CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
THE BAND
MUSIC FROM BIG PINK
Año de publicación: 1968
Puntuación:
1) Tears Of Rage; 2) To Kingdom Come; 3) In A Station; 4) Caledonia Mission;
5) The Weight; 6) We Can Talk; 7) Long Black Veil; 8) Chest Fever; 9) Lonesome Suzie; 10) This Wheel's On Fire; 11) I Shall Be Released;
[BONUS TRACKS:] 12) Yazoo Street Scandal; 13) Tears Of Rage (Alternate Take);
14) Katie's Been Gone; 15) If I Lose; 16) Long Distance Operator; 17) Lonesome Suzie (Alternate Take); 18) Orange Juice Blues (Blues For Breakfast) (Demo); 1
9) Key To The Highway; 20) Ferdinand The Imposter (Demo).
Hubo de ser un grupo de canadienses los que revolucionaran el movimiento musical del momento mediante una vuelta a las raíces sureñas y la música tradicional americana. Bueno, siendo correctos, se trataba de cuatro canadienses más un estadounidense, Levon Helm. Todos ellos competentes en varios instrumentos, aunque la distribución más clásica sería la de Robbie Robertson en la guitarra, Garth Hudson en el órgano, Rick Danko al bajo, Richard Manuel en el piano y Levon Helm con la batería, intercambiándose los tres últimos el rol de cantante y también algunas veces los instrumentos. La grabación del disco se gestó en Big Pink, una casa rural que sirvió de inspiración para la composición de las canciones y donde Bob Dylan les acompañó durante su convalecencia tras un accidente de moto, suceso que dio lugar a un fructífero conjunto de temas (más en cantidad que en calidad) que aparecerían oficialmente años después con el título de The Basement Tapes, con algunas canciones que también aparecerán aquí en la versión de The Band.
La primera vez que uno escucha el disco y se encuentra nada más empezar ‘Tears Of Rage’ (compuesta por Manuel y Dylan) se puede quedar desalentado, porque es un tema muy lento, lentísimo, que hay que escuchar varias veces para apreciar su sutileza, pues son detalles como algunos momentos de la percusión, los destellos del órgano o la modulación de su breve estribillo lo que le imprimen un alto nivel. De una lentitud similar encontramos otro tema de Manuel, ‘Lonesome Suzie’, con otra sutil parte vocal difícil de asimilar en primera instancia.
Una de las escasísimas ocasiones en que podremos escuchar cantar a Robertson con The Band es en ‘To Kingdom Come’, que es además uno de los pocos temas con energía que encontramos en este disco y tiene un gran solo de guitarra en su parte final, aunque Robertson no será muy pródigo en tocar solos. Esa energía no la volveremos a encontrar hasta ‘We Can Talk’, otro tema de perfecta ejecución e incluso mejor resultado que la citada.
Hudson brilla en el inicio de ‘In A Station’, con una melodía que parece extraída del cancionero barroco. Luego, este tema transita por el terreno calmado y apacible que tanto abunda en este disco. La jugada inicial la repetirá Hudson en la conocida ‘Chest Fever’, en este caso tomando prestado el comienzo de una Tocata y Fuga de Bach y que, paradójicamente, es la sección más enérgica de este tema, que presenta el único problema de repetir demasiado las mismas cuatro notas de órgano en su parte rítmica, pero no hay que obviar su poderoso estribillo. Por otro lado, cuando a ‘In A Station’ se le extrae su gran inicio, nos queda ‘Caledonia Mission’, que sigue siendo un buen tema igualmente por sus buenos detalles de órgano y guitarra que acompañan a la agradable parte vocal.
Uno de los temas más conocidos es sin duda ‘The Weight’, que también forma parte de la banda sonora de la mítica película Easy Rider. Tiene un inolvidable estribillo coral donde las voces llega un momento en que van entrando una a una para volver a acoplarse en la línea final. Aunque para mí es todavía mejor la grandísima ‘This Wheel's On Fire’, compuesta por Dylan y Danko, donde brillan todos los instrumentos, sobre todo las maravillosas líneas de órgano y los punteos de guitarra que van apareciendo a lo largo del tema. Y por supuesto una gran interpretación vocal de Danko, que le aporta esa carga vengativa subrayada por las líneas “if your memory serves you well”.
Por otro lado, en el LP original también hay cabida para una versión, el tema ‘Long Black Veil’, que tiene ese sabor rural y sureño que sobrevuela el disco, y que puede que sirviera de inspiración para la composición de algunos de sus propios temas. Aunque realmente versiones hay dos, pues hay un tema compuesto exclusivamente por Dylan, la famosa ‘I Shall Be Released’, cantada con voz de falsete y que a mí tampoco me entusiasma, al contrario de lo que parece que le ocurre a mucha gente. Es una balada tranquila y reposada, quizá para escuchar en determinados estados de ánimo.
Los bonus tracks no aportan mucho, la verdad que queda justificado su descarte del LP original, pues es difícil acordarse de alguna de las canciones tras haberlas escuchado, pues algunas ni siquiera tienen estribillo, como la agresiva ‘Yazoo Street Scandal’. Pero vale la pena aguantar hasta el final, porque los dos últimos temas sí que tienen al menos algo de gancho. ‘Key To The Highway’ es la versión de un clásico del blues que rezuma toda esa autenticidad, y ‘Ferdinand The Imposter’, aun teniendo una baja calidad de sonido, es toda una joya perdida del catálogo de The Band, con algunas de las más memorables melodías que hayan compuesto, que aportan una gran expresividad y emotividad a la historia muy americana de la persona que solo quiere vivir en libertad (o sea, ejerciendo su derecho a la libertad individual) pero la sociedad que le rodea no lo acepta.
Gran disco de debut que para algunos es considerado también como su mejor álbum, pero no para mí, pues además del exceso de lentitud que se repite a lo largo del disco, todavía no han conseguido traspasar en muchos temas esa línea que separa lo muy bueno de lo magnífico. En cualquier caso, un disco recomendable e históricamente imprescindible para entender la evolución musical posterior. Y como curiosidad, el amateur dibujo de la portada fue pintado por Bob Dylan.
THE BAND
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) Across The Great Divide; 2) Rag Mama Rag; 3) The Night They Drove Old Dixie Down; 4) When You Awake; 5) Up On Cripple Creek; 6) Whispering Pines; 7) Jemima Surrender; 8) Rockin' Chair; 9) Look Out Cleveland; 10) Jawbone; 11) The Unfaithful Servant;
12) King Harvest (Has Surely Come);
[BONUS TRACKS:] 13) Get Up Jake (outtake - stereo mix); 14) Rag Mama Rag (alternate vocal take - rough mix); 15) The Night They Drove Old Dixie Down (alternate mix); 16) Up On Cripple Creek (alternate take); 17) Whispering Pines (alternate take);
18) Jemima Surrender (alternate mix);
19) King Harvest (Has Surely Come) (alternate performance).
Si el LP de debut de The Band fue todo un shock en el panorama musical, el disco homónimo no se queda precisamente atrás y si no tiene tantos temas artísticamente vistosos, en cambio mejoran todavía más en la calidad melódica y compositiva. Sobre esto último, es muy reseñable que aquí Robbie Robertson toma el mando y en él recaen la mayoría de composiciones, que versan principalmente sobre la vida en el sur de Estados Unidos, como si se tratara de diferentes viñetas de situaciones concretas en esa zona tan peculiar. Para ensayar y grabar este disco, volvieron a entrar en un entorno natural y rural, en este caso dentro de una casa de campo en la que sellaron la chimenea y las ventanas de manera que su propio sonido les envolviera, planificando hasta la posición que debía tener cada uno de los instrumentos en la habitación durante las interpretaciones, tal como se puede comprobar en los croquis del libreto del CD.
