CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
ARCADE FIRE
1) Old Flame; 2) I'm Sleeping In A Submarine; 3) No Cars Go;
4) The Woodland National Anthem; 5) My Heart Is An Apple;
6) Headlights Look Like Diamonds; 7) Vampire/Forest Fire.
ARCADE FIRE [EP]
Año de publicación: 2003
Puntuación:
Esta primera publicación de Arcade Fire para nada hacía presagiar la sensación en la que se convertirían en breve. Una demostración más de que hay artistas que necesitan tener experiencias irrelevantes en sus inicios para poder aprender y perfilar mejor las siguientes ideas, aunque en este caso transcurriera todo a velocidad de vértigo. En cualquier caso, ya en estos inicios acompañaban a la pareja de Win Butler y Régine Chassagne una infinidad de músicos más, la mayoría por poco tiempo, aunque esta unión todavía no produciría un sonido acorde a la amplia magnitud volumétrica que abarcaban desde sus inicios.
Así, en estos humildes comienzos, no encontramos apenas nada que nos haga pensar que estamos ante una banda excepcional. Se pueden observar algunos detalles que los eleva por encima de la vulgaridad: el empleo del acordeón en ‘Old Flame’; el particular uso de la percusión en ‘I'm Sleeping In A Submarine’; la incursión momentánea en terreno de Björk de ‘My Heart Is An Apple’ (donde lo mejor con diferencia es la coda). Pero son solo buenas perspectivas las que dejan, no hay nada palpable en este momento que permita aconsejar este disco. Tampoco hay ninguna canción mala y lo único flojo que encontramos es ‘Headlights Look Like Diamonds’, que es como si los ingredientes característicos de la música de Arcade Fire se hubieran mezclado sin disolverse los unos en los otros. Curiosamente, es la única canción no compuesta exclusivamente por Butler y Chassagne, ya que en ella participa como coautor el miembro fundador Josh Deu, quien dejaría la formación tras grabar este EP.
Podrían destacarse ligeramente dos de los temas que encontramos en el EP. Uno es una primeriza versión de ‘No Cars Go’ que ejemplifica la falta de experiencia de la banda, pues con una velocidad más lenta se pierde buena parte de la grandeza que tendría la versión definitiva unos años después, en Neon Bible. El otro tema destacable es el final ‘Vampire/Forest Fire’, donde desarrollan una elaborada melodía vocal que, de haber sido acompañada por una instrumentación más relevante (se explayan demasiado con el repetitivo piano), se hubiera convertido en la primera joya del catálogo del grupo. La ruidosa sección final los enlaza con grupos tipo My Bloody Valentine, pues desde sus inicios Arcade Fire siempre fueron muy eclécticos en sus influencias.
Así pues, lo que tenemos aquí es una mediocre banda de principios del siglo XXI, una más que no llamaba mucho la atención pero donde se veían indicios de cierto potencial que en ese momento era imposible de evaluar si evolucionaría hacia algo más importante o no. Quien no conozca la música de Arcade Fire, mejor que no comience por aquí, o la impresión que se llevará le quitará las ganas de continuar escuchando más en un tiempo. Este EP queda, pues, para l@s curios@s que ya conozcan su admirable obra.
1) Neighborhood #1 (Tunnels); 2) Neighborhood #2 (Laika);
3) Une Année Sans Lumière; 4) Neighborhood #3 (Power Out);
5) Neighborhood #4 (7 Kettles); 6) Crown Of Love; 7) Wake Up;
8) Haiti; 9) Rebellion (Lies); 10) In The Backseat;
[BONUS TRACKS:] 11) My Buddy (Alvino Rey Orchestra);
12) Neighborhood #3 (Power Out) (August Session); 13) Brazil;
14) Neighborhood #3 (Power Out) (live).
FUNERAL
Año de publicación: 2004
Puntuación:
Les llegó por fin el deseado momento de estrenar un disco de larga duración, que puede considerarse el verdadero debut de Arcade Fire. El EP no pasaba de ser un banco de pruebas. Uno de los miembros fundadores, Josh Deu, saldría de la banda (aunque es coautor todavía de dos de los temas) pero ello no afectaría a la dirección musical que tomaban y además, aparte de los seis músicos multiinstrumentistas principales, se ampliaba la formación con más músicos de viento. Es decir, estamos hablando de unos Arcade Fire con al menos diez componentes, número que parece desorbitado para el debut de un grupo de rock. El salto cualitativo en lo musical es más que evidente, puesto que además de recoger una gran diversidad de influencias con ecos a The Cure, U2, Talking Heads, Pixies, Beatles y seguro que a muchos más grupos, las composiciones son de una brillantez insólita para unos, entonces, desconocidos como ellos. Vemos que los temas están firmados como Arcade Fire, señal de que todos participaban en igualdad y que había un compañerismo que se refleja también en el entusiasmo de las interpretaciones. Cualquier actuación en directo (e internet está repleta de ellas) muestra a la banda disfrutando en el escenario, puesto que van cambiando de instrumentos y posición en función del tema a interpretar, y todos se sienten partícipes del resultado.
En el libreto del CD podemos leer que está dedicado a la memoria de varias personas, incluidos familiares de los miembros de la banda, motivo por el que lo titularon Funeral. Si bien el título del álbum puede hacer pensar en una temática general sobre la muerte, en realidad más que expresar un pesar concreto por ello, lo que sobresale conceptualmente es el recuerdo por los tiempos pasados en que la inocencia infantil permitía disfrutar del mundo de una manera diferente y en principio despreocupada, aunque aquí la muerte aflora en forma de pensamientos negativos dentro del recuerdo en cierta manera nostálgico. En cuatro de los títulos de las canciones podemos observar la referencia Neighborhood, que puede hacer pensar en una relación narrativa entre ellas, pero que en realidad tal relación es más bien conceptual. Eso sí, el recuerdo sobre la vida en el vecindario queda salpicado por la violencia, sea doméstica (“When daddy comes home you always start a fight / So the neighbors can dance in the police disco lights”) o sea en forma de bullying (“Kids are dyin’ out in the snow”). Así pues, este contraste de sentimientos es la clave para valorar las letras.
