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BRIAN ENO

2019

NO PUSSYFOOTING

Año de publicación: 1973 

Puntuación:

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1) The Heavenly Music Corporation; 2) Swastika Girls.

2019

Tras su salida de Roxy Music, Brian Eno decidió emprender su carrera en solitario sin cerrar la puerta a cualquier colaboración que pudiera ser productiva o aportarle algo. Así, el primer proyecto en el que se embarcó fue esta colaboración con Robert Fripp, quien ese mismo año había realizado una de las diversas refundaciones en la formación de King Crimson y por ello tendría ganas de seguir probando cosas nuevas. De hecho, en este álbum se estrena la técnica de grabación conocida como Frippertronics, un experimento musical que serviría de banco de pruebas para ambos músicos, de cara a utilizar esa técnica en sus respectivas carreras. La grabación del disco fue atípica, puesto que abarca casi un año de diferencia entre las dos extensas piezas que lo conforman. Eso al menos sirve para que suenen diferentes una de otra, si bien la esencia de ambas es la misma: capas de sintetizadores de Eno para que Fripp deje fluir su guitarra.

 

No obstante, unos ingredientes en apariencia tan sencillos no dan como resultado una música sencilla, sino todo lo contrario, una música densa aunque de desarrollo bien lento. Se va desarrollando de manera tan gradual que se llega a perder la atención y luego sorprende darse cuenta de repente de que Fripp está dándole más caña de lo que parecía. En cualquier caso, son improvisaciones que siguen una estructura prefijada y simultáneamente dan libertad a los dos músicos para añadir lo que su inspiración les dicte. El título de ‘The Heavenly Music Corporation’ ya proporciona pistas de que se trata de una pieza de música contemplativa  apropiada para la meditación. Bueno, eso es cierto hasta que transcurrida la primera mitad observamos que la guitarra de Fripp aumenta en intensidad creando un entramado sonoro poco acorde con lo que sería una meditación. Aun así, todo vuelve a su cauce y en el último tercio volvemos a esos terrenos más contemplativos.

 

Las connotaciones nazis del título de ‘Swastika Girls’ tampoco se acaban de entender, por lo que hemos de recurrir a la bibliografía de Eno para saber que viene de una foto de una película pornográfica en la que salía una mujer desnuda haciendo el saludo nazi. Esta foto se la pusieron delante durante la grabación para inspirarse a la hora de tocar, antecedente de esa abstracta técnica que en el futuro próximo utilizaría Eno con sus músicos a base de proporcionarles tarjetas con unas instrucciones surrealistas que inspiraran su forma de tocar. En cuanto a la pieza de ‘Swastika Girls’ en sí, la parte de sintetizadores de Brian crea un sonido que recuerda al arpa, diferenciándola así del todo de ‘The Heavenly Music Corporation’ que, junto a la guitarra más afilada de Robert, tornan esta segunda pieza en un contrapeso de mayor energía respecto a la primera.

 

Poco más puede decirse de un disco diseñado para hacer pruebas de cara al futuro y que requeriría un análisis a tramos, pero al mismo tiempo es evidente su propósito de agradar (esto no son pruebas cacofónicas como las de George Harrison en Wonderwall Music), por lo que en conjunto deja una buena impresión, aunque poca gente habrá que desee escucharlo repetidamente. No sería la última colaboración entre Fripp y Eno, ya que irán coincidiendo a lo largo de su carrera en álbumes colaborativos como No Pussyfooting, así como en momentos puntuales en la grabación de discos para otros artistas como David Bowie o los Talking Heads. La inteligencia llama a la inteligencia.

1) Needle In The Camel's Eye; 2) The Paw Paw Negro Blowtorch; 3) Baby's On Fire; 4) Cindy Tells Me; 5) Driving Me Backwards; 6) On Some Faraway Beach;

7) Blank Frank; 8) Dead Finks Don't Talk; 9) Some Of Them Are Old;

10) Here Come The Warm Jets.

HERE COME THE WARM JETS

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

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El debut propiamente dicho de Brian Eno en solitario no pudo ser más fascinante. Tras su salida de Roxy Music, estos habían logrado grabar su mejor álbum (Stranded), pero Eno demostró que también tenía una creatividad sin parangón y mediante esta inigualable obra incluso les superó en nivel cualitativo. Es decir, superó la obra maestra de Roxy Music. Precisamente sus excompañeros (menos Bryan Ferry, como es obvio) le acompañan en determinados temas, así como una larga lista de músicos amigos que le van acompañando según la ocasión, entre ellos Robert Fripp y John Wetton de King Crimson.

 

La música desplegada es de una diversidad sorprendente, donde cada tema sorprende por ser diferente al que le precede. Un tema como ‘Needle In The Camel's Eye’ es imposible de clasificar. Posee un ritmo muy rápido, como si fueran unos Velvet Underground modernizados (‘I'm Waiting For The Man’), mientras que el tratamiento de la voz suena más glam. Pero todo presenta un sonido futurista y proto-New Wave, incluso más que lo realizado en Roxy Music, por lo que esta canción se destapa como la invitación perfecta a entrar en una dimensión musical inédita para la época. Si a ello le sumamos lo pegadizo de sus melodías vocales y de sus arreglos instrumentales, solo cabe caer rendido hacia la propuesta de Brian. La música es impredecible y eso implica que una balada coral como ‘Some Of Them Are Old’ comience casi a cappella y luego se desarrolle instrumentalmente con aires orientales, o que ‘On Some Faraway Beach’ esté estructurada en forma de sutil crescendo. Comienza como un instrumental donde  la clave son los sutiles coros, mientras se van añadiendo instrumentos y capas de sonido, de manera que cuando entra la voz ya está todo casi en su apogeo.

 

La manera de cantar en ‘Baby's On Fire’ suena como si fuera una parodia, pero la parte instrumental deja bien clara la seriedad del asunto, conteniendo un espectacular solo de  de Fripp que abarca la mayor parte de la composición. Si descontamos la parte cantada, son más de tres minutos de espectacular guitarra en primer plano, que para 1974 abría infinidad de opciones en el empleo de ese instrumento, dejando claro que el experimento de No Pussyfooting no había caído en balde y proporcionaba también sus frutos. Precisamente, el tema que da título al álbum enlaza de alguna manera con el experimento de No Pussyfooting junto a Robert Fripp (algunos momentos concretos de ‘Swastika Girls’), dando así sus frutos en forma de hipnotizadora melodía aderezada con múltiples detalles que van apareciendo gradualmente, de tal manera que todo podría durar el doble de tiempo y no cansar por ello. Si nos fijamos en el efecto de la voz de Eno en ‘Driving Me Backwards’, podría pasar por una reproducción en sentido inverso de la parte vocal, tal como da a entender el título, pero en realidad no lo es o al menos no lo parece. Juega también con las atonalidades sin llegar a sobrepasar el límite de lo digerible.

 

Las pegadizas melodías pop al estilo de los primeros Beatles asoman en ‘Cindy Tells Me’, aunque el tratamiento en la producción sea bien diferente. Pero si hablamos de actualizar la música anterior, qué mejor ejemplo que ‘Blank Frank’, una revisión de un ritmo característico de Bo Diddley envuelto de voces paranoicas, percusión tribal y guitarras imprevisibles. La gran importancia de este álbum puede inferirse también a partir de detalles como es el hecho imposible de escuchar ‘The Paw Paw Negro Blowtorch’ y no pensar en los Talking Heads, si no fuera porque estos ni siquiera eran una banda en 1974 y no publicarían su disco de debut hasta 1977. Nos dejábamos por el camino una de las mejores canciones del disco. El entramado envolvente que conforman la batería y el piano permite dejarse llevar con ligereza a través de ‘Dead Finks Don't Talk’, ya que ni siquiera importa que Brian comience recitando la letra en vez de cantando.

 

Igual que ocurre con David Bowie, cuyo mejor álbum es Ziggy Stardust a pesar de haber creado grandes álbumes vanguardistas después (con la ayuda inestimable de Eno, por cierto), Brian Eno grabará en los próximos años obras más arriesgadas y experimentales que en ese sentido superan el presente disco. Pero una concentración tal de composiciones trepidantes, melódicas, innovadoras y originales como las que podemos escuchar, en esta cantidad no lo volveremos a encontrar en un único disco de Brian. Aunque fuera lo opuesto en las ventas, este álbum sobrepasó cualitativamente lo que grabaron Roxy Music tras la salida de Eno, como ya se ha dicho al principio. Quizá por ello, Brian nunca tuvo problema en afirmar que habían mejorado sin él y que Stranded era la obra maestra de Roxy Music. Es imposible no adorarle después de haber escuchado esta emocionante música.

JUNE 1, 1974

Año de publicación: 1974 

Puntuación:

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1) Driving Me Backwards; 2) Baby's On Fire; 3) Heartbreak Hotel; 4) The End;

5) May I?; 6) Shouting In A Bucket Blues; 7) Stranger In Blue Suede Shoes;

8) Everybody's Sometime And Some People's All The Time Blues;

9) Two Goes Into Four.

La fecha que da nombre a este álbum es la del histórico concierto que recoge, el acaecido en el Rainbow Theatre de Londres, aunque no de forma íntegra. Bueno, en su momento no se percibiría como un evento histórico porque los cuatro artistas de cabecera que aparecen en su portada no eran nada conocidos para el gran público, aunque esa percepción tampoco ha variado demasiado hoy en día. Pero no cabe duda que juntar en un mismo escenario a Brian Eno junto a Kevin Ayers (Soft Machine), John Cale y Nico (ambos coincidieron en The Velvet Underground), además de otros músicos acompañantes de prestigio como Robert Wyatt o Mike Oldfield (ambos con su carrera en solitario recientemente comenzada), es un acontecimiento único y digno de captar nuestro interés. Cada uno de los cuatro artistas principales tiene su momento para introducir su selección particular, aquí repartida de manera poco equitativa, que puede distinguirse porque adoptan la voz principal en su parcela.

 

Las canciones de Eno son justo las dos primeras. Extraída una parte del componente experimental de ‘Driving Me Backwards’, suena en directo más solemne y es más accesible en principio. Luego llega la parte instrumental donde la viola eléctrica de Cale toma el protagonismo y existe el peligro de que pueda volverse menos amistosa, aunque Cale se mantiene comedido para lo que podría haber hecho (el daño de ‘The Black Angel's Death Song’ no se olvida fácilmente). Más mérito todavía tiene ‘Baby's On Fire’, ya que ejecutar una parte de guitarra que suene caótica y melódica al mismo tiempo no es tarea nada fácil. La originalidad de John Cale emerge en la versión del conocido tema ‘Heartbreak Hotel’ popularizado por Elvis Presley, puesto que aparece aquí de forma irreconocible bajo unos arreglos más duros y una guitarra que suena lúgubre por todos lados aunque se vaya repitiendo incesantemente.

 

De Nico se incluye su gótica y tétrica versión del tema de los Doors ‘The End’, perteneciente también al álbum de igual título que la alemana había publicado entonces recientemente y que es su mejor obra al conjugar de manera acertada su vertiente vanguardista con una mayor accesibilidad. Bueno, no es el caso de ‘The End’, ya que no es plato para todos los gustos al interpretarse casi a cappella, si nos atenemos a que el único acompañamiento que tiene es un órgano atonal y, por tanto, pasados los primeros minutos puede resultar un verdadero infierno si un@ no logra introducirse en el mundo de Nico. Eso sí, como versión femenina del espíritu de Jim Morrison, Nico es su mejor reencarnación.