‘Across The Great Divide’ es la perfecta canción para introducir el álbum y el sonido que vamos a encontrar. Aunque comienza de forma lenta, de forma análoga a lo que encontrábamos en su disco de debut, aquí pronto llega su elaborado estribillo para avisarnos de que estamos ante un grupo que ha pulido los errores –pocos– que tenía Music From Big Pink para ofrecernos el mejor ejemplo que podemos encontrar de música sureña innovadora. Por otro lado, gran uso del trombón como perfecto ornamento.
Y sobre la problemática y la dureza de vivir en el sur de EEUU, tenemos en este disco uno de los grandes clásicos de The Band que es sin duda ‘The Night They Drove Old Dixie Down’, tema muy emotivo con una letra algo faulkneriana donde se expresan momentos duros como “In the winter of '65, we were hungry, just barely alive” (refiriéndose obviamente a 1865) o “Like my father before me, I will work the land / Like my brother above me, who took a rebel stand”, haciendo referencia a la Guerra de Secesión. La interpretación vocal corresponde a Levon Helm, quien precisamente era el único estadounidense del grupo (y de Arkansas nada menos), por lo cual le aporta autenticidad a esa emoción expresada ante la narración de adversidades del mundo rural y conservador. Emoción aumentada todavía más si cabe por la parte instrumental que acompaña la canción.
Por otro lado, el boogie de ‘Rag Mama Rag’ no me entusiasma, no deja de ser un divertimento anunciado desde el principio con la aparición del violín en primer término. Y como no podía faltar en un tema de este estilo, destaca sobre todo el trabajo en el piano. ‘Jemima Surrender’, con Helm de coautor, también parece seguir el mismo estilo jovial, donde lo mejor llega en la breve parte instrumental que se inicia hacia los 1:50. En ‘Look Out Cleveland’ tratan la temática del tiempo que va a hacer y que siempre preocupa a la gente que vive en las zonas rurales, englobado en diferentes melodías que se van alternando y cambios de ritmo que mantienen el interés durante todo el tema.
El comienzo de ‘When You Awake’ (compuesta por Manuel y Robertson) nos hace pensar en que nos encontramos con una canción más convencional, pero en cuanto llega su largo y elaborado estribillo nos volvemos a dar cuenta de que estamos ante un grupo diferente, pues cualquier otro lo hubiera cortado a la mitad y aquí nos asombran con la subida de tono vocal que representa el “when you believe, you will relieve the only soul”, para continuar con el resto de magistral estribillo. Otro elaborado estribillo se puede escuchar en ‘Up On Cripple Creek’, donde también destaca ese extraño sonido que aparece tras cada final de estribillo (y también más imperceptiblemente de fondo durante el desarrollo del tema), no sabría decir con qué instrumento lo consiguen.
También encontramos algunos temas de delicada calma pastoril. ‘Whispering Pines’ sigue el esquema de balada lenta sureña tipo ‘Tears Of Rage’ que ya habían mostrado en su disco de debut, aquí algo mejorado por presentar una melodía reconocible de entrada, además de tener un magnífico acompañamiento de órgano, el cual eleva el resultado final. Algo similar se puede decir de ‘Rockin' Chair’, que mejora todavía más por tener una gran cantidad y variedad de elementos que hacen la parte instrumental muy interesante, todo con ese tono sureño y nostálgico, amplificado por una emotiva parte vocal. ‘Unfaithful Servant’ es todavía más delicada y está cantada por Danko, con una efectiva mezcla de piano y acordeón que, ayudados por los instrumentos de viento y la mandolina después, vuelven a crear ese aura de bucolismo y tradición.
Cuando empieza ‘Jawbone’ (coescrita con Manuel), parece que nos vayamos a encontrar con un canto casi a cappella, como si de una tonada de trabajo se tratara, pero pronto descubrimos que es solo el preludio de otro conjunto de memorables melodías adornadas con una impresionante instrumentación. Avanzado el tema, también encontramos uno de los pocos solos de guitarra de Robertson en este álbum.
Uno de los mejores temas del disco –por si hubiera ya pocos– es ‘King Harvest (Has Surely Come)’, que se podría catalogar algo así como “rock country sureño tradicional vanguardista”… ahí es nada. Y es que la estructura de la composición es extraña, comienza con lo que podría ser el estribillo o final de estrofa, aunque realmente el estribillo sería cuando el ritmo se acelera en la parte de “I will hear every word the boss may say”, o incluso en lo que se escucha entre estrofas… quién sabe, estamos ante un tema ciertamente incatalogable. Y no se puede dejar de destacar su memorable coda instrumental final, donde la guitarra de Robertson brilla y asombra a partes iguales. En los bonus tracks encontramos una interpretación algo diferente que nos sirve para emocionarnos por partida doble con tan impresionante tema.
Precisamente de los bonus tracks podemos señalar que se componen básicamente de tomas y mixes alternativos de diferentes temas, que tampoco varían mucho respecto a las versiones definitivas, pero sí lo suficiente para poder degustarlos una vez se ha familiarizado uno con el disco original. Las variaciones observables no son ni peores ni mejores, son diferentes, por lo que se disfrutan igualmente y con interés. Además, pueden escucharse momentos de las grabaciones, diálogos, pruebas o falsos inicios, como justo antes de comenzar el mix alternativo de ‘The Night They Drove Old Dixie Down’, donde de manera breve solo se escucha a alguien tarareando la melodía inicial con la guitarra acústica, de forma muy emotiva. El único tema inédito es ‘Get Up Jake’, una canción que quedó descartada posiblemente porque recuerda bastante a ‘Jemima Surrender’, pero situada al mismo nivel que aquélla, por lo que es todo un acierto que la hayan incluido aquí y recuperarla para la posteridad. Precisamente esta última aparece en los bonus tracks en un mix alternativo donde predomina bastante el piano sobre el resto de instrumentos.
Cuando uno ha escuchado los dos primeros discos de The Band, puede entender perfectamente el aura de misticismo y veneración que rodeó la carrera del grupo, sobre todo por parte de muchos de los grandes músicos que los descubrieron en ese momento y que años después participarían algunos de ellos en el concierto de despedida grabado por Martin Scorsese con el nombre de El último vals (The last waltz, 1978). La única lástima es que, a partir de este momento, ya no volverán a recuperar el excelente nivel demostrado hasta ahora en el conjunto general de sus álbumes, aunque por supuesto todavía dejarán grabados algunos buenos discos más y un buen puñado de memorables canciones de las que acompañan toda una vida. Tampoco se puede exigir a ningún artista que nos asombre durante toda su carrera.
1) Strawberry Wine; 2) Sleeping; 3) Time To Kill; 4) Just Another Whistle Stop;
5) All La Glory; 6) The Shape I'm In; 7) The W.S. Walcott Medicine Show;
8) Daniel And The Sacred Harp; 9) Stage Fright; 10) The Rumor;
[BONUS TRACKS:] 11) Daniel And The Sacred Harp (alternate take); 12) Time To Kill (alternate mix); 13) The W.S. Walcott Medicine Show (alternate mix);
14) Radio Commercial.
Puntuación:
Año de publicación: 1970
STAGE FRIGHT
El listón se había colocado muy alto para The Band tras dos álbumes que habían revolucionado la escena musical al completo, algo paradójico para un grupo basado en la música tradicional norteamericana. Como si hubieran sufrido algo del miedo del título, en esta tercera entrega la vertiente experimental se queda por el camino y los detalles novedosos tienden a ser más escasos. Eso no quita que la ejecución de las canciones sea tan impecable como siempre, pero ya no encontraremos nada que nos abra los ojos como en los anteriores discos. Se confirma aquí el liderazgo y supremacía de Robbie Robertson, que vuelve a ser autor o coautor de todas las composiciones del álbum.
La sensación que deja el LP al comenzar a escucharlo no es tan buena como se desearía, puesto que los tres primeros temas son de los más convencionales y menos vistosos que hubieran hecho, incluidos los dos álbumes anteriores. Un@ se queda con la idea de que se han desinflado y la originalidad se les ha evaporado. ‘Sleeping’ da la sensación que va a hacer honor a su título por su lento comienzo, pero luego llega el estribillo con más energía, aunque en conjunto es un tema más discreto. En ‘Strawberry Wine’ lo único destacable es el loco acordeón de Hudson, pero en ‘Time To Kill’ ni siquiera se podría destacar nada de su mundanidad.
