y ni siquiera contiene alguna canción que pudiera salvarse para la posteridad en recopilatorios. Solo para fans incondicionales.

LUCKY TOWN

Año de publicación: 1992

Puntuación:

1) Better Days; 2) Lucky Town; 3) Local Hero; 4) If I Should Fall Behind;

5) Leap Of Faith; 6) Big Muddy; 7) Living Proof; 8) Book Of Dreams;

9) Souls Of The Departed; 10) My Beautiful Reward.

Como ya se dijo anteriormente, este Lucky Town se publicó el mismo día que Human Touch, sin entrar tampoco en una competencia directa, pues los ingredientes son similares. Roy Bittan también fue el único participante de la E Street Band, no obstante en este disco no aporta ninguna composición propia. Aunque vuelven a utilizarse músicos de estudio, el resultado es mejor porque sorprendentemente los instrumentos suenan en general menos artificiales y más cercanos, que es lo suyo. Que se note que detrás de cada instrumento hay una persona. No hay mucho más a añadir a lo ya dicho en el anterior álbum, pues la creatividad de Bruce sigue en su mismo y escaso nivel, por lo que es previsible encontrar canciones de medio tempo agradables basadas en proveer un estribillo que se pueda cantar en un gran estadio: ‘Better Days’ o ‘Local Hero’, que parecen pensadas exclusivamente para girar el micrófono hacia el público durante el estribillo. Precisamente cuando el estribillo está más elaborado es cuando de verdad puede destacarse con justicia, como es el caso de ‘Leap Of Faith’, que también tiene más gancho de por sí, todo sea dicho.

 

En la misma líneas, encontramos temas más pausados que únicamente pueden destacarse por algún giro vocal que los salva de la absoluta mediocridad, como es el caso de ‘If I Should Fall Behind’ o ‘My Beautiful Reward’, la cual únicamente tiene destacable esos finales de línea donde repite su título. Esa mediocridad llega en todo su esplendor durante la parte final del álbum con las insulsas ‘Living Proof’, la soporífera ‘Book Of Dreams’ y ‘Souls Of The Departed’, esta última pretendidamente cañera pero sin melodías. Aunque la falta de melodías tampoco es una sorpresa en las composiciones de Springsteen, pues suele caer en el error de tener una letra y pretender encajarla después de alguna manera con un acompañamiento musical.

 

La canción que da título al disco es lo mejor de todo su repertorio de 1992, ya que vuelve a conseguir esa expresividad épica casi perdida desde Darkness On The Edge Of Town, aunque al solo de guitarra le falte algo más de vida que sí conseguiría en directo. De hecho, una vez hayas escuchado la interpretación de esta canción en el MTV Plugged, dudo mucho que quieras volver a la versión de estudio. Y si en Human Touch la canción  misteriosa era ‘57 Channels’, aquí sería ‘The Big Muddy’, que sustituye el ominoso bajo por una acertada guitarra que evoca el sonido de cuello de botella, así que vale la pena escucharla al menos un par de veces.

 

Comparativamente hablando, la valoración de este álbum es ligeramente superior a su compañero, pero no deja de dejarnos desesperanzados comprobar cómo Springsteen se desvía por el camino de la comercialidad. Es quizá la consecuencia de formar una familia con hijos, que un@ se deja llevar por la tendencia de querer asegurarse el pan y para ello lo último es lanzarse a la aventura. Mejor ir sobre seguro y exprimir las pocas ideas al máximo para grabar el mayor número de temas posible, de tal manera que el oyente genérico quede medianamente satisfecho, lo suficiente para acudir a tus conciertos y cantar junto a ti los estribillos especialmente diseñados para la ocasión.

IN CONCERT - MTV PLUGGED

Año de publicación: 1993

Puntuación:

1) Redheaded Woman; 2) Better Days; 3) Atlantic City;

4) Darkness On The Edge Of Town; 5) Man's Job; 6) Human Touch; 7) Lucky Town;

8) I Wish I Were Blind; 9) Thunder Road; 10) Light Of Day; 11) If I Should Fall Behind; 12) Living Proof; 13) My Beautiful Reward.

Y siguiendo con el último razonamiento expresado, ¿qué hay más seguro que lanzar un disco en directo aprovechando la publicidad añadida de un famoso canal musical de televisión?. Así, intuyendo quizá que podría ampliar la promoción de sus recientes discos volviéndolos a grabar con esta publicidad extra, pensaría que el formato acústico no sería lo adecuado para la ocasión, pues la fuerza de Springsteen reside en el rock, la electricidad. Ya en Nebraska, completamente acústico y poco elaborado, se dejaba entrever su menor capacidad para impactar en este formato, más adecuado para recitar sus historias de amor y lucha en la clase obrera que para ofrecer algo interesante desde un punto de vista musical. Y en Human Touch y Lucky Town parece que la hipotética fuerza de las composiciones radica en su encofrado instrumental, no en su escasa entidad melódica.

 

El concierto comienza siguiendo los cánones de los unplugged, es decir, con una canción acústica (inédita, por cierto) de estilo blues llamada ‘Read Headed Woman’ e interpretada por Springsteen en solitario, que no está mal, tras acabar la cual entra el resto de músicos y enchufan sus instrumentos para tocar ya de manera eléctrica ‘Better Days’. Para confirmar que le ha dado la vuelta completamente al asunto del unplugged, una canción inicialmente acústica como ‘Atlantic City’ (la joya del álbum Nebraska) aquí se transforma en eléctrica con buen resultado, con unas grandes notas de piano asomando y que quizá se repitan en exceso, aunque al final sirvan de buen trasfondo para una afilada guitarra. En ‘Darkness On The Edge Of Town’ lo que queda genial respecto al original es la interpretación de la melodía donde Bruce canta el título con la guitarra eléctrica, algo que le da ciertamente un plus especial.

 

En cualquier caso, el mayor problema de este concierto viene con la selección de títulos, puesto que la mayoría se centra en los dos discos recientes que había publicado. Y ya hemos visto la mediocridad imperante en ellos, lo cual aún empeora por la larga duración que tienen, pues la mayoría pasa de los cinco minutos. ¿Para qué queremos seis minutos de tedioso ‘Living Proof’ si en los menos de cinco minutos originales ya aburría a las ovejas?. Lo único que puede destacarse de verdad de sus recientes composiciones es ‘Human Touch’ por su gran coda y ‘My Beautiful Reward’ por la gran armónica que podemos disfrutar, sobre todo en su parte final también. Aunque la joya de la corona es ‘Lucky Town’ que, con una interpretación más humana y auténtica, fascina con sus solos de guitarra y su estribillo que en directo suena más poderoso todavía.

 

Otra canción inédita –pero no por ello interesante– que podemos encontrar en este disco es la interpretación de ‘Light Of Day’, perteneciente a una película que no he visto (ni tengo pensado ver nunca) titulada en España Rock Star (Light Of Day, 1987) y que no pasa de ser una canción rock convencional que dura nada menos que ocho minutos, debido a que hacia lo que parece el final de la canción Bruce empieza a recitar sus historietas improvisadas que no interesan a nadie.

 

En resumen, este disco en directo solo puede interesar a los fans y completistas, aunque vale la pena escuchar las interpretaciones de ‘Darkness On The Edge Of Town’ y ‘Lucky Town’, que justificarían comprar el disco si alguien lo ve de oferta.

THE GHOST OF TOM JOAD

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) The Ghost Of Tom Joad; 2) Straight Time; 3) Highway; 4) Youngstown;

5) Sinaloa Cowboys; 6) The Line; 7) Balboa Park; 8) Dry Lightning; 9) The New Timer; 10) Across The Border; 11) Galveston Bay; 12) My Best Was Never Good Enough.

¿¿¿¿Qué es esto???? Siguiendo esa filosofía artística de Bruce de que el siguiente paso debe impresionar a sus oyentes, aquí se inspira en la celebérrima novela de John Steinbeck Las uvas de la ira (1939) para crear un disco conceptual que refleje para la sociedad de los noventa la esencia de la época de depresión y padecimiento para la población que Steinbeck recogía en su novela. No puedo perdonarme no haberla leído todavía –pues la adaptación fílmica de John Ford se percibe inevitablemente muy simplificada– por lo que es una de mis tareas pendientes. Pero que nadie se acerque a este álbum como una primera aproximación a la obra literaria, pues el mal sabor de boca que le va a dejar hará que pasen veinte años más hasta decidirse a leerla. Musicalmente, Springsteen se sitúa en un punto equidistante entre Nebraska (por su base acústica) y Darkness On The Edge Of Town (por su pretendida emotividad), pero lo que encontramos aquí es una acumulación de canciones sin inspiración, creatividad ni, lo más flagrante, melodías.