 

Tras tanta excentricidad y vanguardismo, llega el no menos excéntrico pero mucho más amigable Kevin Ayers, artífice de la grandeza del debut de Soft Machine, quien deja aquí su impronta de manera más imperecedera con una buena selección de composiciones propias. Bueno, las tres primeras son las realmente recomendables, ya que en la atonal ‘Two Goes Into Four’ parece que quiere ponerse al nivel de Nico, mientras que ‘Everybody's Sometime And Some People's All The Time Blues’ es como una deconstrucción de balada country que se vuelve monótona y se pierde el interés hasta que, ya avanzado el tema, llega un  habilidoso solo de guitarra que presumiblemente puede ser de Mike Oldfield. Pero las otras tres canciones de Ayers no hay que perdérselas. En primer lugar, la balada ‘May I?’ permite disfrutar de un agradecido momento de calma y relajación. También transmite tranquilidad ‘Shouting In A Bucket Blues’, pero en forma de agradable pop de base acústica. En cambio, cuando llega el adictivo riff de ‘Stranger In Blue Suede Shoes’, estamos en terreno del mejor Lou Reed, como si Ayers hubiera compuesto su propio ‘Vicious’ pero con un propósito humorístico, si nos olvidamos de un importante dato: ‘Stranger In Blue Suede Shoes’ fue publicada un año antes.

 

Resumiendo, este concierto suena bastante diverso por la obvia razón de la participación de artistas de carreras diferenciadas, pero en cualquier caso documenta un momento único donde las trayectorias de todos ellos estaba en su primera fase y en sentido ascendente por méritos propios, después de haber sufrido la incertidumbre que supone emprender una carrera en solitario. Puede decirse que Ayers es el ganador, pero los temas de Eno también están entre lo más destacado. De todas maneras, el ambiente de camaradería entre todos estos músicos vuelve irrelevante la necesidad de elegir quién ha sido el mejor. Esto no es un talent show.

TAKING TIGER MOUNTAIN (BY STRATEGY)

Puntuación:

Año de publicación: 1974 

1) Burning Airlines Give You So Much More; 2) Back In Judy's Jungle;

3) The Fat Lady Of Limbourg; 4) Mother Whale Eyeless; 5) The Great Pretender; 6) Third Uncle; 7) Put A Straw Under Baby; 8) The True Wheel; 9) China My China;

10) Taking Tiger Mountain.

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La continuación del insuperable Here Come The Warm Jets no se hizo esperar y Eno volvió a deleitar a sus escasos seguidores con otra tanda de imprevisibles composiciones que transitan por diferentes estilos y estados de humor. En esta ocasión se hizo acompañar por un conjunto fijo de músicos, aparte de otras puntuales colaboraciones, entre los que cabe mencionar al guitarrista de Roxy Music (Phil Manzanera) y a Robert Wyatt, quien por entonces ya había quedado parapléjico y había publicado su primer álbum en solitario fuera de Soft Machine y aparcado el proyecto de Matching Mole. Pero la novedad más importante respecto a la grabación es la utilización de unas tarjetas con frases aleatorias que se daban a los músicos como inspiración para tocar algo diferente. Este método se haría famoso durante la colaboración de Eno con David Bowie en la trilogía berlinesa de este último.

 

No hay apenas nada que entronque de una manera clara este álbum con su predecesor, siendo por tanto una evidente evolución. Si acaso, podemos señalar como nexo de unión la paradoja de que lo más previsible que esperamos de esta música es su imprevisibilidad. Esto lo apreciamos nada más comenzar, puesto que la animada melodía que sirve de inicio a ‘Burning Airlines Give You So Much More’ poco tiene que ver con su desarrollo más pausado de memorables melodías vocales bien adornadas por los coros. Parecidos razonables con el disco debut no encontraremos, si acaso el ritmo juguetón en las estrofas de ‘China My China’ que la enlaza como sucesora de ‘Blank Frank’, aunque nada de música oriental puede deducirse más allá de su título, al contrario del tema que da el nombre y cierra el álbum, puesto que se trata de una relajada y contemplativa balada sin percusión que al mismo tiempo transmite aires de cantos tribales polinesios como esos ecos orientales, si bien sigue siendo una canción inclasificable.

 

El sonido circense-decadente de ‘Back In Judy's Jungle’ acaba hartando un poco al tener una duración de cinco minutos. Está bien incluir momentos de distensión en un álbum, pero hay que mesurar su impacto al mismo tiempo. En un tono similar está implementada ‘Put A Straw Under Baby’, pero en forma de onírico vals (o quizá sea una nana surrealista) que deja mejor impresión. En el polo opuesto, adquiere una cierta solemnidad en ‘The Great Pretender’, pero subrayada por un ritmo de aires futuristas que le podrían haber servido para aparecer en la banda sonora de Star Wars, en la escena de la cantina, dando el contrapunto baladístico e igual de excéntrico a la bailable ‘Cantina Band’. De todas maneras, es imposible imaginar a John Williams inspirándose en un artista del rock vanguardista como Eno, no por falta de calidad de Eno, sino porque a Williams se le nota que bebe más de las décadas previas, en el caso del citado tema, del jazz más bailable. Igual de futurista pero con un endiablado ritmo se desenvuelve el cuasi-instrumental ‘Third Uncle’.

 

El preciso pero adictivo ritmo de ‘The True Wheel’, coescrita junto a Manzanera, antecede en dos años a la transformación pre-berlinesa de David Bowie. Los coros invitan a unirse a cantar “We are the 801 / We are the central shaft” (801 será el nombre de un interesante proyecto con Phil Manzanera y otros músicos) mientras nos dejamos envolver por el elaborado entramado sónico. Aparte, presenta memorables giros melódicos como el segmento en el que cantan “Looking for a certain ratio”. Y es que Eno demuestra que sabe captar la atención del oyente no solo con la mera producción, sino con gloriosas melodías y cambios imprevisibles. Otro gran ejemplo es ‘Mother Whale Eyeless’ que aporta nuevamente otro adictivo estribillo, más aparte, cuando nos pensamos que tenemos la composición bien ubicada, llega la fabulosa sección central con esos coros femeninos (“In my town, there is a raincoat under a tree / In the sky, there is a cloud containing the sea”) para volvernos a sorprender. Por otro lado, la lentitud extrema de ‘The Fat Lady Of Limbourg’ es justamente uno de sus mayores encantos, pues exacerba su carácter imprevisible y genera una curiosidad por saber de qué manera va a evolucionar. Es una sensación rara, porque las melodías probablemente ganarían mucho si el tempo fuera el doble de rápido, pero aun así es un fantástico y singular tema donde participa Andy Mackay (Roxy Music).

 

Sorprende la escasa repercusión que tuvo este álbum en su momento, siendo como es otra obra maestra de Eno. Aunque todavía sorprende más constatar el hecho de que en un mismo año publicara dos álbumes de tan espectacular nivel cualitativo como Here Come The Warm Jets y el presente. Prueba de que no era un simple acierto pasajero es que todavía seguiría la racha de impresionantes obras como estas, donde se aúna vanguardia, experimentación y musicalidad en ratios perfectamente equilibradas, como si el citado verso de ‘The True Wheel’ fuera una idea real premeditada e implementada. Aunque se haya hecho más famoso por sus irrelevantes discos de música ambiental, Brian Eno queda aquí retratado como un genio de la música.

2020

ANOTHER GREEN WORLD

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

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1) Sky Saw; 2) Over Fire Island; 3) St. Elmo's Fire; 4) In Dark Trees; 5) The Big Ship;

6) I'll Come Running; 7) Another Green World; 8) Sombre Reptiles; 9) Little Fishes; 10) Golden Hours; 11) Becalmed; 12) Zawinul/Lava;

13) Everything Merges With The Night; 14) Spirits Drifting.

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2020

Llegamos aquí a uno de los momentos definitorios en la evolución musical de Brian Eno. La importancia de este álbum radica en ser la primera aproximación en sus propias obras a la música ambiental de manera bien clara, ya que No Pussyfooting era una obra experimental sin más epítetos. Aquí, por supuesto, sigue rodeándose de buenos músicos para llevar a cabo sus originales ideas, donde no falta Robert Fripp aparte de otros como John Cale o Phil Collins. Este disco se ubica en un punto medio entre lo que estaba haciendo hasta este momento y el futuro destinado a desarrollar todo lo referente a la música ambiental.

 

La música instrumental ocupa por tanto un lugar preferencial, siendo así más de la mitad del álbum. Algunas de las piezas son breves, como la que da título a la obra. Un tema precursor de la música ambiental, a la que tanto tiempo dedicará Eno, es ‘In Dark Trees’, pero de forma magistral, ya que su percusión y las notas sueltas de guitarra (o quizá sea el teclado) crean con pocos ingredientes una sensación nueva. Es uno de esos temas que transportan al oyente a lugares nuevos e indefinidos. Nada lejos se queda ‘The Big Ship’, pero cambiando el registro a un sonido más vistoso que sin embargo parece esconder un poso de tristeza, recreando con el teclado un sonido como de gaitas. En el caso de ‘Sombre Reptiles’, se inventa una sensacional melodía de las que parecen inocuas pero luego se quedan grabadas en el subconsciente y entran ganas de escucharla muchas más veces, puesto que sus poco más de dos minutos saben a poco.

 

Demasiada repetitividad hay en ‘Sky Saw’ para que surta efecto su esotérico ritmo, además de que la parte vocal no es nada atractiva. Es una lástima, ya que se desaprovecha la participación estelar de Phil Collins en la batería y de John Cale con la viola, además de dos virtuosos bajistas que toman todo el protagonismo. Collins repite como baterista en el siguiente tema, ya instrumental, titulado ‘Over Fire Island’ y que deja mucha mejor impresión teniendo un propósito similar. Donde se nota más la viola de Cale, marcando el ritmo, es en la balada ‘Golden Hours’, ayudando a crear un entramado instrumental que le sirvió como inspiración treinta años después a Coldplay para mezclarlo con una melodía de Joe Satriani y darle gato por liebre a millones de personas con la pegadiza ‘Viva La Vida’.

 

El Brian Eno que sabe extraer una gran emotividad de los sonidos más extraños reaparece en ‘St. Elmo's Fire’, donde la memorable parte vocal (con unos emotivos “In the blue August moon”) sirve para crear en conjunto uno de los mejores temas de este álbum, incluyendo la participación de Robert Fripp con uno de esos especiales sonidos de guitarra que solo él era capaz de conseguir. Pero no es precisamente el único momento de brillantez, ya que esto está plagado de fenomenales temas. El siguiente, ‘I'll Come Running’, suena algo más pop pero ofrece otra emotiva parte vocal.

 

‘Little Fishes’ no es más que Brian probando nuevos sonidos y texturas para que imaginemos esos pececillos que dice el título, retomando de alguna manera la idea del gran Saint-Saëns cuando compuso El carnaval de los animales. Sin embargo, consigue piezas de extremada belleza como ‘Becalmed’, uno de los mejores ejemplos posibles de lo que debe ser la música ambiental, es decir, una modernización del concepto clásico de adagio que no ha de estar reñido con la adición de melodías originales. En el polo opuesto se sitúa el siguiente tema, ‘Zawinul/Lava’, ya que deja algo indiferente como un@ puede esperar de este tipo de música. Pero la emoción y belleza que sabe extraer de un sintetizador Moog en la sutil ‘Everything Merges With The Night’ solo está al alcance de todo un genio de la música como Eno. ‘Spirits Drifting’ parece como una coda del tema anterior, pero en este caso recreando un paisaje sonoro de sentimientos encontrados que, en cierta manera, evoca la procesión eterna de esos espíritus sin rumbo.

 

Si atendemos al elevado nivel de correspondencia entre los títulos de las composiciones y lo que nos hace imaginar la música, podemos definir a Brian Eno como un pintor musical. De igual manera, un álbum que te transporta a lugares desconocidos hasta ese momento, incluyendo soberbias melodías además de una gran originalidad en la manera de implementar las ideas, no se encuentra todos los días. Es menos accesible que Here Come The Warm Jets en primer término, pero en las consiguientes escuchas se revela como otro prodigio de creatividad. Obras así manifiestan una absoluta injusticia en la valoración de Brian Eno a nivel general como músico, muy infravalorado cuando estamos en realidad ante uno de los mejores músicos surgidos en la década de los setenta. Aunque también somos justos si reconocemos que él mismo tendría parte de la culpa cuando comenzó a sepultar su legado bajo horas y horas de vulgar música ambiental. En cualquier caso, estamos aquí ante otro álbum insuperable en su balance de técnica, experimentación y melodía. Otra de las cumbres musicales de la década de los setenta.