Menos mal que luego el nivel sube bastante, pues ya en ‘Just Another Whistle Stop’ encontramos un ritmo ágil, melodías apreciables y un memorable y elaborado estribillo (“And it's just another whistle stop / If you don't quit till we reach the top”) al que siguen animados solos de guitarra de Robertson. Por el contrario, ‘All La Glory’ es una introspectiva balada al estilo de ‘Whispering Pines’, evocadora y relajante. Esa camaradería que también sabían transmitir en sus canciones la volvemos a tener aquí en ‘The Shape I'm In’, vitalista aunque al mismo tiempo parece mostrarnos el punto de vista de un hipocondríaco. Es una de las canciones más conocidas de The Band junto a la que da título al álbum. ‘Stage Fright’ es perfecta tanto por la instrumentación, que mediante un ritmo prominente parece querer animar al protagonista de su letra, como por la interpretación vocal de Danko, que nos transmite empatía hacia esa sensación de miedo escénico que se puede sufrir pero que se supera una vez se empieza a actuar, narrada en un memorable estribillo. El acompañamiento instrumental está repleto de brillantes detalles y grandes melodías que se van descubriendo en cada nueva escucha, incluyendo un magnífico solo de órgano de Hudson. Las dotes de multiinstrumentista de éste salen a relucir claramente cuando se lanza a tocar el saxofón (acompañado por un saxofonista de verdad, eso sí), que es lo más interesante de la discreta ‘The W.S. Walcott Medicine Show’. Danko no se queda atrás al tocar el violín en ‘Daniel And The Sacred Harp’, donde los pasajes instrumentales son de una calidad exquisita y resulta acertada la alternancia vocal entre Helm y Manuel.
La final ‘The Rumor’ puede tomarse como el compendio de todo lo que era The Band, pues denota una participación democrática de todos sus miembros (incluso se reparten las tareas vocales entre los tres cantantes habituales) donde cada uno destaca a su manera sin oscurecer a ningún compañero. No tiene la grandeza de sus mejores composiciones, pero posee la quintaesencia del sonido de The Band. Y ésa será precisamente una de las características de los años siguientes, la de un grupo que se dedica a hacer lo que ya sabe hacer bien, con profesionalidad y con más o menos aciertos, aunque irán perdiendo relevancia paulatinamente.
CAHOOTS
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Life Is A Carnival; 2) When I Paint My Masterpiece; 3) Last Of The Blacksmiths; 4) Where Do We Go From Here?; 5) 4% Pantomime; 6) Shoot Out In Chinatown; 7) The Moon Struck One; 8) Thinkin' Out Loud; 9) Smoke Signal; 10) Volcano;
11) The River Hymn; [BONUS TRACKS:] 12) Endless Highway (Early studio take);
13) When I Paint My Masterpiece (alternate take); 14) Bessie Smith (outtake);
15) Don't Do It (outtake); 16) Radio Commercial.
Una especie de tedio comenzaba a hacer mella en el grupo. Robertson se había hecho definitivamente con el liderazgo absoluto, componiendo casi todo el material, pero sus compañeros pensaban para sí mismos: “Robbie, tío, ¡ya no molas!”. Ese aura fraternal que les iluminaba aquí se ha apagado, como si se limitarán a tocar por obligación e hicieran lo justo para cumplir. Una consecuencia de ese cansancio es lo que convierte a la canción que menos tiene que ver con The Band, ‘Life Is A Carnival’, en una de las más destacadas del álbum. Más irónico todavía resulta el hecho de que lo mejor de este tema sean los arreglos instrumentales de los vientos, pues son cortesía de Allen Toussaint.
De Bob Dylan vuelven a cantar una canción, ‘When I Paint My Masterpiece’, que se acopla muy bien al estilo de The Band aunque es demasiado apacible para destacar por sí misma. Lo mejor es el órgano de Hudson, que le aporta una viveza especial. El mejor tema del álbum es ‘Last Of The Blacksmiths’, sobre todo por una gran interpretación vocal de Richard Manuel, que sabe sacarle buen provecho al estribillo (“Have mercy, cried the blacksmith”) bien punteado por la guitarra de Robertson. Una lástima que sea el propio Robertson quien fastidia el tema con un desagradable solo, pues el timbre será muy original pero al mismo tiempo suena muy molesto.
Ya a partir de estas tres primeras canciones el nivel se rebaja notablemente porque la música se sumerge en una vulgaridad impropia de una banda que había maravillado poco tiempo antes. De nada sirve que en ‘4% Pantomime’ inviten a cantar a Van Morrison junto a Manuel, porque un tema de raíces ordinario es difícil que deje de serlo aunque la voz la ponga un cantante excepcional. Ni siquiera Robertson parece mostrar interés en sus propias creaciones, puesto que la guitarra de ‘Shoot Out In Chinatown’ suena insulsa marcando la melodía principal. Baladas que antes hubieran emocionado, ahora suenan a relleno (‘The Moon Struck One’), aunque peor todavía es cuando no demuestran originalidad alguna y además llegan a aburrir, como ocurre en ‘Thinkin' Out Loud’ y ‘Smoke Signal’. Por los bonus tracks descubrimos que para este disco ya intentaron grabar su versión de ‘Don't Do It’, pieza compuesta por el trío Holland/Dozier/Holland realmente titulada ‘Baby Don't You Do It’ y que parecía de la predilección de la banda. Pero si la comparamos con la versión que hicieron The Who (incluida en los bonus tracks de Who's Next), ciertamente da risa la comparación.
Mediocridad es la palabra. Muy mal para ser The Band, porque en este álbum no se diferencian apenas de ningún otro grupúsculo de música sureña de raíces. Resulta irónico que el descarte ‘Bessie Smith’, compuesto por Danko y Robertson, suene más auténtico que todo el álbum original, con otra gran parte de órgano de Hudson que, además de deleitar por su ejecución, transmite sentimiento. Esto último es lo que más se echa en falta para este disco tan estéril.
2018
ROCK OF AGES
2018
Año de publicación: 1972
Puntuación:
CD I: 1) Introduction; 2) Don't Do It; 3) King Harvest (Has Surely Come);
4) Caledonia Mission; 5) Get Up Jake; 6) The W.S. Walcott Medicine Show;
7) Stage Fright; 8) The Night They Drove Old Dixie Down; 9) Across The Great Divide; 10) This Wheel's On Fire; 11) Rag Mama Rag; 12) The Weight; 13) The Shape I'm In;
14) Unfaithful Servant; 15) Life Is A Carnival; 16) The Genetic Method; 17) Chest Fever; 18) (I Don't Want To) Hang Up My Rock'n'Roll Shoes.
CD II: 1) Loving You (Is Sweeter Than Ever); 2) I Shall Be Released;
3) Up On Cripple Creek; 4) The Rumor; 5) Rockin' Chair; 6) Time To Kill;
7) Down In The Flood; 8) When I Paint My Masterpiece; 9) Don't Ya Tell Henry;
10) Like A Rolling Stone.
Parece que antes era habitual que los artistas contrataran conciertos para finalizar el año en curso y celebrar el año nuevo, puesto que otro nombre que me viene a la mente es el de Jimi Hendrix. Así pues, para finalizar 1971 y darle la bienvenida al nuevo año, The Band realizaron cuatro conciertos sucesivos desde el 28 al 31 de diciembre en la ya inexistente Academy of Music de Nueva York. Para darle un toque especial a las interpretaciones, Robertson pidió a Allen Toussaint que le escribiera arreglos para instrumentos de viento, ya que había quedado muy satisfecho con el que hiciera para ‘Life Is A Carnival’, que es precisamente lo único que rescataron del fallido Cahoots. Pero el verdadero toque especial fue la aparición de Bob Dylan por sorpresa, pues parece ser que se comió las doce uvas y se fue al concierto a juntarse con sus amigos, reflejado aquí en las cuatro últimas canciones. Éstas no son nada vistosas, puesto que se trata de unos colegas pasándoselo bien en el escenario y solo en ‘Down In The Flood’ parecen dedicarse a algo más que pasarlo bien y añaden un extra de energía. Curiosamente, dos de las cuatro canciones (la otra es ‘Don't Ya Tell Henry’) provienen de las entonces inéditas grabaciones entre Dylan y The Band que saldrían a la luz en 1975 bajo el nombre de The Basement Tapes.