 

El inicio no preludia todavía el desastre que se avecina, pues ‘The Ghost Of Tom Joad’ presenta una buena conjunción de introspección y melodía, con un acompañamiento instrumental básico (teclado envolvente, percusión ligera y armónica; aparentemente no hay guitarra) que imprime fuerza al tema, pues la voz de Springsteen no pasa del casi murmullo para cantar. Aunque lo mejor y lo único salvable del álbum es ‘Youngstown’, pues otra vez el empaque instrumental le da vida al tema (sobre todo esa gran guitarra slide que va dejando caer emotivas notas alargadas) y refuerza su mensaje antibelicista, además de que esta canción concentra prácticamente todas las melodías del disco. Emociona también escuchar su estribillo (“Here in Youngstown”) que cambia su entonación en cada última línea, demostrando que algún pequeño atisbo se podía encontrar del triunfal Springsteen.

 

Del resto de canciones no voy a extenderme más, puesto que básicamente son todas semejantes: la voz de Bruce en primer plano soltando sus rollos sin preocuparse lo más mínimo por la música, algo más propio de cualquier cantante sin talento. El aburrimiento es mayúsculo e insultante. Increíble escuchar un cúmulo de despropósitos tan grande, algunos además con una duración superior a los cinco minutos. La final ‘My Best Was Never Good Enough’ si que tiene al menos una melodía reconocible, pero el conjunto es tan limitado y tan parecido a toda la morralla anterior, que si alguien llega al final del disco probablemente ni siquiera le preste atención. En definitiva, este álbum puede servir de test para certificar el grado de fanatismo que se tiene hacia la figura de Bruce Springsteen. Si conocéis a alguien que le guste, no perdáis el tiempo realizando alguna crítica sobre Bruce porque no la comprenderá. El resto podéis intuir claramente que hay infinidad de discos folk intimistas que dejan estas imitaciones baratas en el reino de Hades. ¿Conocéis a Nick Drake?

CD I: 1); 2) It's Hard To Be A Saint In The City; 3) Growin' Up; 4) Does This Bus Stop

At 82nd Street?; 5) Bishop Danced; 6) Santa Ana; 7) Seaside Bar Song;

8) Zero And Blind Terry; 9) Linda Let Me Be The One; 10) Thundercrack;

11) Rendezvous; 12) Give The Girl A Kiss; 13) Iceman; 14) Bring On The Night;

15) So Young And In Love; 16) Hearts Of Stone; 17) Don't Look Back.

 

CD II: 1) Restless Nights; 2) A Good Man Is Hard To Find (Pittsburgh); 3) Roulette;

4) Dollhouse; 5) Where The Bands Are; 6) Loose Ends; 7) Living On The Edge Of The World; 8) Wages Of Sin; 9) Take 'Em As They Come; 10) Be True; 11) Ricky Wants A Man Of Her Own; 12) I Wanna Be With You; 13) Mary Lou; 14) Stolen Car;

15) Born In The U.S.A.; 16) Johnny Bye-Bye; 17) Shut Out The Light.

 

CD III: 1) Cynthia; 2) My Love Will Not Let You Down; 3) This Hard Land; 4) Frankie;

5) TV Movie; 6) Stand On It; 7) Lion's Den; 8) Car Wash; 9) Rockaway The Days;

10) Brothers Under The Bridges ('83); 11) Man At The Top; 12) Pink Cadillac;

13) Two For The Road; 14) Janey Don't You Lose Heart; 15) When You Need Me;

16) The Wish; 17) The Honeymooners; 18) Lucky Man.

 

CD IV: 1) Leavin' Train; 2) Seven Angels; 3) Gave It A Name; 4) Sad Eyes;

5) My Lover Man; 6) Over The Rise; 7) When The Lights Go Out; 8) Loose Change;

9) Trouble In Paradise; 10) Happy; 11) Part Man, Part Monkey; 12) Goin' Cali;

13) Back In Your Arms; 14) Brothers Under The Bridge.

Puntuación:

Año de publicación: 1998

TRACKS

Como demostración evidente de la gran cantidad de ideas que rondan por la mente de Springsteen, se publicó este abrumador recopilatorio de cuatro discos que recoge un enorme conjunto de descartes así como algunas caras B de single y versiones alternativas de canciones publicadas. Se agradece enormemente que esté todo ordenado de forma cronológica (salvo excepciones irrelevantes), motivo por el cual sobra señalar que el volumen más flojo de todos es el último, que recoge los restos de Human Touch y Lucky Town, así como –oh, no– un descarte de The Ghost Of Tom Joad (‘Brothers Under The Bridge’, por si alguien quiere evitarse cinco minutos de aburrimiento, además de que es una reescritura de ‘Blood Brothers’ del Greatest Hits de 1995, o viceversa). Cuando un@ aborda una colección de este tipo, puede echarse a temblar con razón porque en los discos de Springsteen siempre se encuentra mucho relleno, especialmente desde finales de los ochenta.

 

Las primeras canciones que encontramos en el primer volumen son demos de las que formarían parte de su disco de debut. Únicamente Bruce y su guitarra, lo cual no ofrece otra cosa que la curiosidad de escucharlas (‘Mary Queen Of Arkansas’ sigue siendo igual de aburrida que en su versión final), aunque sí es cierto que podemos notar una fuerza especial debida a la juventud y el entusiasmo de quien quiere entrar en el mundo de la música por vez primera. Y parece que al principio también era así, Bruce y su guitarra acústica, pues ‘Bishop Danced’ está interpretada en directo (nada menos que en el Max's Kansas City, donde The Velvet Underground también actuara) de esa manera. Aunque con canciones como ésa no se podía preveer el futuro exitoso que tuvo. En cualquier caso, esta primera etapa es la más interesante y donde más temas pueden destacarse, puesto que ya vimos la importancia que se le daba al componente instrumental en esos inicios (a destacar por esa parte ‘Thundercrack’, de la época de The Wild, the Innocent & the E Street Shuffle). Esto no quiere decir que nos vayamos a asombrar, ya que Springsteen era prolífico pero tampoco tenía la habilidad melódica de otros. Lo que puede destacarse entre todo este mogollón está en los descartes de Darkness On The Edge Of Town (algo obvio porque es su mejor disco y por ende tiene más probabilidades de haber dejado fuera buenas canciones), que serían las enérgicas ‘Don't Look Back’ y ‘Give The Girl A Kiss’, la cual tiene una parte instrumental de nivel pero que hubiera mejorado mucho de haber elaborado más su estribillo. Aunque la joya de este primer volumen es un descarte de The River llamado ‘Bring On The Night’ (nada que ver con la gran canción de The Police), que tiene una gran fuerza y recupera ese lado épico de Bruce que tan buenos frutos diera en su momento. Curiosamente, de lo más flojo resultan ser los dos descartes de Born To Run, tanto el plomizo vals de ‘Linda Let Me Be The One’ (precursora de chorradas como ‘Hungry Heart’) como la rítmica ‘So Young And In Love’, que no está mal pero que no pasa de lo convencional, lo mismito que en el contenido del álbum donde pudo estar incluida.

 

El segundo volumen se inicia con las otras joyas de Tracks, ‘Roulette’ y ‘Restless Night’, que vuelven a ser descartes de The River, nuevamente con una descomunal carga épica (ese gran piano de Bittan, que vuelve a ser el héroe en ‘Restless Night’) que obliga a pensar por qué para aquel disco se olvidó de seguir la senda marcada por Darkness On The Edge Of Town y se decantó por composiciones más comerciales y convencionales. ‘Roulette’ no se queda nada lejos y tiene además una gran parte de guitarra así como un memorable riff introductorio. También de The River son las otras canciones que pueden destacarse: ‘Loose Ends’ con su potente estribillo, mucho mejor que cosas posteriores como ‘Better Days’; ‘Living On The Edge Of The World’, que parece inspirada por ‘I Fought The Law’ de The Bobby Fuller Four, aunque para 1979 ya había aparecido la más agresiva versión de The Clash; y ‘Be True’, que parece condensar todas las virtudes de la primera época de Springsteen pero en la mitad de tiempo. Por otro lado, resulta curioso comprobar cómo ‘Born in the U.S.A.’ fue inicialmente un rechazo de Nebraska, sobre todo porque hubiera sido una canción destacada ahí, incluso en su formato acústico que transmite el mensaje de forma más definida que la versión final, la cual parece que indujo a error a los republicanos de Reagan. Esta versión acústica por cierto es mucho mejor que la que interpretara en un programa musical español a finales de los noventa (¿o fue ya en el siglo XXI?) Bruce solo con su guitarra, que con un ritmo lentísimo destrozaba el tema por todos los lados.