DISCREET MUSIC

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

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1) Discreet Music; 2) Fullness Of Wind; 3) French Catalogues; 4) Brutal Ardour.

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El experimento realizado con Robert Fripp dos años atrás sirve de claro antecedente para que Brian Eno decidiera dar un paso más allá y olvidarse de la guitarra de su amigo, abordando así una extensa pieza basada únicamente en sus sintetizadores. Esa pieza es la que da título al álbum también, pero no todo es tecnología, ya que los otros tres temas están ejecutados con músicos clásicos. Estos tres temas conforman una especie de suite orquestada bajo el título de Three Variations on the Canon in D Major by Johann Pachelbel, es decir, el imperecedero Canon en re mayor. Pero que nadie piense que escuchará su famosa melodía en alguna de las tres variaciones (eso hubiera sido seguir el camino fácil y Eno no es así), sino que se trata de capas de sonido creadas a base de violines y otros instrumentos de cuerda. En ‘French Catalogues’, incluso en ‘Brutal Ardour’, sí que podemos escuchar claramente acordes de la pieza de Pachelbel de los que preceden a la célebre melodía, pero todo queda ahí.

 

No es música para acordarse de nada concreto, sino para dejarse llevar por el sonido sin prestar especial atención, ya que de otra manera puede convertirse en monótono e incluso desesperante porque da la impresión de que puede llegar alguna melodía en cualquier momento, pero al final no aparece nada. La pieza principal, la que da título al disco, es realmente más de lo mismo pero con teclado y sintetizador. Al inicio de ‘Discreet Music’ se atisba alguna melodía, pero es irrelevante porque luego son treinta minutos de música de relajación con sonidos que tampoco parecen aleatorios, sino que responden a una estructura bien premeditada. Esas notas iniciales se repiten de nuevo con mayor énfasis llegando a los quince minutos, pero pronto se pierde cualquier esperanza de variación porque se vuelve a lo mismo. Minimalismo total. Así que se echa en falta las improvisaciones de Robert Fripp con la guitarra o cualquier elemento adicional que hubiera insuflado algo de vitalidad, si bien en el siguiente álbum veremos que Fripp ya no es tan determinante.

 

Se recomienda huir de este disco a menos que un@ sea aficionad@ a la música monótona de relajación, en cuyo caso sí que puede ser una acertada elección. A quien encantó esta música fue a David Bowie, quien más adelante llamaría a Eno para colaborar con él en la llamada Trilogía de Berlín (sus tres álbumes entre 1977 y 1978). En cualquier caso, por esa época Bowie estaba muy enganchado a las drogas y no parecía que dedicara tiempo a la relajación y meditación si nos atenemos a algunos comentarios profascistas suyos de aquellos años. O sea, que meditar, lo que se dice meditar, en realidad no lo hacía mucho.

EVENING STAR

Año de publicación: 1975 

Puntuación:

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1) Wind On Water; 2) Evening Star; 3) Evensong; 4) Wind On Wind;

5) An Index Of Metals.

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Dos mentes tan inquietas (y amigas) como las de Brian Eno y Robert Fripp volvieron a juntarse después de su debut conjunto en 1973 con No Pussyfooting para seguir experimentando con el sonido y las posibilidades de los sintetizadores. El primero ya se había lanzado de lleno al mundo de la ambientación en Discreet Music, si bien la grabación de lo que sería Evening Star comenzó incluso antes y luego transcurrió como proyecto paralelo. Fripp venía de grabar uno de sus mejores álbumes con King Crimson (Red) y se iba a tomar unos años de descanso como compositor, que no como sesudo guitarrista de sesión y/o productor. Sin embargo, aquí su guitarra no ocupa un lugar importante como en No Pussyfooting, ya que la mayor parte del tiempo se dedica a desarrollar ese método especial para sintetizar el sonido de la guitarra que acabará denominándose como Frippertronics.

 

Así pues, ‘Wind On Water’ no es más que un crescendo a base de capas de sintetizador y seguramente también de guitarra procesada, ideal para ejercicios de relajación mental pero no tanto para escucharlo sentado en un sofá. Precisamente cuando entra la guitarra de Fripp en ‘Evening Star’, todo cambia por completo, ya que no es lo mismo escuchar sintetizadores que una guitarra que tenga un mínimo de coherencia más allá de la improvisación. Las sutilezas que se despliegan en este tema son las que lo libran de la monotonía, si bien exige una atención preferente. ‘Evensong’ es casi como una coda que mantiene las mismas características, mientras que ‘Wind On Wind’ ya resultaría ser más de lo mismo sin el factor sorpresa, sobre todo si nos damos cuenta de que es un extracto de ‘Discreet Music’, aunque darse cuenta de ello es tarea harto ardua.

 

Lo que sí resulta indigerible es la pieza final de casi media hora, ‘An Index Of Metals’, por mucho que transite a través de diferentes secciones de corte tenebroso, como si estuviera destinada a la banda sonora de una película de terror. Disonancias y alguna estridencia completan la mayor parte de la composición, por lo que resulta difícil disfrutar de esa música si no se tiene una imaginación desbordante y se está en el estado de ánimo adecuado para tolerarla. En cualquier caso, este álbum solo es apto para gente enamorada de la música ambiental.

CLUSTER & ENO

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

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1) Ho Renomo; 2) Schöne Hände; 3) Steinsame; 4) Für Luise; 5) Mit Simaen;

6) Selange; 7) Die Bunge; 8) One; 9) Wermut.

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Siguiendo con las colaboraciones, que Eno siempre fue un tipo muy amistoso y generoso, aquí se juntó con el dúo alemán de música electrónica Cluster, cuyos apellidos parecen extraídos de alguna pareja extravagante de cuento de Tintín: Roedelius y Moebius. Sobra decir que Cluster son un dúo experimental, tal cual era cualquier músico dedicado a la electrónica en la década de los setenta, por lo que nos podemos hacer una idea previa de lo que encontraremos en este álbum, visto también a lo que se dedicaba Eno en sus colaboraciones, es decir, a buscar nuevas formas de expresión musical. De esta manera, las ideas de los alemanes se complementan con las de Eno para desarrollar una música ambiental que se diferencie de lo más convencional, a base de añadir detalles sonoros que demuestren que la unión de estos músicos puede hacer conseguir mejores resultados que si trabajaran por separado, que es lo que se debería esperar de una colaboración.

 

En la primera pieza, titulada ‘Ho Renomo’, cuentan además con la participación nada menos que de Holger Czukay, el bajista de Can, aunque el bajo no es precisamente el instrumento principal. Mediante este tema inicial se sientan de alguna manera las bases de lo que vamos a escuchar. ‘Selange’ sorprende al emplear un prominente y notable ritmo mediante el cual las diferentes variaciones cobran una nueva perspectiva, de tal manera que nos permite reflexionar sobre la conveniencia de elaborar partes rítmicas dentro de la música instrumental de corte ambiental. Ha de destacarse también ‘Schöne Hände’, ya que es muy evocadora dentro de su sencillez en forma de bucle. Eso sí, en ‘Für Luise’ ya juegan peligrosamente con la repetición y eso nos lleva a que, cuando consiguen una pieza melódica de piano como en ‘Mit Simaen’, se asustan tanto ante la idea de conseguir algo accesible que lo finiquitan en un minuto y medio.

 

Es casi inevitable no encontrar alguna pieza con disonancias y aquí la encontramos en ‘One’, donde el rasgueo de los violines se vuelve irritante y desafortunadamente se trata de la pieza más larga del álbum. El tema que lo cierra tampoco es para echar cohetes, ya que se centra mucho más en la ambientación que en recrear alguna melodía, aunque eso sea lo más obvio. Por tanto, el ‘Wermut’ final incurre en los errores básicos de la música ambiental: monotonía y atonalidad. En todo caso, este disco queda demasiado vacío para lo que podían haber conseguido todos juntos, pero quien le pille el punto a la ambientación podrá escucharlo con agrado y hasta le tomará cariño. Ideal para meditadores.

BEFORE AND AFTER SCIENCE

Año de publicación: 1977 

Puntuación:

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1) No One Receiving; 2) Backwater; 3) Kurt's Rejoinder;

4) Energy Fools The Magician; 5) King's Lead Hat; 6) Here He Comes;

7) Julie With...; 8) By This River; 9) Through Hollow Lands; 10) Spider And I.

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Después de varias obras experimentales, las inquietudes más pop que todavía le quedaban a Brian afloraron nuevamente para conformar otra (casi) insuperable obra maestra de la que apenas pueden encontrarse similitudes con otras que no sean de él mismo. Lo más significativo de este álbum es que la proporción de música ambiental respecto a los temas de pop-rock está más o menos nivelada al 50%, lo cual implica que resulte menos llamativo que otros álbumes. Pero ya veremos que este primera impresión (como ocurre la mayoría de veces) es engañosa. La lista de músicos participantes es extensa y de un altísimo nivel, como corresponde a un artista de tanto prestigio y merecedor de tanto respeto y admiración por sus colegas como era Eno. Lo más gracioso es descubrir que la persona bajo el nombre de Shirley Williams es en realidad Robert Wyatt, quien entonces pasaba por un período de crisis existencial artística. Aunque no participan en el estudio, en el libreto se les da las gracias a David Bowie y Robert Fripp por su ayuda en Berlín, aunque en el caso de Bowie las gracias debería darlas él a Eno por la revolución electrónica que pudo hacer en su música, aunque es obvio que la influencia circularía en ambos sentidos.

 

Aquí volvemos a encontrar a ese insuperable Brian Eno que tanto nos ha deslumbrado en sus mejores álbumes previos. Las irresistibles melodías vocales de ‘Backwater’ nos devuelven al Eno maestro del pop glorioso, desgranando un memorable y elaborado estribillo de los que elevan a arte este tipo de música. En este tema el batería es Jaki Liebezeit del grupo alemán Can. Otro gran ejemplo de emotivas e inolvidables melodías vocales las tenemos en ‘Here He Comes’, de tono mucho más relajado y con una florida guitarra de Manzanera, aunque lo más curioso sea comprobar que en el intermedio instrumental quien toma el liderazgo es el bajista Paul Rudolph. Aparte de ello, cabe destacar también esos momentos donde Brian canta de forma más coral, pues consigue un espiritualismo difícil de conseguir en el formato del pop. Por el contrario, seguro que tenía a Johnny Rotten en mente para la parte vocal de ‘King's Lead Hat’ aunque este tema no sea de música punk. Se acerca más al espíritu de música bailable de lo que pronto sería More Songs About Buildings And Food de los Talking Heads, que fue precisamente la primera colaboración de Eno con ellos. Como curiosidad, el título de la canción es un anagrama del nombre de este grupo. En ella sí participa Fripp con sus efectos de guitarra, además de Phil Manzanera (Roxy Music) en la guitarra rítmica para conformar un tema frenético que gana puntos con el tiempo y se vuelve irresistible. Precisamente, ‘No One Receiving’ preludia claramente a los Talking Heads de Fear Of Music, pero sobre todo algunos de los temas de Remain In Light, no en vano estos discos tendrán a Eno como productor. Participando en la elaboración de su pegadiza percusión encontramos a Phil Collins como baterista.