La primera de las canciones sobre el vecindario es ‘Tunnels’, que arranca de manera suave con los teclados y vientos para introducirnos de una manera sutil y amistosa en ese mundo de recuerdos. A continuación, llega el acordeón como instrumento líder del tema ‘Laika’, donde las aventuras imaginarias de la infancia salen a colación, que luego en ‘Power Out’ se transformarán en aventuras nocturnas, cuando la noche hacía aflorar todas las fobias infantiles y aportaba una emoción extra a esos juegos. En esta última, el potente ritmo de corte marcial junto al resto de instrumentos (incluido un sencillo pero pegadizo xilófono) crea un entramado sonoro que va complementándose con diversas entradas de la guitarra y de acertados coros. Y bueno, si la voz de Win Butler te resulta a veces insoportable, en ‘Power Out’ se vuelve irritante por momentos, como si intentara hacer agudos y no supiera. La última canción del vecindario es también la más discreta del álbum, ‘7 Kettles’, puesto que es lentísima y se apoya en los instrumentos de viento, de manera que la dulce voz de Régine hubiera dejado mejor resultado. Ciertamente se echa en falta un mayor protagonismo vocal de ella en todo el álbum, puesto que las canciones donde actúa como cantante principal son de las mejores.
Precisamente donde mejor encaja el título de Funeral es en los dos temas cantados por ella. La genial ‘Haiti’, una mezcla de francés e inglés, trata sobre la dictadura de Duvalier (a quien se alude expresamente) en ese país, motivo por el cual la familia de Chassagne hubo de huir hacia Canadá. Menuda isla, llegaron a tener un dictador en cada extremo, porque al otro lado estaba Trujillo en la República Dominicana. A ver quién no salía de allí por piernas. Conociendo todo este trasfondo, los gritos armónicos de Régine cuando la interpreta en directo cobran un significado especial y terrible. En esta ocasión, el contraste que se comentaba entre conceptos opuestos en la letra, aquí se ofrece magistralmente entre la dulzura de la música y la crueldad de su significado histórico. La otra canción cantada por esta niña es la final ‘In The Backseat’, que comienza de manera dulce con la nostalgia de la comodidad de ir en el asiento trasero del coche, hasta que llega el memorable pero espeluznante estribillo (“Alice died in the night / I’ve been learning to drive”) donde cambian las tornas por completo y lo que antes parecía nostalgia es ahora un lamento por la muerte de un familiar en accidente de coche, que es precisamente la madre de Régine, por lo que el componente emocional aumenta exponencialmente. La estructura de la canción es magistral, ya que el minimalismo instrumental cambia por completo en el estribillo, el cual alcanza excepcionales cotas épicas tanto por la interpretación de Régine (una de las mejores que haya hecho en su carrera) como por la entrada de la parte rítmica. Al final, el sonido irá apaciguándose como si asistiéramos a la agonía y muerte del propio álbum.
Como buenos canadienses integradores, la mezcla idiomática de francés e inglés aparece de nuevo en ‘Une Année Sans Lumière’ en forma de tranquila balada con ecos a los Pixies en el primero de los dos segmentos instrumentales que conforman su último minuto y medio. El segundo de esos segmentos no acaba de encajar del todo por la manera inusitada en que se cambia de ritmo y se acelera todo para finalizar. No será el único tema donde se acelere el ritmo al final, puesto que el truco se repetirá en varias ocasiones más, como por ejemplo en otra de las baladas, la más contemplativa ‘Crown Of Love’, pero esta vez con mejor efecto.
La pretenciosidad (en sentido positivo) con que Arcade Fire abordaban ya la música en su debut queda en evidencia con la pomposa ‘Wake Up’, un intento de tener un tema épico y cantable por el público al estilo de ‘Hey Jude’ de los Beatles. El ritmo principal tiene su gancho pero, al menos en mi opinión, los coros se vuelven demasiado empalagosos por su excesivo afán de una solemnidad que no se puede conseguir mediante esas armonías. También sería curioso saber si conocían la cara B de The Cure 'A Few Hours After This', con la que comparte similitudes. En cualquier caso, quienes adoren 'Wake Up' serán los que defiendan Funeral como la obra maestra de la banda y como el mejor álbum de lo que llevamos de siglo XXI, que es por cierto una opinión bastante generalizada. Pero no es mi caso, tal como queda explicado. Así pues, me quedo con la parte final de esta canción, donde se lanzan a tocar un ritmo que recuerda al de canciones de Motown tipo ‘You Can't Hurry Love’ y al menos suenan más cercanos y convincentes. Las referencias musicales son evidentes y tampoco es que ellos quieran esconderlo porque sirven de homenaje. Otro ejemplo es en ‘Rebellion (Lies)’, donde los coros cantando “Lies, lies” suenan a música de los ochenta total.
Los bonus tracks no son gran cosa. Aparte de dos interpretaciones nuevas de ‘Power Out’ (una alternativa de estudio y otra en directo algo caótica) que no aportan nada nuevo, ‘My Buddy’ parece una broma sin gracia y la versión de ‘Brazil’ solo parece justificarse por haberles servido para practicar con los arreglos de cuerda. Pero bueno, que esas adiciones no empañen lo que es un gran álbum de debut para una banda que prometía y que confirmaría esas expectativas en los años siguientes. Se coloca siempre este debut como lo mejor de Arcade Fire, pero en mi opinión se superan todavía más en Neon Bible porque la experiencia es un grado, entre otras virtudes del siguiente disco. Es por otro lado comprensible que Funeral se idolatre tanto, puesto que el siglo XXI había comenzado sin artistas noveles que pudieran hacer sombra a los grandes del siglo anterior y Arcade Fire representaba la esperanza de volver a descubrir algo excepcional.
NEON BIBLE
Año de publicación: 2007
Puntuación:
1) Black Mirror; 2) Keep The Car Running; 3) Neon Bible; 4) Intervention;
5) Black Wave/Bad Vibrations; 6) Ocean Of Noise; 7) The Well And The Lighthouse;
8) (Antichrist Television Blues); 9) Windowsill; 10) No Cars Go; 11) My Body Is A Cage.
