CLÁSICOS DEL ROCK
ANÁLISIS DE LAS DISCOGRAFÍAS DE LOS ARTISTAS Y GRUPOS IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA ROCK
ALICE COOPER
2019
1) Titanic Overture; 2) 10 Minutes Before The Worm; 3) Sing Low, Sweet Cheerio;
4) Today Mueller; 5) Living; 6) Fields Of Regret; 7) No Longer Umpire; 8) Levity Ball;
9) B.B. On Mars; 10) Reflected; 11) Apple Bush; 12) Earwigs To Eternity;
13) Changing Arranging.
PRETTIES FOR YOU
Año de publicación: 1969
Puntuación:
2019
En sus orígenes, el nombre de Alice Cooper estaba referido a una banda oriunda de Detroit que comenzaba su carrera enganchándose al carro de la post-psicodelia más excéntrica. No sería hasta la desbandada de mitad de los setenta que el cantante Vincent Furnier se apropiaría del nombre para sí mismo, incluso de manera legal, ya que se cambió su nombre real por el de Alice Cooper. De ahí que la identificación absoluta del nombre con la persona haga olvidar sus orígenes verdaderos. Así mismo, el estilo que desarrollaron en estos inicios nada tiene que ver con lo que podemos asociar con este tipo/grupo. Pero algo tendrían de especial cuando Frank Zappa les echó el ojo y los fichó para su discográfica, participando también en las labores de producción.
Sobre el papel, se muestran como un entusiasta quinteto que incluye dos competentes guitarristas, Buxton y Bruce, detalle que augura unas estructuras instrumentales densas en las ejecuciones, pero se les nota demasiado la falta de experiencia y la mano de Zappa tampoco se intuye por ningún lado. El comienzo no es muy halagüeño, puesto que ‘Titanic Overture’ parece una broma, como si fuera de verdad la obertura de la banda sonora de una película sobre el Titanic. Encontramos en el disco bastantes temas cortos, que en el caso de ‘B.B. On Mars’ y ‘Earwigs To Eternity’ son bastante enérgicos y la escasa duración juega en su favor, ya que antes de finalizar ya se percibe que están desvariando un poco. Peor resulta la experimentación desfasada de ‘10 Minutes Before The Worm’.
Que Alice Cooper eran una banda de componente teatral importante ya se dejaba entrever en canciones más propias de un musical rock como ‘Today Mueller’ o ‘No Longer Umpire’, donde demuestran que tenían habilidad para ello. Pero la falta de experiencia se nota bastante y la producción tampoco es para tirar cohetes, por mucho que esté Frank Zappa al mando, por lo que canciones de las que se podría haber extraído más como ‘Reflected’ o ‘Fields Of Regret’, acaban sonando demasiado caóticas y toscas. Precisamente ‘Reflected’ sería regrabada bajo el título de ‘Elected’ unos años más tarde, para incluirla en el Billion Dollar Babies (1973). Lo que sí debió gustarle a Zappa son los cambios súbitos de ritmo en temas como ‘Sing Low, Sweet Cheerio’, el cual posee un inicio llamativo y esperanzador que contrasta con el excesivo caos sonoro que emerge en la segunda mitad. De manera similar en cuanto a los incontables cambios de ritmo se sucede ‘Changing Arranging’, por lo que hay que asimilar primero tanto desconcierto para comenzar a degustar los riffs y melodías vocales que van apareciendo.
Extraída de un concierto, ‘Levity Ball’ parece una imitación amateur de los Pink Floyd de Syd Barrett, sobre todo en la sección instrumental central con esos aullidos astrales y la percusión casi tribal. También peca de demasiados excesos ‘Apple Bush’, lo cual es una lástima por la melódica parte vocal de corte coral que posee, ya que suena muy bien. En cuanto a ‘Living’, podrían pasar por cualquiera de las bandas psicodélicas de los años previos como Moby Grape, aunque para 1969 no era ese estilo lo más moderno del momento.
En resumen, Alice Cooper comenzaban sonando como una banda psicodélica más del montón, cuando ya no quedarían muchas que hicieran algo así (tan rápido se sucedían los estilos musicales en esa época). Aun así, se advierten trazas de lo que iba a ser su futuro inmediato, pero todavía estamos en una fase primeriza en la cual les quedaba mucho por aprender y progresar. Por lo que se conoce, el propio Furnier abomina de este debut que no deja de ser una curiosidad sin mayor trascendencia.
EASY ACTION
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) Mr. & Misdemeanor; 2) Shoe Salesman; 3) Still No Air; 4) Below Your Means;
5) Return Of The Spiders; 6) Laughing At Me; 7) Refrigerator Heaven;
8) Beautiful Flyaway; 9) Lay Down And Die, Goodbye.
La continuación del debut de Alice Cooper mantiene en cierta manera los parámetros ya establecidos, pero se mejora ligeramente la composición y también comienza a desarrollarse un poco más la música que se antoja ideal para los futuros devaneos teatrales en directo de su cantante. La unidad de la banda es total, como atestigua esa portada impersonal donde nadie destaca sobre nadie. Incluso las canciones vienen firmadas por el quinteto al completo, muestra inequívoca del buen ambiente de camaradería que reinaba en el seno del grupo.
Una canción que podríamos asociar fácilmente con la idea que podamos tener del Alice Cooper clásico es sin duda ‘Mr. & Misdemeanor’, ideal carta de presentación porque aúna el rock duro con los cambios de ritmo y la teatralización, conformando una sugerente mezcla que despejaba el camino a nuevas posibilidades creativas. ‘Still No Air’ también muestra la vertiente teatral del grupo, pero todavía de un modo algo amateur. De hecho, ‘Still No Air’, así como ‘Refrigerator Heaven’, son unas caóticas muestras de extravagante rock de garaje, muy curiosas ambas pero en muchos momentos no demasiado agradables para el oído. Lo que no acababa de casar muy bien con esta banda son las baladas, como queda demostrado en ‘Shoe Salesman’, una mera imitación de las baladas pop de los grupos ingleses de la segunda mitad de los sesenta. Nos podríamos imaginar algo así insertado en Flowers de los Rolling Stones, por ejemplo. Y es que, en principio, las canciones lentas no parecen la opción ideal para este grupo, pero durante su carrera demostrarán que saben desglosar bellas melodías con convicción, como es el caso aquí de ‘Beautiful Flyaway’. Precisamente en ‘Laughing At Me’ se conjugan las mejores melodías vocales de todo el álbum.
La parte central del álbum está dedicada a un par de temas de amplio contenido instrumental, donde quedaba claro que el cantante no era entonces el elemento más significativo del sonido de la banda. En ‘Below Your Means’ se marcan una combativa jam que deja casi obsoletos a los primeros Grateful Dead. Menos mal que estos últimos ya habían evolucionado (¿involucionado?) hacia a la música de raíces en este mismo año. Todavía más aventurada y sugerente resulta ‘Return Of The Spiders’, puesto que la batalla entre los dos guitarristas se recrudece con un resultado más atrayente todavía. Introducen un falso final como pequeña broma para que se reemprenda toda la crudeza de unos músicos que se están dejando la piel en cada nota. Ya no será hasta el último tema, el estrambótico ‘Lay Down And Die, Goodbye’, que nos toparemos de nuevo con otra nueva improvisación, pero en esta ocasión de tintes psicodélicos y atonales, peor incluso que los peores excesos que podamos pensar respecto a los primeros Pink Floyd.
Así pues, este álbum deja una sensación de ligera mejora, si bien todavía queda lejos de sus mejores obras. Había que mejorar mucho más en la composición y acabar de perfilar un estilo propio mediante el que aprovechar de forma original el talento y las capacidades de cada uno de los músicos. Pero bueno, nadie dijo que los comienzos fueran fáciles.
LOVE IT TO DEATH
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Caught In A Dream; 2) I'm Eighteen; 3) Long Way To Go; 4) Black Juju;
5) Is It My Body; 6) Hallowed Be My Name; 7) Second Coming;
8) Ballad Of Dwight Fry; 9) Sun Arise.
El gran salto cualitativo que convierte a Alice Cooper en una banda imprescindible y no en otra más del montón, como era hasta este momento, llega mediante este sensacional disco. Además de la impresionante mejora en el apartado compositivo, asistimos aquí al debut como productor del afamado Bob Ezrin, quien comenzaría así una colaboración conjunta junto a Alice Cooper de varios años, así como una larga carrera con aclamados trabajos en su currículum, como por ejemplo The Wall de Pink Floyd.