 

Si Fela Kuti se hubiera encontrado a Brian Eno en Nigeria y hubiera escuchado ‘Kurt's Rejoinder’, con seguridad le habría proporcionado la paliza de la que se libró Paul McCartney cuando Kuti pensó que este último había viajado allí para apropiarse de la música nigeriana y vender discos con ideas ajenas. Su ritmo es claramente devoto de lo que podemos asociar con la música étnica africana, por lo que resulta curioso que en vez de repetir en la batería Jaki Liebezeit (quien sería un experto en ello), aquí la toca el gran Dave Mattacks, quien en principio estaba más acostumbrado al folk-rock. Pero la grandeza de un músico se valora también en la variedad de registros que puede interpretar. Siguiendo con la enumeración de notables músicos, el instrumental de propósito ambiental ‘Energy Fools The Magician’, muy bien logrado por cierto, está muy bien desarrollado y contiene diversos toques experimentales de Fred Frith en la guitarra. Por esa época, Frith ya había grabado varios álbumes vanguardistas y extremadamente complejos y disonantes con su grupo Henry Cow, aunque podemos recordarle con mayor agrado por su participación en la interpretación de Tubular Bells en la BBC, acompañando a Mike Oldfield y otros grandes músicos invitados.

 

Ya hemos comenzado a hablar de las piezas de corte ambiental, en las cuales comprobaremos que son mucho más que meras composiciones estáticas y dedicadas a crear capas de sonido. El minimalismo musical con gusto lo encontramos en ‘Julie With...’, que quizá podría haberse dejado como un instrumental, pero de todas maneras la voz fluye dulcemente como si fuera un instrumento más. Es el mejor ejemplo de cómo realizar música ambiental con estructura, sutileza y belleza, aunque él mismo se irá olvidando de estos ingredientes en el futuro. La siguiente canción, ‘By This River’, da la impresión de ser una coda añadida a la anterior, si bien aquí se observa más claramente que se trata de una balada de corte ambiental con la cálida voz de Eno y un evocador piano en primer plano. En esta última participan con Brian los dos músicos alemanes del dúo Cluster. Ya sin parte vocal, ‘Through Hollow Lands’ está dedicada a Harold Budd, un músico con quien Brian colaborará en el futuro en obras conjuntas, y esta pieza instrumental puede definirse como una actualización de las sonatas beethovenianas. Y ya puestos con las similitudes clásicas, la final ‘Spider And I’ queda en un punto intermedio entre réquiem e himno, pues la solemnidad creada a base de alargadas notas de sintetizador mantiene un tono más bien lóbrego aunque la parte vocal es más acogedora, creando así un interesante contraste.

 

Queda así ‘Spider And I’ como el final ideal para una obra musical solemne y sublime que permitía entonces descubrir un mundo de posibilidades. Para entonces David Bowie ya había publicado Low con una estructura similar, alternando una mitad para temas de pop-rock y otra mitad para temas atmosféricos. Pero sin en los primeros sería cuestión de gustos señalar el ganador, para las composiciones de corte ambiental queda claro que Eno sabía conseguir excelsas piezas al saber emplear con sutileza e inteligencia los elementos de los que disponía. De los grandes álbumes de Brian Eno, Before And After Science es el que más cuesta de asimilar por toda la sutilidad y melodías poco visibles que envuelven a sus composiciones, pero con las consiguientes escuchas se destapa como otra obra inigualable de diversidad estilística y emocional a partes iguales. Una obra merecedora de mayor reconocimiento, como algunas otras de las que llevaba publicadas en esta década.

AMBIENT 1: MUSIC FOR AIRPORTS

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

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1) 1/1; 2) 2/1; 3) 1/2; 4) 2/2.

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Llegamos aquí a un álbum con un interés histórico-musical evidente pero alejado por completo del mundo del rock. El comienzo del título ya es indicativo de que no se trataba de otro experimento aislado, sino de una serie de obras ambientales que durante los siguientes años llegaría hasta un cuarto volumen. La idea que impulsó este primer volumen fue la que indica la segunda parte del título, es decir, que Eno pensó esta música para ser escuchada en aeropuertos. Estamos hablando de una época en la que no existía la música en formato portátil salvo que llevaras una radio colgada al hombro, así que la idea, en principio, tenía su lógica. Pero componer música ambiental para un lugar que no parece el idóneo para la relajación y meditación (salvo que tu vuelo se haya retrasado varias horas), no da la impresión de ser una idea acertada.

 

Analizar esta música requiere de una dedicación y paciencia especiales, pero ese tiempo es mejor dedicarlo a Before And After Science o a Here Come The Warm Jets, pues ir desgranando los bucles y variaciones que van sucediendo en estas piezas podría alterar las facultades mentales de un humilde oyente como yo. El primer corte, ‘1/1’ es el más monótono de los cuatro, pues si no se presta especial atención (que es lo que le pasará a más del 95% de quienes se dignen a escucharlo), lo único que se aprecia son notas aleatorias de piano, todo muy repetitivo. El segundo corte (‘2/1’) se basa en un tres voces corales femeninas y seguro que le sirvió a Enya como inspiración para completar sus álbumes una década después. Pero donde Enya podía dedicar unos minutos a ello, aquí Brian se explaya sin problema hasta que se pierde el hilo sin remedio. ‘1/2’ también comienza de forma coral, pero luego se van alternando los pasajes corales con los pianísticos, que es una manera de conjuntar las dos primeras piezas y hacerlo un poco más accesible. En cambio, solo escucharemos sintetizadores en ‘2/2’, imitando lo que hubiera hecho en su lugar una orquesta que tocara música minimalista, pero creando unos pasajes cálidos y agradables. Lo que podríamos escuchar con gusto en un aeropuerto si no hubiera gente y viéramos un paisaje natural a través de alguna pared acristalada.

 

Porque en realidad esta música la podemos asociar con cualquier idea personal que nos sugiera -y poca relación se le ve con los aeropuertos. En ellos quizá sería más ameno escuchar otros temas relacionados (directa o indirectamente) con la aeronáutica como ‘Eight Miles High’ (The Byrds), ‘Five Miles Out’ (Mike Oldfield), etc. En cualquier caso, para quien haga meditación este disco le resultará altamente satisfactorio. Tampoco parece que un aeropuerto sea el lugar ideal para la meditación. Para el resto de mortales, es un aceptable disco de música ambiental que de ninguna manera puede ser preferible a las grandes obras de música clásica que desarrollan tempos y cadencias similares. No obstante, posee tantas sutilezas que tampoco se puede decir que acabe aburriendo, lo cual es el mayor elogio que se le puede hacer a un álbum de música ambiental. Quien lo llegue a escuchar decenas de veces, probablemente encuentre su supuesta grandeza.

MUSIC FOR FILMS

Año de publicación: 1978 

Puntuación:

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1) Aragon; 2) From The Same Hill; 3) Inland Sea; 4) Two Rapid Formations;

5) Slow Water; 6) Sparrowfall (1); 7) Sparrowfall (2); 8) Sparrowfall (3);

9) Alternative 3; 10) Quartz; 11) Events In Dense Fog; 12) There Is Nobody;

13) Patrolling Wire Borders; 14) A Measured Room; 15) Task Force; 16) M386;

17) Strange Light; 18) Final Sunset.

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Tras la música para aeropuertos (esto es, para un aeropuerto imaginario), llegamos aquí a la música para films, que igualmente está destinada también a films imaginarios, aunque algunas de las piezas aquí incluidas sí que llegaron a formar parte de alguna película de cine independiente. Esto es debido a que la música no es necesariamente reciente, sino que este álbum recoge piezas grabadas entre 1975 y 1978, algunas de ellas descartes de los álbumes publicados en ese período. Lo más destacable es que ya no encontraremos composiciones extensas sino todo lo contrario, un amplio conjunto de piezas de, a lo sumo, poco más de tres minutos de duración, con la excepción del tema final que es el único que sobrepasa los cuatro minutos. Al abarcar tantos años, encontraremos una cantidad importante de músicos desfilando por el disco, todos de prestigio como cabe esperar con Brian Eno.

 

Resulta complicado escribir una reseña de una música ambiental basada en la búsqueda de sensaciones varias. ¿Es mejor hablar de sonidos? ¿De emociones? ¿De imágenes evocadas? De momento, podemos fijarnos en la aportación de algunos de los músicos participantes. John Cale aparece con su estridente viola en ‘Patrolling Wire Borders’ para adentrarnos en un entorno de inquietud e intriga, mientras que el bajista Percy Jones deja su huella indeleble en la brevísima ‘A Measured Room’. La etérea guitarra de ‘Slow Water’ es cortesía de Robert Fripp, aunque tampoco destaca sobre la ambientación general. En ese sentido, es mejor dirigirse a los punteos minimalistas de guitarra acústica de ‘From The Same Hill’, un humilde preludio de lo que logrará con insuperable grandeza Ry Cooder unos años después en la banda sonora de Paris, Texas. La guitarra queda algo difusa en ‘Aragon’ y por ello quizá debería haberse elaborado un poco más, es decir, para contentar más al aficionado al rock en detrimento del oyente espiritual.

 

La trilogía de la interesante ‘Sparrowfall’ se desarrolla en realidad como si fuera una única pieza en la cual se va allanando el terreno hasta alcanzar el clímax de la tercera parte. Cuando se basa directamente en atmósferas tenebrosas como en ‘Alternative 3’, el resultado es bastante menos atractivo, o incluso peor cuando asistimos a atonalidades semejantes a las de ‘Events In Dense Fog’. La única excepción es ‘M386’, pues en ella sí que consiguen transmitir una penetrante inquietud y sería la cabecera ideal para un film de terror. En ella vuelve a participar Percy Jones en el bajo y también Phil Collins con la percusión. Se agradece que luego Brian deje como final un par de piezas de relajación total, pues en ese contexto también pasan menos desapercibidas, sobre todo ‘Strange Light’ con los sutiles punteos de Fred Frith (del grupo ultraexperimental Henry Cow) y una trompeta que se funden en el sonido global. En cambio, ‘Final Sunset’ acaba divagando un poco.

 

¿Qué podemos extraer en conclusión de este álbum? es decir, ¿se puede extraer alguna conclusión? Pues la verdad es que como música para films muchas de las piezas no servirían mucho y más valdría dejar el propio sonido ambiente en unas imágenes fílmicas que añadirles un sonido que no aporta nada. Tiene más utilidad como música de relajación mental que como acompañamiento audiovisual y presenta suficientes detalles para no caer en la mediocridad típica asociada a esta música, es decir, a la monotonía que sugiera escuchar el término “música ambiental”. Un tópico al que Eno seguirá alimentando en lo que le queda de carrera como compositor.

AFTER THE HEAT

Año de publicación: 1978 

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Puntuación:

1) Foreign Affairs; 2) The Belldog; 3) Base & Apex; 4) Tzima N'arki; 5) Luftschloß;

6) Oil; 7) Broken Head; 8) Light Arms; 9) The Shade; 10) Old Land.

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Parece que la ventaja que tiene la música ambiental es que desgasta poco físicamente y creativamente, pues a Eno le permitía publicar sus propios discos como churros y al mismo tiempo colaborar con otros artistas, como es el presente caso. Aquí vuelve a juntarse con Cluster, pero esta vez no bajo ese nombre, sino que sus miembros aparecen nombrados individualmente: Moebius y Roedelius. Es como si quisieran avisarnos previamente de que este álbum se aleja un poco de lo que habían realizado en Cluster & Eno, pues sin perder ese gusto por la experimentación, aquí el propósito es conseguir algo más accesible con todo ello. Incluso escucharemos cantar a Eno nuevamente en algunos de los temas.

 

Así pues, el comienzo del álbum deja muy buena impresión desde ‘Foreign Affairs’, la cual denota una detallada construcción donde acabamos introducidos en su cadencia sin darnos cuenta, fijándonos en los detalles que se van añadiendo para aumentar la densidad sonora hasta crear una elaborada pieza de presentación que parece un adelanto de la siguiente, pues ‘The Belldog’ representa lo mejor que se puede conseguir cuando se entiende el lenguaje musical de los sintetizadores. Parece una continuación de Before And After Science porque incluso posee una parte vocal cantada por Eno. Es en el tratamiento de los sintetizadores donde se puede apreciar la ayuda de Cluster. En la excéntrica ‘Tzima N'arki’ no se entiende nada de lo que canta porque es su voz reproducida al revés y puede destacarse la participación del bajista Holger Czukay de Can.