Solemnidad es la palabra que define el segundo álbum de Arcade Fire. No puede ser menos cuando descubrimos que fue grabado en una antigua iglesia comprada y reformada por la banda para conseguir precisamente un lugar de solemne inspiración para sus aspiraciones musicales. La cantidad de músicos sigue siendo amplia, pues aparte de los miembros fijos de la banda (a quienes se han unido la violinista Sarah Neufeld y el batería Jeremy Gara, este en sustitución del anterior), se añaden músicos adicionales de cuerda y viento más un coro. Igual que ocurría en el álbum anterior, una idea conceptual sobrevuela el álbum aunque es todavía menos palpable que en Funeral. Aquí la biblia de neón simboliza en particular a los telepredicadores, pero en general es la crítica a quienes pretenden ganar dinero a base de impresionar a la gente mediante estratagemas que engatusan su parte emocional. Musicalmente, la paleta musical sigue abierta e infinidad de influencias confluyen a lo largo de la obra.
La citada solemnidad omnipresente es lo que engrandece el tema que abre el disco, ‘Black Mirror’, de reminiscencias sinfónicas. Más calmada y relajada resulta ‘Neon Bible’, donde los sutiles cambios melódicos de la parte vocal (“Oh God! Well look at you now!”) la dotan de un toque cualitativo superior. ¿Y qué mayor solemnidad puede haber que en emplear un órgano de iglesia? Como herederos también de la mejor música del Barroco de Bach o Händel, en ‘Intervention’ el órgano sirve de elemento catalizador para un tema con algunos cambios de ritmo y una emotiva parte vocal, donde versos como “I can taste the fear” universalizan su sentimiento. La intervención, nunca mejor dicho, de Chassagne es esencial pues sus contrapuntos vocales en el momento álgido de la canción representan esa gloria musical que había alcanzado esta banda. Mejor efecto si cabe tiene la entrada del órgano en la final ‘My Body Is A Cage’, tema que es en sí un magistral crescendo que permite subrayar la emotividad de la letra sobre una persona atormentada por su timidez, una emoción desgarradora que parece albergar una luz de esperanza gracias precisamente a lo que transmite la parte instrumental y esos optimistas versos finales “Set my spirit free”.
Régine interpreta como cantante solista la animada primera parte de ‘Black Wave/Bad Vibrations’ en esa mezcla de inglés y francés a la que acostumbra, aunque en esta ocasión le gana Butler porque la segunda parte es más coral y ambiental, envolviendo al oyente en una cascada sonora donde Régine brilla todavía más haciendo los coros. Por supuesto, también hay lugar para el esparcimiento mediante el ritmo acelerado y los “hey!” de ‘No Cars Go’, que lo enlazan con el sonido New Wave de bandas como Blondie o The B-52’s. Si recordamos, esta canción ya la conocíamos del EP primigenio que publicaron, pero esta nueva regrabación la supera con creces y la convierte en una de las mejores de la banda. Similares aires decadentes y con coches por medio aparecen también en ‘Keep The Car Running’, no tan memorable pero igualmente con mucho ritmo y gancho. Aunque parezca el título de un relato de Poe, ‘The Well And The Lighthouse’ tampoco se quedaría muy lejos de este eterno escritor porque en la letra se expresan los sentimientos de un asesino nada más cometer su crimen. El cambio de ritmo que llega después es a la inversa, puesto que Arcade Fire normalmente pasan de la calma a la energía y aquí es al revés.
La maestría adquirida por Arcade Fire en cuanto a arreglos y estructura de las composiciones queda patente en la balada ‘Ocean Of Noise’, pues su parte instrumental comienza con una bella pero sencilla melodía a la que paulatinamente se irán añadiendo más elementos hasta llegar al clímax con la entrada de los violines. Así mismo, la tríada de canciones finales es toda una demostración de poderío de la banda. Viene precedida por uno de los temas más discretos y casi el más largo, ‘(Antichrist Television Blues)’, donde se colocan en modo "Bruce Springsteen" para completar espacio fácilmente, por lo que el contraste con lo que viene después todavía aumenta más la sensación de nirvana musical a la que nos llevan. En primer lugar, ‘Windowsill’ es una de las mejores odas existencialistas que se hayan hecho nunca, pero reflejando una angustia existencial que hubiera sido aplaudida por Jean-Paul Sartre debido al pesimismo que refleja sobre una persona del siglo XXI que puede tener casi cualquier cosa material que desee, pero ello no le sirve para alcanzar la felicidad, de tal manera que ese sentimiento continuado le hace abominar de la vida y de todo lo que le rodea (“World War III, when are you coming for me?”). Después llega la audaz ‘No Cars Go’ y la épica ‘My Body Is A Cage’, que ya se citaron anteriormente.
En resumen, si nos atenemos a todo lo comentado, estamos ante el mejor álbum de Arcade Fire, que obviamente no podría haberse realizado sin la experiencia previa de Funeral. Ya no necesitan impactar rápido ni hacer himnos para ganar notoriedad, sino que puliendo el sonido y manteniendo la misma creatividad melódica eran capaces de mejorar todavía más. Hemos de recordar que habían pasado tres años por medio, tiempo necesario para pensar bien el siguiente paso. Y bueno, en directo seguían demostrando que no eran un producto de estudio, sino un verdadero grupo de amigos/familiares donde todos ponían de su parte para conseguir algo único.
1) The Suburbs; 2) Ready To Start; 3) Modern Man; 4) Rococo; 5) Empty Room;
6) City With No Children; 7) Half Light I; 8) Half Light II (No Celebration);
9) Suburban War; 10) Month Of May; 11) Wasted Hours; 12) Deep Blue;
13) We Used To Wait; 14) Sprawl (Flatland);
15) Sprawl II (Mountains Beyond Mountains); 16) The Suburbs (continued);
[BONUS TRACKS:] 17) Culture War; 18) Speaking In Tongues.
Puntuación:
Año de publicación: 2010
THE SUBURBS
El tercer álbum de Arcade Fire fue el de su consagración definitiva al llegar al número uno de ventas en, entre otros países, Estados Unidos y el Reino Unido (en España llegaron a un meritorio segundo puesto), además de ganar sorpresivamente el premio Grammy al mejor álbum por delante de propuestas más comerciales y sobreexpuestas en las emisoras de radio como Katy Perry, Lady Gaga y Eminem. Que todos estos datos no nos hagan cometer el error de afrontar su escucha con altas expectativas, puesto que si bien es otra magnífica obra de la banda canadiense, el impacto que produce la primera vez es muy inferior a los discos previos. No es hasta que hayamos asimilado esta música que las brillantes melodías surgirán y se instalarán en nuestro subconsciente.