 

El tercer volumen es el del declive y entrada en la mediocridad más absoluta. Aún así, de las sesiones de Born In The USA pueden destacarse el riff de sintetizador de ‘Cynthia’, reminiscente de ‘The Hard Way’ de The Kinks, la composición ‘This Hard Land’ (en una versión diferente y mejor a la que se podía escuchar en el recopilatorio de 1995) o el buen gusto de temas como ‘Lion's Den’, ‘Car Wash’ y ‘Rockaway The Days’, que demuestran la faceta más segura pero eficiente de Springsteen. Pero lo que más abunda son canciones que suenan a más de lo mismo, que a estas alturas era ya la tónica general. Por ejemplo, la cara B del single ‘Dancing In The Dark’, ‘Pink Cadillac’, no deja de ser un pastiche rockabilly sin nada de gracia. Y bueno, tampoco podía faltar las baladas tediosas que comenzaba a crear sin remisión: ‘When You Need Me’, ‘The Wish’, ‘The Honeymooners’. Del resto de canciones no puede decirse mucho más, se escuchan con agrado pero no dejan nada por el camino.

 

Y para el cuarto volumen ya apenas me quedan fuerzas para volver a repetir los mismos adjetivos y comentarios que en los volúmenes anteriores, pues la etapa más reciente de Springsteen no era precisamente recomendable, y estos descartes tampoco demuestran que eligió mal los temas para sus álbumes, simplemente que la inspiración había pasado de largo. Si acaso destacar la delicada balada ‘Sad Eyes’, que fue publicada como single de promoción de Tracks, y la inquietante ‘When The Lights Go Out’, en un estilo similar a ‘57 Channels’ pero con un sonido más cercano. No obstante, en este cuarto disco hay más canciones flojas (la artificialmente rockera ‘Leavin' Train’, baladas vulgares como ‘Back In Your Arms’) o incluso horrendas como el pseudo-reggae molón de ‘Part Man, Part Monkey’ (que además repite la parte vocal de otro bodrio anterior ‘Spare Parts’), que temas que puedan escucharse con algo de agrado como la reescritura de ‘Brilliant Disguise’ llamada ‘My Lover Man’ o ‘Gave It A Name’.

 

Así pues, este recopilatorio está directamente dirigido a los fans de Bruce, para el resto no aportará nada especial. Tampoco vale la pena adquirir la reducción llamada 18 Tracks, ¡pues ni siquiera contiene las tres mejores canciones del Tracks original! Este boxset simplemente viene a demostrar que Springsteen no era Dylan ni Lennon ni McCartney, aunque en algunos momentos concretos pudiera ponerse a su nivel.

1) Lonesome Day; 2) Into The Fire; 3) Waitin' On A Sunny Day; 4) Nothing Man;

5) Countin' On A Miracle; 6) Empty Sky; 7) Worlds Apart;

8) Let's Be Friends (Skin To Skin); 9) Further On (Up The Road); 10) The Fuse;

11) Mary's Place; 12) You're Missing; 13) The Rising; 14) Paradise;

15) My City Of Ruins.

Puntuación:

Año de publicación: 2002

THE RISING

El gran retorno de Springsteen con la E Street Band estuvo marcado por los graves acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en que los ataques terroristas provocaron la caída de las Torres Gemelas de Nueva York. Aunque ya tenía grabadas algunas canciones antes del suceso, el sentimiento de desolación extremo que produce una barbaridad de estas características, espoleó la creatividad y el compromiso de Bruce para retornar con uno de los mejores discos de su carrera. Toda una sorpresa para cualquiera que hubiera seguido su evolución en los últimos quince años. Además, volver a grabar con la E Street Band es todo un acierto para dotar de expresividad musical a esa idea de rabia y consternación que envolvía el ambiente estadounidense por esas fechas. Precisamente, una de las canciones más claramente relacionadas con esa tragedia es la final ‘My City Of Ruins’, gran final por otra parte para este álbum mediante una mezcla de aflicción inicial y de ánimo final para superar el shock provocado por los actos de barbarie.

 

Pero si nos fijamos en el comienzo del álbum en sí, cuando escuchamos la bella melodía instrumental de teclado que acompaña cada final de estrofa de ‘Lonesome Day’, nos damos cuenta que algo ha cambiado respecto a los últimos discos. Por fin Bruce ha recordado que introducir detalles en las canciones y que los instrumentos (o buena parte de ellos) no se dedique únicamente a acompañar sino a aportar algo, redundan en proporcionar la calidad y el nivel que ya demostró en sus mejores momentos. Así que emociona escuchar un inicio así, sobre todo porque el tono general del disco sigue de esa manera. De hecho, en ‘The Rising’ eleva el tono memorable de ‘Lonesome Day’ a cotas máximas, tan solo por el optimismo que transmite con un estribillo sencillísimo compuestos por “la, la la” a coro, pero con una efectividad inaudita.

 

Que Bruce ha mejorado es visible también cuando podemos escuchar canciones largas como ‘The Fuse’ o ‘Mary's Place’ con agrado, pues las melodías son suficientemente potentes para mantener el interés, además de las aportaciones de la banda, que son cruciales. Incluso canciones lentas acústicas y básicas que anteriormente acabaron en tragedia sonora, aquí en ‘Paradise’ se redimen por poseer algo tan simple como una melodía vocal reconocible y hermosa. Aunque la señal más evidente del retorno de Springsteen en plena forma es su insólito interés experimental con otras músicas, que aquí se refleja en la magnífica ‘Worlds Apart’, tema que tiende puentes entre dos culturas supuestamente en conflicto (la islámica y la occidental) pero con infinidad de puntos en común para poder desechar esa idea tan alentada por gente de posiciones extremas. La mezcla de sonidos propios de Medio Oriente con el rock, así como las bellas armonías y el poderío instrumental (impresionante solo de guitarra) convierten esta canción en una joya dentro de su discografía. La nostra benvolguda Mª del Mar Bonet realizaría una grandiosa versión para su disco Amic, Amat (2004), empleando mayor profusión de instrumentos orientales y dotando de un espectro diferente y complementario al tema.

 

Por supuesto, también hay canciones más normalitas que tampoco están mal pero que podrían pertenecer a cualquier otro artista sin ni siquiera notarlo, como es el caso de ‘Into The Fire’, ‘Empty Sky’, ‘You're Missing’ o ‘Let's Be Friends (Skin To Skin)’, esta última un intento de parecer moderno cantando sobre una base rítmica propia del hip-hop, algo que también podemos escuchar en ‘The Fuse’. El único momento que puede catalogarse como flojo es ‘Countin' On A Miracle’, donde se mete en terrenos demasiado empalagosos, además de que la letra echa bastante para atrás. Si no, fijaos en esa parte donde empieza a cantar “Your kiss, your kiss, your touch, your touch...” y así, aunque peor es el repetitivo y simplón estribillo.

 

Debido a la idea esencial de este álbum, que se nutre del aspecto sociológico del ataque terrorista, no hay demasiada cabida para el rock más puro, pero el único momento de rabia y dureza que podemos encontrar es la memorable ‘Further On (Up The Road)’, donde nos regala además un gran solo de guitarra. Así pues, tenemos en definitiva un disco variado, repleto de melodías, exultante de entusiasmo y sinceridad, y poseedor de un fondo instrumental cohesionado y expresivo. Si te gusta Springsteen, sea tu etapa favorita la que sea, éste es tu disco.

DEVILS & DUST

Año de publicación: 2005

Puntuación:

1) Devils & Dust; 2) All The Way Home; 3) Reno; 4) Long Time Comin';

5) Black Cowboys; 6) Maria's Bed; 7) Silver Palomino; 8) Jesus Was An Only Son;

9) Leah; 10) The Hitter; 11) All I'm Thinkin' About; 12) Matamoros Banks.

Manteniendo la misma mentalidad de alternar discos impactantes y bombásticos con otros más acústicos e intimistas, tras la bomba que significó en términos artísticos The Rising, título perfecto para un artista que se demostraba nuevamente en alza, aquí se siguió con un disco básicamente acústico e introspectivo que parecía querer enmendar los errores de The Ghost Of Tom Joad. Curiosamente, el productor sigue siendo el mismo que en el disco anterior (Brendan O'Brien, figura presente en la elaboración de muchos discos de éxito desde que interviniera como músico e ingeniero de sonido en el afamado Blood Sugar Sex Magik (1991) de los Red Hot Chili Peppers), aunque el sonido represente el polo opuesto a The Rising. En cualquier caso, muchas de las canciones vienen rescatadas de los años anteriores a este último disco, por lo que el nivel es consecuentemente inferior.

 

Siendo positivos, podemos tomar como modelo para buena parte de este álbum a Nebraska. Algunas de las canciones siguen el mismo estilo intimista y minimalista de canciones anteriores como ‘Mansion On The Hill’, que para aquéll@s no especialmente entusiasmad@s con la voz y el tono de Springsteen, harán que este álbum les resulte totalmente indiferente. Pero en el fondo, temas como ‘Matamoros Banks’ producen más aburrimiento que otra cosa. Y siguiendo con aquel álbum, la entonación y melodía de ‘Highway Patrolman’ sirve de patrón aquí para ‘Devils & Dust’.