El grito existencial de ‘I'm Eighteen’, la canción más conocida del álbum, puede tomarse como todo un himno generacional que le toma el testigo a ‘My Generation’ de The Who, recreando otro memorable ritmo, más pausado pero de una fuerza tremenda. Pero hay mucho, muchísimo más que descubrir en esta fenomenal obra, que engancha desde el principio gracias a una triada de canciones de gran poderío rockero. La memorable guitarra eléctrica que enlaza cada sección vocal en ‘Caught In A Dream’ es de lo mejor que habían hecho Alice Cooper desde que se formaron. La parte vocal no se queda atrás y muestran una expresividad y una emoción que hasta hace nada brillaban por su ausencia. De igual manera, es imposible no sucumbir al encanto del ritmo adictivo de ‘Long Way To Go’.
La teatralización que asociamos con más facilidad con Alice Cooper aparece sobre todo en la segunda parte del álbum, lo cual serviría para implementar una puesta en escena impactante que ya forma parte de la idiosincrasia de esta banda y, sobre todo, de su cantante. El tenebroso órgano que introduce ‘Hallowed Be My Name’ es solo un señuelo para que nos metamos de lleno en esta pesadilla musical (en el buen sentido) donde abundan unos estupendos pasajes instrumentales, con especial mención del sensacional juego de guitarras, y una parte vocal muy pegadiza. Por otro lado, la memorable parte vocal de ‘Second Coming’ y diferentes secciones cada cual más emocionante que la anterior, convierten esta canción (la única compuesta por Furnier en solitario) en toda una sensación, si bien su segunda mitad es más discreta al abusar de un ritmo de marcial y una melodía de piano algo simplona. Enlaza directamente con el siguiente tema, ‘Ballad Of Dwight Fry’, una nueva demostración de dominio de la tensión musical bajo una estructura multiparte donde Furnier también realiza una de sus mejores interpretaciones en cuanto al personaje protagonista, un enfermo mental en un manicomio, sobre todo en la segunda mitad donde ese personaje se muestra en un estado entre el histrionismo y la paranoia.
La post-psicodelia mal entendida vuelve a aparecer en ‘Black Juju’, cuyo comienzo parece que sea una estrambótica mezcla entre ‘Set The Controls For The Heart Of The Sun’ y ‘A Saucerful Of Secrets’ de Pink Floyd. Para colmo, hacia la mitad se lanzan a un minimalismo de percusión y susurros donde suenan a grupo vanguardista amateur. Pero bueno, era inevitable que quedaran todavía vestigios del pasado reciente. Eso sí, no hay que perderse el impresionante solo de guitarra del último minuto y medio, algo que puede pasar desapercibido para quien, con buen criterio también, decida no tener la suficiente paciencia para aguantar los siete minutos y medio previos. En la extensa coda de ‘Sun Arise’, la versión de un tema de principios de los sesenta, parece que estemos escuchando a los Beach Boys, aunque primero encontramos como pequeño premio un largo solo de guitarra como no encontraremos otro en este álbum. Lo que nos queda, aparte de lo ya citado, es un potente y consistente rock (‘Is It My Body’) que no está nada mal, pero que no llega al mismo nivel de grandeza que la mayoría de temas que encontramos aquí.
En cualquier caso, estamos ante un disco casi perfecto que no deja de ser por ello toda una obra maestra del rock teatralizado, si perdonamos el desvarío de ‘Black Juju’. Este gran salto cualitativo no iba a ser, afortunadamente, flor de un día, sino que es el comienzo del verdadero legado musical de estos chicos. Quién lo diría, tras unos dos primeros álbumes tan desalentadores, pero es la demostración de que la experiencia es necesaria para la evolución y mejora de cualquier artista.
KILLER
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Under My Wheels; 2) Be My Lover; 3) Halo Of Flies; 4) Desperado;
5) You Drive Me Nervous; 6) Yeah, Yeah, Yeah; 7) Dead Babies; 8) Killer.
Seguían progresando y mejorando como músicos y compositores, por lo que en este nuevo álbum las composiciones se vuelven más complejas y en algunos casos extensas, de tal manera que pueden acoplarse mejor a la teatralización buscada del sonido como vehículo para el show particular de su cantante. En los mandos de la producción seguía Bob Ezrin, la persona idónea para entender lo que quería ofrecer este grupo tan talentoso y con tantas ideas que implementar.
El comienzo proto-punk de ‘Under My Wheels’ deja pronto paso a lo que es un rock de corte clásico caracterizado por la voz particular de Furnier. Fue elegido como single de presentación, toda una sorpresa por estar alejada de lo más emocionante que ofrece este álbum. La siguiente canción, ‘Be My Lover’, es también la segunda canción que salió publicada como single y solo puede destacarse su efectivo estribillo, ya que el resto del tema se mantiene en parámetros canónicos del rock. Así pues, no es hasta el tercer tema, ‘Halo Of Flies’, que entramos en el verdadero meollo de este álbum. Sobrepasando los ocho minutos de duración, esta fabulosa suite rockera transita por diferentes secciones, cada cual mejor que la anterior. Por ejemplo, cerca de los cuatro minutos aparece un frenético ritmo que los sitúa en la primera línea del rock duro.
Las otras dos piezas de una duración algo más larga de lo habitual son las que cierran el disco. El tema que da título al álbum se inicia con unas inquietantes líneas de bajo acompañadas por una variada percusión, a los que se van añadiendo acordes sueltos de guitarra y luego la voz algo más grave de lo normal. La parada que hacen sobre los 4:30 minutos para introducir la coda en forma de lúgubre parte de órgano con la voz de fondo de Furnier y una percusión algo marcial, consigue crear una ambientación de réquiem ideal como broche final de este álbum. Más tétricos se vuelven en ‘Dead Babies’, no solo por una letra un tanto desafortunada (como lo es también la voz de bebé que se escucha) sino por el tono menor con el que se desenvuelven. Su comienzo sigue los mismos parámetros de transitar de la calma a la rabia contenida de su potente estribillo, finiquitado con unos melódicos y sorprendentes “la, la, la”.
En las canciones más cortas también brillan con especial fiereza, como es el caso de ‘You Drive Me Nervous’ o ‘Yeah, Yeah, Yeah’, esta última de curiosa construcción al comenzar como un tema rock casi de corte clásico y luego ir progresando hasta entrar en terreno hard. En cambio, ‘Desperado’ es un consistente rock cuya mejor parte es paradójicamente la más suavizada, cuando se escuchan los violines.
Llegados a este punto, es inevitable llegar a la pregunta: ¿Cuál es mejor, Love It To Death o Killer? ¿Están al mismo nivel? Aquí podríamos decir que sí, pero la respuesta final dependerá de cada persona. La diferencia principal es que en Love It To Death la música es más directa, más sencilla, mientras que en Killer la música se vuelve más compleja y madura. De todas maneras, consiguen transmitir una gran emoción por caminos bien diferentes y por eso ambas pueden considerarse a un nivel similar, consolidando a Alice Cooper como uno de los grandes grupos de los años setenta.
2020
SCHOOL'S OUT
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) School's Out; 2) Luney Tune; 3) Gutter Cat vs. The Jets; 4) Street Fight;
5) Blue Turk; 6) My Stars; 7) Public Animal #9; 8) Alma Mater; 9) Grande Finale.
2020
Ya habíamos visto con anterioridad el aspecto teatral de este grupo, pero hasta ahora no lo habían desarrollado a lo largo de un álbum completo, que es lo que tratan de hacer en este nuevo trabajo. No es que haya un guion definido (algo por otra parte imposible cuando la composición se repartía entre todos los miembros), pero sí se mantiene más o menos una temática similar en toda la obra, esto es, sobre la época escolar. El concepto de “álbum conceptual” queda un poco vago. La citada teatralización no tiene que ver tanto con Broadway como con la mentalidad del glam-rock, que ya despuntaba como la moda del momento gracias a los éxitos de T. Rex o David Bowie, o de otros nombres hoy día tan justamente olvidados como Sweet o Gary Glitter.
Uno de los temas más carismáticos de la carrera de Alice Cooper es sin duda ‘School's Out’. Curiosamente, el ritmo empleado para las estrofas trae ecos de ‘Roadhouse Blues’ de los Doors, pero en cualquier caso es uno de los himnos de esta banda, de sencillo pero poderoso estribillo. Análogamente, el conciso ritmo de ‘Luney Tune’ engancha desde el principio, con un toque tenebroso que mantiene en vilo todo el tiempo, además de poseer un par de estridentes solos de guitarra que potencian la inquietud. Eso sí, hacia la mitad aparece un puente más pop que aporta variedad. Así pues, su parte principal es otra clara inspiración para las canciones más serias de los Ramones. Lo que no sería inspiración para nadie es ‘Alma Mater’. No había algo más alejado de la imagen y estilo de Alice Cooper que las baladas, pero aquí nos cuelan ‘Alma Mater’ y además con la voz algo distorsionada, así que el resultado es algo flojo, aunque en sí la composición tampoco es que esté mal. Pero queda bien claro que debían mejorar mucho en ese aspecto o no dejar que el baterista del grupo compusiera a solas.