Igual que ocurría en los dos primeros álbumes, un concepto difuso recorre también este The Suburbs, que tampoco ofrece mucha novedad porque en definitiva se vuelve a hablar del vecindario y la nostalgia como en Funeral, si bien aquí se dirige hacia una visión más apocalíptica en general, como si la desesperanza en el futuro provocara un aumento del incivismo. Musicalmente también se sigue una continuidad, si se puede decir así, puesto que las influencias son de lo más variado, como siempre. Comienza también a asomar el sonido más electrónico del que más adelante acabarán abusando y por el que perderán su personalidad musical.
La canción que da título al disco es una visión apocalíptica de la vida en sociedad, donde suele primar el instinto de supervivencia por encima de los sentimientos, enfundada en un falso estilo boogie que con las diferentes escuchas deja un poso desgarrador, como si hubiéramos recibido un golpe en el estómago. Para finalizar el disco, podemos escuchar una breve variante con acompañamiento orquestal, que enfatiza la carga emocional del personaje que se lamenta continuamente de lo ocurrido en el pasado. El vídeo musical está dirigido por Spike Jonze y vale la pena verlo porque refleja la esencia filosófica de este tema. De hecho, el vídeo es en realidad un extracto de un cortometraje sobre la idea que recorre el álbum y que se tituló Scenes From The Suburbs, el cual puede encontrarse en alguna edición deluxe.
‘Ready To Start’ tiene un dinamismo estilo años ochenta que vuelve agradable lo que es otra visión pesimista que en principio presenta un mensaje esperanzador en el final del estribillo (“And if I was yours”) pero finalmente truncado de forma súbita (“but I'm not”). Con un ritmo mucho más trash despachan ‘Month Of May’ y ‘Empty Room’, donde lo mejor de la segunda es el torbellino sonoro de su coda (más o menos a partir de los dos minutos), con Régine cantando varias frases en francés de forma casi etérea.
El desconcierto existencial al que se ve abocado el joven del siglo XXI tiene un adecuado reflejo en ‘Modern Man’, pues la proliferación de un cierto individualismo de reivindicación personal (“I know we are the chosen few”) no proporciona al mismo tiempo el camino a seguir ni respuestas, lo cual revierte en una desorientación vital (“In my dream I was almost there then they pulled me aside and said you're going nowhere”) con expresiones a veces demasiado virulentas. Con la edad, un@ también comienza a cuestionarse (o debería hacerlo) si está adquiriendo hábitos o asumiendo ideas que siempre había repudiado, temática que de alguna manera se aborda en ‘City With No Children’, de impactante ritmo llevado mediante un sonido entre guitarra eléctrica y teclado distorsionado, que por su timbre no resultará del gusto de todos.
Hacia la mitad del álbum se juntan varias canciones más discretas que hacen bajar el admirable nivel de buena parte de él. Es lo que ocurre con las dos partes de ‘Half Light’, la citada ‘Month Of May’, ‘Wasted Hours’… hacen perder definitivamente el dinamismo y tensión acumulada en el resto del disco. De igual manera que tantos grandes temas que contiene nos cautivan y nos mantienen atentos, los acabados de citar nos desvían la atención y nos hacen casi olvidar que estamos escuchando a Arcade Fire. Al menos llega la melódica ‘Deep Blue’ para volver a subir el ánimo y prepararnos anímicamente para la deslumbrante ‘We Used To Wait’. Esta canción es una de las más brillantes que haya grabado la banda, que ya es decir. En primer lugar, nos transmite la inquietud e inseguridad del protagonista mediante un inquietante e incisivo ritmo, hasta que llega una especie de delicado puente cantado a dúo por Win y Régine que nos dirige hacia el descomunal estribillo, el cual es toda una demostración de poderío, melodía y emoción a partes iguales. Toda una oda a la timidez con una celestial coda donde el teclado rezuma música barroca por todos lados.
Una mirada nostálgica pero triste al comprobar cómo todo cambia con el tiempo, el entorno físico y las personas, es lo que subyace en ‘Suburban War’, poseedora de una bellísima melodía de guitarra que acompaña prácticamente todo el tema excepto las partes donde hay un cambio de tono (“The night's so long”), que en la recta final le aportan una fuerza adicional que abruma. Por otro lado, ‘Rococo’ es una de esas canciones que la primera vez que se escuchan no dejan de entrada muy buena sensación con ese estribillo algo chabacano donde cantan “Rococo, rococo, rococo”. Pero no deja de ser simplemente una pequeña trampa, puesto que el verdadero estribillo es la sección instrumental que llega después, una magistral cascada de sonido que cada vez que retorna lo hace con mayor fuerza.
Al acabar extasiados con ‘We Used To Wait’, apenas apreciamos el aburrimiento que supone escuchar ‘Sprawl I (Flatland)’, que únicamente tiene una utilidad funcional como descanso antes de que llegue el verdadero show particular de Chassagne, tal cual es ‘Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)’. Esta canción no llama la atención para nada en primera instancia y da la impresión de ser un capricho de Régine para cantar algo de techno tipo años ochenta, pero cuando logramos fijarnos en su pegadizo estribillo y en su letra en cierta manera reivindicativa de un mundo menos artificial, la composición gana enteros. Sus sintetizadores pueden llegar a saturar, pero es innegable su gancho. Incluso puede encontrarse una actuación en directo de esta canción en la que Cindy Lauper aparece tocando el teclado con ellos. Puede tomarse también como el ‘Heart Of Glass’ de Arcade Fire, o sea, su incursión en la música disco (en su acepción más clásica) y al mismo tiempo un homenaje a Blondie. No en vano, en internet puede encontrarse el vídeo de un concierto donde se sube al escenario Debbie Harry para cantar con ellos.
Los bonus tracks son un flojo tema lento y sin inspiración (‘Culture War’) y un homenaje a Talking Heads donde incluso aparece David Byrne como invitado: ‘Speaking In Tongues’, de mismo nombre que el estimable álbum de aquellos. Si le quitáramos a este álbum los temas más flojos indicados, nos hubiera quedado una obra de 40-45 minutos que estaría al nivel de obra maestra de Neon Bible. Como no es así, no puede sino ocupar un segundo escalafón dentro de la discografía de esta banda, aunque sigue siendo otro de los grandes discos de la música popular publicados en el nuevo milenio. De hecho, hay fans de Arcade Fire que consideren este álbum como su mejor logro.