 

Peor es cuando se toma como modelo nuevamente el estilo de The Ghost Of Tom Joad, que da como resultado canciones acústicas sin melodía como ‘Silver Palomino’, ‘The Hitter’ o ‘Reno’, esta última el relato de una desoladora experiencia con la prostitución, donde no se escatiman algunos detalles sórdidos.

 

En cambio, cuando mete algo de ritmo, cae en repeticiones desmesuradas de unos mismos acordes, como en ‘All The Way Home’. Por otro lado, en ‘Maria's Bed’ y ‘All I'm Thinkin' About’ puede destacarse el sonido de cuello de botella, lo cual al menos les dota de interés. Pero el Springsteen que queremos es aquél que sabe imprimir algún detalle melódico cuando menos en el estribillo, como en ‘Long Time Comin'’, pues el resto de este tema parece una repetición de ‘Better Days’.

 

Que este disco se llevara una gran cantidad de premios y fuera número uno en una gran cantidad de países (incluido España) es uno de los misterios de la naturaleza. No puedo creerme que pueda chiflarle este disco a alguien que no sea un seguidor acérrimo de Springsteen. ¿Un disco eminentemente acústico y con casi la mitad de las canciones sin melodías puede tener tanto éxito? Bueno, pensándolo bien, mirando las listas de ventas de álbumes nos solemos llevar decepciones muy de vez en cuando.

1) Old Dan Tucker; 2) Jesse James; 3) Mrs. McGrath; 4) O Mary Don't You Weep;

5) John Henry; 6) Erie Canal; 7) Jacob's Ladder; 8) Jacob's Ladder; 9) Eyes on the Prize; 10) Shenandoah; 11) Pay Me My Money Down; 12) We Shall Overcome;

13) Froggie Went A-Courtin'.

Puntuación:

Año de publicación: 2006

WE SHALL OVERCOME: THE SEEGER SESSIONS

Pueden llamarme malpensado, pero con la publicación de este álbum-homenaje al gran cantante folk y activista en defensa de los derechos humanos y la conservación medioambiental Pete Seeger, parece que Bruce quiso aprovechar el notable tirón comercial que todavía poseía (refrendado por las sorprendentes ventas masivas de Devils & Dust), y la manera más fácil de grabar un nuevo disco es echar mano de cancionero ajeno. Históricamente, todos los artistas que han tenido un gran éxito con un disco, han seguido vendiendo bastante con el siguiente, aunque fuera una patata. Pero aquí tampoco es el caso, porque al menos las versiones están interpretadas con gusto. Lo que es seguro es que habría tenido muchas menos ventas de no haber triunfado el anterior álbum, al no representar ni la faceta rock ni la de cantautor que tan pingües beneficios le había reportado.

 

Se agradece que Springsteen tenga el detalle de fijarse en una figura como Pete Seeger, recuperando así también su mensaje antiesclavista y en favor del derecho de los negros, herida todavía abierta en Estados Unidos vista la cantidad de incidentes raciales que se suceden todavía, ya entrado el siglo XXI. Seeger no se prodigó mucho en escribir letras o canciones nuevas, sino que fue el gran trovador del folk que recuperó canciones tradicionales y otras antiguas para que no cayeran en el olvido, actualizando en ocasiones su mensaje a los sucesos sociológicos que ocurrían en cada momento.

 

Cuando pensamos en música tradicional, nos viene enseguida a la mente un violín, una caja de percusión, alguna guitarra acústica y un cantante dispuesto a dar palmas y animar al público a unirse al canto. Y aquí ese patrón se repite en la mitad del repertorio del disco. No obstante, las canciones más discretas son aquéllas de carácter más festivo, pues suenan a las típicas tonadas tradicionales y resultan entretenidas pero poco más. Tal es el caso de un buen puñado de temas: ‘Jesse James’, ‘John Henry’, ‘Oklahoma Home’, ‘Old Dan Tucker’, ‘Froggie Went A-Courtin'’, ‘Pay Me My Money Down’. Esta última fue además la elegida como canción de presentación del álbum.

 

Cuando se busca un sentido más revulsivo o un efecto más serio, es cuando sale ganando con temas como el gospel de ‘O Mary Don't You Weep’ y ‘Jacob's Ladder’, que delatan su pasado de canciones esclavistas, o el jazz dinámico de ‘Erie Canal’. Por otro lado, la solemnidad que transmite en ‘Eye On The Prize’ resulta hasta conmovedora, no así lo mismo con ‘Shenandoah’, donde por el contrario Bruce suena menos convincente, como si simplemente tuviera una evidente intención lacrimógena, que siempre hay que intentar camuflar con originalidad.

 

No podía faltar el gran himno popularizado por Seeger y que da título a este disco, ‘We Shall Overcome’, aquí interpretado de manera un tanto apagada pero solemne, con el apoyo de un banjo y un acordeón que aportan un sonido más cercano. El mejor tema es ‘Mrs. McGrath’, gracias a la épica melodía de violín que nos hace pensar en la gran interpretación que podría darle alguien como Loreena McKennitt, potenciando las grandes melodías tradicionales y añadiendo su poderosa voz. Pero bueno, no está mal poder escuchar alguna vez este tipo de música y revivir las historias y el trasfondo político-social que llevan detrás. Es otra manera de poder despertar el espíritu y capacidad de crítica de la gente, algo que si no se estimula y no se trabaja resulta peligroso para la sociedad. Solo hay que ver el auge de los movimientos ultraderechistas de la segunda década del siglo XXI.

MAGIC

Año de publicación: 2007

Puntuación:

1) Radio Nowhere; 2) You'll Be Comin' Down; 3) Livin' In The Future;

4) Your Own Worst Enemy; 5) Gypsy Biker; 6) Girls In Their Summer Clothes;

7) I'll Work For Your Love; 8) Magic; 9) Last To Die; 10) Long Walk Home;

11) Devil's Arcade; 12) Terry's Song.

Para quienes echaban de menos la energía de uno de los artistas más universalmente relacionados con la música rock, vuelve aquí por fin el Springsteen rockero y nuevamente con la E Street Band, lo cual ya es doble noticia. Además, parece que todos vuelven con ganas de dar lo mejor de sí, añadiendo una energía extra a lo que ya era una cohesión instrumental impecable desde hacía muchos años. También se añaden instrumentos orquestales en algunos temas para enriquecer las texturas sonoras, un mérito del gran productor Brendan O'Brien. Pero la mejor noticia es que volvemos a encontrar grandes composiciones de Springsteen, si bien quedan algo difuminadas por algunos tropezones flagrantes que desvirtúan lo que podía haber sido un gran retorno a nivel artístico.

 

Hacía años ya que deseábamos volver a escuchar una canción potente y cañera como ‘Radio Nowhere’ y aquí nos llega en primer lugar para volver a romper con el estilo anterior. Tampoco recordábamos un fiero solo de saxofón como el que nos regala Clemons, que suple a la perfección el lugar que normalmente ocuparía la guitarra. Y es que, aunque debiera ser al contrario por la edad que iban alcanzando todos, es en los temas más rítmicos y movidos en los que se desenvuelven mejor. Por ello, ‘Last To Die’ vuelve a ser todo un acierto. Y ‘Gypsy Biker’ (con la temática antibelicista de los soldados que son simples ejecutores de las decisiones económicas que acarrean guerras) presenta una gran transición entre un ágil ritmo de guitarra acústica hacia una parte más potente con percusión, todo el tiempo envuelto en unas edificantes líneas de guitarra que recuerdan a la slide, más unos fieros solos de guitarra después, de los mejores que se puedan recordar en la discografía del Boss.

 

Lo mínimo que puede exigirse es que cada canción tenga al menos algo que la distinga del resto, sea alguna melodía instrumental, el estribillo, algún cambio de ritmo inesperado, etc. Como por ejemplo ‘Livin' In The Future’, que posee un estribillo elaborado y con gancho vocal. No obstante, también encontramos algunas canciones insulsas, de esas que parece que suenan bien pero que luego no aportan nada y no tienen ninguna melodía, y que siguen y siguen transmitiendo una indiferencia total. En ese grupo se pueden incluir ‘Your Own Worst Enemy’, el rock para abuel@s ‘Girls In Their Summer Clothes’ o, peor aún, lo que parece la copia mal acabada de ‘Brilliant Disguise’, la penosa ‘Long Walk Home’. Y es que lo que no puede tolerarse nunca de una gran estrella, por mucho recorrido que lleve, es que pretende copiarse a sí mismo o colarnos una reescritura de alguna canción antigua como nueva. Tal es el caso también de ‘You'll Be Comin' Down’, una imitación barata y reprochable de ‘Lucky Town’.