Una extraña introducción de aires entre orientales y psicodélicos presentan la caótica ‘Gutter Cat vs. The Jets’, la cual oscila entre la experimentación, el musical y el rock clásico, sin acabar de convencer en ninguna de ellas. En una representación escénica, seguro que tendría más sentido, pero no de esta manera. Como una especie de coda, se le añada ‘Street Fight’, que no es más que un breve acompañamiento instrumental dinámico para la pelea que anuncia su título. En cambio, unas líneas de bajo al estilo Kinks anuncian otro de los grandes temas de este disco: ‘Blue Turk’. Es sobre todo por su memorable estribillo (“But you're so very picturesque / You're so very cold / Tastes like roses on your breath / But graveyards on your soul”), pero la cuidada y diversa estructura instrumental les vuelve a delatar como unos músicos dedicados y sesudos. Precisamente es el apartado instrumental lo que engrandece ‘My Stars’, sobre todo el teclado (que bien podría estar tocado por Bob Ezrin, coautor del tema), ya que en este caso la parte vocal es poco atractiva. Peor todavía resulta abusar del recurso de los “hey, hey, hey”, que está excesivamente explotado en ‘Public Animal #9’.
‘Grande Finale’ es una entretenida reescritura instrumental y orquestal de ‘School's Out’, aunque al final aparezca una de las melodías de ‘Gutter Cat vs. The Jets’. Podría haberse empleado como obertura e introducción del álbum, remarcando así el carácter de Broadway de esta obra, que es un tanto irregular y con marcados altibajos, de tal manera que encontramos algunas de las grandes canciones de la banda y otras que son ciertamente para olvidar, aunque en realidad no encontramos nada ofensivo. Por tanto, es un acierto recomendarla y disfrutar de esos grandes momentos.
BILLION DOLLAR BABIES
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Hello Hooray; 2) Raped And Freezin'; 3) Elected; 4) Billion Dollar Babies; 5) Unfinished Sweet; 6) No More Mr. Nice Guy; 7) Generation Landslide;
8) Sick Things; 9) Mary Ann; 10) I Love The Dead.
Adoptada la vertiente teatral del grupo como aspecto idiosincrático y visto el buen resultado obtenido con ello, los siguientes álbumes incidirán en una especie de conceptualismo/teatro que repercutirá en la música grabada y los devaneos vocales de Furnier. De esta manera, en muchos momentos de Billion Dollar Babies podemos percibir que estamos asistiendo no solo a una interpretación musical, sino a una interpretación teatral, de ahí que haya pasajes difíciles de entender su existencia en primer término, ya que servirán de acompañamiento instrumental para las ocurrencias de Furnier en el escenario durante los conciertos. En cualquier caso, no suponen ningún problema a la hora de disfrutar de otra gran obra de esta banda.
En principio, no podría esperarse que inauguraran el disco con una versión de una canción ajena que además había sido estrenada previamente por Judy Collins, pero Alice Cooper consiguen que ‘Hello Hooray’ suene como una composición propia, recreando de forma magistral su vertiente de rock teatralizado y enfatizando con la instrumentación sus memorables melodías y cambiante estructura. Más todavía, Furnier realiza una soberbia interpretación vocal y demuestra lo buen cantante que es en el melódico estribillo (“I've been waiting so long to sing my song”). La canción más famosa del álbum es ‘No More Mr. Nice Guy’, que presenta a Alice Cooper en modo comercial y destinado a las radiofórmulas, pero no podía ser comercial de una manera más gloriosa, con tan pegadizo estribillo y potente ritmo. Nuevamente podemos ver influencias hacia los futuros Ramones en ‘Elected’, al trazar paralelismos claros con ese “I wanna be elected”, aunque la entrada de los instrumentos de viento la lleva luego por derroteros bien diferentes, respecto a los Ramones y respecto a lo que había sido su versión original, ya que debemos recordar que es una reescritura de ‘Reflected’ del álbum de debut. En algunos momentos, la parte vocal de ‘Unfinished Sweet’ parece una reescritura de ‘Elected’, pero al menos su extensa parte central es instrumental y gradualmente va tomando interés.
El glam-rock con el que se asocia a veces a Alice Cooper, aunque sea de manera un tanto descuidada, solo lo encontraremos con claridad en ‘Raped And Freezin'’, cuyo estilo lo entronca rápidamente con T. Rex o el David Bowie de la época, aunque aquí meten al final un súbito e inesperado ritmo acústico para darle un toque diferente. Porque esta banda no se restringe a lo eléctrico y por ello también hay lugar para piezas de base acústica como ‘Generation Landslide’, muy pegadiza además y en la que curiosamente se cita el título del álbum. Precisamente, mediante la canción que le da título, ‘Billion Dollar Babies’, demuestran que podían subirse al carro del rock duro y rivalizar con los mejores grupos del género. El apartado instrumental es impecable y de un poderío inaudito, demostrando nuevamente Buxton y Bruce que eran dos guitarristas compenetrados y de primer nivel, quienes incluso tienen la ayuda de un tercer guitarrista en algunas de las canciones, incluida esta. Pero el invitado más ilustre resulta ser nada menos que Donovan, quien se alterna la parte vocal con Furnier cuando a priori ambos artistas no parecen compatibles. La única pero importante objeción que se le puede hacer a este tema es la descarada copia que hace en la melodía vocal del estribillo (“We go dancing nightly in the attic while the moon is rising in the sky”) del de ‘Tell Me To My Face’ de The Hollies. Y es una lástima, porque podríamos estar hablando de una de las mejores canciones de la carrera de Alice Cooper.
La recta final del álbum baja un poco el gran nivel demostrado hasta ese momento, pero sin rebajar la calidad mínima que podemos esperar de estos chicos. Entre teatral y solemne se desarrolla ‘Sick Things’, que puede resultar demasiado pausada pero para eso aparece en el tramo final Buxton al rescate con un gran solo de guitarra. Su final eléctrico enlaza con el piano tétrico de ‘Mary Ann’, el cual también se transforma al final en un jovial piano de honky-tonk (con una melodía al estilo McCartney) para sorpresa del oyente. Tampoco era necesario acabar con el punto necrofílico de ‘I Love The Dead’, sobre todo cuando Furnier se tira tres minutos declamando el título con clara intención teatral. Pero son reparos mínimos que se le pueden hacer a este álbum que mantenía a Alice Cooper en la primera línea musical con ventas incluso mayores, ya que consiguió ser número uno simultáneamente tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido. Con esos resultados inmejorables, pocos podrían prever que se acercaba el final de la banda.
MUSCLE OF LOVE
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Big Apple Dreamin' (Hippo); 2) Never Been Sold Before; 3) Hard Hearted Alice;
4) Crazy Little Child; 5) Working Up A Sweat; 6) Muscle Of Love;
7) Man With The Golden Gun; 8) Teenage Lament '74; 9) Woman Machine.
Resulta sorprendente constatar lo prolífico que era este grupo, algo probablemente debido a Vincent Furnier, ya que con posterioridad a la ruptura de esta primera formación de la banda, este seguiría con una buena media de producción musical. Y es que Alice Cooper como grupo tiene en este álbum su punto y final, las tensiones y diferencias de criterio musical hicieron inevitable que se acabaran separando. De hecho, ni siquiera Bob Ezrin es aquí el productor. Quizá por todo ello encontramos menos contenido teatral de lo que existía en sus anteriores álbumes, es decir, que se centran más en crear rock potente y lineal sin demasiados cambios de ritmo ni sorpresas, sin cerrarse por ello a seguir jugando un poco con las estructuras musicales, pero en determinados momentos.
Un último ejemplo de genialidad de este grupo lo encontramos precisamente en la composición más parecida a lo mejor que habían hecho en estos años dorados, que no es otra que la imprevisible ‘Hard Hearted Alice’. Repleta de memorables melodías, comienza como una especie de balada psicodélica muy intrigante. Unos coros vocales darán paso a una sección mucho más ágil liderada por unas marcadas líneas de bajo, a partir de donde se llegará al fantástico estribillo (“Hard hearted Alice / Is what we want to be”). Aunque el resto del disco no llegue a un nivel tan excelso, seguiremos encontrando competentes composiciones de rock y un dúo de guitarristas envidiable. Todo un homenaje (o quizá antihomenaje) a la ciudad de Nueva York, ‘Big Apple Dreamin' (Hippo)’ presenta un repetitivo riff en primer plano y lo mejor es su elaborado estribillo, además de un notable trabajo de guitarra plasmado en varios solos de los que podrían encumbrar a cualquier guitarrista. Lo que parece una broma es el solo de violín del final.