HER
Año de publicación: 2013
Puntuación:
1) Sleepwalker; 2) Milk & Honey; 3) Loneliness #3 (Night Talking); 4) Divorce Papers;
5) Morning Talk/Supersymmetry; 6) Some Other Place; 7) Song On The Beach;
8) Loneliness #4 (Other People's Letters); 9) Owl; 10) Photograph;
11) Milk & Honey (Alan Watts & 641); 12) We're All Leaving; 13) Dimensions.
El siguiente trabajo de Arcade Fire pasó casi de incógnito al tratarse de la banda sonora para la gran y emotiva película de Spike Jonze sobre el dilema moral de las tecnologías como muro de incomunicación y soledad. Para quienes no la hayan visto y les pueda suscitar interés porque una de las protagonistas es Scarlett Johansson, vaya mi sentido pesar por adelantado.
La banda sonora también pasa de incógnito porque la música que en ella encontramos nada tiene que ver con Arcade Fire tal como los conocemos. En su mayor parte, no deja de ser simple música de acompañamiento para las secuencias de la película, no hay ningún propósito artístico salvo el de experimentar con capas de sonido y texturas, todo de manera minimalista, sin apenas variaciones. Es como si en esta ocasión se hubieran inspirado en los álbumes ambientales de Brian Eno. Pero consiguen un sonido que al mismo tiempo suena tan contemporáneo como futurista, por lo que encaja a la perfección con la ambientación fílmica a la que va destinado.
Ahora bien, escuchar la música a solas ya es otro cantar, nunca mejor dicho. La uniformidad del sonido es a veces desesperante y cualquier pequeño detalle novedoso parece mucho mejor de lo que es realmente. También se encuentran dispersas alguna que otra buena idea, como por ejemplo la bonita melodía que posee ‘Sleepwalker’, pero en este tema está interpretado todo de una manera tan minimalista que parece una demo sin elaborar. Con el piano también consiguen un momento reseñable en ‘Divorce Papers’, aunque resulta poca cosa en conjunto. Como curiosidad, ‘Supersymmetry’ es la misma que aparecería más desarrollada en Reflektor, el álbum de estudio en el que estaban trabajando mientras grabaron esta banda sonora.
En resumen, se recomienda encarecidamente ver la película y tolerar así esta música que, despojada de imágenes, se revela como una insustancial musiquilla ambiental que defraudará a cualquiera. Porque realmente como música de acompañamiento a la película funciona muy bien, pero nadie podrá disfrutarla aisladamente salvo para quien la emplee en ejercicios de meditación y cosas de ese tipo. Pero no, no te recuentes cómodamente en el sofá a escucharla mientras lees un libro igual a como lo harías con cualquier disco que tengas de Joseph Haydn.
CD I: 1) Reflektor; 2) We Exist; 3) Flashbulb Eyes; 4) Here Comes The Night Time;
5) Normal Person; 6) You Already Know; 7) Joan Of Arc.
CD II: 1) Here Comes The Night Time II; 2) Awful Sound (Oh Eurydice);
3) It's Never Over (Oh Orpheus); 4) Porno; 5) Afterlife; 6) Supersymmetry.
Puntuación:
Año de publicación: 2013
REFLEKTOR
La banda sonora de Her en principio no podía hacer temer nada porque claramente se entendía que era un trabajo aislado que nada tenía que ver con la trayectoria de Arcade Fire. Pero en Reflektor se confirma que la banda ha tomado una nueva dirección en su carrera musical. Como si el éxito de la canción ‘Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)’ les hubiera hecho pensar en las posibilidades de la electrónica como nuevo campo a explorar y explotar, se decidieron pues por el camino más fácil. Total, Radiohead se había pasado a la electrónica y seguía manteniendo su prestigio desarrollando esa vertiente electrónica. ¿Por qué no podrían hacer lo mismo los Arcade Fire? en el caso de los canadienses, esa evolución iba a resultar más traumática porque una parte de su idiosincrasia era el empleo de instrumentos de cuerda, acordeones y otros que no casan muy bien con la música electrónica. De hecho, Sarah Neufeld (la violinista) se queda fuera de la lista de miembros oficiales y aparece en la de músicos de sesión.
Dividido en un doble disco, aunque supera por poco los ochenta minutos en total, se vuelve a tomar un concepto como temática general difusa de la obra. En este caso se trata de la leyenda de Orfeo y Eurídice, ambos plasmados en la escultura de Rodin que adorna la portada. También en entrevistas explicaron la inspiración que tuvieron en la película Orfeo negro (Orfeu negro, 1959) de Marcel Camus, aunque la única relación que se encuentra está en el título y en los ritmos caribeños, puesto que recordemos que esta premiada película adaptaba el mito de Orfeo y Eurídice a una historia de amor en los Carnavales de Río de Janeiro. Eso sí, ha envejecido muy mal y quizá su gran repercusión fuera debida a que en 1959 ver lo que era un carnaval brasileño era toda una experiencia exótica. En cualquier caso, poco tiene que ver con el devenir del álbum, como ya se ha dicho. De hecho, entre el primer disco y el segundo se advierte una gran diferencia, puesto que en el primero se puede decir que asistimos a la continuación lógica de Arcade Fire respecto a The Suburbs, tomando el camino de la electrónica que ya había asomado en él, mientras que el segundo disco muestra a una banda enfocada a los sonidos ambientales y envolventes, como si Her hubiera sido un simple campo de pruebas para intentar crear algo más relevante.
Así pues, como cabe esperar ante esta distribución, el primer disco es mucho mejor que el segundo y en él demuestran poseer todavía suficiente creatividad aunada con melodías pegadizas. Bueno, excepto en el caso de ‘Here Comes The Night Time’, una lamentable incursión en la música caribeña a partir de un vulgar ritmo de reggaetón en la parte principal. Hacia el final aceleran el ritmo, pero eso no rescata al tema del fondo donde reside el mal gusto. Menos mal que la denominada como ‘Here Comes The Night Time II’ nada tiene que ver, puesto que además es una composición a la antigua usanza, donde recuperan los instrumentos de viento pero sin aportar melodías notables, ni siquiera en la parte vocal. En principio, ‘Flashbulb Eyes’ parece que es más del mismo despropósito caribeño, pero al menos presenta un memorable estribillo donde además asoma una de esas melodías sencillas pero muy efectivas por parte del xilófono.