 

De lo poco que recuerda a los discos anteriores, un estilo más folk, es justo la canción que le da título al álbum y poco más. Es curioso escuchar lo que parece un mellotron introduciendo ‘Magic’, la cual engancha desde el inicio gracias a un pegadizo ritmo y a los instrumentos (violín, mandolina) que crean un ambiente intimista especial. Aunque para ambiente especial tenemos ‘Devil's Arcade’, que recupera magistralmente la fortaleza épica de Springsteen gracias a un memorable estribillo instrumental que deja por los suelos casi cualquier pasaje de Coldplay.

 

En definitiva, estamos ante un álbum de fuertes contrastes entre canciones brillantes y otras flojas o lamentables, que volvió a ser un éxito de ventas mundial (más justificado que Devils & Dust) y que dejaba al menos la esperanza, como casi siempre, de que el talento todavía seguía ahí y que aún podía dejarnos un puñado de buenos temas por el camino, aunque completar un disco entero no fuera una tarea fácil.

WORKING ON A DREAM

Año de publicación: 2009

Puntuación:

1) Outlaw Pete; 2) My Lucky Day; 3) Working On A Dream;

4) Queen Of The Supermarket; 5) What Love Can Do; 6) This Life; 7) Good Eye;

8) Tomorrow Never Knows; 9) Life Itself; 10) Kingdom Of Days; 11) Surprise, Surprise; 12) The Last Carnival;

[BONUS TRACKS:] 13) The Wrestler; 14) A Night with The Jersey Devil.

Poco tiempo había transcurrido desde el anterior disco y Springsteen decidió volver a repetir suerte con sus chicos de la E Street Band. Decimos poco tiempo porque fue grabado durante la gira posterior a Magic, entre 2007 y 2008, publicando el resultado en enero de 2009. Y sí, podemos decir que la magia a la que se aludía en el álbum anterior se quedó ahí mismo. Aunque la profesionalidad a estas alturas es innegable, la exigua inspiración demostrada en la composición de las canciones nos devuelve a las horas más bajas de Springsteen.

 

No obstante, el inicio del disco no está mal. Para empezar se embarca nada menos que en un épico tema de ocho minutos llamado ‘Outlaw Pete’, del que sale triunfante aunque la elección final de ralentizar por un rato parece que va a deshacer el buen sabor que deja, luego vuelve con una coda quizá algo repetitiva con tanto “Can you hear me?”. Por lo que podemos comprobar en este álbum, únicamente en esos momentos, pocos, en los cuales recupera ese componente épico, es cuando consigue sobrepasar la barrera de la mediocridad. Cuando las melodías vocales son más elaboradas y el acompañamiento instrumental sirve de vehículo para la expresividad vocal, como en ‘Life Itself’, es cuando el resultado hace honor a este artista. Desafortunadamente, ya no encontraremos nada más a este nivel por encima de la media, aparte de lo ya citado, hasta que llegamos al bonus track ‘A Night with The Jersey Devil’, que destaca más que nada por la enorme sorpresa de escucharle cantar un blues con una voz distorsionada y desgañitada, como si se hubiera levantado Robert Johnson de su tumba y estuviera cantando con una voz proveniente del más allá.

 

Lo mínimo que debería hacer un Springsteen sexagenario son canciones agradables y con algún destello instrumental como en la dinámica ‘My Lucky Day’, bien adornada por un órgano que se deja escuchar por momentos. O dedicarse a tocar la armónica con gusto y cierta mala leche en ‘Good Eye’. O cuando menos retomar la inspiración folk de los últimos tiempos para, en ‘What Love Can Do’, añadir a un pegadizo ritmo acústico una buena melodía interpretada por la guitarra y lo que parece una gaita.

 

Lo que no puede tolerarse es que se lance a componer canciones insustanciales sin melodías, de las que podríamos escuchar en cualquier artista de medio pelo con ganas de escribir algo. Tal es el caso de la canción que da título al álbum, así como otros verdaderos plomazos como ‘This Life’ o ‘Kingdom Of Days’. ‘Tomorrow Never Knows’ nada tiene que ver con la legendaria composición de Lennon/McCartney pero ojalá hubiera sido una versión, puesto que se trata de un burdo tema country con un ritmo genérico y una interpretación para agradar a los abuelos de la familia. Otras canciones no están mal del todo, en cuanto a que no resultan ofensivas al oído, pero aburren a las ovejas por su monotonía y fu falta de originalidad. Tal es el caso de ‘Queen Of The Supermarket’ o ‘Surprise, Surprise’, en la cual un@ acaba hart@ de escuchar tanta repetición del título.

 

Que Springsteen tenía predilección por escribir canciones para películas era ya algo evidente tras el gran éxito que cosechó con aquélla que escribiera para la película Philadelphia. Para no ser menos en esta ocasión, en los bonus tracks encontramos ‘The Wrestler’, perteneciente a la Banda Sonora Original de la película de mismo nombre (en España titulada El luchador, gran película del original director Darren Aronofsky que se llevó el León de Oro del festival de cine de Venecia) y que es una agradable balada acústica. Que al menos recordar ese gran film sobre el sentido de nuestro lugar en la vida nos permita acabar con una nota positiva el análisis de este disco tan malo.

THE PROMISE

Año de publicación: 2010

Puntuación:

CD I: 1) Racing In The Street ('78); 2) Gotta Get That Feeling; 3) Outside Looking In;

4) Someday (We'll Be Together); 5) One Way Street; 6) Because The Night;

7) Wrong Side Of The Street; 8) The Brokenhearted; 9) Rendezvous;

10) Candy's Boy.

 

CD II: 1) Save My Love; 2) Ain't Good Enough For You; 3) Fire; 4) Spanish Eyes;

5) It's A Shame; 6) Come On (Let's Go Tonight); 7) Talk to Me; 8) The Little Things (My Baby Does); 9) Breakaway; 10) The Promise; 11) City of Night; 12) The Way.

Pasados ya más de treinta años desde que saliera a la luz el que, a mi juicio, es el mejor disco de la carrera de Springsteen, Darkness In The Edge Of Town, se publicó una caja recopilatoria que contenía el álbum original, vídeos del making-of y actuaciones en directo, más un par de discos más con canciones rechazadas y guardadas en los archivos para coger polvo. De lo que hablaremos aquí es de esos discos rellenos de temas inéditos, donde encontramos lo que más o menos podíamos esperar. Que Springsteen era un compositor prolífico en esa época ya lo habíamos percibido tras la publicación de Tracks. El problema es que Bruce no es Dylan (por mucho que algunos los quieran colocar al mismo nivel) y aquí volvemos a encontrar un poco de todo, pero sobre todo relleno que justifica haber quedado olvidado en su momento. Recordemos que entre Born To Run y Darkness In The Edge Of Town transcurrieron tres años de problemas contractuales con discográficas y que sabiamente Springsteen eligió componer material nuevo en su mayor parte, descartando (casi) todo lo que podemos escuchar aquí.

 

El único tema que encontramos con igual título que en el disco de 1978 es justamente el primero de todos, ‘Racing In The Street’, que suena bastante diferente pero no mejor que en la versión final. Por otro lado, ‘Come On (Let's Go Tonight)’ es la versión inicial de lo que se convertiría luego en ‘Factory’, aquí con un ritmo algo más continuo y por ello con un mejor resultado. En ‘It's A Shame’ también podemos escuchar una reconocible melodía tras el estribillo, que es precisamente la que se reciclaría para la superior ‘Prove It All Night’ en el disco final, aunque por lo demás ambas canciones son completamente diferentes.

 

Por otro lado, ‘Rendezvous’ ya la conocíamos de su versión en directo incluida en el boxset Tracks y aquí tampoco es un tema a destacar precisamente. El Springsteen jovial y melódico, que tanto gusta en momentos más calmados, lo encontramos en ‘Ain't Good Enough For You’. Se antoja complicado resaltar canciones cuando más de la mitad se olvidan tan pronto han dejado de sonar. Pero para quien desee no perder demasiado tiempo con este álbum, por ejemplo puede dirigirse directamente a ‘Fire’, las buenas baladas ‘The Promise’ y ‘The Little Things (My Baby Does)’, o la dupla final ‘City Of Night/The Way’. Se podría añadir en principio ‘Talk To Me’ porque no está mal, pero hay un exceso de trompetas después que se hacen bastante empachosas.

 

Al menos podemos encontrar una joya entre tanta composición olvidable que rellena el doble álbum. Lo más destacado de ‘Wrong Side Of The Street’, aparte de su brillante solo de guitarra y la fuerza que transmite, es ese giro melódico que acompaña el segundo verso de cada estrofa. Un detalle de ésos que diferencian a quien tiene talento de quien no lo posee. Así se compensa el tener que escuchar la insufrible balada para abuelas ‘Someday (We'll Be Together)’. Podemos escuchar también la versión propia que realizara Springsteen de ‘Because The Night’ y que quedó inédita entonces. Comprobamos así cómo Patti Smith supo engrandecerlo y transformarlo en un tema intrigante, melancólico y lleno de una gran fuerza que aquí palidece en comparación.