‘Muscle Of Love’ retoma ese sonido especial que crearon y patentaron Deep Purple en In Rock, porque dos guitarristas como tenía Alice Cooper podían igualar juntos la grandeza de Ritchie Blackmore, aunque aquí uno de ellos ya no es Buxton al no participar por desavenencias con sus compañeros, apareciendo en los créditos por simple formulismo contractual. Y siguiendo con el grupo de Blackmore (¿de Lord?) en su época dorada, casi podemos tomar ‘Man With The Golden Gun’ como una versión simplificada de ‘Black Night’, aunque el intermedio instrumental parece una mezcla de rock surfero con coros de Halloween. Un rock más clásico lo encontramos en ‘Never Been Sold Before’ o ‘Working Up A Sweat’, pero sin perder ese punch especial que sabían imprimir los Alice Cooper sin problema. Nuevamente deciden incluir una balada que no pasa de lo aceptable, ‘Teenage Lament '74’, que en su tramo final acelera el ritmo para tener así un toque diferente. Lo más destacado que tiene es la inimaginable participación en los coros de Liza Minnelli, quien por entonces ya habría recibido su merecido premio Oscar por los inolvidables números musicales de Cabaret. Por otro lado, en estilo Broadway con profusión de instrumentos de viento pero implementado con intrigantes melodías se desenvuelve ‘Crazy Little Child’.
Colocar al final un tema tan desconcertante y que vaga sin rumbo como ‘Woman Machine’ no es la mejor carta de despedida de este grupo, pero ahí la tenemos y al menos se agradece que tenga un reconocible riff bien potente, si bien quizá abusan un poco de él. A partir de ahora Alice Cooper se transforma y pasa de ser una banda a ser una persona, de tal manera que Furnier seguirá con el nombre y tendrá vía libre para continuar con su criterio musical. Por tanto, pronto volverá Bob Ezrin como productor y la teatralización será ya una característica inconfundible asociada a Alice Cooper.
WELCOME TO MY NIGHTMARE
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Welcome To My Nightmare; 2) Devil's Food; 3) The Black Widow; 4) Some Folks;
5) Only Women Bleed; 6) Department Of Youth; 7) Cold Ethyl; 8) Years Ago; 9) Steven; 10) The Awakening; 11) Escape.
Vincent Furnier tenía su propia visión artística y por ello la sustitución de sus excompañeros por nuevos músicos no resultó traumática, más bien balsámica para que ya el artista en solitario pudiera realizar lo que tenía en mente sin objeciones. Y en cualquier caso, los nuevos guitarristas Dick Wagner y Steve Hunter (quienes venían de trabajar con Lou Reed) probaron ser unos grandes reemplazos de Bruce y Buxton, por lo cual se mantendrán en los siguientes álbumes, sobre todo Wagner, quien se convertirá en fijo hasta la caída de Alice Cooper en la vulgaridad a partir de la segunda mitad de los ochenta. Esta nueva obra donde ya se mimetiza el nombre de Alice Cooper con la figura de Vincent Furnier (incluido el cambio legal en el registro civil) se configura como álbum conceptual y, sobre todo, como obra audiovisual. Para tales menesteres, vuelve Bob Ezrin a la producción y también a la composición, pues Furnier necesitaba gente con una visión similar a la suya para conseguir sus objetivos.
La canción que inicia y da título al álbum es Alice Cooper en estado puro, es decir, cuando combina equilibradamente teatralización y rock. Tras una inquietante introducción, entra un sólido ritmo (en parte gracias al gran Tony Levin) que recuerda al de algún pasaje de ‘The Soft Parade’ de The Doors, como si Furnier estuviera también encarnando la aparición fantasmagórica de Jim Morrison como pesadilla lírico-musical. Sorprende escuchar vientos tan prominentes, pero ese será ya un recurso más de la carrera de Alice Cooper como artista en solitario. El empleo del phasing en ‘Devil's Food’ parece excesivo, lo cual unido a la teatralización total de la segunda mitad (que incluye una extensa parte narrada por parte del actor Vincent Price), nos anuncia definitivamente que este disco va más allá de la música. Precisamente Price aparecerá como actor invitado en el especial televisivo que se sacaron de la manga para publicitar este espectáculo teatral con el título de The Nightmare. También se nos habla de la viuda negra que llega a continuación, toda una delicia porque ‘The Black Widow’ contiene uno de los riffs más fieros de todo el álbum y nos retorna a la agresividad primigenia de cuando eran un grupo, aunque la parte de teclado del final rebaja el tono bastante.
Quien pensara que la temática de Alice Cooper iba a estar dedicada a provocar dentro de su tono pre-gótico, se sorprenderá al encontrar una pieza de pop jovial como ‘Department Of Youth’. Aunque anteriormente ya se habrá sorprendido de escuchar un recurso tan de Broadway como los chasquidos de dedos de ‘Some Folks’, una de las canciones que más suena a musical sin que ello sea desmerecerla, pues suena pegadiza y posee un estribillo cantable. Algo comercial se había vuelto también Alice Cooper cuando era capaz de incluir una balada tan lineal y convencional como ‘Only Women Bleed’, tan solo salvada del desastre total por sus potentes pasajes instrumentales. De todas maneras, tampoco era mayor problema si encontramos un potente rock duro pero sin perder un cierto sabor clásico como el de ‘Cold Ethyl’, cuya parte instrumental y vocal en las estrofas seguro que les dio una buena idea a Queen para su tema ‘One Vision’.
Una de las piezas centrales de este disco es ‘Steven’, puesto que es el nombre del protagonista de la historia. Un piano propio de banda sonora de película de terror ya nos introduce en esta introducción al miedo infantil, donde Furnier vuelve a cantar como si fuera el niño protagonista, hasta que llega el estribillo donde se repite el nombre de una manera entre épica y tétrica. Para no fallar, vemos que la melodía inicial de teclado se desarrolla en la sección central de una manera directamente inspirada en Bach. Pero la canción que hace honor al título del álbum por reflejar musicalmente lo que sería una pesadilla es ‘Years Ago’, pues el ritmo de vals marcado de clavecín ya hace pensar en tinieblas decimonónicas, a lo cual se añaden efectos sonoros varios y la voz engañosamente amistosa de Furnier, que hace el resto. Si la idea está bien realizada o no, dependerá del gusto de cada persona, pues algunas se introducirán en la ambientación especial y otras lo pueden rechazar como un truco barato.
El comienzo tan lento de ‘The Awakening’ puede inducir paradójicamente a un estado letárgico, pero transcurrido el primer minuto se llega a un emocionante estribillo que consigue despertarnos en caso de habernos despistado. En cualquier caso, ‘Escape’ finaliza el álbum en modo de emocionante glam-rock como manera de relajarnos ante tanta tensión acumulada, es decir, para quien haya conseguido introducirse en la pesadilla musical propuesta, que es la manera de disfrutar al máximo esta obra. Es probable que se requiera un acompañamiento visual que ayude a esa introducción mental en la obra y Alice Cooper también lo pensó. Aparte del citado especial televisivo, se publicará un año después la grabación de un concierto con la interpretación íntegra de esta obra en directo, bajo el mismo título de Welcome To My Nightmare.
GOES TO HELL
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Go To Hell; 2) You Gotta Dance; 3) I'm The Coolest; 4) Didn't We Meet;
5) I Never Cry; 6) Give The Kid A Break; 7) Guilty; 8) Wake Me Gently;
9) Wish You Were Here; 10) I'm Always Chasing Rainbows; 11) Going Home.
Tras la pesadilla del álbum previo, Vincent quiso superar su impacto psicológico y para ello ahora tocaba ir directamente al infierno. Esto es lo que diríamos como introducción si no hubiéramos escuchado nada de Alice Cooper Goes To Hell. En la práctica, poco infierno observamos más allá de la canción que le da título y nuevamente asistimos a una obra de intención teatral que nunca olvida su sustrato de rock. Este álbum compendia las diferentes facetas que Alice Cooper había mostrado ya en el anterior, es decir, de esta nueva fase de su carrera, de tal manera que ofrece lo que todos sus seguidores/as podrían esperar de él. Y no defrauda. Las decepciones ya llegarán con el transcurso de los años, pero aquí todavía podemos disfrutar de la inspiración de Cooper, Wagner (el guitarrista, claro) y Bob Ezrin a la hora de componer y también de llevar a cabo la grabación.