 

El piano es el instrumento principal en varios temas, principalmente en ‘Luftschloß’ y en ‘The Shade’, dejando unas reconocibles melodías (sobre todo en la primera) mientras los sintetizadores se emplean para embellecer el resultado y ayudar a crear la atmósfera intimista necesaria. A la hora de construir los temas no se toman ninguna prisa (‘Light Arms’ apenas se nota) y todo sigue una estructura precisa. Así, composiciones como ‘Oil’ requieren de paciencia para que podamos discernir su progresión más allá del aumento de volumen. Si un@ no presta especial atención a ‘Base & Apex’, tan solo se quedará con una estructura repetitiva y monótona. Pero si lo hace, comprobará que cada vez se van añadiendo detalles que cambian la perspectiva continuamente, de un modo tan hipnótico que se acaba el tema y nos pilla de sorpresa. Eso sí, ‘Broken Head’ no pasa más desapercibida por sus estridencias que llaman la atención.

 

La pieza más ambiental de todo el álbum es la final ‘Old Land’, tan ambiental que puede provocar somnolencia o simplemente que no percibamos su existencia. Se trata de una capa de sintetizadores detrás de otra con intervalos de silencio enlazados con unas pocas notas de teclado, es decir, indicado para meditadores empedernidos. Pero este final tan tedioso no debe empañar lo que es un álbum interesante y entretenido casi de principio a fin, todo un logro para tratarse de una obra alejada de los sonidos comerciales.

2021

AMBIENT 2: THE PLATEAUX OF MIRROR

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

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1) First Light; 2) Steal Away; 3) The Plateaux Of Mirror; 4) Above Chiangmai;

5) An Arc Of Doves; 6) Not Yet Remembered; 7) The Chill Air;

8) Among Fields Of Crystal; 9) Wind In Lonely Fences; 10) Failing Light.

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2021

Como podemos observar por el título, este álbum es la continuación de una serie de obras ambientales iniciadas con Music For Airports. En esta ocasión se trata también de una colaboración con el compositor Harold Budd, otro músico experimentado en esta clase de música, de tal manera que entre ambos componen y ejecutan todo el contenido, Budd centrado en el piano y Eno en los complementos sonoros, sobre todo sintetizadores. Por supuesto, quien no esté dispuesto a escuchar este tipo de música es mejor que rehúya este disco.

 

Ya se sabe cómo funciona esto. Unas notas aleatorias de piano por aquí, unas capas de sintetizador por allá… El problema de este tipo de música es que cuesta mucho prestarle atención y de esa manera todo acaba sonando igual. Podemos pensar en una sinfonía de música clásica, donde se alternan los lentos y a veces tediosos adagios con allegros, andantes, etc., de tal manera que todo queda compensado. Pero este álbum es como si asistiéramos a un largo adagio dividido en secciones cortas y eso no es plato para todos los gustos. Un caso similar al de la tercera sinfonía de Henryk Górecki, una obra que entusiasma a mucha gente pero aburre a otras personas como yo. En realidad, The Plateaux Of Mirrors es más ameno cuando se le presta atención, pero que no se confunda la amenidad con la diversión.

 

Lo que más sorprende, para ser una música de este tipo, es que Budd toca algunas melodías reconocibles con el piano, aunque para llegar a ellas hayamos de esperar hasta la mitad de un tema, como ocurre en ‘An Arc Of Doves’. Como siempre, los títulos sugieren de qué trata la música y por ello no faltan palabras típicas como air, light, crystal, mirror, etc. Los dos últimos temas son los que más inciden en el concepto ambiental sin melodías (un título como ‘Wind In Lonely Fences’ ya nos previene). Es decir, cuando una melodía se espacia tanto que no se distingue, en la práctica es como si no existiera. Pero el comienzo del disco deja una buena sensación porque en ‘First Light’ se aprecia un desarrollo en la composición, algo que también requiere de atención para discernirlo. En la balsa de aceite en que se transforma la música, un cambio de ritmo en el piano como el de ‘Not Yet Remembered’ destaca bastante y llama la atención, salvo que nuestra atención se haya desviado mucho antes, lo cual también puede ocurrir.

 

En fin, no es necesario extenderse mucho más porque analizar detalladamente este tipo de álbumes requiere de una paciencia infinita que tampoco compensa luego el esfuerzo. Quien no esté en modo relajación, es mejor que pase a otra cosa.

FOURTH WORLD, VOL. 1: POSSIBLE MUSICS

Año de publicación: 1980 

Puntuación:

1) Chemistry; 2) Delta Rain Dream; 3) Griot (Over 'Contagious Magic'); 4) Ba-Benzélé; 5) Rising Thermal 14° 16' N; 32° 28' E; 6) Charm (Over 'Burundi Cloud').

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Antes de este álbum, Eno actuó como productor en la continuación de sus obras ambientales. Es el caso de Ambient 3: Day Of Radiance, del músico estadounidense Laraaji, un disco de corte más étnico dividido en dos partes con nombres bien contrapuestos: ‘The Dance’ (donde escuchamos una misma pieza con el ritmo cada vez más decelerado) y ‘Meditation’, cuyo título habla por sí solo. Aquí vuelve a colaborar con otro músico, el trompetista experimental Jon Hassell, y el nombre del disco nos indica que se trata de un nuevo proyecto musical, aunque en este caso el proyecto es de Hassell. Brian Eno tan solo participará como compositor en este primer volumen. En esta ocasión, la temática va de sonidos étnicos y tribales; algunos títulos ya nos avisan de la existencia de motivos africanos, incluso las coordenadas que pueden leerse en uno de ellos se corresponden con un emplazamiento de ese continente.

 

En cualquier caso, a esta música se le debe etiquetar mucho antes de experimental que de étnica. Quizá, si tan solo fuera étnica el resultado sería mejor porque acertar con un experimento es complicado (por algo son experimentos). Por ejemplo, las disonancias que se van escuchando mientras se desarrolla el repetitivo ritmo de ‘Chemistry’ no ayudan nada. Son siete minutos que se hacen largos, por lo que uno puede imaginarse cómo podrían ser más de veinte minutos así y luego encontrar la respuesta en la pieza final ‘Charm (Over 'Burundi Cloud')’, que es más de lo mismo pero ya sin el factor sorpresa, incluso con las disonancias más pululantes y molestas. Y mejor no hablar si se trata de algo tan molesto como ‘Griot (Over 'Contagious Magic')’.

 

Uno de los pocos temas que dejan una buena sensación de entrada es ‘Rising Thermal 14° 16' N; 32° 28' E’, pues la trompeta de Hassell crea un agradable entramado donde se van introduciendo suaves arreglos de adorno. Pero la mejor creación rítmica y mejor pieza del álbum es ‘Delta Rain Dream’, que seguro que le debió gustar a Peter Gabriel por todo el interés que este empezaba a mostrar también en esos años por los ritmos tribales. Desde un punto de vista técnico, es más que evidente lo interesante de este álbum porque los sonidos que se obtienen obedecen a un tratamiento especial de los instrumentos, sobre todo la trompeta de Hassell. Pero la técnica sin componente melódico o rítmico no suele llevar a ningún sitio. Quien aguante las disonancias y chirridos de este álbum, lo tendrá en mejor consideración que un servidor.

MY LIFE IN THE BUSH OF GHOSTS

Año de publicación: 1981 

Puntuación:

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1) America Is Waiting; 2) Mea Culpa; 3) Regiment; 4) Help Me Somebody;

5) The Jezebel Spirit; 6) Very Very Hungry; 7) Moonlight In Glory; 8) The Carrier;

9) A Secret Life; 10) Come With Us; 11) Mountain Of Needles; 12) Pitch To Voltage; 13) Two Against Three; 14) Vocal Outtakes; 15) New Feet; 16) Defiant;

17) Number 8 Mix; 18) Solo Guitar With Tin Foil.

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Nueva colaboración de Brian Eno pero esta vez con un artista con el que ya venía colaborando en los años previos como productor. Nos referimos a David Byrne, quien por primera vez derivaba su creatividad hacia un proyecto paralelo a los Talking Heads. Eno había ayudado a definir el sonido del grupo desde el segundo álbum y tras la grabación del soberbio Fear Of Music y la correspondiente gira, Eno y Byrne decidieron trabajar en este proyecto entre 1979 y 1980 con la idea de experimentar con el sonido a partir de la influencia de la música africana. Lo más curioso es que Byrne no canta en este álbum y todas las voces que escuchamos están tomadas prestadas de grabaciones ajenas. Se suele mostrar como uno de los primeros ejemplos de sampling, es decir, de reproducir fragmentos grabados como si fueran un instrumento más, aunque en el libreto del CD encontramos una amplia enumeración de ejemplos previos del empleo de este recurso musical, de tal manera que los verdaderos orígenes parten del concepto de la musique concrète y los trabajos de Pierre Schaeffer en los años cuarenta del siglo XX.

 

Lo que no debe perderse de vista en este álbum colaborativo es su carácter netamente experimental. Que nadie busque música sencilla y agradable, que este no es el lugar. Un ritmo de aires étnicos, complejo e impactante al estilo de un ‘I Zimbra’, algo más sombrío también, es lo que encontramos nada más comenzar el álbum mediante ‘America Is Waiting’. Las cosas se complican a continuación en ‘Mea Culpa’ con una música en buena parte creada a partir de voces, una extravagante que va tomando fuerza conforme avanza. De esta canción viene añadido un vídeo musical hecho con la infografía de la época, totalmente desfasado hoy día. En realidad, escuchando este álbum pocas comparaciones podemos hacer con las carreras previas de estos dos artistas, aunque es imposible no pensar en Talking Heads cuando se comienza a escuchar ‘The Jezebel Spirit’. De igual manera, el ritmo de ‘Moonlight In Glory’ proviene claramente del bagaje de Brian Eno. Pero resulta evidente también que ambos buscan investigar nuevas formas de expresión musical a través de este álbum.

 

Cuando el ritmo es demasiado simple y repetitivo y a ello se le suma una parte vocal tribal sin melodía apreciable, como ocurre en ‘The Carrier’, son los momentos en que el álbum se vuelve pesado e indigesto. Y a partir de este citado tema es cuando las cosas se vuelven más complicadas porque suena todo a experimentación. También hay que tener predisposición para entrar en estos temas, porque para poder entender ‘Mountain Of Needles’ quizá habría que imaginarse un paisaje surrealista así y de esta manera la música tendría un sentido. ‘Regiment’ es quizá el único ejemplo donde todo encaja y puede presentarse como un tema atrayente, exótico, experimental y complejo. Todo al mismo tiempo. El ritmo vuelve a ser sobrio pero potente, a lo que hay que sumar un canto étnico que suena a tribu del Atlas y una espectacular guitarra que complementa los espacios intermedios a través de distorsión y disonancia controlada. Que en este tema participen Chris Frantz en la batería y Robert Fripp también sirve de explicación para el excelente resultado conseguido.

 

En la reedición en CD de 2006 se divide el álbum en tres partes, siendo las dos primeras los once temas que conformaban el LP original. La tercera parte se cuenta a partir de ‘Pitch To Voltage’ y, al contrario de lo que pudiera pensarse, se trata en su mayoría de piezas algo más accesibles, incluido un hipnótico ritmo en la oriental (de Oriente Medio) ‘Number 8 Mix’. Se han de exceptuar de esa definición las infumables ‘Vocal Outtakes’ (que al menos es muy breve y su título ya avisa de su futilidad) y ‘New Feet’. La percusión de ‘Defiant’ llama la atención porque da la impresión de que está conseguida con objetos no relacionados con la música, mientras que el título de ‘Solo Guitar With Tin Foil’ es suficientemente explícito sobre su contenido.