 

Hay que señalar un pequeño engaño en este álbum, que es la regrabación de la destacable ‘Save My Love’, lo cual significa la última participación del carismático saxofonista Clarence Clemons, puesto que fallecería en 2011. Recordemos también que el organista Danny Federici ya había fallecido en 2008 durante la grabación de Working On A Dream. Dos bajas emocionalmente importantes para la E Street Band.

 

Es evidente que esta obra, igual que ocurriera con Tracks, está mayormente destinada a los fans de Springsteen. Solo ellos podrán escucharla decenas de veces y poder discernir los detalles que puedan destacar todavía alguna canción más. Para el resto de mortales, el esfuerzo no da la impresión de merecer la pena, así que nos contentaremos con escucharla una vez cada cuatro años. O grabar aparte ‘Wrong Side Of The Street’ y olvidarse de ella definitivamente.

WRECKING BALL

Año de publicación: 2012

Puntuación:

1) We Take Care Of Our Own; 2) Easy Money; 3) Shackled And Drawn;

4) Jack Of All Trades; 5) Death To My Hometown; 6) This Depression;

7) Wrecking Ball; 8) You've Got It; 9) Rocky Ground; 10) Land Of Hope And Dreams; 11) We Are Alive.

Instalado en una cómoda posición de poco esfuerzo e hiperbólica recompensa (¿para qué esforzarse en hacer un magnífico álbum como The Rising cuando por mucho menos como Devils & Dust todavía vendes más?), el nuevo disco de Springsteen continua en unos parámetros autocríticos escasos, conformándose con mantener un sonido profesional que sirva de trasfondo para cantar sobre los temas que más le interesan. Se agradece al menos el interés demostrado en hablar sobre desigualdades sociales o tolerancia, pero tampoco queda muy claro saber si Bruce ha razonado alguna vez que la perpetuación del sistema bipartidista estadounidense es lo que eterniza también los graves problemas de desigualdad social al convertirse casi en una plutocracia. Esto viene a colación por su continuado apoyo al Partido Demócrata, cuando ha quedado demostrado en los últimos veinte años que una buena parte de ese partido pertenece también al establishment, tumbando las más importantes reformas sociales que sus propios presidentes han querido emprender.

 

Volviendo a la música, que el otro tema da para otra página web específica, parecen apuntarse buenas maneras cuando escuchamos la potente sección y las líneas de guitarra afiladas aunque repetitivas que introducen ‘We Take Care Of Our Own’, aunque luego no pasa de ser un tema agradable sin más. Desgraciadamente, la mediocridad vuelve a sobrevolar este álbum. La canción que da título al disco es de lo poco que puede salvarse y que admite varias escuchas sin que decaiga el interés, aun sin ser gran cosa. Al menos las melodías vocales están cuidadas y los arreglos instrumentales están elaborados, creando una especie de crescendo hasta que Bruce da la orden de que entren los músicos al completo. También puede destacarse sensiblemente un descarte de la época de The Rising titulada ‘Land Of Hope And Dreams’, que presenta algo de la épica de aquel disco y que por tanto desentona al mismo tiempo que destaca aquí entre el resto de temas. También nos sirve para poder escuchar uno de las últimas intervenciones del fenecido Clemons con un gran solo de saxo.

 

Otros temas siguen en la vertiente folk que había desarrollado en esta última etapa de su carrera. Son canciones que suenan bien pero que no presentan apenas nada que las pueda diferenciar de cualquier otro artista del estilo. Por ejemplo, lo único destacado de ‘Easy Money’ es el violín, con unas melodías que no suenan nada originales pero que al menos complacen. Esta canción podría intercambiarse con otras similares como ‘Shackled And Drawn’ o ‘We Are Alive’ (la cual recrea las trompetas de ‘Ring Of Fire’ de Johnny Cash) y nadie notaría la diferencia. Peor todavía es cuando quiere sonar juvenil y jovial como en ‘Death To My Hometown’, pues no suena nada convincente y, además, para escuchar puerilidades con estilo ya tenemos algunas cabeceras de series infantiles míticas, que al menos emocionan en algunos casos.

 

En ‘Rocky Ground’ se vuelve moderno además, añadiendo voces y coros jóvenes con lo que parece un ritmo de hip-hop, pero lo que lastra el resultado es que melódicamente parece una reescritura de ‘One Step Up’ de Tunnel Of Love. Y para quien esté enamorado de las baladas insulsas sin melodías de Bruce, aquí tienen la recompensa con ‘Jack Of All Trades’, donde el solo de los instrumentos de viento sirve de estocada hacia la execración que produce. Una discreta balada como ‘This Depression’ suena a gloria en comparación.

 

En lo único que mejora este álbum a Working On A Dream es que contiene menos canciones que ofenden al buen gusto. Y bueno, sabiendo que fue designado como mejor disco de 2012 por la revista Rolling Stone (año puede que algo flojo, pero donde se publicaron buenos discos como Psychedelic Pill de Neil Young o Bloom de Beach House), su credibilidad se desploma por los suelos. Recordemos que Jon Landau fue una de las referencias en los orígenes de dicha revista, por lo que parece que, al menos respecto a Springsteen, desde revista musical se transforma en hagiografía. El disco también ganó el premio Grammy, una demostración más de la endogamia comercial de unos premios que únicamente sirven para retroalimentar a la propia industria musical, poco o nada que ver con el arte.

HIGH HOPES

Año de publicación: 2014

Puntuación:

1) High Hopes; 2) Harry's Place; 3) American Skin (41 Shots); 4) Just Like Fire Would; 5) Down In The Hole; 6) Heaven's Wall; 7) Frankie Fell In Love; 8) This Is Your Sword; 9) Hunter Of Invisible Game; 10) The Ghost Of Tom Joad; 11) The Wall;

12) Dream Baby Dream.

La esperanza es lo último que se pierde, por lo que este nuevo álbum de Springsteen podía afrontarse con esperanzas de encontrar algún postrer coletazo de creatividad antes de apagarse definitivamente cualquier atisbo de originalidad artística. Pero siendo realistas a estas alturas de la vida, no encontraremos nada original como era previsible, de hecho todo el material incluido se divide en descartes, regrabaciones y versiones. Lo más novedoso y a la vez sorprendente es la participación de Tom Morello (el que fuera guitarrista de Rage Against The Machine) en buena parte del álbum, con algunos momentos en los que brilla y con su aportación eleva el nivel de algunos temas. ¿Qué sería de la aburrida ‘American Skin (41 Shots)’ sin su solo de guitarra? Bueno, tampoco es el mejor ejemplo, porque en esta canción uno acaba un poco harto de escuchar “41 shots” continuamente durante sus más de siete minutos de duración.

 

No estamos acostumbrados a escuchar versiones de otros artistas en un disco de Springsteen (salvo que sean casos concretos como el homenaje a Pete Seeger de We Shall Overcome), por lo que sorprende que interprete una canción ajena como presentación y título del álbum. Pero ciertamente ‘High Hopes’ es una acertada manera de comenzar, pues posee una excepcional fuerza a la que el propio Bruce parecía no llegar por sí mismo, aunque realmente suena a una versión para toda la familia de la brutal ‘Tupelo’ de Nick Cave. No será la única composición ajena que encontraremos aquí, también podemos escuchar la alegre pero convencional ‘Just Like Fire Would’ (donde toca el saxofón el sobrino del fallecido Clemons, un guiño emocional quién sabe si premeditado) y la sorprendente elección de un tema del singular dúo Suicide para finalizar el álbum en un tono calmado (‘Dream Baby Dream’).

 

El mayor momento de gloria de Morello es en la abrumadora versión eléctrica de ‘The Ghost Of Tom Joad’, que junto a una parte vocal también más potente de Bruce convierten el tema en un verdadero himno contra las injusticias, que es lo que debería haber sido de entrada, haciendo honor a John Steinbeck (y de paso a John Ford). Pero solo por el impresionante trabajo de guitarra de Morello ya vale la pena escucharlo.

 

Del resto de temas tampoco hace falta perder mucho tiempo hablando, puesto que encontramos la típica canción rock de medio tempo de Bruce (‘Frankie Fell In Love’, bien adornada por la guitarra, aunque no de Morello en este caso), las baladas contemplativas (‘The Wall’ y la agradable ‘Hunter Of Invisible Game’, que incluye arreglos orquestales), los aires folk en ‘This Is Your Sword’ o los intentos de sonar moderno en la discreta ‘Harry's Place’.

 

La revista Rolling Stone no lo nombró mejor disco del año, sino el segundo, algo significativo pero que tampoco se entiende respecto a su manera de baremar la discografía de Springsteen. En cualquier caso, es un álbum aceptable que se antoja más bien como un último coletazo de uno de los músicos más carismáticos que haya tenido la música rock.

AMERICAN BEAUTY [EP]

Año de publicación: 2014

Puntuación:

1) American Beauty; 2) Mary Mary; 3) Hurry Up Sundown; 4) Hey Blue Eyes.