Aunque su comienzo es discreto y las estrofas parecen un poco toscas al principio, lo cierto es que ‘Go To Hell’ va cobrando fuerza conforme avanza y se mantiene en esos parámetros de rock duro donde Alice Cooper ha creado algunos de sus himnos más reconocibles. Los solos de guitarra son salvajes y plenos de poderío y el mejor momento del apartado vocal es cuando cantan “You're something that never should have happened / You even make your grandma sick”. El tono tétrico pero calmado de ‘I'm The Coolest’, con la voz de ultratumba de Cooper, nos mantiene en vilo durante más de un minuto sin saber qué va a ocurrir. Se acaba incrementando el tono con unos arreglos de rock, pero es muy breve el cambio y queda así como una discreta canción teatralizada. De manera muy tranquila se inicia también ‘Didn't We Meet’, poseedora de una estructura variada y muy atractiva, finiquitada en el memorable estribillo: “Didn't we meet in the night in my sleep somewhere?”. El soberbio intermedio instrumental muestra también a unos músicos en estado de gracia.
Mediante la valerosa ‘Guilty’ parece que se acerque por unos momentos al glam-rock de David Bowie de la época de Ziggy Stardust. Si alguien había pensado en la posibilidad de poder bailar con una canción de rock (aunque también con algún toque funk) de Alice Cooper, la respuesta está en ‘You Gotta Dance’, de infeccioso riff y estribillo, aparte de contener un interesante cambio de ritmo donde se desliza brevemente por el vodevil: “I'm so hot it makes me shiver / Makes me wet, makes me slide”. El funk aparece más claramente en ‘Wish You Were Here’ para transformarse pasados los tres minutos en un mastodonte de rock duro con los dos guitarristas Wagner y Hunter en su salsa.
El momento de las baladas llega mediante la convencional aunque perfectamente ejecutada ‘I Never Cry’. Mejor sensación deja ‘Wake Me Gently’ al contener un efectivo solo de guitarra y contener mejores melodías el apartado vocal. En cambio, ‘Give The Kid A Break’ es una balada retro estilo finales de los cincuenta/principios de los sesenta con un intermedio instrumental más dinámico. Las ganas de tener alguna especie de himno el estilo de ‘I Love The Dead’ para cantar con el público en los conciertos le lleva a grabar las dos últimas canciones de este disco. En primer lugar está la floja ‘I'm Always Chasing Rainbows’, la versión de una vieja canción que comienza como una pieza de piano solo de estilo cabaretero, mientras que ‘Going Home’ sí que consigue recoger ese carisma de las producciones teatrales de Broadway, que al fin y al cabo es lo que busca Alice Cooper dentro de los confines del rock.
En la época de grabación de este álbum Alice Cooper no estaba con buena salud pero afortunadamente eso no se refleja en la música. De hecho, probablemente sea complicado encontrar alguna época en que su salud no estuviera afectada. En resumen, se trata de un álbum recomendable que no debería perderse nadie, pues agradará hasta a quienes no profesen una devoción especial por la música teatralizada, pues el lenguaje de rock actúa como perfecto catalizador.
2021
LACE AND WHISKEY
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) It's Hot Tonight; 2) Lace And Whiskey; 3) Road Rats; 4) Damned If You Do;
5) You And Me; 6) King Of The Silver Screen; 7) Ubangi Stomp;
8) (No More) Love At Your Convenience; 9) I Never Wrote Those Songs; 10) My God.
2021
Llegó el día en el que Alice Cooper se cansó de toda la parafernalia de pesadillas y demonios. Como necesitaba un concepto general para la nueva obra (aunque luego haya canciones que nada tengan que ver con el concepto), la opción elegida fue crearse el personaje de un detective borrachín. El título resulta gracioso cuando descubrimos que Alice (o sea, el antiguamente conocido como Vincent Furnier) estaba alcoholizado perdido en esa época, de tal manera que no le resultaría difícil encarnarse en su nuevo personaje. Esta nueva personificación le servía de excusa también para introducir estilos ajenos a la imagen de músico de rock duro (aparte de teatral) que se había forjado en sus años de éxito.
No obstante, un fiero riff de guitarra marca indeleblemente ‘It's Hot Tonight’, la cual mantiene la tradición de comenzar los álbumes de forma impactante. Lo mejor es su impresionante solo de guitarra. El característico rock teatralizado de Alice Cooper, con sus imprevisibles cambios de ritmo, llega a sus cotas máximas en la canción que da título al álbum, poseedora de un elaborado y memorable estribillo al que se llega a partir de unas épicas estrofas donde podemos escuchar hasta castañuelas. Como reafirmación de su estatus, mediante el avasallador ritmo de ‘Road Rats’ demuestran que pueden colocarse a la altura de AC/DC, pues se trata de un potente rock duro de cortante parte vocal. Sin embargo, tras un comienzo de álbum tan abrumador, es a partir de ‘Damned If You Do’ que las cosas empiezan a torcerse hacia un camino más alejado del rock potente al que nos tiene habituados. Esta canción se desenvuelve como un boogie-rock agradable pero también convencional. En cambio, ‘Ubangi Stomp’ es un inofensivo rock'n'roll al estilo de los años cincuenta, con Alice cantando como si fuera un tímido Elvis.
‘You And Me’ es la típica balada comercial, buscando la lágrima fácil y excediéndose con los edulcorados arreglos orquestales. Sorprendentemente fue elegida como single de presentación y seguro que fue la excusa perfecta en su momento para fustigar este álbum. Quizá la letra de ‘I Never Wrote Those Songs’, otra balada que llega hacia el final del disco, sea su manera de pedir perdón respecto a ‘You And Me’. Sin embargo, en ‘I Never Wrote Those Songs’ se aprecia un propósito diferente al buscar la emoción a través de la épica ante la redención que busca la letra, siendo así más fácil que les salga convincente de esta manera. El solo de saxofón del final quizá suena demasiado estándar y podrían haber recortado así un trozo del tema sin problema, pero puede escucharse con agrado.
Mediante ‘King Of The Silver Screen’ parece que se introducen en el mundo del hard-rock melódico de Rainbow, aunque pronto se diferencia en el tratamiento teatralizado que le aplican, introduciendo esos incisos instrumentales donde parece que estén acompañando alguna historia. A destacar el brutal solo de guitarra que llega tras la súbita parada que hay hacia la mitad del tema. Eso sí, le sobra tanta referencia al “Gloria, Gloria, Aleluya” del himno patriótico estadounidense, porque la primera vez hace gracia pero la segunda ya cansa. Por otro lado, es inevitable escuchar ‘(No More) Love At Your Convenience’ y no pensar en ABBA, pues hasta voces femeninas acompañan todo el tiempo a Alice. Esto es Europop, casi disco, pero ejecutado con buen gusto y además con unas memorables estrofas a mayor gloria de cualquier grupo de disco-pop, pero de los buenos. Si unimos un paso de este tipo con la citada ‘You And Me’, quizá podamos entender qué es lo que soliviantó a quienes consideraron este álbum un desastre y de ahí provenga su mala prensa.
El humor de Alice le lleva a poner unos sonidos de órgano de iglesia como introducción de ‘My God’ y más adelante unos angelicales coros femeninos cantando en latín, aunque la canción en sí es bastante discreta, por mucho que esté enfocada como un himno. Que nadie espere tampoco una canción antirreligiosa porque el título está referido a la expresión inglesa de sorpresa “My God!”. Pero bueno, no es ninguna sorpresa ante lo que es un álbum ideado para sorprender al público a base de romper cualquier expectativa que estuviera esperando, desde la nueva imagen de Alice hasta la apertura musical, aunque está a un nivel menor de lo que había estado acostumbrando en los últimos años. El alcohol acaba pasando factura, más pronto o más tarde.
THE ALICE COOPER SHOW
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) Under My Wheels; 2) I'm Eighteen; 3) Only Women Bleed; 4) Sick Things;
5) Is It My Body; 6) I Never Cry; 7) Billion Dollar Babies;
8) Devil's Food/The Black Widow; 9) You And Me;
10) I Love The Dead/Go To Hell/Wish You Were Here; 11) School's Out.