 

Lo más sorprendente de este álbum es la amplia diversidad sonora que presenta cuando la idea en esencia es la misma para todo el contenido. Eso es lo que quizá permite que se pueda escuchar con cierto interés y no caiga en la indiferencia, que es lo que suele ocurrir con la música experimental. En cualquier caso, lo que pesa más es su valor histórico, tanto por el sonido conseguido como por ser fruto de la visión conjunta de dos grandes artistas como Eno y Byrne. Algunas de estas ideas serían aprovechadas muy pronto en Remain In Light de los Talking Heads, pues este álbum sería grabado mientras se acababa de completar My Life In The Bush Of Ghosts, aunque este último vería retrasada su publicación. De haber salido antes, le hubiera restado algún mérito a Remain In Light, pero ya sabemos que la gracia de la experimentación está en conseguir algo perdurable en el tiempo, que es lo que sí lograron los Talking Heads, sin que ello signifique menospreciar esta obra conjunta y necesaria para la evolución de la música rock.

AMBIENT 4: ON LAND

Año de publicación: 1982 

Puntuación:

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1) Lizard Point; 2) The Lost Day; 3) Tal Coat; 4) Shadow; 5) Lantern Marsh;

6) Unfamiliar Wind (Leeks Hills); 7) A Clearing; 8) Dunwich Beach, Autumn 1960.

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Retomaba Brian Eno su proyecto de música ambiental con un nuevo volumen que viene acreditado a él solamente. Esto ya será casi una constante cuando no esté dedicado a las labores de producción para otros grupos y artistas. En las notas que escribió el propio Eno para acompañar este álbum ya nos avisa de que su intención ahora no es recrear paisajes a través de la música, a pesar de que muchos títulos hacen referencia a lugares reales, sino de imaginar otros paisajes que solo están en su mente e implementar musicalmente todo lo que le evocan. Como sería lógico para este tipo de música que, en teoría, debe salir de manera natural y sin forzar su creación, este álbum comenzó a gestarse ya en septiembre de 1978 (aunque no fuera conscientemente pensado como el inicio de una obra completa) y por ello en los agradecimientos se recuerda a algunos de los músicos que le habían acompañado en momentos determinados de los últimos años, como por ejemplo Harold Budd o Laraaji.

 

La música se vuelve aquí más minimalista que nunca y los sintetizadores son empleados con una tranquilidad mayor si cabe. Esto nos lleva al polo extremo de este tipo de música y nada mejor que la primera pieza, ‘Lizard Point’, para ejemplificarlo porque es lo que todo el mundo teme cuando le dicen que va a escuchar música ambient: minimalismo radical y variaciones melódicas (si las hay) apenas audibles. Tan solo la adición de algunos efectos sonoros consigue transmitir una mínima sensación de que algo está ocurriendo. En temas como ‘The Lost Day’ al menos podemos discernir una progresión y una estructura determinada y eso consigue que sus nueve minutos de duración no sean monótonos. De manera análoga, muy lentamente se va desarrollando ‘Unfamiliar Wind (Leeks Hills)’, pero en este caso se cuidan las sutilezas y la segunda mitad resulta interesante al aunar la progresión con los efectos y unos fantasmales coros.

 

No encontraremos apenas nada que podamos percibir como novedoso aunque las limitaciones de la música ambiental son bastante obvias. Aun así, se observan influencias étnicas en ‘Shadow’ y su sibilante sonido de flauta al cual se une la distorsión de la trompeta de Jon Hassell, quien participa en ella. Pero ‘Lantern Marsh’ o los sonidos robóticos de ‘Tal Coat’ se antojan difíciles de dirigir si uno decide prestar atención. Para cuando llega ‘A Clearing’ ya nos deja la sensación de que está haciendo una combinación lineal de elementos que ya hemos visto con anterioridad. De hecho, este álbum está en buena parte realizado a base de retales grabados en los años previos y aquí conjuntados para conseguir un efecto determinado pero difuminado.

 

En definitiva, se trata de música ambiental que hace honor a su nombre pero resulta tan monótona y antimelódica que resulta preferible evitarla para quien no sea expresamente devot@ de este género. Como curiosidad final, participa aquí en uno de los temas el futuro y famoso productor Daniel Lanois (llamado como “Dan” en el libreto). Así que tuvo un buen maestro para aprender su oficio.

APOLLO: ATMOSPHERES & SOUNDTRACKS

Año de publicación: 1983 

Puntuación:

1) Under Stars; 2) The Secret Place; 3) Matta; 4) Signals; 5) An Ending (Ascent);

6) Under Stars II; 7) Drift; 8) Silver Morning; 9) Deep Blue Day; 10) Weightless;

11) Always Returning; 12) Stars.

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En la competición de la carrera espacial que Estados Unidos llevaba con la Unión Soviética y que ya iban ganando claramente los primeros, una de las mejores maneras de publicitar los éxitos era mediante películas que mostraran imágenes nunca vistas por la humanidad. A finales de los setenta ya hubo una titulada The Space Movie que empleaba música de Mike Oldfield sin conexión con ella, pero una nueva película espacial motivó que a Brian Eno le llegara el encargo de grabar una banda sonora expresamente para la ocasión. Daniel Lanois repite la experiencia pero esta vez con mucho mayor protagonismo, pues actúa como productor, compositor y ejecutante, tocando la guitarra. Este disco supone también el debut del hermano de Brian, Roger Eno, quien aparece como coautor de cuatro temas y participa en su ejecución.

 

Encontramos dos partes asimétricas y bien diferenciadas respecto a la propuesta musical que nos ofrece este trío. Algo más de la primera mitad del álbum es el Eno ambiental puro y duro, con piezas que pueden escucharse con cierto agrado si uno se deja envolver por las capas de sintetizadores (‘An Ending (Ascent)’, ‘Drift’ o las dos partes bastante aburridas de ‘Under Stars’) y otras piezas donde observamos que no ocurre nada de nada, como ocurre en la triada de ‘The Secret Place’, ‘Matta’ y ‘Signals’, que es cuando directamente entran ganas de cambiar de música para quien no esté en medio de una sesión de espiritualidad.

 

En la segunda mitad del álbum cambian las tornas cuando la guitarra se coloca como instrumento principal, interpretada por Lanois. Muy pronto observamos que en ‘Silver Morning’ consiguen unas texturas especiales como si los Cocteau Twins quisieran tocar con un deje country, mientras que ‘Deep Blue Day’ se ubica entre los sonidos hawaianos y los Shadows más relajados. Cuando aparecen una estructura musical, una audible progresión y melodías reconocibles como en ‘Weightless’, volvemos a sentirnos ubicados en el paraíso musical de Eno, aunque esta mejor organización quizá sea mérito de su hermano Roger, quien aparece acreditado en ella como coautor, así como con ‘Deep Blue Day’.

 

La pieza final ‘Stars’ vuelve a sumergirnos en la ambientación espacial, en este caso de manera sugerente porque uno puede estar pensando en las constelaciones de estrellas mientras la escucha. Otro asunto diferente es cuánta gente dedica su tiempo a pensar en eso para no cambiar de disco. Se trata, en definitiva, de una banda sonora para escuchar con las imágenes que acompaña, pues de otra manera no es más que una primera mitad bastante indigerible y una segunda mitad de álbum que mantiene la reputación de Eno como maestro de la música ambiental.

THE PEARL

Año de publicación: 1984 

Puntuación:

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1) Late October; 2) A Stream With Bright Fish; 3) The Silver Ball; 4) Against The Sky;

5) Lost In The Humming Air; 6) Dark-Eyed Sister; 7) Their Memories; 8) The Pearl;

9) Foreshadowed; 10) An Echo Of Night; 11) Still Return.

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Antes de esta nueva colaboración con el músico vanguardista Harold Budd, se publicó el álbum Music For Films Volume 2 que recogía algunos temas de Apollo más otros nuevos, pero como estos nuevos temas aparecerán años después en More Music For Films de 2005, nos saltaremos el álbum citado en primer lugar hasta que lleguemos a este último. Respecto al presento disco, recordemos que Eno ya había trabajado mano a mano con Budd en The Plateaux Of Mirror, un álbum que ya llevaba la etiqueta de Ambient colocada en su título. Aquí no se la han puesto, pero esta música es todavía más radical en su propuesta ambiental. Nadie se daría cuenta de que Daniel Lanois vuelve a estar de productor si no lo leyera en la misma portada, pues no asoma ninguna guitarra por la obra.

 

La impresión al principio no es tampoco mala si nos atenemos a que nos podemos dar por satisfechos de que el piano de ‘Late October’ o de ‘Foreshadowed’ siga una escala que podríamos denominar como melódica, sobre todo en comparación con la mayoría del resto del álbum. Lo que ya es difícil de aceptar es el minimalismo exasperante de ‘Against The Sky’. ¿Para eso es necesaria la unión de dos músicos? Que al menos se pueda discernir un desarrollo como en ‘Lost In The Humming Air’, pues es lo mínimo que se debería exigir a este género musical. Tampoco es que podamos entrever diferencias respecto a lo que hubiera hecho Brian en solitario, pues temas como ‘A Stream With Bright Fish’ o ‘Their Memories’ suenan claramente a él, aunque en plan aburrido. Y el título y la música de ‘An Echo Of Night’ la harían buena candidata para banda sonora de película de terror, pero no aporta nada.

 

El piano se coloca en primer término y con continuidad en ‘Dark-Eyed Sister’, en un estilo contemplativo que en realidad ya tiene sus precedentes en músicos clásicos (y excelsos pianistas) como Claude Debussy o el siempre socorrido Erik Satie. Esta pieza es lo mejor del álbum y porque presenta la influencia clara de grandes compositores clásicos, puesto que la mayor parte del tiempo solo podemos cerrar los ojos e intentar hacer el esfuerzo de visualizar algo concreto, única manera de darle algo de utilidad a The Pearl. Puede decirse que la idea de cansancio ante la música ambiental de Brian Eno comienza a tomar forma de verdad a partir de este álbum.

THURSDAY AFTERNOON

Año de publicación: 1985 

Puntuación: ??? o "Syntax error"

1) Thursday Afternoon.

brian eno Thursday Afternoon.jpg

Por la información que podemos encontrar sobre esta obra, sabemos que originalmente fue concebida, un año antes, como una pieza de poco más de ochenta minutos que acompañaba a unas imágenes realizadas por una artista amiga de Eno. Aquí decidió editarla y rebajarla a sesenta minutos para publicarla como un álbum, pero bien podría haberlo dejado en diez minutos o menos por la propuesta musical que contiene. Se trata de música ambiental llevada al extremo, una misma pieza monótona que está alargada hasta más allá de la extenuación. Los ingredientes de esta música son todo el tiempo los mismos: un trasfondo de sintetizador en el cual se insertan notas de teclado que la mayor parte del tiempo no tienen sentido melódico alguno. Y todo esto durante sesenta minutos. No merece la pena detenerse en analizar los detalles y ligeras variaciones que se van sucediendo porque esta música no está realizada para ser escuchada con detenimiento. Si acaso con el detenimiento que marquen los ejercicios de meditación que se estén realizando y, por qué no, con las imágenes que a una persona le evoquen.

 

La repetitividad de esta música es exasperante para quien no profese una devoción particular por ella. Esto es algo parecido a cuando en literatura uno empieza a leer alguna novela experimental del estilo de Corrección de Thomas Bernhard, en especial el primero de los dos largos capítulos que la componen, La buhardilla de los Höller, donde la repetición de términos y nombres es tan excesiva que, o se acaba introduciéndose uno mismo en la introspección obsesiva del narrador, o la lectura se convierte en una pequeña tortura. Esta misma disyuntiva es la que nos ofrece esta obra de Eno. Por si fuera poco, los últimos minutos están dedicados a un larguísimo fade-out donde más vale no prestar atención para no acabar desesperándose. Aunque claro, quien haya llegado a esos últimos minutos es porque no ha prestado atención a la música sino preferentemente a sus meditaciones personales y ejercicios mentales.