La sombra de The Suburbs es todavía alargada y por ello puede decirse que en ‘Normal Person’ intentan hacer una nueva ‘Used To Wait’, si bien su comienzo de blues-rock no parece presagiarlo, pero es en el estribillo donde sí se aprecian vagas reminiscencias esenciales. Resultan premonitorios sus primeros versos: “Do you like rock and roll music? / 'Cause I don't know if I do”. Algo similar en cuanto a sus raíces ocurre con el animado ritmo de ‘You Already Know’, que la entroncaría con ‘Ready To Start’ del disco anterior. En cualquier caso, de ninguna manera puede decirse que se estén copiando a sí mismos. Por otra parte, no hemos hablado todavía del inicio del álbum mediante dos temas principalmente electrónicos que rompen con el pasado de la banda, aunque en el fondo son la mera consecuencia de la evolución manifestada en la obra predecesora. Tanto ‘Reflektor’ (donde puede escucharse a David Bowie) como ‘We Exist’ inciden en marcados ritmos que son incluso bailables, destacando más la segunda por poseer mejores melodías vocales. Y antes de pasar a hablar del segundo disco, no hay que obviar el único clásico de verdad que encontraremos en este álbum, que es la emocionante ‘Joan Of Arc’. Su comienzo no tiene nada que ver con el resto de la canción, puesto que es una imprevisible muestra de desaforado punk insólito en una banda como Arcade Fire. Pero en veinte segundos se acaba y da paso a un pop dinámico de medio tempo con un explosivo estribillo donde Win y Régine alternan y entrelazan sus voces (Régine cantando el nombre en francés “Jeanne d’Arc, oh”) junto al resto de la banda, para crear un efecto armónico adornado con unas deliciosas líneas de bajo.
Después de la emoción de ‘Joan Of Arc’ y la resaca emocional que nos deja, nos vemos obligados a pasar al segundo disco y decepcionarnos un poco por el marcado cambio estilístico. Lo único que puede ser destacado en él es ‘It's Never Over (Oh Orpheus)’, gracias sobre todo a su dominante y dinámico ritmo, puesto que en la parte vocal vuelven a adolecer de falta de la brillantez que habían demostrado en otras ocasiones. Y es que nunca nos habíamos llegado a aburrir tanto con Arcade Fire como escuchando temas tan largos como ‘Awful Sound (Oh Eurydice)’ o ‘Porno’. En ‘Afterlife’ al menos el ritmo es más animado y la hace más entretenida, pero en global no pasa del aceptable y únicamente tiene de gracia que cuando cantan “I've gotta know” parecen hacerlo con la misma entonación con la que Kate Bush cantaba “I love life!” en ‘Pull Out Of The Pin’. Por último, la parte instrumental de ‘Supersymmetry’ ya la conocíamos por haber formado parte de la banda sonora de Her (probablemente se hayan repetido partes de otros temas, pero para encontrarlas hay que tener un oído demasiado fino), por lo que aquí se le añade una letra que encajaría bien con la película. Lo peor de todo es que aparece extendida hasta los once minutos de duración por haberle añadido una segunda parte de sonidos ambientales sin nada de interés.
En global, lo que nos queda es un álbum muy justito que en global se salva por los pelos de la mediocridad debido a que todavía presenta bastantes temas que preservan la esencia de la banda. Se evidenciaba que no habían elegido el mejor camino para seguir dentro de su constante evolución, el problema es que no se darían por aludidos y las grandes ventas conseguidas les llevarían a incidir más por la vía electrónica. Eso les hará perder definitivamente su propia esencia como grupo en el siguiente Everything Now.
EVERYTHING NOW
Año de publicación: 2017
Puntuación:
1) Everything_Now (Continued); 2) Everything Now; 3) Signs Of Life;
4) Creature Comfort; 5) Peter Pan; 6) Chemistry; 7) Infinite Content;
8) Infinite_Content; 9) Electric Blue; 10) Good God Damn; 11) Put Your Money On Me; 12) We Don't Deserve Love; 13) Everything Now (Continued).
Se podría acabar rápidamente el análisis de este álbum con la típica expresión malsonante inglesa “WTF is this?”. Arcade Fire no solo han decidido que su siguiente paso sea una inmersión profunda dentro de la música electrónica, sino que su sonido se ha vuelto al mismo tiempo completamente artificial y las pocas melodías distinguibles que podemos escuchar son en su mayoría de un estilo demasiado simplón e incluso pueril. Nadie podía presagiar un movimiento de estas características para la banda probablemente más relevante de las nacidas en el siglo XXI hasta este momento, por mucho que hubieran flirteado con la electrónica cuatro años atrás.
Pero no se puede dejar así una crítica para un grupo tan importante que además siempre ha transmitido un mensaje que trascendía lo musical. Hay que intentar indagar más y comprender la motivación de este disco, igual que cuando John Cage compuso y estrenó en concierto su pieza 4'33'' que consistía en mantenerse en silencio ante un público estupefacto y, en muchos casos, azorado. Por tanto, nos queda fijarnos en el concepto y en la letra de este álbum como mal menor, aunque deberíamos estar hablando de música, que es de lo que trata esta página web. El concepto general viene definido por el mismo título de Everything Now, una denuncia de la mentalidad consumista que ha derivado en los últimos años en una compulsión extrema: quererlo todo ahora y en la mayor cantidad posible para consumirlo rápidamente. Win Butler comentaba un ejemplo clarividente en las entrevistas que le hicieron: cuando una persona consigue todas las temporadas completas de una teleserie y las ve de forma compulsiva durante todo un fin de semana (¡el trabajo de varios años en un fin de semana!), quedando después desilusionada por no existir ninguna continuación y quedar con una sensación de vacío.
Musicalmente, la apuesta por un sonido lo más moderno posible, en el sentido más comercial del término, queda patente en la holgada lista de productores participantes que incluye a uno de los del dúo Daft Punk. Se supone que trabajó sin el casco puesto. Incluso el célebre Daniel Lanois aparece como intérprete de pedal steel en un par de canciones, si nos atenemos a lo indicado en el libreto. Y es que en general todo suena igual que la música de discoteca del momento; el aficionado medio a la música de Arcade Fire no encontrará apenas nada que le haga entender en qué punto del camino se perdió para que la banda se haya transformado en un DJ de seis cabezas.