Como si estuviera previendo una desbandada de público en sus conciertos tras el fracaso comercial de Lace And Whiskey, parece que este álbum en directo, el primero de su carrera, pretendía recordar al público que los grandes éxitos de Alice Cooper seguían ahí y no saldrían decepcionados de los conciertos. El disco recoge una selección de dos conciertos en días consecutivos del mes de agosto en Las Vegas, un lugar idóneo para el rimbombante espectáculo de Cooper. La selección de canciones para un concierto siempre es discutible y aquí no lo es menos, incluyendo tan solo la aburrida balada ‘You And Me’ del álbum previo. De hecho, hasta tres baladas encontraremos aquí, lo cual distorsiona un poco la imagen rockera del grupo pero a cambio encontramos algunos temas en forma de medley para compensar tanta tranquilidad.
En cualquier caso, no estamos ante la mejor versión del grupo ni tampoco están en su mejor estado de forma, sobre todo por el propio Furnier cuya voz ha perdido mucha expresividad, cuando menos una expresividad convincente para lo que se espera de una música proclive a la teatralización. El alcoholismo pasa factura física y en el escenario debía notarse. Así, tocar ‘School's Out’ es ya para cumplir el trámite y no suena tan fresca como debería. Lo que no hay que perderse es la electrizante interpretación de ‘Billion Dollar Babies’, engrandecida por unos guitarristas (Hunter y Wagner) que extraen toda la energía posible de sus solos. Pero pronto nos damos cuenta de que esto no va a ser una experiencia musical inolvidable, pues ese ritmo pausado que le daba un cierto encanto a ‘Under My Wheels’, la primera canción que nos encontramos, aquí ha desaparecido.
La dupla de ‘Devil's Food/The Black Widow’ nos retrotrae a la teatralización de Welcome To My Nightmare, quizá para seguir sacando a las bailarinas disfrazadas de arañas. Pero la teatralidad sin imágenes queda pobre porque se deja más de lado la música, que es precisamente lo único que podemos apreciar en un disco. También en ese plan se comienza la dupla iniciada por ‘I Love The Dead’, si bien luego se centran más en el rock mediante ‘Go To Hell’ (‘Wish You Were Here’ es como si no estuviera), sin que tampoco se consiga llegar al poderío del equivalente de estudio. Esto es en realidad la tónica general de este innecesario álbum en directo: unas interpretaciones predecibles que han perdido parte del encanto original (excepto en ‘Billion Dollar Babies’). En cualquier caso, cuarenta minutos escasos de música no sirven para hacerse una idea del estado del grupo en directo, aunque quizá lo que falta del concierto pertenezca en buena parte a Lace And Whiskey, que tampoco sería para echarlo en falta si pensamos en la gran cantidad de temas clásicos que tenían a su espalda. Y, en todo caso, a Alice Cooper es preferible verlo en imágenes por el componente visual, siempre tan importante en su obra y tal como puede deducirse de su vistosa portada.
FROM THE INSIDE
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) From The Inside; 2) Wish I Were Born In Beverly Hills; 3) The Quiet Room;
4) Nurse Rozetta; 5) Millie And Billie; 6) Serious; 7) How You Gonna See Me Now;
8) For Veronica's Sake; 9) Jackknife Johnny; 10) Inmates (We're All Crazy).
Cuenta la historia que el primeramente llamado Vincent Furnier hubo de internarse en un centro psiquiátrico para tratar su grave problema de alcoholismo. Allí gestó este álbum, una obra totalmente conceptual sobre la vida en el psiquiátrico y basándose en la gente que conoció allí dentro. Hasta aquí todo bien, pues se olvida de la temática de pesadillas y terror para hablarnos de otro tema que entonces estaba más de actualidad por el éxito de la imprescindible película Alguien voló sobre el nido del cuco (One flew over the cuckoo's nest, 1975) de Milos Forman, aunque esto ya no está tan claro que fuera una influencia. En cualquier caso, el problema llega cuando Cooper tiene que envolver de componente musical la historia y las letras que tiene en la mente. Acaba tan exhausto de idear el apartado lírico-narrativo, a pesar de que trabaja junto a Bernie Taupin (quien había sido el letrista de Elton John), que toma cualquier música que pueda revestirlo con facilidad, muy enfocado sobre todo al estilo Broadway.
Así pues, conforme comenzamos a escuchar el ritmo disco de ‘From The Inside’ ya intuimos que algo anda mal, esto no puede ser una obra de Alice Cooper. El estribillo tiene algo de interés, pero los afilados punteos de guitarra parecen un recurso fácil para intentar conectar la canción con el estilo clásico del grupo. Más fácil todavía resulta recurrir al lado suave de su música, que además le había proporcionado más público en el pasado. Pero escuchar canciones tan irrelevantes como ‘How You Gonna See Me Now’, que es la típica balada-rock de Alice Cooper, no presenta ningún interés. Porque de Alice Cooper ya habíamos escuchado un buen puñado de baladas-rock previamente, pero ‘The Quiet Room’ y ‘Millie And Billie’ se quedan entre las más flojas por su vulgaridad, siendo la segunda un dueto con Marcy Levy donde mejora un poco en su último tercio. Mejor resulta ‘Jackknife Johnny’ al poseer un poderoso estribillo y un destacado intermedio instrumental donde se alternan con gracia la guitarra y el órgano. Es quizá lo único salvable de este álbum.
El caso de ‘Wish I Were Born In Beverly Hills’ es ver para creer, un pastiche de vodevil-rock difícil de asimilar por su carácter frívolo. Eso sí, quien sea paciente y se espere a su tramo final, podrá disfrutar de uno de los mejores solos de guitarra del álbum, que tampoco hay que perder la fe por completo. ‘Serious’ es un rock rápido pero irrelevante por sus aires de musical para todos los públicos. Pero si nos fijamos también en el otro tema más rockero que encontraremos aquí, ‘For Veronica's Sake’, de su análoga insignificancia se deduce la falta de inspiración que sobrevuela este disco, pues parece que el único esfuerzo estuvo destinado a canalizar la parte lírica para contar la historia del sanatorio mental. En cambio, ‘Nurse Rozetta’ comienza como un convencional funk que luego se vuelve más interesante por los cambios de ritmo que le imprimen, aunque se olvida tan pronto ha finalizado.
El álbum finaliza con un tema (‘Inmates (We're All Crazy)’) que enfatiza la teatralización musical que buscaba Cooper. Tiene un comienzo interesante por la naturalidad con la que se suceden diferentes y diferenciadas secciones, pero acaba abusando de esa teatralización y de tanta repetición de “We're all crazy”. Las personas enamoradas de las obras músico-teatrales seguramente disfrutarán más este disco, pero lo cierto es que no se observaba una carencia de melodías originales tan clara desde los inicios como grupo de Alice Cooper. Y bueno, todavía no hemos llegado a la vergonzosa etapa comercial que sufriremos a partir de la segunda mitad de los ochenta.
FLUSH THE FASHION
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Talk Talk; 2) Clones (We're All); 3) Pain; 4) Leather Boots; 5) Aspirin Damage;
6) Nuclear Infected; 7) Grim Facts; 8) Model Citizen; 9) Dance Yourself To Death;
10) Headlines.
Estaba ya casi comenzando la nueva década que Alice Cooper decidió cambiar definitivamente de aires, tanto que hasta nos da como un aviso en la portada con ese número 80. Ya no se conformaba con ir variando la temática de las letras, sino que era necesario realizar cambios en la música. De esta manera, se reinventa aquí con éxito echando una mirada al entorno musical que le envuelve, que era esa New Wave que había revitalizado todos los géneros musicales conocidos excepto los más complejos. Blondie o The Cars son influencias muy claras para este álbum, algo subrayado por el hecho de que el productor escogido es el mismo que el del debut de los segundos, uno de los álbumes que se han de conocer dentro del movimiento musical que revolucionó la música popular a finales de los setenta. Quizá por todos estos cambios no cuente en este álbum con el guitarrista Dick Wagner, que tantos años había formado parte de la banda. Pero cabe destacar la presencia como sustituto de Davey Johnstone, el guitarrista de los años gloriosos de Elton John.
En cualquier caso, que tan solo exista un guitarrista no afecta a la idea que pudiéramos tener previamente sobre la banda, pues ya hacía tiempo que no disfrutábamos de un inicio de álbum tan fulgurante y sensacional como el rock duro de ‘Talk Talk’, que además nos ofrece un poderoso riff y unos solos de guitarra como en los buenos tiempos. No obstante, mayor sorpresa no puede haber que cuando escuchamos a continuación los prominentes sintetizadores y el estilo New Wave de ‘Clones (We're All)’, que bien podría pasar por un tema de The Cars, pues aparte Alice canta ahí igual que Benjamin Orr. Pero es un tema pegadizo y adictivo que nos muestra lo camaleónico que podía ser, sabiendo absorber las ideas de su entorno. Y para un inicio de álbum tan extraordinario no acaba ahí la gloria musical, pues la balada-rock ‘Pain’ es de un poderío y una emoción absoluta, donde Alice Cooper demuestra su dominio de la tensión musical para llegar a un estribillo de gran fuerza.