 

Dejamos, pues, sin una calificación concreta a este álbum que no está realizado desde una perspectiva musical sino planteado como una obra de arte, una expresión artística donde se refleja un ideal abstracto. Esto no puede compararse con nada y simplemente se toma o no se toma. En el caso personal de quien suscribe, la vida moderna no le ha llevado todavía a alcanzar alguno de los estados mentales que requieran este tipo de música como terapia. Por tanto, en principio me despido definitivamente y para siempre de este álbum.

WRONG WAY UP

Año de publicación: 1990 

Puntuación:

stars 6.png

1) Lay My Love; 2) One Word; 3) In The Backroom; 4) Empty Frame; 5) Cordoba;

6) Spinning Away; 7) Footsteps; 8) Been There, Done That; 9) Come In The Desert;

10) The River;

[BONUS TRACKS:] 11) Grandfather's House; 12) Palanquin.

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La segunda mitad de los ochenta vio a Brian Eno realizando diversas colaboraciones musicales y logrando un éxito rotundo como productor de The Joshua Tree, el álbum más exitoso de la historia de U2. Su retorno como creador y músico esta vez tuvo como motivación una colaboración estelar con John Cale, aquel galés que fuera fundador de The Velvet Underground y que nunca se separó de su imagen de artista maldito y de culto. Cale venía de grabar el recomendable Songs For Drella, un homenaje a Andy Warhol creado junto a su antiguo compañero Lou Reed. Sin saber lo que motivó esta colaboración, podemos a cambio imaginarnos un diálogo entre ellos tal que así:

 

Cale: ¡Ey, Brian! Podríamos grabar algo tú y yo juntos.

Eno: Oye, pues sí. Como a ti te van las rayadas mentales, podríamos hacer una pieza larga con capas de sintetizadores, goteos de piano, modulaciones de…

Cale: Eh, eh, eh… espera un momento… yo paso de toda esa basura ambiental. Lo que yo quiero es grabar un disco de pop contigo. Pero no sé si a ti te resultará complicado.

Eno: ¿A mí? ¡Qué va! Lo que pasa es que he estado grabando tanta música ambiental porque eso me permitía leer o ver teleseries mientras lo hacía. Es más cómodo.

Cale: Pues no hay más que hablar. ¡Manos a la obra!

 

Aunque las composiciones se nos aparecen en su gran mayoría como creadas conjuntamente por Cale y Eno, lo cierto es que se aprecia claramente el estilo de uno y de otro, siendo en general Cale más sombrío y Eno más jovial y cercano a su estilo de los setenta. Por la voz también puede separarse el trabajo de uno y otro, pero si firman de manera conjunta sería porque ambos participarían en las ideas del otro. Como se trata de un disco con cierto sentido comercial, se ayudan de músicos de sesión en muchos momentos, consiguiendo un sonido más orgánico.

 

Muy pronto vemos que la intención de este dúo es agradar, pues la melodía jovial de teclado (¿o se trata de Cale con su violín/viola?) que se repite e identifica con claridad a ‘Lay My Love’ nos remite a esas inocentes canciones del techno de los ochenta tipo ‘Just Can't Get Enough’ de Depeche Mode. Le podrían haber recortado algún minuto sin ningún problema. ‘Empty Frame’ es la típica canción agradable pero insustancial que esperamos de dos amigos que se juntan a grabar, aunque afortunadamente no es lo que abunda aquí. Donde demuestran que saben conjuntar buenas vibraciones y suficiente originalidad es en ‘Been There, Done That’, que aparte fue elegido con buen criterio como single de presentación del álbum. La que engaña al principio es ‘One Word’ porque deja bastante indiferente hasta que llega el estribillo, mucho más elaborado y por ello nos muestra a los dos amigos alternando y conjuntando sus voces.

 

La grandeza de los míticos álbumes de Eno de los setenta reaparece en la emotiva balada ‘Spinning Away’, de soberbio apartado vocal y un sensacional entramado instrumental de vibrante guitarra rítmica. Por el contrario, la que sí parece una mera imitación de los viejos y buenos tiempos de Brian es ‘Come In The Desert’, pero para eso nos podemos dirigir directamente a sus grandes obras. La ambientación intimista de ‘In The Backroom’ no acaba de funcionar por la recitación sin melodías y los sonidos agudos, casi hawaianos, que arruinan la seriedad que se intuye al inicio. Tampoco puede faltar experimentación fallida cuando buscan algo tan diferente pero al mismo tiempo plomizo y asonante como ‘Cordoba’, cuyo título parece el único aliciente para escucharla. Justo en la recta final parece que por fin se escuchará una melodía vocal, pero ya es un poco tarde. En cambio, la intrigante ‘Footsteps’ sí que capta el interés rápidamente, aunque su impacto inicial se acaba diluyendo un poco.

 

La obra original finalizaba con ‘The River’ un relleno aburrido y sin gracia que es la única composición en solitario de Brian. Los dos temas adicionales incluidos en la reedición en CD son sendas composiciones de John Cale, donde ‘Palanquin’ es un reposado instrumental sin mayor repercusión. Cuando Cale se muestra más humilde, como en ‘Grandfather's House’, es cuando mejor sensación deja. Todo este contenido en conjunto nos deja un álbum aceptable aunque algo irregular, pero se deja entrever en algunos momentos la genialidad de estos músicos y eso también es un buen motivo para echarle un ojo a esta singular colaboración.

NERVE NET

Año de publicación: 1992 

Puntuación:

stars 3.png

1) Fractal Zoom; 2) Wire Shock; 3) What Actually Happened?; 4) Pierre In Mist;

5) My Squelchy Life; 6) Juju Space Jazz; 7) The Roil, The Choke; 8) Ali Click;

9) Distributed Being; 10) Web; 11) Web (Lascaux Mix); 12) Decentre.

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El nacimiento de lo que hoy en día denominamos genéricamente como internet puede datarse en 1991 con la creación de la WWW (World Wide Web) que conectaba ordenadores desde cualquier parte del mundo. Ese hecho puede que fuera la inspiración para que Brian Eno se lanzara a grabar un álbum de sonidos vanguardistas entroncados con la electrónica para darle una ambientación tecnológica al conjunto, a pesar de que participan un buen puñado de músicos, entre ellos Robert Fripp y John Paul Jones. Pero pocos instrumentos habrá que no estén procesados en el estudio, pues el sonido no se aprecia muy natural. Lo que sí destaca muy pronto es la preponderancia de ritmos modernos que se van sucediendo casi sin pausa, como si Eno se hubiera puesto al día en las nuevas tendencias. Esto último es muy significativo porque Brian Eno había sido un músico obstinado en encontrar nuevas maneras de expresarse musicalmente, no en subirse al carro de la moda de turno.

 

Muy pronto nos damos cuenta del juego que se trae entre manos. En ‘Fractal Zoom’ añade voces procesadas que quedan entre fantasmales y robóticas, o como un robot al que no lo queda más batería que la acumulada por unos pocos condensadores. Todavía más robótica y en este caso fútil suena ‘The Roil, The Choke’, aunque una bonita parte de teclado en su segunda mitad alivia el resultado. Y que nadie se lleve a engaños cuando repasa el extenso listado de músicos participantes, porque todo suena sintético. Así pues, aunque aparezca la palabra jazz en el título de ‘Juju Space Jazz’, que nadie se espere algo virtuoso o que recuerde a ese estilo, pues se trata de una sucesión de melodías simplonas e inconexas que acaban resultando molestas.

 

Cuando se limita a repetir un ritmo y añadir efectos sonoros, sin intentar desarrollar ni una melodía, como ocurre en ‘What Actually Happened?’, el resultado deja mucho que desear. Porque parece que Eno siempre acaba buscando algún toque de calidad, pero acierta muy pocas veces. De esta manera, la inquietud que transmite en ‘My Squelchy Life’ se acaba disipando en consiguientes escuchas, como también se pasa de distorsión en ‘Wire Shock’, tanto con las guitarras como con el resto de instrumentos. De manera similar, lo único que puede destacarse de ‘Pierre In Mist’ es que la base rítmica se crea con un saxofón (o quizá sea una trompeta), pero sus atonalidades lo convierten en un suplicio.

 

Con el título de ‘Web’ no se sabe bien si se refería a internet o directamente a una telaraña, pues transmite un desasosiego constante como si uno se sintiera atrapado en ella. Justo a continuación llega una mezcla diferente que durante el primer minuto resulta inaudible y que luego parece que va a ser más suave en su intención, pero acaba resultando más repetitiva y también más agónica con casi diez minutos de duración que parece que no vayan a acabar nunca, de tan atormentadora que resulta. Donde parece que participe Fripp es en ‘Distributed Being’, pues los efectos de guitarra suenan al estilo de lo que hace el líder de King Crimson y eso ya resulta interesante por sí mismo.

 

Para finalizar el álbum nos encontramos una discreta pieza de piano clásico titulada ‘Decentre’ que recuerda la libertad estructural que apareció en el siglo XX a partir de Debussy (es decir, si nos ceñimos al mundo del piano). No encaja para nada con todo lo anterior, pero de todas formas queda entre lo poco aceptable de este álbum, una fallida incursión de Brian Eno en la música actual de ese momento. No aporta nada a su carrera y vale la pena dejarlo guardado en un cajón como una curiosidad sin alicientes.

2022

THE SHUTOV ASSEMBLY

Año de publicación: 1992 

Puntuación:

stars 1.png

1) Triennale; 2) Alhondiga; 3) Markgraph; 4) Lanzarote; 5) Francisco; 6) Riverside;

7) Innocenti; 8) Stedelijk; 9) Ikebukuro; 10) Cavallino.

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2022

Para quienes profesen una predilección por la música ambiental de Brian Eno, no deben obviar este álbum. Música ambiental pura y dura es lo que encontrarán. Esto quiere decir que el oyente casual de música rock debe pasar completamente de largo para que no le entre una depresión. Que en realidad, esta música quizá le ayudaría a curar una depresión verdadera y así no tendría nada que reprocharle al bueno de Eno. Este álbum no fue grabado de manera premeditada, sino que recoge grabaciones de la segunda mitad de los ochenta y está dedicado al artista ruso Sergei Shutov. Los títulos de los temas están relacionados con el motivo de su grabación y si nos fijamos en la contraportada comprobamos que todos tienen nueve letras, que es lo único curioso que encontraremos aquí.

 

Al principio nos podemos crear una impresión aceptable de esta obra porque en las dos primeras piezas aparecen suficientes detalles como para que no pensemos que se trata de música ambiental sin más, de la que podría hacer cualquiera. Aunque esos detalles son escasos y pronto nos damos cuenta de que las primeras impresiones pueden ser perfectamente erróneas. Ayuda bastante el hecho de que la mayoría de piezas no sean muy largas, porque cuando nos toca tragarnos los casi nueve minutos de ‘Lanzarote’ o –¡madre mía!– los dieciséis minutos de ‘Ikebukuro’, ya podemos encomendarnos a todos los seres imaginarios que nuestras creencias irracionales nos permitan para poder aguantar semejante tortura sonora. Pero hacer un análisis individual de cada tema puede ser una verdadera tortura. De hecho, ‘Francisco’ parece que sean los sonidos de un aparato electrónico mezclados con música de banda sonora de película de terror.

 

La única gracia de este álbum está en los títulos de algunos temas (casi tenemos una “albóndiga” entre ellos), porque por lo demás es música destinada a ejercicios de relajación o para quien, por ejemplo, escuchar música con cuencos tibetanos le suponga un placer mayor que un concierto de guitarra clásica. Si hablamos de gustos, nada se puede objetar. Pero esto es de lo más vacuo que puede salir de la mente humana.