En general, la única diferencia entre las interpretaciones en directo y sus equivalentes de estudio son los arreglos de Toussaint, que tampoco aparecen en todas las canciones. The Band son muy fieles a su manera de hacer las cosas y, aparte de alguna floritura eventual de Hudson con su teclado, poco más vamos a encontrar novedoso. De hecho, en ‘The Genetic Method’ se explaya libremente improvisando durante ocho minutos con el teclado, que en realidad es la expansión de lo que era la introducción original de ‘Chest Fever’. Resulta entretenida y tiene diferentes variaciones con alguna que otra sorpresa por medio.
Así pues, lo que ya sonaba bien en el estudio, lo hace igualmente en directo, y lo que originalmente era más discreto, lo sigue siendo aquí. No surge ninguna magia especial entre los músicos, ni siquiera en los temas inéditos que deberían sonar más frescos y que son olvidables versiones: ‘Don't Do It’, ‘(I Don't Want To) Hang Up My Rock'n'Roll Shoes’, ‘Loving You (Is Sweeter Than Ever)’… parece que eligieron los títulos más largos para que pareciera más amplio el repertorio. Que después de demostrar que haciendo versiones no eran nada buenos, el siguiente paso fuera grabar un álbum completamente de versiones (Moondog Matinee) es para haberles preguntado si estaban sordos o se lo hacían.
Pero bueno, que tanta negatividad no arruine lo que es un buen disco en directo porque The Band tenían repertorio y profesionalidad suficientes como para entretener y satisfacer al público. De hecho, el ritmo de ‘This Wheel's On Fire’ es acelerado ligeramente, mejorando todavía más el resultado, tal como habían demostrado The Byrds en su momento y muchos otros grupos después. En conjunto, este doble álbum puede tomarse como una recopilación de grandes éxitos en directo, aunque no hay ningún motivo para preferirlo antes que los tres primeros álbumes de su discografía.
MOONDOG MATINEE
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Ain't Got No Home; 2) Holy Cow; 3) Share Your Love With Me; 4) Mystery Train;
5) Third Man Theme; 6) Promised Land; 7) The Great Pretender; 8) I'm Ready; 9) Saved; 10) A Change Is Gonna Come;
[BONUS TRACKS:] 11) Didn't It Rain; 12) Crying Heart Blues; 13) Shakin'; 14) What Am I Living For; 15) Going Back To Memphis; 16) Endless Highway (studio version).
Que tras el álbum más flojo hasta la fecha y luego otro en directo, tu siguiente proposición sea un álbum de versiones, es un indicador claro y concreto de que tu capacidad creativa está bajo mínimos. Ya habíamos visto que la dependencia hacia Robbie Robertson, en cuanto a la composición, era cada vez más manifiesta, pero el resto de la banda no parecía poner tampoco un interés especial por su parte. Aquí encontramos una variada elección de versiones más o menos antiguas y más o menos conocidas, donde destaca como curiosidad la inclusión del tema principal de la película El Tercer Hombre (1949), aquella en la que Orson Welles interpretaba uno de esos personajes villanos con mordaces frases sobre el funcionamiento real del sistema socio-económico.
La justificación para dar este paso era volver a los inicios de la banda, cuando se dedicaban bajo diferentes nombres a realizar humildes giras para tocar versiones en clubs pequeños de Canadá y Estados Unidos. Pero si entonces no representaban nada relevante, ahora no iba a ser menos, por mucho prestigio que hubieran adquirido como The Band. La originalidad se había perdido por el camino y aquí se dedican a tocar como lo haría cualquier otro grupo similar. Ni siquiera tenían ya el entusiasmo y la energía de sus primeros años, cuando hasta Bob Dylan los quiso como banda de acompañamiento.
En un rock'n'roll dinámico y rápido como ‘I'm Ready’ es donde demuestran estar más cómodos, aunque cuando no se toman riesgos eso no es difícil conseguirlo. Pero el único tema en el que demuestran algo de vida y de interés por hacer algo diferente es en la adaptación funky de ‘Mystery Train’, que al mismo tiempo es un soplo de aire fresco, el único, que encontraremos en el álbum. Robertson aporta al menos algo diferente con el sonido peculiar de este estilo, mientras que el resto de compañeros sostienen su pegadizo ritmo con algún que otro detalle adicional que mantiene el interés. Sin embargo, buena parte del disco produce aburrimiento, con flojas versiones de temas como ‘Share Your Love’ o ‘Saved’, este último un bailable rock de la afamada pareja de compositores Leiber y Stoller que aquí no anima ni a mover un tobillo. Tampoco cuaja el intento de imitar la voz ronca y los tarareos del cantante original en ‘Ain't Got No Home’, pues no hacen sino soslayar la broma que es en realidad este álbum, hecho sin ningún propósito artístico, solo como una manera distendida de grabar algo juntos. Otro ejemplo es hacer una versión de ‘The Great Pretender’, que en las manos de Freddie Mercury quedaba hasta irónico pero aquí es otra pérdida de tiempo más. Y bueno, si aparte eligen un tema tan asociado a la insuperable interpretación de Sam Cooke como es ‘A Change Is Gonna Come’, el resultado no puede pasar de mera imitación sin más, aunque al menos presenta un nivel aceptable.
La cinematográfica ‘Third Man Theme’ les sonará a much@s por ser muy parecida a la música que finaliza los capítulos de Bob Esponja, pero aquí aparece todavía más infantilizada al estar liderada por los trombones, es decir, The Band se ha rebajado a grabar música idónea para series infantiles. Solo unos pocos temas como ‘Holy Cow’, del bendito Allen Toussaint cuyo nombre aparece nuevamente para intentar evitar un destrozo peor, o ‘Promised Land’ de Chuck Berry, un acierto siempre para dar un punto alegre, consiguen que este álbum no quede como uno de los peores de la década. Bueno, del bueno de Chuck se incluye también como descarte una versión de ‘Going Back To Memphis’ en los bonus tracks, pero en este caso se nota que les quedaba mucho por mejorarla y que ni siquiera lo intentaron. Hablando de los bonus tracks, visto el contenido del álbum ciertamente no era necesario añadir un puñado de canciones descartadas que únicamente alargan su tono mediocre. La sensación más evidente que queda una vez escuchado este álbum es el de haber perdido el tiempo completamente. Y el tiempo es uno de los bienes más preciados que tenemos.
1) Forbidden Fruit; 2) Hobo Jungle; 3) Ophelia; 4) Acadian Driftwood;
5) Ring Your Bell; 6) It Makes No Difference; 7) Jupiter Hollow; 8) Rags & Bones;
[BONUS TRACKS:] 9) Twilight (early alternate version);
10) Christmas Must Be Tonight (alternate version).
Puntuación:
Año de publicación: 1975
NORTHERN LIGHTS - SOUTHERN CROSS
Tras un flojo álbum de estudio, otro en directo y otro más de penosas versiones, a The Band les hacía falta urgentemente un cambio de aires para intentar volver con un mínimo de frescura para poder proseguir su carrera. Tampoco es que consiguieran logros destacables volviendo a acompañar a Bob Dylan tanto en su álbum de estudio Planet Waves como en el directo Before The Flood, pero al menos les liberó por un tiempo de la presión de grabar material nuevo. Bueno, la presión iría en todo caso hacia Robertson, nuevamente el único compositor de la banda aunque la aportación de sus compañeros vuelve a ser esencial para no caer en la vulgaridad que estaban obligados a evitar por capacidad y honestidad. Al menos en esta ocasión salen airosos, que era lo que cualquiera estaría esperando de ellos.