Para dar una sensación de obra cíclica, el tema ‘Everything Now’ se subdivide en tres partes, cerrando y abriendo el álbum las dos de ritmo más lento, extremadamente lento por cierto. La propiamente titulada como ‘Everything Now’ no es que sea demasiado rápida pero sí mantiene un ritmo de discoteca suficientemente apto para las pistas de baile, aunque la melodía principal es demasiado sencilla y repetitiva para lo que estábamos acostumbrados con Arcade Fire. De todas maneras, este disco es cíclico en sí mismo si atendemos a que las diferencias entre canciones son escasas en tanto que prácticamente todo posee una base electrónica dance. Aun así, la falta de melodías en algunos casos es alarmante, como ocurre por ejemplo con ‘Creature Comfort’. De esa forma su cruda letra sobre las patologías psicológicas de la pubertad queda desaprovechada, con versos como “Some girls hate their bodies / Stand in the mirror and wait for the feedback”, o en un tono más sencillo: “It goes on and on, I don't know what I want”, ejemplo de la infelicidad asociada a quien no tiene que preocuparse por cubrir sus necesidades básicas pero no sabe qué hacer con su vida. Tiene una conexión con ‘Good God Damn’ al hablar en esta expresamente de la misma chica que quiere suicidarse en la bañera, con una voz de Butler que parece sonar irritante de manera consciente. Y es que de los temas más dance, aparte del que le da título al álbum solo pueden tolerarse como aceptables ‘Signs Of Life’ y ‘Put Your Money In Me’, que no obstante será difícil que enganchen a nadie como sus grandes éxitos, aunque la segunda tiene un cierto regusto a ABBA en su parte final que le favorece y tras varias escuchas es la que mayor impronta deja.
‘Peter Pan’ no trata sobre el síndrome que lleva ese nombre y que define la obsesión de algunas personas que, pasados los cuarenta años, solo entienden el sentirse jóvenes a base de hablar, vestir y hacer lo mismo que cuando tenían veinte años, pero con una falta de naturalidad evidente. Aunque musicalmente es la que les entronca más con su pasado inmediato al olvidarse por un momento de las discotecas y abrazar los ritmos latinos, si bien está todo filtrado por un tamiz electrónico. También vuelve a aparecer en ella algo de la magia de la banda, al conseguir esa conjunción de detalles vocales e instrumentales que en conjunto generan un interesante orden melódico. Eso sí, el bochornoso pasaje instrumental que introducen a los 1:05 (y que volverán a repetir) destroza cualquier atisbo de esperanza que pudiera quedarnos. ¿Se estarán riendo de nosotros? Porque otro motivo no puede tener un tema como ‘Infinite Content’ en el que su letra es básicamente: “Infinite content / Infinite content / We're infinitely content”, envuelta en una música estruendosa y cacofónica.
En anteriores discos, siempre aparecía Régine Chassagne en algún momento para dejar su impronta en algún tema donde desplegar su emotividad y transmitírnosla. Esa debería ser la función de ‘Electric Blue’, pero los productores proceden a desnaturalizar la voz de Régine hasta que no se diferencia de la de cualquier voz femenina de la música disco del nuevo milenio. Tema aparte son sus infantiles melodías que esta vez no trascienden ese mismo infantilismo para transmitirnos algo más profundo. A lo sumo, podría llegar a la categoría que los ingleses llaman guilty pleasure, pero eso indicaría también un excesivo fanatismo en la banda. Así pues, si ya ni siquiera el recurso de Régine es viable, es mejor dejarlo aquí e intentar olvidar que este disco alguna vez existió, además de rogar porque vuelva la musa que otras veces alumbró a la pareja Butler/Chassagne.
El original libreto está ideado también como una denuncia del consumismo, por lo que la letra de cada canción está diseñada como si fuera el anuncio de un producto y su duración como si fuera el precio. En cualquier caso, una obra musical por lo primero que debe valorarse es por la música, puesto que el libreto pertenece al mundo del diseño gráfico y el concepto lírico al mundo de la literatura. Por tanto, estamos ante un lamentable álbum que ha sido un gran éxito de ventas por el efecto halo de su merecido prestigio adquirido. Si atendemos a casos similares ocurridos históricamente, la previsión es de que su siguiente álbum venderá mucho menos, sea mejor o peor. También sabemos por casos anteriores que el éxito de ventas de este disco tiene el peligro de hacerles incidir en esta fase electrónica, algo que no tendría mayor problema si las composiciones tuvieran el nivel melódico y creativo de antaño. En fin, seguiremos deseando que esto no haya sido más que un traspié en su trayectoria.
WE
Notre disque, Esther
Año de publicación: 2022
Puntuación:
1) Age Of Anxiety I; 2) Age Of Anxiety II (Rabbit Hole); 3) Prelude;
4) End Of The Empire I–III; 5) End Of The Empire IV (Sagittarius A*);
6) The Lightning I; 7) The Lightning II; 8) Unconditional I (Lookout Kid);
9) Unconditional II (Race And Religion); 10) We.
Como gran grupo del siglo XXI, un nuevo álbum de Arcade Fire es un acontecimiento, independientemente de cuál ha sido su trayectoria reciente. Habíamos asistido a una evolución clara hacia la electrónica desde las tímidas incursiones de The Suburbs y la confirmación de Reflektor, hasta abrazar por completo la electrónica en Everything Now. Desgraciadamente, este último álbum había demostrado que no se trataba de una evolución del grupo, sino de una involución absoluta hasta diluirse en la mediocridad musical imperante. Parece que al final se dieron cuenta de los errores cometidos y esta involución última la transforman en volver a sus raíces, a lo que siempre sabían hacer como banda. Eso sí, la noticia de que Will Butler, el hermano de Win, dejó el grupo tras la grabación de We, hace pensar en si se había recuperado el espíritu y la camaradería de sus primeros años, o si esto significa un último esfuerzo en hacer algo juntos al nivel de lo que debería ser el grupo, como si fuera el Abbey Road de los Beatles. En cualquier caso, el cambio de rumbo a seguir debía tener solidez en la mesa de grabación y por ello se hicieron con los servicios del gran productor Nigel Godrich, quien consigue hacer aflorar lo mejor de Arcade Fire en las circunstancias actuales. Aparte de todo ello, el mundo había cambiado mucho en los últimos tres años y esta banda siempre ha sido sensible en sus letras a las transformaciones sociológicas globales. Y bueno, como ocurre con la mayoría de la obra de esta banda, se ha de escuchar varias veces We para que la grandeza de las melodías y las composiciones aflore, aunque no estemos ante lo mejor de Arcade Fire.