NEROLI

Año de publicación: 1993 

Puntuación: ???

1) Neroli: Thinking Music, Part IV.

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Fijémonos en la portada de este álbum. Vemos ahí unas letras mayúsculas, otras minúsculas, unas en cursiva, otras en negrita, otra letra en blanco… por debajo aparecen unas líneas, rayas, una flecha… Evidentemente, no se entiende nada de nada. Si leyéramos una explicación del sentido artístico de la portada, pues entonces probablemente cobraría un sentido, pero eso ya entra dentro de la esfera de los amantes de lo abstracto. A cualquier abstracción se le puede dar un sentido, pero la única abstracción honesta, que no siempre, es aquella en la cual el sentido viene con anterioridad a la ejecución. Y tan solo el propio artista sabe si ha creado algo con honestidad o nos está dando gato por liebre.

 

La música abstracta no se queda atrás en esta definición mundana. Y bueno, la idea de este álbum es, al igual que en Thursday Afternoon, alargar una pieza ambiental hasta que se pierda la noción del concepto de composición. Capas de sintetizadores lentas y repetitivas es lo que escucharemos durante casi una hora, así que es evidente que esta música no está destinada a ser escuchada con detenimiento, sino como acompañamiento a algún tipo de actividad. De hecho, parece ser que esta música la pusieron de sintonía en la sala de maternidad de un hospital, que alguna utilidad se le debía dar. Como un servidor no puede experimentar esta música desde esa perspectiva, prefiere dejar este álbum sin puntuación porque esto no se puede valorar desde un punto de vista musical.

SPINNER

Año de publicación: 1995

Puntuación:

stars 4.png

1) Where We Lived; 2) Like Organza; 3) Steam; 4) Garden Recalled; 5) Marine Radio;

6) Unusual Balance; 7) Space Diary 1; 8) Spinner; 9) Transmitter And Trumpet;

10) Left Where It Fell; [BONUS TRACKS:] 11) Stravinsky; 12) Lockdown.

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Este álbum nos ofrece una nueva colaboración de Brian Eno con otro artista. En esta ocasión se trata de Jah Wobble, un tipo que fue bajista fundador de la banda Public Image Ltd (también conocida como PiL), que es la que formó también Johnny Rotten cuando se cansó de aquella jugada comercial llamada Sex Pistols. Como vemos, parece que la conjunción Eno/Wobble no parece algo que encaje muy bien. Si pensamos que sería algo así como intentar introducir una chaveta en un eje roscado, quedaría bien la llave inglesa de la portada, pero para dar unos golpetazos que sirvieran para unir ambas piezas de alguna manera. Esto es similar a pensar cómo se podría encajar la música ambiental de Eno con los ritmos añadidos por Wobble, porque a priori parece una idea poco afortunada.

 

El resultado, como veremos, no es nada afortunado. Casi el único momento que puede convencer esta colaboración es en la pieza final de lo que era el álbum original, ‘Left Where It Fell’, pues se aprecia un mayor interés en jugar con la percusión y los sonidos, añadiendo alguna melodía ostentosa para que sus siete minutos transcurran sin decaer. Y es que tampoco percibimos dónde está la colaboración de los dos músicos casi hasta que llega la marcada percusión de ‘Marine Radio’, una pieza que definitivamente sale ganando con la inclusión del ritmo. Porque al principio nos encontramos la ambientación y disonancias de ‘Where We Lived’, que nos hacen pensar aterrorizados en que estamos ante más de lo mismo de los últimos años. La condición de bajista de Wobble aparece de manera prominente en ‘Lockdown’ y es precisamente lo único que puede salvarse de este tema porque vuelve a ser un sinsentido que ni es música ambiental, ni jazz, ni nada que pueda degustarse.

 

Pero suena bastante diverso este álbum, al menos más de lo que cabría pensar. Cualquier banda sonora de película de terror podría contar con una pieza como ‘Like Organza’, pero no con la similar ‘Space Diary 1’ porque es la misma idea pero sin originalidad ni nada más allá de las capas de sintetizadores y notas sueltas. Por el contrario, casi que nos podría servir para bailar ‘Unusual Balance’, mientras que las disonancias de ‘Spinner’ la hacen parecer una deconstrucción modernizada del pasodoble, pero queda bastante flojo. Nos podemos imaginar ‘Garden Recalled’ como algo grabado a Mike Oldfield en 1973 cuando empezó a probar instrumentos percusivos tubulares en el estudio de grabación. Sería la única manera de tolerarla una sola vez. A pesar de que se van añadiendo sonidos a lo largo de sus casi nueve minutos, ‘Transmitter And Trumpet’ acaba aburriendo porque el marcado ritmo reiterativo es una losa muy grande.

 

Si ‘Stravinsky’ está realmente inspirada en alguna pieza de este compositor, entonces sí vale la pena echarle un vistazo, aunque de todas maneras se queda entre lo mejor del álbum. Pero lo mejor, lo único que se podría escuchar de manera recurrente de todo este disco, es ‘Steam’. Es un título apropiado porque a máquina de vapor suena, para acabar arrancando y consiguiendo un curioso e interesante efecto, pues es como si nos sintiéramos envueltos de maquinaria y tecnología con un sonido consistente y grato al oído, siendo lo mejor de este flojísimo álbum. Vuelve a ser una pérdida de tiempo para quien no disfrute analizando cada sonido de dónde sale y el sentido de tanta abstracción, es decir, que solo agradará a los/las fans de Brian Eno.

THE DROP

Año de publicación: 1997

Puntuación:

stars 1.png

1) Slip, Dip; 2) But If; 3) Belgian Drop; 4) Cornered; 5) Block Drop; 6) Out/Out;

7) Swanky; 8) Coasters; 9) Blissed; 10) M. C. Organ; 11) Boomcubist; 12) Hazard;

13) Rayonism; 14) Dutch Blur; 15) Back Clack; 16) Dear World; 17) Iced World.

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Ya no es ninguna sorpresa anunciar un álbum experimental o de música ambiental de Brian Eno. Quizá sea más apropiada la segunda denominación porque llamar experimental a un sonido que ya había quedado por detrás de las vanguardias existentes en esos años parece un chiste. Eno había pasado de ser un líder en la evolución musical a ir por libre y quedarse completamente rezagado, bien por ignorancia de lo que se desarrollaba en su entorno o bien por incapacidad de hacer nada más que sentarse y grabar cualquier idea que se le pasara por la mente.

 

En otros tiempos una pieza de percusión movidita y piano florido como ‘Rayonism’ hubiera sido algo vanguardista, pero a finales del siglo XX queda muy simplona y refleja el estancamiento creativo de Brian Eno. No faltan las atonalidades de piano que parecen salidas de la mano de algún músico que esté probando notas en el estudio (‘Cornered’), o simplemente con una estructura más definida pero sin melodías (‘Blissed’). Al menos que haya algo de ritmo como en ‘Belgian Drop’, ‘Boomcubist’ o ‘Swanky’, aunque no sean unos temas precisamente para lanzar cohetes, aunque peor es cuando aplica directamente el típico ritmo de reggaetón en ‘Dutch Blur’, que nada tiene de neerlandés y solo podría entenderse como una broma hacia el grupo de Damon Albarn, que no lo es. No obstante, con algo más de amplificación rítmica, ‘M. C. Organ’ podría pasar por un tema de dance de finales de los noventa, pero sumergido en la vulgaridad de ese estilo.

 

El extraño sonido de sintetizador de ‘Block Drop’ nos hace pensar en aquella primera etapa de Brian, cuando experimentaba con un sentido pop, pero aquí queda todo como una incursión inofensiva. De manera similar, ‘Coasters’ hubiera servido de introducción para alguna canción “normal” de Eno, pero así a solas queda como un producto inacabado y vano. Y es que a estas alturas algo tan silencioso como ‘Hazard’ puede resultar hasta insultante, más o menos como el rendimiento del jugador de fútbol del Real Madrid con ese apellido, a quien podría aplicársele como apodo otro de los títulos de este álbum, ‘Belgian Drop’.

 

Nos toca esperar hasta casi el final del álbum, en ‘Dear World’, para encontrar algo parecido a una melodía, pero ni aun así resulta atrayente, perdido todo en un sonido sintético e insustancial. Mucho peor resulta el verdadero final del álbum, que es una tortura de más de media hora titulada ‘Iced World’ que ya parece premeditada, para poner a prueba la paciencia del oyente si es que existe gente dispuesta a tragarse una absurda pieza de percusión programada al estilo de órgano Casio mientras se escuchan notas sueltas al estilo de lo que suena cuando alguien afina su piano. Este insulto final le resta una estrella más a lo que, en cualquier caso, es un álbum inútil e inservible que bien podría haberse ahorrado su autor. Parece que ya entendemos por qué se refugió por esa época en San Petersburgo para vivir allí; fue por protección personal debido a semejante bodrio de disco. Pero claro, pronto llegaría a la presidencia Vladímir Putin y Rusia se convertirá bajo su mandato en un lugar poco seguro para los homosexuales. Si es que nada le salía bien al pobre de Brian.

MUSIC FOR CIVIC RECOVERY CENTRE

Año de publicación: 2000

Puntuación: ???

1) The Quiet Club.

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El salto de tres años que hemos hecho en la carrera de Brian Eno no es debido a que se hubiera quedado sin publicar nada. Ojalá. Siguió grabando álbumes de música ambiental asociados a algún lugar, concepto o colaboración artística. En el año 2000 parece ser que pensó que, para estar haciendo más o menos siempre lo mismo, pues valía la pena tomar piezas grabadas con anterioridad y mezclarlas, que al fin y al cabo no iba a ser muy diferente de crear algo nuevo en el mismo rollo ambiental de siempre. Aquí encontramos una única pieza conformada a partir de ‘Ikebukuro’, perteneciente a The Shutov Assembly, y otras dos piezas de un álbum de 1999 titulado Kite Stories.

 

Es la misma ambientación de siempre pero con efectos más tétricos, lo cual no parece lo más ideal para un centro de recuperación, que es lo que parece sugerir el título. Si estás convaleciente de una enfermedad u operación, pongamos algo que suene más positivo. Lo siguiente sería colocar algún disco de Joy Division. La música de este disco es una monotonía desesperante que va dirigida exclusivamente a los oyentes amantes de la música ambiental. El propio Eno define la gestación de este álbum con la palabra “composting”, pero interpretando erróneamente que el desecho no sirve de nutriente, pues al fin y al cabo toda transformación físico-química sirve de transición hacia otra fase del ciclo. En lo que acierta de lleno con el símil es en que así se puede equiparar esta música al compost, es decir, al estiércol.

COMPACT FOREST PROPOSAL

Año de publicación: 2001

Puntuación: ???

1) Condition 5; 2) Condition 3; 3) Condition 4; 4) Condition 8; 5) Condition 7.

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El subtítulo de este álbum, 5 Studies for “010101”, San Francisco Museum of Modern Art, 2001, ya nos indica la motivación que llevó a crear este nuevo álbum de música ambiental e insoportable. Esto ya son composiciones creadas por encargo y destinadas a acompañar a los visitantes de un museo, quienes no acuden precisamente a escuchar música. Por tanto, ya nos podemos hacer una idea bien clara de lo que nos encontramos aquí, no es necesario volver a describir lo indescriptible. Para saber dónde acaba una pieza y comienza la siguiente se ha de prestar una atención máxima, aunque esto quizá no sirva para mucho porque no hay nada que diferencie un tema de otro. Aparte, si nos fijamos en la duración de veinte minutos de ‘Condition 4’, ya son suficiente advertencia para intuir que habrá muchos tiempos muertos insoportables, si bien podría considerarse todo el disco al completo como una composición muerta, sin otra vida que la que puede tener el sonido de la putrefacción al descomponerse. En fin, que ya se nos ha desviado la mente de nuevo con esta música, que precisamente está destinada a que no llame la atención a ningún visitante del museo.

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