El efecto del prominente bajo que se escucha en la introducción de ‘Forbidden Fruit’ parece anunciar una vuelta del grupo hacia un sonido original a partir de la música tradicional, aunque luego su desarrollo es más cotidiano. Lo mejor son los detalles instrumentales, sea el siempre efectivo órgano de Hudson o el par de solos de guitarra de Robbie. También es el gran trabajo de este último con la guitarra lo que eleva ‘Ophelia’ por encima de ser un simple tema agradable de letra graciosa. Lo peor que les podría pasar es volverse tan aburridos y vulgares como en ‘Hobo Jungle’. Lo mínimo que se les puede exigir a estos destacados músicos es que los temas de relleno sean amenos como ‘Jupiter Hollow’ o transmitan algo de entusiasmo como en el funk de ‘Ring Your Bell’. Bueno, este último no es un funk al uso, sino pasado por el filtro de la música sureña, pero al menos suena dinámico.
La verdad es que a Danko no se le ve especialmente en buena forma y solo como cantante demuestra algo de sentimiento, como ocurre en ‘It Makes No Difference’, que es además uno de los mejores temas en el apartado vocal, aunque quizá hubiera sido preferible cambiar el convencional saxofón por otro instrumento a la hora de tomar el relevo del destacado solo de Robertson. Es el tema más largo del álbum junto a ‘Acadian Driftwood’, de base histórica para recuperar algo de la épica de antaño, aunque no llega a las cotas de excelencia que un día consiguieron. Pero no se hace larga y deja buena sensación, que ya es más de lo que habían logrado en el estudio en los años anteriores. El tema que realmente se acerca a la gloria de sus primeros años es ‘Rags And Bones’; solo le hubiera faltado afinar un poco más en la parte vocal, porque la instrumental está plagada de detalles de guitarra y teclado de primer nivel, mientras que Helm y Danko mantienen un ritmo sobrio pero con algunas pocas variaciones que convierten los intermedios instrumentales en todo un acontecimiento.
En los bonus tracks encontramos interesantes versiones alternativas de ‘Twilight’ y ‘Christmas Must Be Tonight’, tema este último que formaría parte del último álbum de estudio de Robertson con The Band (en teoría, de la banda al completo), un compromiso contractual titulado Islands. En cuanto al presente disco, no es precisamente para recomendarlo pero ofrece un nivel aceptable dentro de su irregularidad. Deja un sentimiento agridulce, pues por un lado ofrece destellos que denotan la grandeza del grupo, pero por otro lado decepciona un poco porque intuimos que eran capaces de conseguir mucho más.
1) Right As Rain; 2) Street Walker; 3) Let The Night Fall; 4) Ain't That A Lot Of Love;
5) Christmas Must Be Tonight; 6) Islands; 7) The Saga Of Pepote Rouge;
8) Georgia On My Mind; 9) Knockin' Lost John; 10) Livin' In A Dream;
[BONUS TRACKS:] 11) Twilight (single version);
12) Georgia On My Mind (alternate take).
Puntuación:
Año de publicación: 1977
ISLANDS
Como resultado del contrato que tenían con Capitol, por el cual todavía estaban obligados a editar un álbum más, nació esta pseudodespedida a partir de temas desechados con anterioridad más algunos nuevos para la ocasión. El famoso concierto que daría lugar a The Last Waltz ya había tenido lugar en noviembre de 1976, pero Robbie Robertson había preferido guardárselo para extraer el máximo provecho posible pasándose a la Warner, para lo cual debía primero finiquitar el compromiso con Capitol. Así pues, la motivación que tendrían los miembros de la banda a la hora de grabar este álbum seguramente tendía a cero, porque ni siquiera existía la camaradería de los primeros años como para al menos contagiar la música de un buen ambiente en el estudio.
Conocidos los motivos de la grabación de este disco, resulta obvio señalar que encontraremos algunos temas de relleno (‘Let The Night Fall’, ‘Street Walker’, la versión de ‘Georgia On My Mind’ cantada por Manuel), pero lo más sorprendente tratándose de un grupo casi en proceso de disolución es que no hay puntos bajos salvo el forzado ‘Ain't That A Lot Of Love’, donde no parecen atinar a la hora de rellenar tiempo, ni con los solos ni con la tediosa parte vocal. Un título como ‘Christmas Must Be Tonight’ ya echa hacia atrás porque nos hace pensar en un villancico cutre por muy bienintencionado que sea, pero gracias al órgano de Hudson el resultado es más que digno, aunque no deje de ser un villancico de aires sureños. La introducción del saxofón con un papel más prevalente no acaba de encajar en el sonido de The Band, como atestigua aquí ‘Street Walker’. Y si nos fijamos en ‘Islands’, se trata de un relajado instrumental muy atípico en ellos porque los verdaderos protagonistas son los músicos de viento y violín contratados para la ocasión, pero que desgraciadamente suena a banda sonora de serie de sobremesa, desaprovechando tan valiosa participación.
La falta de emoción en las interpretaciones es tal que, cuando escuchamos ‘The Saga Of Pepote Rouge’, por contraste con el resto de temas parece más de lo que en realidad es, pero al menos recupera algo de la épica del grupo y eso aquí es de agradecer. Solo cuando se muestran convincentes en lo que tocan es cuando consiguen algo destacable, pero desafortunadamente eso solo son excepciones. Una de esas excepciones es ‘Knockin' Lost John’, donde suenan memorables tanto en la parte vocal (aunque podrían haber mejorado más ese aspecto ya que canta Robertson, como si quisiera cumplir el sueño de ser cantante antes de retirarse) como en los arreglos instrumentales repletos de cambios de ritmo y detalles instrumentales que hacen aflorar el espíritu artístico de los músicos. Hudson seguro que se lo pasó en grande con el acordeón. También cabe destacar el single ‘Twilight’ que, sin ser una de sus mejores composiciones, posee las mejores virtudes de la banda y podría haberse colocado justo al final del CD como ideal canto de cisne.
Vista la idiosincrasia de este álbum, hasta se les puede agradecer que no haya nada especialmente ofensivo debido a la abulia con la que debieron tomarse las grabaciones. Ahora que ya habían cumplido con la discográfica, se pasarían puntualmente a otra para que Robertson materializara su última jugada comercial para aprovechar el tirón mediático de la disolución de The Band. Que con el dinero no se juega.
CD I: 1) Theme From The Last Waltz; 2) Up On Cripple Creek; 3) The Shape I'm In;
4) It Makes No Difference; 5) Who Do You Love; 6) Life Is A Carnival; 7) Such A Night;
8) The Weight; 9) Down South In New Orleans; 10) This Wheel's On Fire;
11) Mystery Train; 12) Caledonia; 13) Mannish Boy; 14) Stage Fright.
CD II: 1) Rag Mama Rag; 2) All Our Past Times; 3) Further On Up The Road; 4) Ophelia; 5) Helpless; 6) Four Strong Winds; 7) Coyote; 8) Shadows And Light;
9) Furry Sings The Blues; 10) Acadian Driftwood; 11) Dry Your Eyes;
12) The W. S. Walcott Medicine Show; 13) Tura Lura Lural (That's An Irish Lullaby);
14) Caravan.
CD III: 1) The Night They Drove Old Dixie Down; 2) The Genetic Method/Chest Fever;
3) Baby, Let Me Follow You Down; 4) Hazel; 5) I Don't Believe You; 6) Forever Young;
7) Baby, Let Me Follow You Down (reprise); 8) I Shall Be Released; 9) Jam #1;
10) Jam #2; 11) Don't Do It; 12) Greensleeves.
CD IV: 1) The Well; 2) Evangeline; 3) Out Of The Blue; 4) The Weight;
5) The Last Waltz Refrain; 6) The Last Waltz Theme;
7) King Harvest (Has Surely Come); 8) Tura Lura Lural (That's An Irish Lullaby);
9) Caravan; 10) Such A Night; 11) Rag Mama Rag; 12) Mad Waltz;
13) The Last Waltz Refrain; 14) The Last Waltz Theme.