Como observamos en los títulos, el grupo intenta agrupar temáticamente sus composiciones, aunque musicalmente no hay mucha unidad. El precioso inicio de piano de ‘Age Of Anxiety I’ ofrece una inmejorable primera impresión que se refuerza por la humilde parte vocal que transmite toda la resignación de los tiempos de crisis mundial que vivimos, no solo por la alienación derivada de la pandemia sino también por la crisis energética y la de alimentos que está siempre a la vuelta de la esquina y que mantiene una situación de debilidad que se alarga en el tiempo. Este tema nos vuelve a mostrar lo mejor de esta banda, incluso cuando hacia la mitad del tema se acelera el ritmo y parece que se vuelve al estilo de Everything Now. Trae los peores recuerdos escuchar la voz manipulada de Régine, muy aguda, que no se sabe por qué lo emplea como recurso. Quizá sea porque le guste la voz femenina del conjunto sudafricano Die Antwoord, pero de esos extremismos musicales es mejor escoger otras ideas más agradables. La que sí nos devuelve a la vulgaridad del álbum anterior, aunque quizá pueda pasar por una reescritura de algo de Reflektor, es ‘Age Of Anxiety II (Rabbit Hole)’, lo más flojo del disco, cuyo comienzo (“Rabbit hole, yeah, plastic soul, yeah”) resulta muy cansino cuando ya se ha escuchado por primera vez la canción. En su segunda mitad aparece un fragmento cantado por Régine, pero no aporta nada y los casi siete minutos de este tema están destinados a las pistas de baile, no a escucharlos en casa.
El medio minuto de ambientación de ‘Prelude’ tampoco tiene mucha utilidad y pronto entra el minimalismo inicial de ‘End Of The Empire I–III’, que va creciendo conforme avanza y nos ofrece un estribillo de arena-rock que nos hace recordar que al grupo todavía le queda algo de grandilocuencia de estrella y ya no son los chicos entusiasmados de sus inicios. Respecto a ‘End Of The Empire IV (Sagittarius A*)’, solo cobra algo de brío y de interés a partir de los dos minutos, cuando añaden algo de ritmo a lo que viene resultando hasta ese momento (e incluso después) demasiado lento. Y lo de “Don't believe the hype” ya lo cantaban los Public Enemy a finales de los ochenta. Algo similar a lo ya citado ocurre con ‘Unconditional I (Lookout Kid)’, que comienza en forma de sencillo tema acústico para luego llegar a un estribillo cantable. Le sobra la deficiente melodía de teclado que añaden hacia el final, muy simplona para un grupo como Arcade Fire.
Curiosamente y contra todo pronóstico, lo mejor de We es lo que más recuerda a Everything Now: ‘Unconditional II (Race And Religion)’, un título que parece un lema de partido de extrema derecha. Nos adentramos aquí en terreno de Régine Chassagne, un terreno electrónico donde nos regala muchas melodías vocales, todas pegadizas y emocionantes. Participa cantando nada menos que Peter Gabriel, a quien apenas se le escucha durante buena parte de la canción pero que en la coda se complementa muy bien con la voz de Régine. Esta canción demuestra que el problema de Everything Now no era su armazón electrónico sino la falta de inspiración para componer música original. El comienzo de ‘The Lightning I’ también es para quitarse el sombrero, pues crean una atmósfera de aflicción al estilo de The Who en ‘Love, Reign O'er Me’. Luego engancha la emotiva parte vocal y el optimista mensaje del estribillo cantado a dúo: “We can make it if you don't quit on me”, así como el delicioso puente cantado por Chassagne y que nos acerca a la segunda parte. Sin descanso alguno se enlaza así con esa segunda parte (‘The Lightning II’), que es totalmente diferente y muestra la desesperación de quien busca encontrar una respuesta pero no la puede obtener porque en un mundo tan global hay demasiadas respuestas, aunque todas ellas inconsistentes.
Para finalizar el álbum, nada mejor que la canción más sencilla y humilde del contenido, ‘We’, que sin abandonar el gusto por la melodía nos transmite la reflexión de que hay momentos en la vida en que uno se ha de detener, repensar su vida y volver a empezar. Deja así, al mismo tiempo, una sensación de descanso para un álbum que desconcierta en la primera escucha. De manera similar a The Suburbs, que en primera escucha dejaba una sensación de indiferencia e irregularidad en buena parte de su contenido, no entran ganas de escuchar We por segunda vez. En este último caso, tampoco es que vaya a entusiasmar después, pero después de la cuarta escucha uno sí que está más que dispuesto a volver a escuchar y disfrutar la mitad del contenido del álbum. La otra mitad podría olvidarse sin problema, pero quedémonos con lo positivo, que es el retorno digno de una gran banda, puede que la mejor de lo que llevamos de siglo.
VÍDEOS
MIROIR NOIR
Año de publicación: 2009
Esta extraña película documental entremezcla fragmentos de experimentación audiovisual con extractos de conciertos y de la grabación de Neon Bible. Lo poco que puede verse de la grabación es bastante curioso, aunque la verdadera joya del vídeo es una interpretación por parte de la banda al completo (estamos hablando de ocho personas) de ‘Neon Bible’ embutidos en un ascensor, donde cada miembro elige contribuir de alguna manera, lo que incluye dar golpes a las paredes o rasgar una revista como percusión. La experiencia la vuelven a repetir después Win y Régine a solas cantando ‘Windowsill’ en otro ascensor, pero esta vez en movimiento. Hablando de esta pareja, en la película queda claro que ellos son el alma musical de la banda, pero así mismo refleja también el gran ambiente grupal que se respiraba y el entusiasmo que demostraban todos en pro del beneficio común.