El rockabilly pasado por el tamiz de la New Wave qué ya habían desarrollado grupos como Blondie, aquí nos lo ofrecen mediante la pegadiza ‘Leather Boots’. También parece influenciada por el mismo grupo la siguiente canción, ‘Aspirin Damage’, cuyo estribillo queda demasiado discreto para lo que cabría esperar de un sonido tan vistoso. Y como no hay dos sin tres, en ‘Headlines’ es como si hubiera tomado a los músicos de Blondie para que toquen un ritmo dinámico y moderno y después se hubiera inspirado en los Ramones para el apartado vocal. Lo que nadie podría esperar es el solo de rock duro que aparece en el tramo final. En cambio, la manera de cantar la primera estrofa en la dinámica y algo punk ‘Model Citizen’ recuerda directamente a Johnny Rotten, aunque no es la primera vez que busca sonar de esa manera. Contrasta con el estribillo más melódico y coral.
No podía faltar algún tema de relleno como ‘Nuclear Infected’, pero Alice Cooper está tan henchido de poderío y confianza que consigue que suene interesante y nos convenza. El rock de corte más clásico aparece en la más tranquila ‘Dance Yourself To Death’, donde lo único destacado es el solo de guitarra y algunos punteos que van cayendo, mientras que ‘Grim Facts’ es una consistente pieza de rock donde retoma su estilo de antaño aunque bajo un ritmo más modernizado. Esto último es lo que podría emplearse para catalogar este álbum, esto es, que el espíritu de Alice Cooper se mantiene aunque la forma de expresión haya cambiado. Incluso la imagen de este cantante, pues por el material visual que puede encontrarse de la época podemos apreciar que no llevaba maquillaje (salvo alguna sombra) y llevaba una boina moderna según la moda de entonces. Estaba claro que quería seguir siendo un tipo enrollado y cercano a la juventud, pero no a costa de sacrificar su reputación artística.
2023
SPECIAL FORCES
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Who Do You Think We Are; 2) Seven & Seven Is; 3) Prettiest Cop On The Block;
4) Don't Talk Old To Me; 5) Generation Landslide '81; 6) Skeletons In The Closet;
7) You Want It, You Got It; 8) You Look Good In Rags; 9) You're A Movie;
10) Vicious Rumours;
[BONUS TRACK:] Look at You Over There, Ripping the Sawdust from My Teddybear.
2023
Para esta nueva incursión en la New Wave podemos echar mano del refranero, esa manera tan sencilla de volver creíbles razonamientos falsos o contradictorios, y decir así que “segundas partes nunca fueron buenas”. Esta versión de Alice Cooper adaptada a los nuevos tiempos musicales, la New Wave, se nos muestra aquí desgastada y fuera de lugar. Para intentar que posea algo de interés, lo envuelve todo de un conceptualismo mínimo que aquí se relaciona con las armas y la militarización. Por si fuera poco, todos los músicos que le acompañan son nuevos y eso se nota en la poca cohesión instrumental que demuestran a lo largo del disco.
A pesar de contener una desesperante introducción de sintetizadores etéreos, ‘Who Do You Think We Are’ se queda en un punto intermedio entre el Alice Cooper rockero y el de la Nueva Ola y donde cobra verdadero interés es en la coda, donde el título se va repitiendo en forma ochentera mientras la guitarra intenta recobrar el sonido de los setenta. En cambio, la versión de ‘Seven & Seven Is’ con sintetizadores queda como una metida de pata, aparte de que es casi imposible poder llegar a la descomunal fiereza que consiguieron Love originalmente. Un venturoso riff nos colocan de entrada en ‘You Look Good In Rags’, pero los coros del final cantando “Rags, rags, rags” parecen sacados de personajes de los Teleñecos. Por otra parte, parece recoger los restos del punk (que en los años anteriores evitó) en ‘Vicious Rumours’, pero ya sin mucha gracia. Ni siquiera tiene gracia que vuelva a sonar por momentos la coda de ‘Who Do You Think We Are’.
Tan lamentable suena ‘Prettiest Cop On The Block’ que quizá no lleguemos ni a escuchar su pegadizo estribillo, puesto que es ahí donde consigue salvar mínimamente los muebles. Vemos que tiene como coautor al guitarrista Johnstone, que aquí ya no está, por lo que este tema debe ser un descarte de Flush The Fashion, igual como ocurre con la atascada ‘Don't Talk Old To Me’, la cual nos mantiene en vilo porque no sabemos de qué palo va, pero no deja de ser un pop con cierta originalidad en su implementación y que pierde puntos cuando se ha escuchado varias veces y uno acaba un poco harto de ese momento en que Alice empieza a gruñir “No fun, no fun, no fun”. Por otro lado, en ‘You Want It, You Got It’ se deja llevar por el ritmo sin demasiado esfuerzo, aunque por ese camino le pueden salir canciones tan flojas como ‘You're A Movie’.
Como si quisiera avisarnos de que no ha olvidado sus raíces, incluye una interpretación en directo (falsa, por cierto) de una canción de Billion Dollar Babies y la retitula ‘Generation Landslide '81’ porque se olvida del sustrato acústico original y aquí la escuchamos completamente electrificada. El título y el tenebroso órgano de introducción de ‘Skeletons In The Closet’ nos lleva también hacia los álbumes de pesadillas de los setenta, aunque aquí el sonido es sinuoso y más moderno, quedando en este caso como otro buen ejemplo de perfecta adaptación a los nuevos tiempos, sobre todo gracias a la coda envolvente y sutil. La canción adicional ‘Look at You Over There, Ripping the Sawdust from My Teddybear’ fue un descarte de última hora de lo que iba a ser el LP original y suena totalmente diferente a todo lo que hemos escuchado previamente. Es un rock suave y rítmico de agradables melodías cantadas con una voz cálida y cercana.
El oyente escéptico puede pensar justificadamente que nos adentramos en el declive irreversible de Alice Cooper al no saber adaptarse por completo a los nuevos tiempos, pero este artista todavía atesoraba muchas ideas e inteligencia para implementarlas. Special Forces queda como el aviso de que no podía limitarse a sonar contemporáneo sin esforzarse lo suficiente en la composición de material nuevo.
ZIPPER CATCHES SKIN
Año de publicación: 1982
Puntuación:
1) Zorro's Ascent; 2) Make That Money (Scrooge's Song); 3) I Am The Future;
4) No Baloney Homosapiens (For Steve & E.T.); 5) Adaptable (Anything For You);
6) I Like Girls; 7) Remarkably Insincere; 8) Tag, You're It; 9) I Better Be Good;
10) I'm Alive (That Was The Day My Dead Pet Returned To Save My Life).
A pesar de que el inicio de la década se distinguía por la adopción de un sonido New Wave más acorde a los nuevos tiempos, todo eso fue casi abandonado en este nuevo álbum que retomaba más bien el sonido clásico de la banda. Esto quizá fuera debido al retorno de Dick Wagner como guitarrista (y como coautor de las composiciones), que eso había que aprovecharlo, aunque este acabaría abandonando antes de finalizar las grabaciones. En aquella época el amigo Alice estaba tan pasado de alcohol y drogas que siempre ha manifestado que no recuerda nada de estos años, así que afortunadamente le salió un disco decente aunque mejorable, pero nada relevante ni importante en su carrera. Lo único que diferencia este álbum de sus predecesores es el cachondeo que se gasta para la mayoría de letras. Antes sabía ubicarse con inteligencia entre la seriedad y la parodia, pero ahora directamente busca la broma, si bien estas bromas a veces no tienen la pretendida gracia.
Por su comienzo, ‘Zorro's Ascent’ parece más un tema de Kiss, aunque los cambios de ritmo que llegan pronto nos recuerdan que estamos ante un artista más impredecible (aunque esto también se acabará pronto) como es Alice Cooper. Que nos hable en la letra del personaje de El Zorro ya es otro cantar. Lo que observamos en el disco en general es que busca un sonido sin complicaciones, como el rock de sabor más clásico y directo de ‘Adaptable (Anything For You)’, aunque donde podría haberse esforzado más en este álbum es en el apartado vocal. Por ejemplo, la manera de cantar en ‘Remarkably Insincere’ está ya muy vista en Alice Cooper y que lo enfunde en un ritmo punk tampoco sirve de mucho más, como tampoco sorprende el ritmo frenético de ‘I Better Be Good’, una canción que acaba desvariando un poco con la adición de coros femeninos. Aunque de repente parecía haber olvidado el sonido New Wave, en ‘I Like Girls’ retoma de nuevo ese sonido especial que ya impregnaba la música del principio de la nueva década, aunque queda como la canción más floja del álbum.