Puntuación:
Año de publicación: 1978
THE LAST WALTZ
Como decíamos, Robbie Robertson planificó una despedida a lo grande del grupo, aunque por motivos contractuales dicha despedida se gestó antes de la publicación de Islands. La idea era muy buena: hacer un concierto de despedida en el que las influencias y amistades musicales de The Band fueran apareciendo en el escenario con ellos, dejándolo reflejado en un film que tuvo nada menos que a Martin Scorsese de director. Una elección ideal, ya que Scorsese ha demostrado tener muy buenos gustos musicales cuando ha escogido música rock para la banda sonora de sus películas. El día seleccionado para tal evento fue también especial, un veinticinco de noviembre de 1976 que ese año coincidía con el tradicional Día de Acción de Gracias. Como era de esperar, el concierto fue un éxito y en su momento se publicó un triple LP, que en la era del CD fue ampliado a un cuádruple disco conteniendo el concierto casi por completo, así como algunos ensayos y temas de estudio.
El concierto se dividía en canciones interpretadas por The Band a solas (bueno, también con una sección de vientos) y el resto con los artistas invitados que iban desfilando por el escenario, todos nombres conocidos y en muchos casos con una relación muy directa con ellos. Por supuesto, no podía faltar Ronnie Hawkins, aquel rockero estadounidense de los cincuenta y primeros sesenta donde se forjó The Band como su banda de acompañamiento bajo el nombre de The Hawks. El órgano de Hudson y los gritos de Ronnie Hawkins son los que dan lustre a la versión de ‘Who Do You Love’, el tema elegido para el reencuentro de estos viejos compañeros. Pero la estrella de la noche, obviamente y con permiso de The Band, es Bob Dylan, si bien tampoco realiza nada a la altura de su leyenda, ya que se acopla al espíritu general de camaradería y puede más el deseo de pasar un buen momento que la intención de alcanzar una interpretación inspirada. Tampoco se les puede poner pega alguna, pues lo hacen bastante bien y Dylan siempre es Dylan. No obstante, sin saber quién decidió la selección del repertorio, el hecho de elegir la olvidable ‘Hazel’ en detrimento de otros grandes temas que grabaron juntos parece una broma. El que quizá se pase un poco de la raya es Muddy Waters, ya que los dos blues antiguos que tocan con él (uno de ellos el archiconocido ‘Mannish Boy’) sobrepasan los seis minutos, algo que se antoja excesivo ya que se hacen demasiado repetitivos.
Si recordamos, en 1976 Eric Clapton había publicado el estupendo No Reason To Cry, álbum que contaba con la participación activa de The Band entre otros ilustres invitados. Es por ello que uno de los temas seleccionados es la composición de Danko y Clapton ‘All Our Past Times’, mientras que ‘Further On Up The Road’ era la versión de un antiguo blues que Eric solía tocar en directo, tal como atestiguan sus álbumes pertinentes. Neil Young tampoco necesita esforzarse mucho porque con él interpretan su sencilla ‘Helpless’ (más Joni Mitchell aportando una segunda voz de fondo) y, para subrayar la nacionalidad canadiense de él y casi todos los miembros de The Band, tocan una versión de una vieja canción de un dúo folk también canadiense: ‘Four Strong Winds’, que es bastante convencional. La participación de Van Morrison la tenemos por partida doble, ya que los dos temas donde aparece (su estupenda ‘Caravan’ y la versión de la añeja ‘Tura Lura Lural’) los encontramos también en la sección de ensayos del cuarto disco. Curiosamente, el ensayo de ‘Caravan’ posee mayor intensidad y emotividad que la correspondiente al concierto, por lo que ha sido un verdadero acierto su inclusión. La selección de la citada Joni Mitchell, cuando aparece en el escenario por cuenta propia, podría haber sido otra, pero tampoco podemos quejarnos de unas interesantes interpretaciones de sus recientes 'Coyote', 'Furry Sings The Blues' y 'Shadows And Light', si bien el acompañamiento de The Band no puede competir en técnica con los avezados músicos de jazz que acompañaban por esa época a Mitchell, lo cual no es desmerecer a The Band, por supuesto.
Por otro lado, en las dos jam incluidas en el tercer disco, que no aparecían ni en la película ni en el triple LP original, encontramos por sorpresa más invitados todavía, ya que en la primera de ellas, además de contar con la participación de Neil Young, Eric Clapton, Paul Butterfield y Dr. John, están también Ronnie Wood y Ringo Starr. La segunda jam es mucho mejor al ser más enérgica y cuenta, aparte de los ya citados, con Stephen Stills y el bajista Carl Radle.
Mediante ‘Theme From The Last Waltz’ queda bastante claro que la composición clásica no era el fuerte de Robertson y así queda como un pastiche de vals que además parece rememorar en un tempo más lento la melodía de la banda sonora de El Tercer Hombre, tonada por la cual sentía especial predilección, tal como atestiguaba su inclusión en Moondog Matinee. La versión de estudio, sin la adición de orquesta, deja mejor impresión. Sorprende encontrar varias composiciones nuevas de Robertson que ni siquiera llegarían a grabarse en el estudio para el entonces futuro Islands. Están en el cuarto disco y se corresponden con las tres primeras, las cuales se engloban bajo el epígrafe de The Last Waltz Suite junto a las tres siguientes. De estas novedades solo merece la pena destacar la balada ‘Out Of The Blue’ gracias al emotivo canto de Richard Manuel. Si nos fijamos en que la invitada a cantar en ‘Evangeline’ es Emmylou Harris, ya nos hacemos una idea de que se trata de una convencional canción de country para tener un detalle con la eminente artista que les acompañaba, que además fue incluida en la película aunque no perteneciera al concierto. De manera análoga se incluyó en el film una interpretación de ‘The Weight’ junto a The Staple Singers, sin mayor relevancia, que fue grabada con posterioridad.
Gracias a la inclusión en el cuarto disco de algunas grabaciones pertenecientes a los ensayos previos al concierto, podemos disfrutar de la interpretación de ‘King Harvest (Has Surely Come)’ por parte de The Band y sin invitados, ya que la versión perteneciente al concierto no formó parte de la película ni de las ediciones en álbum. No supera ni iguala a su equivalente de estudio, pero es siempre un placer poder escuchar este magnífico tema. Tampoco es que haya sorpresas en cuanto al repertorio que tocan ellos solos, todo bastante previsible aunque The Band nunca defraudan en directo. Como diferencia, se observa que ‘This Wheel's On Fire’ la tocan más rápido, como ya era por cierto la costumbre para cualquier banda que deseara tocarla, y aparte la embellecen con los arreglos de viento. Como Curiosidad, ‘Rag Mama Rag’ está interpretada de una manera más rag, es decir, más cercana al ragtime, debido a la prevalencia del piano sobre el resto de instrumentos, a pesar de la variación en el ritmo.
Al final de todo, lo que tenemos son cuatro discos con un repertorio que puede emocionar más o menos, pero casi en su totalidad dejará satisfech@ a quien desee sumergirse en este homenaje/epitafio a uno de los grupos más importantes dentro de la música de raíces norteamericana y, por extensión, de la música rock, aunque su producción realmente importante haya sido realizada en un tiempo más breve de lo deseable. Como ya se dijo, fue planeado como el final de la banda por Robbie Robertson, que era lo mismo que confirmarlo, pero el resto de miembros no pensaría lo mismo con el transcurso de los años.
JERICHO
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) Remedy; 2) Blind Willie McTell; 3) The Caves Of Jericho; 4) Atlantic City;
5) Too Soon Gone; 6) Country Boy; 7) Move To Japan; 8) Amazon (River Of Dreams);
9) Stuff You Gotta Watch; 10) Same Thing; 11) Shine A Light;
12) Blues Stay Away From Me.