Con la solidaria intención de apoyar a las tiendas físicas de discos, Springsteen publicó este EP para su venta inicial únicamente en tiendas. Por la proximidad con High Hopes, se deduce claramente que las canciones provienen de las sesiones de ese álbum, por lo que se pueden tomar como descartes de los descartes, señal indicativa de que no va a ser precisamente relevante este EP. Eso sí, la solemnidad de ‘American Beauty’ junto a la apasionada manera de cantar de Bruce la convierten en plato apetitoso para los fans del Boss. Pero el resto de temas son más convencionales y olvidables, sea la animada ‘Hurry Up Sundown’ o las baladas ‘Mary Mary’ y ‘Hey Blue Eyes’. Debe tomarse este EP, pues, más como un gesto comercial que como una expresión artística.

WESTERN STARS

Año de publicación: 2019

Puntuación:

1) Hitch Hikin'; 2) The Wayfarer; 3) Tucson Train; 4) Western Stars;

5) Sleepy Joe's Café; 6) Drive Fast (The Stuntman); 7) Chasin' Wild Horses;

8) Sundown; 9) Somewhere North Of Nashville; 10) Stones;

11) There Goes My Miracle; 12) Hello Sunshine; 13) Moonlight Motel.

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Para la edad que estaba alcanzando Bruce, cinco años desde el último álbum de estudio era un tiempo considerable como para pensar que no habría más material nuevo aparte del perteneciente a los ingentes archivos de grabación. Pero nos ha sorprendido nuevamente, reinventándose de una manera más acorde a lo que también cabría esperar de él. Por fin Springsteen ha asumido la edad que tiene y se ha dejado de buscar riffs rockeros y pretendida emoción que, en otras ocasiones, parecían una copia barata de sí mismo. La canción ligera con puntuales toques de country es la opción elegida para sonar convincente en este retorno, lo cual tampoco significa que vaya a acertar necesariamente. Aquí se acompaña de música orquestal para complementar el tono intimista buscado con estas nuevas canciones.

 

La primera canción, ‘Hitch Hikin'’, es una tranquila y notable composición (y puede que la mejor) donde, a través de su letra sobre hacer autostop, transmite todo el optimismo posible ante un futuro incierto. Pero encontraremos canciones animadas como ‘The Wayfarer’, cuya pegadiza melodía de violoncelo en otra época hubiera sido llevada por algún teclado de la E Street Band y de hecho recuerda a esa primera época de Springsteen, pero con los arreglos orquestales queda todo como más distinguido. Esta apreciación será recurrente a lo largo del álbum, es decir, que si imagináramos por ejemplo ‘Dancing In The Dark’ tocada por una orquesta acompañada de batería, tendríamos un resultado similar a piezas como ‘Tucson Train’. O sea, si no tenemos en cuenta los tempos rítmicos. Otras canciones animadas pero más convencionales son ‘Sleepy Joe's Café’ o ‘There Goes My Miracle’, aunque esta última se acaba convirtiendo en una balada adulta. En cuanto a ‘Western Stars’, está planteada en cierta manera como un crescendo donde llega a un clímax junto a la orquesta, lo que le sirve para alcanzar un mínimo de cota épica.

 

Aunque este comienzo puede elevar el ánimo al máximo, a partir de la canción que da título al álbum, este se desinfla. De haber mantenido el mismo nivel todo el tiempo, estaríamos hablando de una de sus mejores obras de los últimos quince años, pero por desgracia no es así. ‘Sundown’ queda como un oasis en el desierto porque en ella consigue una cierta emotividad convincente con los finales de estrofa (“I guess what goes around, baby, comes around / Just wishing you were here with me, in Sundown”), pero lo demás transita entre lo olvidable y lo fallido. ‘Hello Sunshine’ es la excusa para colocar una guitarra slide en primer plano, porque nada más se puede destacar de ella, pero pasa de manera muy discreta, como por ejemplo ocurre también con ‘Stones’. En cualquier caso, era previsible encontrar canciones sin melodías en un álbum intimista de Springsteen, como ocurre con ‘Drive Fast (The Stuntman)’ o ‘Moonlight Motel’, salvadas de ser unas lamentables composiciones únicamente por la exquisita instrumentación que las acompaña. En ‘Chasin' Wild Horses’ se limita a copiar la melodía vocal de ‘Mr. Tambourine Man’ de Bob Dylan y añadir una orquestación vulgar, mientras que ‘Somewhere North Of Nashville’ convierte en completamente buena a ‘On Every Street’ de los Dire Straits.

 

¿Qué nos queda al final de todo? Pues no se puede decir que sea un mal disco, pero en conjunto resulta tremendamente intrascendente. Vale la pena escuchar esas primeras canciones para quedarnos con la idea positiva de que Springsteen es capaz de grabar buenas composiciones con setenta años, pero al mismo tiempo nos certifica que es incapaz de mantener el mismo nivel a lo largo de un álbum completo. Apto solo para fans, ya que resulta imposible que esta música atraiga a nuev@s aficionad@s.

LETTER TO YOU

Año de publicación: 2020

Puntuación:

1) One Minute You're Here; 2) Letter To You; 3) Burnin' Train;

4) Janey Needs A Shooter; 5) Last Man Standing; 6) The Power Of Prayer;

7) House Of A Thousand Guitars; 8) Rainmaker; 9) If I Was The Priest;

10) Ghosts; 11) Song For Orphans; 12) I'll See You In My Dreams.

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Tras el arrebato de sinceridad que supuso el espectáculo de Broadway que realizó Bruce Springsteen, es loable que luego continuara grabando nuevos álbumes porque eso suponía asumir su obra con normalidad. En todo caso, no es necesario haber experimentado aquello que se expresa, sino que el verdadero artista es el que sabe expresar unos sentimientos o vivencias que no tienen por qué ser los propios. Este nuevo álbum fue grabado a finales de 2019, cuando la COVID-19 no era todavía un problema, aunque fue publicado casi un año después, cuando ya los estragos habían alcanzado a todos los países. La manera de Springsteen de intentar sonar fresco después de tanto tiempo fue contar nuevamente con la E Street Band (con quienes no había grabado desde High Hopes en 2014) y meterse con ellos en su estudio de grabación en Nueva Jersey para grabar toda la música de manera simultánea, es decir, con todos los músicos tocando o cantando en directo. Esto ayuda a conseguir un sonido más auténtico, que siempre ayuda, aunque no hace falta incidir en el problema que surge en un músico ya septuagenario.

 

Nada cambia respecto a lo que esperamos del Bruce longevo cuando empezamos a escuchar ‘One Minute You're Here’, una relajada composición sobre el paso temporal por el mundo que supone la vida, un tópico que no evita que la canción acabe resultando aburrida y previsible. El título de ‘If I Was The Priest’ podría pasar por una autoparodia si pensamos en la de veces que se ha puesto a predicar sus historias mundanas de Johnnys y Marys (aunque aquí no les pone nombre a los personajes), pero es que la canción data de principios de los setenta, cuando ni siquiera había editado su LP de debut, cayendo entonces en el olvido. Tiene algo de gracia cuando mete unos interesantes acordes tras algunas estrofas (que parecen copiados de ‘I've Got A Feeling’ de The Beatles), pero es una canción que en su primer minuto ya nos lo ha enseñado todo y luego se extiende hasta casi los siete minutos, dinamitando la paciencia de quien no sea verdadero/a fan de Springsteen.

 

Respecto a ‘Letter To You’, es como volver a repetir ‘Lucky Town’ o ‘Better Days’ pero sin melodías tan reconocibles, de tal manera que se agradece encontrar un tema tan enérgico aunque no deja de ser una sombra pálida del pasado. De manera análoga, ‘Burnin' Train’ recuerda a ‘Brilliant Disguise’ (o cualquier otra canción suya similar, que las tiene), pero al menos nos regala un par de estupendos solos de guitarra. También es inevitable no pensar en ‘Like A Rolling Stone’ de Bob Dylan con ese potente inicio liderado por el órgano de ‘Janey Needs A Shooter’, que luego se desarrolla como la típica balada rockera de Bruce. El subconsciente se le vuelve a ir a Dylan (parece que con la edad es algo que no podía controlar) todavía más claramente en ‘Song For Orphans’, un tema que no naufraga por el buen hacer de la E Street Band. Curiosamente, estos dos últimos temas citados también son composiciones desechadas de principios de los setenta.