En la balada-rock ‘I Am The Future’ sabe controlar el tempo y el contraste entre las calmadas estrofas y el enérgico estribillo, a pesar de que se desarrolla en los cánones de las típicas baladas-rock. Pero el carisma del grupo eleva la canción por encima de la vulgaridad. También aciertan con un riff incisivo y agresivo en ‘Make That Money (Scrooge's Song)’, la mejor canción del disco gracias a su impresionante juego de guitarras y su deslumbrante estructura que posee pocos pero suficientes cambios de ritmo y secciones como para que sea una pequeña joya del catálogo del grupo. En su letra podemos prever la futura transformación de Alice Cooper en un espectáculo de motivación económica. En cambio, es una verdadera lástima que el estribillo de ‘No Baloney Homosapiens (For Steve & E.T.)’ (ojito a la dedicatoria) sea tan flojo, pues el resto del tema es de un poderío tremendo, a la altura de lo mejor de Alice Cooper aunque la letra sea un tanto ridícula porque se dirige a los extraterrestres.
Afortunadamente consigue recrear esas atmósferas opresivas de antaño en ‘Tag, You're It’, recuperando el sonido clásico de la banda de mediados de los setenta, como también dejan para el final una canción que recupera al Alice Cooper de rock teatralizado para grandes superficies de conciertos. Así, en ‘I'm Alive’ la guitarra aparece con mucha fuerza, pero solo transmite eso, fuerza sin emoción. Eso es quizá el problema mayor de este álbum, que contiene buenas ideas pero la emoción escasea, acercándose peligrosamente a una vulgaridad que todavía no llega a sobrepasar. Pero visto lo que llegará después de Dada, podemos darnos aquí por satisfechos.
DADA
Año de publicación: 1983
Puntuación:
1) Dada; 2) Enough's Enough; 3) Former Lee Warmer; 4) No Man's Land; 5) Dyslexia; 6) Scarlet And Sheba; 7) I Love America; 8) Fresh Blood; 9) Pass The Gun Around.
Llama poderosamente la atención un álbum cuyo título es Dada y cuya portada representa un retazo de un cuadro de Dalí de 1940 titulado Mercado de esclavos (con aparición del busto invisible de Voltaire), ubicado en Florida. La ilusión de encontrar algo surrealista o diferente en la trayectoria de Alice Cooper se desvanece cuando comprobamos que el contenido sigue la tendencia del álbum anterior, esto es, aunar el sonido New Wave de los primeros ochenta con su estilo rock característico de la década previa. Pero al menos consigue mejorar lo ofrecido en el irregular Zipper Catches Skin. Era una buena noticia el retorno de Bob Ezrin en la producción, quien venía exultante por haber trabajado durante este tiempo con Pink Floyd en The Wall y también con otros grupos exitosos como Kiss. Esto permite conseguir una ambientación idónea para algunas de las canciones, pero contando con Ezrin es una lástima no haber potenciado más el surrealismo que se sugiere en la portada. En cambio, cualquier idea de dadaísmo se apaga conforme empieza el disco y escuchamos una voz infantil diciendo “Dada” como si estuviera llamando a su papá, o sea, como una pronunciación alargada de “Dad”.
La pieza que da título al álbum es una composición ambiental de Ezrin en la cual juega muy bien con la percusión y los efectos, mientras los teclados van dirigiendo el avance. Con una introducción así, más propia para presentar algo como Welcome To My Nightmare, no puede resultar más chocante que llegue a continuación el jocundo ritmo de la canción totalmente new wave que es ‘Enough's Enough’, lo cual podría tomarse como el toque dadaísta que aporta Cooper, aunque podemos disfrutar también de un apasionante solo de guitarra bien rockero. Tal como estamos viendo en los primeros años de los ochenta, nunca se ha conocido un (unos) Alice Cooper con tanta diversión y con melodías pop tan atrayentes. Pero tampoco encontraremos ya mucho más relacionado con este estilo tan alejado de la esencia de este artista, aunque podemos disfrutar de una canción como ‘Dyslexia’, que es como si hubiera querido parodiar el estilo de Olivia Newton-John pero con gracia y con un chocarrero estribillo que la australiana nunca se hubiera atrevido a cantar: “Is this love? / Or is dyslexia”, cuyo toque de humor viene en la fonética de “dis-love” y “dys-lexia”.
La canción que hubiera quedado bien como enlace de la introducción ambiental ‘Dada’ hubiera sido ‘Former Lee Warmer’, pues habría proseguido con el mismo tono inquietante sin que nadie notara el cambio. Lo mejor de esta canción es su imprevisible estructura, pero deja la sensación de que no llega a arrancar o a llevarnos al clímax esperado porque el estribillo queda algo débil. Esta canción enlazaría también a la perfección con el álbum Welcome To My Nightmare, tanto por la ambientación como por su letra de terror familiar que ya encontrábamos en ‘Steven’. La balada-rock llega mediante ‘Scarlet And Sheba’, aunque de una manera algo desconcertante porque primero escucharemos un minuto de sonidos de Oriente Medio y luego unas estrofas asesinas donde reaparece el sonido más duro del grupo, para luego pasar a un puente de intensidad media y luego el estupendo estribillo que queda como una parodia de balada, puesto que no de otra manera se ha de tomar unos versos que dicen: “I just want your body, Sheba / I don't want your brain”.
Las estrofas de ‘No Man's Land’ recuerdan vagamente a la canción ‘Trick Of The Light’ de The Who, aunque Alice lo canta en modo casi rapero y luego el emocionante estribillo suena totalmente original y próximo al estilo new wave de estos años. Y bueno, en ‘Fresh Blood’ se puede decir que le dio alguna que otra idea a Peter Gabriel con el empleo de ostentosas trompetas rítmicas, un tipo de canto algo robótico y coros femeninos. Podría tomarse ‘Sledgehammer’ de Gabriel como la versión mejorada de la canción de Alice Cooper, sin que ello signifique desmerecer ‘Fresh Blood’ porque suena igualmente entretenida y con un pegadizo estribillo. El cachondeo de Alice Cooper llega a su punto álgido en ‘I Love America’, que más pegadiza no puede ser dentro de su sencillez, aparte de poseer una letra que ironiza con las ideas patrióticas, elementos culturales y la avidez consumista del estadounidense medio. Seguro que al séquito de Ronald Reagan le faltó poco para adoptar la canción como himno de las elecciones, fijándose sólo en el título y el estribillo, que es lo que les llevaría un año después a hacer suya ‘Born In The USA’ de Bruce Springsteen para la campaña electoral, como si fuera una canción patriótica cuando en realidad trataba de la desilusión y el desengaño del ciudadano que se veía enviado como carne de cañón a una guerra imposible de ganar en un país lejano, para luego volver y no encontrar trabajo ni apoyo gubernamental.
La que impresiona por completo es la tremenda ‘Pass The Gun Around’, donde podemos escuchar en primer lugar unos sonidos como si alguien estuviera cargando un revólver. Luego escuchamos el canto desesperado del protagonista que canta en primera persona y el emotivo estribillo donde sobrecoge cada vez que escuchamos la voz y los coros cantando ‘‘Pass the gun around / Give everyone a shot’’, como si intuyéramos que algo va a ocurrir. No puede faltar el mejor solo de guitarra del álbum y uno de los mejores en la carrera de Alice Cooper, dentro de un intermedio instrumental memorable que recuerda el tono de los fragmentos instrumentales de ‘Comfortably Numb’ de Pink Floyd. Y bueno, como trágico pero lógico final, escucharemos al final lo que parece un disparo. Esto nos llevará a volver a escuchar la voz infantil diciendo “Dada”, como al principio, dejando así una sensación de álbum cíclico que probablemente fuera una idea de Ezrin, pues en The Wall de Pink Floyd hicieron eso mismo y aparte era una idea que provenía de The Dark Side Of The Moon.
La mala noticia es que aquí finaliza la etapa más diversa y, en cierta manera, pop de Alice Cooper, para pasar a sumergirse en la mediocridad del glam-metal más comercial y vulgar posible. Nunca volveremos a escuchar de él una música de este tipo. Y bueno, hay que agarrarse fuerte al asiento, que en los siguientes años llegarán lamentables álbumes que convertirán a Alice Cooper en una caricatura de sí mismo y arruinarán su reputación hasta convertirlo en un payaso más del mercado musical. Pero quedémonos con la imagen de este sensacional álbum y su contenido, la última gran obra que saldrá de este artista/grupo.