The Band, sin Robbie Robertson, podrían haber vuelto unos años antes, pero el suicidio de Richard Manuel en 1986 truncó por mucho tiempo el entusiasmo de sus compañeros, pues debieron quedarse en estado de shock porque ya se habían reunido los cuatro para retomar el nombre del grupo y Manuel parecía en principio ilusionado. Quedan aquí, por tanto, tres de los miembros originales (Rick Danko, Garth Hudson y Levon Helm), a los que se añaden un nuevo guitarrista, un pianista e incluso un baterista. Tanta novedad no es óbice para que ofrezcan en la portada un evidente guiño al pasado con un dibujo de Big Pink, la casa rural donde comenzó la andadura de The Band. Lo que dejan claro tras quince años es que en la composición no han mejorado nada, es decir, tan solo dos de los temas están escritos por Helm y como coautor. El resto, nada de nada. Eso sí, no todo son versiones porque algunos temas fueron escritos expresamente para ellos y eso, por suerte, también se nota.
Si hacemos el ejercicio mental de imaginar lo que pueden ofrecer unos músicos de raíces tradicionales que se han vuelto a juntar sin pretensión de experimentar nada nuevo, es fácil pensar que echarán mano de los géneros musicales que han tocado toda su vida. Así, la convencional música liderada por los vientos en ‘Remedy’ es de lo que podemos escuchar a miles desde los años setenta. La breve guitarra que aparece pasados los dos minutos es lo único que puede destacarse, como si el fantasma de Robertson se estuviera manifestando. También cabe esperar algún entretenido ritmo rockabilly como el que proporciona ‘Move To Japan’ y, por supuesto, música blues, que es lo que encontraremos ya para finalizar. Pero nada es más previsible que un blues canónico como ‘Blues Stay Away from Me’, suficientemente extenso para que tengan cabida un insulso solo de Hudson con el saxofón, instrumento que no era precisamente el que mejor se le daba si nos atenemos a la música de The Band. El aburrimiento que produce una segunda escucha de esta canción, obliga a acabar de escuchar el disco antes de hora en sucesivas ocasiones. Como el contenido es básicamente de material ajeno y Robertson no está, eso hace casi imposible que puedan existir reescrituras de temas antiguos de The Band, aunque ‘Too Soon Gone’, o al menos su interpretación aquí, rememora claramente baladas de su mejor época como ‘Whispering Pines’.
Lo que no podía faltar era la versión de algún tema de Bob Dylan y la elección no pudo ser mejor, porque ‘Blind Willie McTell’ era uno de los temas perdidos suyos. La interpretación es muy emocionante, no solo por escuchar a Helm y Danko alternarse en la parte vocal, sino también porque el apartado instrumental es impecable y hace honor al maestro, adornando el penetrante ritmo mediante todo tipo de alardes técnicos con los instrumentos, lo cual incluye el saxofón y aparte un estupendo piano a cargo de un ilustre invitado, el mítico pianista Champion Jack Dupree, quien fallecería antes de la publicación de este álbum. Más sorprendente resulta encontrar la versión de ‘Atlantic City’ de Bruce Springsteen, que no está mal pero la única novedad que añaden es la más que obvia de introducir sus instrumentos, acordeón incluido, en lo que originalmente era una sencilla pieza de guitarra acústica. Es decir, cualquier arreglo resulta novedoso en este caso. ¿Pero qué necesidad hay de escuchar la versión de un viejo tema como ‘Country Boy’ cuando se dedican a ejecutarlo sin originalidad? El motivo real (y seguro que único) fue que en ella participa Richard Manuel, como pianista y como cantante. Un último homenaje aunque la canción no aporte nada relevante. Todavía más absurdo resulta ejecutar ‘Stuff You Gotta Watch’ de Muddy Waters como si fueran una big-band, desvirtuando el carácter blues original para vulgarizarlo todavía más. El ejemplo a tomar debería ser la versión de ‘Same Thing’ de Willie Dixon, muy entretenida y sin perder la energía necesaria.
En un álbum tan mediocre, los fans de Rick Danko podrán disfrutar, aparte de otros ya citados, de un par de temas más donde toma el liderazgo vocal y demuestra que todavía tenía ilusión real por la música. ‘Shine A Light’ sale engrandecida por permitir que Danko cante la voz principal, pues cuando este está inspirado sabe expresar gran emoción como cantante, además de poseer un estribillo con gancho. Y es que emociona de verdad volver a escuchar una emotiva parte vocal suya, con esa voz tan expresiva que deleita cuando al mismo tiempo suena honesta y convincente, como ocurre en ‘Amazon (River Of Dreams)’.
Como era de esperar, este retorno no va a pasar a la historia ni supone nada más que un ejercicio de profesionalidad con pizcas de nostalgia, que agradará a los seguidores del grupo y poco más. Finalizar con un convencional blues (‘Blues Stay Away From Me’) tampoco es la mejor manera de dejar una buena impresión por parte de unos músicos que, si se habían vuelto a juntar bajo el nombre de The Band, debían ofrecer algo más que un puñado de versiones y canciones ajenas sin mayor recorrido. Quedaba ya muy lejos esa época en la que habían sacudido la música tradicional, además de que la ausencia de Robertson es un obstáculo insalvable para intentar hacer algo más novedoso.
HIGH ON THE HOG
Año de publicación: 1996
Puntuación:
1) Stand Up; 2) Back To Memphis; 3) Where I Should Always Be; 4) Free Your Mind;
5) Forever Young; 6) The High Price Of Love; 7) Crazy Mama;
8) I Must Love You Too Much; 9) She Knows; 10) Ramble Jungle.
Seguía con ganas de publicar discos el trío restante de la formación original, que no de componer ni de experimentar. Hudson, Danko y Helm tenían ganas de tocar música poco problemática y de estilos tradicionales que les agradaran, básicamente echando mano de temas ajenos. Solo encontraremos una composición original, que es la última de todas y fue grabada a principios de los noventa: ‘Ramble Jungle’. Pero no es más que una repetición de un ritmo de Bo Diddley para que los músicos se lo pasen bien pasándose el testigo de los solos, sin mayor interés. Solo la presencia del mítico bluesman Champion Jack Dupree cantando, cuando su muerte no tardaría en llegar, puede ser un aliciente para escucharla, pues ni siquiera está Danko tocando el bajo.
Intentar volver a los orígenes es lo habitual y lo más honesto que se puede hacer cuando se tiene cierta edad y se sigue empleando el mismo nombre para la banda. Así, ‘Stand Up’ es la versión de una canción de mediados de los ochenta que aquí pretenden que suene al estilo de ‘Up On Cripple Creek’, lo cual al menos sirve para dejar una buena impresión, al contrario de lo que nos encontraremos a lo largo de este disco. Mediante ‘Where I Should Always Be’ pretenden rememorar la emoción de ‘I Shall Be Realeased’, pero resulta el doble de empalagosa y posee un vulgar ritmo, por lo que solo sirve de relleno. Y es que la definición de relleno es la más apropiada para catalogar otras canciones como ‘The High Price Of Love’ y la mitad del contenido de este álbum.
En los años setenta el rollo de big-band con trompetas no les había funcionado (aunque estuviera por ahí Allen Toussaint con los arreglos), por lo que volver a intentarlo aquí con ‘Free Your Mind’ estaba predestinado a fracasar de nuevo. Y si hacen lo mismo pero en plan balada, como en ‘Back To Memphis’, del aburrimiento no se salva nadie. Pero la mayor decepción llega con un tema rescatado de aquellas actuaciones de 1986 en las que se reunió el grupo entero salvo Robertson, puesto que ‘She Knows’ permite escuchar de nuevo a Manuel en el piano y también cantando en directo, pero intenta hacer de crooner cuando su voz estaba en un estado bastante deplorable, preludio quizá de su pronto suicidio.