 

El hermoso piano que introduce ‘House Of A Thousand Guitars’ y la posterior entrada del resto de instrumentos, junto una parte vocal con cierto gancho, nos recupera aquí una porción de la grandeza de estos músicos. En primer término no llama especialmente la atención ‘Last Man Standing’, pero va cobrando fuerza conforme avanza y tras llegar al cénit de la progresión vocal hasta nos regalan unos emotivos pasajes instrumentales como en los buenos tiempos. Lo que no se entiende para nada es que a continuación nos coloquen ‘The Power Of Prayer’ porque parece una reescritura menor de la anterior. La típica pieza más rockera de Bruce la encontramos en ‘Ghosts’, que típico en este artista significa a estas alturas que raya en el tedio. La que parece que va a ser un aburrimiento es ‘I'll See You In My Dreams’ por su comienzo al estilo de ‘Everybody's Talkin'’ en la versión popularizada por Nilsson, pero cuando entran todos los músicos el panorama cambia y se convierte en un agradable rock ideal para finalizar el álbum sin estridencias ni pretensiones.

 

Sentimientos encontrados aparecen en un álbum como este, pues por un lado se aprecia que el sonido es lo más natural posible por la buena idea de grabarlo todo en directo en el estudio. Por otro lado, están los clichés típicos de este músico, que ya están más que vistos aunque todavía nos regale algunos grandes momentos musicales con su banda. Siempre podría ser peor, así que tampoco cabe objetar nada más a un álbum sin pretensiones que permite mantener una cierta dignidad en el tramo final de la carrera de Bruce Springsteen.

ONLY THE STRONG SURVIVE

Año de publicación: 2022

Puntuación:

1) Only The Strong Survive; 2) Soul Days; 3) Nightshift; 4) Do I Love You (Indeed I Do); 5) The Sun Ain't Gonna Shine Anymore; 6) Turn Back The Hands Of Time;

7) When She Was My Girl; 8) Hey, Western Union Man; 9) I Wish It Would Rain;

10) Don't Play That Song; 11) Any Other Way; 12) I Forgot To Be Your Lover;

13) 7 Rooms Of Gloom; 14) What Becomes Of The Brokenhearted;

15) Someday We'll Be Together.

Sin nada que ver con la nueva gira comenzada en Barcelona en 2023 (y ampliada para 2024) junto a la E Street Band, en este álbum conformado íntegramente por versiones Bruce Springsteen se dedica a cantar música de la Motown, esto es, soul y algo de R&B. Es lo que le apetecía hacer y puede permitirse hacerlo sin que su nivel de ventas se vea muy afectado. Para ello, se dejó de lado a la E Street Band para rodearse junto a su productor de músicos más apropiados para ejecutar estas versiones. La mayoría de los temas son desconocidos para el gran público, tan sólo los buenos conocedores de la música soul podrán distinguir y valorar en comparación cuál es la aportación de Springsteen con este álbum, si es que realiza alguna aportación más allá de recuperar muchas canciones perdidas para el oyente medio. Los intérpretes originales sí son populares en su mayor parte (The Temptations, Ben E. King o Four Tops, por ejemplo), pero las canciones elegidas en general no son representativas de sus intérpretes originales, al menos para lo que conocemos en España.

Sorprende que, para un repertorio elegido anclado en los sesenta, haya elegido una canción de los Commodores de mitad de los ochenta, cuando ya ni estaba Lionel Richie en la banda. Pero el tono intimista y las emotivas melodías de ‘Nightshift’ recogen lo mejor de este grupo estadounidense y eso aquí se mantiene para conformar también la mejor canción del álbum. Una de las pocas canciones puede decirse que conocidas del contenido seleccionado es ‘The Sun Ain't Gonna Shine Anymore’, popularizada por The Walker Brothers (de cuando Scott Walker iba de crooner) y que a Bruce le sale poco convincente, denotando así que se ha introducido en un terreno que no es el suyo. No canta ninguna canción de Sam Moore, pero a cambio lo invita para cantar a dúo la balada ‘I Forgot To Be Your Lover’, curiosamente cuando se trata de una canción que no pertenecía tampoco al repertorio de Moore.

En general, este álbum de versiones deja una buena sensación salvo en el caso de algunas interpretaciones más discretas como ‘Don't Play That Song’ o ‘Turn Back The Hands Of Time’, pero uno no acudirá a Bruce Springsteen cuando desee escuchar música soul o R&B de los sesenta, sobre todo cuando se contenta con mantener la esencia y el estilo de las piezas originales. Para eso ya existen muchos reputados artistas y recopilaciones específicas a las que se puede acceder con facilidad. En definitiva, se trata de un álbum para fans y para hacer caja, que como música de fondo incluso queda apañado pero no tiene mayor trascendencia.

RECOPILATORIOS

GREATEST HITS

Año de publicación: 1995

Tras su flojo inicio de década, artísticamente hablando, se publicó este recopilatorio que recogía canciones desde Born To Run en adelante, lo cual se antoja bastante superficial tratándose de un único disco en relación con tanto repertorio acumulado. Aun así, podíamos encontrar canciones inéditas hasta ese momento, además de la aclamada ‘Streets Of Philadelphia’, ganadora de un Óscar por pertenecer a la banda sonora original de la película Philadelphia (1993), un sencillo tema de corte ambiental que recrea a la perfección la soledad y mundanismo de las grandes ciudades. El resto de novedades son en su mayoría más bien para olvidar: ‘Blood Brothers’ es una mera imitación de ‘Everybody's Talkin'’, la canción popularizada por Nilsson para la banda sonora de Cowboy de medianoche (Midnight Cowboy, 1969); ‘Secret Garden’ es la típica balada soporífera de Springsteen, tediosa hasta la extenuación. Al menos ‘This Hard Land’ posee una buena parte de armónica y hasta puede escucharse con agrado. No obstante, ‘Murder incorporated’ es la única que sí vale realmente la pena escuchar, pues posee una gran fuerza gracias a su potencia rítmica y al poderoso estribillo contrapunteado por los coros, además de unos grandes solos de saxofón y guitarra que se van alternando. Este recopilatorio está enfocado más bien a realizar una panorámica del Springsteen triunfador en las listas de ventas.

VÍDEOS

HAMMERSMITH ODEON LONDON '75

Año de publicación: 2006

Para quienes sean escéptic@s ante la fama conseguida por Bruce Springsteen, este concierto de su época triunfante demuestra por qué en directo era una sensación que cautivó a miles de personas. Contando que están editadas muchas de las paradas entre canción y canción, el total del concierto supera las dos horas, tiempo en el que Bruce y la E Street Band dan lo mejor de sí mientras disfrutan al mismo tiempo. El repertorio se basa en los tres álbumes que tenía publicados hasta la fecha más algunas versiones, una época en la que los instrumentos tenían un protagonismo evidente en los temas. Hay momentos en que Bruce parece Bob Dylan, otros en que parece Tom Waits, pero donde ganan Springsteen y su banda es en el entusiasmo y la energía que despliegan en el escenario, algunos de ellos vestidos como si fueran mafiosos de la década anterior. Cuando Bruce se lanza a recitar, se hace bastante tedioso porque sus historias solo pueden interesar a sus más fanáticos seguidores. Pero bueno, en un concierto tan largo había lugar para todo. Como entonces la E Street Band solo tenía un guitarrista, cabe destacar el duelo de guitarras que se marca Springsteen con Van Zandt (presentado como Miami Steve). Una lástima que años después la guitarra estará más tiempo en su espalda que en sus manos, dedicadas a no soltar el micrófono.

ON BROADWAY

Año de publicación: 2018

La idea de un Bruce Springsteen monologuista no es a priori algo apetecible para quien no sea un verdadero fan del Boss, pero más de doscientos shows de este espectáculo le avalan, porque no es nada fácil entretener durante más de dos horas a base de monólogos y versiones acústicas sin músicos de acompañamiento (salvo una breve excepción) de algunas de las canciones más conocidas. Paradójicamente, son los monólogos lo que salvan este show del fracaso, puesto que los temas acústicos suenan muy flojos y no ayuda mucho el que Bruce quiera cambiar las entonaciones para que parezcan más novedosos (con resultados desastrosos como en el estribillo tarareado de ‘The Rising’). Aparte, cuando toca la guitarra lo hace de una manera que parece que se haya enseñado a tocar un mes antes de la actuación. Qué lejos quedan aquellos tiempos en que era el único guitarrista de la E Street Band y lo bordaba. Comprendemos también por qué nunca ha grabado un disco a dúo con su mujer Patti Scialfa, puesto que cuando cantan juntos ‘Brilliant Disguise’, las voces no pegan ni con cola porque ambos quieren extraer mayor emoción de una manera tan artificial como es la de alargar premeditadamente las sílabas finales. Por suerte, los monólogos nos muestran a un Springsteen reivindicativo, irónico y muy honesto, solo hay que fijarse en cómo reconoce al principio que en sus letras habla sobre estilos de vida que no ha conocido nunca. Y lo expresa muy bien. Pero lo más sorprendente es esa religiosidad tan directa que le sale hacia el final. En fin, la complejidad del ser humano. Ahora bien, clama al cielo que hayan publicado una edición en CD, porque eso ya está destinado al nivel de fanáticos recalcitrantes de Springsteen.

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