No hay nada mejor que echar mano de los temas clásicos para asegurar que al menos dejas una buena imagen. Aquí no podía faltar Dylan, pero ya podían haber elegido otro tema diferente a ‘Forever Young’, puesto que formaba parte del álbum Planet Waves que precisamente habían grabado con el futuro premio Nobel. Quizá era por Hudson, que tenía ganas de tocar el acordeón en esta canción y por eso la volvieron a grabar, alargándola hasta sobrepasar los seis minutos, porque otra justificación no se le encuentra. Pero bueno, es de lo mejor del álbum, así que puede que ahí estuviera el motivo de incluirla. El otro tema firmado por Dylan es la inédita ‘I Must Love You Too Much’, de la que solo pueden encontrarse grabaciones en discos pirata. Pero tampoco vale la pena buscarla porque se trata de un dinámico pero olvidable rock'n'roll de estilo retro. Más discreta resulta la segunda selección estelar, ya que escogen ‘Crazy Mama’ de J.J. Cale y solo la guitarra le aporta algo de vida.
Quedaba muy claro que The Band eran ya un anacronismo sin capacidad para progresar ni para ofrecer nada nuevo. Quizá les entró un poco de vergüenza viendo el resultado y por ello en su último álbum al menos se esforzarán por aportar composiciones propias. Este ya se lo podrían haber ahorrado.
JUBILATION
Año de publicación: 1998
Puntuación:
1) Book Faded Brown; 2) Don't Wait; 3) Last Train To Memphis; 4) High Cotton;
5) Kentucky Downpour; 6) Bound By Love; 7) White Cadillac (Ode To Ronnie Hawkins); 8) If I Should Fail; 9) Spirit Of The Dance; 10) You See Me; 11) French Girls.
Una especie de remordimiento debió atravesar la mente de los miembros activos de The Band, que tras el flojísimo High On The Hog tardaron muy poco en volver a reunirse y además grabaron una cantidad considerable de composiciones originales, a diferencia de lo que había sido la dinámica tras el retorno. No es que vayamos a encontrar una vocación perdida como compositores, pero sí una mayor autenticidad en la impresión que transmiten en las interpretaciones. Tampoco es que el título significara necesariamente una despedida en ese momento, ya que el triste final del grupo vendría forzado por la muerte de Danko tan solo un año después de la publicación de este álbum. Hudson seguro que intuía que se acercaba el final, ya que abusa un poco del que parece que se había convertido con el tiempo en su instrumento favorito, el saxofón, y además aporta una composición original propia, algo insólito en la carrera de The Band. Se trata de ‘French Girls’, un extraño instrumental con suficiente potencial melódico para escucharlo con interés. También está atento para encauzar algunos temas, como ocurre en ‘Bound By Love’, puesto que salva la situación gracias a su acordeón, siempre agradable al oído.
Paradójicamente, uno de los temas no compuestos por ninguno de los miembros originales, ‘Book Faded Brown’, suena exactamente a lo que podríamos esperar, en el buen sentido, de unos The Band cincuentones y sin Robertson. Sentidas melodías vocales y un acompañamiento instrumental que también sabe transmitir un sentimiento de nostalgia, recobrando algo de esa magia especial que una vez tuvieron. Pero abundan las canciones sencillas y sin pretensiones que sirven como agradable relleno: ‘Don't Wait’, ‘Kentucky Downpour’, la composición de Allen Toussaint ‘You See Me’, ‘If I Should Fail’ (¿por qué Danko ya no transmite la misma emoción de siempre con su voz?). El problema es que deben de echarle un poco más de gracia al asunto, que se note algo de ímpetu y ganas de demostrar que son The Band, como consiguen en ‘High Cotton’.
En general, se echa en falta más vitalidad como la mostrada en ‘Spirit Of The Dance’, de pegadizo ritmo y diversas sutilezas instrumentales que la convierten en uno de los pocos puntos fuertes de este álbum. La presencia de Eric Clapton en ‘Last Train To Memphis’ está totalmente desaprovechada tanto por las partes de guitarra demasiado convencionales como por el carácter distendido de la canción, la cual se olvida rápidamente una vez se ha acabado. En cuanto al recuerdo a Ronnie Hawkins, a fecha de agosto de 2019 sigue todavía vivito y coleando, pero veinte años antes The Band ya le habían homenajeado a base de rock'n'roll clásico en ‘White Cadillac (Ode To Ronnie Hawkins)’.
Nos queda así un último álbum que sirve de digna despedida para este reencuentro que, de todas maneras, quedaba bastante huérfano con las ausencias de Robertson y Manuel. No se les podía pedir mucho más y consiguen salir airosos, con más mérito si cabe al haber un mayor número de composiciones originales. Por supuesto, dista mucho de ser un disco relevante, pero es que The Band ya habían dejado de ser relevantes mucho antes de su disolución a finales de los setenta. Pero bueno, sus tres primeros álbumes y la película The Last Waltz quedarán para la historia como ejemplo de un grupo que supo transformar la música tradicional norteamericana en música original y emocionante, convirtiéndose en modelo a seguir para sus contemporáneos y las generaciones siguientes. Y eso está al alcance de muy pocos.
VÍDEOS
THE LAST WALTZ
Año de publicación: 1978
Aclamado como uno de los mejores conciertos filmados de la historia, nada podía fallar con Martin Scorsese de director y la pléyade de estrellas musicales que desfilan ante las cámaras para acompañar a The Band en su despedida. Porque hay una enorme diferencia entre escuchar el álbum del concierto a verlo en imágenes. La emoción y el carisma que transmiten los miembros de The Band con su manera de sentir la música queda reflejada en la magistral realización de Scorsese; son incomparables a escuchar la música sin más. La película no sigue el orden cronológico del concierto y añade también alguna grabación fuera de él, como la de Emmylou Harris, además de extractos de entrevistas a los miembros del grupo donde podemos ver también a un relativamente joven Scorsese como entrevistador.
Como la idea del proyecto fue de Robertson y a esas alturas él tenía asumido que era el líder y el alma de la banda (siendo el compositor mayoritario, tenía sus motivos), está omnipresente durante la película, mientras que a Manuel o Hudson se les ve muy poco en comparación. En todo caso, uno de los momentos cumbre es la aparición de Bob Dylan, quien en principio se negaba a que le grabaran en vídeo porque por esa época estaba preparando su propia película, Renaldo And Clara, y temía que la aparición en esta película restara interés en ver la suya propia. Menos mal que hubo acuerdo al final porque, por ejemplo, es un detalle emocionante verificar que, nada más comenzar ‘Baby, Let Me Follow You Down’, actúa como guitarra solista Dylan en primer lugar, para luego pasarle el testigo a Robertson. Al final asistiremos al previsible cierre de concierto con todos los artistas sobre el escenario y, como coda de la película, a The Band en los estudios interpretando a solas ‘Theme From The Last Waltz’, en una última imagen icónica con los cinco miembros interpretando ese relajado vals, donde Manuel toca una slide y Danko un contrabajo. Aun para quienes no conozcan o no profesen una predilección especial por The Band, esta película es de obligado visionado, aparte de por la estupenda realización de Scorsese, por ser en esencia una celebración de la pasión y el entusiasmo por la música como pocas veces se ha logrado reflejar en una pantalla.
ONCE WERE BROTHERS
Año de publicación: 2019
Subtitulado como Robbie Robertson and The Band, esto último ya nos proporciona un indicio de lo que vamos a ver en este documental, que es la versión de Robertson sobre la vida y obra de The Band hasta The Last Waltz. En realidad todo está muy bien explicado con entrevistas actuales a Robbie Robertson, desde sus inicios como músico a cómo se acabó forjando esta banda en base a la amistad y la admiración que se profesaban entre ellos. El problema llega cuando se abordan los motivos de la ruptura, donde solo escuchamos una versión de la historia. Y ya sabemos lo que opinaba el resto del grupo sobre la soberbia y el egocentrismo de Robertson. Pero según este, parece que todos sus compañeros eran unos drogadictos sin mesura y él el único padre de familia que quería llevar una vida sana. Garth Hudson todavía sigue vivo pero no participa en el documental, siendo una figura clave para confirmar todo lo expuesto. Pero bueno, quedémonos con esos gloriosos primeros años del grupo y con la gran música que se puede escuchar a lo largo del documental.